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C.

Tkach: Clínica psicoanalítica con niños: Juego y Sujeto supuesto saber

El juego nos interesa como dispositivo del trabajo analítico, como práctica que sirve para analizar.
El psicoanálisis se sirve del juego para su propio fin. Es más que el lenguaje, más que la palabra.
Aparece como un dispositivo que utilizamos para el trabajo del análisis. Esto es importante para no hacer del
análisis del juego una terapia lúdica. Es el aprovechamiento del jugar a los fines del trabajo analítico.
Mediante el juego el niño trabaja psíquicamente. El nieto de Freud, jugaba al “fort-da”, desaparecer y
reaparecer el carrete. Tiene que procesar un momento crítico: la separación de su madre y dice Freud que
frente a eso que implicaría una pérdida, sufrimiento, se cura del dolor de perder a la madre escenificando su
partida y retorno, transformando una impresión desagradable en ganancia de placer. En lugar de ser él el
expulsado, es él quien abandona.

Al jugar con el carrete, lo que el niño repite es una automutilación de sí mismo. Es un objeto que se
desprende del sujeto cuando la madre parte. Crea, poniendo en escena, una ficción que además domina él.
Con la madre, él es el esclavo. Pero en la escena del juego el que manda es él. El amo es él, y el esclavo es
el objeto que le obedece. Esto le da un pasaje de posición y se recompone de la pérdida.
El juego es una actividad auto curativa que el aparato psíquico tiene a disposición.
Freud también agrega que el niño tramita las experiencias traumáticas en la actividad de juego, en la medida
que mediante él intenta procesar el más allá del principio de placer o la pulsión de muerte. Esto llevó a
algunos autores a pensar (sobre todo W) que en la situación analítica bastaría con permitir que el niño
juegue. En la práctica analítica, el analista se transformará en propiciador del juego, favorecedor de este.

Lo que denomina Sujeto Supuesto Saber, implica dos suposiciones: Supone sujeto y supone saber. La
suposición del saber inconsciente y la suposición del sujeto. En términos freudianos se trata del inconsciente
reprimido, saber no sabido, que será producido por el trabajo analítico.
El tema del supuesto saber, implica otro al que se le pueda suponer saber. Implica que el analista pueda
operar del lado del saber. En la medida que este pregunta al niño y él se inhibe y está asustado, ahí no se
está en posición de otro saber. Ahí está otro real que angustia. Entonces lo que se hace es ayudar,
posicionándose en el lugar del otro que no sabe de él. En lugar de aparecer sabiendo de él al estilo
Kleiniano (otro que sabe todo, que no deja nada fuera). El analista se debe presentar como alguien que se
acerca y pregunta. Después, a la suposición de saber hay que hacerla trabajar para que permita la
suposición de sujeto como una segunda etapa.

En los niños se da un proceso en el que en vez de estar colocados en el lugar de sujeto, entran al análisis en
posición de objeto y el sujeto es el analista. La operación es hacer una inversión de esto, no asumiendo el
analista el lugar de sujeto que lo confirme en lugar de objeto. (Se hace el que no sabe, aunque en lo que va
percibiendo y escuchando le hace ir teniendo conjeturas).
Ese saber es del analista y como el paciente a él no se lo demanda, dárselo, sería confirmarlo en un
sometimiento que justamente habría que evitársele. Sería una posición muy omnipotente. Sobre todo
cuando no hay demanda de saber.
Los niños también y con mucha frecuencia entran al análisis por otra vía que no es la entrada por el síntoma.
Entran al análisis por lo que se llama el fantasma. Y el fantasma al sujeto, no le provoca enigmas. En el
fantasma se vive, se es. Más allá de los trastornos que nos provoque, el fantasma nos da, a los sujetos, un
lugar donde su ser es consistente. Por lo menos es una ilusión de consistencia con el ser. Por eso no hay
demanda, porque en el fantasma lo que hay es complacencia, hay satisfacción. Aún hay goce.
Winnicott descubre que lo importante es que trabaje el paciente y que la interpretación del analista no se
anticipe o perturbe ese trabajo. Dice Winnicott: gozo más, no cuando hago una interpretación inteligente,
sino cuando el paciente descubre por sí mismo aquello de lo que se trata. Es con este acento con el que se
empieza a oponer al poder de la interpretación como traducción del inconsciente.

Para W, no es tanto un lugar de expresión en el juego, como lo es para MK, para ella el juego es un lugar de
expresión: el sujeto tiene un estatuto interno que está en alguna parte, y al jugar, eso que está adentro se
exterioriza, se proyecta. Es como si la subjetividad estuviese toda condensada en un interior que sería el del
niño, y al jugar vamos tirando de la piolita y el sujeto va saliendo. W dice en contraposición que la zona de
juego es una zona interior-exterior de la subjetividad.
No es sólo un lugar de expresión, es un lugar donde está el sujeto. No es un lugar de proyección de algo que
es la verdad y que está en otra parte. Ahí mismo está el sujeto trabajando. W dice que en el juego el niño se
produce a sí mismo como sujeto, y descubre algo de sí mismo como forma inédita. No solo descubre lo que
ya estaba, sino que se produce a sí mismo como algo nuevo.

