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Mistagogía

PARA ENTENDER…
el ministerio del
“lector”
0. Introducción

0. Un ministerio recuperado:
 La proclamación de la Palabra de Dios en la asamblea litúrgica
es un verdadero servicio eclesial.

 Después del Vaticano II, el ministerio del lector ha vuelto a


tener el relieve que le corresponde entre los carismas y
oficios suscitados por el Espíritu Santo en la Iglesia.
 Como todo servicio eclesial, el ministerio del lector tiene su
origen en Cristo, que entendió la misión confiada por el Padre
como una diaconía, haciéndose servidor de todos (cf. Lc
22,27; Mt 20,28)…

…y encuentra su lugar propio en la Liturgia de la Iglesia.


0. Introducción - 2

 Jesús, en la sinagoga de Nazaret, «se puso en pie para hacer


la lectura», leyendo el pasaje del profeta Isaías que lo
presentaba como el Ungido del Señor para anunciar la Buena
Nueva del Reino (Lc 4,16ss)...
 En su nombre, sigue siendo proclamada la Palabra en la
asamblea litúrgica para “actualizar” esa Buena Noticia.
 El que la función del lector pueda desempeñarse también
como un encargo temporal u ocasional…
 no sólo no resta importancia al servicio de la proclamación
de la Palabra de Dios en medio de la Iglesia y del mundo…
 sino que constituye un motivo más para tomar este
‘ministerio’ con la mayor seriedad y responsabilidad.
1. Identidad y oficio del lector

1. Leer la Palabra de Dios en la asamblea litúrgica:


 es un acto litúrgico, el centro de la liturgia de la Palabra…
 es el alimento vital del Pueblo de Dios, que no podría
subsistir sin esta comida que fortalece la fe (DV 23)…
 es el lugar privilegiado donde la Palabra “performativa” de
Dios -que ‘hace lo que dice’- habla y salva a su pueblo…
 y constituye uno de los modos principales de la presencia
misteriosa y real del Señor entre los suyos:
«El está presente en su Palabra, pues cuando se lee en la
Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla» (SC 7).
1. Lectura de la Palabra de Dios – 2

2. El ‘oficio’ del lector:


 El lector es un “mediador” en este ‘diálogo vivo’ entre Dios
y su pueblo, que se compone del anuncio vivo y eficaz de la
Palabra y la respuesta gozosa y generosa de la fe;
 es el “último eslabón” para que la Palabra de Dios llegue al
Pueblo santo y a cada miembro del Cuerpo de Cristo,
 por lo que ofrece su voz y sus recursos de interpretación
para que en ellos se realice esta última “encarnación” o
“morada” de la Palabra de Dios entre los hombres.
 San Agustín dice: «Por condescendencia con nosotros, la
Palabra ha descendido a las sílabas de nuestros sonidos».
1. Lectura de la Palabra de Dios – 3

«Por amor a esta Palabra y por agradecimiento a este don


de Dios, el lector litúrgico tiene que hacer un acto de
entrega y un esfuerzo diligente…
…si su voz no suena, no resonará la Palabra de Cristo;
…si su voz no se articula, la Palabra se volverá confusa;
…si no da bien el sentido, el pueblo no podrá comprender
la Palabra;
…si no da la debida expresión, la Palabra perderá parte de
su fuerza…
…Y no vale apelar a la omnipotencia divina, porque el
camino de la omnipotencia, también en la liturgia, pasa
por la encarnación» (L. Alonso Schökel).
1. Lectura de la Palabra de Dios – 4

3. Las ‘exigencias’ del lector


 Empaparse de «aquel amor suave y vivo hacia la Sagrada
Escritura» que es característico de la Liturgia (SC 24)…
 Profundizar en el conocimiento de las Escrituras mediante
la lectura asidua y el estudio diligente…
 Procurar que la lectura vaya siempre acompañada de la
oración para que se dé el diálogo entre Dios y el hombre…
 Familiarizarse con la lectura meditándola personalmente y
acogiéndola con corazón de discípulo que se deja llenar
por la Palabra divina que ha de comunicar (Lc 2,19.51)…
 Anunciar el mensaje no sólo con la palabra, sino con la
verdad de los hechos, mediante el testimonio personal.
1. Lectura de la Palabra de Dios – 5

