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dón", el oUo mil v\ dr "ehapumin'Y V'l u 0 nuuu> debo Al liu dn uuoittHft, i h tluh exigritolua * ímiommológlcM y rxpr
5nuutug,vr»e l driwx'.c llrvax por Ja xfWxóu, pexo puede hncstnlu i imentul, en bigat dn exolulvue u tnsnlvej»e en un eompromiao
penque $»b© muy bien que su adlxrxvv »1 fenómeno allí dudo tul ron finio, iHumnu mutuamente”,* 1 MAa adelante Pagó» una
como st* da, mu qxxrxri intiodxxcix wuxnipxvliioión m \|\v\na o cua* dita que ese núcleo fundamental ©omUtentr en l.n expnirnrin
dio* troncos dr teícvenoxa, técnicamente Uamuubulo» u\ pindén dt* ai y del olio ru la tempiu rn algo ubirito, Sí su primaria
ir, rsU respaldado poi un sólido evxexpo de evpmieiuda» sitúe inmediatea ea UnuMuiaildr ru un lenguaje íntimo, personal, a
míticamente dxaortniela* y verificadas, Rn tul contexto mut uc veee* inevitablemente ambiguo, gracias a ana miama apertura,
txtixxl feuomeoológxca conjuga imtv bien la* **vx|\r»u*\¿v*'« del inr a caá intención enlistante «le hacerlo cirntiiieHmentc disponible
todo científico v \xxxa nptoviuxaexóu eoutyne.hensivu, pxopxu do evitando todo encerramiento pvincipistn o dogmático, en auaeop-
la» ciencias drl hombre. Creemos que ru la hislotia de lu l'»x> tdile dr ¡un txaducido al lenguaje teórico y universal dr los mé
colegia científica c* este uno dr los grande» minios do Caxl todo» experimental©!. Aquí «» donde la exprn imentarión nr
Rogrt», conviene subvavailo por lo v \ uo dr xneompxendulo a ' ter­ ixxitin de la expeiieiudn (fenomenológica) de modo tal qxxe,
giversado uxxn tiene rn nnrslxo xurdxo "miope" pata hoiizontes guiada por éutu, A-B pueda entre au» laberinto» racionales,
nuevo» rxx esto campo. ISo exageramos, pues «1 presente ad­ alcanzar rstuuarión dr resultados, intcixtai validaciones, verifi*
venimos pox ejemplo, rl auge que una modalidad texapéulxca car, elevar hipótesis, para volver luego u la expéi inicia y de
valiosísima como "V'l sueno Rhxgido” del francés Roben Oe« ésta a la experimentación. 1.a experiencia terapéutica apuntala
soiUe esta asumiendo rxx los dos últxnxos unos cutir tinao troé. a "lo que pasa”, la experimentación y la teorización al "cómo
No» consta personalmente como tul modalidad, ya ru RH'l, es- pasa”.
taba expandida y valorada cu Francia v Ixu sillo piacticada rxx* Será útil detenernos en algunas de las consideraciones de
txr nosotros por uxx pequeño grupo de psieotevapeutas, entxe ellos l'ngr.s aquí citadas. Este autor señala el intento de Rogers de
los doctores Jorge Sauri» Andrés Caííerata y Jorge 'Yelar.eo Son­ "satisfacer e integrar dos exigencias aparentemente contradic­
reí, este ultimo incluso ixa publicado interesantes trabajos sobre torias". l\n sxxs escritos 4 1 Rogers mismo dice que esa "conti adic­
el tema. Para muchos» al traducirse boy algunas obras al irs* ción”, en último término, se enraíza en la oposición "objetivo-
pecio, esta técnica resulta xxxx hallazgo. subjetivo” de todo hacer científico, disyuntiva (pie durante mu­
Siguiendo xxxxestva luxea de exposición es conveniente traer cho tiempo lo acicateó y él procuró resolver en sus planteos que
a colación las afirmaciones de Max Pagés: "Rogéis intenta sa* aquí exponemos. Habla ru seguida Pagés de la "exigencia fe-
tisfacer e integrar dos exigencias aparentemente contradictorias: nomenológica de Rogers", término que reconoce no pertenece
una exigencia fenomenológica y una exigencia experimental . . . al mismo, sino que su comentador le atribuye, ¿por qué?, lo
¿En qué consiste —-se. pregunta— la exigencia fenomenológica aclara a continuación: "porque Rogers es implícitamente feno-
menólogo”. ¿De qué se trata- entonces, podemos preguntarnos?
de Rogers? Nosotros empleamos el término con toda intención,
El mismo interesado nos responde: “Pienso que mis trabajos
aunque esté ausente de la obra de Rogers, y aunque las influen­
forman parte de una tendencia que ya tiene y seguirá teniendo
cias de los filósofos europeos pertenecientes a la corriente fe-
influencia sobre la psicología, la psiquiatría, la filosofía y otras
nQmenolégica y existencial hayan jugado un papel poco im­
■esferas del conocimiento. /Yo sabría bautizar esa tendencia, u
portante en la géuesis del pensamiento rogeriano . . . Rogéis es
pero al pensar en ella la asocio con adjetivos y expresiones ta-
implícitamente fenoinenólogo, según nuestra opinión, cu la me­ * *
dida que par3 él la fuente de todo conocimiento auténtico reside 40 Cir. cp. cit%> “L'orient&tion non directiva , . pá*¿. 5 a 11.
-en una experiencia inmediata de si y el otro; una experiencia 41 Clr. Cari Ro^ei-a, el importante capitulo: "¿Persona o Ciencia? Una dis-
yuntiva filosófica%\ en “El proceso de convertirse r.n persona. Mi técnica terapéuti­
que, partiendo de la experiencia cotidiana, se desprende de su ca Paidós, Buenos Aires, 1975. Cap. 10, pag,. 180.
contenido de prejuicios y cuadros intelectuales deformantes . ^ La bastardilla es nuestra.

