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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA

VICERRECTORÍA DE DOCENCIA
DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR
ACADEMIA GENERAL DE LENGUAJE

Antología
Expresión Literaria

SEXTO SEMESTRE
2020-2021

AUTORES
Escamilla Silva, María del Rosario
Unidad Académica: "Lic. Benito Juárez García"
rosario.escamillasilva@correo.buap.mx

Merino Flores, Juan Sebastián.


Unidad Académica: Complejo Regional Centro, Sede San Salvador El Seco
juan.merinof@correo.buap.mx

Vicente Rojas, Patrocinio Nicolás.


Unidad Académica: Complejo Regional Centro Preparatoria Ciudad Serdán
nicolas.rojas@correo.buap.mx

Villegas Martínez, María del Rayo Urbana


Unidad Académica: Enrique Cabrera Barroso
marayo.villegas@correo.buap.mx

Agosto 2020
Contenido
Bloque I. Expresión Lírica 4
Barroco 4
Silvio, yo te aborrezco y aun condeno… 4
A una nariz 5
En la capilla estoy y condenado 6
Romanticismo 7
Rima VII: Del salón en el ángulo oscuro 7
Ante el recuerdo bendito… 8
Realismo 9
DE OMNI RE SCIBILI 9
Epístola 10
Doloras 13
Contrastes 13
Vanguardismo 14
Oda al átomo 14
Mi mujer de cabellera de fuego de madera 17
Canción del Aeroplano 19
Subgéneros líricos 22
Oda a la alegría 22
Himno 24
Himno Nacional de Venezuela 25
CANTO 26
A fuego lento 26
La Canción Desesperada 28
ELEGÍA 30
Yo quiero ser llorando el hortelano… 30
ÉGLOGA 31
Al Virrey de Nápoles 31
Soneto IX 39
Soneto de repente 40
SÁTIRA 41
Romance satírico 41
Décima Juan Pérez de Montalbán a este elogio: 43
MADRIGAL 44
Madrigal 44
Ojos claros, serenos… 45
EPIGRAMA 46
Epigrama 46
Epigrama 46
LETRILLA 47
Poderoso caballero es don Dinero 47
Ándeme yo caliente y ríase la gente 49
Bloque II. El mundo de la Lírica 50
Orígenes. Grecia. 50
Edipo Rey 50
Las nubes 52
Textos de obras teatrales completas 53
[Poema - Texto completo.] J
De Asbaje Ramírez de Santillana, Juana Inés.
(Sor Juana Inés de la Cruz)

Silvio, yo te aborrezco y aun condeno


el que estés de esta suerte en mi sentido,
que infama el hierro el escorpión herido
y a quien lo huella mancha inmundo cieno.

Eres como el mortífero veneno,


que daña quien lo vierte inadvertido;
y, en fin, eres tan malo y fementido,
que aun para aborrecido no eres bueno.

Tu aspecto vil a mi memoria ofrezco,


aunque con susto me lo contradice,
por darme yo la pena que merezco,

pues cuando considero lo que hice,


no sólo a ti, corrida, te aborrezco,
pero a mí, por el tiempo que te quise.

Cruz, J. Silvio, yo te aborrezco y aun condeno.


Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/silvio-yo-te-aborrezco-y-aun-condeno/

[Poema - Texto completo.]


De Quevedo, Francisco.

Érase un hombre a una nariz pegado,


érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,


érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

Érase un espolón de una galera,


érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.

Érase un narcisismo infinito,


muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.

Quevedo, F. A una nariz. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/a-una-nariz/
[Poema - Texto completo.]
De Góngora y Argote, Luis.

En la capilla estoy y condenado


a partir sin remedio de esta vida:
siendo la causa aún más que la partida,
por hambre expulso como sitiado.

Culpa sin duda es ser un desdichado


mayor de condición ser encogida;
de ellas me acuso en esta despedida,
y partiré a lo menos confesado.

Examiné mi suerte al hierro agudo,


que a pesar de sus filos me prometo
alta piedad de vuestra excelsa mano.

Ya que el encogimiento ha sido mudo,


los números, Señor, de este soneto
lenguas sean, y lágrimas no en vano.

Góngora, Luis. En la capilla estoy y condenado.


Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.

https://ciudadseva.com/texto/en-la-capilla-estoy-y-condenado/
[Poema - Texto completo.]
Bécquer, Gustavo Adolfo.

Del salón en el ángulo oscuro,


de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,


como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay! -pensé-. ¡Cuántas veces el genio


así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «Levántate y anda!»

Bécquer, G. Del salón en el ángulo oscuro. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis
López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/rima-07/
[Poema - Texto completo.]
Acuña, Manuel.

Ante el recuerdo bendito ¡Bendita noche de gloria


de aquella noche sagrada que así mi espíritu agitas,
en que la patria alherrojada bendita entre benditas
rompió al fin su esclavitud; noche de la libertad!
ante la dulce memoria Hora del triunfo en que el pueblo
de aquella hora y de aquel día, vio al fin en su omnipotencia,
yo siento que en el alma mía al sol de la independencia
canta algo como un laúd. rompiendo la oscuridad.

Yo siento que brota en flores Yo te amo… y al acercarme


el huerto de mi ternura, ante este altar de victoria
que tiembla entre su espesura donde la patria y la historia
la estrofa de una canción; contemplan nuestro placer,
y al sonoroso y ardiente yo vengo a unir al tributo
murmurar de cada nota, que en darte el pueblo se afana
siendo algo grande que brota mi canto de mexicana,
dentro de mi corazón. mi corazón de mujer.

Acuña, M. Ante el recuerdo bendito… Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López
Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/ante-el-recuerdo-bendito/
(Sobre todo lo cognoscible)
Bartrina, Joaquín María.

¡Todo lo sé! Del mundo los arcanos que la virtud que al bien al hombre
ya no son para mí, inclina
lo que llama misterios sobrehumanos y el vicio, sólo son
el vulgo baladí... partículas de albúmina y fibrina
en corta proporción;
Sólo la ciencia a mi ansiedad responde,
y por la ciencia sé que el genio no es de Dios sagrado
que no existe ese dios que siempre emblema,
esconde no, señores, no tal;
el último por qué. el genio es producto del sistema
nervioso cerebral,
Sé que soy un mamífero bimano
(que no es poco saber) y sus creaciones de sin par belleza
y sé lo que es el átomo, ese arcano sólo están en razón
del ser y del no ser. del fósforo que encierra la cabeza,
¡no de la inspiración!
Sé que el rubor que enciende las
facciones Amor, misterio, bien definido,
es sangre arterial; sentimiento, placer…
que las lágrimas son las secreciones ¡palabrotas vacías de sentido
del saco lacrimal; y sin razón de ser!...

Gozar es tener siempre electrizada


la médula espinal, ¡Todo lo sé! Del mundo los arcanos
y en sí el placer es nada o casi nada, ya no son para mí,
un óxido, una sal. lo que llama misterios sobrehumanos
el vulgo baladí...
¡Y aun dirán de la ciencia que es
prosaica! Mas ¡ay! que cuando exclamo, satisfecho:
¿Hay nada, vive Dios "¡Todo, todo lo sé!"
bello como la fórmula algebraica Siento aquí, en mi interior, dentro mi
C = πr²? pecho
un algo… un no sé qué...!

