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JOSEPH FLETCHER

ÉTICA DE SITUACIÓN
La nueva moralidad

LIBROS DEL NOPAL


EDICIONES ARIEL, S. A.
Título original: SITUATION E T H I C S . The New Morality

Editor original: The Westminster Press - Filadelfia


Traductor: José Manuel Udina
Foto de cubierta: Albert Fortuny

A nuestros hijos y nietos:


Joe, Jane, Bob, Maddy, Julia, Tommy

© 1966 - W . L. Jenkins
Reservados todos los derechos castellanos
© LIBROS DEL NOPAL
de Ediciones Ariel, S. A.
Primera edición: marzo 1970
Depósito legal: B. 11.543-1970

1970 • Ariel, S, A. - Av. 1. Antonio, 108 • Esplugues de Llobregnt. Barcelona


Quisiera dejar sentado que todas las leyes mo-
rales no son sino la enunciación de que cierta clase
de acciones acarrearán buenos efectos. No obstante,
en ética ha prevalecido por lo general la opinión
diametralmente opuesta. Se ha supuesto que lo
"justo" y lo "útil" eran unos principios, al menos,
capaces de entrar en conflicto y que, siempre, eran
esencialmente distintos. Así ha sido característico
de cierta escuela de moralistas y del común sentir
moral declarar que el fin nunca justifica los medios.
Lo primero, pues, que deseo puntualizar es que
"justo" no significa ni puede significar otra cosa
que "causa de un buen resultado" y que, por lo
mismo, se identifica con "útil": de donde se dedu-
ce que el fin justifica siempre los medios y que
ninguna acción puede ser justa si no está justifi-
cada por sus resultados.
GEORGE EDWARD MOORE,
Principia Eihica, p. 146.

La verdad, para decirlo en pocas palabras, no


es sino lo que conviene a nuestra manera de pen-
sar, como la rectitud no es sino lo que conviene a
nuestra manera de comportarnos.
WILLIAM JAMES, Pragmatism, p. 222.

El uso demasiado simplista de las nociones "bue-


no o malo" es uno de los principales obstáculos
para el progreso de la recta intelección.
ALFRED NORTH WHITEHEAD,
Modes of Thought, p. 15.
ÉTICA DE SITUACIÓN

Quien sin causa viole la ley, será cubierto de


confusión.
SALMO 25, 3,
The Book of Common Prayer

Sólo existe un deber fundamental e invariable,


y se formula a s í : "Amarás a tu prójimo como
a ti mismo". El modo de llevarlo a cabo ya es
otra cuestión; pero la totalidad del deber moral
se encierra en este mandamiento.

WILLIAM TEMPLE, Mens Creatrix, p. 206.

La ley del amor es la ley fundamental, porque


es la negación de la ley; y es la ley absoluta, por-
que abarca todo lo concreto... El absolutismo del
amor es el poder que detenta para penetrar en la
situación concreta, para descubrir las exigencias
que entraña la situación concreta a la que se refie-
re. Por esto, el amor nunca puede hacerse fanático
cuando lucha para alcanzar lo absoluto, ni tampoco
puede convertirse en cínico bajo el peso de lo re-
lativo.
PAUL T I L L I C H ,
Systetnatic Theoíogy, vol. I, p. 152.

INTRODUCCIÓN
Hace algunos años, E. E. Cummings pronunció en la
Universidad de Harvard seis no-conferencias1 sobre poe-
sía, a las.que algunos críticos llamaron "seis conferencias
sobre no-poesía". La experiencia del poeta refleja mi pro-
pia situación. Año tras año, al disertar sobre sistemas éticos
no-cristianos, comparándolos con los diversos sistemas cris-
tianos, he aludido a veces a mi propio wo-sistema ético.
Pues bien, es aste "no-sistema" lo que en forma compen-
diada quiero exponer en estas páginas.
Con frecuencia los críticos de mis obras han argüido,
como en el caso de Cummings, que mi punto de vista equi-
vale en realidad a un sistema cristiano de no-ética. Unos
pocos lo han tildado de sistema no-cristiano de no-ética.
Y un teólogo moralista irlandés ha llegado incluso a decir
que se trata de un no-sistema no-cristiano de no-ética.2 Por
otro lado, el obispo Robinson, al abordar en su obra, Sin-
cero para con Dios, el problema de la "nueva moralidad",
tiene la gentileza de afirmar que mi análisis confiere a la

