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Alfonsina Storni

Alfonsina Storni (Capriasca, 29 de mayo de 1892-Mar


del Plata, 25 de octubre de 1938)1 2 3 4 fue una poetisa Alfonsina Storni
y escritora argentina vinculada con el modernismo.5

Los padres de Storni eran dueños de una cervecería en


la ciudad de San Juan y regresaron a Suiza, su país de
origen, en 1891. En 1896, volvieron a Argentina junto
con Alfonsina, quien había nacido en aquel país. En
San Juan, concurrió al jardín de infantes y desarrolló la
primera parte de su niñez. A principios del siglo XX la
familia se mudó a la ciudad de Rosario (provincia de
Santa Fe), donde su madre fundó una escuela
domiciliaria y su padre instaló un café cerca de la
estación de ferrocarril Rosario Central. Alfonsina se
desempeñó como camarera en el negocio familiar pero
dado que este trabajo no le gustaba, se independizó y
consiguió empleo como actriz. Más tarde recorrería
varias provincias en una gira teatral.6

Storni ejerció como maestra en diferentes centros


educativos y escribió sus poesías y algunas obras de
teatro durante este período. Su prosa es feminista y,
según la crítica, posee una originalidad que cambió el Información personal
sentido de las letras de Latinoamérica. En su poesía deja
Nombre en
de lado el erotismo y aborda el tema desde un punto de Alfonsina Storni Martignoni
italiano
vista más abstracto y reflexivo. La crítica literaria, por
su parte, clasifica en tardorrománticos los textos Nacimiento 29 de mayo de 1892
editados entre 1916 y 1925 y a partir de Ocre encuentra Capriasca, Suiza
rasgos de vanguardismo y recursos como el antisoneto Fallecimiento 25 de octubre de 1938
(soneto en verso blanco). Sus composiciones reflejan, (46 años)
además, la enfermedad que padeció durante gran parte Mar del Plata, Argentina
de su vida y muestran la espera del punto final de su
Causa de la
vida, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros Suicidio
muerte
sentimientos desmotivacionales.7
Sepultura Cementerio de la Chacarita
Le diagnosticaron cáncer de mama, del cual fue Nacionalidad argentina
operada. A pedido de un medio periodístico Storni se Información profesional
realizó un estudio de quirología, cuyo diagnóstico no
fue acertado. Esto la deprimió aún más y le provocó un Ocupación Diarista, poeta, periodista,
escritora y profesora
cambio radical en su carácter que la llevó a descartar los
tratamientos médicos para combatir la enfermedad.8 Área Poema
Años activa Siglo XX
Se suicidó en Mar del Plata arrojándose de la escollera
Movimiento Modernismo
del Club Argentino de Mujeres. Alfonsina consideraba
que el suicidio era una elección concedida por el libre Género Poesía
albedrío y así lo había expresado en un poema dedicado Firma
a su amigo y amante, el también suicidado escritor
Horacio Quiroga. Hay versiones románticas que dicen
que se internó lentamente en el mar y sirvieron como inspiración para componer la canción «Alfonsina y el
mar», la cual relata el suceso y sugiere el motivo. Su cuerpo fue velado inicialmente en Mar del Plata y
finalmente en Buenos Aires. Sus restos se encuentran enterrados en el cementerio de la Chacarita.9

Índice
Trayectoria
Infancia y juventud
Viaje a Rosario
Trabajos previos
Carrera docente
Poeta en Buenos Aires
Relación con Horacio Quiroga
Un nuevo camino para la poesía
Poesía en prosa
Los nervios
Años de equilibrio
Enfermedad
El final
Críticas
Reconocimientos
Véase también
Notas y referencias
Referencias
Bibliografía
Usadas como referencia
Lecturas adicionales
Traducciones
Enlaces externos

Trayectoria

Infancia y juventud

Sus padres fueron Alfonso Storni y Paulina Martignoni, quienes junto a sus hermanos mayores, María y
Romero, llegaron a la provincia de San Juan desde Lugano, Suiza, en 1880. Fundaron una pequeña empresa
familiar y años después, las botellas de cerveza etiquetadas «Cerveza Los Alpes, de Storni y Cía»,
comenzaron a circular por toda la región.10

En 1891 la familia viajó a Suiza, mientras que los hermanos mayores permanecían en San Juan. El 22 de mayo
de 1892 nació Alfonsina, la tercera hija del matrimonio, en la aldea Sala Capriasca, 8 km al norte de la ciudad
de Lugano. Su padre, un hombre «melancólico y raro»,11 fue quien eligió el nombre. Años más tarde,
Alfonsina le diría a su amigo Fermín Estrella Gutiérrez (1900-1990): «Me llamaron Alfonsina, que quiere
decir ‘dispuesta a todo’». Hay otras versiones que indican que
nació el 22 de mayo pero la registraron el 29 y otras que afirman
que nació en un barco en alta mar.6 Fue bautizada en la
parroquia de Tesserete, la aldea contigua a Capriasca, lugar en el
que actualmente se puede leer en el margen del acta de bautismo
una inscripción realizada por el sacerdote Osvaldo Crivelli que
dice: «Grande poetesa morta al mar della Plata».

Alfonsina aprendió a hablar en italiano, y en 1896 regresó a San


Juan, de donde son sus primeros recuerdos.

Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada,


redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa,
muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la
mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el
transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que
tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la
puerta.12

Alfonsina Storni a los 24 años cuando


Su madre la anotó en el jardín de infantes, donde se la recuerda publicó La inquietud del rosal.
como una chica curiosa y que hacía muchas preguntas,
imaginaba mucho y mentía. Su madre tenía dificultades para
enseñarle a decir la verdad. Inventaba incendios, robos, crímenes
que nunca aparecían en los policiales de los periódicos, metía a su familia en líos y en una oportunidad invitó a
sus docentes a pasar las vacaciones en una quinta imaginaria en la periferia de la ciudad.12 13

El recuerdo de su padre lo reflejó en el poema A mi padre, el cual se basa en la actitud melancólica de su


progenitor, que en esa época promediaba los treinta años y en otro recita:

Que por días enteros, vagabundo y huraño


no volvía a la casa, y como un ermitaño
se alimentaba de aves, dormía sobre el suelo
y sólo cuando el Zonda, grandes masas ardientes
de arena y de insectos levanta en los calientes
desiertos sanjuaninos, cantaba bajo el cielo.14

Si bien la imagen del padre tiene matices melancólicos, la de la madre refleja tristeza oculta que muestra, a su
vez, la marca de la resignación femenina. De ella escribió:

Dicen que silenciosas las mujeres han sido


De mi casa materna... Ah, bien pudieran ser
A veces, en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero se le subió a los ojos
una honda amargura y en la sombra lloró.14

Se supone que esta descripción de la madre corresponde a la época que precedió a la mudanza a Rosario y a
los años posteriores, que fueron difíciles. En 1900 nació Hildo Alberto, el último hermano, a quien tuvo que
proteger.

Viaje a Rosario
En 1901 la familia se trasladó nuevamente, esta vez al Barrio Echesortu, de la ciudad de Rosario, provincia de
Santa Fe, por motivos desconocidos. Llevaron consigo algunos ahorros con los que Paulina abrió una pequeña
escuela domiciliaria, y pasó a ser la cabeza de una familia numerosa, pobre y sin nadie que la manejara. Los
alumnos abonaban un peso con cincuenta cada uno y llegaron a ser cincuenta; sin embargo, la ganancia de
setenta y cinco pesos mensuales no permitía una vida cómoda.15

Instalaron el Almacén Café Suizo en calle Mendoza 3699 esquina Constitución, cerca de la Estación Central
del Ferrocarril Provincial de Santa Fe, actual Terminal de Ómnibus; no se sabe la fecha con certeza, pero sí
que el proyecto fracasó. Alfonsina dejó de asistir a la escuela y comenzó a trabajar lavando platos y atendiendo
las mesas a la edad de diez años. Las demás mujeres se pusieron a trabajar de costureras. El fracaso lo puede
haber provocado la imposibilidad de manejar el negocio y el alcoholismo del padre, quien se sentaba en una
mesa a beber hasta que su esposa, junto con uno de sus hijos, lo arrastraban hasta su cama. Una vez cerrado el
almacén, se mudaron de casa, su hermana María se casó y Ricardo, su esposo, falleció por causas que no se
conocen. Este hecho coincide con la edad en que Alfonsina empezó a escribir poesías. Tenía un mal recuerdo
de aquel momento y lo expresó de esta manera:

A los doce años escribo mi primer verso. Es de noche; mis familiares ausentes. Hablo en él de
cementerios, de mi muerte. Lo doblo cuidadosamente y lo dejo debajo del velador, para que mi
madre lo lea antes de acostarse. El resultado es esencialmente doloroso; a la mañana siguiente,
tras una contestación mía levantisca, unos coscorrones frenéticos pretenden enseñarme que la vida
es dulce. Desde entonces, los bolsillos de mis delantales, los corpiños de mis enaguas, están llenos
de papeluchos borroneados que se me van muriendo como migas de pan.16

Las tareas domésticas no le dejaban tomarse un descanso, ya que tenía que ayudar con la costura a su madre
hasta la madrugada y con las tareas escolares a su hermanito. Una fotografía tomada en 1905 los muestra
sentados en un sillón de mimbre y al niño vestido con trajecito de marinero. Esta toma fue hecha por un
fotógrafo del barrio un día que ella vistió a su hermano y salió con él, según relató Olimpia Perelli, su media
hermana.

Durante el tiempo que la familia Storni estuvo radicada en el barrio, los primeros poemas de Alfonsina
comienzan a tener estado público, pues se publican en la revista Monos y Monadas, que en ese entonces se
editaba en la ciudad. Precisamente allí, en su número 82 del 8 de enero de 1912, se da a conocer el bonito
poema titulado “Anhelos”, inspirado en el legendario ombú que durante muchos años fuera parte primordial de
la Quinta San Pedro.

