La autora condena la actitud de los madrileños que abandonan a sus mascotas a su
suerte en época estival porque son un estorbo, sin preguntarse el destino que les espera. Esta falta de sensibilidad le lleva al final del texto a formular la tesis, a generalizar y a pensar que pueden ser capaces de cualquier cosa, dada su irresponsabilidad manifiesta demostrada en actos tan miserables e inmorales. En cuanto a su estructura podemos apreciar en primer lugar, la introducción donde Rosa Montero plantea el tema que va a tratar (el abandono inhumano de los animales) mostrando ya abiertamente su postura u opinión sobre dicho problema. A continuación, el cuerpo argumentativo en el que la autora nos explica más detalladamente cómo, por qué y dónde abandonan a sus perros. Para finalizar: la conclusión. La autora critica a todas las personas que cometen este tipo de salvajadas. Esta actitud tan inhumana le provoca pavor, ya que si han sido capaces de llevar a cabo un acto tan miserable, podrían ser capaces de cualquier otra acción inhumana. Predomina en este texto la función representativa cuando expone hechos que ocurren a nuestro alrededor, asimismo la apelativa cuando increpa al receptor y lo interroga (interrogaciones retóricas) y sobre todo la función expresiva o emotiva ya que exterioriza sus sentimientos ante tal hecho: tuvieron el cuajo de tumbarse,… no les importa. Es por tanto un texto en el que el punto de vista de la autora es totalmente subjetivo. En el cuerpo argumentativo utiliza sobre todo argumentos de tipo afectivo-emotivo intentando concienciar a los lectores de manera que en cada una de las situaciones propuestas por la autora, los lectores verán a sus mascotas. Además aparecen otros, que podríamos clasificar de este modo: De ejemplificación: al exponer las distintas formas en las que puede llevarse a cabo el abandono (¿cómo lo harán?) Afectivo-emotivo: cuando afirma taxativamente que no les importa, que no sufren al desprenderse de ellos. Insiste en su falta de conciencia (cuajo de tumbarse al sol) De hecho. Dando un número concreto de madrileños implicados en este tipo de conducta. De consecuencia: al nombrar las distintas atrocidades a las que pueden verse sometidos tras el abandono: exterminio en la perrera, cobaya, atropellos. Racional. Al afirmar que algunos de esos desmanes son ilegales: peleas de perros. Los argumentos que utiliza pretenden afectar emocionalmente a sus lectores poniendo de manifiesto, por una parte, la forma tan canalla de abandonarlos (¿apearán al perro en mitad de un campo solitario… hasta que su aliento ya no dé para más?; ¿lo llevarán a algún barrio lejano…o un goloso olfatear de algún alcorque?), y por otra, contrastando cómo se divierten los dueños en las vacaciones, con la descripción del futuro que les espera a los animales. De esta manera, sugiere al lector que estas personas son peores que las bestias. Los procedimientos lingüísticos que utiliza en su argumentación son los siguientes: Oraciones exhortativas, desiderativas, interrogativas, dubitativas, (Que me los presenten; es una pena que las canalladas no dejen impresa una marca indeleble; ¿cómo lo harán? ¿O quizá, o llevarán a algún barrio lejano...?) El uso de la primera persona del singular: quiero saber quiénes son, porque me asustan. Valoraciones relacionadas con los amos o con los perros, unas negativas, otras positivas; donde encontramos las muestras más convincentes de sus opiniones, unas veces sirviéndose de adjetivos: impavidez espeluznante, pachorra inmensa, hocicos temblorosos, miradas dolientes, espeluznante carnicería ,lenta agonía, plácidos y satisfechos; otras, de sustantivos: bestias, energúmenos, canalladas, zozobra, barriga, traiciones, barbaries; y por último de adverbios que también hacen valoraciones: probablemente, inútilmente, bastante. La repetición de la estructura que me presenten para mostrar una actitud desafiante ante los que son capaces de abandonar animales. Expresión que se repite cinco veces a lo largo del escrito, como si de una anáfora se tratara y que expresa esa actitud beligerante. Interrogaciones retóricas: Un ejemplo claro donde se observa la intención de convencer al receptor del texto, es la utilización de preguntas retóricas, las cuales en sí mismas conllevan la contestación: ¿cómo lo harán? La repetición en el texto de 7.000, que sirve también como título al texto. Uso del lenguaje coloquial para describir las vacaciones de los dueños: tuvieron el cuajo de tumbarse con la barriga al sol. La adjetivación, tanto para describir el futuro de los animales como para describir a sus dueños. Abundan los recursos literarios: anáfora (que me presenten) hipérboles (condenando a sus perros, exterminio en la perrera, espeluznante carnicería…), metáforas (conciencia de piedra, rugir del coche…), sinestesia (goloso olfatear…), interrogaciones retóricas (¿Apearán al perro…), polisíndeton (o quizá lo llevarán…?, o servir de cobaya… o a morir…), metonimia sinécdoque (dejar atrás …hocicos temblorosos, miradas dolientes), antítesis (malas bestias, gente corriente). Adjetivos valorativos: impavidez espeluznante, pachorra inmensa, plácidos y satisfechos, gente corriente… todos ellos insistiendo en la serenidad con que se llevan a cabo estos abandonos, así como otros relacionados con el sufrimiento de los animales: hocicos abandonados, miradas dolientes, campos solitarios, barrio lejano, atroz y lenta agonía, cuerpo roto, espeluznantes carnicerías… En este mismo punto de la subjetividad son muy significativos los apelativos con los que nombra a los responsables de los abandonos en los que se observa la carga de desprecio hacia ellos. Así encontramos: energúmenos, estos tipos, seres de conciencia de piedra, gente corriente, malas bestias… Otros sustantivos van dirigidos a magnificar el hecho del abandono y convertirlo en un acto reprobable: exterminio, agonía, carnicería, atropello, acto miserable e inhumano, traición , barbarie y canallada donde se da una gradación de menor a mayor intensidad en la indolencia con la que se comenten los abandonos. También aparece el campo semántico de las acciones que convierten esa situación en un delito: dejar atrás, huir, escapar, condenar, cometer y otro más en el que queda de manifiesto la tranquilidad con que estos hechos se llevan a cabo: cuajo, impunidad, tumbarse, conciencia de piedra, impavidez. El texto aparece cargado de vocablos que condenan esta situación y la convierten en una falta que queda impune (sin castigo alguna) que va creciendo y que la periodista prentende parar, monstrándola en toda su crudeza a la vez que expone la indolencia (falta de sensibilidad y compasión) de los que así se comportan: impavidez, no les importa, que…cuajo, conciencia de piedra, tumbarse, pachorra. En el texto van surgiendo con frecuencia palabras relacionadas con el campo semántico de las acciones irresponsables y dañinas: traición, barbarie, canallada, carnicería, exterminio, agonía, atropello,… acciones con las que califica los actos de estos desaprensivos a los que denomina como malas bestias, energúmenos y seres de conciencia de piedra¸ palabras que contrastan radicalmente con otras como tranquilidad, impavidez, cuajo y pachorra que describirían la forma exenta de culpa con la que estos 7.000 ciudadanos madrileños abandonan a sus perros. Es al final cuando Rosa Montero expresa la necesidad de tipificar estos hechos como delitos sancionables para, de esta manera, evitar que se repitan .