arzo ento

ebrero
•pensami

ISSN 1025-0182
2cubana
Enero
Mrevista
N3 úmero
/1996
FUnaAño
de

La coyuntura sociopolítica actual

de la sociedad cubana
Dario L Machado

Mesa redonda
Las ciencias sociales , la política y la crisis
de los paradigmas
proposito de un anunciado
conflicto entre civilizaciones
José R. Fabelo

BETTO :
FREI
nura

" Elsocialismo es la forma política del amor

Miénkov in memoriam
Gilberto Pérez Villacampa
3
 -
1
ContraƆ
" Do ponsamiento os la guerra mayor que so
nos hace:ganómosla a ponsamiento ".
José Martí ??
pensamiento

3 • Viet Nam y los límites del pragmatismo.

2Nebrero
úmero
arzo
cubana

Armando Hart Dávalos

revista
nero

11 • Yo hablo del subsuelo . Enrique Ubieta Gómez

de -MF31996
E.Una
Año

15. REFLEXIONES
16. Las Antillas Hispánicas: defensa de un concepto
inusitado . Paul Estrade
31 • Para una historia de las ciencias sociales en Cuba.
Julio Le Riverend
36. Las tres filosofías de Origenes.
Gustavo Pita Céspedes
42 • La coyuntura sociopolítica actual de la sociedad
cubana. Dario L. Machado
59 · Ilienkov in memoriam . Gilberto Pérez Villacampa
76. A propósito de un anunciado conflicto entre
civilizaciones. José R. Fabelo
90. Humanismo y socialismo en la óptica del
pensamiento marxista latinoamericano.
Pablo Guadarrama González

98. ENTREVISTO
99. Frei Betto : " El socialismo es el nombre político del
amor. " Enrique Ubieta Gómez

105. LA GUILLOTINA AMABLE .

106 · Polito Ibáñez
111 · Claves de escritura en la era post.
Rubén Zardoya Loureda
117. Ares

122 • DEBATE
123 • Las Ciencias Sociales, la política y la crisis de los
paradigmas (mesa redonda ). Juan Luis Martin , Jorge
Nuñez, Miguel Limia, Jorge Ibarra, Pedro Pablo Rodri
guez, Orlando Cruz, Ramón Sánchez, Enrique Ubieta (mo
derador)

148. NOTAS
• Antonio Maceo : la formación de su pensamiento.
Pedro Pablo Rodríguez
Sobre el orden liberal del mundo.
Gilberto Valdés Gutiérrez
• Dos perspectivas latinoamericanas para pensar los
valores. Georgina Alfonso

2
 Director: Enrique Ubieta Gómez
Subdirector: Rubén Zardoya Loureda
Editor: Manuel Henriquez Lagarde
Director artístico : Jorge Rodríguez Diez
Composición : Beatriz Roussó Viota
Corrección : Mercedes Carballo, Elsa Pardo

Consejo Editorial
Juan Luis Martin
Pedro Pablo Rodríguez
Maria Isabel Domínguez
Rosa Miriam Elizalde
Eliades Acosta Matos
Graciella Pogolotti
Luis E. Suárez Martin
Mario Rodríguez Pantoja

Por error Eliades Acosta Matos no apareció como miembro del

Consejo Editorial en el No. 2, 1995 de la revista .

Impresión : Combinado Poligráfico

Ferderico Engels

Fondo para el desarrollo de la cultura

Cada autor es responsable de sus opiniones
No se devuelven los originales no solicitados

Revista auspiciada por el Ministerio de Cultura y la UNEAC

Redacción:
Calzada 807, esquina 4 Vedado, Ciudad Habana Telef:311667 • 3 6311 • 31 1789 Fax: 33 3731
 ILIENKOV IN MEMORIAM
Gilberto Pérez Villacampa
nsayo en emoción será este , y qui
E zás mal se adapten sus entusiasmos
con aquello que merecería tratamiento
menos afectado. Fabulación del concepto
habrá aquí, donde pretendo contar sobre
el itinerario y contagio de las ideas, más
que con rigor fijarlas -cruel sería quien
exigiera al que fabula coordenadas preci
sas de lo contado y , sin embargo , coorde
nadas habrá , sólo que fabuladas
Mi ensayo lliénkov in memoriam se
moverá en el espacio , siempre cuestiona
ble por parcializado su enfoque, en que se
funden la obra y su resonancia generacio
nal, el libro y la personalísima lectura , el
hecho y la memoria que hilvana el recuer
do. Espacio éste donde se bordean los con
fines de la fábula, donde es difícil mante
ner el equilibrio entre el entusiasmo del
que fabula y la requerida objetividad que
exige lo contado. Reino de la fábula éste,
con todas sus trampas y encantos. Fabula
ción sobre la obra de Iliénkov será .
Fábula de los adelantados
Iliénkov , del que voy a contarles,'
tuvo una incidencia decisiva en una parte,
reconozco reducida , de la generación de
Revista Contracorriente • Año 2 • No. 3 • 1996
O
OBISP
filósofos cubanos que desde finales de los
sesenta hasta mediados de los ochenta,
aprendió el oficio de filosofar en univer
sidades soviéticas, seguro compartiendo las
preocupaciones del autor de Lógica dialéc
tica en las conversaciones de Nievski arri
1
ba , Nievski abajo en Leningrado, en el
holgorio de los bancos del parque Yaki
Kupala en Minsk y en las apacibles orillas
del Moskvá . Krieschatie arriba ,
Krieschatie abajo en Kiev, en algún par
que o por avenida alguna , paseando en
Rostov del Don o en Alma Atá, parques y
avenidas para mí innombrables porque allí
nunca estuve . En todo caso , se trata de un
libro , el de lliénkov, de esos que se resis
ten a quedarse en casa y mucho menos en
la biblioteca , de esos que requieren -como
quería Nietzsche para los suyos— capaci
dad para rumearlos una vez ingeridos, que
las solapas les quedan estrechas y no tar i
dan en largarlas del mucho ser leídos y
manoseados en sitios no idóneos para la 1
lectura .
Mientras por allá tenía lugar este ins
tructivo rumear y largar las solapas, por
Cuba el libro ya circulaba. La obra funda 1
mental de Ilienkov, Lógica dialéctica,
59