Bartrina, J. De Omni Re Scibili. Ciencia y cultura. Fundación para el conocimiento.


https://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/poemas/poesia.asp?id=685

Bartrina, Joaquín María.


Fabio, consejos me pides
que sirvan para guiarte
en las mundanales lides,
y consejos voy a darte;
¡ojalá no los olvides!...
¿Será así? No. ¡Quién ignora
la gran verdad que atesora
el verso, que tanto envidio,
aquel de Video meliora
sed... etcétera, de Ovidio!...
Aunque olvides los demás,
sigue siempre este consejo:
no quieras a nadie más
que aquel que dentro verás
cuando mires a un espejo.
Sé bondadoso, sé humano,
sé, sobre todo, sencillo,
y lleva, cual todos, llano
el corazón en la mano...
y la mano en el bolsillo.
Cree en Dios y en la mujer.
¡Es tan cómodo el creer!
Aquel que se arroja al mar,
si fe no alcanza a tener
nunca aprenderá a nadar.
No sea libre tu opinión;
ponla antes, si bien la tratas,
hoy bajo la advocación
de San Éxito, patrón
de las personas sensatas.
Quien más grita que es sagrada,
santa, la vida privada,
es fácil tenga esa vida,
imparcialmente juzgada,
más que privada, prohibida.
Eso es cierto, pero tú
no te metas en dibujo
ni en saber vidas ajeno
como dijo el otro, y ve
de enviarlos a Belcebú.
Si no lo hicieres, tu error
hará que algún mal te alcance,
pues siempre anhela, en tal trance
tener un lance de honor
quien tiene un honor... de lance.
Si fuese tu consejera
la pobreza con que lidio,
no la creas si dijera:
«Sé honrado de tal manera
que no vayas a presidio».
«Has de estudiar la moral
en el código penal».
«Ten por axioma profundo
que el mal, hoy por hoy, no es mal
hasta que lo sabe el mundo...».
Tu propio ser estudiar
te recomiendo, y no en vano;
estúdiate a ti y llegar
podrás pronto a despreciar
a todo el género humano.
Emplea la adulación,
pero nunca a manos llenas;
un simple ¡oh! de admiración
basta a embriagar seis docenas
de reyes de la creación.
En fin: haz por ser virtuoso
de una manera agradable;
no quieras hacer el oso;
sé con todos bondadoso
y aprende a tirar el sable.

Bartrina, J. Epístola. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.


http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/obras-poeticas--1/html/fef3710e-82b1-11df-
acc7-002185ce6064_5.html
DE CAMPOAMOR, RAMÓN.

«Mucho le amaste y te amó;


¿recuerdas por quién lo digo?
Era tu amante y mi amigo,
amaba, sufrió y murió.
Cuando su entierro pasó
todos te oyeron gemir;
mas yo, Inés, al presentir
que le habías de olvidar,
sentí, viéndote llorar,
la tentación de reír.

Al año justo ¡oh traición!


al baile fui de tu boda,
y allí, cual la villa toda,
vi el gozo en tu corazón.
¿Y el muerto? - ¡En el panteón!
¡Ay! cuando olvidada de él
a otro jurabas ser fiel,
yo al verte reír, gemí,
y dos, lágrimas vertí
amargas como la hiel.

Primero amor, luego olvido:


aquí tienes explicado por qué
en el baile he llorado,
y en el entierro he reído;
siempre este contraste ha sido
ley del sentir y el pensar;
por eso no hay que extrañar
que quien lee en lo porvenir,
vaya a un entierro a reír
y acuda a un baile a llorar».

Campoamor, R. Contrastes. Doloras. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.


http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/doloras/html/ff3a0fe2-82b1-11df-acc7-
002185ce6064_8.html#I_136_

Pablo Neruda

Pequeñísima descarga
estrella, te desencadenaron,
parecías viste el mundo,
para siempre saliste
enterrada por el día,
en el metal: oculto, recorriste
tu diabólico ciudades,
fuego. tu gran fulgor llegaba
Un día a iluminar las vidas,
golpearon eras
en la puerta una fruta terrible,
minúscula: de eléctrica hermosura,
era el hombre. venías
Con una a apresurar las llamas
del estío, Despertamos.
y entonces
llegó La aurora
armado se había consumido.
con anteojos de tigre Todos los pájaros
y armadura, cayeron calcinados.
con camisa cuadrada, Un olor
sulfúricos bigotes, de ataúd,
cola de puerco espín, gas de las tumbas,
llegó el guerrero tronó por los espacios.
y te sedujo: Subió horrenda
duerme, la forma del castigo
te dijo, sobrehumano,
enróllate, hongo sangriento, cúpula,
átomo, te pareces humareda,
a un dios griego, espada
a una primaveral del infierno.
modista de París, Subió quemante el aire
acuéstate y se esparció la muerte
en mi uña, en ondas paralelas,
entra en esta cajita, alcanzando
y entonces a la madre dormida
el guerrero con su niño,
te guardó en su chaleco al pescador del río
como si fueras sólo y a los peces,
píldora a la panadería
norteamericana, y a los panes,
y viajó por el mundo al ingeniero
dejándote caer y a sus edificios,
en Hiroshima. todo
fue polvo
que mordía, a asesinar los gérmenes,
aire a impedir la corola,
asesino. te destinaron, átomo,
a dejar arrasadas
La ciudad las naciones,
desmoronó sus últimos alvéolos, a convertir el amor en negra póstula,
cayó, cayó de pronto, a quemar amontonados corazones
derribada, y aniquilar la sangre.
podrida,
los hombres Oh chispa loca,
fueron súbitos leprosos, vuelve
tomaban a tu mortaja,
la mano de sus hijos entiérrate
y la pequeña mano en tus manos minerales,
se quedaba en sus manos. vuelve a ser piedra ciega,
Así, de tu refugio desoye a los bandidos,
del secreto colabora
manto de piedra tú, con la vida, con la agricultura,
en que el fuego dormía suplanta los motores,
te sacaron, eleva la energía,
chispa enceguecedora, fecunda los planetas.
luz rabiosa, Ya no tienes
a destruir vidas, secreto,
a perseguir lejanas existencias, camina
bajo el mar, entre los hombres
en el aire, sin máscara
en las arenas, terrible,
en el último apresurando el paso
recodo de los puertos, y extendiendo
a borrar los pasos de los frutos,
las semillas, separando
montañas, en vez de los infiernos desatados
enderezando ríos, de tu cólera,
fecundando, en vez de la amenaza
átomo, de tu terrible claridad, entréganos
desbordada tu sobrecogedora
copa rebeldía
cósmica, para los cereales,
vuelve tu magnetismo desencadenado
a la paz del racimo, para fundar la paz entre los hombres,
a la velocidad de la alegría, y así no será infierno
vuelve al recinto tu luz deslumbradora,
de la naturaleza, sino felicidad,
ponte a nuestro servicio, matutina esperanza,
y en vez de las cenizas contribución terrestre.
mortales
de tu máscara,
Neruda, P. Oda al átomo. Poemas del alma. [blog]. https://www.poemas-del-
alma.com/pablo-neruda-oda-al-atomo.htm

Bretón, André.

