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15 REFLEXIONES
CICULACIÓN
GRATUITA
(E-BOOK)
JUAN DENIS
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DE ESTE LIBRO
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CICULACIÓN
GRATUITA
(E-BOOK)
A Itzel y Lucy,
hasta mi último instante.
Pero sinceramente, lo que más me gusta de las redes es que puedo decir lo
que yo quiera, cuando quiera y sin pensar que algún burócrata se pueda
llegar a enojar. Sólo necesitaba eso para desarrollar lo que sé hacer, por eso
amo los resultados logrados, porque son genuinos y muestran lo que jamás
hubiese podido hacer en el aula tradicional.
A fines de 2020 experimenté lo que mis seres queridos definieron como "lo
imposible". Según ellos, al fundar la Academia "Filosofía en Minutos", logré
que la filosofía se vuelva interesante a un grupo de personas sin ningún
apoyo político, desde una ciudad del interior (en un país centralista para las
oportunidades profesionales), sin ninguna cobertura de los grandes medios
de comunicación y tan sólo desde mi celular y mi notebook. No los
contradigo en sus cariñosas apreciaciones, pero tengo que ser honesto: no
tuve más méritos que trabajar algunas horas extras por varios años; lo
demás fue pura suerte.
Es por eso que en 2020 empezó en mí un deseo muy grande de dejar por
escrito lo que habitualmente decía en esas redes. Estos resúmenes son el
resultado de ese deseo. No tienen demasiado mérito, porque lo esencial del
universo es su insignificancia y este texto es un objeto insignificante entre
tantos otros. Pero me agrada que desees leerlo. Tengo mucha más
esperanza en tu deseo de filosofar, que en mis palabras torpes que con
esfuerzo y sin demasiado optimismo, tratarán de conmoverte en este
escrito.
JUAN DENIS
Santa Fe, la invencible,
28 de septiembre de 2021
CLASE 1: EL AMOR EL AMOR
8
CLASE 1: ELenAMOR
Significa abrevar
9
CLASE 1: EL AMOR LA VERDAD
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CLASE 1: EL AMOR EL PERDÓN
Hablar del perdón es tocar un tema que, más allá del abordaje
psicológico que se le pueda dar, también tiene una dimensión
filosófica.
La idea del perdón, como la entendemos hoy, tiene mucha influencia
del cristianismo. Es decir que si tenemos que ir a las fuentes
mismas de lo que significa el perdón, las mejores definiciones
filosóficas provienen de esa religión. La palabra perdón es una unión
de dos palabras y su significado es “darlo todo”. Incluso, la definición
podría sugerir la idea de “darlo todo sin mirar atrás". En otras
palabras, quien perdona pero espera sacar una ventaja de ese
perdón no es fiel a la intención original del término.
Hay un poema borgeano que define el perdón como una doctrina de
Jesús que es capaz de “anular el pasado”. En otras palabras, si estás
en situación potencial de perdonar, concretarás ese perdón sólo si
anulas el pasado. Sólo si consideras que ese pasado no existió.
Pero ante este planteo de Borges, sería justo preguntarnos:
¿Cómo olvidar una agresión traumática? ¿No es absurdo el perdón?
Supongamos que un amigo te robó mil dólares, supongamos que
entró a tu casa y tomó tu billetera. Durante tres o cuatro meses
estuviste sin saber qué había pasado con ese dinero y sufriste los
problemas de no disponer de él. Supongamos que se arrepiente y te
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CLASE 1: EL AMOR
pide perdón ¿Como haces para olvidarte de eso?
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CLASE 1: EL AMOR LA ANGUSTIA EXISTENCIAL
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CLASE 1: EL AMOR EL CONSUMISMO
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CLASE 1: EL AMOR LA FELICIDAD
23
CLASE 1: EL AMOR EL SUFRIMIENTO
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El sufrimiento es la experimentación humana de ese dolor. Es decir
que el sufrimiento es la experiencia que tenemos para con un dolor o
varios dolores concretos. Aquí las opiniones se dividen pero todas
coinciden en que los grados de sufrimiento varían de acuerdo a las
personas.
