Gracias a él, captamos las imágenes a todo color y en tres
dimensiones. También distinguimos si se acerca alguien querido o, por el contrario, alguna amenaza. Además, percibimos la belleza y disfrutamos de las maravillas del mundo natural, que son testimonio claro de la existencia de un glorioso Creador. Y, por si fuera poco, este sentido nos permite aportar a la mente multitud de datos que resultan esenciales para conocer a Jehová y edificar la fe en él. Pero la estrecha relación que existe entre vista y mente exige que tengamos mucho cuidado, pues lo que vemos condiciona lo que pensamos. Así sucede cuando dirigimos la mirada a cosas que despiertan o avivan ambiciones y malos deseos. Y nos perjudicaríamos, no solo nosotros, sino también a todos los que están a nuestro alrededor. Los israelitas habían recibido el mandato divino de que, cuando conquistaran la ciudad de Jericó, destruyeran todo, salvo ciertos objetos que irían a parar al tesoro de Jehová. Él les había advertido: “Manténganse alejados de la cosa dada por entero a la destrucción, por temor de que les dé un deseo y de veras tomen algo”. Veamos si hicieron caso a esta advertencia en: Josué 7:1. Acán desobedeció y se llevó varios artículos lujosos, lo que ocasionó que los israelitas fueran derrotados en la ciudad de Hai y sufrieran numerosas bajas. Acán se dejó seducir por lo que vio y se quedó con algo que no era suyo. No fue sino hasta que salió a la luz el robo que el culpable confesó: Josué 7:20, 21… Lo que hizo Acán perjudicó a su familia y a toda la nación de Israel: Josué 7:4, 5,(nación) 24-26 (familia) … ¿Qué aprendemos de este relato? 1-Las personas que practican la inmundicia u otro tipo de maldad pueden contaminar toda una congregación y traerle la desaprobación de Jehová, a menos que se tome acción para corregirlas o echarlas si no cambian su manera de actuar. Una razón para denunciar el mal es que sirve para conservar la limpieza de la congregación. A veces puede resultar difícil y más cuando es un familiar cercano o un gran amigo, pero recuerde lo que le paso a la familia de Acán recibió el mismo castigo que él, era imposible que no supieran lo que él había escondido debajo de su tienda y por encubrirlo fueron tan culpables como Acán. Jehová es un Dios limpio, santo. Requiere que todos los que lo adoren sean limpios espiritual y moralmente. Nuestra lealtad debe ser primeramente a Jehová. 2- (ilustración) Debemos ser controlados. Los verdaderos cristianos no somos inmunes a los deseos de los ojos y de la carne. Por eso, la Palabra de Dios nos anima a controlar con mucho cuidado lo que vemos y deseamos. Tal cual lo vemos expresado en 1Juan 2:15-17. Si no tenemos este cuidado podríamos terminar como como Acán y su familia. (fin ilustración) Alguien que comprendió muy bien lo relacionados que están la vista y el deseo fue Job, quien dijo: “Un pacto he celebrado con mis ojos. Por eso, ¿cómo pudiera mostrarme atento a una virgen?” Aquel hombre justo no solo se negaba a tocar con intenciones inmorales a ninguna mujer. ¡Ni siquiera quería acariciar la idea! Recordemos que los ojos alimentan la mente, y esta, a su vez, alimenta el corazón. Por eso, es importantísimo que sigamos fijándonos en cosas valiosas y dignas de consideración y rechacemos las cosas inútiles, que ya no existirán en el nuevo mundo. Y como dice: 2Pedro 3:13 “Pero hay unos nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa” y ahí si en ese nuevo mundo todo lo que veamos será bueno y deleitable. ¿Por qué? Porque como concluye el versículo: “reinará la justicia”. Mientras tanto, sigamos alejándonos de las cosas inútiles.