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COMERCIO Y VENTA DE ESCLAVOS EN

COLOMBIA

La esclavitud ha sido una práctica muy común alrededor del mundo, el uso de personas
para llevar a cabo tareas forzosas y labores domésticas como auxiliares de conquista,
criadas de servicio, construir edificaciones o fortificaciones era una manera de asegurar que
el trabajo pesado no tuviera costo, por lo que era una actividad económica muy lucrativa,
sobre todo en ciudades recién fundadas.

En el territorio de Colombia, algunas comunidades indígenas también hacían uso de estas


costumbres, especialmente en tiempos de guerra, en donde los prisioneros eran utilizados
como informantes o trabajadores. Durante el periodo de conquista y colonización el
comercio de esclavos alcanzo niveles masivos en el siglo XVI hasta 1851 ya que los
recursos de los cuales disponían los primeros colonizadores permitieron traer capital
humano para llevar a cabo las tareas que se requerían durante el proceso de ocupación del
Nuevo Mundo. Estas personas vivían en perpetua servidumbre y en cautiverio, su vestido,
forma de trato y derechos a los que podían acceder se diferenciaban visiblemente de los
hombre libres.

La introducción de esclavos al territorio y su distribución se efectuó mediante contratos


denominados “asiento” como una forma legítima para vender esclavos en las colonias
españolas. A partir del lugar de origen al esclavo se le atribuía una terminología en
específico para diferenciarlos como “carabalí”, “mandinga”, “mondongo” los cuales hacían
referencia a regiones de África de las cuales habían sido arrebatados.

A menudo se usaban términos para referirse a los esclavos y clasificarlos según el área del
cual provenía así como utilizaban otras palabras para referirse a su comportamiento y nivel
de experiencia en el trabajo. Por ejemplo usaban la palabra “bozal” para dar a entender que
era un esclavo extranjero recién llegado y que aún no hablaba el español, también se le
llamaba “ladino” a aquel esclavo que ya hablara la lengua o hacía referencia a que era
mestizo de indígena y blanco y solamente hablaba español. De igual manera, se hacía
distinción entre novatos y experimentados, es decir, denominaban “muleques”, cuando el
esclavo tenían entre siete y diez años; “bozalón” era la denominación para aquel esclavo
considerado torpe y poco diestro. El “cimarrón” era aquel esclavo rebelde, que huía al
campo habitualmente, algunos fugitivos llevaban una vida de libertad en rincones apartados
denominados palenques o quilombos. Para aquellos que eran apresados nuevamente se les
imponían castigos muy severos, ya que se les ataba a una escalera o poste y eran azotados
no menos de 100 o 200 veces en los glúteos y espalda hasta dejarlos casi muertos. Por
ultimo estaban los denominados “pieza” o “pieza de las Indias” para referirse a aquel que se
encontrara en una edad entre los 18 y los 35 años. Este tipo de esclavos eran muy deseados
ya que dentro de esta categoría se encontraban los prisioneros con mejores estados de salud
y con suficiente entendimiento y experiencia para laborar en cualquier campo que se le
asignara.

Características como la edad, experiencia, estado físico y salud determinaban el precio del
esclavo, pues entre más apto fuera para realizar los trabajos requeridos de la época más
elevada era la demanda y su costo. Podemos encontrar que a comienzos del siglo XVIII se
podía pagar entre 150 y 250 pesos por un esclavo entre 16 y 18 años. Esta era una suma
elevada para ese entonces, teniendo en cuenta que una casa de tapia y teja se podía vender
en 900 pesos en Santafé.

Otro de los procedimientos para determinar el valor de los esclavos era mediante el
“palmeo”, es decir que revisaban minuciosamente el cuerpo de la persona, median y
tanteaban sus proporciones físicas para asegurar “la calidad” del esclavo. Dependiendo de
si tenían alguna enfermedad, número de dientes o manchas se deterioraba o elevaba el
precio de la persona. Una vez que se efectuaba la compra se le hacía una marca en la piel
del esclavo para legalizar la adquisición, se le ponía un hierro calentado al fuego al rojo
vivo usualmente en el pecho, espalda o brazo (con la “R” de la Corona Real) junto con las
iniciales del comprador para que pudiera ser identificado. En tal caso de que de que el
esclavo obtuviera un nuevo amo se le imponía una nueva marca con la señal escogida por
dicho dueño. Una y otras marcas se hacían figurar en la escritura de venta para corroborar
la compra legítima de este.

En muchas ocasiones se solía revender a los esclavos y eran trasferidos de comprador en


comprador, muchas veces para solventar dificultades económicas o adquirir más esclavos.
Uno de los motivos principales por los cuales se hacían devoluciones eran por motivo de
enfermedad, existen varios registros que denuncian sobre las malas condiciones en los
cuales eran entregados los esclavos, muchos de ellos eran devueltos por motivos de salud o
porque los precios no eran los adecuados para un esclavo que no se encontraba en
condiciones óptimas. Algunos de los esclavos cuando eran devueltos se depositaban
nuevamente en “el asiento” y los dejaban allí en condiciones inhumanas para que
terminaran de agonizar. También había compradores que se dedicaban a comprar esclavos
moribundos y en mal estado de salud, ya que eran vendidos a muy bajos precios y después
de un tiempo de cuidado, ya restablecidos los vendían al doble e incluso el triple del valor
original y así lograban sacar muy buenas ganancias.

