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“AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD”

METODOLOGÍA DEL TRABAJO


INTELECTUAL UNIVERSITARIO

DOCENTE:

Karina Sandra Cayani Cáceres

PERTENECE A:

Daniela Ruth Arisaca Quispe

AÑO:

1ro D

Arequipa – 2019
¡NO MAS VIOLENCIA INVISIBLE! ¡ROMPE TU SILENCIO!

En la actualidad podemos ver como nuestra sociedad, es insensible ante actos de violencia,
como si fuera pan de cada día. A todo está insensibilidad humanitaria nosotros mismos
podemos ser cómplices de actos violentos en cada situación de nuestra vida diaria ya que
no denunciamos y no admitimos esta realidad el cual buscamos cualquier justificación, por
consecuencia, para nosotros es invisible estos hechos y es por ese motivo que debemos
conocer que es violencia de genero.

La definición más aceptada de violencia de género es Respecto al Estatuto de Roma,


cuando hace referencia a la violencia de género en los artículos 42(9), 54(1a) y 68(1), el
término «género» debe entenderse exclusivamente como un término que «se refiere a los
dos sexos, masculino y femenino, en el contexto de la sociedad» según lo que señala el
artículo 7(3), así, la violencia de género:

(...) engloba cualquier acto perjudicial perpetrado en contra de la voluntad de una persona
y basado en las diferencias de atribución social (género) entre hombres y mujeres. Los
actos de VG violan un determinado número de derechos humanos universales protegidos
por las convenciones y los instrumentos internacionales. Muchas formas de violencia de
género —si bien no todas— se consideran ilegales y actos criminales en las políticas y
leyes nacionales. (United Nations Population Fund,ed., 2011)

En este marco conceptualizamos la violencia como “la coacción física o psíquica ejercida
sobre una persona para viciar su voluntad y obligarla a ejecutar un acto determinado”.
Puede adoptar formas diferentes: física, verbal, psíquica, sexual, social, económica, etc.
Unas formas de coacción que se han ejercido, en mayor o menor medida, a lo largo de la
historia.

Como ciudadanos con principios y valores rechazamos actos inhumanos como lo es la


violencia de género porque nos lleva hacer partícipes, el cual debemos de admitir una
realidad alarmante que parece tener la vocación de permanecer invisible en las sociedades
de nuestros días. El cual argumentaremos el por qué nosotros mismos somos participes
de la violencia de género, según el sistema de género determina atributos, roles y espacios
que cada quien debe asumir según su sexo (Ruiz Bravo, 1999)

Primeramente, desde el punto de vista de roles, influyen los estereotipos de la sociedad


que alimentan psicológicamente un mal concepto de los roles de género. Por ejemplo, el
afán insistente de saber a dónde van las mujeres, los celos así como la acusación de
infidelidad, la prohibición a la mujer de trabajar fuera de su casa, de estudiar, de maquillarse
y arreglarse (Red de Defensorias de mujeres, 2010), el impedimento de visitar o de que la
visiten sus amistades, la amenaza de abandono o de privarla de sus hijos, la indiferencia
o el silencio y en general todas aquellas acciones que provocan sentimientos de miedo o
culpa en la víctima y que incrementan el nivel de control y de dominación que ejerce sobre
ella el agresor, reforzando el patrón de género existente. Este tipo de violencia causa un
grave impacto en el autoestima y el proyecto de vida de las mujeres, menoscaba sus
aspiraciones y su afirmación como ser humano (MIMDES, 2009). En nuestra sociedad
podemos ver diversos tipos de estereotipos que denigra a la mujer ya que estos son más
machistas como feministas como por ejemplo: Las mujeres deben ser madres y amas de
casa y estar al servicio de las necesidades de los hombres a quienes les deben obediencia;
los hombres deben ser proveedores, y ejercer la autoridad como jefes de hogar. Este tipo
de estereotipo da a pensar cuales son nuestros roles de género supuestamente, pero
nosotros sabemos que no es así todos tenemos la responsabilidad de ejercer nuestros
deberes y autonomía propia.

Segundo, en cuanto a los atributos, por ejemplo el género asigna de manera rígida estas
características masculinas y femeninas y establece sanciones sociales para quienes no las
cumplen. Estas sanciones se expresan en actos de discriminación y violencia. Quién vigila
que se cumplan tales asignaciones de género y castiga su incumplimiento es el sistema de
género en su conjunto: los propios sujetos, la familia, la escuela, el espacio laboral, la
religión, las leyes. Segato va más allá aún al señalar que hay una “dimensión violenta
inherente en la propia dinámica tradicional de género, prácticamente inseparable de la
estructura misma, jerárquica, de esa relación” (Segato, 2003). En consecuencia, tenemos
un concepto de lo femenino, la mayoría personas tienen una versión errónea que es
asociado a la pasividad, ternura, fragilidad, delicadeza, emoción, sacrificio, abnegación,
renuncia; lo masculino a la acción, agresividad, fuerza, competencia, razón por esto nos
ven más frágiles y de ahí que la violencia contra las mujeres sea percibida casi como
normal y resulte tan difícil de erradicar.

