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Capítulo III

Ejercicio del poder y mecanismos de control

En el presente capítulo, como ya adelanté en la Introducción, me ocuparé del

ejercicio del poder, concretamente el ejercicio del poder en su forma política en la Isla entre

1520 y 1530. Tres serán las formas de ejercer este tipo de poder que examinaré: primero, el

poder ejercido por la Corona sobre los oficiales reales y del cabildo mediante diversos

mecanismos de control; segundo, la forma y manera en que los distintos oficiales reales y los

miembros del concejo en la Isla ejercían y usaban sus oficios; y tercero, los choques de

poderes entre la Iglesia y el Estado.

1. Mecanismos de control

Siguiendo a Juan Marchana Fernández239, una vez organizado y puesto en marcha el

organigrama administrativo, judicial, hacendístico y defensivo, con sus respectivos oficiales y

sus respectivas funciones, la Corona y sus órganos de “Superior Gobierno” debían

necesariamente arbitrar medidas destinadas al control directo o indirecto de todos sus

agentes en los nuevos territorios conquistados. La lejanía, unida al excesivo poder delegado a

algunos de estos oficiales, actuó muchas veces en contra del efectivo ejercicio de la autoridad

real de manera que, al menos cada cierto tiempo, todos los titulares de los distintos ramos de

239Juan Marchena Fernández, “Las grandes etapas de la expansión ultramarina y la organización


política del Imperio”. En: Menéndez Pidal. Historia de España - Tomo XVIII: La época de los
descubrimientos y las conquistas (1400-1570). Segunda Parte: La conquista y la colonización. Madrid,
España: Espasa-Calpe, S.A. 1998, pp. 469-471.

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la administración colonial eran sometidos a pesquisas, tomas de cuentas, visitas y,

fundamentalmente, a una revisión de sus actuaciones durante el tiempo que ejercieron sus

cargos mediante lo que se conoció como “juicio de residencia”.240 Así, con estos

mecanismos, la Corona buscaba poder controlar la fidelidad de las distintas personalidades

que ostentaban cargos de responsabilidad en las Indias.

De estos tres mecanismos de control el que me interesa aquí es el tercero, el juicio de

residencia, mecanismo en virtud del cual todo individuo que había ostentado un cargo debía

al finalizar su mandato someterse a una investigación para comprobar cómo había actuado

(se podría decir que era una especie de auditoria). Su importancia fue tal, que a la hora de

acceder a nuevos cargos debía justificar, como requisito indispensable, el haber sido

residenciado en los oficios anteriores. Las exenciones fueron mínimas y en su mayoría sólo

se autorizaron a partir de mediados del siglo XVII, estableciendo además otros controles

sustitutivos. Los juicios de residencia aparecen ya bastante definidos en Las Siete Partidas

(1265) del rey Alfonso X “el Sabio” y en buena parte del ordenamiento jurídico de Castilla y

Aragón, aunque su más exacta regulación no se lleva a cabo hasta las Cortes de Toledo de

1480, donde se ordena la obligatoriedad de que se sometan a residencia los corregidores,

alcaldes, alguaciles y merinos, en un período de tiempo de 30 días, asegurando su

cumplimiento mediante fianzas, con las que se indemnizarían en caso de ser necesario a los

perjudicados. Las condenas iban desde la inhabilitación temporal o perpetua hasta el

destierro. Los Capítulos de Corregidores de 1500241 (y más adelante la Recopilación de

240 Para un conocimiento más cabal de estas formas de control ejercidas por la Corona, remito al lector a las
siguientes obras clásicas sobre el tema: José María Mariluz Urquijo, Ensayo sobre los juicios de residencia,
Sevilla, 1952; Guillermo Céspedes del Castillo, “La visita como institución indiana”, Anuario de Estudios
Americanos, III, Sevilla, 1976; Ismael Sánchez Bella, "Eficacia de la visita en Indias". Anuario de Historia
del Derecho Español 50 (1980): 383-411; Esteban de la Puente, “Carlos V y la administración de justicia”.
Revista de Indias, Año XVIII, julio-diciembre 1958, núm. 73 y 74, pp. 397-461.
241 “Capítulos hechos por el Rey y la Reyna nuestros señores, en los quales contienen las cosas que han de

guardar y complir los gouernadores, assistentes, corregidores, juezes de residencia y alcaldes de las ciudades

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las Leyes de Indias -1680-) recogen y amplían toda esta legislación que, en términos muy

similares, fue aplicada en las Indias. El procedimiento jurídico fue minuciosamente

reglamentado.

El nombramiento de los jueces de residencia era prerrogativa de la Corona 242 y su

auxiliar más importante era el escribano de la residencia, nombrado en principio por la

misma autoridad que nombraba al juez, hasta que el 1595 se asignó esta facultad al propio

juez de residencia. Otros funcionarios subalternos eran comisionados para realizar algunas

tareas complementarias al proceso de residencia, como el pregonero, los intérpretes en caso

de ser necesario, el revisor de papeles, el asesor letrado, también en caso de ser necesario,

etc. El juicio, celebrado en las antiguas jurisdicciones de los residenciados, comenzaba con el

pregón de la residencia que, además de publicar el acto jurídico, señalaba el momento a partir

del cual comenzaban a contarse los términos establecidos en la real cédula de comisión.

Desde la publicación se consideraba abierto el proceso y, en consecuencia, destituidos en sus

funciones todos los residenciados. Este pregón debía llevarse a cabo en todo el territorio

afectado por el juicio; si el territorio era muy extenso, era necesario emitir varios pregones en

las cabeceras y pueblos más importantes.

villas y lugares de sus reynos y señorios, hechos en la muy noble y leal ciudad de Sevilla a ix de Julio de mil y
quinientos”. Estos capítulos constan de dos partes: 1ra, la que toca a los corregidores y sus oficiales, que consta
de 55 capítulos; y la 2da, la que han de guardar los jueces que realizaran la residencia, que tiene 24 capítulos.
Véase una copia facsímile de estos capítulos en Vicente Murga Sanz, El juicio de residencia: instrumento
de control democrático. El juicio de residencia del licenciado Sancho Velázquez, 1519-1520. Santander:
Aldus, 1957.
242 El Consejo de Indias era el órgano facultado para nombrar los jueces de residencia (mediante la consulta al

rey, que posteriormente se resolvía con la emisión de la real cédula o real provisión que contenía el
nombramiento y las instrucciones al juez residenciados). Más adelante, por las Leyes Nuevas de 1542, se
facultó a las Audiencias a nombrar jueces y convocar las residencias, reservándose el Consejo el derecho de
hacer lo propio cuando lo creyese necesario. En 1565 una real cédula establecería la norma definitiva en este
aspecto. Por ella se dispuso que las residencias de oficios provistos por consulta del Consejo de Indias las
tomasen jueces designados por el presidente del Consejo y las de los oficios provistos por virreyes, presidentes
y gobernadores fuesen tomadas por jueces comisionados por quien los proveyese. En 1585 se asignó el
nombramiento de jueces a los virreyes, reservando la Audiencia la decisión sobre si convenía o no enviar juez y
si éste había de ser letrado o lego.

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Las partes fundamentales del juicio eran la pesquisa secreta, denominada así porque

el procedimiento se llevaba a cabo en la más rigorosa privacidad y donde el juez, mediante

una serie de interrogatorios normalizados en su forma y estructura -era obligatorio, por

ejemplo, preguntar los datos personales de cada testigo-, realizaba la investigación sobre el

proceder público y privado del residenciado.243 La segunda parte era la residencia pública,

donde todo el que lo desease podía presentar sus demandas y solicitar un castigo. A los

cargos presentados por el juez, después de haber realizado la investigación, los acusados

respondían con un número igual de descargos y con la defensa de los mismos, mediante la

presentación a su vez de testigos y probanzas. El juicio terminaba con la sentencia, emitida

por el juez, salvo en aquellos casos merecedores de la pena de muerte o de castigo corporal

con pérdida del algún miembro. Las penas más frecuentes eran las de multa, inhabilitación

temporal o perpetua, destierro o traslado. Contra la sentencia cabía el recurso de apelación

ante instancias superiores.

Hay que señalar que estos instrumentos de control, como el que he descrito

anteriormente, tenían una función doble. Por un lado, servían para controlar, pero por otro

tenían una gran potencialidad simbólica al recordar de forma permanente que el poder se

ejercía sólo coyunturalmente y que la autoridad recaía siempre en la figura del rey. Todos los

individuos (independientemente de su rango, posición o calidad) debían dar cuenta al rey de

sus acciones. Era un símbolo más de que la Corona era el vértice de todo el sistema de

poder.

En Puerto Rico se realizaron dos grandes y extensos juicios de residencia entre 1520

y 1530. El primero, iniciado en 1523 por el licenciado Lucas Vázquez de Ayllón, y que se

243 Todos los interrogatorios (y por ende las preguntas) formulados por el licenciado De la Gama para
residenciar a los oficiales se sustancian en los capítulos de corregidores; y el proceso, la sentencia, las penas
impuestas y las apelaciones, se corresponden con lo que han de guardar los jueces de residencia.

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extenderá hasta prácticamente finales de la década, versa principalmente sobre los asuntos

económicos de la administración colonial, pues los residenciados serán los oficiales reales

encargados de la real hacienda insular: el contador, el factor y el tesorero.244 (Véase

Apéndices XI, XII, XIII, XIV y XXVII)

En el segundo juicio de residencia, realizado a fines de 1528 por el licenciado

Antonio de la Gama, se examinan al teniente de gobernador y a todos los miembros del

cabildo y a aquellos nombrados por éstos, es decir, a todos los que tenían a su cargo el buen

funcionamiento de la administración colonial en sus diversas formas.245 El análisis de este

segundo juicio permitirá apreciar cómo la Corona mantenía su dominio y control sobre las

instituciones administrativas y judiciales locales a través del continuo examen de los distintos

funcionarios que tenían a su haber el funcionamiento del aparato administrativo y judicial

colonial. Además, se podrá apreciar el comportamiento de los distintos oficiales reales y del

cabildo en el ejercicio de sus cargos.

En manera alguna pretendo hacer un análisis del juicio de residencia como

institución (aparte de las generalidades ya expuestas).246 Más bien, esta fuente documental

(mecanismos de control) será la excusa para abordar el ejercicio del poder por parte del

sector político colonial visto a través del ejercicio de sus oficios.

244 Residencias de Diego de Villalobos, tesorero, Antonio Sedeño, contador, y Baltasar de Castro, factor,
oficiales reales de la isla de Puerto Rico, por el licenciado Lucas Vázquez de Ayllón, 1524-1528. AGI, Jus. 48,
núm. 1, ramos 1-3 y núm. 2, ramos 1-6. (9 piezas)
245 “Residencia de Pedro Moreno y demás oficiales de la isla de Puerto Rico, por el licenciado Antonio de la

Gama, 1528-1629”. AGI, Jus. 51, núm. y núm. 2.


246 Para un conocimiento más particular de la dinámica de los juicios de residencia celebrados en Puerto Rico

remito al lector a los siguientes trabajos: Vicente Murga Sanz, El juicio de residencia: instrumento de
control democrático. El juicio de residencia del licenciado Sancho Velázquez, 1519-1520. Santander:
Aldus, 1957; María Isabel Beato Díaz, Sancho Velázquez y su período de gobernación, 1514-1519, vistos a
través de su juicio de residencia. Tesis de maestría presentada al Departamento de Historia del Recinto de
Río Piedras de la U.P.R., 1996; Aida R. Caro Costas, El juicio de residencia a los gobernadores de Puerto
Rico en el siglo XVIII. San Juan: I.C.P., 1978; Francisco Moscoso, Juicio al gobernador: episodios
coloniales de Puerto Rico, 1550. Río Piedras - Hato Rey: Decanato de Estudios Graduados e Investigación,
R.R.P., U.P.R. - Publicaciones Puertorriqueñas, Inc., 1998; Luis E. González Vales, “El juicio de residencia
como documento histórico”. Op. Cit., Boletín del C.I.H., U.P.R., núm. 2, 1986-87, pp. 67-89.

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2. El juicio de residencia al teniente de gobernador y demás oficiales del cabildo
por el licenciado Antonio de la Gama, 1528-1529

Una vez Pedro Moreno deja la tenencia de la gobernación en mayo de 1522, será el

obispo de Puerto Rico, don Alonso Manso y luego el bachiller Pedro Gasque, quienes

ocuparán la tenencia de la gobernación por don Diego Colón. En algún momento de 1525,

Pedro Moreno es nombrado nuevamente teniente de gobernador por don Diego Colón en la

Isla. Al parecer las capacidades que exhibía Moreno lo hicieron merecedor de este nuevo

nombramiento por el virrey.

Tres años después, en 1528, se despacharon dos Instrucciones al licenciado Antonio de

la Gama para ir a la isla de San Juan en calidad de juez de residencia.247 En la primera

instrucción, con fecha del 5 de junio de 1528, se disponía un plazo de sesenta días para

practicarle la residencia al teniente de gobernador Pedro Moreno, a los oficiales reales y

demás funcionarios de los dos cabildos existentes en la Isla, el de la ciudad de Puerto Rico y

el de la villa de San Germán. El licenciado De la Gama debía proceder conforme a la “ley

hecha en Toledo” (1480) y a los Capítulos de jueces de residencia (1500), y debía hacerlos

públicos. El juicio debía incluir la pesquisa secreta y las demandas públicas. He aquí un breve

resumen de esta primera Instrucción:248

247 En los años 1527 y parte de 1528, el licenciado Antonio de la Gama se encuentra en Madrid para responder
a los cargos del juicio de residencia que le celebró el licenciado Lucas Vázquez de Ayllón -de cuyo juicio no he
encontrado ningún documento- y para atender las reclamaciones que le hacen los herederos de Andrés de
Haro, por haber dispuesto de los bienes de éste para pagar algunas deudas que había dejado. Llegó a la Isla el
25 de noviembre de 1528 y se encontró con que los franceses quemaron la villa de San Germán y “quemaron
su casa e libros e cuanto en ella tenía, pues no hubo lugar más de se ir la mujer e hijos huyendo” (Patronato
176, ramo 19). Vicente Murga Sanz, El juicio de residencia: instrumento de control democrático. El
juicio de residencia del licenciado Sancho Velázquez, 1519-1520. Santander: Aldus, 1957, pp. CII-CXVIII.
248 Vicente Murga Sanz, Cedulario Puertorriqueño III (1526-1528), cédula 252, pp. 252-411.

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1ro. Que se informe de qué manera Pedro Moreno y sus oficiales han usado y
ejercido sus oficios.
2do. Que se informe si han visitado los términos de la ciudad de Puerto Rico y
de la villa de San Germán.
3ro. Que haga pregonar que si alguno tiene queja de ellos para que se
presenten a denunciarlo.
4to. Que haga la residencia secreta conforme a los capítulos de los jueces de
residencia.
5to. Que haga información acerca de los regidores y de cómo han usado de sus
oficios.
6to. Que haga información acerca de los escribanos y de cómo han usado de
sus oficios.
7mo. Que haga pregonar que si alguno tiene queja de los regidores, oficiales y
escribanos que se presenten a denunciarlo.
8vo. Que se informe acerca de las penas de cámara y de cómo se han usado.
9no. Que se informe acerca de las cuentas de los propios y rentas y
repartimientos que se han hecho y cómo se han gastado.
10mo. Que le tome las cuentas al tesorero, factor, contador y veedor.
11mo. Que se informe acerca de si se han hecho fundiciones secretas y sobre las
perlas y otras cosas que ha habido en la hacienda real.
12mo. Que se informe acerca de si han guardado las instrucciones y provisiones
que se les han dado y enviado.

En la segunda instrucción, fechada el 17 de junio de 1528, se le ordenaba al

licenciado De la Gama ser conciso en las averiguaciones, “abreviar los procesos”, no perder

tiempo con “lo superfluo” y “preguntar lo substancial”.249 Hay que recordar que el licenciado

De la Gama tenía experiencia en tomar residencias en Puerto Rico, pues fue él quien se la

tomó al gobernador Sancho Velázquez en 1519.250

La residencia dio comienzo el 1 de diciembre de 1528 en la ciudad de Puerto Rico

con el pregón de la misma “en las cuatro calles” según dictaban las leyes. Así mismo, fue

pregonada en la villa de San Germán, en las minas y en las estancias de la Isla para que nadie

pudiese argüir que no tenía conocimiento de la misma y sobre todo, para que todo aquel que

249Ibid., cédula 303, pp. 456-458.


250 Vicente Murga Sanz, El juicio de residencia: instrumento de control democrático. El juicio de
residencia del licenciado Sancho Velázquez, 1519-1520. Santander: Aldus, 1957. María Isabel Beato Díaz,
Sancho Velázquez y su período de gobernación, 1514-1519, vistos a través de su juicio de residencia.
Tesis de maestría presentada al Departamento de Historia del Recinto de Río Piedras de la U.P.R., 1996.

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tuviese alguna queja contra alguno de los residenciados fuera en persona a poner demanda

pública ante del licenciado De la Gama dentro del límite de tiempo establecido para ello.

Recordemos la importancia que tenía el que todo el pueblo estuviese bien enterado del

comienzo de la residencia, pues todos los oficiales reales cesaban en sus funciones y sería en

la persona del licenciado De la Gama en donde se concentrarían todas las varas de justicia.

Estas diligencias preliminares se realizaron en la ciudad de Puerto Rico y sus términos entre

los días 1 al 16 de diciembre de 1528 y en la villa de San Germán y sus términos entre los

días 9 al 31 de diciembre del mismo año.251

El licenciado De la Gama gobernaría la Isla mientras estuviese realizando la

residencia en virtud de la petición que el rey le hiciera a la virreina doña María de Toledo

para que le nombrase como teniente de gobernador mientras éste ejercía como juez de

residencia en Puerto Rico y con el salario correspondiente.252 A su vez, durante los 60 días

que habría de durar la residencia, el juez contaría con la inestimable colaboración de

Bartolomé de Ayala, escribano de su majestad nombrado para asentar la residencia. Sobre el

nombramiento y el salario que llevaría el escribano no poseemos datos, pero lo más probable

es que haya corrido a costa de la Real Hacienda. Ambos funcionarios acometerán la

realización de la residencia a toda la elite política de la Isla: al teniente de gobernador, a los

alcaldes, alguaciles, regidores, escribanos, procuradores y fieles ejecutores del concejo: es

decir, al teniente de gobernador y a los integrantes de los dos cabildos existentes en la Isla.

