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Resilencia

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0120053415000345

Una característica de las organizaciones y del contexto laboral actual es


que están sometidas a continuos y significativos cambios que se traducen
en entornos estresantes. En este escenario, los trabajadores deben realizar
esfuerzos para amoldarse a ellos y minimizar su efecto. Desde la
psicología positiva, que se centra en la experiencia subjetiva positiva que
permite a las personas enfrentarse a la adversidad y mejorar su calidad de
vida (Seligman and Csikszentmihalyi, 2000, Zellars et al., 2004), ha
recibido un fuerte apoyo la idea de que algunas personas se ajustan mejor
que otras a las condiciones estresantes y mantienen sus niveles de
bienestar mediante la utilización de distintas capacidades psicológicas
(Luthans, Vogelgesang, & Lester, 2006).
El constructo resiliencia se ha utilizado para describir la capacidad de
adaptación en situaciones de cambio y el proceso dinámico que implica la
interacción entre factores situacionales de riesgo y personales de
protección que actúa para modificar los efectos en la salud de las personas
en situaciones aciagas (Olsson et al., 2003, Luthar and Becker,
2002, Luthar et al., 2000, Luthans et al., 2006, Richardson, 2002).
Una de las definiciones más aceptada es la de Garmezy (1991) para quien
la resiliencia es la capacidad para recuperarse y mantener una conducta
adaptativa después de la incapacidad inicial ante un evento estresante;
antes que una invulnerabilidad al estrés es la habilidad para recobrarse de
los efectos de sucesos negativos.
En definitiva, la resiliencia es ampliamente considerada como la
adaptación positiva a circunstancias de significativa adversidad como las
desgracias y las situaciones trágicas de la vida (Luthar et al.,
2000, Tugade and Fredrickson, 2004).
Connor y Davidson (2003), basándose en los trabajos previos de Kobasa
(1979), Rutter (1985) y Lyons (1991), consideran que la resiliencia es una
capacidad personal que protege de las situaciones estresantes, es antes un
estado que un rasgo y, por lo tanto, modificable. A partir de aquí, plantean
que la resiliencia se compone de cinco dimensiones: competencia
personal, confianza en los propios instintos, tolerancia a la adversidad,
aceptación positiva del cambio, control e influencia espiritual, y diseñan
una escala de 25 ítems distribuidos en las dimensiones anteriormente
mencionadas. La escala fue validada por los autores con muestras de
población general y muestras clínicas (pacientes de atención primaria,
psiquiátricos, y pacientes con trastornos de ansiedad y síndrome de estrés
postraumático), y presentó adecuados índices de fiabilidad tanto en el alfa
de Cronbach (0.89), como en análisis de test-retest (0.87).
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1607-
40412019000100115&script=sci_arttext

Atendiendo a su acepción psicosocial, este constructo podría definirse como la


capacidad del ser humano para adaptarse positivamente a cualquier adversidad,
resultado de una interrelación de factores de diverso tipo, constituyendo así un
aprendizaje que puede potenciarse y desarrollarse (Bajaj y Pande, 2016; García del Castillo, García del Castillo-
López, López-Sánchez y Dias, 2016 Hu, Zhang y Wang, 2015 Losada y Latour, 2012 Masten, 2014 Satici, 2016
;  ;  ;  ;  ).

La capacidad de resiliencia se ve influenciada por diversos factores internos y externos,


semejantes a la inteligencia emocional, las habilidades sociales, el contexto social en el
que se desenvuelve el individuo, la familia o los amigos, entre otros (Bandura, 2011; Bravo y
López, 2016 Rodríguez-Fernández, Ramos-Díaz, Ros, Fernández-Zabala y Revuelta, 2016 Villacieros, 2016
;  ;  ). Del mismo modo,
hay que señalar la importancia que supone el peso de factores que pueden actuar
como protectores o disruptores en el desarrollo de dicha competencia y que en cierto
modo se encuentran ligados a la calidad de vida. Entre ellos se pueden nombrar la
autoestima, el autoconcepto, la asertividad, la capacidad de resolución de conflictos,
los vínculos familiares o las redes de apoyo social que posea el individuo (De la Fuente et al.,
2014 González, Valdez, Van Barneveld y González, 2012 Quiceno, Mateus, Cardenas, Villareal y Vinaccia, 2013 Sánchez-Teruel y Robles-Bello,
;  ;  ; 
2014
).

