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IPSE-ds. 2008. Vol. 1 ISSN: 2013-2352 pag.

41-56

La evaluación del riesgo en el contexto de la ley penal


juvenil

Enrique López Martín1


Maria Dolera Carrillo2

Resumen:
Una mejora del modelo de justicia juvenil para el procedimiento de evaluación del riesgo en los
usuarios está basado en el juicio profesional o clínico y en el procedimiento actuarial, quedando
patente en el trabajo que presentamos la según opción tal y como ha demostrado Andrews y Bon-
ta (2003) y Garrido (2003). Se presenta la adaptación del YLS/CMI de Andrews y Bonta (2002) a po-
blación de justicia juvenil española, concretamente el IGI-J, que ayuda a planificar el PIEM dentro
del marco de la justicia penal de menores.

Palabras clave: escalas de riesgo, procedimiento actuarial, factores de riesgo.

El fin último que persigue la ley penal del pero lo cierto es que ninguno de nosotros es-
menor3 es evitar que los jóvenes que han capamos de realizar una valoración.
entrado dentro del sistema de justicia juve-
nil lo vuelvan a hacer, es decir, procurar que Métodos para evaluar: juicio
nuestros jóvenes no reincidan en conductas
clínico y escalas de riesgo
infractoras, para ello hemos desarrollado un
sistema de respuesta de naturaleza sanciona- La predicción de la conducta infractora
dora –educativa (LORPM: exp. mot. pto. 2). en jóvenes es una práctica que el profesional
puede realizar ya que tiene acceso a toda la
Un modelo de justicia juvenil de respuesta
información disponible sobre el sujeto a tra-
penal con tratamiento claramente educativo
vés de entrevistas, tests, cuestionarios, vacia-
(psico-socio-educativo). Todos los profesio-
do de expedientes, etc. De hecho la LORPM
nales que estamos implicados, tanto desde la
nos da la posibilidad en distintos momentos,
perspectiva jurídica (jueces, fiscales, letrados,
para poder analizar todos los factores antes
etc.) como desde la perspectiva educativa
de diseñar el programa educativo. Al respec-
(psicólogos, pedagogos, educadores sociales,
to podemos preguntarnos: ¿qué instrumen-
trabajadores sociales, etc.) realizamos distin-
tos disponemos para realizar una predicción
tas valoraciones del riesgo que tiene este jo-
o valoración del riesgo? ¿Qué áreas, variables,
ven para volver a delinquir, esas valoraciones
o aspectos hemos de valorar? ¿Cuál es nues-
en ocasiones son realizadas de forma espon-
tra práctica y hacia donde debe dirigirse?
tánea, otras de una forma más estructurada;
En la actualidad para la predicción o es-
timación del riesgo de comportamientos
1 enrique.lopez2@carm.es violentos existen dos grandes metodologías
2 masucion.dolera@carm.es
3 Nos referimos a la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, de evaluación: 1) procedimientos basados en
reguladora de la Responsabilidad Penal de los Menores el juicio profesional, y 2) decisiones de base
(BOE de 13 d enero de 2000). La citaremos con el acróni- actuarial.
mo: LORPM

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El juicio profesional o clínico son méto- realizados con profesionales anglosajones,
dos discrecionales que se caracterizan por- pero que nuestra realidad no dista mucho de
que no hay una pauta o instrumento técnico aquella. Si vemos los informes emitidos por
validado y contrastado; son los más emplea- los equipos técnicos de los juzgados de me-
dos por los diferentes profesionales que en nores o de los centros y unidades en los que
algún momento se ocupan de este menes- se ejecutan las medidas judiciales, compro-
ter (criminólogos, psiquiatras, psicólogos, baremos que la predicción formalizada del
jueces, etc.). Los rasgos característicos de la riesgo brilla por su ausencia.
valoración del riesgo por métodos y proce- El problema de los test mencionados es
dimientos actuariales son el resultado de su que no existe una literatura científica creíble
diseño explícito con la intención y finalidad que los relacione de forma consistente con
de predecir el riesgo de comportamientos las conductas delictivas que habitualmen-
violentos. En su afán de aplicar los procedi- te evaluamos e intentamos predecir (fugas,
mientos estadísticos para la predicción del agresiones, y por supuesto la reincidencia). Y
riesgo, siguieron las pautas desarrolladas ya en cambio, si que existe una amplia evidencia
en la práctica empresarial, como las aplica- de que las valoraciones actuariales del riesgo
das por compañías de seguros. Dichas pautas son significativamente superiores a las valo-
tienen una gran fiabilidad, ya que están opti- raciones clínicas (para una revisión general
mizadas para predecir un resultado concreto de la investigación ver Grove y Meehl, 1996).
y específico, en un período temporal deter-
En el estudio antes citado de Boothy y
minado, para una población determinada y
Clements (2000) se mencionan tres instru-
en un contexto socio-cultural también muy
mentos específicos que han sido desarrolla-
específico. Por ello, estos procedimientos re-
dos para la evaluación de los delincuentes: el
quieren previamente estudios cuantitativos y
PCL-R (Hare, 1990), el LSI-R (Andrews y Bonta,
epidemiológicos amplios y estimaciones de
1995) y el VRAG (Harris, Rice y Quinsey, 1993);
la frecuencia de los comportamientos que se
aunque su uso fue bastante infrecuente, tan
quieren predecir en las distintas poblaciones
solo el 11% de los encuestados utilizaron el
donde pueden ocurrir.
PCL y el LSI-R, y solo el 1% utilizó el VRAG.
Estos tres instrumentos son probablemente
La elección de una escala de las mejores medidas validas de valoración
evaluación del riesgo. En nuestro contexto contamos
La literatura empírica actual es lo su- con pequeñas experiencias del uso del PCL-R
ficientemente robusta para ofrecernos al- (Chico y Tous, 2001), y de otras pruebas.
gunas pautas generales sobre lo que debe Tal vez confiamos de forma excesiva en el
constituir una buena evaluación del riesgo uso de instrumentos “clásicos” que funcionan
del delincuente. en otros contextos pero no en éste, y sobre
Para empezar, podríamos preguntarnos: todo, cómo no, en el propio “juicio clínico”.
¿qué instrumentos de evaluación utilizan los Como decíamos la evidencia es notable:
profesionales para valorar el riesgo? Boothy las evaluaciones del riesgo son superiores
y Clemens (2000) preguntaron a 830 psi- cuando se utilizaron valoraciones actuaria-
cólogos forenses qué pruebas psicológicas les, frente a las valoraciones clínicas (Garrido,
específicas utilizaban en su trabajo. Un 23 2003:24), veámoslo en el siguiente cuadro
% utilizó el test de Bender-Gestalt, el 20% (Andrews y Bonta, 2003:235).
el Rorshach y 14% tests de dibujos proyecti-
vos. Gallagher, Snowaru y Ben-Porath (1999)
obtuvieron resultados parecidos. Podríamos
decir, al respecto, que son estudios empíricos

