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ELA:
LA VIDA, LA MUERTE Y
EL AMOR
(ECLESIASTÉS Y
CANTARES)
A menos que se indique lo contrario, todas las citas están
tomadas de la versión Reina-Valera 1960
© 1999
Ediciones Las Américas, A.C.
Prohibida la reproducción
parcial o total
ISBN 968-6529 77-2
CONTENIDO
1. Todo es vanidad
Eclesiastés 1:1–11
2. Desilusiones de la vida
Eclesiastés 1:12–2:26
3. El trabajo es inútil
Eclesiastés 3:1–4:16
4. ¿Quién sabe cuál es el bien del hombre?
Eclesiastés 5:1–7:14
5. No hay justicia
Eclesiastés 7:15–9:10
6. Ni la sabiduría protege del mal
Eclesiastés 9:11–11:6
7. ¡El espíritu vuelve a Dios!
Eclesiastés 11:7–12:14
8. Primeros cantares
Cantares 1:1–14
9. Estoy enferma de amor
Cantares 1:15–3:5
10. Las bodas del rey
Cantares 3:6–5:1
11. Una pareja de ensueño
Cantares 5:2–6:12
12. Últimos cantares
Cantares 6:13–8:14
La vida y la muerte Eclesiastés
Todo esfuerza es vano si no hay juicio después de la Habrá juicio después de
muerte 1:1–11:6 la muerte 11:7–12:14
lntroducción 1:1– El esfuerzo es Enigmas de la ¡El Espíritu vuelve a
11 inútil 1:12–4:16 vida 5:1–11:6 Dios! 11:7–12:14
Autor y Creencias que no ¿Quién sabe el bien del Alégrese, hombre, pero
tema 1:1–3 cuadran 1:12–18 hombre? 5:1–7:14 acuérdese 11:7–8
Autor 1:1 Las cosas Peligros en la Alégrate, joven, pero
Tema 1:2–3 inútiles 2:1–26 adoración 5:1–7 acuérdate 11:9–12:8
Nada Vivir por el Peligros en el ahorro 5:8– Acuérdate antes de la
placer 2:1–11 6:9 vejez 11:9–12:5
cambia 1:4–11
Adquirir Vacíos en la Acuérdate antes de la
En la
sabiduría 2:12–17 sabiduría 6:10–7:14 muerte 12:6–8
naturaleza 1:4–8
No hay justo 7:19–29
En la historia 1:9–11 Ahorrar 2:18–23 Teme y guarda 12:9–
Comamos y No seas demasiado 14
bebamos 2:24–26 justo 7:15–18
El trabajo es No hay
inútil 3:1–4:16 justicia 7:15–9:10
Tiempos Cualquiera puede ser
inoportunos 3:1–15 victima 8:1–9
Opresiones e Recompensas
injusticias 3:16–22; injustas 8:10–17
4:1–3 Un mismo destino 9:1–
Éxitos mal 10
pagados 4:4–16 Ni la sabiduria protege
del mal 9:11–11:6
Nadie conoce su
tiempo 9:11–12
El pobre es
despreciado 9:13–16
La insensatez estropea la
sabiduria 9:17–10:20
Hay que lanzarse en
ignorancia 11:1–6
1
Todo es vanidad
Eclesiastés 1:1–11
¿Le gustan los acertijos? ¿Se divierte armando rompecabezas? ¿Le retan los
enigmas? ¿Le entretienen las historias que concluyen de manera sorpresiva? Si usted
respondió afirmativamente a alguna de estas preguntas, le va a encantar el libro de
Eclesiastés. De principio a fin es un largo enigma compuesto de misterio tras misterio.
Tan pronto como hemos logrado resolver uno, nos presenta otro. Pero recompensa
nuestro esfuerzo no solamente con satisfacciones intelectuales, sino también con
consejos valiosos para la vida cotidiana y una orientación central que nos motivará a
servir a Dios sin importar lo que venga.
De entrada debemos aclarar que los estudiosos discrepan mucho en cuanto a cómo
resolver los enigmas de Eclesiastés. interpretan de maneras variadas tanto sus detalles
como su mensaje principal. En esta breve obra no será posible analizar los diversos
puntos de vista, por lo que nos limitaremos a explicar la interpretación que nos parece
mejor.
“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad”
(1:2). El hecho de que este versículo sea el más conocido de Eclesiastés no implica que
su interpretación sea fácil. ¿Quién fue el Predicador? ¿Por qué se le llama así? ¿Por qué
dice que todo es vanidad? ¿Tendrá razón? ¿No contradice otras partes de la Biblia?
¿Qué valor puede tener para nosotros un escrito que anuncia que todo es vanidad? ¿Qué
significa exactamente “vanidad” y la expresión repetitiva “vanidad de vanidades”?
No claudiquemos ante el desafío. Con oración a Dios y confianza en el Espíritu
Santo, analicemos Eclesiastés, buscando respuestas a estas preguntas y otras igualmente
importantes con que nos toparemos en el camino.
Estos dos versículos son de los más importantes del libro, pues resumen su idea
central. Por ello, merecen un análisis acucioso.
El v. 2 presenta la parte medular del tema: todo es vanidad. El Predicador repetirá
ese mensaje hasta el cansancio a lo largo de 1:2–11:6. Aquí lo subraya a través de la
repetición. La palabra “vanidad” se halla cinco veces en 1:2, y la expresión “vanidad de
vanidades” es muy enfática, algo así como “la vanidad más grande” o “la peor de todas
las vanidades”. Este término significa “inútil” o “sin sentido”. Salomón lo usará unas 33
veces en los primeros nueve capítulos para decir que la vida no tiene sentido, porque el
trabajo esforzado y bien hecho es inútil.
Esta última idea se introduce en 1:3, donde la pregunta retórica espera la respuesta
“ninguno”. Por supuesto, no es que el trabajo sea totalmente inútil. Más adelante, el
Predicador reconoce que el perezoso puede morir de hambre (ver 4:5), y que en
moderación, la faena puede ser hasta placentera (ver 2:24). Más bien, lo que quiere
decir 1:3 es que el trabajo esforzado no aprovecha. El que hace lo recto y cumple sus
labores con excelencia no logra ventaja sobre aquel que se esfuerza menos.
Este escepticismo nos sorprende, pues contradice otras partes de la Biblia.
Especialmente va contra Proverbios, que enseña por ejemplo, que “la mano de los
diligentes enriquece” (Proverbios 10:4) y que “el alma de los diligentes será
prosperada” (Proverbios 13:4). Sin duda, el Predicador creía en esas doctrinas, pero
observaba que no siempre se cumplían. En ese sentido eran como todos los proverbios,
pues éstos no son promesas inquebrantables, sino descripciones resumidas de lo que
generalmente sucede. Las excepciones afligían a nuestro autor. Si algunos no eran
recompensados por su rectitud y diligencia, sus esfuerzos eran inútiles y el mundo no
tiene sentido. Aunque alguno acataba las enseñanzas de la literatura sapiencial, no había
seguridad que tendría más éxito en la vida que los malvados y perezosos.
En la queja del Predicador no debemos pasar por alto la última frase del v. 3:
“debajo del sol”. Esta expresión volverá a aparecer varias veces a lo largo del libro. Se
refiere al mundo de los vivientes, en contraste con el de los muertos. Mediante esa frase,
el Predicador advierte que lo que él acaba de decir en los vv. 2 y 3 es cierto solamente si
nos limitamos al mundo de los vivientes.
¡PENSEMOS!
¿El tema de Eclesiastés le anima, o le desanima? ¿Alguna
vez usted ha trabajado bien sin ser reconocido o
recompensado por ello? ¿Se sintió tentado a esforzarse
menos en el futuro? Para vencer esa tentación, ¿cómo le
ayuda el recordar que Dios nos juzgará después de la
muerte?
LA IMPOSIBILIDAD DE CAMBIAR EL MUNDO
1:4–11
¡PENSEMOS!
Según el v. 4, ¿qué cosa no cambia? ¿Cuáles son las tres
cosas en los vv. 5–7 que no cambian? Según los vv. 9–10,
¿con qué frecuencia sucede algo nuevo?
Habiendo presentado su idea central en los vv. 2–3, el Predicador ahora comienza a
comprobarla. Su primera evidencia es la repetición continua en la naturaleza (1:4–8) y
en la historia humana (1:9–11).
La repetición continua en la naturaleza (1:4–8)
A todos nos gusta pensar que somos importantes. Esperamos que nuestro paso por la
tierra deje alguna huella. Sin embargo, observa el Predicador, aunque muchas
generaciones han nacido y muerto, y la nuestra hará lo mismo, la naturaleza sigue igual,
como si nunca hubiéramos existido (1:4). Por cierto, el sol cambia de posición en el
cielo durante el día y durante la noche (1:5), el viento cambia del sur al norte, o
viceversa (1:6), y el agua de los ríos no para de fluir de un lugar a otro (1:7). Pero esos
movimientos cíclicos y continuos no son cambios de verdad. Más bien, subrayan que en
la naturaleza todo sigue inalterable.
El ser humano no sólo no logra cambiar el mundo natural. Ni siquiera llega a
entenderlo (1:8). Aun el más inteligente, por mucho que investigue, lea y reflexione,
jamás logrará dominar más que un pequeño porcentaje del saber humano. Peor aún,
todo el saber humano en conjunto, la suma de lo que la humanidad sabe acerca del
mundo, no llega ni cerca de ser una comprensión completa. Siempre nos quedan más
cosas qué ver con los ojos y oir con los oídos, siempre nos fatigaremos antes de poder
explicarlo todo.
La repetición continua en la historia humana 1:9–11
Tampoco logramos cambios reales en la actuación humana. Aun cuando pensamos
haber hecho o visto algo nuevo, nos engañamos, porque olvidamos que algo semejante
ya se ha hecho (1:9–10). Esto era más cierto en los tiempos de Salomón que ahora, pero
aun muchos de los avances tecnológicos y científicos de la edad moderna se basaron en
logros de generaciones anteriores. No cabe duda que la venida de Cristo unos mil años
después de Salomón trajo muchas novedades (ver 2 Corintios 5:17).
Sin embargo, en la sociedad humana en general los cambios no han sido tan
grandes. Todavía no superamos los efectos desastrosos del pecado humano, y todos los
esfuerzos “nuevos” para hacerlo resultan repeticiones de métodos antiguos.
Una de las razones por las que creemos hacer cosas nuevas es que olvidamos lo que
otros han hecho (1:11). Cuando estudiamos la historia, nos sorprende descubrir que
mucho de lo que pasa hoy tiene su paralelo en el pasado pero aun los historiadores han
sido incapaces de rescatar muchos sucesos del olvido. Lamentablemente, esto significa
que las cosas “importantes” que nosotros creemos estar haciendo tampoco serán
recordadas en el futuro.
Entonces, ¿para qué esforzarnos? Cómo ya dijo el Predicador, es inútil hacerlo (ver
1:3), pues todo lo que hacemos pasará luego al olvido. Es un pensamiento deprimente,
pero sólo para aquellos que no creen en el juicio divino después de la muerte. Si en
verdad Jehová nos recompensa en la vida de ultratumba, nuestro trabajo en el Señor,
aun el trabajo que nadie recuerda, no es en vano (ver 1 Corintios 15:58).
¡PENSEMOS!
¿Qué nos dice acerca de Dios la constancia en la naturaleza?
¿Cómo sería afectada su vida si no pudiera contar con la
promesa de que “mientras la tierra permanezca, no cesarán
la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el
invierno, y el día y la noche” (Génesis 8:22)? Alabe a Jehová
por esos beneficios leyendo el salmo 104:10–24.
Si entendemos sólo una pequeña parte de la creación de
Dios, ¿quién es más inteligente, él o nosotros? ¿Es sabio,
entonces, contender con el Omnipotente cuando él permite
que suframos (ver Job 40:2–5; 42:1–6)? Eleve al Señor una
alabanza por su omnisciencia y sabiduría. ¿Qué tanto
recordarán de usted cincuenta años después de su muerte?
¿Es más sabio buscar fama en la tierra, o recompensas
eternas en el cielo? ¿Qué puede usted hacer para lograr
recompensas eternas?
2
Desilusiones de la vida
Eclesiastés 1:12–2:26
“Imagina que no hay cielo… ningún infierno debajo de nosotros. Imagina que toda
la gente vive para hoy… vive en paz”. Así reza una canción todavía popular de John
Lennon en inglés. Según ella, si dejáramos de creer en el juicio de ultratumba, el mundo
sería mejor. En cierta ocasión, Salomón se puso a analizar cómo sería la vida si todo
terminara con la muerte, pero sus conclusiones discrepan mucho de las ideas de la
canción mencionada. El Predicador incluso llegó a aborrecer la vida. En Eclesiastés
1:12–2:26 nos cuenta su experimento.
Cuando Salomón reinaba sobre Israel (1:12), Dios lo bendijo dándole más sabiduría
que ningún otro ser humano (1:16; ver 1 Reyes 3:12; 4:29–31). Entonces emprendió la
tarea de tratar de entender lo que sucede con los seres humanos (1:13). Limitó su
investigación a lo que se hace “debajo del cielo”, es decir, en el mundo de los vivientes
(1:13). No tomó en cuenta la posibilidad de que hubiera recompensas más allá de esta
vida. Puso esa limitación porque, como muchos otros israelitas, él no estaba seguro de
que habría juicio y vida después de la muerte (ver 3:20–21; 9:2–3).
En particular, el rey analizó lo que sucedía con los sabios y con los insensatos que se
entregaban a sus locuras y desvaríos (1:17). Para él la sabiduría consistía sobre todo en
ser justo (ver Proverbios 1:2–3; 8:12, 20) y trabajar diligentemente (ver Proverbios
10:5). Creía que al sabio Dios le daría éxito, salud, buena fama, larga vida, prosperidad
y felicidad (Proverbios 3:13–18). Estaba igualmente convencido de que el camino de los
insensatos, caracterizado por el egoísmo, la impiedad y la pereza, conduciría a la
destrucción (Proverbios 2:22; 4:14–17, 19).
Al observar lo que pasa a ambos grupos, seguramente Salomón vio que en efecto,
muchos de los sabios, tarde o temprano, prosperaban, y a muchos de los necios les iba
mal. Sin embargo, había excepciones. Algunos rectos sufrían intensamente, y algunos
impíos disfrutaban de una vida suave hasta el día de su muerte. Por mucho que se
esforzaba por entender esos casos, Salomón jamás pudo hacer que armonizaran con sus
creencias. En fin, existían contradicciones que él no podía resolver y tantas lagunas, que
ni siquiera alcanzaba a contarlas (1:15).
Al darse cuenta de los padecimientos de los justos y de la prosperidad de los malos
se sentía afligido (1:14). Sentía que sería más feliz si hubiera quedado ignorante de esas
incongruencias entre sus creencias y la vida real (1:18).
¡PENSEMOS!
¿Ha conocido usted a algún justo que nunca prosperó? ¿Ha
sabido de algún malvado que en esta vida nunca sufrió por
su maldad? ¿Cómo explica usted esos casos? ¿Significan que
Dios es injusto?
¡PENSEMOS!
¿Cuánto tiempo podría usted estar feliz si se le prohibiera
todo trabajo? ¿Por qué? ¿Qué le da más felicidad en su vida
ahora? Si usted recibiera mucho dinero mañana, ¿qué
placeres conseguiría que ahora no puede costear? ¿Qué le
daría más satisfacción: los nuevos placeres, o lo que le da
felicidad ahora? ¿Por qué?
¡PENSEMOS!
¿Qué cosas compara Salomón en 2:13? ¿Cuál es mejor?
