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La experiencia de violencia de género en mujeres con problemas de adicción a las

drogas en Ecuador.

Douglas Victor Ortiz Galarraga


Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad Central del Ecuador
dvortizg@uce.edu.ec

Resumen
Dentro del amplio espectro que ocupa la violencia de género en mujeres, aún existen poblaciones
en las que esta circunstancia toma tintes diferentes, entre ellos las mujeres consumidoras de
sustancias, que presentan características especiales tanto en la incidencia y gravedad, como en las
posibilidades de actuación. En la presente investigación se pretende conocer la situación de la
violencia de género en mujeres con problemas de adicción a las drogas en Ecuador. La
metodología se trabajó con enfoque cualitativo como investigación documental, de tipo
descriptivo, basado en la revisión de fuentes secundarias y diseño no experimental. Se concluye
que en Ecuador el riesgo de sufrir violencia en las mujeres se incrementa por la presencia de
consumo de alcohol y otras drogas, el acceso a servicios de salud es restringido para estas mujeres.
En el abordaje académico y de intervención en salud pública no se identificó una visión de género
para atender a las mujeres que tienen problemas de adicción a las drogas. Por lo que se recomienda
revisar la política pública y el accionar de la academia considerando la visión de género en sus
planes de acción.

Palabras claves: Mujeres con adicciones, violencia de género.

The experience of gender violence in women with drug addiction problems in Ecuador.
Abstract

Within the broad spectrum that gender violence in women occupies, there are still populations in
which this circumstance takes on different overtone, among women that use substances, who
present special characteristics both in incidence and severity, as well as in the possibilities of
action. This research aims to identify the situation of gender violence in women with drug
addiction problems in Ecuador. The methodology was worked with a qualitative approach as
documentary research of a descriptive type, based on the review of secondary sources and non-
experimental design. It is concluded that in Ecuador the risk of suffering violence in women
increases due to the presence of alcohol and the consumption of other drugs, because access to
health services is restricted for these women. The academic approach and intervention in public
health does not have an equal gender vision in order to treat women who have drug addiction
problems. Therefore, it is recommended to review the public policy and the actions of the
academy considering an equal gender vision in its action plans.

Keywords: Gender violence, women with addictions.

1
Introducción

La violencia basada en el género es, sin duda, una clara trasgresión de los derechos
humanos y constituye un grave problema de salud pública con sus consecuentes
repercusiones en el desarrollo social y económico de los pueblos (Organización de las
Naciones Unidas, 2006). Millones de mujeres y niñas en el mundo son víctimas de
violencia por el solo hecho de ser mujer, es la expresión más brutal de la desigualdad
entre hombres y mujeres, profundizada por sus condiciones de vulnerabilidad (Alméras
y Calderón, 2012). El género va más allá del circunscrito concepto de sexo, ya que incluye
las categorías socioculturales que caracterizan las conductas masculinas y femeninas, e
incluye el componente central del auto concepto, la capacitación o autoeficacia percibida,
la identidad personal, las creencias y conductas de distinta índole y, en referencia a las
conductas relacionadas con el cuidado de la salud y las percepciones de riesgo. (Encuesta
Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las Mujeres, INEC,
(2019).
La perspectiva de género en la temática de las adicciones permite comprender la
existencia de situaciones difíciles para las mujeres consumidoras, pues su condición es la
generadora de actitudes negativas para su vida y sus familias, además, se ve afectado su
estado de salud física y mental, con alto riesgo de sufrir violencia de diferente tipo Como
lo dice Verbrugge (1989) cuando analiza el estado de salud de hombres y mujeres y
concluye que las mujeres tienen un estado de salud más deteriorado relacionado
principalmente por “una posición social más desfavorecida” en comparación con los
hombres.
En Ecuador la Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género
contra las mujeres (2010), igualmente Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y
Violencia de Género contra las Mujeres (2019), y también la Encuesta nacional sobre
relaciones familiares y violencia de género contra las mujeres (ENVIGMU) (2019),
exponen las desigualdades de género y las atribuciones que realizan a los roles femenino
y masculino, condicionando muchas de las conductas relacionadas con la salud. Se debe
considerar que a lo largo de la vida 65 de cada 100 mujeres en el Ecuador, han
experimentado por lo menos algún tipo de violencia y en los últimos 12 meses de los años
2019 y 2020, el número de feminicidios ha crecido considerablemente.

