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La Accion Reivindicatoria
La Accion Reivindicatoria
La acción reivindicatoria tiene por objeto las mismas cosas que pueden ser objeto
del derecho de dominio, esto es, las cosas corporales muebles o inmuebles, que sean
determinadas, que estén dentro del comercio, que tengan existencia independiente y que
sean singulares. Sin embargo, pueden también ser objeto de la acción reivindicatoria las
cuotas determinadas pro indiviso de cosas singulares.
Efectos de la Reivindicación.
Luego de la discusión planteada por la acción del demandante y las excepciones
del demandado, y de las pruebas que se presenten al juez, éste debe declarar si existe o
no el derecho de dominio que el demandante ha reclamado en su favor (pronunciatio).
Si el juez hace esta declaración a favor del demandante este tiene derecho a que la
cosa le sea restituida en el mismo estado en que se encontraba al momento de la “litis
contestatio”. En caso de ser imposible la restitución, el demandante tiene derecho a la
correspondiente indemnización.
Deterioro de la cosa: En caso de que los haya, se aplican las mismas normas anteriores
relativas a la imposibilidad de restituir la cosa.
Accesorios y aumentos: La cosa debe ser restituida con las que se le hayan agregado,
tanto por accesión como por cualquier otro aumento que haya tenido.
Frutos.
Respecto de ellos, se distingue entre la posesión de buena y mala fe. El poseedor
de buena fe, debe restituir los frutos percibidos antes de la litis contestatio que pueden
encontrarse en su poder; los percibidos después de la litis contestatio y los que por
negligencia haya dejado de percibir después de la litis contestatio.
El poseedor de mala fe debe restituir los frutos percibidos o dejados de percibir
por negligencia, antes o después de la litis contestatio. Tanto el poseedor de buena fe
como el de mala fe tienen derecho a deducir las expensas o impensas de producción y
conservación de los frutos.
Impensas.
Pueden ser necesarias, útiles o voluptuarias. Las necesarias es decir, las de
conservación de la cosa, que habría debido hacer el dueño , pueden ser recuperadas tanto
por el poseedor de buena fe como el de mala fe, mediante el ius retentionis, hecho valer
por medio de la exceptio doli.
Las impensas útiles en cuanto hayan aumentado el valor de la cosa, pueden sólo
ser recuperadas por el poseedor de buena fe, mediante el mismo sistema. El poseedor de
mala fe no tiene derecho a recuperar impensas útiles, sólo tiene respecto de ellas el ius
tollendi que permite retirar las mejoras que puedan retirarse sin detrimento de la cosa y
siempre que esto produzca utilidad al poseedor vencido, y que el dueño de la cosa se
rehúse a indemnizar las mejoras. Las mejoras voluptuarias (para fines de lujo, placer o
recreo), sea que hayan sido hechas por el poseedor de buena o mala fe, sólo dan derecho
al ius tollendi en la forma que ya se ha explicado.
Cumplimiento de la Restitución.
Si la pronunciatio es favorable al demandante, el juez fija las restituciones que
debe hacer el demandado y le ordena cumplirlas, para lo cual debe darle un plazo. Si el
demandado cumple lo ordenado de inmediato o dentro del plazo que se le haya
concedido, queda exento de responsabilidad y es absuelto. En cambio, si no cumple lo
ordenado por el juez, por mala voluntad o porque se pone en la imposibilidad de cumplir,
debido a causa que le es imputable, se le condena.
La condenación es pecuniaria, y su monto es fijado por el juez, a menos que haya
acuerdo de las partes. Sin embargo, excepcionalmente el monto lo fija el demandante en
tres casos:
a.-Cuando el poseedor se niega a cumplir con la restitución por mala voluntad.
b.-Cuando el poseedor se ha puesto con dolo en imposibilidad de cumplir.
c.-Cuando el poseedor es de mala fe.
El demandante en estos casos fija el monto de la condena, mediante un juramento
estimatorio que es deferido ante el juez.
Si el poseedor se encuentra en imposibilidad de restituir la cosa, pero repara los
daños causados al dueño, puede pedir que le ceda la acción reivindicatoria. Para ello
necesita no tener culpa, si era poseedor de mala fe. Puede pedir la cesión aunque tenga
culpa, si era poseedor de buena fe.