Luego de las diligencias preliminares el juez De la Gama comenzará la recepción de

los testigos que habrían de contestar a todas y cada una de las preguntas que se les hiciese

251 En la villa de San Germán fue pregonada por Francisco Hernández, pregonero público de la villa. AGI, Jus.
51, núm. 1, fols. 1-13v // AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 1-12v.
252 Vicente Murga Sanz, Cedulario puertorriqueño III (1526-1528), cédula 253, pp. 411 (5 junio 1528). Sobre

otros salarios que llevó el licenciado De la Gama como juez de residencia, véase Jalil Sued Badillo, El Dorado
borincano: La economía de la conquista, 1510-1550. San Juan, Puerto Rico: Ediciones Puerto, 2001, pp.
420-421.

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sobre cada funcionario. Para ello se realizaron varios interrogatorios, cada uno de ellos según

la naturaleza de los oficios; así, se confeccionaron cuatro interrogatorios: uno para el examen

del teniente de gobernador, los alcaldes y los alguaciles, otro para el examen de los regidores,

otro para el examen de los escribanos y el último para el examen de los procuradores y fieles

ejecutores. Estos interrogatorios, amén de las respuestas, nos dan de entrada valiosa

información sobre los deberes, funciones y la manera en que debían ejercer sus oficios,

además de todo aquello que le interesaba a la Corona saber, controlar y castigar. A partir de

aquí es que propongo examinar el ejercicio del poder local, es decir, a partir de esta

residencia (mecanismo de control) podré mostrar -más que demostrar- cómo la Corona

ejercía su pleno control sobre las actuaciones de los distintos oficiales reales, además de

verlos a ellos mismos en el ejercicio de sus oficios.

a. El teniente de gobernador Pedro Moreno

Como ya he señalado, Pedro Moreno era el teniente de gobernador por don Diego

Colón cuando el licenciado De la Gama fue nombrado como juez de residencia en la Isla en

1528. Pedro Moreno, era vecino de Cogolludo253 e hijo de Juan Moreno y de María Moreno,

vecinos de Carrascosa, tierra del Marqués de Cañete.254 Llegó a la Isla hacia 1511 muy

recomendado a Ponce de León con el oficio de Teniente de la Escribanía de Minas, que

disfrutaba para todas las Indias el secretario real Lope de Conchillos255, y con el cargo de

administrar los doscientos indios y el cacique que por merced real tenía Lope de

253 Cogolludo es una villa ducal que perteneció a la Orden de Calatrava, en la moderna Provincia de Guadalajara
(en la actual Castilla la Mancha). Su nombre deriva de piña o cogollo, debido a lo apretado del antiguo caserío.
254 AGI, Contratación 5536, libro 1, fol. 45 (17 de febrero de 1511). Catálogo de pasajeros a Indias, vol. I

(1509-1534). Sevilla, España: Imprenta Editorial de la Gavidia, 1940.


255 Vicente Murga Sanz, Cedulario puertorriqueño I (1505-1517), cédula 49, pp. 27-28 (11 de abril de 1510).

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Conchillos256. Llegó también con merced para cien indios, solar y tierras y permiso para pasar

dos yeguas, además de la vecindad concedida.257 Estos oficios inducen a José Julián Acosta a

creer que Pedro Moreno había sido en España hombre entendido en papeles.258 Y así

parecía ser, pues según Joan de Betanzos, “los pleytos que ante el pendian (sic) fazia justiçia e

que para no ser letrado veya que determinaba los pleytos bien e retamente”.259

En 1511, poco después de su llegada a Caparra, desempeñó el cargo de procurador a

corte de la Isla, representando el bando contrario a don Diego Colón, a la vez que le vemos

defender, como apoderado de Juan Ponce de León, los intereses de éste y sostener sus

derechos en la residencia que le tomaba el licenciado Sancho Velázquez.260 Además, en otras

ocasiones había sido procurador de Ponce de León en asuntos más de índole privado, como

cuando reclamó en nombre de aquél varias casas que tenía en Higüey.261 Al regresar Pedro

Moreno de España en 1512, donde ya dije que se encontraba como procurador de la Isla y

de Ponce de León, trajo consigo a su esposa doña Isabel de Cárdenas, hija de Alonso

Rodríguez y de Leonor Zebrina, y a otros clientes.262

256 Ibid., cédula 50, pp. 28-29 (11 de abril de 1510).


257 Ibid., cédula 51, p. 29 (11 de abril de 1510); cédula 52, p. 29-30 (11 de abril de 1510); y cédula 53, p. 30 (11 de
abril de 1510).
258 Fray Íñigo Abbad y Lasierra, Historia geográfica, civil y natural de la Isla de Puerto Rico. Edición

anotada y continuada por José Julián Acosta y Calbo. San Juan: Imprenta y Librería de Acosta, 1866, p. 112
259 AGI, Jus. 51, núm. 1, fol. 70. “Declaración de Joan de Betanzos a la segunda pregunta del interrogatorio, 21

enero 1529”.
260 Vicente Murga Sanz, Juan Ponce de León, Río Piedras, Puerto Rico: Editorial de la U.P.R., 1971, pp. 75-

80.
261 Vicente Murga Sanz, Cedulario puertorriqueño I (1505-1517), cédula 177, pp. 103-104 (9 de abril de

1511).
262 AGI, Contratación 5536, libro 1, fol. 125 (17 febrero 1512). Catálogo de pasajeros a Indias, vol. I (1509-

1534). Sevilla, España: Imprenta Editorial de la Gavidia, 1940. En este asiento se consigna que Pedro Moreno
es hijo de Juan Moreno y de Elvira Rodríguez, vecinos de los Santos de Maimona (municipio de Extremadura);
como se verá, el nombre de la madre y el lugar de procedencia de sus padres difieren de lo consignado en el
asiento anterior: “Hijo de Juan Moreno y de Elvira Rodríguez, vecinos de los Santos de Maimona; doña Isabel
de Cárdenas, su mujer, hija de Alonso Rodríguez y de Leonor Zebrina; Pedro Ramos, vecino de Usagre, hijo de
Juan Ramos; Yuste, hijo de Yuste Hernández, vecino de Usagre; Pedro, natural de Toledo, hijo de Pedro
Matute y de Teresa Rodríguez; Juan Gallego, natural de Villafranca, hijo de Pedro Gallego y de Teresa de
Villafranca; Rodrigo de Ovando, negro, horro; San Martín, natural de Medellín, hijo de Pedro de San Martín y
de Juana González; y Pedro, indio, su criado”.

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Fue alcalde ordinario en el cabildo de la ciudad de Puerto Rico en dos ocasiones, en

1516 y en 1519, y como tal toma parte en el información que realizara el licenciado Rodrigo de

Figueroa sobre el traslado de la ciudad a la isleta.263 En 1518 había sido nombrado visitador

de indios264 y en 1519 desempeñó, junto a Hernando de Mogollón, la tesorería de forma

interina por muerte de Andrés de Haro265. En 1520 fue nombrado teniente de gobernador

por don Diego Colón, quien a la sazón visitaba la Isla.266 Según consta en los documentos

examinados, Pedro Moreno ya era teniente de gobernador el 17 de mayo de 1520 267, siendo

al mismo tiempo tesorero interino junto a Mogollón, cargo que desempeñaron por lo menos

hasta el 6 de octubre de 1520.

En mayo de 1523 don Diego Colón designó al obispo Alonso Manso como

gobernador interino de la Isla sustituyendo a Pedro Moreno, para darle a éste la oportunidad

de completar el traslado de la villa de Caparra a la isleta.268 Aunque, la mayor parte de los

investigadores coinciden en que la designación del obispo respondía a un intento de don

Diego por poner orden en la administración de la Isla, que se caracterizaba por los sucesivos

pleitos y riñas entre los oficiales reales.269

263 Cayetano Coll y Toste, Boletín histórico de Puetro Rico, vol. III. San Juan, Puerto Rico: Tip. Cantero,
Fernández y Co., 1916, pp. 82.
264 Jalil Sued Badillo, Minería y sociedad: San Juan de Puerto Rico durante la primera mitad del siglo

XVI. Tesis Doctoral, Universidad de Sevilla, España, 1989, p. 162.


265 Aurelio A. Tanodi, “Cargo a Pedro Moreno y Hernando de Mogollón, depositarios del oficio de tesorero; les

tomó las cuentas el contador Francisco Velázquez, contador de cuentas en la isla por S.M, por el tiempo que
poseyeron dicho cargo, desde el 23 de abril de 1520 hasta el 6 de octubre de 1520”. CIH - Colección de
Transcripciones: Documentos de la Real Hacienda transcritos por Aurelio Tanodi, 1 (1.9.1-1.9.5), pp. 65-74.
266 Hago notar que según el Dr. Cabrera, Pedro Moreno fue designado gobernador de la Isla, por don Diego

Colón, el 15 de marzo de 1521, pero no señala fuente documental alguna que sustente la información ofrecida.
Gilberto R. Cabrera, Puerto Rico y su historia íntima, 1500-1996 - Tomo I. San Juan, Puerto Rico:
Academia Puertorriqueña de la Historia - Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 1997, p.
95.
267 Aurelio A. Tanodi, “Cuentas tomadas a Villalobos, firmadas por Francisco Velázquez”. CIH - Colección de

Transcripciones: Aurelio Tanodi, 1 (1.13.2), p. 114.


268 Gilberto R. Cabrera, op. cit., p. 102.
269 Véase por ejemplo: Juan Augusto Perea y Salvador Perea, Revista de Historia de Puerto Rico, vol. 1,

núm. 4, febrero 1944, pp. 270-271; y Vicente Murga Sanz y Álvaro Huerga, Episcopologio de Puerto Rico,
Tomo I - D. Alonso Manso: primer obispo de América, 1511-1539. Ponce, Puerto Rico: Universidad
Católica de Puerto Rico, 1987.

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El algún momento de 1524 don Diego designó nuevamente a Pedro Moreno como

su teniente de gobernador en la Isla y permanecerá en el cargo hasta el 1 de diciembre de

1528. Pedro Moreno, uno de los primeros pobladores, se avecindó en la Isla y murió en ella,

dejando como heredera a una hija, doña Catalina Moreno.270 Le substituye en la tenencia de

la gobernación el licenciado Antonio de la Gama, desde el inicio de la residencia el 1 de

diciembre de 1528 hasta enero 1530, cuando don Luis Colón nombra a Francisco Manuel de

Lando como su teniente de gobernador en la Isla. Pedro Moreno muere por junio de 1529.

El licenciado De la Gama confeccionó un interrogatorio de 27 preguntas para

examinar la labor en el oficio desempeñado por Pedro Moreno en su segundo término como

teniente de gobernador, y las que contestarían los testigos llamados tanto en la ciudad de

Puerto Rico como en la villa de San Germán.271 Estas preguntas podrían clasificarse según

los siguientes temas: generales de la ley, administración de justicia, defensa de la jurisdicción

real, mantenimiento del orden moral establecido (castigo de los pecados públicos), dádivas y

cohechos. (Véase Apéndice XV)

Para la pesquisa secreta en la ciudad de Puerto Rico, serán llamadas a declarar 32

personas de diversos géneros, edades y condiciones. Como podemos observar por el

Cuadro 3.1, 17 personas serán testigos de cargo, es decir, que sólo contestarán, “si saben”, a

cada pregunta del interrogatorio; 11 serán llamadas a declarar solamente como testigos de

averiguación, es decir, que sólo ofrecerán información sobre alguna o algunas preguntas

únicamente, eximiéndoseles de contestar a todo el interrogatorio; 3 serán llamadas como

testigos de cargo a la misma vez que como testigos de averiguación; y 1 será llamada una vez

como testigo de cargo y 2 veces como testigo de averiguación. En suma, de los 32 testigos en

270 AGI, Santo Domingo 2280, fols. 121v-122. “A los oficiales de la isla de San Juan para que favorezcan y
ayuden a una hija de Pedro Moreno; Segovia - R.C. del 9 de septiembre de 1532:”.
271 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 14-17v // AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 13-17. “Interrogatorio de la pesquisa
secreta”.

120
total resultarán 37 declaraciones: 21 declaraciones a todo el interrogatorio y 16 declaraciones

de averiguación.

Cuadro 3.1

Testigos de la pesquisa secreta del juicio de residencia


de Pedro Moreno en la ciudad de Puerto Rico, 1528-1529.

Testigos Declaraciones

17 Cargo c/u (17)


11 Averiguación c/u (11)
3 Cargo y averiguación c/u (6)
1 Cargo, averiguación, averiguación (3)

Totales ► 32 37 (21 cargo + 16 averiguación)


Porcentajes ► 57% cargo + 43% averiguación=100%

En la villa de San Germán, como se muestra en el Cuadro 3.2, serán menos las

personas llamadas a declarar sobre el buen uso que dio Pedro Moreno a su oficio. Serán 24

los testigos y de éstos: 9 serán de cargo; 10 de averiguación; 2 de cargo y averiguación; 2 de

cargo que regresan a abundar a una pregunta; y 1 de cargo, de averiguación y que regresa a

abundar a una pregunta en particular. En suma, tendremos 30 declaraciones: 14 de cargo, 13

de averiguación y 3 que abundan en una pregunta.

121
Cuadro 3.2

Testigos de la pesquisa secreta del juicio de residencia


De Pedro Moreno en la villa de San Germán, 1528-1529.

Testigos Declaraciones

9 Cargo c/u (9)


10 Averiguación c/u (10)
2 Cargo y averiguación c/u (4)
2 Cargo y regresa a abundar a la 8va (4)
1 Cargo, averiguación y regresa a abundar a la 8va (3)

Totales ► 24 30 = (14 cargo + 13 averiguación +


3 abundan en la 8va)
Porcentajes ► 47% cargo + 43% averiguación +
10% abundan en la 8va = 100%

Los testigos de averiguación serán llamados a contestar, principalmente, las

preguntas 8 y 10 del interrogatorio, que son las que versan sobre la moral y los pecados

públicos, aunque también varios testigos de averiguación serán llamados para aclarar otros

asuntos, como puede verse en el Cuadro 3.3 para el caso de la ciudad de Puerto Rico.

122
Cuadro 3.3

Declaraciones de averiguación en la pesquisa secreta


del juicio de residencia de Pedro Moreno
en la ciudad de Puerto Rico, 1528-1529.

Declaraciones Preguntas Porcentaje

3 2da 18%
1 7ma 7%
1 2da y 7ma 7%
2 8va 12%
7 8va y 10ma 44%
2 15ta 12%
16 declaraciones 100 %
◄ Totales ►

Al igual que el la ciudad de Puerto Rico, la mayor parte de los testigos de

averiguación en la villa de San Germán serán llamados a contestar las preguntas 8 y 10 del

interrogatorio, que como ya he señalado anteriormente, son las que tratan sobre la moral y

los pecados públicos, como se muestra en el Cuadro 3.4. De hecho, la mayor cantidad de

respuestas que ofrecerán los testigos de cargo en ambas pesquisas secretas contra el teniente

y los alcaldes y alguaciles, serán a las preguntas ocho y diez, como se verá en su momento.

123
Cuadro 3.4

Declaraciones de averiguación en la pesquisa secreta


del juicio de residencia de Pedro Moreno
en la villa de San Germán, 1528-1529.

Declaraciones Preguntas Porcentaje

3 2da 23%
3 2da y 8va 23%
1 7ma 8%
4 8va 31%
2 15ta 15%

13 declaraciones 100 %
◄ Totales ►

La Corona, deseosa por mantener sus posesiones indianas bajo control, echará mano

de los juicios de residencia para informarse, controlar, reprender y castigar. Serán los jueces

de residencia y los mismos vecinos las herramientas que utilizará para llevar a cabo tal deseo.

Sin las informaciones que ofrecen los testigos, al licenciado De la Gama se le hubiese hecho

casi imposible examinar el uso que los distintos oficiales le venían dando a sus oficios.

Sobre el ejercicio de Pedro Moreno en el cargo de teniente de gobernador, la mayoría

de los testigos declaran que en general usó bien y fielmente de su oficio. A juzgar por los

cargos que le imputó el juez De la Gama el 28 de enero de 1528, nada de gravedad había

hecho el teniente mientras ejerció el cargo. Fueron siete los cargos que le imputó el juez: 1ro,

no cumplió con una cédula, presentada por el contador Miguel de Castellanos, que le

ordenaba hacer la ejecución de los de los bienes de Tomás de Castellón, ya difunto272; 2do,

favoreció a Francisco de Consuegra en ciertas diferencias que tuvo éste con Pedro de Mata

272 AGI, Jus. 51, núm. 1, fol. 126v.

124
(inclusive Consuegra acuchilló a Mata) y estuvo mucho tiempo sin entender en ello273; 3ro,

consintió y dio lugar para que se echaran repartimientos y sisas en las carnes y averías en las

mercaderías, pasando de los tres mil maravedíes que las leyes disponen, no teniendo licencia

del rey para ello274; 4to, “no procedió ni entendió en castigar a Rodrigo Ortiz siendo a ello

obligado, antes lo disimuló muchos días por ser Ortiz amigo y allegado suyo, el cual por la

mucha amistad y confianza que en él tenía se presentó a la cárcel ante el teniente Pedro

Moreno, el cual estuvo en la cárcel ciertos días sin ningunas prisiones y después el teniente le

condenó en un año de destierro de la ciudad habiéndolo de condenar a pena de muerte”275;

5to, permitió que jugasen y hubiesen amancebados, pues disimulaba los pecados públicos y

aun jugaba él muchas veces y diversas debiéndolo estorbar y prohibir276; 6to, penó a Isabel

Hernández en 15 peso de oro por amancebamiento no pudiendo condenarla en más de un

marco de plata y también penó a Catalina de Salamanca, diciendo que era manceba de un

casado, en un marco de plata sin darle pena de destierro277; y 7mo, no puso arca para poner

los procesos ni tampoco puso los Capítulos de Corregidores de manera que todos tuvieran

conocimiento de ellos278.