2
En lo que respecta al consumo de drogas como la marihuana, cocaína, pasta base
de cocaína y heroína, en la Cuarta Encuesta Nacional Sobre Uso De Drogas (2012),
realizada por Observatorio Nacional de Drogas en Ecuador, la muestra estuvo
conformada por 36 ciudades de Ecuador en las cuales se seleccionó a 170 colegios con
un total de 39.634 estudiantes a nivel nacional. Donde se encontró que, en estudiantes de
12 a 17 años de 9no año de EGB, 1ro y 3ro de Bachillerato del año 2016, se evidencia
una dinámica de aglomeración territorial y diferencias por género respecto al consumo;
“la prevalencia anual del consumo de marihuana fue de 9,6%, siendo el consumo en
hombres de 13,2% y de 5,9% en mujeres” (p.7).
En otros países, como México, por ejemplo, las mujeres que han presentado
problemas de drogodependencia y tienen la oportunidad de ser rehabilitadas en centros
especializados y por el contrario, si la mujer se mantiene en el mundo de las drogas tendrá
un desenlace fatal, (Kokkevi y Hasters, 2005). En este contexto Caney (2018), afirma que
“tanto el maltrato como la adicción son síndromes, al no poderse determinar una única
causa ya que se entrecruzan factores de índole genético, social, familiar, laboral,
educativo y emocional” (p. 67). Las adicciones hacen más vulnerable a la víctima, las
mujeres que abusan de drogas son más propensas a convertirse en víctimas de la violencia
doméstica.
De igual manera, la violencia de género constituye un factor de riesgo asociado al
consumo de drogas. Estudios realizados en Estados Unidos refieren que, en mujeres en
tratamiento por consumo problemático de drogas, el 77% de ellas, han sufrido algún tipo
violencia de género (Najavits, 2002) lo cual constituye un fuerte factor de riesgo para
desarrollar trastorno de stress postraumático, que puede llevar a un consumo problemático
de drogas (Sánchez, 2012).
Entre los muchos factores implicados en la violencia de género, merece especial
consideración el que se relaciona con el consumo de sustancias tóxicas de carácter
adictivo, tanto en el maltratador como en la propia víctima. Sin embargo, aun cuando
estos dos conflictos coexisten en un alto porcentaje de los casos, la atención profesional
recae en el tratamiento del problema de consumo y se deja de lado la atención a la
violencia de género relacionada (Zapata, 2017)
En la situación latinoamericana, cuando la mujer tiene una pareja que consume
droga, ella es involucrada en la misma situación y, afronta diferentes situaciones de

3
maltrato por la pareja relacionado con el contexto del consumo. En otros casos la mujer
actúa como administradora del negocio (Carrascal, 2018), lo que la expone a otras formas
y contextos de violencia, propios de la actividad ilícita y también violencia de género, por
ejemplo, al negarse a comerciar cierta droga, actuar como mulas o como traficantes se les
niega el suministro de la droga y son violadas, mutiladas y asesinadas incluso (Pabón,
2018).
La violencia hacia las mujeres consumidoras de sustancias convierte sus vidas en
un mundo donde no hay oportunidades para ellas, pues su condición mental de impotencia
limita que su perspectiva vaya más allá del sufrimiento y el dolor, realidad que es más
compleja cuando el mundo de las drogas corroe toda esperanza de vida y las sumerge en
un círculo de abusos y vicios difícil de abandonar siendo un mal social que no ha sido
erradicado en el mundo. (Villalobos, 2019)
Desde esta perspectiva la violencia de género en las mujeres con problemas de
adicción, está presente en la mayor parte de ellas con consecuencias que determinan
muchas de las peculiaridades de su drogadicción, igualmente propicia que la mujer
consumidora tenga la percepción de sí misma como portadora de un estigma que la
conduce a la identificación con grupos marginales y que dificulta su acceso a la atención
en salud pública o privada (Vega, 2018).
Objetivo general
Describir la situación de la violencia de género en mujeres con problemas de
adicción a las drogas en Ecuador.

