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Tierra y Política en Perú 1888-1980 LIBRO
Tierra y Política en Perú 1888-1980 LIBRO
EN PERÚ (1888-1980)
TIERRA Y POLÍTICA
EN PERÚ (1888-1980)
EN HONOR DE HUGO BLANCO
ISBN: N° 978-612-46548-9-3
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú:
Perú N°
N° 2014-02696
Primera edición
Lima, marzo de 2014
Impreso en Perú
Tiraje: 1000 ejemplares
Impresión: Impresiones y Ediciones Arteta EIRL
Cajamarca 239-C Barranco, Lima
T 247 4305 / 999 198 591
CONTENIDO
Introducción 11
PRIMERA PARTE
VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO 17
UNO. Huanoquite. Familia, escuela y colegio 21
DOS. En Argentina. De estudiante de Agronomía a revolucionario para
toda la vida 33
TRES. Regreso a Cusco: Tierra o muerte 39
CUATRO. Represión, juicio, condena, cárcel, El Frontón 53
CINCO. Exilios: Argentina, Suecia, Chile 79
SEIS. Izquierda: Sueño de unidad y realidad dividida 95
SIETE. Zapatistas 111
OCHO. Indígenas 117
NUEVE. 0LOR¿FLRV
DIEZ. De campesinos-tierra o muerte a indígenas-agua o muerte.
Defensa del planeta y de la especie humana 135
ONCE. Retrato personal y cosas del querer 141
DOCE. 6DOXG¿QGHOFDPLQR\IXWXURGHODHVSHFLHKXPDQD
SEGUNDA PARTE
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO 155
UNO. Cartas de Hugo Blanco con José María Arguedas 161
DOS. Un relato: El maestro 167
TRES. Construyamos poder 171
CUATRO. Medio ambiente 175
CINCO. Salvando a la humanidad de su extinción 179
SEIS. Bolivia: sus tres revoluciones 187
SIETE. Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI) 191
OCHO. Dos cartas personales 197
NUEVE. Un poema: Mujer, siglo XX 201
DIEZ. Dos textos sobre Javier Diez Canseco 205
TERCERA PARTE
REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN:
COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ 207
UNO. Matriz colonial de la hacienda 211
DOS. El largo camino de 1888 a 1980.
De Manuel Gonzáles Prada a Hugo Blanco 217
TRES. Estructura agraria en la periferia capitalista de La Convención en
tiempos de la consigna «Tierra o muerte» (1957-1963) 223
CUATRO. Capitalismo en la periferia amazónica de Cusco 231
CINCO. Sindicalismo, reivindicaciones y reformas agrarias 235
SEIS. Tierra o muerte. De Chaupimayo a los Andes del Cusco,
del Sur y Centro andino 249
SIETE. Ideas políticas en debate 265
OCHO. Sobre la posibilidad y la lamentable frustración de la Alianza
Revolucionaria de Izquierda (ARI) 271
NUEVE. Huelgas y reformas agraria campesina en Cusco (1957-1962).
Antes y después en la historia peruana. Tiempos de sufrimiento,
de descanso y de libertad. Oportunidad perdida por la izquierda 277
DIEZ. Vigencia política de Hugo Blanco: De la igualdad a la defensa de
la especie humana y del planeta. Lealtad con la ética política 289
CUARTA PARTE
TRES TEXTOS SOBRE LA IMPORTANCIA DE HUGO BLANCO 291
UNO. Comentario de Eduardo Galeano (2010) 293
DOS. Comentario de Raúl Zibechi (2010) 295
TRES. Comentario de Rodrigo Montoya:
Hugo Blanco en la historia del Perú (2008) 297
Bibliografía 299
Foto: Martín Chambi
INTRODUCCIÓN
En 1962 se oyó por primera vez en el país la consigna «Cusco: tierra o muerte»,
propuesta por Hugo Blanco Galdós desde su puesto de secretario de Reforma
Agraria de la Federación de Campesinos del Cusco (FDCC), que abrió el gran ciclo
de tomas de tierras y tres reformas agrarias propuestas por los gobiernos de la Junta
Militar de 1962, de Fernando Belaúnde (1964) y del General Juan Velasco (1969)
y una última —entre 1982 y 1992— como consecuencia del paso de las columnas
de Sendero Luminoso, sobre todo en los Andes, que trataron de acabar con lo poco
quedaba del gamonalismo, entre 1980 y 2000.
En su discurso leído en el teatro Politeama de Lima, en 1888, don Manuel González
Prada preguntó quiénes son los verdaderos peruanos, denunció la concentración de
la tierra en pocas manos y la servidumbre indígena como dos grandes problemas del
país. Comenzó de ese modo el debate político e intelectual más importante del siglo
XX, asumido desde orillas opuestas por José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya
de la Torre de un lado, y Víctor Andrés Belaúnde de otro. La reivindicación de la
propiedad de la tierra por parte de numerosos movimientos campesinos e indígenas
y la Confederación Campesina del Perú (1946), en los Andes y la costa peruana en
el siglo XX, culminó con la legitimación de la reforma agraria y su generalización
en los Andes y la costa. Hasta 1962, el clamor de una reforma agraria había sido
subterráneo y clandestino.
Desde los predios radicales dentro de la izquierda peruana y del APRA, entre
1962 y 1965, núcleos de jóvenes militantes del PC y del APRA Rebelde tuvieron la
OXFLGH] \ VHQVLELOLGDG SROtWLFD VX¿FLHQWHV SDUD GDUVH FXHQWD TXH FRQ ODV WRPDV GH
tierras en los Andes se presentaba una gran oportunidad para pensar en la toma del
poder. Las guerrillas del Ejército de Liberación Nacional (ELN), de Javier Heraud y
Héctor Béjar, en 1963-1965, y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR),
de Luis de la Puente Uceda y Guillermo Lobatón, surgido del fragmento disidente
APRA Rebelde, en 1964-1965, surgieron con la explícita intención de unirse a las
luchas campesinas por la tierra y ofrecerles el apoyo militar que les hacía falta.
Desafortunadamente, esos esfuerzos llegaron tarde, cuando las olas de tomas de
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de 1963. El general Velasco Alvarado y sus coroneles entendieron el mensaje de
los nuevos e inesperados acontecimientos políticos: para evitar que surgieran otros
Hugo Blanco y otras guerrillas, promulgaron la reforma agraria de 1969, la más
radical de América Latina.
(QODVHJXQGDPLWDGGHOVLJOR;;OOHJyDVX¿QHOYLHMRVLVWHPDFRORQLDOGHOD
hacienda, surgido en la segunda mitad del siglo XVI. La lucha por la tierra estuvo
asociada a la libertad en el preciso sentido de la liberación de los siervos indígenas
del régimen servil y casi esclavista al que estuvieron sometidos durante cuatro
siglos, en la medida en que la hacienda no era solo una unidad de producción y de
explotación, era también —al mismo tiempo— una prisión. Las capillas y cárceles,
una al lado de la otra, en las haciendas de los señores de horca y cuchillo, ilustran
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
1 Para un examen de celebración y de crítica de ese Informe Final de la cvr, ver mi artículo
«Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación: un doloroso espejo del Perú»
(Montoya 2005).
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INTRODUCCIÓN
las fuerzas de división en los partidos pesaron más que las de unidad, y, de ese modo,
la izquierda perdió su primera gran oportunidad histórica de crecer y convertirse en
una alternativa de gobierno. Su paso por el Congreso como diputado y senador por
Lima no tuvo la importancia que él y sus partidarios suponían. Luego de un largo
exilio voluntario en México, volvió al país y se convirtió en un activista de la causa
ecologista en defensa del agua, de la vida y de la especie humana, en grave peligro
de extinción.
Con sus 78 años, hoy Hugo Blanco sigue siendo un actor-testigo de una etapa
esencial de la política peruana. Su vida y trayectoria política es una fuente de primer
orden para conocer el Perú. David Ugarte Vega-Centeno, director de Cultura en
Cusco, y yo, tuvimos varios encuentros para ver la posibilidad de lograr una larga
conversación con el célebre e histórico dirigente campesino cusqueño y escribir
un libro para situar las tomas de tierras en el contexto de la crisis del sistema de
hacienda colonial en los Andes, para tratar de comprender su importancia política
para el resto del país y examinar de cerca la primera gran oportunidad perdida de
la izquierda peruana. David Ugarte cree, con razón, que el Cusco le debe a Hugo
Blanco un homenaje por su larga trayectoria y por su consecuencia como un
dirigente comprometido vitalmente con la defensa de los intereses populares. Este
libro responde a ese doble propósito.
No fue fácil convencer a Hugo Blanco para que cuente durante quince horas
—con todo el tiempo, la tranquilidad y libertad debidas— lo que le parecía más
importante de su vida y de la política peruana. Ya se había negado antes a otras
personas que le propusieron que escriba sus memorias o que le cuenten su vida.
Él tiene un espíritu eminentemente político y está muy lejos de una aproximación
académica de la realidad; es más, me parece que se siente y percibe como una
persona antiacadémica y anti intelectual. Vive la política veinticuatro horas al día,
con una dedicación plena, que por momentos parece obsesiva. A los dieciocho años
renunció a seguir estudiando Agronomía, a convertirse en un profesional y a asumir
responsabilidades familiares que lo aparten de su camino político. Lo que le importa,
por encima de todo, es la política y tiene poca o nula disposición para hablar de
afectos y amores; los tuvo —y tiene—, pero parece que se tratara de una esfera
eminentemente privada de la que le parece mejor no hablar. Creo haber logrado abrir
algunas rendijas dentro de ese tejido eminentemente político, con la complicidad de
Ana Sandoval, su compañera mexicana de los últimos veinticinco años. En la fase
de corrección de los segmentos editados de las largas entrevista, además de incluir
las precisiones y aclaraciones que le pedía, agregó —por su propio gusto— párrafos
y páginas escritas a mano para hablar de sus afectos, sus amores y sus hijos, y para
entregarme valiosas fotos, un par de cartas y uno de sus poemas, sin decir nada,
pero con gestos de complicidad y de afecto. Por su lado, también Ana tuvo la gran
amabilidad de enviarme, desde México, otras fotos.
La voz y palabras de Hugo Blanco contando su vida, sus textos, cartas, fotos
y hasta algunos mensajes de correo electrónico forman una pequeña montaña
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a lo que las lectoras y los lectores quieran. Quedan abiertas varias puertas para ir
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
14
INTRODUCCIÓN
país. La ilusión del sueño cubano de Fidel y el Che había creado las condiciones
para ese interés político. En París, en 1966, cuando seguía los primeros cursos
para mi doctorado en ciencias sociales, decidí incorporarme al partido Vanguardia
Revolucionaria, creado en 1965 con un punto de vista y un espíritu mariateguista,
contrario a todas las corriente marxistas internacionales de ese momento (PC
soviético, PC chino y diversas tendencias trotskistas) y con una propuesta de un
socialismo imaginativo, contenida en su bellísima frase «Ni calco ni copia, sino
creación heroica». Desde ese momento, pensé que mi aporte a la izquierda sería a
través de mi trabajo de investigación en el campo, particularmente el andino, gracias
a mi dominio del quechua y mi conocimiento vital y académico de su cultura. El
apoyo a los campesinos y a la refundación de la Confederación Campesina del Perú
(CCP) fueron mis tareas más importantes en los años 1968-1978. En ese contexto es
que participé en las tomas de tierras de Andahuaylas, en las que tuve intervención
directa.
Sin el apoyo decidido de David Ugarte Vega-Centeno, director de Cultura de la
región Cusco, y sin la generosa contribución y complicidad de Hugo Blanco, este
libro no habría sido posible. La presencia de Ana Sandoval en la última fase del
trabajo fue muy importante para lograr que Hugo aceptase hablar de sus afectos;
también me envió cartas y fotos desde México. Guardaré con cariño su sencillez
y amorosa presencia al lado de Hugo Blanco y su disposición de ayudar para que
este libro sea más rico. Carlos Fernández Chacón, «el Cochero», me respondió con
afecto cuando lo llamaba o le escribía un e-mail para pedirle datos y precisiones.
Hugo y él tienen toda una vida de amistad y de solidaridad en el trabajo político.
Debo a Miguel Ángel Fernández Sotelo, joven antropólogo, una gratitud muy grande
por su colaboración y espíritu solidario en cada una de las fases de preparación de
este libro. Mi amigo y fotógrafo Ricardo Guevara me ayudó mucho para encontrar
parte de las fotos publicadas en el libro. Dejo constancia de mi especial gratitud con
el fotógrafo y cineasta sueco Mikael Winstrom. Sin habernos conocido, anduvimos
antes y después de las tomas de tierras de Andahuaylas en 1974. Después, ya en
2013, me ofreció con admirable generosidad sus fotos que enriquecen este libro.
Agradezco también al Centro Bartolomé de Las Casas de Cusco, por ofrecer
algunas de las fotos preciosas que embellecen este libro. Expreso mi gratitud a Luis
Rodríguez Pastor por su contribución en la tarea de edición de este libro antes de
llegar a imprenta.
Cucho Arias, mi querido amigo de toda la vida y compañero en el Círculo
Artemio Zavala, me ayudó en gran parte de este trabajo. Ya no verá el libro, pero me
queda para siempre su recuerdo.
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
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PRIMERA PARTE
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mismo de antes yo les digo que no: antes luchaba para una sociedad igualitaria,
ahora lucho por algo más importante que es la supervivencia de mi especie;
verdaderamente me preocupa mucho la supervivencia de mi especie, no me preocupa
tanto la naturaleza, porque yo sé que desaparecida esta especie depredadora se va a
rehacer en una forma o en otra.
[…]
[…]
La educación política que yo había recibido era que debía hacer lo que la gente quería,
respetando la democracia, que nosotros debíamos tratar de impulsar el movimiento
de masas esperando que la realidad enseñara a la gente que el camino legal tenía sus
límites. […] mi intención al trabajar con ellos [los campesinos], era participar con
ellos y que avanzaran un paso más, después de este paso, otro paso más y otro paso
más. No creo yo en las vanguardias que muestran con su acción aislada lo que la
gente debe hacer (Jan Lust, Lucha revolucionaria, Perú, 1958-1967, p. 123).
[…]
[Para defendernos de los patrones] respondí diciendo: el compañero tiene razón, para
que no pase eso es mejor organizamos en comités de autodefensa. La idea fue aceptada.
Ya no tuvieron que preguntar quién se iba a encargar de hacer esa tarea, sabían que en
Chaupimayo ya estábamos preparándonos porque estábamos muy amenazados. Tenía
que ser Hugo Blanco, y por unanimidad me nombraron para que organizara los comités
de autodefensa. Si hice ese trabajo no fue porque mi partido me mandó, ni porque me
dio la gana, sino por orden de la asamblea de la Federación, por unanimidad.
[…]
[…]
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Nunca en mi vida he querido tener una casa y, menos, propia para mí. Puedo vivir
en cualquier parte: he vivido en el monte, he vivido con el techo de las estrellas, he
vivido bajo la lluvia. En cualquier parte puedo acomodarme; he estado en celdas junto
con las ratas, en cualquier parte me acomodo para vivir. No hay problema para mí.
[…]
No me gusta usar traje o terno, me gusta caminar así, simplemente. A veces uso un
poncho cuando en el Cusco hace mucho frío y por eso me creen gringo [ríe]; también
me pongo un chullo debajo del sombrero cuando estoy resfriado. Me gusta vestirme
así, simplemente. Nunca me ha gustado tener saco, tener traje y usar corbata. No
tenía nada contra la corbata en Cusco o cuando el uniforme escolar obligaba a tener
corbata. Toda esa costumbre se me quitó en la ciudad de La Plata, en Argentina,
porque a la facultad había que ir con corbata. Me daba rabia tremendamente. Mi
hermano Óscar tenía que arreglarme la corbata. Eso me daba rabia, por eso cuando
salía de la facultad me sacaba la corbata y me la ponía en el bolsillo. Bueno, ahora
pasemos a otra cosa.
[…]
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UNO. HUANOQUITE. FAMILIA, ESCUELA Y COLEGIO
Fui hijo de una pareja de clase media. Mi papá era abogado y mi mamá una pequeña
hacendada; me crie los primeros años en el campo, en Huanoquite, en la provincia
de Paruro, departamento del Cusco, que queda más o menos a la misma altura que el
Cusco. La haciendita de mi mamá se llamaba Llulluch’ayoq.2 Cuando me preguntan
de dónde soy, digo que de Huanoquite; en verdad, nací en Cusco, porque mi papá,
«para que sea civilizado», me llevó a que naciera al Cusco, pero después me regresé
a Huanoquite.
Fuimos tres hermanos: mi hermana Luchi, la mayor de los tres, que vive ahora
en Santa Eulalia; mi hermano Óscar, dos años menor; y yo.
De chico a mi hermana le decía mamá Luchi, me llevaba bien con ella; hubo
un cierto alejamiento cuando trabajó con el gobierno del general Velasco. Tiene tres
hijas, con las que me llevo bien; de vez en cuando, voy a visitarlas a Santa Eulalia.
Cuando murió mi papá, me enteré que tenía otros dos hermanos, hijos de él con
otras mamás, a los que conocí. Uno de ellos, Mariano, caminó junto conmigo en
La Convención organizando sindicatos, sin saber que éramos hermanos. Se llama
Mariano Blanco. Él fue donde el abogado a quejarse porque era peón de un arrendire
y éste no le pagó su salario. El abogado le dijo: Apellidas Blanco, ¿hijo de quién
eres? De Miguel Ángel Blanco. Entonces eres hermano del compañero Hugo; en la
próxima vez los presento. Pero no hubo próxima vez, porque pasé a la clandestinidad.
Después, un abogado amigo le dijo que lo iba a llevar para hablar conmigo, pero no
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cuando estuve preso en El Frontón, me enteré de que Mariano Blanco, «hermano
de Hugo Blanco», había sido capturado trayendo armas de Bolivia. Me reí porque
al único hermano que conocía era a Óscar. Cuando salí en libertad, la recepción de
mi bienvenida se hizo en el Coliseo del Puente del Ejército. Allí, mi compañera
me dijo: Ha venido tu hermano. Creí que era algún primo mío. Que vaya a la casa
después, dale la dirección, le dije. Y verdaderamente apareció y me dijo: soy tu
hermano. Yo le creí porque se parecía más que yo a mi papá. Bueno, me contó su
vida. Él estaba resentido con su mamá porque no había querido que mi papá lo
recoja. Le dije: Tu mamá tenía razón porque hubieras pasado a ser sirviente de tus
hermanos. Su mamá murió temprano, por eso él y sus hermanitos menores —que
no son hermanos míos— andaban vagando. Para asustarlos la gente les decía que no
caminen así porque se les iba a aparecer su mamá. Oyendo eso, se pusieron a vagar
más porque querían ver a su mamá. Después estuvo conmigo en La Convención, sin
conocernos, pero organizando sindicatos. Era una de esas personas heroicas que no
2 Llulluch’ayoq: palabra quechua que quiere decir lugar con lulluch’a, que es un hongo
acuático que se come con tarwi o chochos.
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
tenía nada que ganar con la reforma agraria porque eran peones, pero activaban en la
lucha. Ha habido muchos como él llamados habilitados.3 Después, estuvo sirviendo
a un cura, a unas monjas, se fue a La Convención, lo reclutaron para el cuartel y
cuando él estaba en el cuartel, me metieron preso. Le dijo al teniente: Mi teniente,
deme permiso, voy a ir a visitar a mi hermano que está preso. ¿Quién es tu hermano?
Hugo Blanco. Y ahí el teniente le dijo: Ni digas que eres hermano y simpatizante
de él; si saben eso, te matan. En el cuartel aprendió plomería. Cuando terminó su
servicio militar, fue a visitarme a El Frontón, diciendo: Estoy viniendo a visitar
a Hugo Blanco. Lo tomaron preso y le quitaron sus documentos. Fue ahí que lo
acusaron de estar trayendo armas de Bolivia. Mariano está vivo y tengo muy buena
relaciones con él. Dirigió una toma de tierras para hacer viviendas en el distrito de
Independencia, aquí en Lima, y ha seguido siendo activista.
Mi segundo hermano de padre se llamó Américo, era ayacuchano, hijo de
una señora de clase media de Ayacucho. Cuando estaba preso, me dijeron que
un hermano mío había ido a visitarme. Pregunté: ¿dónde está mi hermano? Me
señalaron a un joven de corbata. Pensé que era un tira [policía] que quería hacerse
pasar por mi hermano. Le clavé la mirada y le dije: ¿Tú eres mi hermano? No,
me dijo, soy hijo de tu tío Leoncio. Y yo sabía que mi tío Leoncio tenía un hijo
al cual no conocía, pero lo había visto una vez, cuando estuve preso en el cuartel
del Cusco. Había ido con mi tía a visitarme. Pensé: no sabe éste que ya conozco
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Soy hijo de tu papá. Recién se me prendió la lamparita, porque el hijo que no es de
matrimonio se siente culpable frente al hijo de matrimonio. Por eso me rehuía la
mirada. Afortunadamente, reaccioné bien, le abracé, hermanito, te quiero igual que a
Óscar. Por supuesto que no era así, pero quería sentirlo mi hermano. Cuando estuve
en libertad nos encontramos una o dos veces, pero no había nada más que nos uniera.
Mi mamá nunca supo que mi papá tuvo otros hijos. Por supuesto, no le dijimos
una palabra de la existencia de los dos hermanos. Y murió sin saber nada.
Con mis padres hablaba en castellano; y con los campesinos, en quechua cuando
me ponía a trabajar junto con ellos. Hasta los seis años viví en el campo. Yo tenía
mucha hemorragia nasal. Con el pretexto de necesitar estar en el campo, mi mamá
me llevó para que estudie el segundo año de primaria en Huanoquite. La hermana de
mi mamá era la profesora, y estaba allí con los campesinos en la escuela. Después,
solo iba al campo en vacaciones de medio año. No recuerdo cuántas hectáreas tenía
el fundo, pero sí me acuerdo que había tres colonos o arrendires con sus familias
de la hacienda (eran lo que en la que la selva se llamaba arrendires, o sea colonos).
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probablemente me veían como el hijo de la dueña, el hijo de la hacendada. Yo
ayudaba en el trabajo, me dejaban que ayude.
Los tres hermanos y mi mamá acostumbrábamos leer en grupo novelas de
Julio Verne y otras. Mi mamá nos enseñó a jugar ajedrez. Cuando a mi hermano
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
lo metieron preso a los diecisiete años por aprista, al salir nos ganaba a todos, ya
no querían jugar con él. A mí sí me interesaba, hasta que le igualé. Participé en un
campeonato interescolar de ajedrez, quedé en segundo lugar; en primer lugar quedó
el hijo del Presidente del Club de Ajedrez: Valentín Paniagua Corazao.4 Tengo
un grato recuerdo de él, cuando estuve preso en la cárcel del Cusco, él, que era
presidente de la Federación Universitaria, fue a visitarme.
En Las vacaciones de medio año íbamos a Llulluch’ayoc; para mí era la gloria.
(QFDPELRHQODVYDFDFLRQHVGH¿QGHDxRtEDPRVDXQSXHEORFHUFDQRDO&XVFR
que ahora ya fue tragado por él: San Jerónimo. Ahí paseábamos por el campo, entre
los maizales había hileras de capulí y subíamos a los árboles a disfrutarlos; también
había praderas y arroyos con pececitos.
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GH VHU H[SORWDGRUHV GH QR KDEHUOHV SDJDGR HQ ¿Q GH KDEHU KHFKR DEXVRV FRQ
ellos. Sí recuerdo que fui malo con los sirvientes de la casa [sonríe]. Recuerdo una
anécdota: una vez, cuando ya el movimiento de La Convención estaba extendiéndose,
entonces, en una zona que no estaba sindicalizada, los colonos indígenas decidieron
no trabajar para los hacendados. Entre ellos, había uno que había sido sirviente
nuestro. Él escuchaba el nombre de Hugo Blanco y pensaba que el desgraciado y
abusivo hijo de hacendada tenía el mismo nombre del Hugo Blanco líder campesino.
No sabía que los dos Hugo Blanco eran la misma persona. Después, por supuesto,
fuimos grandes amigos.
Una cosa que me impactó a los seis años es la noticia de que el hacendado
Bartolomé Paz había marcado la nalga de un indígena con sus iniciales de hierro
candente con que marcaba a sus vacas y caballos. Eso me impactó terriblemente.
Precisamente Eduardo Galeano me escribió diciéndome: Cuéntame de ese tu
segundo nacimiento, porque —precisamente— fue el hijo de ese hacendado el que
PHKL]RGHWHQHUSRUFRQÀLFWRVFRQXQDFRPXQLGDGLQGtJHQDGH+XDQRTXLWH
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que era aprista. Él fue agrónomo y genetista. Yo era admirador de mi hermano;
me hablaba del imperialismo, de los militares, de la oligarquía, de la opresión del
indígena, de todas esas cosas. Era el aprismo que en esa época era un partido de
L]TXLHUGD0LSDSiQRLQÀX\yHQPtOD~QLFDYH]TXHVHPHWLyHQSROtWLFD\HVWXYR
perseguido fue cuando en la Universidad los estudiantes luchaban por la asistencia
libre. Como él tenía que trabajar y estudiar, le convenía la asistencia libre, por eso
tuvo que huir del Cusco, pero fue la única vez. Óscar estuvo preso a los diecisiete
años. Era cuatro años mayor que yo. Yo le llevaba la comida a la comisaría y le dije a
sus compañeros: Mi hermano me ha encargado que todo lo que él hacía, yo lo tengo
que hacer. Sí, sí, me dijeron, pero, por supuesto, no me hicieron caso.
2WUD FRVD TXH LQÀX\y PXFKR HQ Pt IXH TXH FRQRFt D XQ GLULJHQWH LQGtJHQD
campesino en San Jerónimo, se llamaba Lorenzo Chamorro. Eso lo relato en el
cuento «El maestro», que le escribí a José María Arguedas; es un relato cierto, pues
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
hasta los nombres son verdaderos, pero no lo voy a repetir aquí.5 Por supuesto, mi
aproximación era a lo que ahora se llama «problema indígena» y la primera gran
batalla que dimos fue cuando estuve en el colegio.
+XJR%ODQFRVHUH¿HUHDOFXHQWR©(OPDHVWURªHQYLDGRGHVGH(O6H[WRD-RVp0DUtD$UJXH-
das, en 1969, publicado en su libro Nosotros los indios. Tanto el relato «El maestro» como las
cartas entre Hugo Blanco y José María Arguedas aparecen en la segunda parte de este libro.
6 El chachacomo es un árbol que da excelente leña, uno de los preferidos de las mariposas.
7 Chullpi es una variedad de maíz, la mejor para tostarla y convertirla en cancha.
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
de un cóndor. Parece que las ruinas eran de un puesto de vigilancia, pues desde
ellas se veía todo el valle y los cerros de enfrente, Paqariqtambo (residencia de la
emergencia), donde la leyenda dice que de ahí salieron los cuatro hermanos Ayar,
TXHIXQGDURQHO&XVFR(UDQUXLQDVGHDUTXLWHFWXUD¿QDFRPRODGH0DFKX3LFFKX
más o menos, no como las de Saqsaywaman. Limpiamos algunas de las qayaras
(bromiláceas) que malograban las ruinas creciendo entre las piedras. Llevé las
fotografías y el plano a Chávez Ballón, diciéndole que había que comunicar a las
autoridades la existencia de las ruinas para que las cuidaran. Me contestó: Tú no
tienes que descubrir ruinas, tienes que descubrir gringos como Hiram Bhingam para
que ellos «descubran» las ruinas. No cuidan ni Machu Picchu, menos van a cuidar
otras ruinas. (Esa vez era cierto, luego se comenzó a atender Machu Picchu porque
da mucho dinero a la compañía de ferrocarril y a los hoteles). Ahora esas ruinas ya
están atendidas luego de haber sido malogradas por buscadores de oro.
Había también un lugar que se llamaba Inca Raqay [ruina de los incas], en la
puna. Hice un croquis y se lo llevé a Chávez Ballón. Me dijo: Sí, esta es construcción
incaica. Después fui a otro lugar que se llamaba ñust’a warkuna [lugar donde se
FXHOJDDODxXVW¶D@(UDXQDHVWDODFWLWDTXHHVXQD¿OWUDFLyQGHDJXDFRQPLQHUDOHV
que paulatinamente se convierte en un pilar colgante sólido. Los habitantes de la
zona contaban que en el cerro de enfrente, en Paqariqtambo, había otra igual. Que
fueron dos guerreros que se disparaban mutuamente con warak’as [hondas], que los
proyectiles pétreos hirieron a las mujeres de ambos y las convirtieron en piedras, de
ahí el nombre de ñust’a warkuna.
En Huanoquite estudié solo un año de primaria, el resto lo hice en el Colegio
de Ciencias. Repetí el tercer año de primaria: en primer lugar, porque la enseñanza
en el campo no es la misma que en la ciudad, ¿no?; en segundo lugar, porque el
último examen consistió en la presentación de cuadernos; como yo nunca he sido
bueno para escribir y presentar los cuadernos, perdí el año. También en secundaria
perdí otro año porque ese año se inauguraron las «carpetas de trabajo», que consistía
HQ HODERUDU HOHJDQWHPHQWH ORV HVFULWRV FRQ JUi¿FRV TXH ORV DGRUQHQ \ FRPR \R
no sabía hacer esas cosas, también repetí el cuarto año. Yo tenía el cuaderno en el
bolsillo y eso no estaba bien. Mi padre probablemente comprendió por qué repetí
en primaria. En cuanto a mi desaprobación de secundaria, me dijo: Bueno, hay que
estudiar más, y como no podía estar en colegio de Ciencias me pasé a un colegio
nocturno para seguir el cuarto año.
Esto que estoy contando ocurrió en 1952. Mi repetición en secundaria se debe
a eso de las carpetas de trabajo, pero también a represalias de los abarquistas.
Abarca era un director dictador. Cuando entró Manuel Odría como dictador del Perú
(1948-1956), mandó de directores de los colegios nacionales a dictadorcitos como
él. Parece que en el Guadalupe, el colegio nacional que había en Lima, puso de
inspectores a militares y mandó dictadores a San Carlos de Puno, a San Juan de
Trujillo, a San Agustín de Arequipa, y al Colegio de Ciencias del Cusco.
Cuando había que castigar a un alumno, antes, se debía quedar una hora más en
el colegio en un día. Abarca impuso el castigo de dos horas durante quince días por
faltas leves; por ejemplo, cuando le parecía que alguien no cantaba el himno nacional
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
con muchas ganas. Hizo otros cambios que perjudicaron a los alumnos y también
a los profesores; por ejemplo, al profesor de Historia del Perú lo mandó a enseñar
Historia Universal. Los alumnos hicimos huelga para sacar al director. Fue Gorki
Tapia, mi compañero de estudios [y dirigente con él del movimiento campesino y de
la organización trotskista Frente de Izquierda Revolucionaria (FIR)], quien redactó
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el aeropuerto le esperaba una calle de estudiantes bien formados aplaudiéndolo. Le
acompañaba el director del colegio. ¿No ve? —le dijo el director—, son unos cuantos
apristas y comunistas los que están en la huelga, el estudiantado está con nosotros.
Después se fue al hotel Cusco, y luego, ya solo, al colegio. Ahí le esperábamos todos
en formación con los brigadieres y con todo eso. ¡Que viva el señor Rosemberg!
¡Que muera Abarca!, gritamos. El comisionado se dio cuenta de que la disciplina,
ese orden, era el orden de la huelga. Éramos los huelguistas los que habíamos ido
uniformados con nuestros brigadieres, bien ordenaditos en la puerta del colegio.
Pasemos adelante para hablar, nos dijo, y le respondimos: Nadie entra mientras no
salga Abarca. Se dio cuenta de la unanimidad de la huelga y de la disciplina de los
huelguistas. Tuvo que hablar con Lima y cambiaron a Abarca. Fue una lucha exitosa
la nuestra, ¿no? Como había algunos profesores pro abarquistas, se vengaron de
algunos de los huelguistas. Yo era parte la huelga, pero parte activa, porque ayudé
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Él era también un activo de la huelga, nadie le encomendó ese trabajo pero él lo
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fue la huelga de San Marcos contra el rector Dulanto. Cusco se solidarizó con esa
huelga. No solo fue un movimiento de la Universidad San Antonio Abad del Cusco:
también hicimos una reunión por ahí, por el campo. La Federación de Trabajadores
del Cusco decretó el paro general en solidaridad con San Marcos.
También los colegios secundarios preparaban el paro de solidaridad, por lo tanto
las autoridades suspendieron las clases con el pretexto de que era «tiempo de baños».
Anualmente suspendían las clases en las tardes, pero ese año las suspendieron todo
el día, también en el colegio nocturno con algún pretexto.
Para contribuir al paro, en la noche, yo debía desempedrar el piso de la calle.
Había que pasar por el dormitorio de mis padres para llegar al cuarto de herramientas
y sacar un pico. Pasé sigilosamente, pero mi papá despertó. Preguntó: ¿Quién anda
ahí? Yo, le dije. ¿Qué estás haciendo? Tuve que decirle la verdad: Estoy sacando
el pico porque se ha decretado paro general y como algunos van a querer romper
HOSDURWHQHPRVTXHGHVHPSHGUDUODFDOOH6HORGLMHFRQPXFKD¿UPH]D0LSDSi
entendió que si me decía que no ahí se iba a quebrar el principio de autoridad,
pues yo iría de todas maneras, por lo tanto me dijo: Bueno, anda con cuidado [ríe].
Llevé el pico y antes de desempedrar apagué con honda los focos de luz de la calle.
Era un empedrado, no se trataba de adoquines. Desempedré y puse montículos de
tierra. El local de la Universidad estaba en la plaza de armas; estuvo prohibido entrar
en la plaza, yo estaba yendo por un callejoncito y un guardia a caballo me dijo:
¿A dónde vas? Yo, todo macho, le digo: A mi casa, a la Universidad. Me agarró a
sablazos, de plano desde su caballo. Le dije: Suelta el sable o bájate, cobarde. Un
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
universitario me agarró del pescuezo y me metió a una casa: No seas huevón —me
dijo—, te va a sacar la mierda. A ese universitario que me salvó ahí, con una bomba
lacrimógena le malograron los ojos. También yo estuve en la plaza de armas, en la
puerta de la Universidad, y ahí reventó una bomba lacrimógena a corta distancia.
Cerré afortunadamente los ojos pero se me ampolló toda la cara y luego se me
desolló. Luego permitieron entrar en la plaza, pasé por ahí y vi un cartel que decía
«La Huelga Triunfó». Dulanto se suicidó. Probablemente el gobierno de Odría le
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Me enteré años después, cuando pasé por Bolivia, que allí había habido la
revolución de 1952. Lo que pasaba en Lima en tiempo de la dictadura de Odría
era uno eco de lo de Bolivia. También en el Colegio Independencia de Arequipa se
produjeron luchas bajo la dictadura de Odría; creo que hasta hubo balazos.
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
Teníamos lo que ahora se llama «círculo de estudios»: con algunos alumnos del
Colegio Salesiano, otros del Colegio de Ciencias, otros del colegio nocturno. Nos
reuníamos para leer a Mariátegui, a Haya de la Torre, a Manuel González Prada, pero
no había nadie que nos guíe, no había ningún universitario que confíe en nosotros.
Como el APRA y el Partido Comunista estaban perseguidos, los universitarios apristas
y comunistas temían que nosotros hablásemos. Nosotros éramos simpatizantes
del APRA y del Partido Comunista, al mismo tiempo. Cuando estuve en el Cusco,
leí en la prensa que había sido reprimido el POR [Partido Obrero Revolucionario,
organización trotskista] y vi su programa político publicado en los periódicos. Me
gustó ese programa.
Más o menos por esa época yo era muy católico, iba a misa. Por esa época
también comenzó en mí una crisis tremenda porque también era darwinista. Darwin
planteó la evolución de las especies. Quise leer la Biblia, a los católicos estaba
prohibida leerla sin un guía. Conseguí la Biblia católica, la leí y me decepcioné más
de la religión, ¿no?, porque la Biblia dice que a tu esclavo podrás pegarle pero no
deberás matarlo, y también «trata mal a la mujer». Esas cosas me decepcionaban.
Llega Esaú hambriento y le dice a Jacob dame ese plato de lentejas, Jacob le contesta
si quieres, te lo cambio con tu primogenitura, y como estaba hambriento Esaú
acepta. Eso me parece una inmoralidad en Jacob. Cristo es descendiente de Jacob
y aparece como bueno, como positivo. Luego, el padre de ambos, Isaac, tuvo que
bendecir al primogénito. Isaac, que ya estaba ciego, le palpa el brazo a Jacob, quien,
para engañarlo, se había puesto un pellejo de borrego para que el padre creyera
que era Esaú, que era velludo. Esta farsa es mostrada como buena por la Biblia.
Después me puse a pensar en qué momento de la evolución se le pegó el alma
inmortal al ser humano. Era un drama terrible, porque yo era católico y no quería
dejar mi religión. Tenía un amigo que era evangelista, que me planteaba cosas que a
mí me parecían razonables. Fui donde mi confesor y le dije: Padre, sabe, que tengo
un amigo evangelista que me dice estas cosas, ¿cómo debo contestar? Tienes que
terminar con él, me dijo. Pero si es bueno, buen amigo, mi deber es traerlo al redil
nuevamente. No, rompe con él. Entonces rompí no con el amigo sino con el confesor
porque me parecía incorrecto lo que me dijo. Después tuve una angustia tremenda.
Por ejemplo, una vez que estuve yendo a caballo de la haciendita Llullucha’yoq
al Cusco, el caballo se plantó. Era un camino conocido, era de noche, llovía y el
caballo se plantó. Yo le chicoteaba y el animal se rebeló. Yo no tenía linterna, tenía
fósforos, encendí un palito y vi que se había caído el camino. El caballo no quería
suicidarse. Tuve que subir con el caballo por la ladera para sortear el problema. La
lluvia era muy fuerte, entonces le pedí a Dios: Dios mío, si existes, preséntate en
cualquier forma porque yo quiero llegar sano y bueno al Cusco [ríe]. Llegué sano y
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ocasión, en una noche de tormenta, fui a la capilla de la hacienda de mi mamá, donde
estaban enterrados mi abuelo y mi tío. Me acosté entre las dos tumbas y le dije a
Dios: Dios mío, aparécete en alguna forma. No pasó ni un ratón. Entonces vivía un
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
de los curas. En ese tiempo yo no conocía las historias de los curas. Leí Aves sin
nido. A partir de ahí comencé a creer en Cristo, pero no en Dios, y comencé a ver las
barbaridades que había en el mundo. Si existe Dios, que es todopoderoso, por qué
permite que haya tanta barbaridad. Si es todopoderoso, le bastaría con desear que no
haya nada de eso y listo, lo conseguiría todo y no perdería nada. Entonces escribí:
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dieciséis o diecisiete años.
Terminé secundaria a los dieciocho. Después de dejar la religión, sentí una paz
espiritual tremenda. Esa ha sido la única crisis ideológica que he tenido y que tendré
porque si Marx dijo eso, que no es cierto; que si Trotsky dijo eso, que no es cierto,
que si Lenin dijo, etc., ellos son seres humanos, no son dioses, tienen derecho a
equivocarse. Solo diré: en esto se equivocó Marx, en esto se equivocó Lenin, y en
esto se equivocó Trotsky, y no tengo ningún problema. Por eso no me gusta ahora
llamarme marxista, ni leninista, ni trotskista, ni nada, porque no son religiones, pues.
Marx dijo que el marxismo no existía, que por lo tanto él no era marxista; Trotsky
también dijo que el trotskismo no existe, lo que pasa es que nosotros defendemos
la teoría revolucionaria clásica, que es deformada por el stalinismo, que acomoda
todas sus conveniencias de burocracia con el nombre de marxismo-leninismo.
Pero el trotskismo no existe; por eso es que ahora yo ya no me digo trotskista.
Trotsky tuvo razón al decir que si la burocracia no cae derrotada por la clase obrera
que recupere el poder, caerá en manos del capitalismo. Los grandes dirigentes del
Partido Comunista soviético son ahora los grandes neoliberales de Rusia. Si ya se
hizo trizas el stalinismo por putrefacción interna, para qué ya ser trotskista. Hay que
comprender que el mundo ha cambiado.
Cuando estuve en quinto de secundaria, los estudiantes sacamos el periódico El
Cienciano. El director nos hizo llamar y nos dijo: Me parece muy bien que saquen un
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seguimos pidiendo dinero clase por clase para sacar el periódico, para que mantenga
su independencia. Tampoco aceptamos al asesor que nos quiso imponer la Unidad
Inca Garcilaso de la Vega, un nuevo colegio a donde nos trasladamos a los alumnos
del Colegio de Ciencias por el terremoto que hubo, que dejó en escombros al viejo
Colegio de Ciencias. En ese nuevo local terminamos el quinto año de secundaria.
Había una malla que separaba parte del colegio de la calle y allí, en la calle, mujeres
campesinas nos vendían frutas. El director prohibió que las mujeres estén ahí e
hizo poner un quiosco de dulces de un comerciante que pagó para eso. Nosotros
estábamos en contra de esa prohibición, publicamos un artículo diciendo «¡Abajo el
quiosco de dulces!» El director nos hizo llamar a los tres que dirigíamos el periódico
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con el asesor. En eso, escuchamos bulla afuera, nosotros y el director salimos para
ver qué pasaba. Los alumnos estaban apedreando el quiosco de dulces y no podían
decir que nosotros habíamos agitado porque nosotros estábamos con él [ríe]. Esa fue
una de las rebeliones contra la dictadura en el colegio.
Tuvimos otra rebelión más. El Colegio de Ciencias tenía su propia banda y
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
TXH WRGRV GHV¿ODUDQ VROR FRQ OD EDQGD GHO HMpUFLWR 'HV¿ODPRV FRQ OD EDQGD GHO
ejército, cuando regresamos frente al colegio el brigadier general nos dijo: Es injusto
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6tGLMLPRVWRGRV(QWRQFHVGLPRVODVHJXQGDYXHOWD'HVSXpVGHQRVRWURVGHV¿ODED
la Universidad, luego la banda tocaba la retirada del prefecto. Nosotros pasamos
nuevamente cuando la banda del ejército estaba tocando la retirada del prefecto.
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banda. Por el atrevimiento, el Colegio de Ciencias no tendría el gallardete premilitar
durante cinco años. A nosotros qué nos importaba el gallardete premilitar, lo que
nos importaba era que los viejitos tiraban sus sombreros al aire, por la rebelión
de Ciencias que pasó con su propia banda tocando. Llamamos a esa rebelión «La
rebelión de la segunda vuelta». Esas rebeliones del periódico y de la segunda vuelta
también, por supuesto, nos marcaron a todos. Eran rebeliones contra la dictadura.
