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Silimarina:

La silimarina tiene potentes propiedades hepatoprotectoras

NUTRANEWS:

La silimarina se extrae de las semillas del cardo mariano, una planta bianual
habitual en los terrenos sin cultivar del sur de Europa. La silimarina está
compuesta de tres flavonoides: la silicristina, la silidianina y la silibina, siendo
esta última, con mucho, la más activa. La silimarina se utiliza en el tratamiento
de una gran cantidad de trastornos hepáticos, incluida la cirrosis, la esteatosis
alcohólica, las intoxicaciones hepáticas o las hepatitis víricas. Protege a los
hepatocitos de las lesiones causadas por las radiaciones, la sobrecara de
hierro, las toxinas de los virus causantes de hepatitis víricas o por una
isquemia. También podría tener efectos beneficiosos sobre la
insulinorresistencia, así como actuar contra el cáncer.
El extracto de cardo mariano se utiliza en la medicina tradicional desde hace
más de 2000 años, en especial para el tratamiento de la ictericia.
En Europa se utiliza en la actualidad como protección complementaria en los
pacientes que reciben un tratamiento farmacológico del que se sabe que
causa problemas hepáticos.
Las propiedades hepatoprotectoras de la silimarina están bien documentadas,
aunque sus mecanismos de acción aun no se han explicitado claramente.

Actúa de forma directa sobre los hepatocitos, dificultando la absorción de las


toxinas, estimulando su eliminación y favoreciendo la regeneración del tejido
hepático. Como el resto de flavonoides, la silimarina tiene potentes
propiedades contra los radicales, lo que impide que determinados productos
tóxicos causen lesiones al hígado.
Potentes propiedades antioxidantes
La silibina neutraliza con eficacia diferentes radicales libres, incluidos los
radicales hidroxilo y peroxilo, así como el ion hipoclorito. Aunque constituye
una defensa antibacteriana muy importante, este último es sin embargo
extremadamente peligroso y debe «desarmarse» con rapidez.
En presencia de hierro, crea el radical hidroxilo capaz de atacar directamente
al ADN (Biochem Pharmacol. 1994 ; 48 : 753-9).
El efecto antioxidante de la silibina se observó en ratas con una intoxicación
aguda causada por etanol y paracetamol. Estos dos compuestos causan una
peroxidación que tiene como consecuencia una depleción marcada del
glutatión en el hígado.
Un tratamiento con silimarina o silibina protege a los animales del estrés
oxidativo producido en el hígado por el etanol o el paracetamol (Biochem
Pharmacol 1985 ; 34 :12).
La silibina protege los glóbulos rojos y estabiliza sus membranas inhibiendo la
peroxidación de los lípidos. La silimarina y la silibina parecen además ejercer
su actividad antioxidante no solo neutralizando los radicales libres, sino
también influyendo sobre los sistemas enzimáticos asociados al glutatión.
Aumentan la actividad de las enzimas superóxido dismutasa, así como la del
glutatión peroxidasa en los glóbulos rojos (Acta Physiol Hung, 1992 ; 80 :375-
80). La silimarina normaliza la actividad ralentizada de la SOD y la
inmunorreactividad alterada en los linfocitos de pacientes afectados de cirrosis
alcohólica del hígado.
Otra propiedad interesante de la silibina y la silimarina es que intervienen en la
regulación del contenido en glutatión de diferentes órganos. Se mostró así que
la silimarina puede aumentar los niveles de glutatión en un 35% en el hígado
de las ratas. Este aumento se produce de forma selectiva en el hígado, el
intestino y el estómago (Planta Med, 1989;55 :420-2).
Por último, la silibina protege a los tejidos de las lesiones causadas por el
hierro. Una sobrecarga de hierro es peligrosa, puesto que cataliza diferentes
radicales libres y tiene como consecuencia una peroxidación de los lípidos
membranarios. El hígado es el primer sitio en el que el hierro ejerce sus
actividades destructoras. Las actividades antioxidantes de la silibina ayudan a
proteger frente a la toxicidad del hierro. Además, un determinado número de
datos científicos sugieren que la silibina actúa como un quelante del hierro que
se une al hierro libre y facilita así su eliminación por la bilis (Gastroenterology,
1999; 109 :1941-9.
Propiedades antiinflamatorias
Al igual que otros flavonoides, la silibina es capaz de inhibir la producción de
óxido nítrico que en exceso es muy destructor. Desencadena la inflamación
crónica y favorece la generación de más radicales libres.
La silibina puede frenar la formación de prostaglandinas proinflamatorias
(PGE-2). No obstante, los datos científicos indican que este mecanismo solo
se produce en grandes concentraciones. Por contra, incluso en bajas
concentraciones reduce la producción de leucotrienos, unos peligrosos
compuestos inflamatorios (Life Sci. 1996 ; 58 : 1951-1600).
La importante capacidad de la silibina de disminuir los niveles de leucotrienos
es especialmente interesante desde el punto de vista clínico para el
tratamiento de diferentes trastornos alimentarios y, en especial, para prevenir
los cálculos biliares y las lesiones de los tejidos hepáticos o renales.
Estimula la regeneración del hígado
La capacidad de la silimarina de estimular la regeneración de los tejidos
hepáticos puede explicarse por el hecho de que estimula la síntesis de las
proteínas en los hígados dañados. Los ensayos in vivo e in vitro realizados en
ratas a las que se les había extirpado una porción de hígado
muestran que la silibina produce un aumento significativo de formación de
ribosomas, de la síntesis del ADN como la de las proteínas. De forma
sorprendente, la silibina actúa sobre la síntesis de las proteínas solo cuando el
hígado ha sufrido lesiones (Arzneimittelforschung, 1973; 23 : 161-7).
Hepatitis causadas por toxinas o medicamentos
En caso de envenenamiento por amanita faloides la tasa de mortalidad oscila
en general entre el 22 y el 40% independientemente del tratamiento utilizado,
excepto la silimarina. Este porcentaje es todavía mayor cuando se trata de
niños. Si no se administra tratamiento, este hongo destruye el hígado. La
silimarina disminuye las lesiones hepáticas producidas por un envenenamiento
por amanita faloides y reduce de manera importante la tasa de mortalidad
(Rational Phytotherapy: A Physicians' Guide to Herbal Medicine. 3rd ed. Berlín,
Alemania: Springer-Verlag , 1998:218).

