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VICERRECTORÍA DE DOCENCIA
DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR
ACADEMIA GENERAL DE LENGUAJE
Antología
Expresión Literaria
SEXTO SEMESTRE
2020-2021
AUTORES
Escamilla Silva, María del Rosario
Unidad Académica: "Lic. Benito Juárez García"
rosario.escamillasilva@correo.buap.mx
Agosto 2020
Contenido
Bloque I. Expresión Lírica 4
Barroco 4
Silvio, yo te aborrezco y aun condeno… 4
A una nariz 5
En la capilla estoy y condenado 6
Romanticismo 7
Rima VII: Del salón en el ángulo oscuro 7
Ante el recuerdo bendito… 8
Realismo 9
DE OMNI RE SCIBILI 9
Epístola 10
Doloras 13
Contrastes 13
Vanguardismo 14
Oda al átomo 14
Mi mujer de cabellera de fuego de madera 17
Canción del Aeroplano 19
Subgéneros líricos 22
Oda a la alegría 22
Himno 24
Himno Nacional de Venezuela 25
CANTO 26
A fuego lento 26
La Canción Desesperada 28
ELEGÍA 30
Yo quiero ser llorando el hortelano… 30
ÉGLOGA 31
Al Virrey de Nápoles 31
Soneto IX 39
Soneto de repente 40
SÁTIRA 41
Romance satírico 41
Décima Juan Pérez de Montalbán a este elogio: 43
MADRIGAL 44
Madrigal 44
Ojos claros, serenos… 45
EPIGRAMA 46
Epigrama 46
Epigrama 46
LETRILLA 47
Poderoso caballero es don Dinero 47
Ándeme yo caliente y ríase la gente 49
Bloque II. El mundo de la Lírica 50
Orígenes. Grecia. 50
Edipo Rey 50
Las nubes 52
Textos de obras teatrales completas 53
[Poema - Texto completo.] J
De Asbaje Ramírez de Santillana, Juana Inés.
(Sor Juana Inés de la Cruz)
Quevedo, F. A una nariz. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/a-una-nariz/
[Poema - Texto completo.]
De Góngora y Argote, Luis.
https://ciudadseva.com/texto/en-la-capilla-estoy-y-condenado/
[Poema - Texto completo.]
Bécquer, Gustavo Adolfo.
Bécquer, G. Del salón en el ángulo oscuro. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis
López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/rima-07/
[Poema - Texto completo.]
Acuña, Manuel.
Acuña, M. Ante el recuerdo bendito… Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López
Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/ante-el-recuerdo-bendito/
(Sobre todo lo cognoscible)
Bartrina, Joaquín María.
¡Todo lo sé! Del mundo los arcanos que la virtud que al bien al hombre
ya no son para mí, inclina
lo que llama misterios sobrehumanos y el vicio, sólo son
el vulgo baladí... partículas de albúmina y fibrina
en corta proporción;
Sólo la ciencia a mi ansiedad responde,
y por la ciencia sé que el genio no es de Dios sagrado
que no existe ese dios que siempre emblema,
esconde no, señores, no tal;
el último por qué. el genio es producto del sistema
nervioso cerebral,
Sé que soy un mamífero bimano
(que no es poco saber) y sus creaciones de sin par belleza
y sé lo que es el átomo, ese arcano sólo están en razón
del ser y del no ser. del fósforo que encierra la cabeza,
¡no de la inspiración!
Sé que el rubor que enciende las
facciones Amor, misterio, bien definido,
es sangre arterial; sentimiento, placer…
que las lágrimas son las secreciones ¡palabrotas vacías de sentido
del saco lacrimal; y sin razón de ser!...
Pablo Neruda
Pequeñísima descarga
estrella, te desencadenaron,
parecías viste el mundo,
para siempre saliste
enterrada por el día,
en el metal: oculto, recorriste
tu diabólico ciudades,
fuego. tu gran fulgor llegaba
Un día a iluminar las vidas,
golpearon eras
en la puerta una fruta terrible,
minúscula: de eléctrica hermosura,
era el hombre. venías
Con una a apresurar las llamas
del estío, Despertamos.
y entonces
llegó La aurora
armado se había consumido.
con anteojos de tigre Todos los pájaros
y armadura, cayeron calcinados.
con camisa cuadrada, Un olor
sulfúricos bigotes, de ataúd,
cola de puerco espín, gas de las tumbas,
llegó el guerrero tronó por los espacios.
y te sedujo: Subió horrenda
duerme, la forma del castigo
te dijo, sobrehumano,
enróllate, hongo sangriento, cúpula,
átomo, te pareces humareda,
a un dios griego, espada
a una primaveral del infierno.