¿Por qué (2:14a)? Según 2:14b–16, ¿qué cosa sucederá tanto
al sabio como al necio? ¿Cómo se sintió Salomón cuando
pensó en esto (2:17)?
Si Salomón sabía desde el principio que vivir por los placeres era inútil, acerca de la
sabiduría creía lo contrario. No había cosa mejor que ella (ver Proverbios 2:1–12). Sin
embargo, no le bastaba sólo creerlo; quería asegurarse de ello.
Como paso siguiente en su esfuerzo por entender lo que sucede en el mundo de los
vivientes (ver 1:13), el rey comparó la sabiduría con la insensatez (2:12). Difícilmente
algún otro tendría las mismas oportunidades que Salomón para conocer tan
ampliamente ambas cosas (ver 2:12b y 1:16). (Aquí “2:12b” significa la segunda mitad
de 2:12. De manera semejante “2:14a” en el ¡Pensemos! de arriba se refiere a la primera
mitad de 2:14. Usaremos este tipo de referencia cuando sea necesario remitir al lector a
sólo una parte del versículo.)
La primera conclusión del Predicador no sorprende: la sabiduría tiene clara ventaja
sobre la insensatez, porque el prudente evita muchos errores en los cuales caen los
necios (2:13–14a). Esta conclusión parece obvia, y concuerda con la perspectiva bíblica
en general (ver Proverbios 1:26–29; 14:16; 28:26).
Pero el hijo de David se puso a reflexionar más intensamente. Se le ocurrió que un
mismo destino espera a los sabios y a los insensatos (2:14b). ¡Ambos morirán! Aun a él,
el más sabio de todos, le sucedería igual que como a los más necios (2:15a). Al
contemplar esto, Salomón se desalentó por completo. Todo su esfuerzo por adquirir
sabiduría había sido vano, porque él iba a terminar exactamente como el necio: muerto
(2:15b).
LOS SABIOS
→ LA MUERTE
LOS NECIOS
Frente a esta realidad brutal, algunos sabios se consolaban con la esperanza de que
su recuerdo perduraría (ver Proverbios 10:7). Pero Salomón había visto que la gente
rápidamente olvida a los difuntos (2:16). Angustiado, tuvo que admitir que la muerte
hacía vana, inútil, toda la sabiduría que él tanto había trabajado por obtener (2:17).
¡PENSEMOS!
Si Salomón hubiera creído en las recompensas divinas que se
entregarán después de la muerte, ¿cómo habría aliviado esa
doctrina su angustia? ¿Qué diferencia habrá entre el sabio y
el necio después de la muerte?
AHORRAR ES INÚTIL
2:18–23
¡PENSEMOS!
Según 2:18–19, ¿qué pensamiento afligía a Salomón? ¿Qué
pensamiento le afligía según 2:21? Según 2:22–23, ¿qué le
inquietaba? ¿Qué oración se repite al final de 2:19, 21 y 23?
¿Qué quiere decir aquí?
¿Quién no reconoce que ahorrar es una virtud? Sabemos que debemos procurar
gastar menos que lo que ganamos. Así tendremos una reserva para el futuro, y para
dejar a nuestros hijos. Ahora bien, ahorrar no es fácil. Primero, uno tiene que privarse
de ciertas compras. Luego, tiene que proteger el ahorro. Tiene que decidir si lo guarda
en el banco, o si lo invierte. Si escoge esta opción, tiene que encontrar una inversión que
crezca, y siempre corre el riesgo de perder su dinero. Con todo y estas dificultades,
creemos que vale la pena ahorrar.
Salomón también creía en el ahorro. En cierta ocasión escribió: “Tesoro precioso y
aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre insensato todo lo disipa” (Proverbios
21:20). Dejar una herencia sustancial es una meta loable: “El bueno dejará herederos a
los hijos de sus hijos” (Proverbios 13:22). Sin embargo, en su análisis de lo que sucede
en el mundo de los vivientes (ver 1:13), el Predicador vio que el ahorro puede resultar
inútil, o hasta dañino. Expuso sus reflexiones al respecto en tres párrafos (2:18–19, 20–
21, 22–23), cerrando cada uno con el estribillo “Esto también es vanidad” (vv. 19, 21,
23).
Primero recordó que al morir, tendría que dejar atrás todas sus riquezas (2:18). No
podría llevarlas consigo al mundo de los muertos. Segurametne se había consolado
pensando que quedarían para sus hijos. Pero luego pensó que quizá ellos las gastarían
mal. Le repugnaba que todo lo que él acumulara mediante su esfuerzo y la sabiduría,
tendría que dejarlo a personas que tal vez resultarían necias (2:18–19). Si ellas
derrocharan todo, convertirían en vanidad todo su ahorro (2:19b).
Asimismo, le desanimaba pensar que todo lo que ganara mediante su trabajo y
sabiduría iría a parar en manos de quienes jamás habían laborado para ello (2:20–21).
Eso era injusto, y podría ser dañino para el heredero. Salomón reconocía que el trabajo
era clave para la formación de líderes, que “la mano de los diligentes señoreará; mas la
negligencia será tributaria” (Proverbios 12:24). Quizá sus hijos, por estar viviendo del
fruto de la labor de su padre, nunca superarían la pereza. En tal caso, su ahorro sería
peor que inútil; sería desastroso.
Salomón observó que hay quienes se sacrifican para aumentar su hacienda. Trabajan
largas horas, y de noche duermen mal por sus preocupaciones económicas (2:23).
Nunca disfrutan de sus recursos. Quizá se han convencido a sí mismos de que trabajan y
ahorran para que sus hijos puedan vivir mejor que ellos. Sin embargo, el Predicador ya
había visto que las herencias pueden hacer más daño que bien (2:19, 21). ¿Para qué
sudar tanto, entonces? (2:22) Una vez más, Salomón tuvo que concluir que cualquier
ajetreo es vano e inútil ante la muerte (2:23b). Así como había llegado a aborrecer su
vida porque los sabios mueren al igual que los necios (2:17), así llegó a aborrecer su
trabajo y el acumular bienes (2:18).
¡PENSEMOS!
¿A qué conclusión llegó Salomón acerca de lo que es mejor
para el hombre? (2:24) Según 2:26, ¿qué da Dios al hombre
que le agrada? ¿Qué da al pecador? ¿Por qué Salomón
llamó a esto “vanidad y aflicción de espíritu”?
Salomón había visto que la muerte hace inútil el esfuerzo humano. El que estudia
mucho para hacerse sabio no tiene mejor destino que el insensato (2:15–16). El que
trabaja y ahorra no disfruta sus bienes, sino que los deja para otro, quien tal vez los
administre mal (2:18–23). Concluyó, entonces, que lo mejor es no matarse, ni privarse
de comodidades, sino disfrutar la comida, la bebida y el trabajo moderado (2:24).
Ahora bien, deleitarse en los placeres sencillos no es un mal consejo. Algunas
personas se vuelven adictas al trabajo. Otros aceptan tantos compromisos, aun en la
obra del Señor, que nunca tienen tiempo para relajarse y gozar de las bendiciones
cotidianas que Dios les da. El convivio alrededor de la mesa es una experiencia sabrosa.
Trabajar productivamente causa alegría.
Sin embargo, la conclusión de Salomón no fue sólo que estas cosas son buenas, sino
que son lo mejor que la vida ofrece. Eso es harina de otro costal. ¿Vivir rectamente no
es mejor que comer bien? ¿Adorar al Señor no es mejor que disfrutar de una bebida
refrescante? ¿Reconciliar a un pecador con Dios mediante la fe en Jesucristo no es
mejor que alegrarse en el trabajo?
Por supuesto que servir a Jehová es mejor que la comida, la bebida y la alegría en el
trabajo, pero solamente porque él nos juzgará después de la muerte. Vale la pena
estudiar para hacerse sabio, porque esa labor será recompensada en el tribunal de Cristo.
El ahorro sabio también será premiado allí, aun si la generación siguiente malgasta lo
acumulado. Sin embargo, nos dice el Predicador, si no hay juicio después de la muerte,
estos esfuerzos para hacer lo correcto pueden causarnos sufrimientos que jamás serán
recompensados. Siendo así las cosas, concluyó él, es más seguro contentarnos con las
alegrías sencillas. Como dijera el apóstol Pablo siglos después: “si los muertos no
resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1 Corintios 15:32b).
Luego Salomón agregó algunas ideas que parecen ser más piadosas. Afirmó que las
alegrías provienen de Dios (2:24). Repitió la misma idea en el v. 25, aunque eso no
queda muy claro en la Versión Reina-Valera (para una mejor traducción, ver por
ejemplo, la Versión Popular (Dios Habla Hoy): “Porque, ¿quién puede comer, o gozar,
si no es por él?”. Luego dijo que Dios da sus bendiciones a quienes le agradan, y que a
ellos les pertenecerá tarde o temprano lo que los pecadores acumulan (2:26).
Después de ver tantas ideas raras en Eclesiastés, nos tranquiliza el v. 26, pues
concuerda con el resto de la Biblia (ver, por ejemplo, Proverbios 13:22; 28:8; Job
27:16–17). Sin embargo, contradice lo que Salomón acaba de decir en el v. 19, y lo que
repetirá de varias maneras en los próximos capítulos (ver 4:1–3; 7:15; 8:10–14; 9:1–3).
Además, al terminar de pronunciar las oraciones piadosas del v. 26, también las declaró
“vanidad y aflicción de espíritu”. Esas palabras muestran que si bien el Predicador había
citado una enseñanza ortodoxa de los sabios de Israel, doctrina que él mismo quería
creer, lo hizo sólo para dictaminar que en la vida real las cosas no siempre resultan así.
¡PENSEMOS!
Según 1 Timoteo 4:3–4, ¿por qué debemos disfrutar de los
alimentos? ¿Qué podría usted hacer para disfrutarlos más?
¿Qué podría hacer para alegrarse más en el trabajo?
Elevemos una oración de gratitud a Dios por la comida, la
bebida y el trabajo.
Para usted, ¿la comida, la bebida y la alegría en el trabajo
son lo mejor en la vida? Si no, ¿qué cosas son mejores?
¿Vale la pena sacrificar el disfrute de los alimentos y del
trabajo por esas cosas? ¿Por qué?
3
El trabajo es inútil
Eclesiastés 3:1–4:16
TIEMPOS INOPORTUNOS
3:1–15
¡PENSEMOS!
¿Qué relación hay entre las dos clases de “tiempos”
mencionados al principio de 3:4? ¿En cuántos de los pares
de tiempos enumerados en 3:2–8 se halla esta misma
relación? ¿Cómo ilustra esta relación la verdad anunciada
en 3:1? Según 3:11, ¿quién sabe el tiempo oportuno para
cada actividad, y quién no lo sabe? ¿A qué conclusiones
conducen estas reflexiones? (3:9, 12)
En 3:2–8, el Predicador enumera veintiocho actividades y afirma que cada una tiene
su tiempo. Esto significa no sólo que todas ellas suceden en cierto tiempo, sino también
que hay tiempos oportunos para cada una. Las veintiocho actividades están agrupadas
en catorce pares de polos opuestos. Es decir, dentro de cada par, la segunda actividad es
lo contrario de la primera. Por ejemplo:
Allí está la dificultad. ¿Cómo saber cuándo debemos hacer las cosas? Es un
problema importante, porque si acertamos, los resultados pueden ser favorables, pero si
escogenos el tiempo inadecuado para una actividad, las consecuencias pueden ser
nefastas.
Lamentablemente, nadie, ni siquiera el más sabio, siempre escoge bien. Aun el
agricultor más experimentado puede plantar demasiado temprano, o demasiado tarde, y
pagará caro su error (3:2). ¿Quién no lucha con el problema de saber cuándo callarse y
cuándo hablar (3:7)? En la ola de secuestros que azota a América Latina, algunas
personas han sido traicionadas y entregadas a los criminales por sus supuestos amigos.
Es trágico que las víctimas hayan confiado en individuos a quienes debían haber tratado
como enemigos (esto es lo que “aborrecer” significa en 3:8). No supieron el tiempo de
“aborrecer”. En verdad puede ser difícil saber cuándo abrazar, y cuándo no hacerlo
(3:5), cuándo pelear, y cuándo hacer las paces (3:8).
El único que siempre sabe los tiempos correctos es Dios. De hecho, él ha establecido
el tiempo perfecto para todo, y lo que se realiza en su tiempo apropiado resulta hermoso
(3:11a). Además, el Creador “ha puesto eternidad en el corazón” de los seres humanos
(3:11a). Es decir, nos ha permitido entender que los “tiempos” que vivimos son parte de
un plan que el Soberano está llevando a cabo, desde la eternidad pasada hasta la
eternidad futura (3:14–15).
Sin embargo, no alcanzamos a entender más que una mínima parte del plan que
Dios está desarrollando en la historia (3:11b). Por mucho que el hombre se esfuerce por
entenderlo, no lo logra (3:10). Por tanto, no siempre sabemos cómo trabajar en amionía
con ese plan. Puesto que no podemos discernir el tiempo oportuno para cada actividad,
es posible que nuestro trabajo arduo no nos rinda provecho ni ventaja sobre la persona
que se ha esforzado menos (3:9).
¡PENSEMOS!
¿Ha fracasado en algún proyecto por equivocarse en cuanto
al tiempo oportuno? ¿Se debe intentar algo arriesgado aun
cuando no se sabe si es el tiempo conveniente?
OPRESIONES E INJUSTICIAS
3:16–22; 4:1–3
¡PENSEMOS!
Según 4:1, ¿qué cosas vio el Predicador? ¿A qué conclusión
llegó? (4:2–3) ¿Qué tiene que ver el 4:1 con el 3:16? Según
3:17. ¿qué esperanza aguardaba el Predicador? Según él,
¿qué pasaba con el ser humano después de la muerte? (3:19–
21) ¿A qué conclusión llegó en (3:22)?
¡PENSEMOS!
¿Siempre castiga Dios las injusticias en esta vida? Si no, ¿lo
hará alguna vez? ¿Defiende Dios siempre a los oprimidos en
esta vida? Si no, ¿les hará justicia?
¡PENSEMOS!
Según 4:4, ¿qué problema puede causar el trabajo con
excelencia? Según 4:5, ¿qué problema puede causar la
pereza? ¿Qué concluyó, entonces, el Predicador acerca del
esfuerzo en el trabajó? (4:6)
¡PENSEMOS!
¿Trabajó mucho o poco el hombre que se menciona en 4:8?
¿Ganó riquezas, o no? ¿Qué problema había con su trabajo?
Según 4:9–12, ¿cuáles son cuatro ventajas de ser dos en vez
de uno?
En su investigación de todo lo que se hace debajo del cielo (ver 1:13), Salomón
supo de un hombre que trabajó incansable y prosperó por ello (4:7–8). Sin embargo,
éste nunca se puso a pensar quién disfrutaría de su fortuna (4:8). No la aprovechaba él,
pues no cesaba de trabajar, y además defraudaba a su alma del bien (4:8). Tampoco la
gozaría ningún familiar, pues el hombre no tenía ni esposa, ni hijo ni hermano (4:8).
Todo su esfuerzo, aunque exitoso, era vanidad e inútil (4:7b, 8b).
Partiendo del caso del hombre solo, el Predicador enumeró algunas ventajas de
contar con un acompañante. Una empresa con dos trabajadores tiende a prosperar más
que cuando hay sólo uno, y, además, el compañerismo ameniza las labores (4:9). Si uno
de los dos cae en un hoyo durante un viaje, o si decae su ánimo, el otro le levantará
(4:10). Si tienen que pasar la noche a la intemperie, los dos se calentarán mutuamente
(4:11). Si un atacante fuera demasiado fuerte para uno, los dos juntos lo podrían resistir
(4:12a). Salomón concluyó que si ser dos es mejor que estar solo, aún más ventajoso es
ser tres (4:12b), o cuatro, o cinco, etc.