Cada uno de los siete cargos anteriores resume bastante bien las obligaciones del

teniente de gobernador. Primero, debía cumplir y hacer cumplir todas las cédulas,

provisiones, instrucciones, etc. que enviara la Corona; segundo debía administrar la justicia

de forma imparcial y proteger la jurisdicción real; tercero, no podía ni debía permitir que se

aplicasen sisas o averías, que sobrepasasen las cantidades permitidas, sin el consentimiento

real; cuarto, debía castigar los pecados públicos y velar por la moral establecida; y quinto,

273 AGI, Jus. 51, núm. 1, fol. 126v.


274 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 126v-127.
275 AGI, Jus. 51, núm. 1, fol. 127.
276 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 127-127v.
277 AGI, Jus. 51, núm. 1, fol. 127v.
278 AGI, Jus. 51, núm. 1, 128.

125
debía disponer de toda la documentación oficial de manera eficaz y ordenada (por ello el arca

de las tres llaves) y tener a la vista todos los aranceles y normativas vigentes. Estas

obligaciones se ajustan perfectamente a los temas de las preguntas del interrogatorio de la

pesquisa secreta que propuse algunas páginas atrás. Además, nos dan una idea de lo que la

Corona buscaba saber y lo que deseaba controlar así como de la gestión del teniente de

gobernador en su cargo.

El teniente Pedro Moreno efectuó su descargo entre los días 1 al 10 de febrero de

1529.279 Primeramente, el día 3 de febrero, contestó a cada uno de los siete cargos.280 Luego,

el día 4 de febrero se examinaron los diez testigos que presentó el teniente para que

respondiesen al interrogatorio de 20 preguntas que había preparado para su descargo.281

Finalmente, entre los días 5 al 10 de febrero presentó el teniente varios documentos

probatorios.282 Veamos brevemente cada uno de los asuntos por los que se le imputó cargos

al teniente y sobre los que realizó su descargo.

1. Sobre la obediencia a la Corona

Era más que obvio el acatamiento que debían tener los oficiales reales en cuanto a

todas las órdenes y disposiciones que viniesen de la Corona. El primer cargo imputado a

Pedro Moreno versa principalmente sobre este mismo asunto: la obediencia debida a la

Corona; en este caso, sobre el cumplimiento de una real cédula. En su descargo, el teniente

dijo que sí cumplió con la cédula real pero que fue el contador Miguel de Castellanos el que

279 AGI, Jus. 51, núm. 1, fol. 129. El licenciado De la Gama le otorgó a Pedro Moreno seis días para que
presentase su descargo y probanzas. Pedro Moreno se presentó ante el juez el 1 de febrero de 1529 y le solicitó
una prórroga de tres días más para realizar su descargo.
280 AGI, Jus. 51, núm. 128v-136.
281 Descargo de Pedro Moreno. Interrogatorio: AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 136-140v. Declaraciones de los

testigos de descargo: AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 145-172.


282 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 172-199.

126
no fue diligente en averiguar la cuenta debida al rey (10 mil castellanos) por los herederos de

Castellón. El contador no quiso ir a la casa de Su Majestad a llevar los libros de cuentas

porque tenía diferencias con el tesorero Blas de Villasante. El teniente le exigió entonces al

contador que fuera a su casa a llevar los libros so pena de ponerle grillos. A esto, el contador

accedió ir a la casa del teniente y ahí se vio el desconcierto que había en las cuentas y la

inhabilidad del contador Castellanos. Entonces, el teniente nombró a Martín Fernández para

que asistiera a las cuentas. Pedro Moreno tuvo que recurrir a las escrituras de los escribanos y

con la ayuda de otros hizo las cuentas, demostrando la ineptitud del contador.283 Pedro

Moreno fue absuelto de este cargo al demostrar eficientemente su buen proceder en este

asunto.284

2. Sobre la administración de la justicia

Los dos cargos imputados al teniente Pedro Moreno, según los cuales dejó de

administrar justicia, tienen que ver directamente con “favores” que concedía Pedro Moreno

en virtud de cierta amistad que tenía con algunos imputados de delitos graves. El segundo

cargo está, como ya vimos, relacionado con la pugna entre Pedro de Mata y Francisco de

Consuegra. Pero antes de ver lo que tenía que decir Pedro Moreno sobre este asunto,

dejemos que Pedro de Mata nos cuente su versión.285

283AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 131-131v.


284 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 199v-201v. “Sentencia contra Pedro Moreno, teniente de gobernador, 11 de
febrero de 1529”.
285 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 74v-77v. “Declaración de Pedro de Mata a la segunda pregunta del

interrogatorio”.

127
Al parecer, Mata y Consuegra tenían una compañía en la que el primero ponía una

cuadrilla de negros para que trabajasen en la minas mientras el segundo la administraba.286

En algún momento, Pedro de Mata nombra a terceros para que tomen las cuentas de lo

granjeado. Los terceros averiguaron como quisieron y les pareció, sin hacer juramento ni

solemnidad como en tal caso se requería. De este proceder de los terceros Pedro de Mata se

agravió mucho porque le engañaban en las cuentas y aun le decían los terceros que más se le

agraviaría porque Francisco de Consuegra estaba perdido y no tenía con qué pagar lo que se

le alcanzase y que la pérdida cabría mejor en él que en Consuegra, porque tenía más que él.

Finalmente Pedro de Mata, viéndose agraviado en las cuentas en mucha cantidad de

maravedíes, fue a donde Pedro Moreno y le dijo y le requirió que nombrara terceros y

personas que volviesen a tomar las cuentas sobre juramento que les tomase para que le

desagraviasen. A la sazón, Pedro Moreno tenía en su casa y hacienda a Consuegra y bebía

con él. El teniente respondió al requerimiento que le hiciera Mata mostrando favorecer a

Consuegra.

Las cuentas se volvieron a tomar ante Francisco Manuel de Lando y Diego de

Villareal, los mismos de antes, que ahora las querían acabar puesto que no las habían

terminado aun y estando presente los interesados. Por diferencias en las cuentas, Consuegra

se levantó y se despidió de los contadores, más yéndose tomó su espada y le tiró una

cuchillada a Pedro de Mata que estaba en la puerta. Le cortó una capa por muchas partes y si

Mata no desviara un poco el brazo, también se lo hubiera cortado. Al instante Consuegra

salió huyendo al hospital.

286Nótese esta modalidad de “sociedad” minera muy poco estudiada en nuestra historiografía. Acerca de las
modalidades de financiamiento de la minería del oro y sobre la organización del trabajo minero en cuadrillas,
véase Jalil Sued Badillo, El Dorado borincano: La economía de la conquista, 1510-1550. San Juan, Puerto
Rico: Ediciones Puerto, 2001, pp. 275-285 y 310-338.

128
Inmediatamente Pedro de Mata cuenta lo sucedido al teniente Pedro Moreno y éste

mandó a prender a Consuegra antes de que se fuese de la Isla, dándole el mandamiento al

alguacil Miguel de Aguilar, el cual fue a buscar a Consuegra pero no lo pudo prender.

Después, intervinieron entre Consuegra y el teniente Pedro Moreno, al parecer sobre una

deuda que el primero tenía con el segundo, Soto de Buenaventura y Diego Ruiz de Barrasa,

diciéndole ambos al teniente que ellos aseguraban la deuda que Consuegra le debía, que eran

unos 60 pesos, y que repusiese el mandamiento que contra él había dado y no le mandase

prender, que ellos averiguarían las cuentas entre él y Pedro de Mata. Después de esto no

apareció el mandamiento contra Consuegra nunca más. A todo esto, Consuegra siempre

entendía en la hacienda y minas del teniente Pedro Moreno y éste nunca le castigó por lo que

había hecho a Pedro de Mata.

Posteriormente, Pedro de Mata le habló al teniente para que hiciese parecer y venir a

Consuegra para acabar de averiguar las cuentas pero Pedro Moreno, mostrando favorecer a

Consuegra, le dijo a Pedro de Mata que si sólo quería fenecer las cuentas lo traería, a lo que

Pedro de Mata le contestó que sólo quería cobrar su hacienda, que de lo demás no se

quejaría. Entonces, Pedro Moreno hizo venir a Consuegra a su misma casa para dar fin a las

cuentas. El teniente trajo a los mismos contadores y terceros anteriores, a lo que Pedro de

Mata llegó con un requerimiento hecho y con el escribano Alonso de Cáceres, mediante el

cual pedía al teniente nombrase otros terceros que no fueran ninguno de los anteriores. A

esto Pedro Moreno, con mucha furia, dijo que no quería nombrar otros terceros, en lo que

mostró favorecer a Consuegra. Entonces, el teniente se volvió a Consuegra y le dijo: “mirad

vos, pues venistes debaxo de my palabra... y guardaos que no os prendan”. Inmediatamente

Consuegra se va del lugar.

129
Pedro de Mata se quejó de todo esto ante Fernando de la Fuente, que le ayudaba por

letrado. Finalmente, Pedro de Mata dio por perdidos más de 70 pesos y acusó a Pedro

Moreno de no hacer justicia, pues después de cobrar sus 60 pesos (los que le debía

Consuegra) no le hizo justicia a él.

Sobre todo este asunto ya se dijo cómo el licenciado De la Gama le imputó un cargo

al teniente por no hacer justicia a Pedro de Mata y favorecer a Consuegra. En su descargo

sobre este particular, el teniente contestó que hizo información de la querella entre Mata y

Consuegra. Mandó al alguacil mayor y a su teniente que prendieran a Consuegra, pero éste se

retrajo en la iglesia y de allí se fue y estuvo ausente. Luego, vio cómo Mata y Consuegra se

hicieron amigos nuevamente. Días después, Consuegra se presentó en la cárcel y el teniente

le sentenció a hacer una mesa, un banco y cadenas, más costas, por haber sacado la espada

contra Mata. También le condenó en perdimiento de las armas. Luego de cumplida la pena,

Moreno le dio trabajo a Consuegra en su estancia en Onibón porque no tenía qué hacer y le

pagó por su trabajo.287 Después de vistas las informaciones sobre este asunto, el licenciado

De la Gama resolvió absolver a Pedro Moreno de este cargo.

El segundo caso debido al cual al teniente Pedro Moreno se le formulará un cargo

por dejar de administrar justicia, está relacionado con el proceso criminal que el teniente

Pedro Moreno realizó entre el 28 de julio y el 2 de noviembre de 1528 contra Rodrigo Ortiz,

acusado de dar muerte al negro horro Francisco Gutiérrez.288 Este proceso, íntegramente

acumulado en el juicio de residencia por orden del licenciado De la Gama, podemos

287AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 131v-132. “Descargo de Pedro Moreno, 3 de febrero de 1529”.
288AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 106v-126. “Proceso contra Rodrigo Ortiz por dar muerte al negro horro
Francisco Gutiérrez, 28 de julio de 1528”. Este proceso criminal contra Rodrigo Ortiz fue acumulado el 26 de
enero de 1529 en el juicio de residencia de Pedro Moreno por el licenciado Antonio de la Gama como
“documento probatorio”. El mismo ameritaría un análisis minucioso, pero aquí sólo me interesa el seguimiento
que el teniente hizo del mismo.

130
resumirlo según la declaración de Sancho del Castillo a la séptima pregunta del interrogatorio

de la pesquisa secreta.289

Según nos cuenta Sancho del Castillo, era más que sabido que Rodrigo Ortiz dio

varios azotes al negro horro Francisco, hijo de Catalina Gutiérrez, negra que vivía en

Cubagua. Los hechos ocurrieron en la estancia de Rodrigo Ortiz, que estaba ubicada hacia

las minas viejas. Francisco murió a causa de los golpes recibidos. Una vez fue mandado a

prender, Rodrigo Ortiz anduvo prófugo, aunque se decía que Pedro Moreno no lo quería

prender. Ortiz se retrajo en el monasterio de Santo Domingo y desde allí salía y se paseaba

por el pueblo. Viajó a Cubagua donde logró obtener el perdón de la madre del muerto,

aunque se decía que lo compró por 50 pesos de oro. Una vez regresó a la Isla, Ortiz se

presentó a la cárcel pero no le echaron prisiones. El teniente Pedro Moreno lo desterró un

año de la ciudad por el crimen cometido.290 Sobre este incidente, Sancho del Castillo oyó

decir a Martín Rodríguez de San Miguel que el teniente no procedía contra Ortiz “por ser su

pariente e allegado”. También escuchó a Gaspar Brizeño decir que “si el teniente quisiera lo

oviera prendido”.

Ante declaraciones como esta de Sancho del Castillo, el licenciado De la Gama

concluyó que hubo dilaciones en el proceso y que las mismas eran debidas a la amistad que

unía al teniente con Rodrigo Ortiz. En su defensa, Pedro Moreno dijo que si hubo dilación

en averiguar lo de Ortiz fue porque andaba con los alcaldes y regimiento de la Isla en

proveer todo lo necesario contra los ataques de los franceses, que a la sazón habían quemado

la villa de San Germán. Una vez hubo apaciguado a los vecinos de la villa, continuó con el

289 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols., 87-88. “Declaración de Sancho del Castillo a la séptima pregunta del
interrogatorio, 22 de enero de 1529”.
290 La pena de destierro podía variar según el delito cometido. En este caso a Rodrigo Ortiz sólo se le desterró

de la ciudad más no de la Isla; es decir, no podía entrar al término de la ciudad hasta cumplido el tiempo de la
pena. Realmente a esta pena no significaba gran cosa cuando el castigado vivía y trabajaba a las afueras de la
ciudad, como era el caso de Ortiz, que tenía su estancia hacia las minas viejas de Luquillo.

131
caso de Ortiz. Lo mandó prender pero los alguaciles no lo hallaron. Luego, Ortiz se presentó

en la cárcel con carta de perdón de Catalina Gutiérrez, madre del negro Francisco. Una vez

hecho el proceso, lo sentenció en la pena de destierro por un año de la ciudad porque la

muerte fue una fortuita.291

El licenciado De la Gama examinó el proceso, los testimonios de varias personas y

los mismos alegatos que en descargo había hecho Pedro Moreno y determinó lo siguiente: se

le condenó en el cuarto cargo a que “haga una calzada de piedra a su costa en una ciénaga

que está junto a Arroyo Hondo para que por ella vaya el camino derecho de la çabana sin

que vaya dando vueltas por el dicho Arroyo Hondo como agora van y salga de la una parte y

de la otra de la çienaga lo que fuere menester de la manera que esta hecho el paso de Aroyo

de las Pyedras la qual haga dentro de dos meses”.292

En los dos casos antes reseñados fue evidente la amistad que unía al teniente Pedro

Moreno con alguna de las partes implicadas en las disputas. Y evidentemente, dada su

función de justicia mayor de la Isla, el teniente pudo dilatar los procedimientos habituales

hasta el punto de sacar de apuros a sus “amigos”. El caso de Rodrigo Ortiz ameritaba la pena

de muerte, según señaló en su momento el mismo licenciado De la Gama; mientras que el

caso de Francisco de Consuegra ameritaba prisiones regias. En ambos casos se hizo justicia

lite: Consuegra fue multado y Ortiz se libró de la pena de muerte; pero Pedro de Mata se

quedó agraviado y la muerte del negro Francisco impune.

291 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 133-134. “Descargo de Pedro Moreno, 3 de febrero de 1529”. Véase también la
declaración de Francisco Gómez, estante, testigo de descargo presentado por Pedro Moreno el 4 de febrero de
1529: menciona que la villa de San Germán fue quemada por los franceses y que por ello se interrumpieron los
pleitos; AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 160v-162.
292 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 199v-201v. “Sentencia contra Pedro Moreno, teniente de gobernador, 11 de

febrero de 1529”.

132
3. Sobre sisas y repartimientos

Ya vimos en el Capítulo I como, al no tener propios ni la ciudad de Puerto Rico ni la

villa de San Germán, las sisas y los repartimientos se convirtieron en una excelente forma de

recaudar dinero para costear las necesidades inmediatas de los centros urbanos. Estas

recaudaciones tenían topes establecidos en ley y para sobrepasar de ellos se debía contar con

una autorización real. El tercer cargo que le formuló el licenciado De la Gama a Pedro

Moreno ya adelanté que fue por echar sisas y repartimientos en mayor cantidad de la

permitida en ley y sin contar con la debida autorización real para ello. En su descargo, el

teniente alegó que la sisa en la carne y el 1% sobre las mercaderías fue acordada por el

cabildo y por la mayoría del pueblo y mercaderes. El dinero se utilizaría para la calzada del

Puente de Aguilar y para la abertura que se hizo de la boca de Bayamón “por ser vías de las

estancias”. Dado que la ciudad no tenía propios ni rentas con qué hacer las obras, se acordó

esto con el pueblo y con los mercaderes. Una vez terminada las obras se acabó la sisa y el 1%

sobre las mercaderías.293

Vuelvo a insistir en el peso que tenían los mercaderes a la hora de decidirse si se

aplicaban tales impuestos o no. Contar con su apoyo y colaboración, dado el emergente

poder que representaban, era imprescindible para las autoridades coloniales. En esta naciente

oligarquía mercantil radicaba el poder económico de la Isla y en muchas ocasiones un

choque frontal con los mercaderes terminaría por perjudicar a la colonia misma.

293 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 132-133.