Justificación e importancia de la investigación

Ante la información expuesta más arriba la presente investigación se justifica en


los siguientes niveles:
A nivel teórico: aporta con una contextualización de la violencia de género en una
población específica, con condiciones especiales y en el Ecuador, conjugando los aportes
de investigaciones e informes nacionales específicamente, integrando información sobre
este tipo específico de población que no suele tener un espacio propio de análisis e
intervención, constituyendo así una evidencia del vacío teórico y práctico en este tema en
específico.

4
A nivel práctico, la información que se obtenga de la investigación puede servir
de base para el desarrollo de otras investigaciones sobre el tema, aportando información
con enfoque de género en el proceso de estudio e intervención en mujeres con problemas
de consumo de drogas.
A nivel social, se aspira a aportar al proceso de visualización de la problemática de
la violencia de género en esta población específica.

La metodología

La presente investigación se enmarca en la metodología cualitativa como


investigación documental, de tipo descriptivo, basado en la revisión de fuentes
secundarias y diseño no experimental. Se consideraron como fuentes secundarias para el
análisis documentos oficiales ecuatorianos, investigaciones académicas realizadas en
universidades emblemáticas del país, registros y memorias de encuentros académicos
sobre el tema a nivel nacional y regional y, fuentes bibliográficas de la región que aborden
el tema de investigación.
El rango de tiempo para estas publicaciones se consideró de 10 años, tomando en
cuenta un tiempo prudencial para poder incluir estudios y datos estadísticos oficiales que
se realizan con esta periodicidad. Se consideraron únicamente los documentos que traten
el tema de dependencias a las drogas, violencia a las mujeres adultas y violencia de género
en mujeres con problemas de dependencia.
Para el análisis de datos se creó una base de datos en Excel donde se colocaron los
aspectos relevantes de cada fuente revisada y de esta manera se recolectó la información;
posteriormente se sometió a análisis de contraste para obtener la información final.

Resultados de la investigación

Se procesaron en total veintitrés (23) documentos, de los cuales ocho (08) se


refieren a la realidad nacional; ocho (08) a soportes legales a nivel nacional, tres (03)
corresponden a instituciones de atención pública en salud nacional y mundial; y cuatro
(04) corresponden a documentos de investigaciones académicas nacionales e
internacionales.

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Aspectos legales y datos estadísticos

El cuerpo legal vigente que ampara a la mujer (de manera general) que vive
situaciones de violencia está conformado por: Constitución de la República de Ecuador
(2008), Ley contra la violencia a la mujer y a la familia (Ley 103) (1995), Código
Orgánico Integral Penal (COIP) (2014), Plan Nacional para la erradicación de la violencia
de género hacia la niñez, adolescencia y mujeres (2015), Ley Orgánica Integral para
Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (2018). En estos documentos se
reconoce que la violencia hacia la mujer es un problema público debido a las grandes
brechas que genera la desigualdad de género, sin embargo, se hace énfasis en el aspecto
de protección a la mujer en general; en estos documentos no existe un apartado que trate
específicamente la situación de la mujer con problemas de adicción.
De igual manera, El plan Nacional de Prevención Integral y Control del Fenómeno
Socio Económico de las Drogas 2017-2021 tiene varios puntos en los cuales estipula la
prioridad hacia mujeres, en el punto 2.1 Situación del Problema dice que: “…la violencia
de género constituye un factor de riesgo asociado al consumo de drogas” (Plan Nacional
de Prevención Integral y Control del Fenómeno Socio Económico de las Drogas 2017-
2021, p.35). Dentro del documento y en su criterio tercero se prioriza a mujeres
embarazadas y a víctimas de violencia doméstica y sexual, en el punto 3.4 Principios
Rectores del Plan Nacional de Prevención Integral y Control del Fenómeno Socio
Económico de las Drogas 2017-2021), se estipula que: “…condiciones particulares de
todas las personas de acuerdo a su género y a la diversidad sexual, planteadas desde la
equidad, en los diferentes ámbitos sociales, económicos y culturales” (p. 499).
La Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las
mujeres (2019) realizada por el INEC, informa que en el Ecuador “6 de cada 10 mujeres
habían sido víctimas de violencia, es decir, más de 3.2 millones de mujeres han sufrido
algún tipo de violencia por el hecho de ser mujeres” (p.4). Por otra parte, “1 de cada 4
mujeres ha vivido violencia sexual; sin embargo, la violencia psicológica es la forma más
recurrente de violencia de género” (p.10). “En el 76 % de los casos de violencia de género
contra las mujeres, el agresor ha sido su pareja o ex pareja” (p. 14).