entró al país en los años setenta en la tra
ducción al español que editó Progreso .?
Por entonces, el libro ya contaba en su
país de origen con bastantes halagadores
moderados, devotos incondicionales, co
mentaristas imparciales y furibundos de
tractores. Supongo que Lógica dialéctica,
un tanto fuera de su contexto, ocupó un
lugar relativamente tranquilo en anaque
les de las librerías cubanas. Imagino que
fue comprada con interés por los profeso
res de filosofía y los estudiosos de la ma
teria : « salió una monografía nueva sobre
Lógica dialéctica » —me parece estar oyen
do la voz que debió transmitirse entre los
interesados. « Una nueva monografía salió
a la venta ... -
He preguntado a algunos de los testi
gosde aquellos tiempos y casi todos asegu
ran que fue así. Después, agregan , la gente
se percató de que no se trataba de una mo
nografía más: el libro era serio, difícil de
leer, tanto que espantaba a los apresurados
en « ponerse al día ». A todas luces, se trata
de una obra « profunda », aunque de tesis
cuestionables e incluso extravagantes para
algunos. Seguramente , « la posición que
sustenta el autor» , un tanto diferente a la de
los entonces muy populares en Cuba Kopnín
y Orudzhev, en unos cuantos motivó traba
josos ensamblajes y sutiles diferenciacio
nes, hasta tomar partido por uno de ellos a
ingeniar un punto de vista propio sobre el
asunto . Por supuesto , todo esto es fabula
ción fantasiosa del que escribe, pues de ello
desgraciadamente casi nunca se cuenta en
filosofía . Algunas conversaciones sosteni
das con los que vivieron esta primera en
trada de Lógica dialéctica en Cuba me dan
pistas para fantasear así. También muchos
coinciden en que fue la desaparecida Zaira
Rodríguez Ugidos, desde la Universidad de
La Habana , quien más instó a reflexionar
sobre el libro de lliénkov .
La segunda entrada de Lógica dialé
ctica a Cuba fue distinta a la primera. Esta
vez entró en ruso y fue traída, a diferencia
60
• REFLEXIO
de entonces , cuando fue enviada ." Los q
la trajimos a tierra tórrida , por segunda ve
arrastrábamos gran parte del contexto
que vivía la obra en su país natal. Más q
un libro « interesante » y «profundo se ti
taba en nosotros de una biblia que se lle
bajo el brazo .
Quizás esto no guste a más de uno
los « adelantados» del segundo viaje : vení
mos armados no con una biblia para ser rep
tida acríticamente , sino con un estilo de pe
samiento crítico -reflexivo, justo lo contrar
a toda beatería académica. Lo sé, pero lo qu
quisiera subrayar con esta comparación, s
guramente infeliz , es que los que ahora tra:
ladábamos a Iliénkov, sin dudas de modo má
íntegro, veníamos preñados de una devoció
por El Libro que ya no se conformaba con li
consideración de éste como una monografi
más. Recuerdo que, egresado de mis estudio:
en la URSS , nada me enardecía tanto como e
« sí pero no » en la valoración de alguien sobre
la obra de lliénkov. Eso ya bastaba para que
mi interlocutor cargara con la indiferencia que
merece la mediocridad. Era como si andara
por el mundo con el cartabón de lliénkov en
mano -intransigente manera de medir la del
« recién graduado » . Pero , aparte de mis so
bradas ínfulas ilienkovianas, creo que los «ade
lantados » teníamos una nueva actitud ante la
obra : Lógica dialéctica es traída como el Punto
de Vista en que se subliman las inquietudes
de un reducido sector estudiantil de los que
estudiábamos en universidades soviéticas en
los ochenta.
En su segunda andanza, la Lógica dia
léctica, acompañada por otros ensayos del
autor que hasta la fecha gozan en Cuba de
una publicidad subterránea y gremial, en
traba en los bultos y maletas de estudiantes
cubanos provenientes de la Unión Soviéti
ca , animando con indice enrumbador las
largas tertulias a bordo del Shaliapin o del
Sovinov, importunando las gratas cenas en
el restaurante o «aguando fiestas » en el sa
lón musical de cualquier barco que nos
transportara .
Revista Contracorriente • Año 2 • No. 3 • 1996
LEXIONES
En los barcos que nos llevaban de
lá para acá y de aquí para alla, los
lenkovianos , entre los estudiantes de
losofía , se reconocían al vuelo . Había
i olfato tan refinado para detectar los
iciados —al menos yo lo tenía bien de
urollado , que bastaba cruzar unas pa
bras con otro para percatarse en que
asos andaba: sólo lo que abunda en ca
icter propio puede desarrollar esa capa
idad olfativa: Iliénkov tenía carácter.
Iliénkov los cría y el barco los
ne : en los barcos nos dábamos cita
ienkovianos procedentes de los más
iversos cultivos -allí seguro estaba el
eputado exégeta de Leningrado preci
ando algo , en larguísima tertulia , con
I de Rostov , el ilienkoviano Mayor de
ev , Minsk v Alma Atá . En lo mejor
ue puede tener la palabra, había cierto
spíritu de secta entre los entendidos y ,
omo en todas las sectas , los proyectos
negalómanos andaban a sus anchas . Era
como si en las cubiertas de aquellos tra
atlánticos, en sus intestinos camarotes
i restaurantes , Algo Grande se estuvie
a cocinando , quizás con la persistente
imbición de sembrar una postura de
quello en los futuros centros de traba
o que nos esperaban. Grandes eran los
planes , que a algunos se nos antojaban
lamados a revolucionar la enseñanza de
la filosofía en Cuba -si suena altanero
) excesivamente «evangelizador», sea
comprensible con nosotros , emprende
dores jóvenes- , con todo lo fascinante
que tiene la irreverencia juvenil . Lo
mejor que traíamos era la desmesura .
Lindo era traer algo para sembrar en
casa .
Memoria emergente de los ochenta
Releo lo escrito , deslastro un poco
la sintaxis del texto logrado, lo paso a má
quina para que cobre seriedad y me asom
bro de haber escrito como el viejo que se
dispone a escribir sus memorias o a pasar
Revista Contracorriente • Año 2 • No. 3 • 1996
inventario , mano temblorosa por los años,
hecho lo hecho. Pero es que todavía no
tengo edad para ello. ¿ Será que los picho
nes de intelectuales que somos vivimos la
vida de un gran muerto , como sagaz apuntó
Sartre una vez?
Han pasado muy pocos años de aque
llas tertulias trasatlánticas a bordo del
Shaliapin o del Sóvinov , demasiado po
cos para hacer recuentos. Mi generación
todavía no tiene fotos célebres y dedicato
rias egregias para pasarle la mano , palma
abierta , en busca de señales que acaso el
tiempo ha cubierto en ese velo que, dicen,
es el olvido. Lo que cuento es tan reciente
y tan lúcida es la memoria que me arries
1
go a ser tomado por un impostor de re
cuerdos, un precoz pasador de balances
históricos, de saberse que quien escribe
no llega a los treinta , que hace recuento
de lo que sucedió apenas cinco años atrás
! y con qué patéticos tonos lo hace !
Memoria fingida la mía , recuento
cuyo cuento no tiene el más elemental añejo
para ser degustado por otros. Quizás. ¿ Qué
hacer, esperar unos años, aunque sea unos
veinte más, para contar con canas, aunque
sea con unas pocas, entreveladas aunque
sea ? En modo alguno. El tiempo, en su
arrollador oficio , acelerado hoy , ya está
ocultando bajo sus dunas lo que contaré.
Es menester darse prisa en contar: Iliénkov
debe ser rescatado de la avalancha del tiem
po , iconoclasta un tanto justa pero irreve
rente demasiado, hasta luego no saber dón
de pisa y qué debe ser rescatado. 1
Y que no se me tome por presuntuo 1
so y altanero si digo que la generación
1
desde la que hablo ya tiene derecho a ha 1
cer memorias, aun cuando todavía ande
llegando, o un poco sobrepasando los trein
ta . Somos como esos frutos que , arranca
dos verdes por la premura de llevarlos al
mercado, los mojan con una sustancia que
los hace madurar de golpe, en par de días
a lo sumo . «Madurados a carburo » somos,
como dice la abuela de alguien.
61

