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FILOSOFÍA

DESDE LO
COTIDIANO
15 REFLEXIONES

CICULACIÓN
GRATUITA
(E-BOOK)

JUAN DENIS
DISTRIBUCIÓN GRATUITA
DE ESTE LIBRO

AVISO

El siguiente texto fue escrito


por Juan Carlos Denis del
del 2 de febrero al 21 de marzo de 2021.
La distribución inicial estuvo a cargo de la Academia
"FIlosofía en Minutos", franquicia registrada en INPI
con todos los derechos reservados.
Es de libre circulación y totalmente gratuito.

www.filosofiaenminutos.com

CICULACIÓN
GRATUITA
(E-BOOK)
A Itzel y Lucy,
hasta mi último instante.

CLASE 1: EL AMOR PRÓLOGO

Cuando en 2002 decidí estudiar filosofía, tuve una avalancha de


sensaciones nuevas. Me encontré por primera vez con las disidencias
cotidianas y con el asombro de sentir que todo lo que había leído desde mi
niñez, era insignificante comparado con lo que debía saber para afrontar una
carrera.
Cuando me recibí de Profesor de Filosofía, sentí que las obligadas
aplicaciones prácticas que hice para poder comprender las materias en mis
noches de estudio, deberían devenir en divulgación. Pensé y realicé muchos
estilos de divulgación: revistas, obras teatrales, programas de radio. Es
más, me ofrecí como columnista en radios y canales de TV que en ese
tiempo sencillamente respondían que la filosofía no era interesante, pero
hoy (misterios de la vida) me llaman permanentemente para entrevistarme.
Al crear "Filosofía en Minutos" en 2017, por fin encontré un lugar de
expresión en el cual decir lo que se me hacía imposible decir en el aula. El
objetivo del aula presencial escolar es el cumplimiento de temas pre-
establecidos, ese espacio cerrado en el cual los alumnos están por
obligación, es poco fecundo para la improvisación y la espontaneidad. No
deberíamos tener ninguna observación optimista con respecto al aula. Son
necesarias porque aún no se nos ocurrió nada mejor y es bueno que los
estudiantes estén ahí, pero no podemos negar que se acerca su fecha de
caducidad en un futuro cercano.
Las redes sociales me abrieron otras aulas llenas de libertad. Allí el
suscriptor puede debatir conmigo, disentir, llegar a la hora que quiera e irse
CLASE
cuando ya 1:
no leEL AMOR
importe la filosofía, o mi estilo de divulgación.

Pero sinceramente, lo que más me gusta de las redes es que puedo decir lo
que yo quiera, cuando quiera y sin pensar que algún burócrata se pueda
llegar a enojar. Sólo necesitaba eso para desarrollar lo que sé hacer, por eso
amo los resultados logrados, porque son genuinos y muestran lo que jamás
hubiese podido hacer en el aula tradicional.
A fines de 2020 experimenté lo que mis seres queridos definieron como "lo
imposible". Según ellos, al fundar la Academia "Filosofía en Minutos", logré
que la filosofía se vuelva interesante a un grupo de personas sin ningún
apoyo político, desde una ciudad del interior (en un país centralista para las
oportunidades profesionales), sin ninguna cobertura de los grandes medios
de comunicación y tan sólo desde mi celular y mi notebook. No los
contradigo en sus cariñosas apreciaciones, pero tengo que ser honesto: no
tuve más méritos que trabajar algunas horas extras por varios años; lo
demás fue pura suerte.
Es por eso que en 2020 empezó en mí un deseo muy grande de dejar por
escrito lo que habitualmente decía en esas redes. Estos resúmenes son el
resultado de ese deseo. No tienen demasiado mérito, porque lo esencial del
universo es su insignificancia y este texto es un objeto insignificante entre
tantos otros. Pero me agrada que desees leerlo. Tengo mucha más
esperanza en tu deseo de filosofar, que en mis palabras torpes que con
esfuerzo y sin demasiado optimismo, tratarán de conmoverte en este
escrito.
JUAN DENIS
Santa Fe, la invencible,
28 de septiembre de 2021
CLASE 1: EL AMOR EL AMOR

La filosofía es amor. Tal vez nos hayamos olvidado de este detalle,


pero es así.
Cuando los griegos tuvieron que nombrar este saber, lo definieron
desde el amor, seguramente tuvieron en cuenta su carácter de
irresistible y el impulso por compartirlo con otros. El amor es una
pregunta por sentimientos propios pero ante todo, es una pregunta
por el otro. Cuando estás enamorado ¿Amas al otro o amas el
sentimiento que te invade al ver al otro? ¿Es el amor una búsqueda
de un otro que ensambla con lo que necesitábamos?
Trataremos de definir qué es el amor y también nos haremos
algunas preguntas acerca de cómo se entiende el amor en la
actualidad. El amor, sospecho, tiene el mismo problema que tiene el
tiempo a la hora de ser definido. San Agustín decía que mientras no
le pregunten qué es el tiempo, él sabía lo que era; pero cuando le
pedían una definición conceptual, no podía brindarla.
Creo que ocurre lo mismo con el amor: uno tiene conciencia plena
(cuando está enamorado) de la sensación que tiene, uno conoce la
sensación, pero no puede definir dicha sensación tan fácilmente. Y
entonces se nos presenta una paradoja: estamos queriendo
conceptualizar lo que es dinámico, lo que es móvil, lo que es
cambiante.
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CLASE 1: ELenAMOR
Conceptualizar

filosofía significa capturar, es decir tratar de


abstraer de la realidad un concepto para congelar de algún modo la
realidad, e identificar ese concepto en nuevas situaciones que
vayamos confrontando. Es sencillo ese proceso con una silla, es
muy complejo ese proceso con el amor. Es decir que si yo quiero
conceptualizar una silla, abstraigo el concepto de esta silla
concreta en la que me senté ahora, y ese concepto que capturé me
servirá para que cada vez que me encuentre con nuevas sillas,
pueda corroborar que efectivamente son sillas.
¿Será posible hacer esto con el amor? ¿Será que vemos una pareja
de enamorados y podemos abstraer el concepto para después
aplicarlo a otras parejas?
Marcel Schwob decía que el amor “es el deseo de unirnos de
fundirnos y de confundirnos”. Vamos a quedarnos con esa
expresión: “El deseo de unirnos”. La cualidad fundamental del
enamorado es el deseo. Significa que cuando vos estés enamorado
o estés enamorada vas a sentir deseo. No podemos hablar de amor
cuando hay desinterés. No podemos hablar de amor cuando no se
atiende el teléfono, no podemos hablar de amor cuando no hay
ganas de estar con la otra persona. El amor es ansias, el amor es
ganas, el amor es deseo.
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CLASE 1: dice
Pero Schwob EL AMOR

también: “El deseo de unirnos y fundirnos” ¿Que


significará esto de fundirnos? Significa que esas dos
individualidades intentarán ser uno más allá de que es imposible
ser uno, pero lo intentarán al menos, porque el deseo es igual a
tener ansias, el deseo es intentar.
Confundirse no significa “Confusión intelectual”, ya que sabemos
que no se necesita hacer un test para saber si estás enamorado o
enamorada. Es decir no hay una necesidad de identificar
conceptualmente lo que está aconteciendo. Quien está enamorado
no está confundido. Cuando hablamos de confusión hablamos de
“fundirse con”, de una fusión con el otro y es verdad que cuando
estamosenamorados procuramos fundirnos con la otra persona
aceptando al otro en su otredad más allá de que esa otredad no
nos guste.
¿Qué significa aceptar la otredad del otro? Aclaremos que esto no
significa aceptar la toxicidad del otro o permitir que el otro me
anule, al contrario significa aceptar al otro en su diversidad. Es
decir si al otro le gusta música rock y a mí me gusta folklore, el
amor abre la posibilidad de poder fundirme en esa diversidad e
incluso averiguar qué significa para esa persona el rock.