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Es de resaltar en la Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de
Género contra las mujeres (INEC, 2011), el “32% de las mujeres con problemas de
adicción a las drogas no utilizaban nunca preservativo en sus relaciones sexuales y el 8%
lo utilizaban siempre excepto con su pareja habitual, pareja que suele ser otro
drogodependiente muchas veces seropositivo” (p. 6). Estos datos abren la posibilidad de
análisis de la existencia de violencia sexual en el caso de mujeres con problemas de
adicción.
En lo que respecta a femicidios, como la forma más extrema de violencia a la mujer,
la Fiscalía General del Ecuador (2020), afirma que, “…entre 2019 y lo que va de 2020,
la cifra suma 120 mujeres víctimas de este crimen” (p. 3). Datos de la Fiscalía indican
que la mayoría de femicidios ocurre en mujeres que tienen entre 25 y 35 años. Las
organizaciones sociales profundizan en esta información y señalan que el mayor número
de víctimas tuvo 30 años (Guerra, 2020). (Ver imagen 1).

Imagen 1. Mapa referencial de feminicidio y violencia a la mujer enero a noviembre del 2020.
Fuente: Alianza Mapeo y Registro de los Feminicidios en Ecuador. Disponible en
https://feminicidiosecuador.org/

Aspectos en el sector de la salud publica

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El estudio realizado por la DINAPEN en el Hospital Básico Rafael Ruíz en el año
2011, ubicado en Pujilí, Cotopaxi, se informa que, “Las mujeres son un blanco fácil de
violencia en nuestro país y este maltrato es perpetrado principalmente por sus parejas
sentimentales” (Iñiguez, 2016, p.11). Pero más relevante todavía es que dentro de los
factores de riesgo individual considerados en este estudio y que podrían desencadenar en
violencia de género se destaca básicamente la presencia de consumo de alcohol, la
frecuencia del consumo y si existen antecedentes de maltrato en el cónyuge o pareja.
En cuanto a la vida de las mujeres ecuatorianas con consumo problemáticos o
trastornos de adicción, se evidencia que estás tienen poca o ninguna atención a su salud,
porque cuando son consumidoras descuidan la nutrición, higiene personal y sus
compromisos con los tratamientos clínicos de recuperación. De igual modo, su
distanciamiento de los servicios sanitarios y sociales puede hacer que no conozcan su
embarazo hasta varios meses después de producirse éste, según se abordó en el Primer
encuentro de personas expertas Mujer y Drogas en Ecuador (Palop, 2006).
En Ecuador el consumo excesivo de alcohol es uno de los principales problemas
sociales y de salud pública. La OMS, (2013), sostiene que “Ecuador se ubica en el noveno
lugar, en América Latina, con mayor consumo de bebidas alcohólicas, ya que se ingiere
7,2 litros de alcohol por habitante al año” (p.14). En ese porcentaje obviamente se
encuentran hombres y mujeres consumidores.
Se revisó además el Protocolo de Atención Integral del consumo nocivo de
alcohol, tabaco y otras drogas, editado en el año 2016 por el Ministerio de Salud Pública
del Ecuador y se encontró que el capítulo VII especifica atención en salud para mujeres
con problemas de consumo, con procedimientos y recomendaciones de manejo en casos
de: “intoxicación aguda durante el embarazo, manejo de síndrome de
abstinencia, síndrome alcohólico fetal, terapia de remplazo de nicotina, consumo de
cannabis, cocaína e hijos de madres consumidoras” (p.13)
En otro apartado se consideran los niveles de atención en donde se redacta con
bastante detalle quién puede ingresar, en qué condiciones y qué características
imposibilitarían el ingreso al tratamiento. Sin embargo, a pesar del detalle, no se hace
diferencia entre la atención a mujeres consumidoras y a hombres consumidores, se utiliza
el masculino genérico para referirse a la población que recibirá atención.
Del mismo modo dentro del Modelo de Atención Integral Residencial para el