La etapa universitaria constituye un período de transición de la adolescencia a la


adultez joven y se caracteriza entre otras cosas por el abandono del hogar familiar, ya
que muchos jóvenes van a vivir a pisos compartidos, residencias o colegios mayores,
donde se produce una modificación de las relaciones interpersonales, se generan
nuevas experiencias, situaciones de peligro, vulnerabilidad y estrés, y donde la
Allan, McKenna y Dominey,
capacidad de resiliencia se encuentra presente en cierto modo (
2014 Beguerí, Klenzi y Malberti, 2013 Chacón et al., 2016 Hande, Börkan, Erkman y Serbest, 2016 Obradors-Rial,
;  ;  ;  ; 
Ariza y Muntaner, 2014
).

De hecho, es imprescindible que durante esta etapa evolutiva se consoliden e


instauren hábitos saludables en el joven para prevenir conductas disruptivas que
puedan afectar su salud física, psíquica y emocional; la capacidad de resiliencia es un
Álvaro, Zurita, Castro, Martínez y García, 2016 Chacón et al., 2017
canal para ello ( ;  ).

https://www.redalyc.org/journal/213/21356012001/html/

En relación con el CD-RSC10, que es la versión más utilizada a nivel mundial,


Notario et al. (2011) realizaron un estudio con 681 estudiantes universitarios y
obtuvieron una escala unidimensional, con alfa de Cronbach entre 0,85. De otro
lado, Serrano et al. (2013) en una muestra de 500 adultos mayores encontraron
una escala multidimensional en el CD-RISC 10 y un alfa de Cronbach de 0,81.

https://www.redalyc.org/journal/4577/457768136011/457768136011.pdf
Los estudiantes de medicina enfrentan diversos factores estresantes, como los requisitos
académicos, la presión del tiempo y los ajustes sociales. Se calcula que un tercio de los estudiantes
de medicina tienen depresión1, por lo que uno de los retos más importantes en esta población es
mejorar sus recursos de afrontamiento y con ello su capacidad de resiliencia.2

Existen diversos conceptos de resiliencia, debido a que es un concepto dinámico. La mayor parte
de las definiciones incluyen la superación del estrés o la adversidad, o una resistencia al riesgo
ambiental. La definición más amplia indica que es la capacidad de un sistema para resistir o
recuperarse de desafíos significativos que amenazan su estabilidad, viabilidad o desarrollo.6,7

Uno de los retos más importantes para los profesionales de la salud es tener capacidad de
adaptación y afrontar el estrés de forma eficiente, logrando desarrollar capacidades resilientes.
Para estudiar el fenómeno es importante tener instrumentos confiables que estén adaptados a
nuestro contexto y que puedan abordar su estudio de manera rápida y eficaz.

