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Para otros usos de este término, véase Ópera (desambiguación).
Índice
1 Descripción
2 Géneros de ópera
3 Historia
3.1 Orígenes
3.2 Ópera italiana
3.2.1 Temática en el barroco
3.2.2 Reformas de Gluck y Mozart
3.2.3 Bel canto, Verdi y verismo
3.3 Ópera alemana
3.4 Ópera francesa
3.5 Ópera rusa
3.6 Ópera española
3.7 Ópera china
3.8 Ópera en América Latina
3.9 Otras tradiciones nacionales
4 Tendencias modernistas y contemporáneas
4.1 Ópera y cinematografía
4.2 Voces operísticas
4.3 Clasificación vocal
4.4 Uso histórico de las partes vocales
4.5 Cantantes famosos
5 Véase también
6 Notas
7 Referencias
8 Bibliografía
9 Enlaces externos
Descripción
A diferencia del oratorio, la ópera es una obra destinada a ser representada.
Algunos géneros de teatro musical están estrechamente relacionados con la ópera,
como son la zarzuela española, el singspiel alemán, la opereta vienesa, la opéra-
comique francesa y el musical inglés y estadounidense. Cada una de estas variantes
del teatro musical tiene sus características propias, sin que tales les sean
privativas y, en no pocas ocasiones, dando lugar a que las fronteras entre tales
géneros no sean claras. En la ópera, como en varios otros géneros del teatro
musical, se une:
La música (orquesta, solistas, coro y director).
La poesía (por medio del libreto).
Las artes escénicas, en especial la actuación, el ballet y la danza.
Las artes escenográficas (pintura, artes plásticas, decoración, arquitectura).
La iluminación y otros efectos escénicos.
El maquillaje y los vestuarios.
La ópera se suele diferenciar de los otros géneros de teatro musical aceptándose
que, la ópera es una representación completamente acompañada por música. La
historia del género demuestra que tal afirmación no es correcta. Si bien la ópera
se diferencia del teatro recitado por la extraordinaria participación de la música
en su constitución, ya desde el barroco se conocían formas limítrofes como la
mascarada, la ópera de baladas, la zarzuela y el singspiel que se confunden en no
pocos casos con la ópera. Así, los singspiele de Wolfgang Amadeus Mozart se
consideran óperas al igual que las zarzuelas de José de Nebra, mientras que Die
Dreigroschenoper (La ópera de los tres centavos) de Kurt Weill está, en realidad,
mucho más próxima al teatro recitado que a la ópera. Finalmente, hay otros géneros
próximos a la ópera como lo son la ópera-ballet del barroco francés y algunas obras
neoclasicistas del siglo XX como, por ejemplo, algunas obras de Igor Stravinsky. No
obstante, en estas obras la parte principal expresiva recae en la danza mientras
que el canto es relegado a un papel secundario. Al respecto de la diferencia entre
la ópera y la zarzuela, la opereta, el singspiel y el musical inglés y
estadounidense, la delimitación nace de una diferencia formal.
Géneros de ópera
Drama jocosso
Dramma per musica
Farsa (ópera)
Grand Opéra
Intermède
Intermezzo (música)
Opéra bouffon
Ópera bufa
Ópera china
Opéra-comique
Ópera de baladas
Ópera de cámara
Ópera de Pekín
Ópera Savoy
Ópera seria
Ópera-ballet
Opereta
Opéra bouffe
Opéra féerie
Pastoral heroica
Semiópera
Tragédie en musique
Verismo
Singspiel
Historia
Artículo principal: Historia de la ópera
Orígenes
Artículo principal: Orígenes de la ópera
Claudio Monteverdi.
La palabra «opera» significa 'obra' en italiano (de la voz latina «opus», 'obra' o
'labor') sugiriendo que combina las artes del canto coral y solista, declamación,
actuación y danza en un espectáculo escénico.