 La Carta de San Cipriano (año 250) dice así:


«Aurelio, nuestro hermano, bueno para el Señor y caro a Dios, de
pocos años todavía, pero provecto por los méritos de su labor y
fe, ha sostenido dos combates, dos veces ha confesado a Cristo…
Una cuando fue desterrado al vencer en la carrera, y otra cuando
luchó en combate más rudo y salió triunfador y victorioso en la
prueba del martirio…
El joven merecía los grados superiores del clericato y promoción
más alta, a juzgar no por sus años sino por sus méritos…
Pero, desde luego, se ha creído que empiece por el oficio de
lector, ya que nada mejor cuadra a la voz que ha hecho tan
gloriosa confesión de Dios que resonar en la lectura pública de la
divina Escritura… subir al ambón después del potro:
en éste, quedó expuesto a la vista de la muchedumbre de los
paganos; aquí, debe estarlo a la vista de los hermanos…».
1. Lectura de la Palabra de Dios – 6

 Y, pensando en los sacerdotes, Juan Pablo II escribió:


«El conocimiento amoroso y la familiaridad orante con la
Palabra de Dios revisten un significado específico en el
ministerio profético del sacerdote…
…para cuyo cumplimiento adecuado son una condición
imprescindible, principalmente en el contexto de la
“nueva evangelización”, a la que hoy la Iglesia está
llamada.
El Concilio exhorta: «Todos los clérigos, especialmente los
sacerdotes, diáconos y catequistas dedicados por oficio al
ministerio de la Palabra, han de leer y estudiar asidua-
mente la Escritura para no volverse “predicadores vacíos
de la Palabra, que no la escuchan por dentro” (San
Agustín)» (DV 25)» (PDV 47a,c).
1. Lectura de la Palabra de Dios – 7

4. Las ‘funciones’ del lector


 proclamar las lecturas de la Escritura, menos el Evangelio,
en la misa y en las demás celebraciones sagradas…
 faltando el salmista, recitar el salmo interleccional…
 proclamar las intenciones de la oración universal de los
fieles, cuando no haya a disposición diácono o cantor…
 dirigir el canto y la participación del pueblo fiel…
 instruir a los fieles para recibir digna y fructuosamente los
sacramentos…
 cuando sea necesario, encargarse de la preparación de
otros fieles a quienes se encomiende temporalmente la
lectura de la Sagrada Escritura en los actos litúrgicos.
1. Lectura de la Palabra de Dios – 8

5. La ‘selección’ y ‘preparación’ del lector


 Según Benedicto XVI, los lectores, aunque no estén
‘instituidos’, deben ser idóneos y estar bien preparados
bíblica, litúrgica y técnicamente (VD 58):
a) La instrucción bíblica debe capacitarles para percibir el sentido
de las lecturas en su propio contexto y para entender a la luz de
la fe el núcleo central del mensaje revelado.
b) La instrucción litúrgica debe ayudarles a percibir el sentido y la
estructura de la liturgia de la Palabra y la conexión entre la
liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística.
c) La preparación técnica debe hacer que sean cada día más aptos
para el arte de leer ante el pueblo, ya sea de viva voz, ya sea con
ayuda de los instrumentos de amplificación de la voz (Misal
Romano, Ordenación de las lecturas de la Misa, 8).
2. Sugerencias prácticas
1. Cuidar las “condiciones materiales” de la proclamación:
el leccionario (en el ambón), la iluminación, la acústica…

2. Cuidar la “técnica” de la proclamación:


 Leer en voz alta no es lo mismo que leer en privado: la Palabra
de Dios debe ser “proclamada” viva y eficazmente.
 Preparar las lecturas: familiarizándose con las palabras y la
intensidad; captando el género literario del texto (narrativo,
lírico, parenético…) y leyéndolo con expresividad y sencillez,
sin afectación ni fingimiento.
 Cuidar el tono y la articulación: vocalizando, para que no se
pierda nada; captando su sentido; dando vida al texto, sin caer
en la monotonía ni en el “tonillo” clerical (nasal, gutural, etc.)…
2. Sugerencias prácticas - 2

 Tener en cuenta la acústica del templo: tan molesta puede resultar


una voz hiriente, que grita, en una iglesia pequeña, como una voz
apagada y mortecina en un templo grande.