modista de París, Subió quemante el aire
acuéstate y se esparció la muerte
en mi uña, en ondas paralelas,
entra en esta cajita, alcanzando
y entonces a la madre dormida
el guerrero con su niño,
te guardó en su chaleco al pescador del río
como si fueras sólo y a los peces,
píldora a la panadería
norteamericana, y a los panes,
y viajó por el mundo al ingeniero
dejándote caer y a sus edificios,
en Hiroshima. todo
fue polvo
que mordía, a asesinar los gérmenes,
aire a impedir la corola,
asesino. te destinaron, átomo,
a dejar arrasadas
La ciudad las naciones,
desmoronó sus últimos alvéolos, a convertir el amor en negra póstula,
cayó, cayó de pronto, a quemar amontonados corazones
derribada, y aniquilar la sangre.
podrida,
los hombres Oh chispa loca,
fueron súbitos leprosos, vuelve
tomaban a tu mortaja,
la mano de sus hijos entiérrate
y la pequeña mano en tus manos minerales,
se quedaba en sus manos. vuelve a ser piedra ciega,
Así, de tu refugio desoye a los bandidos,
del secreto colabora
manto de piedra tú, con la vida, con la agricultura,
en que el fuego dormía suplanta los motores,
te sacaron, eleva la energía,
chispa enceguecedora, fecunda los planetas.
luz rabiosa, Ya no tienes
a destruir vidas, secreto,
a perseguir lejanas existencias, camina
bajo el mar, entre los hombres
en el aire, sin máscara
en las arenas, terrible,
en el último apresurando el paso
recodo de los puertos, y extendiendo
a borrar los pasos de los frutos,
las semillas, separando
montañas, en vez de los infiernos desatados
enderezando ríos, de tu cólera,
fecundando, en vez de la amenaza
átomo, de tu terrible claridad, entréganos
desbordada tu sobrecogedora
copa rebeldía
cósmica, para los cereales,
vuelve tu magnetismo desencadenado
a la paz del racimo, para fundar la paz entre los hombres,
a la velocidad de la alegría, y así no será infierno
vuelve al recinto tu luz deslumbradora,
de la naturaleza, sino felicidad,
ponte a nuestro servicio, matutina esperanza,
y en vez de las cenizas contribución terrestre.
mortales
de tu máscara,
Neruda, P. Oda al átomo. Poemas del alma. [blog]. https://www.poemas-del-
alma.com/pablo-neruda-oda-al-atomo.htm
Bretón, André.
El toque primero
suena en la campana,
de la escuela emana
coro vocinglero.
Un himno extranjero
vibra en la mañana:
sobre una ventana
párase un jilguero.
Quédase escuchando,
juzga desatinos
las notas más finas…
¡Y vuela cantando
una danza en trinos
con íes latinas!
Diego, J. Himno Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/himno/
Coro
Abajo cadenas
gritaba el señor
y el pobre en su choza
libertad pidió
a este santo nombre
tembló de pavor
el vil egoísmo
que otra vez triunfó.
II
III
Rosana
Neruda, Pablo.
En Orihuela, su pueblo
y el mío, se me ha muerto
como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte A las aladas almas de las rosas
y besarte la noble calavera del almendro de nata te requiero,
y desamordazarte y regresarte. que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Hernández, M. (1936) . Yo quiero ser llorando el hortelano… Ciudad Seva, Casa digital del escritor
Luis López Nieves. https://ciudadseva.com/texto/yo-quiero-ser-llorando-el-hortelano/
Corrientes aguas puras, cristalinas, que llevaban tras sí, como colgada,
árboles que os estáis mirando en ellas, mi alma, doquier que ellos se volvían?
verde prado de fresca sombra lleno, ¿Dó está la blanca mano delicada,
hiedra que por los árboles caminas, que de mí mis sentidos l’ofrecían?
y en este mismo valle, donde agora ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
¡Oh bien caduco, vano y presuroso! que habia de ver, con largo apartamiento,
venir el triste y solitario día y la medrosa forma en que s’ofrece
que diese amargo fin a mis amores? aquella que la noche nos encubre
El cielo en mis dolores hasta que’l sol descubre
cargó la mano tanto su luz pura y hermosa:
que a sempiterno llanto tal es la tenebrosa
y a triste soledad me ha condenado; noche de tu partir en que he quedado
y lo que siento más es verme atado de sombra y de temor atormentado,
a la pesada vida y enojosa, hasta que muerte el tiempo determine
solo, desamparado, que a ver el deseado
ciego, sin lumbre en cárcel tenebrosa. sol de tu clara vista m’encamine.