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CLASE 1: ELenAMOR
Significa abrevar

la otredad del otro para ver qué tiene de nuevo


ese misterio que es el otro llegando a mi vida.
La filosofía se define como “amor a la sabiduría”. Es decir que hacer
filosofía es ir detrás desear saber de modo irresistible. Si filosofas,
deseas la pregunta, deseas remediar la duda, deseas la búsqueda.
Todo eso desde lo irresistible y sin esperanza de utilidad. Porque
hacer filosofía es buscar apasionadamente lo que jamás te saciará,
pero el mero intento es irresistible.

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CLASE 1: EL AMOR LA VERDAD

Hablar de verdad en estos tiempos es apasionante y necesario.


Cuando hablamos de la verdad en redes sociales, las primeras opiniones son
parecidas a las que escucho hoy por hoy en el mundo filosófico: casi todos
coinciden en que la verdad no existe.
Entonces me pregunto si no estaré equivocado, o peor aún ¿No será que la
historia de la filosofía se equivocó? Tantos años buscando la verdad y
resulta que era completamente obvio que no existía. Es más, hay una nueva
teoría en la actualidad: existen muchas verdades y no existe una sola
verdad.
El problema fundamental que tenemos al analizar la verdad es que antes se
buscaba y hoy se descree de ella. Hoy cualquier persona afirma con cierto
tono de sentido común que no hay verdad, que es mentira la verdad y uno se
queda asombrado por Platón, por Aristóteles y por Tomás. Había sido que
estaban todos equivocados. Los filósofos antiguos no descreían de ella. Es
más, sabían que la nobleza de su búsqueda personal estaba en la promesa
de encontrar verdad más allá de no lograrlo.
Los filósofos antiguos distinguían entre verdad y opinión.
La opinión es un acercamiento a la verdad. Ese acercamiento es, en parte
mentiroso y en parte verdadero. Pongamos un ejemplo: si estás viendo una
escultura, la verdad es la existencia de esa escultura, en cambio la opinión
es lo que vos pensás acerca de esa escultura.
Como lo que opines de ella no será exactamente la verdad, en parte lo
que dices es mentira y en parte verdad.
10
CLASE 1: EL AMOR

En la creencia griega de la verdad, Platón pensó de un modo y Aristóteles de


otro. Platón pensó que la verdad está fuera de este mundo (fuera de la
caverna) y Aristoteles pensó que la verdad está en ese mundo. Ambos se
acercaron a la verdad pero ningún desconfió de su existencia.
El concepto griego de verdad es “aletheia”, que bien podríamos traducir
como “desocultamiento”. La verdad es lo que se nos desoculta de un ente.
Cuando miramos un bosque, le reclamamos a ese bosque que nos desoculte
su verdad, si le imponemos nuestra opinión, dañamos esa armonía de
conocimiento. Al imponer, no buscamos lo que el bosque es, sino que de
modo prepotente, queremos que el bosque sea lo que nosotros deseamos
que ese bosque sea. Para que ese bosque se muestre en cuanto tal,
tenemos que despojarnos de nuestros prejuicios y allí él nos mostrará su
verdad.
Pero ¿Existe una verdad esperándonos agazapada o la vida es una mera
ilusión de búsqueda sin término? ¿Es la opinión una verdad para el individuo o
un engaño? ¿Puede la ciencia cubrir todos nuestros deseos de verdad con
hechos científicos que parecen verdades inobjetables? Y tal vez la más
importante de estas preguntas: Una vez descubierta la verdad para nuestra
vida: ¿Actuaremos en consecuencia?
La filosofía nos invita permanentemente a buscar la verdad y es mejor no
perdernos esa oportunidad.

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CLASE 1: EL AMOR EL PERDÓN

Hablar del perdón es tocar un tema que, más allá del abordaje
psicológico que se le pueda dar, también tiene una dimensión
filosófica.
La idea del perdón, como la entendemos hoy, tiene mucha influencia
del cristianismo. Es decir que si tenemos que ir a las fuentes
mismas de lo que significa el perdón, las mejores definiciones
filosóficas provienen de esa religión. La palabra perdón es una unión
de dos palabras y su significado es “darlo todo”. Incluso, la definición
podría sugerir la idea de “darlo todo sin mirar atrás". En otras
palabras, quien perdona pero espera sacar una ventaja de ese
perdón no es fiel a la intención original del término.
Hay un poema borgeano que define el perdón como una doctrina de
Jesús que es capaz de “anular el pasado”. En otras palabras, si estás
en situación potencial de perdonar, concretarás ese perdón sólo si
anulas el pasado. Sólo si consideras que ese pasado no existió.
Pero ante este planteo de Borges, sería justo preguntarnos:
¿Cómo olvidar una agresión traumática? ¿No es absurdo el perdón?
Supongamos que un amigo te robó mil dólares, supongamos que
entró a tu casa y tomó tu billetera. Durante tres o cuatro meses
estuviste sin saber qué había pasado con ese dinero y sufriste los
problemas de no disponer de él. Supongamos que se arrepiente y te
12
CLASE 1: EL AMOR
pide perdón ¿Como haces para olvidarte de eso?

Incluso perdonando, es imposible el olvido intelectual.


Podríamos afirmar que es absurdo olvidar lo ocurrido, humanamente
no se puede. Entonces ¿En qué consiste el perdón? Consiste en
encontrarte en el presente con la situación, consiste en recordarlo
intelectualmente y ya no construir subjetivamente un rencor para
con ese pasado. El olvido implica que no lo ocurrido signifique poco o
nada en el presente como experiencia de tristeza. No significa el
cinismo de decir a gritos:"¡No me acuerdo!", sino que es una especia
de indiferencia que acepta. Quien perdona sabe lo que pasó, pero
también sabe que su presente no puede seguir detenido en el rencor
con lo que pasó.
Perdonar no es obligatorio. Soy de los que creen que nadie tiene que
obligar a nadie a perdonar. Digo esto porque más de una vez vemos
el perdón como un imperativo. Escuchamos expresiones como:
"Perdona que te hará bien" o "Perdona y tendrás liberación."
Quien perdona tiene una superación de lo ocurrido porque ha podido
quitarle relevancia y formar un desdén al respecto. Se encuentra
con ese pasado, lo recuerda intelectualmente, pero no le significa
nada relevante.
No debemos ignorar que más de una vez se usa el perdón como una
forma de manipulación. Es la eterna tentación del perdonador.
13
CLASE 1: EL AMOR

Lo que entristece de dicha tentación es que la mayoría de las


personas tiene ese concepto del perdón. Piensan que ante lo
ocurrido es mejor sacar provecho porque nunca saben si ellos
necesitarán amnistía por errores propios a futuro. Lo habitual en ese
caso es oírlos decir: "Está bien, te perdono", pero a los seis meses
renace el problema e insisten con lo ocurrido, o aseguran que no han
olvidado, o lo recuerdan como forma de reproche emocional.
Si una persona pide legítimamente perdón pero no tiene en cuenta la
justicia y restitución del daño, es estéril el pedido. Para perdonar es
necesaria la justicia y la restitución de lo que se hizo. Es decir que si
se ha cometido un delito, el infractor debe pagar legalmente por lo
que hizo y si en la agresión se sufrieron pérdidas, la víctima debe
recibir lo que le robaron o quitaron porque olvidar el pasado no
significa impunidad. No significa que quien robó los mil dólares
pueda reclamar perdón sin primeramente devolverlos. No significa
que quien cometió un delito de nosotos no deba pagar en la justicia
primeramente. El perdón es siempre un paso posterior, es siempre
un proceso y no tiene nada que ver con la obligación y lo impuesto.
Es más, por su naturaleza puede llegar a ser incluso imposible.
¿Podemos hablar de perdón? ¿O tan solo es una utopía más?

