Está en la página 1de 13

LUCIANO

FALARIS I - II

La traducción ha sido revisada por ALFONSO MARTÍNEZ DÍEZ


TRADUCCIÓN Y NOTAS POR ANDRÉS ESPINOSA ALARCÓN
Texto griego de Luciano: http://sites.google.com/site/ancienttexts/gk-l2
1-2
FÁLARIS

Desde los tiempos de Gorgias (cf. su Defensa de Palamedes), es ejercicio genuinamente


sofístico-retórico asumir la defensa de «causas imposibles». Palamedes, Prometeo, Helena
pueden ser defendidos, pese a la aparente imposibilidad de tal apología. En el caso
concreto de Fálaris, tirano de Acragante, en Sicilia (571555 a. C.), que el propio Luciano
nos presenta (Relatos verídicos II 23) en el territorio del Hades destinado a los grandes
impíos y criminales, resulta sumamente difícil tal defensa por haberse convertido en
proverbial su crueldad. Se trata, pues, de un progymnasma o «ejercicio retórico» destinado,
como tantos otros que siguen, a entretener al auditorio y tal vez, como prolaliá o «pre-
ludio», a prepararle a escuchar otros temas o debates de mayor entidad literaria (cf.
Dioniso, Heracles, Acerca del ámbar o Los cisnes, Elogio de la mosca, etc.).
Según B. KEIL, (Hermes 48 [1913], 494 ss.), el opúsculo constaba originariamente de tres
discursos, frente a los dos que aparecen en nuestros manuscritos, quedando en el segundo
trazas del tercero perdido. El primero es un alegato del propio tirano, ante los sacerdotes
de Delfos, puesto en boca de un emisario y en el que defiende su conducta aparentemente
cruel basándose (y en ello se anticipa a Maquiavelo) en «razones de Estado» y de
seguridad personal, difíciles de aislar unas de otras en el absolutismo tiránico. Hábilmente
sabe Fálaris presentar el punto más conflictivo (la semilengendaria historia del toro
mugiente) como ajeno al propio tirano, de exclusiva responsabilidad del cruel y servil ar-
tífice Perilao, que expía en él justamente su culpa. En ameno relato, sabe predisponer el
ánimo del oyente a su favor, en estricto respeto al principio sofístico de tó eikós o «lo
verosímil».
El segundo discurso no le va a la zaga al primero en habilidad retórica. Un sacerdote de
Delfos insiste en la necesidad de aceptar el presente de Fálaris por aparentes razones de
piedad hacia el dios Apolo, quien «ya ha dado su justo voto acerca de la imagen» (4), pero,
sobre todo, por motivos de «intereses creados» (aquí puede apreciarse la tucidídea
contraposición entre próphasis o «motivo aparente» y aitía o «causa real»): si se discriminan
las ofrendas de los oferentes, ello irá contra los intereses de Delfos (8).
Ambos discursos se encuadran dentro de las apologías lucianescas, aparentes ejercicios
forenses, de los que son buenos ejemplos también El tiranicida, El desheredado, Pleito entre
consonantes, etc. Dentro de la mejor línea retórica isocratea, su finalidad es, como decíamos
al principio, divertir, entretener y preparar a su auditorio.
I

1 ”Epemyen ¹m©j, ð Delfo…, Ð ¹mšteroj 1 Varones de Delfos: nos ha enviado nuestro


dun£sthj F£larij ¥xontaj tù qeù tÕn soberano Fálaris a ofrecer al dios este toro y a
taàron toàton kaˆ Øm‹n dialexomšnouj t¦ dialogar con vosotros razonablemente en
e„kÒta Øpšr te aÙtoà ™ke…nou kaˆ Øpr toà defensa de sí mismo y de su ofrenda. Éste es,
¢naq»matoj. ïn mn oân ›neka ¼komen, pues, el motivo de nuestra venida y he aquí su
taàt£ ™stin· § dš ge prÕj Øm©j ™pšsteilen mensaje:
t£de·

'Egè, fhs…n, ð Delfo…, kaˆ par¦ p©si mn «Yo, varones de Delfos, daría todo a cambio de
to‹j “Ellhsi toioàtoj Øpolamb£nesqai aparecer a los ojos de todos los helenos como
Ðpo‹Òj e„mi, ¢ll¦ m¾ Ðpo‹on ¹ par¦ tîn realmente soy, y no como el rumor propalado
misoÚntwn kaˆ fqonoÚntwn f»mh ta‹j tîn por quienes me odian y envidian me ha
¢gnooÚntwn ¢koa‹j paradšdwken, ¢ntˆ tîn presentado ante los oídos de quienes me
p£ntwn ¢llaxa…mhn ¥n, m£lista d par' desconocen; y en especial quisiera aparecer así
Øm‹n, ÓsJ ƒero… tš ™ste kaˆ p£redroi toà ante vosotros, dado que sois sacerdotes y
Puq…ou kaˆ mÒnon oÙ sÚnoikoi kaˆ allegados de Apolo, y casi compartís con él casa
ÐmwrÒfioi toà qeoà. ¹goàmai g£r, e„ Øm‹n y techo. Estimo que, si me justifico ante
¢pologhsa…mhn kaˆ pe…saimi m£thn çmÕj vosotros y os convenzo de lo infundado de mi
ØpeilÁfqai, kaˆ to‹j ¥lloij ¤pasi di' Ømîn fama de crueldad, quedaré justificado también
¢poleloghmšnoj œsesqai. kalî d ïn ™rî ante todos los demás griegos. E invocaré al
tÕn qeÕn aÙtÕn m£rtura, Ön oÙk œni d» pou propio dios como testigo de mis palabras, ya
paralog…sasqai kaˆ yeude‹ lÒgJ que a él no es posible inducirle a error ni
paragage‹n· ¢nqrèpouj mn g¦r ‡swj arrastrarle con falsedades, pues a los hombres
™xapatÁsai ·®dion, qeÕn dš, kaˆ m£lista tal vez sea fácil engañarles, pero escapar al
toàton, dialaqe‹n ¢dÚnaton. juicio de un dios —y en especial de éste— es
imposible.

2 'Egë g¦r oÙ tîn ¢fanîn ™n 'Akr£ganti 2 »Yo no era un desconocido en Acragante 1,


ên, ¢ll' e„ ka… tij ¥lloj eâ gegonëj kaˆ sino de uno de los más nobles linajes, criado en
trafeˆj ™leuqer…wj kaˆ paide…v la liberalidad y con una esmerada educación;
proseschkèj, ¢eˆ dietšloun tÍ mn pÒlei vivía siempre ofreciéndome servicial al pueblo,
dhmotikÕn ™mautÕn paršcwn, to‹j d discreto y moderado con mis conciudadanos,
sumpoliteuomšnoij ™pieikÁ kaˆ mštrion, sin que nadie me tildara de violento, grosero,
b…aion d À skaiÕn À ØbristikÕn À insolente o despótico en la primera parte de mi
aÙqškaston oÙdeˆj oÙdn ™pek£lei mou tù vida. Pero cuando vi que mis enemigos políticos
protšrJ ™ke…nJ b…J. ™peid¾ d ˜èrwn toÝj se confabulaban y trataban por todos los medios
t¢nant…a moi politeuomšnouj de eliminarme —mientras nuestra ciudad se
™pibouleÚontaj kaˆ ™x ¤pantoj trÒpou hallaba dividida en facciones—, hallé que ésta
¢nele‹n me zhtoàntaj–diÇrhto d ¹mîn tÒte era mi única huida y refugio, al tiempo que
¹ pÒlij–m…an taÚthn ¢pofug¾n kaˆ también la salvación de la ciudad: ponerme al
¢sf£leian eÛriskon, t¾n aÙt¾n ¤ma kaˆ tÍ frente del Estado, rechazarlos y acabar con sus
pÒlei swthr…an, e„ ™piqšmenoj tÍ ¢rcÍ asechanzas, obligando a la ciudad a ser
™ke…nouj mn ¢naste…laimi kaˆ paÚsaimi razonable. Y eran no pocos quienes me
™pibouleÚontaj, t¾n pÒlin d swfrone‹n animaban a ello, hombres honestos y patriotas,
katanagk£saimi· kaˆ Ãsan g¦r oÙk Ñl…goi que conocían mi propósito y la necesidad de la
taàta ™painoàntej, ¥ndrej mštrioi kaˆ revolución. De ellos me serví como camaradas
filopÒlidej, o‰ kaˆ t¾n gnèmhn Édesan t¾n de lucha y fácilmente vencí.
™m¾n kaˆ tÁj ™piceir»sewj t¾n ¢n£gkhn·

1 La romana Agrigentum, Agrigento en la actualidad, ciudad en el centro de la costa meridional de Sicilia.


toÚtoij oân sunagwnista‹j crhs£menoj
·vd…wj ™kr£thsa.