1. E. E. Cummings, Six nonlectures, Harvard University Press, 1953.


2. C. B. Daly, "A Criminal Lawyer on the Sanctity of Life", en Irish
Theological Qnarterly, vol. XXV, 1958, pp. 330-366; vol, X X V I , 1959,
pp. 23-55, 231-272,
12 ÉTICA DE SITUACIÓN INTRODUCCIÓN 13

nueva moralidad "la expresión más coherente" que él co- aspecto, Bultmann se mantiene sobre un suelo muy firme)
noce.3 Ya lo veremos. como en la afirmación de que ninguna ética necesita ser sis-
Aquí el lector hallará un método, pero ningún siste- temática —¡ e indiscutiblemente la ética de Jesús no lo era!
ma. Es un método para tomar decisiones "situacionales" o De ahí que haga mía la rotunda afirmación de Hendrik
"contextúales'', pero no entraña la menor construcción sis- Kraemer: "La vida cristiana no puede estabilizarse nunca
temática. Con gusto recojo, a este propósito, las indicacio- en ningún sistema histórico o teorético, ni siquiera en las
nes de F. D. Maurice acerca de "sistema" y "método", espléndidas leyes teoréticas del Antiguo Testamento. Pue-
términos que él considera "no sólo como no sinónimos, sino den darse sistemas de ética filosófica; pero nunca será posi-
como los más opuestos que pueden imaginarse: el primero ble un sistema de ética cristiana, al menos si quiere ser
significa lo totalmente contrario a la vida, a la libertad, a la realmente fiel a su naturaleza". 7
diversidad; el segundo, en cambio, aquello sin lo cual no La denominación de "nueva moralidad" no está plena-
pueden existir ni la vida, ni la libertad, ni la diversidad". 4 mente justificada. En el lenguaje periodístico equivale a
Si esto es "sistemofobia", ¡ en buena hora lo sea! Con acier- moral relajada o incluso laxa, sobre todo en lo referente a
to dice Robinson que "no hay sistema ético alguno que la sexualidad. Por esto, antes de seguir adelante, hemos de
pueda alzarse con la pretensión de ser cristiano"; 5 pero, aclarar dos puntos: primero, que esta "nueva moralidad"
por mi parte, incluso añadiría que cualquier sistema ético no es exactamente nueva, ni en el método, ni en el conte-
es acristiano o, al menos, íw&cristiano, por mucho que nido; segundo, que como método (y es lo que constituye el
pretenda ceñirse a una ortodoxia teológica. objetivo primordial de este ensayo) se halla firmemente en-
Cuando Bultmann afirma que Jesús no tuvo ética algu- raizada, aunque no de modo convencional, en la tradición
na, sin duda tiene razón, pero sólo la tiene si aceptamos clásica de la moral cristiana occidental. Se trata, pues, de
—aunque yo no la acepte— su definición de la ética como una posición ya antigua que presenta un aspecto nuevo y
un sistema de valores y normas "inteligibles para todo contemporáneo. Para ser sinceros hemos de añadir al mis-
hombre". 8 El acento, sin embargo, no recae tanto en la mo tiempo que esta nueva moralidad —es decir, la ética de
negación de la existencia de tal ética universal (en este situación—• supone una ruptura radical de todos los con-
vencionalismos y opiniones que imperan en nuestro am-
3. John A. T. Robinson, Sincero para con Dios {Honest lo God), Barce-
biente habitual. Para decirlo en términos hoy de moda:
lona, LIBROS DEL NOPAL de Ediciones Ariel, S. A-, 1967, p. 185. quienes disciernen los signos de los actuales tiempos y adop-
4. Citado por A. R. Vidler, Witness to the Light, Charles Scribner's
Sons, 1948, p. 13.
5. John A. T. Robinson, Christian Moráis Today, The Westminster
Press, 1964, p. 18.
6. Rudolf Bultmann, Jesús and the World, traducción inglesa de Louise
Pettibone Smith y Erminie Huntress Lantero; Charles Scribner's Sons, 7. Citado por Edward Duff, s. j . , The Social Thought of the World
1958, p. 84. Council of Cherches, Association Press, 1956, p. 103 n.
14 ÉTICA DE SITUACIÓN INTRODUCCIÓN 15