3. Marcar bien el “ritmo” de la proclamación:


 es manifestación externa del dinamismo interno del pasaje: cada
lector tiene su propio ritmo y cada lectura exige el suyo.
 el lector debe atraer la atención por medio de una voz sosegada y
firme: anuncia y transmite un mensaje digno de crédito que suscita y
acrecienta la fe.
 una lectura demasiado rápida se hace incomprensible, y una
excesiva lentitud provoca apatía y somnolencia.
 la puntuación debe ser escrupulosamente respetada: permite
respirar al lector y al auditorio entender plenamente lo leído.
2. Sugerencias prácticas - 3

4. Leer con expresión:


 Sinceridad: sin condicionamientos, hinchazón o artificios;
 Claridad y precisión: conduciendo al oyente hacia al contenido,
sin detenerle en las palabras;
 Fidelidad: imprimiendo a la lectura un sello de distinción y
personalidad, de acuerdo con los matices que ofrece cada texto;
 Autoridad y convicción: expresando así su fuerza persuasiva;
 Recogimiento y respeto: como es propio de una acción sagrada.

5. Cuidar la actitud corporal:


 los gestos deben mostrar identificación y respeto a la Palabra…,
aunque sin multiplicar los signos de reverencia (inclinaciones);
 su actitud corporal debe apoyar y conferir autoridad al mensaje;
 el cuerpo, el vestido, el rostro… revelan la actitud interior.
2. Sugerencias prácticas - 4

6. Cuidar los detalles y las actitudes:


 Cercanía: el lector debe estar cerca del ambón, no sólo para evitar el
“paseíllo”, sino la pérdida del ritmo y la concentración.
 Servicialidad: leer la Palabra de Dios es un privilegio, pero sobre
todo un servicio que hay que realizar sin afán de lucimiento.
 Previsión: el lector debe saber previamente qué lecturas se van a
hacer y, en caso de varias posibilidades, cuáles son las que ha
elegido el presidente.
 Preparación: nadie debería subir a leer si antes no ha leído y
ensayado convenientemente la lectura que va a proclamar.
 Variedad: el lector no debe acaparar todas las funciones, sino más
bien promover e instruir los demás ministerios (salmista, cantor,
preces, moniciones, etc.).
 Incisividad: el lector debe mostrar, incluso elevando la mirada a la
asamblea, que la Palabra se dirige e interpela a la Iglesia.
2. Sugerencias prácticas - 5

7. Cuidar el silencio:
 para escuchar con fruto la Palabra de Dios: un silencio material,
ambiental, para el recogimiento y la atención interior
 la palabra debe surgir del silencio, para no ser un ruido más
entre otros: no debe leer hasta que los fieles no estén
acomodados y hayan desaparecido los ruidos.
 pero la palabra también se desarrolla y vivifica en el silencio: las
pausas ayudan a interiorizar la palabra proclamada y hacen
posible el asentimiento y la aquiescencia espiritual
 el silencio, al final de todas las lecturas, está expresamente
recomendado: para que resuene en el corazón del creyente la
Palabra proclamada y dé mucho fruto (OGMR 23)…
…uniendo así el “ex opere operato” y el “ex opere operantis”.
2. Sugerencias prácticas - 6

«Redescubrir el puesto central de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia


quiere decir redescubrir el sentido del recogimiento y del sosiego interior...
La gran tradición patrística nos enseña que los misterios de Cristo están
unidos al silencio, y sólo en él la Palabra puede encontrar morada en
nosotros,
como ocurrió en María, mujer de la Palabra y del silencio inseparablemente.
Nuestras liturgias han de facilitar esta escucha auténtica: “Verbo crescente,
verba deficiunt” (S. Agustín)…
Este valor ha de resplandecer particularmente en la Liturgia de la Palabra, que
“se debe celebrar de tal manera que favorezca la meditación” (OGMR 56)…
Cuando el silencio está previsto, debe considerarse “como parte de la
celebración” (n. 45)…
Por tanto, exhorto a los pastores a fomentar los momentos de recogimiento,
por medio de los cuales, con la ayuda del Espíritu Santo, la Palabra de Dios
se acoge en el corazón» (Benedicto XVI, Verbum Domini, n. 66).

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