Para MK, el objeto era siempre un símbolo de otra cosa. Un símbolo que representa una fantasía, un lugar
de expresión de una cosa que está en otra parte. W le da valor al objeto real e imaginario. Por eso aparecen
los objetos transicionales que tienen valor de realidad en sí mismos. El valor que le da al objeto y a la
creación que se hace con el objeto. Se crea algo que no estaba. Y si se crea algo que no estaba del lado del
objeto, es porque el sujeto mismo se está creando como otra cosa de lo que era.
Analizar a un niño es intervenir en la temporalidad de ese proceso, con lo cual no es que estamos con el
sujeto ya hecho, sino que se está haciendo, este es el valor de W. En MK, se analiza a un niño que se
constituyó desde el primer año de vida y se repite. En W, está la idea de ir más allá de la determinación
inconsciente. Hay un margen de libertad para el sujeto, que tiene que ver con la creación y con lo nuevo que
es lo que podría abrirse a partir de un análisis.
MK, considera al juego como un sustituto y equivalente de la asociación libre. En la actividad del juego yace
un proceso de descarga de fantasías de masturbación que opera como un continuo impulso a jugar y este,
actúa como una compulsión a la repetición.
Analizar el juego para MK, implica considerar los símbolos, el modo en que juega, el contenido y los motivos
que se ocultan detrás de cada cambio de juego. Ella dice que hay una prevalencia de la acción en el juego,
pero que se trata de acciones que ponen en acto el ICC y por ello implican simbolización y son
interpretables.

AF, le critica a MK, este punto de vista sobre el juego como equivalente de las asociaciones libres. Cuando
un adulto en sesión produce asociación libre, tiene como meta, que todo eso esté dirigido al analista. ¿Qué
asegura que al jugar el niño tiene como destinatario al analista?
El juego es un dispositivo que hace trabajar al ICC lo hace producir. Que produzca elementos del ICC no es
suficiente para que haya trabajo analítico.

Lacan insiste en el discurso del Otro, como discurso que preexiste al sujeto: que el sujeto niño, el sujeto que
va a advenir, primero es en la subjetividad y en el discurso de los padres. Es decir, se habla de él antes de
que él hable. Cuando él habla, cuando él tiene la palabra, ahí hay un sujeto efecto de su propia palabra. Se
subjetiviza y pasa a tomar él la palabra. En tanto sujetos siempre estamos en una relación al Otro, porque no
podemos dejar de tener un lazo con el Otro. Es lo que Lacan denomina alienación de estructura.

Por eso en la constitución del sujeto se produce un tiempo de separación de la alienación al Otro. En ese
punto es que nos recuperamos como sujetos de nuestra propia palabra.
Es importante que un analista sepa dar lugar, al tiempo de la alienación, al tiempo donde se habla de él
antes que él hable. Porque así entra al análisis: él sabe que los padres me hablan de él. Él sabe que yo ya
se cosas de él. Sabe que yo sé y que lo voy a atender.
Cuando los niños nos cuentan cosas en análisis, podemos detectar en lo que dicen cuánto de lo que nos
dicen es lo que ellos piensan o cuánto están repitiendo palabras de otros.
Hay que poner a los padres, a los Otros, en un lugar donde él pueda cuestionarlos, analizarlos, diferenciarlos
y no dejarlos como un lugar sobre el que no se plantee ningún mas allá.
C. Tkach: Winnicott: El otro en la clínica (El analista en posición de objeto)

Para enfrentar los límites de la interpretación en tanto a desciframiento el inconsciente reprimido, Freud hace
algunas puntuaciones para operar con la compulsión a la repetición, ya que ésta toma al analista como
objeto en la transferencia. El analista tiene un lugar de otro en tanto interprete además de ocupar un lugar
como objeto de repetición en la transferencia.
Freud: La neurosis de transferencia es un espacio, un “reino intermedio” entre la enfermedad y la vida,
donde la analista ocupará el lugar de objeto real y fantaseado.

El material psíquico constituido por la compulsión a la repetición, es de distinta cualidad psíquica del que
proviene a través la asociación libre. Para enfrentar este nuevo material, Freud propone el “manejo de la
transferencia”, que significa abrirle al paciente la transferencia como desafío, donde la compulsión a la
repetición pueda desplegarse con total libertad y donde el paciente escenifica para el analista todo el
pulsionar patógeno de su vida psíquica.