3 ToÙnteàqen oƒ mn oÙkšti ™t£ratton, ¢ll' 3 »A partir de entonces los enemigos dejaron
Øp»kouon, ™gë d Ãrcon, ¹ pÒlij d de perturbar y se sometieron: yo ejercía el poder
¢stas…astoj Ãn. sfag¦j d À ™l£seij À y la ciudad permanecía en calma. Ejecuciones,
dhmeÚseij oÙd kat¦ tîn ™pibebouleukÒtwn destierros y confiscaciones no hube de realizar
e„rgazÒmhn, ka…toi ¢nagka‹on ×n t¦ toiaàta contra mis enemigos, aun cuando son necesarias
tolm©n ™n ¢rcÍ tÁj dunaste…aj m£lista. medidas de ese tipo, sobre todo al comienzo de
filanqrwp…v g¦r kaˆ prvÒthti kaˆ tù ¹mšrJ un mandato, pues con humanidad, dulzura y
k¢x „sotim…aj qaumas…wj ™gë ½lpizon ™j tÕ mansedumbre, y mediante la igualdad de trato
pe…qesqai pros£xesqai toÚtouj. eÙqÝj goàn abrigaba maravillosas esperanzas de conducirles
to‹j mn ™cqro‹j ™spe…smhn kaˆ dihll£gmhn, a la obediencia. Pronto, pues, llegué a un pacto
kaˆ sumboÚloij kaˆ sunest…oij ™crèmhn to‹j de reconciliación con mis adversarios, y tomé a
ple…stoij aÙtîn. t¾n d pÒlin aÙt¾n Ðrîn la mayoría de ellos como consejeros y
Ñligwr…v tîn proestètwn diefqarmšnhn, tîn comensales. En cuanto a la ciudad misma,
pollîn kleptÒntwn, m©llon d ¡rpazÒntwn viendo que se hallaba arruinada por negligencia
t¦ koin£, Ød£twn te ™pirro…aij ¢nekths£mhn de las autoridades —pues la mayoría había
kaˆ o„kodomhm£twn ¢nast£sesin ™kÒsmhsa robado o, mejor dicho, saqueado los bienes
kaˆ teicîn peribolÍ ™kr£tuna kaˆ t¦j públicos—, la restauré dotándola de acueductos,
prosÒdouj, Ósai Ãsan koina…, tÍ tîn la adorné con construcciones de edificios, la
™festètwn ™pimele…v ·vd…wj ™phÚxhsa kaˆ fortifiqué rodeándola de murallas; los ingresos
tÁj neola…aj ™pemeloÚmhn kaˆ tîn gerÒntwn del Estado los incrementé fácilmente gracias al
proÙnÒoun kaˆ tÕn dÁmon ™n qšaij kaˆ celo de mis funcionarios, mientras me
dianoma‹j kaˆ panhgÚresi kaˆ dhmoqoin…aij preocupaba de la juventud y atendía a los
diÁgon, Ûbreij d parqšnwn À ™f»bwn ancianos, al tiempo que deleitaba al pueblo con
diafqoraˆ À gunaikîn ¢pagwgaˆ À espectáculos, regalos, fiestas y banquetes. Y oír
dorufÒrwn ™pipšmyeij À despotik» tij hablar de doncellas ultrajadas, jóvenes
¢peil¾ ¢potrÒpai£ moi kaˆ ¢koàsai Ãn. corrompidos, mujeres raptadas, acciones
policiales o alguna forma de despotismo era
para mí algo abominable.
4 ½dh d kaˆ perˆ toà ¢fe‹nai t¾n ¢rc¾n 4 »Ya incluso pensaba en dejar el poder y
kaˆ kataqšsqai t¾n dunaste…an poner término a mi mandato, considerando
™skopoÚmhn, Ópwj mÒnon ¢sfalîj paÚsaito cómo podría hacerse con garantías de
¥n tij ™nnoîn, ™peˆ tÒ ge ¥rcein aÙtÕ kaˆ seguridad, pues el mando en sí mismo y llevar
p£nta pr£ttein ™pacqj ½dh kaˆ sÝn fqÒnJ todos los asuntos me resultaba ya desagradable,
kamathrÕn ™dÒkei moi enai· tÕ d' Ópwj causa de envidia y agotador; y estudiaba por
mhkšti toiaÚthj tinÕj qerape…aj de»setai ¹ entonces la forma de que la ciudad no necesitara
pÒlij, toàt' ™z»toun œti. k¢gë mn Ð ¢rca‹oj en el futuro de una tutela semejante. Y mientras
perˆ taàta econ, oƒ d ½dh te sun…stanto yo, en mi ingenuidad, me ocupaba de esto, los
™p' ™m kaˆ perˆ toà trÒpou tÁj ™piboulÁj otros ya se habían confabulado contra mí y
kaˆ ¢post£sewj ™skopoànto kaˆ planeaban los detalles de la conspiración y del
sunwmos…aj sunekrÒtoun kaˆ Ópla ½qroizon levantamiento, reclutando bandas de
kaˆ cr»mata ™por…zonto kaˆ toÝj conjurados, acopiando armas, reuniendo dinero,
¢stuge…tonaj ™pekaloànto kaˆ e„j t¾n pidiendo ayuda a pueblos vecinos, mandando
`Ell£da par¦ Lakedaimon…ouj kaˆ embajadas a la Hélade, a espartanos y
'Aqhna…ouj ™presbeÚonto· § mn g¦r perˆ atenienses. Ya habían decidido lo que iban a
™moà aÙtoà, e„ lhfqe…hn, ™dšdokto ½dh hacer conmigo, si caía en su poder; cómo
aÙto‹j kaˆ Ópwj me aÙtoceir…v pensaban descuartizarme con sus propias manos
diasp£sesqai ºpe…loun kaˆ §j kol£seij y los castigos que pensaban aplicarme antes, los
™penÒoun, dhmos…v strebloÚmenoi ™xe‹pon. declararon públicamente en el tormento. No
toà mn d¾ mhdn paqe‹n toioàton oƒ qeoˆ haber sufrido yo nada semejante es obra de los
a‡tioi fwr£santej t¾n ™piboul»n, kaˆ dioses, que sacaron a la luz la conspiración, y
m£list£ ge Ð PÚqioj Ñne…rat£ te prode…xaj en especial de Apolo Pitio 2, que me reveló
kaˆ toÝj mhnÚsontaj ›kasta ™pipšmpwn. sueños y envió a quienes los interpretaron
exhaustivamente.