Dafne de Jacopo Peri fue la primera composición considerada ópera, tal como la
entendemos hoy. Fue escrita durante 1597, bajo la gran inspiración de un círculo
elitista de literatos humanistas florentinos, conocidos como la "Camerata de'
Bardi" o "Camerata Florentina". Significativamente, Dafne fue un intento de revivir
la tragedia griega clásica, parte del más amplio revivir de las características de
la antigüedad, propio del Renacimiento. Los miembros de la Camerata consideraban
que las partes corales de las tragedias griegas fueron originalmente cantadas, y
posiblemente el texto entero de todos los roles; la ópera entonces fue concebida
como una manera de "restaurar" esta situación. Dafne se representó en privado por
primera vez el 26 de diciembre de 1598 en el Palacio Tornabuoni de la ciudad de
Florencia (Italia), y en público el 21 de enero de 1599 en el Palacio Pitti, de
Florencia.2Dafne se halla perdida. Una obra posterior de Peri, Euridice, de 1600,
es la primera ópera que ha sobrevivido. El honor de ser la primera ópera que aún se
presenta regularmente le corresponde a L'Orfeo de Claudio Monteverdi, compuesta
para la corte de Mantua en 1607.
Ópera italiana
Artículo principal: Ópera italiana
Temática en el barroco
La ópera no iba a permanecer confinada a las audiencias cortesanas por mucho
tiempo; sin embargo en 1637 la idea de una «temporada» (Carnaval) de óperas de
«interés público», sostenida por la venta de boletos, surgió en Venecia. Monteverdi
se había radicado allí, y compuso sus últimas óperas, Il ritorno d'Ulisse in patria
y L'incoronazione di Poppea, para el teatro veneciano en la década de 1640. Su
principal seguidor, Francesco Cavalli, colaboró en la propagación de la ópera en
Italia. En estas primeras óperas barrocas, la amplia comedia fue combinada con
elementos trágicos en una mezcla que sacudió algunas sensibilidades educadas,
apareciendo el primero de varios movimientos reformistas de la ópera. Tal
movimiento contó con el patrocinio de la Academia Arcadiana de Venecia, que estaba
asociada con el poeta Metastasio. Los libretos de este autor ayudaron a cristalizar
el género de la ópera seria, la cual se convirtió en la forma dominante de ópera
italiana hasta fines del siglo XVIII. Una vez que el ideal metastasiano fue
establecido firmemente por toda familia de la comedia en la ópera de la era barroca
fue reservada para la que sería conocida como opera buffa.
orquesta
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Obertura de Don Giovanni, una de las piezas más famosas de Mozart (1787).
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La «ópera seria» tuvo sus debilidades y críticas, siendo atacados principalmente su
gusto por el adorno vocal de cantantes magníficamente entrenados y el uso del
espectáculo como reemplazo de la pureza y la unidad dramáticas. Ensayo sobre la
ópera (1755), de Francesco Algarotti, demostró ser una inspiración para las
reformas de Christoph Willibald Gluck. Sostuvo que la «ópera seria» tenía que
volver a sus bases, el ideal metastasiano, y que todos los diversos elementos —
música (instrumental y vocal), ballet, y puesta en escena— deben subordinarse al
drama. Sus ideas no resultaron aceptadas por todos los compositores, dando inicio a
la querella de gluckistas y piccinnistas. De igual modo, varios compositores del
período, incluyendo a Niccolò Jommelli y Tommaso Traetta, intentaron poner en
práctica sus ideales. El primero en tener consentimiento y dejar una impronta
permanente en la historia de la ópera, sin embargo, fue Gluck. Gluck trató de
gestar una «bella simplicidad». Esto ha sido ilustrado en la primera de sus óperas
«reformadas», Orfeo ed Euridice, donde las líneas vocales carentes de virtuosismo
son apoyadas por armonías simples y una presencia orquestal notablemente más rica
de lo usual.
La donna è mobile
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Enrico Caruso interpreta «La donna è mobile», de Rigoletto de Giuseppe Verdi (1908)
No Pagliaccio non son
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De Pagliacci de Ruggiero Leoncavallo. Interpretado por Enrico Caruso
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Giuseppe Verdi, por Giovanni Boldini, 1886 (Galería Nacional de Arte Moderno,
Roma).
