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“Mañu” fue concedido al indio prieto Mateo Tampu, y llevado a lo que fuera su hogar,
conjuntamente con la esposa de Mateo de nombre Martina y su hijo Damián. Un día la
Martina se pone a llorar, mira los recuerdos de su esposo que ya no está, pone un
poncho multicolor tejido por ella a su hijo, llora, la yerba ya gana a las plantas que el
Mateo sembró, el Mañu estaba triste, otro día hijo y madre se ponen a llorar, es que al
Mateo se lo han llevado los Gendarmes para el servicio militar no se sabe si volverá o
no, otros han vuelto pero algunos no. Con tal ausencia la familia se encuentra
desprotegida, pero “en casa donde no hay hombre el perro guarda”, ello parecía que el
Mañu lo había comprendido y ladraba a todo aquel que se le acercaba, mostrando los
colmillos, siempre tenía la mirada y los oídos alertas.
VI. PERRO DE BANDOLERO.
Güeso, es castigado cruelmente al negarse a caminar junto con los Celedonios, en la
oscura noche llegan a una choza donde los recibe un hombre con poncho negro, les da
comida, el Julián separa un poco y le da a Güeso, posteriormente es amarrado
fuertemente, y los hombres echan a dormir, por la noche Güeso muerde la cuerda y
logra romper dos hebras y cuando estaba en la tercera y última, los hombres se dan
cuenta y lo castigan y amarran con una soga de cerda que es difícil de morder. Así pasó
sus días el triste Güeso, caminó y caminó junto a los bandoleros, de pronto siente un
cansancio y calor profundo habían llegado a Cañar, un valle profundo lleno de monte
tupido, a su lado corría el rio Marañón. Poco a poco el Julián le prodiga amor a Güeso
palmeándolo el lomo, Güeso comprende y mueve la cola, y lame la mano del hombre
que fuera su enemigo, el Julián se alegra y lo libera. Desde allí güeso ya no era más un
perro arreador de ovejas sino hubo que entenderse con las vacas y poco a poco tuvo que
acostumbrarse a aquella vida junto a los Celedonios. Y así entre buenas y malas,
suscitadas por los enfrentamientos que tenían los bandoleros con la gendarmería de la
localidad, siempre perseguidos, paso sus días especialmente a lado del Julián, Güeso el
perro fiel que había cambiado de dueño.
IX. LAS PAPAYAS.
El subprefecto de la provincia, don Fernán Frías y Cortés, se encuentra de mal humor,
su puesto corría el riesgo de perderlo dado a los mandamases de Lima, piensa: ¿Qué
hacer?, ¿Qué hacer?, para agradar a los de Lima, entonces mira pasar al Alférez
Chumpi el apodado Culebrón, al cual le solicita explícitamente que vaya a Cañar y
capture vivos o muertos a los Caledonios que en múltiples oportunidades se han burlado
de la Ley, tomaron amistosamente varias copas de vino y se pusieron a reír a carcajadas.
A la mañana del tercer día el Alférez Chumpi, sale briosamente con una cabalgata
conformada por gendarmes, los hacendados de la región habían colaborado eficazmente,
la noche anterior el Culebrón estaba en la botica comprando no sé qué, solo él lo sabe ya
en las alturas se siente la soledad y el frio intenso, había orden de disparar, Chumpi
marcha a la cabeza valerosamente, reúnen todas las vacas que sea posible y lo arrean
por donde están los Celedonios en calidad de cebo, los Celedonios y el Crisanto que se
encuentran en la choza se deciden a arrear a las vacas extraviadas al día siguiente y
duermen. De pronto el ladrido de los perros los despierta cogen sus armas y entrecruzan
disparos con los gendarmes, se van por la quebrada pero es imposible otra ráfaga de
balas llueve, después por el monte tampoco se podía por había gendarmes cuidando, por
el lado del rio tampoco, solamente les queda la cueva, y ahí se dirigen entre intercambio
de balas con los gendarmes el Crisanto cae muerto, mientras los Celedonios se
parapetan en la cueva, desde allí intercambian disparos, pasan los días ni los Celedonios
ni los Gendarmes al mando de Culebrón se rinden, arrecia la sed y el hambre, los
gendarmes barren con toda clase de comida excepto con las papayas que por orden del
Alférez no se podía tocar, y queman la choza, posteriormente se van, el Culebrón
viendo las papayas les introduce el veneno comprado en la botica de la provincia, y
luego se van. Al observar esto los Celedonios bajan en búsqueda de alimentos, y agua
solamente encuentran el líquido elemento pero no comida barrieron con todo los
gendarmes, solamente están las papayas, lo comen y mueren envenenados, los
gendarmes al mando de Chumpi, “el Culebrón” se acercan y los matan a tiros lo mismo
sucede con el fiel Gueso que es muerto también por balazos que le destrozan el cráneo,
este es el fin del famoso Gueso “perro de bandolero”.