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Tabla 1. La superioridad de las evaluaciones actuariales
miden precisamente el ajuste psicológico
del riesgo: Evidencia meta-analítica (de personalidad: MMPI, EPQ-J; depresión:
Estudio Criterio Cínica Actuarial
Inventario de Beck, CACIA; ansiedad: esta-
do rasgo STAI; autoestima: AFA, Piers Ha-
Bonta et al. (1998) Reincidencia r = .03 r = .39
general rris) etc.. Desde los segundos simplemen-
Reincidencia r = .09 r = .30 te son reacios a cualquier estructuración
violenta de la evaluación al ampararse en las teo-
Hanson y Bussière Reincidencia r = .11 r = .42 rías sociológicas que poco pueden hacer
(1998) sexual
en esta tarea.
Grove et al. (1995) Índice general favorable favorable 3.- La formación especializada, pues, debe
6% 46%
realizarse fuera de la formación base de es-
Mossman (1994) Violencia AUC=.67 AUC=.78
tos profesionales. Existen pocos cursos de
especialidad o de formación de postgrado
centrado en la delincuencia (juvenil) y la
Algunos autores (Grove y Meehl, 1996;
evaluación y tratamiento de la misma. En
Quinsey, Harris, Rice y Cormier, 1998) sugie-
esta misma dirección hemos de observar,
ren incluso que ante tal evidencia, el hecho
por ejemplo, que desde que vio la luz el
de no utilizar los instrumentos actuariales
texto de la LORPM el 13 de enero de 2000
para la valoración del riesgo de los delincuen-
hasta la fecha se han publicado más ma-
tes es una conducta poco profesional.
nuales desde la perspectiva jurídica que
desde la psicoeducativa; basta con echar
Pero, si esto es así, ¿por qué los profesio-
un vistazo en nuestras librerías para cons-
nales no utilizan las escalas actuariales? Para
tatarlo.
hallar una respuesta podríamos apuntar es-
4.- Por otra parte, en casi todo el territorio es-
tas cinco razones:
tatal los servicios y programas están con-
1.- En nuestro país están muy poco difundi-
veniados con organizaciones sin ánimo de
das las escalas actuariales de riesgo de
lucro, fundaciones o entidades publicas
valoración de delincuentes; es evidente
locales (LORPM, Art. 45.3) lo que lleva a la
que si no se conocen no se pueden apli-
paradoja de que las escuelas de adminis-
car. Aunque también es cierto, que cuan-
traciones públicas priorizan la formación
do hemos presentado a distintos equipos
de los funcionarios, dejando en un segun-
algunas de estas escalas de riesgo, han
do plano a todos los profesionales que tra-
sido rechazadas inicialmente por algunos
bajan en estas organizaciones, delegando,
profesionales, en principio por la resisten-
en el mejor de los casos, su formación en
cia al cambio, y también debido al escepti-
manos de las propias entidades convenia-
cismo de algunas de estas organizaciones
das.
del ámbito de la justicia juvenil, que se
5.- Da la impresión de que los únicos que pue-
muestran recelosas a planteamientos ex-
den manejar pruebas para la valoración
ternos que no hayan salido de su propio
del riesgo son los psicólogos, porque en la
seno.
mayoría de los servicios orientan a éstos a
2.- La formación que se recibe desde las fa-
evaluar el ajuste psicológico. Esta creencia
cultades está muy dirigida a la práctica clí-
está sustentada por la “cultura profesional”
nica (caso de los psicólogos) o muy socia-
generada desde las facultades y respalda-
les (caso de los educadores y trabajadores
das por los colegios profesionales, y por
sociales). Desde los primeros se mantiene
los propios servicios y directores de los
el mito de que es el desajuste personal
centros que demandan casi en exclusiva
lo que más correlaciona con la conducta
a estos profesionales para la valoración
infractora, y por ello reciben formación
del riesgo. Como hemos visto la investi-
en esta línea, y administran pruebas que

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gación sugiere que los test “favoritos” de las necesidades criminógenas. En resumen, si
los psicólogos no son los mejores cuando nos fijamos sobre los factores estáticos, nos
se comparan con las escalas actuariales de inmovilizamos en la intervención, nada po-
valoración del riesgo que pueden ser cum- dremos hacer para cambiar aquello que no se
plimentadas por profesionales diferentes puede cambiar. Por otro lado, los factores de
a los psicólogos con la debida formación riesgo dinámicos nos transmiten confianza,
y siendo entrenados para ello. Este punto la esperanza de que un sujeto puede cambiar
no debe ser interpretado como un ataque su conducta, lo que ayuda a la intervención.
a estos profesionales sino una invitación En el campo de la ejecución de las medi-
a que reconsideren el uso de esos instru- das, manejar el nivel de riesgo, es una gran
mentos y su utilidad, teniendo el coraje herramienta de trabajo. Para manejar el
profesional para reajustarse a esta nueva riesgo eficazmente, se requiere de la identi-
realidad de la evaluación del riesgo de la ficación de los factores de riesgo dinámicos.
conducta delictiva. Por lo tanto, si debiéramos elegir entre una
escala de factores de riesgo estáticos y otra
Un buen instrumento actuarial debe de factores dinámicos, hemos de pensar que
evaluar los factores de riesgo y dirigir la in- los factores de riesgo estáticos nos conducen
tervención hacia dichas necesidades crimi- a una percepción de la intervención y de los
nógenas. Las necesidades criminógenas son programas inmovilista, ya que son factores
aspectos de una persona o de su situación que no podemos cambiar; es importante
que, cuando cambian, están asociados con que nuestros programas de intervención se
los cambios de la conducta delictiva (An- dirijan hacia los factores dinámicos, a las ne-
drews, Bonta, y Hoge, 1990). Las necesidades cesidades criminógenas a todas aquellas que
criminógenas son factores de riesgo dinámi- podemos cambiar.
cos. La valoración de riesgo del infractor pue-
Hay pocos instrumentos de valoración del de tener serias consecuencias, no sólo para su
delincuente que incorporen los factores de libertad, sino también para la seguridad de la
riesgo dinámicos junto con los factores de sociedad. De ahí que quienes administran las
riesgo estáticos (lo que solemos llamar esca- escalas de riesgo deben asegurarse de que es-
las de riesgo y necesidades). Los dos mayores tán bien especializados en su administración
ejemplos de esta clase de instrumentos son y que conocen los problemas actuales de la
el LSI-R y el Wisconsin Clasification System. valoración del infractor. Aunque lo cierto es
Gendreau et al. (1996) encontraron que el que en pocas ocasiones los profesionales son
tamaño de efecto medio para el LSI-R fue de requeridos en los tribunales para defender
.33 y para el Wisconsin Clasification System las valoraciones, hemos de estar preparados
de .32. Los dos instrumentos estáticos de para la ocasión. Esto exige que cada miem-
su meta-análisis, El SFS (Salient Factor Store) bro del personal esté listo para explicar cómo
(Hoffman, 1994) y el PCL-R, demostraron una utilizó una determinada prueba, la investiga-
media de tamaño de efecto ligeramente más ción de su validez predictiva, y la teoría que
bajos: .26 y .29, respectivamente. Una revi- apoya la prueba.
sión mas reciente de la validez predictiva del
LSI-R y PCL-R encontró resultados similares En la Comunidad Autónoma de la Región
(Gendreau et al., 2002). de Murcia, hemos utilizado para ello, el YLS/
De lo anterior se concluye que si lo que CMI de Andrews y Bonta (2002), y que a tra-
queremos es predecir e intervenir hemos de vés de nuestra experiencia, contexto y reali-
dirigirnos hacia las escalas dinámicas, puesto dad lo hemos adaptado en el IGI-J (Inventario
que predicen con tanta precisión como las de Gestión e Intervención para Jóvenes; Garri-
estáticas y además nos permiten identificar do, López Martín y Silva do Rosario, 2006), sin