ANHELOS

“Bajo el ombú, que eleva majestuoso


su verde copa en la lanosa pampa
he sollozado un día los recuerdos
que viven en el alma.
Bajo el ombú, coloso de lo inmenso,
cuando la noche silenciosa y quieta
iba robando al día sus colores
lloré mi dicha muerta.
Testigo fue del dolorido grito
con que en las horas del dolor pasadas,
el corazón rebelde al sufrimiento
protestas levantara.
Tiempo hacía ya que de la herida abierta
la sangra gota a gota no manaba
Tiempo hacía ya de su tronco hermoso
la suerte me alejaba.
Y hoy al mirarlo, siento que de nuevo
acuden en tropel viejas nostalgias
que en el fondo de mi alma dolorida
juzgaba sepultadas.
Mas, si el dolor de nuevo en mí provocas
no he de odiarte por eso, árbol querido,
que al cadáver del indio vagabundo
un día diste abrigo.
Y en prueba yo también, como ese ignaro
quiero por cruz tu sombra silenciosa;
y en vez de blanca lápida labrada
el verde de tus hojas.

Trabajos previos

El trabajo hogareño no la conformaba, ya que no le rendía económicamente y conllevaba largas horas de


encierro. Para cambiar su situación, buscó trabajo en forma independiente: lo encontró en una fábrica de gorras
y, posteriormente, se la vio entregando volantes en algún festejo del Día de los Trabajadores.

En 1907 Manuel Cordero, un director teatral que estaba de gira en las provincias junto con su compañía, arribó
a Rosario. Lo hizo en Semana Santa, con el objetivo de representar las Escenas de la Pasión. Paulina tomó
contacto con la compañía y se le asignó el papel de María Magdalena. Alfonsina, por su parte, asistió a los
ensayos y, dado que dos días antes del estreno se enfermó la actriz que personificaba a San Juan Evangelista y
que ella sabía de memoria todos los papeles y no le incomodaba interpretar a un hombre, la reemplazó. Al otro
día la prensa elogió su actuación.17

Al poco tiempo visitó Rosario la compañía de José Tallavi para entrevistarse con Alfonsina, quien les
demostró que podía recitar y memorizar largos versos, y se le ofreció trabajo. De esta manera, Alfonsina dejó
la casa de Rosario junto al resto de su familia. En un año recorrió Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del
Estero y Tucumán representando Espectros (de Henrik Ibsen), La loca de la casa (de Benito Pérez Galdós) y
Los muertos (de Florencio Sánchez). No se conocen mayores detalles de este año de gira; únicamente se sabe
que intercambió correspondencia con Julio Cejador, un filólogo español.18

Según declaró a la revista El Hogar, a su regreso escribió su primera obra de teatro, Un corazón valiente; sin
embargo, no han quedado testimonios de este hecho. Además, se enteró de que su madre había contraído
matrimonio con Juan Perelli, un tenedor de libros, y que se había mudado a la localidad de Bustinza, donde
había establecido nuevamente su escuela domiciliaria.19 Para poder visitarla, el 24 de agosto de 1908 se
trasladó en tren hasta Cañada de Gómez, donde la esperaba José Martínez para trasladarla hasta el pueblo en
un break con capota, utilizado para trasladar la correspondencia hasta dicho lugar. Esa noche asistió a una
fiesta en la casa del juez de paz, Bartolomé Escalante, e inició una amistad con algunas jovencitas del lugar, a
quienes visitaba y acompañaba cuando andaban a caballo.

Se alojó en la casa alquilada por su madre frente a la plaza, donde jugaba al tenis con Prima Correa, hija de la
dueña de la propiedad, utilizando unas grandes alpargatas negras como raquetas. En el galpón del fondo de la
propiedad solía fumar a escondidas cigarrillos de chala con Rafaela Ramírez, una joven del pueblo. También
asistía a paseos, fiestas vecinales y celebraciones religiosas.

Dictaba clases de recitado y de buenos modales en la escuela de su madre. Una alumna suya, Amalia Medina,
la definió como una persona muy fina en su porte, en su bailar y en su mímica. Aunque se la caracterizaba
como una persona delicada y cariñosa, hay testimonios de algunos días melancólicos en que se encerraba en sí
misma y cantaba canciones tristes y dolientes.19

Carrera docente
En el año 1909 dejó el hogar materno para terminar sus estudios en Coronda. En esa localidad se dictaba la
carrera de maestro rural, en la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales. En el registro de inscripciones
aparece la leyenda «Alfonsina Storni, 17 años, suiza». Fue aceptada por su entusiasmo, porque no tenía
certificado de estudios primarios y tampoco aprobó el examen de ingreso, pero la escuela recién abría y
necesitaba alumnos, según declaró la señorita Gervasoni, directora del establecimiento, quien además dijo que
Alfonsina mostraba interés en progresar. Además, la nombraron celadora a cambio de un sueldo de cuarenta
pesos. La pensión donde se alojaba le costaba veinticinco pesos, lo que la obligaba a mantenerse con los
quince pesos restantes. Este alojamiento era propiedad de Mercedes Gervasoni de Venturini, la hermana de la
directora del colegio. Es posible que Alfonsina cobrara una beca estatal de treinta pesos, gestionada por el
diputado Mardoquio Contreras, pero este hecho no está comprobado.7

Su profesora de idioma nacional, Emilia Pérez de la Barra, la estimuló a trabajar porque había detectado en ella
condiciones de escritora. Por su parte, la secretaria de la institución, Carlota Garrido de la Peña, una escritora
santafesina, propuso publicar un boletín del colegio que reflejara las actividades de éste y del lugar. En el
segundo número se describe que la alumna docente Storni cantó una romanza con voz dulce y sentimental y
en los números cuatro a siete se publicó un trabajo expuesto en unas conferencias sobre temas pedagógicos
que se celebraban todos los sábados por los alumnos del segundo año. Se trataba de un método para enseñar
aritmética en los primeros grados.20

En 1910 comenzó a realizar viajes los fines de semana sin que nadie supiese adónde iba y de dónde conseguía
el dinero. Alguien se dio cuenta de que viajaba a Rosario. En la ciudad de San Lorenzo, durante la celebración
del aniversario de la batalla de San Lorenzo, le pidieron que cantara. En un escenario adornado de banderas
argentinas entonó la «Cavatina» de El Barbero de Sevilla de Rossini. Le pidieron un bis y en un momento de
silencio alguien afirmó en voz alta que era la muchacha que cantaba en Rosario en un lugar de dudosa
reputación, a lo que el público respondió con risas. Al regresar a la pensión escribió en una nota: «Después de
lo ocurrido no tengo ánimos para seguir» y se perdió de vista. La nota fue hallada por la esposa del comisario,
que fue a su habitación a la hora de la comida para ver por qué no llegaba. Salió la familia a buscarla y la
encontraron en un barranco llorando. El comisario le palmeó la espalda y se tranquilizó. Por la noche recuperó
el humor, pero esta escena pudo ser el presagio de lo que pasaría treinta años después.21

Su madre asistió a la entrega de diplomas de maestros. En el programa del acto figuraban tres poemas de
Alfonsina; uno de ellos fue recitado por alumnos del jardín de infantes y titulado «Un viaje a la Luna». Ese
año el tema planetario estaba de moda porque se había visto al cometa Halley, lo cual despertó temor en la
población e incluso suicidios.22 23 Además, entonó «Libiamo ne' lieti calici», el brindis de La Traviata de
Verdi, y antes de irse le dedicó a la directora María Margarita Gervasoni un poema llamado «El maestro», que
incluyó la frase «a mi inteligente y noble directora».24

Poeta en Buenos Aires

En 1911 se trasladó a Buenos Aires, llevando consigo sus pocas pertenencias. Arribó a la estación del
ferrocarril del Norte (actualmente Retiro) y se hospedó en una pensión hasta el año siguiente. El 21 de abril de
1912 nació su hijo Alejandro, sin padre conocido.25 El parto se llevó a cabo en el hospital San Roque (hoy
Hospital Ramos Mejía). Más tarde madre e hijo se debieron mudar a una casa compartida con un
matrimonio.26

Descansó unos meses y en 1913 consiguió trabajo de cajera en una farmacia y posteriormente en la tienda A la
Ciudad de México. Realizó algunas colaboraciones en la revista Caras y Caretas, se supone que mediante
recomendación. La remuneración era de veinticinco pesos. Además, leía todos los avisos que ofrecían empleos
hasta que encontró una solicitud de «corresponsal psicológico» que contara con redacción propia. La empresa
solicitante se llamaba Freixas Hermanos, y se dedicaba a la importación de aceite. Cuando se presentó a la
entrevista laboral, era la única mujer entre cien postulantes y tuvo que insistir firmemente para que le
permitieran ser evaluada. El examen consistió en la redacción de una carta comercial y dos avisos publicitarios,
uno de yerba mate y otro de aceite de la firma. Al cabo de unos días le notificaron que era la elegida. Por ser
mujer, su sueldo fue de doscientos pesos, cuando al anterior empleado le pagaban cuatrocientos.27 En Caras
y Caretas se relacionó con José Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Baldomero Ugarte;
fue con los dos últimos con quienes su amistad fue más profunda. Con este empleo, su situación económica
mejoró, por lo que pudo realizar viajes frecuentes a Montevideo, donde conoció a la poeta uruguaya Juana de
Ibarbourou y al que sería su gran amigo, el escritor también uruguayo Horacio Quiroga.