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DOS. EN ARGENTINA. DE ESTUDIANTE DE AGRONOMÍA
A REVOLUCIONARIO PARA TODA LA VIDA
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
que había ocurrido una revolución en 1952, que me pareció una maravilla. Llevé a
casa de mi hermano en La Plata muchos libros sobre esa revolución. Sus amigos le
dijeron a mi hermano: Has enriquecido tu biblioteca. Ya era hora, dijo él. Los libros
en La Paz eran muy baratos.
Mi hermano me esperó cuando llegué a Buenos Aires, y en Buenos Aires me
llevó en una carroza tirada por caballos (no recuerdo cómo le llaman a las carrozas,
ni la estación desde donde se va a La Plata). Con Óscar y César Torre, un entenado de
una tía nuestra, teníamos un cuarto. Mi hermano era el secretario general de la célula
del Partido Aprista de La Plata y abandonaba sus estudios por dedicarse a la política.
A nuestro cuarto iban los exiliados apristas: Villanueva del Campo, Melgar. Cuando
estuvimos en el senado con Villanueva del Campo, me dijo: Tú fuiste simpatizante
aprista. Sí, don Armando —le dije—, y gracias a ustedes no llegué a ser militante
porque verdaderamente el APRA que me mostraban ellos ya no era el APRA que yo
había conocido al leer El antiimperialismo y el APRA. Me decepcioné del APRA en La
Plata. Cuando Haya de la Torre escribió La defensa continental (1942), ya se había
sometido al imperialismo.
El APRA en Argentina estaba contra Perón, diciendo estamos en contra de una
dictadura. Perón era progresivo, pues. Esas cosas las entendí después. Cuando nos
liberamos de España, pasamos a ser colonia inglesa, pero el imperialismo inglés
se debilitó en las dos guerras mundiales y el último baluarte que le quedaba era
Argentina, y de Argentina se retiró voluntariamente. Por eso pudo Perón nacionalizar
los ferrocarriles. No podemos decir que él expulsó al imperialismo Inglés, el
imperialismo inglés se retiró y de eso aprovechó Perón para hacer algo nacionalista.
Después, vino el imperialismo yanqui.
Estando en La Plata, siendo mi hermano Óscar dirigente del APRA, tuve un
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Partido Comunista ha dicho que Prado es el Stalin peruano y aquí en Argentina
también capitula, a veces está con Perón y a veces está contra Perón. En el Cusco
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había mucha represión. En cambio, en La Plata no había represión, había también
peruanos del Partido Comunista y yo hablaba con ellos; no podían desmentir
las acusaciones que hacía mi hermano. Yo no entré al APRA y tampoco al Partido
Comunista porque mi hermano se encargó de que no entrara al Partido Comunista.
La militancia comenzó en el Centro de Estudiantes Peruanos de La Plata. Yo andaba
en búsqueda de apristas de izquierda, sabía que había apristas de izquierda, Chang
y Yaranga; sabía que también había trotskismo, y el Partido Obrero Revolucionario
(POR). Supe que había un exiliado peruano del POR: era Carlos Howes. También Ismael
Frías estaba exilado, pero Howes —que fue a La Plata— planteó que el Centro de
Estudios Peruanos aprobara el apoyo al gobierno de Jacobo Arbenz luego del golpe
de Estado en Guatemala. Después, estábamos en el cuarto con mi hermano y uno
de los apristas le dijo: Ha llegado un trotskista al centro de estudiantes peruanos.
Yo paré las orejas, ¿no? Yo no era trotskista, no era trotskista todavía, pero estaba
buscando. Lo ataqué, y le dije: No seas calumniador, ¿por qué dices que tal fulano ha
llevado a un trotskista?; a ver, ¿quién es ese trotskista?, le dije. Es Carlos Howes, me
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
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digo ahora [bromeando] a Elsa, hija de Vladimiro Valer: no soy yo tu papá porque si
no me botaban a mí, botaban a tu papá y yo hubiera sido tu papá.
Como fui el primer peruano que debía volver, tuve que prepararme. Estudia
Perú, me dijeron. Para que mi papá no sienta que yo estaba resentido con él, le pedí
por favor que me manda El Comercio, porque en Perú no había ningún periódico de
izquierda, La Prensa era de los exportadores y El Comercio era de los importadores.
Le pedía también que dentro de las páginas de El Comercio me mandara hojitas de
FRFD(VDYH]QRKDEtDHOFXHQWRGHOQDUFRWUi¿FR$GHPiVGHOPDWHGHFRFDWDPELpQ
me gustaba el mate amargo; aunque yo soy dulcero, me gustaba el mate amargo,
porque me recordaba de la coca. También me gustaban las chacareras, las zambas,
el tango, pero me gustaban mucho más las chacareras, las zambas, todo eso. Así tuve
que estar en Buenos Aires yendo a la biblioteca para estudiar Perú. Estudié Perú
durante dos o tres meses antes de viajar.
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TRES. REGRESO A CUSCO: TIERRA O MUERTE
¿Una novia argentina? Me vine solo. Sobre eso tenía un criterio que después las
mujeres me dijeron que era equivocado, no quería jalar a las mujeres de un lado a
otro, en función mía. Cuando tenía novias, las dejaba. Después, [los amigos] me
dijeron que eso era incorrecto. Pero… eso era lo que yo hacía. Llegué al Cusco, pero
como había aprendido que el proletariado era la vanguardia y el centro proletario
era Lima, me fui a Lima, a trabajar de obrero. Ahí me vinculé con Carlos Howes,
que ya estaba en Lima; él me conectó con Félix Zevallos, que era un fundador del
POR, obrero textil, junto con Leoncio Bueno. Leoncio Bueno ya no militaba, estaba
dedicado a la poesía, simpatizaba más o menos con el partido. Tres o cuatro personas
reconstruimos el partido, sacábamos el periódico POR. Yo iba por las barriadas de
Lima vendiendo el periódico. [Poco tiempo después] jalé a un compañero, el chango
Aragón, cusqueño que había estado en Argentina junto conmigo en esos grupos de
estudios que teníamos.
En Lima, entré como obrero textil a una estampería de seda, en realidad
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sindicalizada. Traté de formar un sindicato, entonces me dieron a entender los jefes
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fábrica metalúrgica, pero la fábrica metalúrgica era pequeñita. No me habituaba a
trabajar en fábricas pequeñas, estaba acostumbrado a trabajar en fábricas grandes.
Uno de los obreros era sobrino del capataz, otro era ahijado del patrón; en esas
condiciones no pude organizar. Quería entrar como metalúrgico, pero las fábricas
metalúrgicas necesitaban torneros o soldadores, yo no era nada de eso, era solo
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Merced, Chanchamayo; me fui ahí, no con intenciones de formar sindicatos sino con
intenciones de aprender soldadura. Me pusieron como ayudante del soldador, estaba
aprendiendo soldadura. En eso, el dueño vendió el taller y el nuevo dueño ya no me
tenía como ayudante del soldador sino para tapar huecos por acá y por allá, donde
se necesitaba. Como eso no me interesaba, regresé a Lima y logramos contacto con
los compañeros oleaginosos, y me consiguieron un trabajo en una fábrica de aceite.
Creo que era Friol, no recuerdo cual, pero en eso se dio la venida de Nixon a Lima.
Varios grupos minúsculos de izquierda, donde no estaba el Partido Comunista, por
supuesto, preparamos una contramanifestación; fue tan exitosa y mucho más grande
de lo que nosotros nos habíamos imaginado. La represión cayó sobre nosotros, yo
salí de la fábrica para que no me repriman y me fui al Cusco.
En el Cusco, mi hermana trabajaba entonces en un periódico y por ella me
contacté con los canillitas que eran niños de ocho, nueve, diez años. Les dije que
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
había que organizarse. La primera necesidad de ellos era tener un carnet de trabajo
para que no los metan presos por vagos, porque un niño descalzo es vago, y el niño
bien vestido no es vago. Estábamos reuniendo plata para comprar carnets, en eso yo
fui como delegado del sindicato de canillitas a la Federación de Trabajadores del
Cusco, y allí me di cuenta que la vanguardia era el campesino de La Convención.
El director del periódico me hizo detener, me llevaron a la comisaría, porque yo
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trabajadores de la empresa. Ellos recibían los periódicos, los vendían y devolvían
lo no vendidos. Un sábado me hizo detener, ya había salido el periódico. Como
era sábado, ya habían sacado los periódicos, el día lunes declararon una huelga en
protesta por mi detención. El director, de apellido Velarde, le habló a mi hermana
que trabajaba ahí. Había dos periódicos en el Cusco: El Sol y El Comercio de la
tarde. El señor Velarde le dijo: Estamos sólidamente unidos con los propietarios de
El Sol y ellos no van a darles el periódico a los canillitas, y los canillitas me dijeron:
Mentira, los de El Sol nos han dicho: Si quieren, sacamos una edición en la tarde
[ríe]. Mi hermana le dio a entender que no sabía cuándo levantarían la huelga. El
señor Velarde se asustó, les dijo a los canillitas quiero conversar con ustedes, ellos
le dijeron conversen con Hugo Blanco. No, porque Hugo Blanco no trabaja acá.
Tuvo que llamarme a conversar. No pensábamos presentar un pliego de reclamos,
lo primero era lograr los carnets, pero ya que se dio la coyuntura, presentamos un
pliego de reclamos para que los trataran bien, les atendieran; no pedían que les
den más porcentaje por la venta de los periódicos sino, fundamentalmente, que
los trataran bien porque la gente ‘decente’ que trabajaba en el periódico, como a
‘cholitos’ los trataban.
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conocí a un dirigente a quien también vi en la asamblea de la Federación de
Trabajadores del Cusco. A él también lo encontré en la comisaría, y me dijo: A ti te
van a soltar mañana; en cambio a mí, me pasan a la cárcel, soy el tercer dirigente
que cae preso, los otros ya están en la cárcel. Temo que el sindicato se asuste, que
la gente se asuste y retrocedan. Alfredo Romainville era el dueño de la hacienda.
Al oírle decir eso, le dije: Yo me voy allá a La Convención. Como te van a soltar
a ti mañana —me respondió—, anda a visitarnos a la cárcel. Fui a visitarlos a la
cárcel y los dirigentes presos estuvieron de acuerdo en que yo vaya. Había ido otro
campesino a visitarles, le encargaron: pónganle el caballo para que el compañero
Hugo Blanco vaya. Así, fui hasta Chaullay pasando por una oroya. Fue la única vez
que llegué a Chaupimayo en caballo, las otras veces ya fui a pie.
Cuando estuve de vacaciones en el Perú, viniendo de Argentina, tuve amores
con Vilma Valer, hermana de Vladimiro, mi compañero en La Plata. Después, al
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enamorado de ella y ella también de mí; nos escribíamos cartas. Cuando regresé,
volví a estar con ella, ya pensaba yo que fuera mi mujer. Estaba embarazada.
Tuvimos una reunión en Arequipa con los camaradas y dije que como yo estaba en
Lima, voy a llevar a mi mujer a Lima. ¿Cómo a tu mujer? ¿No te vas a casar? Tienes
que casarte —me dijeron—, porque cuando te metan preso, en tu familia no la van a
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
atender como amante, pero como señora esposa sí. Me convencieron, así que regresé
y le dije: Vilma, dicen que tenemos que casarnos. Ella aceptó, pero no tenía partida
de nacimiento. Había que consultar a un abogado, yo no pensaba decir a nadie,
pero hubiera sido demasiado escandaloso que siendo mi papá abogado y su papá
abogado, militante del Partido Comunista, yo esté buscando un tercer abogado [ríe].
(QWUpDR¿FLQDGHO'U9ODGLPLUR\OHGLMH9HQJRSRUXQDFRQVXOWDSURIHVLRQDOVDEHV
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—me dijo—, se pide licencia y listo, ¿con quién te vas a casar? Con Vilma, le dije
[ríe]. Está bien, sí, sí, que ella misma pida la partida. Así fue, ella era la amanuense
GHODR¿FLQDGHVXSDSi/XHJRHOSDSiPHGLMR%XHQRSRUWL\SRUPtQRLPSRUWD
nosotros somos revolucionarios, pero tú sabes que la mamá de Vilma no lo es, hay
que cumplir ciertas formalidades y tienes que decirles a tus papás, que tus papás le
escriban una carta a ella. Tuve que decirles a mis papás, y ellos le escribieron una
carta pidiéndola en matrimonio. Como testigos fueron un periodista compañero de
mi hermana y mi suegro. No quisimos que nadie más esté en el matrimonio.
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
estos estaban ocupados en trabajos para el sindicato o estaban presos por la lucha.
Los compañeros querían que yo estuviera todo el tiempo en la máquina de escribir.
Yo no hacia eso porque no era necesario. Me gustaba trabajar la tierra y, además,
políticamente era correcto, pues en los descansos del trabajo la gente conversaba
libremente de los problemas comunes y yo me enteraba de las opiniones mucho más
que en las asambleas, donde uno tiene que pedir la palabra para hablar. Me parece
que es por esta razón que en las organizaciones campesinas, por ejemplo en la zona
zapatista de Chiapas, es posible aprobar los acuerdos por consenso, pues se habla
de los problemas junto al fogón y en la chacra. En cambio, en el movimiento obrero
es correcto que se apruebe por votación, pues el obrero no tiene mucho tiempo para
conversar de los problemas comunes con sus compañeros.
La palla es el trabajo en la cosecha de café, del cacao. Había días de trabajo, días
de palla; luego, según la imaginación de los hacendados, había los maquipura, que
se llamaba a la obligación que cada arrendire tenía para pagar una cantidad de dinero
al patrón. Había la faena, una obligación de trabajar algunos días gratuitamente en
las necesidades de la hacienda. Cuando alguien no iba a trabajar, el hacendado
mandaba a su gente para que entren a las casas de los arrendires para agarrar, ya
sea herramientas o ropa, y llevárselas. Además, había abusos extraordinarios. Por
ejemplo, una vez Romainville mandó a un campesino traer un caballo. Al volver,
el campesino le dijo: Papá, no he encontrado el caballo. Ah, ¡no has encontrado
el caballo! Entonces ponte tú de cuatro patas y cárguenle entonces a él las seis
arrobas de café. Lo hacía poner en cuatro patas, y fuete en mano lo obligaba a
rodear la matucancha, que era el espacio empedrado donde se extiende el café y
la coca, para que se sequen, y la matuhuasi, que era la casa donde se guardaba
la cosecha. Lo recién cosechado se llama matu. Además, una vez los capataces
estaban esperando en el matucancha a que viniera la gente para trabajar. Había un
compañero que estaba jugando con fósforos, prendiéndolos; uno de los fósforos
cayó en el techo del matuhuasi, que era de paja, y entonces comenzó a arder, pero
como todos estaban allí, lo apagaron. El soplón de la hacienda inmediatamente
le comunicó lo sucedido al hacendado; entonces vino al hacendado y, delante de
la gente que se había reunido ahí, lo hizo colgar de un árbol de mango, desnudo
de brazos y piernas, y le dijo al capataz: Azótalo, y el capataz lo azotaba, pero sin
muchas ganas. El hacendado le dijo al capataz: Indio, no sirves ni para eso, así se
hace, agarró el fuete y empezó a fuetear. Como se cansaba, se sacaba el pañuelo, se
limpiaba el sudor y seguía fueteando hasta que una de sus hijas se arrodilló y le dijo:
Papá, por favor, suelta a ese hombre. Y lo soltó. El hermano de Romainville violaba
a las mujeres. Una vez se fue con el sobrino de una mujer a violar a la tía delante
del sobrino, y después le obligó al sobrino a que también la violara. Barbaridades
de esas se cometían. El hacendado Pancorvo, de la hacienda Paltaybamba, situada
al frente de la hacienda Chaupimayo, desde la escalera de su hacienda controlaba el
camino que pasaba por la hacienda. Todo el que pasaba con vacas u ovejas tenía que
pagar un peaje o derecho de tránsito por la vaca o por la oveja que pasara por ahí.
Una vez, pasó un guardia por ahí abajo sin saludar. Oye, crees que estás pasando
por delante de un perro, ven p’acá. Tuvo que ir el guardia, lo sopapeó, se le cayó
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
el quepí al suelo, y tuvo que recogerlo para seguir su viaje, temblando, sin decir
nada. No había autoridad, ellos, los hacendados, eran los jueces, hacían lo que les
daba la gana. No se trataba solo de la explotación en el trabajo, había opresión. Los
campesinos que estaban en mejor condición eran los que tenían patrones que habían
aceptado los sindicatos.
Fui a Chaupimayo, y después de ser delegado de los canillitas me nombraron
como delegado del Sindicato de Campesinos de Chaupimayo ante la Federación
de Trabajadores del Cusco. Ya el Partido Comunista se había enterado de que yo
era trotskista y no me aceptó, los camaradas del PC dijeron: Primero se presenta
como delegado de los canillitas, después como delegado de Chaupimayo; no, no
puede ser. Todavía no había una Federación de Campesinos en La Convención. Se
hizo un congreso con los ocho sindicatos de arrendires y allegados, más o menos,
que ya había en La Convención, en el local de la Federación de Trabajadores del
Cusco, y yo había sido nombrado como delegado de mi sindicato para el congreso.
Un zapatero, Mariano Poblete, de Maranura, formó el primer sindicato; Calvo
Bohórquez, que era dirigente de la Federación de Trabajadores del Cusco también
impulsaba la formación de sindicatos, así como Emiliano Huamantica. Cuando fui a
la Federación como delegado de los canillitas, me di cuenta que la vanguardia eran
los sindicatos de La Convención. Yo creía que aún no se trataba de hacer huelga,
pero ya había ambiente de huelga. Los comunistas dijeron que era muy raro ver a
un trotskista metido en el movimiento campesino. No tiene nada de raro porque lo
que yo había aprendido en el partido es que uno tiene la responsabilidad de ubicar a
la vanguardia: eso es más importante que ser obrero o ser campesino. Me di cuenta
que la vanguardia estaba en La Convención, y por eso me pareció lo más natural
del mundo irme de campesino a La Convención, así cómo me había parecido lo más
natural del mundo proletarizarme. Luego de una primera experiencia en el campo
regresé a Lima y pretendía entrar en el trabajo obrero. Nahuel Moreno opinó desde
Argentina que no era correcto que yo estuviera en Lima y que lo mejor sería que
vuelva al Cusco. Cuando estaba en Lima, tratando de entrar en la clase obrera, me
presenté como delegado de Chaupimayo ante la Confederación de Campesinos del
Perú (CCP), que no tenía ni local, estaba en un local prestado, por ahí en la calle
Amazonas. Aunque el secretario general era Juan H. Pérez, el dirigente máximo era
el abogado Saturnino Paredes, que era del Partido Comunista. Como los comunistas
de la Federación de Trabajadores del Cusco no querían que yo participe en la CCP,
en lugar de decirle a Saturnino Paredes —francamente, de un camarada del PC a otro
camarada del PC— que Hugo Blanco es trotskista, le dijeron que la CCP ya tiene un
delegado de La Convención. Saturnino Paredes, que era un sectario stalinista, me
mostró la carta enviada del Cusco, en la que le dicen que es incorrecto que usted esté
de delegado de Chaupimayo, pero como el delegado de la Convención no viene, y
usted sí viene, sí asiste, sí colabora, siga usted. Me aceptó como delegado. Ernesto
Quispe Ledesma [abogado, que hasta ahora vive en La Convención] era también del
PC, y estaba estudiando derecho en San Marcos. Era el secretario de organización de
la CCP. Como él tuvo que ir a Ayacucho (no recuerdo a qué), mientras él no estaba
en Lima a mí me pusieron de secretario de organización suplente, y como tal, me
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
9 En la costa, yananconas eran los campesinos que sembraban una parcela de la hacienda,
no pagaban con trabajo como en la sierra, pagaban con productos, a ellos se les llamaba
yanaconas y a ese sistema, yanaconaje.
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
que soltarme, me escapé, pero habían averiguado mi nombre. Fue ahí que estuve
refugiado en Churoc, frente a Huanoquite, en el departamento de Apurímac, al otro
lado del río Apurímac, donde el abuelo de Vilma Valer, mi esposa, Adrián Delgado
9LOODVDQWHWHQtDXQD¿QFD(VWHDEXHORGHMySHULyGLFRV\UHYLVWDVDQDUTXLVWDVGHOD
pSRFDGHODUHYROXFLyQHVSDxROD/OHYpDO&XVFROLQGDVJUi¿FDV7XYHTXHUHJUHVDU
al Cusco para el nacimiento de mi hija. Nació en la casa, pero me vio la policía y
poco después, me capturó. Fue más o menos en 1958, cuando yo ya estaba en La
Convención. Me capturaron y me llevaron a la cárcel; entonces mi suegro, Carlos
Valer, era mi abogado. Pidió mi liberación y que estuviera en condición de citado
solamente, pero no la consiguió. Me declaré en huelga de hambre, y la Federación
de Trabajadores del Cusco sacó un comunicado diciendo no tenemos nada que ver
con agitadores, como diciendo que está bien que esté preso. Fue mi primera huelga
de hambre, pidiendo mi libertad.
Pucha, ¡qué solidarios los choros! Estuve en la cárcel de La Almudena, allí se
recibía el rancho y se comía adentro, en los dormitorios. Nadie quiso entrar para
que yo no me antojara de la comida, se resistieron, estaban preparando ya para
declararse en huelga ellos también, en solidaridad conmigo, pero en ese momento
me trasladaron al segundo piso, y de ahí al hospital. En mi sindicato de Chaupimayo
habían acordado declararse en huelga de hambre ellos también. Se trataba de una
huelga de hambre contra la Federación de Trabajadores del Cusco por no defender
a Hugo Blanco. Los de la Federación del Cusco se asustaron y amenazaron con
un paro si es que no me liberaban. Me liberaron luego de dos meses de cárcel. Me
fui inmediatamente a la reunión de la Federación Provincial de Campesinos de La
Convención a agradecer por su solidaridad. Estaba ahí el capazote y jefe del Partido
Comunista del Cusco, que era José Sotomayor, por encima de mi suegro Carlos
Valer y por encima de Emiliano Huamanatica, que luego fue jefe del partido Bandera
Roja. Sotomayor no podía oponerse a mi presencia, puesto que la FTDC acababa
de defenderme luego de haberme acusado de ser un agente de los hacendados y
del imperialismo. Luego de eso, no pudieron sacarme de la Federación. Como
en Chaupimayo nosotros teníamos un mimeógrafo de segunda mano en el cual
sacábamos volantes, me nombraron subsecretario de prensa y propaganda y me
llamaban de los sindicatos para que vaya a organizarlos y apoyarlos. Queremos
volantes, compañero. Yo tomaba los datos, cuesta 50 soles —les decía—, porque
tenemos que comprar papel, tinta, sténciles. Me daban los 50 soles y el sábado
siguiente —porque los sábados eran días de las asambleas— yo aparecía con los
volantes. Contentos se ponían los compañeros, pegaban los volantes en sus casas, a
veces de cabeza para abajo porque eran analfabetos, no sabían leer, pero el volante
era un papel que hablaba en defensa de ellos, y ellos se sentían orgullosos. Iban al
local sindical y decían: Pedimos que el compañero Blanco vaya a organizar. No, no,
compañero, esa no es la forma correcta de pedir; ustedes tienen que pedir que vaya
una comisión, y después cuando se apruebe que va a ir la comisión, entonces ya
plantean quién va a ir. Bueno, pedimos que vaya una comisión. Una vez aprobado el
pedido, pedían proposiciones. Que vaya el compañero Blanco, el compañero Blanco
[ríe]. Así iba yo por todas partes, organizando.
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Izquierda: Hugo Blanco en una reunión convocada por un funcionario del Ministerio de
Agricultura del gobierno de Manuel Prado. Eran los inicios de su actividad en La Convención.
Derecha: Cuando lo tomaron preso y lo afeitaron.
Archivo personal de Hugo Blanco
Primer sindicato
Cuando en La Convención los arrendires quisieron organizar el primer sindicato
de arrendires y allegados, me parece que desde el Ministerio dijeron que no puede
haber sindicato campesino. La autoridad citaba al hacendado, y a los arrendires
y allegados, ambos con sus respectivos abogados. Discutían todo, el pliego de
reclamos, protestaban por uno u otro punto, en otros no, se llegaba a un acuerdo y ahí
se terminaba la cosa, se continuaba trabajando, pero había algunos hacendados como
Alfredo Romainville que no querían reconocer el sindicato dueño de Huadquiña,
dueño de Chaupimayo. Él decía: ¿a quién se le ocurre la locura de que yo voy a estar
discutiendo con mis indios la forma en que ellos tienen que servirme? No. Hay que
meter presos los cabecillas y asunto arreglado, Como el poder judicial y la policía
estaban a su servicio, te metían preso por cabecilla. Me cuentan que él entraba a
OD R¿FLQD GH OD SROLFtD GH LQYHVWLJDFLRQHV GHO &XVFR \ WRGRV ORV WLUDV VH SDUDEDQ
respetuosamente. Sin mirar a nadie, iba a agarrar el teléfono, y hacia una llamada,
los tiras temblando ahí, después salía como si no hubiera nadie. Estaba como en su
chacra, metía presos a los dirigentes como aquéllos tres dirigentes de Chaupimayo
que estaban presos cuando yo caí preso.
En otro momento fui también a Paucartambo a organizar sindicatos, o sea,
organizar sindicatos no solo en La Convención sino también en otras provincias,
fuera de La Convención. En Paucartambo organicé sindicatos con Saturnino
Huillca. Con él hemos ido a organizar sindicatos en Paucartambo. Precisamente él
es de Paucartambo. Huillca fue después famoso porque como trabajó con Velasco,
lo hicieron famoso y lo elevaron.
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Cuando ocurrió la huelga y nadie trabajó para nadie, esa situación le convenía a
los arrendires. Se decía que el verdadero explotador era el arrendire pero no era así
porque la suma del trabajo de los allegados no alcanzaba a cubrir lo que el arrendire
debía trabajar para la hacienda. Al declararse la huelga ni el arrendire trabajaba para
el hacendado ni el allegado trabajaba para el arrendire, en realidad el allegado no
trabajaba para el arrendire, trabajaba en nombre del arrendire para el hacendado.
Nosotros en Chaupimayo, no éramos conscientes del debilitamiento que el
capitalismo produjo en los terratenientes, pero aprovechamos ese debilitamiento
para ser nosotros los que tomásemos la tierra porque si no, hubiera pasado lo de
Brasil, donde ese antiguo sistema de hacienda fue reemplazado por la gran extracción
capitalista con obreros agrícolas. En la misma época de los movimientos de La
Convención hubo en Brasil el movimiento de las ligas campesinas cuyo dirigente
fue Francisco Juliao, que fue aplastado. En todas partes de América Latina ese
sistema semifeudal ha sido reemplazado por el capitalismo agrario y acá también
está creciendo el latifundismo.
Autodefensa, no guerrillas
En las haciendas en huelga, los hacendados comenzaron a andar armados, renegando,
dando tiros al aire: indios, ladrones, están robando la tierra, voy a matarlos. Los
campesinos fueron a quejarse a la Federación y la Federación les dijo: vayan a la
policía. Fueron a la policía y en la policía les dijeron: indios sinvergüenzas, todavía
tienen cara de estar quejándose, verdaderamente le están robando la tierra al patrón y
él tiene derecho a matarlos como a perros. Volvieron a la Federación y denunciaron lo
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que les dijeron en la comisaría. La gente se indignó allí, yo aproveché del momento
y dije: Bueno, compañeros, ¿qué vamos a hacer? Los hacendados quieren matarnos,
cuando vamos a quejarnos a la policía, la policía dice que tienen derecho a matarlos
como a perros, no nos queda más que defendernos nosotros mismos. Eso se aceptó,
pero parecía que los dirigentes no querían objetar la cosa y dijeron: Sí, compañero,
pero ya sabemos que si nosotros estamos armados cuando nos emborrachamos
podemos dispararnos unos a otros. Respondí diciendo: El compañero tiene razón,
para que no pase eso es mejor organizamos en comités de autodefensa. La idea fue
aceptada. Ya no tuvieron que preguntar quién se va a encargar de hacer esa tarea,
sabían que en Chaupimayo ya estábamos preparándonos porque estábamos muy
amenazados. Tenía que ser Hugo Blanco, y por unanimidad me nombraron para que
organizara los comités de autodefensa. Si hice ese trabajo no fue porque mi partido
me mandó, ni porque me dio la gana, sino por orden de la asamblea de la Federación,
por unanimidad.
La tarea del comité de autodefensa consistía en hacer prácticas con escopetas o
carabinas que eran herramientas agrícolas imprescindibles en la ceja de selva en La
Convención. En ese tiempo eran imprescindibles. Con la escopeta o carabina había
que luchar contra el sihuayro, que es un cuy, así de grande, que come los cultivos;
contra el montekuchi (chancho de monte), es el sajino o chancho del monte; también
contra el Ukuku, que es el oso y el cosillo que es una variedad de mono. Estos
y muchos otros animales son depredadores de los cultivos. Como ya se hablaba
de la existencia de guerrillas en La Convención, el gobierno prohibió la venta de
armas en el sur del Perú, pero no había ninguna guerrilla. Los comerciantes de armas
son comerciantes de armas, pensaron: si está prohibida la venta de armas en el sur
del Perú, deben estar a buen precio. Aumentaron los precios y trajeron armas de
contrabando para vender. Como dijo Carlitos Marx: El penúltimo capitalista será
ahorcado en la soga que venda el último capitalista. Nosotros no teníamos plata
para comprar armas. No. Uno de nuestros compañeros fue a ver al vaquero de la
hacienda Huadquiña de Romainville, cuyas propiedades iban desde Santa Teresa
hasta Chaullay, desde el Río Vilcanota hasta el río Apurímac. El compañero le dijo
al vaquero: Compañero, nosotros vamos a venir esta noche para llevarnos el ganado,
será mejor que usted se quede sentado acá y que no salga porque todos los caminos
están vigilados. Le aconsejamos que se quede acá y cuando el hacendado le pregunte,
usted le dice la verdad y que por eso usted tuvo que quedarse aquí. Verdaderamente,
todos los caminos estaban vigilados. Está bien, dijo, y se quedó ahí. En la noche
todo ese ganado se arreó, se carneó y se vendió la carne más barata que nunca. Con
esa venta ya había plata para comprar armas, ¿no? [ríe]. Frente a nosotros se estaba
haciendo la carretera que va a Vilcabamba. Entre los trabajadores de esa carretera
teníamos un capataz que era amigo, le dimos plata a un compañero para que vaya a
comprarle dinamita. Compañero, me están mandando para que usted me dé dinamita.
Espere un momento. El capataz le dijo al ingeniero de la carretera: Quieren dinamita.
Nuestro compañero se puso a temblar porque había ido a hablar con el capataz,
que era nuestro amigo, pero no con el ingeniero. El ingeniero dijo: Bueno, pues,
entrégales un cajón, ¿tienen fulminante y mechas? No. Como nosotros lo único que
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y tienen razón, no hay una huelga tan larga. Por lo tanto, propongo que hoy día
levantemos la huelga y que declaremos la reforma agraria. Ese día levantamos la
huelga y dijimos: Ya no hay huelga, esta huelga la hicimos para conversar con el
hacendado, el hacendado no ha querido conversar con nosotros; por lo tanto, a partir
de ahora nosotros ya no queremos conversar con él y se decreta la reforma agraria.
La tierra del allegado será de propiedad del allegado y la tierra del arrendire será
propiedad del arrendire y asunto arreglado. Además, dimos otro gran paso adelante
en Chaupimayo: Las tierras trabajadas para hacienda las hemos plantado nosotros,
los arrendires y los allegados. ¿Cómo vamos a permitir que se esté derramando
o perdiendo el café y que la coca esté derramándose o perdiéndose igualmente?,
tenemos que volver a trabajar en esas tierras, pero ya no para el hacendado, sino
para el sindicato.
Cuando estábamos en huelga, Romainville contrató maquipuras, es decir, obre-
ros agrícolas asalariados, para que trabajaran en las chacras de café y de coca; los
mandó con policías. Los campesinos arrendires y allegados rechazaron esa impo-
sición del patrón y arrearon a los trabajadores. Los policías tuvieron que quedarse
con los brazos cruzados porque meter bala ahí no tenía sentido. Tenían que andar un
camino largo y cualquier cosa podía haberles pasado en el camino. Las cosas que-
daron así, los obreros contratados tuvieron que regresar a sus sitios, los arrendires
y allegados comenzaron a trabajar los cultivos que antes eran para el del hacendado
SDUDEHQH¿FLRGHOVLQGLFDWR
Luego de la represión y de mi encarcelamiento, el gobierno quedó preocupado:
¿Cómo hacemos regresar a esta gente que está más de diez meses, a trabajar a la
hacienda? Eso no será posible, más bien aplicaremos la ley de reforma agraria que
hemos sacado, entonces dicen: bueno, vamos a aplicar la ley de reforma agraria
de la Junta militar dada en 1962. Los hacendados que tenían sus tierras cerca de
Quillabamba dijeron: Sí, que se aplique la ley de reforma agraria, que establece que
una parte del terreno debe quedar para el hacendado. Los funcionarios del gobierno
fueron a otras haciendas, a Chaupimayo, a Limonpata, a Huadquiña y a otras ha-
ciendas. Dijeron: Nos están mandando del Ministerio para que les entreguemos las
tierras. Nuestros compañeros campesinos les dijeron: No, no necesitamos que ven-
gan ustedes para entregarnos las tierras, acá no se aplica la ley de reforma agraria del
gobierno sino la ley de reforma agraria de nosotros, que dice que ni un palmo se le
deja al hacendado. Me parece que solo en dos o tres haciendas se les ha dejado una
parte de la tierra para los hacendados.
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CUATRO. REPRESIÓN, JUICIO, CONDENA, CÁRCEL, EL FRONTÓN
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haría la revolución, que se extendería hasta la toma del poder, pero como siempre he
actuado democráticamente yo respetaba el acuerdo de defender la reforma agraria.
Por eso nuestro grito no era revolución o muerte o patria o muerte, sino simplemente
tierra o muerte. Ese era el ánimo con que se había acordado la organización de ese
grupo de autodefensa. En mi cabeza sí estaba lo de la revolución pero no en la
cabeza de la gente. Se cumplió el objetivo de defender la reforma agraria porque se
logró que la tierra sea para quien la trabaja y nada más. Comenzamos la guerrilla
móvil unos cuantos compañeros, veinticinco, pero después disminuimos porque no
todos teníamos armas.
El jefe de policía ya había dicho que primero iba a reprimir la parte serrana
del Cusco y que después iba a reprimir La Convención y luego Chaupimayo.
Esa amenaza yo la tenía clara. Ya había reprimido en la parte serrana, mató a un
campesino y estaba en proceso de reprimir en La Convención. Allí, el hacendado
Angel Paullo, dueño de la hacienda Cayara, fue con un policía a capturar al
secretario general del sindicato de su hacienda. No lo encontró: encontró a un niño
de once años. Le pregunto: ¿Dónde está tu papá? (No era su papá, era su padrino).
¿Dónde está tu papá? No sé, le dijo. El hacendado le pidió su arma al policía, él
se la dio y lo amenazó, apuntándole al pecho. Si no hablas, te mato. ¿Dónde está
tu papá? Como el chiquito no sabía, se puso a llorar. El hacendado giró el arma
hacia un costado y le rompió el brazo de un balazo, en presencia del policía, con el
arma del policía. Después siguió buscando al secretario general del sindicato. Ese
compañero secretario general, que se llamaba Tiburcio Bolaños, fue a quejárseme
y me dijo: Compañero, ¿a qué autoridad puedo quejarme? Como la represión era
generalizada, le dije: Compañero, todas las autoridades están contra nosotros, solo
puedes quejarte con tus propios compañeros. En ese momento, el gobierno había
declarado ilegal a la Federación y ya no podía reunirse. La policía entraba a las
asambleas de los sindicatos de campesinos y a culatazos dispersaba a la gente de los
sindicatos que se reunían cerca de la carretera, pero que a Chaupimayo no iban. Ante
la ausencia de la Federación, los sindicatos se reunían en grupos de tres o de cuatro
para hacer sus asambleas. En Chaupimayo estaban reunidos cuatro sindicatos: el
de Chaupimayo, el de Paltaybamba (que quedaba al frente), el de Cochapampa
y el Limonpata. El compañero Bolaños se quejó ante esa asamblea. La asamblea
acordó nombrar una comisión para que vaya a pedirle cuentas al hacendado y como
y como ese hacendado está armado y solamente entiende el lenguaje de las armas,
entonces la comisión también tenía que ir armada. Alguna gente propuso que yo
encabezara la comisión. Le respondieron: ya hemos dicho que al compañero Blanco
no puede salir de acá porque está perseguido. Yo pedí la palabra y dije: Compañeros,
me parece que el caso es demasiado importante, y si ustedes desean, yo voy. Yo
tenía en cuenta lo que había dicho el jefe de policía, que después de reprimir a La
Convención, iban a ir con todo sobre Chaupimayo. Yo prefería que estuviéramos en
movimiento nosotros para que no vinieran a masacrar en Chaupimayo. Aceptaron,
me nombraron y me autorizaron para llevar armas. Me dijeron, además: Tú,
compañero que conoces, escoge a quiénes te van a acompañar. Al comienzo yo
iba a organizar los grupos de autodefensa, pero después, cuando me persiguieron,
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mandan ustedes, entonces nosotros les vamos a obedecer a ustedes. Fui pues donde
el hacendado y le dije: Los campesinos han decidido no trabajar desde el día de
mañana. Además, nosotros les dijimos a los campesinos que tenemos que sacar las
armas, el dinero, los relojes, las radios de la hacienda y ellos nos pidieron que no lo
hagamos, y como aquí mandan ellos, por eso no lo hacemos. El hacendado quedó
muy agradecido para sus campesinos y nos retiramos de ahí. Después del valle de
San Miguel, fuimos al primer puesto aquel para conseguir más armas. Sabíamos que
los guardias iban a venir, no sabíamos si por arriba o por abajo, nos sabíamos si del
puesto o hacia el puesto, pero nos colocamos allí. Me coloqué al medio con gente a
la derecha y gente a la izquierda, un vigía a la izquierda y un vigía a la derecha, y les
dije: No disparen mientras yo no dispare, que el vigía nos avise con señas cuántos
guardias vienen. Yo pensaba salir cuando aparecieran los guardias e intimidarlos a la
rendición —para desarmarlos, no para matarlos—, pero mis compañeros inexpertos
dispararon. Dispararon y mataron, a los dos guardias: un sargento y un guardia. En
el juicio que me hicieron dije que yo había matado al primer policía y a estos otros
dos, a los tres. Mi abogado dijo: Que las pruebas balísticas demuestran que Hugo
Blanco no ha sido, pero si él dice que ha sido, entonces él es responsable. Después,
cuando fui amnistiado pude decir que yo no maté a los dos últimos. Como represalia
por los dos policías muertos, los guardias atacaron Chaupimayo, golpearon a
culatazos a las mujeres, las mujeres les echaron ceniza a los ojos. El compañero
Simón Oviedo —que estaba a un poco cojo por un problema en sus pies y que por
eso no fue con nosotros—, iracundo, les dijo: Imapunitaq hankunari kasqankichis,
que en quechua quiere decir «Quiénes o qué son ustedes», o sea ¡que mierda son
ustedes! Agredió a los guardias con su curvo, que es una herramienta parecida a la
hoz y sirve para podar. Por supuesto, lo cosieron a balazos y lo mataron. Enterados
de su muerte, otros campesinos esperaron a los policías en el puente Chaullay, allí
hubo otro choque, y los policías mataron a unos ocho campesinos. Se dijo que
habían matado a decenas pero no, se hubiera sabido los nombres de todos si hubiera
sido así. Nosotros estábamos en el monte y escuchábamos por radio las noticias. Por
radio también escuchábamos el gran apoyo de radio Habana Cuba.
Cuando vagábamos por el monte, a veces nos acogía algún campesino, y nos
daba alimento. Un gran problema era la comida. Una vez, cuando estuvimos en la
puna, nos alojamos donde un campesino. Le dijimos que mate un toro. ¿Cuánto
es, compañero?, le dijimos. No, cómo les voy a cobrar. Le pagamos una cantidad
módica, pero le pagamos por el toro. En otra parte nos enseñaron a hacer fariña,
harina en portugués (Brasil), que es el nombre de la harina de la yuca tostada.
Como dije antes, fuimos unos veinticinco al comienzo y después, doce, trece
o catorce. Sobre los que estaban armados, no sé. A los que estaban desarmados
les decíamos que se fueran. También venía otra gente a incorporarse, como es el
caso del secretario de Economía de la Federación, Beingolea, vino y se incorporó.
Recuerdo que mascábamos el bulbo de orquídea porque agua era lo que nos faltaba.
Había también algunas cañas que tenían agua. De comer, comíamos cualquier cosa,
nos enseñaron a hacer fariña, porque la yuca cocida que llevábamos se podría,
descomponía. También comíamos algunas hierbas del monte. Así vivimos mucho
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capturado, nada más. Apareció el capitán de policía. ¿Quién ha matado a los tres
policías?, preguntó. Yo, le dije. Desgraciado, todavía tienes la cara de decir eso.
Para qué me preguntas, pues. El policía estaba rabiando porque lo habían fregado
sus superiores porque yo estaba vivo. Me afeitaron, me consiguieron zapatos y me
sacaron de ahí para llevarme a un helicóptero. Hubo bastante gente que comenzó a
aplaudir. Yo grité: ¡Tierra o muerte! para decirles me han capturado, pero la lucha
continúa. Me metieron al auto, atropellaron a una niña, felizmente no la mataron.
En el helicóptero me llevaron al cuartel del Cusco con un soldado con su arma
en mi nuca. Yo estaba esposado. Disfruté el paisaje, porque nunca había visto el
valle del Vilcanota así de bajito. Desde el avión es otra cosa, pero en helicóptero el
Vilcanota es muy lindo. Me llevaron al cuartel del Cusco, me bajaron y me llevaron
a un cuarto que era como de dentista o de médico. En el cuartel del Cusco, la GC me
vigilaba. Salía minutos a tomar el sol. Eran guardias de la comisaría de Huanchaq,
que es un barrio del Cusco. A un guardia de esa comisaría se le cayó mi fotografía
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es que prohibieron que los guardias de Huanchaq me cuidaran. Me mandaron a
la 22 Comandancia, que era el único cuerpo represivo que había en el Perú en ese
momento. Yo estaba con centinela de vista, o sea, dormía con luz y viéndome los
policías. Ya estaba acostado cuando entraron los de la 22 Comandancia. Tú eres
Hugo Blanco, me dijeron. Sí, les respondí. ¿Sabes que nosotros te perseguíamos y
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les dije [ríe]. Ellos se rieron, y ahí comenzó una relación amistosa tremenda con la
guardia de asalto que me había perseguido para matarme. Todos los quince policías
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cartas con dinero de los choros, los abusos que cometían con los propios policías.