133
4. Sobre la moral pública

Pedro Moreno, junto a otros oficiales, tenía a su cargo velar por el orden público

establecido y debía castigar los pecados públicos. Y aunque este es el tema central del

próximo capítulo, podemos adelantar lo que tenía que decir el teniente sobre los cargos (5to

y 6to) que le imputó el licenciado De la Gama sobre este asunto al concluir que el teniente

permitía el juego y no castigaba como debía el amancebamiento: Pedro Moreno dijo que si

había amancebados los castigaba; y en cuanto a los juegos, acepta que jugaba por pasatiempo

y que lo ganado o perdido se repartía entre todos. Si sabía que alguien jugaba a escondidas

dineros secos lo castigaba.294

En el quinto cargo (sobre que disimulaba los castigos a los amancebados y a los

jugadores) el teniente Pedro Moreno fue absuelto en lo referente al castigo a los

amancebados, pero en lo tocante a haber jugado teniendo el oficio se le condenó “en diez

carretadas de piedra la qual sea para ayuda a la dicha calçada que ha de hazer en la çienaga

que le esta mandado”.295 También fue absuelto íntegramente del sexto cargo, relacionado con

el castigo que le impuso a Isabel Hernández y a Catalina de Salamanca por

amancebamiento.296

5. Sobre el arcas y papeles

También era parte del oficio de teniente de gobernador velar porque hubiese arca de

tres llaves en donde se guardasen los procesos civiles y criminales y las reales cédulas,

294 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 134-134v. “Descargo de Pedro Moreno, 3 de febrero de 1529”.
295 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 199v-201v. “Sentencia contra Pedro Moreno, 11 de febrero de 1529”.
296 Ibid.

134
instrucciones o provisiones que llegasen a la Isla además de poner en lugar visible las reales

pragmáticas sobre los distintos oficios reales y del cabildo y lo que habrían de llevar sobre

ello. Sobre esto ya vimos que el juez De la Gama le imputó un cargo (7mo) al teniente Pedro

Moreno, al cual éste respondió en descargo que no puso arca ni Capítulos de Corregidores

porque pensó que no erraba en ello. Además, dijo que como los licenciados Sancho

Velázquez, De la Gama y Vázquez de Ayllón no pusieron ni arca ni capítulos, pensó que no

era ley. Añade además, a manera de excusa, que no es letrado: “no syendo como no soy

letrado”297.

En la sentencia final dada por el licenciado De la Gama el 11 de febrero de 1529,

Pedro Moreno fue absuelto completamente de cinco cargos; y aunque se mantuvo

íntegramente el cuarto (sobre el asunto de Rodrigo Ortiz) y parcialmente el quinto (sobre los

pecados públicos), el juez de residencia concluyó que el teniente Pedro Moreno uso bien y

fielmente de su oficio. En el ejercicio del poder, Pedro Moreno se mostró cauteloso y no

hubo grandes quejas sobre su desempeño en el oficio. No causó ni escándalos ni abusos,

aunque tendió a favorecer a sus amigos y allegados. Y si miramos la relación de demandas

públicas que particulares presentaron contra los oficiales del cabildo, notamos que sólo una

es contra el teniente Pedro Moreno: la presentada el 26 de enero de 1529 por Rodrigo de

León en nombre y como procurador del contador Antonio Sedeño por 3 mil pesos de oro a

causa de unos indios que el teniente le había quitado y dado al contador Miguel de

Castellanos.298

297 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 135v-136. “Descargo de Pedro Moreno, 3 de febrero de 1529”.
298 AGI, Jus. 51, núm. 1, fol. 450. “Relación de demandas públicas”.

135
b. Los alcaldes ordinarios

La función privativa de los alcaldes ordinarios era la de administrar justicia.299

Veamos lo que nos indica la Recopilación de las Leyes de Indias (1680) sobre este

particular:

Los cuales mandamos que conozcan en primera instancia de todos los negocios,
causas y cosas que podía conocer el Gobernador o su Lugarteniente en cuanto a lo
civil y criminal; y las apelaciones que se interpusieren de sus autos y sentencias,
vayan a las audiencias, Gobernadores o Ayuntamientos, conforme estuviere
ordenado por leyes destos y aquellos Reinos. 300

Más que alcaldes, en el sentido que hoy damos al vocablo, eran jueces dentro del

lugar y de las lindes de su jurisdicción. Dentro de sus términos, los alcaldes hacían justicia, esto

es, sentenciaban en causas civiles y criminales, según su leal saber y entender o con el

asesoramiento del letrado del cabildo. Su tribunal fue de primera instancia: se podía apelar de

ella al cabildo y del cabildo al gobernador y de él a la Audiencia si lo litigado o fallado pasaba

de las cantidades establecidas. Los dos alcaldes tenían poder para juzgar, pero bastaba uno: el

ausente no podía nombrar suplente sino lo sustituía el que quedaba. La ley mandaba que un

alcalde siguiese las causas empezadas por el otro impedido de sustanciarlas.

Para amparar la autonomía e independencia del cabildo se prohibió que el alcalde

pudiera ser teniente del gobernador y viceversa. A los alcaldes correspondía (cuando o dónde

no se había vendido la fiel ejecutoría), junto uno de ellos con un regidor, tasar los precios a

299 Sobre las atribuciones y prerrogativas de los alcaldes ordinarios, véase: Constantino Bayle, Los cabildos
seculares en la América española. Madrid, España: Sapientia, S.A. De Editores, 1952, pp. 159-167; y Aída R.
Caro de Delgado, El cabildo o régimen municipal puertorriqueño en el siglo XVIII, Tomo I -
Organización y funcionamiento. San Juan, Puerto Rico: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1965, pp. 85-
107.
300 Recopilación de las Leyes de Indias (1680). Madrid, España: Ediciones Cultura Hispánica, 1973, Lib. V,

tít.3, ley 1.

136
que los regatones o revendedores expendiesen los bastimentos.301 También era de su

competencia, como cabezas de la ciudad, la ejecución de órdenes y mercedes reales. La

prerrogativa principal y característica del alcalde (y por ella se debe comenzar) era la de

presidir el cabildo si no asistía el gobernador o su teniente, aunque llegó a discutirse la

presidencia de éste. Asimismo debían rondar la ciudad buscando maleantes y trasnochadores.

Por encima de todo, como representación y cabeza del cabildo, estaba asumir el

gobierno, si faltaban el gobernador y su teniente; en tal manera, que en el caso de faltar

también alcaldes, y podía acaecer con ocasión de desastre general, una batalla, una epidemia

o un terremoto, el cabildo lo había de elegir para el efecto. En el cabildo, los alcaldes no

tenían voto aunque gozaban de privilegios, títulos de honor, etc. Los alcaldes ordinarios

fueron elegidos por el cabildo de entre los vecinos más prominentes y durante gran parte del

período no hubo dificultad en encontrar adeptos al cargo.302 Dice Jalil Sued Badillo que la

ciudad de Puerto Rico tuvo dos alcaldes cadañeros y que la villa de San Germán tuvo, al

parecer, uno. Coincido con lo dicho para la ciudad de Puerto Rico, pero debo consignar que

la villa de San Germán también contó con dos alcaldes cadañeros. No hay pruebas de lo

contrario.303

A pesar de que conocemos a la mayor parte de los alcaldes ordinarios que ejercieron

entre 1520 y 1530 tanto en la ciudad de Puerto Rico (Véase Apéndice VII) como en la villa

de San Germán (Véase Apéndice VIII), muy poca documentación nos refiere el modo en

que los mismos ejercían sus oficios. Agraciadamente, el licenciado De la Gama también

debía tomar la residencia de todos los alcaldes ordinarios que hayan ocupado el puesto, tanto

301 Ibid., Lib. IV, tít. 9, ley 22.


302 Según la segunda sentencia o fallo dado en los pleitos de don Diego en La Coruña el 17 de mayo de 1520,
los alcaldes serian nombrados por la Corona, a través de la elección popular o por los cabildos. Vicente Murga
Sanz, El Consejo o cabildo de la Ciudad de San Juan (1527-1550). Río Piedras: Editorial Plus Ultra, 1956.
p. LXXII- LXXIV.
303 Jalil Sued Badillo, “El cabildo sanjuanero durante la primera mitad del siglo XVI” . Revista Jurídica de

la U.P.R., vol. LX, núm 1, 1991, p. 217.

137
en la ciudad como en la villa, hacia y antes de 1528-1529. Fueron residenciados en la ciudad

de Puerto Rico los alcaldes Garçi Troche, Diego Guilarte, Françisco de Alvarado, Juan de

Castellanos, Martín de Iguilez, Gaspar Troche y Lucas de Sayavedra.304 Mientras que en la

villa de San Germán fueron residenciados los alcaldes Alonso Rodríguez, Luis de Añasco,

Sebastián de la Gama, Alonso de Vargas, Martín Garcés y Juan de Queto.305 El licenciado De

la Gama no confeccionará un interrogatorio particular para examinar las ejecutorias de los

alcaldes, sino que utilizará la información ofrecida por cada testigo a las preguntas del

interrogatorio de la pesquisa secreta que elaboró para examinar al teniente Pedro Moreno.

En la pregunta número uno, se incluyen los nombres del teniente, de los alguaciles y de los

alcaldes.

Las funciones que más sobresalen de los alcaldes son las de policía, se les ve

castigando a los jugadores, alteraciones a la paz, amancebamientos, etc. El licenciado De la

Gama no encuentra en ninguno de ellos más culpa que la de haber jugado, todos, a los

naipes y otros juegos prohibidos. A todos los alcaldes residenciados (de hecho, no todos se

encuentran presentes al momento de realizarse la residencia) se le pondrá un cargo por juego

ilícito. Todos los alcaldes residenciados someterán sus respectivos descargos pero, al final el

licenciado De la Gama no les absuelve y les condena en 10 peones ya sea para ayuda en la

reparación de las puentes, calzadas y caminos, o para ayudar a hacer el baluarte o albarrada

que se hará en la nueva ciudad de Puerto Rico.

Por lo visto a través del juicio de residencia, los alcaldes no cometieron grandes

desmanes en el ejercicio de sus poderes como justicias de primera instancia. Muy al

304 AGI, Jus. 51, núm 1, fols. 222-234v. “Residencia de los alcaldes ordinarios Juan de Castellanos, Lucas de
Saavedra, Martín de Yguilez, García de Troche y Diego de Guilarte, 28 de enero de 1529 - 12 de febrero de
1529”.
305 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 72v-95v. “Cargos, descargos y sentencias, 7-8 de enero de 1529”.

138
contrario, muchas veces ostentaban el cargo más por el honor de tenerlo que por ser

verdaderos defensores de la autoridad real en la Isla.

c. Los alguaciles

El alguacilazgo, en lenguaje moderno, podríamos traducirlo como policía y cuerpo de

prisiones. A su cuenta estaba la detención de maleantes, el cumplimiento de las ordenanzas

sobre la seguridad pública, ejecutar las órdenes de encarcelamiento dadas por las Audiencias

y alcaldes, la custodia de los reos confesos o presuntos. 306 Según Las Siete Partidas (1275)

Alguacil llaman en arábigo aquel que ha de prender e de justiciar los omes en la


Corte del Rey, por su mandado o de los Juezes que judgan los pleytos; más los
latinos llámanle Justicia, que es nome que conviene assaz al que tal oficio tiene,
porque deue ser muy derechurero en la cumplir. 307

Parece, pues, su significado, ministro de la justicia y promotor fiscal de ella, para

delatar quebrantamientos de las leyes, pecados públicos, v. gr., blasfemias, borracheras, etc.

Su incumbencia la resumen las leyes 8, 9, 10 y 16 del libro V, tít. 7 de la Recopilación de

Indias (1680): rondar de noche y reconocer los lugares públicos; prender a los que

mandaren las justicias, impedir pecados públicos, ejecutar autos y mandamientos de virreyes,

audiencias y justicias. A veces se llama a los alcaldes alguaciles y a los alguaciles alcaldes.

Después de las justicias o alcaldes y alférez real, tenía el primer puesto y voto 308, y el

306 Sobre las atribuciones y prerrogativas de los alguaciles, véase: Constantino Bayle, op. cit, pp. 189-195; y Aída
R. Caro de Delgado, op. cit., pp. 135-138.
307 Alfonso X El Sabio, Las siete partidas. Madrid, España: Boletín Oficial del Estado, 1987, Partida Segunda,

tít. 9, ley 20.


308 Diego de Encinas, Cedulario indiano. Madrid, España: Ediciones Cultura Hispánica, 1945, libro III, fol.

68.

139
privilegio de entrar a las juntas con armas309. Ese privilegio lo celaban cuidadosamente los

cabildos para que no se extendiera.

Otro privilegio que otorgó el Rey Católico al alguacil mayor de Puerto Rico, índice

de la estima del cargo, fue eximirlo de las leyes suntuarias, de las primeras que se dieron para

las Indias. El alguacil mayor en cuestión fue Miguel Díaz de Aux, que ante la prohibición de

usar sedas “me suplicastes e pedistes por merced que, pues que vos tenéis nescesidad de

traer la dicha seda a cabsa del dicho oficio, porque seáis en más tenido, e la justicia mejor

ejecutada, vos diese licencia e facultad para que vos e Isabel de Cáceres, vuestra muger,

pudiéredes tener e traer seda...”. Por hacer merced, el rey les otorga por cédula fechada el 22

de julio de 1511, que en la Isla puedan lucir “sayo castellano e sayón e jubón de terciopelo o

raso o damasco o de otra cualquier seda que quisiéredes e por bien toviéredes, bien así e tan

complidamente como lo podíades traer antes que la dicha pramática por nos se hiciese”.310

Antes que la Corona recabara para sí el nombramiento, lo otorgaban el cabildo o los

gobernadores. El asiento con voz y voto en el cabildo es prerrogativa prácticamente

vinculada al alguacilazgo mayor, hasta con el privilegio de entrar armado. Cargo con anchas

ínfulas no había de andar continuamente por las calles con su vara, a ojeo de maleantes: para

los pícaros, rateros, borrachos, picapleitos, vagabundos y gente de ese tipo, bastaban los

corchetes o broches y ministriles o tenientes del alguacil mayor. El alguacil mayor se

guardaba para ocasiones graves, prisión de gente de alta alcurnia o renombrada. O bien, para

notificaciones de resonancia o leer sentencias y penas de muerte de personajes o facciones

en que iba la seguridad de la república, etc. En lances así, el alguacil mayor, brazo derecho de

la justicia, aparecía entero y entonado, con la vara en el puño y la espada en la cinta, pronto a

309 Recopilación de las Leyes de Indias (1680). Madrid, España: Ediciones Cultura Hispánica, 1973, Lib. V,
tít. 7, ley 6.
310 Vicente Murga Sanz, Cedulario puertorriqueño I (1505-1517), cédula 150, pp. 85-86.

140
ejecutar y a ejercer jurisdicción. De vez en cuando rondaba la ciudad con su séquito de

tenientes y esbirros en evitación de daños, que había de resarcir si se probase acaecieron por

su negligencia. Mas, según se ha dicho, para la caza ordinaria de tahures y ladronzuelos, para

estorbar riñas, limpieza moral de las calles, escándalos en las tabernas o en la casa llana,

bastaban los alguaciles menores, cuyo nombramiento tocaba al alguacil mayor.

El alguacilazgo mayor era un cargo de prestigio y de provecho. Además del salario,

contaba con las ejecuciones del arancel, tanto si las hacía por su persona como por sus

tenientes. En pueblos sosegados, la justicia andaba ociosa y por consiguiente, sus ministros

con un mal pasar. Pero en las ciudades, en los puertos, donde concurrían gentes de todo

tipo, no se daba mano a actuar ni a cobrar. Al alguacil mayor correspondía el décimo de lo

que tocaba a sus subordinados, no de lo que obtenían, sino del arancel, el cual varió en sitios

y tiempos.

En Puerto Rico, en el período bajo estudio, hay muy pocos alguaciles mayores o sus

tenientes identificados. Por el juicio de residencia de 1528-1529, sabemos que el alguacilazgo

mayor de la Isla lo ostentaba Francisco Manuel de Lando y que su teniente en la ciudad de

Puerto Rico era Miguel Aguilar.311 En la villa de San Germán el teniente del alguacil mayor

era Ordoño de Solís.312 A todos los podemos observar en el ejercicio de sus cargos, pero al

igual que el teniente de gobernador y los alcaldes ordinarios, no hay indicios claros de que

hubiesen abusado del poder que emanaba de sus oficios. El juez De la Gama sólo encuentra

que delinquieron bastante al jugar juegos prohibidos y los condena como a otros oficiales,

aunque a Solís le imputa un cargo adicional por llevar derechos demasiados. Al alguacil

mayor Francisco Manuel de Lando se le condenó en 6 peones para ayudar a hacer el baluarte

311 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 201v-222. “Residencia de Francisco Manuel de Lando, alguacil y Miguel Aguilar,
teniente de alguacil, 28 de enero de 1529 - 4 de febrero de 1529”.
312 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 95v-109v. “Cargos, descargos y sentencias, 7-12 de enero de 1529”.