5 'Egë d ™ntaàqa ½dh Øm©j, ð Delfo…, ™pˆ 5 »Y yo ahora os ruego, varones de Delfos,
toà aÙtoà dšouj nàn tù logismù genomšnouj que imaginéis en este punto el temor que me
¢xiî perˆ tîn tÒte praktšwn moi asaltó y deliberéis conmigo acerca de mi
sumbouleàsai, Óte ¢fÚlaktoj Ñl…gou de‹n conducta de entonces, cuando prácticamente me
lhfqeˆj ™z»toun tin¦ swthr…an perˆ tîn hallaba sin guardia y buscaba alguna forma de
parÒntwn. prÕj Ñl…gon oân tÍ gnèmV ™j salvación en aquellas circunstancias. Trasladaos
'Akr£ganta par' ™m ¢podhm»santej kaˆ por un momento con la imaginación a
„dÒntej t¦j paraskeu¦j aÙtîn kaˆ t¦j Acragante, junto a mí, ved sus preparativos,
¢peil¦j ¢koÚsantej e‡pate t… de‹ poie‹n; escuchad sus amenazas y decidme qué debo
filanqrwp…v crÁsqai prÕj aÙtoÝj œti kaˆ hacer. ¿Tratarles aún con humanidad,
fe…desqai kaˆ ¢nšcesqai Óson aÙt…ka perdonarles y soportarles cuando yo estaba al
mell»sonta pe…sesqai t¦ Ûstata; m©llon borde del suplicio? ¿Más aún: ofrecer ya
d gumn¾n ½dh Øpšcein t¾n sfag¾n kaˆ t¦ desnuda mi garganta y ver cómo lo que más
f…ltata ™n Ñfqalmo‹j Ðr©n ¢pollÚmena; À quería perecía ante mis ojos? ¿No habría sido
t¦ mn toiaàta p£nu ºliq…ou tinÕj enai, esto el colmo de la insensatez? ¿No debía dar
genna‹a d kaˆ ¢ndrèdh dianohqšnta kaˆ pruebas de nobleza y virilidad y, con el coraje
col¾n œmfronoj kaˆ ºdikhmšnou ¢ndrÕj propio de un hombre sensato víctima de
¢nalabÒnta metelqe‹n ™ke…nouj, ™mautù d traición, atacarles, al tiempo que consolidaba mi
™k tîn ™nÒntwn t¾n ™j tÕ ™piÕn ¢sf£leian futuro a partir de la situación presente? Sé que
parasce‹n; taàt' od' Óti sunebouleÚsate me habríais aconsejado esto último.
¥n.
6 T… oân ™gë met¦ toàto ™po…hsa; 6 »¿Qué es, pues, lo que he hecho tras esto?
metasteil£menoj toÝj a„t…ouj kaˆ lÒgou Llamé a los responsables, les oí, aduje las
metadoÝj aÙto‹j kaˆ toÝj ™lšgcouj pruebas y les dejé claramente convictos en cada
paragagën kaˆ safîj ™xelšgxaj ›kasta, cuestión; y, como ellos ni siquiera lo negaron,
™peˆ mhd' aÙtoˆ œti œxarnoi Ãsan, ºmunÒmhn tomé venganza profundamente irritado, no por
¢ganaktîn tÕ plšon oÙc Óti haber sido objeto de la conjura, sino porque no
™pebebouleÚmhn, ¢ll' Óti m¾ e„£qhn Øp' me permitieron mantener el sistema que había
aÙtîn ™n ™ke…nV tÍ proairšsei me‹nai, ¿n ™x instaurado desde un principio. Y desde entonces
¢rcÁj ™nesths£mhn. kaˆ tÕ ¢p' ™ke…nou vivo yo siempre en guardia, castigando sin
ful£ttwn mn ™mautÕn diatelî, ™ke…nwn d tregua a aquellos que atentan contra mí. Y ahora
toÝj ¢eˆ ™pibouleÚont£j moikol£zwn. eq' oƒ los hombres me acusan de crueldad, sin
¥nqrwpoi ™m tÁj çmÒthtoj a„tiîntai oÙkšti considerar quién de nosotros inició esta
logizÒmenoi par¦ potšrou ¹mîn Ãn ¹ prèth situación; simplificando el fondo de la cuestión
toÚtwn ¢rc», sunelÒntej d t¢n mšsJ kaˆ y los motivos del castigo, suelen reprochar las
™f' oŒj ™kol£zonto t¦j timwr…aj aÙt¦j penas en sí y la pretendida crueldad de las
Ætiînto kaˆ t¦j dokoÚsaj ™n aÙta‹j mismas. Es como si alguno de vosotros viera
çmÒthtaj, Ómoion æj e‡ tij par' Øm‹n despeñar a un ladrón sacrílego y, sin considerar
ƒerÒsulÒn tina „dën ¢pÕ tÁj pštraj su delito —haber penetrado de noche en el
·iptÒmenon § mn ™tÒlmhse m¾ log…zoito, æj
templo, derribado las ofrendas y profanado la
nÚktwr ™j tÕ ƒerÕn parÁlqe kaˆ katšspase
imagen—, os acusara de gran crueldad porque,
t¦ ¢naq»mata kaˆ toà xo£nou ¼yato,
llamándoos helenos y sacerdotes, consentisteis
kathgoro…h d Ømîn poll¾n t¾n ¢griÒthta,
que un hombre heleno sufriera semejante

2Este epíteto propio del Apolo profético se relaciona con la raíz indoeuropea bhudh-, presente en el nombre
de la serpiente Pitón —culto ctónico prehelénico en Delfos—, muerta por el dios según el mito (griego
Pythó), y también con la del verbo pynthánomai, «informarse».
Óti “Ellhnšj te kaˆ ƒeroˆ enai lšgontej castigo cerca del templo —pues, según dicen, la
Øpeme…nate ¥nqrwpon “Ellhna plhs…on toà peña no está muy lejos de la ciudad 3—. Pero
ƒeroà –kaˆ g¦r oÙ p£nu pÒrrw tÁj pÒlewj creo que os reiréis si alguien os formula esa
enai lšgetai ¹ pštra–kol£sei toiaÚtV acusación, y todos los demás hombres
peribale‹n. ¢ll', omai, aÙtoˆ aplaudirán vuestro rigor contra los impíos.
katagel£sesqe, Àn taàta lšgV tij kaq'
Ømîn, kaˆ oƒ ¥lloi p£ntej ™painšsontai
Ømîn t¾n kat¦ tîn ¢seboÚntwn çmÒthta.
7 TÕ d' Ólon oƒ dÁmoi oÙk ™xet£zontej 7 »En general, los pueblos, sin pararse a pensar
Ðpo‹Òj tij Ð to‹j pr£gmasin ™festèj ™stin, cómo es quien está al frente del Estado, si justo
e‡te d…kaioj e‡te ¥dikoj, aÙtÕ ¡plîj tÕ tÁj o injusto, aborrecen simplemente el nombre
turann…doj Ônoma misoàsi kaˆ tÕn tÚrannon, mismo de la tiranía y al tirano, aunque sea naco,
k¨n A„akÕj À M…nwj À `Rad£manquj Ï, Minos o Radamantis 4, ponen igualmente su
Ðmo…wj ™x ¤pantoj ¢nele‹n speÚdousin, toÝj empeño en aniquilarle, teniendo a la vista a los
mn ponhroÝj aÙtîn prÕ Ñfqalmîn malos, e involucrando a los buenos en igual
tiqšmenoi, toÝj d crhstoÝj tÍ koinwn…v tÁj odio por la identidad de la denominación. En
proshgor…aj tù Ðmo…J m…sei efecto, sé por referencias que entre vosotros, los
sumperilamb£nontej. ™gë goàn ¢koÚw kaˆ helenos, surgieron muchos tiranos que, bajo ese
par' Øm‹n to‹j “Ellhsi polloÝj genšsqai nombre tan vilipendiado, han demostrado ser de
tur£nnouj sofoÝj ØpÕ faÚlJ ÑnÒmati un natural bueno y pacífico, e incluso de
dokoànti crhstÕn kaˆ ¼meron Ãqoj algunos de ellos hay breves inscripciones
™pidedeigmšnouj, ïn ™n…wn kaˆ lÒgouj enai depositadas en vuestro templo, ofrendas y
brace‹j ™n tù ƒerù Ømîn ¢pokeimšnouj, exvotos a Apolo Pitio.
¢g£lmata kaˆ ¢naq»mata tù Puq…J.
8 `Or©te d kaˆ toÝj nomoqštaj tù 8 »Observad también cómo los legisladores
kolastikù e‡dei tÕ plšon nšmontaj, æj tîn dedican el mayor espacio a la naturaleza de las
ge ¥llwn oÙdn Ôfeloj, e„ m¾ Ð fÒboj penas, pues en nada aprovecharía lo demás de
prose…h kaˆ ™lpˆj tÁj kol£sewj. ¹m‹n d no acompañarlo el miedo y la expectación del
toàto pollù ¢nagkaiÒteron to‹j tur£nnoij, castigo. Para nosotros, los tiranos, esto es
ÓsJ prÕj ¢n£gkhn ™xhgoÚmeqa kaˆ misoàs… mucho más necesario, pues gobernamos por la
te ¤ma kaˆ ™pibouleÚousin ¢nqrèpoij fuerza y estamos rodeados de personas que nos
sÚnesmen, Ópou mhd tîn mormoluke…wn odian y atentan contra nosotros, en un medio en
ÔfelÒj ti ¹m‹n g…gnetai, ¢ll¦ tù perˆ tÁj que de nada nos sirven los espantajos, y la
“Udraj mÚqJ tÕ pr©gma œoiken· ÓsJ g¦r ¨n realidad se asemeja al mito de Hidra, pues
™kkÒptwmen, tosùde ple…ouj ¹m‹n cuantas más cabezas cortamos, más motivos
¢nafÚontai toà kol£zein ¢forma…. fšrein d para castigar brotan ante nosotros. Es necesario
¢n£gkh kaˆ tÕ ¢nafuÒmenon ™kkÒptein ¢eˆ resistir, cortar lo que brota continuamente y
kaˆ ™pika…ein n¾ D…a kat¦ tÕn 'IÒlewn, e„ hasta quemarlo, por Zeus, como Yolao 5, si
mšllomen ™pikrat»sein· tÕn g¦r ¤pax e„j t¦ queremos dominar la situación. Pues quien una
toiaàta ™mpese‹n ºnagkasmšnon Ómoion cr¾ vez se ve obligado a recurrir a tales métodos
tÍ Øpoqšsei kaˆ aÙtÕn enai, À feidÒmenon debe ser consecuente con su actitud, o perecer si
tîn plhs…on ¢polwlšnai. Ólwj dš, t…na es indulgente con quienes le rodean. Por lo
o‡esqe oÛtwj ¥grion À ¢n»meron ¥nqrwpon general, ¿quién creéis que es tan salvaje o tan
enai æj ¼desqai mastigoànta kaˆ o„mwgîn violento, que se regocije azotando u oyendo

