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LA ACCION REIVINDICATORIA.

Es un medio de protección del derecho de dominio, previsto para el caso de que


este derecho no sea respetado. La acción reivindicatoria se define como “la que tiene el
dueño de una cosa singular de la que no está en posesión , para que el poseedor de ella
sea condenado a restituírsela”. Se llama también acción de dominio.

La acción reivindicatoria es la principal actio in rem o acción real, ya que


corresponde al pleno ejercicio del derecho real mas completo, que es el de propiedad.

La acción reivindicatoria tiene por objeto las mismas cosas que pueden ser objeto
del derecho de dominio, esto es, las cosas corporales muebles o inmuebles, que sean
determinadas, que estén dentro del comercio, que tengan existencia independiente y que
sean singulares. Sin embargo, pueden también ser objeto de la acción reivindicatoria las
cuotas determinadas pro indiviso de cosas singulares.

Partes en el Juicio Reivindicatorio.


La acción reivindicatoria genera un juicio o proceso entre dos partes que son el
demandante y el demandado.
El demandante es el propietario de la cosa, a quien corresponde la acción
reivindicatoria.
El demandado puede ser:
a. El actual poseedor, sin título de la cosa.
b. El mero detentador de la cosa, quien tiene un derecho denominado “nominatio” o
“laudatio auctoris” mediante el cual puede liberarse de responsabilidad,
señalando al verdadero poseedor en nombre del cual posee, para que responda
como demandado en el proceso.
c. El demandado puede ser también quien se encuentre en uno de los dos casos
llamados de “ficta possessio”. Uno es el caso del poseedor que por dolo deja de
poseer; el otro es el del que finge ser poseedor sin serlo en realidad. En este último
caso el propietario puede dirigir su acción contra el verdadero poseedor, si no ha
obtenido la reivindicación del fictus possessor, aunque este lo haya indemnizado.

Planteamiento del Problema.


El demandante, propietario de la cosa, debe afirmar que tiene derecho de dominio
sobre ella al momento de la litis contestatio (acto del juicio ritual solemne, en el cual las
partes acuerdan someterse al juez que va conocer del juicio), es decir, al término del
procedimiento in iure, que es una de las etapas del proceso, después de la cual viene la
del procedimiento in iudicium. No importa que con posterioridad, el demandante deje de
ser dueño de la cosa. Para demostrar su derecho de dominio, el demandante debe probar
que ha adquirido la cosa (caso de adquisición derivativa) de un verdadero propietario
anterior. En este caso tienen utilidad las normas de la usucapión, ya que si el propietario
demuestra haber poseído la cosa durante un lapso de tiempo suficiente como para
adquirirla por usucapión, no es necesario que pruebe que todos los anteriores dueños de
la cosa, tenían verdadero derecho de dominio sobre ella (prueba diabólica).
El demandado, para evitar que la acción reivindicatoria prospere, solo debe rebatir
la pretensión del demandante. Como es a este a quien le corresponde probar su derecho
(recordar que el poseedor es reputado dueño mientras otro no justifique serlo), si no logra
probarlo, pierde el juicio, y el demandado sigue poseyendo la cosa.
Puede ocurrir también que el demandado niegue ser poseedor y el demandante
logre probar que el demandado si es poseedor. En este caso el demandado debe transferir
la posesión al demandante, sin necesidad de que este pruebe su dominio (translatio
possessionis).
Si el demandado no es poseedor, el demandante debe probar que el demandado,
al menos se encuentra en alguno de los casos en que debe responder de la acción. (mero
detentador, fictus possessor).
El demandado debe proporcionar la cautio iudicatum solvi, para continuar en
posesión de la cosa. Si se niega, puede ofrecerla al demandante, y así este puede obtener
la posesión de la cosa.

Excepciones del Demandado.


El demandado puede defenderse oponiendo las siguientes excepciones:
1. Negar el dominio del demandante.
2. Negar su posesión;
3. Exceptio rei iudicata, que tiene lugar cuando el problema ya ha sido resuelto en un
juicio anterior entre las mismas partes, y teniendo por objeto la misma cosa y la
misma causa de pedir.
4. Las proescriptio temporalis, longi temporis proescriptio y longissima temporis
proescriptio, que son modos de extinguir la acción reivindicatoria fundadas en el
transcurso del tiempo. El plazo para que opere esta última, es de 30 años en
general; o de 40, cuando corre a favor de iglesias o instituciones de beneficencia. El
plazo se cuenta desde que se produce el menoscabo o lesión del derecho de
dominio.
5. La exceptio doli, que puede tener lugar cuando el demandado en virtud de un
contrato con el demandante, ha sido facultado para mantener la cosa en su poder;
o bien cuando el demandante debe expensas o gastos de conservación de la cosa
al demandado.
6. La exceptio rei venditae et traditae, que puede hacer valer, cuando el demandado
ha obtenido la posesión de la cosa por tradición, que le ha hecho el demandante o
alguno de sus antecesores en el dominio de la cosa.