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les como fenomenológico, existencial, “centrado i la persona”,,
Ya en el * ner capítulo de esta obra hemos señalado el
con conceptos como autorrealización, “llegar a oer”, crecimien-
curso de su evoitición humana y terapéutica. Es necesario re­
to; con individuos (en Estados Unidos) como Gordon Allport,
tomar ese hilo. En su “prehistoria” de científico quedó algo
Abrahani Maslo-w,.Rollo May”. 13 Rogers no es un ecléctico, como
profundamente grabado. Sus primeras e ingenuas experiencias
tampoco es “fenomenólogo” o “existencial'*. Rogáis simplemen­
en la granja con animales y plantas. Sabemos que ésta expe­
te es “rogeriano**, es decir, él mismo, y esto es lo más coherente
riencia, el estudio personal de aquel adolescente y los años que
que podemos decir de él. Su pensamiento es original, él crea
cursó en una escuela de técnicas agrarias, le facilitaron los
una forma de aproximación terapéutica y una teoría de la
elementos de ima sistematización científica. Aquella experien­
misma. Más aún, nunca pretendió “hacer escuela’* como ex­
cia se hizo reflexiva posibilidad de experimentación. Esto marcó
plícitamente lo manifiesta, bien que aquellos que le prestaron
definitivamente su personalidad.
atención terminaron por rodearlo como “maestro” (término que
Siendo psicólogo, su práctica osciló entre los imperativos
él jamás admitirá y usamos en un sentido no escolástico). Val--
de las escuelas conductista y psicoanalítica, con una sensación
ga aquí citar una anécdota que confirma esta último. Cuando*
creciente de insatisfacción personal. Su breve contacto con Otto
en 1970 el pequeño grupo de personas que en. Buenos Aires-
Ranck, personalidad sensible y humanista en su heterodoxia
había “prestado atención” a lo rogeriano deseamos agruparnos
freudiana, lo sacudió y le hizo abrir los ojos a nuevas posibili­
institucionalmente, caímos (pecado original rogeriano) en el
dades, aunque confusamente. Comenzó a interrogarse sobre lo
habitual intento de postularnos como “Asociación Rogeriana” -
■que concretamente hacía él en la hora de sesión. Por un tiempo
vinculándonos a posibles grupos “fraternos”. Tal deseo lo for­
padeció la zozobra de una “desintegración” personal desde su
mulamos al mismo Rogers quien, en auténtica lección, desechó
hacer habitual y luego, lentamente, ciertas cosas parecieron ad­
tal título y búsqueda de “fraternidades” porque, como nos es­
quirir un orden en el proceso terapéutico al cual daba él lugar.
cribió: “Nada puedo decirles sobre asociaciones rogerianas
“Entonces —reconoce' Rogers—- desde ese momento ese orden
porque en este país yo siempre las be desalentado . . . Mi única
me pareció inherente a la misma experiencia terapéutica. Es
razón para desalentarlas es que, en este país al menos, piensa
decir, que contrariamente a ciertas teorías psicoanalíticas, cuyas
que llevaría hacia una ortodoxia, tal como han hecho las aso­
proposiciones’ se apartan desmesuradamente de su fuente expe­
ciaciones psicoanalíticas. Cuando la gente que tiene un misma
riencia!, ese orden no resultaba algo extraño a la experiencia ni
punto de vista se,une, tiende a hacerse cada vez más rígida y
debía serle impuesto desde afuera”. 44 Pronto advierte, al con­
menos abierta, a menos que esté profundamente dispuesta a
frontar su práctica y sus ideas con las de sus colegas, que estaba
descubrir y utilizar su propio panto de vista en psicoterapia . .
obrando de una manera “más independiente y personal de lo
Comprendida esta realidad decidimos denominar más mo­
que había imaginado”. Es entonces cuando sus intuiciones sé
destamente el proyecto como “Centro de Estudios Psicológicos
hacen luminosas a sus ojos, pues confiesa que: “Hasta ese mo­
de Orientación Kogeriana”. Hemos creído que el término “orien­
mento había vivido bajo la impresión de que mis ideas y pu­
tación” significa una amplitud y búsqueda más coherente con
blicaciones representaban simplemente un esfuerzo para eluci­
lo que se pretende y, por otra parte, el adjetivo “rogeriana”
dar los principios que guiaban “a todos los terapeutas”. La
satisface las exigencias de identificación que al respecto tiene
toma de conciencia de la distancia que separaba mis puntos
nuestra medio.
de vista de las concepciones corrientes me empujó a redactar
Retomemos nuestra reflexión. Rogers es profundamente
un informe más o menos sistemático de mis principios”. 43 . El
fiel a lo que en él ha sido un largo camino- hacia- sí mismo salto estaba hecho y comenzaba su travesía, solo, como “ro­
como terapeuta y hombre de ciencia al servicio de los demás. geriano”.
44 Op. cit.: "Psychoterapie et Rclatioas Humaines", pág. 150.
43 Dudem, pág. 11. 45 Ibíckin, pág. 151.