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renunciar a la base teórica y el respaldo empí- Antes del YLS/CMI (IGI-J), se adaptó una
rico del mismo. El IGI-J nos permite: versión del LSI para niños y adolescentes:
a) delimitar los factores de riesgo dinámicos. YLSI (Youth Level of Service Inventory; YLSI)
b) establecer un nivel de riesgo por áreas y (Andrews, Robinson y Hoge, 1984). Este ins-
tener un índice global. trumento se componía de 112 ítems sobre
c) recoger aspectos o factores que el instru- necesidades /factores de riesgo que se divi-
mento no haya recogido. dían en 10 subescalas. Se realizó un proce-
d) establecer el nivel de intervención que se so de depuración para seleccionar aquellos
requiere. ítems que en la investigación indicaron estar
e) formular la hipótesis explicativa de la con- más fuertemente asociados con la actividad
ducta antisocial delictiva de los jóvenes, por lo que el actual
f ) diseñar los objetivos educativos en rela- YLS/CMI incorpora 42 de esos 112 ítems del
ción con las necesidades criminógenas YLSI, así como otras características no consi-
detectadas. deradas en los instrumentos anteriores: apar-
g) establecer quién, cómo y dónde se ejecuta tados sobre la capacidad de respuesta, una
la medida. evaluación cualitativa del profesional y una
h) evaluar la intervención de forma cualitati- relación directa de los resultados de la prue-
va y cuantitativa, viendo si los factores de ba con los niveles de supervisión y planifica-
riesgo dinámico han mermado su influen- ción del caso.
cia. Este instrumento fue creado para ayudar
a los educadores que ejecutan medidas judi-
Se trata de un instrumento de evaluación ciales, (educadores sociales, pedagogos, psi-
de riesgo y a la vez de gestión de la interven- cólogos y trabajadores sociales) para evaluar
ción, con múltiples aplicaciones, que no solo los factores de riesgo y protección, extrayen-
orienta la actuación del educador hacia la do de los mismos las necesidades de inter-
eficacia sino que nos ayuda a rentabilizar los vención en los menores que cometen delitos
recursos. entre los 12 y los 18 años.
A través de una entrevista semiestructu-
Características del IGI-J. (YLS/ rada permite rastrear los atributos y el esti-
CMI -Youth Level of Service/ lo de vida de los chicos; además, podemos
Case Management Inventory- evaluar el riesgo de reincidencia y establecer
Hoge y Andrews, 2002) una valoración cuantitativa de los factores de
riesgo más pertinentes para la intervención,
Nos detendremos con mayor detalle en así como establecer el grado de intervención
esta escala, ya que es la que hemos utilizado socioeducativa que requiere el menor.
para la investigación y que hemos adaptado El listado de factores del YLS/CMI (IGI-J)
para un posterior desarrollo (IGI-J). permite examinar todas las áreas que más
El YLS/CMI se desarrolló a partir del LSI se consideran en la vida de estos menores:
(Level Service Inventory) (Andrews, 1982), que circunstancias familiares, educación paren-
fue construido inicialmente para asesorar las tal, historia escolar, empleo, relación con el
decisiones sobre la libertad condicional y la grupo de iguales, abuso de sustancias, ocio
supervisión que se aplican a delincuentes y diversión, características de personalidad
adultos, a través de la evaluación del nivel y conductuales, actitud ante la ayuda, etc.
de riesgo de reincidencia. Este instrumento Una vez identificados los factores de riesgo y
sufrió varias revisiones y la versión actual es protección más pertinentes, el YLS/CMI(IGI-J)
el LSI-R (Level of Service Inventory – Revised) también ayuda a identificar los objetivos más
(Andrews y Bonta, 1995), ya comentado an- apropiados para la intervención, la parte final
teriormente.