De todo me contaban. Cuando venían las visitas, a mi hija la traían en los brazos.
Mi amigo el guardia decía: Mi hija Carmen. Yo compartía con ellos la fruta que me
traía la familia. El día de que les pagaban, mi mesa se llenaba de regalos, de fruta.
Estaba prohibido tomarnos fotos, pero ellos mismos me tomaban fotos. Cuando
salía a tomar el sol diez minutos por día yo estaba rodeado por los guardias y los
guardias y yo estábamos rodeados por soldados, y de vez en cuando me llegaba un
papelito envuelto en forma de pelotita. Eran mensajes. Por ejemplo: Hugo, nosotros
somos campesinos, estamos contigo. Los soldados me llevaban las pelotitas. En otra
ocasión, los policías dejaron pasar para mí un documento enviado por el partido. Los
R¿FLDOHVGHOHMpUFLWRVHTXHMDEDQDORVR¿FLDOHVGHSROLFtDSRUODUHODFLyQDPLVWRVD
de los policías conmigo. Una de mis tías dio un rollo para revelar las fotos que nos
tomamos en el cuartel. El fotógrafo entregó las fotos a los jefes, cayó la represión,
sacaron a la guardia de asalto y mandaron a los de la caballería. No sé qué cosa le
pregunté a un guardia: no me contestó; le dije: Señor, creo que estamos entre gente
civilizada, yo soy su prisionero, usted es mi guardián, le estoy preguntando y usted
no me contesta. Y me dijo: Nos han prohibido cruzar palabra alguna con usted. Me
miró, parecía que le saltaban las lágrimas a los ojos.
Pensé en el documento del partido que poco después, vino un sargento y me
dijo: Aliste sus cosas. Me llevaban a Arequipa por tierra junto con Alain Elías,
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
que estaba herido, él estuvo en la lancha con Javier Heraud cuando lo mataron en
el río Madre de Dios, cerca de Puerto Maldonado. Cuando llegué a Arequipa me
llevaron a la cárcel; ahí los vigilantes eran de la Guardia Republicana. Tenemos
que revisarlo, me dijeron. Si estoy viniendo de una prisión a otra, no hay nada que
revisar, le dije. A revisar, insistió el sargento. Pucha, yo temblaba de pensar que
encuentren el documento que iba a comprometer más a los guardias y también a los
camaradas. Tenía también libros que me había llevado para leer. Le dije al sargento:
No me vaya a quitar esos libros, han entrado con permiso de la guardia. Cuanto más
protestaba yo, más el sargento revisaba hoja por hoja los libros haciendo escándalo
por ellos. No me preocupaban los libros, me preocupaba el documento. Un guardia
ayudaba al sargento en la revisión. El guardia abrió el documento, vio que tenía
un título subversivo, lo dobló y lo metió dentro de la ropa. Yo seguía haciendo
HVFiQGDORSRUORVOLEURV\FRQ¿DEDHQHOJXDUGLD(OVDUJHQWRSUHJXQWyDOJXDUGLD
¿No hay nada? No, no hay nada, le respondió. De ahí me mandaron a una habitación
contigua. Allí comencé a quemar el documento. Se debe prender el fuego por arriba
para que no produzca humo. Cuando estaba quemando el documento con el mayor
cuidado, escuché golpecitos en la ventana. Apagué el fuego y me asomé: Soy el
guardia de servicio, nosotros estamos contigo, Hugo [ríe]. Seguí quemando el papel.
/XHJRFXDQGRPHOOHYDURQDOFRPSDUWLPLHQWRGH¿QLWLYRHQHOTXHKDEtDGRVFHOGDV
pusieron un guardia desarmado en el compartimiento, en cualquier eventualidad
éste llamaba a otro que estaba en el techo, para que él, a su vez, avisara abajo, donde
tenían la llave del compartimiento. Me contaron que los soplones son tal fulano,
tal fulano y tal fulano, me mandaron a un espacio que tenía su patiecito. Había un
guardia arriba y un guardia desarmado abajo para que yo no lo ataque y le quite
el arma. Cuando yo necesitaba cualquier cosa le decía a él, él le decía al guardia
de arriba, luego venía un guardia con la llave. Me contaban que les daban charlas
anticomunistas cada día. Conversábamos cuando ni el de abajo, ni el de arriba eran
soplones. Yo les daba a ellos la anticharla casi todos los días, pero una vez metí la
pata porque no sé qué cosa le dije al capitán, algo que no debía saber yo. Cuando
el capitán llegaba y preguntaba: a ver infórmenme y si se olvidaban de informarle
de algo les decía: carajo yo no pido que me informen más que a Blanco, pero por
lo menos infórmenme igual que a él. Con todo lo que me contaban, con todos los
abusos que cometían los jefes y todos los atropellos, yo redactaba ahí a mano un
boletincito que se llamaba El Guardia. Ellos lo sacaban a máquina y en grupos de
dos o de tres leían el boletín, hasta que una de esas vece el sargento le dijo a uno Abra
su maleta y encontró ahí el boletín. A él y a otro más los mandaron presos al cuartel
de la GC. Los guardias civiles les dijeron: Ustedes están cuidando a ese asesino que
es Hugo Blanco. Los republicanos les respondieron: No, él está con nosotros, está
FRQWUD ORV R¿FLDOHV (OORV \ \R HVWXYLPRV LQFRPXQLFDGRV SHUR PH PDQGDURQ SRU
escrito un papel con indicaciones de cómo debía declarar. Los republicanos presos
les daban la nota a los guardias civiles que les cuidaban a ellos, los guardias civiles
llevaban a la cárcel y les entregaban a los republicanos, los guardias republicanos
me entregaron a mí. Declaré como ellos me habían pedido que declare. Un tira me
preguntó: ¿Usted conoce el boletín El Guardia? No. ¿Usted conoce el artículo tal?
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
No. ¿No sabe quién lo ha escrito? Pero cómo, ¿usted ha perdido su sensibilidad
social?, me dijo el tira. Sí, pues, desde que estoy preso ya he perdido mi sensibilidad
social, le dije. Él y yo sabíamos que estaba mintiendo. No tenía por qué declarar
yo. Les dieron de baja a esos dos guardias. Después, me encontré uno por uno con
ellos, uno estaba trabajando en el Madison Square Garden de Nueva York, me regaló
un polo. Le dije: Disculpa, hermanito, que por mi culpa te hayan botado. No, al
FRQWUDULRWHQJRTXHDJUDGHFHUWHSRUTXHVDOtGHHVHLQ¿HUQRDKRUDHVWR\WUDEDMDQGR
en el Madison Square Garden. El otro era taxista y también me encontré en su taxi
con él y estaba agradecido conmigo porque le habían dado de baja [ríe].
Una vez, llegó un ómnibus a Arequipa con guardias republicanos para llevar a
Lima a todos los guardias que estaban allí. Los subieron al ómnibus y los llevaron
presos rumbo al Cuartel del Potao,11 sin despedirse de sus familiares ni nada. Cuando
les llamaban a que pasen el rancho, les decían: a ver los guerrilleros fórmense acá
para pasar su rancho. Yo seguía preso en Arequipa. Tres veces cambiaron la guardia
en Arequipa, también en el Cusco hicieron lo mismo. Por eso digo: el pueblo
uniformado también está explotado. Es una estupidez lo que hacía Sendero al matar
a los guardias por ser guardias al soldado porque es soldado por ser soldado. Me
dijeron que aquí en Lima, cuando lo de Bagua, hubo guardias que lloraban en la
manifestación de solidaridad de protesta contra la masacre.
En Arequipa mi vida en la cárcel era jodida, porque no podía recibir visitas,
lo cual es incorrecto porque el inculpado es un presunto inocente pero no podía
recibir visitas. Solo podían verme mis familiares cercanos o sea mi madre, mis
hermanos. Cuando iba cualquiera de mis familiares, un sargento escuchaba todo
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
y estaba prohibido hablar en quechua con mi madre, el quechua es más rico que
el castellano en afectividad, por eso con mi madre cuando no nos alcanzaba el
castellano, pasábamos al quechua.
El gobierno quería evitar el juicio. A mis compañeros presos les habían dicho
durante los tres años que los tenían separados de mí: para ustedes es fácil salir,
ustedes dicen somos campesinos semi analfabetos, el comunista Hugo Blanco nos
ha engañado, y salen inmediatamente. Cuando yo llegué a la sala de audiencia y
los vi después de tres años a mis compañeros, les grité: ¡Tierra o muerte! y todos
respondieron ¡Venceremos! Se fue al diablo todo eso, lo que les enseñaron los
policías, todos ellos declararon sobre los abusos de los hacendados sobre el rol
nocivo de la GC. Fue maravilloso, ¿no? En cada audiencia del juicio yo entraba
diciendo ¡Tierra o muerte! y mis compañeros respondían ¡Venceremos!
Juicio en Tacna
Cuando antes de la primera audiencia fueron a ofrecerme que me iban a deportar
si yo me declaraba enfermo, yo consideraba que eso hubiera sido una traición al
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
&XDQGRHQRFWXEUHGHHVWDED\DPX\FHUFDGHFRUUHJLUODYHUVLyQ¿QDOGHHVWHOLEUR
Hugo Blanco me envió una copia del e-mail que él había escrito a Danilo Quijano, en el
que cuenta un pasaje muy importante de su juicio en el tribunal de Tacna: «Danilo: No sa-
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
Hernani —que era uno de los generales— ha pedido para ti la pena de muerte, pero
no se ha atrevido a pedirlo con palabras, lo ha pedido con números, que se aplique
la ley número tanto, en su inciso tanto, no olvides esto que te estoy diciendo. Yo
le dije que en la audiencia me preguntara qué había dicho yo al campesino que
fue a quejarse de que el hacendado Paullo rompió el brazo de un niño y al guardia
que se había rendido. En realidad, a ellos les dije solo algunas palabras, pero en
la audiencia, cuando me preguntó qué le dije al guardia, me tiré un rollo contra
HVRVR¿FLDOHVFREDUGHVTXHVRQYDOLHQWHVGHHVFULWRULREXHQRVSDUDGHFLUJUDQGHV
discursos en los entierros de los guardias comunes y corrientes, o en sus banquetes:
Ellos, que reciben grandes sueldos y además reciben el soborno de los hacendados,
nunca se atreven a ir y combatir. Cuando uno de ustedes, policías, queda vivo, tienen
la sinvergüencería de iniciarle un juicio por cobardía. ¿Tiene usted algo más que
agregar?, me preguntaron, porque eso es de ley. Sí. Como respuesta, me tiré un
rollo hablando de la podredumbre del Poder Judicial. Por favor, le pedimos que
ya no hable de los abusos de los hacendados ni de lo que han hecho los policías,
SRUTXHGHHVR\DKHPRVHVFXFKDGRVX¿FLHQWHPHQWHGHVXVFRHQFDXVDGRV1RYR\
hablar más de eso, pero sí de otro tema: si los cambios sociales que han habido en
La Convención merecen la pena de muerte, estoy de acuerdo con la pena de muerte,
pero que sea este —lo señalé al que había pedido esa condena—con su propia mano
el que dispare, y que no manche con mi sangre las manos de los guardias civiles ni
de los guardias republicanos, porque ellos son hijos del pueblo y por lo tanto mis
hermanos.
Como era un cuartel de la GC había guardias civiles y los republicanos que nos
cuidaban también estaban ahí. Cuando me llevaban a la audiencia y pasábamos
junto a los guardias civiles, me decían: Hugo estamos contigo. La última vez que
grité ¡Tierra o muerte! no me contestaron solamente mis compañeros sino todo el
público: ¡Venceremos! Se ordenó desocupar la sala. Al día siguiente, bueno la visita
formaba una cola de dos cuadras, yo tenía que abrazar a la gente y nada más. Cuando
mi abogado estaba en la calle, un joven se sacó el saco y le dijo: Entrégueselo a
Hugo Blanco. Otro se le acercó y le dijo: Por favor, dígale qué se muera, pero que
no traicione. Recibí una gran cantidad de fruta que llevaban para mí y para mis
compañeros. Era tanta, que tenían que repartirla entre los presos comunes.
El día anterior a la audiencia en la que iban a sentenciarme a muerte y antes de
que me aíslen, Eduardo Creus que estaba en la celda de al lado me dijo escribe a
fulano, escribe a tal fulano porque podía ser la última noche. Estuve escribiendo toda
la noche. No recuerdo a quienes escribí, probablemente a Nahuel Moreno y a otros.
bes cuánto te agradezco por haberme mostrado el texto de le ley que emití, yo no lo tenía.
A propósito, una anécdota: en la audiencia de Tacna, donde el tribunal estaba conformado
por generales de la Guardia Civil, que era el cuerpo con el que nosotros nos habíamos
enfrentado (juez y parte), mi abogado, el doctor Alfredo Battilana, manifestó: “Pido que a
Hugo Blanco se le procese por el delito de subversión, pues, sin ser la autoridad compe-
WHQWHSDUDKDFHUORHPLWLyXQDOH\3LGRTXHpOPDQL¿HVWHVLHVFLHUWR´<RPDQLIHVWpTXH
era cierto y expliqué en qué consistía la ley. El tribunal no quiso procesarme […]. Hugo».
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13 Cartas tomadas del libro de Hugo Blanco Tierra o muerte. Las Luchas campesinas en el Perú.
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A MI PUEBLO
El revolucionario ama la vida. Porque, aunque sufre intensamente sus
dolores y los dolores de todos sus hermanos, vive para aplastar ese dolor.
Por eso, a pesar de tanto dolor, es feliz.
El revolucionario ama al mundo. Porque, aunque vive en un mundo
de miseria, injusticia, odio; aunque sufre más que nadie la miseria de
todo el mundo, vive para cambiar ese mundo. Por eso ama al mundo el
UHYROXFLRQDULRSRUTXHYLYHHQXQPXQGRLQ¿HUQRYLYHSDUDWUDQVIRUPDUOR
en un mundo-cielo.
Vive en un mundo de odio y lucha para volverlo mundo de amor.
Ser revolucionario es amar al mundo, amar la vida, ser feliz. Por eso no
huye de la vida, sabe que es su obligación vivir para luchar y le gusta vivir.
¡Pero tampoco huye de la muerte!
Porque también muriendo se combate; porque también muriendo se
transforma al mundo. ¡Porque también muriendo se ama la vida! ¡Porque
también muriendo se vive! Por eso también le gusta morir.
Y para el revolucionario peruano no es desgracia morir. No puede ser
desgracia que mi sangre vaya a ese rio combatiente y rojo por donde está
corriendo y luchando la sangre de Lucho Zapata, de De la Puente, de
Lobatón, de Heraud, de Vallejos, de Velando.
No es desgracia dar un abrazo ¡Tierra o muerte! A Remigio Huamán en la
sangre Padre, la de Túpac Amaru el eterno.
Morir para la vida como un vietnamita, es felicidad. Morir para la muerte
de imperialismo, del capitalismo, del gamonalismo. Morir para la muerte de
hambre, la miseria, la ignorancia.
Morir no es desgracia cuando se ve cerca la aurora. Cuando se nota, se
siente el despertar masivo del campesinado. Cuando se ve a los obreros
reconstruyendo, paso a paso, la auténtica Central Obrera de Mariátegui para
barrer con el capitalismo y sus aliados. Cuando se ve al estudiantado marchar
de la mano con obreros y campesinos, consiente de su misión histórica. Para
el revolucionario eso es morir de muerte natural.
¿Cómo no morir feliz sabiendo que antes que mi sangre coagule muchos
gorilas estarán preparando viajecitos «por motivos de salud» hacia Miami
o cualquier otra guarida de traidores? ¿Cómo no morir feliz sabiendo que
ése será el comienzo del éxodo de la gusanería? Sí, porque mi pueblo está
demostrando que toda la oligarquía peruana y sus lacayos tendrán que
apresurarse en seguirles.}
Porque se acerca el día. ¡Y ellos también los saben!
¡TIERRA O MUERTE! VENCEREMOS.
HUGO BLANCO G.
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>7UDGX]FRDFRQWLQXDFLyQHOFRQWHQLGRGHOD¿FKH@
No solo en Vietnam
Se derrama sangre, cae la represión sobre campesinos sobre explotados que
H[LJHQODWLHUUDODUHFXSHUDQ\ODGH¿HQGHQHOLPSHULDOLVPRQRUWHDPHULFDQR
empuja a los lacayos «nacionales» para liquidar desde su germen toda ame-
naza de liberación política y social.
HUGO BLANCO
Líder revolucionario campesino ya condenado a 25 años de prisión, amena-
zado, en apelación, de una pena de muerte.
La libertad en El Frontón
Cuando me trasladaron a El Frontón, después de haber estado en Tacna, para mí
era como volver a la libertad. En Tacna estuve todo el tiempo encerrado, aislado,
separado de los presos comunes. En la primera semana en El Frontón me tuvieron
aislado, decían que los sentenciados a veinticinco años deben estar aislados. Un
capataz me sacaba al sol durante diez minutos y, después, me devolvían a la celda.
Hice mi huelga de hambre y todo ese asilamiento se acabó. Me sentía libre en El
Frontón, pero pensé que un hacendado podía pagar diez soles a cualquier preso
para que me mate, por eso caminaba con botas y dentro de una de ellas tenía un
desarmador como arma defensiva, para cuando me ataquen. Además, siempre
caminaba con un compañero, caminaba también con casaca de cuero, por sí me
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daban una puñalada, para que la casaca de cuero amortigüe. Después, me cansé de
eso y caminaba en traje de baño. Me hice amigo de los dirigentes de las dos bandas
más peligrosas de El Frontón. Se hizo una película, precisamente a cerca de un preso
al que llamaban «la Gringa», a quien le llamaban «la Metralleta». Otro era Elvis,
que era un piro grabador, me enseñó a pirograbar. Los presos me decían: debieras
aprovechar que estas tapado. Tapado se decía del que estaba sentenciado a más de
quince años. El preso que estaba sentenciado a más de quince años, el tapado, iba a
la celda de cualquier otro preso, le robaba el primus delante de su dueño, y el dueño
no podía decir nada, porque si decía algo lo mataba. Al preso con más de quince
años, ya no le importaba morirse. Tú eres un tapado, me decían [ríe]. Querían que
haga atropellos. Yo por supuesto, no hacia ningún atropello. Por eso caminaba ahí
en traje de baño, aprendí a nadar y caminaba libremente. No aprendí a pescar, por
perezoso, probablemente. Nadábamos, hacía una roquita cerca, a veces chapaba un
pescadito y me lo llevaba. Aprendí a nadar con los brazos agarrados a la espalda por
si alguna vez me tocase escapar esposado y en una lancha.
Cuando estuve preso huyeron algunos presos, mataron a un sargento en la
lancha. Los capturaron y los enviaron a La Siberia, que eran unas celdas bañadas
por el agua del mar. Allí estuvo Guillermo Portugal, «la Gringa» —le decían «el
Metralleta», que ha sido protagonista de una película—, le dijeron: Pronto se va
a terminar este sufrimiento para ti, porque tú y Hugo Blanco van a encabezar una
rebelión, y vamos a tener que matarlos. Luego de la fuga prohibieron entrar a la
zona donde estaba la dirección. Un llamador mandado por la dirección me dijo:
Le están llamando de la dirección. Como me llamaban de la dirección fui, entré
a la zona prohibida y me agarraron a palazos. Me rebelé porque me habían hecho
llamar, pero seguían apaleándome; entonces la gente —o sea, los presos comunes—
comenzó a silbar al ver que me apaleaban. Los policías apuntaron sus armas a los
que silbaban. Yo calculé: esto es una provocación. Mansamente, me retiré y me
declaré en huelga de hambre. Verdaderamente ahí mataron a dos, al ojón y al negro
Hugo, y cometieron muchos atropellos. Fueron periodistas ahí, yo hablé de todos
los atropellos que se habían cometido; por eso también me querían mucho los presos
comunes, me miraban como solidario, dije que si eso lo denunciaba algún preso
común los guardias lo mataban. Yo hablaba por ellos, saltaba por ellos.
Había un restaurante, que era de mis compañeros y de Héctor Chacón, «el
Nictálope».14 'H pO HUD HO UHVWDXUDQWH SHUR ¿JXUDED D PL QRPEUH SRUTXH D Pt HO
director de El Frontón no podía cobrarme cupos. Una vez un choro, todo matón,
pidió café con leche y sánguches. Como el Nictálope era un cholito, el choro se
levantó y quiso irse sin pagar. El Nictálope agarró un cuchillo y se fue detrás de él,
diciéndole: Oye, te has olvidado de pagar. Ah, sí, disculpa hermanito. Y le pagó.
Bien que hizo eso, porque si no era así después cualquier choro iba, le pedía lo que
quería y se iba sin pagar. Afortunadamente, liberaron al Nictálope. Con él éramos
grandes amigos. Manuel Scorza iba a visitar al Nictálope y me regalaba libros.
14 Héctor Chacón es El Nictálope, uno de los personajes centrales de la novela del mismo
nombre, de Manuel Scorza.
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Miguel Tauro y Héctor Béjar aceptaron trabajar para Velasco y Velasco nos
liberó a todos. Cada vez que alguien pedía mi libertad, los presos decían: Te van
a dar amnistía, te van a dar amnistía. Ya estaba acostumbrado a que me dijeran
eso. Cuando se abrieron las cuadras y las celdas de El Frontón, venían los presos a
decirme: Te van a dar libertad, te van a dar libertad. Sí, gracias, pero tanto venían
que yo me fui a escuchar radio. Me preguntaba dónde está la trampa. Luego vino
a visitarme Blanca La Barrera, la madre de mi hijo, con mi hijo. Me dijo: Te van a
dar libertad. No digas eso delante del niño, se va a sentir mal cuando sepa que no es
cierto, le dije. Luego entró el ayudante del director y me dijo: Lo felicito, va a salir
en libertad. Recién me convencí cuando se fue Blanca La Barrera con mi hijo. Fui a
mi cuarto, no estaba alegre o feliz, acomodé todos mis libros, todas mis cosas. En El
Frontón podía tener libros, una máquina de escribir, un aparato de radio, cosas que
no tenía en las cárceles de Arequipa. En El Frontón escribí el libro Tierra o muerte.
Al salir de El Frontón nos cambiaron de prisión y nos llevaron a la cárcel de
Lurigancho para liberarnos ahí. Al abandonar la isla todos los presos aplaudían,
yo tenía remordimiento de conciencia de dejarles allí, como si por mi culpa ellos
estuvieran presos. Me emocionó. Nos llevaron a Lurigancho, y ahí estuve con Béjar,
ya lo había conocido antes. Acordamos que teníamos que mantenernos en contacto.
Béjar no comentaba nada. Béjar, Tauro y otra gente más vinieron a mi casa varias
veces, a insistir para que yo trabajara con el gobierno. Si no lo haces —me dijeron—
vas a quedar al margen de la historia. No me importa quedar al margen de la historia
—les dije—, no me interesa la historia. Finalmente, les dije: Bueno ya, está bien,
tanto iban a joderme, está bien, acepto, voy a trabajar para Velasco, pero con una
condición: que no se haga la reforma agraria que yo quiero, pero tampoco la que
Hugo Blanco con su madre en México, 1970. Con su madre y su hija Carmen en México,
Archivo personal de Hugo Blanco 1970. Archivo personal de Hugo Blanco
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quiere Velasco, que se vaya a cada base campesina y se pregunte cómo quieren
la reforma agraria: si quieren parcelación, se parcela; si quieren comunidad, se
hace comunidad; si quieren cooperativa, se hace cooperativa. Lo que le dije fue un
santo remedio. No le vas a decir a un gobierno militar que sea democrático. Ya no
insistieron más. Luego, el gobierno velasquista me mandó decir que me prohibían
salir de Lima. Cuando estuve saliendo de Lima, me regresaron, y después me
deportaron.
En diciembre de 1970 quedé libre. Me arrepiento de no haber estado en Navidad
con mi hija. Por la desesperación que tenía, fui a Huando,15 donde hacía un acto por
la reforma agraria. Oí el grito ¡Tierra o muerte! y me puse a llorar ahí, al volver a
escuchar nuestro lema. Gustavo Espinoza [un dirigente del Partido comunista] se
burló de mí, diciéndome: llorando no ganamos nada. Fue por haber ido a Huando
que me prohibieron salir de Lima.
Cuando me preguntan cuál ha sido el mejor gobierno del Perú, respondo que
el menos malo es el gobierno que me deportó: el de Velasco, porque no solamente
liquidó las haciendas semifeudales, sino también las industriales, nacionalizó el
petróleo, nacionalizó la banca, nacionalizó la minería, nacionalizó todo. Ahora
los gobiernos llamados del socialismo del siglo XXI no nacionalizan, llaman
nacionalizar a renegociar los tratados. Fui deportado y considero correcto eso,
porque como digo, no estuve de acuerdo con las SAIS.
6HUH¿HUHDODKDFLHQGD+XDQGRTXHSURGXFtDQDUDQMDV/DJHQWHGHDKtH[LJtDTXHVHOHV
entregara.
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CINCO. EXILIOS: ARGENTINA, SUECIA, CHILE
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de huir. Entre ellos estaba Clarisa Leaplace, hermana de un compañero Luis Leaplace
que estaba con nosotros. Luego de esa fuga, a los presos políticos nos tenían jodidos:
venía una tropa de guardias allí a la puerta: ¡quietos!, teníamos que quedarnos quietos
en lo que estuviéramos haciendo, después abrían la puerta: a ver, todos ustedes pasen
adelante, desvístanse. A desvestirnos completamente, y ellos a mirarnos así el ano
por si allí hubiéramos escondido una arma o una metralleta, todo por humillarnos. A
ver, ¡agarren vuestras ropas, a la cuadra de al lado, corriendo! Y nosotros corriendo
a la cuadra del al lado, a vestirnos ahí. ¡Frente a la pared todos!, y nosotros frente
a la pared, sin conversar unos con otros. Mientras estábamos frente a la pared de la
otra cuadra, inmóviles, escuchábamos ruidos en nuestra cuadra. Cuando regresamos,
encontramos las cartas de la mamá, de la novia, rotas, las fotografías rotas, la ropa
lavada estaba junto con la basura, al juego de ajedrez le faltaban cuatro piezas. O
sea, todo por joder. No estaba los libros, tampoco el televisor. No sabíamos cuándo
podía ser la próxima requisa, si a los cuatro días, a los diez, o al mes: requisa, requisa,
requisa. Teóricamente, la requisa se hacía buscando drogas o armas, ¿no?, pero con
el pretexto de la requisa podía pasar cualquier cosa. Por altoparlantes llamaban: tal
fulano, tal fulano, tal fulano. No sabíamos si a la gente la iban a cambiar de prisión,
si había venido el abogado, si había venido su familia, le habían mandado un paquete
o lo iban a desaparecer. Nos tenían un cuarto de hora ahí pensando, pensando: ¿a
qué me estarán llevando? Después salíamos formados ahí, en los corredores. Cuando
venía otra partida de presos nos obligaban a voltearnos a la pared para no ver cuáles
eran los presos que estaban pasando. Cuando llegábamos a la sección paquetes, se
trataba de paquetes ya sabíamos que no había venido ni nuestra visita, ni era cambio
de prisión, ni nada, sino simplemente un paquete. Debíamos estar de pie a tres metros
de la mesa. Por ejemplo el guardián decía: Le han traído esta radio, es una radio
muy buena, capta el exterior, capta de todas partes, lo felicito. Abría las manos y la
radio al suelo: Huy, ¡qué lástima! Se ha malogrado, ya no le va a servir para nada,
regrésese. En El Frontón te podían robar la radio, pero en Villa Devoto lo hacían
por joder solamente, para mostrarte que tú eras una hoja en el otoño y que ellos
eran el viento, al parecer son métodos de tortura psicológicos aprendidos por los
yanquis en Vietnam que todavía no eran aplicados en el Perú; ahora, creo que ya se
aplican. Los norteamericanos, como están a la vanguardia de la «civilización», son
los más expertos en técnicas de prisión, usan celdas aisladas, practicaron en Irak y
en Guatemala. El dirigente indígena Leonard Peltier está sentenciado a dos cadenas
perpetuas, o sea que cuando se muera debe resucitar para cumplir su segunda condena
a cadena perpetua. Bradley Maning, propuestos por muchos para el premio Nobel de
la Paz, estuvo mucho tiempo en un campamento donde no podía pararse, ni sentarse,
ni estar echado, ni para dormir. Eso no es salvajismo, es adelanto de la civilización.
Con trámites de la familia y los abogados se lograba que nuevos libros, televisión
y radios vuelvan a entrar a la cárcel, pero no sabíamos por cuánto tiempo era eso, en
qué momento iba a haber otra requisa y otra destrucción de nuestras cosas. Esa cárcel
argentina ha sido la peor prisión en la que he estado, no recuerdo cuántos meses
estuve ahí. Mis compañeros habían conseguido que la autoridades podían liberarme
si es que encontraba un país que me reciba. Quiero un país latinoamericano, les
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dije. Buscaron a todos y ni Cuba quería recibirme. Como Cuba se llevaba bien con
9HODVFRQDGLHTXHUtDUHFLELUPH6XHFLDRIUHFHUHFLELUWHPHGLMHURQ3UH¿HURVHJXLU
en la cárcel de Argentina que ir a Suecia, porque me sentía latinoamericano y quería
HVWDUHQ/DWLQRDPpULFD+DVWDTXHSRU¿Q$OWDPLUDQRHOVHFUHWDULRJHQHUDOGHPC de
Chile, consiguió que yo vaya por quince días a Chile, para después dirigirme a otro
país, a un tercer país. Acepté. Me embarcaron, pues, a Chile. Usted se comprometió
DLUDXQWHUFHUSDtVPHGLMHURQ(VFLHUWRFRQWHVWp¢$TXpSDtVYDDLU"<RSUH¿HUR
quedarme en Chile, pero como tengo que cumplir mi compromiso, ustedes verán
compañeros a qué país me deportan, compañeros. Era la época de Allende. Como
era la gente de Allende, me dieron un año de residencia en Chile. Fui donde la mamá
de Sybila, en su casa estuve viviendo un tiempo. Como era un barrio aristocrático,
Las Condes, me convenía vivir allí para que me den la residencia. Cuando me dieron
la residencia, me fui a otra parte. Antes de que se cumpla mi año vino el golpe de
Pinochet, en 1973. El golpe me agarró en Santiago. Yo por supuesto no dejaba de
militar a donde iba y donde estaba. En ese momento militaba en un partido, en la
sección de la IV Internacional que había en Santiago, pero era una cosita muy chica,
Partido Socialista Revolucionario se llamaba, había compañeros brasileños, que eran
más de la línea armada, a ellos los pusimos para la autodefensa, a mí para prensa y
propaganda. Pensando en El Cordobazo, el periódico que yo sacaba en Argentina,
saqué en Santiago el periódico El Cordonazo, por lo del cordón industrial: ahí,
precisamente, escribí: «Junio y setiembre en Argentina», que el golpe prueba [hace
un ensayo] en junio y el golpe verdadero viene en setiembre.
En el Partido Socialista Revolucionario había dos corrientes: una, la de la
dirección que planteaba que había que trabajar fraternalmente con el Partido
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armas caseras para la autodefensa. Por estas razones, no creo en las revoluciones
poco a poco: si no se avanza, se retrocede. Como dije, una de las razones por las
que entré al POR argentino fue por su posición ante el proceso guatemalteco: el APRA
y el PC opinaban que el error de Arbenz era ir muy rápido, la crítica del POR era que
iba muy lento. Por eso triunfó el golpe de Castillo Armas. Cuando estuve en Chile,
mi mamá estaba agonizando en el Cusco y, desesperadamente, me llamaba, quería
verme. Pedí al gobierno peruano que me permitiera ir al Perú, vigilado por la policía,
verla y después la misma policía me devolvería a Chile. No hubo respuesta. Para lo
único que sirvió mi pedido fue para que el gobierno mandaran a los tiras a ver si mi
mamá estaba agonizando. A Fernando Belaúnde sí le permitieron ir al entierro de su
madre porque era un señor de respeto, ¿no?
Como había vivido en la prisión lejos de mis hijos, tenía ganas de estar con
ellos. Supliqué a las mamás que me los mandaran a Chile. Afortunadamente, ambas
aceptaron. Viví con Carmen y Hugo en Chile. Fueron a visitarnos Blanca (mamá
de Hugo) y luego Vilma (mamá de Carmen). Cuando ella estaba en Chile se dio el
golpe, el bombardeo de la casa de la Moneda y del compañero Allende. Carmen era
de la Juventud Socialista. Hubo toque de queda por tres días. Yo estuve en el centro
de Santiago, a pie tuve que ir a la casa donde vivía porque había paralización del
transporte. Después, una de las vecinitas, amiga de mi hija, me dijo: Señor Blanco,
han dicho por radio que todos los extranjeros tienen que ir al puesto de policía más
cercano. Le dije: Gracias, voy a ir. Por supuesto que no lo hice. Hice una reunión
con mis hijos Carmen y Hugo y les dije lo que harían si es que me mataban, lo que
harían si es que me tomaban preso, qué tenían que hacer ellos.
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las circunstancias, debe acabar eso. He venido a preguntarte qué puedo hacer por
ti. El amigo me señaló y le dijo: Llévatelo a él, y me llevó. Era una señora que
no tenía nada que ver con la política. Estuve en su casa, en la noche se escuchaba
gente caminando por los techos, se oía disparos. Debo contar que antes de que se
dieran los sucesos que estoy relatando, los amigos de Amnistía Internacional me
advirtieron que cualquier cosa que pase en este país, tu embajada es la embajada
sueca; ya hemos hablado con el embajador, conviene que tú vayas inmediatamente
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para ir a hablar con el embajador. Después, por supuesto, me arrepentí. Había un
compañero nuestro de partido que era sueco; mediante mi hija —que era la única
que sabía dónde estaba— le pedí que hable con su embajador para asilarme en su
embajada. Habló en sueco con el embajador: Hay un peruano que quiere asilarse.
No damos asilo a peruanos, le respondió el embajador. Se trata de Vit (palabra que
en sueco quiere decir Blanco). Al oír, dijo: Ah, a él sí. El embajador mismo fue en su
carro a mi vivienda, pero yo ya no estaba ahí; después, fue a recogerme a la casa de
la amiga que me había dado refugio. El propio embajador manejaba el coche, subí y
fuimos a la embajada sueca. Luego, ahí también fueron Eduardo Creus (el camarada
argentino desde tiempos del Cusco, que militaba conmigo en Santiago) y un camarada
brasileño, Yurandir. No podíamos salir de la embajada sueca al aeropuerto porque no
había tratado de asilo entre Suecia y Chile. Yo debía ir a la residencia del embajador
mexicano. Tuve que afeitarme, me peiné, el embajador sueco me dio el terno negro
de su hermano, una camisa blanca, corbata negra y anteojos. Me tomaron una foto,
pasé como Hans Blom, consejero de la embajada sueca. Entonces ya estaban muy
cuidadas las embajadas y no era fácil entrar. Salimos para ir a la residencia del
embajador mexicano, el embajador manejaba el coche. Lo dejaron pasar porque ya
lo conocían, mostré mi credencial, «Hans Blom, consejero de la embajada sueca», y
pasé. Con esa misma credencial, Hans Blom, pasaron Creus y Yurandir, el brasileño.
La policía buscaba a los extranjeros, fundamentalmente a los que habían trabajado
con Allende. Como yo no había trabajado con Allende porque estaba a la izquierda
de él, no apareció mi nombre. Había tantas personas refugiadas en la residencia
del embajador mexicano que tomaron una decisión: los chilenos se quedan y los
extranjeros se van. El embajador nos dijo: los que tengan pasaporte, dénmelo para
llevarlos en su valija diplomática. Los tres compañeros mostramos solamente el
documento de identidad chileno que teníamos. Al tercer día de mi llegada a México,
me enteré de que en la televisión chilena y en los periódicos chilenos se decía: Se
busca a Hugo Blanco, se dará no sé cuánto de recompensa al que diga dónde está;
se dice que está en los Andes, haciendo guerrillas. Yo estaba ya en México. Esa fue
una de mis tantas salvadas. Tuvimos que ir en ómnibus al aeropuerto, acompañados
de cinco carros de delegaciones extranjeras, como Suecia, Suiza y no sé qué otros
países, que escoltaban el bus. En el aeropuerto nos acompañaron hasta el avión pues
habían secuestrado a otros en el camino al avión.
Vilma, Carmen y Hugo debían refugiarse en la embajada peruana ya que ellos
no estaban deportados. Sin embargo, les negaron la entrada. Un amigo mío, a quién
conocí como ladrón preso en El Frontón y pasó a tener ideas revolucionarias, se fue a
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Chile a militar conmigo. Su chapa era Óscar. Cuando supo del rechazo en la embajada
a mis familiares, fue con ellos, golpeó la puerta, salió el portero a decirles: ¡Ya les
he dicho que no se reciben asilados! Óscar le puso un puñal en la garganta y le dijo:
Con buenas maneras, cualquiera entiende, déjanos pasar. El portero tuvo que dejarlos
pasar. La compañera Gina Vargas, cuyo papá era Ministro en Lima, consiguió que
el gobierno enviara un avión para repatriar a los refugiados. Así salieron de Chile
Vilma, Carmen y Hugo.
En Suecia
No podía quedarme en México porque me había comprometido ir a Suecia. El
embajador mexicano aceptó mi salida a México solo para que no me quede en
Chile. Estuve alrededor de cinco años en Suecia. Me recibieron los de Amnistía
Internacional. Hice una gira por Suecia, otra por Europa y también fui a Canadá,
hablando sobre el golpe en Chile. Verdaderamente sentí a Chile y lo sucedido en el
golpe me afectó tremendamente, hasta me ponía a llorar cuando en las presentaciones
tocaban música protesta chilena. Yo estaba jodido.
Harald Edelstam, el embajador sueco, inmediatamente después del golpe, compró
el local de la embajada cubana y la residencia del embajador de ese país. Si no hubiera
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fueran cinco los coches diplomáticos que nos escoltaron hasta la escalerilla del avión.
Una refugiada uruguaya necesitó una operación. Habló con las autoridades chilenas
para que la operación quirúrgica se realizara en el hospital y luego ella regresara a
la embajada. La enferma estaba escoltada por tres embajadores. Sin embargo, las
autoridades no cumplieron su compromiso y se la llevaron, Edelstam se abrazó al
catre pero no pudo evitar el secuestro.
Ante la queja del gobierno sueco las autoridades propusieron un arreglo: devolvían
a la enferma a la embajada y Suecia cambiaba al embajador. Suecia tuvo que aceptar.
La última vez que lo vi fue en un restaurante barato de autoservicio con su bandeja
en la mano. Me dijo: Es el último día que estoy acá, mañana voy a Argelia, me han
nombrado embajador. ¿Qué mal te ha hecho Argelia?, le pregunté. Mi pregunta se
debía a lo siguiente: cuando él era embajador en Guatemala se dio el golpe en ese
país (Castillo Armas contra Arbenz). Cuando era embajador en Indonesia se dio el
golpe de Suharto contra Sukarno. En esas ocasiones Edelstam actuó como en Chile,
protegiendo a víctimas de las dictaduras militares proyanquis.
Cuando llegué a Suecia me acogió la sección sueca de Amnistía Internacional,
cuyo director era Bo Lindblom. Es una organización a la que respeto mucho,
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defendían a quienes impulsaban la lucha armada. Eso no fue obstáculo para que
la sección sueca me declare el «preso del año» cuando me amenazaba la pena de
muerte, pues consideraban que habíamos agarrado las armas en defensa propia frente
a la represión armada.
Amnistía Internacional fue el eje de las organizaciones que impulsaron mi gira
en apoyo al pueblo chileno contra la dictadura, naturalmente que las secciones de
la IV Internacional —a la cual yo pertenecía— formaron parte importante. Además,
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había otra organización fuerte en Suecia, los Chile-Comités, que surgieron en varias
partes y que editaron una revista. Hubo una fuerte solidaridad con el pueblo chileno
en Europa, principalmente en Suecia.
Desde Suecia hice una gira por todo el país y otra por Europa —promovida
fundamentalmente por Amnistía Internacional— para hablar sobre el golpe de Estado
en Chile. A uno de los lugares de donde nos llamaron fue un cuartel. Como peruano,
me llamaba la atención que de un cuartel me llamaran para dar una charla sobre
Chile. Por supuesto, di la charla sobre Chile y hubo, además, música. Había setenta
comités de Chile en Suecia y había una revista publicada por el Comité Chile. En la
escuela del norte de Suecia, donde yo trabajaba dando clases de castellano, teníamos
uno de esos setenta comités. En ese cuartel hablé incidiendo en el papel jugado por
las Fuerzas Armadas. Pensé que en un cuartel estaría como preso, como estuve en
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felicitarme. Me agradeció y me dio un cheque, por supuesto que el cheque fue para el
Comité Chile, como todos los cheques que me daban en todas las charlas. Más tarde,
cuando estuve hospitalizado en Harnosand, que era una población cercana a donde
yo vivía, por el asunto de la columna, un compañero —paciente, como yo— había
estado como soldado en el cuartel donde di la charla. Me habló de la dictadura que
había en ese cuartel porque no permitieron que los soldados organizasen un comité
de solidaridad con Chile. El ejército sueco era así en esa época.
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viajes a Latinoamérica o a cualquier otra parte del mundo. Los alumnos eran gente
progresista, hasta ahora hay dos exalumnos con los que seguimos teniendo amistad:
uno es ingeniero que ha ido al África, el otro es ingeniero en una ciudad de Suecia.
Gente muy linda. A veces, cuando voy a Suecia, me reúno con ellos.
Estando en el norte de Suecia (fuimos más al norte con los alumnos para esquiar)
me dolía la espalda porque tengo uno de los discos (el sacro 1) intervertebrales
aplastado, que hasta ahora me duele todavía. Estaba estirado con el dolor. Gunilla
Bergland, una amiga de uno de mis alumnos que había ido con nosotros, se preocupaba
mucho por mi salud, y me dijo que me haría masajes. Me gustó de ella su solidaridad
y me enamoré de ella. Ella no se enamoró de mí, pero después tuvo que enamorarse,
¿no? [ríe a carcajadas]. Estuve prendido de ella. Estudiaba en Upsala, que era una
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conmigo. De esa relación nacieron mis hijos María y Óscar. Cuando vine de Suecia al
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y que asumiera el cuidado de sus hijos. Ella tuvo que irse allá a terminar de estudiar.
