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18 Síndrome de Fatiga Crónica-1
18 Síndrome de Fatiga Crónica-1
NA
SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA
En 1988, los US Centers for Disease Control and Prevention (CDC) definieron unos
criterios concretos para el diagnóstico del síndrome de fatiga crónica. Desde entonces,
el trastorno ha captado la atención tanto de la profesión médica como del público
general. En la décima revisión de la Clasificación internacional estadística de
enfermedades y problemas relacionados con la salud (CIE-10), el trastorno está
clasificado como una afección mal definida de etiología desconocida bajo el epígrafe
«Malestar y fatiga», y se subclasifica en astenia e incapacidad específica.
Epidemiología
En Estados Unidos, los estudios demuestran que alrededor del 25% de la población
general adulta presenta fatiga con una duración de 2 semanas o más; si persiste durante
más de 6 meses, se define como fatiga crónica. Frecuentemente, los síntomas de la
fatiga crónica coexisten con otras enfermedades, como la fibromialgia, el síndrome del
intestino irritable y la enfermedad de la articulación temporomandibular.
Etiología
Se desconoce la causa del trastorno. El diagnóstico sólo puede realizarse tras haber
excluido el resto de las causas médicas y psiquiátricas de enfermedad con fatiga crónica.
Los estudios científicos no han validado ningún signo patognomónico ni prueba
diagnóstica alguna para esta enfermedad.
Los investigadores han tratado de implicar al virus de Epstein-Barr (VEB) como agente
etiológico del síndrome de fatiga crónica. Sin embargo, la infección por el VEB se
asocia a anticuerpos específicos y a linfocitosis atípica, dos elementos ausentes en el
síndrome de fatiga crónica. Los resultados de las pruebas para otros agentes víricos,
como los enterovirus, los herpesvirus y los retrovirus, han sido negativos. Algunos
investigadores han descubierto marcadores inespecíficos de alteraciones inmunitarias en
pacientes con síndrome de fatiga crónica; por ejemplo, la disminución de las respuestas
de proliferación de los linfocitos en la sangre periférica, aunque éstas son similares a las
detectadas en algunos pacientes con depresión mayor.
Diversas publicaciones han demostrado una interrupción del eje hipotálamo-hipofisario
(EHH) en pacientes con síndrome de fatiga crónica con hipocorticalismo leve. Por ello,
se ha empleado cortisol exógeno para reducir la fatiga, aunque los resultados han sido
ambiguos.
La exploración física también es una fuente poco fiable de certeza diagnóstica. Por
ejemplo, además de la fatiga crónica, algunos pacientes pueden referir calor o
escalofríos, a pesar de tener una temperatura corporal normal, y otros pueden quejarse
de sensibilidad de los ganglios linfáticos sin un aumento del tamaño de éstos. Ni los
anteriores ni otros hallazgos ambiguos sirven para confirmar o descartar el trastorno.
Los criterios de los CDC para el diagnóstico del trastorno de fatiga crónica, que se
muestran en la tabla 18-2 , incluyen la presencia de fatiga durante al menos 6 meses,
alteración de la memoria o la concentración, dolor de garganta, ganglios linfáticos
dolorosos o aumentados de tamaño, dolor muscular, dolor articular, cefalea, alteraciones
del sueño y malestar después de realizar esfuerzo. La fatiga, el síntoma más evidente, se
caracteriza por un intenso agotamiento mental y físico, suficiente para provocar una
reducción del 50% en las actividades de los pacientes. Su inicio suele ser gradual, pero
algunos pacientes presentan un inicio agudo, similar al de las enfermedades gripales.
En algunos casos, existe una relación evidente entre el SFC y la hipotensión mediada
neurológicamente, una disfunción del sistema nervioso autónomo. Se ha sugerido que se
debe realizar una prueba con una mesa basculante a los pacientes que presentan
síntomas de SFC para distinguir los síntomas atribuibles a la hipotensión, de forma que
pueda administrárseles un tratamiento farmacológico adecuado.
La Sra. J era una bibliotecaria soltera de raza blanca de 35 años de edad, sin
antecedentes médicos destacables ni síntomas psiquiátricos previos a la aparición de una
enfermedad parecida a la gripe. Al cabo de 10 días, el episodio agudo remitió, pero ella
continuó sintiéndose aletargada y se fatigaba fácilmente. Dos semanas después del
inicio de esta enfermedad, volvió a trabajar, pero no fue capaz de completar su jornada
habitual de 8 h, a causa de la aparición de un agotamiento cada vez mayor, y un dolor
muscular y articular difuso, de evolución gradual.
Anteriormente, había sido una trabajadora concienzuda, y rara vea había tenido una baja
laboral o se había ausentado del trabajo por culpa de una enfermedad. Sin embargo, tras
presentar esta enfermedad durante 3 meses, se le obligó a tomarse una excedencia, y
volvió a vivir con su madre, ya que no tenía ninguna fuente de ingresos. Siguió
sufriendo «dolor en todo el cuerpo», se sentía aletargada e irritable, y dormía mal por
culpa del dolor. Cuando dormía, afirmaba que había dejado de sentirse descansada al
despertar.