El movimiento operístico de bel canto floreció a principios del siglo XIX, siendo
ejemplificado por las óperas de Rossini, Bellini, Donizetti, Pacini, Mercadante y
muchos otros. Bel canto, en italiano, significa «canto bello», y la ópera deriva de
la escuela estilística italiana de canto del mismo nombre. Las líneas belcantistas
son típicamente floridas e intrincadas, requiriendo suprema agilidad y control del
tono.
Continuando con la era del bel canto, un estilo más directo y vigoroso fue
rápidamente popularizado por Giuseppe Verdi, comenzando con su ópera bíblica
Nabucco. Las óperas de Verdi resonaban con el crecimiento del espíritu del
nacionalismo italiano en la era posnapoleónica, y rápidamente se convirtió en un
ícono del movimiento patriótico (aun cuando sus propias políticas no fueron quizás
tan radicales). A principios de la década de 1850, Verdi produjo sus tres óperas
más populares: Rigoletto, Il trovatore y La traviata. Pero continuó desarrollando
su estilo, componiendo tal vez la mayor Grand Opéra francesa, Don Carlo, y
culminando su carrera con dos trabajos inspirados en obras de Shakespeare, Otello y
Falstaff, las cuales revelan el gran crecimiento en sofisticación de la ópera
italiana desde principios del siglo XIX.
Ópera alemana
Artículo principal: Ópera alemana
Los «Singspiele» de Mozart, Die Entführung aus dem Serail (1782) y Die Zauberflöte
(1791) fueron un importante salto para la consecución del reconocimiento
internacional de la ópera alemana. La tradición fue desarrollada en el siglo XIX
por Beethoven con su Fidelio (1805), inspirada en el clima de la Revolución
francesa. Carl Maria von Weber estableció la ópera dentro del Romanticismo alemán
oponiéndose a la dominación del «Bel canto» italiano. Su Der Freischütz (1821)
muestra su genialidad para la creación de atmósferas sobrenaturales. Otros
compositores de la época fueron Marschner, Schubert, Schumann y Lortzing, pero la
figura más significativa indudablemente fue Richard Wagner.
Ópera francesa
Artículo principal: Ópera francesa
Jean-Baptiste Lully
Rivalizando con las producciones importadas de la ópera italiana, una tradición
francesa aparte fue fundada por el italiano Jean-Baptiste Lully en la corte del Rey
Luis XIV. Desafiando su origen extranjero, Lully estableció una Académie Royale de
Musique (Academia Nacional de Música) y monopolizó la ópera francesa desde 1672.
Comenzando con Cadmus et Hermione, Lully y su libretista Quinault crearon la
tragédie en musique, una forma en la cual las música para danza y para coro fueron
particularmente prominentes. Las óperas de Lully también muestran preocupación por
el recitativo expresivo, el cual ajustó a los contornos de la lengua francesa.
Otros destacados nombres del siglo XX son Ravel, Dukas, Roussel y Milhaud. Francis
Poulenc, uno de los poquísimos compositores posguerra de cualquier nacionalidad,
cuyas óperas (incluyendo Dialogues des carmélites) han ganado un equilibrio en el
repertorio internacional. Saint François d'Assise (1983), el extenso drama sagrado
de Olivier Messiaen, ha atraído también amplia atención.3
Ópera rusa
Artículo principal: Ópera rusa
Fiódor Chaliapin como Ivan Susanin en Una vida por el Zar de Glinka.
La ópera fue traída a Rusia en la década de 1730 por las compañías operísticas
italianas y pronto se convirtieron en parte importante en el entretenimiento de la
Corte Imperial Rusa y la aristocracia. Algunos compositores extranjeros como
Baldassare Galuppi, Giovanni Paisiello, Giuseppe Sarti, y Domenico Cimarosa, entre
otros, fueron invitados a Rusia a componer nuevas óperas, la mayoría, en idioma
italiano. Simultáneamente algunos músicos nacionales como Maksym Berezovsky y
Dmitri Bortniansky fueron enviados al extranjero a aprender a escribir óperas. La
primera ópera escrita en idioma ruso fue Tsefal i Prokris del compositor italiano
Francesco Araja (1755). El desarrollo de la ópera en lengua rusa fue apoyado por
los compositores nativos Vasily Pashkevich, Yevstigney Fomin y Alexey Verstovsky.