Cuando los esclavos no eran subastados permanecían en los asientos o corrales, en donde
eran separados por sexos, se les guardaba en húmedas estructuras de viejos muros en las
que había toscas filas de plataformas para dormir con una única entrada, una pequeña
puerta y cerrojo. La única ventilación que tenían era una ventana pequeña y alta, y las
instalaciones sanitarias, si las había, consistían simplemente en tinas. Los enfermos
incurables pasaban sus últimas horas en lugares fétidos y con un calor abrumador.

La venta de esclavos se hacía por cabezas, piezas y lotes. Generalmente abundaba más la
venta de individuos y parejas. Estas podían ser mixtas, de hombres y mujeres, adultos y
niños o madres e hijos. El papel de los esclavos en el Nuevo Reino de Granada, como en
otros países, tenían mayor protagonismo en las minas dada la gran cantidad de oro que se
encontraba en el territorio y en las plantaciones, motivos por los cuales aumentaba
constantemente la demanda de esclavos. Como consecuencia de esto, se empezó a dar un
abuso de los mercaderes en el alza de precios de los esclavos provocando la queja de los
vecinos, el contrabando de esclavos, sobornos y corrupción.

Las ventas se hacían directamente entre las personas interesadas y en ocasiones por medio
de subastas, los esclavos eran ofrecidos igual que animales en el mercado. Estos eran
vendidos por tandas y con ciertos atributos de evaluación, su precio era peculiar en cada
caso. Era frecuente que en la prensa aparecieran los periódicos las ventas de esclavos con
sus respectivos dueños. Los esclavos se vendían completamente desnudos, se les daba una
alimentación muy precaria por lo cual estaban en muy malas condiciones de salud.
Cualquier prenda que tuvieran o utensilio que llevaran consigo se les despojaba, apenas si
les cubrían sus partes íntimas. Se les hacía trotar, bailar, cantar y reír para complacer al
público.

En la mayoría de los casos las mujeres tenían un valor superior sobre los hombres, pero si
alguno tenía cualidades como leer y escribir podían valer hasta 1000 pesos. Las esclavas
que estaban embarazadas o ya tenían hijos y poseían conocimientos de cocina y atención al
hogar adquirían precios muy elevados por ser muy valoradas.
A estas subastas era usual que asistieran frailes, curas y oficiales. A veces asistían damas de
altos rango y examinaban a los esclavos minuciosamente llevando el dedo impregnado del
sudor del esclavo a la lengua, pues se decía que en la transpiración se podía conocer el
estado de salud.

Muchas de las escrituras que se conservan en el archivo nacional de Colombia y en notarias


de muchas ciudades contienen documentos con cláusulas y leyes bajo las cuales se
realizaron estas compras. En dichos papeles se pueden encontrar características generales
como el sexo, edad, casta y otras especificaciones como marcas de nacimiento, defectos
corporales y cualidades que permitían su fácil identificación. Adjunto a estas descripciones
también se podían encontrar los dibujos de las marcas impuestas por la corona española y
las del dueño.

A pesar de que no se sabe con exactitud cuántos esclavos fueron traídos al territorio durante
la época de la conquista y colonización se sabe que no fueron inferiores al millón, ya que
no solo hay que tener en cuenta a aquellos que lograron sobrevivir a los trayectos y llegaron
al territorio, sino también a los que fallecieron dentro de los barcos negreros dados las
terribles condiciones en las cuales eran amontonados y encadenados en las bodegas de los
navíos privados de su libertad, luz o alimento.

Es interesante ver que las figuras que tuvieron un papel destacado dentro de la época, como
los conquistadores españoles, los curas, el ejército y los mercaderes que amasaron fortunas
a costa del sudor, la sangre, lágrimas y muerte de miles de personas se describían a sí
mismos como hombres de Dios, devotos, conciliadores y caritativos en los escritos
históricos, cuando en realidad utilizaban su doble moral para sacar provecho de la idea de
una sociedad civilizada y sana que solo beneficiaba a una elite. En América la verdadera
naturaleza de los españoles se revelo en toda su pureza sin que se entrecruzaran las
perspectivas éticas que pudieron tener en la lejanía de España.

Lo que llama mi atención es la diferencia entre ese Viejo y Nuevo mundo, ya que deja ver
la distorsión de un discurso que se constituyó a partir del descubrimiento y conquista de
América y se incrustó en el pensamiento de los españoles para pensar que las acciones que
se cometieron en los nuevos territorios y con sus habitantes eran nuevas formas de
convivencia presentadas bajo una noble intención y ofrecidas por una nación cristiana.

ANEXOS
BIBLIOGRAFÍA

Escalante, A. El negro en Colombia (1964). Universidad de Colombia. Bogotá.

Gutiérrez, I. El comercio y mercado de negros esclavos en Cartagena de Indias. (2005).


Universidad de los Andes. Bogotá.

Palacios, J. La trata de Negros por Cartagena de Indias (1973). Universidad pedagógica y


tecnológica de Colombia. Tunja.

http://negrosyesclavos.archivogeneral.gov.co:8181/nyssinimag/kwdp/portal/apps/php/ca
talogo.kwe

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