58 59
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Como terapeuta, su constante aspiración ha sido confiar zador, esboza lo f ae podría tomarse como la fenomenología
en la inmediatez vivida de la relación. El se ciñe a los hechos de Rogers y que resumimos aquí. El terapeuta:
allí dados entre dos personas; no parte de presupuestos teóricos a) .trata de aproximarse a las experiencias rnás íntimas del pa­
como los de la Fenomenología para hacer terapia; en su reite­ ciente por medio de la comprehensión empática;
rada práctica fue adquiriendo una percepción personal y con-, b) trata de sorprender el “devenir” de la relación del pacien­
creta sobre “frecuencias” en su comportamiento y el de canti­ te consigo mismo y con su mundo, del cual solamente él
dad de pacientes. Por “ensayo y error” lácticos trató de cen­ puede tener una “experiencia vivida”;
trarse en ese otro que exponía ante él su “mal estar” como, el c) no hace sino “reflejar” (técnica del espejo) y aceptar in-
mejor recurso, según su experiencia renovada, para brindar la comlidonalmente al paciente, cálida y comprehensivamente;
ayuda que le pedían. Luego se puso a considerar todos esos d) las emociones del paciente pueden hacerse así “disponibles”
hechos, “frecuencias”, “ensayos y errores”, y fue descubriendo para (no necesariamente en.) su conciencia;
una organización snsceptible de ser no sólo elevada a abstrac­ c) de tal manera, el paciente puede retomar e integrar la ima­
ciones conceptuales sino reproducida en las experiencias de la­ gen que tiene de sí para él mismo y para los demás, ante
boratorio. Implicaciones y proyecciones en distintos niveles y el mundo.
áreas van delineándose y permitiendo formulaciones'y previsio­ El' punto e) nos lleva a enunciar lo que su método tera­
nes. Con el tiempo hasta esbozará una filosofía de la relación péutico intenta como producto. G. Marian Kinget lo sintetiza
humana desde el encuentro terapéutico. Lo que jamás ha de­ diciendo que: “se produce una reorganización del campo de la
jado hasta el píeseme es su atención y fidelidad a la experien­ percepción en el cual los mismos datos llegan a ser organizados
cia vivida.
según un nuevo principio generador de nuevas correlaciones.
. . .Y luego llegamos todos nosotros, los que tratamos de Esta reorganización del campo perceptivo —conducente al esta­
reproducir su experiencia, lo leemos, lo estudiamos, y termina­ blecimiento de nuevas correlaciones entre los antiguos datos—
mos por adscribirlo a tal o cual corriente o escuela de pensa­ es la esencia de la psicoterapia rogeriana”/ 7 Esa reorganiza­
miento. De todas maneras, a fin de esclarecer, de. multiplicar ción perceptiva de sí opera la “experiencia emocional correc­
conocimiento, es legítimo el análisis y la crítica. Con este sen­ tiva”, lo cual origina una nueva estructura personal y sus con-
tido creemos posible afirmar, como dice Pagés, que Rogers tiene • siguientes modificaciones del comportamiento guiado ahora por
ciertas perspectivas en las cuales es “implícitamente fenoincnólo- una imagen de sí “sana” [puntos d) y c) de De la Puente].
go”. Personalmente estimamos que su fenomenología, nunca Hacemos la salvedad de que en este enunciado va implícita la
teórica, se da esencialmente en dos aspectos de su práctica te­ teoría rogeriana sobré el papel de la percepción 48 en la estruc­
rapéutica. El primero, es su forma de realizar ese encuentro turación cíe la personalidad, su patología y posible reestructu­
por medio de la comprehensión cmpática, huelga volver sobre ración. Valiosos trabajos experimentales fundan esa teoría.
este terna. El segundo, nos parece verlo en el Reflejo del cual
nos ocuparemos en el próximo capítulo. El primero encierra
además lo que a Rogers puede atribuírsele como “existencial” EL ESFUERZO DE INVESTIGACION
en su operar. Sobre este aspecto de su pensamiento nos expla­
yaremos en otros de los capítulos siguientes. ^ Hasta aquí liemos trabajado el tema de su método tera­
Miguel de la Puente en su tesis doctoral .en la Sorbonne, 46 péutico. Para finalizar este capítulo abordaremos brevemente
obra que nos parece importantísima por su esfuerzo sistemati- lo referido a su tarea de investigación.

^ 46 Miguel de 1* Puente, "Cari Rogers, de la psycbothérapje a l’einseignc- Op. cit., "Psyclioüicripie et Rclations Huranines", toP 13. H-12-
ment’ , E.d. Epi, París, 1970, pág. 22. Hay traducción, castellana. ’ ** Ctx. op. cit., “Psicoterapia centrada, en el cliente", cap. XI, pág. 409 y M.

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Creemos útil proponer como eslabón de a * os temas del Cambios: “en *4 concepto del Yo”;
en la a optación de la personalidad;
proceso metodológico general al cual se ciñe rogers en sus
en las actitudes del paciente en relación a otras per­
elaboraciones.
49
sonas ;
Se podría enunciar así: en la madures: “emocional del comportamiento.
1. observación clínica;
C/r. al respecto las referencias en: op. cit. de De la Puente,
2. conceptualización provisoria; página 153 “Psychotherapy and Personality Change”,
3. enunciación de hipótesis; C. Rogers y otros, Ed. University of Chicago Press,
4. ensayos de investigación experimental de las hipótesis; Chicago and London, 1954, Cap. I y III (obra básica
5. observaciones clínicas más depuradas; al respecto).
6. conceptualizaciones más rigurosas de la relación en cues­ Actividad del terapeutai experiencias de Porter (cfr. op. cit.
tión y sus relaciones funcionales;
de De la Puente, pág. 149).
7. definiciones operativas más refinadas; Experiencias de Snyder (cfr. op. cit. de De la Puente,
8. establecimiento de mejores investigaciones. págs. 150-151).
Es decir, se enmarca en la estrictez del método hipotético Relación terapéutica: experiencias de Bergman sobre “Técni-
deductivo. Este clásico camino es realizado sin embargo de un . ca del terapeuta y reacción del paciente” (cfr. op. cit.
modo singular, dado que lo sostiene constantemente ligado a su de De la Puente, pág. 155).
fuente concreta, pues: “Los móviles de toda acción, en su praxis, “Reflejos del terapeuta y su experiencia por el pa­
son asociados a sus soportes de sentimientos y emociones, sien­ ciente” (cfr. “Psicoterapia centrada en el cliente”,
do objeto de una ponderación, de una reflexión inmediata con págs. 51-52).
vistas a ser prontamente vinculados a un cuerpo teórico ... de “Empatia”, estudio de Fiedler (cfr. “Psicoterapia
modo tal que la convalidación práctica “se ejercita evitando se­ centrada . . .”, págs. 51 a 56).
parar los conceptos y lo vivido, ideas y afectividad, criterios “Consideración positiva incondicional”, estudio de See- *
objetivos y sentimientos”. 30 Como este autor sugiere, Rogers per­ man (cfr. op. cit.. “Psychotherapy and Personality
manece constante en su empeño por destruir la dicotomía de lo Change”, págs. 99, 108).
objetivo-subjetivo comprometiendo su persona en el hecho mis­ “Causas del cambio terapéutico” de Barrett-Lennard
mo de la fundamentación de sus teorías. El terapeuta con su (cfr. op. cit. de De la Puente, pág. 171).
vivencia y el experimentador con su ciencia trabajan aunada-
mente. Resultados de la terapia: “Disminución de la defensividad”
Enunciaremos ahora los temas de algunas de Jas investi­ (cfr. op. cit. “Psychotherapy and Personality Chan­
gaciones realizadas por Rogers y sus colaboradores que nos ge”, cap. IX).
parecen más significativas para dar una idea de lo que, en el Percepción: estudio de Jonietz-Michel (cfr. de De la
ámbito de la psicoterapia, constituye un trabajo sólo comparable Puente, pág. 161) .
al realizado por la escuela conductista según reconocida esti­ “Yo-Ideal” (cfr. op. cit. “Psychotherapy and Perso­
mación general. nality Change”, cap. IV-V).
“Percepción de los otros”: estudios de Rudikoff (cfr..
** Cír. op. cit., ^Psychoihcnpic ct Relationa Huxnaines", rol. I r pág. 174. op. cit. “Psychotherapy and Personality Change”,
50 Andrc de Perctti, “Pcnaéc et rcritc de Car] Rogere”, Ed. Prirat, Paría, cap. VI).
1974, pág. 130.