En un estudio retrospectivo realizado en pacientes que padecían una


intoxicación por amanita faloides, la gravedad de las lesiones hepáticas estaba
estrechamente ligada al tiempo transcurrido entre la ingestión y el tratamiento
con silibina. Cuanto menor era este intervalo, menor era la gravedad de las
lesiones.
La silibina se inyectó por vía intravenosa en una dosis media de 33 mg/kg/día
durante unas 81,6 horas. Los 18 pacientes incluidos en este estudio
sobrevivieron, excepto uno que había tomado una dosis muy grande de
amanita faloides para suicidarse (Hum Toxicol 1983 ;2 :183-95).
Los estudios en animales sugieren que el extracto de cardo mariano puede
tener una acción protectora frente a muchas otras sustancias tóxicas, desde el
tolueno hasta medicamentos como el acetaminofeno.
Hepatitis vírica crónica y cirrosis
La silimarina tiene la capacidad de bloquear la fibrosis, un proceso que
contribuye a la aparición de la cirrosis en las personas con inflamación de
hígado secundaria a una enfermedad, el abuso de alcohol o una hepatitis.
En un ensayo clínico, se llevó a cabo un seguimiento de entre dos y seis años
de 170 pacientes afectados de cirrosis alcohólica o no alcohólica que
recibieron 140 mg de silimarina o placebo por vía oral tres veces al día.
Tras cuatro años de tratamiento la tasa media de supervivencia era mucho
más alta entre los pacientes tratados con silimarina que en el grupo de control.
No obstante, no se observó ninguna diferencia significativa en los marcadores
químicos (J Hepatol, 1989 ; 8 : 105-13).
Un estudio doble ciego y controlado con placebo de dos años de duración en
200 pacientes con cirrosis alcohólica no mostró reducción de la mortalidad
atribuible al aporte complementario de un extracto de cardo mariano. Otros
estudios doble ciego realizados en personas con cirrosis mostraron una
mejora de los resultados de las pruebas hepáticas.
Los estudios clínicos preliminares doble ciego realizados en pacientes con
hepatitis vírica crónica mostraron que el cardo mariano puede causar una
mejora significativa de síntomas como el cansancio, la reducción del apetito,
las molestias intestinales, y de las pruebas hematológicas de inflamación del
hígado.
Se realizó un estudio doble ciego en pacientes afectados por hepatitis crónica
persistente o agresiva, con o sin cirrosis.
a los que se siguó entre tres y doce meses y se trató con silimarina.
El tratamiento no provocó ningún signo de mejora en el funcionamiento del
hígado. Sin embargo, los exámenes histológicos revelaron una mejora de la
inflamación portal, de las alteraciones del parénquima y de la necrosis (Am J
Gastroenterol 1998 ; 93 :139-43).
Hepatitis vírica aguda
Un estudio de 21 días doble ciego y controlado con placebo realizado en 57
personas afectadas de hepatitis vírica aguda constató mejoras significativas en
el grupo que recibía el extracto de cardo mariano.
La administración de 140 mg de silimarina o placebo tres veces al día mostó
que la proporción de pacientes en los que se normalizaba la ASAT
(transaminasa) era mayor en el grupo tratado (82%) que en el grupo de control
(52%). La tasa de bilirrubina se normalizó en el 40% de los pacientes tratados
frente al 11% del grupo de control.
Un estudio doble ciego en pacientes afectados de hepatitis vírica aguda indicó
que el tratamiento con siliminarina reduce las complicaciones y la duración de
la hospitalización y favorece la recuperación.
Enfermedad alcohólica del hígado
Se realizó un ensayo clínico aleatorizado en 106 soldados finlandeses
afectados por una enfermedad alcohólica del hígado moderada (ALT y ASAT <
200 u/ML) y anomalías del funcionamiento hepático persistentes tras el
abandono total del consumo de alcohol durante un mes. Durante cuatro
semanas se trató a los pacientes con 420 mg/día de silimarina o un placebo. Al
concluir este periodo, los niveles medios de ALAT y ASAT habían disminuido
respectivamente entre un 30,1% y un 40,8% en los pacientes que tomaban
silimarina frente a un aumento entre el 5,4% y del 2,8 en el grupo de placebo.