El proceso analítico encuentra sus límites en la puesta en palabras, al mismo tiempo en que dicho proceso
se va imponiendo la puesta en acto. Freud propone una intermediación entre el pasaje de la puesta en acto
a la puesta en palabras. Esto consiste en la puesta en escena de la transferencia en la que el analista ocupa
el lugar de objeto.

El lugar del analista como otro según Winnicott presenta otras dimensiones que forman parte de los
fundamentos de la operación analítica. Tales como:

1. Actitud profesional: Indica un sentido técnico y ético. Entre paciente y analista, hay una actitud
profesional de este su técnica, y el trabajo que hace con la mente del paciente. No pretende obrar como
maestro, salvador o moralista.

Winnicott asemeja la actitud profesional al “simbolismo” que supone una distancia entre analista y paciente.
Este simbolismo se sitúa en el vacio entre el objeto subjetivo y el objeto percibido objetivamente.

El analista está “sometido a tensión” al mantener la actitud profesional. Se trata de que pueda permanecer
profesionalmente comprometido sin sufrir una tensión excesiva. Dicha tensión consiste en poner las
condiciones que permitan el desarrollo de los fenómenos transferenciales. Esta tensión puede provocar una
estructuración de las defensas de su ego que disminuya su habilidad para enfrentar nuevas situaciones.
Para que esto no ocurra, el terapeuta debe permanecer “vulnerable”, conservar la vulnerabilidad propia de
una organización defensiva flexible y al mismo tiempo conservar su papel profesional.

Dicha tensión no se resuelve, forma parte de la posición del analista, se soporta, se tramita y se pone al
servicio del lugar que ocupa este como otro. A esto W. lo denomina:

2. Buena disposición del analista: Para ayudar al paciente, su capacidad de identificarse con él y creer
así en lo que hace falta y satisfacer sus necesidades por medio del lenguaje verbal, no verbal y paraverbal.
Esta disponibilidad del analista en tanto otro, constituye el marco y sostén, para que el proceso de cura
pueda desplegarse.

La disponibilidad incluye disponer de las condiciones para que los fenómenos transferenciales se
desarrollen. Lo que implica algo más que la predisposición para percibirlos.

Winnicott hace una analogía entre la actitud profesional del analista con la descripción que adjudica a la
“madre-medio ambiente”. Entre sus funciones destaca la de seguir siendo ella misma, estar identificada con
su hijo y estar allí para recibir el gesto espontáneo.
Esta mama-medio ambiente, en un primer momento, actúa mediante una comprensión casi mágica de las
necesidades de su hijo, y en un segundo momento, reconoce que él tiene la nueva capacidad de emitir
señales que le indiquen sus necesidades.

W. subraya analógicamente la importancia de que el analista no sepa las respuestas, el papel del analista
debe variar de acuerdo con el diagnóstico del paciente.
La actitud profesional se ve alterada por completo en dos casos: con el paciente con tendencia antisocial, y
con el paciente que necesita una regresión. En el primero el analista se ve obligado a corregir la falta de
apoyo del ego, que alteró la vida del paciente y usar lo que sucede para llegar a un planteamiento preciso de
las privaciones originarias, tal como fueron percibidas por el paciente en la infancia. En el segundo caso, hay
una necesidad de atravesar una fase de dependencia infantil. Hay que provocar el colapso del paciente
como parte del tratamiento para desarticular la falsedad que oculta el ser verdadero.

En la regresión lo que está en juego es un revivir de la transferencia que convoca al analista a tener un
apoyo más comprometido, necesario para el esclarecimiento analítico, mientras que en la tendencia
antisocial, el énfasis está en la corrección de la falta de apoyo recibido y en la construcción de un
planteamiento preciso de lo ocurrido y vivido en la privación.

Winnicott denomina psicosis de transferencia al estado durante el periodo de dependencia del paciente,
cuando le permite al analista llegar a las capas más profundas de su personalidad debido a su posición de
objeto subjetivo. Aquí el peligro es que el analista empiece a interpretar en vez de esperar a que el paciente
haga los descubrimientos por sí mismo sostenido en la relación analítica.

Winnicott afirma que hacer un análisis con todas las de la ley, significa comunicarse con el paciente desde la
posición en que lo coloque el paciente en la “neurosis (o psicosis) de transferencia”. El analista forma parte
de de los fenómenos transicionales tanto en la neurosis como en la neurosis de transferencia.

Lo transicional
Remite a la idea de un espacio transicional. Área intermedia, que implica un espacio potencial para la
creación de objetos. Tanto el espacio, como los objetos, dan cuenta de una dimensión en que la acción
analítica se ampliará desde la interpretación, esto habilitará al sujeto para que viva experiencias creadoras
con esta categoría de objetos.