tan, según ellos, unas decisiones concretas, saben sobra- lo que es bueno." 8 Junto con el taxista de St. Louis, nom-
damente que esta ética de situación no es particularmente bro a este ranchero de Texas co-protagonista de este libro.
católica, protestante u ortodoxa, ni siquiera humanista. (Una película inglesa del mismo género es The Mark, don-
Y esto nos libera de todo odium theologicum. de un hombre se siente sexualmente atraído por las ado-
Nos serviremos de una anécdota para precisar el senti- lescentes hasta que una mujer de su misma edad lo seduce
do de nuestro pensamiento. Un amigo mío llegó a St. Louis y así lo libera de su desviación patológica.9 En la película,
en las postrimerías de una campaña presidencial y el taxis- al menos, efectivamete lo lograba.)
ta, que no era indiferente a aquella lucha, le hizo partícipe Como Paul Ramsey ha puntualizado, aunque con cierta
de sus opiniones políticas: "Yo y mi padre, y mi abuelo ya reticencia, mi posición es personalista y a la vez contex-
antes, al igual que mis bisabuelos, todos hemos sido siem- tual.10 Y yo creo que precisamente son éstos los dos rasgos
pre incondicionalmente republicanos." "Vaya —repuso mi principales del situacionismo cristiano. Pero, ya desde vm
amigo que también es republicano—, esto quiere decir que principio, quisiera aclarar lo que hemos de entender por
usted votará por los senadores fulano y mengano." "Pues, "contextual" en este libro. Puesto que Paul Lehmann en-
no —replicó el taxista—; hay momentos en que uno ha de turbia las aguas cuando emplea este término en dos senti-
dejar a un lado sus principios y obrar con rectitud." Aquel dos que, aun siendo realmente distintos, a menudo se pres-
taxista de St. Louis es el protagonista de este libro. tan a confusión. A veces se sirve de esta palabra para
Veamos ahora una escena de la comedia The Rainma- indicar que la acción cristiana ha de cumplirse dentro de
ker, de Nash. Fue un gran éxito, tanto en el teatro como un marco teológico de referencia, en la koinonia, es decir,
más tarde al ser llevada a la pantalla. Pero desde el punto en un contexto de je. Pero otras veces este término signi-
de vista ético la clave de su éxito se halla en aquella esce- fica que la acción se ha de juzgar cristiana si se ajusta a
na donde el hermano de una muchacha, soltera y muy re- unas determinadas circunstancias objetivas, es decir, a la
traída, sintiéndose moralmente ultrajado, amenaza disparar situación.11 En esta segunda acepción es como yo lo utili-
contra el simpático, aunque no muy "formal", Rainmaker, zo. (Claro está que toda ética cristiana es asimismo "con-
porque a medianoche está haciendo el amor a su hermana textual" en la primera acepción, pero si mezclamos ambas
bajo el cobertizo del pajar. Sin embargo, la intención del
Rainmaker era devolver a la joven su sentido de femini- 8. N. Richard Nash, The Rainmaker, Bantam Books, Inc., 1957, p. 99.
Véase también Robert Anderson, Tea and Sympathy, The New American
dad y la esperanza de llegar a casarse y ser madre. El Library of World Literature, Inc., 1956, especialmente el acto I I I .
9. Citado por H. A. Williams, "Theology and Self-Awareness", en
padre de la joven, un granjero discreto y ya entrado en Soundings: Essays in Christian Understanding, editado por A. R. Vidler,
Cambridge University Press, 1962, p. 82.
años, arrebata la pistola a su hijo diciéndole: "Andas tan 10. Paul Ramsey, "Lehmann's Contextual Ethics and the Problem of
Truth-Telling", en Theology Today, vol. XXI, 1965, p. 474.
obsesionado con lo honesto, Noé, que eres incapaz de ver 11. Paul Lehmann, Ethics in o Christian Context, Harper & Row,
Publishers, Inc., 1963.
16 ÉTICA DE SITUACIÓN INTRODUCCIÓN 17