Después que nos dejaste, nunca pace Cual suele el ruiseñor con triste canto
en hartura el ganado ya, ni acude quejarse, entre las hojas escondido,
el campo al labrador con mano llena; del duro labrador que cautamente
no hay bien que’n mal no se convierta y le despojó su caro y dulce nido
mude. de los tiernos hijuelos entretanto
La mala hierba al trigo ahoga, y nace que del amado ramo estaba ausente,
en lugar suyo la infelice avena; y aquel dolor que siente,
la tierra, que de buena con diferencia tanta
gana nos producía por la dulce garganta
flores con que solía despide que a su canto el aire suena,
quitar en solo vellas mil enojos, y la callada noche no refrena
produce agora en cambio estos abrojos, su lamentable oficio y sus querellas,
ya de rigor d’espinas intratable. trayendo de su pena
Yo hago con mis ojos el cielo por testigo y las estrellas:
crecer, lloviendo, el fruto miserable.
desta manera suelto yo la rienda
Como al partir del sol la sombra crece, a mi dolor y ansí me quejo en vano
y en cayendo su rayo, se levanta de la dureza de la muerte airada;
la negra escuridad que’l mundo cubre, ella en mi corazón metió la mano
de do viene el temor que nos espanta y d’allí me llevó mi dulce prenda,
que aquél era su nido y su morada. y aquella voz divina,
¡Ay, muerte arrebatada, con cuyo son y acentos
por ti m’estoy quejando a los airados vientos
al cielo y enojando pudieran amansar, que agora es muda,
con importuno llanto al mundo todo! me parece que oigo, que, a la cruda,
El desigual dolor no sufre modo; inexorable diosa demandabas
no me podrán quitar el dolorido en aquel paso ayuda;
sentir si ya del todo y tú, rústica diosa, ¿dónde estabas?
primero no me quitan el sentido.
¿Íbate tanto en perseguir las fieras?
Tengo una parte aquí de tus cabellos, ¿Íbate tanto en un pastor dormido?
Elisa, envueltos en un blanco paño, ¿Cosa pudo bastar a tal crüeza
que nunca de mi seno se m’apartan; que, comovida a compasión, oído
descójolos, y de un dolor tamaño a los votos y lágrimas no dieras,
enternecer me siento que sobre ellos por no ver hecha tierra tal belleza,
nunca mis ojos de llorar se hartan. o no ver la tristeza
Sin que d’allí se partan, en que tu Nemoroso
con sospiros callientes, queda, que su reposo
más que la llama ardiente, era seguir tu oficio, persiguiendo
los enjugo del llanto, y de consuno las fieras por los montes y ofreciendo
casi los paso y cuento uno a uno; a tus sagradas aras los despojos?
juntándolos, con un cordón los ato. ¡Y tú, ingrata, riendo
Tras esto el importuno dejas morir mi bien ante mis ojos!
dolor me deja descansar un rato.
Divina Elisa, pues agora el cielo
Mas luego a la memoria se m’ofrece con inmortales pies pisas y mides,
aquella noche tenebrosa, escura, y su mudanza ves, estando queda,
que siempre aflige esta anima mezquina ¿por qué de mí te olvidas y no pides
con la memoria de mi desventura: que se apresure el tiempo en que este velo
verte presente agora me parece rompa del cuerpo y yerme libre pueda,
en aquel duro trance de Lucina; y en la tercera rueda,
contigo mano a mano, si mirando las nubes coloradas,
busquemos otro llano, al tramontar del sol bordadas d’oro,
busquemos otros montes y otros ríos, no vieran que era ya pasado el día;
otros valles floridos y sombríos la sombra se veía
donde descanse y siempre pueda verte venir corriendo apriesa
ante los ojos míos, ya por la falda espesa
sin miedo y sobresalto de perderte? del altísimo monte, y recordando
ambos como de sueño, y acabando
Nunca pusieran fin al triste lloro el fugitivo sol, de luz escaso,
los pastores, ni fueran acabadas su ganado llevando,
las canciones que solo el monte oía, se fueron recogiendo paso a paso.
Boscán, J. Soneto IX. (1936) Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/soneto-009-boscan/
Vega, L. Soneto de repente. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/soneto-de-repente/
De Quevedo, Francisco.
Nervo, A. Madrigal. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/madrigal/
[Poema - Texto completo.]
Gutierre de Cetina
Cetina, G. Ojos claros, serenos… Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/ojos-claros-serenos/
[Poema - Texto completo.]