Hay personas entrenadas que sienten latigazos y no sufren, pero si
ese latigazo pegara en la mayoría de las personas, su sufrimiento
sería total. Es decir que el sufrimiento varía con las personas pero
eso no significa que esté regido cien por cien por la libertad. Sufrir es
consecuencia del dolor, pero algunos sufren menos que otros y dos
personas ante un mismo estímulo doloroso pueden tener
sufrimientos disímiles.
Bajo este concepto, los animales no sufren exactamente como un
ser humano, pero sienten dolor como sienten los seres humanos. El
sufrimiento animal es difícil de definir porque nadie está en dentro
del cerebro de una vaca o de un cerdo mientras sienten dolor, pero lo
que sí podemos afirmar es que es imposible que tengan las mismas
características del sufrimiento humano. Ya que este sufrimiento, el
humano, está marcado por los conceptos y afirmaciones
intelectuales.
La sociedad positiva actual no desea convivir con el sufrimiento.
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Las invitaciones de la autoayuda a “vibrar alto” o a una “mentalidad
de éxito” son formas de ignorar el dato originario del dolor, del límite
y del sufrimiento. No se invita al sujeto a convivir con lo abrumadora
que es la realidad, sino que se lo exhorta a negarla, a no percibir
matices negativos. Como si esto fuera poco, surge el agravante de
que ante el más mínimo atisbo de tristeza, se culpabiliza al sujeto por
sentir algo que es completamente natural.
Surgen muchas preguntas, pero al menos formulemos una para
pensar este capítulo: Si el sufrimiento es inevitable ¿No conviene
prepararse para él, antes que negarlo?
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LA MUERTE
La muerte es el motor mismo de la filosofía.
Hablar de la muerte es tocar un tema sensible pero imprescindible. Soy
un convencido de que filosofamos porque moriremos y que, si
fuéramos inmortales, no filosofaríamos. Ya los primeros filósofos
hablaban de la filosofía como una preparación para la muerte, pero no
se referían a la muerte como un motor del pensamiento sino más bien
de un modo cultural. Para los antiguos griegos, la muerte no era una
mala noticia porque suponían que esta vida no era la mejor vida. Creían
que después de muertos vivirían en un mundo de belleza e intelecto.
Por lo tanto el que filosofa se anticipa a esa muerte y adelanta en esta
vida las sensaciones que tendrá en su muerte. Cuando mueras, para un
griego antiguo, tú harás lo mismo que ahora mientras filósofas: mirarás
la belleza y pensarás.
En los primeros textos bíblicos ya se analiza la muerte como algo
irreversible. Adán y Eva pecan y es por eso que morirán. Existe una
relación entre el pecado y la muerte: morimos porque somos
pecadores “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que
vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al
polvo volverás” Génesis 3:19). Incluso en el Nuevo Testamente se
retoma esta relación entre pecado y muerte ya que Pablo asevera que
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la que la ley se introdujo para que el pecado abundase, pero donde
abundó el pecado sobreabundó la gracia (Romanos 5:20). Esa gracia
de Dios liberó al hombre a través de Jesucristo, el cual vivió y murió
para resucitar y vencer la muerte.
Con la figura de Jesucristo se inauguran planteos filosóficos sobre la
muerte que asombran hasta hoy: por ejemplo la idea de resurrección.
En la resurrección se asevera algo antinatural. Lo irreversible se
vuelve reversible. Es decir que la muerte no tendría la última palabra y
se puede regresar de ella. Esto hace del cristianismo una religión muy
distinta a las demás. La promesa es muy intensa y fuerte, se nos dice
que volveremos de la muerte, se nos dice que no estamos
destinados a la nada y al olvido.
Pero si observamos la muerte desde el llano, sin un compromiso
religioso nos damos cuenta que es parte de la vida y a la vez es
siempre posible que acontezca. Todavía no morimos pero puede
ocurrir que muramos. Heidegger nos define como “Seres para la
muerte”. Es decir que ser un ser humano es estar siempre a punto de
morir y no morir. No hay muerte en el momento en que ya aconteció,
sino que la muerte es siempre una posibilidad del ser humano. Hoy
estamos vivos y estamos dirigidos a incontables posibilidades pero
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hay una posibilidad que puede aniquilar todas las posibilidades, esa
posibilidad es la muerte.