No existía una diferencia significativa en los niveles de bilirrubina (Scand J
Gastroenterol 1981 ; 17 : 517-21).
Otros dos estudios similares dieron resultados idénticos. No obstante, un
estudio aleatorizado controlado con placebo que duró tres meses y se realizó
con 116 personas, mostró escaso o ningún efecto beneficioso adicional. Estos
resultados se explican quizá por el hecho de que la mayoría de participantes
había reducido su consumo de alcohol y que cerca de la mitad de ellos habían
dejado completamente de beber (Gastroenterol Clin Biol 1989 ; 13 : 120-124).
Silimarina e insulinorresistencia
Un equipo de investigadores del hospital Monfalcone en Gorizia (Italia) trató a
60 pacientes diabéticos a diario durante 12 meses con 600 mg de silimarina o
un placebo (Journal of Hepatology, 1997 ; 26 : 871-9). Los pacientes sufrían
diabetes no insulino dependiente y cirrosis alcohólica. Se trataban con insulina
desde hacía al menos dos años. La insulinorresistencia está elevada
prácticamente de forma permanente en los pacientes con diabetes no insulino
dependiente y cirrosis hepática.
Los investigadores quisieron utilizar la silimarina por sus propiedades
antioxidantes y su largo pasado de utilización en el tratamiento de trastornos
hepáticos. Tras 12 meses de tratamiento, los resultados fueron sorprendentes.
Aunque la glucemia en ayunas aumentó levemente durante el primer mes de
tratamiento, sus niveles bajaron de manera progresiva y significativa, llegando
a una media de entre 190 mg/dl y 174 m g/dl. Aunque tal disminución de los
niveles sanguíneos de glucosa puede aumentar el riesgo de hipoglucemia, los
pacientes tratados con silimarina no presentaron un aumento de la cantidad
de episodios leves o graves de hipoglucemia, lo que sugiere que la silimarina
estabiliza la glucemia al tiempo que la disminuye.
El tratamiento con silimarina tuvo además otros beneficios: las tasas de
glucosa en la orina pasaron de una media de 37 gramos por litro a 22 gramos
por litro. Los niveles de hemoglobina glucada disminuyeron de forma
significativa, lo que indica una mejora global del control de la glucemia. Sus
necesidades diarias medias de insulina también disminuyeron durante el
estudio, pasando de 55 UI al día a 42 UI. Además, las tasas de SGOT
(transaminasa glutamino-oxalacético en el suero sanguíneo) y de SGPT
(transaminasa glutámica-pirúvica en el suero sanguíneo) se redujeron
significativamente en los pacientes que tomaban silimarina, lo que confirma
que el funcionamiento del hígado había mejorado. Los niveles sanguíneos de
malondialdehído, un marcador de las lesiones causadas por radicales, se
redujeron, aproximándose a los de los sujetos con buena salud. En el grupo
tratado con placebo no se observó ninguno de estos beneficios.
Inhibe el crecimiento y la proliferación de las células cancerosas
Los estudios epidemiológicos mostraron que una alimentación rica en
flavonoides parecía ralentizar el riesgo de un determinado número de tumores,
incluidos los de mama y próstata.
Un reciente estudio in vitro mostró que la silibina es capaz de detener la
progresión celular en las líneas cancerosas de próstata, inhibiendo
probablemente diferentes proteínas cinasa. En este estudio, la silibina
transformó una proporción significativa de células malignas en células de
próstata normales y diferenciadas (Proc Natl Acad Sci USA 1999 ; 96 :7490S).
Anteriormente, investigadores estadounidenses habían notificado que la
silimarina ralentizaba el crecimiento de células cancerosas humanas (Journal
of Investigative Dermatology, 1997; 108: 547,#60). En un estudio en cultivos
celulares, los investigadores determinaron que la silimarina inhibe los
receptores epidérmicos de las células de factor de crecimiento, un tipo de
receptor de tirosina cinasa que favorece el crecimiento tumoral. Los
investigadores concluyeron que el tratamiento con silimarina tenía como
resultado una inhibición importante y significativa del crecimiento y la
proliferación celular.

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