acepciones despojamos a este término de toda significación "amor" es una palabra cenagosa y semánticamente confu-
precisa en ética teológica.) En la significación que yo pro- sa. Compárense, en efecto, las siguientes expresiones: "Mí-
pongo, esta palabra es aplicable a cualquier decisión moral ralo tal como es, sin el menor disimulo: ¡ el puro amor
que tenga en cuenta los factores concretos de la situación, sexual!" — "¡Cuánto me gusta este sombrero! ¡Lo amo
tanto si tal decisión entraña una ideología teológica como con locura!" — "¿Me prometes amor, respeto y obedien-
no teológica —por ejemplo, tanto si la ideología es cristia- cia?" — "¡Vamos! Es tu última oportunidad. ¡Demués-
na como si es marxista. 12 trame siquiera esta vez tu amor!" — "Amo las fresas, pero
A veces la gente de Iglesia y los estudiantes de las fa- me producen sarpullido". — "Así pues, subsisten siempre
cultades "religiosas" de las universidades (aunque nadie la fe, la esperanza y el amor, las tres virtudes juntas;
más) se lamentan de que no acierte a tratar la ética de si- pero la mayor de,todas ellas es el amor". — " Y Jonatán
tuación desde una "perspectiva claramente cristiana", y amaba a David".
con esto quieren decirme que aparentemente no hago sufi- Ante tal diversidad de sentidos, nos sentimos tentados
cientes referencias —al menos de un modo explícito y con- a renunciar definitivamente a la palabra "amor" en cual-
tinuado— a la estructura teológica. Es cierto que a menudo quier disertación de ética cristiana y a utilizar únicamente
adopto esta actitud adrede, pero nunca cuando hablo del el término neotestamentario de ágape, como Tillich propu-
"amor" como ideal normativo de conducta —un "amor" so, 13 o a posponerle una " — C " , indicativa de cristiano
siempre claramente entendido como el ágape del Nuevo (amor-C), o algo parecido. Esta dificultad me resulta aún
Testamento. La razón que justifica esta actitud mía está más evidente cuando utilizo el simple vocablo inglés (y a
en el hecho de que la novedad fundamental que ofrece la los japoneses les ocurre lo mismo debido a la multiplicidad
ética de situación nada tiene que ver, en absoluto, con las de significaciones de la palabra ai), pero a pesar de todo y
obligaciones que entraña una fe teológica enfrentada a otra después de hecha esta advertencia previa, me he decidido
fe no teológica —y que esto es verdaderamente así, lo a usarlo en este libro. La palabra es demasiado rica, tiene
hemos de ver en las páginas de este libro. (Sin que esto una significación demasiado legítima e importante, por en-
quiera decir, por otra parte, que la propia fe no ejerza una cima y más allá del sentido técnico que le confiere la teolo-
influencia decisiva sobre la decisión que se adopta y la gía del Nuevo Testamento, para que podamos desecharla
acción que de ella se sigue frente a una situación concreta.) sin más. En cierto modo me ha impresionado la riqueza
Ahora hemos de proceder a una aclaración. La palabra de contenido que en ella descubre C. S. Lewis en su obra

12. Véase el penetrante estudio de James A. Gustafson, "Context


Versus Principie: A Misplaced Debate in Christian Ethics", en Harvard 13. Paul Tillich, MoralHy and Beyond, Harper & Row. Publishers
Theological Review, vol. 58, 1965, pp. 171-202. Inc., 1963, p. 39.
18 ÉTICA DE SITUACIÓN INTRODUCCIÓN 19

Los cuatro amores,1* aunque no acaben de satisfacerme las en forma de galeradas de imprenta, pero era ya demasiado
conclusiones a que el autor llega. tarde para referirme a dicha obra o para citarla en mi tra-
bajo. Casi todos los artículos allí publicados son de gran
Quiero expresar mi agradecimiento a quienes, en tres valor y de una importancia capital para quienes quieran
ocasiones distintas, me han invitado a pronunciar unas con- documentarse acerca de los méritos de la ética de situación:
ferencias y así me han ayudado a dar forma al material de los artículos de Dewi Phillips, de Bangor, y de George
este libro. El trabajo lo inicié en 1959, con ocasión de la Wood, de Londres, son realmente fundamentales. En cuan-
Alumni Visitation Day Lecture, en la Divinity School de to al ensayo final del propio Ramsey, en el que intenta
Harvard; cobró mayor consistencia en 1963, con motivo de descubrir algún camino que rehabilite la doctrina del dere-
las Easter Bedell Lectures del Bexley Hall, en el Kenyon cho natural, deberá aguardar a que podamos discutirlo en
College; y alcanzó una elaboración más acabada durante el una próxima obra.
curso 1963-1964 debido a la Visiting Projessorship, en la JOSEPH FLETCHER.
International Christian University de Tokio. En la prepa-
ración de dichas conferencias y en la redacción de este Cambridge Massachusetts.
libro, al igual que en los anteriormente publicados, siempre
me ha alentado el cálido y paciente apoyo de mi esposa.
Y asimismo me siento en deuda con los estudiantes y pro-
fesionales que pude conocer en las escuelas de teología,
medicina y comercio de distintas universidades americanas,
porque con sus objeciones han contribuido decisivamente a
iluminar tanto la teoría como los casos reales de que me
sirvo para ponerla a prueba.
Por lo demás, siento en el alma que, durante la redac-
ción de este ensayo, no pudiera disponer del notable con-
junto de artículos que, sobre Ética cristiana y filosofía con-
temporánea, estaba reuniendo en aquel entonces el profe-
sor Ramsey.15 Tuvo éste la atención de enviarme su libro