Sergei Prokofiev
De todas maneras, el nacimiento real de la ópera rusa llegó con Mijaíl Glinka y sus
dos grandes óperas Una vida por el Zar (1836) y Ruslán y Liudmila (1842).
Posteriormente, en el siglo XIX en Rusia se escribieron obras maestras del género
operístico, como Rusalka y El convidado de piedra de Aleksandr Dargomizhski, Boris
Godunov y Jovánschina de Modest Músorgski, El príncipe Ígor de Aleksandr Borodín,
Eugenio Onegin y La dama de picas de Piotr Ilich Chaikovski, y La doncella de nieve
y Sadkó de Nikolái Rimski-Kórsakov. Estos desarrollos reflejaron el crecimiento del
nacionalismo ruso a lo largo del espectro artístico, como parte del más general
movimiento eslavofílico.
Ópera española
Artículo principal: Ópera española
Desde la primera mitad del siglo XVII se estrenan en España cientos de obras en las
que existen rasgos estilísticos propios y a veces muy singulares. En España no
ocurre como en el resto de los países europeos, que imitan Italia a la hora de
producir obras teatrales y líricas, sino que estos géneros escénicos y cantados
surgen casi simultáneamente en ambos países, España e Italia, por tener el imperio
español territorios en Italia, lo que había llevado a ambos países a tener
numerosos intercambios culturales. La ópera bufa italiana, la opéra-comique
francesa, el Singspiel alemán, la comedia musical, la opereta francesa etc. son
géneros que dan lugar, todos ellos, a formas teatrales alternativamente cantadas y
habladas, pero surgen en el siglo XVIII (en el XIX en el caso de la opereta) cuando
desde los años 1620 Italia y España ya tenían óperas propiamente dichas y cuando
desde los años 1640 España ya producía zarzuelas. Es crucial la aparición de esta
última, la zarzuela, género lírico que alterna partes cantadas con partes habladas
en castellano, antes incluso que el Singspiel alemán y que el opéra-comique
francés, géneros líricos que también comparten esa característica.
Félix Antonio Máximo López Crespo (1742-1821), óleo (1820) de Vicente López Portaña
en el Museo del Prado.
Poco después fue el Palacio del Buen Retiro el que se convirtió en el receptáculo
habitual de las obras líricas de la corte española. Este palacio madrileño, hoy en
día desaparecido (fue destruido en su mayor parte, en 1808, durante la guerra de
Independencia), incluía entre sus dependencias un teatro cubierto, realizado
siguiendo la moda de los nuevos teatros que empezaban entonces a ser construidos en
Italia. Muchas partituras desaparecieron en el incendio que destruyó el Buen Retiro
en el siglo XIX, partituras de obras en gran parte estrenadas en el teatro del
palacio, aunque algunas se han conservado por otras fuentes. Entre los compositores
de obras líricas del siglo XVII, conservadas hasta la fecha, pueden ser citados,
entre otros, Cristóbal Galán, Juan de Navas, Juan de Serqueira y, sobre todo, Juan
Hidalgo de Polanco (1614-1685). De este último se conserva Celos aun del aire
matan,6 ópera creada en el teatro del Palacio del Buen Retiro en 1660, con libreto
de Pedro Calderón de la Barca y es considerada la ópera cantada más antigua que se
conserva en España.