62 /'
• Proceso terapéutico: Concepto de! Yo: estudio . . Raírny (cfr. 3. Ja congruenc o autenticidad de su comportamiento;
op. cit. de De la Puente, pág. 58). 4. la correspondencia entre la intensidad de respuestas afec­
Reorganización de la experiencia: estudio de Vargas tivas del terapeuta y ]a intensidad de pensamientos y afec­
(cfr. op. cit. “Psychotherapy and Personality Chan- tos en el paciente.
ge”, cap. X y XV).
Los resultados fueron halagüeños, pues se estableció la con­
El centro de evaluación: estudio de Raskin (cfr. op.
. «* i

cordancia de las variables con índices generales de correlación


cit. de De la Puente, pág. 168).
0.80 y 0.90. Estadísticamente la correlación entre Empatia y
¿Cuáles fueron los instrumentos para esos trabajos? Enu­ éxito del caso alcanzó, para los casos más exitosos, el índice sa­
meraremos algunos: tisfactorio de 001. La cuarta variable debió ser desestimada por
su ambigüedad.
1. grabaciones en “bruto” sobre cintas magnetofónicas, de t %

entrevistas terapéuticas; Debernos hacer notar que posteriormente Rogers introduce


positivamente como cuarta variable: la comunicación de la em­
2. filmación de entrevistas terapéuticas;
patia al paciente y la consideración incondicional. En cuanto
3. entrevistas preliminares y de seguimiento; a la validez de la extensión de la aplicación del pensamiento
4. escalas de actitud; rogeríano, habiéndose focalizado en sus comienzos en la rela­
5. tests proycctivos como el Rorschach y T.A.T.; ción terapéutica, las experiencias consiguientes permitieron en­
6. ejercicios de “Role-Playing”; sayar con éxito otras áreas de la relación humana.. Rogers no
tiene inconveniente en reconocer “que las teorías y métodos cen­
7. juicios clínicos de terapeutas;
trados en el cliente han sido utilizados en una amplia variedad
8. juicios de pacientes;
de direcciones que no tienen nada que ver con la situación te­
9. juicios de grupos “testigo” o “jueces”; rapéutica formal”. 17 Enuncia las siguientes direcciones: conse­
10. cuestionarios como el “Bernereuter” y M.M.P.I. entre otros; jos escolares y vocacionales, líderes de la dinámica grupal, con­
11. técnica “Q” de Stcpbenson. sultores industriales, foniatras, maestros, ejecutores, ministros
de distintas religiones, asistentes sociales. Es decir, las áreas de
Querríamos dar algún detalle sobre una de las investiga­ educación, relación humana y previsión social. A lo señalado
ciones clave en el proceso de elaboración rogeriana.'' 1 Hacia
debemos agregar el original intento realizado en el C.E.P.O.R.
1958 se publicaron en Chicago los resultados del trabajo de
para dar un recurso más apto que el dado en su.formación
G. Hálkides: ,l An investigation of therapcutic suecos as a fuñe-
oficial a las terapístas oeupacionaLes de nuestro medio, los re­
tion of four therapisl variables” como tesis doctoral del autor.
sultados con una aproximación rogeriana son estimulantes en
Se trató de dar verificación a las tres condiciones que Rogers los grupos que la practican.
postulaba corno necesarias y suficientes para el desarrollo de un
Lo que decimos-es uno de los aciertos de Rogers. El intuyó
proceso terapéutico; más una cuarta del autor de la investiga-,
que su concepción iba más allá de la relación humana en
eíón, Hálkides propuso una hipótesis referida a la relación sig­
e.

psicoterapia. Las experiencias demostraron que los contenidos


nificativa existente entre el grado de reorganización de la per­
de su concepción podían muy bien desbordar positivamente
sonalidad y estas cuatro variables:
la situación terapéutica, pues sus planteos van dirigidos a las
1. la cornprehensión empática de parte. deT terapeuta; condiciones y calidad del encuentro humano en generaL Esto
* ** <c *.

2. la consideración positiva incondicional del mismo; último ha sido y es el eje de sus preocupaciones. No nos ex-

CÍT. op. cit. “Psycboihcrapie ct Rclation* Hmmaijics", p¿rs. 272-274. 52 Op. cit. ^American Handbook of Paycbiatry", pág. 43.