Mi mujer de cabellera de fuego de madera


de pensamientos de relámpagos de calor
de cintura de reloj de arena
mi mujer de cintura de nutria entre los dientes del tigre
mi mujer de boca de escarapela y de ramo de estrellas de última magnitud
de dientes de huellas de ratón blanco sobre la tierra blanca
de lengua de ámbar y de vidrio frotadas
mi mujer de lengua de hostia apuñalada
de lengua de muñeca que abre y cierra los ojos
de lengua de piedra increíble
mi mujer de pestañas de palotes de escritura infantil
de cejas de borde de nido de golondrina
mi mujer de sienes de pizarra de techo de invernadero
y de vaho que empaña los cristales
mi mujer de hombros de champaña
y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo
mi mujer de muñecas de cerillas
mi mujer de dedos de azar y de as de corazones
de dedos de heno cortado
mi mujer de axilas de marta y de haya
de noche de San Juan
de ligustro y de nido de escalares
de brazos de espuma de mar y de esclusa
y de mezcla del trigo y del molino
mi mujer de piernas de cohete
de movimientos de relojería y de desesperación
mi mujer de pantorrillas de médula de saúco
mi mujer de pies de iniciales
de pies de manojos de llaves de pies de calafates que beben
mi mujer de cebada no perlada
mi mujer de garganta de Valle de oro
de cita en el lecho mismo del torrente
de pechos de noche
mi mujer de pechos de topera marina
mi mujer de pechos de crisol de rubíes
de pechos de espectro de la rosa bajo el rocío
mi mujer de vientre de despliegue de abanico de los días
de vientre de garra gigante
mi mujer de espalda de pájaro que huye vertical
de espalda de azogue
de espalda de luz
de nuca de canto rodado y de tiza mojada
y de caída de un vaso en el que acaba de beberse
mi mujer de caderas de barquilla
de caderas de lucerna y de plumas de flecha
y de tronco de plumas de pavo real blanco
de balanza insensible
mi mujer de nalgas de gres y de amianto
mi mujer de nalgas de espalda de cisne
mi mujer de nalgas de primavera
de sexo de gladiolo
mi mujer de sexo de yacimiento de oro y de ornitorrinco
mi mujer de sexo de alga y de bombones antiguos
mi mujer de sexo de espejo
mi mujer de ojos llenos de lágrimas
de ojos de panoplia violeta y de aguja imantada
mi mujer de ojos de sabana
mi mujer de ojos de agua para beber en prisión
mi mujer de ojos de madera siempre bajo el hacha
de ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego

Bretón, A. Mi mujer de cabellera de fuego de madera. Lecturas errantes [blog].


https://lecturaserrantes.blogspot.com/2010/08/mi-mujer-de-cabellera-de-fuego-de.html

Romero, José María.


Abandona la tierra y dirígete al cielo,
mi águila blanca, de alas enormes y vibrantes
eleve tu hélice potente,
entre torbellinos de aire,
elévate en el espacio sigue tu ruta hacia el azul.

Tú, que no tienes que seguir


un camino inmutable de carriles de hierro
ni una ruta trazada por corrientes marinas; tú, que no necesitas carreteras,
ni la energía dócil de los cables eléctricos
y, tienes un motor por corazón
gasta el caudal de tu sangre inflamable
y, entre detonaciones y ráfagas
de esencias hechas humo,
deja la tierra
y elévate en el aire,
traza en el espacio rutas nunca surcadas
y descubre horizontes nunca vistos.

Ve al encuentro del día


cuando la Aurora aún
no haya abierto sus rosas;
sube adonde los ojos no puedan distinguirle,
bello pájaro gigante,
lleno de gracia y majestad
desde donde los valles verdes
y las blancas montañas de la Tierra,
y la llanura azul del océano,
y la ciudad brumosa de enormes chimeneas,
donde tiembla el burgués y el bolchevista ruge,
tengan para tus ojos,
ebrios de luces siderales
la plata fría y uniforme
de los paisajes celestes.
Asciende entre la bruma:
elévate sobre las nubes que te impiden
ver el azul del cielo; destrózalas con tu hélice enloquecida,
que, a través de los amplios ventanales que abras,
se derrame la lumbre del sol
y haga brillar tus alas
mojadas por la lluvia
y aparte la opresión de la tormenta.
Sube en la tempestad,
nauta del Infinito;
pasa serenamente sobre el trueno del mar;
apaga sus bramidos con tu motor rugiente
elévate entre los torbellinos del viento;

corta con tu timón


el vientre de las trombas
y opón al furor del huracán
tu corazón de mil caballos.

Elévate pronto, mi pájaro enorme;


los bárbaros cubren sus campos
de torres blindadas y quieren cerrar tu camino
con nubes de llamas y acero.
¡Remonta tu vuelo más alto,
que no lleguen a herir tu corazón! Responde e, la Muerte trazando en el aire
la curva sin fin de la Vida
y hacia la paz azul del Infinito
prosigue tu ruta triunfal.
Romero, J. Canción del aeroplano. (Martes 20 de agosto 2012). Radiación Transparente.
http://radiaciontransparente.blogspot.com/2012/08/cancion-del-aeroplano-por-jose-
maria.html

[Poema - Texto completo.]


Schiller, Friedrich.

¡Oh amigos, cesad esos ásperos cantos!


Entonemos otros más agradables y
llenos de alegría.
¡Alegría, alegría!

¡Alegría, hermosa chispa de los dioses


hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.

Quien haya alcanzado la fortuna


de poseer la amistad de un amigo, quien
haya conquistado a una mujer deleitable
una su júbilo al nuestro.
Sí, quien pueda llamar suya, aunque
sólo sea a un alma sobre la faz de la Tierra.
Y quien no pueda hacerlo,
que se aleje llorando de esta hermandad.

Todos los seres beben la alegría


en el seno de la naturaleza,
todos, los buenos y los malos,
siguen su camino de rosas.
Nos dio ósculos y pámpanos
y un fiel amigo hasta la muerte.
Al gusano se le concedió placer
y al querubín estar ante Dios.

Gozosos, como los astros que recorren


los grandiosos espacios celestes,
transitad, hermanos,
por vuestro camino, alegremente,
como el héroe hacia la victoria.

¡Abrazaos, criaturas innumerables!


¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.

¿No vislumbras, oh mundo, a tu Creador?


Búscalo sobre la bóveda estrellada.
Allí, sobre las estrellas, debe vivir.

¡Alegría, hermosa chispa de los dioses


hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.

¡Alegría, hermosa chispa de los dioses,


hija del Elíseo!
¡Alegría, bella chispa divina!
Schiller, F. Oda a la alegría. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/oda-a-la-alegria/

[Poema - Texto completo.


De Diego, José.

El toque primero
suena en la campana,
de la escuela emana
coro vocinglero.

Un himno extranjero
vibra en la mañana:
sobre una ventana
párase un jilguero.

Quédase escuchando,
juzga desatinos
las notas más finas…

¡Y vuela cantando
una danza en trinos
con íes latinas!
Diego, J. Himno Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/himno/

Coro

Gloria al bravo pueblo


que el yugo lanzó
la Ley respetando
la virtud y honor.