No quisiera extenderme sobre lo pa
roxísmica que , de súbito , se ha vuelto la
época, esa que como todas debía tomarse
su tiempo para destilar las ideas en la tra
bajosa redoma de la historia. Nuestra dé
cada es de esas que sorprenden con una
arritmia inesperada en el decursar del tiem
po . Lo que era recién ayer, inmerecedor
aún de ser memoriado si el tiempo corrie
ra con movimiento rectilíneo uniforme, de
pronto , es lanzado a los parajes lejanos de
la historia. A la par con la voluntad sepul
turera que tienen las épocas convulsas, vie
ne el sobrado a espejismo y contagio de lo
nuevo , el ruido aterrador del presente, que
igual, de pronto , convierte lo habido en
inaudible murmullo , feneciente balbuceo,
devaluando cruelmente a los virtuosos de
ayer. Este atragantarse del tiempo en que
vivimos demanda un memoriar apresura
do que salve distancias con lo que se aleja
a paso inusual. Ello hace legítima la me
moria emergente de los ochenta, aún cuan
do la década no ha terminado. En lo que
respecta a nuestra generación , la de los
filósofos cubanos de los ochenta , tenemos
que darnos prisa en apresar y arrebatar a
las dunas del tiempo lo que ha significado
Iliénkov para nuestra cultura intelectual.
Un rayo de luz en el reino oscuro
No me gusta el refrán que prescribe
que « de noche todos los gatos son pardos»;
toda noche, por oscura que sea , tiene fos
forescencias que se resisten a apagarse –
éstas son luminarias heroicas, aunque sea
en el plano de la teoría— .
Una vez tuve la oportunidad de char
lar con Adolfo Sánchez Vázquez. Ante mi
insistencia en entrevistarme con él , el fi
lósofo accedió y nos dimos cita en su pre
dilecto Café El Agora de Ciudad México.
Mientras me movía por la interminable
Avenida Insurgentes, buscando el lugar
acordado para la cita , garabatié en la con
traportada de un libro tres o cuatro pre
guntas con las que pretendía acosar a mi
62
• REFU
valiosa presa. Una de ellas se refería
opinión sobre lliénkov . Quizás mi
pante especulación había sospechado
chos hilos comunes de la obra de éste
la de aquel; mucho más, presentía -
presiento todavía- que las piezas de
bas concepciones estaban atadas co
cuerda de la praxis. Cuando le formu
pregunta , su respuesta fue desalenta
y en algo francamente desilusiona
«Mire, me dijo , usted sabe que los so
ticos son ontólogos y yo no comparto
visión del marxismo» . Me parece
oyendo su voz, con ese «mire » tano
quial que salía de la boca de quien te
por uno de los más recios teóricos d
filosofía marxista en América Latina.
Su respuesta me asombro : ¿ca
puede colocarse a Iliénkov bajo la igu
taria rúbrica de «ontólogo » ? La única
plicación que entonces encontré fue o
bien Don Adolfo escasamente conocía
trabajos de Iliénkov (lo cual es perfec
mente comprensible, dada la escasa di
sión que, fuera de la URSS , ha tenido
obra de lliénkov) o que, peleando muc
con la ontología había perdido el tino y
se percataba que de noche no todos
gatos son pardos. Tuve la osadía de rec
mendarle algún texto de Iliénkov , alert
dole de que en él creo ver un amigo
batalla común; en la noche de la ontolog
él era Estrella Polar, al menos para alg
nos de mi generación.
Hay alguien que me recomien
para evaluar lo hecho mirar hacia arriba
no hacia abajo, a lo cual siempre opong
que luego es necesario echar un vistaz
hacia abajo , a fin de justipreciar la tall
del hombre en su circunstancia. Es just
mi reparo tratándose de lliénkov. Si min
hacia arriba, el pensador aparece en el ta
blado en que andan juntos, pero no revuel
tos , marxistas del calibre de Labriola
Gramsci, Lukacs, Alfred Smitd, Kare
Kosik y el propio Sánchez Vázquez.A A
veces he pensado en Ilienkov - ¿Sería ca
Revista Contracorriente • Año 2 • No.3• 1996
EFLEXIONES
az de perdonarme tamaño parangón ?
omo el único representante del «marxis
10 occidental , en la filosofía soviética ,
ludiendo con ello sólo a la acentuación
e la praxis como totalidad dinámica que
s propia de estos pensadores, a diferen
ia del quietismo naturalizante que reina
a en los predios universitarios de la Unión
oviética cuando lliénkov escribió su in
endiaria obra. Mirando hacia arriba, el
iérito que otrora reservaba exclusivamen
: a Ilienkov se me hace compartido. En
I medida en que he ido descubriendo otros
llienkovianos» que le precedieron en la
ventura intelectual de releer el marxismo
esde el difícil lugar que en él ocupa la
raxis , modero mis loas y entusiasmos
studiantiles, o por lo menos lo compren
o mejor o dentro de la corriente de pen
imiento que lo engloba, que como un so
tario redescubridor del Continente de la
raxis. Pero si lo titánico ha de entender
en relación a la circunstancia con la que
: riñe, a Iliénkov habrá que sopesarlo sin
uitarle el ojo a aquello contra lo cual le
antó su voz : mirando hacia abajo redes
ibro su mérito .
Tengo a mano mi ejemplar de Lógica
ialéctica, con los subrayados multicolores
ue , cual capas de la corteza terrestre, testifi
in diferentes lecturas . Las páginas del libro ,
arias veces violada su pulcritud por mis quis
uillosos lápices, me tientan mucho a cotejar
a par de citas que pongan al descubierto lo
ue significó Ilienkov entonces. Pudiera in
luso seguir mis subrayados a grafito negro ,
luestras de la primera lectura estudiantil. En
los encontraría testimonio de lo sísmicas
ue resultaron sus ideas, en el terreno en que
os movíamos, allá por 1984. Prefiero , sin
mbargo, dejar el libro donde está y entre
arme exprofeso al memoriar espontáneo y
n riendas: acaso será más fiable aquí lo ane
jótico que la fría estampación de tesis, tra
indose esta vez de un ensayo in memoriam ,
lás que de un artículo científico. Echo un
istazo hacia abajo.
rvista Contracorriente • Año 2 • No. 3 • 1996
En los tiempos en que yo estudiaba
en la Universidad Estatal de Bielorrusia ,
Ilienkov era filósofo favorito en el baño
público. No se asombre ni se apresure en
malinterpretarme. El " tualet" era enton
ces -espero que lo siga siendo - toda una
institución académica subterránea , conci
liábulo voluntario de cerebros pensantes.
Allí se instalaba la inquietud intelectual y
¿ sabe por que ? Por la sencilla razón de
que en el baño era donde sólo estaba per
mitido fumar a las anchas y gastar aspa
1
vientos en la discusión , sin molestar a na
die: toda una cultura underground la de
los urinarios aquellos.
En mi baño preferido, el de la bi
blioteca Lenin , solía reunirse el maestro
Galenko (a quien los cubanos sobrenom
brábamos « Tabaco » por su excesivo ape
go a la pipa) con sus discípulos más alle
gados entre ellos estaba quien cuenta ,
en aquel círculo pieza irremediablemente
exótica— . Una vez , cuando muchos nos
lamentábamos del misérrimo estado en que
se hallaba la filosofía académica por aque
llos años, el maestro se refirió a Iliénkov
utilizando un calificativo , creo , del viejo
Ostrovski: «un rayo de luz en el reino os
curo » . El reino oscuro no era el baño aquel,
donde se desafiaban a diario las tinieblas
del academicismo barato ; el reino oscuro
era el penoso letargo en que estaba sumi
da la filosofía oficial, o el ensimismamien
to positivizante, escurridizo , respecto a la
toma de partido, aunque fuera de soslayo,
que la realidad demandaba.
En aquella oscuridad habían sin em
bargo varios luceros. Particularmente re
cuerdo la figura, casi mitológica para no
sotros, de Alexei Losev, quien con su His
toria de la estética antigua se había le
vantado un memorial en vida, a decir del
maestro Galenko ; estaba el refrescante pero
recto Arcenio Guliga, que con sus amenas
y palpitantes biografías de Kant, Schelling 1
y Hegel había recuperado a estos hombres
del ascético encasillamiento de que eran
63
víctimas en los manuales y monografías al
uso ; merodeaban a ratos los nombres de
Luppol y Gaidenko ; persistían todos los
días los clásicos de siempre: desde Pla
tón hasta Marx , Engels y Lenin –firme
asidero , el más sólido, cuando mirar ha
cia abajo daba náuseas- . Pero estaba tam
bién el seño de Iliénkov. Él era brújula
para los más inquietos, era un desafío a la
toga huera y rutinaria , profundo sin em
bargo hasta tener la rara virtud , siendo ca
rismática su letra, de disciplinar entusias
mos .
Cierta vez le contaba al filósofo
marxista colombiano Jaime Quijano Ca
ballero que en mi facultad, cuando las
horas lectivas eran particularmente tedio
sas , cuando la molicie del academicismo
se volvía insoportablemente pedante, los
estudiantes releíamos, parapetados tras vo
luminosos portafolios , la Lógica de
Iliénkov . Como buscando un paralelo ge
neracional bien distante, Quijano se refi
rió a sus tiempos estudiantiles: « Nosotros
leíamos, debajo de la banca , a Ortega y
Gasset ». Muchas veces he intentado res
ponderme qué puede haber de común en
tre Iliénkov y Ortega. Quizás ambos ra
yos , obviando su distinta naturaleza , en
contraban consumo en ciertos sectores es
tudiantiles de avanzada , siempre prestos a
incendiar contra la mediocridad que es la
medianía académica .
De que el rayo de Iliénkov encen
día, al menos en unos pocos que andaban
a la vanguardia de la masa estudiantil, no
me cabe dudas. Más, ¿ cuál era la natura
leza del rayo ? ¿ Qué disciplina contagia
ba ?
Las raíces del marxismo
A diferencia del manualismo enun
ciativo , Iliénkov mostraba, convincente
mente, cuales eran las raíces teóricas del
marxismo. Para nosotros, carentes de es
tudios asequibles y fiables en esta mate
ria , Iliénkov venía a restablecer la filia
ción de ideas que en su «doloroso alum
64
bramiento », en forcejeante y jalon:
plicar, parió el pensamiento de Mai
dena sepultada por el manualismo
tamente docto que, llegado a la ci
« estancamiento », se complacía con
dáneos cómodos y slogans del tipo
tos y limitaciones del Fulano de 1
diferencia del manualismo enunci
Iliénkov nos disciplinaba, advertía
necesario mucho « trabajo de nalgas
llegar al marxismo, invitaba a recor
trabajoso camino, en cuyos inicios
tuaba la reacción, casi nuclear, que
vocó la laceración cartesiana del m
en res cogitans y res extensa .
En lo particular , Iliénkov venía
dole nombre a lo que había tantead
mis primeros años estudiantiles, a tri
de la inquiriente lectura de Kant, Fich
Hegel . Recuerdo que cuando me cay
las manos el ansiado libro , tuve la sei
ción, desmesurada por supuesto, de
Iliénkov decía sencillamente aquello
yo hubiera querido decir y que, si no
había dicho , era por la torpeza de mis at
ceptos, que todavía peleaban demasia
unos con otros sin encontrar el conci
que pretendían . Leí el libro en un par
noches. Febril lectura aquella. Recuer
haber experimentado una sensación del
vitación impar mientras leía: el texto el
pezaba a hacerse ligero , más ligero, más
más, hasta que ambos salíamos como v
lando. Entonces ya no había texto algun
era yo el que estaba escribiendo -leyend
Rara vez he vuelto a experimentar és
estado. Muchas veces he releído mis chu
puceros subrayados de entonces, pero y
no puedo levitar así.
Que Iliénkov era un poeta, de es
tampoco me cabe dudas. La Lógicadiale
tica, sin hablar de otros ensayos, en su
tonos y ansiedades, bien que jugaba con
la poesía cantada por Vladímir Visotski
en esos mismos años. Adulta su creació
en los setenta y prolongado su influjo has
ta los ochenta, Vladímir Visotski erad
Revista Contracorriente • Año 2 • No. 3• 1941
 -
REFLEXIONES
poeta del pueblo -esa voz rajada del ca
pitalino mujik que canta- , que parecía
salida de un Kabak cualquiera de Odessa,
que decía de un pasado heroico en sus con
tradicciones, denunciaba úlceras de hoy y
daba razones para apurar un trago «hasta
el final» , y limpiarse la boca con la manga
de la camisa, a la rusa, y rugir con el que
hay cosas que fastidian mucho.
Visotski e Iliénkov habían andado
casi el mismo tiempo y tenían casi idénti
cas experiencias. Ilienkov era el homólo
go de Vladimir Visotski en la filosofía,
poeta de voz tan popular como aquel, aun
que escogiera el concepto para librar sus
bríos. Desgraciadamente, no estoy entre
los que conocieron personalmente a
Edwald Vasílievich y ni entre los que com
partieron con él una charla informal en el
restaurante Arbat. Pero, seguro estoy de
que lliénkov hubiera tarareado junto a
Visotski, acaso en un angosto apartamen
to moscovita , muchos de los versos hirsu
tos que el poeta rugía, más que cantaba.
Sobre la guerra en que ambos participaron
hubiesen entonado eso que dice: « Duerme
tranquila la tierra bajo las flores, pero
cuando encuentran minas en ella: / las apar
tan con habilidosas manos / y explotan le
jos de la gente » . Acerca de los años sesen
ta en que ambos guerrearon un poco como
genios incomprendidos en ciertos secto
res, demonios para algunos, cantarían jun
to una estrofa de « Las Máscaras» de
Visotski: « Todos en máscaras con pelu
cas: todos, como uno :/ quien como salido
de un cuento , quien a lo literario .../ A la
izquierda de mi vecino : triste Arlequín , el
otro verdugo y de tres uno es tonto » . Vla
dímir Visotski e Iliénkov, ambos, murie
ron muy jóvenes. Ambos, como si un vivir
apresurado, con demasiado desespero vi
viendo, los hubiera consumido antes de
tiempo . Ambos, a su modo , se suicidaron
-uno , paulatinamente envenenando la vida;
el otro , cortándola de un tajo; ambos, sin
embargo, hubieran podido cantar juntos:
Revista Contracorriente • Año 2 • No. 3 • 1996
«No me gustan los desenlaces fatales, de la
vida nunca me canso / No me gusta cual
quier tiempo del año » — .
Ya en lo filosófico, Iliénkov era un
poeta en eso de armar sinfonías difíciles, pa
sajes trabajosos y llegar a puntales encum
brados, allí donde el manualismo había vis
to no más que ascéticas clasificaciones. Su
libro era un riguroso estudio histórico - filo
sófico y, sin embargo, era mucho más que
eso ; era poesía histórico - filosófica , pues pal
pitaba, con eufonía dada sólo al poeta, a la
par de los filósofos por él « trabajados». Allí
estaba la trágica osamenta de Descartes y
Kant, el Fichte replicante y resoluto , el
Shelling místico , impotente ante la síntesis
intuida, Hegel, soberbio domador de la sín
tesis con los medios del filósofo de oficio,
vuelo del concepto y aterrizaje de sus espe
jismos. Allí estaban todos, desde Descartes
a Marx , hablando en ruso a nosotros, con
temporáneos. Deleite del intelecto, logope
ya , era su libro .
Lo que puede hacer obvio hoy –ma
lagradecido voltearse del discípulo hacia el
maestro , era mucho decir entonces. Miro
hacia abajo: el academicismo estancando tra
bajaba con representantes de la filosofia pre
marxista, macerados a gusto del más sim
plista esquema imaginable. Si es cierto eso
de que el hombre hizo a los dioses a su ima
gen y semejanza, no menos cierto es que el
manualismo hizo a los filósofos premarxis
tas de acuerdo con su indigencia teórica. La
semejanza obtenida era tan disímil de lo que
realmente representaban estos clásicos que,
en la mayoría de los casos, criticábamos a
1
fantasmas histórico - filosóficos, fácilmente
colocados ante la mirilla de quien se dispo
ne a criticar — fácil cacería la que dispone
las presas antes de ir a cazar– . La crítica
construía reos artificiales, acorde con sus de 1
mandas críticas.
Mirando hacia abajo, lliénkov, todo
respeto y atención al legado clásico de la
filosofía premarxista. Iliénkov , para noso
tros, uno de esos puentes que permiten un .
65