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los problemas de sus pacientes. Eso le hizo daño, ahora trabaja, pero ya no atiende
pacientes. Cuando voy a Suecia la busco para verla, por supuesto. Es madre de María
y de Óscar. Le chocó que yo la haya abandonado porque tuve que hacer la gira por
Estados Unidos el año que nació la hija María. Debía ir a Estados Unidos pero no
me dejaban entrar, pedía la visa, me decían que no, me peloteaban. Vine por nueve
meses al Perú porque la demagogia Morales Bermúdez permitió que regresemos los
deportados pero me tenía seguido y seguido y, nuevamente me deportó a Suecia.
Esa situación le chocó a Gunilla. Con el tiempo, ella enviaba a los dos niños pasar
Izquierda: Su segunda esposa, Gunilla, frente a una chocita de la puna. Derecha: Gunilla con
ovejas en el camino que hizo con Hugo Blanco a pie del Cusco a Huanoquite, alrededor de 50
kilómetros. Archivo personal de Hugo Blanco
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vacaciones conmigo. Para que María vuelva a Suecia había que pescarla. Me decía:
Papá, ¿no te parece una tortura que yo viva dos años en Suecia y solo dos mesecitos
en el Perú? Cuando regresó en otro momento estudió una temporada en Cusco, al
regresar a Suecia ella estaba un año adelantada con respecto a sus compañeros.
Gunilla habló con los profesores, y estos entendieron y permitieron que la chica
entrara a primer año, porque si no se iba a acomplejar.
Cuando nació mi hija, me preguntó qué apellido iba a llevar, porque allá tienen
un solo apellido: tendría que llevar el suyo o el mío. Yo le dije: Bueno, como va a
ser más hija tuya que mía, que lleve tu apellido. Por eso se llamaba María Berglund,
y mi hijo es también Óscar Berglund. Cuando fue mayor de edad, mi hija María
se cambió el apellido para ser María Blanco, no por machista sino porque quería
tener un apellido latino y, además, porque estudió en Suecia pensando trabajar en
Perú. Estudió educación bicultural, vino acá y cuando estuvo un tiempo, su mamá
le dijo: no tienes que trabajar en cualquier cosa y entró a trabajar en el Instituto
Peruano Norteamericano, enseñando inglés. Cuando hubo una vacante en un colegio
bicultural dejó el Instituto Peruano Norteamericano, pasó a ganar la mitad de lo que
ganaba, y trabaja ahora en el Cusco, en lo que le gusta, en Pukllasunchis [juguemos,
en quechua] que es un colegio bicultural. A ella siempre le gustó más el Perú, por
eso se apellida María Blanco. Su hermano Óscar sigue con el apellido Berglund. A
Óscar le gusta el Perú, le impresionan los Andes, trabajó aquí en turismo, pero no le
apasiona el Perú.
A Estados Unidos no me dejaban entrar; sin embargo, en 1977 se presentó la
oportunidad. Era un período de descongelamiento de las relaciones entre Estados
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metieron una cláusula que señalaba que si el autor de un libro era invitado por
la editorial que sacó su libro para discutir la edición de otro trabajo, tenía que
permitírsele el viaje y el ingreso al país de la editorial. Esa cláusula fue puesta para
que la Unión Soviética permitiera el viaje de Alejandro Solzhenitsyn, que escribió el
libro Archipiélago Gulag contra el sistema stalinista de gobierno de la URSS, publicado
en Estados Unidos. Quienes en primer lugar aprovecharon esa cláusula fueron mis
FDPDUDGDVQRUWHDPHULFDQRVGHO6RFLDOLVW:RUNHUV3DUW\6XHGLWRULDO3DWK¿QGHUKDEtD
publicado la versión inglesa de mi libro Tierra o muerte, escrito en El Frontón, sobre
la lucha en La Convención. Me invitaron a que vaya a Estados Unidos a tratar sobre la
edición de otro trabajo. El gobierno de Estados Unidos no podía impedir mi ingreso.
Fui a Estados Unidos. Esa vez era Carter el presidente de Estados Unidos y
andaba llenándose la boca con «los derechos humanos, los derechos humanos, los
derechos humanos». El tema de mi charla, que di en cuarenta y ocho ciudades de
Estados Unidos, fue «Carter y los derechos humanos en América Latina». Tuvieron
que aguantarme. De paso, aproveché para ir a Puerto Rico con la visa norteamericana.
Les puse dos condiciones a los compañeros que me invitaron: una, como no iba a
haber charlas en los días de Navidad y año nuevo, pagaran el pasaje de mi hija y de mi
mujer desde Suecia. Así lo hicieron. Luego de ese encuentro continuaba la visita por
las ciudades de Estados Unidos. La segunda condición fue que después de las charlas
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Hugo Blanco con su camarada Edward Shaw, quien le ayudó mucho al principio de su exilio
en Europa. Archivo personal de Hugo Blanco
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nos llegan las noticias y así debemos recibirlas. Nos llegaban las noticias dolorosas
de Chile, precisamente en los días de los festejos de los muertos. Me contaron, por
ejemplo, que un compañero brasileño, también de mi partido, fue invitado por una
vecina a tomar té, luego llamó a la policía y le dijo: Aquí está tomando té. Lo vendió
y los policías lo mataron. Cuando fui a Francia, me encontré con su mujer y su hija
(nacida en Chile), las dos son formidables militantes. A la chica le dije: A ti te quiero
mucho por ti, por tu mamá y por tu papá.
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SEIS. IZQUIERDA: SUEÑO DE UNIDAD Y REALIDAD DIVIDIDA
Yo estaba en Estados Unidos cuando después del paro general de 1977 mis
compañeros me pusieron como candidato a la Asamblea Constituyente y pude
regresar al Perú. Como se trataba de una Asamblea Constituyente, volví con un
proyecto de Constitución en el bolsillo, una Constitución ultra para un país gobernado
por los trabajadores. En ese momento, mi partido era el Partido Socialista de los
Trabajadores. No recuerdo bien los nombres de los compañeros europeos que me
dijeron que respetaron lo que yo había hecho, pero que era un proyecto ultra. Tenían
razón. Vine a Lima, había espacios gratuitos de televisión para los candidatos y me
tocó ir después de que se había dado un paquetazo fuerte y yo estaba deprimido.
¡Qué mala suerte! Pero mi depresión coincidía con la depresión de la gente y, como
siempre, yo estaba pensando que la gente no iba a triunfar por la vía electoral sino
por la vía de la rebelión. Le daba más importancia a las acciones de masas que a
las elecciones. Me tocó ir a la televisión y dije: Compañeros, acabamos de sufrir el
fuerte golpe del paquetazo [decretos de un gobierno contra los intereses populares].
¿Qué hacer contra eso? ¿Votar por mí? Da lo mismo que voten por cualquiera, esto
va a seguir así. Lo que todos tenemos que hacer es ir como un solo puño al paro del
27 y 28 (no recuerdo de qué mes pero en 1978), convocado por la CGTP. Ir al paro es
la forma de combatir las acciones del gobierno, no es votando por mí. Cinco horas
después de haber dicho eso, estuve preso porque el espacio gratuito no era para
hacer propaganda al paro sino propaganda electoral. Detuvieron también a Javier
Diez Canseco, Genaro Ledesma y otros compañeros.
Nos subieron a un avión militar, iríamos seguramente al exilio, pataleamos,
habían dos exministros de Velasco que también estaban presos, pero ellos estaban
contentos: Vamos a ir a la Argentina, donde se juega el campeonato mundial de
fútbol, dijeron. Pucha, ¡a la Argentina!, nosotros nos espantamos, pues había allí una
dictadura militar. Volvimos a patalear, querían aislar a Ricardo Letts, me abracé de la
cintura de Letts para que no lo aislaran. Nos subieron a un avión Búfalo, esposados
todos a los asientos. El avión paró en Arequipa, subieron a Apaza, el que ahora está de
parlamentario y a otro más; después, siguió a Jujuy, en Argentina. Afortunadamente,
en Jujuy un periodista tomó la foto del avión y pueda ser que por esa foto estemos
vivos. Nuestra prisión y el envío a Argentina era parte del «Plan Cóndor», porque
Morales Bermúdez mandó a unos italo-argentinos que estaban refugiados en el Perú
para que los mataran en Argentina y los mataron. Como retribución a eso, cuando
bajamos del avión en Jujuy, un general nos dijo: Ustedes son prisioneros de guerra.
Después nos dieron libertad. Yo le dije al general: No quiero pisar suelo argentino,
tengo todavía una visa de residencia en Suecia y quiero irme a Suecia. De afuera
tramitas eso, me dijo. No quise, porque podían desaparecerme. Quisieron que yo
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
[periodista peruano de derecha] y con los dos generales de Velasco en una avioneta
a Buenos Aires. Me vi nuevamente en los calabozos de la Policía de Investigación
con la puerta de mi celda abierta a un corredorcito. Yo había estado ya en esos
calabozos en los que no me dejaban tener nada. Una vez me llevé un tablerito de
ajedrez pintado en un papelito y lo tenía en mi bolsillo, me revisaron y dijeron:
Ah, tenías esto como si hubiera sido una metralleta, y me lo decomisaron porque
querían que uno esté escuchando los gritos de los torturados, y pensando ¿a qué
hora me sacan para torturarme? No querían que uno se distraiga con nada sino que
solo esté pensando. Esta vez mi celda estaba abierta. A los pocos días llegaron los
otros presos que habían sido liberados en Jujuy porque en Jujuy no podían hacer
nada. Javier Diez Canseco les explicaba a los policías que nosotros no habíamos
cometido ningún delito, que éramos inocentes. Sí, che, vos parecés inocente, che,
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es agresiva), ¿no? Ya me conocían de mi visita anterior.
Elecciones a la Constituyente
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partí a Suecia. No recuerdo si fue cuando yo estaba en Suecia o en otro país que se
hicieron las elecciones para la Constituyente en el Perú, en las que no voté, pero sí
fui elegido. Salí elegido y ni siquiera voté por mí [ríe].
Quise volver al Perú, pero no me dejaban. En ese momento [1978] inicié una gira
por España; es decir, tenía que hacer otra gira en la Europa llamada occidental porque
a la otra [de la Unión Soviética] no me dejaban entrar. Comencé una conferencia
diciendo: Soy constituyente electo en el Perú y no puedo regresar a mi país. El gobierno
peruano comprendió que más daño le hacía yo afuera que adentro y me permitió
regresar. Desde que volví, la policía ya no me siguió, pero es cuando más palos
recibí. Me golpeaban en la cabeza fundamentalmente, ¿por qué?, porque yo estaba en
todas las movilizaciones del pueblo, a la cabeza para garantizar que las protestas se
hicieran. Recuerdo que una vez, en una marcha en el cono sur por el agua, estábamos
yo y Javier Diez Canseco. Me rodearon y diciéndome mata-guardias de mierda me
golpearon en la cabeza. Recuerdo también que en otro momento en la Asamblea
&RQVWLWX\HQWHXQR¿FLDOGHODGC que era constituyente, me llamó «asesino». Le pedí
que retirara sus palabras. Sí, retiro mis palabras, pero sigo pensando lo mismo, dijo.
En una marcha de los ambulantes yo decía que el gobierno tiene que garantizarles
trabajo y mientras no les garantice trabajo ustedes tienen derecho a vender en el
Palacio de Gobierno y en la Cámara de Diputados. Agarraron al secretario general
de los ambulantes, lo tumbaron en la avenida La Colmena, lo estaban apaleando,
viéndolo a él como símbolo del movimiento de los ambulantes, me tiré encima del él
para que los golpes me llagaran a mí y no a él. Recuerdo que uno de los periódicos
de Lima publicó una foto en la que la policía me golpea, pero no tengo esa foto. Otra
foto que me hubiera gustado guardar es de cuando en la Plaza Bolívar golpearon y
tumbaron a una maestra y yo la estoy levantando en brazos.
El 30% de los elegidos en la Constituyente era de izquierda. Yo, el «Chango»
Antonio Aragón Gallegos, Carlos Fernández Chacón, Avelino Mar y otro compañero
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Hugo Blanco cargado en hombros por Nicolás Lucar circa 1980. Captura de Internet
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últimas biografías del Che. No sé por qué no me lo dijeron. Parece que Héctor Béjar
era el dirigente de esa vez. Después se formó el Ejército de Liberación Nacional. Yo
no hablé con Héctor Béjar; él no podía ir a visitarme y si hubiera querido yo estaba
incomunicado la mayor parte del tiempo.
Quien sí fue a visitarme fue Luis de la Puente, cuando estuve perseguido en
Chaupimayo. Estenio Pacheco, que era un abogado nuestro de La Convención, entró
al MIR, y él llevó a De la Puente a visitarme. De la Puente me preguntó cuándo
revientan ustedes. Le dije: No sé, eso no depende de mí, depende de la gente. Él
me dijo: Eso no debe ser así, es el partido el que debe decidir. Yo le dije: Respeto
tu opinión, pero precisamente esa es nuestra diferencia: tú consideras que el partido
es el que debe decidir y yo considero que no es el partido el que debe decidir; el
partido puede sugerir, pero no determinar. Quien determina, quien decide tiene que
ser la organización de masas. Lo mismo ocurre en una huelga, no es el partido el que
decide sino los trabajadores de los sindicatos. Pensando en una colaboración posible
entre el MIR y el FIR, me dijo: Te sometes a lo que mande Cuba. ¿Qué cosa manda
Cuba?, le pregunté. No se te puede decir. Ah, bueno, si es así, no puedo someterme a
algo que no conozco. Sí, usó la palabra someter. Me ofreció mandar armas que nunca
llegaron. Pero sí me regaló un revolver, precisamente el revolver que usé en Puquira
y que yo tenía cuando me capturaron. Después, cuando caí preso, me preguntaron
por De la Puente Uceda: ¿Conoce a De la Puente Uceda? Sí, lo conozco, he visto
muchas noticias de él en los periódicos. Pero ¿no lo conoce personalmente? No, no
lo he visto. Como era yo el delincuente y él estaba libre, no lo iba a comprometer,
¿no? Pero me mostraron una foto: ¿Y esto qué es?, me dijeron. Era una foto de De
la Puente y yo juntos. Sí, los dos juntos, con otra gente más. Tuve que quedarme
callado, me quedé rabiando. No sé quién diablos habrá dado esa foto. Después me
enteré que el periódico del MIR había publicado esa foto.
Sé que De la Puente tenía su cuartel en Mesa Pelada y, bueno, como digo, yo al
principio pensé que era falso porque cualquier lugar del Perú era bueno para hacer
guerrilla, menos La Convención, porque en La Convención la gente ya era dueña de
la tierra. Entonces, ocurrió un fenómeno: la vanguardia que había luchado conmigo
se unió a De la Puente, porque yo hablaba de la revolución social y en ese momento
la vanguardia entendía ya de la necesidad de la revolución social. José Zúñiga
Letona, Benito Cutipa, Albino Guzmán y otros de la vanguardia que habían luchado
conmigo, se unieron a De la Puente. A Cutipa lo mataron, José Zúñiga Letona murió
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una de las cartas que me escribieron desde El Frontón. Albino Guzmán traicionó, iba
con la policía delatando a la gente que los apoyó. La vanguardia apoyó, pero la gran
masa no. Cayó un compañero dirigente de Paltaybamba, estuvo en la cárcel conmigo
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aparece De la Puente Uceda, y la represión volvió a jodernos. Eso era lo que en ese
momento creía la mayoría de la gente; ahora no, ahora dicen que De la Puente luchó
por nosotros. Me parece que De la Puente creía que en La Convención el trabajo
de base ya había sido hecho por Hugo Blanco, y que él cosecharía los frutos. Pero
no pensó que la gente luchaba por la tierra y ya tenía la tierra. La base no lo apoyó,
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quedó aislado en Mesa Pelada, y tuvieron que salir de ahí. Cuando salieron, los
agarraron vivos y los mataron. No sé cuántos compañeros estuvieron con él, pero
sabemos que los mataron a todos. A Luis de la Puente lo fusilaron.
Hubo tres guerrillas del MIR: una era la de De la Puente, que era la principal, en
Mesa Pelada, pero fueron asesinados sin haber disparado ni un solo tiro. Otra era
la guerrilla de Guillermo Lobatón y Máximo Velando, con Antonio Meza y otros
dirigentes, los que sí hicieron acciones. Y la de Fernández Gasco en el norte, que
estaban mirándose con el Ejército y después se fueron al Ecuador. A Fernández
Gasco le da rabia que a mí me digan guerrillero [ríe], me tiene una rabia tremenda.
Yo no estaba de acuerdo con la metodología de la guerrilla del MIR, pero por supuesto
que me sentía solidario con ellos y me dolió mucho la represión al MIR, el asesinato
de De la Puente y también la represión a la gente de Béjar. Uno de ellos, el mirista
Luis Zapata Bodero, fue mi amigo, militante del FIR, era del FIR, era de la clase obrera
y fue un combatiente muy bueno.
No tuve contacto con Guillermo Lobatón ni con Máximo Velando, ellos tenían
una base campesina [en Andamarca, sierra central] en la que estaba Antonio Meza.
Con él estuvimos presos después en El Frontón. Sybila Arrendo de Arguedas iba a
visitarlo a El Frontón, pero como en El Frontón socializábamos las visitas, como había
compañeros que no tenían visitas, las visitas eran para todos. Ahí la conocí a Sybila.
Cuando estábamos en el monte de La Convención escuchábamos por Radio
Habana la gran solidaridad de los cubanos. Después, leí que cuando estaba en
Argelia le dijeron al Che: Hugo Blanco ha caído preso, ¿qué opina? Sí —les dijo—,
ha caído preso, pero otros seguirán sus huellas. El no creía que podían liberarme, y
como me habían tomado preso, ya se terminaba la cosa. Mataron al Che en 1967,
cuando yo estaba preso.
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
lo que estoy haciendo ahora como parte del Parlamento Andino. Se reúne muy pocas
veces. Aun si hubiera sido elegido, no me hubiera perjudicado ni un milímetro. Lo
que estoy haciendo ahora sería parte de mi trabajo como parlamentario andino. Elsa
Malpartida17 hizo algo de eso cuando trabajaba con los cocaleros.
17 Elegida para el Parlamento Andino, grupo de parlamentarios de los países andinos para el
período 2006-2011.
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
hacer una alianza. Creo que tal vez Pizango ya no es una reserva para el 2016 porque
tiene una oposición en AIDESEP y una tercera reelección para seguir siendo el líder de
AIDESEP sería muy difícil.
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Empleado. Pucha, ¿cómo hacía yo entonces? Fui donde un amigo que tenía en
ese hospital, era un neurólogo que me curó una vez, era el Dr. Morote [Donald],
precisamente de apellido ayacuchano. Él la atendió. Ella está en silla de ruedas,
después ya me hablaba; no sé más. Supongo que seguirá presa. Yo no debatía con
los senderistas porque sabía que la posición de ellos y la mía eran muy diferentes y
no nos íbamos a entender. No quería perder el tiempo tratando de debatir con ellos.
Con los del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru sí había cierta simpatía,
digamos. A Néstor Cerpa Cartolini lo conocí cuando yo estaba en la Comisión de
Derechos Humanos de la Cámara de Diputados y se produjo la tremenda represión
a los obreros de Cromotex, una fábrica textil que no había pagado a sus trabajadores
y se declaró en quiebra. Los dueños comenzaron a llevarse las máquinas, entonces
los obreros, con todo derecho, ocuparon la fábrica. El gobierno mandó a la policía,
tuvieron que combatir. Murió un policía, un capitán y algunos obreros. Estuve en el
velorio de uno de ellos en el distrito de Independencia y también fui a visitar a los
que estaban presos. Vi el cuerpo de Cerpa Cartolini morado, lo habían golpeado.
Denunciamos el atropello, pero no se consiguió nada. Precisamente Cerpa Cartolini
era el secretario general del sindicato de Cromotex. Cuando salió de la fábrica, se
metió al MRTA y ya sabemos cómo murió. En esa toma de rehenes, los emerretistas
no mataron a ningún inocente, no querían matar a nadie, no era su moral, pero sí
murieron todos. Después, pasado el tiempo, yo vi en las calles de Lima una línea de
ómnibus Cromotex; pensé: debe ser de los dirigentes de Cromotex. Resulta que es
una empresa de los patrones de Cromotex.
He discrepado muchísimo más con los senderistas porque consideraba como
enemigos a quienes no pensaban como ellos. Las motivaciones que tuvieron eran
correctas porque se desesperaban por que los abusos y tantos atropellos que hay
en el Perú son para desesperar a cualquiera, y que hay que terminar con eso, pero
nosotros creemos que el método senderista refuerza al enemigo. Eso es lo que ha
pasado en los veinte años de guerra interna que han servido para matar a setenta
mil peruanos, la mayor parte de ellos indígenas campesinos y, muchos de ellos,
dirigentes campesinos. La CCP tenía bases en todos los departamentos del Perú,
menos en dos; luego, le quedaron solo las bases de Cusco y Puno y con todas
las debilidades del caso. Sendero ha servido para debilitar a las organizaciones y
después del debilitamiento de esos veinte años apenas estamos levantándonos. Por
eso estamos más atrás que Ecuador y más atrás que Bolivia, por los veinte años esos
que hemos sufrido y perdido. El enemigo aprovecha y llama «terrorista, terrorista,
terrorista» sabiendo que no son terroristas, que no tiene nada que ver con Sendero.
Por otra parte, Sendero comenzó a matar gente del pueblo, por ejemplo, a María
Elena Moyano, después a un compañero —no recuerdo cómo se llamaba— que era
dirigente de la carretera central, al dirigente obrero Roberto Chiara, camarada mío
del PRT, que era el dirigente del calzado Diamante. Cuando Sendero decretó un paro
armado, Roberto Chiara hizo que su sindicato se sumara al paro armado; después
Sendero volvió a llamar a otro paro armado, y él consideró que no era conveniente y
no llamó a su sindicato para que parara. Por eso lo mataron, considerándolo traidor
$VtKDQPDWDGRDPXFKDJHQWHFRPR3RU¿ULR6XQLHQ3XQR3RU¿ULR6XQLIXHXQ
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
107
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
cosas insultantes como las que yo escribía contra Alan García. Palacín me compró
el folleto, pero no dijo nada. Me entrevistó un canal de televisión: ¿Por qué dice que
Alan García es terrorista? Les expliqué. Del Castillo comentó: Hugo Blanco es un
WUDVQRFKDGR 1DGD PiV (Q HO IROOHWR KDJR OD GH¿QLFLyQ GH WHUURULVPR 7HUURULVWD
es aquel que sintiéndose incapaz de convencer con razones políticas usa el terror
como método de convencimiento. Hay terrorismo de izquierda y hay el terrorismo
de Estado, que es mucho más censurable, porque mientras que los terroristas de
izquierda se levantan para terminar con este mundo de injusticias, los otros reprimen
para que continúe este mundo de injusticias, además se consideran impunes.
Si hay un movimiento que pidió la legalización de los senderistas —MOVADEF—,
no se le admite, quiere decir que Sendero está vivo y su objetivo es lograr la libertad,
o sea amnistía general para los militares que mataron gente y para los senderistas
que mataron gente. No sé si ese movimiento tendrá vínculos o no con la otra gente
VHQGHULVWDGH$UWHPLRHQODVHOYDTXHHVWiPX\OLJDGDDOQDUFRWUi¿FR
Cuando estuve en la Cámara de Diputados, un juez del norte planteó que el
gobierno debiera entrar en conversaciones con Sendero Luminoso. Los diputados
hablaban del juez tratándole de senderista. Pedí la palabra y dije: No se necesita
ser senderista para plantear conversaciones, es precisamente con nuestros enemigos
con quienes tenemos que conversar. Yo no tendría nada en contra de conversar
con asesinos como Hitler, Pinochet o el general Noel [jefe militar y político de
Ayacucho]. Un diputado, Calmell del Solar (parece que después estuvo fugitivo por
corrupto), exigió que retirara mis palabras. Contesté diciendo: Retiro mi palabra, no
es asesino sino genocida. Suspendieron la sesión como manda el reglamento, que
señala que en la siguiente sesión se reiterará el pedido. En mi caso no llamaron a
próxima sesión para otro día, sino a las pocas horas. Me reiteraron el pedido. Dije:
En nombre de los ocho periodistas muertos en Uchuraccay y de los centenares de
FDPSHVLQRV IDOOHFLGRV PH UDWL¿FR 1RHO HV DVHVLQR \ JHQRFLGD 0H VXVSHQGLHURQ
con la pena máxima: ciento veinte días sin goce de haber.
La Comisión de la Verdad ha contestado que yo tenía razón: Noel fue genocida.
Vargas Llosa concluyó que los campesinos habían matado a los periodistas en
Uchuraccay, lo cual es falso, pues los campesinos no envuelven a los muertos en
bolsas de polietileno, como fueron encontrados. Luego de la sanción, los periodistas
me rodearon, ya declaré por qué dije asesino, ningún periódico público ni una letra
de mis declaraciones. Solo un periódico chicha publicó: Hugo Blanco no pateará
latas, venderá café molido. Me habían preguntado: Si la suspensión es sin goce
de haber, ¿de qué vivirá? Les contesté: Eso no me preocupa: he sido obrero, pero
ninguna fábrica me va a recibir; he sido campesino, pero no voy a sembrar en el
&DPSR GH 0DUWH KH YHQGLGR FDIp PROLGR UH¿ULpQGRPH DO FDIp GH COCLA [una
cooperativa cafetalera de La Convención]): puedo hacer cualquier cosa.
108
VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
sobre lo que yo debo hacer? No seas simplemente la viuda de José María Arguedas
—le dije—: elige tu propio camino. Eligió el camino que conocemos ahora. Cuando
cayó Sybila, yo quería ir a visitarla, le dije a una amiga común que quería ir a visitarla.
Me mandó decir que iba a consultar a la dirección. Le dije que ya no consulte, que
ya no iría a visitarla porque si la condición era que la dirección autorice, Sybila ya
no era la Sybila que yo conocí. Después, cuando era su cumpleaños y ella ya iba a
salir de la cárcel porque terminaba su condena, la misma amiga me dijo que fuera a
visitarla. Yo le dije que como tiene que consultar a su dirección, mejor no. Insistió:
Sybila quiere que vayas ahora. Entonces fui y estuve ahí [en la cárcel de Chorrillos]
con ella y las presas de Sendero, que me guardaban mucho cariño. Me dieron la
palabra, lo cual me admiró. Yo dije: Bueno, todos hemos cometido errores, cada uno
se autocritica como sea. Yo creo que todos nosotros —yo y ustedes— buscábamos el
FDPELR\SRUHVRFDtPRVSUHVRV&UHRTXHXVWHGHVGHEHQUHÀH[LRQDUHO3HU~QHFHVLWD
gente que quiera cambiar y espero que ustedes logren vuestra libertad. Ahora que
va a salir Sybila, espero que se ocupe de continuar luchando por vuestra libertad.
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
para atacar a nuestros hermanos de Cajamarca. ¡Viva la lucha por el agua y por
la vida! ¡Vivan nuestros hermanos de Cajamarca! Me paré y me retiré cuando el
ministro estaba entrando. Después de eso, me nombraron presidente del Congreso.
Cuando estuve de presidente del Congreso me informaron que el presidente Humala
estaba viniendo a visitar a la CCP. Era el peor insulto que puede haber al campesino
de Cajamarca y al campesinado en general. Les dije: Compañeros, en vista que está
viniendo Humala a visitarnos, yo no puedo estar en la misma mesa junto con el
presidente que acaba de mandar tropas y policías para masacrar a nuestros hermanos
de Cajamarca. Renuncié a la presidencia, dejé el puesto a la a la vicepresidenta y
bajé al llano. Los compañeros me aplaudían.
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SIETE. ZAPATISTAS
Izquierda: Hugo Blanco con su hijo Marco David. Derecha: Hugo Blanco con Marco David
al pie del monumento a Emiliano zapata en Cuernavaca, México.
Archivo personal de Hugo Blanco
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preguntó. No sé —le dije—, dile a tu mamá, pues. Que Hugo vaya a la casa a dormir,
le dijo. Está bien, pues, que venga, dijo. Como en tantas ocasiones en la vida que
he llevado, se produjo un acercamiento entre nosotros, tuvimos relaciones sexuales,
después me vine a Perú. Ella me escribió y me dijo: Sabes, como hacía tiempo que
no tenía relaciones sexuales, no me cuidaba, y he resultado encinta. Si tú quieres,
aborto. Yo quería tener el hijo porque hace tiempo quería tener otro hijo, pero no
sabía con quién. Yo quisiera tenerlo, pero si tú quieres, aborta. Pensé: ¿qué son los
hijos para mí? Gente que está lejos y con la cual tengo relación a la distancia. ¿Y
cómo sé que ella es buena madre? Está bien —le dije—, acepto, tengamos el hijo.
Teníamos que ir a Brasil a la fundación del Movimiento Sin Tierra porque estábamos
invitados yo y ella. Pocos días antes, recibí una llamada de ella, lloraba y me dijo: He
abortado. Pucha, eso me cayó muy mal, pero me contó que abortó de manera natural,
no porque ella quisiese. De todos modos ese fue un golpe muy fuerte para mí, pero
ya tenía el gusanito en la cabeza de que quería tener un hijo con ella, y era difícil
fabricarlo. Un viaje a México, un viaje al Perú, son muy caros, pero lo logramos. En
el segundo intento, también a los pocos días abortó. Para el tercer intento, fuimos
donde el médico y todo salió bien. Viajé para el nacimiento de Marco David.
Después, yo viajaba o ella viajaba, y bueno, estábamos así. Como no me gusta
tener cachos —como digo en el reportaje que me hicieron en La República18—,
probablemente tengo todavía mucho machismo, pero trato de no ser machista, ¿no?
Acordamos con ella que cada uno era dueño su cuerpo, que podía hacer con su cuerpo
lo que quería y que no tenía ninguna obligación de dar cuenta al otro; como éramos
Izquierda: Hugo Blanco con su esposa Ana Sandoval y su hijo Marco David.
Derecha: Hugo Blanco con su hijo Bruno. Archivo personal de Hugo Blanco
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
amigos, a veces nos contábamos nuestras aventuras. Después, un nuevo hijo nació
por casualidad, por descuido. Se llama Bruno. Ya grandecito me dijo: Mi mamá me
KDFRQWDGRTXH\RQDFtVLQSODQL¿FDU/HHVFULEtDOJXQDYH]6RPRVFRPRGRVVDXFHV
que están creciendo en los dos bordes de un río, que sus ramas se tocan, pero sus
raíces no. Nunca pensé vivir con ellos. Si alguna vez vivo con ellos, va a ser cuando
Ana decida venirse al Perú. No fue así. La primera vez que viví con ellos tres años
fue cuando me autoexilié. Bruno, mi hijo menor, quedó chocado, por mi retorno al
Perú; Marco, no. Ahora ya se acostumbró, me dijo: Entiendo tus razones, pero el que
sufre soy yo. Marco sacó una beca para Canadá, para estudiar posgrado en Canadá,
su enamorada también tiene una beca allí. Para tramitar fácilmente mejor su viaje se
casaron y están en la Universidad de Waterloo, en Toronto. Dicen que es muy bueno
en matemáticas.
Ana es antropóloga, pero luego decidió ser profesora Montessori, tenía una
escuelita en este sistema Montessori, donde no se dice profesora sino guía. Ahora
con la crisis, se hundió la escuela, allí estudiaron Bruno y Marco. Cuando tuvieron
que pasar a una escuela, a un colegio normal, Ana estaba preocupada porque le
iba a chocar mucho a Marco, pero a Marco no le choca nada; al que le chocó fue
a Bruno, porque no estaba acostumbrado hacer deberes en la casa, igual que yo.
No hacia deberes y habían unas peleas tremendas con su mamá, por eso no quería
discutir y decidió terminar secundaria de modo libre sin asistir al colegio. Tenía
muchos problemas con su hermano mayor, Marco, y luego, lo admiraba mucho.
Decidió que le gustaban las artes marciales. Pasó lo mismo conmigo, primero mi
hermano Óscar me parecía abusivo y después lo admiré mucho y me quería mucho.
Igualito ha pasado con mis hijos Marco y Bruno. Yo le decía a Bruno: Tenemos que
formar el sindicato de los hermanos menores. Después, lo quiso y admiró mucho
y por eso también le gustaron las matemáticas, participaba en las olimpiadas de
matemáticas. Se gana la vida enseñando matemáticas, y también artes marciales.
Está comenzando a ganar dinero. No quiso entrar a la universidad ni nada, estuvo
aquí en Perú hace unos meses, estuvo viviendo conmigo, en Cusco, con mi hija
María, en la misma casa. Yo tengo mi cuarto y ella tiene su departamento. Qué
bueno —dijo María—: he ganado un hermano, porque intimaron mucho. Después
vino Ana. Justamente yo tenía que hacer una gira por Apurímac, tuvo que ir por ahí
conmigo. Acostumbramos a viajar por tierra en el Perú. El día que llegó de México,
partimos hacia Andahuaylas, de Andahuaylas a Uripa, de Uripa a Andahuaylas
nuevamente, después a Abancay, de Abancay, pucha, huaycos, huaycos, huaycos,
como trece huaycos, tremendos. Fui invitado por el SUTEP, por el SUTEP de Uripa, de
Abancay y de Andahuaylas. Hablaba fundamentalmente sobre el agua ahí, sobre el
agua y la vida. Fue un viaje muy intenso. Ahora, Ana está dedicada a la medicina, a
ODPHGLFLQDDOWHUQDWLYD\KHUERODULDSODQL¿FDYHQLUDFi&RPRHVWDEDYLYDVXPDPi
QRSRGtDGHMDUODSHURSODQL¿FDYHQLUDFiHVWDUGRVPHVHVRWUHVPHVHVDFi\UHJUHVDU
allá, estamos en eso ahora.
No fui a Chiapas, porque como tengo familia en México, no me conviene que
me expulsen del país por meterme en política, pero cuando los zapatistas hicieron un
llamado para una reunión mundial por la humanidad contra el neoliberalismo, fui.
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Ustedes son vanguardia del pueblo de México… ¿Cómo vamos a hacer vanguardia
en Tamaulipas? ¿Qué sabemos nosotros de los problemas de Tamaulipas ni cuál es la
respuesta que deben dar ellos? La vanguardia de Tamaulipas está en los movimientos
sociales de Tamaulipas, no somos nosotros. Esa su lógica, es la que se aplica, y yo
también aplico esa lógica, no creo que los zapatistas tengan que decirnos a nosotros
cómo hacer. Eso lo sabrán nuestros pueblos.
Yo no miro solo a los zapatistas: miro al Consejo Regional Indígena del Cauca
(CRIC), de Colombia, miro a los indígenas Kuna de Panamá. Afortunadamente, me
invitaron a que vaya al cuadragésimo aniversario del CRIC [en 2011], y los veo con
mucho más respeto que antes. Un compañero intelectual que trabaja con el CRIC me ha
invitado a Italia, para que vaya ahí, y una compañera de Argentina también. A ambos
países voy a debatir los problemas. Yo sé que hay un movimiento internacional de
apoyo al zapatismo, he estado tratando de hacer esfuerzos por construir algo parecido
al en apoyo al CRIC, pero no he podido.
Yo estoy completamente de acuerdo con todo lo que han hecho, tienen un
comportamiento completamente democrático. En Perú es correcto participar en las
elecciones para alcaldes municipales porque es posible poner alcaldes como Wilber
Rosas, que fue alcalde del distrito de Limatambo, provincia de Anta, Cusco. En
México es imposible, absolutamente imposible poner ni un concejal que represente al
pueblo, todo está cerrado para el pueblo, allí son solamente los de la derecha, incluso
pueden ser de la izquierda. Hay, creo, uno del Partido de los Trabajadores (PT), no
recuerdo cómo se llama, y hay también el Partido Revolucionario Democrático (PRD),
cuyos dirigentes se comportan igual que los otros. En alguna parte se han aliado el
PRD con el Partido de la Alianza Nacional, que es de la derecha. Hay una corrupción
total. Me parece muy bien que los zapatistas se mantengan al margen de esas peleas
y que estén con la «Otra Campaña». Hay en México algunos grupos que practican
inclusive la autodefensa. En Cheran, un pueblo que queda en Michoacán, donde
ORVPDGHUHURVDSR\DGRVSRUORVQDUFRWUD¿FDQWHVHVWDEDQDUUDVDQGRORViUEROHVORV
compañeros decidieron autodefenderse, formaron su autodefensa. Los narcos han
matado compañeros, han matado gente, es terrible. Allá en Oaxaca, por ejemplo,
hubo una masacre tremenda. En el estado de Guerrero también hay una autodefensa.
Hay contradicciones a veces entre el gobierno central y el gobierno de un estado,
porque el gobierno central está ligado a una de las bandas y el gobierno estatal está
ligado a la banda rival.
Reaparecieron los zapatistas para la prensa en diciembre del año pasado, cuando
FXDUHQWD PLO GH HOORV GHV¿ODURQ HQ VLOHQFLR \ FRQ HO SXxR HQ DOWR HQ ODV FLXGDGHV
de Chiapas. Es cierto que sufren los ataques de bandas paramilitares impulsadas y
SURWHJLGDVSRUORVJRELHUQRVQDFLRQDO\HVWDWDO6LQHPEDUJRPDQL¿HVWDQHVWDUPHMRU
en autosostenimiento en materia de educación y de salud. Están organizando una
«Escuelita Zapatista», a la que irá mucha gente del país y del exterior a escuchar lo
que aprendieron los indígenas en todos estos años de resistencia y autogestión.
116
OCHO. INDÍGENAS
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La policía también está muy carcomida por esas bandas. No sé cuándo terminará la
experiencia zapatista, pero la enseñanza queda.
6HUH¿HUHDOSUHVLGHQWHHFXDWRULDQR5DIDHO&RUUHDTXHVHGH¿QHFRPRVRFLDOLVWD
120
VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
pero hay gente que no ha dejado la Biblia, que cree que tal libro de Marx, o tal libro
de Lenin, o tal libro de Trosky, son la Biblia. Ellos no han comprendido la dialéctica
del marxismo, siguen hablando de la clase obrera y la dictadura del proletariado.
Creo que eso ya pasó a la historia, la clase obrera hubiera sido la sepulturera del
capitalismo, es cierto, pero fue traicionada durante mucho tiempo por las direcciones
socialdemócratas y stalinistas y porque los capitalistas leyeron a Marx y vieron que
podía ser su sepultura y por eso arremetieron contra la clase obrera con eso de la
tercerización. Con esa y otras medidas como la jerarquización, la mecanización con
robot, han destrozado a la clase obrera por lo menos en el Perú, aunque no en otras
partes. Marx decía que el obrero no tenía nada que perder, salvo su miseria. En su
tiempo, Marx podía haber tenido razón, pero ahora no, pues ahora el obrero tiene
mucho que perder: ese salario mínimo que le queda con su puesto de trabajo al que
se agarra con uñas y dientes porque sabe que hay trescientas personas que están
esperando que lo boten para ocupar su lugar. Marx estudió la opresión a la clase
obrera por el capital, decía que el obrero era el que se enfrentaba más directamente
con el gran opresor de toda la sociedad que era el capitalismo. Ahora ese capitalismo
está oprimiendo directamente a toda la población. Por ejemplo, recorta los gastos
en educación y en salud permiten que los que ganan grandes cantidades no tributen.
Por eso se levanta España, por eso se levanta Estados Unidos. No solamente la clase
obrera está atacada, toda la sociedad está directamente atacada por el capitalismo.
Por eso es que toda la sociedad es la que debe rebelarse, la que se rebelará y la que
debe gobernar.
Si los dirigentes que quedan de la izquierda no se ponen a tono con la realidad
—que ya no está por las jerarquías—, ya no sirve. La tarea de hoy es la unión de
todos los aplastados por el capitalismo que no son solamente los obreros de toda
la sociedad sino los pequeños campesinos de comunidades que están atacados por
el capitalismo, a quienes se le quiere robar el agua fundamentalmente a través de
la minería a cielo abierto, pero también a través de la agroindustria, a través del
petróleo en el Amazonas, a través de las hidroeléctricas, a través de las carreteras,
vías rápidas de comunicación como el TIPNIS.20/RTXHDFDERGHGHFLUQRVLJQL¿FDTXH
los pequeños campesinos sean la vanguardia. Ya no hay vanguardias en el sentido en
que se hablaba de la clase obrera que debería ser la que dé la línea a la sociedad. Hay
ahora vanguardias en quienes están a la cabeza de las luchas; por ejemplo, ahora los
pequeños campesinos están a la cabeza en la lucha, pero no en el sentido de que van
a dar la línea a toda la sociedad, sino de su propio sector.
Siendo yo de la Confederación Campesina del Perú (CCP), creo que ahora está en
VXpSRFDPiVWULVWH\SRGUtDVHUVXHWDSD¿QDO(QORVSUy[LPRVGtDVOXQHV\PDUWHV
hay una reunión de la CCP. Diré allí lo mismo que estoy diciendo en esta entrevista.
Hay que dar la batalla, porque la Federación Departamental de Campesinos del
Cusco (FDCC), base de la CCP, fue tomada por la minería porque la minería quiere
apartar al campesinado de la lucha contra las minas. Por eso las mineras han dado
dinero para el programa Sierra Productiva y Sierra Productiva es la que ha ocupado
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y quedé solo. Luego se unieron «el Cochero» Enrique Fernández Chacón,22 que se
convirtió en el editor y sigue con esa responsabilidad hasta ahora; Enma Valer y
Roberto Ojeda, nieto de un célebre músico cusqueño con quien había trabajado en
mi juventud en el «Centro Qosco de Arte Nativo» e hijo de un compañero mío de
promoción. Enma Valer —hija de mi antiguo camarada Vladimiro Valer y sobrina
de mi primera esposa Vilma Valer— escribía también, pero muy poco; nos propuso
después que editáramos el periódico cada dos meses, lo que hicimos durante un año,
luego volvimos a lo inicial, que es la edición mensual. Ella desistió y quedamos con
Roberto Ojeda. Ahora tenemos una compañera, Claudia Palomino, de Lima, quien
luego de vivir en Villa El Salvador se fue a trabajar con Wilver Rozas en el municipio
de Anta, en Cusco. Trabajando junto con Roberto Ojeda se enamoraron, ahora es
una pareja que trabaja en Chinchaypuquio, que es una municipalidad distrital en la
provincia de Anta. Ellos dos escriben, también escribe Benjamín Camacho, que es
el compañero de mi hija María.