¡PENSEMOS!
¿Quiénes son las dos personas comparadas en 4:13? ¿Cuál es
mejor? ¿Qué tiene uno que el otro no tiene? Según 4:14,
¿qué hazaña logró el muchacho? ¿Qué tan popular fue?
(4:15–16a) ¿Sería popular después? (4:16)
¡PENSEMOS!
¿Critica usted a las personas que han tenido más éxito que
usted? ¿A quién felicitará esta semana por haber tenido más
éxito que usted?
¿Es usted adicto al trabajo y la ganancia? ¿Qué cosas son
más importantes para usted que el trabajo y la ganancia?
¿Cómo lo demostrará esta semana?
¿Critica usted al que trabajaba en su puesto anteriormente?
¿Qué cosa buena dirá acerca de esa persona en esta semana?
4
¿Quién sabe cuál es el bien del
hombre?
Eclesiastés 5:1–7:14
¿Cómo podemos lograr éxito en la vida? ¿Qué debemos estar haciendo hoy para
disfrutar de la bendición divina mañana? Tres respuestas aparentemente buenas a estas
preguntas son: adorar a Dios, ahorrar dinero y vivir sabiamente. Sin embargo,
Eclesiastés 5:1–7:14 mostrará que aun esas acciones no nos pueden asegurar el éxito si
es que Dios no da recompensas después de la muerte.
PELIGROS EN LA ADORACIÓN
5:1–7
¡PENSEMOS!
Según 5:1, ¿qué se debía hacer en la casa de Dios, y qué no
se debía hacer? Según 5:2, ¿qué no se debía hacer en la casa
de Dios? ¿A qué clase de “palabra” se refiere el v. 2? (ver v.
5) Según la última oración del v. 7, ¿qué se debe hacer?
Muchos israelitas pensaban que Jehová los bendeciría si cumplían con sus
obligaciones religiosas. La idea no era mala, pero en aquel tiempo, al igual que hoy,
había muchos que entendían mal esas obligaciones. En 5:1–7 el Predicador les señaló
dos de esos errores y aclaró cuál era su deber ante el Señor.
Una manera equivocada de buscar la bendición divina era ofreciendo el sacrificio de
los necios (5:1). Dios había establecido los sacrificios como medios para recibir perdón
(ver Levítico 4:26). Lamentablemente, muchos israelitas cayeron en el error de pensar
que el sacrificio daba el perdón en forma automática, aun cuando no hubiera
arrepentimiento. Ofrecían el sacrificio de los necios, pues no abandonaban su conducta
necia.
El Predicador advertía a sus hermanos israelitas, entonces, que cuando llevaban sus
sacrificios al templo, aun más importante que el rito de ofrecer el animal era oir la
palabra de Dios y obedecerla (5:1). Por eso, Samuel reprendió a Saúl diciendo:
“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la
grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22).
Otra manera errónea de buscar la bendición divina era haciendo votos a la ligera.
Muchos israelitas, al pedir a Dios algún favor, trataban de persuadirlo haciendo un voto.
Le prometían grandes cosas si él contestaba su oración. Así, por ejemplo, Ana juró que
si Jehová le daba un hijo, ella lo dedicaría a él todos los días de su vida como nazareo (1
Samuel 1:11). Pero, a diferencia de Ana, muchos israelitas no pagaban sus votos. Una
vez que el Señor les concedía su petición, no querían cumplir con lo prometido.
Salomón aconseja, entonces, que debemos pensar dos veces antes de hacer un voto a
Dios, pues no se trata de una promesa a un semejante, sino al Rey del cielo (5:2). Si
incumplimos, él no se complacerá con nosotros (5:4). En tal caso, es mejor no prometer
(5:5), porque en lugar de la bendición que buscamos, recibiremos la ira y el castigo
divino por nuestro pecado (5:6).
En cambio, la mejor manera de buscar la bendición de Dios es temerlo (5:7). Esto
involucra más que sólo reverenciarlo o respetarlo. Temer a Dios significa tener miedo
de desobedecerlo (ver Éxodo 20:20). Es conducirnos por la vida estando convencidos de
que él recompensa la conducta: castiga a los injustos, y bendice a los que le obedecen.
De manera que 5:1–7 concluye como comenzó, aclarando que la obediencia al Señor es
más importante que los ritos y los votos.
Sin embargo, como veremos más adelante, aun la obediencia no nos garantiza una
vida de éxito.
¡PENSEMOS!
En la actualidad, ¿en qué ritos confía la gente para
conseguir la bendición de Dios? ¿Confía usted en algún rito
más que en la obediencia cotidiana? ¿Ha hecho alguna
promesa a Dios que no ha cumplido? ¿Qué hará al respecto?
PELIGROS EN EL AHORRO
5:8–6:9
¡PENSEMOS!
Según 5:8, ¿cómo consiguen riquezas algunas personas?
Según 5:10–12, ¿qué problemas traen las riquezas? Según
5:13–14, ¿qué puede suceder con el ahorro? ¿A qué
conclusión llegó el Predicador acerca de lo que el hombre
debe hacer (5:18)? Si lo hace, ¿de qué no se acordará mucho
(5:20)?
El ahorro es una buena forma de prepararse para el futuro (Proverbios 21:20). Sin
embargo, Salomón advirtió en 2:18–23 que aun esa actividad tan prudente puede
resultar inútil. En 5:8–20 ampliará el tema, señalando algunos otros peligros de la
acumulación de bienes.
Algunas riquezas están contaminadas, pues se consiguen mediante la opresión de los
pobres y la perversión de derecho (5:8a). Los gobiernos deben proteger a sus
ciudadanos de tales injusticias. Sin embargo, debido a la burocracia corrupta o
ineficiente, comúnmente los explotados quedan indefensos ante los poderosos (5:8b).
Otro problema con las riquezas es que no sacian (5:10). Se cuenta que en cierta
ocasión se preguntó al millonario John D. Rockefeller cuánto dinero es suficiente. Su
famosa respuesta fue: “Un poco más”. Difícilmente se satisface uno con lo ahorrado;
siempre quiere más.
Otro problema es que en la medida que uno logra aumentar sus ingresos, al mismo
ritmo se multiplican los egresos (5:11a). Curiosamente, muchas personas que ganan
bastante ahorran poco o hasta se endeudan. Con sus ojos ven las riquezas que ingresan
sólo para gastarlas luego (5:11b).
En lugar de seguridad y tranquilidad, las riquezas pueden traer inquietud y
preocupación. El trabajador pobre, exhausto de su día de labores, disfruta del sueño
(5:12a). En cambio, el rico puede padecer de insomnio por temor a perder sus
abundantes posesiones (5:12b).
Quizá lo peor de todo es que en efecto los ahorros se pierden. Se pueden esfumar en
un mal negocio, de suerte que el que era rico queda sin nada para dar a sus hijos (5:13–
14). Pero aun los que evitan inversiones desastrosas definitivamente perderán sus bienes
algún día. Cuando mueran, saldrán de este mundo tan desnudos como cuando entraron
(5:15–16). No podrán llevarse nada de la ganancia de su trabajo, aunque hayan pasado
muchas penas para ahorrar (5:17). Todo su esfuerzo fue en vano (5:16).
Habiendo enumerado algunos de los problemas que traen las riquezas, el Predicador
concluye que lo aconsejable es no afanarse por ellas, sino disfrutar de la comida, la
bebida y el trabajo mientras se pueda (5:18). Esta es esencialmente la misma conclusión
ya expresada en 2:24; 3:12–13, 22. La persona que tiene riquezas y también puede
disfrutarlas (5:19) es bendecida en forma especial por Dios. A continuación, Salomón
cierra esta sección con un pensamiento cínico. Gozar de la comida, la bebida y el
trabajo nos entretiene y así evitamos pensar en la brevedad de la vida (5:20). ¡El don
divino resulta siendo un opio, una distracción para hacernos olvidar que algún día todo
terminará con la muerte!
Una vez más, el Predicador ha mostrado que si no existe el juicio divino después de
la muerte, la vida carece de sentido. Aun los consejos más sensatos, como el de ahorrar
para el futuro, resultan deficientes.
¡PENSEMOS!
Según 6:1–2, ¿qué mal experimentan algunos ricos? Según
6:3, ¿quién es peor que un abortivo? ¿Por qué? (6:4–6)
El Predicador observó que a algunas personas, Dios les da riquezas sin la capacidad
de disfrutarlas (6:1–2). Sea por exceso de trabajo, tensiones, problemas familiares o
alguna otra razón, esas personas, aunque tienen a su alcance todo lo que pudieran
desear, no son felices.
Ese gran mal sucede también con otros favores divinos. Aun las bendiciones más
grandes imaginables —por ejemplo, engendrar cien hijos, o vivir muchos años— son
inútiles si uno no halla satisfacción en ellas ni es honrado después de su muerte (6:3).
De hecho, dice el Predicador, sería mejor haber muerto antes de nacer.
Parecería que al abortivo le sucede lo peor posible, pues viene al mundo de los
vivientes sólo para pasar directamente a las tinieblas de la muerte (6:4). Jamás conoce el
mundo de los vivos (6:5a). Sin embargo, tiene más reposo que la persona que no
disfruta de sus bendiciones (6:5b–6). Ambos terminan en la muerte, pero el abortivo
llega allí sin haber sufrido las angustias del hombre infeliz (6:6b).
ES MEJOR: ES PEOR:
SER ABORTIVO TENER BENDICIONES
Y NO DISFRUTARLAS
Una vez más, el Predicador concluye que lo mejor es que uno deje de esforzarse por
mejorar su situación económica, y que se contente con lo que tiene (6:7–9). Pero a la
vez reconoce que vivir así, sin sueños ni metas, es vanidad y aflicción de espíritu (6:9).
¡PENSEMOS!
¿Qué bendiciones le ha dado Dios? ¿Qué debe hacer para
disfrutarlas más?
VACÍOS EN LA SABIDURÍA
6:10–7:14
¡PENSEMOS!
Según 6:12, ¿por qué no sabemos cuál es el bien del hombre
en la vida? Según 7:2, ¿por qué es mejor ir a la casa donde
hay luto? Según 7:7, ¿en qué error puede caer aun el sabio?
Según 7:10, ¿es sabio añorar los tiempos antiguos? Según
7:14, ¿quién hizo el día del bien, y quién hizo el día de la
adversidad?
La sabiduría señala cómo podemos alcanzar una vida de éxito con la bendición
divina (ver Proverbios 3:13–18). Y Salomón era el más sabio de todos (ver 1:16; 1
Reyes 4:29–31). Sin embargo, él mostrará que aun la sabiduría más acertada no puede
garantizar una buena vida.
Comienza recordándonos que todo lo que sucede, Dios lo ha decidido desde antes
(6:10a). Contender con el Todopoderoso en cuanto a su plan soberano es sólo
multiplicar palabras inútiles (6:10–11). El hombre es incapaz de cambiarlo.
Ahora bien, Dios no nos revela el plan que tiene para nuestra vida en forma
detallada. Entonces debemos atenernos a las enseñanzas sabias, como las del libro de
Proverbios, para saber qué debemos hacer hoy para prosperar mañana. Sin embargo, ni
los consejos más prudentes nos aseguran una vida feliz, porque ni el más sabio puede
enseñar al hombre lo que le espera en el futuro (6:12). Este problema era muy agudo en
los tiempos veterotestamentarios, en que había muy poca revelación sobre lo que
sucederá después de la muerte.
En 7:1–12 el Predicador ilustra las limitaciones de la sabiduría, especialmente con
respecto a cuál es el bien del hombre en la vida (ver 6:12). Lo hace mediante cuatro
grupos de proverbios que hablan acerca de qué es lo mejor (7:1–4, 5–7, 8–10, 11–14).
En cada sección comienza con proverbios que expresan verdades reconocidas, pero
luego muestra que aun esas instrucciones excelentes tenían sus vacíos o conducían a
conclusiones desagradables.
Salomón principia con dos proverbios acerca de la reputación (7:1a) y del día de la
muerte (7:1b). El segundo tal vez nos sorprenda, pero significa que el día de la muerte,
en contraste con el día de nacimiento, el individuo ya ha logrado ser y hacer algo.
Luego, con base en ese proverbio, el Predicador propone una idea chocante: es mejor ir
a los velorios que a las fiestas (7:2–4). En la casa del luto uno se pone a reflexionar
sobre el hecho de que todos llegan al mismo fin: la muerte (7:2). Pensar en ello
entristece, pero ayuda a entender la vida (7:3).
La palabra “corazón” que aparece al final de 7:3 no se refiere a los sentimientos,
sino a la mente y el entendimiento. Significa lo mismo en 7:2 y 7, y frecuentemente en
el Antiguo Testamento.
La siguiente enseñanza reconocida está plasmada en 7:5–6: es mejor ser reprendido
por los sabios que alegrarse con los necios. Pero ese principio sensato tiene una
deficiencia: la reprensión del sabio puede ser callada o tergiversada mediante la
corrupción (7:7). Las dádivas de los opresores entontecen al sabio a tal grado, que puede
hasta llegar a reprender a los inocentes y defender a los injustos.
El tercer grupo de verdades aceptadas sobre lo que es mejor para el hombre se halla
en 7:8–9. Pero el primer dicho refuta otra creencia de los sabios de Israel. Ellos daban
por sentado que los antiguos eran más sagaces que las personas de sus tiempos (ver, por
ejemplo, Job 8:8–10). Pero el Predicador aduce que si el fin de un asunto es mejor que
su principio (7:8a), es insensato considerar que los tiempos pasados fueron mejores que
los actuales (7:10). Un juego de palabras hebreas resalta el vínculo entre estos dos
versículos, pues el vocablo que se traduce “principio” en el v. 8 es muy similar al
término vertido por “pasados” en el v. 10.
El último grupo de proverbios afirma que la sabiduría es buena (7:11), pues protege
y preserva la vida (7:12. En 7:11–12 las palabras “ciencia” y “sabiduría” son
sinónimos). Sin embargo, nos recuerda el Predicador que ni la sabiduría puede
garantizar una larga vida, pues nadie entiende las aparentes contradicciones que hay en
la obra divina (7:13). El mismo Dios que nos da días de bien también nos manda días
adversos, de tal manera que no sabemos si mañana será de bendición o de angustia
(7:14). Menos aún sabía Salomón qué pasaría después de su muerte.
¡PENSEMOS!
De los buenos consejos de 7:1, 5–6, 8–9 y ll–12, ¿cuál le hace
más falta a usted? ¿Cómo lo seguirá esta semana? ¿Cómo le
ayuda el recordar que algún día va a morir? ¿Muestra usted
favoritismo con alguien por las dádivas que le da? ¿Vive
añorando el pasado, o buscando las oportunidades y retos de
hoy? ¿Cómo le ayuda Romanos 8:28 a hacer frente a los
sufrimientos inesperados e inexplicables de la vida?
5
No hay justicia
Eclesiastés 7:15–9:10
Hay inicuos que jamás en la vida son castigados por sus maldades, y hay gente
buena que sufre extraordinariamente. ¿Cómo puede Dios permitir tanta injusticia? Una
parte de la respuesta es que el Juez de toda la tierra dará a cada cual su recompensa justa
después de la muerte. Pero, ¿cómo contestaríamos a esa pregunta si no creyéramos que
hay un juicio después de la muerte? Ese es el problema que expone el Predicador en
Eclesiastés 7:15–9:10.