14. C. S. Lewis, The Four Loves, Londres, Geoffrey Bles, Ltd., Pu-
blishers, 1960.
15. I. T. Kamsey, Christian Ethics and Contemporary Philosophy.
TRES ACTITUDES
En el fondo, sólo existen tres caminos o actitudes posi-
bles para alcanzar una decisión moral: 1) el legalista; 2) el
antinomista, es decir, el más diametralmente opuesto al pri-
mero, puesto que prescinde de toda ley o principio; y 3) el
situacionista. Los tres han desempeñado un importante papel
en la historia de la moral occidental, pero el legalismo ha
sido, con mucho, el más común y persistente: al igual que
triunfó en el judaismo post-exílico, también más tarde logró
dominar constantemente en la cristiandad ya desde los pri-
meros tiempos, a pesar de la violencia con que lo combatie-
ron tanto Jesús como Pablo. Como veremos más adelante,
en muchas situaciones de la vida real el legalismo resulta ser
lo que Henry Miller ha llamado sagazmente "la inmorali-
dad de la moralidad". 1
Un viejo chiste nos permitirá verlo con mayor claridad.
Preguntó cierto rico a una hermosa joven si quería acostarse
con él aquella noche. La respuesta de la joven fue: " N o " .
Volvió a preguntarle si lo haría por 100.000 dólares. Enton-
ces la joven contestó: "Sí, ya lo creo". El hombre insistió:
"¿Y por 10.000 dólares?" Y ella repuso: "Bueno... sí; de