La superposición de las dos zonas de juego que W. conceptualiza en la consulta terapéutica, y cuyo
prototipo es el juego del garabato, puede extenderse al proceso analítico. El espacio de superposición de
una zona de intersección entre el paciente y analizante en el proceso analítico, pertenece a cada uno y a
ambos simultáneamente. La zona productiva del proceso transcurre en esa zona media de superposición.
El intercambio entre paciente y analista en dicho espacio, implica un juego compartido.

En el caso de jugar con los niños, lo que se trata principalmente es la producción de sentidos en el proceso
analítico. Aquí el analista ocupa el lugar de objeto ofreciéndose en tanto otro-semejante- soporte de esa
construcción de significaciones. El sentido no emerge de modo limpio y transparente, al analista le toca
reconstruirlo.

La dimensión del analista en tanto objeto en la dimensión de los fenómenos transicionales, tiene que ver con
la noción de “uso de objeto”. Mientras en la “relación” de objeto, este es un manojo de proyecciones, cuando
se trata de “uso”, el objeto pertenece a lo real en el sentido de la realidad compartida. Aquí el analista tiene
que tener en cuenta el objeto como “cosa en sí” y no como proyección.

Por otro lado, el analista abre un espacio a la experiencia que conducirá a la tramitación de los ataques
destructivos, donde la supervivencia de los mismos le permitirá al paciente colocar el objeto fuera de la zona
de control omnipotente. Aunque Winnicott no menciona la compulsión a la repetición, es esta la que está en
juego en esta destructividad con el objeto transicional
C. Tkach: En los rostros de la transferencia: Neurosis de la infancia y transferencia.

La neurosis infantil aparece conceptualizada en Freud no tanto en relación al periodo de la infancia; sino
como la reconstrucción que se hace en el análisis del adulto.

En Moisés y el monoteísmo; presenta el trauma de la primera infancia, que se caracteriza por ser una etapa
en que las vivencias que el niño tiene no son asequibles al recuerdo, y estos traumas son de naturaleza
sexual y agresiva. Estas aparecen en los primeros años de la vida, quedan en el olvido; son vivencias en el
cuerpo, o bien percepciones sensoriales (visuales o auditivas).

Como consecuencia del trauma quedan dos tipos de efectos:

-Los efectos positivos: son empeños por recordar la vivencia olvidada hacerla real, justamente es positiva
por repetirla, e intenta revivirla dentro de un vínculo análogo con otra persona. Esto lo va a llamar fijaciones
al trauma y compulsión a la repetición. Representan esfuerzos para reanimar el trauma, para recordar la
vivencia olvidada, o para volver a vivenciarla. Sus efectos pueden ser integrados a un yo normal,
conformando rasgos de carácter. El trauma tiende a repetirse.

-Los efectos negativos: Son defensivos, persiguen que no se recuerde ni se repita nada de los traumas
olvidados. Son las llamadas evitaciones y pueden acrecentarse hasta ser inhibiciones y fobias. Los síntomas
de las neurosis son consecuencia de compromisos entre estas dos tendencias. Están relacionados con
mecanismos defensivos para que el trauma no se repita ni se recuerde. Su expresión principal son las
evitaciones que pueden exacerbarse hasta convertirse en inhibiciones o fobias. Son fijaciones al trauma en
el sentido de que también contribuye la formación del carácter.

De estos efectos surgen los síntomas de la neurosis infantil.

Siguiendo con Freud; al trauma de la infancia puede seguirle inmediatamente una neurosis de infancia, pero
rara vez esta neurosis se prolonga, por lo general hay un período llamado Latencia y sobreviene más tarde
lo que Freud llama neurosis definitiva que se vuelve manifiesta como efecto demorado del trauma.

Un efecto inmediato del trauma: neurosis de la infancia; un efecto demorado del trauma: neurosis
definitiva.

Melanie Klein; planteó que la neurosis de la infancia es una neurosis actual, una neurosis de angustia, y la
característica es que la causación de estas neurosis no es un hecho pasado ante el cual el yo hubiese
empleado el mecanismo de la defensa, es una causa actual que, además, está ligada a la vida sexual
de los pacientes.
El cuadro sintomático tiene bastante que ver con el cuadro que recibimos en la infancia. Y el punto de falta
de satisfacción, aquí hay algo que se puede coordinar con las experiencias sexuales tempranas que son
experiencias con una falta de satisfacción por exceso de placer o por falta, me estoy refiriendo a la etiología
traumática de la neurosis histérica y obsesiva, como un exceso de carga que el aparato no puede tramitar,
por lo que produce defensa.

Freud, retoma esto en más allá del ppio de placer: Este Exceso traumático que el aparato no puede tramitar
como trauma de la estructura, constitutivo y no accidental. Entonces la neurosis de la infancia en este
sentido implica atravesar un trauma por estructura, independientemente del accidente.