¡PENSEMOS!
Según 7:15, ¿qué situaciones chocantes había visto el
Predicador? ¿Qué consejos chocantes da en 7:16–17? ¿Cómo
se desprenden estos consejos de las situaciones del v. 15?
El Predicador había observado que algunos mueren precisamente por ser justos, y
hay impíos que alargan su vida mediante sus maldades (7:15). Concluye entonces, que
si ser justo y sabio pone en riesgo la vida, es mejor no insistir en hacer lo correcto
(7:16). Por otro lado, tampoco recomienda entregarse a la maldad e insensatez, porque
eso también puede conducir a una muerte prematura (7:17). En fin, lo más aconsejable
es ser sabio y justo cuando convenga, pero recurrir al pecado cuando sea necesario
(7:18a).
¡Qué chocantes son esas enseñanzas! Sin embargo, son la conclusión lógica de no
creer en que hay vida después de la muerte. Si todo termina con la muerte, hay que
alargar nuestros días a toda costa. Así, una vez más el Predicador muestra que si no hay
recompensas más allá de este mundo, nuestras enseñanzas más fundamentales acerca de
la conducta —por ejemplo, que uno debe ser justo, no importa el costo— no tienen
sentido.
El v. 18b parece contradecir los versículos 15–18a, pero literalmente el hebreo del v.
18b reza: “Porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo”. A la luz del contexto,
quiere decir que el justo, al morir, saldrá de este mundo así como todos los demás
(Salmos 146:4) e irá al mismo lugar que ellos. Esa creencia, dice Eclesiastés, conduce a
la idea repugnante de que nunca se debe poner en peligro la vida, ni por causa de la
justicia.
¡PENSEMOS!
¿Ha oído usted de alguien que murió por hacer lo justo? ¿Ha
oído de algún malvado que se ha librado de la muerte por
medios pecaminosos? ¿Es injusto Dios cuando permite tales
cosas? ¿Está usted de acuerdo en que uno debe ser injusto
cuando le convenga? Explique su respuesta.
NO HAY JUSTO
7:19–29
¡PENSEMOS!
Según 7:19, ¿qué hace la sabiduría? Según 7:20, ¿cómo es el
hombre? ¿Qué evidencias de esto dan 7:21–22? Según 7:29,
¿cómo llegó el hombre a ser pecador?
El Predicador inicia esta sección con una verdad reconocida, para luego señalar un
problema con ella (ya vimos el mismo proceder en los párrafos 7:1–4, 5–7, 8–10 y 11–
14). El principio aceptado era que la sabiduría fortalece al sabio (7:19). El problema con
esa enseñanza es que nadie es completamente sabio porque nadie es totalmente justo
(7:20). En la literatura sapiencial del Antiguo Testamento la verdadera sabiduría está
caracterizada sobre todo por obras de justicia (ver v. 16; 9:1; Proverbios 1:2–3; 8:12,
20).
PUESTO QUE
JUSTICIA = SABIDURÍA,
ENTONCES,
SI NO HAY JUSTO = NO HAY SABIO
Después de aseverar que no hay nadie que sea justo (7:20), el Predicador presenta
algunas evidencias (7:21–29). Para que uno se convenza de su propio pecado, basta que
preste atención a las críticas que se hacen en su contra (7:21) o expresadas por su propia
boca (7:22). Si el patrón oyera todo lo que su siervo dice acerca de él, tendría que
confesar que algunas de las cosas son ciertas (7:21). Por otro lado, si no las acepta, sino
que acusa a su siervo de difamarlo, se ha condenado a sí mismo, porque debe recordar
que él mismo ha hablado igualmente mal de otros (7:22).
Las investigaciones del Predicador nos proporcionan más evidencias (7:25). Él
había hallado especialmente peligrosa a la mujer mala (7:26), pero aun entre todas las
personas que había conocido, muy pocas había encontrado que fueran siempre dignas de
confianza (7:27–28). Aunque Dios creó al hombre recto, cada uno ha buscado muchos
pecados (7:29).
¡PENSEMOS!
¿Qué virtud alaba 8:1? ¿Qué consejo dan 8:2–3 acerca de la
conducta en relación con el rey? ¿Cuál será el resultado de
seguir ese consejo según 8:5a? Según 8:5b, ¿qué discierne el
sabio? ¿Cómo contradice el v. 7 al 5b? Según 8:8, ¿de qué
día no puede nadie librarse? Según 8:9, ¿quién a veces hace
mal a otro?
¡PENSEMOS!
¿Cuáles son algunos tiempos malos que sobrevienen aun a
los más sabios? ¿Sabe de algún caso de una persona sabia
que sufrió injustamente a manos de los que detentaban el
poder?
RECOMPENSAS INJUSTAS
8:10–17
¡PENSEMOS!
Según 8:10, ¿qué situaciones injustas había observado el
Predicador? Según 8:11, ¿cuál es uno de los resultados de la
impunidad? Según 8:12–13, ¿qué sabía el Predicador acerca
de los justos y los impíos? Según 8:14, ¿qué vanidad sucede
sobre la tierra? A la luz de todo esto, ¿a qué conclusión llegó
el Predicador en 8:15? Según 8:17, ¿quién entiende las obras
de Dios en el mundo?
El Predicador había observado que algunos inicuos morían sin haber sufrido por sus
pecados y, para colmo de males, eran recordados con honra, mientras que los rectos
eran olvidados (8:10). El hecho de que ni Dios ni el gobierno castigaba a los inicuos
fomentaba la maldad entre los vivientes (8:11). No es que Salomón ignorara la doctrina
de que Dios bendice a los que le temen y atribula a los impíos (8:12–13; la Versión
Popular, Dios Habla Hoy traduce mejor la primera parte del v. 12: “¡Así resulta que el
que peca y sigue pecando vive muchos años!”). El problema era que esa enseñanza
sapiencial no siempre cuadraba con la realidad. De hecho a veces sucedía exactamente
lo contrario: los justos sufrían y los impíos prosperaban (8:14).
RECOMPENSAS CRUZADAS
CONDUCTAS RECOMPENSAS JUSTAS RECOMPENSAS REALES
Temor a Dios Les irá bien (8:12) Les va mal (8:14)
Impiedad Les irá mal (8:13) Les va bien (8:14)
¡PENSEMOS!
¿Sabe usted de algún inicuo que es recordado
con honra? ¿Sabe de algún justo que ha sido
olvidado después de su muerte? ¿Qué puede
hacer usted para resucitar su memoria?
Frente a esas injusticias, el Predicador concluyó una vez más que lo más que se
puede esperar de la vida es un poco de felicidad cuando estamos en la comida, la bebida
y las fiestas (8:15; ver los pasajes semejantes en 2:24–26; 3:12–13, 22; 5:18–20). El
autor llegó a esa conclusión pesimista porque, después de una investigación exhaustiva
del asunto, había visto que nadie podía explicar las recompensas injustas (8:16–17).
Nosotros entendemos que la solución tiene que ver con el juicio después de la muerte,
pero Salomón no creía todavía en esa doctrina.
UN MISMO DESTINO
9:1–10
¡PENSEMOS!
Según 9:1, ¿quién controla el destino de los justos, y los
sabios? ¿Qué mal señalan 9:2–3? Según 9:3, ¿cuál es el
suceso que acontece a todos? Según 9:5–6, ¿qué ventajas
tienen los vivientes sobre los muertos? A la luz de todo esto,
¿qué consejos da el Predicador en 9:7–10? Según 9:10, ¿qué
concepto tenía el Predicador del mundo de los muertos?
Con base en sus reflexiones e investigaciones, el Predicador concluyó que los justos
y sabios no pueden estar seguros de que serán bendecidos, pues Dios soberanamente
decide su futuro (9:la). A pesar de sus buenas obras, no saben si serán amados u odiados
(9:1b).
Peor aún, un mismo destino funesto espera a todos, no importa cuál haya sido su
conducta (9:2). Ese destino es la muerte (9:3). El que todos lleguen al mismo fin, sean
buenos o malos, era para el Predicador un “mal”, no sólo porque es injusto, sino
también porque fomenta la maldad e insensatez que impera entre los seres humanos
(9:3).
Sin embargo, lo que más subrayó Salomón en este párrafo era que la muerte, el
destino de todos, es la peor cosa que sucede al ser humano (9:4), porque los difuntos no
tienen recompensa. No la tienen en el mundo de los muertos, porque allí están
inconscientes (9:5). Tampoco la reciben en la tierra, porque bajo el sol su memoria es
puesta en olvido (9:5). Nadie los ama más; ni siquiera son odiados o envidiados (9:6a).
En fin, no figuran para nada en el mundo de los vivientes (9:6b).
A la luz de esas reflexiones, el Predicador llega a la misma conclusión que había
anunciado cinco veces (9:7–10; ver 2:24–26; 3:12–13, 22; 5:18–20; 8:15). Esta vez la
explica más. Si todos llegamos al mismo destino, independientemente de nuestro
comportamiento (9:2), significa que Dios ha de estar contento con nuestras obras desde
ahora, sean buenas o malas (9:7). Por lo tanto, no hay por qué esforzarnos para hacer lo
que le agrada. Lo recomendable, entonces, es disfrutar de la comida y la bebida (9:7), de
vestidos y perfumes finos (9:8), de la relación matrimonial (9:9) y cualquier otra
actividad que nos proporcione algún gusto (9:10). Hay que aprovechar esos placeres
ahora, porque al llegar el destino final de todos, la muerte, no podremos hacer ni pensar
nada (9:10b).
6
Ni la sabiduría protege del mal
Eclesiastés 9:11–11:6
¿Le gusta fracasar? ¿Le agrada sufrir? ¿Quisiera morir joven? Por supuesto que no.
Todos deseamos evitar calamidades, y la Biblia nos ayuda a hacerlo. Por ejemplo, el
libro de Proverbios está lleno de consejos para lograr una vida larga, próspera y feliz. El
nombre que el Antiguo Testamento da a ese tipo de enseñanzas es “sabiduría”. Si tal
sabiduría es apreciada por nosotros, imagínese cuánto la valoraba la gente de los
tiempos de Salomón, cuando creían que la única vida que tendrían era la terrenal. Si al
morir no volverían a vivir más, era sumamente importante que su tiempo aquí fuera
placentero y exitoso. Para lograr esa meta, los seguidores de Jehová se dejaban guiar por
la sabiduría bíblica. Sin embargo, el Predicador ya ha señalado que ni siquiera esa
instrucción nos puede guardar de todo el mal (ver 7:11–14; 8:6–9). En 9:11–11:6
ampliará esa deprimente conclusión.
¡PENSEMOS!
¿Qué dice 9:11 acerca de los sabios y prudentes? Según 9:12,
¿por qué nadie puede evitar el mal siempre?
¡PENSEMOS!
¿Ha conocido usted a alguien que llevaba todas las de ganar,
pero luego sufrió un revés totalmente inesperado? ¿Cuál fue
la causa? ¿Cuáles son algunas calamidades que podrían caer
sobre usted? ¿Cuáles de éstas no se pueden evitar aun
mediante la sabiduría?
EL POBRE ES DESPRECIADO
9:13–16
¡PENSEMOS!
Según 9:14, ¿qué problema tenía la ciudad pequeña? ¿Quién
la libró (9:15)? ¿Cómo lo hizo (9:15)? ¿Qué le pasó al
libertador después (9:15–16)?
Los prejuicios de la gente pueden ser otra causa de sufrimiento para el sabio. Como
ejemplo, el Predicador cuenta la historia de un hombre que, sin recursos económicos,
logró mediante la aplicación de la sabiduría salvar a su pequeña ciudad del ataque de un
rey fuerte (9:14–15). Ese héroe merecía que su hazaña se celebrara por generaciones y
que sus consejos fueran buscados por todos. Sin embargo, sus conciudadanos no le
reconocieron para nada, por la sencilla razón de que era pobre (9:15–16). Los maestros
de Israel tenían razón al enseñar que la sabiduría es mejor que la fuerza (9:16a), pero
nuestros prejuicios tontos privan a algunos sabios de su justa recompensa (9:16b).
¡PENSEMOS!
Según 9:17 ¿cuáles son las palabras mejores? Según 9:18,
¿qué es mejor que las armas militares? Según 9:18, ¿quién
destruye mucho bien? Según 10:1, ¿cuánta locura se
requiere para causar problemas serios? Según 10:3, ¿cómo
se reconoce al insensato?
Otra cosa que puede dañar al más sabio son las imprudencias de los insensatos. Para
exponer esto, el Predicador vuelve a una técnica que ha utilizado en los capítulos 7 y 8.
Cita verdades reconocidas para luego señalar sus debilidades. Aquí la enseñanza
aceptada era que la sabiduría es fuente de mucho bien (9:17–18a). La laguna de csa
docirina era que un poco de necedad puede destruir todo el bien construido por la
sabiduría (9:18b–10:1).
No cabe duda que las palabras más quedas del sabio son de mayor valor que el
griterío del líder de los necios (9:17). Por ejemplo, como la historia de 9:13–15 ilustra,
frente a una invasión del enemigo la sabiduría puede más que las armas más poderosas
(9:18a).
Sin embargo, trágicamente un solo pecador, actuando con imprudencia, puede
destruir todo el bien logrado mediante mucho esfuerzo sabio (9:18b). Así como una
pequeña mosca que cae en el perfume y muere allí puede echarlo a perder, así también
un pequeño error cometido por un individuo incauto puede deshacer todas las obras
positivas de personas sabias y honorables (10:1; la segunda mitad de este versículo está
mejor traducida en la Biblia de las Américas: “Un poco de insensatez pesa más que la
sabiduría y el honor”). Puesto que vivimos y trabajamos en relación con otras personas,
no podemos evitar depender de ellas. Y como la cadena no es más fuerte que su eslabón
más débil, el sabio puede sufrir mucho por las fallas de los tontos.
En 10:2–3 el Predicador manifiesta su disgusto por el daño que causan los necios.
En el v. 2, así como frecuentemente en el Antiguo Testamento, el vocablo “corazón”
significa lo que hoy llamaríamos “mente”. El pensamiento del sabio está a su mano
derecha; es decir, merece honor (10:2a; ver Mateo 25:34). En cambio, la mentalidad del
insensato es despreciable y digna de castigo (10:2b; ver Mateo 25:41). Las acciones más
sencillas del necio delatan su falta de cordura (10:3).
¡PENSEMOS!
¿Conoce usted a alguien que habla poco y
en voz baja, pero sabiamente? ¿Conoce a
alguien que habla mucho y recio, pero dice
insensateces? ¿A cuál de ellos presta usted
más atención?
¿Sabe de alguna situación en que un
pequeño error destruyó macho bien?
¿Cuáles son algunos detalles pequeños que
usted debe vigilar con esmero? ¿Hay
algún detalle importante en la iglesia que
nadie atiende?
¡PENSEMOS!
Según 10:4, ¿qué se debe hacer cuando el jefe se enoja con
uno? Según 10:5–6, ¿qué problema se da a veces en los
gobiernos?
¡PENSEMOS!
¿Cómo reacciona usted cuando su jefe se enoja con usted?
¿Cómo trata usted a las personas bajo su autoridad cuando
hacen algo que le desagrada?
¡PENSEMOS!
¿Cuáles son los cinco trabajos enumerados en 10:8–9, 11?
¿Qué sucede con los cinco trabajadores? A la luz de 10:10,
¿cuál sería una forma insensata de cortar leña? Según 10:12,
¿qué causan las palabras del necio? ¿Cómo son sus palabras
según 10:13? Según 10:14, ¿habla el necio mucho, o poco?
El Predicador sigue expresando su frustración con los necios por el daño que hacen.