3 Se refiere a la peña desde la que eran arrojados en Delfos los sacrílegos (griego Hyampeíā). Tal vez haya una
remota referencia a la ejecución legendaria de Esopo, acusado de haber robado una copa del templo.
4 Estos legendarios personajes encarnan la justicia proverbial repetidamente en la literatura griega (cf.

PLATÓN, Apología 41a, etcétera) y, muy especialmente, en Luciano a lo largo de su obra.


5 Auxiliar de Heracles en el mito.
¢koÚonta kaˆ sfattomšnouj Ðrînta, e„ m¾ gemidos y presenciando ejecuciones, de no
œcoi tin¦ meg£lhn toà kol£zein a„t…an; tener alguna razón poderosa para castigar?
pos£kij goàn ™d£krusa mastigoumšnwn ¡Cuántas veces lloré mientras otros eran
¥llwn, pos£kij d qrhne‹n kaˆ ÑdÚresqai azotados! ¡Cuántas me veo obligado a lamentar
t¾n ™mautoà tÚchn ¢nagk£zomai me…zw y deplorar mi suerte, sufriendo yo mismo una
kÒlasin aÙtÕj kaˆ croniwtšran Øpomšnwn; tortura mayor y más prolongada que ellos! Para
¢ndrˆ g¦r fÚsei mn ¢gaqù, di¦ d ¢n£gkhn un hombre bueno por naturaleza y endurecido
pikrù, polÝ toà kol£zesqai tÕ kol£zein por necesidad es mucho más difícil castigar que
calepèteron. ser castigado.

9 E„ d de‹ met¦ parrhs…aj e„pe‹n, ™gë mšn, 9 »Y si hay que hablar con libertad, por mi
e„ a†res…j moi proteqe…h, pÒtera boÚlomai parte, si se me diera opción entre castigar a
kol£zein tin¦j ¢d…kwj À aÙtÕj ¢poqane‹n, algunos injustamente o morir yo mismo, tened
eâ ‡ste æj oÙdn mell»saj ˜lo…mhn ¨n por cierto que no vacilaría en elegir mi muerte
teqn£nai m©llon À mhdn ¢dikoàntaj antes que castigar a inocentes. Pero, si alguien
kol£zein. e„ dš tij fa…h, BoÚlei, ð F£lari, me dijera: Prefieres, Fálaris, morir tú mismo
teqn£nai aÙtÕj ¢d…kwj À dika…wj kol£zein injustamente a castigar justamente a tus
toÝj ™piboÚlouj; toàto boulo…mhn ¥n; aâqij conspiradores?’, elegiría esto último. Y, una vez
g¦r Øm©j, ð Delfo…, sumboÚlouj kalî, más, varones de Delfos, os invoco como
pÒteron ¥meinon enai ¢d…kwj ¢poqane‹n À consejeros: ¿es mejor morir injustamente o
¢d…kwj sèzein tÕn ™pibebouleukÒta; oÙdeˆj perdonar injustamente al conspirador? No creo
oÛtwj, omai, ¢nÒhtÒj ™stin Öj oÙk ¨n que haya nadie tan necio que no prefiera vivir a
protim»seie zÁn m©llon À sèzwn toÝj perecer perdonando a sus enemigos. Sin
™cqroÝj ¢polwlšnai. ka…toi pÒsouj ™gë kaˆ embargo, ¡a cuántos he perdonado yo que
tîn ™piceirhs£ntwn moi kaˆ fanerîj habían atentado contra mí y quedado claramente
™lhlegmšnwn Ómwj œswsa; oŒon ”Akanqon convictos! Tal es el caso de Acanto —aquí
toutonˆ kaˆ Timokr£th kaˆ LewgÒran tÕn presente—, Timócrates y Leógoras, su herma-
¢delfÕn aÙtoà, palai©j sunhqe…aj tÁj prÕj no, en consideración a mi antigua amistad con
aÙtoÝj mnhmoneÚsaj. ellos.

10 “Otan d boulhqÁte toÙmÕn e„dšnai, toÝj 10 »Y cuando queráis conocer mi posición,


e„sfoitîntaj e„j 'Akr£ganta xšnouj preguntad a los extranjeros que visitan
™rwt»sate Ðpo‹oj ™gë perˆ aÙtoÚj e„mi kaˆ Acragante cómo me comporto con ellos, y si
e„ filanqrèpwj prosfšromai to‹j trato cortésmente a cuantos allí arriban, yo, que
kata…rousin, Ój ge kaˆ skopoÝj ™pˆ tîn hasta tengo atalayas en los puertos, y agentes
limšnwn œcw kaˆ peuqÁnaj, t…nej Óqen para informarse de quiénes son y de dónde
katapepleÚkasin, æj kat' ¢x…an timîn proceden, a fin de poder despedirles con los
¢popšmpoimi aÙtoÚj. œnioi d kaˆ ™xep…thdej honores debidos. Y algunos, los más sabios de
foitîsi par' ™mš, oƒ sofètatoi tîn entre los griegos, acuden expresamente a
`Ell»nwn, kaˆ oÙ feÚgousi t¾n sunous…an visitarme, y no rehúyen mi trato, como, por
t¾n ™m»n, ésper ¢mšlei kaˆ próhn Ð sofÕj ejemplo, el sabio Pitágoras, quien recientemente
PuqagÒraj Âken æj ¹m©j, ¥lla mn Øpr vino a nuestra tierra con una falsa información
™moà ¢khkoèj· ™peˆ d ™peir£qh, ¢pÁlqen acerca de mi persona, pero, una vez que me ha
™painîn me tÁj dikaiosÚnhj kaˆ ™leîn tÁj conocido, ha marchado elogiando mi justicia y
¢nagka…aj çmÒthtoj. eta o‡esqe tÕn prÕj compadeciéndome por mi obligada dureza.
toÝj Ñqne…ouj fil£nqrwpon oÛtwj ¨n pikrîj ¿Acaso creéis que mi cortesía con los forasteros
to‹j o„ke…oij prosfšresqai, e„ m» ti se convertiría así en crueldad con los del país,
diaferÒntwj ºd…khto; de no afectarme esta situación gravemente
injusta?