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Consumo Problemático de Alcohol y otras Drogas, en establecimientos de salud de tercer
nivel del Ministerio de Salud Pública se consideran elementos relevantes para el
tratamiento de adicciones desde el punto de vista legal. Los elementos que tienen noción
de género han sido extraídos de artículos la Constitución del Ecuador (2008) y de la Ley
Orgánica de Salud del Ecuador (2006), los cuales hacen referencia a prioridades en el
ofrecimiento de servicios de tratamientos a poblaciones con múltiple vulnerabilidad (p.
6), lo que incluiría a las mujeres consumidoras con problemas de adicción y víctimas de
violencia de género.
En la actualidad en los 12 Centros Especializados en Tratamiento a Personas con
Consumo Problemático de Alcohol y otras drogas (CETAD) pertenecientes al Ministerio
de Salud Pública del Ecuador ofrece servicios de rehabilitación para mujeres adultas.
Actualmente, el único centro de rehabilitación que acoge a mujeres de 12 a 17 años de
edad, es el Centro Pumamaqui en la ciudad de Quito. Las instalaciones de este centro
tienen una capacidad para 30 usuarias y, tiene la particularidad de que una vez que la
mujer cumple la mayoría de edad debe salir del Centro. (Pérez, 2020)

Investigaciones académicas

Para considerar el ámbito académico, se examinó los repositorios de las siguientes


universidades ecuatorianas en sus Facultades de Psicología: Universidad Central del
Ecuador (UCE), Universidad Técnica de Ambato (UTA), Universidad Autónoma de
Chimborazo (UNACH) y Pontifica Universidad Católica del Ecuador (PUCE) con el
propósito de examinar investigaciones relacionadas con intervención en adicciones
enfocada en mujeres.
En la Universidad Central del Ecuador se encontraron 1.425 tesis referentes a
drogodependencias, dentro de ellas existen 30 relacionadas al tema de búsqueda. Dentro
de éstas, solamente una investiga a una población mixta de 26 hombres y 4 mujeres.
Ninguna de ellas se enfoca exclusivamente en mujeres, es más, el resto de las
investigaciones son exclusivamente con población masculina. En la Universidad
Salesiana se encontró tres tesis relacionadas al tratamiento en drogodependencias,
ninguna de ellas se refiere a mujeres.

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En la Universidad Técnica de Ambato no se encontró investigaciones de los
contenidos en mención. En la Universidad Nacional de Chimborazo se encontró una tesis
relacionada al tema, la cual fue enfocada en 22 hombres. En la Pontificia Universidad
Católica del Ecuador se encontró 107 tesis relacionadas al tema en búsqueda, dentro de
ellas, solo un estudio se enfoca en 10 familias. Un segundo estudio se enfoca en 50
pacientes, de los cuales 33 fueron hombres y 17 mujeres. Ninguno de los estudios
anteriormente mencionados dentro de estas 5 Universidades se enfoca exclusivamente en
mujeres.
DISCUSIÓN
La argumentación sobre la violencia de género en las pautas para la prevención del
consumo y abuso de drogas y el tratamiento de la drogodependencia está considerada de
gran importancia oficialmente a nivel mundial desde el año 1996 (Informe mundial sobre
la violencia y la salud, 2002). La nueva política de reducción de daño en vez de guerra
contra la droga permite considerar que la violencia de género podría ser uno de los daños
causados por abuso de consumo de drogas. Por lo tanto, se debería considerarla violencia
de género en las áreas de actuación, en cuanto a la prevención, intervención y los recursos
para las víctimas (Organización de las Naciones Unidas, 2006)
A pesar de la presencia de normativas en las leyes ecuatorianas al respecto de la
promoción de salud a grupos vulnerables como son las mujeres con problemas de
consumo y que han sufrido violencia de género, estos parámetros no se llegan a concretar
en el proceso de atención en salud, confirmando lo que menciona el Ministerio de Salud
Pública (2015), el cual referencia que la condición de ser mujer con problemas de
consumo de sustancias dificulta, disminuye y retrasa sus posibilidades de acceso a la
atención en salud en general y de tratamiento de consumo en particular (Protocolo de la
Dirección Nacional de Normalización (2016).
Los niveles de violencia hacia la mujer reportados en las estadísticas del INEC
(2011, 2016,2019) a nivel nacional son importantes, pues evidencian que las mujeres de
diferente edad y condición socioeconómica sufren diversos tipos de violencia, llegando a
ser 7 de cada 10. Es fácil comprender que estos números incluyen a mujeres con
problemas de consumo, llegando a suponer incluso que en esta población los porcentajes
podrían ser mayores por encontrarse en una situación de riesgo (INEC, 2019).