1. Henry Miller, Stand Still Like the Hummingbird, New Directions,


1962, pp, 92-96.
24 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 25
acuerdo". La siguiente pregunta fue: "¿Qué le parece por Las grandes tradiciones religiosas de occidente, judais-
500 dólares?". Y la indignada respuesta de la joven: mo, catolicismo y protestantismo, han sido legalistas. Tanto
"¿Quién se cree que soy yo?", recibió esta sencilla réplica: en lo moral como en lo doctrinal, todas ellas se han sujetado
"Sobre esto ya nos hemos puesto de acuerdo. Ahora esta- a una ortodoxia "sistemática" y muy meticulosa. Los anti-
mos hablando del precio". Una joven que tenga "relacio- guos judíos, sobre todo bajo el liderato macabeo y farisaico
nes" (¡ gracioso empleo del término!) fuera del matrimonio, posterior al exilio, vivieron bajo la ley o Tora y su tradición
¿ se convierte acaso, automáticamente, en una prostituta ? Su oral (halakah).2 Era un código de 613 (o 621) preceptos,
acción, independientemente de lo que con ella pueda preten- ampliado por innumerables interpretaciones y aplicaciones
der para sí o para otros, ¿ es siempre mala ? ¿ Es intrínseca- (los mishna) cada vez más complicadas.
mente pecaminosa la relación sexual fuera del matrimonio o, Inevitablemente, una ley estatuida y codificada va crecien-
por el contrario, puede ser buena en algunas situaciones? do en reglas y más reglas, ya que las complicaciones de la
¿Tiene todo el mundo su precio y, si es así, acaso significa vida y las súplicas de misericordia y compasión •—que tam-
esto que todos somos inmorales y éticamente débiles? Vea- bién alcanzan a los mismos codificadores— se van combinan-
mos si podemos hallar algo que nos ayude a responder a do de tal modo que acaban por elaborar un sistema de excep-
estas preguntas. ciones y compromisos, en forma de reglas para infringir
otras reglas. Todo ello desemboca en aquel tipo de interpre-
tación falaz y tortuosa de los "en este caso sí, en este caso
ACTITUDES PREVIAS A LA DECISIÓN no", que los rabinos llamaron pilpul: un estudio quisquilloso
y sofístico de la letra de la ley, que se estructura en forma
1. Legalismo de pirámide desde los códigos (por ejemplo, el de la Alian-
za y el de la Santidad) hasta el Pentateuco y los Midrash,
Con la actitud legalista afrontamos cada situación en la desde la Mishna hasta el Talmud. Semejante legalismo vino
que hemos de tomar una decisión, pertrechados de un com- a ser la trágica muerte del pathos de los profetas (compartir
pleto aparato de reglas y normas prefabricadas. No es el la preocupación amorosa de Dios) y de su mismo ethos
espíritu de la ley, sino su letra, lo que nos domina. Los prin- (vivir con el amor como norma, no como programa), ya
cipios de la ley, codificados en reglas, no son simples orienta- que los profetas se habían preocupado por buscar cuidado-
ciones o máximas que iluminen la situación: son las direc- samente "una comprensión de la situación".3
trices a seguir. Las soluciones están ya dadas, y podemos
"encontrarlas" en un libro, en una biblia o en un manual 2. La tradición profética yahvista dio paso o la tradición elohista-
deuteronómica con sus preceptos y leyes.
del confesor. 3. Abrahara J. Heschel, The Prophets, Harper & Row, Publishers,
Inc., 1962, pp. 225, 307-315.
26 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 27
Una tela así tejida acaba por ahogar, más o menos tar- Pero aún puede ser peor cuando la carencia absoluta de
de, a los mismos que la tejen. Los judíos reformados, e casuística supone un uso sádico y punitivo de la ley para
incluso los conservadores, se han visto obligados a desemba- lacerar a la gente en vez de ayudarla. ¿Cómo explicar, si
razarse de ella. Sólo la ortodoxia le sigue siendo fiel. Tam- no, el que los homosexuales fueran condenados a la hogue-
bién en la historia del cristianismo podemos ver algo pare- ra en la edad media (como eran condenados a muerte en
cido al pilpul judío con su complicación formalista. En el el Antiguo Testamento) ? ¡ Incluso hoy en día se condena,
catolicismo ha tomado la forma de una teología moral fabu- en algunos Estados, a sesenta años de prisión a los adultos
losamente ingeniosa que, debido al aumento incesante de sus consentidores, aunque no haya mediado seducción ni desor-
enredos e implicaciones, ha de recurrir cada vez más a la den público! En realidad, estas medidas resultan inevita-
casuística, y ésta da la impresión (como, de hecho, así es) bles siempre que se dé prioridad a la ley y no al amor. El
de que elude las mismas "leyes" de lo bueno y de lo malo tipo de hombre "puritano" es un ejemplo bien conocido
que se hallan escritas en sus manuales y libros de texto. de eso. Pero, aun cuando el legalista se duela sinceramente
Incluso en los más inflexibles forjadores de un sistema, el de que la ley exija unas decisiones carentes de amor o que
amor sigue abogando por una mayor misericordia y logra entrañen unos resultados desastrosos, no por ello deja de
al menos una exención parcial de las frías abstracciones de proclamar: Fiat justitia, ruat caelum! ("¡hágase justicia,
la ley. La casuística es el homenaje que el legalismo rinde aunque se derrumben los cielos!"). Éste es el tipo de
al amor de las personas y al realismo que exigen las rela- hombre de quien Mark Twain decía: "Un buen hombre, en
tividades de la vida. el peor sentido de la palabra".
Pocas veces el protestantismo ha elaborado unos códi- El situacionista cristiano está de acuerdo con el juicio
gos y sistemas legales tan intrincados, pero todo lo que así implícito en las palabras de Bertrand Russell cuando dice:
ha ganado por su simplicidad lo ha perdido luego por la "Hoy por hoy, los cristianos consideran que un adúltero es
rigidez puritana con que ha urgido sus reglas morales.4 más perverso que un político que se deje sobornar, a pesar
De hecho, esta ausencia de una casuística y de su inevita- de que este último causa probablemente un daño infinita-
ble complejidad, una vez que las personas se han sometido mente superior". 5 Y rechaza por completo el punto de vista
al mero principio de la moral legalista o de la ética de la del cardenal Newman: "La Iglesia sostiene que sería mu-
ley, evidencia por sí misma su ceguera ante los factores de cho mejor que el sol y 3a luna cayeran del firmamento, que
duda y perplejidad. Se ha perdido así todo contacto con la tierra se cuarteara, y que millones y millones de hom-
los quebraderos de cabeza y las angustias de la vida. bres que viven en ella sucumbieran de miseria en la más
4. Existen, naturalmente, algunas excepciones, como las obras de Ri-
chard Baxter, Christian Directory (1673), y William Ames (Amesius), De 5. Bertrand Russell, Why I Am Not a Christian, Simón and Schuster,
conscientia, eius ture et casibus (1632). Inc., 1957, p. 33.
28 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 29