https://revistages.com/index.php/revista/article/view/53/106

El bienestar psicológico es un constructo importante para


incrementar el potencial de las personas (Howell, 2009), y esto aplica
también en el logro de sus metas académicas (Vaez & Palabras
clave:bienestar, salud mental, universidad, adaptación,
desesperanzaKeywords:well-being, mental health, university, adaptation,
hopelessness
45Revista Guatemalteca de Educación Superior Vol. 4 / No.1 /2021Facultad de Humanidades
Laflamme, 2008).
Escuela de Estudios de PostgradoISSN: 2708-9584 ISSN: 2708-9584
Sin embargo, los estudiantes universitarios en ocasiones pueden
llegar a ser vulnerables al estrés y al agotamiento dentro del sistema
de educación superior, lo que afecta negativamente el rendimiento
académico (Bernhard, 2010; Cushman & West, 2006; Dyrbye et al.,
2005; Law, 2010; Morgan & De Bruin, 2010). Esto ya que, los alumnos,
dedican muchas horas a conferencias, prácticas y estudio independiente;
necesitan organizar el tiempo, gestionar relaciones y adaptarse a la vida
en el campus; mientras que a menudo también se enfrentan a
experiencias que son física, emocional y psicológicamente
desafiantes (Cushman & West, 2006; Dyrbye et al, 2013).
Los estudios de Bernhard (2010), Pritchard, Wilson y Yamnitz (2007),
mostraron que los estudiantes experimentaron específicamente un
aumento de resultados negativos durante su primer año y reportaron
niveles más altos de agotamiento que los estudiantes de pregrado y
posgrado. No obstante, otras personas resilientes pueden tener
resultados positivos o experimentar un ajuste exitoso en el entorno
de la educación universitaria.
Según Zautra y colaboradores (2010), la resiliencia se define mejor como
una adaptación exitosa a circunstancias adversas. Las características
personales determinan los procesos de resiliencia conduciendo a
resultados saludables después de las situaciones estresantes. Es por
esto por lo que los estados psicológicos positivos como la resiliencia
pueden ser más importantes para explicar el desempeño en entornos
laborales y académicos que los conceptos psicológicos negativos
(Salanova et al., 2010).
Por otra parte, durante el 2020 muchos universitarios han
experimentado problemas psicológicos como la ansiedad. Esto debido al
rápido aumento del número de decesos por motivos de la COVID-19.
Sumado a esto, la escalada significativa de la epidemia y los
cambios ambientales severos para las universidades de todo el país
están afectando de forma directa o indirecta la salud mental de los
estudiantes. Ya desde China (Cao et al, 2020) se reporta el impacto de la
COVID-19 en la ansiedad en estudiantes universitarios, donde la
mayoría tiene altos indicadores de ansiedad en comparación a
otros años (Wang et al, 2020).
En Guatemala el rápido confinamiento impuesto y el temor por el
incremento de contagios llevó a la universidad publica a cerrar sus aulas.
Esto fue un cambio rotundo en el estudiante que estaba acostumbrado a
trabajar de forma presencial. Esta situación es propicia para el aumento
del estrés académico y factores de riesgo como el desempleo y el poco
acceso a la internet, principalmente en las sedes departamentales
(López, 2021). De acuerdo con lo anteriormente expuesto, se buscó
determinar la asociación entre bienestar psicológico, resiliencia y
ansiedad en estudiantes de la única Universidad Publica de Guatemala.
La recolección de datos se hizo durante los meses de septiembre a
noviembre del 2020, mientras aún había algunas restricciones en el país
y las clases desarrollándose de forma virtual
Además, es un factor adicional por el que los estudiantes deben
estar estresados y ansiosos (Pragholapati, 2020). En varios estudios
de ansiedad y bienestar psicológico ya sea en la pandemia mundial
actual (Alyami et al, 2020; Lai et al, 2020) o pasadas (Taylor et al, 2008;
Van Bortel et al, 2016) los hallazgos son que alrededor del 35% de
estudiantes universitarios reportan ansiedad en algún nivel y el 13% tuvo
niveles severos. Tales resultados son diferentes a los obtenidos en este
estudio, ya que el 28% tiene indicadores de trastornos de ansiedad
generalizada, aunque este dato puede indicar que los resultados son
consistentes con el estado prepandémico. Sin embargo, hay que
considerar lo planteado por Cao y colaboradores (2020) quienes refieren
la falta de mediciones longitudinales de los niveles de ansiedad. La falta
de este tipo de investigaciones podría haber contribuido a los resultados
presentados.Así también, investigaciones previas como la de Johnson
(2011) y respalda la relación entre el bienestar psicológico y su relación
con ansiedad y resiliencia. Se puede decir que la resiliencia llega a ser
una consecuencia del bienestar o una razón que puede conducir a
mayores indicadores de bienestar. Estos, no son factores y
capacidades estables, pero son factores dinámicos, por lo que se
puede inferir que los indicadores de ansiedad afectan la resiliencia y su
vez al bienestar psicológico. Así mismo, se sugiere que componentes
del bienestar como el dominio ambiental y el propósito de vida
podrían predecir los cambios relacionados a la resiliencia de los
sujetos. Consecuentemente afectando el aumento o disminución de la
resiliencia.

file:///C:/Users/DIAZ/Downloads/Dialnet-ImpactosDelConfinamientoPorElCOVID19EntreUniversit-
7495555%20(1).pdf

Una noticia reciente de El País (Silió, 23 de abril de 2020), destaca el estudio de la CRUE que estima
en un 3%, 36.000, el número de estudiantes con problemas técnicos para seguir las clases. El 91%
de los hogares españoles tienen conexión a Internet, el 93% si hay un joven, por lo que el ministro
Castells considera que “los estudiantes tienen más problemas psicológicos o pedagógicos que
técnicos”.

De este modo, el espacio de lo virtual pasa a convertirse en el nuevo entorno educativo donde el
estudiantado debe poner en funcionamiento todas sus estrategias cognitivas, afectivas y
motivacionales para autorregular su aprendizaje del modo más exitoso posible (De la Fuente y
Lozano-Díaz, 2010). Según Onrubia (2016), un mismo diseño tecno-pedagógico puede suponer
modos diferentes de actividad e interactividad en función de momentos y situaciones concretas

La mayoría de las investigaciones destacan la importancia de la resiliencia para el equilibrio


emocional y el éxito en la universidad por su papel en la superación de situaciones difíciles de tipo
emocional, mental o educativo (Cachón et al., 2014; Sandín-Esteban & Sánchez-Martí, 2015;
Sandoval & Cortés, 2012; Tomás-Miquel et al., 2016).