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del instrumento contempla un plan de direc- reincidencia. Este argumento se fundamenta
ción del caso. en las revisiones de Andrews, Zinger, Hoge,
Bonta, Gendreau y Cullen (1990), Lipsey y Wil-
Al diseño del instrumento le subyace un son (1998), Mulvey, Arthur y Reppucci (1993)
supuesto fundamental y es que las decisiones y Tate, Reppucci y Mulvey (1995).
inteligentes que se deben tomar con relación
a un delincuente juvenil deben basarse en Las implicaciones que tiene para la evalua-
una evaluación válida de los riesgos y nece- ción y tratamiento el Modelo General Psicoló-
sidades propios de los jóvenes (Hoge, 1999a, gico, Social y de Personalidad de la Conducta
1999b, 2001; Hoge y Andrews, 1996). Criminal se sustentan en cuatro principios
(Andrews, Bonta y Hoge, 1990), que se descri-
El instrumento se desarrolló a partir de
ben a continuación, y que se son importantes
una teoría contemporánea del comporta-
para el desarrollo del instrumento:
miento delictivo, basado en el Modelo Gene-
ral Psicológico, Social y de Personalidad de la
a) Principio del Riesgo: asume que se re-
Conducta Criminal (Andrews y Bonta, 2003;
quieren niveles más elevados de inter-
Andrews, Bonta y Hoge, 1990; López Latorre
vención en los casos de mayor riesgo. La
y Garrido, 2005). Hay dos supuestos que sus-
intervención intensiva se reserva para los
tentan este modelo que son especialmente
casos de mayor riesgo porque responden
relevantes para la construcción del YLS/CMI
mejor relativamente a resultados obte-
(IGI-J). El primero es que la causa de la activi-
nidos que con una intervención menos
dad criminal de personas jóvenes es una red
intensiva, mientras que los casos de bajo
compleja de variables personales y ambien-
riesgo responden igual de bien o mejor
tales que interactúan. Estas variables son:
con una intervención mínima. El Principio
- La historia de desarrollo del joven
del Riesgo proporciona, por tanto, una co-
- Los aspectos de la situación familiar
nexión entre las necesidades criminóge-
- Las características de personalidad, con-
nas y el nivel de intervención que se debe
ductuales y cognitivas.
proporcionar.
- Las experiencias escolares/formativas y
laborales
b) Principio de las Necesidades: el Princi-
- El grupo de iguales
pio de las Necesidades se resume en que
- Las creencias y actitudes, particularmente
los objetivos de la asistencia programada
con relación a las actividades antisociales.
deben ser los adecuados para resolver las
Un segundo supuesto del modelo es que necesidades criminógenas del delincuen-
la intervención con jóvenes de alto riesgo te. Esas necesidades son aquellas carac-
con actividad antisocial puede ser efectiva y terísticas que al sufrir una modificación
ser reducida en el futuro. Pero para que esto se obtienen cambios en la probabilidad
ocurra deben cumplirse determinadas con- de reincidencia, o lo que es lo mismo, si
diciones. Así, las intervenciones deben tener se tiene como meta la reducción de esta
como objetivo las necesidades criminógenas probabilidad la asistencia más efectiva
y su superación. es aquella que reduce las necesidades
criminógenas; ésta, por consiguiente, se
Existe cada vez más evidencia empírica establecen como objetivos intermedios
que nos lleva a concluir que proponer obje- de la intervención. Las necesidades son
tivos apropiados y realizar un PIEM acorde factores de riesgo dinámico, favorables
con las necesidades criminógenas puede al cambio, que si se consiguen modifi-
ser efectivo a la hora de reducir la actividad car tendrá como consecuencia la reduc-
delictiva de jóvenes, y por tanto reducir la ción de la actividad antisocial futura. Las

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actitudes antisociales, el desarrollo de conjunto por el profesional responsable
relaciones con iguales antisociales y las del caso, y por tanto, de la intervención.
relaciones deficientes con los padres son
Estos cuatro principios sustentan el desa-
algunas de las necesidades criminógenas
rrollo del YLS/CMI(IGI-J); permiten una eva-
identificadas en este modelo. El Principio
luación extensa y metódica de los factores de
de las Necesidades indica que el foco de
riesgo, necesidades y capacidad de respuesta
la intervención debe centrase en este tipo
que afectan al delincuente juvenil y la pro-
de factores de riesgo (dinámicos).
gramación de una respuesta de intervención
eficaz. Además, el YLS/CMI (IGI-J) se estructu-
c) Principio de la Capacidad de Respues-
ró para forzar una conexión directa de estos
ta: se refiere a las habilidades y estilos
factores con la planificación de la gestión del
de aprendizaje de los delincuentes y a la
caso.
necesidad de considerarlos factores de
La estructura del YLS/CMI (IGI-J), se com-
protección o recursos, que pueden servir
pone de siete partes en las que se materializa
para moderar el impacto de los factores
este modelo:
de riesgo. Los factores implicados en la ca-
pacidad de respuesta son aquellos que no 1ª parte: Evaluación de riesgo/necesi-
están necesariamente relacionados con la dades
actividad delictiva pero que son relevan-
tes en la forma en que los jóvenes reaccio- - Nos proporciona una lista de todos los
nan a los diferentes tipos de intervención. riesgos y necesidades que los menores
Ejemplos de factores que se incluyen en la pueden presentar.
capacidad de respuesta son: niveles altos - Está compuesta por 42 ítems que en la
de madurez emocional, el estilo de apren- literatura científica ha identificado como
dizaje (por ejemplo: verbal y no verbal), el mejores predictores de la actividad delic-
apoyo efectivo por parte de los adultos, tiva en menores / jóvenes.
las habilidades lectoras, la autoestima, - Los 42 ítems se agrupan en 8 áreas: Deli-
la ansiedad y la motivación para el trata- tos y medidas judiciales pasadas y actua-
miento. les, pautas educativas, educación formal /
El Principio de la Capacidad de Respuesta empleo, relación con el grupo de iguales,
asume que estos factores deben tenerse consumo de sustancias, ocio / diversión,
en cuenta cuando se quiere diseñar el me- personalidad / conducta y, actitudes, va-
jor programa de Intervención4. lores y creencias.
- Dentro de cada una de la categorías el
d) Principio de Autoridad: considera que evaluador señalará aquellos ítems que se
después de evaluar el riesgo, las nece- pueden aplicar al menor.
sidades y la capacidad de respuesta, las - En cada categoría también hay que eva-
decisiones son tomadas en función de las luar si existen factores protectores y en tal
condiciones que predominen. El Principio caso señalarlo.
de Autoridad indica que las decisiones fi- - El evaluador debe describir la fuente de in-
nales sobre el joven deben ser tomadas en formación para cada categoría (entrevista,
vaciado expediente, test, informe técnico,
4 Se utiliza programa de intervención, P.I.E.M: Programa etc.).
Individualizado de Ejecución de Medida-, programa de - Existe un pequeño apartado de comen-
actuación, etc. Depende del contexto, pero en cualquier
caso hace referencia al instrumento intencionado y estruc- tarios, en el que el evaluador puede des-
turado que diseña el educador para dirigir su actuación. Y cribir factores de riesgo y necesidades no
que la LORPM (articulos: 7.1.h; 442.c.; 46.1) y su Reglamen- representados en los ítems o ampliar la in-
to (artículos:10-4ª; 11.7; etc.) establecen como necesario
formación de los señalados.
para ejecutar una medida judicial.