11 Taàta mn oân Øpr ™mautoà 11 »Os he dicho estas palabras en mi propia
¢polelÒghmai Øm‹n, ¢lhqÁ kaˆ d…kaia kaˆ defensa, verdaderas, justas y dignas de elogio,
™pa…nou m©llon, æj ™mautÕn pe…qw, À m…souj en cuanto se me alcanza, más que de odio. En
¥xia. Øpr d toà ¢naq»matoj kairÕj Øm©j cuanto a mi ofrenda, es el momento de que
¢koàsai Óqen kaˆ Ópwj tÕn taàron toàton oigáis dónde y cómo conseguí este toro. No lo
™kths£mhn, oÙk ™kdoÝj aÙtÕj tù encargué yo mismo al escultor —¡ojalá no esté
¢ndriantopoiù–m¾ g¦r oÛtw mane…hn, æj jamás tan loco como para desear tales
toioÚtwn ™piqumÁsai kthm£twn–¢ll¦ objetos!—, sino que había en nuestra tierra un
Per…laoj Ãn tij ¹medapÒj, calkeÝj mn tal Perilao, tan buen orfebre como mala
¢gaqÒj, ponhrÕj d ¥nqrwpoj. oátoj persona. El individuo, confundido totalmente
p£mpolu tÁj ™mÁj gnèmhj dihmarthkëj õeto respecto a mi punto de vista, creyó compla-
carie‹sqa… moi, e„ kain»n tina kÒlasin cerme ideando esta nueva tortura, como si yo
™pino»seien, æj ™x ¤pantoj kol£zein pretendiera aplicarlas de todas las formas
™piqumoànti. kaˆ d¾ kataskeu£saj tÕn boàn posibles. Realizó, pues, el toro y vino a
Âkš moi kom…zwn k£lliston „de‹n kaˆ prÕj tÕ ofrecérmelo, con su bellísimo aspecto y extrema
¢kribšstaton e„kasmšnon· kin»sewj g¦r semejanza, pues sólo le faltaba el movimiento y
aÙtù kaˆ mukhqmoà œdei mÒnon prÕj tÕ kaˆ el mugido para parecer un ser vivo. Al verlo,
œmyucon enai doke‹n. „dën d ¢nškragon exclamé al punto: ‘Digno es el presente de
eÙqÚj, ¥xion tÕ ktÁma toà Puq…ou, pemptšoj Apolo Pitio; hay que enviar el toro al dios’.
Ð taàroj tù qeù. Ð d Per…laoj parestèj, Perilao acercóseme y dijo: ‘¿Por qué no
T… d' e„ m£qoij, œfh, t¾n sof…an t¾n ™n aÙtù compruebas la sabiduría que encierra y la
kaˆ t¾n cre…an ¿n paršcetai; kaˆ ¢no…xaj utilidad que ofrece?’ Y, abriendo el toro por el
¤ma tÕn taàron kat¦ t¦ nîta, ”Hn tina, lomo, añadió: ‘Si quieres torturar a alguien,
œfh, kol£zein ™qšlVj, ™mbib£saj e„j tÕ introdúcelo dentro de esta máquina, ciérrala,
mhc£nhma toàto kaˆ katakle…saj aplica estas flautas al hocico del buey y manda
prostiqšnai mn toÝj aÙloÝj toÚsde prÕj encender fuego debajo; así el torturado se
toÝj muxwtÁraj toà boÒj, pàr d Øpoka…ein debatirá en gritos y lamentos, presa de in-
keleÚein, kaˆ Ð mn o„mèxetai kaˆ bo»setai cesantes dolores, y su grito a través de las
¢l»ktoij ta‹j ÑdÚnaij ™cÒmenoj, ¹ bo¾ d flautas te ofrecerá las más dulces melodías
di¦ tîn aÙlîn mšlh soi ¢potelšsei oŒa imaginables, con acompañamiento quejumbroso
ligurètata kaˆ ™paul»sei qrhnîdej kaˆ y mugido dolorosísimo, de forma que él reciba
muk»setai goerètaton, æj tÕn mn su tortura y tú goces del concierto de flauta’.
kol£zesqai, s d tšrpesqai metaxÝ
katauloÚmenon.
12 ™gë d æj toàto ½kousa, ™mus£cqhn t¾n 12 »Yo, al oír esto, sentí repugnancia ante la
kakomhcan…an toà ¢ndrÕj kaˆ t¾n ™p…noian refinada perversidad del individuo, odié su
™m…shsa toà kataskeu£smatoj kaˆ o„ke…an artefacto y le di el castigo merecido. ‘Bien,
aÙtù timwr…an ™pšqhka· ka…, ”Age d», œfhn, Perilao —repuse—, si cuanto dices no es mera
ð Per…lae, e„ m¾ ken¾ ¥llwj ØpÒscesij jactancia, demuéstranos la verdad de tu arte
taàt£ ™sti, de‹xon ¹m‹n aÙtÕj e„selqën t¾n penetrando tú mismo, e imita a los que claman,
¢l»qeian tÁj tšcnhj kaˆ m…mhsai toÝj para que sepamos si suenan a través de las
boîntaj, †n' e„dîmen e„ kaˆ § f¾j mšlh di¦ flautas las melodías que dices’. Accede a ello
tîn aÙlîn fqšggetai. pe…qetai mn taàta Ð Perilao, y yo, cuando estaba dentro, le encierro
Per…laoj, ™gë dš, ™peˆ œndon Ãn, y ordeno encender fuego por debajo. ‘Cobre —
katakle…saj aÙtÕn pàr Øf£ptein ™kšleuon, le dije— el justo salario de tu maravilloso arte,
'Apol£mbane, e„pèn, tÕn ¥xion misqÕn tÁj de suerte que seas tú el primer maestro de
qaumastÁj sou tšcnhj, †n' Ð did£skaloj tÁj música que toques la flauta.’ Aquél sufrió en
mousikÁj prîtoj aÙtÕj aÙlÍj. kaˆ Ð mn justicia, obteniendo el fruto de su destreza
d…kaia œpascen ¢polaÚwn tÁj aØtoà inventiva; y yo, cuando aún el hombre se
eÙmhcan…aj· ™gë d œti œmpnoun kaˆ zînta hallaba con vida y respiraba, ordené que le
tÕn ¥ndra ™xaireqÁnai keleÚsaj, æj m¾ sacaran, a fin de que no mancillara la obra
mi£neie tÕ œrgon ™napoqanèn, ™ke‹non mn muriendo dentro, y dispuse que le arrojaran
desde un precipicio, quedando insepulto;
¥tafon kat¦ krhmnîn ·…ptein ™kšleusa,
purifiqué el toro y os lo he enviado para
kaq»raj d tÕn boàn ¢nšpemya Øm‹n ofrecerlo al dios. Y ordené grabar en él toda la
¢nateqhsÒmenon tù qeù. kaˆ ™pigr£yai ge historia, mi nombre como oferente, el de
™p' aÙtù ™kšleusa t¾n p©san di»ghsin, toà Perilao, el artista, su proyecto, mi acto
¢natiqšntoj ™moà toÜnoma, tÕn tecn…thn tÕn justiciero, el castigo adecuado, las melodías del
Per…laon, t¾n ™p…noian t¾n ™ke…nou, t¾n ingenioso orfebre y la primera experiencia
dikaiosÚnhn t¾n ™m»n, t¾n pršpousan musical.
timwr…an, t¦ toà sofoà calkšwj mšlh, t¾n
prèthn pe‹ran tÁj mousikÁj.
13 `Ume‹j dš, ð Delfo…, d…kaia poi»sete 13 »Por vuestra parte, varones de Delfos,
qÚsantej mn Øpr ™moà met¦ tîn pršsbewn, obraréis en justicia si oficiáis un sacrificio por
¢naqšntej d tÕn taàron ™n kalù toà ƒeroà, mí, acompañados de mis embajadores y
æj p£ntej e„de‹en oŒoj ™gë prÕj toÝj colocáis el toro en un lugar noble del templo,
ponhroÚj e„mi kaˆ Ópwj ¢mÚnomai t¦j para que todos conozcan cómo me comporto
peritt¦j ™j kak…an ™piqum…aj aÙtîn. ƒkanÕn con los malvados, y de qué modo rechazo sus
goàn kaˆ toàto mÒnon dhlîsa… mou tÕn superfluas inclinaciones a la perversidad. Este
trÒpon, Per…laoj kolasqeˆj kaˆ Ð taàroj único ejemplo baste, pues, para revelar mi
¢nateqeˆj kaˆ mhkšti fulacqeˆj prÕj ¥llwn carácter: Perilao fue castigado, y el toro
kolazomšnwn aÙl»mata mhd melJd»saj consagrado, en vez de reservarlo para dar con-
¥llo œti pl¾n mÒna t¦ toà tecn…tou ciertos mientras otros sufrían castigos, ni
muk»mata, kaˆ Óti ™n mÒnJ aÙtù kaˆ pe‹ran entonar otra melodía que los mugidos de su
œlabon tÁj tšcnhj kaˆ katšpausa t¾n inventor, porque él solo me bastó para
¥mouson ™ke…nhn kaˆ ¢p£nqrwpon òd»n. kaˆ comprobar su arte, con lo que puse término a
t¦ mn parÒnta taàta par' ™moà tù qeù· aquel canto tan ajeno a las Musas como inhu-
¢naq»sw d kaˆ ¥lla poll£kij, ™peid£n moi mano. En el día de hoy, ésta es mi ofrenda al
par£scV mhkšti de‹sqai kol£sewn. dios, pero le elevaré muchas otras, tan pronto
me permita prescindir de los castigos.»