Seis meses después del inicio de los primeros síntomas acudió por iniciativa propia a la
consulta reumatológica de un centro de salud universitario, donde se presentó como una
persona afebril y por lo demás saludable, que se sentía enfadada por su prolongada
enfermedad y por la situación en que vivía. Reconoció tener problemas para
concentrarse. La exploración articular reveló la presencia de una amplitud completa del
movimiento, sin articulaciones enrojecidas, calientes ni inflamadas; se detectaron
puntos dolorosos en los 18 sitios.
Después de 1 mes con esta pauta terapéutica, su estado de ánimo, sus problemas para
dormir y sus síntomas articulares mostraron un cierto grado de mejoría. No obstante,
sigue sufriendo episodios de fatiga, relacionados habitualmente con acontecimientos
vitales estresantes. Todavía no se había reincorporado a la actividad laboral. (Por
cortesía de Brian Anthony Fallan, M.D.)
Diagnóstico diferencial
Hasta el 80% de los pacientes con SFC cumple los criterios para el diagnóstico de la
depresión mayor. La relación es tan intensa que muchos psiquiatras creen que todos los
casos de este síndrome son trastornos depresivos, a pesar de que muchos pacientes con
SFC casi nunca manifiestan sentimientos de culpa, ideación suicida o anhedonía, y
muestran poca o ninguna pérdida de peso. Tampoco suelen detectarse antecedentes
familiares de depresión ni otras cargas genéticas de enfermedad psiquiátrica, y en la
vida de los pacientes han ocurrido pocos, si es que se ha producido alguno,
acontecimientos estresantes que pudieran haber precipitado o explicar una enfermedad
depresiva. Además, aunque algunos pacientes responden a los medicamentos
antidepresivos, finalmente muchos de ellos se vuelven resistentes a todos los agentes
psicofarmacológicos. No obstante, e independientemente de la etiqueta diagnóstica, la
comorbilidad depresiva debe tratarse con antidepresivos, psicoterapia cognitiva-
conductista o una combinación de ambos.
Anamnesis
▶ Registrar las circunstancias médicas y psicosociales en el inicio de los síntomas
▶ Evaluar la salud física y psicológica anterior
▶ Buscar indicios de un trastorno médico subyacente (p. ej., fiebre, pérdida de peso,
disnea)
▶ Evaluar el impacto de los síntomas en el estilo de vida del paciente
Los síntomas característicos del síndrome de fatiga crónica (SFC) son la fatiga, la
mialgia, la artralgia y el sueño no reparador
↓ ↓
Exploración física Exploración del estado mental
▶ Buscar alteraciones que sugieran▶ Antecedentes propios o familiares de trastornos
la presencia de un trastorno médico psiquiátricos, especialmente de depresión y
subyacente: ansiedad
• Hipotiroidismo ▶ Antecedentes de episodios frecuentes de
• Hepatitis crónica síntomas sin explicación médica
• Anemia crónica ▶ Antecedentes de abuso del alcohol o de
sustancias tóxicas
• Enfermedad neuromuscular ▶ Síntomas actuales: depresión, ansiedad,
• Síndrome de apnea del sueño pensamientos autodestructivos y utilización de
medicamentos sin receta
• Neoplasia oculta, etc. ▶ Signos actuales de retraso psicomotor
De modo característico, la▶ Evaluación del sistema de apoyo psicosocial
exploración física de los pacientesLos pacientes con SFC tienen síntomas depresivos,
con SFC no muestra anomalías pero no sentimientos de culpa, ideación suicida ni
una ralentización psicomotora observable
↓ ↓
Pruebas analíticas
▶ Pruebas habituales
• Análisis de orina • Pruebas de función hepática
• Hemograma con recuento y • Calcio, fosfato
fórmula
• Velocidad de sedimentación • Glucemia
• Pruebas de función renal • Pruebas de función tiroidea (incluido el nivel
▶ Pruebas adicionales, si están de la hormona estimulante de la glándula
indicadas clínicamente (p. ej., tiroidea o tirotropina)
estudio del sueño)
El diagnóstico de SFC se realiza
principalmente por exclusión de
enfermedades alternativas
↓
Síndrome de fatiga crónica
▶ Fatiga crónica inexplicada, persistente o recidivante, con una duración de 6 meses
consecutivos o más, que es de nueva aparición o con un inicio definido; no es el
resultado de un esfuerzo sostenido; no mejora sustancialmente con el reposo, y produce
una reducción importante de los niveles previos de actividad laboral, educativa, social o
personal, y cuatro de los siguientes síntomas simultáneamente: 1) alteración de la
memoria a corto plazo; 2) dolor de garganta; 3) dolor en los ganglios linfáticos
cervicales o axilares; 4) dolor muscular, o en varias articulaciones; 5) cefaleas; 6) sueño
no reparador, y 7) malestar después de realizar un esfuerzo.
De Hickie JB, Lloyd AR, Wakefield D. Chronic fatigue syndrome: current perspectives
on evaluation and management. Med J Aust. 1995;163:315, con autorización.