En 1916 comienza a publicar poemas y prosa, todavía sin el carácter de


colaboradora permanente, en la revista literaria La Nota, fundada y
dirigida por Emín Arslán.28 29 .30 En dicha revista estuvo a cargo de
una sección permanente entre el 28 de marzo y el 21 de noviembre de
1919.31 En La Nota publicó por ejemplo los poemas Convalecer y
Golondrinas.32 33

La inquietud del rosal, un libro de poesías donde expresaba sus deseos


como mujer y describía su condición de madre soltera sin ningún tipo
de complejo,34 se publicó en 1916, aunque nunca le pudo pagar la
edición al impresor. Lo escribió en su trabajo mientras dictaba órdenes
y correspondencias a la mecanógrafa. En un encuentro que tuvo con el
poeta Félix Visillac le leyó los versos; al terminar, éste le propuso
acompañarla a la imprenta de Miguel Calvello, quien aceptó imprimir el
libro a cambio de quinientos pesos por quinientos ejemplares. Alfonsina
aceptó pero nunca pagó la cuenta porque no logró reunir el dinero.35
Además, le ofreció a Leopoldo Lugones los originales por miedo a ser
Storni junto a uno de sus amigos,
acusada de impúdica a causa de esta publicación, y también le dio una
el escritor Fermín Estrella
dirección postal, Belgrano 843. No hay referencia alguna de que
Gutiérrez (1900-1990), en Córdoba
Lugones respondiera. El poeta era celoso de sus potenciales rivales, y
en 1922 quien le sobrevivió
más aún tratándose de una mujer, por lo que jamás le dedicó ninguna de 51 años.
sus críticas.36

El libro no tuvo una buena aceptación. La revista Nosotros, de Roberto Giusti y Alfredo Bianchi, le dedicó
media página en marzo de 1916 diciendo: «libro de una poeta joven y que no ha logrado todavía la integridad
de sus cualidades, pero que en el futuro ha de darnos más de una valiosa producción literaria». Llevó a
Rosario cien ejemplares y le comentó a su madre que había vendido muy pocos ejemplares por ser una
escritora inmoral.37

La publicación de este libro le permitió ingresar a los cenáculosa de escritores, como la primera mujer en
integrarlo. Además, la ayuda del poeta Juan Julián Lastra y las colaboraciones en Caras y Caretas le
permitieron relacionarse con los editores de la revista Nosotros, una revista literaria que reunía a los escritores
más conocidos. A las reuniones asistía llevando su libro como carta de presentación.38 Su primera reunión fue
una comida en homenaje a Manuel Gálvez, quien festejaba el éxito de su obra El mal metafísico. En esta
oportunidad, Alfonsina recitó algunos de sus versos y otros de Arturo Capdevilla, y se destacó su voz
metálica.39

A raíz de algunas críticas de sus jefes en su trabajo de corresponsal psicológico, quienes no veían bien que la
escritora de un libro que lindaba con la inmoralidad trabajase allí, tuvo que renunciar. Le prometieron dejarla
seguir si les aseguraba que no volvería a repetirse, pero ella no aceptó, según una versión contada por Conrado
Nalé Roxlo; hay otras versiones que indican que fue por problemas de salud.39
Amado Nervo, el poeta mexicano paladín del modernismo junto con Rubén Darío, publicó sus poemas
también en Mundo Argentino, y esto da una idea de lo que significaría para ella, una escritora sin
reconocimiento aún, el haber llegado hasta aquellas páginas. En 1919, Nervo llegó a la Argentina como
embajador de su país, y frecuentó las mismas reuniones que Alfonsina. Ella le dedicó un ejemplar de La
inquietud del rosal, y lo llamó en su dedicatoria «poeta divino». Vinculada entonces a lo mejor de la
vanguardia novecentista, que empezaba a declinar, en el archivo de la Biblioteca Nacional uruguaya, hay
cartas al uruguayo José Enrique Rodó, otro de los escritores principales de la época, modernista, autor de Ariel
y de Los motivos de Proteo, ambos libros pilares de una interpretación de la cultura americana. El uruguayo
escribía, como ella, en Caras y Caretas y era, junto con Julio Herrera y Reissig, el jefe indiscutido del por ese
entonces nuevo pensamiento en el Uruguay. Ambos contribuyeron a esclarecer los lineamientos intelectuales
americanos a principios de siglo, como lo hizo también Manuel Ugarte, cuya amistad le llegó a Alfonsina junto
con la de José Ingenieros.40

Eran épocas de crisis, en las que la poesía no alcanzaba para vivir. Para complementar sus actividades, Storni
escribía gratis para el periódico La Acción ―de tendencia socialista― y en la revista Proteo ―de tendencia
latinoamericanista―. Buscó un trabajo más rentable y consiguió ser directora en el colegio Marcos Paz, en la
calle Remedios de Escalada y Argerich. La escuela, perteneciente a la Asociación Protectora de Hijos de
Policías y Bomberos, funcionaba en una casa rodeada de un gran jardín, y además tenía una biblioteca con
más de dos mil libros que le permitió completar sus lecturas.41 Poco después de conseguir dicho empleo se
mudó a una casa en la calle Acevedo 2161, que se encontraba más cerca del establecimiento, junto a su
hermana. Cuando asistía a los encuentros literarios dejaba a su hijo Alejandro ―de cinco años―25 con la
hermana, su amiga Josefina Grosso y Josefina, la hija de esta última, que jugaba con él para entretenerlo.42

Su voluntad no la abandonó, y siguió escribiendo. En 1918 publicó El dulce daño. El 18 de abril de ese año se
le ofreció una comida en el restaurante Génova, de la calle Paraná y Corrientes, donde se reunía mensualmente
el grupo de Nosotros, y en esa oportunidad se celebró la aparición de El dulce daño. Los oradores fueron
Roberto Giusti y José Ingenieros, su gran amigo y protector, y a veces su médico. Alfonsina se estaba
reponiendo de la gran tensión nerviosa que la había obligado a dejar momentáneamente su trabajo en la
escuela, pero su cansancio no le impidió disfrutar de la lectura de su poema Nocturno, hecha por Giusti, en
traducción al italiano de Folco Testena.42

En 1918, Alfonsina recibió una medalla de miembro del Comité Argentino Pro Hogar de los Huérfanos
Belgas, donde también se homenajeó a Alicia Moreau de Justo y Enrique del Valle Iberlucea por haber
aparecido como concurrente a un acto en defensa de Bélgica, con motivo de la ocupación alemana. Ese año
siguió visitando Montevideo, donde hasta su muerte frecuentaría a sus amigos uruguayos. Juana de Ibarbourou
diría lo siguiente, años después de la muerte de la poetisa argentina:43 44 45

Su libro Languidez (de 1920) había merecido el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo
Premio Nacional de Literatura. También en 1920 vino por primera vez a Montevideo. Era joven
y parecía alegre; por lo menos su conversación era chispeante, a veces muy aguda, a veces
también sarcástica. Levantó una ola de admiración y simpatía. Un núcleo de lo más granado de la
sociedad y de la gente intelectual la rodeó siguiéndola por todos lados. Alfonsina, en ese
momento, pudo sentirse un poco reina.44 46

En una visita que realizó al local de las Lavanderas Unidas, un pseudosindicato del socialismo, cuyo local
quedaba al final de la avenida Pueyrredón y era frecuentado por personas de raza negra, parda y mulatas,
comenzó a dudar de la época en la que vivía; se sintió trasladada a la época colonial y a temer que sus poemas
resultaran futuristas, cosa que no ocurrió, ya que logró relacionarse desde el primer momento.43

En 1920 viajó a Montevideo, con el fin de leer su poesía y la de Delfina Bunge, esposa del novelista Manuel
Gálvez, cuyo libro Poemas fue traducido del francés por Alfonsina, y para dictar una conferencia sobre la
poeta Delmira Agustini. Viajó junto a las familias Gálvez y Capdevila. En este viaje conoció a Carlos Quijano,
quien años más tarde dirigió el periódico Marcha en ese país. A su regreso se cree que Quijano fue quien la
despidió en el puerto arrojando fósforos encendidos.43

Visitó el Cementerio del Buceo y escribió su poema Un cementerio que mira al mar centrado en un diálogo
con los muertos. También había publicado los libros Irremediablemente y Languidez anteriormente. Este
mismo año comenzó a escribir en su nueva casa de José Bonifacio 2011, donde se mudó con su hijo, su poema
Ocre que tardó cinco años en publicar reiterando la temática de la mujer.47

Al mismo tiempo participó en el grupo Anaconda, una agrupación literaria cuyas reuniones se celebraban en
Capital Federal, en el hogar del acuarelista Emilio Centurión. Esta variedad de actividades le produjo estrés a
Alfonsina, quien lo manifestó mediante nervios, cansancio y depresión. Viajó varias a veces a Mar del Plata y
a Los Cocos, Córdoba, para descansar.48 También se reunía en los altos del Teatro Empire, lo cual en ese
entonces era un cine ubicado en la esquina de Corrientes y Maipú, donde entabló amistad con Nalé Roxlo.49

En abril de 1921 ingresó como docente en la Escuela para Niños Débiles del Parque Chacabuco, una
institución creada por Hipólito Yrigoyen para contrarrestar los efectos de la pobreza, que albergaba a niños
mal alimentados o raquíticos, a quienes se trataba con un programa de sol y ejercitación física. Alfonsina no se
sentía a gusto en este empleo porque decía que las autoridades no eran comprensivas con ella.50 48

Relación con Horacio Quiroga

Horacio Quiroga le recomendó en una carta a José María Delgado viajar a Buenos Aires para conocer a
Alfonsina y conversar sobre su poesía; además, comenzó a concurrir al cine con Alfonsina y los hijos de
ambos y en una oportunidad en una reunión en una casa de la calle Tronador, donde se reunían los escritores
de la época, jugaron a las prendas, consistiendo en que Alfonsina y Horacio debían besar al mismo tiempo las
caras de un reloj de cadena que sostenía Horacio. Este rápidamente retiró el reloj en el momento que Alfonsina
se aproximaba a sus labios terminando en un beso, episodio que no le causó mucha gracia a su madre, quien se
encontraba presente.51

