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Nos rem itim os a nuestro libro An In trod u cción lo Law, o Une im ro du ction au droit,
Londres, E speria, 2003, con prefacio t3e Spyridon Flogaitis, director del Centro Europeo de
D erecho Público; hay versión castellan a como In trod u cción a l D erecho, de libre acceso en
iv w iv .gord iilo.com ; rraducciói portuguesa en preparación. Ver tam bién el libro de A lejan dro
N l E l ' O y A g u stín G O R D I L L O , Las lim ita cio n e s d e l co n o c im ie n to ju r íd ic o , M ad rid , Trotta,
2003.
Las fu en tes d e l D erecho A dm inistrativo a rgen tin o
2 .1. L a in t e r p r e t a c ió n d e l o s p a c t o s d e d e r e c h o s h u m a n o s
2.2. La s so l u c io n e s a m is t o s a s o t r a n sa c c io n e s
in t e r n a c io n a l e s
De las más de sesenta denuncias en trám ite ante la Com isión In-
teram ericana de Derechos H um anos, el país ha comenzado a transar
algunas a fines del segundo m ilenio y comienzos del tercero, con la
consecuente modificación legislativa y jurisprudencial de nuestro De
recho interno. Algunas que no ha transado, comienza de todos modos
a cumplirlas.
No transarlas, cuando hay dictamen adverso de la Comisión, im
plica que ésta da carácter de resolución pública a su pronunciamiento e
inicia la acción ante la Corte de San José, con el consiguiente bochorno
y reproche internacional, no desprovisto de efectos prácticos. No es una
situación que se pueda sostener sine die.
2.3. C o n v e n c i ó n In t e r a m e r i c a n a c o n t r a l a C o r r u p c ió n
2.4. L a C o n v e n c i ó n In t e r n a c i o n a l c o n t r a e l S o b o r n o
T r a n s n a c i o n a l (L e y 25319)
Esta Convención Internacional tiene por objetivo perm itir a los de
más Estados partes ju zgar a nuestros funcionarios públicos por los deli
tos de soborno transnacional y lavado de dinero vinculado al cohecho.
Aclara expresamente que cualquier Estado tiene jurisdicción, sin im
portar el país donde el delito hubiere sido cometido. No poseemos el vi
gor institucional de una democracia sólida, con poder rigurosamente
distribuido y compartido, como debe ser, por una m iríada de órganos.
Nuestra excesiva centralización presidencial, im buida de una vieja cul
tura caciquista, hace difícil investigar, juzgar y castigar a nuestros gran
des corruptos transnacionales. Es bueno que otro Estado pueda
hacerlo. Así, el Derecho tal vez pueda llegar a funcionar un poco más
cercano al ideal de cumplirse, ante la am enaza real y cierta de sanción
en caso de incumplim iento.
2.5. Ot r a s f u e n t e s
Todo lo expuesto es tam bién obvio a partir del default del país en
2002 y la pesificación asimétrica, desviada y de m ala fe realizada por su
gobierno en aquel entonces. Los jueces extranjeros han comenzado a
adm itir su jurisdicción sobre la deuda externa argentina y han comen
zado a inhibir bien es de argentinos en el exterior cuando existe la pre
sunción de que en parte pertenecen al gobierno argentino; por ejemplo,
por tratarse de bienes presum iblem ente producto de la evasión fiscal y
el lavado de dinero por no estar declarados ante el fisco nacional. Los
bienes argentinos en el extranjero que no hayan sido declarados ante el
fisco nacional son así ju ris tantum producto de la evasión y el lavado de
dinero y, como tales, constituyen un crédito del Estado argentino em-
bargable por sus acreedores del default.
4. REGLAMENTOS
4. i . C l a s if ic a c ió n y a d m is ib il id a d
4.2. Pr o b l e m a s y c o n t r a d ic c io n e s
4.3. L a e x a c e r b a c ió n r e g l a m e n t a r ia
porque son la m ayor fuente normativa del funcionamiento real del apa
rato administrati vo, pero Sa más frecuentemente antijurídica.
De alguna manera, el reglamento es la fuente de más ilegalidad y
arbitrariedad en el campo de la Administración. En ninguna otra parte
del Derecho Administrativo se consagra tanto la arbitrariedad, el capri
cho, la autocontradicción, la improvisación e imprevisión perm anen
tes, las contramarchas constantes, la desviación de poder.