141
donde se pondrán los tiros del puerto o para hacer los puentes y calzadas.313 Al alguacil

menor, o teniente del alguacil mayor, Miguel de Aguilar, se le condenó a hacer una “estacada

de estacas y rama e tierra e piedra en el principio de la puente que el hizo como camino desta

ciudad a la fuente de Aguilar...”.314 A Ordoño de Solís, teniente del alguacil mayor en la villa

de San Germán, por el cargo del juego se le absuelve pero se le amonesta ordenándosele

comprar 6 pares de grillones para la cárcel ya que los franceses se los habían robado; fue

condenado en multa en cuanto al cargo de llevar derechos demasiados.315

d. Los regidores

Su cargo lo indica el nombre: regir, administrar la ciudad, sus bienes, su policía,

urbanismo, abastos, licencias de mercaderes u oficiales; reconocimiento de cargos, desde el

gobernador y obispo hasta pregonero y verdugo; salud pública, llamada o admisión de

médicos y boticarios; defensa de las prerrogativas comunales, rechazo de invasiones por los

gobernadores: cuanto constituía el haber temporal y espiritual de la ciudad. El regimiento era

su personificación ante el rey y ante los vecinos. 316

Los primeros regidores los señalaba, número y persona, el fundador.317 Aumentar el

número de regidores no entraba en las facultades del cabildo. El rey se reservaba claramente

la facultad de señalar el número de regidores, al pedir se le envíe relación de los que hay en

313 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 203v-204. “Sentencia contra el alguacil mayor Francisco Manuel de Lando”.
314 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 221-222. “Sentencia contra Miguel de Aguilar, teniente de alguacil”.
315 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 108v-109v. “Sentencia contra Ordoño de Solís, teniente de alguacil, 12 de enero

de 1529”.
316 Sobre las atribuciones y prerrogativas de los regidores, véase: Constantino Bayle, op. cit. pp. 175-187; y Aída

R. Caro de Delgado, op. cit., pp. 111-118.


317 Los primeros alcaldes y regidores fueron nombrados por Juan Ponce de León en virtud de una real

provisión con fecha de 2 de marzo de 1510. Vicente Murga Sanz, El Consejo o cabildo de la Ciudad de San
Juan (1527-1550). Río Piedras: Editorial Plus Ultra, 1956, pp. XXV-XXVI.

142
cada pueblo y los que convienen, según los moradores de las ciudades. Así, el rey quiso

reservarse los regimientos para mercedes: en ellos había cómo contentar a muchos.318

Los regidores, además de sus tareas capitulares, dentro del cabildo, deliberativas y

administrativas, eran los comisionados o diputados, solos o con un alcalde, para la ejecución

de las ordenanzas y otros menesteres, fijos y circunstanciales. Uno se señalaba, donde no

había audiencia (donde la había tocaba a un oidor), para la visita de la cárcel los sábados y

procurar que no se durmieran las causas de los pobres y forasteros y desvalidos 319; a otro

diputaban obrero de la ciudad, sobrestante320 de edificios, puentes etc., que vigilase su pronta

ejecución e impidiese las falsificaciones de los indios en mezclas y materiales; otro andaba

sobre ventas y tambos, impidiendo abusos de viandantes y mesoneros, obligando a observar

los aranceles. Así mismo, se les encargaba prevenir las fiestas: el Corpus, los toros,

recepciones de virreyes, presidentes y obispos; comisiones costosas que muchas veces

rechazaban y por ello mismo los colegas no admitían excusas, y replicaban con amenazas y

multas a los recalcitrantes.

Sus prerrogativas, algunas comunes, otras en la cabeza del más antiguo, que las

ejercitaba por todos, eran iguales a las de España, con pocas variantes. Si los citaban por

testigos, deponían en su casa, adonde iba el escribano. No gozaban de inmunidad. Gozaban

de sueldo; muy justo, porque habían de desatender sus negocios por acudir al cabildo y a los

318 Según la segunda sentencia o fallo dado en los pleitos de don Diego en La Coruña el 17 de mayo de 1520, el
virrey y el consejo real o juez de apelación in situ nombraran tres personas para regidor de entre las cuales el rey
nombrara a una. Vicente Murga Sanz, El Consejo o cabildo de la Ciudad de San Juan (1527-1550). Río
Piedras: Editorial Plus Ultra, 1956. p. LXXII- LXXIV.
319 Diego de Encinas, Cedulario indiano. Madrid, España: Ediciones Cultura Hispánica, 1945, libro II, fol. 67.
320 El sobrestante es “La persona puesta para el cuidado y vigilancia de algunos artífices y operarios, a fin de que

no se estén ociosos y procuren adelantar la obra en quanto esté de su parte las personas que trabajan en ella.
También ha de ser a cargo del ingeniero señalar la hora en que los oficiales, sobrestantes y peones, que
trabajaren en las obras, han de entrar y salir de ellas conforme a la calidad de los tiempos de invierno y verano”;
Diccionario de Autoridades (1737). Madrid, España: Editorial Gredos, S.A., 1969, tomo sexto, p. 131.

143
de la ciudad. Por contrapeso, no se les permitían las tiendas ni tratos menudos ejercidos por

sus personas.

La ciudad de Puerto Rico tuvo siete regidores perpetuos hasta 1521, cuando se

nombró un octavo. En la villa de San Germán, parece que hubo cinco, aunque difícil de

precisar por la poca documentación al respecto.321 En 1523 se ordenó al cabildo de la ciudad

de Puerto Rico que en adelante los regidores fueran solamente seis, pero la norma no se

cumplió.322 Siempre hubo alguna merced que justificó algún regimiento.

La primera vez que los regidores de ambos cabildos en la Isla fueron sometidos a

juicio de residencia, según he podido constatar, fue en 1528-1529. Como he venido

señalando, el licenciado De la Gama también debía residenciar a todos los regidores en

funciones en ambos cabildos. En la ciudad de Puerto Rico fueron residenciados Baltasar de

Castro, Garçí Troche, Blas de Villasante, Pedro de Espinosa y Juan de Villasante.323 Mientras

que en la villa de San Germán fueron residenciados Vasco de Tiedra, Alonso Rodríguez,

Juan Maldonado, Francisco Hernández de Talavera y Francisco de Quindós, éstos dos

últimos ausentes de la Isla.324 Para tomarles la residencia a los regidores, el licenciado De la

Gama confeccionó un interrogatorio de 8 preguntas a las que contestarían los testigos

llamados para ello. Básicamente lo que le interesaba saber al juez De la Gama era el uso que

le venían dando a sus oficios los regidores. Interesaba si hacían los cabildos en el tiempo

señalado para hacerlos y en el lugar dispuesto para ello; si permitían que se echasen sisas y

321 Jalil Sued Badillo, “El cabildo sanjuanero durante la primera mitad del siglo XVI”. Revista Jurídica de
la U.P.R., vol. LX, núm 1, 1991, pp. 216-217.
322 Vicente Murga Sanz, Cedulario puertorriqueño II (1518-1525), cédula 225, pp. 288-289. “Al Consejo de la

ciudad de Puerto Rico para que en adelante el número de regidores sea de seis, en vez de ocho, como hasta
ahora”, 5 de junio de 1523.
323 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 234v- 307, deteriorados 240-273. “Residencia de los regidores, 3 de diciembre de

1528 - 6 de marzo de 1529”.


324 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 109v-137. “Residencia de los regidores Vasco de Tiedra, Alonso Rodríguez, Juan

Maldonado, Francisco Hernández de Talavera y Francisco de Quindós, 28 de diciembre de 1528 - 13 de enero


de 1529”.

144
repartimientos en más de lo reglamentario; si habían llevado cohechos o dádivas y permitido

parcialidades al votar; si han sido diligentes al procurar las cosas que convenían a la ciudad y

villa; etc.325 (Véase Apéndice XVIII)

En la ciudad de Puerto Rico fueron llamados como testigos de cargo 16 personas326,

mientras que en la villa de San Germán fueron llamados como testigos 13 personas: 12 como

testigos de cargo y una como testigo de averiguación327. Todos los testigos de ambas

jurisdicciones serán hombres y vecinos, y habrá algunos que sean mercaderes o escribanos.

(Véase Apéndices XIX - XX)

Lamentablemente el estado de conservación de la documentación en el caso de la

residencia de los regidores de la ciudad de Puerto Rico es pésimo y el grueso de la

información la hemos perdido. Pero, gracias a la relación sumaria, aun podemos saber el

resultado de la residencia de los regidores sanjuaneros. A los regidores de ambos cabildos se

les hizo un primer cargo por no juntarse en cabildo en los días y lugares señalados para ello;

un segundo cargo por echar sisas y repartimientos en más de tres mil maravedíes sin tener

licencia para ello; y un tercer cargo por no obedecer una real cédula que presentó el contador

Miguel de Castellanos en el cabildo de la ciudad de Puerto Rico. Los regidores de ambos

cabildos acometieron sus descargos “por sy e en nombre de los otros regidores”328 y luego

del correspondiente análisis de toda la documentación por parte del licenciado De la Gama,

éste falló lo siguiente: 1ro, en cuanto al cargo de no juntarse en cabildo los días señalados se

les ordenó “que de aqui adelante los dichos regidores e los que despues dellos fueren se

325 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 235-235v // AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 110-111. “Interrogatorio de la pesquisa
secreta contra los regidores de la ciudad de Puerto Rico, 3 de diciembre de 1528, y de la villa de San Germán,
28 de diciembre de 1528”.
326 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 236-254v. “Declaraciones de testigos en la pesquisa secreta contra los regidores

de la ciudad de Puerto Rico, 3 de diciembre de 1528 - 20 de febrero de 1529”.


327 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 109v-137. “Declaraciones de testigos en la pesquisa secreta contra los regidores

de la villa de San Germán, 28 de diciembre de 1528 - 13 de enero de 1529”.


328 En la ciudad de Puerto Rico los regidores acometieron sus descargos entre los días 4 al 17 de febrero de

1529, y en la villa de San Germán entre el 11 y 12 de enero de 1529.

145
junten a faser cabildo los dias e en el lugar que estan diputados o señalados o se diputaren e

señalaren so las penas que sobre ello estan puestas o se pusyeren por my o por el cabildo

conforme a la provision de sus magestades segund se contiene en el dicho capitulo de la

dicha sentençia”; en cuanto al segundo cargo, relacionado con las sisas y repartimientos sin

licencia, el juez De la Gama “visto las neçesidades que ovo para haser y echar las dichas sysas

e quan conviniente fue faserse las dichas obras como pareçe E las aver visto como he por

vista de ojos... devo Remitir e Remito a s.m. e a los señores de su muy alto concejo de las

yndias para que en ello s.m. mande e determine lo que en ello fuere servido”; y en el tercer

cargo -que sólo aplica al cabildo de la ciudad de Puerto Rico- el licenciado De la Gama

determinó “que fueron los dichos regidores dados por descargados e libres...”.329

e. Los escribanos

Lo que hoy llamaríamos secretario y notario de una pieza. También se llamaba fiel de

hechos. El oficio no exigía grandes letras. Su nombramiento se hacía con mucha solemnidad.

Tenían mala fama por llevar más derechos de los que les correspondía. Su nombramiento era

real, aunque hubo muchos casos que tocó a los gobernadores o cabildos. 330

A cargo del escribano estaba asistir a las juntas, recibir los votos en las elecciones,

escribir las actas y firmarlas después de los cabildantes, ser notario en los requerimientos e

intimaciones, transcribir en los libros las reales cédulas referentes a la vida capitular, los

nombramientos reales o gubernativos para oficios presentados en el concejo, actuar de

329 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 305v-306v. “Sentencia contra los regidores de la ciudad de Puerto Rico, 26
febrero 1529”. // AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 136-137. “Sentencia contra los regidores de la ciudad de la villa de
San Germán, 12 de enero de 1529”.
330 Sobre las atribuciones y prerrogativas de los escribanos, véase: Constantino Bayle, op. cit., pp. 253-335; y

Aída R. Caro de Delgado, op. cit., pp. 126-131.

146
secretario en las causas que la ciudad seguía por su procurador, ordenar y custodiar el

archivo, cuyos papeles había de tener inventariados y cosidos para que no se extraviaran, con

índices para su fácil hallazgo (se vedaba sacar del archivo los originales; si se pedían papeles,

no importan quien lo pidiese, debía entregar copias, por él legalizadas con su firma)331. Las

actuaciones de todos los oficios concejiles, alguacilazgo, fielato, almotacenes332, alarifes333,

procurador, abogado, etc., pasaban ante el escribano.334 Por su mano iban las peticiones de

vecinos y no vecinos que se metían al cabildo; él redactaba los títulos de propiedad, v. gr., de

solares y tierras, las licencias para ejercer oficios o industrias, etc., en fín, todo el papeleo

capitular. Si necesitaba auxiliares, los pagaba él, aunque algunas veces pedía ayuda, y solían

dársela. Gozaba de salario muy diverso, según la población, y de derechos por arancel en los

servicios a particulares. Acompañaba al cabildo en las funciones y participaba de las larguezas

en ropones, cuando se repartían a los cabildantes.

Al cesar en el oficio entregaba al sucesor libros y papeles minuciosamente

inventariados.335 Dada la multitud de anotaciones, debía ser de pluma veloz y de mano dócil:

aun dejando para más sosiego la copia de títulos, cédulas y otros papeles firmes, lo ocasional

331 Sobre la disposición y orden, y leyes que regían el establecimiento y mantenimiento de los archivos
municipales en Indias, véase: Constantino Bayle, op. cit., pp. 341-361.
332 El almotacén era “el sugeto que por cualquier pueblo tiene el oficio y obligación de cuidar de la igualdad y

ajuste de los pesos y medidas de cualquier genero que se vende y compra en él”; Diccionario de Autoridades
(1737). Madrid, España: Editorial Gredos, S.A., 1979, tomo primero, p. 236. Era una persona adjunta al fiel
ejecutor y quien en su lugar recorría las tiendas y mercados; también tenía a su cargo la limpieza pública. Al
principio los oficios de fiel ejecutor y de almotacén los encarnaba una sola persona, más tarde se separaron
ambos oficios, siendo el almotacén un subalterno del fiel ejecutor.
333 El alarife era “el maestro que públicamente está señalado y aprobado para reconocer, apreciar, ú dirigir las

obras que pertenecen a la Architectura; aunque ya generalmente se toma sólo por el Maestro de Albañilería. Es
voz arábiga, que trahe su origen del verbo aráfa, que significa el que fue señalado y nombrado para reconocer
las obras públicas: de el qual se deriva el nombre arif, que vale reconocedor, al que añadido el artículo al, se dijo
alarif”; Diccionario de Autoridades (1737). Madrid, España: Editorial Gredos, S.A., 1979, tomo I, p. 160.
334 Sobre los distintos oficios capitulares menores (mayordomo de la ciudad, depositario general, tenedor de

bienes de difuntos, padre de pupilos, protector de naturales, juez de indios, corredor de lonja, diputado de
alhóndiga, administrador del hospital, mayordomo de la Iglesia, capellán, obrero mayor,, alcaide de fortaleza,
guarda mayor,, cobrador de rentas reales, guarda mayor de montes y ejidos, examinador de garañones,
pregonero, verdugo, portero, macero, alarife, almotacén, intérprete, carcelero, trompeteros, meseguero, albeitar,
etc.); véase: Constantino Bayle, op. cit., pp. 267-284.
335 Diego de Encinas, Cedulario indiano. Madrid, España: Ediciones Cultura Hispánica, 1945, libro II, fol.

259.

147
y transitorio, asuntos tratados y los pareceres de los cabildantes, que se habían de firmar al

cerrarse la junta, exigían extraordinaria rapidez de redacción y plumeo. Y a veces este corría

más que la cabeza, incurriendo en multitud de errores, que luego tachaban y corregían. Que

la inserción de documentos se hacía sosegadamente después, se deduce, además del sentido

común, de huecos sin llenar y de notas como esta: “corregido con los originales...”.

Su dignidad era chica; su influencia, grande, como la de todos los secretarios, y más

en los lugares pequeños, dónde su expedición y práctica son la musa inspiradora de los

ayuntamientos; y en punto a letras y saber legal, por muchos años los cabildos de Indias, aun

en ciudades, no andaban muy delante de las aldeas españolas. Por eso, y por la habilidad en

encausar la corriente de los negocios a sus intereses, se daba el caso de que lo recusasen, aun

algún alcalde. En tales casos no se lo sustituía, pero se le daba, en el negocio, un adjunto, a

costa del recusante. Los provechos también eran largos, y más cuando tenían además de la

escribanía otro oficio. De ahí la prohibición de Felipe II para que los escribanos no puedan

tener otros oficios.336

En la isla de Puerto Rico, desde sus primeros días, fue una figura imprescindible,

dada la naturaleza del español de la época de pasarlo todo por papeles, para de esta manera

hacer valer títulos, reclamaciones, honores, pleitos, etc. También los escribanos estaban

sujetos al control real, dada la naturaleza de su nombramiento y de su oficio. En la Isla, los

primeros escribanos en ser residenciados, de que tenemos noticias, son lo que el licenciado

De la Gama residenció junto con el resto de cabildantes y oficiales entre 1528 y 1529.

Fueron residenciados en la ciudad de Puerto Rico los escribanos Alonso de Cáceres y

Alonso de Molina.337 Y en la villa de San Germán fueron residenciados Alonso de Molina -

Recopilación de las Leyes de Indias (1680), Tít. 9, lib. VI, ley 34.
336
337AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 307-388, deteriorados fols. 307-331. “Residencia de los escribanos Alonso de
Cáceres y Alonso de Molina, 2 de diciembre de 1528 - 11 de febrero de 1529”.

148
nuevamente- y Juan de Cervantes.338 El hecho de que Alonso de Molina haya figurado en

ambas residencias tiene su explicación. El 20 de febrero de 1524 Alonso de Molina fue

escribano real y del número de la villa de San Germán por renuncia de Jerónimo López, que

tenía merced de dichos oficios por muerte de Pedro de Castro.339 Unos años más tarde

renuncia a sus oficios en la villa de San Germán, y el 10 de agosto de 1527 es nombrado

escribano de número de la ciudad de Puerto Rico por renuncia de Juan Pérez.340 Así que

Alonso de Molina estuvo ejerciendo en la villa de San Germán unos tres años antes de

ejercer en la ciudad de Puerto Rico. El escribano Juan de Cervantes fue nombrado el 2 de

agosto de 1527 “escribano público y del concejo y de la villa de San Germán, que es en la isla

de San Juan, en lugar y por renunciación que del dicho oficio en vos hizo Alonso de

Molina”.341 De Alonso de Cáceres no sabemos mucho, sólo que es escribano público de la

ciudad de Puerto Rico y que lleva por 1528 por lo menos 10 años en la Isla.