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CLASE 1: EL AMOR LA ANGUSTIA EXISTENCIAL

Hablar de angustia en filosofía, presenta una posible confusión y esa


confusión radica en que no es lo mismo la angustia psicológica que la
filosófica.
La angustia psicológica se origina por motivos concretos que
acontecen en la vida concreta de una persona. Pero la angustia
existencial, la que trabaja la filosofía es inherente a la condición
humana misma. Es por eso que a dicha angustia existencial la
sentirán los angustiados psicológicamente y también los que no lo
están. Se puede ser la persona más feliz del mundo y aún así tener
angustia existencial. Se puede estar en un gran momento de la vida y
eso no implica poder huir de lo que significa la angustia existencial.
La angustia concreta, la angustia psicológica, se manifiesta en
miedos, en fobias. En estos tiempos de exposición en redes sociales,
muchas veces se generan angustias innecesarias que podríamos
haber evitado. Pero más de una vez nos exponemos ante los demás
construyendo un vidrio de transparencia. Como expusimos parte de
nuestra intimidad, los demás opinan sobre nosotros. Eso termina en
conflictos, en arrepentimientos y en angustias completamente
evitables, pero que ocurren con mucha frecuencia.
Cuando en filosofía hablamos de angustia, nos referimos a una
sensación ineludible de finitud. Es decir que puedes estar en tu
15
CLASE 1: alegre,
cumpleaños, EL AMOR

sonriente y a la vez estar atravesado por la


angustia existencial. Esa angustia que te dice que este tiempo
venturoso tarde o temprano terminará, que todo tiene un fin y que
nada es para siempre.
Ningún ser humano pasará por esta vida sin angustiarse
existencialmente porque la angustia es status ontológico del ser
humano, connatural a él. Nos angustiamos por el mero hecho de ser,
de estar siendo y de saber que alguna vez dejaremos de ser. Es decir
que lo que angustia es la finitud, pero sobre todo lo prontitud de la
muerte, es decir la inminencia de la muerte como una permanente
posibilidad.
Estamos abiertos a la vida pero también abiertos a la muerte como
total posibilidad. El pensamiento de Heidegger define a las personas
como “Ser-para-la-muerte”, pero no en el sentido de que la muerte
está lejana y vamos hacia ella, sino que ya mismo puede acontecer.
La muerte es la permanente posibilidad. Está camuflada detrás de
todas las posibilidades cotidiana de vida y es la única posibilidad que
termina con todas las posibilidades.
Angustia viende de "angor" y significa "oprimir". El que está
angustiado existencialmente esta oprimido por planteos, por
preguntas, por sensaciones, por temores a futuro y por nostalgias.
16
Sabe que lo que ya fue, no será y sabe que lo que puede
ser puede no
CLASE 1: ELloAMOR
ser. Esa tensión angustia y nadie escapa a eso.
Durante las alegrías cotidianas ocultamos la existencia de la
angustia. Expulsamos sus planteos, consideramos que somos
inmortales y creemos que esa angustia es para otras personas, no
para nosotros.
Pero tarde o temprano aparecerá esa angustia, por lo tanto es
imprescindible preguntarnos: ¿Cómo convivir con esa angustia?
¿Cómo saber qué la vida merece ser vivida más allá de que se
presente como absurda?

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CLASE 1: EL AMOR EL CONSUMISMO

Abordar el consumismo desde una perspectiva filosófica implica


hacer dos acercamientos: por un lado pensar por qué el ser humano
quiere dominar cosas, pero también pensar por qué hoy es
preocupante.
Los seres humanos necesitamos tener, poseer y dominar cosas.
Desde siempre tenemos relación de dominio con los entes.
Podríamos decir que nuestro primer acercamiento es siempre
utilitario. No nos acercamos a un árbol para pensarlo filosóficamente
sino para sacar madera de él o utilizar su sombra. El acercamiento
filosófico implica, precisamente, despojar al ente de su utilidad y
pensarlo en cuanto tal. Pero a los fines del tema de hoy no sería
bueno profundizar esta idea por ahora.
Cuando el ser humano se relacionó por primera vez con un objeto
duro y resistente, se dio cuenta que sus puños no servían para
destruirlo, es por eso que alguien combinó entes hasta crear el
martillo. El martillo es, en consecuencia, la prolongación de un deseo
humano: destruir cosas que él no puede destruir con su propia fuerza.
Ese deseo humano de dominar los entes, de destruir para construir
otras cosas, de transformar la realidad, es un dato constitutivo de la
existencia. Por esencia queremos dominar y transformar. No nos
conformamos con el ente como se nos presenta, queremos some-
18
CLASE 1: EL AMOR
terlo y modificarlo.

Esta doble relación con el ente (dominio y proyección de deseo) lleva


al ser humano a crear, con los siglos, otros objetos más sofisticados.
El barco para no nadar, el teléfono para no gritar, el avión para
reemplazar la imposibilidad de volar. Siempre el ser humano domina y
busca mejorar su estar en el mundo. Un animal se adapta a la
naturaleza, el ser humano quiere cambiarla porque no le conforma. En
esta vinculación tan noble que tenemos con las cosas surge también
el comercio. Es decir, el intercambio de entes que consideramos de
valores parecidos. Como fruto de ese intercambio, la sofisticación
fue creando el dinero y la economía actual hizo el resto.
Aquella relación originaria con los entes como forma de proyectar
nuestros deseos en las cosas, se fue distorsionando en el siglo XX.
La producción industrial hizo necesario el consumo de esos
productos bajo cualquier circunstancia y el sujeto siente que es
imposible vivir sin ellos. Un ejemplo: En el siglo XIX una familia podía
vivir sin televisor porque no existía el televisor. Hoy se busca agotar
todas las posibilidades de tenerlo, porque se siente que de otro
modo no se podría vivir.
Si las personas pensaran que ya no es necesario tener ese televisor,
la empresa fabricante buscará dos caminos: o crea un producto
sustituyente (el plasma por ejemplo) o impone desde la publicidad la
19
necesidad1:obligada
CLASE EL AMOR
de ese producto. Estas estrategias de venta van

a intentar la normalización del producto. Es decir, hacer sentir al


consumidor que es normal tener ese objeto y que no tenerlo es ser
anormal. Las dos preguntas filosóficas que surgen entonces son:
¿Tenemos entes porque dominamos los entes o tenemos entes
porque hay una orden de normalidad que estamos obedeciendo? En
un mundo vinculado por el consumo y el comercio: ¿Qué hacer si
quedamos excluidos de este vínculo?

