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DOCTRINA
Título: ACTO DE SERVICIO Y ACCIDENTE DE TRABAJO; UNA PERSPECTIVA
JURISPRUDENCIAL, Revista de Derecho Social (ED. BOMARZO) Nº 27/2004
Autor: Torrente Gari

Fecha: /07/2004

Texto
ACTO DE SERVICIO Y ACCIDENTE DE TRABAJO; UNA PERSPECTIVA
JURISPRUDENCIAL

SUSANA TORRENTE GARI


PROFESORA TITULAR DE DERECHO DEL TRABAJO
Y DE LA SEGURIDAD SOCIAL DE LA ESCUELA
UNIVERSITARIA DE ESTUDIOS
SOCIALES DE ZARAGOZA

1. Aproximación. 2. La distribución de las competencias entre el orden social y el


contencioso-administrativo. 3. La protección normativa de las contingencias
profesionales en el Régimen especial de los Funcionarios Públicos. 4. Concepto legal
de “acto de servicio” 5. El concepto de acto de servicio introducido por la jurisdicción
contencioso-administrativa .6. Referencia a la responsabilidad patrimonial de la
administración. 7. Conclusiones.

1. APROXIMACIÓN
La delimitación de la competencia del Orden jurisdiccional social en el ámbito material
de la Seguridad Social es una cuestión extremadamente conflictiva. Normalmente son
procesos en los que hay actos dictados por la Administración Pública y una importante
normativa de Derecho Administrativo, pero en los que la cuestión de fondo incide en la
protección social de los trabajadores. De ahí que existan fundamentales “zonas de
intersección”, que dificultan una distinción precisa respecto de los pleitos atribuidos al
Orden contencioso-administrativo.
Sin embargo, no es una simple cuestión formal, ya que la atribución de una materia a
uno u otro Orden jurisdiccional condiciona la solución final, por cuanto que todas las
cuestiones procesales son manifestaciones de normas sustantivas, a las que van
esencialmente ligadas, trascendiendo del plano formal al material Las normas
procesales de Derecho Laboral atienden a principios específicos y responden al mismo
fin que las reglas materiales sobre la prestación de trabajo y su protección como
esencia del Derecho del Trabajo. Por el contrario, el Orden contencioso-administrativo
conoce del Derecho Administrativo; dictado fundamentalmente en interés de la “cosa
pública”; y que surge como un ordenamiento dirigido a un tipo específico de sujetos,
las Administraciones Públicas, con sus singulares características especialmente
poderosas frente al ciudadano, y asumiendo el servicio de los intereses generales de
acuerdo con el principio de eficacia (art. 103.1 de la Constitución).
De ahí que la presunción de competencia propia del Orden social se dirija a toda la
materia laboral y de Seguridad Social, de acuerdo con la finalidad y alcance de la
protección del económicamente débil, y que trasciende a la relación contractual en su

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vertiente individual o colectiva. De entre estas cuestiones, las prestaciones de la
Seguridad Social cuentan con una indudable vis attractiva a favor de los tribunales
laborales, por ello cuando materias fundamentales, cual es la calificación de los
riesgos sociales, queda extramuros de la jurisdicción social, los resultados pueden
resultar extraños para la esencia de la rama social del Derecho; y todavía en mayor
medida, si es una cuestión en la que resulta reconocida la importante construcción
jurisprudencial, como es el caso del accidente de trabajo. Esta diferente respuesta en
función del orden jurisdiccional que califica un suceso como accidente de trabajo es la
cuestión que se va a examinar en estas páginas.
2. LA DISTRIBUCIÓN DE LAS COMPETENCIAS ENTRE EL ORDEN SOCIAL Y EL
CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO
De acuerdo con el artículo 9, apartados 4 y 5, de la LOPJ (Ley 6/1985, de 1 de julio),
las pretensiones que se promuevan en la rama social del Derecho y de la Seguridad
Social corresponden al Orden social. Expresamente, el apartado 5º menciona los
conflictos sobre Seguridad Social como materia propia de esta jurisdicción; y el
apartado 4º remite al Orden contencioso los litigios relativos a los actos de la
Administración Pública. A su vez, el artículo 1 de la LJCA (Ley 28/1998, de 13 de julio)
declara la competencia de dicho Orden sobre las pretensiones que se deduzcan en
relación con los actos de la Administración sujetos a Derecho Administrativo; y,
conforme al artículo 3º letra a), no son competencia del Orden contencioso las
cuestiones relacionadas con los actos de la Administración atribuidas expresamente al
Orden jurisdiccional social, aunque estén relacionados con la Administración Pública.
Además, el artículo 3.1.c) del TRLPL (Real Decreto Legislativo 2/1995, de 7 de abril)
establece que están excluidos de la jurisdicción social las pretensiones que versen
sobre la impugnación de los actos de las Administraciones Públicas sujetos al Derecho
Administrativo en materia laboral.
Así, la distribución material entre los dos órdenes jurisdiccionales preferentemente
responde a un criterio objetivo; a una delimitación del ámbito de la competencia “por
razón de la materia” en función del contenido de las pretensiones planteadas, a pesar
de que el orden contencioso-administrativo siempre ha preferido la perspectiva
subjetiva del carácter del órgano actuante, atendiendo a la “calidad de los sujetos ”.
Específicamente, en materia de Seguridad Social el párrafo 5 del artículo 9 de la LOPJ
recoge el criterio objetivo y el párrafo 4 el subjetivo, en función de la cualidad jurídico-
pública de la Administración productora del acto.
La perspectiva objetiva responde a la necesidad de que la materia de protección social
pueda ser enjuiciada ante una instancia que obedezca al mismo carácter protector de
que está impregnada la regulación sustantiva, pues solo de esa manera las normas
materiales podrán encontrar una aplicación proporcional a sus principios; mientras que
el criterio subjetivo, se reservaría para la protección del interés general que persiguen
los entes gestores por su carácter público, que hace que gocen de la situación de
privilegio común a toda la Administración, y que es el motivo fundamental por el que
sustraen los actos de gestión recaudatoria al Orden social. Pero, además, el Orden
contencioso se reserva las cuestiones propias de la protección social de los
funcionarios públicos, sean civiles o militares. Ello a pesar de que conforme a la
inclusión dentro del Sistema de la Seguridad Social del Régimen especial por el
artículo 7.1 e) del TRLGSS (RD Legislativo, 1/1994, de 20 de junio) podría defenderse
que los artículos 9.5 LOPJ y 2.b) TRLPL atribuyen esta materia al Orden social, ante la
falta de pronunciamiento expreso de la LJCA.
La singularidad del sistema de protección de los funcionarios públicos articulado en
torno a dos mecanismos concurrentes; como son el sistema de clases pasivas y la
protección mutualista, hace que sean especiales sus principios, reglas de organización
y prestaciones respecto al régimen común de la Seguridad Social. Esta podría ser la

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razón para considerar esa protección como un ámbito ajeno a la Seguridad Social a los
efectos de TRLPL, apartándose con ello del criterio sustantivo o material de atribución;
sin embargo, más importante resulta la existencia de un criterio normativo especial por
el que determinadas normas que regulan ese sistema de protección atribuyen al Orden
contencioso la protección social de cada colectivo funcionarial. Así se manifiesta el
artículo 15 del RD Legislativo 670/1987, de 30 de abril, que aprueba el Texto
Refundido de Ley de Clases Pasivas del Estado (TRLCP); el artículo 5 del RD
1769/1994, de 5 de agosto, de Adecuación de las Normas Reguladoras de los
Procedimientos de Clases Pasivas a la Ley 30/1992; el artículo 37 del R. D.
Legislativo, 4/2000, de 23 de junio, que aprueba el Texto Refundido de la Ley sobre
Seguridad Social de los Funcionarios Civiles del Estado (TRSSFCE); el artículo 31 del
RD Legislativo 1/2000, de 9 de junio, que aprueba el Texto Refundido de la Ley de
Seguridad Social de las Fuerzas Armadas (TRLSSFA); el artículo 25 del RD Legislativo
3/2000, de 23 de junio, que aprueba el Texto Refundido de las Disposiciones Legales
vigentes sobre el Régimen de Seguridad Social del Personal al Servicio de la
Administración de Justicia (TRSSAJ) y también el artículo 156 del RD 375/2003, de 28
de marzo, que aprueba el Reglamento General del Mutualismo Administrativo (RGMA).
De este modo, en materia de prestaciones de Seguridad Social, la diferente calidad del
beneficiario es el criterio de atribución, dependiendo de que sea o no funcionario; o
mejor, de su incorporación o no al Régimen especial, ya que sí que corresponde al
Orden social el conocimiento de determinados litigios sobre Seguridad Social de los
funcionarios públicos, referidos a los de aquellos que pertenezcan al Régimen general
(art. 97.2 TRLGSS). No obstante, en concreto el sistema de “clases pasivas ” han sido
un ámbito reclamado tradicionalmente por el Orden contencioso, en cuanto
manifestación de los derechos económicos de los funcionarios públicos, en detrimento
del alegato del Orden social, que pretendía lograr un tratamiento jurisprudencial
unitario en materia de Seguridad Social.
Pues bien, el Orden contencioso conoce de los Regímenes de funcionarios públicos,
fundamentalmente, de los siguientes colectivos: funcionarios Civiles del Estado,
incluidos miembros del Cuerpo Nacional de Policía y funcionarios Civiles de la
Administración militar; funcionarios de la Administración de Justicia; y funcionarios de
las Fuerzas Armadas -Ejércitos de Tierra, Mar y Aire- Guardia Civil y Policía armada.
3. LA PROTECCIÓN NORMATIVA DE LAS CONTINGENCIAS PROFESIONALES EN
EL RÉGIMEN ESPECIAL DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS
Como en el Régimen general la enfermedad o el accidente que guarde relación con los
servicios que presta el funcionario público da lugar a prestaciones específicas, que
básicamente consisten en pensiones extraordinarias causadas en condiciones
especiales referidas al cálculo de la base reguladora y al nivel de requisitos par causar
la prestación. Cuando el acto de servicio causa el fallecimiento o la jubilación por
incapacidad, el régimen aplicable será el de “clases pasivas ” por cuanto el funcionario
ha “cesado” en la prestación de servicio activo; si el resultado del suceso es una
incapacidad temporal, o permanente parcial, o debe abonarse una indemnización por
lesiones permanentes no invalidantes, se hace con cargo al mutualismo administrativo;
que igualmente asume la prestación de asistencia sanitaria y las posibles prestaciones
recuperadoras.
Los derechos protegidos por el sistema de clases pasivas de los funcionarios públicos
civiles y militares estuvieron regulados de forma extremadamente dispersa hasta el
Estatuto de 1926. Fueron el Estatuto de Clases Pasivas y su Reglamento de
Aplicación, aprobados por los Reales Decretos de 22 de octubre de 1926, y de 21 de
noviembre de 1927, y convalidados con fuerza de Ley el 9 de noviembre de 1931, los
textos comunes para funcionarios civiles y militares. Sin embargo, la ordenación
posterior se realizó, fundamentalmente, por dos cuerpos normativos diferentes: el D.

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1120/1966, de 21 de abril, para los Derechos Pasivos de los Funcionarios de la
Administración Civil del Estado; y el D. 1211/1972, de 13 de abril, para los Derechos
Pasivos del Personal Militar y asimilado de las Fuerzas Armadas, Guardia Civil y
Policía Armada. Finalmente, el TRLCP reguló de forma conjunta la protección,
fundamentalmente, de los siguientes colectivos: el Régimen de clases pasivas de los
funcionarios de la Administración del Estado (civil o militar), el de la Administración de
Justicia y de las Cortes; el Régimen de derechos pasivos de ex ministros y altos
cargos asimilados; el del personal que cumple el servicio militar, alumnos y aspirantes
de Academias y Escuelas militares, el del personal civil que cumple prestaciones
sociales sustitutorias, y el del personal militar de empleo.
Conforme a esta normativa el artículo 19.1 TRLCP establece que las pensiones de
clases pasivas pueden ser ordinarias o extraordinarias si derivan de lesión, muerte o
desaparición producida en acto de servicio o como consecuencia del mismo. Como
pensiones extraordinarias se regulan las de jubilación o retiro por incapacidad
permanente o inutilidad para el servicio, la de viudedad, orfandad, y la de a favor de
padres (art 47 TRLCP). El artículo 48 señala que en estos casos no será necesario
periodo de carencia alguno; “cualquiera que sea el tiempo de servicios efectivos
prestados al Estado”; y el artículo 49 prevé que los “haberes reguladores ” que
correspondan se tomarán al 200%. Estas pensiones son incompatibles con las
ordinarias que pueden solicitar sus beneficiarios en base a los mismos hechos.
Además, las lesiones, mutilaciones y deformidades no invalidantes derivadas de
enfermedad profesional o accidente de servicio se protegen de forma semejante al
Régimen general pero con cargo al mutualismo administrativo. Estas indemnizaciones
se regulan en los artículos 109 y 110 del RGMA referidos a las “lesiones, mutilaciones,
y deformidades, así como las limitaciones para el desempeño de las funciones del
Cuerpo, Escala o Plaza al que pertenezca el mutualista causadas por enfermedad
profesional o en acto de servicio o como consecuencia de él, sea por accidente o
riesgo específico del cargo”. En términos semejantes se regula esta prestación por el
artículo 101 del RD 2330/1978, de 29 de septiembre, de Reglamento General de la
Seguridad Social de las Fuerzas Armadas, que no ha sido derogado por el TRLSSFA;
y para la Administración de Justicia estas indemnizaciones están previstas en el
artículo 12.1.d) TRSSAJ, que al no ser desarrolladas en el resto del articulado
continúan estando reguladas en el artículo 74 del RD 3283/1978, de 3 de noviembre,
que aprueba el Reglamento de la Mutualidad General Judicial. También prevé estas
indemnizaciones el artículo 3 del RD 1234/1990, de 11 de octubre, que regula la
concesión de pensiones e indemnizaciones del Régimen de clases pasivas del Estado
a quienes prestan servicio militar y a alumnos de centros militares de formación.
Específicamente el artículo 49.4 (TRLCPE) no permite el abono de indemnizaciones,
ayudas o subsidios, percibidos con cargo al Régimen de clases pasivas del Estado
junto con pensiones extraordinarias causadas en favor del funcionario o en del de sus
familiares.
Por último, para el caso de los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía, cuando no
proceda la declaración de jubilación porque no exista una incapacidad absoluta, pero
sí una apreciable disminución de las aptitudes físicas o psíquicas cualquiera que sea el
riesgo del que deriven, se prevé una situación especial en la Ley 26/1994, de 29 de
septiembre, que es el pase a la segunda actividad (art. 6.1). Esta prestación se
desempeñará de acuerdo con la formación y Escala de pertenencia del funcionario, y
serán funciones instrumentales de gestión, asesoramiento y apoyo a la actividad
policial.
4. CONCEPTO LEGAL DE “ACTO DE SERVICIO”
Los accidentes que se producen en el marco de la protección de los funcionarios
públicos y son propios de su trabajo, se denominan “actos de servicio ”, acepción que