firme acceso a la orilla legítima del pensa
miento de Marx.
Aunque su obra alertara que es preci
so disponer de sentaderas pacientes para lle
gar al marxismo, su oficio desbrozador,
entre malezas harto crecidas, abría una senda
que permitía orientarse y, aunque fuera por
el momento , obviar trabajosas enredaderas
y búsquedas inciertas, esquivar los tenta
dores meandros que desvían del recto ca
mino . Meandros de cauces tan alucinóge
nos que nunca hay certeza de si saldremos
de ellos -el manualismo y la docta vanali
dad a diario los inauguraban- . Muchos de
nosotros, guiados por el índice de Ilienkov,
pudimos despejar del mucho ramaje el punto
desde donde se irradia el pensamiento de
Marx en su más intocada virginidad.
Por supuesto , ya sabemos que el ac
ceso vía Iliénkov, si bien permite un ajuste
óptico legítimo, no exonera del serio tra
bajo de andar el camino con fuerzas pro
pias. Quien no salde la deuda con el traba
jo teórico paciente, corre el riesgo de pos
trarse en uno de esos estados de enquista
miento doctrinario del cual sólo cabe ir
degenerando. Vale la advertencia de que
también lliénkov es manualizable, pues
como todo lo contagioso , su obra está suje
ta a la taumaturgia Ilienkoviana: después
de lo clásico , amenaza con entrar el perío
do de los epígonos.
El hontanar del pensamiento de
Marx
Andando el camino que condujo a
Marx hacia Marx , lliénkov dejaba claro
cuál era el vórtice de la filosofía marxista.
Sin declaraciones baratas, blancos siem
pre fáciles para la crítica superficial, la
reconstrucción histórico - filosófica de su
Lógica permitía , insinuaba por todas par
te el verdadero punto de partida y de lle
gada, el principio básico del materialismo
dialéctico. La praxis de los hombres his
tórico -concretos y no la «materia » natura
66
• REFLECI
listamente entendida, inerte a pesar de
sobrada gesticulación sobre su movimi
to , aparecía ahora, corroborando pista
sospechas estudiantiles, como la « síntes
que engarza a Marx con la tensión tot
zadora que animó a los clásicos aleman
desde Kant hasta Feuerbach .
Como evitando malentendidos y
jando claro de qué lado estaba, Iliénk
escribió un pequeño ensayo sobre Ma
rialismo y Empiriocriticismo .? A difere
cia de las exégesis ordinarias, aquí no
dedicaba ni un renglón a la pura manip
lación del « concepto materia » , converti
por los « ontólogos » en punto de partida
célula de análisis de la filosofía marxist
leninista, exagerando su función has
convertir la materia en substrato de to
cuanto existe a nuestro alrededor» . Por
contrario , Iliénkov se interna no tanto
la « categoría de materia como en las con
plicadas circunstancias metodológicas
políticas ( ! ) que hicieron de Materialism
y Empiriocriticismo un pleito inapelable
siguiendo a Mach y Avenarius, los ma
chistas rusos (algunos de ellos bolchevi
ques) , llegaron a concluir que la realida
objetiva es una elaboración de nuestra sub
jetividad, de lo cual podía inducirse (d
hecho Bogdánov lo hizo en su novela L
Estrella Roja) que bastaba con limpiars
la cabeza de los prejuicios de la lucha d
clases para que las pregonadas contradic
ciones desaparezcan. Todo ello , nótese, in
mediatamente después de la primera revo
lución rusa de 1905-1907.
Esto es lo primero que hay que ver
en Materialismo y Empiriocriticismo, en
modo alguno concebido para , desde la «de.
finición de materia » , construir toda una
arquitectura ontológica deslumbrante. La
hiperbole e hinchazón desmedida de las
tesis gnoseológicas leninistas terminaron
después por obstruir el espacio que, tanto
cronológicamente como desde elpunto de
vista lógico, pertenece a la praxis, verda
dero hontanar del pensamiento de Marx.
Revista Contracorriente • Año 2 • No. 3 • 1996