14 Taàta mšn, ð Delfo…, t¦ par¦ toà 14 Éstas son, varones de Delfos, las palabras de
Fal£ridoj, ¢lhqÁ p£nta kaˆ oŒa ™pr£cqh Fálaris: todo ello es cierto, así ocurrieron los
›kasta, kaˆ d…kaioi ¨n e‡hmen pisteÚesqai hechos, y sería justo que aceptarais nuestro
Øf' Ømîn marturoàntej, æj ¨n kaˆ e„dÒtej testimonio, como conocedores de lo ocurrido y
kaˆ mhdem…an toà yeÚdesqai nàn a„t…an ajenos a toda acusación de falsedad. Y, si hay
œcontej. e„ d de‹ kaˆ dehqÁnai Øpr ¢ndrÕj que interceder en favor de un hombre
m£thn ponhroà dokoàntoj kaˆ ¥kontoj erróneamente tenido por perverso y forzado a
kol£zein ºnagkasmšnou, ƒketeÚomen Øm©j castigar contra su voluntad, os lo suplicamos
¹me‹j oƒ 'Akragant‹noi “Ellhnšj te Ôntej nosotros, los ciudadanos de Acragante, que
kaˆ tÕ ¢rca‹on Dwrie‹j, prosšsqai tÕn somos helenos de origen dorio: aceptad a un
¥ndra f…lon enai ™qšlonta kaˆ poll¦ kaˆ hombre que quiere ser amigo vuestro y está
dhmos…v kaˆ „d…v ›kaston Ømîn eâ poiÁsai decidido a colmaros de favores a cada uno de
ærmhmšnon. l£bete oân aÙtoˆ tÕn taàron kaˆ vosotros, tanto oficial como privadamente.
¢n£qete kaˆ eÜxasqe Øpšr te tÁj Aceptad, pues, el toro por vuestra parte,
'Akr£gantoj kaˆ Øpr aÙtoà Fal£ridoj, kaˆ emplazadlo y elevad vuestras plegarias por
m»te ¹m©j ¢pr£ktouj ¢popšmyhte m»te Acragante y por el propio Fálaris; no hagáis que
™ke‹non Øbr…shte m»te tÕn qeÕn regresemos fracasados, con agravio para aquél,
¢poster»shte kall…stou te ¤ma kaˆ al tiempo que priváis al dios de una ofrenda tan
dikaiot£tou ¢naq»matoj. extremadamente hermosa como merecida.
II

1 OÜte 'Akragant…nwn, ð ¥ndrej Delfo…, 1 No soy representante oficial del pueblo


prÒxenoj ín oÜte „diÒxenoj aÙtoà acragantino, varones de Delfos, ni tampoco
Fal£ridoj oÜt' ¥llhn œcwn prÕj aÙtÕn À agente privado del propio Fálaris, ni tengo
eÙno…aj „d…an a„t…an À melloÚshj fil…aj respecto a éste ningún otro motivo personal de
™lp…da, tîn d pršsbewn ¢koÚsaj tîn afecto o esperanza de futura amistad, pero he
¹kÒntwn par' aÙtoà ™pieikÁ kaˆ mštria escuchado los acertados y justos argumentos de
diexiÒntwn, kaˆ tÕ eÙsebj ¤ma kaˆ tÕ los embajadores llegados de su parte, y
koinÍ sumfšron kaˆ m£lista tÕ Delfo‹j atendiendo a la piedad a la par que a los
pršpon proorèmenoj ¢nšsthn parainšswn intereses comunes, y en especial al prestigio de
Øm‹n m»te Øbr…zein ¥ndra dun£sthn Delfos, he tomado la palabra a fin de exhortaros
eÙseboànta m»te ¢n£qhma ½dh tù qeù a no ultrajar a un soberano piadoso, y a no
kaqwmologhmšnon ¢pallotrioàn, kaˆ taàta desprenderos de una ofrenda que ya ha sido
triîn tîn meg…stwn ØpÒmnhma e„j ¢eˆ prometida al dios; y ello porque ha de
genhsÒmenon, tšcnhj kall…sthj kaˆ ™pino…aj convertirse en perenne recuerdo de tres hechos
kak…sthj kaˆ dika…aj kol£sewj. 2 ™gë mn capitales: de un arte bellísimo, de un proyecto
oân kaˆ tÕ ™ndoi£sai Øm©j Ólwj perˆ toÚtou nefando y de un justo castigo. 2 Por mi parte
kaˆ ¹m‹n proqe‹nai t¾n di£skeyin, e„ cr¾ considero que vuestra mera vacilación sobre
dšcesqai tÕ ¢n£qhma À Ñp…sw aâqij este asunto, y el plantearnos la cuestión de si
¢popšmpein, ¢nÒsion ½dh enai nom…zw, procede aceptar la imagen o devolverla a su
m©llon d oÙd' Øperbol¾n ¢sebe…aj lugar de origen, es ya un hecho impío; más aún:
¢poleloipšnai· oÙdn g¦r ¢ll' À ƒerosul…a no habéis dejado margen de superación a la
tÕ pr©gm£ ™sti makrù tîn ¥llwn impiedad, pues el hecho no constituye sino un
calepwtšra, ÓsJ toà t¦ ½dh ¢nateqšnta robo sacrílego aún más grave que los otros,
sul©n tÕ mhd t¾n ¢rc¾n to‹j ¢natiqšnai dado que no conceder la facultad a quienes
boulomšnoij ™pitršpein ¢sebšsteron. quieren elevar ofrendas es más impío que
apoderarse de las ya elevadas.