Abajo cadenas
gritaba el señor
y el pobre en su choza
libertad pidió
a este santo nombre
tembló de pavor
el vil egoísmo
que otra vez triunfó.

II

Gritemos con brío


Muera la opresión
Compatriotas fieles,
la fuerza es la unión;
y desde el Empíreo
el Supremo Autor,
un sublime aliento
al pueblo infundió.

III

Unida con lazos


que el cielo formó
la América toda
existe en nación
y si el despotismo
levanta la voz,
seguid el ejemplo
que Caracas dio.

Letra: José Vicente Salías


Música: Juan José Landaeta
https://www.venezuelatuya.com/historia/himnonacional.htm

Rosana

A fuego lento tu mirada


a fuego lento tú o nada
Vamos fraguando esta locura
Con la fuerza de los vientos y calor de la ternura
Sigue el camino del cortejo
A fuego lento a fuego viejo
Sigue avivando nuestra llama
Con todo lo que te quiero y lo mucho que me amas.

A fuego lento me haces agua


Contigo tengo el alma enamorada
Me llenas, me vacías, me desarmas
Ay, ay, ay amor cuando me amas
A fuego lento revoltosas
Caricias que parecen mariposas
Se cuelan por debajo de la ropa
Y van dejando el sentimiento amor forjado a fuego lento.

A fuego lento mi cintura


A fuego lento y con lisura
Vamos tramando este alboroto
Con la danza de los mares y el sabor del poco a poco
Sigo el camino del cortejo
A fuego lento a fuego añejo
Sigo avivando en nuestra llama
Tantos días como sueños, tantos sueños que no acaban.

A fuego lento me haces agua


Contigo tengo el alma enamorada
Me llenas, me vacías, me desarmas
Ay ay amor cuando me amas
A fuego lento revoltosas
Caricias que parecen mariposas
Se cuelan por debajo de la ropa
Y van dejando el sentimiento amor forjado a fuego lento.
A fuego lento, a fuego lento ay, ay, ay, ay, ay...
https://www.youtube.com/watch?v=iUcMuSqlCJ4

Neruda, Pablo.

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.


El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.
¡Es la hora de partir, oh abandonado!
Sobre mi corazón llueven frías corolas.
¡Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!
En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo. ¡Todo en ti fue naufragio!
Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!
En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
¡Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
¡Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio!
Hice retroceder la muralla de sombra.
anduve más allá del deseo y del acto.
Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.
Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un vaso.
Era la negra, negra soledad de las islas,
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme
en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!
Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.
Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún los racimos arden picoteados de pájaros.
Oh la boca mordida, oh los besados miembros,
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo
en que nos anudamos y nos desesperamos.
Y la ternura, leve como el agua y la harina.
Y la palabra apenas comenzada en los labios.
Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y en el cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!
Oh sentina de escombros, en ti todo caía,
qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron.
De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste
de pie como un marino en la proa de un barco.
Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.
Pálido buzo ciego, desventurado hondero,
descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario.
El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.
Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.
Es la hora de partir. Oh abandonado.
Neruda, P. La canción desesperada. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/veinte-poemas-de-amor-la-cancion-desesperada/

[Poema - Texto completo.]


Hernández, Miguel.

En Orihuela, su pueblo
y el mío, se me ha muerto
como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.

Yo quiero ser llorando el hortelano Un manotazo duro, un golpe helado,


de la tierra que ocupas y estercolas, un hachazo invisible y homicida,
compañero del alma, tan temprano. un empujón brutal te ha derribado.

Alimentando lluvias, caracolas No hay extensión más grande que mi


y órganos mi dolor sin instrumento. herida,
a las desalentadas amapolas lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado, Ando sobre rastrojos de difuntos,
que por doler me duele hasta el aliento. y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
Temprano levantó la muerte el vuelo, por los altos andamios de las flores
temprano madrugó la madrugada, pajareará tu alma colmenera
temprano estás rodando por el suelo.
de angelicales ceras y labores.
No perdono a la muerte enamorada, Volverás al arrullo de las rejas
no perdono a la vida desatenta, de los enamorados labradores.
no perdono a la tierra ni a la nada.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
En mis manos levanto una tormenta y tu sangre se irán a cada lado
de piedras, rayos y hachas estridentes disputando tu novia y las abejas.
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
Quiero escarbar la tierra con los dientes, llama a un campo de almendras
quiero apartar la tierra parte a parte espumosas
a dentelladas secas y calientes. mi avariciosa voz de enamorado.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte A las aladas almas de las rosas
y besarte la noble calavera del almendro de nata te requiero,
y desamordazarte y regresarte. que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

Hernández, M. (1936) . Yo quiero ser llorando el hortelano… Ciudad Seva, Casa digital del escritor
Luis López Nieves. https://ciudadseva.com/texto/yo-quiero-ser-llorando-el-hortelano/

Personas: SALICIO, NEMOROSO

El dulce lamentar de dos pastores, he de cantar, sus quejas imitando;


Salicio juntamente y Nemoroso, cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores, que celebra lo digno de memoria),
de pacer olvidadas, escuchando. el árbol de victoria
Tú, que ganaste obrando que ciñe estrechamente
un nombre en todo el mundo tu gloriosa frente
y un grado sin segundo, dé lugar a la hiedra que se planta
ahora estés atento sólo y dado debajo de tu sombra y se levanta
al ínclito gobierno del estado poco a poco, arrimada a tus loores;
albano, ahora vuelto a la otra parte, y en cuanto esto se canta,
resplandeciente, armado, escucha tú el cantar de mis pastores.
representando en tierra el fiero Marte;
Saliendo de las ondas encendido,
ahora, de cuidados enojosos rayaba de los montes la altura
y de negocios libre, por ventura el sol, cuando Salicio, recostado
andes a caza, el monte fatigando al pie d’una alta haya, en la verdura
en ardiente jinete que apresura por donde un agua clara con sonido
el curso tras los ciervos temerosos, atravesaba el fresco y verde prado,
que en vano su morir van dilatando: él, con canto acordado
espera, que en tornando al rumor que sonaba
a ser restituido del agua que pasaba,
al ocio ya perdido, se quejaba tan dulce y blandamente
luego verás ejercitar mi pluma como si no estuviera de allí ausente
por la infinita, innumerable suma la que de su dolor culpa tenía,
de tus virtudes y famosas obras, y así como presente,
antes que me consuma, razonando con ella, le decía:
faltando a ti, que a todo el mundo sobras.
SALICIO
En tanto que este tiempo que adivino
viene a sacarme de la deuda un día ¡Oh más dura que mármol a mis
que se debe a tu fama y a tu gloria quejas
(qu’es deuda general, no sólo mía, y al encendido fuego en que me quemo
mas de cualquier ingenio peregrino más helada que nieve, Galatea!
Estoy muriendo, y aun la vida temo; dejas llevar, desconocida, al viento
témola con razón, pues tú me dejas, el amor y la fe que ser guardada
que no hay sin ti el vivir para qué sea. eternamente solo a mi debiera.
Vergüenza he que me vea ¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera,
ninguno en tal estado, pues ves desde tu altura
de ti desamparado, esta falsa perjura
y de mí mismo yo me corro ahora. causar la muerte d’una estrecho amigo,
¿D’una alma te desdeñas ser señora no recibe del cielo algún castigo?
donde siempre moraste, no pudiendo Si en pago del amor yo estoy muriendo,
della salir una hora? ¿qué hará el enemigo?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

