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EJEMPLO DE COMENTARIO DE LA AUDICIÓN:

SEXTETO DEL ACTO II DE DON GIOVANNI DE MOZART

A pesar del enorme desarrollo que experimentó la música instrumental en el período clásico
–especialmente a través de la sonata para teclado, el concierto y la sinfonía– la ópera seguía
siendo, sin ninguna duda, el género más importante: el que más recursos movilizaba, el que
más intensamente concitaba la atención del público, el que con más rapidez podía
catapultar la carrera de un compositor y el que más polémicas generaba entre aficionados y
entendidos.
El lenguaje operístico internacional seguía siendo todavía el italiano, y los modelos
y recursos desarrollados en el marco de la ópera italiana seguían teniendo un peso
preponderante. Aunque la ópera seria, con argumentos basados en la historia antigua o en la
mitología, era la más apreciada (por considerarse heredera de la tragedia clásica griega), la
ópera cómica italiana evolucionó considerablemente durante el siglo XVIII. Desde
mediados de siglo aproximadamente, el dramaturgo italiano Carlo Goldoni introdujo
nuevos matices en los libretos de ópera cómica: argumentos sentimentales empezaron a
aparecer junto a los cómicos tradicionales. Un ejemplo es La buona figliuola, adaptada por
Goldoni de la novela de Samuel Richardson, Pamela, y puesta en música en 1760 por
Niccolò Piccini.
Otra evolución tuvo lugar en relación con el finale para conjunto vocal que apareció
en las óperas cómicas de Nicola Logroscino y de Baldassare Galuppi. Dicha evolución
consistía en que, hacia la conclusión de cada acto, todos los personajes eran llevados a
escena poco a poco mientras la acción continuaba. Esta se animaba cada vez más hasta
alcanzar un clímax en el que participaban todos los cantantes. En la ópera seria no había
nada comparable a estos finales de conjunto y, al escribirlos, los compositores tenían que
dar continuidad a una acción de rápidos cambios sobre el escenario sin perder la coherencia
de la forma musical, lo cual era técnicamente difícil.
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), que conoció el estilo italiano a través de
su padre, de J. C. Bach y de los tres viajes que hizo a Italia entre 1769 y 1773, hizo suyas
muchas de estas convenciones propias de la ópera bufa, pero las elevó a un rango de
sofisticación y eficacia dramáticas nunca antes experimentadas. Esto es especialmente
llamativo en el caso del finale operístico, a cuyo planteamiento responde la audición
propuesta. Definido formalmente, el finale es toda la música que media entre el último
recitativo secco y la conclusión del acto, y puede tener entre uno y diez números. Mozart
parece ser que fue el primer compositor que concibió el finale como unidad tonal: a partir
de El rapto en el serrallo, los finales de todos los actos de todas sus óperas terminan en la
tonalidad con que empezaron, y las relaciones tonales entre ellos (que a veces son muy
complejas) están concebidas para producir un equilibrio armónico de acuerdo con las
normas del estilo de sonata.
La audición corresponde al sexteto del acto segundo del Don Giovanni de Mozart,
ópera sobre libreto de otro de los grandes dramaturgos contemporáneos, Lorenzo Da Ponte.
En este sexteto, escrito al modo de un finale, los personajes van entrando en escena de dos
en dos: primero Doña Elvira y Leporello, luego Don Ottavio y Doña Anna, por último
Zerlina y Masetto. La acción es compleja, pues incluye la presencia de un personaje
travestido (Leporello como Don Giovanni), el equívoco múltiple de la identidad y,
finalmente, la anagnórisis o reconocimiento. La música no solo secunda la acción, sino que
la articula y la hace plenamente inteligible a través de la cuidada planificación tonal.

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