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CLASE 1: EL AMOR LA FELICIDAD

No ser feliz ¿Es culpa tuya?


Tal vez esta es una de las preguntas que más nos deberíamos hacer
en tiempos de positividad. Cuando dialogamos en nuestro entorno,
cuando tratamos de cuestionar la vida, aparece siempre la idea,
acaso peligrosa, de que “ser feliz es tu decisión”.
Suena absurdo pero así se piensa. Parecería que ser feliz es
meramente tomar la decisión de serlo. Y aquellos que no lo han
logrado es porque se descuidaron de no decidirlo. Pero ¿Es así? ¿O
será que hay imposibilidades que limitan para siempre la posibilidad
de una vida feliz?
El primer filósofo que pensó la felicidad con la rigurosidad propia del
saber filosófico fue Aristóteles. El llama a esa sensación “Eu,
Daimon”, es decir “Buen Mediador”. El mediador era un rol que en la
antigüedad las personas le asignaban a semidioses que los
conectaban con el todo. En esa conexión puedo lograr esa ayuda
para lograr esa plenitud que busca mi ser. Ser feliz es ser pleno, es
estar en armonía, incluso podríamos decir que ser feliz es
conectarnos con el todo.
A la luz de esta definición tan extraña podemos deducir dos
preguntas: ¿Hay alguna forma de armonizar con el cosmos? ¿Podrán
todos los seres humanos lograr esa armonía?
21
CLASE 1: EL AMOR

Ante la primera pregunta, Aristóteles nos dice en su célebre libro:


“Ética a Nicómaco”, que la felicidad es el resultado de una vida
virtuosa. Es decir que quien vive en la virtud, es feliz porque la virtud
lo ayuda a armonizar con el todo. No creo que haya una fórmula
mágica que pregone: “Si tienes virtudes sí o sí, serás feliz”, pero sí
hay un camino. El camino de la plenitud, de la paz, de la eudaimonía, es
la vida virtuosa. Para lograr esa virtud tenemos que vivir en el
equilibrio. Ser equilibrados es buscar el justo medio entre dos
excesos. Si practicamos ese justo medio, si vivimos sin excedernos,
tendremos armonía y plenitud, seremos felices. En Aristóteles no hay
una felicidad pasajera, no se confunde alegría con felicidad; en
Aristóteles hay felicidad en la vida buena, la cual implica ser virtuoso
y afrontar el sufrimiento, la tristeza y el mal con virtud, para no perder
la plenitud de vida. Ante la pregunta “¿Todos los seres humanos
pueden ser virtuosos?” Respondemos que sí. Bastará con practicar la
virtud, bastará con la persistencia y la disciplina en volver praxis lo
que casi siempre es teoría, pero lo que no podemos asegurar es que
todos los seres humanos vayan a ser felices. Tal es el caso de
Príamo, el rey de Troya. Príamo era un virtuoso, alguien que
gobernaba tu reino con austeridad y mesura, pero sufrió dos
desgracias: su reino fue destruido y asesinaron a su hijo.
22
CLASE 1: EL AMOR

Para Aristóteles, alguien que tenga semejantes situaciones de vida


tiene una existencia desafortunada y por lo tanto no podemos
asegurar que sea feliz, lo que sí podemos asegurar es que su vida
virtuosa le ayudará a sobrellevar el dolor.
Según Aristóteles, la felicidad es en primera instancia individual, ya
que la persona armoniza con el todo desde sus virtudes. Es
imprescindible ver a esa felicidad como una práctica, es decir como
algo que se intenta perfeccionar y lograr todos los días. El abandono
de uno mismo no lleva a la felicidad, al contrario, ser feliz es
preocuparse por la virtud personal y no dejarse llevar por las
circunstancias.
Esas virtudes son responsabilidad propia, pero misteriosamente
existe una felicidad colectiva que es la felicidad de la polis. En esa
felicidad de todos se ocupan los "políticos" o líderes de la polis, . Por
lo tanto el líder y el miembro de la comunidad puede ser partícipe no
solo de sus alegrías y felicidad personal sino de la de todos.
Ante esto, una de las tantas preguntas que nos queda es: ¿Se puede
ser feliz si los demás no son felices?

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CLASE 1: EL AMOR EL SUFRIMIENTO

Lo interesante de abordar filosóficamente el sufrimiento es que nos


sumergimos en un tema que no se quiere tocar. Es difícil filosofar
sobre un tema que siempre se quiere esquivar, pero apasionante
también. En una sociedad positiva que pretende sacar de debate
toda cuestión sobre el dolor o el sufrimiento, puede resultar hasta
revolucionario hablar de este tema.
Distingamos tres conceptos: El mal, el dolor y el sufrimiento.
El mal, al decir de Santo Tomás, es privación del bien. Es decir que el
mal no tiene realidad ontológica, sino que es una ausencia de algo
que debería estar presente, pero no está. El ejemplo más
emblemático es el de las aves sin alas. Si un paloma no tiene alas es
malo, porque hay privación de algo constitutivo de esa paloma.
El mal no es un ente en sí mismo. No podemos ver el mal como vemos
un árbol, el mal es siempre carencia, el mal es siempre algo que
debería pasar y no pasa, que debería estar y no está.
Pero también existen males que corresponden a nosotros, los seres
humanos. Cuando alguien sufre el mal, significa que está haciendo
algo que no se adecua a su naturaleza como ser humano. Para Tomás,
un soldado que pierde un brazo en la guerra está atravesando un mal,
porque hay una privación.
En el ámbito de los trabajos y oficios, podríamos decir que un locutor
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que no puede trabajar porque quedó disfónico, está atravesando el
mal, o un dramaturgo que no puede realizar sus obras teatrales por la
pandemia, también.
Misteriosamente el mal puede acontecer pero a la vez no tener toda
la fuerza que pudiera tener. Digámoslo en este ejemplo: si un
cantante pierde un brazo, sería algo malo porque como ser humano
es deseable que tenga ambas manos, pero su voz sigue funcionando
bien, así que es malo lo que le pasó pero no fue tan malo como si su
oficio fuera ser carpintero. Del mismo modo podríamos decir que si
un carpintero pierde el sentido del oído es algo malo, pero no tan malo
como si su oficio fuera el de cantante.
El dolor es la experimentación de un mal concreto. Esa
experimentación puede ser física o psicológica. Quien se golpea
practicando un deporte, siente el dolor inevitable de ese accidente.
Quien es abandonado por su pareja cuando está profundamente
enamorado, siente un dolor sentimental y psicológico también muy
grande. Ese dolor es la concreción experiencial del mal. Quien es
abandonado siente que le falta alguien para su plenitud, para su bien.
Quien se golpea, siente que le falta el placer que dejó de tener al ser
golpeado.