No es en los actos individuales donde la Administración despliega
toda su arbitrariedad: es en la redacción de largos y pesados reglam en
tos, seudonormss generales que luego maliciosam ente alega lim itarse a
cumplir, cuando ella m ism a los ha preparado y emitido.
Cuando la A dm inistración quiere abusar de poder, dicta norm as g e n e
rales. L uego las cu m ple. También, cuando quiere eludir la responsabili
dad de asum ir en cada caso la justicia, equidad, eficiencia, razonabilidad
de su acto, procura «absolverse» de eventuales culpas a través de la pre
determinación ele sus futuras reglas, lo que espera la libere de la pesada
carga de decidir bien en cada caso concreto.
Si hay exceso o ilegalidad, arbitrariedad, inconstitucionalidad o
violación de tratados supranacionales o principios generales del Dere
cho, es inútil pedirle a un simple funcionario o un gran ministro que
prescindí, de aplicar el reglamento en aras a un principio jurídico supe
rior.
En la inm ediatez diaria de la vida adm inistrativa, el reglamento es
la norma de mayor importancia momentánea. Se ha podido decir que
es la fuente cu a n tita tiva m en te más im portante del Derecho A dm in is
trativo, lo cual es ciertam ente peligroso para la vigencia del Derecho
Administrativo y el Estado de Derecho. Ese peso cuantitativo del regla
mento lleva al «procédim entalismo y leguleyism o» —«típica huida de la
responsabilidad de toda burocracia»—que caracteriza la «degradación
de la Justicia en burocracia».
Con todo ello se produce una «incapacidad disciplinada» que obli
ga al funcionario «a acostumbrarse a depender de controles externos
desechando las ricas posibilidades de la autofijación de objetivos y la
autocrítica y se lo induce a una rutinización progresiva». «Lo impor
tante pasa a ser la adhesión estrecha al reglamento y todo lo demás es
secundario»; «el sistema adm inistrativo ejerce así múltiples presiones
sobre sus miembros, induciéndolos a un comportamiento absoluta
mente ajustado a la norma».
«Algunas veces se exageran las formalidades, se m ultiplican sin ob
jeto las intervenciones de distintos funcionarios, se hace tan complica
da la tramitación de una gestión adm inistrativa, que los particulares
renuncian en ocasión a su derecho, con tal de no tener que habérselas
con esa medusa de mil cabezas». «El procedimiento administrativo no
Las fu e n te s d e l D erecho A dm inistrativo argen tino 43
4.5. R e g l a m e n t o s d e n e c e sid a d y u r g e n c ia
inc. 3.°, que ni siquiera existiendo necesidad y urgencia públicas puede el Po
der Ejecutivo invocarlas para dictar reglamentos de esta especie en materias
penal, tributaria, electoral o del régimen de los partidos políticos. Ni qué de
cirio, a pesar de la prohibición, lo ha hecho en más de una oportunidad.
En cuanto al procedimiento, requiere el refrendo de todos los m i
nistros y del Jefe de Gabinete en acuerdo general: no basta juntar la fir
ma de todos, debe haber realm ente una sesión de acuerdo general de
ministros. Para el control judicial y de la opinión pública de la veraci
dad de la existencia de esta sesión, pensamos que ella debiera estar
abierta a la opinión pública y a la prensa.
Además del .acuerdo general de ministros y refrendo de todos los
ministros y del Jefe de Gabinete, a) este últim o debe comunicarlo den
tro de los diez días a la Comisión Bicam eral Permanente del Congreso;
b) ésta, a su vez, debe producir despacho en diez días; c) elevarlo al ple
nario de cada Cám ara; d) para su expreso tratamiento, el que de inm e
diato considerarán las C ám aras. Dado el sentido restrictivo del texto
constitucional, pensamos que nos encontramos allí ante una serie suce
siva de requisitos acum ulativos de validez y vigencia del reglamento de
necesidad y urgencia.
Para que el reglamento de necesidad y urgencia tenga validez y vi
gencia requiere no solamente: a) la causa habilitante de verdadero esta
do de necesidad pública e im posibilidad de seguir el trámite
parlamentario común; b) no invadir las materias vedadas en forma ex
presa (tributos lato sensu, partidos políticos, régimen electoral, Código
Penal) o im plícita (Código Procesal, Código Civil, Código de Comer
cio, etc.) por la Constitución, sino también: c) que se cumplan todos y
cada uno de los pasos previstos en ella, incluyendo la ratificación legis
lativa expresa en la primera sesión del Congreso posterior al envío del
despacho de la Comisión Bicam eral (y si no hay despacho ni envío, esto
ya es suficiente decaimiento del decreto; si no hay tratamiento o vota
ción inm ediata en el Congreso, lo m ism o). Todo ello sin perjuicio de
que d) debe satisfacer todos los demás tests de razonabilidad constitu
cional (existencia de sustento fáctico suficiente, adecuación de medio a
fin, proporcionalidad, etc.).