M. Klein; caracteriza el terror nocturno, las fobias, problemas del sueño, trastornos en la alimentación,
timidez general, inhibiciones, hiperactividad, etc., son síntomas que ya están participando del carácter del
niño. Sitúa todo esto en la primera infancia y se puede extender en la época de la latencia, pero no
configuran síntomas en el sentido psicoanalítico; implican medidas defensivas, perturbaciones, sufrimiento,
pero es difícil que sean síntomas salvo en el caso de las fobias.

El juego es un sustituto de la asociación libre. Consideraba que los niños no hablaban, por la angustia que
sentían, pero no consideraba terminados los análisis hasta que los niños no pudieran expresar sus conflictos
a través del lenguaje.
Ana Freud; nunca consideró que el juego fuera un equivalente de la asociación libre. Dice que el niño
cuando juega, juega.
Hace una psicopatología de la infancia: lista año por año, área por área, la vida de los niños, por etapas
evolutivas y va ordenando que tipo de trastornos se van presentando en cada una. Sistematiza lo que son
interferencias en el desarrollo, conflictos del desarrollo, conflictos neuróticos y neurosis infantil.

Para la autora, la neurosis infantil es todo aquello posterior a la confrontación edípica de la etapa
libidinal, todo lo otro no es neurosis; es decir que para la neurosis se requiere de la represión y la
formación de síntomas. Esto es lo que nos encontramos en la neurosis infantil, cuando está
presentada del lado de la neurosis de angustia, observamos que lo que no hay es una sustitución
sintomática que actúe como retorno de la represión.
Los niños no hablaban en el análisis porque mantienen la transferencia con los padres, el analista no es
objeto de transferencia y menos de neurosis de transferencia.

Carlos Tkach, el niño en la neurosis de la infancia lo que está procesando es la pérdida de goce a la que lo
somete el significante; lo procesa con estas reacciones sintomáticas.

Los niños se presentan en el dispositivo por el lado de la repetición sin transferencia. No solo repeticiones
significantes que se van expresando en el juego, sino también repeticiones en la modalidad de jugar.
Podemos ver en el juego del Fort-Da de Freud, la repetición en 1er lugar. El niño se recupera de una perdida
de goce y en la actividad de la puesta en escena hace una recuperación, pero al jugar con los significantes
produce la elaboración de esta pérdida (del objeto madre) que al jugar la reproduce. La renuncia a la madre
puede tramitarla creando una nueva satisfacción de otra índole que es la que le da el juego con los
significantes.

En el juego de los niños, es posible leer simbólicamente sus conflictos y las representaciones psíquicas que
tiene de lo que le está ocurriendo.
Es muy posible que algo de cifre (se abrevie, se resuma, se transcriba); en ese ciframiento de su jugar
gozan, hay un gozar en ese juego; que puede no pedirle nada a nadie.

La transferencia se genera por el hecho de que a partir de esta repetición significante, se pueda descifrar, se
pueda deducir un sujeto. El sujeto se deduce de ese saber que el niño cifra.

Lo que importa es que la operación analítica es algo específico del dispositivo y no es meramente una
lectura, es una intervención operativa que cifra el sujeto, por eso hay efectos que podemos producir que no
descifran ninguna verdad para el sujeto, descifran sentido, pero no todos los sentidos tienen efecto de
verdad para el sujeto.
Para que esto se produzca la posición del analista no puede ser la de un descifrador que las sabe todas.
Cuando Lacan postula el surgimiento del saber inconsciente y la división subjetiva, los postula por suponer
en el Otro un no saber.
Este es el “no saber” que se trabaja en las neurosis, que es el saber del ICC que se descifra.
En la neurosis de la infancia esta división, este no saber no está del todo constituido. Es el no saber que
constituye el icc como reprimido ---> lo constituido por represión secundaria, articulado al falo y a la
castración.
En la neurosis de la infancia no tenemos constituida esta represión, por eso lo que tenemos son síntomas
actuales y no tenemos representaciones reprimidas a las encadenarlos. No tenemos sustituciones, salvo en
el caso de la fobia (que es un 1er intento de sustitución).
En los niños faltan estas sustituciones, las sustituciones articuladas al falo y a la castración; este es el
trabajo que hace la neurosis de la infancia: coordinar la maquina icc con el goce sexual, lo cual implica la
operación falo castración. Esto implica separar el goce del cuerpo, y encontrarlo en algunos bordes.
C. Tkach: “Juanito el antes de la fobia”

Antes de empezar con el texto de Carlos Tkach, voy a desarrollar algo que encontré sobre el tema, que
puede servir para aclara, ya que el texto de Carlos es medio embrollado.

