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La ley del talión

Ley del talión (en latín, lex talionis) es la denominación de un


principio jurídico de justicia retributiva en el que la norma imponía
un castigo que se identificaba con el crimen cometido, obteniéndose
la reciprocidad. El término "talión" se deriva de la palabra latina talis o tale
que significa "idéntico" o "semejante" (de donde deriva la palabra castellana
"tal"), de modo que no se refiere a una pena equivalente sino a una pena
idéntica. La expresión más conocida de la ley del talión es el pasaje bíblico
"ojo por ojo, diente por diente".

Historia

Las primeras formulaciones de la ley del Talión, están registradas en el código


de Hammurabi, (1810 a. C.-1750 a. C.), quien fue el sexto rey de
Babilonia durante la Primera dinastía de Babilonia desde el año 1792 al 1750
a. C. Ascendió al trono después de la abdicación de su padre, Sîn-Muballit y
creó el Imperio Babilónico. En una estela de basalto (un tipo de roca negra)
que se conserva en el Museo del Louvre (museo nacional de Francia), se
hallan grabadas las 282 leyes del monarca babilonio quien, de pie, las recibe
de manos del dios Shamash, según las interpretaciones más autorizadas.
Históricamente, constituye el primer intento por establecer una
proporcionalidad entre el daño recibido en un crimen y el daño producido en
el castigo, siendo así el primer límite a la venganza. La mayor parte de los
ordenamientos jurídicos en África y Eurasia se han basado en la ley de talión,
especialmente en Europa en la Edad Antigua y en la Edad Media. La crítica
ilustrada al sistema legal del Antiguo Régimen (particularmente a partir del
tratado de Cesare Beccaria, De los delitos y las penas, 1764) Está considerado
como uno de los libros más influyentes en la reforma del derecho
penal europeo de inspiración ilustrada y penología, incluyó la superación de
ese concepto. En la actualidad existen ordenamientos jurídicos que
parcialmente incluyen la ley del talión, especialmente la sharia ( que es la ley
islámica), en vigor en ciertos países islámicos. [ CITATION ano21 \l 7178 ] 
Origen de la ley del talión

La ley del Talión, promulgada varios siglos antes de nuestra era, se basa en la
idea de que el castigo es el medio idóneo para hacer justicia. Dicho castigo
debe causar un daño similar al que provocó quien hizo una ofensa o cometió
un delito.

La ley del Talión se conoce más popularmente por cómo fue expresada en La
Biblia: “Ojo por ojo y diente por diente”. Hace referencia a un antiquísimo
principio de justicia en el que un daño hecho debía recibir como respuesta un
daño idéntico. El que quita la vida debe ser condenado a muerte y así
sucesivamente.

Lo que hay en la ley del Talión es un cierto principio de proporcionalidad


entre el delito cometido y la pena impuesta por ello. La palabra “Talión”
proviene de la raíz latina talis-tale, que significa ‘semejante" o ‘igual".
Propone que un mal acto debe ser contestado con otro mal acto de la misma
estirpe.

En últimas, la ley del Talión se instauró para regular los sentimientos de


venganza. Lo obvio siempre ha sido que alguien, siendo víctima de un delito o
de un acto abusivo o contrario a la moral y la ley, reclame para sí la venganza.

Sin embargo, esta podía ser despiadada. Por lo mismo, se requería fijar un
límite y el Talión sirvió para ese propósito. [ CITATION Edi20 \l 7178 ]

Fundamentos

En la Historia, esta ley constituye el primer intento por establecer equidad


entre los daños de un crimen o producido en un castigo, siendo así la primera
ordenanza a la venganza.

Desde otro punto más objetivo, la Ley del talión es expresión de los siguientes
mandatos retributivos de carácter ético: no pidas sin dar y no recibas con
ingratitud. Implícitamente, constituye una manifestación del principio de
reciprocidad al que alude la etimología de la palabra Talis.
Legislaciones basadas en la Ley del Talión

Muchos ordenamientos jurídicos se han inspirado en la ley del talión,


especialmente en la Edad Antigua y en la Edad Media. Aunque pudiera
parecer una ley primitiva de esta era proporcionar la pena en cuanto al delito,
y con ello evitar una respuesta desproporcionada por la venganza. En el
famoso Código de Hammurabi, el principio de reciprocidad exacta se utiliza
con gran claridad.

Por ejemplo, La Ley 229 establecía que si un arquitecto diseñaba una casa y
dicha casa se había derrumbado matando al hijo del propietario de la casa, se
mataría al hijo del arquitecto. Un siguiente nivel de penas consistía en la
mutilación de una parte del cuerpo en proporción al daño causado. Por
ejemplo, la Ley 195 establecía que, si un hijo había golpeado a el padre, se le
cortarían las manos; la 196 sostenía que, si un hombre libre vaciaba el ojo de
un hijo de otro hombre libre, se vaciaría su ojo en retorno; la Ley 197
ratificaba que, si quebraba un hueso de un hombre, se quebraría el hueso del
agresor. Las penas menores consistían en la reparación del daño devolviendo
materias primas tales como plata, trigo, vino, entre otros.