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El sufrimiento es la experimentación humana de ese dolor. Es decir
que el sufrimiento es la experiencia que tenemos para con un dolor o
varios dolores concretos. Aquí las opiniones se dividen pero todas
coinciden en que los grados de sufrimiento varían de acuerdo a las
personas.
Hay personas entrenadas que sienten latigazos y no sufren, pero si
ese latigazo pegara en la mayoría de las personas, su sufrimiento
sería total. Es decir que el sufrimiento varía con las personas pero
eso no significa que esté regido cien por cien por la libertad. Sufrir es
consecuencia del dolor, pero algunos sufren menos que otros y dos
personas ante un mismo estímulo doloroso pueden tener
sufrimientos disímiles.
Bajo este concepto, los animales no sufren exactamente como un
ser humano, pero sienten dolor como sienten los seres humanos. El
sufrimiento animal es difícil de definir porque nadie está en dentro
del cerebro de una vaca o de un cerdo mientras sienten dolor, pero lo
que sí podemos afirmar es que es imposible que tengan las mismas
características del sufrimiento humano. Ya que este sufrimiento, el
humano, está marcado por los conceptos y afirmaciones
intelectuales.
La sociedad positiva actual no desea convivir con el sufrimiento.
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Las invitaciones de la autoayuda a “vibrar alto” o a una “mentalidad
de éxito” son formas de ignorar el dato originario del dolor, del límite
y del sufrimiento. No se invita al sujeto a convivir con lo abrumadora
que es la realidad, sino que se lo exhorta a negarla, a no percibir
matices negativos. Como si esto fuera poco, surge el agravante de
que ante el más mínimo atisbo de tristeza, se culpabiliza al sujeto por
sentir algo que es completamente natural.
Surgen muchas preguntas, pero al menos formulemos una para
pensar este capítulo: Si el sufrimiento es inevitable ¿No conviene
prepararse para él, antes que negarlo?

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LA MUERTE
La muerte es el motor mismo de la filosofía.
Hablar de la muerte es tocar un tema sensible pero imprescindible. Soy
un convencido de que filosofamos porque moriremos y que, si
fuéramos inmortales, no filosofaríamos. Ya los primeros filósofos
hablaban de la filosofía como una preparación para la muerte, pero no
se referían a la muerte como un motor del pensamiento sino más bien
de un modo cultural. Para los antiguos griegos, la muerte no era una
mala noticia porque suponían que esta vida no era la mejor vida. Creían
que después de muertos vivirían en un mundo de belleza e intelecto.
Por lo tanto el que filosofa se anticipa a esa muerte y adelanta en esta
vida las sensaciones que tendrá en su muerte. Cuando mueras, para un
griego antiguo, tú harás lo mismo que ahora mientras filósofas: mirarás
la belleza y pensarás.
En los primeros textos bíblicos ya se analiza la muerte como algo
irreversible. Adán y Eva pecan y es por eso que morirán. Existe una
relación entre el pecado y la muerte: morimos porque somos
pecadores “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que
vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al
polvo volverás” Génesis 3:19). Incluso en el Nuevo Testamente se
retoma esta relación entre pecado y muerte ya que Pablo asevera que

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la que la ley se introdujo para que el pecado abundase, pero donde
abundó el pecado sobreabundó la gracia (Romanos 5:20). Esa gracia
de Dios liberó al hombre a través de Jesucristo, el cual vivió y murió
para resucitar y vencer la muerte.
Con la figura de Jesucristo se inauguran planteos filosóficos sobre la
muerte que asombran hasta hoy: por ejemplo la idea de resurrección.
En la resurrección se asevera algo antinatural. Lo irreversible se
vuelve reversible. Es decir que la muerte no tendría la última palabra y
se puede regresar de ella. Esto hace del cristianismo una religión muy
distinta a las demás. La promesa es muy intensa y fuerte, se nos dice
que volveremos de la muerte, se nos dice que no estamos
destinados a la nada y al olvido.
Pero si observamos la muerte desde el llano, sin un compromiso
religioso nos damos cuenta que es parte de la vida y a la vez es
siempre posible que acontezca. Todavía no morimos pero puede
ocurrir que muramos. Heidegger nos define como “Seres para la
muerte”. Es decir que ser un ser humano es estar siempre a punto de
morir y no morir. No hay muerte en el momento en que ya aconteció,
sino que la muerte es siempre una posibilidad del ser humano. Hoy
estamos vivos y estamos dirigidos a incontables posibilidades pero

29
hay una posibilidad que puede aniquilar todas las posibilidades, esa
posibilidad es la muerte.
En un cementerio no hay muerte sino cuerpos que han dejado de ser.
La muerte es un problema de los vivos, de los que no podemos
entender qué es ni qué ocurre cuando ella llegue. Epicuro decía que
“cuando la muerte llegue, no estaré ahí para verla” y ese eterno
misterio puede negarse o asumirse como el mayor de todos los
problemas. Somos felices, sentimos placer, nos proyectamos en la
vida pero todo terminará. No hay alegría, por más profunda que sea,
que no esté surcada por la muerte porque todo concluirá tarde o
temprano. La muerte es de todos y es mía. Es decir que todos los
seres humanos somos mortales pero sólo me ocurrirá a mí ¿Como
afrontar esta problemática? No lo sabemos ¿Cual es la mejor forma de
ser si somos un "ser para la muerte"? Tampoco, pero no deberíamos
dejar de preguntárnoslo.

30
EL PASADO
Implícitamente, hablar del pasado es hablar de un tiempo que ya no
existe. El pasado no es, porque no tiene realidad empírica, no
podemos ir a un lugar y tomar un objeto llamado pasado. Sólo hay
pasado en la medida de que haya personas que piensen ese pasado.
Para que el pasado exista, se lo debe recordar y mantener vivo, todo
pasado es un esfuerzo, todo pasado es una persistencia.
Muchas veces contamos recuerdos de nuestra infancia y nos dimos
cuenta que solo nosotros los recordábamos, si no fuera por nuestro
esfuerzo, ese pasado es como si no hubiese existido.
El pasado nos constituye directamente lo que somos hoy, porque
somos la sumatoria de cosas buenas y malas que nos ocurrieron.
Si hoy se dice que tienes determinada edad, si hoy se dice que
trabajas de determinado oficio, es por tu pasado. Es por lo que hiciste
bien o mal en el pasado. No hay forma de escapar ni un instante a lo
que has sido porque el presente es resultado directo de lo que ha sido
ese pasado. Misteriosamente ese pasado no lo puedes palpar ni tocar
pero sí es la matriz de la cual sale tu presente.
Por lo general, consideramos que el pasado es algo que se tiene que
interpretar de un único modo porque no es más que una colección de
fechas. Es por eso que desde el anális histórico, el pasado va
adquiriendo una sumatoria lógica y matemática de acontecimientos
31
que ocurrieron sólo allí y no pueden haber ocurrido de otro modo.
Es decir que si has nacido en 1990, no hay forma de cambiar esa
realidad histórica porque hay pruebas de que ha sido así y sólo así.
Pero ¿Cuantas veces recordamos de otro modo? ¿Cuantas veces
construimos ficciones?
La metáfora por excelencia del tiempo pasado es el río. Heráclito, el
oscuro de Éfeso, vio el paso del tiempo en el río. Si siguiéramos la
metáfora tal cual como la quiere Heráclito, veremos entonces que el
pasado es ese agua que se fue y no volverá mas. Hay río que se va,
hay pasado, porque lo irreversible se manifiesta en él y se manifiesta
y huye.
Muchas asocian el pasado a su niñez. Todos creemos tener una
perspectiva clara acerca de lo que es la niñez. Es más, estamos
convencidos que todos los chicos del mundo la viven sin saber lo
emocionante qué es ese momento que están atravesando. Es más,
aprendimos a valorar ese momento como un momento único de
ausencia de problemas y preocupaciones. Cada vez que retornamos
en recuerdos a la niñez, sentimos que es un momento maravilloso que
ya se fue y nos han educado en conceptos como: “No crezcan, es una
trampa”. Es más, una vez leí esa frase en un graffiti y se me ocurrió
otro: “No repitas frases armadas, es una trampa".
32
Para muchos, el pasado es simplemente un género de ficción. No sería
descabellado afirmarlo porque si el que recuerda relata, puede haber
ficción en ese relato. Para ese pensamiento, el hecho de volver a la
niñez, por ejemplo, es volver a esos momentos en que teníamos (no hay
que negarlo) menos preocupaciones que las actuales. Pero eso no
significa que haya sido idílica en todo momento. Lo que pasa es que
ante el análisis del adulto, la niñez será siempre genial y además, la
nostalgia obstaculiza la objetividad de saber si realmente hacer la tarea
era un sueño maravilloso o una pesadilla insoportable.
El capitalismo no ha ignorado este dato de nostalgia y la revisión que
hacemos del pasado como algo a lo cual queremos volver. Allí donde hay
una necesidad, el capitalimso ve una posibilidad de negocio. Por
ejemplo, si un conjunto de personas quiere retornar al pasado, se le
puede vender esa ilusión a cambio de dinero: un disco de vinilo, una
fiesta retro o ropa vintage, constituyen las modas de aquellos que
viajan consumiendo.
La vida: ¿Es presente? ¿Es pasado? ¿Es futuro? Existencialmente
somos proyección así que podríamos afirmar que somos sólo futuro. El
pasado nos constituye pero sólo vivimos dejándolo y abandonándolo
¿Cómo tener una relación sana con el pasado?