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debería coincidir básicamente con la de accidente de trabajo del artículo 115 TRLGSS,
aunque para la jurisprudencia podría resultar más limitada en aplicación de las
previsiones recogida en la normativa específica.
La evolución normativa de este concepto ha sido singular, pasando de una definición
detallada a acepciones recogidas por cláusulas generales que debía completar la
jurisprudencia. Así, originariamente el Estatuto de las Clases Pasivas del Estado de
1926, en el artículo 60 se refería la pensión de jubilación por inutilidad causada a
consecuencia directa de acto realizado en cumplimiento de deberes propios de su
cargo o de comisiones que en virtud de obediencia se hallaren desempeñando…
siempre que…exista una indudable relación de causa a efecto, y los hechos no sean
producidos por imprudencia o impericia de la víctima. Sin embargo, la definición era
más amplia, por cuanto el artículo 61 contemplaba la inutilidad que proviniese de “un
accidente no comprendido en el artículo anterior, acaecido en ocasión de hallarse el
empleado en acto de servicio y no imputable a su imprudencia o impericia ”. Además,
existía una definición de acto de servicio específica para determinados funcionarios, en
concreto “Generales, Jefes, Oficiales, Suboficiales, Clases de tropa de los tres
Ejércitos, Guardia civil y Policía armada” en el caso de que la inutilidad resultara de
“heridas causadas en acción de guerra…o accidentes …en operaciones activas de
campaña” y para aquéllos que “tripulando submarinos o aparatos de aviación se
invaliden o inutilicen por hechos o accidentes por riesgos propios y peculiares de la
naturaleza del servicio; los que se invaliden o inutilicen … durante la experimentación,
ensayo, o manejo de armas de guerra siempre que no haya imprudencia o impericia de
la víctima; los prisioneros que adquieran la misma inutilidad o invalidez por
penalidades durante cautiverio; y los que se inutilicen por heridas recibidas en defensa
del Estado u orden público” (art. 63). Los artículos 65 y siguientes regulaban las
pensiones extraordinarias causadas a favor de familiares ampliando la acepción a las
enfermedades contraídas en los accidentes referidos, siempre que no se produjeses a
consecuencia de la impericia o imprudencia de la víctima, comprendiendo el
fallecimiento por esta causa “con excepción de los fallecidos por enfermedad común,
aunque hubiese sido adquirida en campaña ”. De este modo, los elementos
constitutivos de esta noción de acto de servicio eran fundamentalmente dos; primero,
la necesidad de un suceso violento, ajeno a la voluntad de la víctima, que ocurría como
consecuencia directa de los deberes propios del cargo o sucedía por actos realizados
por órdenes de un superior; y, segundo, la necesidad de una indudable relación de
causa-efecto directa. Si la relación de causalidad es producida de forma mediata o
“con ocasión” de los deberes prestados se reducía la prestación de acuerdo con el
artículo 61.
Posteriormente, el D. 1120/1966, de 21 de abril, de Derechos Pasivos de Funcionarios
de la Administración Civil, escogió una cláusula general, recogida en el artículo 42 al
regular las pensiones extraordinarias para el supuesto en que el funcionario se
inutilizase o falleciese por acto de servicio o como consecuencia de él, sea por
accidente o por riesgo específico de su cargo. El apartado 4 establecía que la inutilidad
o fallecimiento producido por enfermedad común, aunque se justifique que fue
adquirida en acto de servicio, sólo dará derecho a pensiones ordinarias. Sin embargo,
el artículo 34 del D. 1211/1972, de 13 de abril, de Derechos Pasivos del Personal
Militar, sí que establecía una noción más amplia, aunque no por el tipo de lesión
protegida, sino por la flexibilización de la relación de causalidad, al entender que las
pensiones extraordinarias se reconocerían por fallecimiento o inutilidad en acto de
servicio, con ocasión o como consecuencia de él, sea por accidente o riesgo específico
de su cargo. Esta  ampliación del riesgo protegido al suceso ocurrido “con ocasión ” se
recogió  igualmente en los artículos 31 y 34 del Decreto 1559/1972, de 15 de junio
(Reglamento de la Ley de Derechos Pasivos del Personal Militar y Asimilados de las

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Legalmente existía una acepción diversa de acto de servicio en función del colectivo
protegido por una u otra normativa. No obstante, esta diferencia no resultaba
importante para el Orden contencioso, ajeno a los devaneos jurisprudenciales que
provocaban cada elemento de la definición de accidente de trabajo, insistiendo en la
necesidad de que la relación de causalidad fuera estricta para un suceso ocurrido a
cualquier funcionario. La “ocasionalidad” del artículo 34 era una expresión más
generosa que la mera “consecuencia”, al incluir la conexión mediata entre la lesión
corporal y el trabajo, eliminado la causalidad rígida; pero la jurisprudencia contenciosa
no deparó en esta diferencia y no defendió una interpretación conjunta de ambos
preceptos. Simplemente, acostumbrado a que el personal militar estuviese expuesto a
mayores riesgos “profesionales” eran más generosos en la calificación de este tipo de
actos de servicio, pero sin debatir sobre la relación de causalidad necesaria.
La redacción final en la protección de las clases pasivas, se establece en el artículo 47
TRLCPE -aplicable a funcionarios civiles y militares- que al regular las pensiones
extraordinarias escoge nuevamente una cláusula general y establece que da origen a
este tipo de pensiones el suceso producido por accidente o enfermedad en acto de
servicio o como consecuencia del mismo. En el caso de la enfermedad causante de la
inutilidad, ésta deberá constar como adquirida directamente en acto de servicio o como
consecuencia directa de la naturaleza del servicio desempeñado ”. En este precepto, la
Ley 14/2000, de 29 de diciembre, de Medidas, Fiscales, Administrativas y de Orden
Social, introdujo un apartado 4 que recoge la conocida “presunción de laboralidad ”, de
forma que “se presumirá acto de servicio, salvo prueba en contrario, cuando la
incapacidad o el fallecimiento del funcionario haya acaecido en tiempo y lugar de
trabajo”.
Uno de los problemas para que la cláusula general del artículo 47 surta efectos
semejantes a los que despliega el artículo 115 TRLGSS en el ámbito del Régimen
general, deriva de la diversidad que ha existido entre la definición recogida en la
protección de las clases pasivas y la del mutualismo administrativo. De hecho, el
accidente ocurrido “con ocasión” si que ha estado expresamente protegido, pero en el
artículo 73 del Decreto 843/1976, de 18 de marzo, que al definir las contingencias
protegidas por el mutualismo, establecía que “se entiende por accidente de servicio
toda lesión corporal que el mutualista sufra con ocasión o por consecuencia de la
prestación de sus servicios a la Administración del Estado ”, y en el número 2 definía la
enfermedad profesional como “la contraída por el mutualista como consecuencia de la
prestación de sus servicios a la Administración, siempre que esté provocada por la
acción de elementos o sustancias y en las actividades que se especifican en las
normas reglamentarias del Régimen General de la Seguridad Social ”. Mayor aún es la
diferencia que existe en la actualidad, ya que el artículo 59 del RGMA se manifiesta de
forma más contundente “se entenderá por accidente en acto de servicio aquel que se
produzca con ocasión o como consecuencia de las actividades propias de la
prestación de servicios a la Administración ” y en el apartado 2º establece que “para la
determinación de los supuestos que en este régimen especial tendrán la consideración
de accidentes en acto de servicio o como consecuencia de él, y para las presunciones
aplicables al respecto, se estará a los dispuesto en el Régimen general de la
Seguridad Social acerca del concepto de accidente de trabajo, sin perjuicio de las
peculiaridades propias que resulten aplicables derivadas de la prestación de servicio
público”. Habitualmente los Tribunales del Orden contencioso entienden que la
normativa que recoge “las contingencias protegidas ” y específicamente las
ocasionadas por un acto de servicio, es la del mutualismo administrativo, y
acostumbran a invocar estas previsiones conjuntamente con el artículo 47 TRLCP; a
excepción de que el suceso sea una posible enfermedad de trabajo, en cuyo caso

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limitan la relación de causalidad a las exigencia de un grado directo estricto resultante
de la aplicación del artículo 47.2 TRLCP. Desde luego, no puede existir una acepción
de contingencia protegida para el sistema de clases pasivas y otra diferente para la
protección mutualista; de manera que todos estos preceptos deben ser interpretados
de forma conjunta, sobre todo porque hay algunas prestaciones que originan
protección por ambos sistemas, como sería el caso de una gran invalidez; de ahí que,
como primera idea, se vaya a defender que la noción de riesgo profesional prevista en
TRLCP deba ser integrada por la regulada en RGMA, en este proceso de progresiva
aproximación del Régimen especial al Régimen general. Además, sí que existe una
regulación específica propia de clases pasivas muy próxima al artículo 115 TRLGSS.
Así, el RD 1234/1990, de 11 de octubre, recoge en el artículo 2 prácticamente todos
los supuestos de ampliación objetiva y subjetiva de la posible calificación de un hecho
como accidente de trabajo, -al margen de la referencia a supuestos de accidentes
sufridos en el ejercicio de actividades sindicales y otras precisiones específicas-, y la
jurisprudencia lo ha interpretado de forma semejante al ámbito laboral. Por todo ello, el
reenvío expreso al Régimen general hecho por el artículo 59 RGMA no hubiera sido
necesario si el Orden contencioso hubiera procurado los efectos resultantes de la
lectura del artículo 115 TRLGSS por el Orden social; siendo suficiente para ello realizar
una adecuada interpretación de los preceptos mencionados. Sin embargo, aquella
jurisdicción, como se va a señalar a continuación, ha necesitado de esa mención
normativa expresa de “cuasi identidad” entre el acto de servicio y el accidente de
trabajo ex artículo 59 RGMA, para integrar la cláusula general con la lectura hecha por
la jurisprudencia social.
5. EL CONCEPTO DE ACTO DE SERVICIO INTRODUCIDO POR LA JURISDICCIÓN
CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVA
5.1. LA POSTURA DE LA JURISPRUDENCIA
La calificación de los “actos de servicio ” por el Orden contencioso-administrativo ha
limitado de forma importante la noción de este riesgo para los funcionarios públicos, al
no flexibilizar la relación de causalidad en términos semejantes a la jurisdicción social.
La posible diversidad de tratamiento de los funcionarios públicos respecto a los
trabajadores por cuenta ajena en este caso, no va referida a un debate sobre una
diferencia legal que se justifique “por la existencia de diferentes regímenes jurídicos
aplicables a situaciones jurídicas diferentes.. de forma que la configuración dispar del
hecho por la norma justifique las distinciones entre el trabajador y el funcionario ” (STC
11/1984); tampoco alude “a constitucionales diferencias de trato entre la acción
protectora de los diversos regímenes de la Seguridad Social ” (STC 173/1988); ni
siquiera porque existan especiales dificultades técnicas o administrativas para aplicar
la noción de accidente de trabajo al acto de servicio. Más bien el problema se limita a
que la expresión legal del accidente de trabajo siempre ha exigido una integración
jurisprudencial para atender a toda la casuística que provoca la realidad social; y en
estos términos no es igual la respuesta de los dos ordenes jurisdiccionales implicados,
en función de la diversidad de principios que inspiran su actuación.
Los contenidos que han resultado de la interpretación jurisprudencial son diversos.
Primero, por la inclusión de las enfermedades en el término lesión, que se produjo por
el Tribunal Supremo, en la STS de 17 de junio de 1903. Segundo, por la lectura de la
fórmula elegida por la Ley de Accidentes de Trabajo sobre la relación de causalidad,
que comprendía el resultado producido “con ocasión ” además de “como
consecuencia”, lo que ha permitido flexibilizar por los Tribunales la conexión exigida,
revistiendo esta noción de una considerable fuerza expansiva. Tercero, porque, por
ejemplo, la jurisprudencia social elaboró un concepto de accidente in itinere cuando
nada señalaba la normativa; como también ha sucedido con las lesiones acaecidas en
actos de salvamento. Es decir, aunque nada dijera la legislación, la jurisprudencia del