Evolución y pronóstico
Tratamiento
El tratamiento del SFC es básicamente de apoyo. En primer lugar, los médicos deben
establecer una buena comunicación con los pacientes y no rechazar sus quejas como
carentes de fundamentos. Los síntomas no son imaginarios; es necesario realizar una
exploración médica meticulosa y está indicada una evaluación psiquiátrica, para
descartar otras posibles causas de los síntomas.
Los grupos de autoayuda han servido de ayuda a algunos pacientes con SFC.
Proporcionan un beneficio a través de la dinámica de grupo de infusión de esperanza,
posibilidad de identificación, intercambio de experiencias y difusión de información. La
cohesión de los miembros en estos grupos también aumenta la autoestima, que suele
verse afectada en estos pacientes, que sienten a menudo que sus médicos no les toman
en serio. Por esta razón, muchas personas afectadas por este síndrome se apoyan en las
vitaminas, los minerales y diversos productos o tratamientos de herbolario englobados
con la etiqueta de medicina alternativa. Ni éstos ni otros tónicos generales no
identificados han sido revisados por expertos en la bibliografía médica, y el beneficio
que proporcionan es escaso o inexistente.
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NEURASTENIA
Este trastorno es un ejemplo perfecto del modo mediante el cual las diferencias
culturales influyen en la clasificación y las manifestaciones de las enfermedades. La
neurastenia es una enfermedad aceptada en Europa y en Asia, donde se caracteriza por
fatiga, cefalea, insomnio y otros síntomas somáticos vagos, y se cree que es resultado
del estrés crónico, más que de la existencia de conflictos psicológicos inconscientes. En
muchas culturas (especialmente en China), en las que las personas se resisten a recibir
una etiqueta asociada a un trastorno mental, la neurastenia es un diagnóstico preferible.
Por lo tanto, la frecuencia con la que se diagnostica este trastorno es mayor en el este de
Asia.
Epidemiología
Etiología
Sigmund Freud estaba familiarizado con el trastorno. Coincidía con Beard en que el
estrés desempeñaba un papel, pero Freud pensaba que la neurastenia estaba provocada
por una alteración del funcionamiento sexual (una de las neurosis), concretamente la
descarga inadecuada de energía sexual que se producía cuando la masturbación
reemplazaba las relaciones sexuales normales. Los psicoanalistas posteriores a Freud
consideraron que la neurastenia era una reacción frente a factores inconscientes, como
los sentimientos de rechazo y de inutilidad, la baja autoestima, y la ira reprimida.
Hipótesis de la depleción.
La hipótesis actual de la depleción, que sostiene que el estrés prolongado reduce los
niveles de los neurotransmisores de las neuronas, guarda un llamativo parecido con el
concepto de agotamiento nervioso de Beard. La depleción de las aminas cerebrales
provoca síntomas de ansiedad o depresión. En la depresión, hay una reducción de la
actividad de la dopamina neuronal; en el trastorno de ansiedad y en la depresión, están
afectados los sistemas noradrenérgico y adrenérgico, y en el trastorno depresivo, los
niveles de serotonina son bajos.
La CIE-10 describe dos tipos del trastorno, con un grado de superposición importante
entre ambos. En el primero, la característica principal es un aumento de la fatiga tras la
realización de un esfuerzo mental, asociado a menudo con cierta reducción del
rendimiento laboral o con la eficiencia a la hora de afrontar las tareas cotidianas.
Típicamente, se describe la fatigabilidad mental como una intrusión desagradable de
asociaciones o recuerdos que causan distracción, dificultades de concentración y un
pensamiento generalmente ineficaz. El segundo tipo enfatiza las sensaciones de
debilidad y agotamiento corporal o físico tras la realización de esfuerzos mínimos,
acompañadas de dolores musculares y una incapacidad para relajarse. En ambos tipos,
son frecuentes otras sensaciones físicas desagradables, como el mareo, las cefaleas
tensionales y una sensación general de inestabilidad. Puede existir preocupación acerca
del deterioro del bienestar mental y físico, irritabilidad, anhedonía, y diversos grados de
depresión y ansiedad. Frecuentemente, en las fases iniciales y medias, existen
problemas de insomnio, pero también puede destacar la hipersomnia.
Diagnóstico diferencial
Antes de realizar un diagnóstico de neurastenia, los médicos deben aplicar con rigor los
criterios para el diagnóstico de los trastornos de ansiedad, depresivos y somatomorfos.
Los rasgos característicos de la neurastenia son el énfasis del paciente en la fatigabilidad
y la debilidad, y la preocupación acerca del deterioro de la eficacia mental y física (a
diferencia de los trastornos somatomorfos, en los que el cuadro está dominado por los
síntomas corporales y la preocupación por la enfermedad física). Si el síndrome
neurasténico se desarrolla durante las secuelas de una enfermedad física (especialmente
gripe, hepatitis vírica o mononucleosis infecciosa), el diagnóstico de la enfermedad
también debe registrarse. Ha de tenerse en cuenta el síndrome de fatiga crónica, y la
diferenciación entre ambos trastornos resulta complicada.
Evolución y pronóstico
Tratamiento
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