Tan descuidados son en sus trabajos, que se convierten en peligro aun para sí mismos
(10:8–9). Son capaces de pretender encantar una serpiente sin saber hacerlo y perder la
vida en el proceso (10:11).
Igualmente destructivas son sus palabras. Causan la ruina del necio mismo (10:12),
y de principio a fin son nocivas para quienes les prestan atención (10:13). El insensato
habla mucho, como si fuera un sabelotodo (10:14). Profesa ser experto aun en cosas que
nadie sabe, como en lo que sucederá en el futuro (10:14).
Los ineptos se cansan en el trabajo porque no emplean métodos eficientes (10:15a).
Por ejemplo, cuando cortan leña gastan energías innecesariamente, pues no se les ocurre
afilar el hacha (10:10). Hay quienes son tan tontos, concluye el Predicador con cierta
exageración intencionada, que ni saben el camino más directo a la ciudad, que es el
lugar más conocido de su región (10:15b).
¡PENSEMOS!
¿Hay medidas de seguridad que usted pasa por alto en su
trabajo? ¿Cuáles son las posibles consecuencias de no tomar
precauciones?
¿Habla usted mucho, o poco? ¿Expresa su opinión sobre
muchas cosas, o pocas? ¿Con qué frecuencia opina sobre
cosas que realmente desconoce?
¿Aprende usted nuevas y mejores métodos de trabajo, o
insiste en hacer las cosas a su manera?
¡PENSEMOS!
Según 10:16, ¿qué tipo de gobierno es malo? Según 10:17,
¿qué tipo de gobierno es bueno? Según 10:18, ¿cuáles son los
resultados de la pereza?
De todos los insensatos, tal vez los más dañinos son los que se han encumbrado ea
el gobierno. La nación dirigida por un rev inmaduro e inexperto sufrirá mucho (10:16a).
El Predicador reconoce que hay excepciones (ver 4:13–16), pero generalmente
gobiernan mal quienes no tienen experiencia en el asunto. Igual de perjudiciales son los
funcionarios que emplean sus puestos no para servir al pueblo, sino para servirse a sí
mismos (10:16b). Debido a su pereza, la economía, el sistema de justicia, la seguridad,
los servicios sociales, las carreteras —en fin, todo el país— se deteriora como una casa
descuidada (10:18). En contraste, los gobernantes bien formados y trabajadores pueden
ser una bendición inmensa (10:17).
¡PENSEMOS!
¿Qué cosas recomienda 10:19? ¿Qué advertencia da 10:20?
A la luz del daño que pueden causar los insensatos aun a los sabios (9:17–10:18), el
Predicador ofrece dos consejos irónicos. Primero recomienda agenciarse de lo necesario
para disfrutar de la vida: la comida, el vino y, sobre todo, el dinero (10:19). Es la misma
conclusión a la cual había llegado ya seis veces (ver 2:24–26; 3:12–13, 22; 5:18–20;
8:15; 9:7–9). Si uno no puede protegerse por complete de los necios, y si no hay vida
después de la muerte, lo mejor es disfrutar de los placeres mientras es posible. Y claro,
el dinero sirve para sacarlo a uno de muchos apuros.
El segundo consejo es una advertencia: no se debe criticar nunca a los que detentan
el poder, pues de alguna manera pueden saberlo (10:20). Las expresiones “ni aun en tu
pensamiento digas” y “ni en lo secreto de tu cámara digas” son hipérboles,
exageraciones intencionales para dar énfasis. Quieren decir “no lo digas a nadie, ni a tus
amigos de confianza”. Las aves de este versículo son las “orejas”, o sea, los que
informan a los poderosos acerca de sus detractores. Ser delatado ante gobernantes
necios e iracundos (ver 10:4, 6) puede ser sumamente peligroso. Y si no hay vida
después de la muerte, hay que hacer todo lo posible para evitar perder la única vida que
uno tiene.
Por supuesto, el Predicador reconoció que si hay un juicio después de la muerte,
esos consejos pierden toda validez. Si Dios nos va a recompensar más allá de esta vida,
hemos de ocuparnos de cosas mucho más importantes que los placeres, y debemos estar
dispuestos a arriesgar aun la propia vida en pro de la justicia.
¡PENSEMOS!
¿Qué promesa,expresa 11:1? ¿Qué advertencia da 11:2?
Según 11:2, 5 y 6, ¿qué cosas ignoramos? ¿Qué predicción
expresa 11:3? ¿Qué advertencia hace 11:4? ¿Qué
recomendación hace 11:6?
Una cuarta razón por la cual ni la sabiduría puede guardarnos de todo mal es que
muchas veces tenemos que actuar sin suficiente información. Por ejemplo, el
comerciante tiene que invertir, pero no puede estar seguro cuál de sus negocios
fracasará y cuál será exitoso (11:1–2). El agricultor tiene que sembrar y cosechar sin
saber de antemano las condiciones climáticas (11:3–6).
Pata exponer esos problemas, el Predicador recurre al método ya conocido de
presentar una enseñanza aceptada, para luego señalar sus limitaciones. El primer adagio
habla del comercio marítimo: el que envía mercancía en los barcos tiene que esperar
muchos días para recuperar su inversión, pero a la larga será bien recompensado (11:1).
El dicho se podría aplicar a otros tipos de negocios también. Era una enseñanza sabia,
pero, como casi todos los proverbios, no era una promesa infalible, sino una descripción
de lo que generalmente ocurre. No podía asegurar el éxito, porque algunas empresas
fracasan. Por eso, en el v. 2, el Predicador recomienda repartir la inversión entre varios
proyectos, pues no se puede saber cuál de ellos resultará mal.
La segunda verdad reconocida se da en el v. 3: cuando las nubes son negras, lloverá,
tan seguro como que el árbol caído no se mueve. Ese principio era valioso para el
agricultor, pero no siempre era cierto, y lo que es más importante, no siempre se sabía
de antemano cuándo aparecerían las nubes llenas de agua. El problema, dice el
Predicador, es que quien espera seguridad acerca del tiempo no sembrará por temor a
que el viento se lleve la semilla, y no segará por temor a que la lluvia eche a perder lo
cosechado (11:4). Ningún agricultor puede prosperar así. Más bien, tiene que trabajar
duro, sin saber de antemano si sus decisiones acerca de cuándo sembrar y cosechar
serán acertadas (11:6). Y así uno tiene que comprometerse muchas veces ignorando lo
que Dios hará (11:5).
7
¡El espíritu vuelve a Dios!
Eclesiastés 11:7–12:14
1
¡PENSEMOS!
Según 11:7, ¿cómo son la luz y el sol? ¿Qué representan
aquí? (ver 6:3–5) Según 11:8, ¿qué debe recordar el
hombre? ¿Qué representan las tinieblas en el v. 8? (ver 6:3–
11:7–8 11:9–12:8
Alégrese (11:8) Alégrate (11:9)
Acuérdese (11:8) Acuérdate (12:1)
Es agradable estar vivo (11:7). En este versículo, “la luz” y “ver el sol” representan
la vida, así como en 6:5 y 7:11. El Predicador nos invita a alegrarnos durante nuestros
años de vida (11:8a). El verbo hebreo que se traduce “tenga gozo” en 11:8 es el mismo
que está vertido en “alégrate” del versículo siguiente. La primera oración del v. 8 está
traducida con más exactitud en la Versión Reina-Valera Actualizada: “Si el hombre vive
muchos años, alégrese en todos ellos” (la Biblia de las Américas dice más o menos lo
mismo). Esta invitación hace eco de lo dicho en 2:24–26; 3:12–13, 22; 5:18–20; 8:15;
9:7–10; 10:19.
A la vez, el Predicador nos exhorta a acordarnos que sin excepción, al llegar a su fin
nuestra vida, todos pasaremos al mundo de los muertos (11:8b). En contraste con “la
luz”. que representa la vida en el v. 7, “las tinieblas” del v. 8 representan al mundo de
los muertos, así como sucede en el capítulo 6:4. El Predicador dice: “…aunque un
hombre viva muchos años y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo, que los
días de las tinieblas serán muchos” (v. 8). Con esto, nos trae a la memoria que aunque
vivamos “muchos años” (v. 8a) en la tierra, después pasaremos “muchos días” en el
mundo de los muertos (v. 8b). Obviamente, los “muchos años” bajo el sol serán breves
en comparación con los “muchos días” que vendrán después, pues éstos serán eternos
(ver 12:5). Para descubrir por qué el Predicador nos llama a recordar nuestra existencia
de ultratumba, y por qué recalca su larga duración, tenemos que seguir leyendo hasta el
12:7.
El v. 8 concluye con: “Todo cuanto viene es vanidad”. Sería natural pensar que esta
oración habla de la existencia después de la muerte. Sin embargo, en las 33 veces que la
palabra “vanidad” ha aparecido en el libro hasta este punto, siempre se ha referido a la
vida en la tierra (como, por ejemplo, en 9:9). Si ese es el caso aquí también, ¿qué podría
significar “todo cuanto viene es vanidad”? De nuevo, tendremos que seguir leyendo
para poder interpretar esta oración correctamente.
¡PENSEMOS!
¿Cuántos años vive la mayoría de la gente? ¿Cuántos años
tiene la persona más vieja que usted conoce? ¿Cuántos años
viviremos después de la muerte? A la luz de esos números,
¿qué es más importante: la vida terrenal, o la existencia de
ultratumba? ¿En cuál de las dos debemos pensar más?
¡PENSEMOS!
¿A quién se dirige el Predicador en 11:9? ¿Qué le invita a
hacer? ¿Qué le dice que debe saber? Según 11:10, ¿qué debe
hacer el joven? ¿Qué debe hacer según 12:1? ¿Qué período
de la vida se describe en 12:1b–5? ¿Qué evento de la vida se
describe en 12:6–7? ¿Qué diferencia hay entre 12:7 y 3:20–
21?
SU ORIGEN SU DESTINO
EL CUERPO EL POLVO EL POLVO
EL ESPÍRITU DIOS DIOS
El versículo 12:8 parece contradecir lo que acabamos de decir, pues repite que todo
es vanidad, sumamente vano. Así, el Predicador termina como comenzó (ver 1:2). Sin
embargo, 12:8 no significa lo mismo que 1:2, pues Salomón ahora ve las cosas desde
una perspectiva muy diferente. Hemos visto que en 11:8 y 10 él utiliza la palabra
“vanidad” ya no para decir “inútil” o “sin sentido”, sino “transitorio”. Aquí hace lo
mismo. De suerte que concluye todo su discurso subrayando que la vida, aun la más
larga, es efímera. Hay que aprovecharla cada día para hacer tesoros eternos en el cielo
(ver Mateo 6:19–20).
TEME Y GUARDA
12:9–14
¡PENSEMOS!
Según 12:9–10 ¿qué cosas buenas hizo el Predicador? Según
12:11, ¿cómo son las palabras de los sabios y de los
maestros? Según 12:13, ¿qué es lo más importante para el
hombre? ¿Por qué es tan importante según 12:14?
De repente, en 12:9, escuchamos otra voz, aparentemente la del editor del libro.
Puesto que el discurso del Predicador ha sido bastante difícil de entender, el editor
agrega dos aclaraciones.
Fácilmente podemos confundirnos, pensando a lo largo del libro que el Predicador
cree las ideas chocantes que escribe. En realidad él quiere decir que esos conceptos
serían ciertos solamente si no hubiera vida después de la muerte. Quiere demostrar que
no creer en el juicio de ultratumba conduce a conclusiones totalmente inaceptables. Si
nos equivocamos acerca de su mensaje, posiblemente llegaremos a pensar que fue un
maestro falso.
Por eso, el editor afirma lo contrario (12:9–11). Puntualiza que el Predicador fue
sabio, que enseñó sabiduría al pueblo, y que investigó, compuso y coleccionó muchos
proverbios (12:9; ver también 1 Reyes 4:29–32; Proverbios 1:1). Lo que escribió fue la
verdad, y la plasmó con gran arte literario (12:10). Aunque nos incomoden sus palabras
como aguijones, como sucede con las de otros maestros sabios, también son como
clavos que nos dan una orientación segura e inconmovible (12:11). Y, lo que es más
importante, son inspiradas por Dios y usadas por él para pastorearnos (12:11b).
A continuación, el editor esclarece las conclusiones principales del Predicador
(12:12–14). El lector puede haberse confundido acerca de ellas, porque no se dan sino
hasta el final del discurso de Salomón (en 11:7–12:8), y se expresan en forma sutil y
contradicen las ideas expuestas a lo largo de 1:2–11:6. Podemos fatigarnos antes de
percibir el verdadero mensaje de Eclesiastés (12:12).
Las conclusiones del Predicador son dos, y ambas se relacionan entre sí. La primera
es que lo más importante en la vida es temer a Dios (12:13). Esto significa obedecerlo, y
creer que él castigará a los malos y bendecirá a los justos (ver Éxodo 20:20). Para
nosotros, implica poner nuestra fe en Jesucristo para recibir el perdón de nuestros
pecados y la salvación del castigo eterno. El temor al Señor también nos impulsa a
obedecerlo, esperando recibir tarde o temprano una recompensa de su mano.
La segunda conclusión es que en efecto Dios juzgará toda obra, incluso las que están
encubiertas (12:14). El v. 7b ha indicado que eso sucederá después de la muerte, y otros
textos bíblicos indican que habrá una serie de juicios en el tiempo de la Segunda
Venida. El Nuevo Testamento aclara que no somos salvos por nuestras obras, sino por
la fe en Jesucristo. A la vez, todos los pasajes acerca de los juicios divinos enseñan que
nuestras obras serán juzgadas. De manera que en verdad tiene sentido temer a Dios y
obedecerle, pues nuestro trabajo en el Señor no es en vano (1 Corintios 15:58).
DOS ACLARACIONES (12:9–14)
El predicador No enseña errores, sino sabiduría 12:9–11
El mensaje Teme a Dios, porque él juzgará 12:12–14
¡PENSEMOS!
¿Qué pecados encubiertos comete
usted? ¿Quién los ve? ¿Qué buenas
obras hace usted sin que nadie se dé
cuenta? ¿Quién las ve? Según 12:14,
¿cuál será el resultado?
Celebración del amor conyugal Cantar de los Cantares
Primeros Las bodas del Una pareja de Últimos cantares 6:13–
cantares 1:1–3:5 rey 3:6–5:1 ensueño 5:2–6:12 8:14
El cantar más Ved al rey Otro sueño de amor Subiré a la
bello 1:1 Salomón 3:6–11 perdido 5:2–8 palmera 6:13–7:10
Amores mejores Me iré al monte de Llegada del Petición de los
que el vino 1:2–4 la mirra 4:1–8 amado 5:2–5 convidados 6:13a
Morena pero Toda tú eres Ida del amado 5:6–8 Pregunta de la
codiciable 1:5–6 hermosa 4:1–7 Diálogo con las novia 6:13b
Bromas entre Ven conmigo 4:8 doncellas 5:9–6:3 Respuesta de los
enamorados 1:7– Vine a mi Primera convidados 6:13b–7:5
8 huerto 4:9–5:1 pregunta 5:9 Anhelo del novio 7:6–9a
Zarcillos de oro te ¡Cuán hermosos son Un marido de Entrega de la novia 7:9–
haremos 1:9–11 tus amores! 4:9– ensueño 5:10–16 10
Mi amado reposa 11 Segunda Amores en el
entre mis Huerto y fuente pregunta 6:1 campo 7:11–13
pechos 1:12–14 eres 4:12–5:1 Un marido leal 6:2– ¡Si fueras como hermano
Lluvia de 3 mío! 8:1–4
cumplidos 1:15– Eres imponente como Debajo del manzano te
2:3 ejércitos 6:4–12 desperté 8:5
Amor en la casa del Hermosura de la Ponme como sello 8:6–7
vino 2:4–7 esposa 6:4–10 Soy muro, y mis pechos
El corzo sobre los Amores de la torres 8:8–10
montes 2:8–17 esposa 6:11–12 Mi viña es mía 8:11–12
Amor perdido y Apresúrate,
hallado 3:1–5 amado 8:13–14
8
Primeros cantares
Cantares 1:1–14
Hace algunos meses fui invitado a predicar sobre el primer capítulo del Cantar de
los Cantares. Preparé el sermón sabiendo que los niños saldrían a sus clases de escuela
dominical antes de la predicación. Sin embargo, en el día indicado, al entregarme el
púlpito, el pastor anunció que ese domingo los niños se quedarían para el mensaje. El
cambio me puso en aprietos, pues Cantares 1, así como todo el libro, se trata de un tema
para adultos y jóvenes: el amor erótico. De hecho, mucha gente considera que esa
temática no tiene nada de espiritual y que, por lo tanto, no se debe exponer en la iglesia
nunca. Sin embargo, Jehová le dedicó al tema todo un libro de las Sagradas Escrituras.
