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Un mundo más hermoso y armonioso

Estrella roja, de Alexandr Bogdánov


Gerardo de la Cruz

La seducción marciana
La imagen más reciente de Marte fue publicada en abril de 2021, se trata del “mar
de dunas”, una extensión de tierra que a simple vista parece la piel de un camaleón. Ape-
nas dos meses antes, en la nasa celebraban el exitoso aterrizaje del Perseverance, el más
avanzado vehículo de exploración que ha llegado al cuarto planeta del Sistema Solar.
Las imágenes que conocemos desde finales del siglo xx son tan bellas como desolado-
ras: extensas llanuras rojizas, secas y agrietadas, más áridas que cualquiera de nuestros
desiertos. Producen tal melancolía y arrobamiento que sólo podríamos pensar en ese
crepúsculo que imaginó Ray Bradbury en sus Crónicas marcianas, cuando la misma es-
pecie humana arrasó con el planeta que había colonizado para salvarse de la catástrofe.
Es irónico que ese planeta, donde la vida ha sido descartada, donde nada puede
florecer, sea uno de los escenarios predilectos para fabular en torno a sociedades supe-
riores. Una avanzada civilización marciana, pero monstruosa y beligerante, le sirvió a
Herbert George Wells en 1898 para imaginar una hecatombe: la humanidad amena-
zada por una alegoría de su lado más cruel y violento; los horrorosos invasores de la
Tierra de La guerra de los mundos son la proyección de una civilización abyecta y ambi-
ciosa —la nuestra—; una extraordinaria novela con la cual lanza una de las más severas
críticas al expansionismo.
En contraste, Marte le servirá a Alexandr A. Bogdánov, en 1908, para desarrollar
una civilización más que superior, sublime, armónica y trabajadora (por completo
opuesta a la imaginada por Wells), tocada por la gracia del comunismo al que aspiran
los terrícolas idealistas y cuyos efectos benéficos son notorios no sólo en la organización
social del planeta rojo, sino en la anatomía de los marcianos: sus habitantes han alcan-
zado tal grado de igualdad, que incluso los rasgos físicos que distinguen a hombres de
mujeres, a un marciano de otro, se han atenuado. Las diferencias son sutiles, radican
casi exclusivamente en la sensibilidad y el comportamiento, pero existen y Bogdánov
las reproduce con bastante oficio. El título no alude, pues, únicamente a los colores de

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Marte, y desde luego no hay confusión en cuanto a la natu- lo cual terminará confrontándolo. La cuarta parte es el tris-
raleza de los cuerpos celestes. La “estrella roja” que da título te retorno a la realidad terrícola, el fracaso de la condición
al libro se refiere al emblema comunista. humana, cuya naturaleza parece estar condenada a la fábula
del escorpión y el sapo… y una vuelta de tuerca.
La utopía marciana Tensando las cuerdas que dan vida a este drama, bajo el
El argumento, aunque sencillo, no está exento de com- oropel de los avances tecnológicos y las prístinas relaciones
plicaciones en la trama. Leonid (Lenni), un científico de marcianas, se halla el amor, ese ingrediente tan humano y
convicciones revolucionarias, cuyo trabajo es apreciado por primitivo que todo lo enturbia y lo trastoca para bien y para
los marcianos, es elegido para visitar Marte, aparentemente, mal, al cual ni el más templado alienígena puede resistirse:
en calidad de observador. El jefe de la expedición alieníge- “En esto reside, para mí”, hago mías las palabras de Lenni, “la
na, Menni, quien se ha hecho pasar por un camarada, atrae garantía del real acercamiento de dos mundos, de su fusión
a Lenni con engaños, invitándolo a formar parte de una so- futura en uno solo más hermoso y armonioso”.
ciedad científica secreta que se ha anticipado a toda clase de
descubrimientos —incluidos los de los Curie—. Enseguida, El idealista Bogdánov
estando al borde del viaje, se revela la verdadera misión: Men- Bogdánov es, como en el caso de Lenin, el nombre de ba-
ni confiesa pertenecer a “otra clase de humanidad” que habita talla que finalmente elige Alexandr Alexandróvich Malevski.
en Marte, donde hace largo tiempo los preceptos socialistas Nacido en Grodno, Bielorrusia, en 1873, es un personaje sin-
han triunfado; ahora, los marcianos desean establecer un en- gular que merece un capítulo aparte. Médico y psiquiatra de
lace entre su civilización y la Tierra. Lenni, narrador de esta profesión, cursando aún los estudios universitarios en Moscú,
aventura, acepta todo sin chistar: el cuento de la sociedad se unió a la organización radical Naródnaya Volia (Voluntad
científica, las pruebas antimateria que le presentan, la natu- del pueblo), que había intentado asesinar al zar Alejandro II
raleza alienígena de sus seudosecuestradores y, desde luego, en 1881. Al ser descubierta su filiación, terminó muy joven
la invitación para viajar a Marte. Bogdánov, científico y filó- sus estudios en el exilio. Es un marxista convencido, pero es
sofo antes que literato, no pierde el tiempo para establecer ante todo un filósofo de ánimo científico e idealista. Una
ese pacto con el lector que le permite construir el fantástico combinación rara en un militante bolchevique del Partido
edificio que sustenta su utopía. Obrero Socialdemócrata Ruso, al que también pertenecía Le-
Con una clara estructura dramática, Bogdánov organiza nin. Su postura moderada, que pugnaba por una revolución
su historia en cuatro partes. La primera la constituye el tra- de la conciencia de los trabajadores, al final chocó con la de
yecto a Marte, las condiciones de la travesía espacial en una Lenin, para quien la revolución debía ser —como lo fue—
nave llamada eteronef (por su condición etérea) y presenta a una acción concreta, material, no psíquica, y fue expulsado
los serenos y cordiales Menni y Netti, sus guías y custodios del partido en 1909.
durante esta jornada. La segunda parte se inicia con el arri- Bogdánov escribió tratados de economía marxista, que
bo de Lenni al planeta rojo y la paulatina descripción de aún en la década de 1980 eran revisados como textos de referen-
su tecnología —sobre la cual basta decir que, como buen cia; pero también, entre 1904 y 1906, desarrolló una corriente
autor de ciencia ficción, Bogdánov tiene sorprendentes vis- filosófica que denominó “empiriomonismo”, basada en el em-
lumbres—, sus formas de organización social superiores y piriocriticismo de Ernest Mach, la cual sustituye la conciencia
las visitas a los principales centros de desarrollo civilizato- individual por la conciencia colectiva, afirmando que el mundo
rios: una fábrica, la escuela, un centro de salud y un museo. físico es la “experiencia socialmente organizada” de la “huma-
Como podrá imaginarse, en esta segunda parte descansa el nidad colectiva”. Para Lenin, el machismo (que antepone las
cuerpo principal de la visión utópica que desarrolla Bogdá- sensaciones a la materia) y los idealismos subjetivos comenza-
nov. La tercera parte, donde cobra fuerza la figura decidida ban a atentar contra el marxismo, y al tiempo que Bogdánov
del profesor Sterni, transita de la observación a la acción, Len- se aprestaba a darle salida a su visión de la revolución triun-
ni se incorpora a la sociedad marciana mediante el trabajo fante en Estrella roja, Lenin responde de manera implacable
y estrecha lazos con los humanoides, al tiempo que asiste a a sus extravíos idealistas con Materialismo y empiriocriticismo,
la revelación del verdadero móvil de su estancia en Marte, obra que, tras la fallida Revolución rusa de 1905, reorienta los