Quiroga la mencionó frecuentemente en sus cartas entre los años 1919 y 1922 pero no se sabe a ciencia cierta
la duración y el tenor de la relación. La mención del escritor la destaca en un grupo donde no había otras
escritoras. En sus misivas a su amigo José María la menciona con respeto por su obra y la trata como su igual y
en un aviso que el grupo Anaconda viajaba a Montevideo la lista la encabeza Alfonsina sin el apellido, una
demostración de la confianza mutua.52 Por otra parte, en un aviso del 11 de mayo de 1922 de una visita para
días posteriores, anunció que viajaría con sus hijos y con ella y proponía comer todos juntos. Además, Emir
Rodríguez Monegal, biógrafo de Quiroga, testimonió el relato de Emilio Oribe, poeta uruguayo que dijo que
Quiroga esperó a Alfonsina a la salida de unas conferencias que dio en la Universidad posiblemente sobre la
poesía de Delmira Agustini. Quiroga no quiso asistir a este evento pero la esperó a Alfonsina a la salida; ella
apareció cubierta de un sombrero de paja que sorprendió a los habitantes del barrio cercano al puerto.52

Alfonsina acompañaba a Quiroga al cine, a las tertulias literarias y a escuchar música: a los dos les gustaba
Wagner. Frecuentemente viajaron a Montevideo y se tomaron fotografías, donde aparecen alegres. Los viajes
se realizaron porque Quiroga fue adscrito del Consulado uruguayo y siempre lo hacía acompañado de
intelectuales femeninas.52

Cuando Quiroga viajó a Misiones en 1925 ella no lo acompañó por recomendación de Benito Quinquela
Martín, quien le dijo: «¿Con ese loco? ¡No!». De esa manera el escritor viajó solo a San Ignacio, dejando su
departamento al uruguayo Enrique Amorim. En esa vivienda Alfonsina se presentó en una oportunidad para
solicitar noticias de Quiroga, que no escribía.53 Este viaje duró un año y a su regreso Quiroga restableció la
amistad con Alfonsina tras una reunión en una casa que había alquilado en Vicente López, donde se leyeron
sus creaciones y, más tarde, salieron al cine y a varios conciertos ofrecidos por la Sociedad Wagneriana.
Esta relación finalizó en 1927, cuando el escritor conoció a María Elena Bravo y contrajo su segundo
matrimonio. Nunca se supo si él y Alfonsina fueron amantes, ya que no abordaban el tema del amor como
tales. Sí se sabe que ella apreciaba a Quiroga como un amigo que la comprendía, al que le dedicó un poema
cuando él se suicidó, diez años más tarde, que presagia su propio final.52

Morir como tú, Horacio, en tus cabales,


Y así como en tus cuentos, no está mal;

Un rayo a tiempo y se acabó la feria...

Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías...

Allá dirán.

Un nuevo camino para la poesía

En el año 1923, la revista Nosotros, que lideraba la difusión de la nueva literatura argentina y con hábil manejo
formaba la opinión de los lectores, publicó una encuesta, dirigida a los que constituían «la nueva generación
literaria». La pregunta estuvo formulada sencillamente: «¿Cuáles son los tres o cuatro poetas nuestros, mayores
de treinta años, que usted respeta más?».54

Alfonsina Storni tenía en ese entonces treinta y un años recién cumplidos, la edad límite exigida para
constituirse en «maestro de la nueva generación». Su libro Languidez (de 1920), había merecido el Primer
Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura, lo que la colocaba muy por encima
de sus pares. Muchas de las respuestas a la encuesta de Nosotros coincidieron en uno de los nombres:
Alfonsina Storni.54

En 1925 publicó Ocre, que marcó un cambio decisivo en su poesía. Desde hacía dos años era profesora de
lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas. Su poesía, fundamentalmente de temática
amorosa, también se ligó a la temática feminista e intentó desligarse de las hopalandas del Modernismo y
volver más la mirada al mundo real. La soledad y la marginación hicieron mella en su salud, y a veces la
neurosis le obligaba a dejar su puesto de maestra de escuela.55 56

En ese período, Gabriela Mistral la visitó en la casa de la calle Cuba. Fue un encuentro de importancia para la
escritora chilena, ya que lo publicó ese año en El Mercurio. Cuando, previamente, arregló su cita por vía
telefónica, le impresionó la voz de Alfonsina; además, le habían dicho que era fea y, por lo tanto, esperaba una
cara que no congeniara con la voz. Preguntó por ella cuando la atendió la misma Alfonsina, dado que la
imagen no coincidía con la advertencia. «Extraordinaria la cabeza —recuerda— pero no por rasgos ingratos,
sino por un cabello enteramente plateado, que hace el marco de un rostro de veinticinco años». Insiste:
«Cabello más hermoso no he visto, es extraño como lo fuera la luz de la luna a mediodía. Era dorado, y alguna
dulzura rubia quedaba todavía en los gajos blancos. El ojo azul, la empinada nariz francesa, muy graciosa, y la
piel rosada, le dan alguna cosa infantil que desmiente la conversación sagaz y de mujer madura». La chilena
quedó impresionada por su sencillez, por su sobriedad, por su escasa manifestación de emotividad, por su
profundidad sin transcendentalismos. Y sobre todo por su información, propia de una mujer de gran ciudad,
«que ha pasado tocándolo todo e incorporándoselo».57

Fue nombrada titular en una cátedra del Conservatorio de Música y Declamación, también fue maestra de
Castellano y Aritmética en una escuela de Bolívar y además fue designada por el doctor Noel directora del
Teatro Infantil Municipal, una decisión que los medios de prensa calificaron como acertada.
En esta época elaboró sus teorías acerca de la relación entre hombres y mujeres con el objetivo de volcarlo en
una obra teatral; el resultado se vio reflejado el 20 de marzo de 1927 cuando se estrenó su obra de teatro El
amo del mundo, que despertaba las expectativas del público y de la crítica. El día del estreno asistió el
presidente Alvear acompañado de su esposa, Regina Pacini. La obra no tuvo una buena crítica, y a los tres
días tuvo que retirarse de cartel, lo que provocó la indignación de Alfonsina.58

En la revista Nosotros de abril de 1927 se publicaron los detalles de la puesta en escena y se comentó que un
señor apellidado Bengoa se presentó en su departamento de Córdoba y Esmeralda y dijo que era empresario
teatral y quería presentar la obra con la esposa de este como intérprete. La actriz le comentó a Alfonsina el
deseo de interpretar al personaje de otro modo. En el primer ensayo, Alfonsina observó que el carácter del
personaje, Márgara, se había desviado a causa de la falta de acotaciones. Pensó que iba a poder corregir la
situación, pero por las realidades comerciales del teatro no lo logró. Intentó hacer otros cambios en la obra pero
el director artístico le dijo que había entendido la obra mejor que ella y que tenía la obligación de defenderla, lo
que provocó el enojo de Alfonsina, que no concurrió más a los ensayos. El día del estreno descubrió que
habían retirado un proverbio hindú de boca de uno de los personajes; más tarde consiguió que lo restituyeran,
pero no logró evitar el fracaso de la obra. El diario Crítica tituló: «Alfonsina Storni dará al teatro nacional
obras interesantes cuando la escena le revele nuevos e importantes secretos». La escritora se sintió muy dolida
por su fracaso, y trató de explicarlo atribuyéndole la culpa al director y a los actores.59 El cronista recomendó
en su crítica incorporar nuevos actores porque los originales podían dañar la escena debido a su
profesionalismo mecánico y concluyó que a Alfonsina le faltaba conducir la acción de sus obras con la
vivacidad que conduce sus diálogos para que sus obras fueran una pieza fuerte en el teatro argentino.59 Según
esta crítica, la obra parecía «tres diálogos y un final», similar a una tertulia de causeursb que en ocasiones
hacían aportes graves e inteligentes. Alfonsina afirmó que el diario Crítica había dado la orden de criticar en
forma negativa todo lo que hiciera su compañía sin dar a conocer la razón.60 Todas las críticas las asumió
como el resultado de una conspiración y no fue capaz de hacer una autocrítica para advertir los posibles
defectos del texto.

El diario La Nación realizó una crítica que le molestó; ella colaboraba con el diario, y dijo con ironía que era
admiradora del crítico Octavio Ramírez pero que nunca lo saludó. Además, se burló del crítico al describirlo
en un palco o en la platea, con la cabeza entre las manos, madurando críticas que al día siguiente serían el
regocijo del mundo teatral. Adujo que realizó la crítica sin compasión porque Ramírez quería agradar al
director artístico que estaba enojado con Alfonsina por los desentendimientos mutuos. Sin embargo, el director
del diario Mitre le permitió hacer una réplica en donde realizó consideraciones generales. También reconoció
que se realizó una crítica positiva del diario La Prensa a pedido de algún miembro de la empresa pero esta
crítica no fue positiva del todo: afirmaba que la comedia no era espontánea y precisa por la inexperiencia de la
visión del teatro.60 Además criticaba otros detalles del ambiente y del carácter de la protagonista. El común de
todas las críticas y lo que Alfonsina no supo interpretar es que el texto tenía escaso sentido teatral. Lo positivo
que señalaban estas crónicas eran los parciales aciertos literarios, la actuación del elenco y la del niño Héctor
Costa, que le pronosticaban un futuro de actor. La crítica más dura y ofensiva la realizó Edmundo Guibourg,
quien afirmó que Alfonsina denigraba al hombre, a lo que ella le replicó que había escrito trescientas poesías
dedicadas al «animal razonador». Ramírez también concluyó que la obra era un «alegato con el propósito de
defender a la mujer, tiene en su contra la artificiosidad de una situación que, lejos de ser mal permanente, rara
vez se presenta y pierde todavía consistencia en su expresión escénica con la insistencia en argumentos de fácil
y conocida sofística, destinados a infiltrarnos un convencional y lacrimoso sentido de la vida».

