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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

ESCUELA DE PSICOLOGÍA
LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA EDUCATIVA

Asignatura:

Trastornos Infanto-Juveniles

Tema:

Introducción a los Trastornos Infanto-Juveniles

Participante:

Awhilda Carolina Morla Martínez

Matrícula

100023748

Facilitadora:

Vivian Fernández

Modalidad:

Virtual

Santo Domingo,
República Dominicana
Octubre, 2021
DESARROLLO DE LA ASIGNACIÓN

Después de consultar la bibliografía señalada (Libro: Trastornos psicológicos


y neuropsicológicos en la infancia y la adolescencia) y otras fuentes de interés
científico para la temática objeto de estudio, se aconseja que realices las
siguientes actividades:

1.Elabora un informe sobre los orígenes históricos y sucesos importantes del


estudio de psicopatología infanto-juvenil.

Desde el punto de vista histórico, la infancia inicialmente no era objeto de estudio de


la Psiquiatría (primera disciplina que se ocupa del abordaje en Salud Mental).

La Psiquiatría Clásica comenzó investigando los casos considerados de Locura o


Alienación, sólo en adultos. Por lo que, la psicopatología infanto-juvenil es
relativamente reciente, la principal razón por la cual la Niñez tardó en ser
considerada un objeto de estudio es sencillamente porque no existió desde siempre.
Desde la antigüedad, los niños eran considerados simplemente como adulto/as en
miniatura. No se los hacia poseedores de derechos especiales ni se consideraba
que debieran ser cuidados o protegidos de manera particular. La mayoría trabajaba
y llevaba a cabo gran cantidad de actividades forzosas y exigidas a muy temprana
edad.

El comienzo de la Psiquiatría Infantil podría situarse en lo que P. Bercherie,


denomino la Clínica Diacrónica. Esto implicaba recabar sobre datos del pasado de
los alienados o criminales de la época, llegando así hacia sucesos de la niñez y a la
conceptualización de Sante de Sanctis en 1905 de la llamada Demencia
Precocísima, que sería un antecedente de la Esquizofrenia Infantil. Comenzó
entonces como una preocupación sobre las causas o etiología de aquello que se
observaba en los adultos. Ciertamente, desde los primeros días de la psicología
científica, hubo un claro interés hacia el estudio de los problemas infantiles
relacionados con el desarrollo y el retraso mental. Estos dos temas vinieron casi a
monopolizar la atención de los investigadores.

En la década de los 40, la postulación del Autismo Infantil consolida la Psiquiatría


infantil con su propio objeto de estudio.

Freud también centró inicialmente sus investigaciones sobre la niñez en base a


cuestiones etiológicas que investigaba en sus pacientes neuróticos adultos. Aun así,
desarrolló acerca de las fobias infantiles. Con Freud, la infancia adquiere relevancia.

Gradualmente la infancia empieza a ser concebida como una etapa de la vida a la


que había que prestarle especial atención. Según la psicología clínica, la
exploración en casos de pacientes adultos mostraba que, en su mayoría, que los
problemas se iniciaban en la infancia, lo cual comenzó a subrayar la relevancia de
los primeros años de la vida de la persona. Y, a todo ello contribuyó grandemente la
consolidación de la perspectiva psicoanalítica, al defender que era en la infancia
cuando se iban a sentar las bases de los trastornos que cobrarían plena fuerza
después. De hecho, es bien notorio que, entre los primeros estudiosos de la
psicopatología infantil, se cuentan numerosos psicoanalistas.

Desde el punto de vista psicoanalítico, las fobias infantiles se transformaron en un


paradigma de las neurosis en la infancia. Siendo, a partir de allí, abordadas e
investigadas especialmente. El Psicoanálisis también desarrolló el concepto de
Sexualidad Infantil, con un carácter notablemente particular y distinto al de la
sexualidad adulta.

Hay una larga lista de nombres que delimitan el desarrollo creciente y, en gran
parte, muchos de ellos pertenecen al campo de la medicina (Spitz, Kanner, Rutter o
Ajuriaguerra, entre otros), pero es realmente en los años 70 cuando se produce su
florecimiento ya desde una perspectiva más psicológica (Achenbach, Ollendick,
Ross o Kazdin). El comienzo del estudio sistemático de este campo debe situarse
en aquel nivel en que empieza a dibujarse un cuadro conjunto y clasificatorio de
todo el abanico de problemas. Con ello cobró la psicopatología infantil una
consistencia científica, sistemática y organizada.

Concretamente, en 1976, un Comité de Expertos de la Organización Mundial de la


Salud revisó los conocimientos previos sobre salud mental y desarrollo psicosocial
de la infancia y reconoció que hasta entonces se había prestado una escasa
atención a los trastornos psíquicos de niños y adolescentes, a pesar de su
prevalencia y severidad. Es a partir de 1980, con la publicación del DSM-III, cuando
los trastornos infantiles aparecieron seriamente en escena. Como dato curioso, en el
DSM-II se listaban tan sólo 8 posibles diagnósticos frente a los 55 que ya se
incluyen en el DSM-III. 

2. Realiza un decálogo con los principios éticos que deben ser tomados en
cuenta durante el proceso de evaluación, el psicodiagnóstico y el tratamiento
psicológico de niños y adolescentes.

La evaluación psicológica debe cumplir con las garantías científicas, tanto de


procedimientos (aspectos psicométricos) como del proceso de evaluación
psicológica y, además, con las garantías éticas, deontológicas y legales (Fernández-
Ballesteros y Calero, 2011).

1. Buscar el bienestar de niños y/o adolescente, ayudándoles en la medida en


que seamos capaces y abstenernos de hacer actos que lo perjudiquen.
2. No juzgar un comportamiento a simple vista al niño y/o adolescente, sino
más bien respetar la individualidad, pensamientos y creencias.
3. Aunque seamos adultos, recuerda que los niños son personas y deben ser
tratados como tal.
4. Formular el juicio clínico en base a los datos obtenidos.
5. Ser creativo y competente, no basta con contar con la correspondiente
formación profesional y el conocimiento técnico de cada una de las pruebas. Las
peculiaridades de esta población hacen necesario que seamos lo
suficientemente hábiles para adaptarnos a las características de cada niño y
sepamos envolver cada prueba de un color y una forma específica para que le
resulte lo más atractiva posible.
6. Sintetizar los resultados de las diferentes pruebas, trasladarlas a los
familiares.
7. Ser prudentes y objetivos, debemos ser muy cuidadosos a la hora de
establecer afirmaciones contundentes acerca del desarrollo futuro de cualquier
trastorno, ya que la niñez es una etapa en constante desarrollo y cambios.
8. Brindar únicamente la información solicitada.
9. Respetar la autonomía del niño y/o adolescente.
10. Reconocer tus límites, como profesional no lo sabemos todo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICA

Gómez Ramírez, R. del P. (2017). La evaluación psicológica infantil: metodología y


aplicación de las técnicas proyectivas y psicométricas. Poiésis, (33), 104-118. DOI:
https://doi.org/10.21501/16920945.2500

Romero García, I. Romero García, I. y Arango Lasprilla, J. C. (2018). Trastornos


psicológicos y neuropsicológicos en la infancia y la adolescencia. Editorial El Manual
Moderno. https://elibro.net/es/ereader/uapa/39799?page=1

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