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2ª parte: Resumen de los factores de 3.- Medio: sesiones con el menor de 2 ó 3 ve-
riesgo /necesidades ces a la semana
4.- Alto: sesiones con el menor 4 ó 5 días a la
- En este apartado obtenemos cuantitati- semana
vamente tanto el nivel de riesgo global
como el parcial de cada subescala. 6ª parte: Plan de gestión del caso
- Debemos trasladar los números de ítems
señalados a cada categoría en la columna - Hace referencia a los objetivos específicos
A y B. que se establecen para la intervención y
- Contando las “X” señaladas podemos de- los medios para alcanzarlos.
terminar el nivel de riesgo. - Principio de necesidades: los objetivos re-
- A continuación se señalan los factores de flejados en el programa de intervención
protección (no puntúan). (PIEM) deben ir dirigidos a los factores de
- Sumando las columna podemos obtener riesgo dinámicos (necesidades criminóge-
los totales. nas) identificados.
- Hemos de tener en cuenta los factores de
3ª parte: Evaluación de otras necesida- protección.
des y consideraciones especiales
7ª parte: Revisión de la gestión del
Dentro del ámbito familiar (11 ítems) y
caso
del joven (27 ítems), valoramos algunos ítems
relevantes que no se cuantifican para el nivel En este apartado vamos a realizar una
de riesgo global o parcial, pero sí hemos de evaluación cualitativa y cuantitativa de la
tenerlos en cuenta en el diseño del PIEM. Se intervención: tenemos la posibilidad de ver
incluye un apartado de comentarios abierto gráficamente si ha habido movimiento fruto
al evaluador, y otro para anotar consideracio- de nuestra intervención (antes/después), y se
nes especiales relativas a necesidades espe- valora cómo se deriva o finaliza la interven-
ciales para el tratamiento. ción. El fin último es evaluar el progreso del
programa de intervención (PIEM).
4ª parte: Evaluación del riesgo gene-
ral/nivel de necesidades En resumen el YLS/CMI (IGI-J) pretende:
Este apartado incluye el principio de au- - Ayudar a los profesionales a evaluar a los
toridad, ya que aunque el instrumento faci- menores o jóvenes delincuentes.
lita la evaluación del riesgo, la última palabra - Determinar los factores de riesgo que pro-
siempre la tiene el profesional: aquí se invita pician la conducta delictiva.
a que anote su apreciación del riesgo y la ar-
- Delimitar las necesidades criminógenas
gumente. Es posible que discrepe del obteni-
de los sujetos y dirigir nuestros objetivos
do por el instrumento, pero debe razonar el
hacia los mismos.
porqué para tenerlo en cuenta a la hora de
diseñar el PIEM. - Conectar la evaluación de las necesidades
con el programa de intervención.
5ª parte: Nivel de intervención
En definitiva, el YLS/CMI (IGI-J) no preten-
El evaluador debe escribir el nivel de inter- de tomar decisiones sobre los jóvenes pero
vención apropiado al caso de acuerdo al prin- sí colaborar en la toma de decisiones cuando
cipio de riesgo. Este puede clasificarse en: la realizan los profesionales que están impli-
1.- Administrativo o seguimiento PBC: sesión cados en la ejecución de las medidas o en las
con el menor cada 15 días o más propuestas de medidas.
2.- Mínimo: sesión educativa con el menor 1
vez a la semana
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¿Es necesario evaluar a los - Establecer que determinado recurso es
jóvenes en la ejecución de las idóneo dadas las características del me-
medidas? nor, según sus necesidades criminógenas.
- Orientar una medida educativa ajustada
Hablar de predicción es hablar de preven- a las necesidades criminógenas y al delito
ción, como las dos caras de la misma moneda cometido por el joven sin caer en criterios
(Garrido y López Latorre, 1995). No olvide- retributivos.
mos que el objetivo último de la ejecución
de una medida debe ser la prevención de la La predicción de la conducta violenta es
conducta delictiva de un sujeto, es decir, que posible (Redondo, 2004) si atendemos a que
no vuelva a delinquir y no se consolide la ca- lo predecible es el riesgo de aparición de la
rrera delictiva. Pero ¿cómo podemos hacerlo conducta violenta, no la conducta en sí mis-
desde las “ciencias no jurídicas” (por utilizar la ma. Esta predicción se puede hacer de forma
terminología de la LORPM) cuando aplicamos fiable y válida si la fundamentamos en pro-
la ley penal del menor? Por lo dicho hasta cedimientos técnicos. He aquí algunas reco-
ahora, presumimos que las predicciones que mendaciones:
realizamos son mejores si utilizamos escalas - La evaluación del riesgo debe realizar-
de riesgo y que ello repercutirá tanto en la se de manera científica, profesional y de
asignación a la medida más adecuada como acuerdo a las consideraciones legales pro-
en la planificación de su PIEM. pias de cada marco jurídico concreto.
A lo largo del texto de la LORPM y de su - El riesgo puede y debe ser evaluado de
Reglamento se solicita a las “ciencias no jurí- distintos modos y mediante variados pro-
dicas” que prediga la conducta delictiva, con cedimientos.
dos funciones generales, la primera para pre- - En promedio, la evaluación del riesgo de
ver el futuro comportamiento del joven, por violencia es tan adecuada y “certera” como
ejemplo ante la posibilidad de un permiso, y puedan serlo otros muchos pronósticos,
la segunda se encuentra ligada al tratamien- tales como el meteorológico, el financiero,
to o medida judicial a ejecutar. el industrial, el médico, etc.
Hagamos un breve recogido por ambos - No es posible realizar predicciones espe-
textos legales para identificar en qué mo- cíficas de violencia futura en un individuo
mentos se requiere una predicción y, por tan- determinado con un elevado nivel de cer-
to, la identificación de los factores de riesgo teza o de previsión científica. No podemos
que están asociados a la conducta delictiva. conocer el riesgo real, simplemente pode-
mos estimarlo asumiendo ciertas restric-
Algunos de estos ejemplos son: ciones temporales y de contexto.
- Sustentar con criterios la reincidencia o
informar sobre la posibilidad de fuga. El proceso de valoración del
- Informar sobre el cambio de una medida y
riesgo en la ley penal del me-
asegurarnos que no va a darse una nueva
conducta delictiva. nor
- Predecir que ante una salida o permiso no Parece difícil que la “justicia reparadora”,
se va a producir un incumplimiento de la por sí sola pueda ser una respuesta suficiente
medida. ante los jóvenes delincuentes. Para ser res-
ponsable no basta con enfrentarse al daño
Otras dos funciones que se derivan de la cometido, no basta con ver y escuchar el
capacidad de previsión del estudio del me- reproche por parte de la víctima o de la co-
nor son: munidad, es necesario también que se modi-
fiquen sus necesidades criminógenas.