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Orden social hacía uso del fin tuitivo último las normas sustantivas, ofreciendo una
noción de accidente de trabajo que trascendía a la pura relación contractual. Sin
embargo, aquel fin la jurisprudencia administrativa lo desconoce; y ese es el problema
fundamental. Este Orden jurisdiccional acude a sus propios principios para proceder a
la calificación. De este modo, si no había mención legal alguna para proteger un
accidente in itinere, resolvía la imposibilidad de calificar como acto de servicio este tipo
de sucesos, insistiendo en las diferencias entre el Régimen de clases pasivas que
omite cualquier referencia al mismo, y la ordenación laboral (SAN de 18 de noviembre
de 2002, Ar. 25867), y ello en defensa de una postura excesivamente positivista. Por
todo ello, en la actualidad, a la vista del artículo 59 RGMA debería procurarse la
equiparación del acto de servicio y el accidente de trabajo, en cuanto que contingencia
profesional protegida para todos los funcionarios que debe absorber la lectura ofrecida
en el ámbito laboral por la jurisprudencia.
5.2. LA PRESUNCIÓN DE TIEMPO Y LUGAR RECONOCIDA EN EL ARTÍCULO 47.4
TRLCP
En relación con los sucesos ocurridos en “lugar y tiempo de trabajo ”, el Orden social
confirma la inversión de la carga de la prueba que produce la presunción iuris tantum.
Ello no significa que cualquier evento dañoso que surja en el entorno laboral esté
amparado por la presunción; ya que, implícita a la noción de accidente de trabajo, hay
una necesidad de que exista cierta relación de causalidad con la prestación laboral, si
bien ese enlace, en la interpretación jurisprudencial, ha quedado reducido a una
relación con el esfuerzo físico o psíquico que exige todo trabajo, sin ni siquiera requerir
un nivel mínimo de intensidad Además, esta presunción se aplica igualmente a las
enfermedades (por todas, SSTS de 18 de octubre de 1996, Ar. 7774 y de 23 de enero
de 1998, Ar. 1008), y esta ha sido la fórmula para la inclusión de muchas
enfermedades comunes en la calificación del accidente de trabajo, siempre que
guarden alguna conexión con la prestación laboral, aunque sea remota, y se
produzcan en las circunstancias prevista en el precepto. Podría defenderse que, salvo
excepciones, es suficiente con que la alteración de la salud esté “debidamente
ubicada” para que la calificación del agente sea de “profesional ”, siempre que no sean
manifiestamente extrañas al trabajo, o de exclusiva de etiología común.
En la normativa de clases pasivas esta presunción sólo aparece a raíz de la
modificación introducida por la Ley 14/2000, y la jurisprudencia entendía que debía
exigirse una prueba de que la lesión había tenido causa exclusiva en la ejecución del
trabajo correspondiente (SSTS de 11 de julio de 1983, Ar 3838; de 10 de marzo de
1990, Ar 3153; de 20 de abril de 1992, Ar 2847); “es decir -que el funcionario- se
inutilice en acto de servicio, como consecuencia del mismo, y que el evento
determinante del hecho sea un accidente o riesgo especifico del cargo (SSTS de 11 de
julio de 1983, Ar 3838; 10 de marzo de 1990, Ar 3153; 20 de abril de 1992, Ar 2847).
No obstante, incluso tras la introducción del apartado 4 en el artículo 47 TRLCP, las
forma en que se aplica la presunción por la jurisdicción contenciosa resulta en
ocasiones extraña para el Orden social. Por ejemplo, ante una caída sufrida por un
funcionario del Cuerpo Nacional de Policía por las escaleras de la Comisaría, se
debate si es o no un daño común derivado de un acto ordinario y cotidiano en el que
sólo concurre la coincidencia de haber sucedido en determinado tiempo; y la Sala
califica el suceso de acto de servicio porque no entiende que sea un hecho ordinario y
cotidiano, pues no todos los días los agentes tienen estos tropiezos (STSJ de
Andalucía Málaga de 31 de julio de 2003, Ar. 225714). Es decir, a sensu contrario, los
actos cotidianos y ordinarios que suceden en lugar y tiempo de trabajo nunca pueden
ser causa de un acto de servicio.
En general, tras la mención expresa de la presunción en términos semejantes al
artículo 115.3 TRLGSS parece lógico, “aplicar un criterio similar al que resulta de los

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preceptos reguladores de la relación laboral..-y hay que acudir a la jurisprudencia del
Tribunal Supremo referida a la interpretación de la presunción …y entra en juego la
inversión de la carga de la prueba en contra de la Administración ” (STSJ de
Andalucía/Málaga de 27 de noviembre de 2003, Ar. 13149). Es más, en ocasiones la
razón fundamental aducida en la calificación es “la tendencia a homogeneización y
acercamiento de regímenes especiales al Régimen general, lo que abona la tesis de
armonización de conceptos tan esenciales como la definición de contingencias
cubiertas por el sistema público de previsión …y permite construir dicho concepto en
base a lo dispuesto en la legislación sobre Seguridad Social …sin olvidar la presunción
del artículo 115.3” (STSJ del País Vasco, de 17 de junio de 2002, Ar 97684). De este
modo, se encuentran diversos pronunciamientos judiciales que se muestran favorables
a la aplicación de la interpretación hecha por la jurisdicción social al artículo 115.3
TRLGSS al ámbito del artículo 47.4 TRLCP, en aplicación, eso sí, de la previsión
normativa.
5.3. EL ACCIDENTE IN ITINERE
El Tribunal Supremo, en la STS de 17 de febrero de 1999, (Ar. 1384), señaló que “las
consecuencias del acto de servicio no es algo distinto del accidente in itinere …Si la
inclusión del accidente in itinere se debe a la iniciativa jurisprudencial y el legislador lo
incorporó al 84.2 a), a ella hay que acudir para interpretarlo …este sentido es
justamente el que tiene la referencia a acto de servicio o a su consecuencia…
semejante al accidente in itinere propio de la legislación de la Seguridad Social ”. No
obstante, la decidida defensa a favor de la interpretación del Orden social es
relativamente reciente, pues generalmente se exigía una conexión necesaria y directa
con la realización de un acto propio del servicio y a consecuencia de acciones
específicamente derivadas del mismo; “un suceso ocurrido en el “quehacer activo ”
singularizado del servicio” (STS de 13 de julio de 1993, Ar. 5649); y este argumento
impedía ampliar la calificación a desplazamientos previos o posteriores, en aplicación
de las previsiones del TRLCP. La actividad del sujeto determinaba la relación de
causalidad, y aun cuando se pudiese admitir un desplazamiento como acto de servicio
debía estar íntimamente ligado la prestación misma, sin que pudiesen interferir motivos
particulares de forma directa o indirecta (SSTS, de 22 de enero de 1991, Ar. 426, de 20
de Abril de 1992, Ar. 2847).
Sea por la vía de aplicación analógica del RD 1234/1990, o por la aplicación de las
pautas elaboradas por el Orden social, el Tribunal Supremo corrigió su postura a
mediados de los años 90, interpretando de modo más flexible esa conexión, siendo
suficiente que el accidente sufrido lo haya sido con motivo del desplazamiento directo,
hasta o desde lugar de prestación del servicio, siempre que el mismo se realizase con
la única finalidad de ausentarse del punto de destino e incorporarse a él (SSTS de 17
de febrero 1999, Ar. 1764; de de 30 mayo 2000, Ar. 6032; de 27 de enero de 1999, Ar.
1263; de 19 de enero de 2001, Ar. 2378; y de 6 de febrero de 2002 Ar. 2378).
Sin embargo, esta postura no era compartida por la Audiencia Nacional, que,
desconociendo las razones del Tribunal Supremo, negaba la existencia del concepto
de accidente in itinere en el sistema de clases pasivas; “ya que no se encuentra un
precepto semejante al artículo 115 en la relación funcionarial …el artículo 47.2
establece la necesidad de que el suceso se produzca en acto de servicio o como
consecuencia del mismo …el concepto coincide con el de la Seguridad Social …otra
cosa son los configurados por derivación o por presunción como accidentes, que son
característicos de la evolución de la institución en las normas de la Seguridad Social …
que no ha tenido efecto en el ordenamiento de Clases Pasivas, como sucede con el
accidente producido in itinere…Sin que constituya discriminación la interpretación que
la sala de lo Social del Tribunal Supremo puede realizar del accidente laboral o del
accidente en acto de servicio in itinere, por ser distinta de la que realiza la sala de lo

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Contencioso-Administrativo del mismo Alto Tribunal, al tratarse de dos supuestos
distintos incardinados en órdenes jurisdiccionales diferentes y a los que les resulta
aplicable legislación diversa” (SAN de 18 de noviembre de 2002, Ar. 25867, sección
7ª). De este modo, la omisión normativa en el sistema de clases pasivas era relevante
para la opinión defendida por la Audiencia Nacional; ignorando la necesidad de
procurar la máxima realización de los principios tuitivos de la protección social. No
obstante, de haber sido otra su voluntad, contaba con suficientes instrumentos
jurídicos para ofrecer esta protección “in itinere ” a los funcionarios públicos, sin
necesidad de acudir al nuevo artículo 59 RGMA.
El hecho de que no existiese un precepto semejante al artículo 115 TRLGSS en la
regulación de las clases pasivas no obedecía a la voluntad de diferenciar los riesgos
protegidos, pues la noción de “acto de servicio ” no puede ser una de las diferencias
que se concluya de la diversidad entre función pública y trabajo por cuenta ajena. Todo
lo contrario, a estos efectos, unos y otros son absolutamente equiparables. La razón se
encuentra en que el concepto de accidente in itinere se ha ido confeccionando por la
jurisprudencia mucho antes que fuera recogido por la norma jurídica; luego, para
procurar la protección idónea, podría haber acudido a los pronunciamientos del Orden
social y a la normativa del Régimen general. Más fácil hubiera sido incardinarlo en la
causalidad ocurrida “con ocasión” aplicando al sistema de clases pasivas lo previsto
para el mutualismo (art. 71 TRLCP), como entiende la jurisprudencia social, al
concurrir la relación de causalidad “indirecta ”. Esta conexión comprende un resultado
relacionado con el trabajo, aunque la causa generadora a sea distinta, que surge con
ocasión del trabajo, de tal manera que si no hubiese existido relación laboral la causa
no habría podido ocurrir. Así, ha sido precisamente la flexibilización de la relación de
causalidad, la razón que ha permitido que el Tribunal Supremo, y recientemente la
Audiencia Nacional, extendiesen la protección in itinere a los funcionarios públicos,
previamente a la reforma normativa del RGMA, aunque no entendido como un suceso
acaecido “con ocasión” -relación de causalidad propia del mutualismo- sino “como
consecuencia” -expresión de la normativa de clases pasivas-; y “la doctrina del
accidente in itinere puede surtir sus efectos en el Derecho Administrativo …al ser de los
que se producen como consecuencia del acto de servicio (SAN de 19 de diciembre de
2002, Ar. 26353).
Por todo ello, en la actualidad, no pueden plantearse dudas en relación a la protección
de este tipo de accidentes en la función pública, si bien la integración de las
previsiones del artículo 115 TRLGSS debería realizarse entendiendo que la remisión
del artículo 59 RGMA se produce, igualmente, a la jurisprudencia surgida en torno del
accidente in itinere, para procurar una protección idéntica a la de los trabajadores y
funcionarios protegidos por el Régimen general, que es, en definitiva, la postura que
defiende el Tribunal Supremo.
5.4. LAS ENFERMEDADES DE TRABAJO
Las enfermedades de trabajo son enfermedades comunes pero cuya etiología se
conecta con el trabajo y su calificación como accidente de trabajo responde al mismo
fundamento que los accidentes y que las enfermedades profesionales. Estas
enfermedades comprenden tanto las patologías de acontecimiento súbito como las de
desarrollo lento y gradual de alcance físico o psíquico. En estos casos la relación
causal que se exige para la enfermedad es más intensa que en el accidente, no siendo
suficiente que se haya producido con ocasión o por consecuencia de trabajo, sino que
es necesario que tenga por causa exclusiva la prestación laboral conforme el artículo
115.2. e). Pero, como igualmente es posible aplicar la presunción de tiempo y lugar de
trabajo, cuando se produzca, ocurra, o se manifieste de forma ostensiblemente en esa
condiciones, se calificarán como accidente de trabajo, pues los efectos de la
presunción desplazan la relación de causalidad exclusiva exigida en el artículo 115.2.