El sol tiende los rayos de su lumbre Por ti el silencio de la selva umbrosa,


por montes y por valles, despertando por ti la esquividad y apartamiento
las aves y animales y la gente: del solitario monte agradaba;
cuál por el aire claro va volando, por ti la verde hierba, el fresco viento,
cuál por el verde valle o alta cumbre el blanco lirio y colorada rosa
paciendo va segura y libremente, y dulce primavera deseaba.
cuál con el sol presente ¡Ay, cuánto engañaba!
va de nuevo al oficio ¡Ay, cuán diferente era
y al usado ejercicio y cuán d´otra manera
do su natura o menester l’inclina; lo que en tu falso pecho se escondía!
siempre está en llanto esta ánima Bien claro con su voz me lo decía
mezquina, la siniestra corneja, repitiendo
cuando la sombra el mundo va cubriendo, la desventura mía.
o la luz se avecina. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Cuántas veces, durmiendo en la
Y tú, desta mi vida ya olvidada, floresta,
sin mostrar un pequeño sentimiento reputándolo yo por desvarío,
de que por ti Salicio triste muera, vi mi mal entre sueños, desdichado!
Soñaba que en el tiempo del estío o qué de hoy más no temerá el amante,
llevaba, por pasar allí la siesta, siendo a toda materia por ti dada?
a abrevar en el Tajo mi ganado; Cuando tú enajenada
y después de llegado, de mi cuidado fuiste,
sin saber de cuál arte, notable causa diste,
por desusada parte y ejemplo a todos cuantos cubre’l cielo,
y por nuevo camino el agua s’iba; que’l más seguro tema con recelo
ardiendo yo con el calor estivo, perder lo que estuviere poseyendo.
el curso enajenado iba siguiendo Salid fuera sin duelo,
del agua fugitiva. salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Materia diste al mundo d’espcranza
Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena? d’alcanzar lo imposible y no pensado
Tus claros ojos ¿a quién los volviste? y de hacer juntar lo diferente,
¿Por quién tan sin respeto me trocaste? dando a quien diste el corazón malvado,
Tu quebrantada fe ¿dó la pusiste? quitándolo de mí con tal mudanza
¿Cuál es el cuello que como en cadena que siempre sonará de gente en gente.
de tus hermosos brazos añudaste? La cordera paciente
No hay corazón que baste, con el lobo hambriento
aunque fuese de piedra, hará su ajuntamiento,
viendo mi amada hiedra y con las simples aves sin rüido
de mí arrancada, en otro muro asida, harán las bravas sierpes ya su nido,
y mi parra en otro olmo entretejida, que mayor diferencia comprehendo
que no s’esté con llanto deshaciendo de ti al que has escogido.
hasta acabar la vida. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Siempre dc nueva leche en el verano
¿Qué no s’esperará d’aquí adelante, y en el invierno abundo; en mi majada
por difícil que sea y por incierto, la manteca y el queso está sobrado.
o qué discordia no será juntada? De mi cantar, pues, yo te via agradada
Y juntamente ¿qué terná por cierto, tanto que no pudiera el mantuano
Títero ser de ti más alabado. las fieras que reclinan
No soy, pues, bien mirado, su cuerpo fatigado
tan disforme ni feo, dejan el sosegado
que aun ahora me veo sueño por escuchar mi llanto triste:
en esta agua que corre clara y pura, tú sola contra mí t’endureciste,
y cierto no trocara mi figura los ojos aun siquiera no volviendo
con ese que de mi s’está reyendo; a los que tú hiciste
¡trocara mi ventura! salir, sin duelo, lágrimas corriendo.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Mas ya que a socorrerme aquí no
¿Cómo te vine en tanto menosprecio? vienes,
¿Cómo te fui tan presto aborrecible? no dejes el lugar que tanto amaste,
¿Cómo te faltó en mí el conocimiento? que bien podrás venir de mí segura.
Si no tuvieras condición terrible, Yo dejaré el lugar do me dejaste;
siempre fuera tenido de ti en precio ven si por solo aquesto te detienes.
y no viera este triste apartamiento. Ves aquí un prado lleno de verdura,
¿No sabes que sin cuento ves aquí un’ espesura,
buscan en el estío ves aquí un agua clara,
mis ovejas el frío en otro tiempo cara,
de la sierra de Cuenca, y el gobierno a quien de ti con lágrimas me quejo;
del abrigado Estremo en el invierno? quizá aquí hallarás, pues yo m’alejo,
Mas ¡qué vale el tener, si derritiendo al que todo mi bien quitar me puede,
m’estoy en llanto eterno! qué pues el bien le dejo,
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. no es mucho que’l lugar también le
quede.
Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan; Aquí dio fin a su cantar Salicio,
los árboles parece que s’inclinan; y sospirando en el postrero acento,
las aves que m’escuchan, cuando cantan, soltó de llanto una profunda vena;
con diferente voz se condolecen queriendo el monte al grave sentimiento
y mi morir cantando m’adevinan; d’aquel dolor en algo ser propicio,
con la pesada voz retumba y suena; Acuérdome, durmiendo aquí alguna hora,
la blanda Filomena, que, despertando, a Elisa vi a mi lado.
casi como dolida ¡Oh miserable hado!
y a compasión movida, ¡Oh tela delicada,
dulcemente responde al son lloroso. antes de tiempo dada
Lo que cantó tras esto Nemoroso, a los agudos filos de la muerte!
decildo vos, Pïérides, que tanto Más convenible fuera aquesta suerte
no puedo yo ni oso, a los cansados años de mi vida,
que siento enflaquecer mi débil canto. que’s más que’l hierro fuerte,
pues no la ha quebrantado tu partida.
NEMOROSO
¿Dó están agora aquellos claros ojos

Corrientes aguas puras, cristalinas, que llevaban tras sí, como colgada,

árboles que os estáis mirando en ellas, mi alma, doquier que ellos se volvían?

verde prado de fresca sombra lleno, ¿Dó está la blanca mano delicada,

aves que aquí sembráis vuestras querellas, llena de vencimientos y despojos

hiedra que por los árboles caminas, que de mí mis sentidos l’ofrecían?

torciendo el paso por su verde seno: Los cabellos que vían

yo me vi tan ajeno con gran desprecio al oro

del grave mal que siento como a menor tesoro

que de puro contento ¿dónde están, adónde el blanco pecho?

con vuestra soledad me recreaba, ¿Dó la columna que’l dorado techo

donde con dulce sueño reposaba, con proporción graciosa sostenía?

o con el pensamiento discurría Aquesto todo agora ya s’encierra,

por donde no hallaba por desventura mía,

sino memorias llenas d’alegría; en la escura, desierta y dura tierra.

y en este mismo valle, donde agora ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,

me entristezco y me canso en el reposo, cuando en aqueste valle al fresco viento

estuve ya contento y descansado. andábamos cogiendo tiernas flores,

¡Oh bien caduco, vano y presuroso! que habia de ver, con largo apartamiento,
venir el triste y solitario día y la medrosa forma en que s’ofrece
que diese amargo fin a mis amores? aquella que la noche nos encubre
El cielo en mis dolores hasta que’l sol descubre
cargó la mano tanto su luz pura y hermosa:
que a sempiterno llanto tal es la tenebrosa
y a triste soledad me ha condenado; noche de tu partir en que he quedado
y lo que siento más es verme atado de sombra y de temor atormentado,
a la pesada vida y enojosa, hasta que muerte el tiempo determine
solo, desamparado, que a ver el deseado
ciego, sin lumbre en cárcel tenebrosa. sol de tu clara vista m’encamine.