En un cementerio no hay muerte sino cuerpos que han dejado de ser.
La muerte es un problema de los vivos, de los que no podemos
entender qué es ni qué ocurre cuando ella llegue. Epicuro decía que
“cuando la muerte llegue, no estaré ahí para verla” y ese eterno
misterio puede negarse o asumirse como el mayor de todos los
problemas. Somos felices, sentimos placer, nos proyectamos en la
vida pero todo terminará. No hay alegría, por más profunda que sea,
que no esté surcada por la muerte porque todo concluirá tarde o
temprano. La muerte es de todos y es mía. Es decir que todos los
seres humanos somos mortales pero sólo me ocurrirá a mí ¿Como
afrontar esta problemática? No lo sabemos ¿Cual es la mejor forma de
ser si somos un "ser para la muerte"? Tampoco, pero no deberíamos
dejar de preguntárnoslo.
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EL PASADO
Implícitamente, hablar del pasado es hablar de un tiempo que ya no
existe. El pasado no es, porque no tiene realidad empírica, no
podemos ir a un lugar y tomar un objeto llamado pasado. Sólo hay
pasado en la medida de que haya personas que piensen ese pasado.
Para que el pasado exista, se lo debe recordar y mantener vivo, todo
pasado es un esfuerzo, todo pasado es una persistencia.
Muchas veces contamos recuerdos de nuestra infancia y nos dimos
cuenta que solo nosotros los recordábamos, si no fuera por nuestro
esfuerzo, ese pasado es como si no hubiese existido.
El pasado nos constituye directamente lo que somos hoy, porque
somos la sumatoria de cosas buenas y malas que nos ocurrieron.
Si hoy se dice que tienes determinada edad, si hoy se dice que
trabajas de determinado oficio, es por tu pasado. Es por lo que hiciste
bien o mal en el pasado. No hay forma de escapar ni un instante a lo
que has sido porque el presente es resultado directo de lo que ha sido
ese pasado. Misteriosamente ese pasado no lo puedes palpar ni tocar
pero sí es la matriz de la cual sale tu presente.
Por lo general, consideramos que el pasado es algo que se tiene que
interpretar de un único modo porque no es más que una colección de
fechas. Es por eso que desde el anális histórico, el pasado va
adquiriendo una sumatoria lógica y matemática de acontecimientos
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que ocurrieron sólo allí y no pueden haber ocurrido de otro modo.
Es decir que si has nacido en 1990, no hay forma de cambiar esa
realidad histórica porque hay pruebas de que ha sido así y sólo así.
Pero ¿Cuantas veces recordamos de otro modo? ¿Cuantas veces
construimos ficciones?
La metáfora por excelencia del tiempo pasado es el río. Heráclito, el
oscuro de Éfeso, vio el paso del tiempo en el río. Si siguiéramos la
metáfora tal cual como la quiere Heráclito, veremos entonces que el
pasado es ese agua que se fue y no volverá mas. Hay río que se va,
hay pasado, porque lo irreversible se manifiesta en él y se manifiesta
y huye.
Muchas asocian el pasado a su niñez. Todos creemos tener una
perspectiva clara acerca de lo que es la niñez. Es más, estamos
convencidos que todos los chicos del mundo la viven sin saber lo
emocionante qué es ese momento que están atravesando. Es más,
aprendimos a valorar ese momento como un momento único de
ausencia de problemas y preocupaciones. Cada vez que retornamos
en recuerdos a la niñez, sentimos que es un momento maravilloso que
ya se fue y nos han educado en conceptos como: “No crezcan, es una
trampa”. Es más, una vez leí esa frase en un graffiti y se me ocurrió
otro: “No repitas frases armadas, es una trampa".
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Para muchos, el pasado es simplemente un género de ficción. No sería
descabellado afirmarlo porque si el que recuerda relata, puede haber
ficción en ese relato. Para ese pensamiento, el hecho de volver a la
niñez, por ejemplo, es volver a esos momentos en que teníamos (no hay
que negarlo) menos preocupaciones que las actuales. Pero eso no
significa que haya sido idílica en todo momento. Lo que pasa es que
ante el análisis del adulto, la niñez será siempre genial y además, la
nostalgia obstaculiza la objetividad de saber si realmente hacer la tarea
era un sueño maravilloso o una pesadilla insoportable.