Nos incumbe, entonces, escudriñar el Cantar de los Cantares, pues, como el resto de la
Biblia, es “inspirado por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16–17).
Al igual que con Eclesiastés, hay muchas opiniones diferentes en cuanto a la
interpretación del Cantar de Cantares. No será posible presentar y evaluar todos los
puntos de vista aquí, sino que nos limitaremos a explicar, y a veces defender, la
interpretación que nos parece mejor.
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 1:2a? ¿Acerca de quién habla? ¿Qué desea?
¿A quién habla en 1:2b–3? ¿Qué aspecto suyo alaba en
1:2b? ¿Qué aspecto alaba en 1:3? ¿Qué pide al inicio 1:4?
¿Qué título usa para su amado en 1:4?
TEMA DE CANTARES:
EL AMOR ERÓTICO DE UNA PAREJA
En el v. 4 la mujer ruega a su novio llevarla en pos de él, para que juntos puedan
correr a sus cámaras. En lugar de “Atráeme; en pos de ti correremos”, muchas versiones
dividen las oraciones de la forma siguiente: “Atráeme en pos de ti. ¡Corramos!” A la luz
del resto del versículo, esta traducción tiene más sentido.
De repente, la mujer deja de dirigirse a su amado para hablar de nuevo acerca de él.
Lo llama “rey”, no porque literalmente lo fuera, sino porque era un título que la poesía
romántica de la época usaba para referirse al novio. Anuncia que su rey ahora la ha
llevado a sus cámaras, donde se alegrarán juntos. Por largo tiempo recordarán la dulzura
de sus amores.
Los cambios súbitos en el discurso de la novia nos pueden confundir. Comienza
hablando acerca de su amado (1:2a), luego abruptamente se dirige directamente a él
(1:2b–4a), entonces vuelve a hablar acerca de él en el v. 4a (“el rey me ha metido en sus
cámaras”), y concluye dirigiéndose a él (1:4b). En castellano no se escribe con tantos
cambios de este tipo, pero el fenómeno no es raro en la poesía hebrea. Por ejemplo, el
salmo 23 habla acerca de Jehová en los primeros tres versículos, luego habla
directamente a él en los versículos 4–5, y de nuevo acerca de él en el v. 6.
En el Israel de los tiempos bíblicos. ¿cuándo habría sido aceptable que una novia
entrara en las cámaras de su “rey” para que juntos se gozaran en sus amores? La única
respuesta posible es: en la noche de bodas. Esto sugiere que 1:2–4 es un epitalamio, o
sea, un cántico compuesto para ser entonado en la celebración de una boda. Como
veremos, los demás poemas del libro parecen tener el mismo propósito. Muchos de ellos
comienzan hablando de enamorados no casados pero concluyen colocándolos en la
cama matrimonial.
Las bodas israelitas diferían de las ceremonias solemnes que celebramos hoy en día.
Eran fiestas que duraban hasta siete días. En uno de ellos (el primero en algunos lugares
y tiempos, y el último en otros), la pareja entraba por vez primera en la cámara nupcial
y consumaba el casamiento. A ese momento culminante apuntan los epitalamios de
Cantares.
Al final del v. 4, la novia vuelve a reconocer que otras doncellas están enamoradas
de su hombre. Sin embargo, ella no se enoja, sino que les da la razón. La atracción que
sienten es una evidencia de la alta calidad de su varón.
¡PENSEMOS!
¿Qué tan importante es la buena fama cuando una persona
busca cónyuge? ¿Se enoja usted cuando otras mujeres
hablan bien de su esposo, o se alegra de que sus buenas
calidades sean reconocidas?
¿Cuáles son algunos apodos cariñosos que los enamorados
usan hoy en día? ¿Qué apodos emplean usted y su cónyuge?
¿Qué apodo romántico podría usted usar más con su
cónyuge?
¿Con qué frecuencia se besan usted y su cónyuge?
¿Qué puede usted hacer esta semana para que se alegren
más en sus amores?
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 1:5? ¿De qué color era su piel? ¿Por qué
tenía ese color (1:6)? A la luz de 1:5–6, ¿qué color de piel se
consideraba el más atractivo en aquella sociedad?
¡PENSEMOS!
En la actualidad, ¿cuál es el estereotipo de la mujer guapa?
¿Cuál debe ser el color de su piel y de su cabello? ¿Cómo
debe ser su figura? ¿Qué tan alta debe ser? ¿Cómo debe ser
su cara? ¿Se siente mal usted, hermana, por no reunir todas
estas características? ¿Usted, hermano, critica a su esposa
por no tener una belleza que en realidad es inalcanzable?
¿Qué puede una mujer hacer para ser “codiciable” aunque
no sea una “super modelo”?
¿Qué es más importante, que una mujer sea hermosa, o
trabajadora? ¿Por qué? ¿Cuáles son algunas tareas de las
mujeres que les restan belleza? ¿Qué puede hacer la mujer
para preservar su belleza a pesar de sus labores?
¡PENSEMOS!
¿Qué aportan las bromas a una relación entre enamorados?
¿Qué tipo de bromas dañan la relación?
¿Cuándo fue la última vez que usted dijo a su cónyuge que le
amaba? ¿Con qué frecuencia se lo debe decir?
¿Cómo se siente usted cuando su cónyuge le dice “Te amo”?
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 1:9–11? ¿A quién le habla? ¿Qué joyas
mencionan los vv. 10–11? Según 1:10, ¿cuál es la función de
esas joyas?
El novio prosigue alabando la cabeza y cuello de su amada, que van adornados con
joyas. La compara con una yegua de los carros de faraón (1:9) porque los caballos de
Egipto eran hermosos e iban ricamente ataviados. (Por cierto los egipcios, al igual que
los antiguos en general, usaban machos para jalar sus carros, pero el novio aquí dice
“yegua”, porque se refiere a su mujer.) Trae a colación dos tipos de joyas que le
embellecen (1:10), y promete hacerle más (1:11).
Los versículos 10–11 hacen contrapeso con la interpretación extrema de textos
como 1 Timoteo 2:9 y 1 Pedro 3:3. En su contexto, esos pasajes no prohíben que la
mujer utilice joyas, sino que advierten contra un adorno exagerado y subrayan que para
una belleza verdadera, son más importantes las buenas obras que las joyas, los peinados
y los vestidos (1 Timoteo 2:10), así como un espíritu afable y apacible (1 Pedro 3:4).
En 1:9 el varón llama a su prometida “amiga mía”. Esto no significa que no fueran
novios todavía. Más bien se trata de otro título de cariño empleado por los enamorados
de aquellos tiempos, como muestra el paralelo entre “mi amado” y “mi amigo” en 5:16.
La expresión volverá a aparecer en 1:15; 2:2, 10, 13; 4:1, 7; 5:2; y 6:4.
¡PENSEMOS!
¿Cuántas joyas debe usar la mujer cristiana? ¿Cuántas
joyas ha comprado usted para su esposa durante el último
año? ¿Cuándo le dará más?
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 1:12–14? ¿Acerca de quién habla? ¿A qué
lo compara en 1:13? ¿A qué lo compara en 1:14? Según
1:13, ¿dónde reposa el amado?
PARALELISMOS EN 1:13–14
1:13. Mi un manojito de mirra que reposa entre mis pechos
amado es para racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi
mí
1:14 Es para
mí mi amado
Desde luego, es inapropiado que un varón repose entre los pechos de su novia si no
son casados, especialmente cuando se toma en cuenta que el verbo hebreo que se
traduce “reposa” literalmente significa “reposa toda la noche” (Biblia de las Américas).
De nuevo vemos que los poemas de Cantares son epitalamios, cánticos que se
entonaban en la fiesta de las bodas en anticipación de la primera noche de amores. El
“reclinatorio” del rey resulta siendo una figura de la cama nupcial.
¡PENSEMOS!
Una ayuda sencilla para avivar el fuego del amor en nuestro
matrimonio es besar a nuestro cónyuge por lo menos una vez
al día. En el sermón que mencioné al inicio de este capítulo,
hice lo posible por comunicar a los adultos y jóvenes las
ideas de Cantares 1 sin ofender a los pequeños. Al concluir,
encargué a los niños que preguntaran a sus padres
diariamente si se habían besado sado ese día. El domingo
siguiente, varios dimos testimonio de que nuestros hijos, fiel
y gustosamente, habían cumplido con su tarea. ¿Por qué no
asigna usted la misma responsabilidad a sus vástagos? Se lo
recomiendo.
9
Estoy enferma de amor
Cantares 1:15–3:5
2
LLUVIA DE CUMPLIDOS
1:15–2:3
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 1:15? ¿A quién habla? ¿Qué le dice?
¿Quién habla en 1:16a? ¿A quién habla? ¿Qué le dice?
Según 1:16b–17, ¿dónde estaba el lecho de la pareja? ¿Quién
habla en 2:1? ¿Con qué flores se compara? ¿Qué le responde
el novio en 2:2?
¿Quién habla en 2:3? ¿Con qué compara a su amado? A la
luz de 2:3b, ¿qué ha hecho con su amado?
No es que en realidad la pareja fuera tan guapa. De otra manera, muchas partes de
Cantares tendrían escasa aplicación para nosotros. Más bien, la belleza que los novios se
atribuyen uno a otro es aquella que todo enamorado, y sólo él, percibe. Para todo
pretendiente, su Dulcinea es un lirio entre los espinos, y toda flechada ve a su galán
como manzano entre los árboles silvestres.
La novia concluye el poema anunciando que ella se ha sentado bajo la sombra de su
“manzano”, y ha saboreado su dulce fruto (2:3b). Mediante esas figuras da a entender
que ha hecho el amor con él. Así como en 1:4 y 13, la mujer concluye el cantar
celebrando la relación íntima disfrutada en la noche de la boda.
¡PENSEMOS!
¿Qué cumplidos decía a su cónyuge cuando eran novios o
prometidos? ¿Cuáles de ellos debe resucitar? ¿Qué
cumplidos le dirá esta semana?
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 2:4? ¿Acerca de quién habla? ¿A dónde la
llevó? Según 2:5, ¿cómo se sentía la novia? Según 2:6, ¿qué
desea? ¿Qué pide a las doncellas de Jerusalén en 2:7?
Todo este breve cantar se ubica en la cámara nupcial. La novia la llama
poéticamente “la casa del banquete” (2:4), o, traduciendo literalmente el hebreo, “la
casa del vino”. La denomina así porque allí disfrutará de los amores de su varón, más
deliciosos y embriagantes que el mejor vino (ver 1:2, 4).
Su esposo ya la había introducido en “la casa del vino”. La expresión hebrea que se
traduce como “me llevó” en 2:4 es la misma que está vertida por “me ha metido” en 1:4.
Esos dos versículos expresan ideas similares, aunque con figuras diferentes (ver también
3:4).
Ahora la novia espera la dulzura de la relación íntima. Todo es amor. El amor del
novio es tan patente como una bandera enarbolada sobre su esposa (2:4). Ella, por su
parte, se siente enferma de amor (2:5).
Pide pasas y manzanas, alimentos que, en la poesía de aquella época, eran idóneos
para sostener a los enamorados (2:5a). Por supuesto, fuera del novio no había nadie
presente, sino que la esposa dirige su petición a personas imaginarias. “Apóstrofe” es el
nombre que se da a la figura literaria de hablar a alguien ausente. (Hay un ejemplo claro
de un apóstrofe en 2 Samuel 18:33, donde David dirige palabras de angustia a su hijo
Absalón, aunque éste había muerto y su cadáver estaba sepultado a varios kilómetros de
distancia.)
Después de exteriorizar su anhelo de recibir el abrazo inminente de su esposo (2:6),
la novia conjura a las doncellas de Jerusalén diciéndoles que no los interrumpan en toda
la noche, hasta que su amor se haya saciado (2:7). Ese es otro ejemplo de la figura del
apóstrofe, pues las doncellas obviamente no estaban presentes en la cámara de la pareja.
En 2:7 el verbo hebreo que se traduce como “hagáis velar” es en realidad otra forma del
verbo anterior que se vertió como “despertéis”. Ambas palabras significan más o menos
lo mismo. Por eso, la Biblia de las Américas traduce “que no levantéis ni despertéis”.
Algunas ediciones de la Biblia tienen encabezados para identificar quién habla en
cada párrafo. Esos subtítulos nos ayudan, pero no son parte del texto de las Escrituras, y
están sujetos a error humano. Varias ediciones equivocadamente asignan el v. 7 al
esposo. Ese desacierto resulta de su interpretación de “el amor” que aparece casi al final
del versículo. Piensan que significa “mi amada”, pero más bien tiene su acepción
normal, así como en 2:4 y 5.
La esposa conjura a las doncellas “por los corzos y por las ciervas del campo”,
imitando así el sonido en hebreo de un juramento normal, es decir, en que se juraba por
Dios. El vocablo hebreo traducido como “corzos” es homónimo de una parte de la frase
“Dios de los ejércitos”, y la frase vertida por “las ciervas del campo” suena similar a “El
Shaddai” (título traducido “Dios Todopoderoso” en Génesis 17:1). La novia hace este
juego de palabras porque en la poesía de aquellos tiempos, los corzos y las ciervas eran
figuras que se asociaban con el amor (ver 2:9, 17; 4:5; 8:14; Proverbios 5:19).
¡PENSEMOS!
¿Con qué frecuencia pide usted a su marido que le abrace?
¿Cuándo lo hará esta semana?
¿Qué cosas pueden interrumpir el disfrute de la relación
íntima hoy? ¿Qué pueden los esposos hacer para evitar esas
interrupciones?
¡PENSEMOS!
Según 2:8, ¿cómo viene el amado? ¿A dónde llega? (2:9)
¿Qué hace allí? (2:9) ¿Qué invitación hace a la novia? (2:10)
Según 2:11, ¿qué época del año es? ¿Qué sucede en esa
época? (2:12–13)
¿Qué pide el amado a la novia en 2:14? Según 2:16, ¿cómo es
la relación entre los novios? ¿Qué invitación hace la novia a
su amado en 2:17?
En este epitalamio la novia relata la llegada de su amado para tomarla como esposa.
Oye su voz desde lejos, cuando él, cual gacela, viene corriendo por los montes y
collados (2:8–9a). La expresión hebrea traducida “cervatillo” (2:9) es literalmente
“joven de los ciervos” (ver la Versión Reina-Valera, Revisión 1995). No se refiere a un
animal en su infancia, sino a un venado crecido pero todavía ágil y lleno de vigor.