extremada agonía... a que una sola alma, no digamos ya se para resolver estos problemas de un modo útil, pese a que
perdiese, sino que cometiese un solo pecado venial". 6 se hallan envarados y encorsetados por las reglas y los
La señora X fue declarada culpable (aunque la absol- principios "sagrados". Cuando una ética de la ley presta
vió después el tribunal de apelación) de corromper la moral oídos al amor, lucha con denuedo para sobreponerse a su
de su hija, menor de edad. A pesar de todos sus esfuerzos legalismo. Aunque parezca paradójico, el desarrollo de la
por inculcar en su hija el amor a la castidad, ésta, a los casuística católica constituye una evidencia inequívoca de
trece años, había dado a luz al primero de tres hijos, todos que es menor el legalismo entre los católicos que entre los
ellos no deseados y después abandonados. La madre, en- protestantes.
tonces, le había dicho: "Si eres así de obstinada en tu con- En la tradición cristiana, el legalismo ha adoptado dos
ducta, asegúrate al menos de que tu amante no va a dejarte formas. En el campo católico, ha sido más bien una rasan
de nuevo embarazada". Ante esta evidencia, la madre fue legalista basada en la naturaleza o en la ley natural. Los
declarada convicta y condenada. Las fuerzas combinadas de moralistas católicos han tendido a esbozar sus reglas éticas
la ley "secular" y del puritanismo legalista intentaban evi- aplicando la razón humana a los hechos de la naturaleza,
tar así que la madre ayudase con amor a su hija y a sus tanto humanos como subhumanos, y a las lecciones de la
abandonados bastardos, y se erguían contra las entidades experiencia histórica. Por este procedimiento pretenden
de asistencia social que trataban de hacerlo. La ética de haber hallado unas leyes morales "naturales" universal-
situación, en cambio, habría ensalzado aquella mujer; no la mente admitidas y, por ende, umversalmente válidas. Los
habría puesto en la pública picota. moralistas protestantes, por su parte, han seguido el mismo
En los términos de la ética y de la jurisprudencia clási- método inductivo y deductivo, pero lo han aplicado a las
cas, la equidad es tanto más necesaria cuanto más rígida es Escrituras: han hecho con ellas lo que los católicos con la
la ley estatuida. Puesto que siempre debe dejarse una puer- naturaleza. La ley moral escriturística -—arguyen—• se
ta abierta cuando se aplican las leyes objetivas a las situa- basa en las palabras y afirmaciones de la Ley y los profe-
ciones reales: es necesaria una cierta laxitud para los casos tas, de los evangelistas y apóstoles de la Biblia: se trata,
en que la conciencia duda o se siente perpleja. Inexorable- pues, de una revelación legalista. Una posición, la católica,
mente surgen problemas, tanto para saber si la ley tiene o es racionalista; la otra, la protestante, es biblicista; una es
no tiene realmente aplicación en un caso particular (duda), natural, la otra es escriturística. Pero ambas son legalistas.
como para dilucidar cuál de las diversas leyes en conflicto Aunque los moralistas católicos hablen asimismo de "la
ha de seguirse (perplejidad). La casuística es el esfuerzo ley revelada" (por ejemplo, "la ley positiva divina de los
diez mandamientos") y que los protestantes se hayan servi-
6. J. H. Newman, Certain Difficulties Felt by Anglicans
Teaching, Longmans, Green & Co., Inc., 1918, p. 190.
«i Catholic do de la razón para interpretar los textos bíblicos (herme-
30 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 31
néutica), tanto unos como otros se hallan ampliamente com- su bienaventurado destino final, no importaba ya lo que
prometidos con las doctrinas de la ética legal. hicieran. (Y lo que hicieron fue precisamente librarse a la
fornicación, al incesto, a la embriaguez y a otros desórde-
nes parecidos. Así se explica la advertencia que hallamos
2. Antinomismo en la primera epístola de Pedro 2, 16: "Obrad como hom-
bres libres, pero no como quienes tienen la libertad para
Frente al legalismo y como si fuera su polo opuesto, cobertura del mal, sino como siervos de Dios". Esa vida
podemos situar el antinomismo. Con esta actitud se abor- licenciosa suscitó, como reacción inevitable, un incremento
dan las situaciones concretas que requieren una decisión sin del legalismo, sobre todo en ética sexual, que aún hoy día
ir pertrechados de ningún principio o máxima, y no diga- padecen los cristianos). La otra forma de antinomismo, me-
mos ya de reglas. El antinomismo afirma que en cada "mo- nos estrepitosa pero más duradera, era la de los gnósticos
mento existencial" o situación "única", debemos referirnos con su pretensión de poseer un conocimiento especial, de
únicamente a tal situación, hic et nunc, para darle la corres- modo que no precisaban ya ni principios ni reglas que les
pondiente solución ética. indicaran el camino a seguir. Los gnósticos se creían capa-
El primero que usó el término "antinomismo" (literal- citados para conocer la bondad moral de un acto cuando
mente, "contra la ley") fue Lutero para describir las ideas necesitaban conocerla. Pretendían poseer una superconcien-
de Johannes Agrícola. Posteriormente, esta concepción éti- cia especial. Esta segunda forma "gnóstica" de la actitud
ca reaparece aquí y allá entre algunos anabaptistas, diver- antinomista es la que aquí examinaremos.
sas sectas del puritanismo inglés y ciertos seguidores de Mientras los legalistas sólo se preocupan de la ley y
Wesley. Pero la hallamos ya en la primera epístola a los de sus estipulaciones, los gnósticos se oponen de tal modo
corintios (por ejemplo, en 6, 12-20), puesto que Pablo tuvo a ella —incluso en principio— que sus decisiones morales
que combatir dos de sus formas primitivas que gozaban de son fruto del azar, imprevisibles, erráticas y totalmente anó-
cierto favor entre los judeocristianos helenísticos que él malas. La adopción de las decisiones morales es una cues-
visitaba, los cuales interpretaban con excesiva ingenuidad tión de espontaneidad, una actitud literalmente desprovista
y literalidad los ataques paulinos contra la moralidad le- de todo principio, puramente ad hoc y casual. Los gnósti-
galista. cos no siguen ningún camino previsible desde una situa-
Una de estas formas era el libertinaje: la creencia de ción a otra. Para decirlo exactamente, son anárquicos, es
que por la gracia, por la nueva vida en Cristo y por la decir, sin regla alguna. No sólo están "desligados de las
salvación que la fe procura, la ley o las reglas carecían ya cadenas de la ley" sino que, de hecho, son puros improvi-
de vigencia para los cristianos. Teniendo éstos asegurado sadores, ajenos a la reflexión y carecen de toda responsabi-
32 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 33

