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NO ES UN ARGUMENTO ONTOLOGICO
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(∃x)Gx?».
Entonces, solo si alguien puede decir que hay tal perfección de algo que
es tal cosa, podemos decir que la existencia en este sentido es una
perfección. Pero en ese caso la existencia será una perfección cuando la
ceguera exista, y todo ese tipo de malvadas privaciones. .
Descartes ha confundido el sentido de «existencia» en el que un
enunciado de existencia dice «Hay tal cosa a la que llamamos G», o,
mejor dicho «Para x, Gx», y el sentido de «existencia» en el cual es
como «vida». En este último sentido podemos hablar de existencia
duradera, del hecho de que algo solía existir, o todavía existirá en alguna
fecha futura, de un largo o corto período de existencia, de entrando y
desapareciendo de la existencia. .
Luego, Descartes habla de la naturaleza determinada del triángulo,
llamándola inmutable y eterna. Por esto no está hablando de la existencia
anteriormente mencionada. Él está hablando de una esencia, las distintas
propiedades en las cuales no se encuentran el vivir o el existir, ni siempre
ni por un período largo o corto de tiempo. .
Su argumento sobre Dios es que, en este caso, la esencia o la naturaleza
incluye la existencia eterna, y considera que esto es una prueba de que
Dios existe. .
«Dios existe», en el sentido que él quiere probarlo, significa que el
concepto de deidad no está vacío –que algo es una deidad. Pero esto
no se sigue de las premisas. .
Uno puede conceder, de hecho, que la existencia eterna es parte de la
noción de deidad, y aun así preguntar: ¿Pero hay tal cosa?
Sin embargo, el asunto no termina aquí. Descartes cree tener una prueba
de que Dios existe sin distinguir los distintos sentidos de «existe». Pero
puede ser que él no aceptase esta distinción, y argumentase que dado
un Dios, es necesario que sea un ser eterno, Dios debe existir ahora y
siempre.
Podría argumentar también que la naturaleza de lo que él puede
concebir incluye la vida eterna, y haber tomado esto como una prueba
de que Dios está vivo ahora y siempre. .
Toda esta cuestión, entonces, necesita un poco más de atención.
Debemos contrastar «ser un ser vivo» y «estar vivo». (Entiendo que en
el idioma español se usan diferentes verbos para los dos casos, y en
inglés solo tenemos para los dos casos «to be»). .
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para los dos casos: «to be»). Que pertenezca al concepto de algo
ser un ser viviente no prueba que esté vivo. ([Qué es un Dodo? Un
ser viviente de una especie extinguida. Por consiguiente, ser un
ser viviente y estar vivo no es lo mismo.
De la misma manera, existir eternamente o ser la clase de cosa
que tiene una existencia eterna no es lo mismo que ser existente o
siempre ser existente. «Ser existente» es lógicamente un término
como «estar vivo», y «ser un existente eterno» como «ser una cosa
eternamente viviente».
Puede pertenecer al concepto de algo el tener vida eterna, exis-
tencia sin fin —pero esto no es una prueba de que tal cosa esté
actualmente viva, o de que sea existente, y por consiguiente que
el concepto no esté vacío.
DESCARTES pensó en efecto que sí. De manera interesante, con-
sidera la objeción. «Tal vez sólo puedo pensar en Dios como exis-
tente, de la misma manera que sólo puedo pensar en una colina con
un valle. Pero partiendo de mi pensamiento de una colina con un
valle, no se sigue de ahí que haya alguna colina en el mundo; de
igual manera, parece que no se sigue, desde mi pensar en Dios
como existente, que Dios exista en efecto. Ya que mi pensamiento
no impone ninguna necesidad a las cosas...».
Pero dice que hay aquí una falacia escondida. Son las cosas las
que imponen la necesidad a su pensamiento: «... desde mi incapaci-
dad de pensar en Dios como no-existente, se sigue que la existencia
no se puede separar de Dios, y por consiguiente que realmente
existe».
Así, DESCARTES toma sencillamente esa existencia eterna que
pertenece al concepto de una deidad como igual a aquella existencia
que es el haber tal cosa como...