La parte nacional está a cargo de Roberto Ojeda y Claudia Palomino, y de la parte
internacional me ocupo yo. Las páginas centrales, que tratan sobre el calentamiento
JOREDO ODV HVFULEH %HQMDPtQ &DPDFKR (O &RFKHUR )HUQiQGH] HV PX\ ÀRMR SDUD
escribir. A veces tiene que escribir. Como estuvo en la Marcha por el Agua en Lima,
escribió sobre eso. Tenemos un corresponsal en España, Pepe Mejía, un periodista
peruano que escribe fundamentalmente sobre España y también sobre Europa y
otras partes del mundo, como la rebelión árabe. También está Pedro Sagástegui, que
escribe sobre asuntos vecinales de Lima, fundamentalmente. Él ahora escribió sobre
su comunidad, San Pedro de Lloc, que es usada como basural de desechos mineros.
Generalmente, nos falta espacio. No todos los artículos que escribo se publican
porque hay muy poco espacio. Tenemos un aviso comercial de un compañero que
trabaja con harina de coca y nos paga en especias.
El número de Lucha Indígena de doce páginas se vende a un sol, pero no se
¿QDQFLD SDUD QDGD FRQ OD YHQWD &XDQGR 0DULVRO GH OD &DGHQD23 vino al Cusco y
estuvo en la reunión en la que se formó la Coordinadora Andina de Organizaciones
Indígenas (CAOI). Vio el periódico, dijo que le interesaba y ofreció apoyarnos con
doscientos dólares mensuales. Después, cuando hice la gira a Canadá, Hans Modlich
—un compañero canadiense, ya jubilado— se interesó por la publicación y me dijo
TXHDSRUWDUtDSDUD¿QDQFLDUHOSHULyGLFR$JUDGHFLPRVD0DULVROSDUDTXH\DQRVH
VDFUL¿TXHHQYLiQGRQRVGLQHUR8QDDOXPQDGH0DULVROHVODTXHVDFDODSiJLQDZHE
de Lucha Indígena, que a veces atiende y a veces no.
El tiraje es de mil ejemplares, aunque creo que ahora se está tirando un poco
más. Cuando tenemos algo de dinero también editamos folletos. Por ejemplo, el
texto «Con los rostros pintados: tercera rebelión amazónica en el Perú (agosto
22 Carlos Fernández Chacón —dirigente obrero metalúrgico en Lima, conocido como «el
Cochero» en los predios de la izquierda peruana— fue elegido a la Asamblea Constituy-
ente de 1979, y luego, diputado para el periodo 1980-1985.
23 Marisol de la Cadena, antropóloga peruana que trabaja como docente de la Universidad
de California- Davis (Estados Unidos).
124
VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
2008-junio 2009)», de Rodrigo Montoya, nos pareció muy importante porque era
algo de los amazónicos y que era algo que no podíamos escribir porque no somos
antropólogos. Por eso nos salió la idea a mí y al Colchero y le solicitamos permiso y
lo editamos. Se hizo un nuevo tiraje de mil ejemplares más. Por sus ochenta y cuatro
páginas, es el folleto más largo que hemos editado; cuesta más dinero editarlo, por
supuesto, pero se vende a un nuevo sol el ejemplar.
125
NUEVE. MIL OFICIOS
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
de Acción Popular y que ahora sigue fugado del país por corrupto fujimorista, pidió
que yo retire mis palabras al haber insultado al general Noel. El general Noel era
el jefe militar de Ayacucho. El presidente de la Cámara me preguntó: ¿Retira usted
sus palabras? Sí —respondí—, retiro lo de asesino porque Noel no es asesino sino
JHQRFLGD/RVGLSXWDGRVR¿FLDOLVWDVVDOWDURQGHUDELD\FRPRHVWDEOHFtDHOUHJODPHQWR
de la Cámara de Diputados, tuvo que suspenderse la reunión. El reglamento dice que
en la siguiente reunión se le volverá a requerir que retire sus palabras. Esta vez la
siguiente reunión la convocaron a las pocas horas, no para otro día como se usaba,
me pidieron nuevamente que retire mis palabras y si no las retiraba me castigarían
con una suspensión de 30, 60 o 120 días. Respondí diciendo: en nombre de los
ocho periodistas asesinados en Uchuraccay y de las decenas de campesinos también
DVHVLQDGRV PH UDWL¿FR 1RHO HV DVHVLQR \ JHQRFLGD )XL VXVSHQGLGR FRQ OD SHQD
máxima de 120 días. Me rodearon los periodistas, les expliqué por qué había dicho
lo que dije y ninguno publicó una letra de lo que había dicho.
El general Noel fue jefe del comando político militar de Ayacucho cuando
ocurrió la matanza de ocho periodistas en Uchuraccay. La Comisión de la Verdad no
investigo el caso, pues «ya fue investigado por la Comisión Vargas Llosa». Vargas
Llosa fue encargado por Belaúnde para encubrir al Ejército. Dijo que los comuneros
los habían matado, lo cual es falso, pues se encontraron los cadáveres en bolsas de
polietileno, lo cual no es costumbre indígena. El juez Willy Ayala Calle ordenó la
detención de Noel por secuestro, tortura y desaparición de 53 personas. En el cuartel
Los Cabitos se encontró un horno construido como crematorio de los asesinados. En
el colegio de Umasi, por orden de Noel, mataron a 54 personas, entre profesores y
una mayoría de niños y niñas. Previamente, violaron a las profesoras y a las niñas,
Noel eludió a la justicia viniendo a Lima y murió el 4 de marzo del 2005 estando
con orden de captura.
No me preocupé luego que me suspendieron. ¿De qué va a vivir?, me preguntaban.
He sido campesino, pero no me voy a poner a sembrar en el Campo de Marte; he sido
obrero, pero ahora ninguna industria me va a dar trabajo; si antes he vendido café
molido, algo de eso haré, dije. Un periódico chicha publicó un titular: Hugo Blanco
no pateará latas, venderá café molido. Me dio rabia porque ningún periódico dijo
nada de lo que declaré. Después, pensé: Bueno, si me pongo a vender café molido
voy a ser el ambulante más publicitado del Perú. Antes yo había trabajado con los
cafetaleros de la Central de Cooperativas Cafetaleras de La Convención (COCLA).
Busqué a los compañeros, pero no los encontré, parece que esa central ya no tenía
XQDR¿FLQDHQ/LPD%XVTXpDORVGH&DIp3HU~TXHWHQtDQXQORFDOHQODDYHQLGD
Brasil. Compañero Blanco, ¿cómo está? Quisiera pedir un favor: ¿podrían darme a
consignación café molido para vender? Esta es una cooperativa, el lunes próximo se
reúne la directiva y seguramente aceptarán su pedido. Mientras tanto, me regalaron
dos paquetes de bolsitas de café molido. Al llegar a mi casa preparé el café: ¡era
delicioso! En un maletín metí los dos paquetitos. Me llevé las bolsitas, me instalé
en las afueras del Mercado Central, donde los ambulantes estaban aún permitidos,
y me puse a vender ahí el café molido. La gente, por novelera, me compraba: ¡Ay,
Hugo Blanco vendiendo café molido! En la tarde volví a la cooperativa y les dije:
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(QORVIULJRUt¿FRVGH$UJHQWLQD
(Q$UJHQWLQD WUDEDMp HQ HO IULJRUt¿FR 6ZLIW TXH WHQtD GLH] PLO REUHURV \ OXHJR
en Armour, que tenía cinco mil obreros. En Swift trabajé en la sección «Retores».
La carne se metía ligeramente sancochada a las latas de conserva. En la sección
retores terminaban de cocerse, ya enlatadas. Había retores, ollas a presión de tres
o cuatro metros de largo con la boca a un lado. Ahí se metían las bandejas de latas
de conserva y se las cerraba herméticamente. Luego se soltaba agua a las ollas y
se hervía. Después se desaguaba poco a poco, se abría la tapa lateral, se sacaban
las bandejas y se las llevaba para volcarlas a una máquina donde se deslizaban
y en el extremo había obreras que las ponían en canales que las llevaban para
que otras obreras las pongan en cajas que eran conducidas a otra sección, la de
etiquetado. Yo trabajaba levantando la bandeja con otro compañero y metiéndola a
un compartimiento, el cual era volteado para que las conservas cayeran. En Armour
trabajé en la sección «Camarita», que era una sección fría, pero no tanto como la
cámara fría. Ahí, mi tarea consistía en esparcir la carne picada que corría y pasaba
a otra sección donde sería precocida y enlatada. Me tocó la mala suerte de trabajar
en invierno en «Retores» y en verano en «Camarita». La transición del calor al frío
me hizo daño a los pulmones y por eso tuve un foco neumónico, hasta ahora sufro
de los bronquios.
En El Frontón
Aprendí a pirograbar en la cárcel de El Frontón, y preso en Arequipa aprendí también
a hacer camioncitos de juguete con la madera de las cajas de fruta. Los camioncitos
los vendía la mamá de Jorge Tamayo, no me acuerdo ya de su nombre. (Jorge era
un estudiante universitario que estaba preso en Lima por haber participado en un
asalto de banco. Luego fue a estudiar a la Unión Soviética, y ahora es ingeniero en
Arequipa). Ella trabajaba en el mercado, vendía mis camioncitos y me atendía muy
bien. Por eso tengo recuerdos muy gratos de esa señora que me atendió bien en la
cárcel de Arequipa. En El Frontón trabajé haciendo impresión de malla (serigrafía),
usando un bastidor de seda. Se cubren algunas partes, se pasa pintura con una paleta,
se pasa la pintura por las partes no cubiertas. Cuando seca, se realiza el mismo
procedimiento con otro color. Hice tarjetas —como dije en un papel anterior—
sobre mis trabajos, hice ese trabajo como obrero en la fábrica Print, con los dibujos
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VIDA Y HUELLAS DE HUGO BLANCO
originales que me daba mi hermano Óscar, que era un caricaturista muy bueno.
El caricaturizó cuestiones indígenas como un cóndor con su chullo, un indiecito
jalando su llamita diciéndole lisuras a la llama porque no quería avanzar, una cholita
con su rueca de hilar, etc. Óscar era el artista y yo el artesano.
3LURJUDEDU HV TXHPDU OD PDGHUD FRQ XQ ¿HUUR FDOHQWDGR FRQ HOHFWULFLGDG
siguiendo el dibujo hecho previamente en la madera. Para que resulte el color negro
se pasa lentamente, para que sea tenue se pasa rápidamente. Aprendí a pirograbar
porque no quería pasar rancho; es decir, comer el rancho de la cárcel, para eso había
que hacer una cola larga. Los guardias abusivos pegaban a los presos en esas largas
colas. Pensé que si alguna vez me pegaba un guardia, yo le iba a pegar también y
para no tener problemas, prefería no sacar el rancho. El tiempo de sacar rancho lo
usaba en pirograbar. Se las daba a mis visitas para que las vendan. Veré si tengo
algunas.
Un compañero era el carpintero, yo hacía el pirograbado principal, Eduardo
Creus hacía el pirograbado complementario y laqueaba. Hacíamos cuadros, cofres,
costureros, llaveros y otras cosas. A los cofres, Creus les ponía cojín. La madera que
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usábamos era uculmano. En Suecia, la madera apta que encontré fue el Bjork, creo
que es abeto.
Con el dinero que obtenía por pirograbar pagaba el restaurante en El Frontón.
En El Frontón algunos de los presos con privilegios tenían restaurantes privados.
Me gustó pirograbar.
En Lima
En Lima entré a una «estampería Print». En realidad, era una sección de una fábrica
WH[WLOSHURSDUDTXHQRQRVVLQGLFDOLFHPRV¿JXUDEDFRPRRWUDIiEULFD([WHQGtDPRV
la tela sobre una mesa encerada que tenía carriles a los costados, por ellas un obrero
llevaba un bastidor con pintura, lo asentaba sobre la tela y pasaba una franja de
goma mediante unos mangos para extender la pintura. Bajaba el bastidor en forma
intercalada, luego volvía a pasar imprimiendo entre los sectores ya pintados que
habían secado. Luego, otros obreros levantaban la tela y la sostenían con palos
transversales. Se repetía la operación con otros colores. Es lo que se llama impresión
de malla o silk screen.
Luego de salir de la fábrica Print trabajé en una fábrica metalúrgica como pulidor.
Pulía piezas de bronce, primero con una rueda de tela que tenía adherido polvo de
esmeril, luego con rueda de tela con pasta que sacaba brillo. Usaba máscara.
En la cárcel de Arequipa
En la cárcel de Arequipa trabajé fabricando camioncitos de juguete con madera de
cajones de fruta. También hice un portarretrato, en una de las caras estaba José Martí
y en la otra el padre Las Casas. El portarretrato tenía la forma de isla, no sé si de Cuba
o de La Española (Haití y Santo Domingo), y los vidrios con la foto de José Martí y
el padre Las Casas estaban entre dos palmeras. En la isla había un compartimiento
donde había un pequeño libro. En él, estaba escrito con letras diminutas el artículo
que hizo Martí sobre el padre Las Casas. Lo hice para regalarle a mi mamá. Ella era
católica; yo, revolucionario. Sentí que el artículo escrito por Martí en favor del padre
Las Casas nos unía. También hice una pequeña casita de dos pisos con sus muebles
para mi hija Carmen. Hace pocos años, una mujer en el Cusco me dijo que cuando
era niña sentía envidia de Carmen, que tenía un papá preso que le hacía cosas. Otra
cosa que trabajaba en Arequipa eran correas tejidas con hilo plástico.
Un poco de todo
Mi vocación era la de vendedor ambulante. También trabajé en construcción civil
con pala y pico. Quería entrar a una fábrica metalúrgica, pero no querían peones no
FDOL¿FDGRVHQHOODVTXHUtDQWRUQHURVRVROGDGRUHV
De niño trabajaba la tierra con los campesinos. Cuando repetí el cuarto de
secundaria en el colegio nocturno, tenía un compañero de clase que me daba
mercadería, ollas, platos, linternas y otras cosas. Aprovechaba mis caminatas a
Huanoquite para vender en los pueblitos del camino y en Huanoquite.
Un amigo me consiguió trabajo en la fábrica de aceite Friol, donde trabajé
limpiando máquinas. No me quedé porque tuve que huir al Cusco.
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La educación política que yo había recibido era que debía hacer lo que la gente
quería, respetando la democracia, que nosotros debíamos tratar de impulsar el
movimiento de masas esperando que la realidad enseñara a la gente que el camino
legal tenía sus límites. […] mi intención al trabajar con ellos [los campesinos] era
participar con ellos y que avanzaran un paso más, después de este paso, otro paso
más y otro paso más. No creo yo en las vanguardias que muestran con su acción
aislada lo que la gente debe hacer.
En La Convención trabajé la tierra como campesino: plantando café, coca
(se siembra en almácigos y luego se trasplanta), para producir yuca se entierra un
pedazo de tallo. El qoreo o deshierbe se hace con una herramienta parecida a la
hoz, khituchiXQDFXUYDPHWiOLFDFRQXQERUGHD¿ODGRHLQFOLQDGR(VDSWRSDUDHO
WUDEDMRHQFHMDGHVHOYDGRQGHODWLHUUDHVÀRMD6HFRPLHQ]DHOTRUHRDEDMR\VH
termina arriba. En la ceja de selva del Cusco el café se cosecha desgranando los
frutos maduros y metiéndolos en una manta al costado del cuerpo. En otras zonas
se deposita en una canastilla delante del cuerpo. La cosecha de café, coca, cacao,
té, se llama palla (recoger). Luego, el producto acumulado matu se mete a una
despulpadora. Antes de ahí pasaba a un cernidor encima de la poza, donde había que
frotar para que los granos caigan. Luego de remojado el grano y lavada la baba, se
extiende en una planicie empedrada matucarcha para que seque con el sol.
La coca también se extiende en esa planicie para que seque. La forma de cosechar
la coca es ajustar los dedos sobre una ramita, correr la mano, ajustarla hacia arriba y
FXDQGRVHOOHJDDODJXtDDÀRMDUODPDQRSDUDQRDUUDQFDUODJXtDDQWHVGHODQRFKH
se recoge el café o la coca y al día siguiente se vuelve a extender.
&XDQGRUHJUHVpGH0p[LFRWUDWpGHLQÀXLUHQHOFDPSHVLQDGRGH/D&RQYHQFLyQ
para que diera valor agregado a su producto, luego de cosechar tostaba el café al
estilo cusqueño (con cebolla y cáscara de naranja) lo molía, lo embolsaba y lo
vendía. Algunas veces lleve a ferias, a ellas llevaba café preparados con termos, lo
servía en pequeños vasitos de plástico y daba gratis a la gente que probaba. Como
era buen café, cada cinco que probaban, me compraba uno.
Cuando volví del primer exilio, la Central de Cooperativas de La Convención
y Lares (COCLA) colaboró conmigo dándome café molido para que lo vendiera. Iba
casa por casa ofreciendo y también los amigos me compraban.
Estando en Cusco tuve una temporada muy agitada porque estuve en la
comunidad de Pampawaylla, a la que llevaba turistas suecos. La compañía que
organizaba los viajes pagaba a la comunidad, no a cada persona sino a la comunidad
en conjunto. Los comuneros tenían que hablar de sus cuentas y decidir en qué iban
a gastar su dinero. Todos quisieron que yo me quede para ayudarlos.
Cuando salí de la prisión, viví del dinero que me mandaban los compañeros
del Socialist Workers Party (SWP) por la venta de los derechos para imprimir a la
editorial mexicana Siglo XXI\SRUORVGHUHFKRVD3DWK¿QGHUSRUODHGLFLyQHQLQJOpV
Cuando me mandaron a México, me dieron trabajo como profesor de quechua
en la Escuela de Antropología.
El mes que estuve libre en Argentina trabajé como redactor en la revista Palabra
Obrera de la sección argentina del POR.
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DIEZ. DE CAMPESINOS-TIERRA O MUERTE A INDÍGENAS-AGUA O MUERTE.
DEFENSA DEL PLANETA Y DE LA ESPECIE HUMANA
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mismos derechos que los fundadores, o sea, hay una horizontalidad ejemplar. En
cuanto a la revolución árabe que ha saltado a España y Estados Unidos, me alegra
porque ahí están reviviendo los principios indígenas al decir: Aquí no hay dirigentes,
aquí mandamos todos. Lo mismo ocurrió en el movimiento del 15M en España
y también en el movimiento de los Okupa del Wall Street. En esos movimientos
comienza a surgir y resurgir la solidaridad humana; por ejemplo, en el 15M había
gente ocupada de los niños, de los alimentos, de la biblioteca, gente ocupada en
traducir a los sordomudos, etc. Había muchos carteles en los que se decía «Tú me
importas mucho», o sea, era visible el interés por el otro.
También me ha puesto optimista ver que en Grecia los trabajadores de un
hospital han tomado el hospital y han comenzado a atender gratis a la gente; también
los empleados de electricidad, a quienes les ordenaban que corten la electricidad a
los que no habían pagado, cuando se declararon en huelga comenzaron a conectar la
electricidad a todos a quienes habían desconectado. O sea, a todos los que no pagaron
les están volviendo a conectar la luz. Esa solidaridad humana me pone optimista
porque volver a la ética indígena no es volver a la vida primitiva. Los técnicos y los
FLHQWt¿FRVDKRUDHVWiQDOVHUYLFLRGHODVPXOWLQDFLRQDOHVSHURVLHOUHFXSHUDHO
SRGHUORVWpFQLFRV\ORVFLHQWt¿FRVHVWDUiQDOVHUYLFLRGHODKXPDQLGDG(OORVQRV
dirán de qué adelantos de la civilización podemos seguir disfrutando sin poner en
peligro la continuidad de la especie y de qué adelantos no. Por eso es que los pueblos
indígenas son cada vez más importantes, y hay menos gente que se avergüenza
de apellidar Huamán y se siente orgullosa de tener ese apellido. Está subiendo el
espíritu indígena en todo el mundo.
En la Marcha por el Agua no han estado presentes las centrales campesinas.
CONACAMI hizo un llamado a la Marcha del Agua, y hubo cuatro cusqueños con sus
banderitas de CONACAMI y nada más. En el exterior se creía que la marcha había
sido organizada por CONACAMI, pero no fue así. De la CNA no apareció nadie, me
dijeron que de la CCP estaban tal fulano y tal fulano, pero no hubo la presencia
orgánica de ninguna organización campesina nacional. En la Coordinadora Regional
Indígena del Cauca, organización colombiana, creían que era la Coordinadora
Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI) —de la cual es parte la CONACAMI— la
que estaba organizando la marcha, porque ellos trataron de aparecer como si fueran
los organizadores. Patria Roja estuvo muy débilmente porque Goyo Santos se había
ido al Sur.
El padre Arana me invitó a participar en la marcha. Le dije que no podría estar
desde el comienzo porque tenía una asamblea de la Federación Departamental de
Campesinos del Cusco. Encuéntranos donde puedas, me dijo. Los encontré ahí donde
se une la carretera que baja de Cajamarca con la Panamericana. Los compañeros me
ayudaban a cargar mi mochila, que iba por supuesto con «merca», o sea con folletos,
ejemplares de Lucha Indígena y polos. En alguna parte me pidieron que hable o
me entrevistaban los periodistas. No hubo ningún recelo, ninguna objeción a mi
presencia; por el contrario, estaban contentos que yo esté y también en los lugares
donde llegábamos. A quien no le gustó, ni le gusta mi presencia, es a la derecha,
por supuesto. Sus periodistas dijeron: Están aquí [en la marcha] un exguerrillero
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
puedan ir a cualquier parte del Perú para que las bases sepan lo importantes que son
para para que los dirigentes sean cada vez menos dirigentes y que quienes dirijan
sean las bases. Entonces, en ese sentido, pienso colaborar con Celendín, ya les he
dicho entonces: Vamos a hacer eso: impulsar la democratización, porque para mí
la Marcha del Agua ha sido la más importante que he visto en mi vida. Es mucho
más importante que lo ocurrido en La Convención, porque aunque no llegó a la
autodefensa armada ni nada de eso, lo de La Convención fue un movimiento local,
luego fue un movimiento extendido a nivel nacional, pero estaba desperdigado. Lo
del ARI fue un movimiento electoral, la Marcha de los Cuatro Suyos también fue
un movimiento electoral, pero la Marcha del Agua no fue un movimiento electoral,
ha sido dirigida en realidad por los frentes de defensa y las rondas campesinas, los
organismos de base. Hubo gente que pertenece a un partido u otro partido, pero no se
puede decir que ningún partido haya hegemonizado la marcha, ni que hegemonice
ahora. He hecho una gira por Apurímac, invitado por el SUTEP de Andahuaylas, por
el SUTEP de Abancay. Sabemos que el SUTEP está manejado por Patria Roja, pero
estos SUTEP son anti-Patria Roja. Para ellos he dado charlas sobre el agua. Los de
Curahuasi se enteraron que yo estaba por ahí y me llamaron. Como puede verse,
se trata de un problema que interesa nacionalmente. También estoy muy ligado
con gente de Macrosur, que está ligada a lo que ocurre en la mina Tía María; en
realidad, fue toda la provincia de Islay, en Arequipa, la que expulsó a la empresa
Tía María. En estos días van a festejar el aniversario de esa expulsión, pero yo no
voy a poder ir. El Cochero Fernández irá. Estarán los de Tacna, los de Moquegua
y parece que también los de Cusco, más o menos si tienen plata, van. Últimamente
se han ligado con Puno. Se trata de un movimiento que está emergiendo en defensa
del agua en todo el país. Entonces, yo tengo esperanzas de que se organice más y
que se centralice más. Centralización no quiere decir que deje de ser una red; les
digo a los de Cajamarca: Ustedes deben impulsar la formación de la red. Dirigir no
HVORPLVPRTXHLPSXOVDU7DPELpQPH¿MRHQORTXHSDVDHQ$UJHQWLQDGRQGHKD\
asambleas del pueblo en todos los lugares que están luchando contra las minas; ellos
tienen una táctica que me parece superior a la de nosotros, porque allí bloquean a
los vehículos de las mineras solamente y a los otros vehículos que pasan por las
carreteras les dan propaganda, les dejan pasar y los saludan. Sus enfrentamientos
son solo con las empresas mineras, no hacen paros nacionales, solo bloqueos.
Últimamente han tenido una reunión nacional en Mendoza. Estas organizaciones
que están surgiendo ahora en la lucha por el agua también van a servir para otras
reivindicaciones. Creo que esas nuevas fuerzas son las que deben gobernar el país.
No confío que en las próximas elecciones haya un candidato que prometa y cumpla
sus promesas. El aparato estatal que tenemos, los poderes Judicial, Legislativo y
Ejecutivo, están todos armados para mantener nuestra situación colonial. Tenemos
que romper ese aparato y construir otra organización democrática que no surgirá de
frentes dirigidos por los partidos que conocemos.
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ONCE. RETRATO PERSONAL Y COSAS DEL QUERER
Necesito de muy poco dinero para vivir, no llevo la cuenta de lo que tengo o de lo que
no tengo. La gente cree que gano dinero del Parlamento, pero del Parlamento no he
recibido ni un centavo desde el golpe de Estado de Fujimori de 1992. El fujimorismo
no quiso darme ni siquiera el quinquenio que legalmente me correspondía. Hay
gente que se ha jubilado siendo parlamentaria, que llegó al Congreso con sueldos
de maestros y se jubilan con sueldos de congresistas. Es el caso de Tany Valer, por
ejemplo, pero yo no saco ni un centavo.
Carmen, mi hija mayor, me ha ayudado en algunas oportunidades. En Cusco
vivo en un cuarto alquilado que me cuesta 150 soles. Cuando vengo a Lima, me
alojo donde Claudine, una compañera francesa que vino a enseñar francés al colegio
Franco Peruano, que ya está jubilada y decidió quedarse en el Perú. Viajo siempre
por tierra de Lima a Cusco y de Cusco a Lima; por avión, si quienes me invitan me
pagan los pasajes. Claro que acepto si me pagan el pasaje en avión [ríe]. Cuando
me invitaron de Apurímac para la gira, no era por aire si no por tierra y, además, me
dieron dinero por la charla. Para ir a Cajamarca no me pagan el pasaje, pero eso voy
con mi dinero porque creo que es una lucha importante y que vale la pena atenderla.
Mi alimentación no me cuesta mucho porque en el Cusco la vida sigue siendo
barata si uno no es turista. Compro harina de cañiwa, harina de quiwicha y voy al
mercado de San Jerónimo, a donde cada domingo llegan alimentos producidos en
las comunidades campesinas. Pienso mucho en mi salud y me dedico mucho a ella:
no como carne roja ni tomates porque me hacen daño a las articulaciones. Cuando
estoy en Lima, como pollo, pero cuando estoy en el Cusco no como ni pollo porque
sé que está alimentado con maíz transgénico, salvo casos excepcionales, graves. No
voy al médico ni tomo medicinas de farmacia; como me interesa mi salud, me curo
con hierbas. Por haber sido víctima de la represión de Alan García en Pucallpa, unos
amigos consiguieron para mí un seguro de salud, pero hasta ahora no voy a atenderme.
Antes de vivir en Cusco, en un cuartito alquilado, vivía yo en un ambiente
dentro del local de la Federación de Campesinos del Cusco (FDCC). Viví ahí porque
de ese modo estaba a la mano cuando cualquier campesino me necesitaba para ir a
atenderlos en sus problemas en todas partes del Cusco. Ahí estuve varios años y no
salí por mi voluntad. Como Carlos Paredes fue derechizándose y corrompiéndose
cada vez más, quería que la FDCC ya no sirviera para el combate sino para enseñar el
riego por aspersión, hacer lombricultura y otras técnicas no indígenas de agricultura.
Pusieron candado a la puerta de calle y no me dieron la llave, lo que equivalía a
expulsarme. Él ordenó que me botaran y me botaron de ahí. Hubo una expulsión
disimulada, los dirigentes pusieron una reja en la puerta y como yo no tenía las
nuevas llaves, tuve que salir. No me defendí, ni se me ocurrió hacer una huelga de
hambre para quedarme.
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Cuando me echaron del local de la FDCC, tuve una ayuda extraordinaria de la que
incluso conté algo cuando me entrevistaron en la televisión. Un español, militante
—antiguo amigo mío, con quien había vivido en Francia cuando éramos misios—,
se dedicó después a hacer plata, e hizo plata. Me envió dinero cuando se enteró que
había perdido el cuarto en el que vivía dentro del local de la FDCC. Su giro fue un
respiro para mí y por eso pudo venir mi compañera desde México.
Nunca en mi vida he querido tener una casa, y menos propia para mí. Puedo
vivir en cualquier parte: he vivido en el monte, he vivido con el techo de las
estrellas, he vivido bajo la lluvia. En cualquier parte puedo acomodarme, he estado
en celdas junto con las ratas, en cualquier parte me acomodo para vivir. No hay
problema para mí.
En Cusco tengo solo una habitación con acceso a un baño colectivo. Tengo allí
las colecciones de Lucha Indígena que no se venden. Cuando mi hijo Bruno está en
Cusco, vive ahí; cuando después vino a verme Ana, mi mujer, tiró la mitad de las
cosas de mi cuarto a la basura, no porque fueran verdaderamente basura sino por
falta de espacio. No tengo una cocina, tampoco un refrigerador, sí tengo un hervidor
eléctrico de agua. Como mi hija María vive al lado y tiene su cocina, cuando quiero
cocinar algo me voy ahí, al lado, y cocino algo. Acostumbro hacer hervir agua para
preparar una mazamorra con harina de qiwicha, harina de cañihua, harina de quinua.
Eso es lo que como. En el desayuno como frutas, harina de coca y harinas de productos
andinos. Pan no compro, compro cuando encuentro un pan negro [integral], pero es
muy raro eso, porque hay pan que se disfraza de pan negro y no es. No como arroz,
WDPSRFRFRPR¿GHRV6tFRPRHODUUR]LQWHJUDO\HODUUR]EODQFRFXDQGRDFRPSDxD
a las menestras. Allá en Chaupimayo se decía con orgullo $UUXV¿GLXVWDPPLTXQL:
©&RPRDUUR]\¿GHRVª&XDQGRUHJUHVpDO3HU~\YLTXHHQFXDOTXLHUSXQDDKRUD
FRPHQ DUUR] \ ¿GHRV FRPHQFp KDFHU OD JXHUUD D HVR ©TXH QR PH JXVWD QR PH
JXVWDQRPHJXVWDªKDVWDTXHQRPHJXVWyQRSRUTXHHO¿GHRHVWDKHFKRSRUWULJR
transgénico yanqui de ALICORP [empresa de Dionisio Romero] y el arroz bueno no es
el arroz blanco. Sin la capa de vitamina B y todo eso, ese arroz es puro carbohidrato.
Me convencí, pues, a mí mismo. ALICORP trae trigo norteamericano subsidiado, si la
gran empresa agroindustrial norteamericana tiene que vender el trigo en US$ 100,
le regalan US$ 50, y si quiere exportar le regalan US$ 25 más. Ese trigo viene a
hacer competencia al triguero huanoquiteño, que no recibe subsidio de nadie. Por
eso en mi tierra el pan se hace con una mitad de trigo huanoquiteño y otra mitad con
ALICORP, lo que ha hecho descender tremendamente el nivel nutricional de la gente
porque la gente ahora ya no comprar la comida por su valor nutritivo ni por su sabor,
VLQR SRU VX SUHFLR &RPR FRPSUDU WDUZL HV FDUR OR TXH TXHGD HV FRPSUDU ¿GHRV
de ALICORP. Cuando yo estaba en Inglaterra, unos peruanos me dijeron que ellos
colaboran con el campesinado peruano porque compramos espárragos [ríe], o sea,
las multinacionales que producen espárragos en Perú hacen propaganda diciendo
que comprar espárragos es un modo de ayudar al campesino peruano. La legislación
que hay para el trabajador agrícola es mucho peor que para el trabajador urbano,
porque ahora casi ha desaparecido para favorecer la agroexportación, constituida
fundamentalmente por espárragos y alcachofas que chupan mucha agua y nos quitan
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GH¿HQGDORVLQWHUHVHVGHODJHQWH(VRGHODVRJDQRHVFLHUWRVHSXHGHIDOVL¿FDU
IRWRJUDItDVSHURQRKD\QLVLTXLHUDXQDIRWRJUDItDIDOVL¿FDGDHQODTXHHVWpFRQOD
soga. Algunos recuerdan que Hugo Blanco usaba soga en el Parlamento. Es lo único
que recuerdan de Hugo Blanco, porque la prensa insistió en eso y no sé por qué,
probablemente porque los serranos usamos chalina cuando hace frío y cuando hace
calor nos ponemos la chalina a la cintura. Tal vez haya sido por eso. Eso es lo que la
prensa decía, que no se baña, que usaba soga, que usaba ojotas. Lo de las ojotas era
cierto, porque sigo usando ojotas, creo que mis pies tienen derecho a respirar, pero
siempre he andado así, con blue jean. Me vestía y caminaba como ahora.
De joven, a mí no me gustaban los bailes porque en esa época yo dividía a la gen-
te entre gente a la que le gustaba los bailes y gente a la que le gustaba la revolución.
Así, mecánicamente. En el partido, en Argentina, el POR me hacían bailar a la fuerza,
me decían: Hay baile del partido. Bueno —decía yo—, voy a comprar la entrada, pero
no voy a ir. La militancia es también ir a los bailes, me replicaban. Iba al baile y me
sentaba. Las compañeras me sacaban a bailar y me desestabilizaron un poco. Des-
pués, volví a ser sectario antibaile, pero cuando estuve en Europa, de sectario antijara-
QDSDVpDSURMDUDQDSRUTXHtEDPRVDXQD¿HVWDFRPtDPRV\WRPiEDPRV¢$TXpKRUD
FRPLHQ]DOD¿HVWD"SUHJXQWDED\R<DWHUPLQy3XFKDSDUDPtHUDIUXVWUDQWHFRPR
latino entonces me volví projaranero. Por eso, en Estados Unidos puse la condición
GHTXHGHVSXpVGHODFKDUODKXELHUD¿HVWD7XYLHURQTXHKDFHU¿HVWDV'HVSXpVPH
dijeron: Verdad, compañero, hemos comprendido la importancia política de su propo-
VLFLyQSRUTXHHQODFKDUODKD\JHQWHTXHKDFHSUHJXQWDVSHUROXHJRHQOD¿HVWDKD-
EODPRVFDOPDGDPHQWHHQJUXSRV&UHtDQTXH\RKDEtDSHGLGRODV¿HVWDVSRUUD]RQHV
SROtWLFDV>UtH@&XDWURODWLQRVHQ(VWDGRV8QLGRVVRQVX¿FLHQWHVSDUDTXHVHDUPHOD
jarana: Cielito lindo, Guantanamera y otras canciones que sabe cualquier latino. Así
soporté yo la gira por cuarenta y ocho ciudades de Estados Unidos en muchos meses.
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me vine de México al Perú: Entiendo por qué te vas, pero yo soy el pagano.
Por supuesto, me duele, pero no obraría en otra forma si es que volviera
a hacerlo, porque para mí lo principal no son mis hijos, lo principal es la
continuidad de mi especie. Por eso le decía a Gunilla, la mamá de María:
Preocúpate tú de María, yo me voy a preocupar de mis bisnietos y mis
tataranietos, o sea para que sigan existiendo.
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DOCE. SALUD, FIN DEL CAMINO Y FUTURO DE LA ESPECIE HUMANA
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Captura de Internet
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del caso Conga él también los atendió muy bien. Yo sé que no es una pose sino que
él siente verdaderamente el problema y lo hace honestamente. Pagó la resonancia
magnética, por eso a Javier lo quiero mucho, le debo la vida.
En Lima, los médicos me dijeron: Se le ha reventado una vena y las aspirinas
que le dieron en Cusco para que circulara más la sangre han comprometido más su
situación. No era tampoco la culpa del médico porque así, a ciegas, ¿cómo podía
darme un diagnóstico acertado? Me dijeron que para curarme debían operarme,
hacerme tres agujeros, y que todo eso costaría algo así como siete mil dólares. ¿De
dónde iba yo a sacar ese dinero? No sé de dónde saqué plata para ir a México, me fui
a México. En México muchos amigos fueron solidarios conmigo. Aníbal Quijano y
Carmen Pimentel, su mujer, estaban en ese momento en México. Carmen estaba en
Cuernavaca, fue a visitarme y me dijo: Por cualquier cosa que necesites anda a tal
clínica en la ciudad de México, Aníbal ha conseguido el apoyo del gobernador López
Obrador. Me operaron, no me hicieron los tres agujeros que decían sino solo uno.
Pucha, los neurólogos amigos de Javier Diez Canseco en Estados Unidos decían que
eso era peor porque se me iba a desbalancear. Javier, preocupado, me obligó a ir a
Cuba. Tuve que pagar el pasaje de ida nomás, porque ya tenía un dinero que Javier
reunió de los congresistas de derecha y de muchos amigos míos en Lima. De Francia
también me llegó plata. Con eso tuve lo necesario para ir a Cuba junto con Ana, mi
compañera. En Cuba, los compañeros, por supuesto, no me cobraron nada por la
curación que me hicieron. Me tuvieron una semana. Entre otras cosas me hicieron un
examen de sida que yo no había pedido. Luego de los exámenes me dijeron que yo
no necesitaba una segunda operación, que lo poco de sangre que me quedaba en la
cabeza se reabsorbería.
Fue tanto el dinero que reunieron los amigos de todas partes que me alcanzó para
curarme. Los compañeros de Francia se portaron muy bien, ellos fueron los que más
dinero mandaron. De ese modo, me recuperé bien.
Gerardo Rénique y Marisol de la Cadena25 eran muy empeñosos y también una
amiga, hija de una amiga mía, para que yo vaya a Estados Unidos a curarme. Me
ayudaron a buscar la visa, pero no me la dieron. Fui a Estados Unidos en la gira
relatada de 1977, luego dos veces cuando era senador; la última vez, mencionada
ya, no pude ir, no quisieron darme la visa ni con invitaciones. Con Gerardo Rénique
tengo una relación de amistad muy estrecha. Hemos trabajado mucho en el caso de
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luchas de nuestros hermanos de Cajamarca.
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Rodrigo Montoya Rojas: El último tema tiene que ver con tu salud y el
futuro. Estás fuerte, viajas, vienes, vas a provincias y fuera del país, vuelves;
153
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Hugo Blanco:6pTXHYDDOOHJDUHVH¿QDO\QRPHSUHRFXSD&XDQGRPH
dicen que lucho por lo mismo de antes, yo les digo que no: antes luchaba
para una sociedad igualitaria, ahora lucho por algo más importante, que es
la supervivencia de mi especie. Verdaderamente me preocupa mucho la
supervivencia de mi especie, no me preocupa tanto la naturaleza, porque
yo sé que desaparecida esta especie depredadora ella se va a rehacer en una
forma o en otra.
La frase «El mundo comenzó sin nosotros los seres humanos y seguirá
siendo el mundo sin nosotros los seres humanos», de Lévi-Strauss, que citas,
Rodrigo, es muy cierta. Por eso es que no me preocupo tanto de la naturaleza;
como egoísta que soy, me preocupa más el futuro de nuestra especie. Yo sé
que la lucha de hoy es por la continuidad de la especie, creo que la especie
humana no va a durar cien años más si es que el 99% de la población mundial
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del capitalismo, el capitalismo va a terminar, pero no sabemos cómo va a
terminar. Quedan dos caminos: el primero es si el 99% le arrebata el poder,
y el otro, matándonos a todos, inclusive a ellos mismos, los capitalistas.
No hay mejor ocupación que dedicarse a la continuidad de nuestra especie.
Aun si estuviera inválido, serviré para esa causa, pero cuando ya no pueda
ser útil, les he encargado a mi compañera Ana y a mi hija María que no
PHPDQWHQJDQDJRQL]DQWHTXHFRUWHQFRQODYLGDDUWL¿FLDOTXHORVPpGLFRV
quieran imponerme.
154
SEGUNDA PARTE
ALGUNOS TEXTOS
DE HUGO BLANCO
Foto: Eulogio Nishiyama
Además del relato de su vida, pedí a Hugo Blanco que escogiera
algunos de los textos que escribió y publicó, que me ofreciera
cartas y fotos.
Por la extensión de este libro, he creído conveniente publicar los
textos, las dos cartas y el poema sin comentario alguno. Sus cartas
y el poema, enteramente inéditos, serán una fuente para examinar
sus ideas y acciones, y ver de más de cerca el mundo afectivo de
Hugo Blanco como una persona de carne y hueso, surgido de los
Andes peruanos.
159
UNO. CARTAS DE HUGO BLANCO CON JOSÉ MARÍA ARGUEDAS26
Así fue
Desde que conocí los escritos de José María Arguedas, me uní afectivamente a él. Su
compañera Sybila visitaba a Antonio Meza, un campesino, combatiente armado del
Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), del centro del país, preso en Lima.
Cuando lo trasladaron en 1969 a la isla prisión El Frontón, donde yo me encontraba,
continuó visitándolo. En El Frontón había compañeros que no tenían visitas, por lo
tanto habíamos decidido socializarlas; así nos conocimos con Sybila.
José María pensaba que yo era un importante dirigente de izquierda, con toda la
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yo era una persona común y corriente. Él decidió obsequiarme su novela Todas las
sangres y como dedicatoria le puso algunas palabras en castellano. Sybila me dijo
que pensaba poner algo en quechua, pero se contuvo.
Ese fue el motivo que me llevó a escribirle en quechua, él se emocionó y me
respondió, también en quechua. Por intermedio de Sybila, me pidió permiso para
traducir ambas cartas y publicarlas, le respondí que, aunque al escribirlas no pensé
en eso sino en volcar lo que había en mi pecho, no tenía ningún inconveniente en
hacerlo público. Asimismo, me pidió permiso para visitarme; yo consideré, como le
digo en la segunda carta, que una fugaz visita en El Frontón no sería satisfactoria
para el gran cariño que le tenía, Sybila se lo dijo. Comprenderán cuánto me pesa
esa respuesta mía. Recibió mi segunda carta y dijo: «La leeré el lunes»; se mató el
viernes. Sybila me pidió que tradujera esa segunda carta.