49
Las necesidades criminógenas como fac- cual se considera la delincuencia como algo
tores de riesgo dinámicos son modificables y parecido a una enfermedad o en un modelo
podemos actuar sobre ellos. A diferencia de de disuasión que pretenda intimidación a tra-
los factores estáticos, como el sexo, el histo- vés del castigo penal, sino en una perspectiva
rial delictivo y cualquiera de los aspectos del cognitivo-conductual de la criminalidad.
pasado que, como hechos ya transcurridos,
El entrenamiento cognitivo-conductual
no pueden cambiarse, las necesidades crimi-
pretende equipar al delincuente con habili-
nógenas constituyen un grupo de objetivos
dades que le permitan enfrentarse a los pro-
de intervención de primer orden, ya que si re-
blemas con sus propios recursos; habilidades
sultan afectados en un sentido positivo pro-
que, mejor aún, le ayude a evitar los proble-
mueven la competencia social del sujeto.
mas, ya que muchos delincuentes presentan
Se comprenderá entonces que las ac- conflictos en sus relaciones sociales (rela-
ciones tomadas en el marco de una justicia ciones difíciles con los padres, irritabilidad,
reparadora resultan insuficientes si lo que desobe­diencia, falta de conformidad social...),
se trata es de modificar estilos de vida que siendo más acusado en el caso de los reinci-
son claramente antisociales, es decir, que es- dentes (Garrido y López Latorre, 2005). De
tán ya consolidados en el obrar habitual del hecho, las modernas prácticas cognitivo-con-
sujeto. La investigación señala claramente ductuales en el tratamiento de los delincuen-
que se precisan programas de intervención tes están orientadas a que el sujeto adquiera
cuidadosamente planificados con objeto de un mayor control en el establecimiento de
cambiar esas necesidades criminógenas. objetivos y acciones prosociales. El propósi-
Más bien se hace necesario contar con to de estas técnicas es fomentar el desarrollo
nuevas posibilidades de comportamiento, y cognitivo y enseñar habilidades cognitivas
esto se logra enseñando al sujeto las habili- específicas, pero en modo alguno rechaza la
dades de competencia social necesarias. Es necesaria prestación de los recursos sociales
decir, proporcionándole recursos personales para conseguir una adecuada integración so-
(capacidades, habilidades, actitudes) que le cial. De este modo, el entrenamiento en las
integren en un grupo prosocial, y le permi- habilidades cognitivas es esencial, pero no
tan sentirse útil y autónomo para llevar una suficiente para conseguir la rehabilitación de
vida más efectiva. Si bien el énfasis se ubica los delincuentes.
en aspectos del individuo, ha de entenderse Resumiendo, la adquisición de una mayor
que el sujeto ha de disponer de las oportuni- competencia social por parte de los jóvenes
dades necesarias en su medio para que tales es una buena manera de inocularlos contra
capacidades, habilidades y actitudes puedan situaciones de riesgo social, de hacerles más
desarrollarse. resistentes a las presiones externas (familia-
Educar a un delincuente juvenil que lleva res delincuentes, amigos antisociales, etcéte-
ya varios años actuando al margen de la ley, ra). O dicho de otro modo, la mejora de las
requiere, por consiguiente, de un esfuerzo habilidades sociocognitivas constituye un
planificado, intensivo y sistemático, que modelo eficaz de prevención y rehabilitación
básicamente se dirija a dotarle de nuevos con delincuentes juveniles.
modos de actuar, de pensar y de sentir. ¿Cómo podemos desarrollar programas
La pretensión ha de consistir en ayudar- educativos eficaces y que a la vez den res-
los, en prepararlos para la vida en sociedad. Y puesta del carácter “penal” (sancionador) de
para ello, tal y como señalan diferentes inves- la medida en el marco de la ejecución de una
tigaciones, muchos programas eficaces no medida judicial? ¿Podemos hacer nuestros
se basan en un modelo médico a partir del programas más eficaces? ¿Tenemos capaci-
dad para disuadir del delito a los jóvenes in-
50
fractores y que sean sujetos prosociales o al das de protección adecuadas a las circuns-
menos que no reincidan?. tancias conforme a lo dispuesto en la Ley Or-
gánica 1/1996 de 15 de enero.
La respuesta habitual es la petición de
más recursos, pero también podemos mejo- Este grupo es sustancioso, y aunque lo
rar nuestra metodología y escuchar lo que la cierto es que no todos los chavales que se ven
evidencia empírica dice al respecto en este envueltos en estos expedientes continúan
momento en cuanto a la valoración del ries- con una carrera delictiva, si lo hace un por-
go, asignación del tratamiento o los progra- centaje de ellos: según los datos obtenidos
mas efectivos. de las memorias del Servicio de Ejecución de
Medidas Judiciales de Menores, al menos un
Hemos de estar vigilantes para evitar que
30 % de los menores atendidos con medida
la medida se interprete como mera actuación
judicial se les había abierto un expediente en
represiva instrumentalizada, que los cen-
fiscalía cuando tenían menos de 14 años.
tros en los que se ejecutan las medidas y los
educadores de medio abierto sean tan sólo Este es un punto crítico en el que la pre-
“productores de ejecución” y que no olviden dicción se une a la prevención: deberíamos
su gran papel de “hacer” sujetos más compe- tener instrumentos actuariales que discrimi-
tentes para sí mismos y para la sociedad. nasen a los sujetos que con esas conductas
inician una carrera delictiva de aquellos que
En resumen, para ser sujetos competentes
no lo harán.
se requiere algo más que la imposición de
una medida judicial y ejercer el control que ¿Y qué sucede con los jóvenes a los que
requiere la pretensión retributiva de la justi- se les incoa expediente en Fiscalía de Meno-
cia. Lo cierto es que nuestra misión priorita- res (LORPM: artículo 16) y tienen más de 14
ria es esta: diseñar programas eficaces en el años? Obviando otras posibilidades y cen-
marco de la ejecución de la medida. En este trándonos en lo que nos interesa en este mo-
sentido la medida debe ser el medio para po- mento, el Ministerio Fiscal pedirá un informe
sibilitar que los menores aprendan a ser más al equipo técnico “sobre la situación psicoló-
competentes. Buscar el equilibrio entre la gica, educativa y familiar del menor, así como
imposición de una medida (judicial) y dotarle sobre su entorno social, y en general sobre
de carácter educativo a la misma es el reto de cualquier circunstancia relevante a los efec-
todo sistema de justicia. tos de la adopción de alguna de las medidas
previstas…” (LORPM: artículo 27). Este es un
Podemos establecer tres momentos en el
momento idóneo para realizar una predic-
marco de la LORPM, en el que tenemos la po-
ción de la conducta delictiva del sujeto, un
sibilidad de ejercer la “fuerza educativa”:
análisis de los factores de riesgo y por su-
1.- Previa a la audiencia puesto, la de orientar la medida más adecua-
2.- En ejecución de la medida da. Es cierto que el informe no es vinculante,
3.- Post-ejecución de una medida pero recordemos que la LORPM en su artículo
7.3. señala que “para la elección de la medida
¿Qué ocurre con los menores que son de- o medidas adecuadas, tanto por el Ministerio
nunciados (que cometen hechos susceptibles Fiscal y el letrado del menor en sus postula-
de ser penalizados) pero tienen menos de ca- ciones como por el Juez en la sentencia, se
torce años cuando cometen los hechos? deberá atender de modo flexible, no sólo a
Al amparo del artículo 3 de la LORPM la prueba y valoración jurídica de los hechos,
sobre el régimen de los menores de catorce sino especialmente a la edad, las circunstan-
años, el Ministerio Fiscal los remite a la enti- cias familiares y sociales, la personalidad y el
dad pública de protección de menores a fin interés del menor, puestos de manifiesto los
de valorar su situación y promover las medi-