Durante los siglos XVII y XVIII, otros fenómenos líricos enriquecieron los
escenarios con una cantidad de producción difícilmente cuantificable: destacan tres
mil tonadillas (canciones que interpretan uno o dos intérpretes con estructura
tripartita imitando lenguaje del pueblo) y doce mil zarzuelas. Además de loas,
bailes, autos jácaras y mojigangas. Estos datos nos representan a un pueblo que
vive la lírica. Sin dejar atrás que las estadísticas de consumo, de teatros
musicales en activo, cantantes y edición de partituras de teatro musical son
igualmente impresionantes. Destacan especialmente las figuras de Lope de Vega
(1562-1635) y Calderón de la Barca (1600-1681)
La primera concepción operística nacional de España fue plasmada por Tomás Bretón
con su ópera Los amantes de Teruel. Estrenada en 1889 en el Teatro Real, se
representa con gran éxito tanto en Madrid como en Barcelona. Seguidamente, la
década de los años 1890 es en la historia de la ópera española rica y compleja; una
de las épocas que más aportaciones ha dejado en la historia de la música española.
Los músicos españoles hicieron muestra de tener una idea individual de lo que debía
de ser la ópera española, y por ello estaban preparados para, desde un dominio del
género, usar las fórmulas italianas, wagnerianas y populistas, pero casi siempre
con un fuerte estrato nacionalista. En consecuencia la ópera española produjo obras
diversas, variadas y originales, firmadas por ejemplo por Ruperto Chapí (autor de
Margarita la Tornera) o Emilio Serrano. En los años 1890 se produjo también el
advenimiento, en el mundo de la ópera española, de dos de los más influyentes
protagonistas musicales de finales del siglo XIX, Enrique Granados e Isaac Albéniz.
Durante el siglo XX, aunque los compositores alternan con otros formatos musicales,
en ópera destacan autores ya mencionados como Isaac Albéniz, con Pepita Jiménez
(1896) o Merlin (1902), y Enrique Granados con Goyescas (1916), aparte de otros
autores también destacados como Vicente Lleó Balbastre, con Inés de Castro (1903),
Manuel Penella Moreno con El gato montés (1916), Joaquín Turina Pérez con Jardín de
Oriente (1922), Conrado del Campo con La tragedia del beso (1911), Amadeo Vives con
Artús (1897) y Maruxa (1914), Felipe Pedrell, Manuel de Falla con La vida breve
(1913) y El retablo de Maese Pedro (1923), Jesús Guridi con Mirentxu (1913),
Federico Moreno Torroba con La virgen de mayo (1925) y El poeta (1980) o Pablo
Sorozábal con Adiós a la bohemia (1933) y Juan José (1968).
Ópera china
La ópera china es una forma de drama en China. Se practica desde la dinastía Tang
con el emperador Xuanzong (712-755), quien fundó el "Jardín de peras", la primera
compañía de ópera que se conozca en China. La compañía estaba casi exclusivamente
al servicio de los emperadores. En la actualidad, las profesiones de la ópera son
todavía llamadas Disciplinas del jardín de las peras. Durante la dinastía Yuan
(1279-1368), se introdujeron en la ópera las variedades como el Zaju, con
actuaciones basadas en esquemas de rima e innovaciones como la introducción de
papeles especializados como "Dan" (femenino), "Sheng" (masculino) y "Chou"
(payaso). Actualmente existen más de 300 variedades de ópera china, la más conocida
en la Ópera de Pekín, que tomó su forma actual a mediados del siglo XIX y fue
extremadamente popular durante la dinastía Qing (1644-1911). En la Ópera de Pekín,
las cuerdas tradicionales de China y los instrumentos de percusión proveen un
acompañamiento rítmico a la actuación. La actuación se basa en alusiones, gestos y
otros movimientos de coreografía que expresan acciones como montar un caballo,
remar en un bote o abrir una puerta. El diálogo hablado puede ser un texto
recitado, empleado por los personajes serios de la trama o un texto coloquial
empleado por mujeres y payasos. Los papeles están estrictamente definidos. Los
maquillajes elaborados permiten distinguir el personaje que se está representando.
El repertorio tradicional de la Ópera de Pekín incluye más de 1000 piezas, la
mayoría proveniente de relatos históricos sobre enfrentamientos políticos y
militares.