-
REFLEXIONES
Así formuladas, estas conclusiones no apa
recen en sus libros, pero creo no arrimar
demasiado la brasa a mi sardina interpre
tándolo de este modo .
El libro de lliénkov dedicado a Ma
terialismo y Empiriocriticismo tenía en
nosotros por lo menos triple efecto : pri
mero , instaba a entender a Lenin desde
una óptica de actitud insospechada por
los « industriales del concepto» que tanta
gimnasia mental habían practicado so
bre sus páginas. Se trataba en Ilienkov
de una reubicación epocal del libro , de
acuerdo con los motivos que llevaron a
Lenin a echar el pleito justo con los ma
chistas. Segundo, al reubicar a Materia
lismo y Empiriocriticismo en el contex
to de sus preocupaciones subyacentes,
lliénkov chapea, tácitamente y sin alar
dear de ello, todas las especulaciones
febriles que posteriormente -y en con
tra de la intención leninista- se consti
tuyeron en fortificaciones de la ontolo
gía , pugnantes por asfixiar la vitalidad
del marxismo como filosofía para la re
construcción comunista del mundo esto
último sí está explícitamente dicho, con
tinta sincera , en todo lo escrito por
Ilienkov- Tercero , arriesgándose a
echar la pelea en el terreno que la onto
logía se había apropiado como suyo por
antonomasia , Ilienkov desmontó virtuo
samente la versión positivizante del mar
xismo, tan arraigada por aquellos años .
(Peleando con el positivismo metafísico
de principios de siglo , asistimos a una
disputa , nunca explícita, sin embargo,
con sus contemporáneos «marxistas ».
Ilienkov, del que vengo hablando , era
un maestro en el refinado arte de la iro
nía : no diciendo , decir con precisión tal
que arranca la carcajada a quien sepa leer
entre líneas. Sus temas, generalmente
clásicos. Casi nunca escribió directamen
te sobre sus coetáneos y toda su obra es
una airada querella contra la mediocri
dad de todos los lunes ).
Revista Contracorriente • Año 2 • No. 3 • 1996
-
Paradoja e inquietud
Con el descubrimiento de la praxis,
Iliénkov, para nosotros, abría un derrote
ro difícil de domar, mucho más que aquel
que suponía que « de la materia en movi
miento todo surge y se desarrolla ».
Lo difícil es bello -invierto a pro
pósito el célebre aforismo de Platón- ,
pues había que ver cuánto desvelo costaba
romper con estructuras de pensamiento más
que andadas, cuán trabajoso era refundir
se en otros moldes, disciplinarse en osa
mentas más flexibles y , por ahí, ir trepan
do con él a cumbres, para nosotros igno
tas, de la filosofía marxista que, sin em
bargo, estaban .
Iliénkov , redescubridor de lo que en
Marx estaba, sólo que sepultado bajo un
par de citas arbitrariamente violentadas.
Redescubridor de Marx con todo el bra
ceo que supone escarbar y después montar
con disciplina lo hallado.
Iliénkov era difícil de leer para al
gunos -lo sigue siendo hasta finales de
los ochenta- , no porque las ideas que
exponía fueran abstrusas o sacadas de la
manga . No , Iliénkov era difícil de leer sen
cillamente porque exponía el prístino ABC
del marxismo, después complicado artifi
cialmente , adulterado y sofisticado con de
masiadas vocales y consonantes compues
tas de otras secundarias y terciarias. Com
posición tan complicada esta , que ahora
era casi imposible reconocer lo que estaba
y lo que había sido añadido por fonetistas
emprendedores, de tercera mano . ¡Mucho
había que limpiar para hallar la primitiva
sintaxis del abecedario marxista !
Iliénkov era difícil de leer no porque
su lenguaje fuera alambicado o abundara
en esoterismos gremiales. No, el lenguaje
de lliénkov resucita la transparencia de
Marx , Engels y Lenin -y sobre todo el
estilo leninista- de decir , un poco pelean
do en la jerga de la calle con lo que le re
vienta en su adversario . Aquí pasa lo mis
mo que con sus ideas: es el cuento de siem
67