Efectos de la Reivindicación.
Luego de la discusión planteada por la acción del demandante y las excepciones
del demandado, y de las pruebas que se presenten al juez, éste debe declarar si existe o
no el derecho de dominio que el demandante ha reclamado en su favor (pronunciatio).
Si el juez hace esta declaración a favor del demandante este tiene derecho a que la
cosa le sea restituida en el mismo estado en que se encontraba al momento de la “litis
contestatio”. En caso de ser imposible la restitución, el demandante tiene derecho a la
correspondiente indemnización.

Si la restitución se hace imposible pueden darse varios casos:


1.- El poseedor de buena fe responde sólo cuando la imposibilidad de restituir se debe a
su culpa, siempre que esta tenga lugar después de la litis contestatio.
2.-Si el poseedor es de mala fe, debe responder por su culpa aunque esta haya tenido
lugar antes de la litis contestatio, y por el caso fortuito ocurrido con posterioridad, salvo
que pruebe que habría ocurrido igualmente, si la cosa hubiera estado en poder del
demandante.
3.-El ladrón responde del caso fortuito ocurrido antes de la litis contestatio, salvo que
pruebe que habría ocurrido igualmente si no hubiera robado la cosa.

Deterioro de la cosa: En caso de que los haya, se aplican las mismas normas anteriores
relativas a la imposibilidad de restituir la cosa.

Accesorios y aumentos: La cosa debe ser restituida con las que se le hayan agregado,
tanto por accesión como por cualquier otro aumento que haya tenido.

Frutos.
Respecto de ellos, se distingue entre la posesión de buena y mala fe. El poseedor
de buena fe, debe restituir los frutos percibidos antes de la litis contestatio que pueden
encontrarse en su poder; los percibidos después de la litis contestatio y los que por
negligencia haya dejado de percibir después de la litis contestatio.
El poseedor de mala fe debe restituir los frutos percibidos o dejados de percibir
por negligencia, antes o después de la litis contestatio. Tanto el poseedor de buena fe
como el de mala fe tienen derecho a deducir las expensas o impensas de producción y
conservación de los frutos.

Impensas.
Pueden ser necesarias, útiles o voluptuarias. Las necesarias es decir, las de
conservación de la cosa, que habría debido hacer el dueño , pueden ser recuperadas tanto
por el poseedor de buena fe como el de mala fe, mediante el ius retentionis, hecho valer
por medio de la exceptio doli.
Las impensas útiles en cuanto hayan aumentado el valor de la cosa, pueden sólo
ser recuperadas por el poseedor de buena fe, mediante el mismo sistema. El poseedor de
mala fe no tiene derecho a recuperar impensas útiles, sólo tiene respecto de ellas el ius
tollendi que permite retirar las mejoras que puedan retirarse sin detrimento de la cosa y
siempre que esto produzca utilidad al poseedor vencido, y que el dueño de la cosa se
rehúse a indemnizar las mejoras. Las mejoras voluptuarias (para fines de lujo, placer o
recreo), sea que hayan sido hechas por el poseedor de buena o mala fe, sólo dan derecho
al ius tollendi en la forma que ya se ha explicado.

Cumplimiento de la Restitución.
Si la pronunciatio es favorable al demandante, el juez fija las restituciones que
debe hacer el demandado y le ordena cumplirlas, para lo cual debe darle un plazo. Si el
demandado cumple lo ordenado de inmediato o dentro del plazo que se le haya
concedido, queda exento de responsabilidad y es absuelto. En cambio, si no cumple lo
ordenado por el juez, por mala voluntad o porque se pone en la imposibilidad de cumplir,
debido a causa que le es imputable, se le condena.
La condenación es pecuniaria, y su monto es fijado por el juez, a menos que haya
acuerdo de las partes. Sin embargo, excepcionalmente el monto lo fija el demandante en
tres casos:
a.-Cuando el poseedor se niega a cumplir con la restitución por mala voluntad.
b.-Cuando el poseedor se ha puesto con dolo en imposibilidad de cumplir.
c.-Cuando el poseedor es de mala fe.
El demandante en estos casos fija el monto de la condena, mediante un juramento
estimatorio que es deferido ante el juez.
Si el poseedor se encuentra en imposibilidad de restituir la cosa, pero repara los
daños causados al dueño, puede pedir que le ceda la acción reivindicatoria. Para ello
necesita no tener culpa, si era poseedor de mala fe. Puede pedir la cesión aunque tenga
culpa, si era poseedor de buena fe.

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