Al igual que hizo para la pesquisa secreta del teniente de gobernador, alcaldes y

alguaciles, y para la pesquisa secreta de los regidores, el licenciado De la Gama elaboró un

interrogatorio de 11 preguntas que contestarían los testigos llamados a declarar en la

pesquisa secreta contra los escribanos.342 Nuevamente, lo que busca saber el juez es si los

escribanos han usado bien y fielmente de sus oficios. Las preguntas versan principalmente

sobre si han llevado derechos demasiados, si han hecho escrituras falsas, si han llevado

cohechos o dádivas por beneficiar a algún particular, y otras relacionadas con la manera y

338 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 137-197. “Residencia de los escribanos Alonso de Molina y Juan de Cervantes, 28
de diciembre de 1528 - 13 de enero de 1529”.
339 Vicente Murga Sanz, Cedulario puertorriqueño II (1518-1525), cédula 256, pp. 334-336.
340 Vicente Murga Sanz, Cedulario puertorriqueño III (1526-1528), cédula 174, p. 322.
341 Ibid., cédula 173, pp. 320-322.
342 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 307-308v. // AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 137-138v. “Interrogatorio de la pesquisa

secreta contra los escribanos, ciudad de Puerto Rico, 2 de diciembre de 1528; villa de San Germán, 28 de
diciembre de 1528”.

149
forma de hacer, guardar y manejar las escrituras; cosas propias del oficio, en fin. (Véase

Apéndice XXI)

Entre el 3 de diciembre de 1528 y el 25 de enero de 1529, el licenciado De la Gama

llamará a 22 personas para que testifiquen en la pesquisa secreta de la ciudad de Puerto

Rico.343 De esas personas, 18 serán testigos de cargo y cuatro serán testigos de averiguación.

De los 18 testigos de cargo, 17 serán vecinos y uno estante en la ciudad. Algunos de los

testigos de cargo serán identificados como mercaderes; hay un regidor, el contador de la Isla

y otro escribano. Los cuatro testigos de averiguación son de distintas condiciones: hay un

vecino barbero, un maestro de mozos, el mayordomo del obispo y un alcalde ordinario de la

villa de San Germán. (Véase Apéndice XXII)

Por otro lado, entre el 28 y el 31 de diciembre de 1528, el licenciado De la Gama se

encuentra recibiendo las declaraciones de las 12 personas que ha llamado a declarar a la

pesquisa secreta en la villa de San Germán.344 Los 12 testigos serán de cargo, de ellos 11

serán vecinos y uno estante en la villa. (Véase Apéndice XXIII)

Observar a los escribanos en el ejercicio de sus oficios no es muy complicado, puesto

que ellos se encarnan en la documentación que ha llegado hasta nuestros días. Creo que los

más ajetreados en el día a día colonial -de entre los oficiales reales o del cabildo- eran los

escribanos. Pero veamos que nos dice el juicio de residencia sobre el uso que daban a sus

oficios. En primer lugar, cada uno de los tres escribanos residenciados tuvo su proceso

particular e individual, y esto a pesar del interrogatorio de la pesquisa secreta en común. Una

vez el juez de residencia le notificó los cargos a cada uno de ellos, éstos procedieron a

preparar y a someter sus respectivos descargos.

343 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 309-331. “Declaraciones de testigos en la ciudad de Puerto Rico”.
344 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 139-154v. “Declaraciones de testigos en la villa de San Germán”.

150
El 28 de enero de 1528 a Alonso de Cáceres le notifican los dos cargos que

resultaron de la pesquisa secreta: el primer cargo fue por llevar derechos demasiados,

especialmente a García de Villadiego y a Diego de Plasçencia; y el segundo cargo fue por no

asentar los derechos que llevaba de los procesos y cobrarlos sin asentarlos.345 Después de

Alonso de Cáceres someter documentos probatorios, hacer probanzas, llamar testigos, etc.,

como parte de su descargo, finalmente el 11 de febrero de 1529 el licenciado De la Gama

pronunciaba su sentencia contra él: le absolvía de ambos cargos, pero en la segunda parte del

segundo cargo fallaba que debía condenarle en seis peones para el baluarte o albarrada que se

ha de había de hacer en la ciudad de Puerto Rico. Acto seguido, el juez de residencia declaró

que el escribano Alonso de Cáceres había usado bien y fielmente de sus oficios.346

Contra Alonso de Molina resultaron cuatro cargos: el primer cargo por asentar un

poder luego de ejecutado; el segundo cargo por llevar demasiados derechos; el tercer cargo

por llevar derechos sin asentarlos en los procesos; y el cuarto cargo por no henchir las

escrituras.347 Alonso de Molina acomete su descargo entre el 1 y el 11 de febrero de 1529.

Una vez el licenciado De la Gama examina toda la documentación, sentencia lo siguiente:

absuelto del primer cargo; absuelto del segundo cargo; absuelto en la primera parte del tercer

cargo y condenado en la segunda parte del mismo en seis peones para el baluarte o albarrada

de la ciudad, y es amonestado; y en el cuarto cargo se le condenó a comprar a su costa un

libro en blanco para que asiente las escrituras según la norma.348

345 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 338-338v. “Cargos contra Alonso de Cáceres, 28 de enero de 1529”.
346 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 355v-356. “Sentencia contra Alonso de Cáceres, 11 de febrero de 1529”.
347 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 356-357v. “Cargos contra Alonso de Molina, 29 de enero de 1529”.
348 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 385-386v. “Sentencia contra Alonso de Molina, 11 de febrero de 1529”.

151
En cuanto al escribano Juan de Cervantes, el licenciado De la Gama le notifica los

cargos que resultaron de la pesquisa secreta el 7 de enero de 1529.349 Luego de un extenso

descargo por parte de Juan de Cervantes, el licenciado De la Gama pronuncia su sentencia e

inmediatamente es apelada por el escribano. El juez da por recibida y vista la apelación y

otorga a Juan de Cervantes la misma con que vaya personalmente a la corte en

seguimiento.350 No sabemos en qué terminó el asunto, pero no debió ser nada grave en

definitiva, y lo más probable es que se tratase de la interpretación de alguna normativa real,

casos que siempre eran remitidos al Consejo.

f. Los procuradores

Dicen Las Siete Partidas (1275) sobre los procuradores lo siguiente:

De las mayorales personas sin quien non puede ser ningund juyzio, según dixeron
los sabios, ansí como el demandador e del demandado e del Juzgador que los libre,
auemos fablado assaz cumplidamente en los títulos antes deste. E agora queremos
mostrar de las otras personas que son como ayudadores. 351

Ya se ha tratado sobre el ejercicio de los oficios de las personas sin las que no puede

haber cabildo: las que lo constituyen, deliberan y votan los asuntos de gobierno interior en

las poblaciones, las que tienen en sus manos el verdadero poder y control sobre la colonia.

Ahora será útil añadir algo sobre aquellos que les ayudaban en la tarea de mantener la res

publica bajo control, los que, sin pertenecer al cabildo, ni tener voz ni voto, o mejor, voto,

349 AGI, Jus. 51, núm 2, fols. 165v-167. “Cargos contra Juan de Cervantes y notificación de los mismos, 7 de
enero de 1529”.
350 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 194-197. “Sentencia, apelación y conclusión, 7-13 de enero de 1529”.
351 Alfonso X El Sabio, Las siete partidas. Madrid, España: Boletín Oficial del Estado, 1987, Partida Tercera,

título V.

152
eran sus ojos para ver, su cabeza para prevenir y sus pies y manos para ejecutar lo

acordado.352

Del procurador habla poquísimo la Recopilación de las leyes de Indias (1680),

acaso por no ser cargo oficial, antes particular de los lugares, libres en tenerlo o no. Era lo

que en Roma el defensor civitatis, y en España el representante o personero del municipio

contra las intromisiones reales. En Indias, mucho más: el defensor de los derechos de los

ciudadanos contra todos; de los derechos de la ciudad, del cabildo, del vecindario aun contra

el propio cabildo; en materia de privilegios, de regalías, que los municipios imaginaban

administrar; de asuntos de honra; de intereses temporales; cuanto atañera al pro común. Por

orden del cabildo o sin esperarla, en el cabildo proponía o rechazaba acuerdos, conminando

con la apelación a tribunal superior, de no atendérsele; en los tribunales, saliendo a la causa,

entablando el pleito, si era menester: siempre en nombre de la ciudad. Era elegido por los

regidores, y como el cabildo lo nombraba el cabildo lo destituía.353

Los oficiales reales no podían ser procuradores. Los asuntos de hacienda, imposición

de tributos, venta de cargos concejiles, entraban comúnmente en los pleitos y reclamaciones

de los procuradores, y se verían, si a la vez eran oficiales reales, en el trance curioso de

defender oficiales lo que impugnaban procuradores. El procurador podía no ser letrado;

necesitaba, pues, asesor jurídico en los pleitos. De los primeros días, mientras se montaba la

administración y los pobladores se guiaban por la memoria de lo visto en España aparecen

en las actas capitulares las indecisiones y las consultas a quienes creían con más luz.

352 Sobre las atribuciones y prerrogativas de los procuradores, véase: Constantino Bayle, op. cit., pp. 225-248; y
Aída R. Caro de Delgado, op. cit., pp. 121-126, pp. 139-140.
353 Según la segunda sentencia o fallo dado en los pleitos de don Diego en La Coruña el 17 de mayo de 1520,

los procuradores serán nombrados por los cabildos. Vicente Murga Sanz, El Consejo o cabildo de la Ciudad
de San Juan (1527-1550). Río Piedras: Editorial Plus Ultra, 1956, pp. p. LXXII- LXXIV.

153
Los procuradores no obraban ni a su capricho ni a su leal saber y entender: llevaban

instrucciones minuciosas y encargos concretos cuando se presentaban ante el rey, que los

cabildos discutían y redactaban. Estos oficiales del cabildo, que no tenían voto, pero sí una

fortísima voz, también estaban sujetos a controles reales. Los procuradores de vez en vez

eran residenciados, al igual que el resto de los miembros del cabildo, y en la isla de San Juan,

en la década bajo estudio, fueron residenciados entre 1528 y 1529 por el licenciado De la

Gama.

Para tomarles la residencia, el juez elaboró un interrogatorio de 8 preguntas que

contestarían los testigos que fueren llamados para realizar la pesquisa secreta contra los

procuradores del concejo de la ciudad de Puerto Rico.354 Estas preguntas, como ocurre en

los demás interrogatorios ya mencionados anteriormente, versan sobre el buen uso que se le

ha venido dando al oficio de procurador. De nuevo, se busca saber si los que han ejercido

dicho oficio han llevado derechos ilegales, si han defendido a las partes fielmente, si han

llevado cohechos o dádivas con tal de beneficiar a alguna parte pleiteante, si han visitado las

cárceles y a los presos, si han velado por la reparación y construcción de los puentes,

caminos y demás obras públicas de la ciudad, etc. Dejando de lado las preguntas generales de

la ley (la 1ra y la 8va), las preguntas dos, tres, cuatro y cinco son exclusivamente sobre el

oficio de procurador. Luego veremos de qué tratan la sexta y la séptima preguntas. (Véase

Apéndice XXIV)

Por alguna razón que no he logrado determinar, el licenciado De la Gama sólo

residencia a los procuradores del cabildo de la ciudad de Puerto Rico. Desconozco si es

posible que algunos de los procuradores residenciados fuesen “procuradores de la isla”

además de la ciudad, ocasión que excusaría el hacer residencia en San Germán. Aunque de

354AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 389-390v. “Interrogatorio de la pesquisa secreta contra los procuradores y fieles
del concejo, 27 de enero de 1529”.

154
todos modos, sí son conocidos varios nombres de personas que ejercieron como

procuradores del cabildo de la villa de San Germán. Sea cual fuere el caso, lo cierto es que

sólo contamos con la residencia de los procuradores del concejo de la ciudad de Puerto Rico.

Los procuradores residenciados fueron: Martín de Aguiluz, Martín Hernández y Gaspar

Troche, procuradores del concejo; y Juan de Betanzos, Sancho del Castillo, Álvaro Pinto,

Rodrigo de León y Juan Ramírez, procuradores de causas.

El licenciado De la Gama sólo llamará a siete personas para que declaren en la

pesquisa secreta contra los procuradores. De éstos, seis serán testigos de cargo (entre los

cuales se encuentra Pedro Moreno, “theniente que a seydo”, y uno será testigo de

averiguación; todos son vecinos de la ciudad. Así mismo, todos declararán el día 27 de enero

de 1529.355 (Véase Apéndice XXV)

De todos los procuradores antes mencionados, el licenciado De la Gama sólo abre

expedientes a dos de ellos, a Juan Ramírez y a Sancho del Castillo. Los más probable es que

el resto de los procuradores se encontraran ausentes para cuando se realizó la residencia o ya

no ejercerían el cargo. De todas formas, lo que conservamos de la gestión de Juan Ramírez y

de Sancho del Castillo en el oficio de procurador, nos revela la dinámica del oficio y las

ventajas que ofrecía a quienes los ostentasen.

A Juan Ramírez, el licenciado De la Gama le imputó tres cargos el 28 de enero de

1529: 1ro, por ser parcial en las causas; 2do, por llevar derechos demasiados; y 3ro, por no

estar presente en las audiencias ordinarias de la justicia, especialmente en las de la cárcel. 356

Luego, para librarse de los cargos, Juan Ramírez acomete su largo descargo entre los días 1 y

355AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 390v-399. “Declaraciones de testigos, 27 de enero de 1529”.
356AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 399-400. “Cargos contra Juan Ramírez, procurador de causas y del número, 28 de
enero de 1529”.

155
10 de febrero de 1529.357 Llama testigos, presenta escritos exculpatorios, hace probanzas y

otras diligencias más. Finalmente, el juez dicta sentencia contra Juan Ramírez el 11 de

febrero de 1529 condenándolo en seis peones para la obra de la ciudad y es amonestado (si

no usa bien de su oficio será penado y hasta suspendido de su oficio).358

A Sancho del Castillo se le imputaron dos cargos el 28 de enero de 1529: el 1ro, por

prevaricación, pues ayudaba a ambas partes en los pleitos siendo contrarias; y el 2do, por

inducir a muchas personas a seguir causas con tal de llevarles el arancel tanto en la ciudad de

Puerto Rico como en la villa de San Germán.359 Sancho del Castillo acomete su descargo,

también bastante extenso, del 29 de enero al 12 de febrero de 1529.360 Finalmente, logra que

la sentencia en cuanto al primer cargo quede en suspenso por haber apelaciones de por

medio y del segundo cargo la absolución.361

g. Los fieles ejecutores

La importancia del cargo o la que se le dio en ocasiones se deduce de la fórmula con

que el Rey Católico nombró fiel ejecutor en Puerto Rico el 22 de octubre de 1514:

Don Fernando, por la gracia de Dios Rey de Aragón, de las dos Sicilias, de
Jerusalén, de Valencia..., Gobernador e Administrador destos Reynos de Castilla...,
por quanto para que las cibdades, villas e logares de las islas Española e San Juan
fuesen mejores regidas e gobernadas, yo he mandado proveer que los oficios de
regimientos e otros que en ellas an de aber sean perpetuos, y he proveído del
número de Regidores en la cibdad de Puerto Rico, que es en la isla de San Juan, e
hasta agora no se a proveído el oficio de Fiel Executor della, e a mí pertenece la
provisión del dicho oficio; por ende, acatando la suficiencia e abilidad de vos,
Cristóval de Montoro, e los servicio que abéis fecho, y entendiendo ser así
cumplidero a mi servicio, es mi merced e voluntad, por lo que a mí toca, que seáis

357 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 400-422v. “Descargo de Juan Ramírez, 1-10 de febrero de 1529”.
358 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 422v-423. “Sentencia contra Juan Ramírez y notificación de la misma, 11 de
febrero de 1529”.
359 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 423v-424. “Cargos contra Sancho del Castillo, 28 de enero de 1529”.
360 AGI, Jus. 51, núm. 1, fols. 424-434v. “Descargo de Sancho del Castillo, 29 de enero - 12 de febrero de

1529”.
361 AGI, Jus. 51, núm. 1, fol. 435. “Sentencia contra Sancho del Castillo”.

156
mi Fiel Executor de la dicha cibdad de Puerto Rico..., e vos e no otra persona
alguna uséis del dicho oficio...362

Con la conclusión obligada de que lo reciban y guarden sus preeminencias.

Según el Diccionario de Autoridades (1737), se entiende por fiel o fiel ejecutor, al

que también se le conocía con el nombre arábigo de almotacén, “la persona diputada en alguna

ciudad, villa o lugar para el reconocimiento de los pesos y medidas de que usan los que

venden, y para examinar si los géneros que dan son cabales”. A veces el campo de acción del

fiel se extendió fuera de mercados y tiendas: a todo lo que había de regularse por medidas;

era el representante del municipio en fijar cantidades fieles en el dar y recibir lo que fuese.363

Era un oficio de más provecho que honra; lo dice el nombre: fiel ejecutor; vigilaba y

ejecutaba órdenes y ordenanzas ajenas. No podía castigar por sí mismo (llevaba vara de

justicia), pues solamente denunciar. Su salario salía de parte de las multas y del cobro por

echar el sello a pesos y medidas. También obtenía carnes y pescado gratis cada día.

Aquel nombramiento otorgado por el Rey Católico a Cristóbal de Montoro, lo

obedeció el cabildo, tomándolo en sus manos, besándolo y poniéndolo sobre sus cabezas

“como cartas e mandado de sus Reyes e Señores naturales”; mas “en quanto al cumlimiento,

dixeron que ellos lo verán e farán lo que convenga a servicio de Sus Altezas”, persuadidos de

que ese servicio estaba en lo que más cuadrase a la utilidad de los vasallos. Y al poco rato lo

habían ya visto: “Paresció en el dicho cabildo Martín de Isásaga, procurador del dicho

cabildo, e dixo que les pedía e requería que, por quanto la relación que se hizo a Su Alteza no

fue conforme a lo que acá se usa en razón del dicho oficio no fue verdadera, porque en esta

isla no a abido Fiel Executor, salvo solamente Fiel cadañero, que facía lo que el cabildo le

Murga Sanz, Cedulario puertorriqueño I (1505-1517), cédula 372, pp. 340-341.