3 Dšomai d Ømîn DelfÕj kaˆ aÙtÕj ín kaˆ 3 Os suplico, como delfio que soy y partícipe
tÕ ‡son metšcwn tÁj te dhmos…aj eÙkle…aj, por igual del renombre público, si se mantiene,
e„ ful£ttoito, kaˆ tÁj ™nant…aj dÒxhj, e„ ™k y de la fama adversa, si se origina a partir de la
tîn parÒntwn prosgšnoito, m»t' ¢pokle…ein cuestión presente, que no cerréis el templo a los
tÕ ƒerÕn to‹j eÙseboàsi m»te t¾n pÒlin prÕj piadosos, ni denigréis a la ciudad ante todos los
¤pantaj ¢nqrèpouj diab£llein æj t¦ hombres, cual si fuera un sicofanta que
pempÒmena tù qeù sukofantoàsan kaˆ vilipendia los dones enviados al dios, y examina
y»fJ kaˆ dikasthr…J dokim£zousan toÝj a voto y tribunal a los oferentes, ya que
¢natiqšntaj· oÙdeˆj g¦r œti ¢naqe‹nai posiblemente nadie se atreva en adelante a
tolm»seien ¨n e„dëj oÙ proshsÒmenon tÕn elevar ofrendas, sabiendo que el dios no va a
qeÕn Ó ti ¨n m¾ prÒteron Delfo‹j dokÍ. 4 Ð recibir aquello que no agrade primero a los
mn oân PÚqioj t¾n dika…an ½dh perˆ toà delfios. 4 Apolo Pitio, por lo demás, ya ha dado
¢naq»matoj yÁfon ½negken· e„ goàn ™m…sei su justo voto acerca de la imagen. En cualquier
tÕn F£larin À tÕ dîron aÙtoà ™mus£tteto, caso, de odiar a Fálaris o repugnarle su regalo,
·®dion Ãn ™n tù 'Ion…J mšsJ katadàsai aÙtÕ habría sido fácil hundirlo en pleno mar Jonio
met¦ tÁj ¢goÚshj Ðlk£doj, Ð d polÝ con la nave que le traía; pero el dios, muy al
toÙnant…on ™n eÙd…v te diaperaiwqÁnai, éj contrario, les concedió realizar la travesía en
fasi, paršscen aÙto‹j kaˆ sîj ™j t¾n bonanza, según dicen, y arribar sanos y salvos a
K…rran kat©rai. 5 ú kaˆ dÁlon Óti Cirra 6. 5 Por ello, es evidente que acepta el

6 Cirra, en la Fócide, era, por su proximidad, el puerto natural de arribada a Delfos por las rutas del mar
Jonio.
pros…etai t¾n toà mon£rcou eÙsšbeian. cr¾ gesto piadoso del monarca. También debéis
d kaˆ Øm©j t¦ aÙt¦ ™ke…nJ yhfisamšnouj vosotros, votando lo mismo que Apolo, añadir
prosqe‹nai kaˆ tÕn taàron toutonˆ tù ¥llJ este toro a los demás ornamentos del templo, ya
kÒsmJ toà ƒeroà· ™peˆ p£ntwn ¨n e‡h toàto que esto sería el colmo del absurdo: que quien
¢topètaton, pšmyant£ tina megaloprepj envía un regalo tan magnífico al dios recibiera
oÛtw dîron qeù t¾n katadik£zousan ™k toà el voto condenatorio del templo, y obtuviera
ƒeroà yÁfon labe‹n kaˆ misqÕn kom…sasqai como pago de su piedad ser considerado
tÁj eÙsebe…aj tÕ kekr…sqai mhd toà indigno hasta de elevar ofrendas.
¢natiqšnai ¥xion.
6 `O mn oân t¢nant…a moi ™gnwkèj, 6 El defensor de la tesis contraria, cual si
kaq£per ™k toà 'Akr£gantoj ¥rti acabara de desembarcar recién llegado de
katapepleukèj, sfag£j tinaj kaˆ b…aj kaˆ Acragante, dramatizaba las ejecuciones,
¡rpag¦j kaˆ ¢pagwg¦j ™tragódei toà violencias, saqueos y raptos del tirano, casi
tur£nnou mÒnon oÙk aÙtÒpthj gegenÁsqai dando a entender que los había presenciado,
lšgwn, Ön ‡smen oÙd' ¥cri toà plo…ou cuando sabemos que no ha viajado ni siquiera
¢podedhmhkÒta. cr¾ d t¦ mn toiaàta mhd hasta el barco. Si ni aun cabe prestar mucha fe a
to‹j peponqšnai f£skousin p£nu pisteÚein quienes afirman haber sufrido tales rigores
dihgoumšnoij–¥dhlon g¦r e„ ¢lhqÁ cuando los relatan —pues no consta que digan
lšgousin–oÙc Ópwj aÙtoÝj § m¾ ™pist£meqa la verdad—, menos aún debemos nosotros
kathgore‹n. 7 e„ d' oân ti kaˆ pšpraktai acusar de aquello que no sabemos. 7 Y, aun
toioàton ™n Sikel…v, toàt' oÙ Delfo‹j cuando algo semejante haya ocurrido en Sicilia,
¢nagka‹on polupragmone‹n, e„ m¾ ¢ntˆ los de Delfos no tenemos por qué inmiscuimos
ƒeršwn ½dh dikastaˆ enai ¢xioàmen ka…, en estas cuestiones, a no ser que pretendamos
dšon qÚein kaˆ t«lla qerapeÚein tÕn qeÕn ser jueces en vez de sacerdotes y, siendo nuestra
kaˆ sunanatiqšnai e„ pšmyeiš tij, obligación ofrecer sacrificios y demás actos
skopoàntej kaq»meqa e‡ tinej tîn Øpr tÕn cultuales al dios, como consagrar las ofrendas
'IÒnion dika…wj À ¢d…kwj turannoàntai. que envíen, nos sentemos a investigar qué
pueblos de allende el Jonio tienen tiranías justas
o injustas.

8 Kaˆ t¦ mn tîn ¥llwn ™cštw ÓpV 8 Dejemos, además, que las cosas ajenas estén
boÚletai· ¹m‹n d ¢nagka‹on, omai, t¦ como quieran. Creo que nosotros,
¹mštera aÙtîn e„dšnai, Ópwj te p£lai necesariamente, debemos considerar nuestros
diškeito kaˆ Ópwj nàn œcei kaˆ t… poioàsi propios asuntos, en su estado anterior y
lùon œstai· Óti mn d¾ ™n krhmno‹j te presente, y adoptar medidas para que mejoren.
o„koàmen aÙtoˆ kaˆ pštraj gewrgoàmen, oÙc Nosotros vivimos entre barrancos y cultivamos
“Omhron cr¾ perimšnein dhlèsonta ¹m‹n, peñascales, y no hay que aguardar a que
¢ll' Ðr©n p£resti taàta. kaˆ Óson ™pˆ tÍ Homero 7 nos lo demuestre, ya que está a la
gÍ, baqe‹ limù ¢eˆ sunÁmen ¥n, tÕ d' ƒerÕn vista. De la tierra siempre recibiríamos hambre
kaˆ Ð PÚqioj kaˆ tÕ crhst»rion kaˆ oƒ y miseria, mientras que el templo, Apolo Pitio,
qÚontej kaˆ oƒ eÙseboàntej, taàta Delfîn el oráculo, los sacrificantes y devotos son las
t¦ ped…a, taàta ¹ prÒsodoj, ™nteàqen ¹ «tierras llanas» de Delfos, son su fuente de
eÙpor…a, ™nteàqen aƒ trofa…–cr¾ g¦r t¢lhqÁ ingresos; y de ahí su prosperidad, de ahí sus
prÒj ge ¹m©j aÙtoÝj lšgein–kaˆ tÕ recursos —pues entre nosotros debemos decir la
legÒmenon ØpÕ tîn poihtîn, ¥sparta ¹m‹n verdad—, y, como dicen los poetas, «sin
kaˆ ¢n»rota fÚetai t¦ p£nta ØpÕ gewrgù siembras ni labores»8 nos crían de todo, con el
tù qeù, Öj oÙ mÒnon t¦ par¦ to‹j “Ellhsin dios como labrador. El no sólo otorga los bienes
¢gaq¦ gignÒmena paršcei, ¢ll' e‡ ti ™n que hallamos entre los helenos, sino que todo lo