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e). Así, en las agresiones internas el solo hecho de producirse o exteriorizarse en el
trabajo permite calificarlas presuntivamente de laborales, salvo que se demuestre la
total carencia de relación entre dolencia y el trabajo. Ahora bien, si la enfermedad se
manifiesta fuera del lugar y tiempo de trabajo es necesario probar la relación con el
trabajo; o “la causa exclusiva en la ejecución del mismo ” (art. 115.2 e) TRLGSS).
De ahí que cuando el artículo 47 TRLCP establece que, tratándose de enfermedades,
debe constar directamente adquirida en acto de servicio o como consecuencia directa
de la naturaleza del servicio desempeñado, simplemente se está refiriendo a la forma
de actuar de la carga de la prueba, a salvo de la ubicación en tiempo y lugar de la
enfermedad de forma semejante al artículo 115.; y ello aunque no coincida la
terminología específica referida a dos momentos temporales diferentes -causa; y
adquisición directa y consecuencia- más que a diversas relaciones de causalidad;
“nótese que la norma en caso de enfermedad causante de la inutilidad no habla
siquiera de la prestación de servicio, sino de su adquisición directa en acto de
servicio…lo que implica interpretación restrictiva de estos requisitos ” (SAN de 23 de
enero de 2003, Ar. 26486). Sin embargo, para el Orden contencioso a menudo “no
sirven de referencia las normas generales contenidas en la Ley General de Seguridad
Social …al igual que resulta inoperante la Jurisprudencia emanada de los tribunales del
Orden jurisdiccional social”(SAN de 4 de julio 2002, Ar. 69062).
En esta postura es relevante fundamentalmente el diferente tratamiento por los jueces
sociales de las enfermedades cardiacas, en las que, salvo que se manifiesten in itinere
-en cuyo caso es preciso demostrar una relación de causalidad entre la lesión y el
trabajo-, si están sumergidas en la presunción de laboralidad la calificación no resulta
desvirtuada por la presencia de factores que predisponen a estos padecimientos
(obesidad, tabaco, elevado colesterol, etc.) Pero al contrario, el Orden contencioso
defiende que “al ser enfermedad… requiere prueba de que tuvo causa exclusiva la
ejecución de servicio y no es suficiente la coincidencia temporal como pretende el
recurrente, correspondiendo la carga de la prueba precisamente a quien reclama el
derecho para sí (STSJ de Galicia de 26 de febrero, de 2003, Ar. 266878). Así: “no tiene
cabida en el orden funcionarial pronunciamiento en el sentido de que, en los supuestos
de enfermedad baste con que exista un nexo causal en algún grado con la directa
relación de servicio prestado…lo exigido por la norma (art 47.2), es “no ya que la
enfermedad esté descrita como consecuencia de la naturaleza del servicio
desempeñado, sino que la contenga, es decir que se pruebe, que lo ha sido como
consecuencia directa del servicio,…la cardiopatía es indiscutible enfermedad común,
que excluye la posibilidad de concurrencia del requisito de contracción directa ”(STSJ
de Andalucía/Granada de 31 de marzo de 2003, Ar 130611). Los factores que
predisponen a padecer estas enfermedades cardiacas, pueden eliminar la calificación
“como acto de servicio” del suceso, si no constan las situaciones profesionales
“especialmente” estresantes (SAN 24 de octubre de 2002, Ar. 60016); “por cuanto que
el infarto de miocardio es una enfermedad común …tienen protagonismo destacada los
factores de riesgo…sin que ninguno de ellos sea considerado como responsable
único…de tal manera que no tiene origen por la mera prestación de servicio profesional
aunque esté sujeto a condiciones de estrés laboral,..pues goza de alto componente
endógeno”(SAN de 7 de noviembre de 2002, Ar 25740). De modo que; “no es
aplicable ninguna norma de Seguridad Social, sino la de las clases pasivas, que exige
claramente relación causal entre el servicio y la enfermedad sin que sea suficiente que
no se pueda descartar la existencia de esa relación ” (SAN 14 de octubre de 2002, Ar
59969).
5.5. ALGUNAS DE LAS RESTANTES AMPLIACIONES “OBJETIVAS ”
En primer lugar tienen la consideración de accidente de trabajo los que surgen con
ocasión o como consecuencia del ejercicio de funciones representativas y los ocurridos

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al ir o volver del lugar en que se ejerciten estas funciones (art. 115.2.b) TRLGSS. Esta
expresión debe adaptarse a los sistemas de representación propios de la función
pública, sobre todo en relación a determinados colectivos, ya que podrían ser una de
las ”peculiaridades” que menciona el artículo 59 RGMA en relación a la remisión al
artículo 115. Por ello, no parece que puedan excluirse de este tipo de protección el
ejercicio de funciones representativas, pues; “el acercamiento de los regímenes
especiales al Régimen general y la tenencia a la homogeneidad y armonización de los
conceptos obliga a considerar como acto de servicio las lesiones de un policía dentro
de un cuartel en una reunión sindical, pues al ser representante sindical esta actividad
que debe asimilarse a la efectiva prestación de servicios (STSJ de Andalucía/Malaga
19 de abril de 2002, Ar 119077).
Dentro de las ampliaciones objetivas un supuesto especial serían las lesiones sufridas
en cumplimiento de las órdenes del empresario (art. 115.2.c). En principio, el
funcionario público esta sometido de forma singular al principio de jerarquía, aunque se
ha producido una progresiva aproximación a la situación de cualquier ciudadano, sin
que pueda plantearse la existencia de una fidelidad “acrítica ” respecto a instancias
superiores, si bien hay un deber de obediencia a las autoridades y superiores
jerárquicos, y especialmente en el caso de determinados funcionarios públicos. Ello
presupone una organización de primacía de unos funcionarios respecto de otros, pero
que, a la vez, coexiste con otra relación horizontal de todos ellos respecto a la
Administración. Sin embargo, en la actualidad, la distribución vertical de competencias
derivada de la división de funciones, debe interpretarse en términos de consecución de
la eficacia como razón constitucional de aplicación directa a la actividad administrativa.
Esta nueva lectura no impide que, en muchas ocasiones, se vaya a desempeñar
funciones y tareas absolutamente ajenas a la prestación propia del accidentado como
cumplimiento de órdenes impuestas por un superior, sobre todo en determinados
colectivos de funcionarios cuya estructura está más intensamente jerarquizada; de
manera que si esta protección se contempla para la obediencia derivada del contrato,
con mayor medida en la relación funcionarial. Sin embargo, la jerarquía es una de las
cuestiones con las que la jurisdicción contenciosa está muy familiarizada, como
resultado de su experiencia en la aplicación de los principios y valores propios del
Derecho Administrativo y de la relación funcionarial, y por ello no duda en calificar
estas lesiones como resultado de un acto de servicio, sin necesidad de acudir a la
previsión expresa del artículo 115 TRLGSS.
5.6. LAS AMPLIACIONES SUBJETIVAS
Entre las ampliaciones enumeradas por el artículo 115 TRLGSS se incluyen aquellas
que se deben a actos del propio accidentado, del empresario o de terceros.
La voluntad del sujeto y el grado de injerencia de la misma interfiere de forma
determinante en la calificación de un suceso como accidente de trabajo, de forma que
no impide esta calificación la imprudencia profesional (art. 115.5.a) y sí que la elimina
la intervención dolosa o la imprudencia temeraria (art. 115.4 b) y entre estas
manifestaciones de la voluntada excluyentes se encuentra el suicidio. Sin embargo, el
suicidio puede producirse en las condiciones de la presunción de laboralidad, pero
para que la presunción iuris tantum pueda prevalecer a la exclusión del artículo 115.4
b) se exigen dos requisitos (STS 26 de abril de 1974, Ar. 1762): uno, debe constar el
padecimiento de un trastorno mental diagnosticado que determine la exclusión de la
voluntad consciente; dos, debe existir alguna prueba que establezca la relación con el
trabajo, ya que no actúa automáticamente el binomio ideas de autolisis-trastorno
mental asociado y entorno laboral.
Hay que tener en cuenta que no siempre es tan sencillo diferenciar entre un suicidio,
un acto resultante de imprudencia temeraria, y un resultado de imprudencia
profesional, sobre todo en las profesiones en las que se utilizan armas de fuego. La

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cuestión es hasta qué punto un disparo producido con un arma reglamentaria es o no
un suicidio, una imprudencia temeraria -porque al limpiarla no la había puesto el
seguro-; o un acto resultado de la imprudencia profesional, con el mismo ejemplo,
porque es un acto repetitivo para ese profesional. La diferencia entre ambos tipos de
imprudencia en el ámbito laboral ha sido establecida por el Tribunal Supremo, y al
tratarse de una noción propia de la Seguridad Social, que debe distinguirse de la
noción penal, para concretar estas conductas en el ámbito de la función pública debe
acudirse a esta doctrina. “La imprudencia profesional …deriva de la forma
acostumbrada de realizar el trabajo …por imprudencia temeraria se entiende la
imprudencia en que ha incidido el operario cuando al actuar está poniendo de
manifiesto que…acepta, por su sola voluntad, la realización de un acto arriesgado e
innecesario para su actividad laboral y que lleva a cabo con menosprecio de cualquier
cuidado” (STS de 20 de noviembre de 1975, Ar. 4392).
El apartado b) del artículo 115.5 TRLGSS determina que no impide la calificación del
accidente como de trabajo la culpabilidad civil o criminal del empresario, de compañero
de trabajo o de un tercero.
El mismo lugar que el empresario ocupa la Administración frente al funcionario público.
El acto doloso -agresión, homicidio- debe individualizarse a través de otro funcionario
público, sin perjuicio de la responsabilidad patrimonial de la Administración. El caso de
actuación negligente más común consiste en el incumplimiento de las medidas de
seguridad y salud, que puede dar lugar a responsabilidades concurrentes. Respecto a
este deber de seguridad que debe de cumplir la Administración, la Ley 31/1995, de 8
de noviembre, que regula la Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) es aplicable al
personal funcionario, y de ella importantes contenidos son normas básicas.
Fundamentalmente la responsabilidad penal es exigible a quien sea responsable de
realizar las actividades preventivas, sin que se pueda imputar a la Administración, que
es una persona jurídica. Sí que será responsable civil y subsidiaria (ex artículos 121
del Código penal y 146 de la LRJAP (Ley 30/1992, de 26 de noviembre).
Las infracciones en materia de prevención se sancionan con las medidas correctoras
de los correspondientes incumplimientos, en los términos que reglamentariamente se
establezcan (art. 45.1 LPRL). De manera que no se sancionan pecuniariamente por no
ser posible el ejercicio de la potestad sancionadora en las relaciones
interadministrativas. Cabe, igualmente, una responsabilidad patrimonial directa por las
lesiones causadas por el funcionamiento de la Administración. Todo ello sin perjuicio
de la acción de regreso que puede ejercitar la Administración frente al funcionario
responsable del daño, si ha habido una conducta dolosa, culposa o negligente grave.
En todo caso, considero, el accidente ocurrido como resultado de la omisión de
medidas de prevención, no puede ser resultado de un “funcionamiento normal ” en
relación con el funcionario; al menos en ese supuesto la responsabilidad será exigible
“por funcionamiento anormal; “al no adoptar medidas específicas …la misma
Administración es deudora del deber de seguridad según el artículo 14 de Ley
31/1995, y debe velar por la salud de quienes dentro de su organización y dirección
prestan servicios” (SAN de 15 de marzo de 2002 Ar 143317).
Como en las actuaciones del empresario, en relación a los actos de terceros o de los
compañeros, no hay diferencias sustanciales en la calificación de un suceso como acto
de servicio. En el caso de aquéllos, basta con que estén ocasionalmente relacionados
con el trabajo, por lo que pueden producirse in itinere, aunque, más que deparar en
esa intervención ajena a la prestación, pero conectada causalmente, los tribunales a
menudo entienden que en tales casos sería un acto resultado “del riesgo específico
del cargo” (STSJ de Madrid 25 de enero de 2003, Ar 145269), como ocurren con los
atentados terroristas.
Sin embargo respecto a los actos lesivos realizados por los compañeros, se produce