S. Freud toma 2 direcciones para examinar la fobia del caso Juanito:

I. Hasta qué punto el caso confirma la hipótesis de “Una teoría sexual” de 1905
La vida sexual de Juanito coincide con la teoría sexual de 1905 inferida a partir del análisis de adultos. A
esta afirmación pueden hacerse dos objeciones:
A) Juanito no sería un niño normal, sino predispuesto a la neurosis, y por lo tanto no podemos aplicar las
mismas conclusiones a todos los niños, como se hace en la teoría sexual (ver punto III).
B) El análisis de Juanito fue llevado a cabo por su padre, que adhería a las teorías y prejuicios de Freud,
por lo que el análisis deja de ser objetivo. Antes de aparecer su fobia, Juanito hablaba franca e
ingenuamente sobre sus investigaciones sexuales, pero al empezar su fobia y su análisis, sus palabras no
expresaron tanto su pensamiento en parte por la acumulación de material ICC imposible de dominar por la
natural reserva hacia sus padres. El padre oriento la atención del niño hacia ciertos temas: esto debilita la
fuerza probatoria de su análisis. A pesar de esto, no podemos decir que el niño haya sido sugestionado
porque padre ya que aplica al material disponible sus propias teorías sexuales sin necesidad de estimulo
exterior, y estas son ajenas al pensamiento adulto. Por ej: cuando Juanito habla espontáneamente de sus
excrementos.
El vivísimo interés sexual de Juanito lo lleva a concluir que la posesión de la cosita distingue lo animado de
lo inanimado pero al descubrir que hay seres animados que no la tiene, se viene abajo su concepción, de
manera tal como si hubiese perdido el mismo su cosita. Una amenaza materna sobre quitársela, por su
actividad autoerótica, es entonces rápidamente reprimida, aunque ejercerá su efecto más tarde.
En sus relaciones con sus padres, se confirma lo dicho en “Una teoría sexual” y “La interpretación de los
sueños”, en cuando al Edipo: desea a la madre y quiere aparta al padre, deseo surgido en vacaciones,
cuando el padre se ausentaba a menudo. Cuando luego el padre no se iba, su deseo de que se fuera se
convirtió en su deseo que se muriera. El desea matar al padre, pero también lo quiere. Estos impulsos
antitéticos son necesarios, sin ellos no habría represión ni neurosis: uno de ellos mantiene encubierto al otro
impulso, coexistiendo pacíficamente en los niños.

II. Que aporta el caso para la compresión de las fobias


Un día Juanito adquiere miedo a salir a la calle, y se da cuenta que ello le sirve para quedarse en casa con
la madre (deseo que pudo haberse exacerbado por el nacimiento de Hanna, su hermana). La libido se
convierte en miedo y este se plasma en temor a ser mordido por un caballo blanco. El estado que surge es
una fobia, que al comienzo es agorafobia pero luego se circunscribe al caballo.
Se trataría de una fobia de una neurosis de angustia, pues la libido, desligada del material patógeno por la
represión, no es convertida somáticamente sino que queda liberada como angustia.
La histeria de angustia es frecuente y la más temprana, es la neurosis infantil. Lo esencial de la histeria de
angustia es que evoluciona cada vez más hacia la fobia, hasta desaparecer la angustia, pero a costa de
inhibiciones y restricciones. Ello se debe a que la angustia liberada se liga nuevamente, pero no puede
transformarse en libido, por lo que el desarrollo de angustia será impedido mediante defensas
(precauciones, inhibiciones, prohibiciones) que aparecen como fobias.
La 1ra intervención terapéutica ocurre cuando Juanito asigna a la angustia un contenido: temor a ser
mordido por un caballo. Sus padres le dicen que su angustia proviene de la masturbación, y Juanito
relaciona su miedo a ser mordido con algo que su padre le había dicho tiempo atrás: “no le acerques los
dedos al caballo porque te morderá”. Freud señala que esta relación con la masturbación es aun más lejana,
que esta relación fue inducida en realidad por los padres.
Para Freud la angustia deviene una amenaza de castración, que su madre había realizado 1 año y medio
atrás y confirmada por el niño cuando su padre le dice que su madre no tiene “cosita”.
Freud indica que, antes de obtener un resultado terapéutico, interesa que el niño tome CC de sus procesos
ICC por sus propios medios, y no mediante una interpretación brusca. En efecto, Juanito puede empezar a
vencer su complejo de castración exteriorizando su deseo incestuoso, pero todavía encubierto bajo la
fantasía de las dos jirafas (los dos padres), donde una de las cuales protesta porque Juanito tomo posesión
de la otra.
Es difícil precisar que es lo que hizo que la libido se transformara en angustia, o sea en qué punto comenzó
la represión. Por ahora no podemos saber si se debió a la persistencia de una intensa excitación sexual, o si
se debió a una incapacidad somática constitucional con respecto a la satisfacción masturbatoria habitual.
En Juanito vemos una fuerte represión de la sexualidad: abandona la masturbación y se asquea con los
excrementos. Sin embargo, los verdaderos componentes que causan el motivo ocasional de la fobia (ver
caer el caballo) son los sentimientos hostiles hacia el padre y los sádicos que corresponden a un
presentimiento del coito respecto a la madre. La fobia surge cuando la agresión intenta exteriorizarse.

