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La crisis del imperio

Hace doscientos años una verdadera oleada de profundas transformaciones

sacudió al continente americano. El imperio español se estremeció hasta sus

raíces y, aunque no fue suficiente para causar su disolución, lo cierto es que no

salió indemne de la crisis que sufrió por la ocupación napoleónica y la prisión

de los monarcas en Francia. En todos los territorios españoles, la gente argumentó que la crisis
daba lugar a que la soberanía revirtiera a manos del pueblo.

Declaraban su derecho a escribir sus propias leyes y a elegir a sus propios líderes.

La ocupación de la península ibérica por parte de Napoleón, y su decisión de

nombrar a su hermano José rey de todos los territorios españoles, fue el catalizador del proceso a
través del cual las provincias españolas en América se convirtieron en repúblicas democráticas. El
ciclo de revoluciones burguesas de mediados

del siglo XVIII, incluyendo la independencia de las colonias inglesas en Norteamérica, la Revolución
francesa, la Revolución haitiana, y la guerra casi crónica

entre el emergente imperio inglés y el veterano imperio español, influenciaron la

dirección que la política habría de tomar tras el colapso de la monarquía española.

En 1808, por lo tanto, la crisis de la monarquía causó protestas en contra

del “mal gobierno”. Los críticos empezaron por reclamar autonomía, y al poco

tiempo ya exigían independencia absoluta. La autoridad de la monarquía empezó

a dividirse cuando el rey Carlos IV le entregó el gobierno de todo el reino a

Manuel Godoy, su ministro predilecto. Los excesos de Godoy desencadenaron

una conspiración liderada por Fernando, hijo del rey, en contra tanto del rey

como del ministro. En marzo de 1808, Carlos IV se vio obligado a abdicar en

favor de su hijo, quien asumió el trono con el nombre de Fernando VII. Mientras tanto, las tropas
francesas invadieron la península ibérica con la evidente

intención de tomar control de la corona. Carlos y Fernando optaron por viajar a

Bayona, en Francia, para saldar su disputa ante Napoleón, emperador de Francia.

Al mismo tiempo, y en respuesta a la invasión francesa, los habitantes de Madrid

se levantaron el 2 de mayo de 1808 contra el invasor, rebelión que recibió el

apoyo de las provincias y de los territorios españoles en América. De ese modo,

los españoles y los criollos se mantuvieron fieles a Fernando VII,

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