Tercero, en cuanto al espacio es donde se expresan los roles y atributos, por ejemplo
(Bourdieu, 2000) señala que la relación social de dominio masculino se constituye a través
del principio de división fundamental entre lo activo (masculino) y lo pasivo (femenino).
Pero en este ideal de masculinidad se encuentra el germen de su propia vulnerabilidad,
pues las exigencias de la masculinidad son difíciles de alcanzar, de modo que si no las
consiguen encarnar, se genera una gran angustia, pues ello puede ser interpretado como
ambigüedad de si se es o no un hombre (Magallón Portolés, 2005). Dado que, como señala
(Scott), el género se vale de diversos elementos para constituir relaciones sociales, entre
ellos los conceptos normativos, las instituciones y organizaciones sociales, los símbolos y
la identidad, todos ellos coadyuvarán a la defensa del sistema de género. Operan desde el
nacimiento, en la familia, en el colegio, el vecindario, el centro laboral, en las leyes que nos
rigen, en la religión que profesamos. De esa manera, los individuos son socializados para
sostener y no subvertir el sistema de género, de ser necesario, incluso recurriendo a la
violencia, es por ello que la sociedad dice, el espacio público es “masculino”, donde se
despliegan los poderes políticos, económicos, religiosos; que son los que otorgan mayor
poder y estatus social. El espacio privado es “femenino” donde se realizan las labores
reproductivas, domésticas, de cuidado de otros. Puede que esto es una desventaja y
cambie nuestros conceptos de nuestro género. La respuesta social es otro de los
elementos fundamentos en la lucha para erradicar el problema de violencia de género.

En conclusión, es preciso entender que la violencia basada en género es una práctica


aprendida y consciente, dirigida a intimidar y ejercer control por parte de los varones hacia
las mujeres y hacia todas aquellas personas que pretenden transgredir el estado de cosas,
viene siendo enfrentada desde hace tiempo en el país y son muchas y diversas las
estrategias desarrolladas de la legislación internacional como nacional para acabar con
este problema, pero aun así el problema está en nosotros mismos porque no denunciamos
y somos indiferentes ante la violencia todo por tener un concepto erróneo.

Los cambios que se requieren, precisan combinar intervenciones en el campo de los


servicios de atención, de la protección, de la generación de instrumentos legales y del
afinamiento de los mecanismos de sanción, pero también en el campo de la prevención y
la educación ciudadana, dado que la violencia se estructura en un marco de relaciones de
género que jerarquiza y produce desigualdad y que está profundamente enraizado en las
percepciones e imaginarios de la población.

Todos debemos comenzar desde nuestra propia persona y tomar conciencia, el cual
podremos tener un concepto adecuado y coherente para modificar los patrones y/o
conceptos de género tradicionales que se encuentran a la base de la violencia y con este
ensayo se espera contribuir a esta finalidad. De esta manera, se logrará comprometer a la
sociedad en su conjunto en la tarea de reducir la prevalencia de la violencia basada en
género.

Como ciudadanos con principios y valores debemos rechazar totalmente actos de violencia
de género porque nos lleva hacer partícipes, el cual debemos de admitir una realidad que
parece tener la vocación de permanecer invisible. No calles ante esta realidad, ¡No estás
sola! ¡denuncia! ¡Rompe el silencio!.
Bibliografía
Bourdieu, P. (2000). La dominacion masculina.

Magallón Portolés, C. (2005). Aproximación a una visión integral sobre la violencia. (C. d.-U. Alicante,
Ed.) Epistemología y violencia, 42. Obtenido de
http://www.researchgate.net/publication/39436886_Epistemologa_y_violencia._Aproxi
macin_a_una_visin_integral_sobre_la_vi

MIMDES. (2009). Plan Nacional contra la Violencia hacia la mujer.

Red de Defensorias de mujeres. (2010). La violencia de género. Buenos Aires: Defensoría del
Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ruiz Bravo, P. (1999). Una aproximación al concepto de género. En P. Ruiz Bravo, Una
aproximación al concepto de género (pág. 31). Lima: PUCP-DP.

Scott, J. (s.f.). El género: una categoría útil para el análisis histórico. El género: la construcción
cultural de la diferencia sexual. Obtenido de
http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/scott.pdf.

Segato, R. (2003). Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la
antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos, 133.

United Nations Population Fund,ed. (23 de Noviembre de 2011). Gestión de programas contra la
violencia de género en situaciones de emergencia. Obtenido de Guia complementaria de
aprendizaje virtual: https://lac.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/GBV%20E-
Learning%20Companion%20Guide_SPANISH.pdf

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