El capitalismo no ha ignorado este dato de nostalgia y la revisión que
hacemos del pasado como algo a lo cual queremos volver. Allí donde hay
una necesidad, el capitalimso ve una posibilidad de negocio. Por
ejemplo, si un conjunto de personas quiere retornar al pasado, se le
puede vender esa ilusión a cambio de dinero: un disco de vinilo, una
fiesta retro o ropa vintage, constituyen las modas de aquellos que
viajan consumiendo.
La vida: ¿Es presente? ¿Es pasado? ¿Es futuro? Existencialmente
somos proyección así que podríamos afirmar que somos sólo futuro. El
pasado nos constituye pero sólo vivimos dejándolo y abandonándolo
¿Cómo tener una relación sana con el pasado?
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EL OTRO
El otro es un problema filosófico que viene pensándose desde los
comienzos mismos de la filsofía. Al construir su República, Platón
filosofa sobre el otro, al pensar su Política, Aristóteles también pero
¿Qué es el otro? ¿Quién es el otro?
Tal vez uno de los primeros datos que encontramos es el de límite. El
otro nos limita porque su presencia significa siempre al menos una
pared y eso nos frena. Desde luego que hay personas que son más
límites para nosotros que libertad y hay personas que son más
libertad que límites. Es más, hay personas que parecen plenificarnos
con sólo aparecer y hay personas que deseamos que no estén para
poder sentirnos mejor. Pero de algún modo u otro, hablar del otro es
hablar de una barrera infranqueable que nunca podemos terminar de
definir.
En un mundo dirigido por las redes sociales, es imposible considerar
al otro del mismo modo en que lo considerábamos hace 30 años
atrás. Los demás dejaron de ser el círculo presencial de mi vida
cotidiana para volverse “contactos". Tenemos trescientos contactos
o mil contactos, o el número que sea, pero ya no son "otros", son
meros contactos. Esos contactos simbolizan la abstracción de algo
lejano, de algo que es un simple número y al cual podemos ignorar.
Antes, en la vida presencial sin internet, buscábamos “apalancarnos”
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en el otro como forma de llegar a nuestros objetivos. Hoy lo hacemos
también, desde luego, pero antes lo hacíamos con mayores
dificultades. No queremos admitirlo, pero el otro se nos volvía y se
nos vuelve un "útil" a cada momento. El otro es el chofer que nos lleva
al trabajo, el kioskero que nos vende lo que precisamos, el maestro
que educa, el policía que cuida. Usamos al otro en su aspecto útil todo
el tiempo y casi nunca nos interesamos en su otredad, pero no
queremos admitirlo.
Es más, si el otro no cumple con su utilidad nos enojamos porque
esperamos de él sólo su utilidad. Somos una sociedad en la cual la
permanencia depende, en alto grado, del servicio que le prestemos, y
si no lo hacemos bien, peligra nuestra supervivencia y nuestra red de
vínculos y relaciones.
Filosóficamente, definir al otro es siempre un problema porque
presupone un "yo" que clasifique. Tú que me lees eres mi otro, yo soy
el otro para tí y así sucesivamente el otro es siempre una lectura. Ser
otro es ser construcción subjetiva de un yo, ser un otro es siempre
interpretación.
El Cristianismo impactó en la historia con una verdadera teoría acerca
del otro. Se refieren al otro como "El prójimo", es decir "El próximo", el
que está cerca mío. A Jesús le pregunta un discípulo: "¿Quién es mi
prójimo?" (Lucas 10:29) y él responde con la conocida parábola del
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i "Buen Samaritano", el cual atendió a un otro que estaba agonizando
sin importarle que fuera enemigo político, sino sólo su sufrimiento, es
decir que le importó el otro netamente en su otredad.
En un mundo individualista, resucitar la idea de prójimo o de ayuda al
otro sin mirar quién es, parece un poco utópico, pero a la vez es la
única visión que sigue considerando al otro en su otredad.
Tal vez deberíamos recuperar las siguientes preguntas: ¿El otro es mi
pared o es mi plenitud? ¿El otro es límite o es la posibilidad de
mejorarme como persona?