La obra operística de Melesio Morales es la más importante de México del siglo XIX
Sus obras Romeo y Julieta, Ildegonda, Gino Corsini, Cleopatra tuvieron gran éxito
entre el público de la Ciudad de México y se estrenaron en Europa.
En Colombia el compositor José María Ponce de León había presentado desde su niñez
una opereta (Un alcalde a la antigua y dos primos a la moderna), ya en 1874
presenta su primera ópera Ester y posteriormente en 1876 la zarzuela El castillo
misterioso y en 1880 su ópera mayor Florinda. En Venezuela se mencionan
compositores como Reynaldo Hahn, José Ángel Montero, Pedro Elías Gutiérrez,
Federico Ruiz. La primera ópera de Venezuela es El maestro Rufo Zapatero, ópera
bufa compuesta en 1847 por José María Osorio, aunque generalmente se piensa que fue
Virginia, de Montero, estrenada en 1877. Anteriormente Osorio había compuesto
varias zarzuelas, aunque se cree que la primera que se estrenó fue Los alemanes en
Italia, de José Ángel Montero, en la década de 1860.
Teatro Colón, Buenos Aires. El teatro de ópera más importante de América Latina y
uno de los cinco más importantes del planeta.78
La ópera contemporánea del Brasil sigue las tendencias vanguardistas, como es el
caso de obras como Olga, de Jorge Antunes, A Tempestade, de Ronaldo Miranda, e O
Cientista, de Silvio Barbato.
Todos ellos han sido relegados por la historiografía musical oficial que tan solo
reconoció la obra de los compositores nacionalistas.[cita requerida] Desde finales
del siglo XX en México (y toda Latinoamérica) hay un creciente interés de los
compositores por escribir ópera. Entre los compositores mexicanos de inicios del
siglo XXI que sobresalen con sus óperas debe mencionarse a Federico Ibarra, Daniel
Catán, Leandro Espinosa, Marcela Rodríguez, Víctor Rasgado, Javier Álvarez, Roberto
Bañuelas, Luis Jaime Cortez, Julio Estrada, Gabriela Ortiz, Enrique González
Medina, Manuel Henríquez Romero, Leopoldo Novoa, Hilda Paredes, Mario Stern, René
Torres, Juan Trigos, Samuel Zyman, Mathias Hinke, Ricardo Zohn-Muldoon, Isaac
Bañuelos, Gabriel de Dios Figueroa, Enrique González-Medina, José Carlos Ibáñez
Olvera, Víctor Mendoza y Emmanuel Vázquez.
Entre finales del siglo XX y principios del siglo XXI se han compuesto en Ecuador
las óperas: Los Enemigos (1997) de Mesías Maiguashca, basada en el cuento El
milagro secreto de Jorge Luis Borges, Manuela y Simón (2006) de Diego Luzuriaga y
la "ópera para la voz de los instrumentos" El árbol de los pájaros (2002-2003) de
Arturo Rodas.
Henry Purcell
Una de las principales tradiciones operísticas es la constituida por la ópera
inglesa. Si bien Gran Bretaña fue centro activo de vida operística, contó con pocos
compositores reconocidos a nivel mundial. Henry Purcell fue el más notable
compositor barroco, entre sus aportes destacan su obra maestra, Dido and Aeneas
(1689) y su obra shakesperiana La reina de las hadas (1692). Ya en el siglo XX, la
ópera en inglés logra su esplendor principalmente gracias al aporte de Benjamin
Britten, con óperas entre las cuales se cuentan Peter Grimes y La violación de
Lucrecia; y se suman las composiciones de importantes creadores estadounidenses
tales como George Gershwin, con su famosa Porgy and Bess, Treemonisha (1972) de
Scott Joplin, Candide (1956) de Leonard Bernstein, Orpheé (1993) y La belle et la
bête (1994) de Philip Glass, o Gian Carlo Menotti con Vanessa y La médium.