A raíz de la situación actual de pandemia generada por la COVID-19 han aparecido varios estudios
sobre resiliencia como el llevado a cabo sobre el ámbito sanitario (Bryce et al., 2020), el impacto
psicológico y social en la vida cotidiana (Arrosi et al. 2020), o el modo en el que la comunidad
universitaria desarrolla diferentes estrategias para adaptarse a las nuevas exigencias de la
educación virtual (Cleland et al. 2020).

tanto en las investigaciones sociales aplicadas como en las intervenciones socioeducativas se han
incorporado categorías como la satisfacción vital, el capital social y la resiliencia, no solo para
analizar o comparar los cambios sociales en distintos países, sino también para saber cómo
abordar las situaciones de crisis o incluso catástrofe desde el diseño de políticas más adecuadas.

https://repositorio.utp.edu.pe/bitstream/handle/20.500.12867/4333/Edith_Tello_Raul_Pupo_Dor
alis_Leyva_Articulo_Luz_2021.pdf?sequence=1&isAllowed=y

La educación universitaria requiere una formación de manera integral del estudiante, que le
permita sobrellevar las adversidades que ese camino conlleva, a su vez prepararlo para la vida
fuera de las aulas, en donde se convierte en un agente de cambio y en ciencias humanas como es
la carrera de psicología, es necesario su desarrollo a nivel personal y académico.

Considerando al estudiante como una persona con áreas de vida, no solo tiene la influencia del
entorno educativo a nivel superior, también se presenta factores sociales y personales que tiene
que afrontar como es la pandemia COVID-19 que se ha presentado como una adversidad. Para que
los estudiantes universitarios superen los acontecimientos estresores que puedan suscitarse a lo
largo de sus años de formación, la resiliencia se ha convertido en una capacidad indispensable a
ser promovida desde los primeros ciclos.

El panorama generado por el COVID-19 no solo ha generado la adaptación a nivel educativo sino a
nivel personal en los estudiantes, que el solo ingreso a un nivel de educación superior por los
cambios impacto no solo afecta a nivel de educativo sino a nivel personal por los acontecimientos
familiares, sociales y económicos, que se concibe como una adversidad en el constructo de la
resiliencia que va posibilitar el afrontamiento de las situaciones adversas saliendo fortalecido de
ellas, lo cual complementa su formación integral del futuro profesional.

Se eligió la escala de Resiliencia de Connor & Davidson la cual es uno de ellos instrumentos más
usados en la actualidad en el ámbito universitario con gran cantidad de estudios psicométricos a
nivel mundial y en población universitaria del país que avalan su aplicación.

Los resultados obtenidos del análisis estadístico descriptivo muestran que los estudiantes del
primer ciclo de la carrera de psicología obtienen un nivel alto en resiliencia, según Connor, M., &
Davidson, J. (2003), presentarían una capacidad para salir adelante ante las adversidades, lo que
permite incorporar un conjunto de cualidades, recursos o fortalezas que favorece a que progresen
y afronten la adversidad con éxito. En la coyuntura en la que nos encontramos, la pandemia y una
población considerable ha sido afectada a nivel económico el acceso a la educación y mantenerse
en el proceso de aprendizaje se ve interrumpido por cuestiones, de salud, familiares, económicos.
Es así, que los alumnos que inicien esta nueva tema puedan percibir como un éxito frente a la
adversidad y riesgo presente; e iniciar una nueva etapa con expectativas de inserción laboral e
incremento de ingresos a futuro.

Además, estos resultados coinciden con Caldera, Aceves y Reynoso (2016) quienes encontraron un
nivel alto de resiliencia en universitario de México, Por otro lado, Tarazona, Garcia y Rodriguez
(2019) en Ecuador concluyeron que los estudiantes de psicología de primeros años presentan un
alto nivel de resiliencia. A nivel nacional Velázquez (2017) refiere un nivel promedio de resiliencia
en universitarios de Lima. El nivel encontrado en anteriores investigaciones ha sido de promedio a
alta que coincide y puede ser un factor presente a nivel de Latinoamérica. Sin embargo, los
resultados difieren de Chávez (2018) obtuvo como resultado una tendencia baja en el nivel de
resiliencia de universitarios de Cajamarca.

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