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una interpretación singular. En principio, para la doctrina y jurisprudencia social son
actos negligentes, culposos o dolosos, que no rompen la relación de causalidad,
actuando la presunción de laboralidad, salvo prueba en contrario que desvirtúe el
motivo laboral del acto.. Para la jurisdicción contenciosa, sólo cuando podían aplicarse
directamente las previsiones del RD 1234/1990, era posible que se calificaran como
acto de servicio estas actuaciones, al ser un resultado ocurrido “como consecuencia ”
del trabajo prestado (STSJ de Murcia de 28 de diciembre de 2002, Ar. 44218) . Si la
razón legal era el artículo 47 de TRLCP “el concepto acto de servicio ha de ser objeto
de un interpretación restrictiva e impide incardinar en el supuesto una lesión que
resulta por un puñetazo causado por otro militar aun cuando suceda en centro militar
-buque de guerra- pues no dimana de la actividad propia de las funciones militares que
se desempeñan” (SAN de 3 de octubre de 2002, Ar 59940). En este sentido, aunque el
artículo 115.5 .b) “salva” la calificación de hechos acaecidos como resultado de la
culpabilidad criminal de cualquier persona en los que la víctima es un sujeto pasivo;
para el Orden contencioso; “la conducta   ilícita y voluntario de otro militar y en virtud de
una situación conflictiva personal -hace que- el carácter militar del recinto sea mera
circunstancia accesoria…la conducta ilícita de un militar imposibilita la calificación como
acto de servicio so pena de elevar la conducta antijurídica a la categoría de acto
normativamente correcto para encuadrarse en el ámbito de actuaciones castrenses…
acto de servicio implican funciones y servicios de la actividad castrense (SAN de 3 de
octubre de 2002, Ar. 59940); y “las lesiones que se producen causadas por agresiones
por una mala relación laboral -se arroja del vehículo de agresor en marcha, que era su
superior jerárquico- ...nada tiene que ver con el servicio … no puede ser un acto
antijurídico como acto correcto y acto de servicio… acto de servicio implica la
generación de la lesión o enfermedad en la esfera de actuación normativamente
correcta de funciones y servicios que integran el desenvolvimiento de la actividad
funcionarial castrense” (SAN de 26 de septiembre de 2002, Ar. 59917).
De este modo, la jurisdicción contencioso-administrativa, incurre en una doble
confusión. Por un lado, une la acepción de acto de servicio a determinados colectivos
funcionariales, como noción propia del Derecho Administrativo militar; teniendo en
cuenta que sería en todo caso una manifestación parcial de este concepto que debería
reconducirse al “riesgo del cargo”; de otro lado, considera “el acto de servicio ”
incardinado en las actuaciones meritorias de específicos colectivos de los funcionarios
públicos, de modo que actos ilícitos excluyen esta calificación de forma automática,
porque para que sean acto de servicio el resultado debe producirse en el marco de la
actividad jurídicamente correcta que singulariza su prestación. No obstante, hay que
tener en cuenta que el “acto de servicio” se produce en el marco de la "relación de
servicio" del funcionarios, en virtud de la cual surgen derechos y deberes inherentes al
desarrollo de la función misma atendiendo a la posición jurídica del funcionario frente a
la Administración. Por esta relación, de carácter bilateral, el funcionario se introduce en
una esfera jurídica muy semejante a la del trabajador por cuenta ajena, y en la que se
pueden producir “accidentes de trabajo” de forma usual; concepto que no guardan
relación con el servicio al interés público.
5.7.  EL “RIESGO ESPECÍFICO DEL CARGO”
La protección por sucesos ocurridos en “acto de servicio ” ha estado unida a la
realización de especiales funciones por determinados colectivos de funcionarios
públicos a cuyo servicio se asocia un riesgo singular. Tras la evolución que ha sufrido
la acepción de accidente de trabajo en general, y la de acto de servicio en particular, el
riesgo específico del cargo no puede aludir a los sucesos que acaecen a militares o
policías en el ejercicio de sus funciones, sino que debe ir referida a los accidentes que
se produzcan como consecuencia de intervenciones realizadas fuera del servicio, por
ejemplo, como alteraciones espontáneas del orden públicos en las que intervienen uno

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de estos funcionarios, aun no estando de servicio. Pero también son un resultado del
riesgo del cargo los hechos resultantes de la identificación que se produce entre el
funcionario como persona física y las labores que realiza dentro de la Administración,
lo que puede causarles lesiones y daños con causa o razón en la personificación que
se produce de la Administración, y que no se refieren exclusivamente a las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad del Estado.
Sin embargo, tampoco es una acepción propia del sistema de clases pasivas, sino de
la protección mutualista (art. 109 y 110 RGMA) de ahí que la referencia del artículo 59
RGMA a “las peculiaridades propias que resulten aplicables derivadas de la prestación
de servicio público” deba ser igualmente interpretado en esta línea. Es más, esta
referencia puede incluso “ampliar” la noción de acto servicio flexibilizando el nexo
causal exigible más allá de las previsiones del artículo 115 TRLGSS, y ello por la
aplicación de la previsiones del RGMA al régimen de clases pasivas.
En relación a estos supuestos se produce una situación singular, referida a los casos
en los que el funcionario está sometido al Régimen general y por tanto a la definición
de accidente de trabajo contenida en el artículo 115 TRLGSS. El ejemplo más
significativo se encuentra en la STSJ del País Vasco, de 13 de noviembre de 2001, (Ar.
1236, Sala de lo Social), referido a un ertzaina que es reconocido en un bar y es
golpeado e insultado repetidamente, lo que da lugar a una repetidas bajas por
incapacidad temporal por las contusiones sufridas. Posteriormente, dos años después,
se inician las bajas por ansiedad y trastorno ansioso depresivo. En el supuesto
enjuiciado por esta sentencia si las lesiones ocurridas en el bar se califican como
accidente de trabajo, cualquier empeoramiento de las mismas, físico o psíquico, da
lugar a la aplicación del artículo 115.2 f) TRLGSS. La cuestión surge de que,
residenciado la decisión en el Orden social, no se plantea ninguna duda sobre la
calificación originaria del padecimiento, ni respecto a que ocurriese en su tiempo libre,
por ejemplo. Es decir, aunque no se encuentre referencia expresa “al riesgo específico
del cargo”, no por ello se producirán diferencias con respecto a otros funcionarios,
pues en aplicación de los principios tuitivos del ordenamiento Laboral y de Seguridad
Social, será un resultado producido “con ocasión o como consecuencia ” del trabajo, en
su caso por actos de tercero en atención a las circunstancias que rodean al mismo y
su conexión con el tipo de prestación.
6. REFERENCIA A LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DE LA ADMINISTRACIÓN
Una posible consecuencia de la calificación de un suceso como acto de servicio es la
reclamación de responsabilidad patrimonial a la Administración y su posible
compatibilidad con las pensiones e indemnizaciones que se causen por iguales
hechos.. Así, aunque el Tribunal Supremo en algunas sentencias defendió la
incompatibilidad entre la pensiones por acto de servicio y las indemnizaciones que se
causaran por la vía de la responsabilidad de la Administración (SSTS de 9 de febrero,
de 1989, Ar. 2914; y de 21 de marzo de 1989, Ar. 431); en otras admitía su
compatibilidad fundándose en la distinta finalidad, causa y fundamento de unas y otras
percepciones económicas (SSTS de 5 de abril y de 1 de diciembre de 1989, Ar. 2816,
8992). Esta contradicción se resolvió en la STS de 12 de marzo de 1991 (Ar. 9870), y
hoy se defiende la compatibilidad porque, según manifiesta este pronunciamiento; de
una lado, la pensión extraordinaria o las indemnizaciones por las lesiones son una
valoración apriorística y objetiva del quebranto mínimo de carácter exclusivamente
económico en función de las distintas circunstancias personales, familiares y
profesionales; mientras que, de otro lado, la indemnización por responsabilidad
patrimonial lejos de atender a situaciones de necesidad persigue una compensación
integral del daño producido (STS de 17 de noviembre de 2000, Ar 9122).
No obstante, hay dos requisitos en la responsabilidad patrimonial que resultan
conflictivos en relación a estas afirmaciones generales. Uno de ellos es el que

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establece que la lesión sea antijurídica; el segundo, que no exista deber jurídico de
soportar el daño. Ambas exigencias deben interpretar conjuntamente, y ello porque la
antijuridicidad desaparece cuando concurre una causa justificativa que legitime el
perjuicio; “un título -cumplimiento de obligación legal, reglamentaria, o asunción
voluntaria o mandato legal- que imponga al administrado la obligación de soportar la
carga” (STS de 27 de septiembre y 10 de octubre de 1997, Ar. 3299 y 7437). Pese a
ello, la obligación respecto al riesgo sólo es exigible cuando existe un funcionamiento
“normal” al que se asocia el riesgo que debe soportar; pues si es “anormal ” puede
desaparecer el deber de sacrificio. Por ello, el que exista o no obligación de indemnizar
por parte de la Administración depende de la forma en que se haya causado el daño;
esto es, de la normalidad o deficiencia en la prestación del servicio y si esta última es o
no imputable al funcionario o servidor público. Si el funcionamiento es normal el
servidor asume voluntariamente el riesgo, que es aceptado y consentido, lo que rompe
la relación de causalidad, y la Administración no vendría obligada a indemnizar por
responsabilidad patrimonial, sino únicamente se abonarían las prestaciones derivadas
de relación estatutaria (STS de 1 de febrero de 2003, Ar. 2358). Por el contrario, si el
funcionamiento es “anormal”, se debe discernir si la deficiencia o anormalidad es
consecuencia exclusivamente de la propia actuación del servidor, en cuyo caso su
conducta seria la única causante del daño o perjuicio sufrido -faltando el nexo casual
del artículo 139.1 LRJAP-; o si la deficiencia o anormalidad obedece a otros agentes,
con o sin concurrencia del perjudicado. Si no ha habido ninguna participación del
funcionario perjudicado en el resultado, debe ser cabalmente resarcido de todo daño y
perjuicio que se le hubiese irrogado hasta alcanzar su plena indemnidad; pero si ha
cooperado en el funcionamiento anormal, la indemnización habrá de moderarse en
atención al grado de participación. Así, si el funcionario toma una decisión autónoma
en el marco de la prestación de servicios, y elige la forma de actuar, asume la decisión
y la dirección de la acción, y aunque esté cumpliendo con una obligación legal, esta
injerencia de la voluntad puede ser la causa que provoque la “anormalidad ” en el
funcionamiento, eximiendo a la Administración del deber de indemnizar, más aún si
cuenta con toda la protección necesaria para salvaguardar su integridad y evitar los
posibles daños (STS de 20 de febrero de 2003, ar. 2125).
7. CONCLUSIONES
La protección de los funcionarios públicos frente a los riesgos profesionales ha sido
diversa a la de los trabajadores por cuenta ajena; y ello sin una razón jurídica
suficiente, ya que las diferencias que justifican la existencia un “estatuto ” específico
para los funcionarios públicos no debería comprender la diferente acepción de “acto de
servicio”. Sí que han existido cuestiones que aparentemente han podido fundamentar
un tratamiento dispar. Así, en primer lugar, habría que atender a la inexistencia de un
precepto semejante al artículo 115 del TRLGSS en el Régimen especial. Este artículo,
a lo largo del tiempo, ha ido recogiendo expresamente sucesos ocurridos “a
consecuencia o con ocasión” del contrato laboral que el Orden social calificaba como
accidentes de trabajo. La simple mención de la relación de causalidad en el
ordenamiento Administrativo debería haber sido suficiente para que como la
jurisprudencia social, procurase los máximos efectos tuitivos en la calificación. De ahí
que el hecho de que no existiera una mención semejante a la del TRLGSS no podía
justificar que no se aplicase este mismo precepto, conformado por la jurisprudencia, al
menos de forma analógica en tanto que identidad de razón, y por medio de esta
técnica jurídica se pudiese adaptar la norma a la realidad social.
La cuestión más importante deriva de que la calificación del acto de servicio está
residenciada en el Orden contencioso en lugar de en el social. Esta jurisdicción, ajena
a los principios de protección que inspiran a los jueces sociales, cuando no existía un
reconocimiento jurídico expreso tenía más apego a la mención expresa de la norma, y

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ello ha supuesto limitar considerablemente la protección. Ahora, el reenvío expreso a la
normativa del Régimen general debe entenderse hecho, igualmente, a la
jurisprudencia elaborada en torno al artículo 115 TRLGSS, lo que sin duda impone un
conocimiento específico de la misma, y una voluntad de protección del trabajador-
funcionario ante determinados sucesos relacionados con su labor; más aún cuando
hay funcionarios a quienes directamente se les aplica el artículo 115 y la calificación de
los riesgo es solventada en el Orden social. De ahí que debiera ser una competencia
propia del Orden social para no romper la uniformidad de la jurisprudencia en una
noción que ha constituido el eje de la protección social, incidiendo en el carácter
unitario de la Seguridad Social.
Hoy cualquier posible diferencia queda reflejada en la mención del artículo 59 RGMA a
las peculiaridades propias que resulten aplicables derivadas de la prestación de
servicio público; incluyendo entre las mismas las particularidades referidas a las
funciones representativas que existen en el marco de la función pública y las que
surgen del “riesgo específico del cargo ”. En este caso, aunque no exista referencia
semejante para los funcionarios protegidos por el Régimen general, el Orden social
encontrará el nexo causal necesario para la calificación como riesgo profesional de
sucesos que merecen este tratamiento; con mayor o menor fortuna, pues es lo que ha
estado haciendo durante años y cuenta con conocida experiencia.