De que la existencia eterna sea parte del concepto se sigue,
ciertamente, que si el concepto no es vacío, entonces Dios no sólo
es un ser eternamente existente, sino que es actualmente existente,
vivo, a todas horas. Que Dios sea un ser eternamente existente es
una verdad semejante a la de que el rojo es un color. Y esta verdad
implica que, si el concepto «Dios» no está vacío, una deidad no
sólo es actual y viva, sino que esta actualidad y esta vida son per-
petuas y desde siempre.
No obstante, todo esto depende del 'si' ... Dije: «si el concepto
no está vacío...». Y nuestras consideraciones no demuestran que
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Esto nos daría un argumento coherente. Pero, una vez más, ¿por
qué tendríamos que aceptar (iiia)? Tal vez en este momento po-
demos recordar el supuesto de DESCARTES: la existencia es una per-
fección. Cien dólares en el bolsillo es más que cien dólares en la
imaginación —un total de cien dólares más.
Esta, entonces, es la razón por la que se llama ontológico al
argumento de ANSELMO. La existencia en la realidad es mejor y
mayor que la existencia sólo en la mente. Lo que la tiene es mejor
y mayor que lo mismo que no la tiene. De esta manera, el ser su-
premanente perfecto, o el ser mayor que el cual nada puede ser
concebido, tiene que tener también esta perfección.
Desde LEIBNIZ por lo menos, es tradicional asimilar ANSELMO
a DESCARTES. LEIBNIZ pensó que el argumento de ANSELMO era
bueno, tristemente rechazado por los Escolásticos, y resucitado por
DESCARTES. Sabía de hecho, que formaba parte del argumento de
ANSELMO el que la idea estuviera en la mente de alguien, pero esto
no le lleva a distinguirlo. Pensaba que el hecho de que algo es-
tuviera en la mente era un «índice trompeur», porque cosas im-
posibles pueden estar en la mente. Así, el argumento quedaba in-
completo. Tanto en ANSELMO como en DESCARTES necesitaba ser
completado por un argumento que mostrase que la idea era una
idea de algo posible.
Puede ser que LEIBNIZ sea el responsable de la moderna asimi-
lación a DESCARTES. NO es responsable de la interpretación que
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(ii) Aquello mayor que lo cual nada puede ser concebido existe
de todos modos en el intelecto del insensato que dice que
tal cosa no existe,
(iii) Si esto sólo existe en un intelecto, se puede pensar que lo
que es mayor que él existe en la realidad también,
(iv) Luego, si algo mayor que lo cual nada puede ser concebido
está sólo en el intelecto, no es algo mayor que lo cual nada
puede ser concebido.
(v) Pero esto conlleva una contradicción,
(vi) Por consiguiente, aquello mayor que lo cual nada puede
ser concebido existe en la realidad también.
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LA PRUEBA DE ANSELMO EN EL «PROSLOGION»
aquéllo mayor que lo cual nada puede ser concebido sólo está en
una mente, algo mayor puede ser concebido. Ya que se puede
pensar que algo mayor existe también en la realidad. El supuesto
es, por consiguiente, contradictorio. O no hay tal cosa incluso en
el intelecto, o existe también en la realidad. Pero existe en la
mente del insensato. Luego...
Ese es el potente argumento que se le ocurrió a ANSELMO en
el coro.
Hay dos maneras de rebatirlo: se pueden poner en duda las
premisas, o se puede rechazar como inválido.
Puede uno sentirse inclinado a decir: Tiene que haber consistido
en más que eso. Tenía que haber tenido razón al decir: «Puede
concebirse que algo mayor existe en la realidad».
Seguramente tenía razón. Pero aquí sólo desarrolló mínimamen-
te el argumento. Da premisas -—que sin duda cree-— de las cuales
la conclusión debe seguir. Desde un punto de vista, lo interesante
es: ¿se sigue la conclusión? La razón por la que mantiene esa pre-
misa en particular no importa. Si las premisas son verdaderas, ¿se
prueba la conclusión?
Quiero presentar una versión del argumento que no es exacta-
mente la de SAN ANSELMO, pero que se le parece mucho:
A. Supongamos que haya un pensamiento (en la mente de
alguien) de: algo tal que nada mayor puede ser concebido,
y supongamos que aquello de lo cual es un pensamiento
está sólo en la mente.
B. Entonces se puede pensar que algo mayor realmente
existe.
C. En ese caso, el pensamiento de algo tal que nada mayor
puede ser concebido es un pensamiento de algo tal que
algo mayor que él puede ser concebido.
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