362
363Sobre las atribuciones y prerrogativas de los fieles ejecutores, véase: Constantino Bayle, op. cit., 208-214; y
Aída R. Caro de Delgado, op. cit., pp. 120-121.

157
mandaba; e que si se diese lugar a que fuese e obiese Fiel Executor, sería mucho perjuicio de

los vecinos e moradores desta isla, e que dello Su Alteza sería deservido. Por tanto... dixo que

le pedía e requería que en aquel cumplimiento de las dichas prouisiones se sobresean y

supliquen dello a Sus Altezas...”.364

Tres días se tomó el cabildo para deliberar, o más propiamente para razonar y

redactar la apelación al rey, de acuerdo con el dictamen del procurador. No querían oficio de

nombramiento real, propietario, perpetuo; el fiel cadañero, nombrado por el cabildo, sí,

porque la vigilancia sobre tiendas y mercados es de pro común. En la Isla se diferenció entre

fiel y ejecutor, y se rechazó lo segundo. O sea, lo diputaban para vigilar y denunciar, no para

ejecutar la pena contra los infractores.

Guardaba en su casa los patrones de pesos y medidas y al principio de cada año, en

unión de un alcalde, había de visitar las tiendas y comprobar si pesos y medidas eran justos y

marcados; ponía aranceles a los bastimentos; en las cosas de oficios mecánicos lo hacía el

ayuntamiento, aunque sólo el fiel ejecutor las firmaba. Así mismo, cuidaba que no

estropeasen la traza de la ciudad edificaciones caprichosas, que podía derrocar a cuenta del

dueño; y de la limpieza de las calles, en lo que le asistía el almotacén; y de recibir las

declaraciones de las mercancías entradas a la ciudad, para que lo vecinos pudiesen adquirir la

cuarta parte, a precio de costo. Tenía voz pero no voto en el cabildo.

Entre 1520 y 1530 sólo he podido identificar a los que ejercían el oficio de “fieles

hexecutores” a fines de la década, aunque con la salvedad de que no eran ejecutores. Éstos

fueron Miguel de Aguilar, Rodrigo de León, Hernando de Lepe y Sebastián Hernández.

Todos ellos fueron residenciados por el licenciado Antonio de la Gama entre 1528 y 1529.

El interrogatorio de ocho preguntas que elaboró el licenciado De la Gama para realizar la

364Vicente Murga Sanz, El Consejo o cabildo de la Ciudad de San Juan (1527-1550). Río Piedras: Editorial
Plus Ultra, 1956, pp. LXII-LXIV.

158
pesquisa secreta de los procuradores, es el mismo en el que se encuentran las preguntas

sobre el uso que se le a venido dando al oficio de fiel del concejo. Ya había dicho cómo las

preguntas dos, tres, cuatro y cinco, versaban sobre el oficio de procurador; pues bien, las

preguntas seis y siete son las que tratan sobre el oficio de fieles. (Véase Apéndice XXIV)

Creo que vale la pena reproducir aquí ambas preguntas, pues nos dibujaran

claramente los deberes y funciones de este importantísimo oficio, amén de lo que ya se

expuso anteriormente sobre el mismo:

6. Yten sy saben e etc. que el dicho myguel de aguilar e Rodrigo de leon y


hernando de lepe e sebastian hernandez fieles hexecutores que son o an sydo en
esta çibdad an husado e husan bien e fiel e delegentemente de sus oficios como
deven o sy an besytado o dexado de besytar e myrar a las vendedoras taberneras
mercaderes panaderas e las otras personas que tienen cargo de bender cosas e sy les
an Requerido e myrado las pesas e pesos e medidas con que benden e conpran e sy
an castigado e llevado la pena a las personas a quien tomavan algund peso o pesa o
medida falsa o sy an disymulado con ellos syn les llevar la pena digan e declaren lo
que çerca desto saben.

7. Yten sy saben e etc. que lo suso dichos fieles e cada uno dellos an
besytado e besytan los carniçeros pescaderos e panaderas e sy les an llevado la pena
en que an yncuRido e caydo por no dar e pesar la dicha carne e pescado e pan
segund e como estan obligados e sy an myrado e vesytado todo lo demas que son
obligados a ver e besytar conforme a los hordenanças desta çibdad todas las vezes
que an seydo neçesarias o a lo menos en el año tres vezes o sy an dexado de hazer e
cumplir lo suso dicho e lo an desymulado por algunas dedivas secretas o amistades
o de otra cualquyer manera que aya seydo e les ayan dado digan e declaren que
çerca desto saben e que es lo que an dexado de guardar e cumplir e hexecutar e
vesytar e a que personas e sy an marcado las pesas e medidas de los mercaderes que
les benyan a marcar e sy an puesto en ello alguna dilaçion para thener manera que
la tal persona cayese e yncuRiese en alguna pena para se la llevar digan e declaren lo
que çerca desto saben.365

Estas dos preguntas nos muestran el alcance en materia de comercio que tenían los

fieles y el trato y contrato diario entre los pobladores de la ciudad. Pero lamentablemente, y a

pesar de que algunos testigos comentan sobre el proceder de los fieles del concejo, nos

topamos con dos obstáculos: 1ro, el mal estado de la documentación que dificulta su lectura;

y 2do, el licenciado De la Gama no le sometió cargo alguno a ninguna de las personas que

365AGI, Jus., 51, núm. 1, fols. 389-390v. “Interrogatorio de la pesquisa secreta contra los procuradores y fieles
del concejo, 27 de enero de 1529”.

159
ostentaban el oficio de fiel del concejo. Lo que nos deja sin las percepciones de la autoridad

sobre el ejercicio del cargo y por consiguiente sin las percepciones de los mismos fieles de

sus ejecutorias en el oficio. La misma relación sumaria de la residencia no contiene referencia

alguna sobre el resultado de la pesquisa secreta contra los fieles del concejo. De todas

maneras, creo que resulta revelador el que este tipo de oficio sea examinado y controlado por

la Corona a través del mecanismo que ofrece el juicio de residencia, lo que nos pone de

manifiesto el interés de la autoridad real por saber y controlar hasta el más mínimo detalle de

la organización colonial. Y esto con una doble función: velar y proteger sus rentas a la vez

que vela por el bien común de sus súbditos en Indias.

*****

Es precisa una recapitulación en este apartado acerca de los distintos oficios reales y

del cabildo que he reseñado más arriba. Aparte de los trabajos cotidianos que como mineros,

estancieros, mercaderes, etc., desempeñaba la mayor parte del pueblo, muchos veían en el

ocupar un oficio capitular una forma de allegarse algún dinero extra amén del prestigio

personal que el tal oficio podría conferirles. Si bien muchos de los oficios concejiles estaban

mal remunerados, eso no importaba a muchos. Ganar fama y honra no sólo se conseguía

mediante las armas (eso era propio de la gloriosa época caballeresca) sino también mediante

el servicio público. A la hora de pedir mercedes reales el haber servido múltiples oficios

públicos siempre contaba positivamente. Si miramos diversas probanzas de la época,

notaremos que muchos siempre resaltan los servicios prestados a la Corona como evidencia

de rectitud y lealtad y justificante para nuevas mercedes. Muchos colonos no despreciaban el

servicio público porque también mediante los tales oficios podían acrecentar su patrimonio y

progresar aun más en la colonia.

160
3. Choques jurisdiccionales entre la Iglesia y el Estado

Es mi intención ahora examinar el choque de poderes entre la Iglesia y el Estado, y

para ello utilizaré dos casos concretos y reveladores. Veamos.

El gobierno colonial se dividía en dos sectores: el temporal y el espiritual, valga decir,

el civil y el religioso. Se partía del supuesto de que toda persona debía ser un buen ciudadano

y cristiano, ambas cualidades inseparables. El equilibrio y la armonía entre los representantes

de uno y otro poder -el gobernador y el obispo- no siempre se lograban y, en esos casos, el

recurso al rey, árbitro supremo, estaba previsto. Estos choques jurisdiccionales, quizá por su

frecuencia, perjudicaban a la población y en especial a los neófitos.366

En la práctica, dependía mucho de la prudencia y del tacto de las personas el que los

conflictos de suavizasen o se agriasen. En la Isla, dada la efervescencia política, los choques

entre una y otra potestad se produjeron con una frecuencia alarmante, a veces por motivos

que hoy tildaríamos de triviales. Cada potestad, sin embargo, cuidaba celosamente de su

terreno y no toleraba que se lo pisasen. Pero, ¿dónde se podían poner los límites

jurisdiccionales?367

El obispo don Alonso Manso utilizará excesivamente la excomunión contra aquellos

oficiales reales que le hagan frente. Pero a su vez, los oficiales reales, hombres quizá más

temerosos del rey que del obispo, le enfrentarían con valentía. En muchas ocasiones al

obispo le faltaron al respeto; su palabra no era obedecida; su excomunión no hacía mella en

el ánimo de muchos. Ante esta situación, el obispo acepta con gusto el 7 de enero de 1519 el

366 Vicente Murga Sanz y Álvaro Huerga, Episcopologio de Puerto Rico, tomo I - D. Alonso Manso:
Primer obispo de América, 1511-1539. Ponce: Universidad Católica de Puerto Rico, p. 155.
367 Ibid., p. 156.

161
nombramiento de inquisidor general de Indias.368 Ahora, los que antes no se asustaban con

las excomuniones temblaban ante la espada inquisitorial del obispo. Una carta de 1529 del

licenciado Antonio de la Gama al rey nos da una idea de cómo el poder espiritual, encarnado

en el obispo-inquisidor Alonso Manso, amenazaba la jurisdicción real:

En lo de la juridiçion Real deve v.m. mandar dar todo favor que segund se
entremete el obispo so color de ser inquisidor a pocas bueltas no avra mas justiçia
que el...369

El licenciado Antonio de la Gama se muestra preocupado ante la intromisión del poder

eclesiástico en asuntos de aparente competencia civil. Definitivamente, el obispo y los suyos

buscaban hacerse respetar y defender sus espacios pero, quizá abusaba también al convertir

algunos casos evidentemente triviales en casos de inquisición, pudiendo ser solucionados con

un diálogo de buena voluntad.

Los casos más frecuentes de estos choques o conflictos jurisdiccionales los

ocasionaban los malhechores, que al ser perseguidos por el poder civil se refugiaban en “lugar

sagrado” o “se llamaban a la corona”.

a. Los de “corona”

En el Nuevo Mundo se suscitaron agrios conflictos entre la autoridad civil y la

autoridad eclesiástica provocados por los de corona. Mas, ¿quiénes eran los de corona? Eran

individuos que se habían hecho tonsurar, tal vez por dos maravedíes, de algún obispo. Por la

tonsura se entra a pertenecer al estamento de la clerecía. Y la clerecía gozaba entonces de

368 J.T. Medina, La primitiva inquisición americana, 1493-1569. Chile: Santiago de Chile, 1914, pp. 5-6.
Adriano de Utrecht nombró inquisidores apostólicos generales de Indias a don Alonso Manso y a fray Pedro de
Córdoba simultáneamente. Ver también: Vicente Murga Sanz y Álvaro Huerga, op. cit., cap. VII.
369 AGI, Patronato 176, ramo 19, fol. 59v. “Carta del licenciado Antonio de la Gama al Rey, 15 de junio de

1529”. Existe duplicado de la carta del 16 de junio de 1529 en AGI, Patronato 176, ramo 19, fols. 61-62.

162
fuero propio en los juicios. Ninguno de corona podía ser juzgado en el tribunal civil, sino en el

eclesiástico. Evidentemente, se coronaban no por vocación, sino por exención; es decir, para

ampararse y socorrerse en caso de necesidad o de juicio. El abuso de los de corona estaba

muy generalizado y las Indias fue escenario de miles de conflictos entre el poder civil y el

poder espiritual a causa de estos “clérigos”. Cuando, por el motivo que fuese la justicia civil

iba a intervenir con ellos, “se llamaban a la corona”, que equivalía a reclamar la exención o

inmunidad clerical.370

b. San Germán, 1528. El alcalde excomulgado...

Según consta en el juicio de residencia efectuado a los oficiales reales por el

licenciado Antonio de la Gama en la villa de San Germán, en el mes de agosto de 1528 la

villa vivió un fuerte choque entre la autoridad civil y la autoridad eclesiástica a causa de uno

que se llamó a la corona. Gracias a las respuestas que diversos testigos ofrecen a la pregunta

número tres del interrogatorio de la pesquisa secreta es que nos podemos enterar en detalle

de lo acontecido. Esta pregunta, que trata sobre la defensa que deben hacer los oficiales de la

jurisdicción real, lee como sigue:

Yten sy saben e etc. que el dicho pedro moreno e los dichos alcaldes ayan
deffendido la juridiçion Real de sus magestades o sy an consentido o dado lugar
para Ruego o conçierto de algunas personas o en otra manera que le fuesen leydas
algunas cartas de escomunion de los juezes de la yglesia e se ynybiesen para ellas e
Remitiesen algund delinquente caso que no le devian Remytir e digan e declaren lo
que çerca desto saben.371

El episodio tuvo como protagonistas al cura, al alcalde y a un vecino de la villa. La

situación la provoca Pero López de Angulo, vecino de la villa, a quien el alcalde, Juan de

370 Vicente Murga Sanz y Álvaro Huerga, op. cit., p. 158.


371 AGI, Jus. 51, núm. 2, fol. 13v. “Interrogatorio de la pesquisa secreta”.

163
Queto, mandó prender el 18 de agosto de dicho año por haber dado dos heridas a Gaspar de

Bruselas. El alcalde ordenó que le pusieran preso en la casa y estancia de Vasco de Tiedra.

Pero, López de Angulo se soltó y se refugió en la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios.

Entonces, Ordoño de Solís, alguacil, lo sacó de la iglesia por orden del alcalde y le llevó a la

cárcel, dejándolo al cuidado de Benito Caramao, alcaide de la misma. La fuga de López de

Angulo le costó al alguacil y a otros muchos días de cárcel. López de Angulo, al verse en este

trance, “se llamó a la corona”, es decir, que “era clérigo de primera tonsura”, y presenta el

título que sobre ello poseía ante el cura de la villa, que había sido llamado a la cárcel por él,

para que intercediera en su caso. El alcalde no da crédito al título que le fue presentado

indicando que no le constaba ser verdadero (a pesar de las pruebas presentadas), provocando

que el cura de la villa, Juan Fernández de Salamanca, junto a su vicario, Pedro Durán,

decidan proceder contra él excomulgándole y poniéndole en entredicho. El alcalde se

mantiene en su posición y decide entonces consultar al obispo don Alonso Manso y al

teniente de gobernador Pedro Moreno en la ciudad Puerto Rico. Éstos acuerdan enviar el

proceso a La Española para que un letrado determine a qué jurisdicción corresponde actuar:

si a la seglar o a la eclesiástica. Cuando el alcalde Juan de Queto regresó a la villa “Remytio al

dicho pero lopez de angulo a la yglesia de donde le avian sacado”.

Pero, ¿qué sucedió con Gaspar de Bruselas, la víctima en última instancia? El alcalde

le dijo a Gaspar de Bruselas “que ya el via que el no podia haser otra cosa que el fuese a

seguir el dicho pleyto ante el obispo”. Gaspar de Bruselas acudió al obispo don Alonso

Manso y acusó a López de Angulo por las heridas que le había infligido. Acto seguido, el

164
obispo sentenció a López de Angulo en seis pesos de oro “e la cura lo que paresçiese que

meresçia por ello” Gaspar de Bruselas.372

Si damos crédito a la declaración del cura Juan Fernández de Salamanca, la gente de

la villa tomó partido en el asunto: “todo el pueblo dezia mal del dicho juan de queto alcalde

porque no se ynivia e se dexaba estar descomulgado e le dezian todos que no fuese tan rezio

pues claramente les constava que hera clerigo el dicho pero lopez de angulo”.373 El vicario

Pedro Durán actuó como juez y apremió al alcalde Queto para que depusiese su rebeldía,

pues le constaba que Pero López de Angulo era “clerigo de primera corona y esento de la

juridiçion seglar”. Al cabo de mes y medio, “yntrepado de todos los del pueblo se uvo de

ynivir” y dejó al reo en manos de la jurisdicción eclesiástica.374

Al finalizar la disputa, el alcalde pidió y obtuvo del cura de la villa una “fee e

testimonio” de perdón:

A todos los señores que la presente vieren que Dios nuestro señor honrre y guarde
de mal yo juan fernandez clerigo cura de la yglesia desta villa de san german que es
en la ysla de san juan de las yndias e mar oçeano e notario por autoridad apostolica
me vos mucho encomyendo e hago saber como oy dia desta fecha que se contaron
honze dias del mes de enero de myll e quinientos e veynte nueve años en esta dicha
villa de san german en my presençia e de los testigos de yuso escriptos paresçio el
honrrado varon juan de cueto e me pedio e Requirio le diese por fee e testimonio
en manera que haga fee como el siendo alcalde el año pasado de myll e quinientos e
veynte e ocho años el mes de agosto pasado del dicho año el tuvo preso a pero
lopez de angulo sobre çierto delito que diz que cometio el qual se llamo a la corona
e presneto su titulo y provança ante el vicario pedro duran y junto con ello una
sentençia dada sobre el dicho titulo e firmada del obispo don alonso manso e
Refrendada de su secretario sobre la qual el dicho vicario dio sus cartas hasta poner
entredicho segund paresçera por el proçeso que esta ante el su señoria el dicho juan
de queto alcalde estuvo descomulgado mas de mes y medio que no se quiso ynibir
hasta tanto que por çensuras y Requerimientos se dexo del conosçimiento de la
causa constandole como el dicho pero lopez de angulo hera clerigo y por tal de
antes y despues es avido e tenido segund que ante my el dicho notario paso todo lo
proçesado y la dicha Remysyon e de pedimyento del dicho juan de queto se lo dy

372 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 20-21. “Declaración de Gaspar de Bruselas a la tercera pregunta del
interrogatorio de la pesquisa secreta, 28 de diciembre de 1528”.
373 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 87v-89v. “Declaración de Juan Fernández como testigo de descargo presentado

por Juan de Queto en su descargo al cuarto cargo, 9 de enero de 1529”.