Ernesto Cardenal
Cardenal, E. Epigrama. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/epigrama/
Quevedo, F. Poderoso caballero es don dinero. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis
López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/poderoso-caballero-es-don-dinero/
Extracto
Sófocles
CORO
ESTROFA
Si yo soy adivino y conocedor de entendimiento, ¡por el Olimpo!, no quedarás, ¡oh Citerón!, sin
saber que desde el plenilunio de mañana yo te ensalzaré como región de Edipo, al tiempo que
nodriza y madre, y serás celebrado con coros por nosotros como quien se hace protector de mis
reyes. ¡Oh Febo, que esto te sirva de satisfacción!
ANTÍSTROFA
¿Cuál a ti, hijo, cuál de las ninfas inmortales te engendró, acercándose al padre Pan que vaga por
los montes? ¿O fue una amante de Loxias, pues a él le son queridas todas las agrestes planicies? El
soberano de Cilene o el dios báquico que habita en lo más alto de los montes te recibió como un
hallazgo de alguna de las ninfas del Helicón con las que juguetea la mayor parte del tiempo
EDIPO.- Si he de hacer yo conjeturas, ancianos, creo estar viendo al pastor que desde hace rato
buscamos, aunque nunca he tenido relación con él. Pues en su acusada edad coincide por
completo con este hombre y, además, reconozco a los que lo conducen como servidores míos.
Pero tú, tal vez, podrías superarme en conocimientos por haber visto antes al pastor.
CORIFEO.- Lo conozco, ten la certeza. Era un pastor de Layo, fiel cual ninguno.
EDIPO.- A ti te pregunto en primer lugar, al extranjero corintio: ¿es de ése de quien hablabas?
MENSAJERO.- De éste que contemplas.
EDIPO.- Eh, tú, anciano, acércate y, mirándome, contesta a cuanto te pregunte. ¿Perteneciste, en
otro tiempo, al servicio de Layo?
EDIPO.- ¿Eres consciente de haber conocido allí a este hombre en alguna parte?
EDIPO.- Al que está aquí presente. ¿Tuviste relación con él alguna vez?
MENSAJERO.- No es nada extraño, señor. Pero yo refrescaré claramente la memoria del que no me
reconoce. Estoy bien seguro de que se acuerda cuando, en el monte Citerón, él con doble rebaño y
yo con uno, convivimos durante tres períodos enteros de seis meses, desde la primavera hasta
Arturo.
Ya en el invierno yo llevaba mis rebaños a los establos, y él, a los apriscos de Layo. ¿Cuento lo que
ha sucedido o no?
MENSAJERO.- ¡Ea! Dime, ahora, ¿recuerdas que entonces me diste un niño para que yo lo criara
como un retoño mío?
EDIPO.- ¡Ah! No lo reprendas, anciano, ya que son tus palabras, más que las de éste, las que
requieren un reprensor.
Servidor.- Era tenido por hijo de aquél. Pero la que está dentro, tu mujer, es la que mejor
Aristófanes
Sócrates
¿De qué te serviría realmente eso?
Estrepsiades
¿De qué? Si la luna no sale, no tendría que pagar los intereses.
Sócrates
¿Y eso por qué?
Estrepsiades
Porque los vencimientos de los préstamos son mensuales.
Sócrates
Buena idea. Voy a proponerte otra cuestión que también requiere destreza. Si alguien te
lleva a juicio por cinco talentos, dime cómo te escabullirías.
Estrepsiades
¿Cómo? ¿Cómo? No lo sé, pero he de encontrar el medio.
Sócrates
No estés constantemente dirigiendo tu mente tan sólo a tu persona, deja a tu pensamiento
vagar por el aire, como si fuera un abejorro atado por una pata.
Estrepsiades
He encontrado una forma inteligentísima de escabullirme de ese juicio; seguro que tú estarás de
acuerdo conmigo.
Sócrates
¿Cuál es?
Estrepsiades
¿Has visto alguna vez en las tiendas de potingues esa piedra bella y diáfana que usan para encender
fuego?
Sócrates
¿Te refieres al cristal(espejo ilusorio)?
Estrepsiades
Eso es. Bien, ¿qué pasaría si yo cogiera uno, y cuando el secretario estuviera tomando nota de la
demanda, yo m e plantara a cierta distancia de cara al sol y borrara todo lo escrito referente a mi
causa (aprovechando que escribía en tablillas enceradas)?
Sócrates
Sabia idea, por las Gracias.
Estrepsiades
Ay, qué contento estoy por haber borrado de un golpe mi juicio por cinco talentos.
Sócrates
Vamos, ahí va otra, cógela a toda prisa.
Aristófanes. Comedias II. Las nubes, las avispas, la paz, los pájaros. Traducción Luis M.
Macía Aparicio. Biblioteca Gredos.
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