64 65

p/ •
traña pues que en un reportaje último declare: “ comprensión aprehender, po 1 contexto e interacción, la empatia en acción
profunda que surge de la inmersión en los fenómenos, en este aun cuando lo que sigue no sea sino una transcripción de lo vi-
caso, los fenómenos de la vida humana o los inherentes a con­ vido, con todas las deficiencias que eso implica, tratándose de
vertirse en _una_jpersona, serian más útiles que tratar de respal­ una comunicación difícilmente transmisible en su esencia.
dar cualquier observación con datos empíricos.'' n El científico Sugerimos una lectura del texto en la cual la atención se
no es negado por el Rogers simplemente humano; lo que sucede dirija más bien al contenido y expresión emocional que a sus
es que ya en su prolongada vida su ciencia se hace de alguna aspectos formales y racionales.
manera eso que llamamos sabiduría y, por lo tanto, se fija Se trata de un hombre de 41 años, casado hace unos diez
antes que nada en lo esencial de sus experiencias. En último años, con dos hijos varones. Con cultura y formación superio­
término ningún recurso técnico científico puede dar cuenta res, ejerce tareas de profesor secundario.
exhaustivamente de la profunda realidad de eso que denomi­ Su consulta se originó a raíz del conflicto causado por un
namos relación humana, encuentro del Yo-Tu buberiano. La distanciamiento físico y espiritual- con su esposa, y la necesi­
fascinante y renovada creatividad y libertad de esta situación dad de entablar o no una' separación legal.
desbordará siempre todo cálculo y toda previsión, cualquiera Como es obvio, para eludir cualquier identificación, in­
sea'su forma. No porque sea un “misterio” casi religioso, o troducimos modificaciones que, sin embargo, no alteran la fi­
una cualidad “romántica” del corazón humano. Sencillamente nalidad buscada.
será porque, como Rogers siempre lo ha afirmado, esas notas La letra: T; designa al terapeuta y ?: al paciente.
de libertad y creatividad, aun con los límites conocidos o por Subrayamos en el texto las expresiones que enfatizan sig­
conocer, escapan esencialmente a una reducción de variables nificativamente la situación. Oportunamente ponemos entre pa­
o la previsihilidad, caracterizando justamente así la condición réntesis los comentarios esclareccdorcs de la Empatia operante
humana misma. por el terapeuta.

ILUSTRACION DE LA COMPRENSION EMPALICA Texto de la entrevista:

Para completar los aspectos técnicos y teóricos desarro­ . . .esta semana ha sido un infierno, ¿sabe? Fue real­
llados en el presente capítulo puede resultar útil al lector que mente un infierno... y después. . . estaba decidido a ve­
intentemos transmitir el modo de operar empáticam’ente. Lo nir como había convenido con Ud. y salió este asunto...
haremos mediante un ejemplo concreto del fragmento de una .(el problema con su esposa al cual el P se ha referido
sesión terapéutica real, llevada personalmente a cabo años antes) ... yo vivo asediado.'.
atrás. No la ponemos como “modelo” seleccionado al efecto. “...sentir realmente que todo se le venía encima, ¿no?
Sencillamente es un ejemplo personal que pudimos grabar por . . .y lo arrinconaba’'. ,
circunstancias especiales, dadas las reticencias al respecto en
nuestra población de pacientes. Téngase en cuenta que, rogeria- “...después hay otro asunto que también me aplasta te­
rriblemente. . . la situación de mi hermano. . . él es sepa­
namente, no es lo racional del discurso, sea del terapeuta o del
rado y vuelto a casar, ahora anda con otra muchacha que
paciente, lo que alcanza preponderancia. El poder- hacer una
tiene un hijo. . . y todo eso me confluye, ¿sabe? . . . pien­
cita textual como ésta adquiere particular relevancia para poder
so que yo no sé si los dos o lo's tres (hermanos) esta­
33 TTUI*rá Frick, “psicología kmnizmtica“, Eá. Guadalupe, Buenos Airea,
remos signados por un signo sexual desde. . . desde lejos
a*

1973, pi5. 122. en el tiempo”.


r?.
Q\

67.
í

T: “ . . • Uhuumxn . . .” “ . . . exactamente”

P: “ . . . h a y algo que yo advierto... q u e . . . hay una espe­ “. . .como una red”.