33
EL OTRO
El otro es un problema filosófico que viene pensándose desde los
comienzos mismos de la filsofía. Al construir su República, Platón
filosofa sobre el otro, al pensar su Política, Aristóteles también pero
¿Qué es el otro? ¿Quién es el otro?
Tal vez uno de los primeros datos que encontramos es el de límite. El
otro nos limita porque su presencia significa siempre al menos una
pared y eso nos frena. Desde luego que hay personas que son más
límites para nosotros que libertad y hay personas que son más
libertad que límites. Es más, hay personas que parecen plenificarnos
con sólo aparecer y hay personas que deseamos que no estén para
poder sentirnos mejor. Pero de algún modo u otro, hablar del otro es
hablar de una barrera infranqueable que nunca podemos terminar de
definir.
En un mundo dirigido por las redes sociales, es imposible considerar
al otro del mismo modo en que lo considerábamos hace 30 años
atrás. Los demás dejaron de ser el círculo presencial de mi vida
cotidiana para volverse “contactos". Tenemos trescientos contactos
o mil contactos, o el número que sea, pero ya no son "otros", son
meros contactos. Esos contactos simbolizan la abstracción de algo
lejano, de algo que es un simple número y al cual podemos ignorar.
Antes, en la vida presencial sin internet, buscábamos “apalancarnos”
34
en el otro como forma de llegar a nuestros objetivos. Hoy lo hacemos
también, desde luego, pero antes lo hacíamos con mayores
dificultades. No queremos admitirlo, pero el otro se nos volvía y se
nos vuelve un "útil" a cada momento. El otro es el chofer que nos lleva
al trabajo, el kioskero que nos vende lo que precisamos, el maestro
que educa, el policía que cuida. Usamos al otro en su aspecto útil todo
el tiempo y casi nunca nos interesamos en su otredad, pero no
queremos admitirlo.
Es más, si el otro no cumple con su utilidad nos enojamos porque
esperamos de él sólo su utilidad. Somos una sociedad en la cual la
permanencia depende, en alto grado, del servicio que le prestemos, y
si no lo hacemos bien, peligra nuestra supervivencia y nuestra red de
vínculos y relaciones.
Filosóficamente, definir al otro es siempre un problema porque
presupone un "yo" que clasifique. Tú que me lees eres mi otro, yo soy
el otro para tí y así sucesivamente el otro es siempre una lectura. Ser
otro es ser construcción subjetiva de un yo, ser un otro es siempre
interpretación.
El Cristianismo impactó en la historia con una verdadera teoría acerca
del otro. Se refieren al otro como "El prójimo", es decir "El próximo", el
que está cerca mío. A Jesús le pregunta un discípulo: "¿Quién es mi
prójimo?" (Lucas 10:29) y él responde con la conocida parábola del
35
i "Buen Samaritano", el cual atendió a un otro que estaba agonizando
sin importarle que fuera enemigo político, sino sólo su sufrimiento, es
decir que le importó el otro netamente en su otredad.
En un mundo individualista, resucitar la idea de prójimo o de ayuda al
otro sin mirar quién es, parece un poco utópico, pero a la vez es la
única visión que sigue considerando al otro en su otredad.
Tal vez deberíamos recuperar las siguientes preguntas: ¿El otro es mi
pared o es mi plenitud? ¿El otro es límite o es la posibilidad de
mejorarme como persona?

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LA MORAL
Es imprescindible que en una introducción a la filosofia como la que
estamos haciendo, se hable de la moral al menos una vez.
Los derroteros filosóficos asumen muchos rumbos. A veces el
pensamiento filosófico apunta a profundizar en la verdad, otras veces
en el conocimiento, otras veces en el arte o (como en este caso) se
piensa el bien. Es más, podríamos decir que la ética es la parte de la
Filosofía que estudia el bien.
En los orígenes de la Filosofía, el bien es tema central, sobre todo en
el trabajo de Sócrates. El gran maestro ve que es imprescindible
construir una polis duradera y es fundamental que los gobernantes
tengan principios morales fuertes.
En Filosofía decimos que la diferencia entre ética y moral es difícil de
sostener ya que la moral es el conjunto de reglas que tiene una
familia, una sociedad, una religión, una cultura, y la ética es el estudio
filosófico sobre esos mandatos. En otras palabras: no tomar objetos
ajenos es un principio moral, pero la ética tratará de preguntar por qué
está mal hacerlo y , sobre todo, deseará justificar y dar razones para
no hacerlo e impedir que se propague la idea de que hacer eso está
bien.
A priori, el lenguaje cotidiano nos dice que la moral no es más que una
construcción subjetiva de cada pueblo. parecería que los argentinos
tenemos una moral y los japoneses otra. De hecho, se supone que la37
moral cambia con el tiempo, entonces lo que es bueno hoy no era
bueno en 1950 y así sucesivamente.
Pero las preguntas deben apuntar a encontrar un corpus de valores
iguales para todo el mundo. Si cada cultura se reduce solo a su
horizonte moral, el mundo puede llegar a ser un caos en cualquier
momento. Si los argentinos tuviéramos principios morales que
implican la destrucción de otros países, no podríamos admitir que
esos valores sean buenos porque son solo nuestros. Tiene que haber
un mínimo de moral común, para que todos los seres humanos
estemos en paz.
Hablar de moral y de ética es hablar del bien y del mal ¿Quién
dictamina lo que está bien y lo que está mal? Para Rousseau somos
buenos, pero para el cristianismo tenemos un pecado original, por lo
tanto somos malos.
Incluso en política está instalado el debate sobre el bien y el mal. Para
Hobbes somos lobos que nos devoraríamos sino fuera por el pacto,
pra los anarquistas somos tan buenos, que no precisamos de un
estado que nos controle. Los extremos parecen no tocarse pero decir
que el ser humano es bueno o es malo tiene tantos argumentos a
favor y en contra, que el debate es interminable y apasionante.
Otro de los grandes problemas que tenemos al hablar de moral, es el
problema de los subjetivismos actuales.
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El subjetivismo moral plantea que todos los principios son válidos
porque nadie tiene la última palabra acerca del bien y del mal. Es decir
que si hay un bien y un mal, no tenemos forma filosófica de definirlos
sin que esa definición tenga una objeción. Si el bien es indefinible y el
mal también, parecería que todo vale, que todo es posible.
Es por eso que es imprescindible consensuar a nivel global un mínimo
de valores que todos debamos observar. Si consensuamos en todo el
mundo que algo es malo, las leyes tendrán sustento en eso y
posteriormente se podrá construir una moral global con un respeto
básico para todos, indistintamente que sean de un continente u otro,
de una cultura u otra.