Este fracaso fue difícil para ella, ya que venía de diez años de elogios por cada libro de poemas y ahora estaba
exponiendo sus verdades más íntimas. El argumento de la obra es una síntesis de su vida: la mujer que ha sido
madre revela su secreto al hombre de quien se enamora y este termina prefiriendo contraer matrimonio con otra
de no muy buen pasado pero sin hijos, la mujer termina ayudando a su rival a conquistar el hombre que ama y
confiesa la verdad de su origen al hijo, a quien dedica el resto de su vida.
Poesía en prosa

En 1926 escribió Poemas de amor y ocho años después publicó Mundo de siete pozos. En este lapso se
orientó hacia otro género, los relatos en primera persona, a veces con rasgos autobiográficos donde las ideas
no pertenecen ni al espacio ni a la poesía ni tampoco a la nota periodística informativa. El diario Crítica
publicó en ocasiones estos relatos y uno titulado Psicología de a dos centavos donde una mujer, Juliana, le
cuenta por carta a su amiga Amelia los pormenores de su reciente divorcio.

Este relato narra la historia de una mujer recién divorciada que se aloja en una casa de campo y se enamora de
un muchacho veinteañero. La idea del texto es definir a la mujer decente; según la autora, para una mujer
normal y decente, tres hombres es el número exacto: uno es el pecadillo prematrimonial, el otro es el esposo y
el último el nuevo esposo por divorcio. El relato reveló además el placer que provoca la belleza de un hombre
joven.61

Los nervios

Hay muchas referencias en correspondencias que hacen alusión a preocupaciones, malos ratos y apuros, a falta
de voluntad y a estados variables de salud. Tenía la sensación de que otras personas estaban molestas con ella
y se sentía insegura al no poder devolver los favores a quienes se lo hicieran, como se comprueba en una carta
a Roberto Giusti —fechada posiblemente antes de 1921 porque daba como dirección su casa de Acevedo
donde vivió hasta esa fecha— donde le da «Muchas, infinitas gracias por las generosas palabras que dijo
usted, respecto de mí el sábado pasado. Creía que usted estuviera molesto conmigo, y aquello me ha aligerado
muchísimo». En otra misiva de 1922, pese a su sentimiento de culpa, puede interpretarse que trataba de
devolver sus favores, ya que le dijo a Giusti que le había hablado a Cancela —colaborador del suplemento
literario— y este le había pedido que le transmitiese a Giusti que aceptarían sus colaboraciones en el diario La
Nación. Pasó a ser colaboradora permanente del matutino bajo el seudónimo Tao Lao.62

José Ingenieros le recomendó viajar anualmente a Córdoba; una anécdota cuenta que recurrió al jefe de policía
para denunciar que los vigilantes la insultaban con malas palabras, otro de los muchos síntomas de paranoia
que comenzaba a padecer. Además, sospechaba que estaba enferma de tuberculosis.

En uno de los viajes junto a su hijo Alejandro se hospedó en el hotel de los Molles y le enseñó lo que no
aprendió por haber dejado la escuela. Su hijo recuerda que lo hacía con guardapolvo blanco para darle más
seriedad al asunto.62

Años de equilibrio

La poeta tuvo intensa participación en el gremialismo literario e intervino en la creación de la Sociedad


Argentina de Escritores.

Se mudó al décimo piso de la calle Córdoba y Esmeralda, donde recibía a sus amistades en una pequeña sala
adornada con flores, fotos y dibujos de su rostro hechos a lápiz, y siguió escribiendo poemas para La Nación.

En 1928 falleció Roberto J. Payró y se suicidó el poeta Francisco López Merino, del cual Storni era amiga; se
habían conocido en el vestíbulo de un hotel en Mar del Plata durante una celebración literaria: ante un
comentario de Merino sobre el clima desagradable, Alfonsina replicó: «Sí, sí, pero ideal para estar entre dos
sábanas, con alguien como usted, por ejemplo».63

Ese año vivió en Rosario por un año, se intensificaron sus manías y se sentía perseguida pese al
reconocimiento de sus pares. Se cree que se reprochaba el hecho de no darle un padre a su hijo. Se creía
observada por los mozos de los cafés, los guardas de los tranvías y casi todo ciudadano normal que se cruzara
con ella. Para intentar distraerla, su amiga Blanca de la Vega ―compañera de las cátedras del Conservatorio
de Música― la impulsó a hacer ese año un viaje a Europa, que repitió en 1931, en compañía de su hijo. Allí
conoció a otras escritoras, y la poeta Concha Méndez le dedicó algunos poemas.64

En Madrid visitó el Lyceum Club y la Residencia de Señoritas, que dirigía María de Maetzu, donde vivían las
estudiantes que cursaban sus carreras en esa ciudad y en los dos lugares dio conferencias y cursos
destacándose una titulada Una mujer ultramoderna y su poesía, la cual fue comentada por Eduardo Marquina
y Enrique Díez-Canedo en el diario El Sol.65

En una cena en la Cámara del Libro en su honor conoció al novelista Carlos Soldevilla y al poeta catalán José
María de Segarra.66 Este último escribió en El Mirador una crónica en su homenaje que puso muy contenta a
Alfonsina y, además, la comparó con Rubén Darío.

En ese viaje visitaron Toledo, Ávila, El Escorial, Andalucía, Sevilla, Córdoba y Granada y luego visitaron
París y a su ciudad natal, Sala Capriasca, en Suiza.67

En el segundo viaje visitó con su hijo de 20 años las ruinas de Pompeya y la ciudad de Ginebra.68 A su
regreso se instalaron en una pensión de la calle Rivadavia al 900, muy cerca del café Tortoni.

Alfonsina participó de la peña del Tortoni junto a Quinquela Martín, Juan de Dios Filiberto y Pascual de
Rogatis, entre otros. La peña se llamaba Signos y desde allí se hicieron las primeras emisiones de la radio
Stentor y otras actividades culturales. El escritor Federico García Lorca no dejó de ir ni una sola noche en su
visita a Buenos Aires de 1934.69

En Buenos Aires la visitaron en su casa de la calle Rivadavia, Luisa Albornoz, una amiga de años y presidenta
de la Asociación de Bachilleres del Liceo Nro. 1 y un grupo de muchachas, entre las que se encontraba Julieta
Gómez Paz, que integraron la subcomisión de Cultura. Durante la visita le solicitaron que realizase una
conferencia, petición que aceptó a cambio de la lectura de su obra Cimbelina en 1900 y pico que estaba en
etapa de pruebas. El encuentro se realizó a las 17:30 horas del 17 de octubre de 1926 en el salón de actos del
Museo Social Argentino que por entonces funcionaba en Maipú al 600. Asistieron profesores del
establecimiento y se notaron las ausencias de sus autoridades.68

En 1931, el intendente municipal José Guerrico nombró a Alfonsina jurado: era la primera vez que ese
nombramiento recaía en una mujer. Alfonsina se alegró de que comenzaran a ser reconocidas las virtudes de la
mujer y afirmó en un diario refiriéndose a su designación: «La civilización borra cada vez más las diferencias
de sexo, porque levanta a hombre y mujer a seres pensantes y mezcla en aquel ápice lo que parecieran
características propias de cada sexo y que no eran más que estados de insuficiencia mental. Como afirmación
de esta limpia verdad, la Intendencia de Buenos Aires declara, en su ciudad, noble la condición femenina».69

En 1932, publicó sus Dos farsas pirotécnicas: Cimbelina en 1900 y pico y Polixena y la cocinerita. También
colaboró en los diarios Crítica y La Nación y sus clases de teatro fueron su rutina diaria.70 En un artículo
publicado en la revista El Hogar ese año, se quejó de la fotografías que le tomaron, ya que se notaban sus
cuarenta años, y, según ella, los ojos parecían garabatos y la nariz un muñón deforme.71

Alfonsina viajó a menudo a una casita que su amiga María Sofía Kusrow («Fifi») construyó en un campo en
Colonia, en el Real de San Carlos. Esa propiedad figura hoy en los folletos turísticos como la casa de
Alfonsina. Viajaba de improviso porque le gustaba la limpieza de sus habitaciones y los postres de leche. Su
amiga Fifi era divertida y alimentaba las vacas con los frutos que cosechaba de los árboles.72

También en esa época inició amistad con la poeta Haydée Ghío, con quien concurrió a la Peña del hotel
Castelar, donde Alfonsina cantaba de mesa en mesa algunos tangos acompañada por el piano. Así la recuerda
Conrado Nalé Roxlo interpretando Mano a mano y Yira yira. También en este lugar conoció a Federico
García Lorca durante la permanencia de este en Buenos Aires entre octubre de 1933 y febrero de 1934. El
poema «Retrato de García Lorca» ―que fue publicado en Mundo de
los siete pozos― le fue dedicado a él y tiene frases premonitorias de la
muerte del poeta español.73

Apagadle
la voz de madera,
cavernosa,
arrebujada
en las catacumbas nasales.
Libradlo de ella,
y de sus brazos dulces,
y de su cuerpo terroso.
Forzadle sólo,
antes de lanzarlo
al espacio,
el arco de las cejas
hasta hacerlos puentes
del Atlántico, Edificio de departamentos creado por
del Pacífico...
la constructora Bencich Hermanos
Por donde los ojos,
en 1927. En uno de esos
navíos extraviados,
apartamentos vivió Storni.
circulen
sin puertos
ni orillas...

En Montevideo acudió a las reuniones organizadas por María V. de Muller, fundadora de la asociación de Arte
y Cultura que celebraba los encuentros en el paraninfo de la universidad, lugar al que asistían la mayoría de
escritores latinoamericanos del momento. Alfonsina fue invitada y recitó Polixema y la cocinerita el 12 de
julio de 1934. La señora de Muller le prestó una habitación en su casa para que se alojara, donde tenía los
vidrios oscurecidos para que la luz no la molestara. En una carta que Alfonsina le escribió a María en abril de
ese año le pidió perdón por no haberle copiado los versos solicitados antes.73

En 1934 también publicó, después de ocho años, un nuevo libro llamado Mundo de siete pozos, una
recopilación de poemas que dedicó a su hijo Alejandro. Gabriela Mistral, al leer el libro, comentó que poetas
como ella nacen cada cien años. La foto de la tapa estaba dedicada a María Muller y era una prueba de cómo
le gustaba lo que la vida le ofrecía a los cuarenta años. Lucía el pelo corto, la cabeza inclinada con coquetería
y el brazo extendido en forma graciosa.