51
dos últimos en los informes de los equipos se sustituirá por un Modelo Individualizado
técnicos y, en su caso, de las entidades públi- de Ejecución de Medida (M.I.E.M.), que se di-
cas de protección y reforma de menores emi- señará igual que el PIEM, exceptuando tratar
tidos conforme a lo dispuesto en el artículo el delito cometido, pues no existe sentencia
27 de la presente Ley. …” firme que le responsabilice de tales conduc-
En el momento de la audiencia (o en su tas, y por tanto es presunto.
caso comparecencias), tanto el equipo técni- Siguiendo a Garrido (1989), lo cierto es
co del juzgado como los representantes que que “un programa de educación individua-
asistan de las entidades públicas pueden in- lizado se basa en determinar qué es lo que
formar sobre el análisis de necesidades y ries- se precisa conocer para especificar los obje-
go realizado del menor y hacia dónde debe tivos a alcanzar, así como el modo en que se
conducirse la respuesta jurídico-educativa, va a llevar a cabo”. Es el instrumento educa-
para minimizar el efecto de dichos factores. tivo en el que el educador responsable de la
Una vez escuchadas todas las partes, y ejecución de la medida va a articular todas
celebrada la audiencia, el Juez de Menores las acciones y objetivos necesarios para que
remitirá la sentencia junto con el informe téc- el menor supere los factores que le llevaron
nico (LORPM: artículo 46 y Reglamento: artí- a cometer la infracción, y por tanto que no
culo 10,1-1ª), y se iniciará la actuación de los vuelva a delinquir. Con lo que ya sabemos al
equipos que ejecutan las medidas, quienes respecto lo que necesitamos conocer son las
elaborarán un programa ajustado a las cir- necesidades criminógenas, formulando los
cunstancias personales, sociales, familiares, y objetivos vinculados a las mismas.
educativas, teniendo en cuenta la naturaleza
de la medida y el tiempo de ejecución. ¿Quién diseña el PIEM? ¿En base a qué
se elabora? ¿Cuál es su contenido? ¿Debe
contemplar las reglas de conducta? ¿Quien
El Programa Individualizado evalúa la ejecución y da “el aprobado” de la
de Ejecución de la Medida (PIEM) medida?
¿Cómo llamar a este instrumento en el La competencia funcional de la ejecución
marco de la justicia penal de menores en el de las sentencias dictadas por los juzgados
que se planifica la actuación con el menor? de menores corresponden a las entidades
públicas, que son las comunidades autóno-
En la LORPM aparece con distintas deno- mas (LORPM, artículo 45.1; Reglamento artí-
minaciones: como programa de ejecución culo 8.1.), pudiendo establecer los convenios
en los artículos 44.2.c y 46.1, como programa o acuerdos de colaboración necesarios con
de intervención en el artículo 7.1.h, simple- otras entidades, bien sean públicas, de la
mente como programa en el artículo 45.1 y Administración del Estado, Local o de otras
por último como programa de tratamiento Comunidades Autónomas o privadas… para
individualizado en el artículo 56.2.g. Esta la ejecución de las medidas de su competen-
amalgama de significantes, para referirnos cia, bajo su directa supervisión, sin que ello
al mismo significado, queda más delimitada suponga en ningún caso la cesión de la titu-
en el posterior Reglamento de la Ley como laridad y responsabilidad derivada de la eje-
Programa de Ejecución de Medidas Judicia- cución” (LORPM: artículo 45.3).
les (PIEM), y se recoge en numerosos artícu-
los. Tenemos la excepción en la ejecución de En un plazo no superior a 5 días desde el
las medidas cautelares (Reglamento: Artículo conocimiento de la sentencia la entidad pú-
29) donde se dice que “para salvaguardar y blica designe un profesional responsable del
respetar el principio de inocencia, el progra- diseño y ejecución del PIEM (Reglamento: ar-
ma individualizado de ejecución de medida tículo 10.1-3ª).

52
El PIEM será elaborado por dicho profe- cuestiones fundamentales. La primera es que
sional o en su caso por el centro, en el plazo disponemos de veinte días para valorar las
de 20 días, desde el inicio de la intervención áreas o ámbitos del menor, identificar cuá-
para las medidas de libertad vigilada e inter- les son los factores de riesgo dinámicos, (es
namiento, y para el resto de medidas desde la decir, sus necesidades criminógenas) para
designación del profesional. dirigir nuestros objetivos a ellos, y hemos de
hacerlo con diligencia. La segunda, dentro de
Durante este periodo, el profesional de-
la ejecución de un tipo de medida determi-
signado por la entidad pública se entrevista-
nada, es que hemos de establecer el nivel de
rá con el menor para evaluar sus necesidades
intensidad o periodicidad de las intervencio-
(Reglamento: artículo 17.2). En el programa
nes. Por ejemplo, una libertad vigilada puede
individualizado de ejecución de la medida,
suponer supervisar al menor o acudir a las
el profesional expondrá la situación general
sesiones de un determinado programa, tres,
detectada, los aspectos concretos referentes
cuatro o dos vez a la semana; tal vez, cada
a los ámbitos personal, familiar, social, educa-
quince días o una vez al mes; y sigue siendo
tivo, formativo o laboral en los que se con-
la ejecución de una libertad vigilada. ¿Qué
sidera necesario incidir, así como las pautas
criterios seguimos para establecer esta inten-
educativas que el menor deberá seguir para
sidad o periodicidad?.
superar los factores que determinaron la in-
fracción cometida (Reglamento: articulo 18.2 Es evidente que requerimos de instru-
y LORPM: artículo 7.1.h), cuando se le hubiese mentos validos y fiables, y de profesionales
impuesto alguna regla de conducta se adjun- formados y entrenados para ello que sean ca-
tará al PIEM (Reglamento: artículo 18.3). paces de hacer frentes a estos dos retos. Por
lo que hemos visto hasta ahora, la respues-
Además en el PIEM, y dependiendo de
ta la tenemos en la utilización de las escalas
la medida que se imponga, contemplare-
actuariales, que nos permitan la evaluación
mos la intensidad de las visitas, entrevistas o
del riesgo, para diseñar buenos objetivos y
los elementos de control y supervisión para
nos establezcan un determinado nivel para la
ejecutar la medida (ver en el Reglamento los
gestión del riesgo.
siguientes artículos: para la libertad vigilada
-18.2-; convivencia -artículo19.2-; asistencia Habitualmente cuando finaliza la medida
a centro de día –artículo 17.2-; tratamiento suele finalizar la intervención, excepto que el
ambulatorio –artículo 16-; prestación en be- menor tenga acumuladas otras medidas o ex-
neficio de la comunidad –artículo 20.7 y 20.8; pedientes pendientes de ejecutar. El educa-
tareas socioeducativas –artículo 21-, centro dor responsable de la ejecución, y en su caso
en régimen cerrado –artículo 24; en régimen el centro, es quien evalúa los objetivos plan-
semiabierto –artículo 25 y en régimen abier- teados en el PIEM, y comunica en el informe
to –articulo 26-). final al juez la consecución de los objetivos
y por tanto, la entidad judicial dará por con-
Una vez elaborado el PIEM debe ponerse
cluida o no la medida. En este momento, el
en conocimiento del juez para su aprobación
profesional de la intervención, y siguiendo la
(LORPM: artículo 44.1.c.; Reglamento: artículo
línea de actuación iniciada, valorará de nuevo
10.1-5ª). Con dicha aprobación se dará inicio
el riesgo, con un doble objetivo: el primero es
a la ejecución de la medida, excepto para el
la evaluación final de la medida y comprender
internamiento y la libertad vigilada que ya lo
si la intervención ha minimizado los factores
hicieron desde el ingreso a centro o la prime-
de riesgo dinámicos detectados; el segundo
ra entrevista con el profesional.
es establecer el grado de riesgo con que se
Por lo que respecta a la gestión y la inter- deriva o finaliza la intervención. ¿Debe con-
vención educativa, hemos de resolver dos tinuar una intervención educativa cuando