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LA MORAL
Es imprescindible que en una introducción a la filosofia como la que
estamos haciendo, se hable de la moral al menos una vez.
Los derroteros filosóficos asumen muchos rumbos. A veces el
pensamiento filosófico apunta a profundizar en la verdad, otras veces
en el conocimiento, otras veces en el arte o (como en este caso) se
piensa el bien. Es más, podríamos decir que la ética es la parte de la
Filosofía que estudia el bien.
En los orígenes de la Filosofía, el bien es tema central, sobre todo en
el trabajo de Sócrates. El gran maestro ve que es imprescindible
construir una polis duradera y es fundamental que los gobernantes
tengan principios morales fuertes.
En Filosofía decimos que la diferencia entre ética y moral es difícil de
sostener ya que la moral es el conjunto de reglas que tiene una
familia, una sociedad, una religión, una cultura, y la ética es el estudio
filosófico sobre esos mandatos. En otras palabras: no tomar objetos
ajenos es un principio moral, pero la ética tratará de preguntar por qué
está mal hacerlo y , sobre todo, deseará justificar y dar razones para
no hacerlo e impedir que se propague la idea de que hacer eso está
bien.
A priori, el lenguaje cotidiano nos dice que la moral no es más que una
construcción subjetiva de cada pueblo. parecería que los argentinos
tenemos una moral y los japoneses otra. De hecho, se supone que la37
moral cambia con el tiempo, entonces lo que es bueno hoy no era
bueno en 1950 y así sucesivamente.
Pero las preguntas deben apuntar a encontrar un corpus de valores
iguales para todo el mundo. Si cada cultura se reduce solo a su
horizonte moral, el mundo puede llegar a ser un caos en cualquier
momento. Si los argentinos tuviéramos principios morales que
implican la destrucción de otros países, no podríamos admitir que
esos valores sean buenos porque son solo nuestros. Tiene que haber
un mínimo de moral común, para que todos los seres humanos
estemos en paz.
Hablar de moral y de ética es hablar del bien y del mal ¿Quién
dictamina lo que está bien y lo que está mal? Para Rousseau somos
buenos, pero para el cristianismo tenemos un pecado original, por lo
tanto somos malos.
Incluso en política está instalado el debate sobre el bien y el mal. Para
Hobbes somos lobos que nos devoraríamos sino fuera por el pacto,
pra los anarquistas somos tan buenos, que no precisamos de un
estado que nos controle. Los extremos parecen no tocarse pero decir
que el ser humano es bueno o es malo tiene tantos argumentos a
favor y en contra, que el debate es interminable y apasionante.
Otro de los grandes problemas que tenemos al hablar de moral, es el
problema de los subjetivismos actuales.
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El subjetivismo moral plantea que todos los principios son válidos
porque nadie tiene la última palabra acerca del bien y del mal. Es decir
que si hay un bien y un mal, no tenemos forma filosófica de definirlos
sin que esa definición tenga una objeción. Si el bien es indefinible y el
mal también, parecería que todo vale, que todo es posible.
Es por eso que es imprescindible consensuar a nivel global un mínimo
de valores que todos debamos observar. Si consensuamos en todo el
mundo que algo es malo, las leyes tendrán sustento en eso y
posteriormente se podrá construir una moral global con un respeto
básico para todos, indistintamente que sean de un continente u otro,
de una cultura u otra.
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EL SER
Cuando en filosofía tenemos que explicar la noción de ser, lo que más
conviene es diferenciarlo del ente. Es decir que si logramos que el
ente sea definido, es más sencillo saber qué es el ser.
Cuando comencé la carrera de Filosofía, mi primer pared fue ver que
todos los filósofos y manuales de filosofía hablaban del ser como si
todos supieramos qué es. Nadie daba una definición de ser antes de
hablar del ser. Nadie se detenía en volverme más asequible la
experiencia de aprender filosofía.
Por eso no puedo hablar del ser sin antes intentar definirlo, pero antes
hay que que definir al ente. El ente es lo que está siendo. Es decir que
hablar de ente es hablar, de cosas, de árboles, de animales, de
personas ¿Por qué un árbol es un ente? Sencillamente porque está
siendo.