Notas a pie de página


1  Por todos, CRUZ VILLALÓN, J. “El control judicial de los actos de la Administración
Laboral: la extensión de las jurisdicciones laboral y contencioso-administrativa ”, R L.,
1990, vol. II, p. 201.
2  La confluencia del Derecho Administrativo y del Derecho Laboral origina que la
distribución de las competencias esté dibujada por una “resbaladiza línea divisoria ”
que crea una fuente permanente de conflictos; por todos MONTOYA MELGAR, A.,
GALIANA MORENO, J. M., SEMPERE NAVARRO, A., y RÍOS SALMERÓN, B. Curso
de Procedimiento Laboral, Tecnos, Madrid, 1995, p. 45.
3  APARICIO TOVAR, J. y RENTERO JOVER, J. “El juez laboral, imparcial, pero no
neutral,” RDS, nº 4, 1998, p. 54.
4  APARICIO TOVAR, J. y RENTERO JOVER, J. “El juez laboral,…cit., p. 55.
5  GARRIDO FALLA, F. Tratado de Derecho Administrativo, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1982, vol I, p. 153.  
6  Véase GARCÍA DE ENTERRIA, E y FERNÁNDEZ MARTÍNEZ T. R. Curso de
Derecho Administrativo, Cívitas, Madrid, 1989, vol. I, p. 42.
7  LÓPEZ-TAMES IGLESIAS, R. Jurisdicción laboral y contencioso-administrativa:
delimitación de competencias, Madrid, DIJUSA, 2001, p. 169 y ss.
8  MÁRQUEZ PRIETO, A. La materia contenciosa de Seguridad Social, Tirant lo
Blanch, Valencia, 1997, p. 55. A diferencia de la naturaleza expansiva del Orden
contencioso que se sirve de criterios de conocimiento preferente, en los que se basa
su naturaleza y especialidad, fundamentados en la “actuación administrativa ”, LÓPEZ-
TAMES IGLESIAS, R. “Jurisdicción laboral y contencioso-administrativa: …cit.,. p. 50.
9  Por todos DESDENTADO BONETE, A. “Concepto de accidente de trabajo ”, AA. VV.
(dir MONEREO PÉREZ, J. L. y MORENO VIDA, Mª N.) Comentario a la Ley General
de la Seguridad Social, Comares, Granada, 1999, p. 1096.

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10  Sobre los posibles efectos contradictorios de esta diversa atribución, véase
MÁRQUEZ PRIETO, A. “La materia contenciosa…cit., p. 15 y ss. Véase también la
crítica hecha por MERCADER UGINA, J. en Delimitación de competencias en el orden
social y el contencioso-administrativo, Tirant lo Blanch, Valencia, 1996.
11  La Ley 52/2003, de 10 de diciembre, ha dado nueva redacción a la letra b) de este
precepto en relación con la impugnación de los actos de la TGSS en materia de
Seguridad Social ante el Orden contencioso-administrativo.
12  La distribución está basada en la atribución genérica que se deduce de la LOPJ;
pero el criterio de la naturaleza de la materia tratada debe ser completada por la
jurisprudencia del Tribunal Supremo en las Sala social y contencioso-administrativas;
RIVAS VALLEJO, P. Los procesos en materia de prestaciones de la Seguridad Social,
Aranzadi, Pamplona, 2002, p. 39.
13  CRUZ VILLALÓN, J. “El control judicial…cit., p. 201. Véase SÁNCHEZ PEGO, F. J.
"Delimitación de los ámbitos jurisdiccionales contencioso-administrativo y social", A.L.,
nº 40, 1993, marginales 716 y ss.
14  MÁRQUEZ PRIETO, A. “La materia contenciosa…cit. , p. 23.
15  Resulta ser cierto que la atribución por el artículo 2.b) TRLPL al Orden social de la
materia de Seguridad Social requiere determinar qué es y qué no es esta materia,
dada la enorme complejidad de la misma, la variedad de sujetos públicos y privados
que interviene en las relaciones jurídicos sustantivas conectadas con la Seguridad
Social, y la gama de derechos, facultades y obligaciones y deberes que se suscitan en
torno a ella. Si bien, sin necesidad de entrar a fondo en este tema, está claro que al
menos comprende las prestaciones y el contenido de las mismas; GONZÁLEZ
ORTEGA, S. “La extensión de la jurisdicción social en materia de Seguridad Social y
otras afines”, R. L., 1990, vol. II, p. 353
16  BAYLOS GRAU, A CRUZ VILLALÓN, J. y FERNÁNDEZ LÓPEZ M. F. Instituciones
de Derecho Procesal Laboral, Madrid 1995, p 26.
17  Produciéndose una separación de controversias artificial que puede llevar a
resultados perturbadores DESDENTADO BONETE, A. “Sobre las difíciles relaciones
entre el recurso de casación para la unificación de la doctrina y el recurso de amparo y
sobre los problemas de prejudicialidad administrativa. Una reflexión crítica y una
propuesta. De nuevo, el caso Galerías”, REDT, nº 76, 1996, p. 692.
18  ALONSO OLEA, M. La materia contenciosa laboral, Instituto García Oviedo,
Sevilla, 1967, p. 159.
19  Los artículos 22 y 23 del TRLSSFA establecen prestaciones específicas en caso de
inutilidad para el servicio.
20  El art. 2 de la Ley 28/1875 estableció que el Régimen especial de la Seguridad
Social de las Fuerzas Armadas estaba integrado por los mecanismo de cobertura del
Régimen de clases pasivas de los Funcionarios de la Administración del Estado. Véase
CANALES GIL, A. El sistema español de clases pasivas, Cedecs, Barcelona, 1996, p.
81.
21  En algunos casos fueron colectivos añadidos por la Ley 66/1997, de 30 de
diciembre. Además, no todos los mencionados en el art. 2 de este texto son
funcionarios, ni todos los funcionarios aparecen reflejados en él, véase ALARCÓN
CARACUEL, M. y GONZÁLEZ ORTEGA, S. Las pensiones de los funcionarios
públicos, Mafre, Madrid 1988.
22  Véase el estudio de CALVO RAMÍREZ, C. “Régimen de clases pasivas de los
funcionarios públicos”, RSS, nº 37, 1988, p. 121.
23  Además, “las originadas por actos de terrorismo son también incompatibles con las
extraordinarias que por los mismos hechos, prescindiendo de su motivación terrorista,
pudieran corresponder” (art. 50 TRLCP). La pensión extraordinaria de jubilación, de
inutilidad o por fallecimiento por un acto de terrorismo están reguladas por normativa

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específica, sin que les sea de aplicación las previsiones sobre limitación de crecimiento
(art. 50.2 TRLCP). Hay también normas especiales en relación a las prestaciones a
favor de familiares (art. 48.2).
24  El precepto señalaba al final “con la excepción de que tales indemnizaciones se
abonan siempre que no le corresponde el ingreso en el Benemérito Cuerpo de
Mutilados de Guerra por la Patria o le corresponda una pensión vitalicia a tenor de lo
dispuestos en la Ley 5/1976 o sea mutilado útil ”; el Cuerpo de Mutilados de Guerra se
declaró a extinguir  por la DF 6ª de la Ley, 17/1989, de 19 de julio.
25  En este sentido, BLASCO LAHOZ, J. F.; LÓPEZ GANDIA, J. y MOMPARLER
CARRASCO, M. A. Regímenes especiales de la Seguridad Social, Tirant lo Blanch,
Valencia, 2004, p. 393.
26  Véase igualmente el Reglamento Orgánico de la Policía Gubernativa, (D.
2038/1975, de 17 de julio) que prevé el reconocimiento y resarcimiento de daños a los
funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía que resulten lesionados en acto u ocasión
del servicio cuando se produzcan sin mediar dolo, negligencia o impericia ” (art. 179); y,
“cuando en iguales circunstancias resultare lesionado algún funcionario -a través de un
expediente se podrá reparar- el importe de los gastos de curación a los efectos del
artículo 165 y demás que procedan” (art. 180) Estos preceptos continúan en vigor y,
además, son aplicables a los miembros de la Guardia Civil conforme al Dictamen del
Consejo de Estado de 9 de julio de 992, nº 846/1992. Téngase en cuenta la existencia
de normativa específica de las CC.AA.
27  El problema surge de que el art. 2 de la Ley 19/1974 reconocía una prestación
específica. La DF 5ª de la Ley 50/1984, establecía una delegación a favor del Gobierno
para “regularizar, aclarar y armonizar” la legislación vigente sobre derechos pasivos y
como resultado de la misma se estableció el artículo 49.4 TRLCP. El Tribunal Supremo,
en la STS de 18 de marzo de 1996, Ar. 2779, defendió que se había producido un
exceso en la delegación legislativa al suprimir un derecho de la legislación, por lo que
sólo tenía valor reglamentario, y el citado derecho no podía estar afectado por el efecto
derogatorio tácito del TRLCP. Luego, la Ley 50/1998, 30 de diciembre, modifica TRLCP
y da nueva redacción al art. 49.4 en los términos señalados. Este precepto se
encuentra ahora en una Ley; ya no es legislación delgada, y ya no se aplica doctrina
de Tribunal Supremo sobre el exceso de delegación. La nueva doctrina del Tribunal
Supremo se recoge en las SSTS de 12 marzo 2002, Ar. 1843 y de 18 de julio 2001, Ar.
6919.
28  La Ley 26/1994, de 29 de septiembre, regula la situación de segunda
actividad  “para compensar la retirada del servicio activo a una edad inferior a la del
resto de los funcionarios…causada por un mayor desgaste físico que conlleva la
función policial (Exp. de Motivos).
29  Art. 4 del RD 1556/1995, de 21 de septiembre, que desarrolla y aplica la Ley
26/1994. Este artículo ha sido desarrollado por la Orden Ministerial de 30 de diciembre
de 1998.
30  Véase el estudio de esta norma hecha por CANALES GIL, A. “El sistema español …
cit., p. 121 y ss.
31  En tal caso no se exigían servicios previos y como prestación se causaba una
pensión cuantificada en el sueldo entero
32  En este supuestos el funcionario tenía derecho a una pensión extraordinaria de
jubilación  del 80% de sueldo que disfrutaba en el momento de la inutilización si aquél
fuera inferior a mil pesetas, y del 60% en caso contrario, sin que pudiese ser inferior a
800 pts.
33  En caso de accidente fortuito en acto de servicio, no comprendido anteriormente, y
sin que concurra imprudencia o impericia de la víctima, se establecía la misma
prestación que la prevista en el artículo 61 (art. 64).

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34  El riesgo protegido respondía en todo caso a un suceso repentino, imprevisto y
externo, muy lejos de la ampliación al deterioro de la salud progresivo favorecido por la
sentencia del Tribunal Supremo de 17 de junio de 1903 en el Orden social, aunque sí
que resultaban amparadas las enfermedades que eran resultados de determinados
accidentes, excluyendo a la enfermedad común a todo caso.
35  Por todos DESDENTADO BONETE, A. “Concepto de accidente …cit., p. 1099;
HEVIA-CAMPOMANES, E. MIRANDA RIVAS, F. VIVANCO BUSTOS, M.C. y GÓMEZ
CAMPOY, F. Los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales. Incapacidad
temporal por contingencias comunes. Colex, Madrid, 2000, p. 93. Sólo se excluye la
relación verdaderamente ocasional; por todos ESCUDERO RODRÍGUEZ, R. y
NOGUEIRA GUSTAVINO, M. “Acción protectora: las contingencias protegidas ” en AA.
VV. (Dir DE LA VILLA GIL), Derecho de la Seguridad Social, Tirant lo Blanch, Valencia,
2002, p. 311
36  Expresamente la jurisprudencia sólo ha confirmado la analogía en relación a la
normativa de ámbito estatal y de las Comunidades Autónomas referida a las Fuerzas
de Seguridad del Estado, y en ese caso, una ampliación de la noción de acto de
servicio en aplicación del artículo 34 (STS de 19 de abril de 1989, Ar. 3130).
37  El TRSSFCE incluye “el riesgo específico del cargo ” al definir las contingencias
protegidas (arts. 14 y 28); también el TRSSFA (art. 11).
38  El artículo 60 al regular la enfermedad profesional, la define de forma semejante al
artículo 116 TRLGSS
39  Por todas, STSJ de Andalucía/Granada, de 31 de marzo de 2003, Ar. 130611.
40  Esta norma regula la concesión de indemnizaciones del TRLCP a quienes realizan
el servicio militar o a alumnos de centros docentes militares. En el artículo 2 dispone:
“1. A los efectos del presente Real Decreto, se entenderán por accidente en acto de
servicio aquel que se produzca con ocasión o como consecuencia de las actividades
propias de la prestación del servicio militar …; 2. Tendrán la consideración de
accidentes en acto de servicio: a)los ocurridos con ocasión o como consecuencia de
hechos que, aun siendo distintos a los del servicio habitual, se ejecuten en
cumplimiento de órdenes recibidas; b)los acaecidos en actos de salvamento y en otros
de naturaleza análoga…; c)los que se produzcan al ir o volver del lugar de servicio. 3.
Se entenderán que se ha producido como consecuencia de accidente en acto de
servicio a efectos de su valoración: a) Las enfermedades o defectos padecidos con
anterioridad…que se agraven como consecuencia del accidente, así como las que se
contraiga con motivo de las actividades propias de la prestación del servicio militar o
de los procesos de enseñanza en centros militares de formación; b) Las
consecuencias del accidente que resulten modificadas en su naturaleza, duración o
gravedad o terminación por enfermedades intercurrentes.... 4. Se presumirá, salvo
prueba en contrario, que son consecuencia de accidentes en acto de servicio las
lesiones sufridas en el interior de recintos militares. 5. No tendrá la consideración de
accidentes en acto de servicio los debidos a dolo o imprudencia temeraria del
accidentado. 6. La concurrencia de culpabilidad civil o criminal de un tercero no
impedirá la calificación de un accidente acaecido en acto de servicio ”.
41  Conforme a la STS 16 de abril de 2002, Ar. 9058, cuando se desata una
esquizofrenia de tipo indiferenciado durante el servicio militar, tan sólo hay que acudir a
esta presunción, pues se aplica a las lesiones o enfermedades que se produzcan en
recintos militares. “Es contrario al Real Decreto hacer una distinción entre lesión y
enfermedad…la enfermedad se ha manifestado durante el servicio militar y es
consecuencia de las actividades propias del mismo ….Resultaría ilógico y contrario al
fin de la norma entender que secuelas producidas por una enfermedad no pueden
resultar agravadas como consecuencias de actividades propias del servicio militar y sí
como consecuencia de un accidente padecido durante el mismo ”.

