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Siempre se ha pensado que las agujetas se producían por causa de un esfuerzo extremo
y que los pequeños cristales de ácido láctico que se acumulaban en el músculo después
de dicho ejercicio eran los únicos responsables de los típicos pinchazos. Tal teoría no
parece muy consistente, ya que a veces hemos sentido agujetas tras realizar un ejercicio
suave. Según los especialistas, hay que distinguir entre las características punzadas y el
dolor muscular producido por un intenso esfuerzo; para las primeras no es necesario
llegar a las señales fisiológicas de fatiga, pero para lo segundo sí. En cualquier caso
nada hay concluyente para saber el verdadero motivo de las molestias musculares así
como la diferencia entre ambas, (cascada inflamatoria, alteraciones neurogénicas, los
tipos de ejercicios realizados, etc., son algunas de las explicaciones que se dan al
respecto)
Lo que queda de algún modo bastante claro es que la fisiología, en los últimos años, ha
desterrado esa idea de los cristales de ácido láctico, descubriendo que éste, no solo no es
perjudicial, sino que constituye una fuente de energía básica para el funcionamiento de
los músculos. De hecho son muchos los estudios que dan luz sobre el entrenamiento en
el umbral del lactato, que permite disponer de una fuente extra de energía, tras haber
realizado un esfuerzo físico extremo (diferencia entre los buenos deportistas y los
excelentes)
Pero aunque no han evolucionado mucho los conocimientos acerca de las causas de las
agujetas, si que han ido haciéndolo los remedios para combatirlas. Quien no ha tomado
alguna vez agua con azúcar, bicarbonato o incluso caldo de pollo, antes o
inmediatamente después de una carrera… Pues bien, todo lo averiguado hasta el
momento indica que estas bebidas aportan una buena hidratación al deportista, que es
algo muy importante, pero de ahí a que alivien o eliminen las agujetas hay un abismo.
una intensidad de molestias mucho menor; incluso una vez superado el umbral máximo
de dolor, los que se habían apuntado a las cerezas, notaban mejoría a las 24 horas,
mientras que para los otros, el nivel máximo de dolor duraba en torno a las 48 horas.
También los músculos de los que no habían tomado zumo se debilitaban, en torno a un
22%, mientras que los frutos rojos hacían descender tal cifra hasta el 4%. Habían
demostrado, con dicho estudio, además de la existencia de propiedades
antiinflamatorias, evaluadas con anterioridad, efectos relativos a la reparación muscular.
Esto es debido a que las cerezas poseen las propiedades antioxidantes más potentes que
hay en los alimentos, capaces de mejorar el sistema inmunológico en el momento de
reparar las fibras musculares dañadas.
¿Y sobre la cafeína?
Por sus entradas y salidas de las listas de sustancias dopantes, siempre ha estado en el
punto de mira de los atletas. Pero sin duda ha cobrado importancia, cuando hace unos
años se hizo pública su capacidad para disminuir el daño muscular producido por el
ejercicio intenso, y por tanto, el dolor posterior. En un estudio publicado en el Journal
of Pain, se comparó el efecto que ejercía una dosis de aspirina, con el de la cafeína, y
sorprendentemente, fue la última, la que verdaderamente logró paliar las molestias
derivadas de una sesión de ciclismo de alta intensidad. Las contracciones musculares
generan una serie de reacciones bioquímicas que favorecen la aparición del dolor. El
analgésico, solo bloquea uno de los componentes, con poca influencia en el dolor
muscular; no siendo así en el caso de la cafeína. Lo malo es que en los deportistas
habituados a la ingesta de café, se observó un efecto amortiguado. “Sin embargo no
sabemos exactamente si la cafeína actúa a nivel muscular o cerebral”, indica Robert
Motl, profesor de kinesiología de la Universidad de Illinois y director de dicho estudio.
santis@buscadlabelleza.org