Si se omite cualquiera de los requisitos de procedimiento, algunos
de los cuales, como veremos, son también sustantivos y no meramente
formales, cae la validez y vigencia del reglamento, sea: a) porque no se
cumple la comunicación a la Com isión Bicam eral; b) porque ésta no
produce su despacho en término, o c) porque cada una de las Cámaras
no le dan expreso tratam iento resolutivo en forma inm ediata. Puede
ocurrir, en la práctica, que se cum plan los primeros pasos pero no el úl
timo; o que en la sesión donde corresponde tratarlo las Cám aras no
arriben a ninguna decisión.
46 A gustín Gardillo
4.6. Re g l a m e n t o s d e l e g a d o s o d e in t e g r a c i ó n
ción, ser dei propio Congreso y lo único que puede delegarse es, en
cada ocasión de modo excepcional, el perfeccionamiento de algún su
puesto de hecho fallante en una norma legislativa puntual. Decir en la
ley que el M inisterio o Secretaría tal «fijará» las tarifas, «regulará» el
servicio, p. ej., sin parámetro alguno, no responde al principio constitu
cional, menos a la luz del art. 42, pues es a estos entes que puede atri
buirles tales facultades am plias, no a las Secretarías o Ministerios del
PE. Sin embargo, funciona y es aplicado, lo cual deja mal parado el
funcionam iento real de la Constitución en los tribunales.
Cabe preguntarse si las materias que la Constitución prohíbe que
el PE reglam ente por necesidad y urgencia se encuentran también pro
hibidas para la delegación. Dicho en otras palabras, ¿puede extenderse
por analogía la prohibición constitucional específica para uno, cuando
existe una prohibición genérica para el otro? Concretamente, la Cons
titución prohíbe al PE asum ir facultades legislativas por decreto de ne
cesidad y urgencia en m ateria penal, tributaria y de partidos políticos.
¿Puede el Congreso delegar tales materias al Poder Ejecutivo? Es sabi
do que en m ateria impositiva todo el régimen funciona a base de puro
reglamento y circulares de la DGI, supuestam ente por facultades dele
gadas del Congreso, pero las más de las veces por reglamentos m últi
ples que son a la vez ejecutivos, autónomos, delegados y de necesidad y
urgencia. Más bien son actos generales dictados por alguien que se con
sidera, «libremente», legislador. Ya nadie se pregunta más si la AFIP
(antes DGI) o el M inisterio de Economía y sus Secretarías pueden ha
cer tal creación plurinorm ativa de nivel general. Discuten sólo su opor
tunidad. Pero hacer tam aña afirmación es como sostener que los
hechos crean Derecho y que el Congreso es incapaz de dictar norm a
tributaria algu n a, con lo cual es indispensable que lo haga la AFIP o
todo el sistema cae. Parece m uy difícil sostener ninguna de tales hipó
tesis.
El gran desafío de la época es sobrevivir ordenadamente a la desapari
ción de este derecho descartable del reglamento diario y constante de la
Administración central (decretos, disposiciones adm inistrativas, reso
luciones ministeriales, resoluciones de secretarios de Estado, etc.) y pa
sar sin traspiés a un Derecho más estable, sea emanado dei primer órgano
previsto en la Constitución para ello, que no es otro que el Congreso de la
Nación, o, en su defecto, de los entes regulatorios independientes del
art. 42. Nunca más, si el país se institucionaliza, de los integrantes del
Poder Ejecutivo. Es el esquem a de la fractura dei poder como garantía
de la libertad y la democracia. Lo más importante pasará entonces a ser
las facultades normativas de los órganos regulatorios independientes
previstos en el art. 42 de la Constitución, con participación decisoria en
el directorio tanto de los usuarios como de las provincias y audiencias
50 Agustín G ardillo
4.7. Re g l a m e n t o s a u t ó n o m o s
4.8. R e g la m e n to d e e je c u c ió n
4.9. El r e g l a m e n t o c o m o f u e n t e d e l D e r e c h o
Ad m in ist r a t iv o