En el Antiguo Testamento, más concretamente en la ley mosaica, la ley del


talión aparece en Éxodo 21:23-25, en Levítico 24:18-20 y en Deuteronomio
19:21. Este principio seguirá vigente para el judaísmo hasta la época
talmúdica, donde los rabinos del momento determinaron que la pena se
transformaría en un resarcimiento económico.

Los inconvenientes de la ley

principio de la ley del Talión parece dar lugar a ese sentido de justicia que
toda sociedad requiere. Sin embargo, había delitos imposibles de
compensar, como la traición, por ejemplo. Así mismo, se estableció que la
ley no se aplicaba de igual manera para todos los hombres.
Por ejemplo, si un hombre le reventaba un ojo a otro hombre, se le
reventaría un ojo también a él como castigo. Pero si lo hacía con un
esclavo, la pena era pagarle la mitad del precio del esclavo al dueño de
este. Así mismo, si un hombre ayudaba a escapar a un esclavo, recibía a
cambio la pena de muerte.
La supuesta equidad que pretendía generar esta ley no era realmente tan
clara. Por regla general, las penas eran más duras para las mujeres y para
los esclavos. Aunque la ley pregonara la igualdad, la propia sociedad en la
que se aplicaba era inequitativa, por lo cual todo quedaba enmarcado en
una contradicción irremediable.

La Justicia retributiva

Sea como fuere, la ley del Talión determina el principio básico de la


llamada “justicia retributiva”. Este tipo de justicia es el que terminó
imponiéndose en la mayoría de las sociedades modernas. Se basa en la idea
de que ante una falta o delito debe haber una retribución proporcional, sin
importar si esto produce beneficios objetivos para el afectado.
Así, matar al que mató satisface el deseo de venganza de los ofendidos,
pero ni le devuelve la vida al muerto ni tampoco repara la pérdida para sus
deudos. Sin embargo, muchas sociedades han apostado a que es suficiente
con satisfacer ese deseo de venganza básico.
Con ello buscan, finalmente, no exactamente la reparación del daño, sino
un beneficio colectivo futuro: que los individuos se persuadan de la
importancia de cumplir las normas, para no ser objeto de los castigos
preceptuados. Como en los tiempos de Hammurabi, este tipo de justicia se
ha mostrado ineficaz en muchas circunstancias.
Por ejemplo, está probado que, teniendo en cuenta los datos de los países
en donde ha habido pena de muerte, esta no minimiza no necesariamente
reduce el número de homicidios.

Así mismo, las sanciones no impiden delitos como la pederastia o el robo.


Las perspectivas de justicia más modernas no buscan tanto la sanción, sino
la restauración de los derechos, la reparación y la rehabilitación del
condenado.
Ley del talión en tiempos modernos

En la actualidad, la Ley del Talión o el “Ojo por ojo y diente por diente” es
una teoría que se pudiera entenderse como de la época de la caverna, pero
en la antigüedad significó un avance para el derecho de ese entonces. Fue
capaz de cambiar el ser castigado de manera injusta al cumplimiento de
penas ajustadas a la falta cometida. Fue posible desde ese momento, medir
los daños causados para así imponer las penas a la mayor parte de las faltas
que se cometían, logrando que se estableciera un estado de paz social.
Otro de los aportes con los que contribuyó la ley, fue a designar un límite
máximo a la justiciar distributiva y a conseguir que el delincuente recibiera
el castigo asignado, no menor al establecido en dicha ley.
La idea de justicia distributiva nace de Aristóteles y por ella entendemos que
no es más que la justa distribución de los bienes en la Sociedad.
Con la Ley del Talión se consiguió medir los daños infringidos y que las
partes involucradas se pusieran de acuerdo a pesar de las dificultades, aún en
nuestros tiempos, de encontrar la justa medida. Permitió también que las
partes negociaran de manera privada, debido a que era más conveniente
conseguir una compensación económica, que dañar la integridad física de la
otra parte. Por lo que “el ojo por ojo…” de manera literal empezó a entrar en
desuso por el absurdo de la venganza física en vez de la alternativa
económica. Aunque seguía siendo posible la opción a la represalia sobre la
integridad del oponente.
Lógicamente preferían la compensación monetaria, porque en caso contrario,
entonces existía el temor de que les pagaran de igual forma “la mayoría de las
personas están dispuestas a pagar más por salvar su propio ojo que lo que
están dispuestas a pagar para sacarle el ojo a otro”.

Por tanto, la negociación entre la víctima y el victimario, si la primera tiene la


posibilidad de exigir que se aplique la Ley del Talión, optará por fijar la
cantidad a indemnizar en el mayor de ambos valores, o sea en el valor de
salvar su ojo. Por lo que cada parte involucrada valorará su ojo como el otro
hubiera valorado el suyo y lo hace protegiendo al dañado con una regla de
propiedad en lugar de con una regla de responsabilidad. 

Finalmente, la ley sirvió también para proteger el honor de las personas en la


antigüedad. Para ese entonces, cometer delito era dañar el honor de toda la
familia, no solo el de quien lo cometía. Era, contario a la actualidad, una época
en la que no existían las personas jurídicas por lo que en nuestros tiempos es
impracticable la Ley del Talión, ya que a una persona jurídica no es posible
cobrarle “ojo por ojo”. Por tanto, al aparecer el Estado, el método de
compensación pasa a ser algo imposible de evitar.

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