Ese verano lo pasó en el Real de San Carlos con su amiga Fifí, realizó largos paseos por el río descalza,
descargó sus nervios y en su habitación durmió largas noches y también siestas, situación que repitió al verano
siguiente agregando días en Montevideo y otros en Pocitos, en un hotel. En ese verano dieron comienzo sus
problemas de salud.74

El 23 de mayo de 1936, en el acto de inauguración del Obelisco de Buenos Aires, dio varias conferencias y en
una de ellas señaló que la ciudad no tenía ni su poeta, ni su novelista, ni su dramaturgo pero sí su cantante de
tango y señaló el barrio Sur como el baluarte de esa canción porteña. La conferencia se tituló Desovillando la
raíz porteña y fue transmitida por radio.12

Unos días después en otra ponencia llamada Teresa de Jesús en sangre, en la primera fundación de Buenos
Aires señaló las similitudes de su letra con la de Teresa de Jesús y explicó las propiedades de la creatividad
femenina. Alfonsina aceptó en esta ponencia la idea común de ese entonces que hace de la mujer algo así
como un ancla, al contrario que sus primeras afirmaciones poéticas en las que preguntaba a su madre las claves
de su nacimiento.75
En 1937 escribió su último libro llamado Mascarilla y trébol publicado al año siguiente. Lo compuso durante
las noches en Bariloche, y trató de desarrollar una nueva forma de pensar la poesía y, por consiguiente, una
nueva forma de pensar el mundo. Tenía que superar la muerte de Horacio Quiroga y evitar el retorno de la
suya; se cuidaba de todo, cuando comía pan dejaba el trozo que había usado para sostenerlo. Su amiga Fifí
Kusrow comprobó que estaba haciendo un exorcismo. De estos cambios habló en el prólogo de su último
libro.

Alfonsina reflexionó sobre el resto de su vida, a los cuarenta y cinco años de edad y habiendo sufrido una
enfermedad que difícilmente tuviese cura. Sabía que la amenaza estaba pendiente y lo reflejó en sus versos. El
libro lo finalizó en diciembre de 1937 y se lo dio al amigo de sus inicios, Roberto Giusti.76 Cuando este lo
recibió lo leyó detenidamente y observó una manera particular de plantearse las asociaciones poéticas que le
hizo recordar al español Góngora; principalmente, le llamó la atención la insistencia en el paisaje, sobre todo
en el río. En un reportaje del año 1938 admitió que el libro le pareció «carecer de alma».77

En enero de 1938 Alfonsina pasó sus vacaciones en Colonia y recibió el 26 de ese mes una invitación del
Ministerio de Instrucción Pública Uruguayo que intentaba reunir en un mismo acto a las tres grandes poetas
del momento: Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral y ella. Se realizó en el Instituto Vázquez Acevedo
solicitando la misiva «que haga en público la confesión de su forma y manera de crear». Esa invitación llegó
un día antes del encuentro, fue en auto en compañía de su hijo y durante el trayecto escribió su conferencia
sobre una valija que apoyó en sus rodillas. Es así que encontró un título divertido para la misma: «Entre un par
de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj». El resultado del encuentro fue exitoso y el público la
aplaudía todo el tiempo, interrumpiendo su charla. Entre los presentes se encontraba Idea Vilariño.

En el viaje de regreso le comentó a su hijo los temores por la fragilidad de su salud, y también le expresó sus
miedos a otras personas. Antes de regresar a Buenos Aires se hospedó en Colonia en la casa de su amiga Fifí,
y una tarde en que salieron a caminar y se cruzaron con una víbora, expresó: «Esto no es bueno para mí» y
agregó, riéndose: «Si alguna vez supiera que tengo una enfermedad incurable, me mataría. Alejandro puede
defenderse y mi madre no necesita de mí». Al regresar a Buenos Aires se enteró del suicidio de Leopoldo
Lugones en un recreo de Tigre y también de la hija de Horacio Quiroga, Eglé, con solo veintiséis años. Fue al
Tigre todos los domingos ese año.78

Enfermedad

Un día, cuando se estaba bañando en el mar, una ola fuerte y alta le pegó en el pecho a Alfonsina, quien sintió
un dolor muy fuerte y perdió el conocimiento. Sus amigos la llevaron hasta la playa. Cuando recobró el
conocimiento descubrió un bulto en el pecho que hasta el momento no se notaba pero en esa oportunidad se
podía tocar con la mano. Al regresar a la capital le quiso restar importancia al hecho, pero la verdad se impuso
y debió buscar el apoyo de sus amigos. Ellos trataban de restarle importancia pero le aconsejaron acudir a un
médico. Blanca de la Vega, una de sus amistades, recordó que Alfonsina la había llevado hasta su dormitorio y
se había descubierto el pecho para que tocase la dureza. El encargado de acompañarla a la consulta fue Benito
Quinquela Martín a quien le había solicitado ayuda un mediodía en su estudio. Ella le comentó que su estado
era grave y que su hijo era muy joven como para enfrentar la situación. El pintor trató de disimular su sorpresa
y le recomendó consultar a un especialista. Ese especialista fue el doctor José Arce. Para mantenerse tranquila
los días previos a la operación contó con el apoyo de sus amigos y también ayudó un reportaje para la revista
Multicolor (suplemento del diario Crítica) del 18 de mayo de 1935, que sirvió de distracción.79

El 20 de mayo de 1935, Alfonsina fue operada del cáncer de mama en el sanatorio Arenales. Se pensaba que
era un tumor benigno, pero en realidad tenía ramificaciones. La mastectomía le dejó grandes cicatrices físicas y
emocionales. Siempre había sufrido de depresión, paranoia y ataques de nervios, pero ahora los síntomas de
enfermedad mental se recrudecieron. Se volvió recluida y evitaba a sus amistades. Su reposo lo realizó en
«Los Granados», una casa de la familia Botana en Don Torcuato (en el norte de Buenos Aires). Fue atendida
especialmente por Salvadora y una exalumna, Felisa Ramos Mozzi quienes junto a una enfermera contratada
por los Botana la cuidaban en turnos.8

La quinta estaba rodeada por un parque que era una pequeña reserva natural con pavos reales, pequeños osos
y plantas exóticas de varias especies y además tenía una biblioteca muy completa, pero Alfonsina no pudo
disfrutar de la estadía por sentirse vulnerable a la enfermedad; solo quería estar rodeada de amigas. Es así que
invitó a Fifí Kustow a permanecer unos días con ella, pero su amiga no aceptó la invitación porque, cuando
fue a visitarla, Alfonsina le enseñó un revólver que tenía para defenderse en caso de robo y a Fifí no le gustó la
idea de dormir con un arma al lado. Cuando Haydée Ghío la visitó, Alfonsina le dijo «Haydecita, mi cuerpo,
mi cuerpo».

Después de veinte días de reposo y habiendo pasado una noche de tormenta que la asustó, resolvió irse a su
casa de la calle Suipacha 1123 donde vivió hasta el año 1937 y posteriormente se mudó al edificio Bouchard
House frente al Luna Park.80

Su carácter cambió, ya no visitó más a sus amistades y no podía admitir sus limitaciones físicas; deseaba vivir
pero no aceptaba los tratamientos impuestos por los médicos. Solo asistió a una sesión de rayos que la dejó
exhausta y no pudo soportar el tratamiento. No permitía que su hijo la besara y se lavaba las manos con
alcohol antes de acercarse a él o de cocinar.

Unos años antes, se había realizado un examen de quirología con Eugenio Soriani, un italiano estudiante de
ingeniería electrotécnica en el Politécnico de Turín. El estudio fue parte de una nota para la revista El Hogar y
se publicó el 29 de mayo de 1935, cinco días antes de la cirugía. El resultado de este examen fueron detalles
de la vida privada de la escritora, de sus capacidades intelectuales y se le pronosticó un debilitamiento de la
salud a los 44 y a los 55 años de edad, previendo una vida de más de 70 años. Este pronóstico no fue certero.
A dos días del fallecimiento de Alfonsina el quirólogo comentó en una nota para Noticias Gráficas que la
escritora estaba intranquila e impresionada y solicitó que las revelaciones no fueran publicadas. Con el
consentimiento de Soriani y del periodista, el trato fue cumplido.81

El final

La conferencia de Montevideo fue un presagio: las maletas estaban a medio cerrar y el reloj apuraba su
marcha. A mediados de 1938 apareció Mascarilla y trébol y una Antología poética con sus poemas preferidos.
La escritura de estos libros le demandó varios meses. Cuando inscribió su libro en el Concurso de Poesía, le
preguntó al director de la Comisión Nacional de Cultura, Juan José de Urquiza «¿Y si uno muere, a quien le
pagan el premio?», pregunta que el señor se la tomó a broma, pero luego sus amigos extrajeron conclusiones
de este dicho.82

Otro suceso fue una solicitud a su amiga Fifí para hospedarse en su casa Real de San Carlos, pero esta le dijo
que esos días tenía visitas y Alfonsina resolvió viajar a Mar del Plata. Cuando su amiga le pidió que no fuera
porque esa ciudad la alteraba bastante, respondió: «Tenés miedo de que muera en tu casa», y además le dio la
dirección donde se hospedaría en la ciudad balnearia. El domingo 16 de octubre se encontró en Tigre con la
poeta Abella Caprile. Esta le comentó sobre su poema «Romancillo cantable» publicado en La Nación y
Alfonsina le dijo que podía ser el último y le confesó que la neurastenia la hacía pensar en suicidarse. Su
amiga le prometió que rezaría unas oraciones por ella.83

El 18 de octubre de 1938 viajó a Mar del Plata. Fue a la estación Constitución acompañada de su hijo
Alejandro ―de 26 años―25 y de Lidia Oriolo de Pizzigatti, dueña del hotel donde se alojaba frecuentemente
en la calle Tres de Febrero. Cuando el tren partió le dijo a su hijo que le escribiese, que lo iba a necesitar.
Alfonsina le escribió dos cartas de contenido ambiguo a su hijo, el 19 y 22 de octubre, en las que parecía que
luchaba contra la decisión de terminar con su vida. El jueves 20 escribió todo el día en el hotel abrigada con un
poncho catamarqueño, aunque era primavera. Al día siguiente un dolor en el brazo le impidió continuar con su
tarea. Sin embargo, se esforzó y el sábado despachó una carta en el buzón. Contenía su poema «Voy a
dormir», el último que escribió. El domingo tuvo que concurrir el doctor Serebrinsky porque ya no soportaba
el dolor. El lunes le solicitó a la mucama que escribiese por ella una carta para Alejandro y a las once y media
se acostó a dormir.9

Desde allí, envió tres cartas: una a su hijo, Alejandro; otra a Gálvez, para que procurase que a su hijo no le
faltase nada y un poema de despedida al diario La Nación:

Dientes de flores, cofia de rocío,


manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.


Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes,


te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,


si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido...

Hacia la una de la madrugada del martes 25 de octubre de 1938, Alfonsina Storni abandonó su habitación y se
dirigió a la playa La Perla. Esa noche su hijo Alejandro no pudo dormir; a la mañana siguiente, lo llamó la
dueña del hotel para informarle que le habían reportado del hotel que su madre estaba cansada pero bien.

Esa mañana, la mucama Celinda había golpeado la puerta del dormitorio para darle el desayuno y no obtuvo
respuesta y pensó que era mejor dejarla descansar y fue lo que le comunicó a la dueña. Pero cuando dos
obreros descubrieron el cadáver en la playa, se difundió la noticia; su hijo se enteró por radio y el cuidador del
hotel, José Porto, se lo confirmó vía telefónica. Hay dos versiones sobre el suicidio de Alfonsina Storni: una de
tintes románticos, que dice que se internó lentamente en el mar, y otra, la más apoyada por los investigadores y
biógrafos, que afirma que se arrojó a las aguas desde una escollera.9 9

A la tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia: «Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran
poeta de América». La sorpresa obligó a reconstruir el hecho. A las ocho de la mañana, los obreros de la
Dirección de Puertos Atilio Pierini y Oscar Parisi observaron algo flotando a doscientos metros de la playa La
Perla y que podría tratarse de una persona. Pierini se arrojó al agua mientras su compañero denunciaba el
evento a la policía. Actuaron la Comisaría Primera y la Subprefectura; los cabos Antonio Santana y Dámaso
Castro ayudaron al joven obrero a llevar el cuerpo sin vida a la orilla. Determinaron que era una mujer bien
vestida y que había estado flotando poco tiempo. Una ambulancia la trasladó a la morgue, donde fue
examinada por el doctor Bellati, quien reconoció a Alfonsina Storni cuando destapó el cuerpo. Se especuló
que Storni se arrojó desde la escollera del Club Argentino de Mujeres a doscientos metros de la costa. Sobre la
escollera se encontró uno de sus zapatos, el cual se había enganchado con los hierros en el momento en que su
dueña se había arrojado al mar.84
Esa misma tarde, en el Colegio Nacional de Mar del Plata se organizó
un homenaje al que asistieron autoridades, alumnos y periodistas y a
las veinte y treinta el ataúd fue trasladado a la estación Norte del
ferrocarril para llevarlo a Buenos Aires. La gente le arrojó flores
durante el traslado. El tren con los restos de Alfonsina Storni llegó a
Plaza Constitución al día siguiente a las siete y treinta de la
mañana.84 Esperaban los restos dos filas de alumnos del Instituto
Lavardén y su hijo Alejandro con sus amigos Arturo Capdevila,
Enrique Banchs, Fermín Estrella Gutiérrez y Manuel Ugarte, quienes
condujeron el féretro hasta el Club Argentino de Mujeres en la calle
Maipú al 900 donde se llevó a cabo el velorio. Ugarte colocó sobre
las manos de Storni unas rosas blancas.85

El cortejo fue acompañado, según el diario Crítica, por un desfile


iniciado en la plaza San Martín, siguiendo por Arenales y Libertad
hasta la avenida Quintana sumándose gente en el recorrido. Demoró
una hora en llegar al destino final: arribó a las dieciséis y treinta horas,
donde aguardaban las autoridades nacionales y el doctor Sagarna,
miembro de la Corte Suprema de Justicia, además de sus colegas
escritores. A su entierro asistieron los escritores y artistas Enrique
Larreta, Ricardo Rojas, Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Manuel Monumento a Alfonsina Storni frente
Gálvez, Baldomero Fernández Moreno, Oliverio Girondo, Eduardo a la playa La Perla (en Mar del
Mallea, Alejandro Sirio, Augusto Riganelli, Carlos Obligado, Atilio Plata).
Chiappori, Horacio Rega Molina, Pedro M. Obligado, Amado Villar,
Leopoldo Marechal, Centurión, Pascual de Rogatis, Carlos López
Buchardo y Camila Olivieri, entre otros.86

Los discursos de despedida fueron iniciados por el titular de la SADE, Manuel Ugarte y una vez finalizados
los restos de Alfonsina Storni fueron depositados en el Cementerio de la Recoleta en la bóveda familiar de
Salvadora Onrubia, esposa de Natalio Botana, periodista y director del diario Crítica, quienes financiaron la
ceremonia, pero en 1963 se trasladó el féretro al «Recinto de las Personalidades» del Cementerio de la
Chacarita, donde actualmente reposan en el interior de una escultura realizada por Julio César Vergottini.87

Al otro día La Nación publicó su poema de despedida, «Voy a dormir», que termina con un misterio poético
que ninguna biografía podrá develar. Dice:

Si él llama nuevamente por teléfono


le dices que no insista, que he salido...

Casualmente, en un período de 20 meses, no solo murió Storni sino también sus amigos y escritores Horacio
Quiroga y Leopoldo Lugones (ambos por suicidio).88

Críticas
Según Alberto Acereda, la obra de Alfonsina Storni es una defensa a la libertad artística e individual. Su vida
y obra es un mito iconográfico de un activismo resentido contra lo masculino. Afirma que ella es un mito más;
sus letras muestran a una excelente poeta del amor, una mujer luchadora por la igualdad femenina que no se la
puede ubicar en el feminismo radical. En su vida y obra se entremezclan emoción, sentimiento y reflexión; su
poesía es erótica humanamente, busca el amor, tiene vivencias y poesía de su ego angustiado que termina con
el suicidio.89
Acereda afirma que Storni fue feminista en el sentido literal de la palabra, ya que siempre buscó la igualdad
entre el hombre y la mujer. Tuvo el coraje necesario para oponerse a la regla que exigía la virginidad femenina
pero no la masculina. De aquí nació su obra Tú me quieres blanca, heredera del Hombres necios de Sor Juana.
Lo mismo ocurre en poemas como Hombre pequeñito, La que comprende, Siglo XX o Veinte siglos, textos
basados en la búsqueda de la igualdad real para la mujer en el medio. Se pueden poner como ejemplo además
La inquietud del rosal (1916), El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919), Languidez (1920), y los
posteriores Ocre (1925), Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1934) y otras creaciones en prosa
y teatro como un intento de lograr la libertad femenina contrarrestando la tendencia machista de ese
entonces.89

El autor afirma que hay críticas del feminismo radical que presentan la obra de Alfonsina Storni dentro de un
lenguaje complicado y enmarañado lleno de pura demagogia dando una falsa idea de sabiduría. Estas críticas
radicales conforman un hilo complicado que termina por cansar. Lo real (según Acereda) es que en ella está el
«yo» de mujer, el sentimiento encarnado en la mujer que aboga por la igualdad con el varón pero admite la
necesidad de él como compañero.89

Por su parte, el crítico José Miguel Oviedoc señaló que ni el contexto ni la manera de pensar de Alfonsina
Storni permiten dudar de su deseo de igualar al hombre con la mujer porque no hay ninguna ironía en esos
versos.

Otras críticas califican a la obra de Alfonsina Storni como prolífica, vigorosa y original, y afirman que cambió
las letras latinoamericanas. Con cada una de sus publicaciones se incrementaba su importancia literaria y los
críticos mostraban más interés en su obra. Estas críticas ubican a las obras en el modernismo caracterizado
además en el acento romántico, la profundidad lírica y la sencillez.90

Jaime Martínez Tolentino divide en dos etapas a la obra de Alfonsina Storni. La primera es de corte romántico
y abarca desde La inquietud del rosal hasta Poemas de amor, los cuales están basados en las temáticas del
amor carnal y espiritual, con dimensiones eróticas y sensuales dejando ver insatisfacción y resentimiento hacia
la figura masculina. También afirma, como Acereda, que en su obra la poeta defendió los derechos de la mujer
y que además se preocupó por el contenido de sus obras y empleó una gran cantidad de estructuras poéticas.d
La segunda etapa de la clasificación de Martínez Tolentino comienza con Mundos de siete pozos y afirma que
su título «…sirve de metáfora para aludir a la imagen de la cabeza humana y obra donde se observa el
predominio del intelecto sobre las emociones». La poeta abandonó el erotismo concreto y la nota
autobiográfica, para pasar a escribir sobre el amor de una forma más abstracta y reflexiva utilizando en
ocasiones la ironía. Además, se centra más en el contenido de su poesía y utiliza más el verso libre y soneto sin
rima. En palabras del crítico: «…su poesía se vuelve más depurada y pura, más hermética y más repleta de
simbolismo oscuro, y la poeta comienza a rehuirle a las formas poéticas de mayor libertad para acercarse a
otras de mayor restricción formal».91

El poeta Jorge Valdivieso reflexionó acerca de la obra literaria y poética de Alfonsina Storni:

La obra poética de Alfonsina Storni ha producido reacciones muy distintas en la crítica, pero en
general se ha tomado su creación como ejemplo de la vida de una mujer atormentada por el amor
y por las limitaciones sociales que se imponían a la mujer de su época.