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42   “Siempre que no obedezcan al simple arbitrio de crear sistemas legales distintos ”
(STC 268/1992).
43  Por accidente se entendía “toda lesión corporal que el operario sufra con ocasión o
por consecuencia del trabajo que ejecuta por cuenta ajena ”; véase la exposición de
TATAY PUCHADES, C. “Génesis y evolución de la protección de los accidentes de
trabajo”, Tribuna Social, nº 109, 2000, p. 17.
44  ALONSO OLEA, M. y TORTUERO PLAZA, J. L. Instituciones de Seguridad Social,
Cívitas, Madrid, 1990, p. 59.
45  Recogido por la LSS, D. 2065/1974, de 30 de mayo, véase DESDENTADO
BONETE, A y NOUERIA GUSTAVINO, M. “Las transformaciones del accidente de
trabajo entre la Ley y la Jurisprudencia (1900-2000): Revisión crítica y propuesta de
reforma”, RMTAS, nº 24, 2000, p. 52 y ss.
46  Que aparecen legalmente recogidas en el Texto Articulado de abril de 1966, véase
RODRÍGUEZ MARTÍN, A. y ALARCÓN HORCAS, S. Accidentes de trabajo (teoría y
práctica de la responsabilidad). Comentarios, jurisprudencia y formularios a la Ley 10
de enero de 1922, Reus, Madrid, 1922, en la p. 109 para el estudio de la STS de 16 de
marzo de 1918.
47  Desde luego, la técnica normativa con la que se ha regulado tradicionalmente el
sistema de clases pasivas ha favorecido esta postura que impide procurar mayores
efectos a los preceptos si no están expresamente previsto. Una ordenación
manifiestamente detallista y casuística, que refleja detenidamente incluso los
supuestos de calificación del acto de servicio (como el Estatuto de 1926), impide la
aplicación de principios sociales de carácter protector; DE LA VILLA GIL, L. E.
“Limitaciones del sistema de Previsión social de la función pública del Estado ”,
Documentación Administrativa, nº 71, 1963, p. 47 y ss. Cuando opera el tránsito a una
cláusula general se realiza definiendo una relación de causalidad necesaria muy
estricta
48  Véase ESCOBAR JIMÉNEZ, J. La acción protectora de la Seguridad Social de los
funcionarios públicos, Cuadernos ibidem, Madrid,  IBIDEM ediciones 1998, p. 68 y 69.
49  Véase la exposición hecha por ALARCÓN CARACUEL, M. y GONZÁLEZ
ORTEGA, S. “Las pensiones de los funcionarios públicos …cit., p. 318 y ss.;
SÁNCHEZ-RODAS NAVARRO, C. El accidente in itinere, Comares, Granada, 1998,
p.  157.
50  Véase TOSCANI JIMÉNEZ, D. y FERNÁNDEZ PRATS, C. “La presunción del
artículo 115.3 de la LGSS y las llamadas enfermedades de trabajo ”, Tribunal Social, nº
78, 1997, p. 70 y ss.
51  TOSCANI JIMÉNEZ, D. y FERNÁNDEZ PRATS, C. “La presunción del artículo
115.3…cit., p. 66.
52  Debe existir una actividad probatoria en sentido contrario, con la intención de
destruir la presunción, ya que únicamente se debe justificar la ubicación de la lesión en
tiempo y lugar, y el empresario o las entidades correspondientes deberán demostrar
que la lesión, trauma o defecto no se produjo a consecuencia de la realización de la
tarea (STS de 18 de marzo de 1999, Ar. 3006).
53  Los actos que se produzcan, han de ser de forma casual y fortuita para que se
califiquen como acto de servicio (SSTSJ Andalucía/Granada, de 28 de octubre de
2002, Ar. 29953; de Cataluña de 10 enero de 2003, Ar. 140368, de Valencia, de 5 de
febrero 2003, Ar. 22536).
54  La referencia a la incapacidad o al fallecimiento en el art. 47.4 TRLCP en lugar de a
las lesiones se debe a que es un precepto del sistema de clases pasivas.
55  “Un suceso ajeno al funcionamiento del servicio …extraño a la conducta del
funcionario -romperse un menisco al caerse por unas escaleras- puede provocar un
accidente y considerarse acto de servicio aplicando la presunción de tiempo y lugar del

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artículo 115.3 (SSTSJ del País Vasco, de 24 de abril de 2003, Ar. 150980; y en sentido
semejante STSJ de la Comunidad Valenciana, de 5 de mayo de 2003, Ar. 23272).
56  “La virtualidad de la mención legal de la presunción pierde eficacia cuando no se
acompaña de la interpretación construida en torno a la misma ” (STSJ de Valencia, de
10 de abril de 2003 Ar. 22993). En ocasiones, el desconocimiento de la jurisprudencia
específica favorece que se hagan manifestaciones extrañas al Orden social: “conforme
a los criterios expuestos -de aplicación de las pautas del Orden social- se presume,
salvo prueba en contrario que es constitutivo de accidente de trabajo las lesiones que
sufra el trabajador en tiempo y lugar de trabajo y las que sufre al ir o volver al lugar de
trabajo y esto es una presunción que invierte la carga de la prueba en contra de la
Administración” (STSJ de Andalucía/Málaga de 27 de noviembre de 2003, Ar. 13149)
57  La actora -policía nacional- de lunes a viernes vivía con su madre en Badalona,
luego no se rompe nexo causal por este traslado a casa de su madre próximo a la
salida del trabajo. Igualmente el Tribunal Supremo no califica como accidente in itinere
el ocurrido al ir del domicilio que se produce 9 horas después; luego a sensu contrario
si fuera cronológicamente próximo no dudaría en calificarlo como tal (STS de 29 de
abril de 2002, Ar. 9061).
58  La sentencia examina el supuesto de un funcionario del Organismo Autónomo de
Correos y Telégrafos que sufre un accidente de tráfico al volver a su domicilio, que no
es calificado como acto de servicio. También SSAN de 23 y 30 de septiembre de 2002,
Ar. 69111 y Ar. 68904.
59  La resolución de la Secretario General Técnico del Ministerio de las
Administraciones Públicas, de 9 de marzo de 1998, establece el concepto que figura
en el art 73.1 RMA ha de completarse con el art 115 TRLGSS dado el carácter de
normativa supletoria e interpretativa que tiene la LGSS respecto de la reguladora del
Régimen Especial de Seguridad Social de los Funcionarios (véase STSJ de Murcia 26
de enero de 2002, Ar. 82991).
60  GARCÍA ORTEGA, J. “El accidente de trabajo. (Actualidad de un concepto
centenario)”, Tribunal Social, nº 109, 2000, p. 38.
61  DESDENTADO BONETE, A. “Concepto de accidente…cit., p 1100.
62  En este pronunciamiento se examina el fallecimiento de un cabo en un accidente
de tráfico cuando al volver a su domicilio se detuvo para auxiliar a los ocupantes de un
vehículo accidentado en la calzada: “la jurisprudencia exige que se dé nexo causal
entre el accidente y el riesgo y el acto militar …. el accidente in itinere se produce al ir o
volver al lugar de trabajo … -se constata- el elemento teleológico de que el viaje sea
para regresar a su domicilio al finalizar la jornada ”. “Por acto de servicio no cabe
exclusivamente entender el acaecido en la prestación de servicio con ocasión directa
de él o a consecuencia…no es posible entender tan solo el tiempo exacto de jornada
laboral sino también el indispensable para desplazarse por la vía habitual de su
domicilio al centro de trabajo y viceversa ” (STSJ de Cataluña de 26 de septiembre de
2002, Ar. 17317).
63   “El accidente in itinere es acto de servicio cuando concurren circunstancias
precisas exigidas para la calificación de sala 4ª, ….considerando que es el resultado de
una iniciativa jurisprudencial para dar amparo a accidentes sobrevenidos al terminar la
jornada o antes de su comienzo negándose en el caso de que no sea domicilio
habitual…es preciso dos términos lugar de trabajo y domicilio de trabajador y además
una conexión de los mismos por el  trayecto” (STS de 28 de febrero de 2001, Ar.
2826). Véase igualmente la STSJ de Madrid 19 de enero de 2002, (Ar. 134111).
64  RODRÍGUEZ-PIÑERO y BRAVO-FERRER, M. “Las enfermedades de trabajo ”, RL,
1995, vol. II; AA. VV. Jornadas sobre las enfermedades de trabajo ”: calificación y
prevención, MUPRESPA, Madrid, 1994. p. 22.
65  MARTÍNEZ BARROSO, M. R. “Sobre las enfermedades profesionales no listadas:

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A propósito de un supuesto de síndrome de desgaste personal o de burn-out ”, RDS, nº
10, 2000, p. 190.
66  En relación a las letras f y g del art. 1115 TRLGSS el nexo causal entre el hecho
desencadenante y el trabajo exigido por la jurisprudencia social es semejante al que
requiere el Orden contencioso. Respecto a las enfermedades padecidas con
anterioridad, siendo de carácter endógeno -un trastorno bipolar padecido por una
guardia civil- determinan la ausencia de la relación causa efecto con el servicio (SAN
de 25 de junio de 1998, Ar. 2040); e igualmente una psicosis esquizofrénica paranoide
puesta de manifiesto durante el servicio militar (STSJ de Andalucía/Sevilla de 31 de
enero de 2003, Ar. 174402). Mientras que si padece una enfermedad renal que se ve
agravada por el ejercicio físico practicado durante el servicio militar se califica como
acto de servicio (STSJ Andalucía/Sevilla de 25 de febrero de 2002, Ar. 117417); o
cuando el funcionario resbala al ir a conducir el vehículo oficial para empezar la
jornada y se producen lesiones diversas, pero previamente se le había diagnosticado
hernia discal que el accidente empeoró (STSJ de Asturias de 15 febrero de 2002, Ar.
102006). Lo mismo puede decirse sobre la calificación de los padecimientos
intercurrentes, entendidos “como consecuencia del acto de servicio ”. Así, al producirse
un accidente de tráfico cuando un policía nacional durante el servicio de patrulla es
atropellado por otro vehículo mientras auxiliaba a las víctimas de un accidente, todas
las complicaciones que surgen con posterioridad producen una jubilación por inutilidad
en acto servicio (SAN de 16 de enero de 2003, Ar. 4); o, una funcionaria del Cuerpo de
Ayudantes postales que cargando un camión sufre una tendinitis que al empeorar
aparecen diversas lesiones que en conjunto son calificadas como resultantes de acto
de servicio (STSJ de Madrid de 21 de noviembre de 2002 Ar. 144778).
67  La sentencia examina el caso de un policía en el País vasco que sufría un trastorno
mayor depresivo recidivante manifestado por angustia continua reviviendo los hechos
experimentados de forma traumática durante los servicios prestados. La
sintomatología presentaba carácter crónico e irreversible, y la enfermedad o proceso
patológico psíquico fue adquirida directamente por ejecución de los actos realizados
por tal interesado o como consecuencia directa de los servicios prestados.
68  Véase el estudio hecho por REMIGIA PELLICER, V. D. Infarto y accidente de
trabajo, Tirant lo Blanch, Valencia, 2002, p. 101 y ss.
69  La sentencia aborda un supuesto en el que un policía nacional había sufrido un
infarto de miocardio mientras prestaba servicios de seguridad como tareas propias de
su cargo y en horario laboral. El recurrente señaló el clima de tensión sufrida por los
atentados del grupo GRAPO en Santiago en los días previos; el suceso del banco de
España en el que murieron dos compañeros, y otros altercados con manifestantes en
días inmediatos al infarto, a quienes el recurrente intentó reducir. Sin embargo,
considera el Tribunal Superior de Justicia que no hay una relación de causalidad
suficiente para calificarlo como acto de servicio.
70  En este supuesto se calificaba un infarto que se manifiesta en la comisaría de
policía.
71  En algunas ocasiones, de forma excepcional, los Tribunales Superiores de Justicia
acuden a los criterios defendidos por la jurisprudencia social y una cardiopatía
isquémica -que guarda relación con el estrés- se califica como acto de servicio (STSJ
de Madrid de 26 de noviembre de 2002, (Ar. 144859); y, también si se desarrolla
mientras patrullaba un policía (STSJ de Madrid, de 30 de noviembre de 2002, Ar.
144957); “pues no se descartan factores laborales y el estrés laboral como factor de
riesgo de la enfermedad coronaria y la Administración no hace prueba en contra”
(STSJ de Madrid , de 26 de noviembre de 2002 Ar. 144859).
72  Así, la enfermedad depresiva padecida por un militar del Ejército del aire derivada
de una grave lesión acústica producida por el tipo de trabajo, para la Audiencia