Si el ente está siendo, hablar del ser es hablar del ser de los entres
¿Qué es el ser? Cada filósofo lo definirá de un modo distinto, pero
podríamos decir que el ser es aquello que hace que el ente sea.
Por ejemplo, un cristiano creerá que el ser de todoos los entes es
Dios, y los no creyentes pensarán que el ser es una mera invención
idiomática.
Lo concreto es que el ente y ser son esas dos variables filosóficas
que atraviesan toda la historia de la Filosofía. Todos los filósofos en
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sus libros, dieron una explicación implícita acerca de estas dos
nociones. Los filósofos griegos llamaron al ente "on" y al ser "éinai".
Pero por una cuestión que escapa a este escrito, los pensamientos
filosóficos se inclinaron mucho más hacia la idea de ente ("ón").
Por una cuestión cultural, no podemos ver al ente directamente en su
ser, sino en su utilidad. Es decir que siempre que vemos un árbol,
buscamos su sombra, o su madera y es casi imposible que tan sólo lo
dejemos ser y le preguntemos por su ser. La actitud filosófica de
dejar ser al ente, es un ejercicio posterior a la utilidad. Primero
usamos el árbol, después tal vez nos interroguemos qué es.
En ese desocultamiento que el ente tiene al mostrarse, está su
verdad. Es decir que para los comienzos de la filosofía, hay una
estrecha relación entre ser-desocultamiento-verdad. El ente
desoculta su ser y me muestra su verdad.
Cuanto más utilidad le veas al árbol, más lejos estarás de su ser.
Aplicado esto a los animales es aún más acentuado. Pensemos en los
caballos, animales usados por el ser humano para traslado desde
hace milenios. Cuando el primer ser humano advirtió que subirse a un
caballo era una forma de trasladarse, lo trató como un útil, no se
preguntó por el ser del caballo. Sólo la pregunta filosófica interroga al
caballo en su propio ser, para que él desoculte la verdad sobre su ser.
Ante el ser, tenemos tres visiones clásicas: los griegos que lo veían
41
como el estar siendo del ente, el cristianismo que considera que Dios
es el ser (más allá de que Heidegger bien señala que el Dios del
Cristianismo es un ente excelso, no el ser) y los materialismos que
consideran que la división entre ente y ser es absurda, para el
materialismo sólo hay entes y abstracción de estos entes.
La pregunta por el ser sigue siendo atractiva porque todas las
personas tenemos una comprensión media del ser. Es decir que
sabemos, en parte, que es el ser cuando hablamos. Decimos: "El perro
ES grande", "La juventud ES maravillosa". Usamos la palabra "ser" con
total normalidad pero al preguntarnos por el ser no tenemos
respuestas concretas y eficaces.
¿Es la misión de la Filosofía recuperar la pregunta por el ser? ¿Qué
significaría eso?
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ÉXITO Y FRACASO
Hablar de éxito y fracaso es hablar de algo instalado en la actualidad.
La reflexión del día de hoy no apunta a algo que nació hace milenios,
sino a un problema para el hombre de hoy ¿Qué son el éxito y el
fracaso? ¿Fracasamos tanto como creemos? ¿Somos tan exitosos
como suponemos?
La globalización arrincona a las personas a esta disyuntiva. No se
puede estar en el medio porque quien allí se encuentre, deberá correr
igual a uno de los extremos. Vivimos en un imperativo del éxito y en un
terror al fracaso, pero: ¿Qué son?
La palabra "éxito", proviene del latín "exit" y significa "salida". Es decir
que quién es exitoso está saliendo de un lugar en el que no quiere
estar. El éxito se le presenta como una puerta a la cual hay que
escapar. El éxito es la salida que lo sacará de sus sensaciones no
deseadas.
Por su parte, la raíz etimológica de "fracaso" es "estrellarse". Es decir
que quien fracasa, pretendió cruzar por esa puerta pero se la llevó por
delante. No pudo cruzar semejante desafío y no lo logró.
Hay una relación directa de causa-efecto en el fracaso. No podemos
negar esta relación porque sino nos estamos engañando a nosotros
mismos.