Después que nos dejaste, nunca pace Cual suele el ruiseñor con triste canto
en hartura el ganado ya, ni acude quejarse, entre las hojas escondido,
el campo al labrador con mano llena; del duro labrador que cautamente
no hay bien que’n mal no se convierta y le despojó su caro y dulce nido
mude. de los tiernos hijuelos entretanto
La mala hierba al trigo ahoga, y nace que del amado ramo estaba ausente,
en lugar suyo la infelice avena; y aquel dolor que siente,
la tierra, que de buena con diferencia tanta
gana nos producía por la dulce garganta
flores con que solía despide que a su canto el aire suena,
quitar en solo vellas mil enojos, y la callada noche no refrena
produce agora en cambio estos abrojos, su lamentable oficio y sus querellas,
ya de rigor d’espinas intratable. trayendo de su pena
Yo hago con mis ojos el cielo por testigo y las estrellas:
crecer, lloviendo, el fruto miserable.
desta manera suelto yo la rienda
Como al partir del sol la sombra crece, a mi dolor y ansí me quejo en vano
y en cayendo su rayo, se levanta de la dureza de la muerte airada;
la negra escuridad que’l mundo cubre, ella en mi corazón metió la mano
de do viene el temor que nos espanta y d’allí me llevó mi dulce prenda,
que aquél era su nido y su morada. y aquella voz divina,
¡Ay, muerte arrebatada, con cuyo son y acentos
por ti m’estoy quejando a los airados vientos
al cielo y enojando pudieran amansar, que agora es muda,
con importuno llanto al mundo todo! me parece que oigo, que, a la cruda,
El desigual dolor no sufre modo; inexorable diosa demandabas
no me podrán quitar el dolorido en aquel paso ayuda;
sentir si ya del todo y tú, rústica diosa, ¿dónde estabas?
primero no me quitan el sentido.
¿Íbate tanto en perseguir las fieras?
Tengo una parte aquí de tus cabellos, ¿Íbate tanto en un pastor dormido?
Elisa, envueltos en un blanco paño, ¿Cosa pudo bastar a tal crüeza
que nunca de mi seno se m’apartan; que, comovida a compasión, oído
descójolos, y de un dolor tamaño a los votos y lágrimas no dieras,
enternecer me siento que sobre ellos por no ver hecha tierra tal belleza,
nunca mis ojos de llorar se hartan. o no ver la tristeza
Sin que d’allí se partan, en que tu Nemoroso
con sospiros callientes, queda, que su reposo
más que la llama ardiente, era seguir tu oficio, persiguiendo
los enjugo del llanto, y de consuno las fieras por los montes y ofreciendo
casi los paso y cuento uno a uno; a tus sagradas aras los despojos?
juntándolos, con un cordón los ato. ¡Y tú, ingrata, riendo
Tras esto el importuno dejas morir mi bien ante mis ojos!
dolor me deja descansar un rato.
Divina Elisa, pues agora el cielo
Mas luego a la memoria se m’ofrece con inmortales pies pisas y mides,
aquella noche tenebrosa, escura, y su mudanza ves, estando queda,
que siempre aflige esta anima mezquina ¿por qué de mí te olvidas y no pides
con la memoria de mi desventura: que se apresure el tiempo en que este velo
verte presente agora me parece rompa del cuerpo y yerme libre pueda,
en aquel duro trance de Lucina; y en la tercera rueda,
contigo mano a mano, si mirando las nubes coloradas,
busquemos otro llano, al tramontar del sol bordadas d’oro,
busquemos otros montes y otros ríos, no vieran que era ya pasado el día;
otros valles floridos y sombríos la sombra se veía
donde descanse y siempre pueda verte venir corriendo apriesa
ante los ojos míos, ya por la falda espesa
sin miedo y sobresalto de perderte? del altísimo monte, y recordando
ambos como de sueño, y acabando
Nunca pusieran fin al triste lloro el fugitivo sol, de luz escaso,
los pastores, ni fueran acabadas su ganado llevando,
las canciones que solo el monte oía, se fueron recogiendo paso a paso.

Al Virrey de Nápoles. Égloga 1. Fundación Garcilaso de la Vega.


https://fundaciongarcilasodelavega.com/garcilaso-de-la-vega/obra/eglogas/egloga-1/

[Poema - Texto completo.]


Boscán, Juan.

Las llagas que de amor son invisibles,


quiero como visibles se presenten,
porque aquellos que humanamente sienten,
se espanten de accidentes tan terribles.

Los casos de justicia más horribles


en público han de ser, porque escarmienten
con ver su fealdad, y se amedrenten
hasta los corazones invencibles.

Yo traigo aquí la historia de mis males,


donde hazañas de amor han ocurrido
tan fuertes, que no sé cómo contarlas.
Yo sólo en tantas guerras fui herido,
y son de mis heridas las señales
tan feas, que vergüenza da mostrarlas.

Boscán, J. Soneto IX. (1936) Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/soneto-009-boscan/

[Poema - Texto completo.]


Lope de Vega

Un soneto me manda hacer Violante;


en mi vida me he visto en tal aprieto,
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante


y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,


y aún parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho


que estoy los trece versos acabando:
contad si son catorce, y está hecho.

Vega, L. Soneto de repente. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/soneto-de-repente/
De Quevedo, Francisco.

Pues me hacéis casamentero, Y con ser todos mortales


Ángela de Mondragón, los Médicos, pienso yo
escuchad de vuestro esposo que son todos veniales,
las grandezas y el valor. comparados al Dotor.

Él es un Médico honrado, Al caminante, en los pueblos


por la gracia del Señor, se le pide información,
que tiene muy buenas letras temiéndole más que a la peste
en el cambio y el bolsón. de si le conoce, o no.

Quien os lo pintó cobarde De Médicos semejantes


no lo conoce, y mintió, hace el Rey nuestro Señor
que ha muerto más hombres vivos bombardas a sus castillos,
que mató el Cid Campeador. mosquetes a su escuadrón.