De clase: Freud empieza diciendo que lo que Juanito tiene es una histeria de angustia, y que después se
desarrolla en una fobia. A diferencia de la histeria de angustia, en la fobia la libido que es desligada del
material patógeno por la represión no es convertida.
Los mecanismos principales de la fobia son: la represión, el desplazamiento, proyección y la evitación.
Las fobias son las psiconeurosis más frecuentes y de aparición más temprana, son universales y
espontaneas, Freud las llama neurosis infantil ya que están relacionadas con el complejo de Edipo.
Juanito tiene amor por su madre y por su papa siente amor pero también tiene un impulso hostil la
representación del amor por su papa va a entrar en ambivalencia con el impulso hostil. Juanito a causa de
esto siente angustia (contradicción), y lo que hace es reprimir, desplazar esa hostilidad hacia otro objeto
(caballo). Elige el caballo porque vio a un caballo que se lastimó (y le dio mucha impresión) y porque jugaba
con su papa al caballito.
Lo que define a esto como síntoma y fobia es el desplazamiento hacia el caballo, que es un sustituto
simbólico.
Juanito tiene en un 1er momento agorafobia, y después se convierte en una fobia, esta empieza 1mero con
el miedo a que el caballo lo muerda y después con miedo al caballo.
El motor de la represión es la angustia de castración, deja de amar a la madre por esta angustia. El “ser
mordido” es un sustituto simbólico de ser castrado”. La represión opera sobre casi todos los contenidos
edípicos; el impulso hostil hacia su padre, el amor hacia la madre y la angustia de castración.

Del texto de C. Tkach: “Juanito el antes de la fobia”; y del fascículo que lleva el mismo nombre. (Son
exactamente iguales)

Hemos optado poner la lupa sobre el tiempo previo a la instalación de la fobia de Juanito. En la propias
reconceptualizaciones de Freud encontramos algunas claves para repensar ese “antes”.
Lo voy a anticipar desde ya: se trata del trauma y sus efectos postulados por Freud como la etiología de la
neurosis en general.

Es importante separar el comienzo de la angustia y el de la fobia. Es decir el “antes” está signado por el
comienzo de la angustia que dará origen al denominado “estado de angustia”. El que será especificado
como un estado de angustia libremente flotante.
El “estallido de la angustia” no fue tan repentino como parecía. La perturbación se había iniciado con
“pensamientos tiernos angustiados” y luego con un sueño de angustia (perder a la madre) y no poder hacer
mimos con ella. Anteriormente al estallido ya había tenido “parecidos de añoranza y angustia” y consiguió
ser aceptado por su madre en la cama.
Freud, postula antes de aquella eclosión, hay presencia de una excitación sexual acrecentada, cuyo objeto
es la madre, y que llevó a Juanito a dos intentos de seducirla, siendo el último muy poco anterior al estallido
de angustia.
En ésta etapa el “fenómeno básico de su estado” es la ternura hacia la madre q se acrecentó enormemente
y subraya como fundamental “el vuelco de la excitación sexual en angustia”. Es decir que es la ternura
intensificada “lo que súbitamente se vuelca en angustia”
Los estados angustiados del niño prueban que al inicio de la enfermedad no existía fobia a salir a la calle, ni
a los caballos.

En este comienzo el niño “no sabe de qué tiene miedo”, lo que sí sabe es que le falta la madre y no quiere
apartarse de ella. Se evidencia entonces, el primer sentido de “su aversión a andar por la calle”.
A consecuencia de la represión, la angustia ya no puede mudarse plenamente en libido. Freud denomina
“angustia patológica” a esta sensación de añoranza angustiada desde el momento en que ya no se la puede
cancelar aportándole el objeto.
Respecto a lo que causó la mudanza de esta añoranza libidinosa en angustia, conjetura dos alternativas.
 La primera, a la “intensidad” de la moción “no dominable” para el niño
 La segunda, a una incapacidad somática o una intolerancia constitucional a la satisfacción masturbatoria
regularmente ejercida como consecuencia de la persistencia de la intensidad de la excitación.