La figura clave de la ópera nacional húngara en el siglo XIX fue Ferenc Erkel,
cuyos trabajos se centraron principalmente en temas históricos. Entre sus obras más
representadas se encuentran Hunyadi László y Bánk bán. La ópera húngara moderna más
famosa es El castillo de Barba Azul de Béla Bartók.
Entre los compositores neerlandeses, se destacan Willem Pijper, con su ópera basada
en la leyenda folclórica neerlandesa de Halewijn, y su discípulo Henk Badings, que
compuso varias óperas para radio.
Sin embargo se han dado varias cintas donde se aprovechan las cualidades de la
sintaxis cinematográfica, lográndose una interrelación entre las imágenes, el
texto, las acciones y el drama musical. Un ejemplo de ello es la cinta de 1963 a
partir de la ópera de Leonard Berstein West Side Story. Recientemente se ha
producido una versión de La Bohème de Puccini, con los cantantes Anna Netrebko y
Rolando Villazón, donde se da esta integración de los tres conductores narrativos
junto con el texto.
Una proposición significativa fue la realizada por Philip Glass cuando tomó la
película La belle et la bête de Jean Cocteau, cronometró los diálogos y, en el
mismo espacio de tiempo, los puso en metro músico. El estreno de la nueva ópera se
realizó presentando la película en el escenario mientras músicos y cantantes
ejecutaban la ópera desde el foso de la orquesta. La obra ha abierto nuevas
posibilidades de integración de las artes. Si bien, en este caso, la ópera
cinematográfica utiliza un material existente, en el caso de la ópera Bola Negra la
concepción avanza un paso allende lo propuesto por Philip Glass. La ópera Bola
Negra fue concebida desde su inicio como un experimento cinematográfico por el
autor del libreto Mario Bellatín y la compositora Marcela Rodríguez. Es decir, no
se utilizó material existente, como en el caso propuesto por Philip Glass, sino la
ópera se concibió, en todas sus partes, como una proposición cinematográfica.
Asimismo óperas inspiradas o sobre historias que inspiraron películas son Muerte en
Venecia, Dead Man Walking y Brokeback Mountain.
Cada cantante posee una extensión y un registro particular. Dentro de esa extensión
(número de notas que abarca, que va de 2 a 3 octavas), se encuentran los cambios de
cada una de las tres colocaciones de la voz.
Clasificación vocal
Los cantantes de ópera y los roles que interpretan se clasifican en tipo de voz,
basado en características tales como tesitura, agilidad, potencia y timbre de sus
voces.
Los varones pueden ser clasificados por su rango vocal como bajo, bajo-barítono,
barítono, tenor y contratenor, y las mujeres en contralto, mezzosoprano y soprano.
Los varones algunas veces pueden cantar en el registro vocal femenino, en cuyo caso
se denominan sopranista o contratenor. De estos, sólo el contratenor es comúnmente
encontrado en la ópera, algunas veces cantando partes escritas para castrato
(varones castrados en una temprana edad para darles un rango vocal más alto del
normal).
Las clasificaciones pueden ser más específicas, por ejemplo, una soprano puede ser
descrita como soprano ligera, soprano de coloratura, soprano soubrette, soprano
lírica, soprano lírico spinto, soprano dramática o soprano lírica-ligera. Estos
términos, aunque no describan totalmente la voz, la asocian con los roles más
convenientes para las características vocales del cantante.
El espectro vocal podría resumirse en registros vocales así dispuestos desde la voz
más aguda a la más grave:
Soprano
Mezzosoprano
Contralto
Contratenor
Tenor
Barítono
Bajo
Uso histórico de las partes vocales
La voz de soprano se ha utilizado típicamente a través de historia operística como
la voz elegida para la protagonista femenina de la ópera en cuestión. El énfasis
actual en un amplio rango vocal fue sobre todo una invención del Período Clásico.
Antes de eso, el virtuosismo vocal, no la amplitud, fue la prioridad, con partes
para soprano que raramente se extendían hasta un fa agudo (Händel, por ejemplo,
sólo escribió un rol que se extiende hasta un do agudo), aunque el castrato
Farinelli fue catalogado de poseer un re agudo.