Como verán, las palabras tayta y taytay yo las traduzco por «padre» y «padre
PtRª pO VH QLHJD D WUDGXFLUODV SRUTXH FRQVLGHUD TXH DO KDFHUOR QR UHÀHMDQ HO
profundo sentido que tienen en nuestro idioma; misti es el «no-indio», incluyendo al
mestizo que se cree blanco; maqt’as somos los llamados «indios» con pluralización
castellana; wakchas son los pobres con la misma pluralización; hallpando viene del
verbo quechua hallpayTXHVLJQL¿FD©FRTXHDUªTXHQRHVSUHFLVDPHQWH©PDVWLFDUª
acá tiene el gerundio castellano.
En la segunda carta aludo a una que mandé «A los revolucionarios poetas, a los
poetas revolucionarios», que entregué a la compañera Rosa Alarco y ella la envió a
una revista en el Perú, también la publicó en el periódico Marcha del Uruguay, cuyo
26 «Este maravilloso intercambio epistolar con el escritor José María Arguedas se produjo
en noviembre de 1969, cuando Hugo Blanco, ya condenado por su participación en la
lucha campesina, estuvo preso en la isla penal de El Frontón. Arguedas solo contestó a la
primera carta; días después de recibir la segunda, se quitó la vida» (Nota de los editores
del libro de Hugo Blanco Nosotros los indios [2010]). Las cartas fueron tomadas del
citado libro de Hugo Blanco, pp. 29-41.
161
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
jefe de redacción era Eduardo Galeano. Naturalmente que estoy de acuerdo con que
si un poeta quiere cantar a la rosa, lo haga. Pero lo que me extrañaba era que los
poetas «revolucionarios» cantaran a la «revolución» en abstracto, o a los grandes
GLULJHQWHV UHYROXFLRQDULRV PXQGLDOHV \ QR VH ¿MDUDQ HQ OD OXFKD FRWLGLDQD GH PL
pueblo, que día a día forjaba bellos poemas que no encontraban poeta; por eso pedía
con desesperación que Vallejo resucitara, pues él cantaba a gente anónima como
Pedro Rojas o Ramón Collar, cantaba a «Málaga sin padre ni madre», al «padre
polvo» de los escombros de Durango.
Los «heraldos verdes», mencionados en el cuento, son una paráfrasis de los
«heraldos negros que nos manda la muerte» de César Vallejo.
162
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
Mis punas empiezan a llegar a mí con todo su silencio, con su dolor que no
llora, apretándose al pecho, apretándolo. O bien cuando me recuerdas las pequeñas
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cantaran. ¡Cuántas veces he pensado en ti cuando me he sentido con estos recuerdos!
Cuánta alegría habrías tenido al vernos bajar de todas las punas y entrar al Cusco,
sin agacharnos, sin humillarnos, y gritando calle por calle «¡Que mueran todos
los gamonales! ¡Que vivan los hombres que trabajan!». Al oír nuestro grito, los
«blanquitos», como si hubieran visto fantasmas, se metían en sus huecos, igual que
pericotes. Desde la puerta misma de la catedral, con un altoparlante, les hicimos oír
todo cuanto hay, la verdad misma, lo que jamás oyeron en castellano; se lo dijimos
en quechua. Se lo hicieron oír los propios maqt’as, esos que no saben leer, que
no saben escribir, pero sí saben luchar y saben trabajar. Y casi hicieron estallar la
Plaza de Armas esos maqt’as emponchados. Pero ha de volver el día, taytáy, y no
solamente como aquél que te cuento, sino más grande. Días más grandes llegarán;
tú has de verlos. Muy claramente están anunciados. Aquí nomás concluyo, taytáy,
porque si no, no he de terminar de escribir nunca. He de resentirme si no envías eso
que escribiste para mí.
Hasta que nos encontremos, tayta. No te olvides, pues, de mí.
Hugo Blanco
163
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
164
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
alcanza distancias que no podemos calcular, que llega más lejos que la luz del sol.
Ellos, oye Hugo, me criaron, amándome mucho, porque viéndome que era hijo de
misti, veían que me trataban con menosprecio, como a indio. En nombre de ellos,
recordándolos en mi propia carne, escribí lo que he escrito, aprendí todo lo que he
aprendido y hecho, venciendo barreras que a veces parecían invencibles. Conocí el
mundo. Y tú también, creo que en nombre de runas semejantes a ellos dos, sabes ser
hermano del que sabe ser hermano, semejante a tu semejante, el que sabe amar.
¿Hasta cuándo y hasta dónde he de escribirte? Ya no podrás olvidarme, aunque
la muerte me agarre, oye, hombre peruano, fuerte como nuestras montañas donde la
nieve no se derrite, a quien la cárcel fortalece como a piedra y como a paloma. He
aquí que te he escrito, feliz, en medio de la gran sombra de mis mortales dolencias. A
nosotros no nos alcanza la tristeza de los mistis, de los egoístas; nos llega la tristeza
fuerte del pueblo, del mundo, de quienes conocen y sienten el amanecer. Así la
muerte y la tristeza no son ni morir ni sufrir. ¿No es verdad, hermano?
Recibe mi corazón
José María
165
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Conozco bien tu corazón, padre, aun antes de que me escribieras. Como te digo, al
igual que en agua cristalina se ve tu corazón a través de tus escritos. No sé qué verán
los mistis en ellos; y para que les digan: «Ese es un buen crítico» hablan una u otra
cosa. Es imposible que ellos vean tu corazón aunque se los estés mostrando. El misti es
misti, padre. En cuanto a ser buenas personas, algunas son realmente buenas personas,
no les estoy insultando. Pero tu corazón, solo tus congéneres indios lo vemos bien. Los
mistis, aun siendo buenas personas, para eso, son ciegos que miran. Ellos no sollozan
temblorosos como nosotros al leer tus escritos. Imposible, padre, el misti es misti.
Padre mío, algo tenía que decirte; quizá cuando hablé de los poetas habrás
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manera. ¿Acaso en tu novela Los ríos profundos no relatas de forma encantadora lo
de nuestra madre chichera? ¿Acaso leyendo esas cosas no llegué a llorar en silencio
en mi rincón de la cárcel de Arequipa? ¿Y así iba a decir de ti: «No habla de la lucha
del hombre común»? Y no solo eso, padre. A ti, ya estando en la cárcel de Arequipa,
te conocí bien. Y al conocerte dije: «¡Ya está, carajo, ahora el mismo indio está
hablando!». Así te miré. Pero desde antes, desde mi infancia respeté a los señores
mistis cuando escribían a favor del indio. Por eso, aunque son mistis, mucho respeto
a esos señores: Clorinda Matto, Ciro Alegría, Jorge Icaza, Enrique López Albújar.
Esos señores pusieron la semilla en mi corazón cuando solo era un muchacho, ellos
también ayudaron para que mi sangre hirviera, me hicieron ver lo que no veía.
Además, por eso respeto a mi hermano, él me hizo conocer lo que escribieron esos
señores, él mismo escribió un poco en su juventud.
Por esa experiencia mía, te digo, padre: lo que escribes no es solo para mostrar a
los no-indios de todas las naciones que nosotros somos gentes; no es solo eso, padre.
Ablanda el corazón de nuestro propio pueblo, lo despierta. Claro que tú todavía no ves
a dónde llega la semilla que derramas. Quién sabe en qué jóvenes corazones se está
regando hermosamente esta semilla. Así como Ciro Alegría, Icaza, no supieron que en
mi corazón yo regaba su semilla. Ellos, siendo mistis, sembraron bien para que madure
así en lucha. ¿Y así no iba a madurar en forma preciosa lo que como indio siembras?
Para que veas que tengo la raíz del propio hombre, la raíz brotada de nuestra pro-
pia tierra, te envío este relato que hago de mi padre Lorenzo. Eso no es cuento, padre;
ahí estoy relatando lo realmente sucedido, también los nombres son verdaderos.
Desde hace tiempo quería relatar acerca de ese gran hombre, para que todos
vieran la fuerza de nuestra raíz india. Solo tiempo me faltaba para hacer eso. Pero
ahora, al enterarme que estás enfermo, dije: «De una vez lo haré, para enviarlo a mi
padre José María; para que por lo menos con eso se alegre en su enfermedad, para
que se alegre con nuestra triste alegría». Diciendo esto, padre, lo hice rápido, y ahora
te lo estoy enviando con todo mi corazón.
Hasta otro día, padre, sangre de mi sangre, pena de mi pena, alegría de mi
alegría. Si solo fuese por mí, jamás acabaría esta carta, cuando tantas cosas tengo
que decirte.
Hasta otro día padre,
Hugo Blanco
166
DOS. UN RELATO: «EL MAESTRO»27
A las hojas de una mostaza silvestre sancochadas llamamos yuyu hauch’a. Nos gusta
mucho, a pesar de que evoca la muerte en su causa más extendida y silenciada: el
hambre.
Cuando viene el hambre, devora habas, maíz, papas, chuño (papa helada
y deshidratada); no deja nada al indio... más que esas hojas, ya sin manteca, sin
cebolla, sin ajos, hasta sin sal. Después de esas y esas hojas, viene la muerte, son
sus «heraldos verdes». Viene la muerte con diferentes seudónimos en castellano y
en quechua: tuberculosis, anemia perniciosa, neumonía, pujiu (manantial), wayra
(viento), layqa (brujería). Se le llama por sus seudónimos porque su verdadero
nombre es mala palabra: hambre.
Pero el yuyu hauch’a no tiene la culpa de esto, por eso nos gusta tanto. No digo
que sea rico, yo no entiendo de esas cosas; ya me equivoqué con el chuño, yo decía
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nos gusta mucho, aunque nos recuerde las hambrunas. Esas hambrunas en las que a
veces los gringos (¡tan buenitos ellos!) nos mandan de limosna maíz con gorgojo y
«leche» en polvo; que llegan a la parroquia, a la alcaldía o a la gobernación, y de allí
pasan a servir de alimento a los chanchos de los hacendados.
Yo no pido que nos repartan esa limosna, yo exijo que nos devuelvan lo nuestro
para que no haya hambrunas. Fue mi primo hermano, Zenón Galdos, quien pidió que
se repartiera; le costó caro; por exigir eso, el señor Araujo, alcalde de Huanoquite, lo
mató de un balazo. El señor Araujo no está preso, es de buena familia.
Un domingo de mil novecientos cuarenta y tantos, saboreando mi ración de
yuyu hauch’a, conversaba con la campesina que lo vendía, sentada en el barro del
mercado de San Jerónimo, Cusco. Conversábamos el tema del día: los temblores.
Ella me explicó su origen: eran enviados como castigo porque los indios del ayllu se
levantaron contra los padres dominicos de la hacienda «Pata-Pata».
Así lo manifestó el señor cura durante la misa de esa mañana: «El demonio no
ha muerto, está en el hospital del Cusco». El señor cura no dijo que la muerte del
‘demonio’ era la condición para que cesen los temblores, la campesina lo entendió
así por su cuenta.
—¿Morirá?
—Seguro, está muy mal dicen, por su culpa todo esto...
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al ‘demonio’.
27 Este texto fue enviado a José María Arguedas adjunto a la carta precedente, cuatro días
antes del balazo que acabó con su vida. Lo que se conoce es que la carta fue recibida y
no leída, o leída a medias. Enviado por Hugo Blanco como un anexo a una de sus cartas
a José María Arguedas, tomado del libro Nosotros los indios (2010), pp. 42-46.
167
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Pero su cara, su voz, el barro en que estaba sentada, el yuyu hauch’a, su corazón:
todo eso era de tierra, de tierra como el ‘demonio’ que estaba en el hospital, de tierra
que gritaba silenciosamente su desesperado anhelo de que el ‘demonio’ se salvara.
Y se salvó nomás Lorenzo Chamorro... Se salvó a medias porque quedó inválido.
El médico le dijo: «Solo un indio como tú puede estar vivo con seis agujeros en las
tripas; lo que te fregó es que la bala te afectó la columna vertebral».
Y así lo conocí tiempo después, ya en su rincón: lagañas, mugre, muletas,
poncho grande, voz vibrante, ojos fuego.
Lo miré y supe que era verdad que producía temblores: mi sangre temblaba, mis
siglos temblaban cuando me acerqué a abrazarlo.
—Tayta, cuéntame.
Y me dijo cosas que ya sabía: que la hacienda «Pata-Pata» de los dominicos
continuaba arrebatando tierras a la comunidad, que la comunidad tenía títulos
de propiedad, que la justicia no llegaba nunca, que los campesinos organizaron
sindicato, que él era el secretario general, que quisieron sobornarlo, que no cedió;
que lo amenazaron, que no cedió; que cuando estaban trabajando las tierras en litigio
vinieron el prior del Convento de Santo Domingo y sus matones; que, como los
matones no lo conocían, el prior lo señaló «con la misma mano que consagra al
Santísimo», que entonces recibió los balazos de uno de los matones.
—Todos mis compañeros corrieron a atenderme; yo les decía: «¡No!, ¡déjenme!
¡Agárrenlo a él!, ¡Agárrenlo...!» y ¡ahí nomás me desmayé!
No hubo cárcel para los heridores del indio, ni indemnización para el indio
herido; se sobreentiende; estamos en el Perú.
Los campesinos temían ir a visitarle en su rincón de inválido, era peligroso...
comprometedor... Pero las campesinas iban... «solo a visitar a su mujer»... hasta que
el señor cura se enteró y tuvo que explicar desde el pulpito:
—Hijos míos, el Señor ha perdonado a este pueblo pero ustedes abusan de su
bondad, vuestras mujeres siguen visitando la casa del demonio. ¡Va a caer lluvia de
fuego sobre San Jerónimo!
Las campesinas evitaron la lluvia de fuego, dejaron de ir donde la mujer de
Chamorro.
—Mi hijo mayor lloraba mucho tocando su guitarra, de pena se ha muerto.
Yo seguí visitándolo, en busca de la lluvia de fuego, la sentía, escuchando
relatos desconocidos.
—¿Conoces el cerro Picol?
—Si, tayta, desde el Cusco se ve; también desde el camino a Paruro; desde bien
lejos se ve ese cerro.
—Eso también querían quitarnos. Mandaron guardias a caballo. Nosotros
estábamos preparados.
Los guardias no se dieron cuenta de que el camino se contorsionaba para
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erizados de espinas amenazándolos; no notaron el odio de las piedras, de los guijarros;
no comprendieron que si la gran herida roja del cerro tomaba color humano, era por
la cólera, la santa cólera de ver guardias donde solo debía haber hombres.
168
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
De pronto, algunas piedras se movieron, no eran piedras, eran indios honderos como
los de antes, como los indios de siempre, con las hondas de siempre. Las hondas de las
huestes de Thupaq Amaru, las hondas que lanzan el grito de rebelión. «¡Warak’as!».
Pero esta vez los proyectiles no eran las piedras indias... ¡Dinamita!
Se atascó el cerebro de los guardias; antes de que se dieran cuenta de lo que
sucedía, los caballos estaban en dos patas y ellos en cuatro; corriendo ladera abajo
en medio de explosiones, sin hacer caso a los brazos feroces de p’atakiska que
fácilmente se desprenden del cuerpo de la planta y difícilmente del cuerpo de la
gente o de las bestias.
—No regresaron más. Así hay que pelear, aprende, con warak’a y con dinamita;
con las mañas de los indios y con las mañas de los mistis; hay que conocer bien lo
de nosotros y lo de ellos.
—Sí tayta... hay que conocer bien lo de nosotros y lo de ellos para pelear mejor.
Y las lecciones continuaban:
—Toca mi cabeza en esta parte. ¿Qué hay?
—Hueco tayta, no hay hueso, hueco nomás hay.
—Te voy a contar de ese hueco. Eso fue en Oropeza. Los indios estábamos
en pleito con el hacendado. Él se consiguió compadres, nosotros nos cuidábamos.
3HURXQDYH]WXYLPRV¿HVWD\QRVHVWiEDPRVHPERUUDFKDQGRHQHVROOHJDURQORV
compadres del hacendado queriendo matarnos a palos.
Los antiguos contendientes, los de siempre, los de siglos, los de toda la tierra: de
un lado, «los compadres del hacendado», mezcla de bestias y máquinas, como todo
aquel que combate para el amo, sea mercenario, marmeryanqui, ranger o amarillo.
Es la antihumanidad que hiere al hombre. Máquina bestializada que no piensa.
Encierra a un hermano adentro, claro está; pero, mientras no surge el hermano, es
todavía eso: máquina y bestia, fabricada para herir al hombre.
Del otro lado «los indios», representantes del hombre en general, humanizados
por encima de la borrachera porque ahora solo la rebelión convierte al hombre en
hombre. «Los indios» luchando por el hombre, por la tierra; por la tierra de ellos y
de todos los hombres.
—De repente nomás llegaron. A mí me agarró uno de ellos y me rompió la
cabeza de un palazo; yo me caí muerto, pero me levanté para meterle el cuchillo
y de vuelta me caí muerto. Después no sé cuánto tiempo habrá pasado, comencé
a escuchar de lejos el doble de las campanas. «¿Cómo será? —decía yo en mi
adentro— ¿De mí estarán doblando o del perro del gamonal?». Después ya me moví
un poco, me desperté bien y me di cuenta de que estaba vivo. Recién me puse
tranquilo, «del compadre del gamonal había sido», diciendo. Así, aunque te rompan
la cabeza, cuando tienes que seguir peleando, resucitas. —Sí, tayta.
—Con juicios nunca ganamos los indios, tiene que ser así, peleando. Los jueces,
los guardias, todas las autoridades, están a favor de los ricos; para el indio no hay
justicia. Tiene que ser así, peleando.
—Sí, tayta, así peleando.
Me relató muchas cosas más, me contó que sus huesos no se habían roto al saltar
del tren en marcha cuando lo llevaban preso.
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
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TRES. CONSTRUYAMOS PODER28
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
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ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
173
CUATRO. MEDIO AMBIENTE
Se llama medio ambiente o ecología al equilibrio que hay entre las distintas clases de
animales y plantas. La naturaleza, o sea el conjunto de plantas y animales y el medio
en que ellos viven, es como un cerco hecho solamente de piedras amontonadas; si
sacamos una piedra del medio o de abajo, no ha de ser solo esa piedra la que salga,
van a caer muchas otras. Así, si una clase de animales o de plantas desaparece,
también van a desaparecer otros animales y plantas. Esto es así, porque, en primer
lugar, los animales viven comiendo plantas, otros viven comiendo animales que se
alimentaron de plantas; por otra parte, las plantas también necesitan de los animales
para vivir. Por ejemplo, hay plantas que no podrían reproducirse si no hubiera
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de donde resulta la semilla, que sirve para que ese tipo de planta siga existiendo.
La humanidad es uno de esos animales, que si se derrumba el cerco de la
naturaleza ha de dejar de existir. Desgraciadamente, la humanidad está derrumbando
el medio ambiente, lo que, si no se detiene, ha de llevar a su propio derrumbe.
Esto no quiere decir que los seres humanos no tengamos el derecho de usar
la naturaleza en nuestro servicio, por supuesto que podemos hacerlo como lo
hacen los otros seres vivientes, pero tenemos que hacerlo sin malograr el medio
ambiente, sin malograr la naturaleza, cuidándola por nuestro propio bien y por el
de nuestros descendientes. Hay formas de hacerlo, lo hacían los antiguos habitantes
de este suelo como veremos más adelante; ahora, con el adelanto de la ciencia y
de la técnica, hay más posibilidades que antes, si usamos esa técnica y esa ciencia
en provecho de la humanidad y no en provecho de las ganancias del capital con
perjuicio de la humanidad y de la naturaleza, que es lo que hoy se hace. Es como
si nos comiéramos la semilla. Los capitalistas se están comiendo el futuro de la
humanidad y los gobiernos que están a su servicio protegen los intereses de los
capitalistas en contra de la humanidad.
En el Perú
Vamos a presentar los casos principales en cada región, sin que esto quiera decir que
ellos no se dan también en las otras regiones.
La selva amazónica.- Que abarca además a otros países. La cantidad de plantas
que hay en ella son la principal fuente de oxígeno para que podamos respirar todos
los habitantes de la tierra. Además, la existencia de bosques también produce agua.
Por último, los bosques proveen de comestible animal y vegetal y de muchas cosas
necesarias para la vida, como medicinas y madera.
Los habitantes de la selva, desde hace seis mil años, saben cómo vivir en ella,
a quien ven como su madre, sin matarla, saben que si ella muere, morirán ellos.
Practican una agricultura conveniente a la zona, saben que la capa de tierra cultivable
175
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
es muy delgada y que como en esa región llueve mucho, no conviene cortar grandes
cantidades de bosque porque las lluvias se llevarían la tierra a los ríos y de allí
al mar; por eso cultivan pequeñas extensiones, que luego de un tiempo las dejan
para que la selva recupere ese terreno. Otra práctica importante de los selváticos es
cultivar distintos tipos de plantas, de distinto tamaño y duración, copiando a la selva,
sin dañar el suelo.
Desgraciadamente, con los españoles llegó la llamada «civilización», que está
matando la selva, perjudicando a los habitantes de la selva y a toda la humanidad.
Ahora este destrozo está más intenso que nunca. Los campesinos de la sierra,
empobrecidos, son empujados a la selva, donde queman el bosque para hacer
chacras, esa tierra cultivable será llevada por el agua de lluvia e irá al mar, dejando
en su lugar un desierto, esto se nota claramente en las laderas de la ceja de selva.
El peor enemigo del suelo en la selva es el monocultivo, o sea cultivar un solo
tipo de planta en grandes extensiones. Los madereros cortan diariamente cientos de
árboles de siglos de edad y no dejan nada. Los agricultores ricos plantan grandes
extensiones con un solo tipo de cultivo año tras año. Los ganaderos talan la selva
para poner pastales que con mucha inversión producen menos carne que la que la
propia selva da en forma natural. Los capitalistas saquean las cochas y los ríos,
pescando grandes cantidades. Por último, los petroleros instalan fuentes de petróleo
que mata toda la vida, animal y vegetal.
La sierra.- Está siendo malograda también por muchos factores, de los que
mencionemos solo los más importantes: Cultivar año tras año el mismo producto en
grandes extensiones es malo, por una parte, porque como en la selva, aunque no con
esa misma intensidad, el agua se lleva la tierra cultivable. Por otra parte, hay plagas,
como el gusano de la papa, que en grandes extensiones de papa se reproduce con
facilidad, además, si año tras año cultivo papas, los huevos que ha dejado el parásito,
tendrán bastante alimento cuando nazcan. Esta abundancia de plagas se combate
con insecticidas, que junto con los herbicidas y los abonos químicos están matando
los suelos, de modo que dentro de pocos años quedarán inútiles para la agricultura,
pero ahora lo único que importa en este aspecto es que las compañías de productos
químicos tengan buenos ingresos.
Los antiguos peruanos cuidaban mucho el suelo, por una parte construyeron
andenes para evitar que el agua se llevara la tierra, por otra parte practicaban los
cultivos asociados y la rotación de cultivos. Cultivo asociado es plantar diferentes
especies lado a lado, por ejemplo, combinar quinua con maíz y tarwi (chochos),
así los parásitos del maíz no pueden ir a la quinua ni al tarwi. Rotación de cultivos
es un año plantar papas y al año siguiente plantar otra cosa o dejar el terreno para
pastal. Por último, mencionamos que usaban abonos orgánicos, o sea excremento de
aves marinas, de aves de laguna y de animales domésticos; esto es saludable para el
suelo, no es nocivo, como los abonos químicos.
Otro gran enemigo del medio ambiente en la sierra son las minas y las
UH¿QHUtDVGHPHWDOHVTXHHQYHQHQDQHODJXDORVVXHORV\HODLUH6LQHPEDUJRKD\
procedimientos para evitar que sean nocivos, es posible explotar los minerales sin
hacer daño, pero para esto hay que invertir y a las compañías les parece que invertir
176
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
Ejemplos concretos
Citamos los casos principales, en la mayor parte de ellos hay conciencia de la
población que lucha en defensa del medio ambiente. El campesinado es el principal
afectado:
Bosques de San Ignacio (Departamento de Cajamarca, cerca de la frontera con
el Ecuador).- Empresas madereras están talando el bosque, van a dejar sin agua al
pueblo y a matar especies vegetales y animales que solo allí existen, el pueblo se
ha organizado en un Frentes de Defensa y está luchando contra las empresas que
están apoyadas por autoridades y ejército sobornados; los dirigentes del Frente están
presos.
Amazonía.- Las comunidades nativas luchan por el reconocimiento de su
propiedad sobre las tierras para defenderlas contra la depredación. La FEDECANAL
tiene rondas campesinas que cuidan contra la pesca indiscriminada en las cochas.
El pueblo de Loreto luchó contra la penetración de una empresa petrolera
norteamericana, la Texas Crude.
Lago de Junín.-Las comunidades del contorno luchan contra el envenenamiento
del lago que hace Centromin. Esas poblaciones se alimentan de aves lacustres, de
sus huevos de peces y de ranas, además usan el excremento de las aves como abono
y a la totora le dan múltiples usos, todo eso está siendo matado por Centromin.
Bambamarca (Cajamarca).- El pueblo ha realizado por lo menos dos
paralizaciones protestando por el agua envenenada que tiene que tomar debido a los
deshechos de una mina.
Ilo.- Junto con otras poblaciones de la costa sur, está luchando contra el
envenenamiento del aire, de los suelos y del agua que hace la empresa norteamericana
Southern con apoyo del gobierno y de las autoridades.
Chimbote, Chancay y otras poblaciones de la costa.- Luchan contra la
contaminación del aire y de las playas hecha por las fábricas de harina de pescado.
Piura.- Comunidades luchan para defender el algarrobo.
El mar.- Se ve afectado por los desechos de las fábricas y petroleros que lo
envenenan. Además, la pesca irracional en gran escala está matando muchas especies
marinas.
La destrucción de la capa de ozono.- Esto afecta a la población mundial. Existe
una capa de un gas alrededor de la tierra que impide que pasen los rayos solares
ultravioleta que hacen daño a los seres vivos. Esa capa se está destruyendo por
algunos gases producidos por la industria de pintura y otras. Los gobiernos del
mundo no hacen nada por evitar eso.
177
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Qué hacer
Tenemos que:
x Desarrollar el conocimiento de cómo el sistema capitalista, esto es, los
capitalistas y los gobiernos, vienen matando la naturaleza.
x Explicar los casos concretos en que eso sucede llamando a la solidaridad a
los sectores populares que están luchan en defensa de su vida a través de la
defensa de la naturaleza.
x Hacer que estos sectores se liguen entre sí y que se organicen
centralizadamente para luchar juntos por la defensa del medio ambiente.
x Sería saludable si en el Congreso se tocara este tema y si se creara la
Secretaría del Medio Ambiente.
14 de julio de 1992
178
CINCO. SALVANDO A LA HUMANIDAD DE SU EXTINCIÓN29
Ataque a la naturaleza
Hablemos de la amenaza de la extinción de la especie humana por el feroz ataque
que sufre la naturaleza en general, y por lo tanto la humanidad, por parte del sistema
capitalista neoliberal gobernante. El móvil de quienes mandan en las grandes
empresas transnacionales que gobiernan el mundo es cumplir con su sagrado
mandamiento: «Cómo ganar más dinero en el menor tiempo posible». Al acatamiento
GHHVWHPDQGDPLHQWRVDFUL¿FDQWRGRLQFOX\HQGRODYLGDGHVXVGHVFHQGLHQWHV(VWR
no depende ni siquiera de la conciencia individual que puedan tener ellos, pues si
alguno por amor a sus descendientes renuncia a poner una instalación que perjudique
al medio ambiente, vendrá otro que la ponga. Por lo tanto, no se trata de acabar con
los grandes capitalistas, sino con el sistema que hace que ellos gobiernen el mundo.
Los ataques a la naturaleza son múltiples y cada día mayores. Están siendo
exterminadas especies vegetales y animales.
Me parece que el ataque más peligroso es el calentamiento global de la
atmósfera producido por la emisión de gases de efecto invernadero que la calienta
en forma creciente. Antes, los amos del mundo negaban su existencia, ahora eso
ya es imposible, por lo tanto, la ONU impulsa reuniones de los gobiernos de los
grandes calentadores del mundo que se realizan repetidas veces; pero ellas, que
constatan que el calentamiento es cada vez mayor, no toman ningún acuerdo para
detenerlo, sino para comercializar el tema. El calentamiento produce la disolución
de los cascos polares y los nevados del mundo, hay islas que han desaparecido, otras
y regiones costeras están siendo inundadas.
Además, el calentamiento provoca alteraciones del clima, inviernos más fríos,
veranos más calientes, huracanes como el Katrina y el Sandy, que, al igual que las
inundaciones, sequías y otros efectos, son denominados «desastres naturales» por los
medios de comunicación del sistema. Son desastres que no tienen nada de «naturales»,
son efectos del calentamiento global impulsado por los dueños del mundo.
179
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Indígenas
(O¿QDOTXHQRVDPHQD]DKDFHLPSUHVFLQGLEOHPLUDUFRQHVStULWXFUtWLFRHOWUDQVFXUULU
de la existencia humana, evaluar qué aspectos del avance de la humanidad son
positivos y qué otros nos conducen a la tumba de la especie.
Debemos comenzar examinando nuestros orígenes. Afortunadamente, en mu-
chas partes del mundo existen poblaciones originarias, indígenas, llamadas salvajes.
6L D HVWD GHQRPLQDFLyQ OH TXLWDPRV VX FDUJD SH\RUDWLYD HV FRUUHFWD VLJQL¿FD QR
domesticada, silvestre, natural.
Los indígenas son los que disfrutan menos de las ventajas de la civilización y
son atacados fuertemente por ella.
Al estudiar esas poblaciones veremos que hay características comunes a ellas,
de cualquier lugar que sean, y que por lo tanto dichas características no tienen un
180
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
carácter étnico, sino cultural primitivo, verdaderamente humano, sin las deforma-
ciones que trajo consigo la civilización.
Los indígenas Nunga de Australia, Dongria Kondh de la India, Bosquimanos
de África, Sami de Escandinavia, Attawapiskat de Canadá, Navajo de Estados
Unidos, Maya de México, Nasa de Colombia, Mapuche de Chile, Quechua de Perú,
pensamos lo mismo:
x La naturaleza es nuestra madre, debemos respetarla, quererla y cuidarla. A
ese sentimiento ahora se le llama «ecológico».
x En los asuntos que atañen a la sociedad, es ésta quien debe determinar, no
un individuo ni un grupo de ellos. A ese colectivismo ahora se le da diversos
nombres: socialismo, comunismo, anarquismo.
x La felicidad consiste en vivir satisfactoriamente (lo que se ha dado en
llamar «el buen vivir»). El indígena no tiene el principio de la sociedad de
consumo, el criterio de que la felicidad la da el dinero y las cosas que se
compran con éste.
x El indígena es profundamente solidario.
x Respeta las diferencias, entiende que hay otra gente que viste diferente y
habla diferente. Los pueblos indígenas se saben diferentes y se respetan en
esa diferencia.
x Enseña a los niños y jóvenes las cosas que sabe, la educación no es un
negocio, es tarea de los adultos y ancianos.
x La medicina de la madre naturaleza, no es un negocio, a todos nos conviene
que todos estemos sanos.
Los pueblos indígenas más primitivos son más salvajes; los menos contaminados
por la civilización son los que conservan más vigorosos sus principios
En el Perú es notoria la diferencia entre pueblos de la selva más puros y los quechuas
y aymaras de la sierra, ya contaminados.
Pongo algunos ejemplos:
x El indígena serrano hace un cultivo de papas, maíz o frejol.
x El indígena selvático no tiene un cultivo de una planta determinada. Tala
una pequeña extensión de selva y planta varias especies juntas, imitando a
la naturaleza. Modernamente a este sistema, ecológico por excelencia, se le
denomina «permacultura». Luego de unos años devolverá esa parcela a la
selva y talará otra.
x El indígena selvático, cuando caza un animal de gran tamaño, no lo sala para
conservarlo. Llama a los vecinos y la colectividad disfruta del producto de
la caza individual.
x Un indígena quechua me dijo en nuestro idioma que los chunchos (término
quechua despectivo dado al selvático desde la época incaica) eran ociosos
y me relató la siguiente anécdota: Un hacendado dijo a un selvático que
talara una determinada extensión y que le pagaría un machete. El nativo
lo hizo tan bien y tan rápido que el hacendado quedó positivamente
impresionado, le pagó el machete y le dijo: «Ahora te ofrezco un negocio
muy conveniente para ti: Tala la cuarta parte de lo que talaste y te doy
otro machete». El nativo le miró extrañado y le dijo: «Tengo solo una
mano derecha, ¿para qué necesito dos machetes?», y se fue. No quería
181
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Comunidad de comunidades
El espíritu comunitario se extiende más allá de la comunidad. Conozco tres casos
(debe haber más) de comunidad de comunidades:
En el norte de Colombia existe el Consejo Regional de Indígenas del Cauca
(CRIC), a cuyo cuadragésimo aniversario fui invitado el pasado año. A pesar de la
guerra interna, que la hace víctima de ataques de los actores de esa guerra, continúa
fuerte. Es reconocido que la Constitución colombiana. Está constituido por ciento
quince cabildos y once asociaciones de cabildos de los pueblos Totoró, Guanaco,
Coconuco, Nasa, Guambiano, Yanacona, Inga y Esperara, agrupados en nueve
zonas, cada una de las cuales está representada en la junta directiva. Los nueve
representantes de las zonas tienen igual categoría, no hay presidente ni secretario
general. Luego de dos años de función, se cambian totalmente, no hay reelección,
pues «todos tenemos cabeza, no existe la persona imprescindible».
Los kuna de las islas de Panamá, cuya rebelión armada de 1929 fue apaciguada
por el reconocimiento constitucional a su derecho de autogobierno. Su institución
política fundamental es la gran Casa del Congreso, Onmaked Nega, que funciona en
cada comunidad y constituye un centro deliberativo y ejecutivo.
La Casa del Congreso es presidida, pero no dominada, por los Sailas, líderes de
las comunidades. Su organización política ancestral se ha fortalecido a través de sus
182
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
congresos locales (comunidad) y generales (comarca), los que mantienen una fuerte
cohesión y conservan el poder de decisión sobre las actividades que se realizan en
su territorio y conservan el control sobre la defensa y convivencia con la naturaleza.
El tercer caso que conozco es el de las comunidades zapatistas de Chiapas,
México. A diferencia de Colombia y Panamá, la Constitución mexicana no reconoce
la legalidad de su forma de organización, pero dichas comunidades de comunidades,
dirigidas por las denominadas «Juntas de Buen Gobierno», están resguardadas por el
Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLNTXHODVGH¿HQGHFRQWUDHOOODPDGR
«mal gobierno» de México.
Ahí no gobierna, como se cree, el EZLN: las Juntas de Buen Gobierno son
completamente civiles. Si un miembro del EZLN quiere participar en ellas, previamente
debe renunciar al EZLN.
La tierra es cultivada colectivamente. Los miembros de la Junta de Buen Gobier-
no no ganan sueldo ni lo necesitan, pues les toca una parte de la cosecha. Cuando
terminan su período, vuelven a trabajar la tierra y otro campesino ocupa su lugar.
El 21 de diciembre, señalado por sus antepasados mayas como el comienzo de
XQDpSRFD\SRUORVFRPHUFLDOL]DGRUHVFRPRHO¿QGHOPXQGRPiVGHFXDUHQWDPLO
personas marcharon en silencio bajo la lluvia, mostrando que existen.
Estos son ejemplos locales de gobiernos ecosocialistas.
En alguna parte leí que felicitaban a los indígenas por su defensa de la naturaleza
y que solo nos falta enseñarles socialismo. Creo que en eso es mucho lo que tenemos
que aprender de ellos.
Sin embargo, en Sudamérica no podemos usar el término ecosocialismo por lo
siguiente:
Es indudable que en la lucha de liberación de los países sudamericanos ha
VLJQL¿FDGRXQJUDQSDVRHODVFHQVRGHORVJRELHUQRVGH9HQH]XHOD%ROLYLD\(FXDGRU
TXH KDQ GHVD¿DGR HO SRGHU GHO LPSHULDOLVPR QRUWHDPHULFDQR \ ODV ROLJDUTXtDV
nativas. Sin embargo, dichos gobiernos todavía no han podido desprenderse de la
lógica de producción del sistema que han colocado a nuestros países en el rol de
extractores de materias primas al servicio de ellos, ni de la lógica del denominado
«desarrollo» que está llevando al abismo a la humanidad. Éstas y otras razones les
llevan a enfrentarse contra las poblaciones indígenas.
Estos gobiernos se llaman a sí mismos los del «socialismo del siglo XXI».
Por los tanto, si le digo ecosocialista a un indígena venezolano, ecuatoriano o
boliviano, me contestaran que están luchando contra el «socialismo del siglo XXI»:
El indígena yukpa de Venezuela está defendiendo sus tierras ancestrales contra el
ataque de ganaderos y el ejército gubernamental. El indígena yurakaré de Bolivia
me diría que Evo Morales quiere favorecer a una empresa brasileña para construir la
vía del Tipnis, que destruirá su tierra que a la vez es parque nacional de reserva. El
indígena ecuatoriano me contestará que está en una férrea lucha contra Correa, que
favorece la depredación de su tierra por las petroleras transnacionales.
Por otra parte, si le digo a un mapuche de Chile que es ecosocialista, me
contestará que él ha luchado contra el gobierno «socialista» de Bachelet, que aplicó
la ley de represión anti mapuche de Pinochet.
183
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Represión
Las represiones más terribles que ha vivido la humanidad han sido las dirigidas por
la «civilización» contra las poblaciones indígenas.
En América se realizaron innumerables masacres.
En el Perú y Bolivia, los españoles entregaban anualmente a los explotadores
de las minas una determinada cantidad de indígenas, y al año siguiente volvían
a entregarle la misma cantidad. De modo que se estableció un sistema peor que
el esclavismo, puesto que al dueño del esclavo no le convenía que su esclavo
muriera, del mismo modo que no le convenía que su burro muriera. En el sistema de
encomiendas y repartimientos no importaba cuántos indígenas murieran, ya que si,
por ejemplo, el dueño de la mina recibía cien indígenas por año y morían cincuenta,
al año siguiente le reponían los cincuenta que murieron y volvería a recibir cien.
De modo que quienes entraban en la mina no volvían a salir sino ya muertos. Por
esta razón, los indígenas preferían suicidarse antes de entrar a la mina y las madres
mataban a sus hijos para evitarles el sufrimiento.
Esa fue una de las razones del levantamiento de Túpac Amaru, a quien se le cas-
tigó haciéndole presenciar las mutilaciones a su esposa y luego se le descuartizó vivo.
Ya en la época republicana en Uruguay se inventó amistosamente a los charrúas
para masacrarles en la matanza de Salsipuedes.
En Estados Unidos, fue fuerte la resistencia contra los invasores que adornaron
sus atropellos en las películas de cowboy.
En Argentina, continuó la guerra contra los nativos aún bajo el presidente
6DUPLHQWRTXHHVFDOL¿FDGRFRPR©PDHVWURGHODV$PpULFDVª+D\XQPRQXPHQWR
al gran asesino de indígenas, el general Roca.
/RVPDSXFKHVHQ&KLOHTXHFRQVLJXLHURQ¿UPDUXQSDFWRFRQORVHVSDxROHVHQ
el que estos tuvieron que reconocer el derecho a su territorio, fueron confrontados
con la negativa del gobierno republicano chileno, que desconoció ese tratado. Por
eso, la lucha continúa y los mapuches no se reconocen a sí mismos como chilenos
sino como mapuches atacados por los chilenos.
En Cuba, la rebeldía de los indígenas hizo que los exterminaran y usaran
esclavos africanos para sustituirlos.
El esclavismo al que fueron sometidos los nativos africanos, las matanzas en
Asia y Oceanía, son parte de esa represión «civilizada».
A los indígenas de América se les aplastó, pero por lo menos continúan viviendo
y muriendo en la tierra de nuestros ancestros, mientras que a los indígenas africanos
se les arranco de su tierra y se les mezcló con otros esclavos de modo que ni siquiera
pudiesen mantener su lengua.
Los esclavos africanos realizaron cientos de rebeliones en América. En Haití
se realizó la primera revolución de independencia de América Latina. Los opresores
de todo el mundo, incluyendo quienes luchaban por la independencia de sus países,
aislaron y/o atacaron Haití. Ni Bolívar, quien había recibido ayuda de Haití, le
retribuyó esa ayuda. Hoy día, por orden de los amos del mundo, Haití está invadida
por ejércitos coloniales de la ONU, de los que vergonzosamente forman parte tropas
enviadas por el gobernante indígena de Bolivia.
184
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
Los esclavos que escapan forman colectividades que son ejemplo de democracia
y solidaridad humana.
No hay espacio para continuar enumerando los atropellos de la «civilización»
antigua y actual con los indígenas.
Personalmente, también sufrí esa represión antiindígena: por haber participado
en la lucha que abolió la servidumbre feudal a la que estaban sometidos los indígenas
peruanos fui encarcelado y pidieron dos veces la pena de muerte para mí. Fue solo
gracias a la activa solidaridad internacional que no se aplicó la pena de muerte y
posteriormente me liberaron.
En Estados Unidos, Leonard Peltier («Yo soy toda la voz india y grito desde
millones de tumbas con almas inquietas») está condenado a dos cadenas perpetuas
consecutivas. Espero que los ecosocialistas de ese país tomen como una de sus
tareas luchar por la liberación de ese ecosocialista indígena.
185
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
186
SEIS. BOLIVIA: SUS TRES REVOLUCIONES30
187
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
fue lo que se hizo al fundar ese país (como el nuestro). El pueblo entendió claramente
que necesitaba una nueva Constitución y que era imprescindible convocar a una
Asamblea Constituyente, pero una que no quedara en manos de los partidos de
siempre, por los cuales no se siente representado.
Otra reivindicación, al igual que la que tenemos en el Perú, fue el respeto a
la hoja sagrada de la coca, el cese de la política represiva contra los productores,
GLULJLGDSRUHOLPSHULRQRUWHDPHULFDQRFRQHOSUHWH[WRGH©FRPEDWHDOQDUFRWUi¿FRª
El presidente Sánchez de Lozada, representante de los intereses de las grandes
empresas multinacionales y no del pueblo boliviano, enfrentó violentamente a
la rebelión popular, consistente fundamentalmente en bloqueos y huelgas que
paralizaron la vida nacional. Hizo masacrar al pueblo insurrecto matando a más de
cien bolivianos (comparemos a esto los setenta mil asesinados en el Perú). El pueblo
reaccionó violentamente ante el crimen y el presidente tuvo que huir y refugiarse,
naturalmente en el país de sus patrones, los Estados Unidos, que ahora lo protegen
para que no pague sus crímenes.