pre, ese que advierte que la verdad , por lla
na y a la mano que está, se hace difícil de
descubrir; el ramaje de búsquedas más pre
tenciosas oculta el rostro de la verdad . Su
cede que el lenguaje de la filosofía soviéti
ca de entonces andaba tan absorto en sus
pulcros manerismos, y el mal gusto en la
manera de decir era tan común, que el esti
lo « no escolar » de Iliénkov para unos pasa
ba como indescifrable , mientras que para
otros un poco que si se tratara de una intro
misión descamisada de la lengua de bazar
en los predios de la filosofía. Una vez le oí
decir a un venerable cultor del estilo filo
sófico que «así no se puede hacer filoso
fía » , para después concluir con un refrán
ruso muy popular. « Soltaron al chivo a pas
tar en las coles». ¡ El chivo, mire qué cosa,
era lliénkov y las coles, mire esta otra, eran
los refinados cultivos lingüísticos del argot
académico !
Punto y aparte del lenguaje, la Lógi
ca de lliénkov, por inquieta, era dialéctica
y bella. El filósofo intentaba recuperarnos
del letargo manualista de un golpe en la
nuca, mostrándonos laparadoja que movió
el pensamiento de Marx ; paradoja después
macerada, obligada a resolverse mutilando
su fuerza, castigada a inclinar la balanza
hacia uno de sus platillos perdiéndose así
todo el embrujo y trascendencia que tie
nen, de por siempre, las opciones difíciles,
advertidas de que el estar es fijeza relativa
del cambio .
Iliénkov, para nosotros, descubridor
de lo maravilloso en el marxismo. Si des
de el momento en que Fausto profirió su
fatídico « detente », Mefistófeles se lo lle
vó , cuando el manualismo, ecuánime por
establecido, tranquilizó la inquietud insi
ta a la paradoja marxista, planteándola en
términos de causa y efecto , determinacio
nes e influencias, fuera de la « unidad ac
tuante » que es la praxis, lo maravilloso es
capó..
Iliénkov, para nosotros, descubridor
del quieto sitio donde se está , del difícil
68
• REFLEXION
modo de estar que es la praxis de los hom
bres.
Surtidero inquieto del pensamient
de Marx , la praxis sugiere que en el fond
hay un complejo y contradictorio proce
so, un no estar que está siendo siempre
más que un estar siempre idéntico as
mismo .
En el fondo hay un voluntarioso plas
ma que burla la solidificación ilegítima di
los contrarios anquilosados, para recupe
rarlos en una solidez dinámica que se esti
trascendiendo siempre. Tal es la paradoja
de la praxis inquieta: proceso generado
de lo ideal, que se reproduce en la infinita
decena ampliada de Acción - Verbo -Acción,
donde el verbo no tiene habitáculo alguno
fuera de la praxis en que se pare a diario,
de la cual, a su vez, no es un huésped for
tuito, que puede o no estar, sino condi
ción inobjetable para la reproducción de
la integridad humana.
Lo ideal, entonces, más que la ima
gen del objeto equidistante de la praxis,
recluida en el estrecho recinto de la cabe
za biológica del hombre, es la « forma de
la actividad humana », praxis subjetivamen
te acrisolada. La fragua donde se acrisola
lo ideal en modo alguno es el cerebro del
hombre; «neurofisiológicamente» entendi
do, pensamos «con la ayuda» del cerebro
pero no sólo con él . La caja oscura que
llevamos sobre los hombros es condición
« necesaria » pero no « suficiente , para acri
solar el mundo subjetivamente. El verda
dero crisol, no es ni el objeto ni la subje
tividad por sí mismo. Hay un tercero que
anda entre ambos, resultante de la lid en
tre ellos: la praxis entendida primeramen
te como actividad material dirigida a la
transformación del objeto (y del sujeto por
añadidura ). La praxis es el igneo crisol
donde continuamente se moldea lo ideal.
Siendo ígnea la sustancia de la praxis, sien
do su presencia un infinito trascenderse, lo
ideal deja de ser el reflejo fotográfico del
objeto para concebirse, muy acorde con el
Revista Contracorriente • Año 2 • No. 3 • 1996
 REFLEXIONES •
raigal historicismo de Marx, « como parto
de la imagen ». Parto éste siempre incon
cluso, que más que una gestación definiti
va es el paritorio de lo ideal en la historia.
La praxis objetual y lo ideal confor
man entonces la « praxis » reproductora de
la integridad del mundo humano , son atri
butos de una síntesis que se va gestando
en la lucha de los mismos, nunca anterior
a ellos. Lo ideal no es ni la pura subjetivi
dad que refleja ni la objetividad reflejada.
Su difícil de aplomar status es el de algo
que está siendo a través del continuo des
bordar su solidez: forma cambiante de la
« actividad » humana que , actuando , va
asentando una imagen cada vez más enri
quecida de esta misma realidad que es la
praxis. La imagen, cada vez más rica de la
praxis, no es que se reintegre a la praxis
como si fuera algo exterior a ella: de ella
es atributo y no accidente . La Praxis, que
en mucho recuerda la Sustancia de Spino
za y, más acá, el Concepto hegeliano, anda
a horcajadas entre lo material y lo ideal, y
éstos, a su vez y como si fuera poco, se
entienden sólo a través del contrario que
los niega. Lid difícil de amarrar a uno de
sus atributos, horcajada que « está siendo
sin poder estar machamente afincada, la
Praxis. Praxis inquieta está, tanto como la
balanza del más modesto tendero , que para
ser balanza « realmente » tiene que balan
cearse , de lo contrario , trasto en desuso
es, chatarra desarticulada, huésped de tras
tiendas.
Lo que parece obvio hoy , entonces
era mucho decir. Cedo a la tentación de
tirar un vistazo hacia abajo . El enfoque
mecánico -casual del marxismo, dueño y
señor casi absoluto de la enseñanza de la
filosofía en que fuimos formados, había
logrado « estrangular la tonalidad dinámi
ca » que es la praxis en Marx , con lo cual
sujeto y objeto perdieron la posibilidad de
ser entendidos como fijezas relativas his
tórico -mutables, para pensarse , arrancados
de la dinámica en que existen , cual polos
Revista Contracorriente • Año 2 • No. 3 • 1996
que interactúan a distancia , fuera del pari
torio en que se mutuogeneran . Por más
que sobraran las coletillas aclaratorias a
final de párrafo , advirtiendo que la cues
tión no debe entenderse así, de hecho el
manualismo soslayó la riada profunda que
fluye a través de la lid entre el sujeto y el
objeto históricos. Por más que gesticulara
probando lo contrario , la « teoría del refle
jo» que el manualismo profesaba, ilegíti
mamente solapado bajo las tesis de Lenin , 1
era el viejísimo concepto de la verdad como 1
adecuación, pasando por alto , en sus es
tancamiento , que se trata primero de un
« parto infinito de la adecuación a través
de las inevitables inadecuaciones, por las
1
cuales accedemos, difícil camino , a lo real
que está siendo.
Iliénkov venía a devolver lo desarti
culado al torrente único al que se enten
dían las piezas, ahora como atributos de
una misma sustancia . Levantando los di
ques, sujeto y objeto se integraban a la
corriente profunda de la praxis, entonces
ambos volvían a pensarse en caudal arro
llador, inquieto y cambiante, como todo
río de veras.
Iliénkov, para nosotros, burlador de
represas, renovador de caudales, liberador
de corrientes estranguladas. Para nosotros,
quien más nos preparó para entender con
cordura la tropelosa historia de la segunda
mitad de los ochenta .
No sé si lo que encontré en Iliénkov
y lo que reproduzco aquí, libro a propósi
to cerrado, son exactamente las tesis por
el autor expuestas. Quizás el recuerdo , esa
inevitable violentación de lo que fue, reen
lace con el hilo de mis propias preocupa
ciones (¡ Y de las de finales de los ochen
ta !) las cuentas de la Lógica dialéctica.
Puede ser; pero , dado el caso , no me pre
ocupa demasiado la distancia que se cuele
entre el hecho y el recuerdo, tratándose
aquí de contar sobre el esfuerzo que im
plicaba tejer la teoría marxista, insinuada
la técnica de anudar a partir de la praxis. 1
69