Para las verdaderas contraltos, el número de partes es más limitado, lo que ha dado
lugar a la broma de que las contralto sólo cantan roles de "brujas, malvadas, y
varones". En años recientes muchos de los "roles en pantalones" de la era barroca,
escritos originalmente para mujeres, e interpretados originalmente por "castrati",
han sido reasignados a los contratenores.
La voz de bajo tiene una larga historia en la ópera, habiendo sido empleada en
papeles secundarios en la "ópera seria", y algunas veces para relieve cómico (bajo
buffo) proveyendo un contraste con la preponderancia de voces altas en este género.
El repertorio de bajo es amplio y variado, incluyendo desde la comedia con
Leporello en Don Giovanni a la nobleza de Wotan en El anillo del nibelungo de
Wagner.
Cantantes famosos
La carrera de la primera gran estrella femenina (o prima donna), Anna Renzi, data
de mediados del siglo XVII. En el siglo XVIII, un número de sopranos italianas
ganaron renombre mundial y frecuentemente se enredaban en feroces rivalidades, tal
el caso de Faustina Bordoni y Francesca Cuzzoni, quienes comenzaron una pelea a
golpes durante una representación de una ópera de Handel.
Los franceses no gustaban de los “castrati”, preferían que sus héroes fueran
interpretados por un haute-contre (tenor alto), de los cuales Joseph Legros fue un
ejemplo destacado.9
En el siglo XIX hubo una figura femenina de gran éxito comercial para los
parámetros de la época, María Malibrán, para quien algunos compositores reconocidos
como Félix Mendelssohn realizaron piezas. Contaba con una amplio registro de casi 3
octavas. La Malibrán era hija del maestro de canto Manuel García y hermana de la
asimismo célebre Pauline Viardot. Otras famosas divas de la época fueron Giuditta
Pasta, Jenny Lind y Giulia Grisi.
El siglo XX se inicia de la mano del que muchos consideran el mayor tenor y del
cual se cuenta con registros fonográficos, el italiano Enrico Caruso, quien triunfó
en los principales teatros de ópera en Europa, así como en Nueva York y Buenos
Aires y fue el primer artista en vender 1 millón de copias de una grabación en
disco. En los años previos a la Segunda Guerra Mundial, la ópera contó con un
período de apogeo representado por cantantes como Kirsten Flagstad, Miguel Fleta,
Feodor Chaliapin, Frida Leider, Lotte Lehmann, Giuseppe Martinelli, Maria Jeritza,
Melico Salazar y Gonzalo Castellón.
En la inmediata posguerra fue figura fundamental la soprano Maria Callas, cuya fama
trascendió el ámbito musical al mundo de la política y la farándula así como su
rivalidad con la italiana Renata Tebaldi evocó las confrontaciones de divas del
siglo XVIII. Más voces femeninas importantes de la segunda mitad del siglo XX son
la cantante sueca Birgit Nilsson, las estadounidenses Beverly Sills, Renée Fleming,
Jessye Norman, Leontyne Price y Kathleen Battle, las catalanas Montserrat Caballé y
Victoria de los Ángeles, las italianas Mirella Freni, Cecilia Bartoli y Renata
Scotto, las búlgaras Ljuba Welitsch y Ghena Dimitrova, Angela Gheorghiu, Diana
Damrau, las francesas Régine Crespin y Natalie Dessay y Anna Netrebko. Algunas
cantantes han sido distinguidas por sus servicios por la corona británica con el
título de Dame DBE, entre otras Dame Clara Butt, Eva Turner, Joan Sutherland, Kiri
Te Kanawa (quién cantó en la boda del príncipe Carlos con la princesa Diana y se
calcula que dicha presentación fue vista por 600 millones de espectadores por
televisión), Gwyneth Jones, Janet Baker, Elisabeth Schwarzkopf, Margaret Price y
Sarah Connolly. En el área germánica se otorga el título Kammersänger (o
Kammersängerin para las mujeres cantantes) traducido como cantante de la corte.