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Se informa por ejemplo que 18 de cada 100 niñas de entre 8 y 10 años en el
Ecuador, han experimentado por lo menos un hecho de violencia de abuso sexual a lo
largo de su vida. Es necesario entender que las experiencias de abuso sexual en la infancia,
es ejercida la mayoría de las ocasiones por el entorno familiar inmediato a la niña, y
pueden predisponer al alcoholismo y/o la drogodependencia (Kendler, 2000).
En la encuesta de INEC 2001, se informa que el 32% de las mujeres con
problemas de adicción a las drogas no usan preservativo en sus relaciones sexuales, frente
a lo cual es importante considerar la visión de Stocco (2000) que menciona que las
mujeres con problemas de consumo sufren agresiones físicas o amenazas para tener
relaciones sexuales sin preservativo. (p.12)
La violencia sexual sobre la mujer con problemas de adicción a las drogas presenta
algunas características especiales como son la violencia ejercida forzando a tener
relaciones sexuales sin protección, en el propio acto de administración de la droga, y en
la circunstancia de que, después de su pareja, quienes mayormente ejercen el maltrato son
personas desconocidas que en el contexto de la conducta adictiva abusan de la mujer con
problemas de adicción a las drogas reflejando el papel de sumisión adoptado por la
drogodependiente en todas las esferas de su relación social.
Las características de dependencia relacional o afectiva, la inseguridad ante el
futuro, el bajo nivel educativo, falta de capacitación laboral y la dependencia económica
dan lugar a una incapacidad para la toma de decisiones autónomas. El resultado de todo
ello es una conducta de subordinación ante el hombre, Stocco y Llopis (2000) abordan y
explican esta temática con la actitud de sumisión-subordinación de la mujer con
problemas de adicción a las drogas, lo que marca su relación con la droga, la demanda de
tratamiento, la permanencia en el proceso y las recaídas de consumo. Entre las mujeres
consumidoras esta conducta de sumisión da lugar a diferentes definiciones como
codependencia (Sirvent, 1995), bidependencia (Llopis, 1997), o la autofobia (Blazer,
1988) que en el fondo reflejan la falta de autonomía de la mujer y que subyace en la
violencia de género, con mayor intensidad entre las mujeres que consumen.
Del mismo modo las mujeres con problemas de adicción a las drogas recurren de
forma esporádica o sistemática a la prostitución como forma de financiar su consumo.
Estas prácticas suponen un doble riesgo para la salud (Waldron, Weiss, y Hughes, 1998).
Igualmente, las mujeres con problemas de adicción a las drogas conviven a diario en un

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ambiente de violencia y morbilidad. Las agresiones físicas y sexuales provienen tanto del
entorno inmediato como de la calle o de los clientes, (Garnier y Muller, 2004).
Tomando en cuenta el factor socio-cultural en Latinoamérica, varios autores
(Gómez, 2006; y Altell y Plaza, 2005) han notado diferencias en cuanto a la percepción
social sobre el consumo de alcohol en hombres y mujeres. Por ejemplo, Altell y Plaza
(2005) reportaron que, “culturalmente, el uso de alcohol tiende a justificar la agresión de
un hombre hacia una mujer” (p. 15). No obstante, los mismos autores evidenciaron que
el consumo de alcohol en mujeres tiende a ubicarlas en un lugar de vulnerabilidad ante
cualquier acto de violencia. Gómez (2006) mencionó que mujeres, a diferencia de
hombres, ocultan su dependencia al alcohol debido a un posible sentimiento de culpa, que
las hace sentirse juzgadas.
En la normativa ecuatoriana existen algunas pautas sobre la atención a este grupo
vulnerable de la sociedad, pero mientras se avanza hacia la parte ejecutiva de la normativa
se encuentran sesgos importantes, como es el caso del protocolo de Atención Integral del
consumo nocivo de alcohol, tabaco y otras drogas (MSP, 2016) en donde se habla de la
mujer con problemas de consumo específicamente en el caso de estar embarazada, la
atención se centra en el feto, incluso se incluye al conyugue dentro de las indicaciones de
las consecuencias del consumo durante el embarazo, sin considerar que la pareja puede
ser fuente de consumo y principal actor de violencia contra la mujer embarazada, el
mismo embarazo forzado puede ser una evidencia de la violencia que vive la mujer.
Continuando con la normativa, en los detalles de niveles de atención y quien
puede ingresar o no al sistema de atención en salud pública por drogodependencias, no
existe una diferencia entre hombres y mujeres, lo que hace pensar que en el sistema de
salud se asume que la problemática del consumo es igual para los dos casos, descuidando
de esa manera la necesidad de enfoque de género en el tratamiento de las adicciones.
Ignorar estos aspectos de violencia sexual y física y su repercusión como factor
de riesgo de estrategias de afrontamiento desadaptadas, entre las que frecuentemente se
incluye el consumo de drogas y la adicción, lleva a la planificación de programas de
prevención y enfoques terapéuticos basados en el sesgo de masculinización de la adicción,
que no dan respuesta a las necesidades de la mujer con problemas de adicción a las drogas.
Como consecuencia la mujer no tiene una percepción de confort en los tratamientos, no