En su lugar ingresó el vicepresidente Mesa. Demostró ser otro sirviente de los
intereses de las empresas multinacionales, la vigorosa y ejemplar combatividad del
pueblo boliviano también lo derrocó.
Según la Constitución, les correspondía asumir la presidencia al presidente
del Congreso o al presidente de la Cámara de Diputados. El Parlamento, que no
representaba al pueblo sino a sus opresores, tuvo que huir de La Paz a Sucre, pero
ahí tampoco el pueblo le permitió poner como Presidente a ninguno de esos dos
sirvientes de los intereses imperiales y se vio obligado a resignarse, «para mantener
la legalidad institucional», a poner de Presidente interino al entonces presidente
de la Corte Suprema de Justicia. Según la Constitución, él no tenía el derecho de
cumplir el tiempo de mandato trunco de su antecesor, su obligación era convocar a
elecciones, lo que hizo.
En Bolivia no hay segunda vuelta, si ninguno de los candidatos alcanza un voto
más del 50% del sufragio, es el Parlamento el que designa al Presidente. En el Perú
sabemos que las decisiones políticas de muchos parlamentarios son una mercancía
y en el terreno de negocios manda el que tenga más dinero; eso podía suceder en
Bolivia. Esto lo entendía muy bien el pueblo boliviano, por eso se esforzó, y a pesar
del fraude, Evo Morales sacó más del 53% de la votación, de modo que la elección
ya no llegó al Parlamento (en este proceso electoral el embajador yanqui recibió la
orden de cerrar la boca en todos los idiomas, pues las calumnias de su predecesor
contra Morales, en la anterior elección, tuvieron la virtud de elevar la votación del
calumniado).
El triunfo electoral de Evo Morales es un paso más de la tercera revolución
boliviana, ésta es un proceso al que le falta recorrer un largo camino.
Saludamos este triunfo y nos comprometemos a colaborar con nuestra solidaridad
al avance y culminación exitosa de la tercera revolución boliviana. Sabemos que la
mejor solidaridad será realizar el proceso de liberación en el Perú.
Entendemos que las revoluciones no deben copiarse; sin embargo, conocemos
las similitudes que tenemos con Bolivia: somos países de extensas poblaciones
188
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
189
SIETE. ALIANZA REVOLUCIONARIA DE IZQUIERDA (ARI)31
31 HB no recuerda dónde se publicó este texto o si lo escribió especialmente para este libro.
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
La actitud correcta mía debía haber sido dejar de ir a esas reuniones de repartija y
que se envíe a otro camarada, pasando yo a trabajos con las bases obreras o barriales.
No me di cuenta que si arriba el ARI era la unión de gente que quería ser
parlamentaria, abajo era el sentimiento de unidad de los oprimidos.
¿Qué hubiera sucedido si sobrevivía el ARI roto por la salida de PCR y Patria
Roja?
En el parlamento: en la Asamblea Constituyente, la izquierda en su totalidad fue
la tercera parte. El ARI roto, contra el PC, contra PCR, contra PR, contra Barrantes, no
hubiera llegado a ser votado por la tercera parte del electorado.
¿Quiénes hubieran sido los parlamentarios? Gente como el Dr. Baca, quien
como senador exigía que se rebaje la exigua cuota que daba al partido, como el
notario Alberto Quintanilla, que exigía lo mismo.
No hubiera estado el Cochero Enrique Fernández, dirigente metalúrgico.
En el movimiento popular: creo que la mantención de un frente electoral de las
agrupaciones de izquierda revolucionaria hubiera tenido un impacto positivo, pero
QRKXELHUDVLJQL¿FDGRXQJUDQVDOWRSRUTXHODEXURFUDFLDGHODCGTP era anti-ARI.
El PC\3DWULD5RMDWHQtDQPXFKDLQÀXHQFLDHQODVGLUHFFLRQHVEDUULDOHV
/D©L]TXLHUGDUHYROXFLRQDULDªQRWHQtDXQSHVRVLJQL¿FDWLYRHQODVRUJDQL]DFLRQHV
populares.
Aunque eso hubiera mejorado un poco luego de las elecciones, no hubiera
cambiado mucho.
192
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
PUM
Luego ingresamos al PUM. ¿Por qué?
La IV Internacional durante mucho tiempo tuvo la política de «entrismo».
Considerando que el proletariado estaba en organizaciones dirigidas por gente
que no era revolucionaria, que no quería destruir el sistema sino acomodarse a él
(los partidos socialdemócratas y stalinistas), la táctica era entrar en esos partidos y
militando en la base luego arrancarles a militantes que estaban dispuestos a destruir el
sistema. Mientras se militaba dentro de esos partidos, clandestinamente funcionaba
interiormente un grupo trotskista. Luego de la revolución nicaragüense, la IV vio
que podía haber partidos que fueran contra el sistema sin ser trotskistas y que era
nuestra obligación unirnos con ellos, y si ellos no permitían que continuemos siendo
193
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
miembros de la IV, que dejáramos de serlo, pues más importante era la revolución
que la pertenencia a la IV.
Ese criterio fue acordado en un congreso. Naturalmente era la sección nacional
la que debía decidir. Esto no era entrismo, por lo tanto nuestros militantes, uniéndose
a esos partidos, dejaban de ser militantes de la IV y no tenían reuniones entre ellos.
La mayoría del PRT consideró que el PUM era un partido que quería la revolución,
por lo tanto acordó disolverse en él. Una minoría no estuvo de acuerdo y se mantuvo
como PRT. La IV reconoció el acuerdo de la mayoría, por lo tanto dejamos de ser
militantes de la IV y nos disolvimos en el interior, no nos reuníamos los ex PRT. La
IV mantuvo relaciones con el PUM. Para las escuelas internacionales que desarrollaba
la IV invitaba al PUM y era éste quien designaba a los que irían.
Así yo dejé de ser militante de la IV en acuerdo con ella.
Cuando ingresamos al PUM nos preguntaron si una de las condiciones era que
alguno de nosotros fuera candidato para las elecciones de 1985. Les respondimos
que no, que nuestro interés no era por candidaturas sino por hacer la revolución y
ninguno de nosotros fue candidato. Posteriormente, para las elecciones de 1990 el PUM
me designó como candidato sin que yo lo solicitara. Por eso fui senador de Izquierda
Unida, pues el PUM era parte de ella. Dentro del PUM me chocaron varias cosas. Noté
falta de democracia y una militancia muy relajada. Como parlamentario me chocó la
tQ¿PDFDQWLGDGGHDSRUWHHFRQyPLFRTXHHOSDUWLGRSHGtDDORVSDUODPHQWDULRV0H
chocó mucho más que a pesar de eso los parlamentarios se reunían y pedían que se
les rebajara su cotización (por supuesto a mí no me convocaban a esas reuniones).
En el PRT cotizábamos lo señalado sin que nos lo pidieran. En el PUM el secretariado
de economía enviaba compañeros que tímidamente nos solicitaban la cotización.
Yo les otorgué autorización para que fuesen ellos quienes cobrasen mi sueldo y
me dieran lo que me correspondía, me parecía inconcebible que el partido venga a
mendigar la cotización. Como ésta me parecía exigua, decidí pagar el sueldo de una
de las secretarias de la CCP.
En vista de que ya entendía que uno de los problemas graves que afectaban al
campesinado era la minería (todavía estatal en esa época) pedí mi incorporación a la
Comisión de Medio Ambiente. Las comunidades afectadas por la minería solicitaban
mi presencia, la Cámara no me daba un sol para los viajes, pagaba con mi sueldo las
visitas. La comisión no movía un dedo por las denuncias presentadas, ni la prensa
recogía dichas denuncias.
Luego el PUM decidió disolverse en una organización más amplia con un
programa más bajo. Decidí no entrar a esa nueva formación. Luego fundaron el
Partido Socialista con la insignia de la Social Democracia española.
El Partido Socialista se presentó para las elecciones del 2006.
Sabiendo que yo no quería regresar al parlamento pues consideraba pérdida de
tiempo, me propusieron postularme al Parlamento Andino.
Todos sabíamos que la gran mayoría progresista iba a votar por Humala, que el PS
no tenía ninguna opción. En el remoto caso de que yo hubiera sido electo, no me iba
a perjudicar ser miembro del Parlamento Andino, que se reúne pocas veces, y hubiera
continuado haciendo lo que hacía: visitar los diferentes pueblos para luchar por la
194
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
solución de sus problemas. Pedí ir con mi propio programa, no con el del PS, que con-
sideraba demasiado tibio, y me aceptaron. Como había previsto, muy poca gente votó
por el PS. La campaña para mí fue exitosa, pues sirvió para reencontrarme con la gente
del país y para iniciar la publicación de Lucha Indígena, que ya está en su número 82.
Luego estuvimos en posiciones opuestas cuando se convirtieron en humalistas
de izquierda.
Marxista-leninista-trotskista
En cierto sentido, continúo siendo marxista-leninista-trotskista.
Lo que sucede es que como la gente llamada así mantiene subyacente un
pensamiento religioso, da a estos términos un sentido dogmático, religioso.
Marx dijo que él no era marxista porque el marxismo no existía. Trotski dijo
que el trotskismo no existía, que lo que hacía la IV Internacional era mantener la
tradición revolucionaria frente a las tergiversaciones de la burocracia stalinista, que
a los acomodos políticos de acuerdo a su conveniencia llamaba marxismo-leninismo.
Marx era esencialmente dialéctico, entendía que para los revolucionarios no
hay una verdad absoluta, acabada. No existe una Biblia, que es una revelación
divina («en la página tal de tal libro, Lenin dice tal cosa»). Somos seres humanos
susceptibles de equivocarnos. Lo que ayer era correcto puede no serlo hoy día.
$GPLURPXFKRD0DU[\(QJHOV(OORVQRHVWDEOHFLHURQXQVLVWHPD¿ORVy¿FR
Lo que se toma coma tal es la refutación parte por parte que hizo Engels frente
al «sistema» sostenido por Dühring. En mi opinión, el análisis que hizo Marx del
capitalismo es el mejor hasta ahora. Admiro a Lenin, que afortunadamente no
compartió la creencia de Marx de que la revolución anticapitalista comenzaría
en un país de capitalismo avanzado como Inglaterra y opinó que «la cadena se
rompe por el eslabón más débil», que era Rusia. Supo manejarse muy bien frente
al parlamentarismo burgués, como señalé arriba. Por otra parte, no insistió en su
exigencia de Asamblea Constituyente puesto que vio que el poder popular ya estaba
maduro con la existencia de consejos de obreros, campesinos y soldados (soviets) y
lanzó la consigna de «todo el poder a los soviets».
La corrupción burocrática de los soviets y del partido impulsó a Trotski a
levantarse contra ella y combatirla. Señaló que la burocracia, al no ser una clase
social, sino la excresencia de una clase, no tenía destino histórico y que si no era
derribada por la clase obrera sería derribada por el capitalismo. Desgraciadamente,
sucedió esto último y hemos visto a los grandes dirigentes del Partido Comunista
Soviético convertidos en notorios representantes del neoliberalismo.
Por lo tanto, si la razón de ser del llamado «trotskismo» era la lucha contra la
burocracia soviética, una vez destrozada ésta por putrefacción interna, restaurado
el capitalismo como previó Trotski, ¿para qué ya mantener el «trotskismo»? Por
supuesto que abundan las burocracias no stalinistas y el método de combatirlas que
aprendimos de Trotski nos es muy útil para combatirlas.
Sin embargo, derrumbado el monstruo stalinista, nada nos diferencia de otros
revolucionarios que luchan por derribar al sistema capitalista y debemos unirnos
con ellos.
195
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Marx decía que ver la realidad enseña más que leer cien libros. Eso es lo que
debemos hacer. Abrir los ojos, ver qué sectores sociales luchan más contra los
opresores del mundo y por qué. El ataque del sistema capitalista, que era dirigido
fundamentalmente a la clase obrera, ha devenido en fuerte ataque a la humanidad
al arremeter violentamente y, en forma cada vez mayor, a la naturaleza. Esto hace
que sectores sociales que antes no manifestaban una oposición seria al sistema ahora
OXFKHQHQSULPHUD¿ODFRQWUDpO
Hay emergencia de sectores indígenas («primitivos») en lucha a muerte
contra el sistema, en defensa de la naturaleza. La mundialización del sistema tiene
consecuencias nefastas, entre otras, trasladando alimentos de una parte del mundo
a otra.
Los transgénicos y químicos afectan a toda la especie humana. El calentamiento
global provoca inundaciones y huracanes. Todo esto produce cambios en los procesos
revolucionarios. Por otra parte, hay verdades mostradas por los clásicos, que se
hacen más evidentes: que el sistema capitalista es enemigo de la humanidad; que
esto obliga a la humanidad a organizarse para luchar; que el gobierno de él debe ser
sustituido por el gobierno de la humanidad en su conjunto; que eso solo se logrará
con una revolución internacional violenta, contra la feroz y violenta represión del
sistema que por todos los medios se resiste a ser derribado.
Recordemos las sabias palabras de Mariátegui: «La revolución en el Perú no
será calco ni copia sino creación heroica». Creo que esto es válido no solo para el
Perú sino para el mundo.
196
OCHO. DOS CARTAS PERSONALES
A Ana Sandoval
4 de octubre de 1971
Negrita:
Por desgracia, no puedo hablarte de cuánto te quiero porque por tu carta veo
que no te gusta.
Recibí tu carta del 29. Gracias por todo lo que me relatas me sirve mucho.
- No puede ver a Arg. ni a ninguna otra parte, mi pasaporte no vale porque es
IDOVL¿FDGRSRUHOJRELHUQRSHUXDQR6R\XQREMHWRTXHPDQGDQGRQGHTXLHUHQQR
un sujeto que va donde desea. Te repito que no sé dónde estaré después de los ciento
ochenta días, probablemente en México, pero no es seguro.
- Mándame la dirección de Battilama.
- Mándame la dirección de Quijano, dile que Montly Review me ha enviado su
libro y que me alegra sobremanera que se haya decidido a publicarlo, espero que
DSDUH]FDWDPELpQHQFDVWHOODQRHVPDJQt¿FR4XHPHKDJDHOIDYRUGHHQYLDUPHVXV
WUDEDMRVPLPHRJUD¿DGRV
- Necesito con urgencia:
1. Los textos de las principales leyes del gobierno: minería, industrias, pesquería, etc.
2. Libros sobre el Perú (anota cuáles me mandas para que compres otros si se
pierden). La serie Perú Problema [del Instituto de Estudios Peruanos] y otros
por el estilo.
3. (VWXGLRV VREUH 3HU~ \ $PpULFD /DWLQD PLPHRJUD¿DGRV WLSR WUDEDMRV GH
Quijano) sacados por el FRES y otras. Fíjate en el estante. Estos también anota
y mándamelos ya después cuando estemos seguros de que no se van a perder.
Si consigues duplicados si manda pronto.
Dinero para los envíos hoy en mi maleta y en el comodín o cómoda o ropero
o aparador a qué se yo lo que se llamará esa vaina con cajones.
4. Los cuatro o cinco últimos números de «R.P.». Si pueden enviarlo por
triplicado, mejor.
5. Algo urgente que me olvidaba: En vista de que acá el único diario peruano que
llega es El Comercio y con tres meses de retraso, y como no hay noticias del
Perú, necesito por lo menos leer Caretas y Oiga regularmente y cuando haya
una ley importante por un discurso importante, también un recorte de eso.
Disculpa que te dé tanto trabajo, si tú no puedes hacerlo sola que te ayuden los
amigos, sé que no te gustan tareas de «ayudante» o «colaboradora».
Dime cómo va el asunto del pasaporte para arreglar lo del dinero del viaje.
Muchos saludos a tu mamá, a Jorge, Willy, Micdomio y todos los de la casa.
Saludos a Rocío y Cía. A mi tía J. y a las chicas. Saludo a todos los muchachos. No
te beso porque te enojas.
Chau:
Hugo
197
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
11 de agosto de 1969
L.
Cuando me sucede algo muy grave tengo necesidad de una mujer al lado mío. ¿Qué
será? Tal vez sean ecos de la primera infancia, eso que nos arranca el grito de «¡Mamá!»
ante el peligro, ese grito del que muchos se ríen y al que alude en forma sentida esa
canción judía tan linda: «No hay niño ni hay hombre que no te llame en su dolor».
Así, cuando vi que la mujer en quien había puesto mis esperanzas no iba a ser
jamás la compañera con quien había soñado, fui a llorar en brazos de mi madre. No
sé si mi madre recuerde ese momento, no sé si se había dado cuenta entonces o ahora
TXHHVHHUDHOFRPLHQ]RGHO¿Q\HOVLJQL¿FDGRKRQGRTXHWHQtDQHVDVOiJULPDV
Ese mismo impulso me hizo buscar a una amiga cuando murió mi padre, me
pegué a ella, y alguna gente me criticaba «cómo tenía ánimo para estar andando tras
una mujer cuando el cuerpo de mi padre todavía estaba caliente».
Ese impulso brotó fuertemente en mí en Chaupimayo, cuando un accidente
funesto quitó la vida a un compañero por un arma disparada por él mismo. La tragedia
no era solo del compañero; era que yo veía el peligro de que sirviera de pretexto
para la represión del movimiento en un momento en que no estábamos preparados
para enfrentarla. Esa vez yo estaba enamorado de Blanca y la necesité con urgencia,
con suma y apremiante urgencia; por desgracias ella había demorado más de lo
DFRUGDGRVXYLDMHHO&XVFR3ROtWLFDPHQWHHVHSHTXHxRUHWUDVRQRVLJQL¿FDEDQDGD
Personalmente tampoco. Sin embargo irracionalmente, injustamente brotó en mí un
resentimiento profundo, me sentí abandonado, solo. Claro que razonaba fríamente,
la pobre no tenía la culpa, ni ella ni nadie iban a adivinar lo que ocurrió, además
objetivamente la presencia de ella en nada alejaba el peligro. Pues para mí en esos
momentos su presencia era imprescindible… y por desgracia no estuvo. Ella por
supuesto no tiene la culpa, yo aplasté el más mínimo reproche que pudiera surgir de
mí, comprendí que ella estuvo muchas otras veces cuando realmente era necesaria, y
después volvió a estar, estaba en Jares o en la cárcel en los momentos álgidos, pero
yo la sentía conmigo, no me sentía abandonado ni solo como aquélla vez que ella
demoró su retorno un poco más de lo acordado.
Ahora estoy atravesando por uno de los peores momentos de mi vida. He
llegado a comprender que objetivamente nada se ha ganado, nada se ha avanzado en
todos estos años de existencia del FIR. Subjetivamente, creo que temas avanzados,
E y yo nos hemos superado enormemente, hemos progresado mucho en nuestra
comprensión de la realidad, y más que aprender cosas que se deben hacer, hemos
visto cosas que no se deben hacer. Tengo, creo yo, más claridad en la forma de
construcción del partido.
Por primera vez me tocó la tarea de descubrir y dirigir el combate teórico contra
una desviación interna (sindicalismo estad).
Ahora, aunque menos en cuanto a describir (puesto que es una desviación
importada y en cierto sentido estábamos sobre aviso) me toca la misma tarea
198
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
indudablemente, en el terreno teórico será más fácil que la anterior, es una desviación
ya conocida por nosotros.
El golpe para mí, no es en sí el surgimiento de la desviación ni la casi seguridad
de que va a arrastrar a la mayoría. El golpe es de que tanto la desviación como un
arrastre de la mayoría no son más que síntomas de un mal profundo, de la formación
no marxista de los militantes del Partido, de su militancia (cuando había), pequeño
– burguesa. O sea, que, si no eran estas dos desviaciones, cualquier otra hubiera
arrastrado al FIR, ya que no tiene sólidas raíces.
El asunto no es si maniobran o no. El espíritu de la militancia del FIR es
pequeño-burgués, su lugar natural es cualquier corriente pequeño-burguesa. O sea
que, aunque por milagro del espíritu santo nos quedáramos con la mayoría, había
que comenzar de cero, prácticamente.
Solo no tiene la culpa, él ha sido formado así; él jamás ha militado en un partido
bolchevique, no tienen por qué extrañamos sus posiciones ni sus maniobras; es
hijo de ese ambiente, de esa formación. Sigo insistiendo en que los que tienen la
culpa son los otros, los que lo formaron a él: Loayza, Pereyra, Serpa; mejor dicho
que no lo formaron como ellos sabían que debía formarse al militante, más bien lo
dejaron abandonado a su suerte, y «su suerte» fue la de un pequeño-burgués con
gran entusiasmo revolucionario.
Cuando yo llegué a relacionarme con ellos, no tenía el nivel que ahora tengo.
Estaba acostumbrado a militar en un partido obrero, fuerte o débil, pero partido
obrero; por eso, al ver poco trabajo obrero, yo veía como poca fuerza del partido y
nada más, poca fuerza, por pereza, por incapacidad, o lo que fuera; pero no veía que
no se daba importancia a la militancia obrera. Mucho tardé en comprender eso, y
un año más en hacerme escuchar por las bases. Como viste, ya era una desviación
con «ideólogos» y todo. Ahora es otra desviación que toma una «ideología» (el
guevarismo) ya existente a escala internacional, ya conocida en el Perú y dentro del
FIRHLQ¿OWUDGDHQODV¿ODVGHODIV.
Digo que «aunque quedáramos con la mayoría» porque es muy posible que no
nos dejen solos a mí y a E. Alguien vendrá con nosotros. Por desgracia, quienes
vengan no lo harán por profunda convicción de cómo se debe construir el Partido,
nadie tiene la experiencia en el nivel político para llegar a esa conclusión. Quienes
nos siguen lo harán más por respeto al trabajo campesino que hemos realizado,
aunque es posible que algunos vean un poco más. Que queremos más trabajo.
Por eso ésta es una tragedia, porque inclusive la gente que nos siga tendrá que
continuar depurándose hasta no quedar casi nada.
Pero, afortunadamente, ese casi nada cada día irá aprendiendo más, se irá su-
perando, irá bolchevizándose, será el núcleo inicial, el germen del partido obrero.
&RQItRHQTXHW~HVWDUiVDKtSRUTXHWHDJUDGDPLOLWDU\WLHQHVFRQ¿DQ]DSROtWLFDHQ
nosotros.
Es, pues, doblemente imprescindible para mí tu compañía en estos históricos
momentos, como militante que siente las bases para el verdadero partido obrero que
necesita la Revolución Peruana, y como mujer que me quiere y me comprende y me
ofrece sus brazos en estos momentos en que la realidad me golpea tanto.
199
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
200
NUEVE. UN POEMA: MUJER SIGLO XX
Te amo
Mujer
Por tus besos de incendio universal.
Porque en tu vientre
está en sus nueve meses la humanidad entera.
Por ese dolor y sangre
por esos gemidos desgarrados
por esa luz de Cuba y de toda la tierra.
Te amo
Porque en Vietnam amamantas
con tus catorce años lunares
tus queridos morteros
y mundo de hoy y mundo de mañana.
201
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Mujer
enamorada de esa lucha del hombre por ser Hombre.
Mujer
Desnudada de carne
por el Napalm del gringo.
Mujer
que vives y mueres
como esa Rosa alemana
Micaela qheshua
descuartizada en Cusco.
202
ALGUNOS TEXTOS DE HUGO BLANCO
El Amor amenazado
te pide Amor.
Y así expandido
tu aroma femenino por el mundo
me envuelve y me arrastra
y me liga
y hace que vibrando de universo
bese con ternura el fuego.
El Frontón, 1969
203
DIEZ. DOS TEXTOS SOBRE JAVIER DIEZ CANSECO
205
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Amigo y compañero
JAVIER32
La muerte de Javier es una pérdida para la humanidad.
No exagero, recuérdese lo que hace algún tiempo dijo una indígena amazónica
KDEODQGRHQVXOHQJXDQRVDEtDOD©OHQJXDR¿FLDOSHUXDQDªTXHHVODGHIRUPDFLyQ
de una lengua europea, con la cual escribo): «No luchamos solo por nosotros, al
defender la Amazonía estamos luchando por el mundo». El gobierno del mundo
está en manos de las grandes empresas transnacionales, que tienen como sus
sirvientes a los gobiernos; ellas, con su cada vez más fuerte ataque a la naturaleza,
llevan a la extinción de la humanidad. Por lo tanto, los pasos que dio Javier no solo
EHQH¿FLDEDQDORVVHFWRUHVKXPLOGHVSRUORVTXHOXFKyVLQRDODKXPDQLGDGHQVX
conjunto, ya que esas luchas populares nos aproximan a la única forma de salvar a
la humanidad de su extinción: que los pueblos mismos se gobiernen, desalojando de
poder a las grandes empresas multinacionales. Dio pasos importantes en ese sentido.
Con su habilidad excepcional para manejarse en el corrupto Parlamento peruano,
llegó a enviar a la cárcel a un exministro. Cuando al caminar por las calles de Lima
y otras ciudades vemos rampas para el uso de los discapacitados, debemos pensar
que éstas no existirían si no hubiese sido por Javier. Cuando vemos a discapacitados
trabajando al servicio del público, debemos pensar lo mismo. Por eso vimos en los
homenajes después de su muerte a muchos de ellos.
Es por su trabajo que la «aristocrática» Universidad Católica se convirtió en un
foro abierto, no sectario, que se aproximó a sectores obreros y campesinos. Javier
está presente en la lucha de los empleados públicos contra una ley que los aplastaría.
Está presente en el bloqueo que realizan los ronderos de La Libertad del que la
derecha se lamenta de que «solo hay 25 policías enfrentándolos», pues la policía
está muy ocupada defendiendo a la depredadora Newmont en Cajamarca. Está
presente con los obreros de Andahuasi, a quienes no pueden desalojar porque no
hay los cinco mil efectivos policiales que reclaman los jefes. Y, naturalmente, está
presente con las poblaciones de Cajamarca y los Cañaris, que luchan por el agua y la
vida contra el gobierno servil de Ollanta, que se arrastra a los pies de las millonarias
empresas depredadoras.
Es tal el peso del recuerdo de Javier que vemos lágrimas de cocodrilo de
los sirvientes del imperio que por órdenes de éste gritan en defensa de Capriles.
Recordando a Javier, reforcemos y enlacemos las luchas populares contra el sistema
capitalista neoliberal que arrastra hacia la extinción de la humanidad.
206
TERCERA PARTE
208
El amplio relato de Hugo Blanco sobre su vida, su historia política en los
últimos 56 años (desde 1957) y una breve antología de sus textos publicados,
SXHGHQ VHU VX¿FLHQWHV SDUD LQWHQWDU HVFULELU XQ HQVD\R GH LQWHUSUHWDFLyQ GH OD
importancia de su contribución con el cambio de la realidad y el enriquecimiento
de la perspectiva política de la izquierda. Ofrezco en esta primera aproximación:
una mirada a la matriz colonial de la hacienda como uno de los ejes de la sociedad
peruana; el largo camino que va de Manuel Gonzáles Prada a Hugo Blanco (1888
a 1980); el capitalismo agrario en la periferia amazónica del Cusco; los sindicatos
y las reivindicaciones campesinas; un análisis de la consigna Tierra o muerte: de
Chaupimayo a los Andes del Cusco y de todo el país y las cinco reformas agrarias
en el país; una presentación de las ideas de Hugo Blanco sobre algunos de los temas
más importantes en el debate político de la izquierda; situar a la primera reforma
agraria campesina en Cusco (1957-1962) como un hito que separa las aguas, un antes
\GHVSXpV¿QDOPHQWHFRQFOX\RFRQXQDVOtQHDVVREUHODYLJHQFLD\PRGHUQLGDGGH
las ideas de Hugo Blanco.
209
UNO. MATRIZ COLONIAL DE LA HACIENDA
211
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
212
REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN: COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ
0RGL¿FDFLRQHV TXH VH KDFHQ HQ OD (VFULWXUD GH $UUHQGDPLHQWR GH OD
hacienda de acuerdo con los arrendires, solucionando sus reclamos:
1º. La cláusula segunda, en su primera parte queda en vigencia y la
segunda «Fenecido o anulado este contrato todas las mejoras quedarán
HQEHQH¿FLRGHODSURSLHGDGªTXHGDDQXODGD\VLQYDORU
/DFOiXVXODWHUFHUDTXHGDPRGL¿FDGDFRPRVLJXH
El tiempo del arrendamiento es de cinco años renovables con iguales
condiciones, según el comportamiento del arrendire.
/DV FOiXVXODV FXDUWD TXLQWD \ GHFLPRVpSWLPD VH PRGL¿FDQ HQ HVWH
sentido:
La condición de trabajo en general, es de doce días mensuales por un
jornal de 50 centavos que reciben como socorro y de asistir a la maquipura
de trabajo durante seis días semestrales, por el socorro de 70 centavos,
igualmente que sus vivientes condicionistas.
Asimismo, proporcionará palladoras de coca u otro trabajo adecuado
para las mujeres diez días cada mes por el socorro de 20 centavos y
maquipura seis días semestrales junto con sus vivientes condicionistas, por
el socorro de 40 centavos.
Quedan obligados los arrendires de hacer que cumplan sus allegados
cuatro días de trabajo al trimestre, por el jornal de 10 centavos, como igual
número de palla a igual tiempo, por el jornal de 40 centavos.
6H¿UPyHOSUHVHQWHDUUHJORSRUFXDGUXSOLFDGRHQODKDFLHQGD0DUDQXUD
el 3 de abril de 1943.
Fuente: Eduardo Fioravanti, Latifundio y sindicalismo agrario en el
Perú, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1976: 82-85.
213
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
33 Sobre este punto ver el libro Estructural agraria y vida rural en una región andina de
Luis Miguel Glave y María Isabel Remy (1983), de Pablo Macera Mapa colonial de haci-
endas cusqueñas (1968) y el trabajo de Mario Vásquez Cambios socioeconómicos en una
hacienda andina del Perú (1962).
214
REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN: COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ
215
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
216
DOS. EL LARGO CAMINO DE 1888 A 1980.
DE MANUEL GONZÁLEZ PRADA A HUGO BLANCO
En la guerra con Chile, la clase política peruana se dividió para seguir a los
caudillos Andrés Avelino Cáceres y Miguel Iglesias: en favor del Perú, el primero;
objetivamente en apoyo a Chile, el segundo. Se trataba de una división vergonzosa e
indignante. De un lado, los llamados «indios» de Ayacucho y el centro del país como
improvisados pero valientes soldados de las montoneras y guerrillas de Cáceres,
defendieron la patria que hasta entonces los había oprimido y excluido; de otro,
ORV WHUUDWHQLHQWHV FRVWHxRV \ RWURV JUDQGHV FRPHUFLDQWHV SUH¿ULHURQ SDFWDU FRQ HO
enemigo para defender sus propios intereses. Indignado frente a estos lamentables
hechos, don Manuel Gonzáles Prada se preguntó: ¿qué es el Perú?, ¿quiénes son
SHUXDQRV"\¢TXLpQHVQR"5HVSRQGLyD¿UPDQGRTXHORVLQGLRVVRQORVYHUGDGHURV
peruanos:
El célebre hacendado poeta y anarquista Manuel González Prada fue uno de los
primeros intelectuales en advertir la gravedad del problema étnico en el Perú:
217
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
/RV WH[WRV FLWDGRV VRQ VX¿FLHQWHV SDUD VRVWHQHU TXH 0DQXHO *RQ]iOHV 3UDGD
es el precursor directo del indigenismo. Sus preguntas fueron y siguen siendo
esenciales para el Perú. El segundo paso en la denuncia de la profunda injusticia
218
REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN: COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ
reinante en el país fue dado por los indigenismos; el tercero correspondió a José
Carlos Mariátegui; el cuarto a la Confederación campesina del Perú (CCP); y el
quinto, que cierra una etapa de la historia peruana y abre otra, fue la reforma agraria
campesina en Chaupimayo y La Convención, dirigida por Hugo Blanco. Con razón
escribió Jorge Basadre: «Entre Prada y José Carlos Mariátegui hay una diferencia
radical. Prada encarna el pensamiento burgués en rebeldía, en crisis; y Mariátegui
la anunciación del escritor proletario. Prada fue un hombre de preguntas y de
problemas; Mariátegui, hombre de respuestas y soluciones» (Basadre 1931: 170).
El indigenismo literario, encabezado por Clorinda Matto de Turner y su novela
Aves sin nido (publicada en 1889 y anticipada a mitad del siglo XIX por Narciso
Aréstegui y su novela El padre Horán, con el subtítulo «Escenas de la vida del
Cusco», publicada en 1848), siguió el camino abierto por González Prada, lo mismo
que los llamados indigenistas, surgidos a partir de la Universidad San Antonio Abad
del Cusco, y el brillante movimiento autodidacta puneño.
Luis E. Valcárcel, con su libro Tempestad en los Andes (1927), tradujo, expuso
y compartió parte de las voces indígenas cusqueñas, que fueron oídas por primera
vez en Lima:
219
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
<DQRVHSXHGHQLVHGHEHFRQVLGHUDUD$PpULFDSUREOHPDSROtWLFRJHRJUi¿FR
o comercial, solamente. El suyo, antes de todo, es un problema de SER [1987: 35,
las mayúsculas son del autor].
220
REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN: COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ
35 Sobre la rebelión de Tocroyoc en 1921, ver los textos de Jean Piel (1967, 1975, 1976 y
1983), sobre otros movimientos campesinos de Cusco y Puno, ver de Ricardo Valder-
rama y Carmen Escalante, Levantamiento de los indígenas de Aquira y Quiñota (1981),
de Augusto Ramos Zambrano, Movimientos campesinos de Azángaro, Puno (1985), La
rebelión de Huancané (1984), Orlove, 1977; Christine Hunefeldt de Wlliam Stein, El
levantamiento de Atusparia, 1988; también la revista Campesino, animada y dirigida en
particular por Manuel Valladares en sus números de los años 1969 y 1974. Sobre la par-
ticipación de los campesinos en la guerra con chile, el texto de Nelson Manrique (1978).
221
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
222
TRES. ESTRUCTURA AGRARIA EN LA PERIFERIA CAPITALISTA DE LA
CONVENCIÓN EN TIEMPOS DE LA CONSIGNA «TIERRA O MUERTE» (1957-1963)
8QDJUDQQRYHGDGHQ&XVFRVHSURGXMRD¿QHVGHOVLJORXIX y, principalmente en
el XX. La importancia de numerosos productos en el mercado capitalista —como el
café, la caña de azúcar, el té y también el caucho para la industria del automóvil y
otros usos— abrió las puertas para que los hacendados andinos y nuevos aspirantes
a terratenientes tomen tierras en la alta y baja Amazonía sin ninguna propiedad legal
establecida, guiados por patrones de la hacienda colonial, en condiciones históricas
nuevas. En la periferia de las haciendas andinas fueron creados núcleos de producción
HPEULRQDULDPHQWH FDSLWDOLVWDV TXH UHVSRQGtDQ D XQ GHVDItR GHPRJUi¿FR D XQD
necesidad de producir para el mercado, y al pago en dinero —por primera vez— de
parte de la mano de obra requerida. Formar un fundo o una hacienda en medio de
los bosques de la Amazonía planteaba el desafío de disponer de una mano de obra
que no podía ser la clásica mano de obra colonial, cautiva indígena y monolingüe
quechua. El desafío fue mayor si se considera que los indígenas amazónicos-
históricos —habitantes de esos bosques— se negaron rotundamente a convertirse
HQVLHUYRVRHQVHPLDVDODULDGRV\SUH¿ULHURQKXLUPRQWHDGHQWURSDUDFRQWLQXDUFRQ
sus vidas de cazadores-recolectores y horticultores itinerantes. El contrato entre un
hacendado en posesión efectiva de una gran extensión de tierras en La Convención
y una arrendataria, citado al comienzo del primer capítulo de este ensayo, permite
mostrar la nueva estructura híbrida servil y capitalista, al mismo tiempo. El Sr.
Benjamín de la Torre no tenía interés o no estaba en condiciones de explotar todas
ODVWLHUUDVGHVXKDFLHQGD0DUDQXUD\SRUHVRSUH¿ULyDUUHQGDUSDUWHGHHVDVWLHUUDV
a la señora Catalina Castro viuda de Centeno, quién sí tenía interés y recursos para
hacerlas producir, vender en el mercado por lo menos parte de su producción, dadas
ODVGL¿FXOWDGHVGHFRPXQLFDFLyQGHORVDxRVWUHLQWD\FXDUHQWDGHOVLJORXX, pagar un
arrendamiento (merced conductiva o renta de la tierra) y obtener una ganancia.
En el lenguaje de la región, el arrendatario subarrendaba parte de las tierras a
personas que no tenían tierras y querían ser agricultores, a los que llamaron arrendires.
Estos, a su vez, entregaban lotes de tierras a campesinos llamados allegados con el
compromiso de trabajar tres días por semana en las tierras de la haciendas, y contaban
con la ayuda de maquipuras,36 peones asalariados temporales: de Pallas, recogedoras
y recogedores de cosechas; de Huata–faena, encargados de cumplir el compromiso
del trabajo en favor del hacendado; de «comisiones» o chasquis, encargados de llevar
mensajes en una región sin carreteras; de Minqa (minga), una variedad de ayuda
223
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
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REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN: COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
226
REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN: COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ
1XHYHODWLIXQGLRVWHQtDQPiVGHODPLWDGGHODVXSHU¿FLHDJUDULDGH/D&RQYHQFLyQ
y Lares, mientras 3.625 familias campesinas tenían solo 34.018 hectáreas. Tomando
en cuenta el área total de La Convención y Lares, el área explotada por los
propietarios era de 5.986.54 hectáreas, que representaba el 1.1%, el área explotada
por los arrendires y allegados era de 512.959.79 hectáreas, equivalentes al 7.2% y el
área «inculta», sin cultivar, de 512.959.79 hectáreas, correspondía al 91.7% de toda
ODVXSHU¿FLH)LRUDYDQWL
En el Cuadro Nº 4, «Condiciones de trabajo y limitaciones en las primeras
haciendas sindicalizadas de La Convención», puede observarse algunos datos
claves para entender la situación híbrida de las haciendas de la Amazonía
cusqueña. Lo primero que debo señalar es la sorpresa que encierra la categoría
«hacienda sindicalizada» porque corresponde a los arrendires organizados y no
a los trabajadores asalariados. (Más tarde, en el cuarto capítulo de este ensayo,
volveré sobre la particularidad de los sindicatos en los Andes y la Amazonía de
Cusco). Viejos y nuevos terratenientes estaban todos de acuerdo en la prohibición
de hablar el castellano impuesta a los arrendires allegados y maquipuras. Se trataba
de una voluntad explícita de mantener esa condición colonial que facilitaba la
H[SORWDFLyQ GH ORV VLHUYRV \ HVFODYRV OODPDGRV ©LQGLRVª ¿MiQGRORV GHQWUR GH OD
hacienda e impidiendo todo contacto fuera de ella. Otra exigencia era la prohibición
de construir una casa de adobe, que equivalía a no permitir que los nuevos ocupantes
WUDWDUDQ GH ¿MDUVH D OD WLHUUD \ KDFHU YDOHU HVH KHFKR FRQVXPDGR FRPR FRPR XQ
227
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
228
REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN: COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ
campesina. Ver también los textos de Aníbal Quijano, su artículo Los movimientos
campesinos en el Perú y sus líderes (1979), Giorgio Alberti (1976); Julio Alfaro y
7HUHVD2Up7Hy¿OR$OWDPLUDQR+pFWRU%pMDU6LOYHVWUH
Condoruna (pseudónimo de Ricardo Letts, 1971); Wesley Craig (1958); Luis de la
Puente Uceda (1976); Flores Galindo y Burga (1980); Virginia Guzmán y Virginia
Vargas (1981); Eric Hobsbawm (1977, 1974, 1973, 1972, 1970); Manuel Llamoqa
(1972); Carlos Malpica (1970, 1968); Mauro Paredes (1970); Felipe Portocarrero
y Julio Cotler (1976); Wilson Reátegui (1977); Antonio Rengifo (1977a y 1977b),
José Tamayo Herrera (1981); Mario Vásquez (1962); Héctor Martínez (1962); y
Beatriz Montoya (1978).
229
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
230
CUATRO. CAPITALISMO EN LA PERIFERIA AMAZÓNICA DE CUSCO
Para que las nuevas haciendas formadas en los bosques de la Amazonía cusqueña
creciesen y encontrasen mercados era indispensable crear una ciudad y construir una
carretera que uniese esa vasta y lejana región con Cusco, la metrópoli regional desde
tiempos incas. Cito un texto de Eduardo Fioravanti para mostrar la formación de la
ciudad de Quillabamba y el carácter capitalista de las nuevas haciendas o plantaciones:
(QGH¿QLWLYDSRGHPRVFDUDFWHUL]DUDOPRGRGHSURGXFFLyQGRPLQDQWHHQ
La Convención-Lares antes del levantamiento campesino, como capitalista, por
las siguientes razones:
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CINCO. SINDICALISMO, REIVINDICACIONES Y REFORMAS AGRARIAS
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[En La sección] Los nuevos indios, [Valcárcel] los presenta como indios
rebeldes, capaces de defenderse, de cuestionar el orden colonial de los hacendados
y sus aliados políticos y religiosos y de tomar decisiones propias y autónomas
SDUDD¿UPDUDOJXQRVGHVXVGHUHFKRV'HVGHVXSDUWLFXODUSHUVSHFWLYD/(9
observó la potencialidad política de los indígenas al aprender a leer y a escribir, y
DODGRSWDUDOJXQRVHOHPHQWRVGHODFXOWXUDRFFLGHQWDOHQVXSURSLREHQH¿FLR/D
metáfora del nuevo indio que monta a caballo para volverse gaucho o qorilazo,
chumbivilcano, lazo de oro) ilustra muy bien la percepción de lo nuevo que
empezaba a ocurrir. Desde otra perspectiva, José Uriel García, consideraba que
el nuevo indio era el mestizo: «El nuevo indio fuga del incario para apoderarse
del otro campo» (García 2011: 142). L.E.V. creía que el mestizo era alguien que
KDEtDSHUGLGRVXLGHQWL¿FDFLyQFRQORVD\OOXV\RSWDEDSRULQFRUSRUDUVHDOPXQGR
de los señores. La discrepancia entre ambos amigos y compañeros de ruta en
la rebelión intelectual del Sur andino no fue tan seria y profunda. Los gauchos
y chumbivilcanos a caballo, citados por Valcárcel son sin duda los «mestizos»
en la visión de José Uriel García38. En su libro Pueblos y paisajes sudperuanos,
38 En sus Memorias, Valcárcel mencionó varias veces a José Uriel García, contó que junto
con él y con Eduardo Guevara eran amigos «inseparables»: «Uriel García fue otro gran
indigenista de mi generación, batallador incansable, luchó y escribió mucho en defensa
del indígena peruano. Compartimos una misma preocupación por la arqueología y la his-
toria, no solamente como estudio erudito sino de profunda raigambre indigenista y parte
de la revaloración del indio» (Valcárcel 1981: 146). Ambos amigos tuvieron un distancia-
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¿Qué fue lo nuevo aportado por Hugo Blanco? En la historia de las reformas
agrarias peruanas, corresponde a la Federación de Campesinos del Cusco (FDCC)
el mérito de haber sido la primera en plantear una reforma agraria concreta, en
organizar una Secretaría de Reforma Agraria como una novedad sindical. A Hugo
Blanco le corresponde, igualmente, el mérito de haber sido el primer responsable de
esa secretaría y el creador de la consigna «Cusco: tierra o muerte».