53
finaliza la medida? Desde la perspectiva ju- A modo de resumen: principios
rídica, no debemos continuar puesto que la de intervención
medida judicial con el carácter “retributivo”
ya ha finalizado y es la esfera jurídica quien A modo de síntesis, y de lo dicho hasta
marca el principio y fin, de ahí la importancia ahora, en el periodo de evaluación, hemos
de realizar una valoración del riesgo ajustada de tener en cuenta los siguientes principios
al inicio para poder orientar la naturaleza de criminológicos.
la medida y el tiempo necesario. Si el sujeto 1.- Rastrear diversas áreas o ámbitos, pero
requiere de mayor intervención educativa que sean significativos y estén sustentado
para superar los factores de riesgo dinámicos por las nuevas teorías integradoras de la
detectados, debemos de llegar al compromi- criminología.
so con el menor de continuar la intervención, 2.- Utilizar distintos métodos para la obten-
bien en el propio equipo o derivándolo a los ción de información. En la valoración del
equipos de base comunitarios. riesgo, cuando se utilizan escalas, la in-
formación básica suele realizarse a través
Por último hemos de indicar que la va- de la entrevista, pero no olvidemos que
loración del riesgo al finalizar la medida nos debemos de complementarla con otros
puede orientar en la toma de decisiones de procedimientos como son el vaciado de
hacia dónde dirigir el caso. En concreto pode- expediente, informes técnicos, evaluacio-
mos contemplar las siguientes posibilidades: nes psicológicas, etc.
3.- Ante la información comprometida que
1.- Sin ninguna intervención educativa y/o no se pueda verificar, es mejor excluirla de
judicial la valoración.
2.- Con seguimiento postmedida, si el me- 4.- Las escalas de valoración de riesgo están
nor y su familia expresasen su deseo de para apoyar decisiones, nunca debemos
continuar voluntariamente con el progra- de basar exclusivamente nuestra toma de
ma educativo, una vez propuesto por el decisiones en ellas, nuestra comprensión
educador y justificada la continuación. cabal del caso tiene la última palabra.
5.- Enlazando con lo anterior: el principio de
3.- Con seguimiento por parte de los servi- profesionalidad plantea que la responsa-
cios sociales municipales, si dada la pro- bilidad es del profesional que realiza la va-
blemática del menor fuese conveniente loración y ejecuta la medida.
continuar la intervención desde algunos 6.- Dirigir nuestra intervención educativa ha-
de los programas municipales. cia los factores de riesgo dinámicos (ne-
4.- Derivación al Servicio de Protección de cesidades criminógenas) puede reducir la
Menores, si el menor se encontrase en actividad de conductas infractoras.
una situación de sospecha de desamparo. 7.- Para ello los objetivos son piezas claves en
el PIEM, pues nos guían “como vías” que
5.- Derivación al Servicio de Inserción y nos conducen al lugar al queremos ir; en
Promoción Sociofamiliar, si el menor se su formulación hemos de tener en cuen-
encontrase en situación de riesgo social y ta:
fuese valorado como sujeto con escasas - Considerar las necesidades criminógenas
necesidades criminógenas y probabilida- del menor.
des de reincidencia. - Considerar la capacidad de respuesta.
- Establecer objetivos realistas y alcanza-
6. Continuación con otra medida judicial
bles.
de medio abierto, con lo que se iniciará
- Que sean específicos y concretos.
de nuevo el procedimiento.
- Comprensibles para el menor y sus pa-
dres.
54
- Estar aceptados por el menor. - Garrido Genovés, V. (2003). Psicópata y otros de-
- Tener una fecha limitada de cumplimien- lincuentes violentos. Valencia: Tirant lo Blanch
to. - Garrido Genovés, V. y López Latorre, V. (1995).
La prevención de la delincuencia: el enfoque
- Revisarlos de forma dinámica.
de la competencia social. Valencia: Tirant lo
8.- De acuerdo al principio de riesgo y al de Blanch
oportunidad, reducir la intervención en - Garrido Genovés, V. López Latorre, M.J. (2005).
caso de escaso riesgo e intensificarla en Manual de Intervención Educativa en Readapta-
aquellos que presenten un mayor índice ción Social. Vol 2. Los Programas del Pensamien-
de riesgo. to Prosocial. Valencia: Tirant lo Blanch
9.- El P.I.E.M. debe recoger expresamente - Garrido Genovés, V.; Lopez Martín, E.; Silva do
tanto las pautas socioeducativas elabora- Rosario, T.; Lopez Latorre y Molina Morales, P.
(2006). El modelo de la competencia social de la
das por el equipo de intervención como
Ley de Menores. Cómo prevenir y evaluar la in-
aquellas reglas de conductas y recursos tervención educativa. Valencia: Tirant lo Blanch
específicos que, en su caso, se reflejen en - Gendreau, Little y Goggin (1996). A meta-
la sentencia. (Reglamento: Art. 18.2). analysis of the predictors of adult ofender
10.-El menor tiene derecho a conocer los ob- recidivism: What Works?. Criminology, 34 (4),
jetivos y contenido del P.I.E.M., y a partici- 575-607.
par en la elaboración del mismo. - Gendreau, P.; Goggin, C. y Smith, P. (2002). Is
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