El “corzo” llega a la casa de la familia de la novia. Se acerca a la pared, e
impacientemente busca a su prometida por todas las ventanas y celosías (2:9). La llama,
invitándola a salir para gozar con él de la belleza primaveral (2:10). Han pasado el frío y
las lluvias del invierno (2:11), y la naturaleza se ha despertado con flores y canciones
(2:12–13). Huelga decir que juntamente con la naturaleza, se ha avivado el amor.
El galán repite la invitación a su novia a salir a él (2:13, ver v. 10). Ahora la
compara con una paloma que se esconde en las grietas de la peña, y le ruega mostrarle
la hermosura de su rostro y permitirle oir su melodiosa voz (2:14).
Como veremos en 2:16–17, las llamadas del novio de los vv. 10–14 no piden
solamente una cita con la señorita, sino su mano en matrimonio. La respuesta de ella en
el v. 15 es muy difícil de interpretar, pues no se sabe qué representan las zorras, ni qué
significa “nuestras viñas”. Debemos buscar una interpretación que encaje en el
contexto. Puesto que en 1:6 “mi viña” es el cuerpo de la doncella, en 2:15 las viñas en
cierne deben ser los cuerpos de los jóvenes, llenos de deseos del amor. Tal vez,
entonces, lo que la novia pide aquí es que nada ni nadie estorbe o interrumpa los amores
de la pareja (ver una idea similar en 2:7). Otra posibilidad es que ella coquetamente
confiesa que las doncellas están indefensas ante los jóvenes agresivos como el novio.
Algunos equivocadamente piensan que las zorras representan a las mujeres que buscan
robarle su hombre a la novia, pero en hebreo, la palabra que se traduce “zorras” no es
femenina como en castellano, sino masculina.
La mujer sigue hablando en el v. 16, pero la escena ya no es la casa de su familia,
sino el lecho nupcial. La pareja ha intercambiado votos de lealtad en la boda (2:16a), y
ahora físicamente disfrutan de su entrega mutua. El esposo, cual corzo, pace entre los
lirios del cuerpo de su esposa (2:16b), y ella lo invita a gozarse en su persona toda la
noche (2:17). El verbo que se traduce “apacienta” en el v. 16, también significa “se
apacienta”, como en 4:5. A la luz del v. 17, esta segunda acepción cabe mejor aquí.
El cantar concluye como comenzó, comparando al amado con un corzo o cervatillo
que corre sobre los montes. Pero hay una diferencia. En 2:8–9 el novio corre ágilmente
por las montañas para llegar a la casa de su prometida. Ahora en 2:17 ella lo incita a ser
igual de ágil sobre los montes de Beter, símbolo de su propio cuerpo.
2:8–9 2:17
Él viene saltando sobre los Sé semejante al corzo o al cervatillo
montes (2:8) Sobre los montes de Beter
Mi amado es semejante al corzo
o al cervatillo (2:9)
¡PENSEMOS!
¿Cuándo invitará usted a su cónyuge
para que juntos disfruten de la belleza
de la naturaleza? ¿Qué lenguaje poético
y qué cumplidos usará para invitar a su
cónyuge a hacer el amor? (ver. 2:14)
¿Cómo influye la lealtad mutua en el
disfrute de la relación íntima? ¿Cómo
ayuda el disfrute de la relación íntima a
fortalecer la lealtad mutua?
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 3:1? ¿Dónde estuvo? ¿Qué hizo allí? ¿Tuvo
éxito?
¿Qué decidió hacer entonces? (3:2) ¿Tuvo éxito?
Según 3:3, ¿quiénes la hallaron? ¿A quién halló ella
después? (3:4) ¿A dónde lo llevó? ¿Qué les pide a las
doncellas de Jerusalén? (3:5)
¿Qué verbo aparece cuatro veces en 3:1–2? ¿Qué verbo
aparece en cada uno de los versículos 1–4?
En este poema, la novia cuenta un sueño. Comienza relatando que buscó a su amado
sin hallarlo (3:1). El hecho de que estaba en su cama cuando inició la búsqueda es la
primera pista de que lo que ella narrará a continuación fue un sueño. También indica
que en el sueño ella y su amado ya estaban casados.
Entonces la esposa decidió salir a las calles y plazas de la ciudad para buscar a su
marido, pero de nuevo su esfuerzo fue infructuoso (3:2). La repetición en cuatro
ocasiones del verbo “buscar” y dos veces de la oración “no lo hallé” en 3:1–2 subraya
su frustración y angustia.
3:1 3:2
Busqué, busqué Buscaré, busqué
No lo hallé No lo hallé
Por supuesto, en la vida real sería un contrasentido que una dama solitaria saliera
por las calles de la ciudad a altas horas de la noche. Correría el riesgo de ser atacada,
como se ve en 5:7. Ella debería esperar en casa el regreso de su marido, o pedir que
algunos amigos o familiares le acompañaran a buscarlo. La imprudencia de la mujer
aquí es otra evidencia de que lo que ella relata es un sueño, pues en los sueños solemos
hacer los disparates más escandalosos. ¿Quién no se ha despertado sudando, para luego
descubrir con un alivio enorme que las locuras que creía estar cometiendo no eran más
que una pesadilla?
El verbo “hallar” vuelve a aparecer en el v. 3. Sin embargo, no es que la esposa haya
encontrado a su amado, sino que los guardas de la ciudad la hallaron a ella.
Aparentemente no tenían una reputación intachable (ver 5:7), pero en ese sueño, no
molestaron a la indefensa, sino que le permitieron seguir su camino.
No es sino hasta el cuarto “hallar” que la protagonista al fin encontró al que amaba
su alma (3:4). Ella no aclara por qué él había salido de casa. Probablemente no había
ninguna razón en particular, pues en los sueños muchas cosas suceden
inexplicablemente.
¡PENSEMOS!
Hasta aquí en Cantares, quien ha hablado más para animar
la relación íntima ha sido la mujer. Hoy día, muchos varones
se quejan de que sus esposas no son seductoras. ¿Cuándo
tomará la iniciativa, hermana, para hacer el amor con su
marido?
10
Las bodas del rey
Cantares 3:6–5:1
Uno de los factores más relevantes para que un matrimonio sea feliz es la relación
íntima. La satisfacción de ella “cubrirá multitud de pecados”, pero la insatisfacción
magnifica otros problemas. La sección de Cantares que estudiaremos en este capítulo
ofrecerá a los varones en particular, una orientación para hacer del acto de amor una
experiencia empapada de placer para la pareja.
¡PENSEMOS!
¿Qué respuesta da 3:7 a la pregunta de 3:6? A la luz de 3:7–
8, ¿cuál es la función de los sesenta valientes? Según 3:9–10,
¿qué materiales se usaron para hacer la carroza? Según
3:11, ¿quién está adentro de la carroza? ¿Qué adorno lleva?
La mayor parte del cantar habla de la litera de Salomón. Hay una progresión en su
descripción empezando desde afuera (3:6–8) y hacia adentro (3:9–10), culminando con
la identificación del pasajero (3:11).
El poema principia con la duda de un atalaya que estaba en el muro de Jerusalén. Él
divisó a la distancia una procesión que se dirigía hacia la ciudad, y preguntó qué sería
(3:6).
La interrogante “¿Quién es ésta?” implica que la respuesta debe ser “la novia de
Salomón”, o algo por el estilo. Sin embargo, la prometida jamás se menciona en 3:6–11,
y la respuesta que se da a la pregunta es “la litera de Salomón” (3:7). Por eso, el inicio
del v. 6 probablemente debe traducirse: “¿Qué es eso?”, como dicen la Versión Popular
(Dios Habla Hoy) y la Revisión Reina-Valera 1995.
La litera era una especie de vehículo sin ruedas, que era llevado por hombres o
caballos. Desde lejos se veía el humo que subía por el incienso que se quemaba en el
cortejo (3:6). Cuando se hubo acercado más, se distinguían los sesenta guerreros
israelitas, armados y diestros (3:7–8) que rodeaban la litera para proteger al rey de
asaltantes, fieras, o cualquier otro peligro.
Cuando la carroza entró en la ciudad, los habitantes pudieron apreciar su belleza.
Salomón la hizo de los materiales más preciosos: madera del Líbano, plata, oro y
púrpura (3:9–10). En lugar de “grana”, la mayoría de las versiones traduce “púrpura”.
La tela de ese color era muy cara, pues el tinte, hecho del líquido segregado por un
molusco marino, era muy escaso.
La lista de materiales concluye con el “amor” (3:10). Por supuesto, ése es un
material que se usa sólo en sentido poético. Las doncellas de Jerusalén arreglaron el
interior de la litera con los materiales idóneos para incitar al amor.
A esas jóvenes se les llama para que vean quién está en la carroza (3:11). Es el rey
Salomón, coronado para su boda. La palabra “desposorio” que se usa aquí, no significa
“compromiso para casarse”, sino “matrimonio”. Casi todas las versiones traducen con
más claridad “día de su boda”. La corona no es la diadema real, sino un adorno para la
cabeza del novio, hecho por su madre. Esa corona se menciona en Isaías 61:10 en la
Versión Popular, la Biblia de las Américas y la Versión Reina-Valera Actualizada.
Desde luego, nadie más en Israel tenía una litera tan magnificente como la de
Salomón, ni una guardia personal de sesenta guerreros. Sin embargo, aun el novio más
pobre llegaba a su boda de la manera más elegante posible, acompañado de sus apuestos
amigos y coronado por su madre para “el día del gozo de su corazón”. Actualmente, el
novio también se pone de gala, como un rey, el día de su casamiento.
¡PENSEMOS!
¿Qué cosas hacemos hoy para que el novio sea “rey de la
boda”? ¿Se debe gastar dinero para que la boda sea
elegante?
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 4:1? ¿A quién habla? ¿Qué es lo primero
que le dice? ¿Qué partes de su cuerpo describe en 4:1–5?
Según 4:6, ¿a dónde irá? ¿Cuándo irá allí? ¿En qué se
asemeja 4:7 a 4:1? ¿Qué invitación hace el novio en 4:8?
¡PENSEMOS!
¿Cuándo fue la última vez que usted alabó la hermosura de
su cónyuge? ¿Cuándo fue la última vez que criticó su
apariencia? ¿Qué cumplido le dará esta semana relativo a su
aspecto físico?
VINE A MI HUERTO
4:9–5:1
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 4:9? ¿A quién le habla? Según 4:9, ¿qué ha
hecho ella? ¿Qué aspectos de ella alaba el novio en 4:10–11?
¿A qué cosas le compara en 4:12 y 15? ¿Qué significan las
palabras “cerrado” y “sellada” en 4:12?
¿Qué invitación hace ella en 4:16? Según 5:1, ¿cómo
responde el amado a la invitación?
¿Quién habla al final de 5:1? ¿A quiénes habla? ¿Qué
exhortación les hace?
LA NOVIA ES:
Huerto cerrado (4:12a) Huerto exótico (4:13–14)
Fuente cerrada (4:12b) Fuente refrescante (4:15)
Enseguida, el novio pide a los vientos que soplen en su huerto para que exhale sus
aromas (4:16a). Aquilón es el viento del norte, y Austro el del sur. No es imposible que
la persona que habla en el v. 16a sea la novia, pero el contraste entre “mi huerto” y “su
huerto” del v. 16 indica que primero habla el varón, y luego la esposa.
En efecto, ella le responde en el v. 16b invitándole a entrar en su huerto para
disfrutar sus aromas y su dulce fruta. El acepta gozosamente, y luego le expresa el
placer exquisito que ella le ha proporcionado (5:1).
Salomón concluye el poema amoroso animando a los casados a gozar del amor
sensual plenamente (5:1). La frase que se traduce como “bebed en abundancia” es
literalmente “bebed y embriagaos” (Biblia de las Américas). En Cantares, “amigo” y
“amado” son términos muy usados por los enamorados (ver 5:16). De modo que aquí
Salomón se dirige tanto a los novios del poema que están en su cama nupcial como a
todos los lectores que ya se han casado, con objeto de instarlos a saborear el amor
plenamente y a beber de él hasta la embriaguez.
¡PENSEMOS!
En 4:1–16, el novio no apresura la relación íntima, sino que
prepara a su esposa mediante muchas frases románticas y
eróticas. ¿Hace usted lo mismo con su costilla? ¿Con qué
expresiones le conquistará en la próxima oportunidad?
En el poema, la novia se había guardado virgen para su
esposo. ¿Es éste un deber sólo de las mujeres, o también de
los varones? ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a
mantenerse castos? ¿Quiénes disfrutan más de la relación
íntima cuando se casan: los vírgenes, o los que han tenido
relaciones anteriormente?
11
Una pareja de ensueño
Cantares 5:2–6:12
Cuanto más conocemos a la gente, más vemos sus defectos. Esto sucede
especialmente en el matrimonio. Aquella persona que en un tiempo nos parecía perfecta,
ahora la vemos con más deficiencias que virtudes. En vez de echarle flores, la
criticamos. No es que haya realmente perdido todos sus encantos, sino que no prestamos
a ellos la misma atención que antes. La porción de Cantares que estudiaremos en este
capítulo nos sugiere algunas maneras de captar una visión renovada del cónyuge que
una vez nos enamoró.
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 5:2? ¿Qué hacía? ¿Qué hacía su corazón?
¿A quién escuchó? ¿Qué pedía el amado? ¿Qué razón dio?
¿Cómo respondió la mujer en 5:3? Según 5:4a, ¿qué hizo el
amado? ¿Cómo reaccionó la mujer? (5:4b–6a) Según 5:6,
¿qué descubrió cuando abrió la puerta?
¿Qué hizo entonces? (5:6) ¿Tuvo éxito? (5:6) Según 5:7,
¿quiénes la hallaron? ¿Qué le hicieron? ¿A quiénes se dirige
la mujer en 5:8? ¿Qué les pide?
¡PENSEMOS!
¿Quiénes hablan en 5:9? ¿A quién se dirigen? ¿Qué le
preguntan?
¿Quién habla en 5:10? ¿Acerca de quién habla? ¿Qué
aspecto suyo describe en 5:10? ¿Qué partes de su cuerpo
describe en 5:11–16? Según 5:10b, ¿qué tan guapo es? Según
5:16, ¿qué tanto de él es guapo?
¿Quiénes hablan en 6:1? ¿A quién se dirigen? ¿Qué le
preguntan? ¿Qué ofrecen hacer? ¿Qué respuesta da la novia
a su pregunta? (6:2) ¿Cómo interpreta esa respuesta en 6:3?
La heroína describe la cabeza de su marido como oro de la más alta calidad (5:11).
Quizá se refiera al aspecto de su cutis, o sencillamente quiera decir que su cabeza es
preciosísima.
Luego habla de las características de la cabeza: los cabellos (5:11b), los ojos (5:12),
las mejillas (5:13a) y los labios (5:13b). De manera que hasta el 5:13 sigue un desarrollo
muy similar al elogio que el novio hizo de ella en 4:1–3.
Los cabellos del amado son negros como el cuervo (5:11b). El vocablo después de
“sus cabellos” aparece sólo aquí y su significado es incierto. Algunas versiones traducen
“crespos” (Versión Reina-Valera), otras, “ondulados” (Versión Popular, Versión Reina-
Valera Actualizada), y todavía otras “racimos de palmera” (Biblia de las Américas).
Sus ojos parpadean como el aleteo agraciado de las palomas cuando se lavan junto a
los arroyos (5:12a). En el centro de la parte blanca del ojo, la pupila y el iris están
engastados como joyas (5:12b).