39
EL SER
Cuando en filosofía tenemos que explicar la noción de ser, lo que más
conviene es diferenciarlo del ente. Es decir que si logramos que el
ente sea definido, es más sencillo saber qué es el ser.
Cuando comencé la carrera de Filosofía, mi primer pared fue ver que
todos los filósofos y manuales de filosofía hablaban del ser como si
todos supieramos qué es. Nadie daba una definición de ser antes de
hablar del ser. Nadie se detenía en volverme más asequible la
experiencia de aprender filosofía.
Por eso no puedo hablar del ser sin antes intentar definirlo, pero antes
hay que que definir al ente. El ente es lo que está siendo. Es decir que
hablar de ente es hablar, de cosas, de árboles, de animales, de
personas ¿Por qué un árbol es un ente? Sencillamente porque está
siendo.
Si el ente está siendo, hablar del ser es hablar del ser de los entres
¿Qué es el ser? Cada filósofo lo definirá de un modo distinto, pero
podríamos decir que el ser es aquello que hace que el ente sea.
Por ejemplo, un cristiano creerá que el ser de todoos los entes es
Dios, y los no creyentes pensarán que el ser es una mera invención
idiomática.
Lo concreto es que el ente y ser son esas dos variables filosóficas
que atraviesan toda la historia de la Filosofía. Todos los filósofos en
40
sus libros, dieron una explicación implícita acerca de estas dos
nociones. Los filósofos griegos llamaron al ente "on" y al ser "éinai".
Pero por una cuestión que escapa a este escrito, los pensamientos
filosóficos se inclinaron mucho más hacia la idea de ente ("ón").
Por una cuestión cultural, no podemos ver al ente directamente en su
ser, sino en su utilidad. Es decir que siempre que vemos un árbol,
buscamos su sombra, o su madera y es casi imposible que tan sólo lo
dejemos ser y le preguntemos por su ser. La actitud filosófica de
dejar ser al ente, es un ejercicio posterior a la utilidad. Primero
usamos el árbol, después tal vez nos interroguemos qué es.
En ese desocultamiento que el ente tiene al mostrarse, está su
verdad. Es decir que para los comienzos de la filosofía, hay una
estrecha relación entre ser-desocultamiento-verdad. El ente
desoculta su ser y me muestra su verdad.
Cuanto más utilidad le veas al árbol, más lejos estarás de su ser.
Aplicado esto a los animales es aún más acentuado. Pensemos en los
caballos, animales usados por el ser humano para traslado desde
hace milenios. Cuando el primer ser humano advirtió que subirse a un
caballo era una forma de trasladarse, lo trató como un útil, no se
preguntó por el ser del caballo. Sólo la pregunta filosófica interroga al
caballo en su propio ser, para que él desoculte la verdad sobre su ser.
Ante el ser, tenemos tres visiones clásicas: los griegos que lo veían
41
como el estar siendo del ente, el cristianismo que considera que Dios
es el ser (más allá de que Heidegger bien señala que el Dios del
Cristianismo es un ente excelso, no el ser) y los materialismos que
consideran que la división entre ente y ser es absurda, para el
materialismo sólo hay entes y abstracción de estos entes.
La pregunta por el ser sigue siendo atractiva porque todas las
personas tenemos una comprensión media del ser. Es decir que
sabemos, en parte, que es el ser cuando hablamos. Decimos: "El perro
ES grande", "La juventud ES maravillosa". Usamos la palabra "ser" con
total normalidad pero al preguntarnos por el ser no tenemos
respuestas concretas y eficaces.
¿Es la misión de la Filosofía recuperar la pregunta por el ser? ¿Qué
significaría eso?

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ÉXITO Y FRACASO
Hablar de éxito y fracaso es hablar de algo instalado en la actualidad.
La reflexión del día de hoy no apunta a algo que nació hace milenios,
sino a un problema para el hombre de hoy ¿Qué son el éxito y el
fracaso? ¿Fracasamos tanto como creemos? ¿Somos tan exitosos
como suponemos?
La globalización arrincona a las personas a esta disyuntiva. No se
puede estar en el medio porque quien allí se encuentre, deberá correr
igual a uno de los extremos. Vivimos en un imperativo del éxito y en un
terror al fracaso, pero: ¿Qué son?
La palabra "éxito", proviene del latín "exit" y significa "salida". Es decir
que quién es exitoso está saliendo de un lugar en el que no quiere
estar. El éxito se le presenta como una puerta a la cual hay que
escapar. El éxito es la salida que lo sacará de sus sensaciones no
deseadas.
Por su parte, la raíz etimológica de "fracaso" es "estrellarse". Es decir
que quien fracasa, pretendió cruzar por esa puerta pero se la llevó por
delante. No pudo cruzar semejante desafío y no lo logró.
Hay una relación directa de causa-efecto en el fracaso. No podemos
negar esta relación porque sino nos estamos engañando a nosotros
mismos.
42
¿A qué me refiero con relación causa-efecto? A que si deseas, por
ejemplo, ganar un Oscar como actor, tu puerta es esa. Hay una
relación causa-efecto. La causa de tus sueños es ganar ese premio,
los efectos en tu vida van a ser la búsqueda de ese sueño. No es sano
que lo reemplaces para no aceptar que has deseado algo muy
elevado, y que no está dentro de las posibilidades normales.
En otras palabras, es innegable que cuanto más inalcanzable es la
vara del éxito que te has trazado, más posibilidades hay de fracasar.
En ese tipo de situaciones tendemos a muchos caminos posibles:
el enojo, la depresión, el resentimiento. Lo que no comprendemos es
que todo el día estamos fracasando en derroteros que nos
proponemos, pero la virtud no es el resentimiento, sino convivir y
aceptar el fracaso como parte de la vida. Si alguien argumenta: "Yo
soñaba con ser actor, pero jamás logré nada; aún así soy exitoso
porque todos mis vecinos me saludan", está esquivando la cuestión.
Hay que mirar a los ojos al fracaso, asumirlo como parte de la vida y no
negarlo. Sobre todo por una idea que casi nunca se dice: éxito y
plenitud de vida no son lo mismo.
Lo que mantiene felices y llenos de vida a los seres humanos es la
plenitud de vida, no el éxito.
Se puede ser muy exitoso y no ser pleno, se puede tener plenitud y
haber fracasado mil veces en miles de proyectos. El éxito es cruzar
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una puerta que se deseó cruzar, plenitud es la felicidad de tener paz
con uno mismo, con los demás y con la vida. A veces el éxito termina
destruyendo a las personas y hay veces en que la plenitud se alcanza
más allá de ser un fracasado en un objetivo concreto. Es más, lo
misterioso de toda esta cuestión es que hay gente que se siente
mucho más plena buscando el éxito que en el momento en que lo
encontró.
¿Fracasamos tanto como creemos? ¿Son impostores el éxito y el
fracaso?