cie de sexomania o sexología que me está señalando a mí
desde tiempo a n t i g u o . . . ”
Comentario del texto:
T: “ . . . c o m o si hubiera una especie de “lado flaco” en el
cual todos caen. . . quo es a s í . . . un poco de la fami­ “ . . . e s t a semana ba sido un infierno, ¿sabe?. Fue real­
l i a . . . ¿eh? mente un infierno.. . y después estaba decidido ba venir
P: “ . . . s í , en este vértice, en este triángulo d e . . . ” como había convenido con Ud. y salió este a s u n t o . . . (el
problema con su esposa al cual el P se ba referido an­
T: . . e l cuadro familiar. . .” tes) ... yo vivo asediado. . .”
P: “.. .exactamente, vea no acierto, estoy seguro de que “ . . . sentir realmente que todo se le venía encima, ¿no? . . .
todo eso me modela un poco mi psicología desde tiempo lo arrinconaba.”.
atras. . .
El P está expresando su vivencia con imágenes topográficamente
T: “Justamente sentir que. .. bueno, su psicología y la de
simbólicas. Nos dice que esta semana ba vivido interior­
sus hermanos tienen una matriz común”.
mente torturado, como puede suceder en “un infierno”,
P: “. . . eso ... sí . . . sí. . . sí . . . sí . . . de eso no hay duda, de ahí la respuesta del T, que recoge esa vivencia aplas­
manifestada de diferentes f o r m a s . . . ” tante: “todo se le venía encima”. El P se siente hundido,
deprimido angustiosamente, expresión que reitera marcan­
T: “ • - .cada uno es un individuo singular pero la raíz es la
do la carga que esto supone. Suspende su párraíu dando
misma”
cuenta del porqué de esa sensación: “yo-vivo asediado”.
P: “Por ejemplo, si yo he tenido f a l t a s . . . d i r e m o s . . . han En su primera intención el “asedio”, está referido a su
sido, ¿cómo le podría decir?. . . han sido. . . casi inte­ esposa quien, desde lejos, lo hostiga de distintas maneras,-
lectuales, no sé si me interpreta. . .** pero por el proceso en curso tal sentimiento corresponde
en su trasfondo a conflictos personales de P; por eso T
T: . . m á s pensadas que sentidas. . .” reíleja que “todo” es “lo que se” le venía encima.. Ese
P: “. . .más pensadas que sentidas. . . en cambio en mi her­ , “asedio” va estrechando su espacio vital basta reducirlo
mano no. . . mi hermano es sexo, -no quiere a nadie, no al ángulo de un “rincón”, como expresa T. El P “vive
tiene nn vértice emocional.. . es sexo. .. es sexo y. mi asediado” y “arrinconado”, hundido, esto es, en una “tor-
hermana también, es muy d i s t i n t a . . . hay incompatibili-• ' tura infernal”,, situación dolorosa de la c u a l . n o puede
dad sexual en el matrimonio. . . entonces yo tengo todos librarse, lo cual para él, personalidad arrogante y auto-
suficiente, resulta mucho más : afrentoso y sensible.
i esos problemas en mi cabeza y encima este problema de
mi : mjer. . . cada día es como un ovillo que en lugar
P: “ . . . después hay otro asunto que también me aplasta terri-
de desenredarse, vuelve para un costado ; . . para el otro
• blemcnte. . . la situación de mi hermano. . . él es separado
l a d o . . . vuelve para el otro lado. . y vuelto a casar, ahora anda' con otra muchacha que tiene
.T: **. - .justamente,, parece que hay una serie’ de datos en un h i j o . . . y todo esto me confluye, ¿sabe?'... pienso
su vida que se van entramando, ¿no es cierto?” que yo no sé si los dos o los tres (hermanos) estaremos

68 69.
i
signados por un signo sexual desde... d .e lejos en el te, por b e que fuere, el tono de voz tiene su impor­
tiempo”. tancia, razun por la cual toda transcripción empobrece la
realidad vivida. T podría haber reflejado lo que P trans­
T: “. . . Uhuuummm...”
mitía, pero el momento le bacía sentir que había algo allí
que estaba en un “crescendo” que' debía ser considerado, -
El P salta a otro punto de referencia sin hacerse eco del Reflejo
facilitando la expresión más total de P.
de T. Por sus características fóbico-obsesivas, los “saltos”
y “omisiones” respecto de T son frecuentes. Su hablar es
. .hay algo que yo advierto. . . que. . . hay una especie
fluidísimo y rápido, impidiendo más de una vez toda in­
de sexomanía o sexología que me está señalando a mí
tervención de T.
desde tiempo antiguo . . . ’
Puede notarse aquí como P acentúa la descripción de su

H'
. sentimiento: “me aplasta terriblemente”, confirmando la “...como si hubiera una especie de “lado flaco” en el
percepción anterior de T. Lo que en seguida aparece es cual todos caen. . . que es así. . . un poco de la fami­
la situación de su hermano que pudiera representar para él lia. . . ¿ch?
, una cuestión ansiógena, “separado y vuelto a casar”. A
: continuación usa una expresión por lo menos sugestiva: El P con su expresión verbal confirma la percepción de T res­
“todo eso me confluye”. Aquí el “todo” estaría incluyendo pecto del carácter fatalísticamente esotérico de sus senti-
a su esposa, su posible separación y la situación de su v .mientos al decir: “una especie de sexomanía o sex iogía
hermano, pues ha comenzado el párrafo aludiendo, a que que me está señalando”. Habla P de una “sexomanía”
“hay otro asunto que también” lo “aplasta”; por eso habla por lo cual pudiera entenderse su vivencia de estar “do­
gráficamente de que “todo eso me confluye”, es decir,, hay minado”, poseído, por un factor extraño a él mismo.
corrientes angustiantes que se unen formando afectivamente Con: “sexología”, se acentúa el esoterismo de su expe­
en él una “confluencia” emocional en la cual se hunde. riencia, pues el término no parece usado aquí en el sentido
Exabruptamente, en ¿1 momento, pues el tema ya forma de “estudio o conocimiento de la sexualidad” sino en ana­
parte del discurso aquí no transcripto, .insinúa una causa logía con las ciencias ocultas como “Astrología”, pues se
“extraña” de toda su desazón: lo sexual. Decimos “extra­ supone que esa ciencia está justamente en “manos ocul­
ña” porque prima en P cierta mentalidad fatalista, en el tas” que lo están “señalando”, marcando su vida personal
sentido griego de su objeto de la ira de los dioses, lo cual y familiar, “influyendo” en su vida desde “tiempo an­
le hace hablar de lo misterioso, .ajeno e involuntario que tiguo”.
podría resultar estar “signado” por su destino cuya causa EL T refleja aludiendo al “lado flaco en el cual todos caen” en
es inasible.. Esto mismo lo enfatiza con su “desde lejos en “la familia”, es decir, 'recoge esa- sensación de “condena”,
el tiempo”, referencia clara a lo que está “atrás” causando de insuperable mal familiar hereditario que angustia a P
el “daño”; usarnos-la palabra “daño” intencionadamente por lo que tiene de fatal e ineludible, tal como puede serlo
por la referencia a'lo mágico que aquí se insinúa y luego una tara hereditaria.
aparecerá más claramente. ^
“. . .sí, en este vértice, en este triángulo de. . .
-y

El T no hace Reflejo alguno del mensaje emocional de P. Se “ ... el cuadro familiar. . ”


h

• ‘ limita a subrayar su presencia con el clásico y gutural:


“Uhuummm” cuya instrumentación expresiva radica en el El P se expresa abstractamente, de todas maneras términos como
tono que al mismo se da. En cualquier Reflejo, obviamen- “vértice” y “triángulo” refuerzan la sensación de conflicto'

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®cniro miiiimo ». junl confluyen alguno, como eventuolmentc podría interpretar T sí inten­
tillo ' " ,u«“ “«» 1« que pueden conformar un "ir«n-
1 t a r a un cuadro de comprensión externo a P en ese mo­
t i v / i T i * ' / ' f * H i n r 8t l ^ n flocifthncnto i ) r calificación confite- mento.
. Tiinbién, |mil.]e*,„ente, eltriángulo familiar constituí,
no por 1 na tic» hnrimmoB. K1 I J ha hablado de “modelar”, su equivalente puede ser “ma­
t r i z común”, puesto que es una matriz o molde donde algo
K1 T fiuinplcl» el «•«»«»je de 1' «pliclt.ndo rbfcra.cia «I "cu». adquiere una forma definida marcando las aristas del
objeto “matrizado” o modelado.
!i,„í , ] " p r " ° C ' 1 " 1 ’ *" r '"' , momcnln- 10 «git« le ansie-
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3P: “. . . eso. . . sí. . . sí. . . sí. . . de cao no hay duda, ma­
. .exnctameme, ven no acierto, estoy ne B uro de que todo nifestada ríe diferentes ¡armas...”
r ’°, }Ur ,, m ° ® a UIJ poco mi paleología desde tiempo T: “.. .cada uno es un individuo singular pero la raíz es la
atrás . , misma”.
11
T: “justamente, sentir que. . . bueno, su psicología y la de
sus hermanos tienen una - matriz común”. .El P ndhicre 'con vehemencia a lo reflejado por T: “. . . sí. . .
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BÍ . . . B1 . . . sí . . .
El P corrobora con nu: “exactamente”, la precisión del Reflejo Que haya fcn la familia una “matriz” de donde provienen
anterior: la raíz familiar” de nu problema actual tal co­ los males que los hermanos padecen es una conclusión in­
mo él lo interpreta. En- seguida insinúa la perplejidad de discutible: “no hay duda”, aun cuando no esté descu­

1
sur. raciocinios: “vea no acierto”, es decir, “no acierta” bierta y P sólo perciba las “diferentes formas”, entre los
a ver cinto, a determinar la relación entre esa “causa” y hermanos, por medio.de los cuales se “manifiesta”.
el mal que sufre, pop lo cual so le impone el carácter El T recoge el sentimiento de P acentuándolo al señalar que

O3T
“misterioso” del mismo. los hermanos pueden ser distintos y por lo tanto sufrir
un distinto “mal estar” pero con P reconoce que existe
El P manifiesta la concordancia emocional entre ambos y la algo radica], la raíz, én¡ el origen que P atribuye a la
elaboración de P que acepta sin cuestionar: “justamente” situación vivida individual y colectivamente y que, por el

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le' dice, en seguida enfatiza con: “una matriz común”, la momento, aparece puesta en un común sino sexual.
vivencia que P está teniendo respecto de su herencia fatal,
formulación del Reflejo justificada por una totalidad sig­ P.: “por ejemplo, si yo he tenido f a l t a s . . . diremos... lian
nificada en verbalizacíones como: “vértice”, “triángulo , sido, cómo lo podría d e c i r . . . h a n s i d o . . . casi intelec­
“cuadro familiar”, y en el último párrafo por la alusión tuales, no sé si me interpreta. . .”
a lo quo “modela” su “psicología desde tiempo atrás , T: “ . . . más pensadas que sentidas . . . ”

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esc “vértice” en el cual se> originó el “triángulo” corno

V
proyección del mismo. El P tantea confusamente su situación. Sentirse también él, un re­
El T puede hablar de “matriz común”, cargando esa expresión intelectual, sensible a la sexualidad, le resulta embara­
con una ambigüedad que, como centroide la interacción, zoso y tal vez humillante; por eso bordea el tema con eufe­ de
deja en manos de P esclarecer, puesto que se representa el mismos: “si yo he tenido faltas. . . ”, para él que se con­ lies
conflicto como algo ligado a algo pre-genitor , algo . a n ^ fiesa religioso, esas “faltas” son no sólo culpa sino pecado
por su referencia a Dios y la Iglesia Católica en la cual 327
terior-que-le-dio-origen”, pero sin ligarlo a í'pro-gemtor

