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Los personajes femeninos y la imagen de la mujer en La dama boba

Está la discreción de una casada/ en amar y servir a su marido/ en vivir recogida y recatada/ honesta
en el hablar y en el vestido;/ en ser de la familia respetada, / en retirar la vista y el oído, / en enseñar
los hijos, cuidadosa, /preciada más de limpia que de hermosa. (Acto I, vv. 225-232)1

Estas palabras de Otavio, el padre de Nise y Finea, describen cómo era la mujer del siglo
XVII, o por lo menos cuál era la visión canónica de la mujer que los hombres se habían forjado y
que predicaban en los tratados de educación femenina de la época. No obstante, en La dama boba,
Lope de Vega nos presenta una imagen de la mujer favorable, en contraste con el cliché de la
perfecta casada, tanto que se puede hablar de una cuestión feminista en torno al papel de la mujer en
las obras de este autor (Ojea, 2007: 82).

La comedia se cimienta sobre un constante ejercicio de contrastes, personificado por las dos
hermanas protagonistas, Nise y Finea, que quedan caracterizadas casi de entrada por las palabras de
un hombre, Leandro. De efecto, éste describe a Nise como una mujer «discreta, sabia, gallarda,
entendida» (Acto I, vv. 125-126), mientras que Finea es «encogida, boba, indigna y imperfeta» (vv.
127-128). Esta oposición es evidente desde el principio y se mantiene a lo largo de los dos primeros
actos. Por un lado, Nise es una mujer hermosa, culta y discreta, que se aficiona a las letras y se
envuelve en su mundo de la “academia”, donde se enamora de Laurencio, uno de los galanes que
asisten a las sesiones. Por otro lado, Finea es boba e ignorante, incapaz de aprender a leer y a
escribir, y torpe en las clases de baile. Su falta de entendimiento se compensa con una generosa
dote, gracias a la cual pronto tiene un pretendiente, el joven Liseo, escogido por Otavio.

En La dama boba, los diálogos de los personajes masculinos son importantes porque
reflejan el modelo de lo que ellos creían ser la esposa perfecta. En los textos didácticos de la época,
era frecuente la convicción masculina de las diferencias fisiológicas entre los sexos y, en
consecuencia, se presentaba a la mujer en una situación de inferioridad y de dependencia con
respecto al hombre. La mujer, especialmente la casada, había de ser casta, virtuosa y honesta,
discreta en el hablar y capaz de guardar silencio (Nogués, 2007: 32-33). Su función en la sociedad
era la de madre, consagrada a su hogar y a su familia. La perspectiva de Otavio responde a este
modelo ancestral y es un claro reflejo de la visión patriarcal que aprecia la sumisión frente a la
sabiduría y que incluso cree el conocimiento en una mujer es fuente de problemas. Otavio considera
a la mujer como una figura doméstica, cuya mayor virtud consiste en amar y servir a su marido.
Teniendo muy claro el papel de la buena esposa, el hombre está preocupado por sus hijas, lo
enfadan y lo cansan, porque reconoce los defectos que ellas tienen para tal fin, siendo una

1
De La dama boba, ed. Diego Marín, Cátedra, Madrid, 1976. Todas las citas de La dama boba, seguirán esta edición.
1
demasiado “bachillera” y la otra excesivamente necia. Con todo, el propio padre admite que
cualquier hombre, aun sintiéndose atraído por la culta, preferiría casarse con la boba (Ojea, 2007:
82-83).

El dualismo de contrastes mencionado anteriormente es visible también entre los galanes.


Laurencio tiene una visión patriarcal y materialista de la mujer, ya que considera que «una buena
dote es la prenda mejor que una mujer puede llevar al matrimonio» (Marín, 1976: 48). De hecho, él
decide abandonar a la hermana lista y cortejar a la tonta, porque su fortuna vale más que su
simpleza. Por lo que se refiere a las cualidades de la mujer casada, Laurencio alude a la sumisión a
través de la imagen de la mujer cordero: «Inocente te quería,/ porque una mujer cordero/ es tusón de
su marido,/ que puede traerla al pecho.» (vv. 2439-2442). A través de sus palabras, está claro que la
mansedumbre era una virtud apreciada por el marido (Marín, apud Nogués: 2007: 41). Por su parte,
Liseo aparece como un caballero sensato que valora más la inteligencia que la fortuna de su esposa.
Por ello, deja a su prometida oficial, Finea, quien ha descubierto ser necia, para conquistar a la
hermana culta. Liseo alaba la belleza de Nise y, al mismo tiempo, se enamora de su inteligencia y
discreción.