42
¿A qué me refiero con relación causa-efecto? A que si deseas, por
ejemplo, ganar un Oscar como actor, tu puerta es esa. Hay una
relación causa-efecto. La causa de tus sueños es ganar ese premio,
los efectos en tu vida van a ser la búsqueda de ese sueño. No es sano
que lo reemplaces para no aceptar que has deseado algo muy
elevado, y que no está dentro de las posibilidades normales.
En otras palabras, es innegable que cuanto más inalcanzable es la
vara del éxito que te has trazado, más posibilidades hay de fracasar.
En ese tipo de situaciones tendemos a muchos caminos posibles:
el enojo, la depresión, el resentimiento. Lo que no comprendemos es
que todo el día estamos fracasando en derroteros que nos
proponemos, pero la virtud no es el resentimiento, sino convivir y
aceptar el fracaso como parte de la vida. Si alguien argumenta: "Yo
soñaba con ser actor, pero jamás logré nada; aún así soy exitoso
porque todos mis vecinos me saludan", está esquivando la cuestión.
Hay que mirar a los ojos al fracaso, asumirlo como parte de la vida y no
negarlo. Sobre todo por una idea que casi nunca se dice: éxito y
plenitud de vida no son lo mismo.
Lo que mantiene felices y llenos de vida a los seres humanos es la
plenitud de vida, no el éxito.
Se puede ser muy exitoso y no ser pleno, se puede tener plenitud y
haber fracasado mil veces en miles de proyectos. El éxito es cruzar
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una puerta que se deseó cruzar, plenitud es la felicidad de tener paz
con uno mismo, con los demás y con la vida. A veces el éxito termina
destruyendo a las personas y hay veces en que la plenitud se alcanza
más allá de ser un fracasado en un objetivo concreto. Es más, lo
misterioso de toda esta cuestión es que hay gente que se siente
mucho más plena buscando el éxito que en el momento en que lo
encontró.
¿Fracasamos tanto como creemos? ¿Son impostores el éxito y el
fracaso?
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PODER Y NORMALIDAD
Hablaremos del poder y lo relacionaremos con la normalidad.
Esto se debe a que podríamos hablar del poder y concentrarnos sólo en
su definición, pero nos estaría faltando la perfección del poder: la
normalidad. Cuando tenemos una naturalización de algo, detrás hay
alguien que se beneficia con esa naturalización.
El poder es la capacidad de influir, el poder es la potestad ordenar algo
y que el otro obedezca, incluso contra su voluntad. Tiene poder un
cliente que compra un chocolate, tiene poder un policía que detiene un
sospechoso, tiene poder un político que ordena un aislamiento, pero
también tiene poder el amigo que te convenció de que era mejor comer
en su casa y no en la tuya. El poder es, insistimos, influir y esa
capacidad la tenemos todos.
Para poder ejercer el poder, es necesario normalizar reglas. Es
necesario conquistar el sentido común. Si yo lanzo una gaseosa como
producto, tengo que lograr (a fuerza de publicidad y repetición) que el
sentido común se convenza de que mi gaseosa es la mejor de todas.
Si logro que ese producto se instale en la normalidad, he podido
estandarizar gustos y la normalización ha logrado su cometido.
Pero como esto es un análisis filosófico, debemos ver (o tratar de ver)
todas las aristas. Hacer filosofía es desestructurar lo normal, es no
contentarte con lo establecido, pero a la vez el filósofo necesita de la
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normalidad para funcionar en sociedad. Hay un orden normal que es
producto de un poder que controla. Ese orden es usufructuado por el
filósofo, peor a la vez su deber es cuestionarlo. Si los semáforos
funcionan y esos semáforos permiten la llegada del filósofo a sus
conferencias o clases, es porque hay poderes que controlan: ¿Por qué
debería entonces el filósofo rebelarse contra un poder que busca
beneficiarlo?
Normal viene de "norma". Es normal quien cumple reglas. Pero si hay
reglas: ¿No hay sometimiento? ¿Cual es el trasfondo de las reglas que
está cumpliendo una persona "normal"?