En entrando en una casa Si a alguno cura, y no muere,


tiene tal reputación, piensa que resucitó,
que luego dicen los niños: y por milagro le ofrece
«Dios perdone al que murió». la mortaja y el cordón.
Si acaso estando en su casa como murciégalo vive
oye dar algún clamor, a la sombra de un rincón.
tomando papel y tinta
escribe: «Ante mí pasó». Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
No se le ha muerto ninguno que está matada de suerte
de los que cura hasta hoy, que le viene a ser peor.
porque antes que se mueran
los mata sin confesión. Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
De envidia de los verdugos atento a vuestra belleza,
maldice al Corregidor, se ha enamorado de vos.
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión. No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
Piensan que es la muerte algunos; que en matando de algún modo
otros, viendo su rigor, para en uno sois los dos.
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición. Casaos con él, y jamás
viuda tendréis pasión,
No come por engordar, que nunca la misma muerte
ni por el dulce sabor, se oyó decir que murió.
sino por matar el hambre,
que es matar su inclinación. Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
Por matar mata las luces, pero si no, que nos libre
y si no le alumbra el sol, de conocer al Dolor.

Quevedo, F. Romance Satírico. Zenda. Autores, libros y compañía. Semanal


https://www.zendalibros.com/5-poemas-quevedo/
La relación he leído
de don Juan Ruiz de Alarcón,
un hombre que de embrión
parece que no ha salido.
Varios padres han tenido
este poema sudado;
mas nació tan mal formado
de dulzura, gala y modo,
que, en mi opinión, casi todo
parece del corcovado.
Otra de Luis Téllez:
Don Cohombro de Alarcón,
un poeta entre dos platos,
cuyos versos los silbatos
temieron, y con razón,
escribió una relación
de las fiestas, que sospecho
que, por no ser de provecho,
la han de poner entredicho;
porque es todo tan mal dicho
como el poeta mal hecho.
Décima de Juan Pérez de Montalbán a este elogio. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/poemas-satiricos-creados-por-diversos-autores-
como-parte-de-un-conocido-vejamen-literario-contrario-a-juan-ruiz-de-alarcon-y-a-su-
elogio-descriptivo/html/ff35a538-82b1-11df-acc7-002185ce6064_11.html

[Poema - Texto completo.]


Nervo, Amado.

Por tus ojos verdes yo me perdería,


sirena de aquellas que Ulises, sagaz,
amaba y temía.
Por tus ojos verdes yo me perdería.

Por tus ojos verdes en lo que, fugaz,


brillar suele, a veces, la melancolía;
por tus ojos verdes tan llenos de paz,
misteriosos como la esperanza mía;
por tus ojos verdes, conjuro eficaz,
yo me salvaría.

Nervo, A. Madrigal. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/madrigal/
[Poema - Texto completo.]
Gutierre de Cetina

Ojos claros, serenos,


si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuando más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

Cetina, G. Ojos claros, serenos… Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/ojos-claros-serenos/
[Poema - Texto completo.]
Ernesto Cardenal

Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:


yo, porque tú eras lo que yo más amaba,
y tú, porque yo era el que te amaba más.

Pero de nosotros dos, tú pierdes más que yo:


porque yo podré amar a otras como te amaba a ti,
pero a ti no te amarán como te amaba yo.

Cardenal, E. Epigrama. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/epigrama/

[Poema - Texto completo.]


Anna Ajmátova

¿Hubiera podido Beatriz escribir como Dante,


o Laura glorificar las penas de amor?
Yo instauro el estilo para el verbo de la mujer.
¡Dios me ayude a callarlas de nuevo!
1960
Ajmátova, A. Epigrama. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/epigrama-ajmatova/

[Poema - Texto completo.]


De Quevedo, Francisco.

Madre, yo al oro me humillo: Es galán y es como un oro,


Él es mi amante y mi amado, tiene quebrado el color,
pues de puro enamorado, persona de gran valor,
de continuo anda amarillo; tan cristiano como moro;
qué pues, doblón o sencillo, pues que da y quita el decoro
hace todo cuanto quiero, y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero poderoso caballero
es don Dinero. es don Dinero.

Nace en las Indias honrado, Son sus padres principales


donde el mundo le acompaña; y es de nobles descendiente,
viene a morir en España porque en las venas de Oriente
y es en Génova enterrado. todas las sangres son reales:
Y pues quien le trae al lado Y pues es quien hace iguales
es hermoso, aunque sea fiero, al rico y al pordiosero,
poderoso caballero poderoso caballero
es don Dinero. es don Dinero.
¿A quién no le maravilla Es tanta su majestad
ver en su gloria sin tasa (Aunque son sus duelos hartos)
que es lo más ruin de su casa que aun con estar hecho cuartos
doña Blanca de Castilla? no pierde su calidad;
Mas pues que su fuerza humilla pero pues da autoridad
al cobarde y al guerrero, al gañán y al jornalero,
poderoso caballero poderoso caballero
es don Dinero. es don Dinero.

Sus escudos de armas nobles Nunca vi damas ingratas


son siempre tan principales, a su gusto y afición,
que sin sus escudos reales que a las caras de un doblón
no hay escudos de armas dobles; hacen sus caras baratas.
y pues a los mismos robles Y pues las hace bravatas
da codicia su minero, desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero poderoso caballero
es don Dinero. es don Dinero.

Por importar en los tratos Más valen en cualquier tierra,


y dar tan buenos consejos, mirad si es harto sagaz,
en las casas de los viejos sus escudos en la paz
gatos le guardan de’ gatos. que rodelas en la guerra.
Y pues él rompe recatos Pues al natural destierra
y ablanda al juez más severo, y hace propio al forastero,
poderoso caballero poderoso caballero
es don Dinero. es don Dinero.

Quevedo, F. Poderoso caballero es don dinero. Ciudad Seva, Casa digital del escritor Luis
López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/poderoso-caballero-es-don-dinero/

[Poema - Texto completo.]


De Góngora y Argote, Luis.

Traten otros del gobierno y quien las dulces patrañas


del mundo y sus monarquías, del Rey que rabió me cuente,
mientras gobiernan mis días y ríase la gente.
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno Busque muy en buena hora
naranjada y aguardiente, el mercader nuevos soles;
y ríase la gente. yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
Coma en dorada vajilla escuchando a Filomena
el Príncipe mil cuidados sobre el chopo de la fuente,
como píldoras doradas, y ríase la gente.
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla Pase a media noche el mar
que en el asador reviente, y arda en amorosa llama
y ríase la gente. Leandro por ver su dama;
que yo más quiero pasar
Cuando cubra las montañas del golfo de mi lagar
de blanca nieve el enero, la blanca o roja corriente,
tenga yo lleno el brasero y ríase la gente.
de bellotas y castañas,
Pues Amor es tan cruel sea mi Tisbe un pastel
que de Píramo y su amada y la espada sea mi diente,
hace tálamo una espada, y ríase la gente.
do se junten ella y él,
Góngora, L. Ándeme yo caliente y ríase la gente. Ciudad Seva, Casa digital del escritor
Luis López Nieves.
https://ciudadseva.com/texto/andeme-yo-caliente-y-riase-la-gente/

Extracto

Sófocles

CORO

ESTROFA

Si yo soy adivino y conocedor de entendimiento, ¡por el Olimpo!, no quedarás, ¡oh Citerón!, sin
saber que desde el plenilunio de mañana yo te ensalzaré como región de Edipo, al tiempo que
nodriza y madre, y serás celebrado con coros por nosotros como quien se hace protector de mis
reyes. ¡Oh Febo, que esto te sirva de satisfacción!