A diferencia de otras comedias del siglo de Oro, en La dama boba, el papel que tienen los
galanes es secundario en relación al de las damas, de cuya iniciativa depende el desarrollo de la
acción. Ambas mujeres podrían representar fáciles caricaturas de personajes tipo, una por exceso de
sapiencia y otra de necedad, pero Lope logra darles una matización más humana e individualizada,
ya que las dos experimentan un cambio a lo largo de la comedia (Marín, 1976: 45).

Finea es la personificación de la tesis del poder educativo del amor, central en La dama
boba. En principio, la joven se muestra como caprichosa y boba, incapaz de mostrar interés por las
clases de su maestro. Finalmente, cuando es inflamada por el amor se transforma en una mujer sabia
y discreta. Sin embargo, su proceso de maduración es gradual y la mujer va cambiando a medida
que adquiere conciencia de su enamoramiento, dando muestras de inteligencia e ingenio. Su
despertar empieza de manera conforme a la tradición y al modelo expuesto anteriormente, en cuanto
afirma que «los maridos/ son los que mejor enseñan» (vv. 1411-1412). Además, exhibe su
obediencia al padre, cuando éste le pide “desenamorarse” de Laurencio y seguir con el matrimonio
concertado. Su prometido inicial, Liseo, se interesa por Finea tras el evidente cambio y quiere
casarse con ella, por lo que es reprochada por su enamorado Laurencio, quien teme perderla (o
mejor, perder su fortuna). No obstante, la mujer ahora aguda e ingeniosa encuentra la solución al
enredo y la bobería que la caracterizaba al principio le sirve ahora para fingir lo que ya no es y, de
esta manera, lograr la conquista del hombre que desea (Marín, 1976: 46). Al final, Finea aparece
como una típica heroína enamorada: el amor y la pasión se acompañan con la rebeldía y la
subversión y, gracias a su ingenio, la dama esconde a Laurencio en un desván, lo que le permite
casarse con él.
2
Nise, a su vez, es una dama culta y letrada, lo que supone un desafío al orden establecido,
mayormente en una época donde era patente la inferioridad social y cultural de las mujeres. Sus
pretendientes alaban su hermosura y su inteligencia, pero al mismo tiempo les espanta. Laurencio,
aparte de la fortuna, prefiere a Finea porque la perfección de Nise choca con su intelecto y con su
concepción de la mujer. Por otro lado, Liseo se enamora de Nise nada más verla y siente hacia ella
una admiración estética. Sin embargo, su sentimiento es voluble y cuando ella lo rechaza piensa
pedir nuevamente la mano a Finea. Nise quiere casarse enamorada, quiere libertad de elección y por
esta razón desdeña a Liseo, quien la tacha de ingrata, no contemplando la posibilidad de un rechazo.
La decisión inicial de la mujer supone un ejercicio de libertad y de autonomía frente al deseo
masculino (Ojea, 2007: 87). No obstante, Nise es perturbada por la pasión amorosa y experimenta
los celos. Desengañada por Laurencio, acepta su condición de mujer y se conforma con Liseo. En
este caso, Nise no es simplemente un ejemplo de vanidad intelectual, sino que Lope logra crear una
personalidad más humana, capaz de amar y que sufre por un amor no correspondido (Marín, 1876:
47).

La reacción de Lope de Vega contra la sumisión de la mujer parece abiertamente moderna


para la época, ya que valora su entendimiento y su capacidad de amar. El autor muestra una imagen
de la mujer favorable e incluso superior al hombre en la estrategia amorosa, como en el caso de
Finea, que es capaz de elegir marido a su gusto y sin autorización paterna previa. Esto se debe
porque Lope considera que no hay diferencia entre los sexos a la hora de mostrar el sentimiento
amoroso y en su comedia hace a la mujer más ingeniosa y atrevida que el hombre, mostrando
irónicamente el contraste con la sumisión e inferioridad de la mujer en la vida real. Evidentemente,
el feminismo de Lope tiene una perspectiva limitada: el objetivo final de la mujer era el
matrimonio. Además, el final de la comedia es ambiguo. Finea escoge a su pareja, pero el galán está
interesado más a su dinero que a ella; Nise, por su parte, acepta casarse con un hombre que no
quiere, en contraste con su visión del amor.

Bibliografía:

LOPE DE VEGA, Félix, La dama boba. Madrid: Cátedra, 1976. Edición de Diego Marín.

NOGUÉS Bruno, María (2007), “El silencio en la educación de la mujer a la luz de La dama boba

de Lope de Vega”, Lectora, 13: 29-44. Disponible en:


https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2297452

OJEA, M. E. (2007). “Imágenes de mujer en la literatura del Siglo de Oro. Lope de Vega y ‘La
dama boba’ ”. EPOS: revista de filología, (23), 81-92. Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2685861

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