Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
A nivel conductual las características clínicas del trastorno de ansiedad social son las
siguientes: las personas tienen pocas y muy pobres habilidades sociales, así como una alta
evitación de relaciones interpersonales y situaciones sociales, su comportamiento es poco
asertivo, su grupo de amigos es reducido, miran y hablan escasamente, demuestran
intranquilidad en situaciones de miedo, están vigilantes y alertas ante las posibles amenazas
sociales, creen percibir las expresiones de rechazo y desaprobación, se distancian y aíslan en
situaciones sociales, y les es muy difícil iniciar y mantener una conversación amena.
Los aspectos cognitivos y afectivos que se han logrado identificar en las personas
con fobia social son: difícilmente expresan emociones cálidas y tienen problemas para
describirlas se focalizan en información sobre el fracaso social, tienen una percepción
exageradamente negativa de su propia conducta y sobre sí mismos lo que determina una baja
autoestima, ostentan patrones elevados de evaluación, poseen diálogos internos negativos,
subestiman sus logros, se preocupan mucho por la crítica y la imagen que tienen los demás
de él, desean la aprobación de los demás, enfatizan y perciben con mayor agudeza sus
fracasos y síntomas de ansiedad, se anticipan a las situaciones humillantes o vergonzosas, no
asumen riesgos, creen que son incapaces de satisfacer las expectativas sociales, se sienten
indefensos frente a la desaprobación, identifican con facilidad emociones “negativas” (ira,
miedo, asco y tristeza), se sienten solos y tristes, tienen altibajos emocionales y temen hacer
el ridículo o decir algo inapropiado en público.
El trastorno de ansiedad social tiene una alta comorbilidad con otros trastornos y en
muchos casos los antecede en un 70 y 80%. Se ha encontrado una comorbilidad con el
trastorno de pánico en un 50%, con la ansiedad generalizada en un 41%, con el episodio de
depresión mayor en un 40%, con el trastorno obsesivo compulsivo en un 26% y con la
agorafobia en un 16% (Faverlli, Zucchi, Viviani, Salmonia y Perone, 2000). En relación con
el trastorno de personalidad por evitación (TPE) se ha observado que muchos pacientes con
TAS también poseen TPE y viceversa; en ese mismo sentido aparentemente sería redundante
añadir el TAS al diagnóstico de TPE (Caballo, 2009).