ANTÍSTROFA

¿Cuál a ti, hijo, cuál de las ninfas inmortales te engendró, acercándose al padre Pan que vaga por
los montes? ¿O fue una amante de Loxias, pues a él le son queridas todas las agrestes planicies? El
soberano de Cilene o el dios báquico que habita en lo más alto de los montes te recibió como un
hallazgo de alguna de las ninfas del Helicón con las que juguetea la mayor parte del tiempo

(Entra el anciano pastor acompañado de dos esclavos.)

EDIPO.- Si he de hacer yo conjeturas, ancianos, creo estar viendo al pastor que desde hace rato
buscamos, aunque nunca he tenido relación con él. Pues en su acusada edad coincide por
completo con este hombre y, además, reconozco a los que lo conducen como servidores míos.
Pero tú, tal vez, podrías superarme en conocimientos por haber visto antes al pastor.

CORIFEO.- Lo conozco, ten la certeza. Era un pastor de Layo, fiel cual ninguno.

EDIPO.- A ti te pregunto en primer lugar, al extranjero corintio: ¿es de ése de quien hablabas?
MENSAJERO.- De éste que contemplas.

EDIPO.- Eh, tú, anciano, acércate y, mirándome, contesta a cuanto te pregunte. ¿Perteneciste, en
otro tiempo, al servicio de Layo?

SERVIDOR.- Sí, como esclavo no comprado, sino criado en la casa.

EDIPO.- ¿En qué clase de trabajo te ocupabas o en qué tipo de vida?

SERVIDOR.- La mayor parte de mi vida conduje rebaños.

EDIPO.- ¿En qué lugares habitabas sobre todo?

SERVIDOR.- Unas veces, en el Citerón; otras, en lugares colindantes.

EDIPO.- ¿Eres consciente de haber conocido allí a este hombre en alguna parte?

SERVIDOR.- ¿En qué se ocupaba? ¿A qué hombre te refieres?

EDIPO.- Al que está aquí presente. ¿Tuviste relación con él alguna vez?

SERVIDOR.- No como para poder responder rápidamente de memoria.

MENSAJERO.- No es nada extraño, señor. Pero yo refrescaré claramente la memoria del que no me
reconoce. Estoy bien seguro de que se acuerda cuando, en el monte Citerón, él con doble rebaño y
yo con uno, convivimos durante tres períodos enteros de seis meses, desde la primavera hasta
Arturo.

Ya en el invierno yo llevaba mis rebaños a los establos, y él, a los apriscos de Layo. ¿Cuento lo que
ha sucedido o no?

SERVIDOR.- Dices la verdad, pero ha pasado un largo tiempo.

MENSAJERO.- ¡Ea! Dime, ahora, ¿recuerdas que entonces me diste un niño para que yo lo criara
como un retoño mío?

SERVIDOR.- ¿Qué ocurre? ¿Por qué te informas de esta cuestión?

MENSAJERO.- Éste es, querido amigo, el que entonces era un niño.

SERVIDOR.- ¡Así te pierdas! ¿No callarás?

EDIPO.- ¡Ah! No lo reprendas, anciano, ya que son tus palabras, más que las de éste, las que

requieren un reprensor.

SERVIDOR.- ¿En qué he fallado, oh el mejor de los amos?

EDIPO.- No hablando del niño por el que éste pide información.

SERVIDOR.- Habla, y no sabe nada, sino que se esfuerza en vano.

EDIPO.- Tú no hablarás por tu gusto, y tendrás que hacerlo llorando.

SERVIDOR.- ¡Por los dioses, no maltrates a un anciano como yo!


EDIPO.- ¿No le atará alguien las manos a la espalda cuanto antes?

SERVIDOR.- ¡Desdichado! ¿Por qué? ¿De qué más deseas enterarte?

EDIPO.- ¿Le entregaste al niño por el que pregunta?

SERVIDOR.- Lo hice y ¡ojalá hubiera muerto ese día!

EDIPO.- Pero a esto llegarás, si no dices lo que corresponde.

SERVIDOR.- Me pierdo mucho más aún si hablo.

EDIPO.- Este hombre, según parece, se dispone a dar rodeos.

SERVIDOR.- No, yo no, pues ya he dicho que se lo entregué.

EDIPO.- ¿De dónde lo habías tomado? ¿Era de tu familia o de algún otro?

SERVIDOR.- Mío no. Lo recibí de uno.

EDIPO.- ¿De cuál de estos ciudadanos y de qué casa?

SERVIDOR.- ¡No, por los dioses, no me preguntes más, mi señor!

EDIPO.- Estás muerto, si te lo tengo que preguntar de nuevo.

SERVIDOR.- Pues bien, era uno de los vástagos de la casa de Layo.

EDIPO.- ¿Un esclavo, o uno que pertenecía a su linaje?

SERVIDOR.- ¡Ay de mí! Estoy ante lo verdaderamente terrible de decir.

EDIPO.- Y yo de escuchar; pero, sin embargo, hay que oírlo.

Servidor.- Era tenido por hijo de aquél. Pero la que está dentro, tu mujer, es la que mejor

podría decir cómo fue.

EDIPO.- ¿Ella te lo entregó?

SERVIDOR.- Sí, en efecto, señor.

EDIPO.- ¿Con qué fin?

Fuente. Sófocles. Edipo Rey. Notas y traducción Assela Alamillo.


http://blog.educastur.es/lunpau/files/2009/10/edipo-rey-sin-escenas-completo.pdf

Aristófanes
Sócrates
¿De qué te serviría realmente eso?
Estrepsiades
¿De qué? Si la luna no sale, no tendría que pagar los intereses.
Sócrates
¿Y eso por qué?
Estrepsiades
Porque los vencimientos de los préstamos son mensuales.
Sócrates
Buena idea. Voy a proponerte otra cuestión que también requiere destreza. Si alguien te
lleva a juicio por cinco talentos, dime cómo te escabullirías.

Estrepsiades
¿Cómo? ¿Cómo? No lo sé, pero he de encontrar el medio.
Sócrates
No estés constantemente dirigiendo tu mente tan sólo a tu persona, deja a tu pensamiento
vagar por el aire, como si fuera un abejorro atado por una pata.
Estrepsiades
He encontrado una forma inteligentísima de escabullirme de ese juicio; seguro que tú estarás de
acuerdo conmigo.
Sócrates
¿Cuál es?
Estrepsiades
¿Has visto alguna vez en las tiendas de potingues esa piedra bella y diáfana que usan para encender
fuego?
Sócrates
¿Te refieres al cristal(espejo ilusorio)?
Estrepsiades
Eso es. Bien, ¿qué pasaría si yo cogiera uno, y cuando el secretario estuviera tomando nota de la
demanda, yo m e plantara a cierta distancia de cara al sol y borrara todo lo escrito referente a mi
causa (aprovechando que escribía en tablillas enceradas)?
Sócrates
Sabia idea, por las Gracias.
Estrepsiades
Ay, qué contento estoy por haber borrado de un golpe mi juicio por cinco talentos.
Sócrates
Vamos, ahí va otra, cógela a toda prisa.

Aristófanes. Comedias II. Las nubes, las avispas, la paz, los pájaros. Traducción Luis M.
Macía Aparicio. Biblioteca Gredos.
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