374 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 89v-90v. “Declaración de Pedro Durán como testigo de descargo presentado por

Juan de Queto en su descargo al cuarto cargo, 9 de enero de 1529”.

165
en la manera sobre dicha testigos que para ello fueron llamados e rogados asensyo
de villanueva alguazil mayor de la santa ynquisiçion destas partes e el dicho vicario.
juan fernandez clerigo notario apostolico. justitia et pax obviaverunt sibi. 375

Para algunos en la villa, la actuación del alcalde Juan de Queto respondía a su celo de

defender la jurisdicción seglar ante la eclesiástica. Por ejemplo, Juan de la Parra, sacristán y

vecino de la villa, declaraba que “el dicho juan de queto alcalde defendia la juridiçion real no

le queriendo bolver [a López de Angulo] a la yglesia”.376 Y también para Gonzalo Rincón,

vecino de la villa, “fueron leydas çiertas cartas de escomunion al alcalde juan de queto el qual

en ello defendio lo que pudo la juridiçion Real”.377

c. Puerto Rico, 1529. La ciudad entredicho...

El episodio de acaecido en la ciudad de Puerto Rico que veremos a continuación, fue

el que motivó el comentario del licenciado Antonio de la Gama que cité más arriba acerca de

la intromisión del obispo en asuntos de claro carácter seglar.378 Este agrio altercado entre la

justicia civil y la eclesiástica polarizará la ciudad de Puerto Rico: por un lado los que apoyan a

las justicias reales y por el otro los que apoyan al obispo. Todo lo acontecido lo sabemos por

cierta Información que mandó a realizar el licenciado Antonio de la Gama sobre el incidente.379

375 AGI, Jus. 51, núm. 2, fols. 90v-92v. “Descargo de Juan de Queto al cuarto cargo, 9 de enero de 1529”.
376 AGI, Jus. 51, núm. 2, fol. 21v. “Declaración de Juan de la Parra a la tercera pregunta del interrogatorio de la
pesquisa secreta, 29 de diciembre de 1528”.
377 AGI, Jus. 51, núm. 2, fol. 47v. “Declaración de Gonzalo Rincón a la tercera pregunta del interrogatorio de la

pesquisa secreta, 31 de diciembre de 1528”.


378 Alvaro Huerga narra este episodio titulándolo “Procesión por un preso” y afirmando de entrada que esta

procesión fue “el acto más pío de la inquisición de Manso”. He notado inconsistencias en los extractos
transcritos que hace del documento original -especialmente en la colocación de algunos signos de puntuación
que alteran su sentido- y evidentemente la narración es pro-Manso, cuando el documento original y la
consecuente contestación real al mismo poseen un tono contrario, a modo de reprimenda al obispo. Vicente
Murga Sanz y Álvaro Huerga., op. cit., pp. 184-186.
379 AGI, Patronato 175, ramo 18 (2), fols. 304-313. “Información hecha por orden del licenciado Antonio de la

Gama, sobre fricciones por competencias jurisdiccionales entre las justicias de S.M. y el vicario eclesiástico Juan

166
El protagonista coronado se llamaba Sancho del Castillo, procurador de causas en la Isla hacia

1527. En abril de 1529 Sancho del Castillo fue apresado por orden del alcalde Hernán

Ramírez de Vargas por no haber cumplido con cierta sentencia que le impusiera el alcalde

Jaime Cáncer en 1527, provocando este hecho la ira del sector clerical de la ciudad. Veamos

el asunto:

... en un dia de la semana santa que agora paso por Razon de la prisyon de un
sancho del castillo questaba preso en la carçel publica desta çibdad por
mandamiento de hernan Ramires de vargas alcalde sobre Razon que fue
sentençiado en esta çibdad por jayme cançer alcalde que fue en esta dicha çibdad
por aver sydo prevaricato380 e no aver conplido çierto destierro que le fue puesto
por el dicho alcalde el vicario juan mateos dio çiertas cartas de escomunion contra
las justiçias de su magestad para que le diesen y entregasen el dicho sancho del
castillo preso diziendo que hera clerigo de corona...381

Las autoridades civiles acudieron al obispo y le dijeron que en aquel asunto obraban

conforme a derecho y, por consiguiente, que retirase las cartas de excomunión. El obispo

don Alonso Manso no cedió y exigió a las justicias civiles que se inhibiesen, pues se trataba

de un clérigo de corona. El licenciado Antonio de la Gama insistió, derecho en mano, en su

posición, pero el obispo, aun así, no cedía. Lo más que consiguió el licenciado De la Gama

fue una tregua, ya que en aquellos días todo el pueblo celebraba la Semana Santa. Pero, el

vicario rompió la tregua: “...aviendo quedado asentado que el dicho vicario no entendiese en

la dicha cabsa hasta pasado el domingo de quasymodo torno a dar otra carta luego pasando

el postrero día de pascua que fue jueves primero dia deste presente mes de abril con termyno

de tres dias”. Y tres días después, el domingo de quasymodo382, 4 de abril de 1529, “...aviendo

Mateos, por la prisión de Sancho del Castillo, clérigo de corona, condenado por prevaricación e
incumplimiento de destierro, San Juan de Puerto Rico, 12 de abril de 1529”.
380 El vicio del abogado ù procurador, que falta à la fidelidad de su parte, haciendo por la contraria.

Diccionario de Autoridades (1737). Madrid, España: Editorial Gredos, S.A., 1969, tomo quinto, p. 373.
381 AGI, Patronato 175, ramo 18 (2), fol. 304. “Exposición de motivos de la Información, 12 de abril de 1529”.
382 Se celebra el primer domingo después del Domingo de Resurrección. El nombre de quasimodo tiene su

origen en el texto latino de la antifonía introductoria del segundo domingo de Pascua de Resurrección: “Quasi
modo genite infantes...” (“Como niños recién nacidos...”), que está tomada de la primera carta de San Pedro.

167
pareçido ante el dicho vicario las justiçias a Responder a la dicha carta en el dicho termyno e

alegando las cabsas por quel dicho sancho del castillo no devia gozar de la corona puesto que

tuviera titulo della que no tenia el dicho vicario syn querer oyr e determynar sobre ello luego

el domingo que se contaron quatro dias deste mes de abril puso entredicho en esta çibdad

syn tornar a notificar nynguna cosa a la justiçia”383.

El martes 6 de abril del mismo año, por la mañana “salio el dicho vicario con çiertos

clerigos con sus sobrepellizes e llamo a çiertos frayles que fuesen con ellos e salieron de la

yglesia mayor desta çibdad con la cruz cubierta de un velo negro e fueron por las calles desta

çibdad cantando salmos de maldiçiones e echando piedras”. La cruz alzada como en un

entierro, la salmodia del lánguido repique de las campanas, las sobrepellices de los clérigos y

los hábitos de los frailes, etc., impresionaron a los vecinos, que se asomaban a las puertas a

contemplar el desacostumbrado espectáculo religioso. La procesión de protesta por el preso

se dirigió a la casa del juez de residencia Antonio de la Gama, “e llegando a la puerta [...] le

apedrearon la casa e leyeron una carta de anatema e matando candelas e haziendo otros

abtos temerosos e de mucho escandalo”. Luego “de ally fueron a la puerta del dicho alcalde

hernan Ramires e hizieron lo mismo”. Y finalmente “bolbieron por las calles prençipales

hasta la yglesia de la misma manera e syenpre Repicando las canpanas”.384

La procesión causó viva impresión en el pueblo y hondo disgusto en las autoridades

civiles; no tuvieron más remedio que inhibirse, es decir, soltar al preso, ya que el vicario

amenazó con asaltar la cárcel pública:

...de ver los suso dicho estava la çibdad muy alborotada e escandalizada toda la
jente e que si la justiçia quisiera Resistirles oviera mucho escandalo e alboroto e

383 AGI, Patronato 175, ramo 18 (2), fol. 304v. “Cuarta pregunta del interrogatorio de la Información, 12 de
abril de 1529”.
384 AGI, Patronato 175, ramo 18 (2), fols. 304v-305. “Quinta pregunta del interrogatorio de la Información, 12

de abril de 1529”.

168
muertes de onbres e que el dicho obispo como es ynquisidor amenazava que sy no
se ynivian que como ynquisidor proçederia contra ellos e las dichas justiçias visto lo
suso dicho e por yvitar lo que se podia Recreçer sobre ello segun yva acordaron de
se ynivir.385

El licenciado Antonio de la Gama se enojó bastante. El obispo recurría a sus poderes

inquisitoriales cuando, como en este caso, la justicia seglar atropellaba los fueros de los de

corona. Nunca cedió ante las autoridades civiles, ni en este caso, ni en otros similares. Por la

documentación nos damos cuenta de que obraba en conciencia, pero su celo era excesivo y

le cegaba a tal punto que no escuchaba las razones y los textos canónicos que el licenciado

De la Gama le citaba. Y total, en última instancia, por lo que sabemos, Sancho del Castillo

no merecía tanta procesión y tanta tensión.

Tampoco valía la pena abrir una información solemne, con testigos ante notario, por

“cosa tan libiana”386, como dice Pedro Moreno, uno de los declarantes. Pedro Moreno, ahora

ex-teniente de gobernador, intercedió entre el obispo y el juez de residencia sin lograr

conseguir nada. La información se abrió, desfilaron los testigos y se cerró, enviándola al

Consejo de Indias.

Pero las cosas no quedaron ahí. El Consejo de Indias recibió la Información y al

parecer le impresionó bastante, y creo que en particular la respuesta de Pedro Moreno a la

sexta pregunta del interrogatorio, donde consigna lo siguiente:

...a la sesta pregunta dixo que lo que desta pregunta sabe es que tiene por çierto que
si la justiçia Real se pusiera en no querer dar el dicho preso o Resystir que no
fueran por las calles con la cruz segun dicho tiene que oviera mucho escandalo e se
pudiera Recrear mucho escandalo e muertes de onbres asy por llegarse mucha jente
al dicho obispo por ser ynquisidor por que toda la jente estava muy alborotada en
ver andar la cruz por las calles como la trayan cubierta con velo negro e que
hablando este testigo con el señor obispo sobre el caso diziendole que por cosa tan

385 AGI, Patronato 175, ramo 18 (2), fol. 305. “Sexta pregunta del interrogatorio de la Información, 12 de abril
de 1529”.
386 AGI, Patronato 175, ramo 18 (2), fol. 312. “Declaración de Pedro Moreno a la sexta pregunta del

interrogatorio de la Información, 12 de abril de 1529”.

169
libiana por lo que estava preso el dicho castillo no fuera Razon de proçeder contra
la justiçia Real como proçedian con tanto Rygor e que pues en su persona del dicho
castillo no se esperava peligro de muerte ni lisyon por lo que estava preso que hera
mejor oyr a la justiçia Real sy devia el dicho castillo de gozar del clericato o no e
que si despues pareçiese e se diese sentençia que devia gozar que entonçes pareçera
bien que se hiziese lo que se hazia e no de otra manera e que el dicho señor obispo
estuvo syempre muy Rezio en que no se avia de hazer syno como se hazia e que
porque el alcalde hernan Ramires avia sydo muy mal hecho e que podia ser
proçediese contra el como ynquisidor e que este testigo le dixo que su señoria no
devia dezir aquello que hera mal dicho porque no se avia de tratar asy la justiçia
Real por defender su juridiçion e que otra ves hablando sobre el caso el dicho señor
liçençiado con el dicho señor obispo diziendole que su señoria ni su vicario no
proçedian en la cabsa conforme a derecho porque el le mostraria testo por donde
se avian de seguir e se lo mostro en preçençia deste testigo porque andavan
entendiendo en conçertar que se quitase el entredicho el dicho señor obispo dixo
que el veria el testo e que de mañana Responderia e que la Respuesta fue que luego
bien de mañana hizieron la proçeçion que dicho tiene e que el dicho señor obispo
dezia que si se dexavan estar descomulgados que proçederia contra ellos como
ynquisidor e asy mismo lo dezia juan gallegos clerigo fiscal del santo ofiçio que su
señoria devia proçeder contra ellos como ynquisidor. 387

Los señores del Consejo, vista la Información, se convencieron de que el obispo se

excedía. Como inquisidor abusaba de sus poderes, humillando a las autoridades civiles.

Decide entonces la reyna enviarle al obispo una amonestación en forma de real cédula

fechada en 20 de mayo de 1535. El tono de la real cédula -o real amonestación, si se quiere-

es duro:

La Reyna. Reverendo yn Cristo padre don alonso manso obispo de la ysla de sant
joan a mi es hecha Relaçion que quando algunas diferençias se ofreçen en esa ysla
entre nuestra juridiçion Real y la juridiçion eclesyastica antes proçedeis
açeleradamente contra nuestras justiçias por çensuras e que aunque os han oydo
hechos Requerimientos no haveys dexado de proçeder contra las dichas nuestras
justiçias no les queriendo dar traslado de cosa alguna e que espeçialmente aveys
molestado al lugar teniente de nuestro gobernador desa dicha ysla descomulgandole
e haziendole apedrear la casa y hechole otras estorsyones e sy esto fuese asy nos
terniamos dello por deservidos porque como sabeys es en perjuizio de nuestra
preheminençia e juridiçion Real por ende yo vos mando que de aqui adelante no
molesteys sobre lo suso dicho a las nuestras justiçias desa dicha ysla e que quando
se ofreçiere alguna diferençia entre nuestra juridiçion Real e la eclesyastica les
guardeys los terminos del derecho e quando de vos apelare legitimamente en tienpo
y en forma les otorgueys las apelaçiones e durante aquella no ynobareys cosa
alguna con aperçibimiento que vos hazemos que sy ansy no lo hazeis e cumplis
mandaremos proveer sobre ello lo que convenga a nuestro serviçio e porque yo he
mandado hazer çierta ynformaçion çerca desto vos sy algun descargo teneys le
enbiad al nuestro consejo de las yndias porque visto juntamente con la dicha
ynformaçion yo mandare en ello como la calidad del caso lo Requiere y convenga a

387 AGI, Patronato 175, ramo 18 (2), fols. 312-312v. “Declaración de Pedro Moreno a la sexta pregunta del
interrogatorio de la Información, 12 de abril de 1529”.

170
nuestro serviçio e al sosiego e buen tratamiento de los vezinos desa ysla fecha en
madrid a veynte dias del mes de mayo de mill e quinientos e treynta e çinco años yo
la Reyna fermada e señalada de los dichos. 388

En fin, que le mandan al obispo que se aquiete y que no vuelva a actuar con tan

exageradas acciones. Y aunque en principio la justicia eclesiástica aparentó imponerse sobre

la justicia real en un acto que evidentemente era competencia de ésta última, la Corona

interviene y protege en última instancia sus fueros. Hay que recordar que hasta la misma

Iglesia estaba virtualmente sometida a la voluntad del rey.

También creo conveniente anotar que esta actitud del obispo Manso en cuanto a

imponer duramente su autoridad inquisitorial en la Isla, obedecía a un intento de hacerse

respetar. Unos meses antes de este choque entre el poder real y poder eclesiástico motivado

por uno que se llamó a la corona, el obispo Manso tuvo otro enojo debido a las

murmuraciones del pueblo, que rayaban en la burla, referentes al poco miedo que infundía el

tribual de la Santa Inquisición con Manso a la cabeza. Las murmuraciones llegaron a oídos

del obispo-inquisidor y decidió dar un golpe sonoro para imponer el silencio y el respeto.

Así, el 6 de enero de 1528, fiesta de la Epifanía, se leyó en la catedral, y después se clavó en

el atrio, un solemne edicto: la carta monitoria, una amonestación pública. Con dicha carta el

obispo Manso pretendía hacerse respetar y temer como inquisidor. A todo aquel que

continuase murmurando y hablando mal del Santo Oficio de la Santa Inquisición se le

amenazaba con duras penas inquisitoriales.389

Como hemos podido apreciar el pueblo no temía más al representante de Dios en la

Isla que al representante del rey. El obispo Manso siempre intentó afianzar su poder y

autoridad pero, cuando sus actos cruzaban la frontera entre lo secular y lo eclesiástico, el

388 AGI, Sto. Domingo 2280, lib. 2, fols. 60-60v.


389 Vicente Murga Sanz y Álvaro Huerga, op. cit., documento 61, pp. 403-406.

171
poder real salía en defensa de su jurisdicción y si para ello debía amonestar al obispo

públicamente, así lo hacía, como en efecto hizo.

*****

Como se ha podido apreciar a través del presente capítulo, la Corona fue

paulatinamente centralizando el poder y haciéndose cada vez más presente en la vida política

de la Isla. Poco a poco fue reteniendo para sí el nombrar a los distintos regidores que

integrarían el cabildo de la ciudad de Puerto Rico y el de la villa de San Germán, además de

ya haber ostentado el nombramiento de los escribanos y de los oficiales reales. Mediante los

juicios de residencia procuró la Corona vigilar a sus funcionarios y corregirlos en el caso de

que hayan cometido faltas estando en sus oficios.

La Iglesia, el otro poder visible en la Isla en la persona del obispo Manso, tampoco

escapó al control real. En virtud del real patronazgo, la Iglesia se vio sometida a la voluntad

de la Corona. En el caso de que chocasen ambas jurisdicciones, la Corona siempre tendría la

última palabra, y siempre sentenciaría en salvaguarda de sus derechos y privilegios.

172

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