La normalidad puede manifestarse en la indumentaria o en nuestra
estética, pero también puede ser una normalidad de nuestro ser o
actuar. Es decir que podemos aparentar normalidad usando una
corbata, podemos creernos que somos normales porque cumplimos
ciertos canones de lo que se debe ser, pero también podemos actuar
de modo normal. Eso significa comportarnos como se espera que nos
comportemos. En una escuela, esto es muy manifiesto, sobre todo
cuando éramos niños. En la escuela que se denominaba "Escuela
normal", nos exigían una cantidad de conocimientos, criterios de
vestimenta, formas de ver el mundo, que fueran imprescindibles para
ser aceptados.
Todo aquel que quedaba por fuera del sistema era "lo anormal". Todo
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aquel que no se vestía como deseaban que se vista o que se
comportaba de un modo distinto a la norma, estaba por fuera de lo
esperado. Pero jamás vimos, o pocas veces vimos, que en realidad
existía un poder en esas leyes normalizantes que deseaban que
seamos de un determinado modo, que esperaban que nos
disciplinemos de una manera específica para que entendamos más
facilmente como desenvolvernos en futuros dispositivos de poder
parecidos.
¿Es posible escapar a la normalidad? Cuando queremos no entrar en la
norma ¿No ingresamos a un nuevo dispositivo de normas? Si hay un
poder y una normalidad ¿No es obvio que haya también una
resistencia?
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EL SENTIDO DE LA VIDA
¿Por qué termino esta serie de reflexiones con este tema?
Creo que la filosofía es un saber que se presenta como irresistible ya
que invita a plantearse preguntas que no se pueden evitar. La pregunta
clásica: "¿Para qué sirve la Filosofía?" es innecesaria porque el que
filosofa ni siquiera se pregunta por su utilidad. Le urge y le apasiona
preguntarse, por lo tanto sólo quiere responder y repreguntar.
En el derrotero de responder esas preguntas, uno siente que jamás
tendrá convicciones definitivas. Esa imprecisión de respuestas,
sumado a nuestra condición existencial siempre desesperada, obliga a
encontrar un sentido.
Si no encontramos un sentido en la vida ¿Cómo seguir viviendo? ¿Por
qué la vida merece ser vivida? Esas son las preguntas que originan
todo. La respuesta a ese "por qué" nos llevará al sentido, ese sentido
que debemos imponerle para despertarnos todos los días e intentar
algo.
El siglo XX ha sido muy distintos a sus predecesores. El ser humano se
encontró con dos fenómenos nunca vistos: las guerras mundiales y el
avance de la ciencia. Eso logró que muchos accedamos a productos,
medicamentos, electrodomésticos, movilidad y facilidades cotidianas.
Ese dominio del ente que siginifa comprar un objeto, se torna
compulsivo muchas veces y si a eso le agregamos que el ente no sa-
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tisface las necesidades totales de una persona, empeora la situación,
ya que buscamos en el ente lo que no encontraremos en él. Buscamos
un sentido en una cosa que no fue diseñada para darnos sentido.
La necesidad de encontrarle un sentido a la vida no distingue clases
sociales. Es por eso que la angustia del sinsentido atraviesa a todos por
igual. Esto se debe a que la búsqueda es un impulso que se encuentra
en todas las personas y nos distingue del resto de las especies. Los
animales no le encuentran un sentido a la vida porque no precisan un
"por qué" para ser, simplemente son. Una paloma es, un ser humano
necesita un sentido para ser. Si el ser humano pretende igualar al animal
y pensar que puede vivir sin sentido, comienza la angustia.
El siglo XX tiene un agravante más que no tuvieron ni los filósofos
griegos ni los medievales: el siglo XX sabe que no existen más anclajes,
el ser humano ya no tiene una certeza de vida.
En las culturas antiguas, las personas creían en dioses, si les pasaba
algo malo, tenían una explicación omnienglobante que todo lo
abarcaba. En el medioevo esto sigue de la mano del cristianismo, es
más, incluso en la modernidad los principios no se derrumban: la razón,
la ciencia, el progreso, el hombre, son principios rigurosos que inspiran
confianza y ayudan a encontrar un sentido.
Pero ¿Qué sentido se puede tener después de dos bombas atómicas?
¿Qué sentido encontrar en un mundo sin sentido? Allí es donde el ser
humano tiene que encontrar desesperadamente algo por lo cual vivir y
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y morir, e insistir en ser sincero en la búsqueda, ya que encontrarlo es
posible, pero mucho más difícil que antes.
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