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1ª diapositiva
Como es ampliamente reconocido, en los primeros años, el territorio del Nuevo Reino de
Granada, bautizado así por el Adelantado Jiménez de Quesada, estuvo bajo la jurisdicción
de la Audiencia de Santo Domingo, como parte de la Gobernación de Santa Marta. Es
importante destacar que la Gobernación de Santa Marta fue el punto de partida de la
empresa de descubrimiento más significativa, que condujo a la fundación de Santafé de
Bogotá.
No obstante, la distancia entre la ubicación del Tribunal de Apelación y el territorio del
Nuevo Reino hacía imposible supervisar las actividades de aquellos que, por su propia
iniciativa, se habían establecido en la región. Esto incluía a representantes del lejano poder
real, como gobernadores y alcaldes mayores, así como a los beneficiarios de encomiendas.
En el reparto de estas últimas, no siempre se siguieron las directrices establecidas por la
Corona. Por lo tanto, fue necesario enviar al juez y visitador Miguel Díaz de Armendáriz,
quien también se desempeñaba como gobernador del Nuevo Reino de Granada. Su tarea
era particularmente complicada, ya que debía implementar las Leyes Nuevas de 1542 con
el propósito de corregir los abusos sufridos por los indígenas, tanto por parte de los
encomenderos como de las autoridades locales.
GOBIERNO COLEGIADO (1550-1563): Con la instauración de la Audiencia, la Corona pretendía crear
un órgano que a la vez que administrara justicia, se ocupara de “la buena gobernación de esas
dichas tierras”, mediante la sustitución de la autoridad unipersonal que con anterioridad estaba
encargada del gobierno, por un “colegio gubernativo”, compuesto por los magistrados del nuevo
tribunal de justicia.
Si hubiese que hacer un juicio crítico de este período, sin duda nos acogeríamos al hecho por
Cuervo, Aguilera y Martínez, de ninguna manera favorable. En efecto, tales historiadores señalan
que este período se caracterizó por sus inconvenientes y defectos, cuando no por sus abusos, todo
lo cual hizo necesaria la creación de un sistema nuevo, representado por el presidente.
Con la llegada del presidente Borja, sucesor de Sande, se inaugura una nueva etapa en la vida del
Tribunal neogranadino. Es la llamada, sin mucha precisión, época de los presidentes de capa y
espada.
LOS PRESIDENTES DE CAPA Y ESPADA (1604-1700): Tan pronto se supo en la península el
fallecimiento del presidente Sande, el Consejo de Indias consultó a Felipe III la necesidad de
designar un sustituto218. El Rey solicitó que se le presentaran nombres de caballeros letrados y de
“capa y espada” para ocupar la presidencia, a lo cual expuso el Consejo las razones por las que
consideraba la conveniencia de nombrar un jurista.
2ª diapositiva
Abuso de poder
Se describen los cargos relacionados con el incorrecto ejercicio de las autoridades encargadas de
administrar la justicia, quienes poseían ciertas facultades para lograr los objetivos reales a través
de su correcto desempeño. Sin embargo, en la Audiencia de Santafé, aquellos responsables de
ejercer el poder no siempre actuaron de acuerdo con sus competencias, lo que llevó a que los
visitadores los mencionaran en sus inspecciones.
Finalmente, se le imputó haber quitado un indio enano a Alonso González para quedarse con él.
Una vez lo tuvo, lo cambió de tierra, a consecuencia de lo cual el indio falleció. El Consejo lo calificó
de “culpa”.
Enriquecimiento indebido
Uno de los puntos sobre los que puso mayor énfasis la Corona fue el relativo a evitar que los
miembros de las Audiencias, sobre todo sus principales funcionarios (presidente, oidores y fiscales)
obtuvieran ingresos por algún concepto diferente al salario que se les pagaba, ya que se
consideraba que éste bastaba para atender de una manera digna tanto el status del funcionario
como el de su familia.
En las visitas realizadas a la Audiencia de Santafé los visitadores fueron haciendo a los ministros
numerosos cargos acusándolos de incurrir en las prohibiciones de realizar negocios, recibir regalos,
hacer rifas, no pagar deudas y otras que en su momento analizaremos, actividades dirigidas a
aumentar sus ingresos sobre los cuales era muy difícil ejercer un control severo, sobre todo por la
lejanía de la península.
Ejm: Juan Rodríguez de Mora varios cargos por haber recibido su esposa diferentes regalos. Doña
Ana de Villafañe, consistentes en haber recibido del provisor del arzobispo del Nuevo Reino, Pedro
Marmolejo, un Agnus Dei de oro grande con esmeraldas que valía más de cien pesos; haber
aceptado de Mejía Serrano un anillo de esmeraldas por un valor superior a 25 pesos y varias
mantas delgadas, una botija perulera con más de una arroba de trementina, dos botijas de miel de
abejas y una arroba de lino. Y haber admitido de Vasco Pérez de Figueroa, vecino de la ciudad de
Los Remedios, 125 pesos de oro en polvo para una cadena.
Abusos en materia fiscal
Una de las actividades más importantes de las que tenía a su cargo la Audiencia era la relativa a la
vigilancia del cumplimiento por parte de los demás y de ella misma como cuerpo y de sus
ministros, de un amplio elenco de normas relativas al recaudo, administración y gasto de los bienes
de la Corona Real. Sin embargo, en las visitas se deja constancia de que tales normas no fueron
siempre respetadas por los ministros de la Audiencia, a consecuencia de lo cual reciben algunos
cargos.
Ejm: Numerosos cargos, especialmente por partidas mal libradas, recibió el oidor Luis Enríquez,
quien fue hallado culpable por parte del Consejo del cargo que se le imputaba de no haber
aplicado a la Cámara la mitad de las condenaciones hechas en las visitas, sino solamente la tercera
parte. En el fallo de este cargo el Consejo ordenó, además, guardar las leyes en la aplicación de las
penas.
3ª diapositiva
Aunque es cierto que las visitas a menudo no lograron la eficacia que la Corona esperaba, es
importante destacar que su objetivo, aunque no siempre se alcanzara, era establecer el orden
en la tumultuosa Audiencia de Santafé. Estas visitas servían a la Corte y al Consejo para
obtener información sobre el estado del Nuevo Reino a través de los informes de los
visitadores. Además, no se debe pasar por alto que la mera presencia del visitador generaba
respeto, lo que, al menos durante su período de estadía, contribuía a que las cosas siguieran el
curso establecido por las normas.