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PODER Y NORMALIDAD
Hablaremos del poder y lo relacionaremos con la normalidad.
Esto se debe a que podríamos hablar del poder y concentrarnos sólo en
su definición, pero nos estaría faltando la perfección del poder: la
normalidad. Cuando tenemos una naturalización de algo, detrás hay
alguien que se beneficia con esa naturalización.
El poder es la capacidad de influir, el poder es la potestad ordenar algo
y que el otro obedezca, incluso contra su voluntad. Tiene poder un
cliente que compra un chocolate, tiene poder un policía que detiene un
sospechoso, tiene poder un político que ordena un aislamiento, pero
también tiene poder el amigo que te convenció de que era mejor comer
en su casa y no en la tuya. El poder es, insistimos, influir y esa
capacidad la tenemos todos.
Para poder ejercer el poder, es necesario normalizar reglas. Es
necesario conquistar el sentido común. Si yo lanzo una gaseosa como
producto, tengo que lograr (a fuerza de publicidad y repetición) que el
sentido común se convenza de que mi gaseosa es la mejor de todas.
Si logro que ese producto se instale en la normalidad, he podido
estandarizar gustos y la normalización ha logrado su cometido.
Pero como esto es un análisis filosófico, debemos ver (o tratar de ver)
todas las aristas. Hacer filosofía es desestructurar lo normal, es no
contentarte con lo establecido, pero a la vez el filósofo necesita de la
45
normalidad para funcionar en sociedad. Hay un orden normal que es
producto de un poder que controla. Ese orden es usufructuado por el
filósofo, peor a la vez su deber es cuestionarlo. Si los semáforos
funcionan y esos semáforos permiten la llegada del filósofo a sus
conferencias o clases, es porque hay poderes que controlan: ¿Por qué
debería entonces el filósofo rebelarse contra un poder que busca
beneficiarlo?
Normal viene de "norma". Es normal quien cumple reglas. Pero si hay
reglas: ¿No hay sometimiento? ¿Cual es el trasfondo de las reglas que
está cumpliendo una persona "normal"?
La normalidad puede manifestarse en la indumentaria o en nuestra
estética, pero también puede ser una normalidad de nuestro ser o
actuar. Es decir que podemos aparentar normalidad usando una
corbata, podemos creernos que somos normales porque cumplimos
ciertos canones de lo que se debe ser, pero también podemos actuar
de modo normal. Eso significa comportarnos como se espera que nos
comportemos. En una escuela, esto es muy manifiesto, sobre todo
cuando éramos niños. En la escuela que se denominaba "Escuela
normal", nos exigían una cantidad de conocimientos, criterios de
vestimenta, formas de ver el mundo, que fueran imprescindibles para
ser aceptados.
Todo aquel que quedaba por fuera del sistema era "lo anormal". Todo
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aquel que no se vestía como deseaban que se vista o que se
comportaba de un modo distinto a la norma, estaba por fuera de lo
esperado. Pero jamás vimos, o pocas veces vimos, que en realidad
existía un poder en esas leyes normalizantes que deseaban que
seamos de un determinado modo, que esperaban que nos
disciplinemos de una manera específica para que entendamos más
facilmente como desenvolvernos en futuros dispositivos de poder
parecidos.
¿Es posible escapar a la normalidad? Cuando queremos no entrar en la
norma ¿No ingresamos a un nuevo dispositivo de normas? Si hay un
poder y una normalidad ¿No es obvio que haya también una
resistencia?

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EL SENTIDO DE LA VIDA
¿Por qué termino esta serie de reflexiones con este tema?
Creo que la filosofía es un saber que se presenta como irresistible ya
que invita a plantearse preguntas que no se pueden evitar. La pregunta
clásica: "¿Para qué sirve la Filosofía?" es innecesaria porque el que
filosofa ni siquiera se pregunta por su utilidad. Le urge y le apasiona
preguntarse, por lo tanto sólo quiere responder y repreguntar.
En el derrotero de responder esas preguntas, uno siente que jamás
tendrá convicciones definitivas. Esa imprecisión de respuestas,
sumado a nuestra condición existencial siempre desesperada, obliga a
encontrar un sentido.
Si no encontramos un sentido en la vida ¿Cómo seguir viviendo? ¿Por
qué la vida merece ser vivida? Esas son las preguntas que originan
todo. La respuesta a ese "por qué" nos llevará al sentido, ese sentido
que debemos imponerle para despertarnos todos los días e intentar
algo.
El siglo XX ha sido muy distintos a sus predecesores. El ser humano se
encontró con dos fenómenos nunca vistos: las guerras mundiales y el
avance de la ciencia. Eso logró que muchos accedamos a productos,
medicamentos, electrodomésticos, movilidad y facilidades cotidianas.
Ese dominio del ente que siginifa comprar un objeto, se torna
compulsivo muchas veces y si a eso le agregamos que el ente no sa-
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tisface las necesidades totales de una persona, empeora la situación,
ya que buscamos en el ente lo que no encontraremos en él. Buscamos
un sentido en una cosa que no fue diseñada para darnos sentido.
La necesidad de encontrarle un sentido a la vida no distingue clases
sociales. Es por eso que la angustia del sinsentido atraviesa a todos por
igual. Esto se debe a que la búsqueda es un impulso que se encuentra
en todas las personas y nos distingue del resto de las especies. Los
animales no le encuentran un sentido a la vida porque no precisan un
"por qué" para ser, simplemente son. Una paloma es, un ser humano
necesita un sentido para ser. Si el ser humano pretende igualar al animal
y pensar que puede vivir sin sentido, comienza la angustia.
El siglo XX tiene un agravante más que no tuvieron ni los filósofos
griegos ni los medievales: el siglo XX sabe que no existen más anclajes,
el ser humano ya no tiene una certeza de vida.
En las culturas antiguas, las personas creían en dioses, si les pasaba
algo malo, tenían una explicación omnienglobante que todo lo
abarcaba. En el medioevo esto sigue de la mano del cristianismo, es
más, incluso en la modernidad los principios no se derrumban: la razón,
la ciencia, el progreso, el hombre, son principios rigurosos que inspiran
confianza y ayudan a encontrar un sentido.
Pero ¿Qué sentido se puede tener después de dos bombas atómicas?
¿Qué sentido encontrar en un mundo sin sentido? Allí es donde el ser
humano tiene que encontrar desesperadamente algo por lo cual vivir y
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y morir, e insistir en ser sincero en la búsqueda, ya que encontrarlo es
posible, pero mucho más difícil que antes.

GRACIAS POR LEER ESTE LIBRO HASTA EL FINAL


Recuerda que puedes ampliar esta lectura,
tomando los los cursos para iniciantes de la Academia
"Filosofía en Minutos"
Escríbenos a juandenisfilosofia@gmail.com

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