Lo que importa es que la praxis inquieta
exigía inquietud e inquietos fuimos...
En todo caso , Iliénkov , una manera
distinta de anudar, redescubridor de los
Nudos Básicos del pensamiento de Marx ,
confundidos entonces en la increíble ma
raña de nudillos que el marxismo mecáni
co engrandeció desmedidamente. Iliénkov,
una manera nueva de anudar, sin embar
go, antaña , que mucho valor exigía para
zafar el tejido, más mal que bien anuda
do, pero anudado , y empezar de nuevo a
atar las cuerdas a partir de la técnica ex
puesta . Contrario a los tejedores de ruti
nario oficio , a la mañosidad de tejer siem
pre así y reiterando todos la tejeduría
aprendida , era promotor de una técnica
otra , pero de factura legítima. Entusias
mo contagioso había en los que, siguién
dole , nos aventurábamos a esta manufac
tura intelectual, Iliénkov, una aventura .
Iliénkov in memoriam
De su tejido hablando , quede claro
que todas sus cuerdas se dirigían a un mis
mo punto : el ideal comunista. Quede cla
ro , insisto, que fue Iliénkov insomne bus
cador del más caro horizonte a que aspira
la tenacidad comunista .
Si con su muerte abrupta el filósofo
cortó su vida y, con ella, quedaron trun
cos los hilos más fecundos de su tejido,
no fue por voluntad menguada que lo hizo ;
por exceso de voluntad, por no poder acos
tumbrarse a la sánsara y a la rutina , a la
chapucería y a la mediocridad , fue que
cortó su vida.
Quizás Iliénkov fue víctima de un
choque brutal un martes trece cualquiera,
abatido por una de esas encrucijadas en
las que el empeño mejor se enfrenta con la
resistencia más vil de los humanos mis
mos. Seguro tan grande fue el abismo,
entre lo perseguido y la terquedad de las
zancadillas, tan grande el estruendo del
choque, que se fue el filósofo por la fisura
entre los dos mundos, o se lo llevó un rayo
70
• REFLEXO
de rabia en el encontronazo , especialm
te violento , entre el ideal y las circunst
cias .
Iliénkov fue un alma rusa , y qu
bien sabe lo que estoy diciendo compr
derá su trágica salida . No era kantial
era un marxista de profundo arrastre
geliano, pero en éste encontronazo , sup
go especialmente violento , la comprensi
de que el ideal y las circunstancias jun
han de andar, le abandonó : Iliénkov
era kantiano pero sí de la tierra de Aleja
dro Radishev y Maiakovski. Frágil nal
raleza la de las grandes almas de Rusi
ineptas la mayor parte de las veces pa
lidiar entre mundos: ¡ un encontronaz
especialmente violento, y la guadaña ci
ga la flor! Confieso que no puedo dejar (
ver el caso de Iliénkov, sino al trasluz d
Maestro de Bulgakov , víctima igual de
pragma y sus obscenidades, antípodo de
moníaco de la praxis enaltecedora. Si
aprobarlos los entiendo.
Donde único he visto su rostro es el
el retrato que ilustra la contraportada di
la segunda edición soviética de Lógica dia:
léctica. A menudo interrogo la extraña
expresión de esa cara : el pelo con abun
dancia cubriéndole las orejas –de fecha
indescifrable el peinado; las gafas irreme
diablemente pasadas de moda , la arma
dura que sostiene los lentes puede ser de
cualquier año ; los ojos como vacíos por
que no se fijan en nada –la pupila desco
nectada, ajena al lleva y trae de lo cotidia
no y, sin embargo, ¡tan conectada la mira
da!; la cabeza toda aplomada sobre las
manos cruzadas bajo la barbilla , arquea
dos los labios por el peso que soportan –
el rostro ausente , fuera del influjo de la
gravedad . El retrato se va volando, no
tolera las dos dimensiones del cartón en
que está impreso.
Todo suena a baratillo en mi torpe
descripción; hay mucho más en la imagen.
Decir que la mirada parece estar ausente
-como más o menos dije arriba , es una
Revista Contracorriente • Año 2 • No. 3 • 1996
REFLEXIONES
cursilería poética. Luego le pongo música
a la foto para calzar mi impotencia ante
aquello que es inefable : tararear la parte
más conocida de la Novena Sinfonía de
Beethoven , escrutando su rostro , no viene
mal. Pero acaso mejor se viene su rara
manera de posar no estando con esa estro
fa de la « Cancioncilla sobre Mozart de
Bulat Okudzchava, que seguramente tanto
le gustaba al moscovita Edwald Vasílie
vich: «No desvíe la atención , Maestro / No
retire las palmas de la sien / En alguna par
te/ En la última parada / Daremos las gra
cias también a esta suerte / Pero no levan
temos ídolos / De los pecados de la Patria
Eterna » .
El ideal comunista
El maestro pensaba en el ideal co
munista . De mucho arraigo clásico , su
marxismo era de cala profunda. Iliénkov
penetró hasta las más intrincadas preocu
paciones humanistas de Marx . Partiendo
de la laceración cartesiana del hombre , va
lorando como pocos han podido la sínte
sis por Spinoza lograda, recuperándose de
la nueva dicotomía kantiana, justiprecian
do la intuición integradora de Shelling,
exaltando la identidad dinámica gestionada
por Hegel (aunque fuera desde el punto de
vista del profesional- filósofo ) tomando en
cuenta el replanteo de la síntesis en
Feuerbach desde la óptica del « hombre real»
que piensa, Iliénkov arribó al planteamien
to y solución marxista del problema de la
integridad del cosmos humano. Llegando a
Las Madres, redescubrió la más ecuménica
razón de ser y la garantía de vitalidad del
pensamiento marxista para toda una época,
supo que el planteamiento del problema
humano en Marx era de dimensiones este
lares. O, utilizando la expresión que Silvio
Rodríguez reservó para el Che Guevara, re
descubrió en Marx al « animal de galaxias »
que cierta miopía filosófica impedía ver.
Quizás por eso en el retrato está como
dolido por un tiempo mayor: tiempo de la
Revista Contracorriente • Año 2 • No. 3 • 1996
historia basado en la división social del tra
bajo; tiempo de hombres lacerados por sus
funciones sociales; tiempo parcelado, des
membrado en productores ajenos unos res
pecto a otros ; tiempo de soberbios produc
tores que miden el mundo con el estrecho
criterio de su oficio ; tiempo en que los pro
ductos del trabajo dominan a los producto
res. Praxis desarticulada, en suma, tiempo
de la prehistoria humana. El tiempo de la
enajenación del hombre respecto a su pro
pio trabajo , que el capitalismo ha llevado a
su más bárbara apoteosis, era el que morti
ficaba al filósofo .
Trabajaba Ilienkov en lo hondo , no
resbalaba por superficies circunstanciales,
recordaba siempre hacia dónde debe mirar
el marxista: tiempo de la historia humana.
De profundo arraigo clásico, su mar
xismo era de vista larga. Ahí donde mu
chos se habían entregado a añadiduras
inconfesadas, a estilizaciones amaneradas
en período de estancamiento , a refundicio
nes del cuerpo del marxismo en metales más
maleables, Iliénkov -sin sonrojos del que
se apena por dar remate convenido a lo es
crito so pena de no pasar, pero lejano al
que trasmite slogans por el simple hecho
de ser lo que está establecido decir , su
brayaba lo que permanece y trasciende del
pensamiento marxista : la dignificación del
hombre como sujeto liberado de la división
social del trabajo.
Desde aquí habría que empezar a anu
dar - desde la crítica a una praxis enajenada
histórico - concreta y ahí habría que llegar
a la consecución de un ideal fecundo , para
cuya realización, él sinceramente lo asegu
raba, estaban dadas las condiciones necesa
rias; de modo que no se tratara ya más de un
ídolo al que se le rinde tributo postrado de 1
hinojos, ni de una máxima trascendental de
la volición humana. Después de Hegel el
ideal tenía que ser « real» o, lo que es lo mis
mo, actuante en una historia ya merecedora
de ostentarlo , sin tener que empeñarlo en un
« deber ser » hipotético , o convertirlo en ob
71