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Nacional no es acto de servicio por falta de causalidad directa e inmediata, ya que la
lesión genera el padecimiento por la especial configuración anímica del sujeto (SAN 17
de octubre de 2002, Ar. 59991). Pese a todo, las sentencias de los Tribunales
Superiores de Justicia, como en la jurisdicción social, adolecen de una manifiesta falta
de uniformidad, lo que conlleva a que en ocasiones acudan a los pronunciamientos de
Orden social para calificar, por ejemplo, los trastornos depresivos como acto de
servicio, al enlazarlos con el tipo de función realizada -policía nacional que estuvo en el
País Vasco- (STSJ de Asturias, 13 de febrero de 2002, Ar 101588); y no dudan en
compara el artículo 47.2 TRLCP y el artículo 180 del Reglamento Orgánico de la
Policía, con el artículo 115.2 e) TRLGSS (STSJ de Asturias, de 11 de octubre de 2002,
Ar 10628).
Por ejemplo, no duda en reconocer como acto de servicio la lesiones que sufre un
policía cuando descargaba camiones por orden de su superior, momento en el que
sintió dolor en el brazo que resultó diagnosticado como una tendinitis por esfuerzo,
defendiendo el nexo causal derivado del sometimiento a las órdenes de un superior
jerárquico (STSJ de Madrid, de 17 de mayo 2002, Ar. 94545).
Por ello, la muerte por un disparo de fusil que se produjo cuando prestaba servicio
militar obligatorio, resultaría amparada por la presunción de acto de servicio, pero
quedaría destruida y rota la relación de causalidad por la imprudencia de éste, como
argumenta la Administración, o por una conducta suicida: “en el momento del disparo
no se le había proporcionado munición alguna; el arma paso revista sin detectarse
ninguna munición dos veces, y nadie vio lo que sucedió, solo que al volver a la tienda
se oyó el disparo y se descarta la calificación como acto de servicio ” (SAN de 30 de
enero de 2003, Ar. 26502). En el caso de autos, la madre del fallecido se amparaba en
la definición de acto de servicio como el producido con ocasión o por consecuencia del
servicio prestado, presumiéndose que los accidente ocurridos en recintos militares son
actos de servicio salvo que fuera debido a dolo o imprudencia temeraria del
accidentado (art. 2 RD 1234/1990, de 11 de octubre). La sentencia defiende la
existencia de una conducta suicida que excluye el acto de servicio. Véase, también, la
STS de 21 de octubre de 2003, Ar. 8886, respecto a un soldado que fallece mientras
estaba realizando el servicio militar, a quien encuentran muerto con una jeringuilla al
lado y en cuyo cuerpo se encuentran pinchazos, no constando que siguiese ningún
tratamiento médico se trata de un acto absolutamente voluntario, que invierte la carga
de la prueba aun cuando ocurra en recinto militar, y debe ser el actor -su madre- quien
pruebe la relación con la prestación militar.
En determinados supuestos los Tribunales han enjuiciado supuestos de accidentes de
circulación sufridos por los funcionarios en los mismos términos que el Orden social.
Así, cuando un vehículo de un policía que está prestando servicio y sufre un accidente
de tráfico porque no detiene el vehículo ante semáforo rojo, las lesiones resultantes no
derivan de un acto de servicio, ya que acudiendo a los pronunciamientos del Orden
social,“no hay identidad entre imprudencia infractora de normas de tráfico y temeraria
-pero es también jurisprudencia social-.. que para que la inobservancia de un norma
reglamentaria de circulación pueda calificarse de imprudencia temeraria, se exige la
concurrencia de una conducta en la que haya claro menosprecio de la propia vida …se
entiende por imprudencia temeraria conducir sin carné, una velocidad desmesurada no
simplemente excesiva, etc. y en atención a esa jurisprudencia saltarse semáforo en
rojo de noche y en momento de intensa circulación es un riesgo extraordinario, luego
no puede calificarse como acto de servicio (STSJ de Madrid, de 2 de febrero de 2002,
Ar 234619). No obstante, ya que el reconocimiento de la protección in itinere es
relativamente reciente, todavía queda pendiente conocer qué postura defenderá el
Orden contencioso en relación a la imprudencia temeraria en este tipo de accidentes y,
por ejemplo, a la ingesta de alcohol; ámbito en el que incluso en la jurisprudencia

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social es difícil que se produzca unificación de la doctrina, véase LÓPEZ GANDIA, J.
“Concepto de accidente de trabajo”, AA. VV. (dir. ALARCÓN CARACUEL, M. R. y
RODRÍGUEZ-RAMOS VELASCO, P.) Comentarios a la Ley General de la Seguridad
Social, Aranzadi, Pamplona, 2003, p. 767.
76  Además, el RD 1932/1997, de 17 de enero, establece determinadas normas de
adaptación de la LPRL a los centros y establecimientos militares. De otro lado, la LPRL
no es de aplicación en las actividades cuyas particularidades lo impida, como serán las
de policía y seguridad, resguardo aduanero, y servicio operativos de protección civil y
peritaje forense, en los casos de grave riesgo, catástrofe o calamidad, SALA FRANCO,
T. Derecho de la Prevención de Riesgos Laborales, Tirant lo Blanch, Valencia, 2004, p.
252.
77  LÓPEZ GANDÍA, J. y BLASCO LAHOZ, J. Curso de prevención de riesgos
laborales, Tirant lo Blanch, Valencia, 2004, p. 275.
78  Véase SEMPERE NAVARRO, A.; GARCÍA BLASCO, J.; GONZÁLEZ LABRADA,
M.; CARDENAL CARRO, M. Derecho de la Seguridad y Salud en el trabajo, Cívitas,
Madrid, 2001, p. 340. El RD 707/2002, de 19 de junio, modificado por el RD 464/2003,
de 25 de abril, reglamenta el procedimiento administrativo especial de actuación
79  En este supuesto no está claro que no sea necesaria una conducta culposa o
negligente de las autoridades, agentes o empleados públicos, LÓPEZ GANDÍA, J. y
BLASCO LAHOZ, J. “Curso de prevención…cit., p. 280.
80  Referente a las lesiones sufridas por un policía en una detención. El policía vuelve
a trabajar y pierde visión de un ojo temporalmente. El suceso es calificado como acto
de servicio al ser el resultado de una actuación propia de las funciones que tiene
encomendadas en funcionario.
81  La causa laboral no queda rota, por ejemplo, por las disputas entre compañeros
(STSJ de la Canarias/Las Palmas, de 25 de marzo de 1992, Ar. 1168), a salvo de que
quede demostrado que responden a motivaciones personales.
82  En la que se examina el supuesto de un soldado del Ejercito de Tierra que padece
un trauma sonoro consistente en pérdida de oído por un disparo de un compañero en
prácticas, se relaciona directamente como causa-efecto, pero aplicando el RD
1234/1990, como consecuencia propia de realizar el servicio militar.
En esta línea deberían examinarse algunos pronunciamientos singulares. Así cuando
se examina la depresión padecida por un Guardia civil originada por la imputación
injusta de un delito de cohecho, del que fue absuelto, el Tribunal señala: “no es acto de
servicio el soportar un expediente disciplinario sin perjuicio de que si la actuación es
antijurídica se puedan reparar daños causados por la vía correspondiente; el
expediente se incoa para dilucidar la existencia de conducta vulneradora de las
normas que regulan el servicio y no se puede entender como acto de servicio ”; sin que
ni siquiera proceda examinar la diferencia entre la procedencia o no del expediente
(SAN de 17 de octubre de 2002, Ar.  59987). En el mismo sentido, SAN de 17 de
octubre 2002, Ar. 59992.
El Tribunal Supremo defiende la opinión de que, por ejemplo, la guardia civil está
permanentemente de servicio, ya que tiene la finalidad de facilitar su intervención en
defensa del orden público (STS de 29 de septiembre de 2003, Ar. 7058), de modo que
ocurriendo fuera del tiempo dedicado a la prestación propia de la función pública,
puede calificarse como acto de servicio, pero debe guardar relación con esa función y
no haberse roto el nexo causal por actos imprudentes del accidentado (STS de 10 de
marzo de 1990, Ar. 3153) pues la imprudencia temeraria excluye la calificación de acto
de servicio en todo caso (STS de 20 de abril de 1992, Ar 2847; SAN de 25 de junio de
1998, Ar. 2040 y de 15 de noviembre de 2001, Ar 10425). Sin embargo, no defiende la
aplicación de este nexo causal a quienes prestan el servicio militar, pues no puede
entenderse una aplicación extensiva de la calificación como acto de servicio de

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sucesos acaecidos al margen de ese tipo de prestación “en aras de una interpretación
extensiva fundada en el mantenimiento de la situación constante disponibilidad del
soldado durante el tiempo de prestación personal ” (STS de 6 de febrero de 2002 Ar.
2378).
85  Conforme a la DA 10ª de la Ley 4/1992, de 17 de julio, de Ordenación de la Policía
del País Vasco, los funcionarios de la Ertzaintza están sujetos y protegidos por el
Régimen general de la Seguridad Social.
86  Por indicación de Salud Mental del Departamento del Interior no porta el arma
reglamentaria que le ha sido retirada. El actor solicita una incapacidad permanente
total y en tal caso el pase a segunda actividad (arts.  85. b) y 87.4 de la Ley 4/1992, de
17 de julio, de Policía Vasca. El artículo 85 de Ley 4/1992, en la letra b) prevé el pase a
la situación de segunda actividad cuando exista una insuficiencia apreciable y
presumiblemente permanente de las facultades físicas o psíquicas necesarias para el
eficaz desempeño de las funciones propias de la categoría.
87  Para ello es preciso, previamente, que concurran los requisitos exigidos en los
artículos 139 y siguientes de la LRJAP.
88  Se resolvió por medio de un recurso de revisión por contradicción entre las
sentencias de la sala de lo contencioso-administrativo, que eran entonces tres, 3ª 4ª y
5ª, y que como es sabido están hoy unificadas como consecuencia de la Ley de
Demarcación y Planta Judicial de 1988.
89  Como ocurre cuando el fallecimiento de un piloto militar se produce en
cumplimiento del servicio prestado (STS de 10 de abril de 2000, Ar. 3352).
90  Por descontado que debe existir una relación de causalidad para que el hecho sea
imputable a la Administración, de forma que el resultado dañoso se vincule a: “las
instalaciones, materiales de la Administración u a acciones u omisiones de la misma”
no siendo suficiente con que se encuentren prestando servicios, pues la lesión puede
resultar de una decisión propia -del militar en el caso de autos- que, libremente acude
a una caseta electrificada y sufre quemaduras; hecho no imputable a la Administración
(SAN de 19 de diciembre de 2002, Ar.  26333).
91  Supuesto en el que un guardia civil del grupo de desactivación de explosivos que
sufre lesiones a causa de una explosión. Como estaba realizando prácticas
profesionales era preciso una indumentaria y protección adecuada y medios de
protección segura de las mechas etc. con las que no contaba, y no se infiere que el
perjudicado cooperase en el funcionamiento anormal, ni menos que su actuación fuese
la determinante de las deficiencias, por lo que no ha de soportar el perjuicio en el que
no tuvo ninguna participación.
92  En estos términos debe enjuiciarse la responsabilidad por el deber de seguridad de
la Administración respecto de los funcionarios públicos (SAN 15 de marzo de 2002 Ar.
143317) La existencia de un daño, si se produce por no poner a disposición del
personal los medios adecuados para trabajar, origina responsabilidad patrimonial por
parte de la Administración si resulta suficientemente acreditado (STS de 17 de
noviembre de 2000, Ar. 9122).

Indice del libro


EDITORIAL

ESTUDIOS

ACTO DE SERVICIO Y ACCIDENTE DE TRABAJO; UNA PERSPECTIVA JURISPRUDENCIAL, Revista de Derecho Social (ED. BOMARZO) Nº 27/2004 - 26
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La acción colectiva de los trabajadores en la empresa: reflexiones sobre algunos
problemas derivados de la institucionalización sindical en ese espacio. Antonio Baylos
Grau.
Las modificaciones del marco normativo de la prevención de riesgos laborales:
organización de la prevención y obligaciones en los supuestos de subcontratación.
Manuel González Labrada.

Algunas anotaciones al artículo 64.10 de la Ley 22/2003, de 9 de julio, concursal. José


Fernando Lousada Arochena.

Prolongación de la vida laboral y reparto del empleo: la jubilación parcial y el eventual


contrato de relevo. Ascensión García Trascasas.

ANÁLISIS DE JURISPRUDENCIA

COMUNITARIA

Suspensión por maternidad y derecho a vacaciones (Comentario a la STJCEE de 18


de marzo de 2004 A. Merino Gómez). Teresa Pérez del Río

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Pensión de viudedad y matrimonios irregulares. Antonio Seoane García.

Notas a sentencias del Tribunal Constitucional

TRIBUNAL SUPREMO
Acto de servicio y accidente de trabajo; una perspectiva jurisprudencial. Susana
Torrente Gari

Notas a sentencias del Tribunal Supremo.

NEGOCIACIÓN COLECTIVA

Cuestiones actuales en torno a la eficacia de la negociación colectiva de los


empleados públicos. Carlos L. Alfonso Mellado.

DEBATE
Déficits de solidaridad en la política de pensiones en Europa: pensiones
complementarias y la “reforma Riester” en Alemania. Colàs Neila, E., Fargas
Fernández, J., Pumar Beltrán, N.
Una política laboral con doble rasero: relaciones laborales y relaciones sindicales en
tiempos del gobierno Berlusconi. Massimo Roccella
LIBROS

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