De sus mejillas, donde brota la barba perfumada, emanan fragancias exquisitas
(5:13a). Sus labios también exhalan perfumes (5:13b). La costumbre de ungir la barba
con perfume se menciona también en Salmos 133:2.
De la cabeza, la descripción desciende a los brazos (5:14a), luego al abdomen
(5:14b), entonces a las piernas (5:15a) y por último a los pies (5:15a). Pinta cada parte
como si el cuerpo del amado fuera una estatua compuesta de materiales costosos y
adornada con joyas.
Los brazos del marido son como cilindros de oro engastados de piedras preciosas
(5:14a). En hebreo, la palabra “manos” a veces incluye los brazos. En Jeremías 38:12
incluso está traducida como “sobacos”. Aquí debe referirse a los brazos, pues se cree
que el vocablo vertido por “anillos” significa más bien “cilindros” o “barras” (Biblia de
las Américas, Versión Reina-Valera Actualizada).
El abdomen de aquel adonis tenía el color y textura del marfil (5:14b). La palabra
que se traduce “cuerpo” es más bien “abdomen” o “vientre” (Biblia de las Américas,
Versión Reina-Valera Actualizada). Lo que se denominaba “zafiro” en el mundo
antiguo es lo que hoy llamamos lapislázuli, un mineral de color azul hermosísimo.
La esposa compara las piernas de su marido con columnas de alabastro, y sus pies
con basas de oro fino (5:15a). El vocablo que se traduce “mármol” se refiere
específicamente al alabastro (Biblia de las Américas), una especie de mármol
translúcido, con visos de colores, y capaz de ser pulido hermosamente.
Habiendo llegado a los pies, la enamorada vuelve a una perspectiva más amplia y
describe el “aspecto” del objeto de su pasión (5:15b). La comparación con los cedros
del Líbano implica que ella tiene en mente la dignidad de su figura recta y alta.
Antes de concluir, la mujer regresa a la cabeza para poner de relieve la dulzura de su
paladar (5:16a). Esta referencia a los besos del amado (ver 1:2) constituye el clímax del
retrato poético, no sólo porque viene al final, sino también porque rompe con la
progresión que llevaba de arriba para abajo en los vv. 11–15a.
La descripción pormenorizada del marido está enmarcada por dos loas generales. La
mujer comenzó declarando que su varón es el más guapo entre diez mil (5:10) y
concluye aseverando que todo él es codiciable (5:16a). Por supuesto, su apreciación es
subjetiva, pues toda esposa puede decir lo mismo de su marido.
Sus últimas palabras del v. 16 nos recuerdan que ella ha estado alabando a su amado
ante las doncellas de Jerusalén, en respuesta a su pregunta del v. 9. Aquí lo llama por
única vez en el libro “mi amigo”, título de cariño que él ha empleado con ella
frecuentemente (ver la explicación de 1:9).
En fin, la esposa no se preocupa más por hallar al amado, porque ahora se da cuenta
que nunca lo ha perdido.
¡PENSEMOS!
Cuando usted habla con otros acerca de su cónyuge, ¿lo
alaba, o lo critica? ¿Con quién alabará a su cónyuge esta
semana? ¿Qué le dirá acerca de su cónyuge?
¿Quiénes disfrutan la relación íntima más en el matrimonio:
los que se mantienen fieles a su cónyuge, o los que tienen
relaciones ilícitas? ¿Cómo pueden los casados reforzar su
lealtad mutua? ¿Cómo ayuda en este sentido la relación
íntima?
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 6:4? ¿A quién habla? ¿Qué es lo primero
que le dice? ¿A qué cosas la compara en 6:4? ¿Qué partes de
su cuerpo describe en 6:5–7?
¿Qué contraste hay entre los números en 6:8 y la cifra que
está al principio del v. 9? ¿Cuál es el propósito de ese
contraste? Según 6:9b–10, ¿qué apreciación hicieron las
mujeres del aspecto de la amada?
¿Quién habla en 6:11? ¿A dónde fue? ¿Para qué fue allí?
Según 6:12, ¿qué le sucedió allí?
Este epitalamio confirma por parte del marido las palabras de su esposa del v. 3. Allí
ella proclamó que los dos eran leales el uno a la otra, y él ahora lo demuestra, dirigiendo
a ella un cantar que celebra tanto su belleza (6:4–10) como sus amores (6:11–12).
HIPÉRBOLES DE 6:8–10
La amada es la más bella de todas las mujeres (6:8–9).
Las reinas y las concubinas alaban a la amada (6:9–10).
¡PENSEMOS!
¿Qué rasgos del cuerpo de su cónyuge alabará usted esta
semana? ¿Cuándo lo hará? ¿Permite usted todavía que el
amor lo ciegue, o ve a su cónyuge solamente con ojo crítico?
¡PENSEMOS!
Algunas parejas no hablan de temas sexuales porque les da
vergüenza, o porque consideran que es pecado hacerlo.
Otros tratan el sexo con un lenguaje clínico, o hasta soez.
Cantares nos presenta otra opción: hablar del tema, pero
con delicadeza poética. ¿Cómo debemos enseñar acerca del
sexo en la iglesia hoy día? ¿Cómo debe ser el lenguaje
erótico que los cónyuges utilizan entre sí?
12
Últimos cantares
Cantares 6:13–8:14
Una actividad que unifica a una pareja en el matrimonio es recordar juntos las
experiencias del pasado. De esas experiencias, una de las más preciosas seguramente
fue el día de la boda. A lo mejor sucedieron cosas graciosas, inesperadas y memorables.
Intercambiamos votos de lealtad hasta la muerte, nos entregamos el uno al otro, e
iniciamos una relación íntima y erótica sin paralelo. Cantares 6:13–8:14 nos ayudará a
revivir los deleites de esa ocasión única.
SUBIRÉ A LA PALMERA
6:13–7:10
¡PENSEMOS!
¿Quiénes hablan en 6:13? ¿A quién hablan? ¿Qué le piden?
¿Con qué pregunta responde ella? ¿Qué respuesta le dan?
¿Qué partes del cuerpo de la novia describe 7:1–5?
¿Quién habla en 7:6? ¿A quién habla? ¿Qué es lo primero
que le dice? (7:6) Según 7:7–9, ¿qué quiere hacer con ella?
¡PENSEMOS!
Los científicos dicen que los varones se excitan sexualmente
por la vista, pero las mujeres por las palabras románticas y
eróticas, como las de 7:7–9. ¿Qué palabras eróticas dirá
usted, hermano, a su esposa esta semana?
AMORES EN EL CAMPO
7:11–13
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 7:11? ¿A quién se dirige? ¿A dónde le
invita a ir? Según 7:12–13, ¿qué le ofrece allí?
“PASAREMOS LA NOCHE
ENTRE FLORES DE ALHEÑA”.
Casi todas las versiones tienen “pasar la noche” o su equivalente en lugar de
“moremos”. Hay más debate sobre la otra parte de la oración, pero las otras veces que la
palabra hebrea aparece en Cantares no significa “aldeas”, sino “flores de alheña” (1:14;
4:13). De manera que, así como en 1:16, la novia llama a su varón a acostarse con ella
en el suelo entre las flores. Así alude líricamente a los encantos de la cámara nupcial.
Nuevamente repite la invitación en 7:12. La segunda y tercera líneas hacen eco de
6:11, texto que habla poéticamente de la relación íntima (ver la explicación de 6:11).
Por si hubiera alguna confusión, al final de 7:12 la novia promete sin ambages dar sus
amores a su esposo. Le entregará las dulces frutas, nuevas y añejas, que ella ha
guardado para él, y sólo para él (7:13). Las “puertas” de la pareja no son las de una casa
literal, sino de casas imaginarias que están debajo de los árboles (ver la explicación de
1:17).
¡PENSEMOS!
¿Qué frutas dulces entregará usted a su marido esta
semana? ¿Qué hará para que sus amores no caigan en la
rutina, sino que incluyan frutas nuevas y excitantes?
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 8:1? ¿A quién habla? Según 8:1–2, ¿qué
quisiera hacer? ¿Qué desea según 8:3? ¿Qué pide en 8:4?
También en este segundo cantar breve es la novia quien habla. De nuevo se dirige a
su varón, para manifestar su anhelo de darle sus amores. Quisiera estar en libertad para
besarlo en público, como si fuera un hermanito suyo (8:1). Desea poder llevarlo a la
cámara de aquella que le había concebido, para entregarle allí su vino embriagador
(8:2).
Enseguida, la escena cambia a la cámara nupcial. Casi repitiendo 2:6–7, la novia
exterioriza su hambre del abrazo inminente de su esposo (8:3), y luego conjura a las
doncellas de Jerusalén diciéndoles que no les interrumpan hasta que su amor se haya
saciado (8:4; ver la explicación de 2:7).
¡PENSEMOS!
En 7:10–13 y también en 8:1–2, es la esposa quien invita.
¿Cuándo invitará usted a su marido a hacerle el amor?
¿Cómo lo hará?
En lugar de “tuvo dolores” sería mejor traducir “concibió”, así como ese mismo
verbo está vertido en Salmos 7:14. Si bien el encabezado en muchas ediciones de la
Biblia indica que en el v. 5b el amado habla a la mujer, el hebreo claramente indica lo
contrario: ella se dirige a él.
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 8:6? ¿A quién le habla? ¿Qué le pide? ¿Qué
características del amor subrayan 8:6–7?
Este poema representa lo que la novia pide y ofrece en la boda. Llama a su novio a
mantenerla cerca de él, y le promete un amor leal.
Primero le ruega guardarla tan cerca de él como un sello (8:6). En aquellos tiempos
el sello era la posesión más cuidada, pues servía como firma y medio de identificación.
Se guardaba junto al corazón sujeto por un lazo que se ataba alrededor del cuello
(Génesis 38:18, 25), y sobre el brazo cuando se llevaba como anillo en la mano
(Jeremías 22:24). A la vez “sobre tu corazón” sugiere “en lo más íntimo de tu ser” o “en
tus pensamientos”, y “sobre tu brazo” implica “públicamente” o “en tus acciones”. En
lugar de “marca” se debe traducir “sello” (Biblia de las Américas, Versión Reina-
Valera Actualizada); es la misma palabra usada ya al inicio del versículo.
A continuación, la novia describe el amor que ella ofrece a su varón. Es tan fuerte
como la muerte, la cual, una vez que se aferra a alguien, no le suelta (8:6). Arde como
un fuego inapagable (8:6–7). Es un regalo que ella entrega voluntariamente, pues jamás
lo podría comprar el novio u hombre alguno (8:7b).
¡PENSEMOS!
¿Qué pueden hacer los casados para mantenerse cerca uno
del otro?
SOY MURO, Y MIS PECHOS TORRES
8:8–10
¡PENSEMOS!
¿Quiénes hablan en 8:8? ¿De quién hablan? ¿Qué problema
buscan resolver? Según 8:9, ¿cuáles son los planes
alternativos que adoptan?
¿Quién habla en 8:10? ¿Qué dice acerca de sí misma?
Este corto epitalamio retrocede al tiempo en que la novia todavía no había llegado a
la pubertad. En ese entonces, sus hermanos se preguntaban qué harían para guardarla y
prepararla para su matrimonio (8:8). En Israel, cuando el padre había fallecido, los
hermanos eran responsables de arreglar el matrimonio de sus hermanas (Génesis 24:29–
60; Jueces 21:22). La expresión “cuando de ella se hablare” era un modismo que
significaba “cuando ella sea pedida” (Versión Popular, Biblia de las Américas).
Los hermanos adoptaron planes alternativos (8:9). Si su hermana se mantuviera
casta como un muro, la recompensarían con adornos de plata (8:9a). En cambio, si ella
se portara demasiado abierta con los varones, como una puerta, la harían menos
accesible (8:9b). La última parte del v. 9 debe traducirse como en la Biblia de las
Américas: “la reforzaremos con tablas de cedro”.
Luego el poema salta al tiempo del casamiento. La novia anuncia a sus hermanos y a
los convidados que ella se ha guardado casta, pero ahora es físicamente madura y
atractiva a su amado (8:10). La palabra que se traduce “paz” es shalom; incluye no sólo
la paz, sino también la felicidad y bienestar en general. El novio ve en su mujer una
fuente de toda clase de bendición (ver la explicación de “sulamita” en 6:13). En lugar de
“la que halla paz”, se debe traducir “la que trae paz”, como en la Nueva Versión
Internacional en inglés:
¡PENSEMOS!
¿Qué bendiciones aporta usted a su matrimonio? ¿Qué
bendiciones recibe de su cónyuge?
MI VIÑA ES MÍA
8:11–12
¡PENSEMOS!
Según 8:11, ¿qué tuvo Salomón? ¿Qué hizo con ella?
¿Cómo era ella?
¿Quién habla en 8:12? ¿Qué tiene? ¿Cómo es ella?
Este cantar es una alegoría, en la cual el novio exalta el valor de su esposa sobre
todo el harén del rey.
Comienza hablando de una viña de Salomón (8:11). Así como el huerto mencionado
en 4:16–5:1 y la viña en 1:6 representan a la novia, aquí la viña de Salomón simboliza a
sus esposas. El nombre de Baal-hamón sirve de pista, pues significa “señor (o “esposo”)
de una multitud”. Entonces, los guardias eran los custodios del harén real.
Una viña cuya fruta valía miles de siclos de plata (8:11) sería inmensa y de
extraordinaria calidad (Isaías 7:23). Desde luego, las esposas del rey eran de la más alta
calidad. A la vez, la cifra de “mil” evoca el número de las esposas que tuvo Salomón
según 1 Reyes 11:3.
Con todo, el novio estima que su viña, su esposa, vale más que las mil de Salomón y
todas las demás damas de la corte real (8:12; hay una idea similar en 6:8–9). No la ha
entregado a los guardias, sino que ella “está delante de él” en la boda, y dentro de poco
él saboreará su dulce fruta.
En hebreo, la expresión “mi viña, que es mía” (8:12) es una repetición exacta de la
frase que se traduce “y mi viña, que era mía” en 1:6. La viña pertenecía a la mujer (1:6),
pero ella ahora la entrega por amor a su marido (8:12; ver 4:16–5:1).
SÍMBOLOS DE LA ALEGORÍA
Símbolo Interpretación
Viña de Salomón (8:11) Harén de Salomón
Guardas (8:11) Encargados del harén
Alto valor del fruto (8:11) Alta calidad de las esposas
“Mi viña” (8:12) La novia del amado
¡PENSEMOS!
¿Cuándo fue la última vez que dijo
usted a su cónyuge cuánto le estima?
¿Cuándo se lo dirá esta semana?
¿Cómo puede un varón demostrar con
sus acciones que valora a su esposa
más que a todas las demás?
¡PENSEMOS!
¿Quién habla en 8:13? ¿A quién le habla? ¿Qué le pide?
¿Con qué invitación responde ella en 8:14?
El amado inicia este último epitalamio suplicando a la novia que le haga saber que
lo ha escogido a él de entre todos los compañeros que la desean (8:13). Ella le responde
con la invitación esperada, de hacerle el amor (8:14). “Las montañas de aromas” son el
cuerpo perfumado de la novia o, más específicamente, sus pechos, aromatizados por la
bolsita de especias que reposa entre ellos (ver 1:13).
El v. 14 se asemeja bastante a 2:17 y 4:6 (ver la explicación de esos textos).
Constituye una conclusión apta para la celebración de la boda y para todo el Cantar de
los Cantares.
¡PENSEMOS!
¿Cuáles son algunas maneras en que Cantares le ha ayudado
en su matrimonio? ¿Cuáles son algunas de sus enseñanzas
que usted todavia espera poner en práctica?
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