Disponemos del «Decreto de Reforma Agraria Campesina» dado por la
Secretaría de Reforma Agraria de la FDCC, en 1962, que salió desde Chaupimayo, y
fue repartido en volantes por toda la región. Cito aquí los cinco puntos del decreto:39
39 Apareció publicado en el libro Hugo Blanco y la rebelión campesina, del mayor Víctor
Villanueva (1967: 127-128…) y fue citado también por Fioravanti (1974: 298-299).
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
42 Para entonces el APRA ya había hecho un giro de 180 grados en su propuesta de naciona-
lización de toda la tierra que fue uno de los puntos centrales de su programa en 1931.
43 En Andahuaylas, los propietarios intentaron evitar la reforma agraria, pero las tomas de
tierras de 1974 los obligaron a abandonar las haciendas.
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
45 Como herederos de los bienes de su difunta esposa, Abimael Guzmán tiene formalmente
derecho a una parte de la hacienda familiar expropiada, pero como está condenado a
cadena perpetua, el gobierno y el Poder Judicial cree que el dinero que corresponde a su
parte debe ser requisado para pagar la reparación civil que le corresponde.
46 «[En 1996] Tuve también la oportunidad de observar un ceremonia especial de despedida
de un contingente de 60 desplazados —colonos y asháninkas— que partían de Satipo
rumbo a Puerto Ocopa y luego a sus comunidades de origen. Unos 30 soldados y otros
tantos ronderos armados con escopetas partieron con ellos para protegerlos de las colum-
nas de Sendero Luminoso que están aún por el río Ene. Después, los dirigentes ashánincas
contaron que entre los que volvían reconocieron los rostros de antiguos colonos y hasta de
uno o dos senderistas de los años ochenta» (Montoya 1998: 35).
248
SEIS. TIERRA O MUERTE. DE CHAUPIMAYO A LOS ANDES DEL CUSCO,
DEL SUR Y CENTRO ANDINO
Recuperar: volver a poseer. Fui a ver el caso de las invasiones en el Sur. Los
campesinos me contestaron: «¿Cuáles invasiones? Lo que hacemos es recuperar
la tierra de nuestros antepasados. No hay invasiones. Hay recuperaciones»
[Neira 1964: 93].
47 «[Camino a Cusco, en enero de 1962] En el avión devoré las opiniones de los parlamen-
tarios. ¿Quién era el culpable de la sangre derramada?, ¿quién era el agitador? El hambre
como decía Trelles o los comunistas como insistía la oposición. Todavía resonaba en
mis oídos la frase clara pero desesperanzada del ex Premier ‘¿qué quieren que haga, que
meta bale, que mate?’. Había dos puntos sin aclarar en los informes [de los parlamen-
tarios] confusos, contradictorios e incompletos. ¿Por qué habían tomado la ciudad de
Quillabamba los sindicatos del valle de La Convención? Y por qué había disparado Luna
Oblitas [el hacendado cusqueño] en Urcos, matando siete campesinos. En realidad, nadie
sabía lo que pasaba en el Cusco y por eso me enviaban» (Neira 1964: 10).
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«Causachu, causachu, causachu».48 ¡Que viva, que viva, que viva! Vi repetirse
esto, a lo largo del Sur. Ningún otro hombre despierta un mayor fervor entre los
48 Es pertinente aquí una aclaración sobre la palabra causachu, que e n realidad corresponde
a causachun, que deriva del verbo quechua kawsay (vivir) y quiere decir «que viva». La
interjección de triunfo en castellano «que viva» fue traducida al quechua por los velas-
quistas con la palabra causachun, sin tomar en cuenta que el equivalente en quechua de
esa interjección es haylli. En los ayllus quechuas nunca se dice causachu, ni causachun,
sino simplemente haylli.
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49 Las cinco novelas de Scorza son: Redoble por Rancas (1971), Historia de Garabombo
el invisible (1972), El cantar de Agapito Robles (1974), El jinete insomne (1975) y La
tumba del relámpago (1978).
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\FRQHOORWUDEDMDUtDQVRORSDUDFXEULUODGHXGD$O¿QGHODFRQYHUVDFLyQORV
comisionados pudieron notar que el movimiento no era una acción violenta y
que los campesinos no estaban armados [Sánchez 1981: 150].
Nosotros, todos, como dicen nuestros compañeros aquí desde tiempos antiguos,
no alcanzamos a la justicia y aprendimos el dolor desde nuestros abuelos, a
nuestros padres y madres. Agarramos conciencia de todo eso y nos devolvimos
las tierras recuperando las haciendas. Nosotros, los que crecimos después
tomando conciencia, viendo el dolor, sintiendo el dolor de nuestros abuelos y
padres, hemos visto también como nos han engañado, compañeros, a nosotros
también. Cuando íbamos a trabajar nos pagaban con fruta, con menos precio
y por debajo del precio. Si agarrábamos una naranja, si íbamos a orinar, nos
estaban mirando. Aun habiendo naranjas que se podrían en el suelo, ahí en la
zona templada, no nos dejaban comerlas, no nos decían cómanlas, a pesar de
nuestra sed, de nuestro trabajo. No nos daban esas naranjas ni menos las otras,
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REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN: COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ
las que estaba mejor, sin podrirse. Nos dimos cuenta de todo eso y por eso
hicieron las tomas según nuestros sentimientos, conforme a lo que nos hicieron
sufrir y conforme a nuestras necesidades esa es toda mi palabra, compañeros
[Quintanilla 1981: 51].
Tierra y escuela. Abrir los ojos para despertar y aprender a leer y a escribir
En mis visitas a Andahuaylas, particularmente Tancayllo, Osccollo y Uripa, en mi
trabajo de campo en Puquio (1974-1975) y en los textos que leí entonces sobre el
movimiento campesino en La Convención, oí la autopercepción indígena condensada
en las palabras mana ñawiyuq, literalmente en quechua «sin ojos».50 Pensé mucho
en ese razonamiento y reuní los elementos necesarios para sugerir la existencia de
XQPLWRFRQWHPSRUiQHRGHODHVFXHODTXHDSDUHFHHQHO*Ui¿FR1GHODSiJLQD
siguiente. En una versión resumida, el mito es el siguiente:
257
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
quienes saben leer y escribir viven en el mundo del día, tienen ojos. No tiene
sentido quedarse en el mundo de la noche porque debemos progresar para ser
como los que van a la escuela y tienen ojos. Yendo a la escuela abrimos los ojos,
despertamos [Montoya 1990: 94].
La idea de ir a la escuela para abrir los ojos está directamente emparentada con
la magia de la escritura, atribuida a los españoles por parte de los indígenas cuando
constataron que un simple papel escrito tenía ojos y oídos, para ver y oír, como
si fuera como nosotros. Garcilaso Inca de la Vega describió, en un pasaje de sus
Comentarios reales, el asombro por el poder de la escritura:
Porque los primeros melones que en la comarca de los Reyes se dieron causaron
un cuento gracioso, será bien lo pongamos aquí, donde se verá la simplicidad
que los indios en su antigüedad tenia; y es un vezino de aquella ciudad,
conquistador de los primeros, llamado Antonio Salar, hombre noble, tenía una
heredad en Pachacamac, cuatro leguas de los Reyes, con un capataz español
que miraba por su hacienda, el cual envío a su amo diez melones que llevaron
los indios a cuestas, según la costumbre dellos, con una carta. A la partida les
dixo el capataz: ‘No comáis ningún melón déstos, porque si lo coméis lo ha de
decir esta carta’. Ellos fueron su camino, y a media jornada se descargaron para
descansar. El uno dellos, movido de la golosina dixo al otro: ‘¿No sabríamos
a qué sabe esta fruta de la tierra de nuestro amo?’. El otro dixo: ‘No, porque
si comemos alguno lo dirá esta carta, que asi nos lo dixo el capataz’. Replicó
el primero: ‘Buen remedio; echemos la carta detrás de aquel paredón, y como
QRQRVYHDFRPHUQRSRGUiGH]LUQDGD¶(OFRPSDxHURVHVDWLV¿]RGHOFRQVHMR
y poniéndolo por obra, comieron el melón. Los indios, en aquellos principios,
como no sabían qué eran letras entendían que las cartas que los españoles se
escrivían unos a otros eran como mensajeros que dezían de palabra lo que el
español le mandava, y que eran como espías que también dezían lo que veían
por el camino; y por eso dixo el otro: ‘Echémosla trás el paredón para que no
nos vea comer’.
Queriendo los indios proseguir su camino, el que llevaba los cinco melones en su
carga dixo al otro: ‘No vamos acertados, conviene que emparejemos las cargas,
porque si vos lleváis cuatro y yo cinco, sospecharan que nos hemos comido
el que falta’. Dixo el compañero: ‘Muy bien dezis’. Y así, por encubrir un
delito hizieron otro mayor, que se comieron otro melón. Los ocho que llevaron
presentaron a su amo; el cual habiendo leído la carta dixo: «¿Qué son de dos
melones que faltan aquí?. Ellos a una respondieron: ‘Señor, no nos dieron más
de ocho’. Dixo Antonio Solar: ‘¿Por qué mentís vosotros, que esta carta dize
que os dieron diez y que os comísteis los dos?’. Los indios se hallaron perdidos
de ver que tan al descubierto les huviesse dicho su amo lo que ellos habían
hecho en secreto; y assí, confusos y convencidos, no supieron contradezir la
verdad. Salieron diziendo que con mucha razon llamaban dioses a los españoles
con el nombre de Viracocha, pues alcançaban tan grandes secretos.
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2WUR FXHQWR VHPHMDQWH UH¿HUH *yPDUD TXH SDVy HQ OD LVOD GH &XED FXDQGR
ella se ganó. Y no es maravilla que una misma iñorancia passasse en diversas
partes y en diferentes naciones, porque la simplicidad de los indios del nuevo
mundo, en lo que ellos no alcançaron, toda fue una. Por cualquier ventaja por los
españoles hazían a los indios, como correr cavallos, domar novillos y romper la
tierra con ellos, hazer molinos y arcos de puente en los ríos grandes, tirar con
un arcabuz y matar con él al ciento y dozientos pasos, y otras cosas semejantes,
todas las atribuían a divinidad; y por ende les llamaban dioses, como lo causó la
carta [Garcilaso de la Vega 1943, tomo II: 276-277].
Guamán Poma de Ayala, cuatro siglos antes que los quechuas de los ayllus de
las provincias actuales de Lucanas y Sucre, escribió:
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AQUI VA EL DESPLEGLABLE
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AQUI VA EL DESPLEGLABLE
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SIETE. IDEAS POLÍTICAS EN DEBATE
Como lo señalé en la introducción general de este libro, luego de hacerle una gran
cantidad de preguntas sobre su vida y su trayectoria política, me hubiera gustado
tener con Hugo Blanco una larga conversación y un debate con el propósito de
poner en relieve la importancia de sus ideas políticas en los últimos sesenta años, y
la plena actualidad de sus propuestas en defensa de la vida, del agua, de la especie
humana y del planeta. Hugo Blanco es un hombre de acción, de primera línea en los
combates, no tiene ni quiere tener una aproximación académica sobre la realidad, en
el sentido preciso de un examen y un debate de ideas; tiene muchas, algunas de gran
importancia y originalidad, pero se siente como un pez en el agua en la marcha política
del momento. No es un líder de un partido ni un caudillo que calcula sus pasos para
tener una cuota mayor del poder convencional de los tiempos modernos, ganar votos,
FXLGDUVXLPDJHQRUHFXUULUDDVHVRUHVGHLPDJHQSDUDHQFRQWUDUVXSHU¿OIRWRJpQLFR
más conveniente. Su acción y liderazgo, decisivos para alcanzar el ideal «Cusco:
tierra o muerte», extendida a todos los Andes y a la costa, en más o menos veinte años
(1962-1982), fue un primer gran momento en el proceso de tardía democratización de
la vida política peruana. Hugo Blanco no se limitó a vivir de sus recuerdos. Mantuvo
VX¿UPHGHFLVLyQGHVHUXQPLOLWDQWHDFWLYRGHODSROtWLFDGHL]TXLHUGDHQHOSDtVFRQ
una presencia constante en la primera línea de las luchas populares.
En este capítulo presentaré algunas de sus ideas políticas más importantes, que
se desprenden de sus actos y del relato de su vida en la primera parte de este libro, sin
necesidad de volver a citar sus frases. En su relato de vida, así como en la segunda
parte (textos escogidos) y la totalidad de sus textos, están contenidas todas las tesis
políticas que incluyo en esta sección, con la clara advertencia de que se trata de una
primera aproximación y que en el listado que ofrezco no están todas sus ideas.
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
teoría y práctica del poder hay una contradicción evidente entre mandar y obedecer
porque quien manda no obedece y quien obedece no manda. Por eso, en los partidos
de derecha y de izquierda son necesarios e indispensables los jefes, del mismo modo
que en las fuerzas armadas y en la Iglesia católica.
Cuando Hugo Blanco cuenta de su encuentro con Luis de la Puente Uceda, en
octubre de 1962, aparece la diferencia entre el futuro guerrillero jefe y el dirigente de
base que se limita a cumplir con el encargo dado por su sindicato. El partido aparece
muy lejos, porque es casi inexistente.
El fondo común de una misma historia en la lucha de La Convención y en las
comunidades indígenas políticamente organizadas, explica la inmediata sintonía de
Hugo Blanco con el movimiento zapatista.
Tierra y libertad
Las cuestiones de la tierra y la libertad han ido —y van— juntas en una parte de la
historia de Europa y del mundo. En las sociedades de señores feudales y señores de
la tierra, la gran propiedad y el latifundio han sido bases de un poder político que
duró muchos siglos y que empezó a ser cuestionado por el ideal de justicia y libertad,
propio de la modernidad occidental. En Europa, correspondió a los burgueses resolver
el problema de la feudalidad, acabar con el poder de los reyes y señores de la tierra
y abrir las compuertas de libertad para siervos que se convirtieron en campesinos y
en pequeños burgueses. En América Latina, particularmente en Perú, no fue así. Una
alianza de clases entre los burgueses en general y la burguesía agraria en particular
con los señores de la tierra en los Andes y en la costa, formó un bloque político que
gobernó el país hasta 1969. Los criollos, herederos de los españoles, se apropiaron
del discurso de la libertad, convirtieron la ciudadanía en privilegio de los mayores
266
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
En los extremos, poco o nada en común tenían los arrendires de Chaupimayo con
ODRUJDQL]DFLyQWURWVNLVWDDUJHQWLQDGH1DKXHO0RUHQRTXHIXH¿OLDOGHXQDFHQWUDO
internacional en París. Con el tiempo, por su sensibilidad social, su gran respeto por
ORVFDPSHVLQRVSRUVXLGHQWL¿FDFLyQSURIXQGDFRQHOORV\HOODVDWUDYpVGHOTXHFKXD
y por vivir juntos una horizontalidad desde abajo, con las mayores privaciones,
+XJR %ODQFR RSWy SRU LGHQWL¿FDUVH FRQ VXV FRPSDxHURV GH ORV VLQGLFDWRV +XJR
Blanco estaba solo en el campo, haciendo su trabajo en condiciones sumamente
adversas, mientras sus camaradas del POR, el FIR y el SLATO discutían intensamente
con posiciones diferentes y opuestas sobre la revolución mundial, latinoamericana,
peruana y cusqueña.51 No tengo duda de que a Hugo Blanco le hubiera gustado que
inmediatamente después de la reforma agraria decretada por él en La Convención,
su partido, el FIR, creciese y se convirtiese en una fuerza política capaz de dirigir
la ansiada revolución y la lucha armada, siguiendo el ejemplo de la Revolución
Cubana. Nada de eso fu posible. Leyendo el relato de Hugo Blanco en este libro,
sus propios textos y la literatura sobre el tema, particularmente el libro de Víctor
Villanueva (1967), una conclusión es inevitable y prácticamente indiscutible: el
grupo que formó el FIR fue demasiado pequeño y no estuvo en condiciones de formar
un partido en serio y, menos aún, de contar con militantes formados y recursos
VX¿FLHQWHVSDUDDSR\DUHOWUDEDMRSROtWLFRGH+XJR%ODQFRHQWUHORVPRQWHVGH/D
Convención. Cuando cayó preso, el 29 de mayo de 1963, estaba solo, con hambre,
y tenía un viejo revolver. Su partido, distante y ausente, prácticamente no existía.
268
REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN: COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ
6XLGHD\FRQYLFFLyQGHODQHFHVLGDGGHXQSDUWLGRUHYROXFLRQDULRVHPDQWXYR¿UPH
durante un buen tiempo y duró hasta la disolución de su Partido Revolucionario
de los Trabajadores (PRT), sobrevivió un poco más con su incorporación al Partido
8QL¿FDGR0DULDWHJXLVWDOLGHUDGRSRU-DYLHU'LH]&DQVHFRTXHORJUyXQLUDYDULRV
fragmentos de la izquierda, con una particularidad: no fue una organización trotskista.
En consecuencia, Hugo Blanco cerró un ciclo político de su vida, para pasar a otro.52
Poco tiempo después, estaba ya en condiciones de sostener la inutilidad de la noción
clásica del partido de vanguardia y de jefes y de volver con más fuerza y convicción
sobre la lección aprendida en las luchas campesinas del Cusco: que las bases dirijan
o mandar obedeciendo, en términos zapatistas.
52 Puede ser pertinente aquí mencionar el sentido del humor de Hugo Blanco para sostener
que ahora no tiene sentido ser trotskista o marxista. Entre la ortodoxia de las rígidas or-
ganizaciones trotskistas y la irreverencia de Hugo Blanco en los últimos quince años, hay
una saludable autocrítica.
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Cuestión indígena
En la serie de preguntas a Hugo Blanco sobre la cuestión indígena argumenté que
él volvió sobre la cuestión indígena luego de su largo exilio en México y el feliz
hallazgo del movimiento indígena articulado por los zapatistas. Si mi razonamiento
era correcto, habría habido una especie de ruptura entre el Blanco 1, profundamente
ligado al mundo quechua entre 1959 y 1963, y el Blanco 2, de las elecciones
presidenciales, la fallida propuesta de ARI y su elección como diputado, primero,
y senador, después. Yo esperaba que me dijera «Sí, así fue», pero su respuesta fue
rotunda: no. Él está convencido de que nunca dejó de tomar en cuenta el componente
indígena del país, tanto por su dominio de la lengua y cultura quechua como por
su defensa de la cultura, la lengua y la identidad indígena, siendo parlamentario y
dirigente de la CCP. Tenía y tiene razón. Es públicamente conocida la diferencia de
posiciones dentro de la CCPGHXQODGRXQJUXSRTXHVHPDQWLHQH¿HODODRUWRGR[LD
de hablar solo de campesinos y, de otro, una corriente que valora el componente
indígena y cree que el movimiento político indígena es respetable y necesario.
Quienes dentro de los partidos de izquierda y los gremios sindicales se oponen a
los movimientos políticos indígenas argumentan que los indígenas son muy pocos
HQHOSDtV\TXHDGPLWLUORVVLJQL¿FDUtDDFHSWDUXQDJXHUUDGHUD]DV(VWDYLVLyQGH
la política a partir de los posibles votos en las elecciones y del miedo de las clases
dominantes del país ante una temible venganza indígena, expresa la orfandad y la
pobreza de los responsables políticos de una buena parte de las organizaciones de lo
que queda de la izquierda.
270
OCHO. SOBRE LA POSIBILIDAD Y LA LAMENTABLE FRUSTRACIÓN DE LA
ALIANZA REVOLUCIONARIA DE IZQUIERDA (ARI)
Hubo —y aún hay— unanimidad en todas las bases de lo que fue y queda de la
izquierda peruana, sobre la potencialidad que la Alianza Revolucionaria de
Izquierda (ARI) tuvo en el país después del éxito electoral de Hugo Blanco y la
L]TXLHUGDHQODVHOHFFLRQHVGHSDUDOD$VDPEOHD&RQVWLWX\HQWH(Q¿ODVGHOD
Unidad Democrática, Vanguardia Revolucionaria, el Movimiento Revolucionario
Socialista y el Partido Revolucionario de los Trabajadores, se gestó la propuesta de
una candidatura presidencial de Hugo Blanco, quien era, en ese momento, el líder
más importante de la izquierda. Hubo un acuerdo general para una candidatura de
izquierda, pero el Partido Comunista, Patria Roja y otras organizaciones marxistas
OHQLQLVWDV\PDRtVWDVQRDFHSWDURQTXHXQWURWVNLVWDIXHVHOD¿JXUDSULQFLSDO\TXHUtDQ
que el candidato presidencial fuese Alfonso Barrantes, un abogado independiente de
izquierda, de antigua militancia aprista y comunista. No fue posible la unión y Hugo
Blanco anunció que no sería candidato de ARI. Me parece pertinente contar aquí que
en la madrugada del día en que un delegado del PRT hizo ese anuncio, fui al local
del PRT para intentar hablar con Hugo Blanco. Aníbal Quijano y yo, como delegados
del Movimiento Revolucionario Socialista, argumentábamos que una candidatura
de Hugo Blanco, que no ganaría las elecciones, haría avanzar políticamente a la
izquierda socialista y que, más tarde, podría convertirse en una alternativa política
para el país. En la lógica partidaria de los bloques internacionales y nacionales de la
izquierda, no tenía sentido que los comunistas y maoístas apoyasen a un trotskista
y que los trotskistas apoyasen a Alfonso Barrantes. Hubo, en consecuencia, un
desacuerdo muy grande y la posibilidad de un bloque socialista se desvaneció en el
aire. Encontré a Hugo Blanco tratando de descansar sobre una bandera peruana en el
piso del local del PRT. Me dijo que ya no tenía sentido insistir y que ARI no iba más. Le
dije que me quedaba un último argumento: la ruptura de ARI sería también una grave
responsabilidad de él mismo y que, por eso, él saldría políticamente debilitado y que
ya no podría tener las mismas posibilidades de antes. Muy seguro de sí mismo, me
respondió diciéndome que yo estaba equivocado y que ya no había nada que hacer.
Cuando en nuestra larguísima entrevista de abril de 2012 le conté de esta historia,
Hugo Blanco me dijo que no la recordaba. Durante cerca de veinte años no tuve interés
alguno en conversar con él, pese a mi admiración por su liderazgo en el proceso
de gran transformación política del país luego de la reforma agraria campesina de
1962. En mi opinión, su trabajo como diputado y senador fue demasiado gris porque
él era una persona de grandes cualidades para organizar y estar en primera línea
de las luchas populares y no estaba a la altura de los cuadros parlamentarios de la
derecha. Cuando volvió de su exilio voluntario en México, me llamó por teléfono en
Lima para conversar. Le respondí diciéndole que yo no quería hablar con él. Tenía
aún parte de la rabia y frustración por el fracaso de ARI. Me dijo que volvía con
271
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
otras ideas, que el tiempo había pasado y que la experiencia zapatista abría nuevas
esperanzas. «Si es así, ven a casa», le dije. Con unas copas de pisco, conversamos
muchas horas y renovamos una amistad que a pesar del tiempo transcurrido mostraba
aún su fuerza. Tuve una enorme alegría de saber que al volver no intentaría otra
candidatura electoral y que consagraría los años de vida que le quedaban a apoyar a
los pueblos indígenas, a caminar con ellos para que avancen políticamente y tomen
en sus manos el futuro de su propio destino.
En 2011, pedí a Hugo Blanco que fuese uno de los presentadores de mi libro
Porvenir de la cultura quechua en Perú junto con César Germaná y Gonzalo
Portocarrero, en el coliseo deportivo de Villa el Salvador, y que hablara en quechua.
Aceptó con alegría mi invitación, y antes de su exposición pidió que levantaran la
mano los asistentes que hablaban quechua. Dos tercios de un tal de 450 personas
levantaron la mano y Hugo Blanco habló veinticinco minutos en quechua.
En marzo de 2012, las condiciones estaban reunidas para que yo acepte la
propuesta de David Ugarte para lograr que Hugo cuente su vida. Pensaba en un
homenaje que Cusco le debía a Hugo Blanco. Hugo aceptó, y yo me comprometí a
escribir este largo ensayo a partir de su historia de vida, sus textos y la bibliografía
principal sobre el tema.
Sobre la cuestión del fracaso de ARI, más de treinta y cinco años después, Hugo
Blanco está convencido que fue el más grave error político de su vida. Se resiste
a examinar a fondo el tema, y cuantas veces lo intenté, vuelve sobre una idea que
DSDUHFH PX\ ¿MD HQ VX SHUFHSFLyQ \ HQWHQGLPLHQWR GH HVH HVH KHFKR SROtWLFR eO
hubiera preferido no participar en ninguna de las negociaciones de ARI, porque en
ellas vio los apetitos de quienes buscaban una curul por encima de todo. Varias veces
mencionó el asco que sintió por esa pequeña guerra de mezquinos intereses, hasta
TXHGLMR£EDVWD\SUH¿ULyGHFLU ARI no va más. Este es, sin duda, un elemento de la
cuestión de ARI, pero no el único ni, tal vez, el más importante, pero la memoria y el
entendimiento de los hechos son siempre selectivos y responden a fuerzas internas
que no están bajo pleno control y van por donde quieren.
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muy difícil unir los fragmentos. Las luchas populares en los diversos movimientos
sociales en todo el país, poco o nada tienen que ver con los partidos políticos de
izquierda. Para las organizaciones de la izquierda, la política se reduce a tener
presencia en el Congreso. Encontrar el caudillo-aliado que más curules asegure es
el objetivo táctico inmediato, al margen de una propuesta propia de mediano y largo
plazo.53
53 Sobre este punto ver mi artículo «Puentes para unir los diversos fragmentos del Perú»
(Montoya 2011), publicado en varios espacios de Internet.
54 El principio del don puede ser resumido señalando que supone dar para recibir y recibir
comprometiéndose a devolver.
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55 Sobre este punto ver mis artículos «Siete tesis de Mariátegui sobre el problema étnico y el
socialismo en el Perú» y «El problema étnico y el socialismo en tiempos de Mariátegui»
(Montoya 1995).
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NUEVE. HUELGAS Y REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN CUSCO (1957-1962).
ANTES Y DESPUÉS EN LA HISTORIA PERUANA. TIEMPOS DE SUFRIMIENTO, DE
DESCANSO Y DE LIBERTAD. OPORTUNIDAD PERDIDA POR LA IZQUIERDA
56 Sobre el mito del tiempo del descanso, ver mi novela El tiempo de descanso (Montoya
1997) y mi artículo «Tierra, tiempos de reposo y sufrimiento» (Montoya 1991).
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
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57 Sobre el tema general de reforma agraria ver: Fernando Eguren 1980, 1975; García Sayán,
1980a, 1980b, 1982; Letts, 1964; Malpica, 1970, 1968; Matos Mar y Mejía, 1980; Valder-
rama, 1976; y otros textos que aparecen en la bibliografía general de mi libro Lucha por
la tierra, reformas agrarias y capitalismo en el Perú del siglo XX (1989).
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REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN: COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ
Hugo Blanco fue el líder político de mayor importancia del país, tanto por su
DFFLyQHQ/D&RQYHQFLyQFRPRSRUVXFRQVHFXHQFLD\¿UPH]DHQVXFRPSURPLVR
con el pueblo. Luego de ocho años de cárcel, rechazó la oferta del gobierno de
Velasco para convertirse en un funcionario de SINAMOS, fue echado del país y luego
de años fuera, particularmente en Suecia y en Chile, volvió al país, en plena campaña
electoral para la Asamblea Constituyente, fue nuevamente expulsado, volvió luego
de haber sido elegido con la votación más alta de un líder de izquierda en la historia
del país. El camino estaba abierto y si Hugo Blanco hubiera sido el candidato de
la Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI, sí en quechua), no habría ganado la
HOHFFLyQSUHVLGHQFLDOSHURVtKDEUtDD¿UPDGRXQDIXHU]DGHL]TXLHUGDFDSD]GHJDQDU
en una o dos elecciones más como ha ocurrido con Allende en Chile y Lula en
Brasil. No pudo ser porque las organizaciones de la izquierda peruana no estaban
preparadas para nada que fuera de mediano y largo plazo. Hubo muchas razones
que explican ese fracaso de la unidad de izquierda, entre las más importantes puedo
mencionar las siguientes:
1. La gravísima contradicción entre Stalin y Trotsky, que comenzó en el partido
bolchevique antes de la victoria de octubre de 1917, continuó durante el gobierno
de Lenin, se agravó con el gobierno de Stalin, y continúa hasta hoy. En 1940,
un enviado de Stalin asesinó a Trotsky en la ciudad de México. Sus seguidores
en el mundo fundaron la Cuarta Internacional y con diferentes escisiones y
tendencias, siguen actuando hoy en numerosos países del mundo. Hugo Blanco
fue formado políticamente por la tendencia trotskista argentina de Nahuel
Moreno. Volvió al Perú para ser un obrero y trabajar con la vanguardia obrera,
pero en Cusco descubrió que en los sindicatos de arrendires de Chaupimayo y
La Convención y Lares estaba la vanguardia. Cambio de caballo a mitad del río
y se unió a los arrendires para apoyarlos. En una huelga de arrendires llegó a la
conclusión de que la huelga equivalía a una reforma agraria y como secretario de
reforma agraria de la Federación de Campesinos del Cusco, decretó la primera
reforma agraria del país, que fue la puerta de entrada de nuevos vientos políticos
que cambiaron y siguen cambiando el país. El Partido Comunista no le perdonó
nunca a Hugo Blanco ser un trotskista. Lo acusó de ser un agente de la CIA,
pero no pudo impedir que los campesinos lo eligieran como su representante
en la FDCC y en CCP. Por su parte, los trotskistas no perdonaron nunca al Partido
Comunista de la URSS\VXV¿OLDOHVQDFLRQDOHVSRUVHUUHVSRQVDEOHGHODPXHUWH
de Trotsky y por haber traicionado los ideales de la revolución de Octubre. No
importó que Hugo Blanco haya sido un militante trotskista solo en el campo,
lejos de las peleas entre sus fracciones y haciendo un trabajo clave en favor de
los campesinos.
La idea de una unidad de la izquierda liderada por Hugo Blanco murió
al nacer. Recuerdo que hablando del tema de ARI, Alfonso Barrantes me
dijo: «Primero muerto antes que ir a las elecciones debajo de Blanco». Ese
era el sentimiento de fondo tanto en los líderes del PC como en cada una de
las fracciones marxistas-leninistas-maoístas. ¿Por qué ir junto con el PC y los
PDRtVWDVVLVXFRQWULEXFLyQHVLQVLJQL¿FDQWHVLVHOHFRPSDUDFRQODLPSRUWDQFLD
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TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
©([FOXLGRVORVWURWVNLVWDV\ORVVRFLDOLVWDVQRWURWVNLVWDVODOODPDGD³,]TXLHUGD8QLGD´
liderada por Alfonso Barrantes, solo fue una pasajera alianza electoral, que estalló en
pedazos debido a cuatro factores decisivos: 1. La profunda división entre sus caudillos,
2. La virtual alianza entre Alfonso Barrantes y Alan García que dejó sin juego propio a
lo que se llamaba aún ¨Izquierda Unida¨. 3. La contribución de Sendero Luminoso para
quebrar lo poco de unidad que quedaba, con su discurso y práctica para demoler no solo
el Estado sino a cada de las organizaciones sociales y políticas y también a personas que
HVFDSDEDQDVXFRQWURO\TXHLQWHQWDEDQ¿MDUXQDOtQHDGHLQGHSHQGHQFLDHQWUHODDOLDQ]D
del fujimorismo y las Fuerzas Armadas de un lado, y el senderismo, de otro. Finalmente,
4, la reestructuración capitalista impuesta por el Consenso de Washington —aceptada sin
crítica alguna por Fujimori y sus aliados— y su propuesta de privatización de las empresa
públicas, de reducir el rol del Estado a su mínima expresión, de acabar con las conquistas
laborales, de privatizar la administración de los fondos de jubilación, etc. medidas que
quebraron el tejido social pre existente, dejando el espacio libre para la generalización de
las relaciones capitalistas en todas las esferas de la sociedad, particularmente su ecuación
FRVWREHQH¿FLR\HOGHVHRGHFRQYHUWLUWRGRHQGLQHUR\JDQDQFLDV\YHUDORVYHQGHGRUHV
ambulantes como micro empresarios» («Montoya, segunda oportunidad política peruana
en peligro», 2010).
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REFORMA AGRARIA CAMPESINA EN LA CONVENCIÓN: COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN PROFUNDA DEL PERÚ
59 Sobre este punto ver mis textos «Con los rostros pintados» y «Segunda oportunidad
política peruana en peligro» (Montoya 2008, 2010).
287
DIEZ. VIGENCIA POLÍTICA DE HUGO BLANCO: DE LA IGUALDAD A LA DEFENSA
DE LA ESPECIE HUMANA Y DEL PLANETA. LEALTAD CON LA ÉTICA POLÍTICA
En uno de sus últimos balances sobre su acción política, Hugo Blanco confesó que
la motivación mayor durante gran parte de su vida fue buscar la igualdad entre
los hombres pero que con el correr del tiempo, en los últimos veinte años, se vio
obligado a cambiar debido a que la especie humana corre el peligro de desaparecer.
En consecuencia, defender la especie humana y el planeta debiera ser, según su
punto de vista, la prioridad uno. El calentamiento global, derivado principalmente
de la industria moderna y la destrucción de los bosques, están agotando las reservas
de agua y de vida de los seres humanos. Desde hace varios años, Hugo Blanco es
un activista de primera línea en la defensa del agua, de la vida y de la Amazonía.
Esta evolución de su pensamiento y su práctica expresa vitalidad y la amplitud de su
espíritu político. Lejos, quedaron atrás la rigidez y ortodoxia de sus primeros pasos
en política. El espíritu revolucionario sigue siendo el mismo. Su texto «Salvemos a
la humanidad de su extinción», que aparece en la segunda parte de este libro, ofrece
ORVHOHPHQWRVTXHIXQGDQHVWDD¿UPDFLyQ
Dos me parecen las cuestiones más importantes para entender el pensamiento
político, las acciones y vida de Hugo Blanco. La primera es la potencialidad
política de su propuesta «Cusco: tierra o muerte», para desencadenar el proceso de
transformación profunda del Perú en la segunda mitrad del siglo XX. La segunda, es
su condición de activista revolucionario a tiempo completo y dedicación exclusiva,
en todo el Perú y en muchos países de Europa, Estados Unidos, Canadá, en toda
América Latina, menos en México. Estuvo en las calles de La Plata y Buenos Aires
del lado de los peronistas cuando el golpe militar en 1955; en Santiago, del lado
de Salvador Allende cuando el golpe militar de Pinochet, en 1973. Anduvo dando
conferencias en cuarenta y ocho grandes ciudades de Estados Unidos, en diversas
regiones de Suecia y prácticamente en todos los países de Europa. Desde tiempos de
Lázaro Cárdenas, México se convirtió en una tierra de asilo para los latinoamericanos
perseguidos con una condición expresa: no intervenir de modo alguno en la política
del país. Quien se atrevía y atreve a no respetar esa condición era y es expulsado. Por
289
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
algunos años, Hugo Blanco, tuvo una especie de reposo para consagrarse a la vida
IDPLOLDUFRQ$QD6DQGRYDO\VXVKLMRV\HMHUFHUHQGLIHUHQWHVOXJDUHVHOR¿FLRGH
vendedor ambulante. Esa quietud no pudo durar y volvió a Perú para reencontrarse
con la vida política en las calles, plazas, marchas y manifestaciones, y viajar invitado
a diversos países para expresar sus puntos de vista en las luchas por defender el
agua, la vida, la especie humana y el planeta.
Con sus 77 años, en la vida cotidiana sigue siendo un hombre de izquierda en el
preciso sentido de estar del lado de los de abajo, oprimidos, explotados, y de entender
y cuestionar la colonialidad del poder. Al ver cómo viste y observa atentamente sus
maneras, nada lo distingue de un campesino o de un hombre urbano del pueblo,
común y corriente. No hay una foto de él con terno y corbata, no suele usar chullos
ni ponchos, salvo cuando está en tierras altas de los Andes, para cubrirse del frío; su
sombrero, en los últimos años, responde a un consejo médico para cubrir su cabeza.
Se viste del mismo modo cuando está en una marcha, en una mesa redonda, en un bus
o un avión. Su cuidado por no distinguirse de las personas del pueblo es una especie
de norma de conducta seguida al pie de la letra. En marchas y actos públicos, tiende
sobre el piso unas hojas de periódico, coloca ahí ejemplares recientes y antiguos de
Lucha Indígena y los folletos en defensa del agua y de las comunidades campesinas
agredidas por las grandes empresas multinacionales y nacionales, los vende con
precios casi simbólicos y tiene la paciencia de conversar y responder a preguntas.
1REXVFDDODSUHQVDQRHVXQ¿JXUHWLQRVHSDUHFHHQQDGDDHVRVFRPSDxHURVGH
la izquierda que parecen buscadores de votos con sonrisas prefabricadas y en serie
como las modelos que anuncian detergentes en la televisión. Para las personas de las
capas altas y medias, parece un simple campesino, que no merece todo el respeto por
eso del viejo refrán que dice «Como te ven, te tratan».
En los disminuidos predios de izquierda, muchos jóvenes saben muy poco de él
debido a la fragilidad de la memoria política, agravada por el estereotipo de trotskista;
es decir: no maoísta, no leninista ni del PC60. Políticos de su generación conservan las
distancias que son fruto de las divisiones y fragmentaciones constantes. En tiempos
de perdidas ilusiones de izquierda, de despolitización y de ONG, y de acomodos
múltiples, la ética de los políticos a tiempo completo y el compromiso profundo
entre el decir y el hacer, parece una especie en proceso de extinción. Hugo Blanco
es una visible e indiscutible excepción. No tiene casa propia, auto, ni otros bienes
materiales; carece de ambiciones inmobiliarias con casas y departamentos de lujo
en Surco, San isidro o París. Desde sus primeros años en política y su paso por
las prisiones en Cusco, Arequipa, Tacna, El Frontón y Buenos Aires, ha aprendido
a vivir con una austeridad extrema, conformándose con lo que la solidaridad y
fraternidad que sus compañeros y amigos le ofrecen. Sus esposas y compañeras,
madres de sus hijos, sabían bien de su compromiso total con sus ideales socialistas.
Parte de sus hijos también, pero, probablemente, no todos.
60 Hubo vecinos de Villa el Salvador que al ver a Hugo Blanco en la referida presentación
de mi libro no creyeron que era él. Me dijeron que seguramente era un doble, porque el
verdadero Hugo Blanco había muerte hace tiempo y ya no había nadie como él.
290
CUARTA PARTE
292
UNO. COMENTARIO DE EDUARDO GALEANO61
61 Publicado en el libro de Hugo Blanco Nosotros los indios (2010), pp. 17-18.
293
DOS. COMENTARIO DE RAÚL ZIBECHI62
62 Publicado en el libro de Hugo Blanco Nosotros los Indios (2010), pp. 19-20.
295
TRES. COMENTARIO DE RODRIGO MONTOYA:
HUGO BLANCO EN LA HISTORIA DEL PERÚ63
Fue detenido y puesto en libertad vigilada, otra vez, como tantas en el pasado,
desde que la Federación de Campesinos del Cusco decretó, en 1962, la primera
reforma agraria del país. Durante el gobierno de Belaunde se le abrió un proceso
y estuvieron a punto de condenarlo a muerte. Recuerdo con nostalgia y cariño una
jornada de lucha en París, en 1967, por la vida de Hugo Blanco, presidida por Jean
Paul Sartre y presentada por Mario Vargas Llosa. No pudieron matarlo, pero fue
condenado a 25 años de cárcel. Hizo lo justo el gobierno de Velasco Alvarado en
darle libertad, pero se equivocó cuando le pidió que se convirtiera en funcionario
del régimen. Luego, le tocó partir al exilio. Volvió y obtuvo la votación más alta de
los candidatos de izquierda en la Asamblea Constituyente de 1979. Podría haber
sido el gran líder de la izquierda, pero la división fue más fuerte que la unidad y el
SURSLR%ODQFRSUH¿ULyVHUVRORHOFDQGLGDWRGHOHQWRQFHV3DUWLGR5HYROXFLRQDULRGH
los Trabajadores (PRT). Después, fue diputado. Un eclipse era inevitable al dejar su
espacio natural de organizador y líder de masas para lidiar en el parlamento con los
viejos zorros de la derecha.
Siguieron algunos años de silencio cuando pasó por Chiapas, en México. De los
zapatistas retomó el impulso para pensar en la política con armas nuevas. Ya no se
trata de la simple lucha por la tierra sino de defender pueblos con sus propias lenguas,
culturas, identidades, territorios, derecho de autodeterminación y autogobierno. De
regreso a Cusco, se reencontró con el quechua que es su lengua preciosa de toda
la vida y con los pueblos quechuas organizándose de otro modo. En una de las
muchas veces que conversamos, me contó que volvía con humildad para ayudar y
servir, no para ser otra vez el dirigente que fue. No se trata del reposo del guerrero
sino simplemente de un cambio de puesto en lo que ha sido su trayectoria vital y
política. Sigue siendo él mismo, desde su primer choque violento con la realidad
como cuenta en un breve texto dando cuenta de su última detención:
297
TIERRA Y POLÍTICA EN PERÚ (1888-1980)
Recibe, querido Hugo, un hondo abrazo, lleno de gratitud por lo que hiciste
y haces para que acabe de una buena vez el reino de los señores de la tierra y sus
siervos. Después de las tomas de tierras y las reformas agrarias, otro es el rostro del
Perú.
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Impresiones y Ediciones Arteta E.I.R.L.