7 Ilíada II 519; IX 405; Himno a Apolo Pitio 526 ss.


8 HOMERO, Odisea IX 109, 123.
Fruxˆn À Ludo‹j À Pšrsaij À 'Assur…oij À de los frigios, lidios, persas, asirios, fenicios,
Fo…nixin À 'Italiètaij À `Uperboršoij italiotas y hasta de los hiperbóreos llega a
aÙto‹j, p£nta ™j DelfoÝj ¢fikne‹tai. kaˆ t¦ Delfos. Y, en segundo lugar, después del dios,
deÚtera met¦ tÕn qeÕn ¹me‹j timèmeqa Øf' nosotros recibimos honores de parte de todos y
¡p£ntwn kaˆ eÙporoàmen kaˆ vivimos prósperos y felices. Así fue en el
eÙdaimonoàmen· taàta tÕ ¢rca‹on, taàta tÕ pasado, así es hasta hoy y ojalá nunca se nos
mšcri nàn, kaˆ m¾ pausa…meq£ ge oÛtw acabe este género de vida.
bioàntej.
9 Mšmnhtai d oÙdeˆj pèpote yÁfon Øpr 9 Nadie recuerda que alguna vez se haya
¢naq»matoj par' ¹m‹n ¢nadoqe‹san oÙd producido votación entre nosotros acerca de una
kwluqšnta tin¦ qÚein À ¢natiqšnai. kaˆ di¦ ofrenda, o que se haya prohibido a alguien
toàt', omai, kaˆ aÙtÕ e„j Øperbol¾n hÜxhtai sacrificar u ofrendar. Y precisamente por ello,
tÕ ƒerÕn kaˆ Øperploute‹ ™n to‹j en mi opinión, nuestro templo ha alcanzado la
¢naq»masin. de‹ to…nun mhd' ™n tù parÒnti cima de la prosperidad y es extremadamente
kainotome‹n mhdn mhd par¦ t¦ p£tria rico en ofrendas. Por consiguiente, no debemos
nÒmon kaqist£nai, fulokrine‹n t¦ innovar nada en este momento, estableciendo
¢naq»mata kaˆ genealoge‹n t¦ pempÒmena, frente a la tradición discriminaciones de
Óqen kaˆ ¢f' Ótou kaˆ Ðpo‹a, dexamšnouj d ofrendas por su origen y la genealogía de los
¢pragmÒnwj ¢natiqšnai Øphretoàntaj presentes, considerando la procedencia, el
¢mfo‹n, kaˆ tù qeù kaˆ to‹j eÙsebšsi. donante y la naturaleza: debemos aceptarlas sin
más y consagrarlas, en provecho de ambas
partes, del dios y de los fieles.

10 Doke‹te dš moi, ð ¥ndrej Delfo…, ¥rista 10 Me parece, varones de Delfos, que


bouleÚsesqai perˆ tîn parÒntwn, e„ resolveréis del mejor modo el caso presente si
log…saisqe Øpr Óswn kaˆ ¹l…kwn ™stˆn ¹ consideráis la magnitud e importancia de los
skšyij, prîton mn Øpr toà qeoà kaˆ toà intereses que tratamos: en primer lugar, el dios,
ƒeroà kaˆ qusiîn kaˆ ¢naqhm£twn kaˆ ™qîn el templo, los sacrificios, las ofrendas, los
¢rca…wn kaˆ qesmîn palaiîn kaˆ dÒxhj toà antiguos usos y ritos ancestrales, y el prestigio
mante…ou, œpeita Øpr tÁj pÒlewj Ólhj kaˆ del oráculo; además, la ciudad toda y nuestros
tîn sumferÒntwn tù te koinù ¹mîn kaˆ „d…v intereses comunes y privados de cada habitante
˜k£stJ Delfîn, ™pˆ p©si d tÁj par¦ p©sin de Delfos; y, sobre todo, el buen nombre o el
¢nqrèpoij eÙkle…aj À kakodox…aj· toÚtwn desprestigio ante la humanidad entera. Sé que,
g¦r oÙk oda e‡ ti me‹zon, e„ swfrone‹te, À si actuáis con sensatez, nada consideraréis más
¢nagkaiÒteron ¹g»saisqe ¥n. importante o primordial que cuanto he dicho.

11 Perˆ mn oân ïn bouleuÒmeqa, taàt£ 11 Éste es, pues, el tema de nuestra
™stin, oÙ F£larij tÚrannoj eŒj oÙd' Ð consideración: no es Fálaris —un tirano
taàroj oátoj oÙd calkÕj mÒnon, ¢ll¦ concreto—, ni ese toro, ni su bronce
p£ntej basile‹j kaˆ p£ntej dun£stai, Ósoi únicamente, sino todos los reyes y todos los so-
nàn crîntai tù ƒerù, kaˆ crusÕj kaˆ beranos que ahora acuden al templo, y el oro, la
¥rguroj kaˆ Ósa ¥lla t…mia, poll£kij plata y demás objetos de valor que
¢nateqhsÒmena tù qeù· prîton mn g¦r tÕ reiteradamente ofrecerán al dios. Lo primero
kat¦ tÕn qeÕn ™xetasqÁnai ¥xion. que merece consideración es el interés del dios.

12 t…noj oân ›neka m¾ æj ¢eˆ mhd æj p£lai 12 ¿Por qué razón no vamos a proceder en la
t¦ perˆ tîn ¢naqhm£twn poi»swmen; À t… cuestión de las ofrendas como siempre, como en
memfÒmenoi to‹j palaio‹j œqesin el pasado? ¿Qué hemos de reprochar a los
kainotom»swmen; kaˆ Ö mhd pèpote, ¢f' oá antiguos usos para innovarlos? ¿Por qué lo que
t¾n pÒlin o„koàmen kaˆ Ð PÚqioj cr´ kaˆ Ð no ha ocurrido nunca entre nosotros desde la
tr…pouj fqšggetai kaˆ ¹ ƒšreia ™mpne‹tai, fundación de la ciudad, desde que Apolo Pitio
gegšnhtai par' ¹m‹n, nàn katasthsèmeqa, profetiza, el trípode dama y la sacerdotisa es
kr…nesqai kaˆ ™xet£zesqai toÝj inspirada, vamos a establecerlo ahora —el
¢natiqšntaj; kaˆ m¾n ™x ™ke…nou mn toà juicio y examen de los oferentes—? En efecto,
palaioà œqouj, toà ¢nšdhn kaˆ p©sin gracias a esa inmemorial costumbre de la
™xe‹nai, Ðr©te Óswn ¢gaqîn ™mpšplhstai tÕ libertad ilimitada para todos, veis los bienes que
ƒerÒn, ¡p£ntwn ¢natiqšntwn kaˆ Øpr t¾n colman el templo, pues todos los hombres
Øp£rcousan dÚnamin ™n…wn dwroumšnwn tÕn elevan ofrendas y algunos ofrecen al dios dones
qeÒn. superiores a sus propias posibilidades.
13 e„ d' Øm©j aÙtoÝj dokimast¦j kaˆ 13 Pero si vosotros os constituís en jueces y
™xetast¦j ™pist»sete to‹j ¢naq»masin, examinadores de las ofrendas, temo que en
Ñknî m¾ ¢por»swmen tîn adelante carezcamos de examinandos, pues
dokimasqhsomšnwn œti, oÙdenÕj Øpomšnontoj nadie aceptará ponerse en el lugar del acusado y
ØpÒdikon aØtÕn kaqist£nai, kaˆ gastar cuantiosas sumas de su dinero para ser
¢nal…skonta kaˆ katadapanînta par' juzgado y arriesgarlo todo. ¿Quién podrá resistir
aØtoà kr…nesqai kaˆ Øpr tîn Ólwn ser juzgado indigno de elevar ofrendas?
kinduneÚein. À t…ni biwtÒn, e„ kriq»setai toà
¢natiqšnai ¢n£xioj;

También podría gustarte