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Estrella roja
Alexandr Bogdánov
Traducción directa del ruso
de Jorge Bustamante García;
prólogo de Leonardo Iván Martínez
Monterrey, uanl/uacm, 2021, 218 pp.

objetivos marxistas y sintetiza la experiencia revolucionaria de la literatura rusa, y es posible que no le interesara serlo.
de las últimas décadas. Sendas publicaciones dejan claras las Fue un pensador que se sirvió, como lo hicieran Voltaire o
posturas de Lenin y Bogdánov frente a la crisis social y políti- Jonathan Swift, de las letras para vulgarizar algunas ideas.
ca de Rusia. Ya se sabe cuál triunfó. Lo hizo en Estrella roja y su precuela, El ingeniero Menni, de
Derrotado políticamente, Bogdánov, exiliado en Euro- 1912, que narra la revolución marciana encabezada por un
pa hasta 1911, se aboca a su actividad científica, cultural y ancestro del Menni que secuestra a Leonid, y en el relato “La
filosófica. A su regreso a Rusia, a principios de los 1920, pro- fiesta de la inmortalidad” de 1914, recuperado por Alberto
puso un sistema organizador único de todas las ciencias, la Pérez Vivas en el segundo tomo de Pioneros de la ciencia ficción
tectología, que hoy en día es reconocida como antecedente rusa, y el cual arranca con estas líneas: “Habían transcurrido
de la teoría general de sistemas, nociones que, a juicio de ya mil años desde que el genial físico Fride descubriera la
Jorge Bustamante García, traductor de esta primera versión inmunidad fisiológica, cuya activación permitía renovar los
latinoamericana de Estrella roja, pueden verse desarrolla- tejidos del organismo y mantener a la gente en un estado de
das en la novela y no dejan de evocar la teoría del todo que eterna juventud”.
plantean Leonard Mlodinow y Stephen Hawking en El gran En la novela breve Taratuta, naturaleza muerta con ca-
diseño. Por otra parte, Bogdánov se planteó el problema de chimba (1990), José Donoso le dedica unas líneas a Estrella
la vida eterna y la fuente de la eterna juventud; creía, como roja. Se refiere a ésta como un “curioso antecedente, si se le
acto de fe que intentó probar científicamente, que mediante mira desde la óptica de hoy, de la ciencia ficción política”,
transfusiones sanguíneas podrían tener progresivamente un pero le objeta “su tono panfletario” y su risible ingenuidad.
efecto rejuvenecedor, detener el envejecimiento y prolongar Contra la opinión del chileno, esta ingenuidad sólo es jus-
la corta expectativa de vida de entonces, y se prestó como co- tificable si se piensa la novela como un manifiesto, lo cual
nejillo de indias para probar su teoría. Con la aprobación de no es ni pretende ser. Es una ficción utópica, y ninguna
Stalin, en 1926 fundó el Instituto para Hematología y Trans- utopía es ingenua, simplemente son… imposibles porque
fusiones Sanguíneas y puso en práctica sus teorías. Tras una son irrealizables.
transfusión de sangre contaminada, que algunos sospechan Tal vez para un lector contemporáneo, más alejado de la
deliberada, murió el 7 de abril de 1928. Unión Soviética y la Guerra Fría, el tono de Estrella roja haya
perdido el tono panfletario que advirtió Donoso. Y viéndola
Ficción, no manifiesto sin prejuicios, será factible reconocer en ésta una extraordina-
Alexandr Bogdánov no es realmente un poeta o un lite- ria ejecución narrativa desde la cual se puede desgranar casi
rato a la altura de sus coetáneos de la llamada Edad de Plata todo el pensamiento progresista de Bogdánov.

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