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se siente atendida en sus necesidades y abandona los tratamientos con mayor frecuencia
que otros colectivos de adictos.

Conclusiones

• Existe políticas públicas macro que consideran el problema de violencia de género


y las adicciones como problemas de salud pública que se deben atender, sin
embargo, cuando estas políticas públicas se asientan en programas de intervención
o de atención, el enfoque de género se desvanece y se considera a la mujer
consumidora como sujeto de atención en salud solo cuando está embarazada. Y
los protocolos de atención en estos casos se orientan al feto y los riesgos que tiene,
mas no a la mujer y su realidad.
• Los centros de atención a población drogodependiente en el sistema de salud
público atienden exclusivamente a población masculina, lo que evidencia una
falta de relación entre las políticas públicas y la atención a la población.
• Las cifras de violencia de género a la mujer son cada vez más altas en el país
según las organizaciones que hacen mapeos de violencia independientes de los
datos de Fiscalía; sin embargo, en cualquiera de los dos casos se coincide que la
violencia es perpetrada por pareja y expareja en primer lugar y si no, por el entorno
familiar más cercano. Esta realidad se vuelve mucho más compleja en el caso de
las mujeres con dependencia a las drogas por el nivel de riesgo del entorno social
en donde se desarrollan.
• A nivel de formación académica existe una ausencia total del enfoque de género
en el tratamiento del tema de las drogodependencias. No existen propuestas de
intervención centradas en las mujeres con esta problemática, todos los programas
e investigaciones propuestos están pensados en hombres como usuarios.
• Los estudios y programas acerca de este tema tanto a nivel regional como a nivel
de Ecuador son muy escasos y no existen planes de prevención y atención con
enfoque de género concretos. Por lo tanto, es necesario profundizar en el tema
para desarrollar políticas, recursos necesarios y programas de prevención
adecuados.

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Recomendaciones.

• A la academia, fomentar investigaciones en el tema de drogodependencias con


enfoque de género, tanto en el aspecto teórico como de prevención y tratamiento
a nivel de pregrado y posgrado; para incluir este tema dentro del debate académico
nacional.
• Al sistema de salud pública: implementar guías de prácticas clínicas que apoyen
las políticas de Estado en cuanto a la protección de la mujer consumidora y
maltratada, con el fin minimizar la violencia de género en Ecuador y favorecer el
acceso al sistema de salud a este segmento vulnerable de la población.
• A las y los profesionales dentro del sistema de salud pública que atienden a la
población con problemas de dependencia de drogas, se recomienda formarse en
temas de violencia y género, sensibilizarse sobre esta realidad y, amparados en las
políticas y normativas existentes, incluir esta visión en sus planes de trabajo.
• A las y los psicólogos clínicos que trabajan en el tema de las drogodependencias,
incluir la visión de género en su accionar y abrirse a entender que la realidad de
la mujer que tiene problemas de consumo tiene connotaciones sustancialmente
diferentes a las de un hombre con problemas de consumo, por tanto, generar
programas de atención considerando esas diferencias.
• Considerar que proporcionar programas de tratamiento de drogodependencias con
sensibilidad por los aspectos de género mejora el acceso, la efectividad y la
retención de los tratamientos especialmente en mujeres con historia de maltrato,
abusos sexuales en la infancia, mujeres lesbianas, transexuales, bisexuales, y en
madres que tienen problemas de consumo con hijos a su cargo.

Referencias

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14
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