jeto de adoración colectiva, distante de un
pragma harto voluptuoso y obsceno .
Para nosotros, Iliénkov, quien nos
enseñó a hablar del ideal comunista sin
sonrojos ni facilismos. Ni gota de apolo
gia triunfalista en su letra, pero ni hálito
de retiradas postmodernistas. Ni enuncia
ciones « partidarias», de cumplido, ni eva
siones filopuristas. Simplemente, lliénkov,
reconstrucción atenta y viril del pensamien
to de Marx. ¿ Poco ? No lo creo . El mar
xista de cala profunda explícitamente re
ñía con la « filosofía occidental» que no lle
ga, o renuncia a plantear el asunto a la
altura de los espacios teóricos por Marx
inaugurados. Igual, tácitamente ponía en
entredicho a aquellos que, instalados en
cómodas apologías, daban por casi reali
zado el ideal comunista . Sin arengar ,
Iliénkov sugería que no era tiempo éste
para echarse a dormir, que era necesario
andar en vela , candil de Marx en mano . A
finales de los ochenta , cuando por ahí se
ha hecho práctica común « torcer el cue
llo » , Iliénkov, seguro estoy, no contaría
entre ellos.
La mirada de Iliénkov persiste en
seguir mirando. Sus ojos no se cansan de
mirar a pesar de todo. Es una de esas mi
radas, la suya, de las más sinceras y des
veladas que ha engendrado el movimiento
comunista, con todo lo elevado y bello que
supone este ideal, a pesar de los muchos
créditos, difíciles de justificar, que la his
toria haya expedido a su nombre. Respeto
merece su memoria . ¡ Amén no !
Epilogo de los adelantados
En lo mejor que puede tener la pala
bra, había cierto espíritu de secta entre los
entendidos y , como en todas las sectas,
los proyectos megalomanos andaban a sus
anchas. Era como si en las cubiertas de
aquellos trasatlánticos, en sus intestinos
camarotes y restaurantes Algo Grande se
estuviera cocinando , quizás con la persis
tente ambición de sembrar una postura de
72
• REFLEX
aquello en los futuros centros de trab
que nos esperaban ...
A tierra llegaron los adelantados
para sorpresa de ellos , en Cuba se enci
traron con que alguien un poco antes
bía arribado, y que se intentaba cultivai
estirpe en los suelos, un tanto calizos,
algún instituto habanero . Eran pocos, 1
pocos que no vale la pena contarlos c
los dedos de la mano , los que persisti
en tropicalizar la postura . ¡ Eran poc
pero eran!
Y empezaron los días de los coi
partidos puntos de vista entre los que v
nían y los que habían llegado primero, ki
días de encontrarse en un evento cualquit
ra y reconocerse los iniciados e intercan
biar experiencias adquiridas en el cultivi
y trazar planes conjuntos para nuevos ex
perimentos o prolongación de aquellos y
« dar pasos concretos» . Empezó a armarsi
el « sindicato » de los Ilienkovianos en tie
rra del azúcar y del café saboreado...
« Fructificad y Multiplicaos» — así
habló Jehová al hombre recién creado, en
el huerto del Edén- , y desde entonces,
siempre que irrumpe una empresa nueva,
tal es la máxima de los emprendedores. Y
el cultivo se amplió . Y en varios centros
universitarios, ya en la segunda mitad de
los ochenta, el « sindicato » tenía afiliados
y luces. Estaba el « experimento madre,
incubador de otros, y de este aprendimos
aciertos, y de los desaliños tácticos des
cuidados también aprendimos. Hubo ex
periencias trasplantadas y confluencias fe
lices. Y hubo un momento estelar cuando
la línea prendió en unos cuantos cerebros
diseminados por todo el país, tantos que
valdría la pena contarlos, pues los diez
dedos de la mano no alcanzarían para ello.
Los experimentos todos, desde el ca
pitalino hasta el de tierra adentro tenían
similar traza en su disciplina lógica, aun
que, por supuesto , la ingeniería entre ellos
era diferente. Diferencias estas —y era un
problema táctico a tener en cuenta , que
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REFLEXIONES
no podían enturbiar la vista y ocultarnos
el çenemigo común »: el «ontologicismo na
turalizante» , acompañado las más de las
veces por la chapucería metodológica, falta
de rigor e hilación dialéctica. Ascenso de
lo abstracto a lo concreto, donde lo con
creto era siempre la praxis « desenvuelta »,
multifacética, de los hombres, abstracta
mente « puesta » al principio -tal era la
disciplina impuesta a la enseñanza- .
¿ Cómo se llegaba ?, esto no era tan impor
tante , lo que importa es de dónde se parte
y a dónde se llega, procurando siempre
cerrar en círculo, dándole un poco más de
diámetro a la tirada .
Y fructificamos, y nos multiplica
mos , y serios intentos hubo de bregar así,
tras las señas de Ilienkov , y la disciplina
nueva llegó a imponerse en varios centros
del país ."
Releo lo escrito y me asombro de
haberlo hecho como el viejo que se dispo
ne a escribir sus memorias, mano temblo
rosa por los años, hecho lo hecho ... Pero
es que el tabique que coloco entre el ayer
y el hoy es tan arbitrario que razones tiene
el presente para disputarle al pasado lo que
cuento y , tantas como al presente, razones
del ayer para ripostarme, cual si fuera
mujer el ayer, que no es tan viejo como lo
pinto. ¿ Qué son, al fin y al cabo , dos o
tres años, cuando más ?
Creo yo haber justificado la memo
ria emergente de los ochenta : acaso agre
garía que es tan rápido el curso del pre
sente , tan tropeloso su arrollo , que apenas
si nos damos cuenta de que ya mucho de
hoy pertenece al ayer remoto , y que anda
mos tras el presente montando lomos que
ya no corren tanto . Pero no se tuerza lo
dicho de modo que pareciera como si aho
ra , tras larguísimas escaramuzas y sobra
dos halagos , vengo con esas de que
Ilienkov es penco inservible y portento
locomotivo irremediablemente desahucia
do. No. Lo asentado bien que esté asenta
do -y no está mal que siga dando bata
lla- ¡Imperdonable torpeza sería la del
que, con los pies, rompe lo hecho con la
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cabeza, máxime si lo hecho tiene mucho
que dar!
En los años fabulados hemos bor
deado en Cuba una manera adulta de ense
ñar filosofía y no es exagerado decir que,
en esta dirección, mucho le debemos los
cubanos a Ilienkov .
Por más que quisiera no puedo afir
mar que la línea de Ilienkov y la estirpe de
los ilienkovianos se haya impuesto en to
dos los medios universitarios. La batalla
continúa y ella, inevitablemente, ha ido
limando aferrados conceptos ( arrugas in
telectuales) de aquí y de allá . Pero que el
rayo de Iliénkov ha incidido -ya no en
unos pocos que andaban a la vanguardia
de la masa estudiantil entonces, sino en la
conformación de un «estilo de pensamien
to más dúctil» — ,de eso no me cabe dudas.
De que Ilienkov, fundamentalmente en la
segunda mitad de los ochenta, es clave para
entender algo de los avatares de la ense
ñanza de la filosofía marxista en Cuba, de
eso tampoco albergo dudas. Más no por
ello dejo de advertir –a la sazón con lo
que dije sobre los lomos que ya no corren
tan rápido- , que quizás las preocupacio
nes metodológicas con las que leímos a
Iliénkov, la pupila que encontró en él la
disciplina tan cara que acabo de fabular,
ya pertenecen al ayer. De nuevo el argu
mento de la época: otras preocupaciones,
otra pupila, otros problemas otras lectu
ras . El ayer, ese que sigue prometiendo
en las contiendas pedagógicas de hoy , ha
sido espléndido; el futuro, ese de cuya
presencia no nos percatamos todavía hoy , 1
es mejor.
Tras sus rastros, en la escalada, me
llevo lo mejor de lo aprendido . Ilienkov
va conmigo.
Agosto 1990
Notas
' En la segunda edición soviética de Lógica
dialéctica aparece la siguiente semblanza
biográfica de Ilienkov: Edwald Vasílievich
Ilienkov ( 1924-1979) . Doctor en Ciencias
73

Filosóficas y participante en la Gran Guerra
Patria. Terminados sus estudios de pregrado,
y después de aspirantura en la Universidad
Estatal de Moscú, desde 1953 y hasta el final
de su vida trabajó en el Instituto de Filosofía
de la Academia de Ciencias de la URSS . Los
problemas relacionados con la dialéctica
materialista como lógica y teoría del
conocimiento fueron de especial interés para
él . Por el mérito de sus investigaciones en este
terreno, en 1965, por disposición del Presídium
de la Academia de Ciencias de la URSS , le fue
otorgado el premio Chernichevski. Sus trabajos
principales son: « Dialéctica de lo abstracto y
lo concreto en El Capital de Marx » ( 1960).
Sobre los ídolos e ideales ( 1968) . Lógica
dialéctica ( 1974) . Dialéctica leninista y
metafísica del positivismo (1980). Participó en
las monografías colectivas ¿Dónde arranca la
personalidad ?, La contradicción dialéctica
(1979 ) y otras.
2
Ilienkov, E.V. Lógica dialéctica . Ensayos de
Historia y teoría . Editorial Progreso. Moscú,
1975 .
3 Debe tomarse en cuenta , por supuesto , que
en los setenta , filósofos cubanos realizaron
estudios de aspirantura en la URSS . Es de
suponer que muchos de estos especialistas
trabaron conocimiento con la obra de llienkov
en la Unión Soviética , trayendo sus
preocupaciones.
* Nos referimos, fundamentalmente, a El arte
y el ideal comunista (Moscú, Iskutsvo , 1984) y
a Dialéctica leninista y metafísica del
positivismo (Moscú , 1980 ). Estos eran los libros
del autor más manejados por nosotros, teniendo
en cuenta que fueron editados en el período en
que estudiábamos en la URSS. Del libro El arte
y el ideal comunista , por iniciativa personal de
algunos especialistas, se han traducido algunos
ensayos, los cuales, hasta donde sabemos, no
están publicados en español.
s Téngase en cuenta que a pesar de que Lógica
dialéctica fue editada en la URSS , por primera
vez, en 1974, el libro era casi imposible de
localizar en las librerías. La mayoría de nosotros
conocíamos algunas de sus tesis por los
comentarios de los profesores. No fue hasta 1984
74
REFLEX
cuando tuvimos acceso a la obra fundame
de llienkov. Por ello me inclino a pensar qu
impacto del libro , al menos entre los estudian
extranjeros en la URSS , tuvo lugar sólo en
ochenta .
• Baste recordar que , aparte de monogral
especializadas sobre algún autor específi
artículos sueltos y manuales, no disponíamos
estudios coherentes y de carácter sobre las raí
del marxismo. La obra de Lukacs, Garau
Kornú Althusser, etc., no circulaban en
nosotros .
? Me refiero a su libro Dialéctica leninista
metafísica del positivismo. Moscú , 1980.
8
EI ISPJAE y la Universidad de La Haba
parecen que llevaron la delantera en es
dirección. Hasta donde llego a saber, es
ISPJAE donde por primera vez se experimen
un programa de filosofía cuya línea directriz e
la Lógica dialéctica de llienkov, por iniciativa
empeño del C. Dr. Eduardo Albert Santos.
' Me refiero al experimento del ISPJAE, el cua
fue interrumpido en 1988-1989. Sin dudas est
experimento docente ha sido el intento más seric
de impartir la filosofía marxista de acuerdo con
el principio del ascenso de lo abstracto a la
concreto . Su papel dentro del proceso de
perfeccionamiento de la enseñanza de la filosofia,
en vistas a la elaboración de los Planes C.
difícilmente pueda ser sobrevalorado.
10
Hasta donde conocemos , además del ISPJAE,
han experimentado programas de mayor o
menor orientación iliénkoviana la Universidad
de La Habana , Universidad de Matanzas, el
ISCA y la Universidad de Las Villas. Por
supuesto , mi enumeración se basa en «oídas ,
pues no dispongo de información fiable sobre
esta interesante particularidad del proceso de
perfeccionamiento de la enseñanza de la
filosofía marxista en Cuba . Por ello , a
enumeración anterior seguramente omite otros
experimentos importantes de esta índole, quizás
algunos de la región oriental del país, sobre lo
cual tengo poca información .
Gilberto Pérez Villacampa fue profesor de
filosofía de la Universidad Centralde Las Villas.
Actualmente reside en Alemania .
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