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72
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mano, al cual se contrapone sin duda por su sexualidad
milita, lo cual redobla sus sentimientos ne( vos sobre sí puramente i inüva: "no tiene vértice emocional”. La
mismo. De alguna manera trata de eludir tales sentimien­ palabra “sexo” la repite obsesivamente y con vehemencia.
tos y hallar cierta justificación, por eso alega que las En seguida vuelve, en cierta manera a los sentimientos bá­
._!‘faltas”_ fueron “casi intelectuales”, es decir, sin com­
sicos va expresados al comienzo de este ¿.raguientC). En una
prometer a toda su persona, sobre todo en sus sensibles
figuración psiquiátricamente clásica localiza encima , en
aspectos emocionales.
mi cabeza”, los problemas que sabemos lo hunden y
Confuso, embarazado por lo que dice y siente, desea omi­
“asedian”. De inmediato describe plásticamente el cúmulo
tir ante T cualquier explicación enojosa para él: “no sé-
de sentimientos que lo “torturan”, aludiendo a lo que po­
si me interpreta”. Acude pues a que los “datos” que
dría concretarse en la imagen de una máquina tejedora o
verbaliza sean suficientes como para que T pueda dcco-
dificar el mensaje: “interpretar”, sin que tenga él que devanadora de hilados con su automático, persistente y
comprometerse más. constante movimiento de ida y vuelta en el entramado:
“como un ovillo que en lugar de desenredarse, vuelve
El T comprehende lo vivido por P, acepta los límites que el para un costado... para el otro”. Todo eso es lo que en
mismo pone a su expresión y con una especie de “saque”’ su “cabeza” da vueltas “torturándolo” y aplastándolo “en­
le devuelve sintéticamente esa comprehensión que P le cima”, con el automatismo, persistencia y constancia “in­
pide: “más pensadas que sentidas”, acentuando al misma fernales”, puesto que esos “problemas” en vez de “desen­
tiempo la racionalización de los sentimientos que P hace. redarse” se complican en su interior con su incesante ir
y venir de un “costado” al otro “lado”.
P: “...más pensadas que sentidas... en cambio eu mi her­
mane n o . . . mi hermano es sexo, no quiere a nadie, no El T concreta lo efectivo de su R.e£lejo con las palabras: “se
tiene un vértice emocional. . . es sexo. . . es sexo y mi van entramando”, que creemos resumen las vivencias ex­
hermana también., es muy distinta. .. hay también incom­ presadas por P. Un “entramado” es algo eventualmente
patibilidad sexual en el matrimonio... entonces ye tengo amenazante pues cierra espacios y movimientos, “enreda”
todos esos problemas en mi cabeza y encima este problema a quien dé en tal “trama” como un pez aprisionado en la
¿e mi mujer. . . cada día es como un ovillo que, en lugar red. Así se siente P, atrapado en su angustia. P simple­
de desenredarse, vuelve para un costado. . . para el otro mente confirma la percepción de T: “exactamente”. T
lado. . . vuelve para el otro lado. . . ” cierra y explícita su Reflejo anterior: “como una red”,
significando lo antedicho con una imagen familiarmente ex­
T: . .justamente, parece que hay una serie de datos en su presiva de la situación de P. Así está P. debatiéndose en su
vida que se van- entramando, ¿no es cierto?” confusión y su angustia como un pescado en la red que lo
P: “. . .exactamente” entrampa, haciendo esfuerzos con los cuales sólo logra
“enredarse” más. El “asedio” que lo “tortura” está viven-
T: “. . .como una re¿”
cialmente claro.
El P se hace literalmente eco del Reflejo de T: “más pensadas
que sentidas”, lo cual arguye cómo ha quedad^ en él,
COMENTAEIÓ FINAL
oscilante y significativamente, suspendido en un ínovimien-
to pendular. En seguida trata de poner distancia, de mos­
El interior de P es un torbellino de razones y sentimientos,
trarse distinto respecto de sus hermanos, quienes nave­
de culpas, de confusión. Lo que externamente viven él y
gan en problemas sexuales. Incluso descalifica a su her-
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CAPÍTULO IV

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LA ACTITUD TERAPEUTICA

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cap acuca c ce Alberto para nacerse objeto de iiuxo; ce sí misme discriminatorio que, respecto de una orientación terapéutica,
“vamos a "sufrir” otro round ce ecrirío”), no sin larvados í< Duecer. alcanzar ios factores aciituainales. Rogerianarcente es-
01 —■ V — »*-» > • * <
rucres erro roLi-vl r tamos en un punto clave y como tal revelador de lo que implica
orre» rouTid”), ^y *■ e. ^ cesen ~— - - de una propia afirmación
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.a situación que confronta dos personas: la del paciente y la ¿el
ccc 3“ persona i ¿iríamos (“pero quisiera ser yo”)
r r *r
» £■*
* - i- relie; a ta¿ mera: " . . . c e s rre * terapeuta. Los párrafos que siguen pensamos que aclararán más
c*” c-me lo cual f
aún la distinción hecha operrunamente entre “técnica” y actitud
paciente eccema e. conmiclo ce fondo cue en el memento e
írer.ra f ” - - . esioy permananiemente reprimido”) y un iige: terapéutica.
Sobre este tema G. M. Kinget 1 nos advierte que el mismo
eshczc ce cuesúcnamier.tc "Vncr oué?”) ■ü * ■» > moviliza factores morales y humanos, factores que, consecuen­
terapeuta percibe er. Alberto un sentimiento, el de esr¡
temente, nos llevarán a cuestionar no ya el modo de operar ¿el
ecnrrc.acr. ^ i - a c c a esa regresión, p Jr lo cual dice: “Se ¿ier.
; -" terapeuta sino, fundamentalmente, la calidad personal que el
mismo puede traducir. Estarcí pues de lleno en el pianteo
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s: ir. - ~ m c, recoge esa evidencia, y la apunta, Ge Rogers quien no admite, bajo título de “asepsia”, la diso­

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2 su mecía fazrí.íar censo condicionante ce su ciación entre lo que el terapeuta es y lo que hace; sabemos que
(“nivel familiar”. . . "ese hayan vigilado siem- para él la tarea del científico implica lo objetivo y subjetivo
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¿a relaciones que pueden llevarlo a encarar simultáneamente, más aún cuando se trata ¿el vínculo interhu-
:cE:u:l:¿aces de cambio. mano. Las convicciones sobre esta relación y la relación tera­
péutica específicamente, la visión del hombre, la ideología, su
escala social de valores tanto como la “íntima”, entran inevita­
blemente en juego. Por eso mismo Rogers afirma que no cual­
quiera puede ser rogeriano, pues una mentalidad sociopolítica--
mente íacista, paternalista, individualista o cientificista, como ye­
ejemplos, no podrían coherentemente adoptar las actitudes que ns
sen esenciales en tal aproximación.
Mi modalidad terapéutica no puede ser sino el brote, el
florecimiento, de una realidad profundamente mía en la cual
V

tiene sus raíces. Ser terapeuta compromete la expresión, de lo


mejor de mí mismo si busco alcanzar una efectividad seria,
de
1 CL-. o?, ¿i. “?rrchcÜ5én.p:c e! Rclatioos Huraaúies”, pág. 62. des

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