La licenciada chilena Elizabeth Frances Richter Barragán afirma que las letras poéticas de Alfonsina presentan
un conjunto de metáforas y ejercicios de introspección que la hacen una viajera de sí misma. Según Richter, la
poeta expresó en sus escritos un gran número de estados de alma e ilustró el miedo a través del lenguaje
incluyendo la muerte. Este último tema se presenta en los poemas Versos otoñales, Melancolía y finalmente
Voy a dormir, redactado especialmente para anunciar su suicidio.92 e Frances Richter manifiesta, además, que
la vida de Alfonsina estuvo marcada por el dolor y la muerte a raíz del cáncer mamario que se presentó a una
edad muy joven. La poesía refleja la espera del momento final que evoluciona con el transcurrir de los años.
En las letras, Alfonsina demostró un estado de vejez espiritual que presenta su cuerpo como un «recipiente de
las aguas frías y del hielo que bañan su alma envejecida por una muerte inminente y dolorosa». Y finalmente
las letras de su poema de despedida, el «Voy a dormir» enviado al diario La Nación, anuncian la partida final y
su postura frente a la muerte. No es un viaje hacia el interior sino que lo es hacia la madre tierra, madrina de su
alma y de su mundo.92 La licenciada finalmente concluye que el tema de la muerte lo manifestó de varias
formas: temor, rebeldía, aceptación, amor y por último la entrega. Las letras que provenían de su alma reflejan
versos hermosos, desgarrados e intensos pero a la vez demostrando el temor a la muerte.92

En una clasificación realizada por la Crítica Literaria, la obra entre los años 1916 a 1925 se encasilla en
«tardorromántica» y a partir de Ocre se provocará un cambio que se confirma en Mundo de siete pozos y
Mascarilla y trébol presentando señales de vanguardismo y nuevos recursos estéticos como el antisoneto.
Mereció un análisis separado la obra Poemas de amor, que presenta un tardorromanticismo por una parte y
lirismo y crítica irónica por el otro; se muestra al amor como algo inalcanzable, efímero y fugaz, y como un
incentivo de vida y de muerte. Constituye un punto de vista de un cuerpo y una voz femenina que atrae
masivamente a un público numeroso y provoca desconfianza en sus colegas escritores. La obra puede verse
como la afirmación de una escritora mujer en un ambiente histórico cultural latinoamericano e internacional,
construyendo cierto discurso regular en la variedad de géneros literarios.93

Sobre Poemas de amor, la misma Alfonsina dice en el prólogo que «son frases de estado de amor escritos en
pocos días ya hace algún tiempo» y no los considera una obra de literatura, sino «una lágrima de las tantas
lágrimas de los ojos humanos». Además, está lleno de un sentimiento amoroso exagerado escrito
probablemente sobre la pasión, en sus cuarenta y siete versos en prosa escritos en el tiempo verbal presente del
indicativo casi por completo y donde se pueden leer relatos basados en el sentimiento amoroso con un tono
erótico sensual elevado que difieren intencionalmente el orden literario de su tiempo histórico.94

Una vez finalizada la obra en prosa poética se dedicó al verso donde la indagación poética es constante y no
expresa el tema amoroso con tantos desbordes y delirios. Parece que ya no le interesaba traspasar ese límite,
dando a entender el agotamiento de este tema y dando lugar a otros más cercanos a la conciencia racional y
estética.95

Reconocimientos
El 18 de noviembre se realizó un homenaje en la Universidad de Montevideo, organizado por la Sociedad
Arte y Cultura Popular. Juana de Ibarbourou envió unas palabras, María V. de Muller expresó que se había
perdido a una amiga insustituible, Eduardo J. Couture analizó Voy a dormir y el poeta Carlos Sabat Ercasty
compuso un soneto.

El 21 de noviembre de 1938 el Senado de la Nación le rindió un homenaje con un discurso del senador
Alfredo Palacios, quien se centró en el contexto social para explicarse con claridad.96 Palacios dijo:

Nuestro progreso material asombra a propios y extraños. Hemos construido urbes inmensas.
Centenares de millones de cabezas de ganado pacen en la inmensurable planicie argentina, la más
fecunda de la tierra; pero frecuentemente subordinamos los valores del espíritu a los valores
utilitarios y no hemos conseguido, con toda nuestra riqueza, crear una atmósfera propicia donde
puede prosperar esa planta delicada que es un poeta.
Alfredo Palacios

En la costa de Mar del Plata, en la playa La Perla, se erige un monumento realizado por el escultor Luis
Perlotti, que es utilizado como lugar de peregrinación y de escritura de grafitis.97 Similar reconocimiento se le
ha realizado en otra localidad costera de la provincia de Buenos Aires, Santa Teresita, donde una estatua de su
figura fue emplazada en la Avenida Costanera y Calla 30.
Su suicidio inspiró la canción «Alfonsina y el mar», de Ariel Ramírez y Félix Luna, que ha sido interpretada
por innumerables músicos de lengua española, destacándose la versión de Mercedes Sosa y la versión de
Chabuca Granda. El grupo de música celta Bad Haggis también grabó una canción titulada «Templo de
agua», inspirada en el suicidio y compuesta e interpretada en colaboración con el panameño Rubén Blades.98
También los compositores argentinos Saúl Cosentino y Juan María Solare han musicalizado diversos poemas
suyos. Desde 1996 hasta 2010, la actriz Amelia Bence la interpretó en "Alfonsina, el mar y yo" (obra que
intercalaba música y poesía) en diversos teatros latinoamericanos. Ella fue alumna de Storni en el Teatro
Infantil Lavardén durante la década de 1920.99

Con motivo de la celebración del septuagésimo aniversario de su muerte, la Asociación Mujeres en el Arte de
Valencia en colaboración con O2 Project decidió rendirle un homenaje a la poeta, para lo cual se realizaron
una serie de conciertos en Nueva York, Luxemburgo, Bremen y Buenos Aires entre enero y julio de 2009 con
obras musicales basadas en sus textos.

Varias calles llevan su nombre en localidades de Argentina, por ejemplo en el barrio porteño de Saavedra, en
el barrio Paso Piedras de Junín, en Rosario, en Concepción del Uruguay y por supuesto en Mar del Plata.

Véase también
Bibliografía de Alfonsina Storni

Notas y referencias
a. Cenáculo es una reunión de personas, generalmente artistas o escritores, con intereses afines.
b. «Causeur» es una palabra francesa que significa conversador o platicador.
c. José Miguel Oviedo es doctor en literatura por la Pontificia Universidad Católica de Perú;
profesor de Literatura en universidades estadounidenses, «trustee professor» de la
Universidad de Pensilvania. Realizó una gran labor como crítico literario analizando la obra de
varios autores.
d. Jaime Martínez Tolentino es un escritor de Puerto Rico, profesor de idioma francés en la
Universidad de ese país. Además realizó investigaciones sobre literatura española y tuvo a su
cargo la cátedra de Literatura Española en la Universidad Interamericana de Puerto Rico.
e. La licenciada en letras Elizabeth Frances Richter Barragán tiene una mención en Lingüística y
Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Referencias
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argentino, nació en Sala Capriasca (Suiza), Alfonsina Storni Martignoni. La tercera hija
el 22 de mayo de 1892, trasladándose con del matrimonio Storni. Llevó el nombre del
su familia a la Argentina, a muy temprana padre. En 1896, la familia Storni se instaló
edad». en la Argentina, en la provincia de San Juan,
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Storni (así reza su partida de nacimiento (Buenos Aires, 21 de abril de 1912-Buenos
extendida el 22 de mayo de 1892, en Sala Aires, 19 de diciembre de 2009) era hijo de
Capriasca, cantón Tisino) puede vislumbrar Alfonsina Storni con Carlos Tercero
a la mujer que hay detrás de la poesía». Arguimbau ―quien ya tenía tres hijas: Delia
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Bibliografía

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Lecturas adicionales
Andreola, Carlos A.: Alfonsina Storni: vida - talento - soledad. Primera biografía integral y
documentada que reúne antecedentes estrictamente desconocidos y revela aspectos
apostamente vedados hasta hoy; guía cronología, práctica y fundamental, destinada a las
escuelas, colegios y universidades. Buenos Aires: Ed. Plus Ultra, 1976.
Atorresi, Ana: Un amor a la deriva - Horacio Quiroga y Alfonsina Storni. Montevideo: Solaris,
1997. (Colección «Personajes de la historia») ISBN 987-9172-11-6
Bula Píriz, Roberto: Alfonsina en mi recuerdo: con una noticia bio-bibliográfica y poesía
comentada de Alfonsina Storni. Montevideo: El Galeón, 1997. (Colección Literaria; 6). ISBN
9974-553-14-8
Mizraje, María Gabriela (1999): Argentinas de Rosas a Perón. Buenos Aires: Biblos.
Nalé Roxlo, Conrado / Mármol, Mabel (1966): Genio y figura de Alfonsina Storni. Buenos Aires:
Editorial Universitaria. (Biblioteca de América: Colección genio y figura).
Verlichak, Carmen (1996): Las diosas de la Belle Époque y de los años locos. Buenos Aires:
Atlántida (Colección Ensayo Argentino). ISBN 950-08-1599-0
Traducciones
Poemas citadinos/Motivos de ciudad, Gleiton Lentz (trad.), (n.t.) Revista Literária em Tradução
(http://www.notadotradutor.com/edicoes.html), n.º 2. Florianópolis (Brasil), marzo de 2011.
ISSN 2177-5141.

Enlaces externos
Wikisource contiene obras originales de Alfonsina Storni.
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Alfonsina Storni.
Portal dedicado a Alfonsina Storni en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (http://bib.cerva
ntesvirtual.com/bib_autor/Alfonsina/)
Audiolecturas y poemas de Alfonsina Storni (https://web.archive.org/web/20150503043839/htt
p://www.classicistranieri.com/tag/storni)

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