El niño había practicado la masturbación durante mucho tiempo, obteniendo satisfacción. Ahora bien, los
estados de angustia no son provocados por la masturbación, afirma Freud, ni lo son en general por una
satisfacción. Pero justamente en la época que nos ocupa, el niño se encuentra en “la lucha por
deshabituarse”. Ello resulta más coherente con la represión y con la formación de la angustia que se
produce justamente con posterioridad a la amonestación de la madre (La madre lo amenaza).
Al estar bajo los efectos de una oleada represiva que recae sobre los componentes sexuales, se despoja
del onanismo. Además, incluye bajo esta oleada represiva el hecho de que el niño rechaza de sí con asco
cuando recuerde a excrementos y ser espectador de los desempeños excretorios.

Para entender el surgimiento de este estado angustioso hay que aportar elementos de la historia del niño.
 El nacimiento de la hermanita, suceso que exacerbó en vínculo con los padres y su condición de
espectador de los cuidados de la crianza le reanimó, luego, las huellas mnémicas de sus propias vivencias
de placer, las más tempranas.
Freud da importancia de este acontecimiento ya que “es preciso tomar como punto de partida ese
reavivamiento del placer y del apetito de saber sexuales anudado al nacimiento del siguiente hijo”. En éste
caso la hostilidad hacia la hermana es la primera reacción.
La presencia de la hermana le trajo muchas cosas,
1. En 1er lugar: Una “privación” de las satisfacciones recibidas de su madre, disminución de sus cuidados
y atención que tuvo que acostumbrarse a compartir con su hermana.
2. En 2do lugar: Una eclosión de vivencias de un placer ya perdido, frente al espectáculo de los cuidados
que su madre le brindaba a su hermana. De ambos influjos resultó “un acrecentamiento de su necesidad
erótica que empezó a sufrir una falta de satisfacción.
A partir de esas vivencias de privación, Freud pone de relieve los antecedentes del aparente estallido de
angustia.

La perspectiva del trauma (1)


Freud pone en juego 2 factores para ordenar la explicación del caso. A) “la vivencia accidental” y B) “la
fuerza traumática”. Que explicarían el desencadenamiento de la fobia en sí.

Para Freud la ocasión actual tras la que estalló la fobia, fue cuando el niño vio caer a un caballo, pero no le
atribuye a esta vivencia accidental la propia eficacia de una fuerza traumática. La vivencia es en sí no
sustantiva pero en tanto antecedió al estallido de la enfermedad sí le atribuye el papel de su
“ocasionamiento”. Reconoce que al niño le causó gran impresión y creyó que el caballo estaba muerto y que
a partir de allí, todos los caballos se tumbarían.
Pero afirma que ese accidente observado por casualidad fue dotado de eficacia a consecuencia de la
anterior significación del caballo como objeto de interés del niño. La neurosis se anudó a ella directamente y
elevó el caballo a objeto de la angustia.

La vivencia que le parece “más apta para el trama” es una vivencia anterior en la que Juanito ve a un
amiguito que se cayó en el juego del caballo.

Freud articula la constitución del síntoma fóbico a una vivencia accidental que desencadena y encadena, en
un segundo tiempo, un complejo de conexiones previas que operarían como un primer tiempo. Estas
conexiones, ya presentes durante el estado de angustia guiarán la angustia desligada hasta su fijación en la
representación del caballo. Es decir que está utilizando el modelo de causación del síntoma que ya está
presente desde sus primeros escritos y que sistematizará posteriormente en las series complementarias.
La perspectiva del trauma (2)
La oleada represiva y la lucha por deshabituarse de la masturbación nos ponen en evidencia que se habría
iniciado en el niños un esfuerzo de lo que Freud denominó renuncia pulsional.
La eclosión-reanimación de vivencias de placer perdidas por un lado, y el afrontamiento de vivencias de
privación por el otro nos colocan ante una lucha ya instalada en el niño. El estallido del estado de angustia
es efecto de éste conflicto.

Freud, sitúa el trauma en la primera infancia en la etiología de las neurosis que se trata de “impresiones de
naturaleza sexual agresiva y daños tempranos del yo” (Moisés y la religión monoteísta) que se producen en
el periodo en que se inicia la capacidad del lenguaje.

Además dice que el trauma da lugar a efectos tanto positivos (tendencia al recuerdo, repetición de la
vivencia que constituyen la fijación al trauma, la compulsión de repetición) como negativos (tendencias a que
no se recuerde, repita la vivencia).

Tanto los efectos positivos, como negativos poseen naturaleza compulsiva.


Entonces, podemos adjudicarle carácter traumático a las vivencias de eclosión pulsional y privación
padecidas por el niño, su estado de angustia se puede entender como el resultado simultáneo de la lucha
entre el despliegue de los efectos positivos y negativos del trauma, anteriores a que la formaciones de
compromiso se organicen.

El estado de angustia inicial de Juanito es en el fondo un estado de angustia traumática que ha emergido
como consecuencia de un estado de excitación intensificado y que, enlazándose de forma inestable a
representaciones de amenaza de pérdida de la madre, se mantiene como angustia flotante no ligada.

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