lidad intelectual. No sólo prescinden de la antigua Tora, semejante idea de un principio directivo interno el llamado
sino que incluso dejan de pensar seria y cuidadosamente movimiento del "Rearme moral", puesto que profesa la
en las exigencias del amor, tal como se nos manifestó en doctrina de una providencia especial y de una dirección
Cristo, el cual era su misma norma. ¡Arrojan, pues, a la cotidiana ejercida por un "poder espiritual", que discierne
criatura junto con el agua sucia con que la han bañado! las acciones y las causas buenas y malas. Sus doctrinas
Contra esta posición luchó Pablo en su pugna con los fundamentales fueron elaboradas bajo la dirección de Frank
antinomistas de Corinto y Éfeso. Repudiaban éstos toda Buchman, por los años veinte de este siglo, cuando dicho
ley, en cuanto tal, y todo principio. El único fundamento de movimiento se llamaba "Hermandad cristiana del siglo pri-
sus decisiones morales era el que la misma situación pudie- mero". Y no ha de sorprendernos excesivamente que inclu-
ra ofrecerles. Algunos eran pneumatikoi, "poseídos por el so consiguiera atraerse al filósofo existencialista católico
espíritu", como Pablo les llamaba, y pretendían que su Gabriel Marcel.9
principio directivo les venía de fuera de ellos mismos, del En su forma actual y con su opulenta clientela, el
Espíritu Santo. ¿De qué iban a servir, pues, los principios "Rearme moral" es como "una marca de serrín en un traje
y las leyes, cuando se podía apelar al Espíritu Santo? Se de gala". Es comprensible que forme parte de su ideolo-
trataba, en el fondo, de algo así como una providencia espe- gía la noción perfeccionista de que los "miembros de la
cial, una versión de la teoría de la inspiración de la con- hermandad" pueden lograr y han de vivir en una absoluta
ciencia.7 Otros antinomistas pretendían —y hay quienes pureza (sexual), una absoluta verdad, un absoluto altruis-
todavía lo hacen— que su principio directivo les venía de mo y un absoluto amor. Semejante distinción entre amor
su propio interior, como si tuviesen una especie de "facul- y altruismo es tan enigmática y pretenciosa como su exi-
tad" innata parecida al radar: una conciencia translegal y gencia de un perfeccionismo y una virtud "absolutos".
clarividente, escrita "en sus corazones", como nos fue pro- Pero, en definitiva, si contamos con el poder del Espíritu
metida en Jeremías 31, 31-34. Esta segunda y más común que nos dice cada día en privado lo que es el bien, ¡por
modalidad del antinomismo gnóstico se encuentra tanto en- supuesto podremos hacerlo "absolutamente" ! Paradójica-
tre los cristianos como entre los no cristianos y está muy mente, la ética del "Rearme moral" es del tipo que, en
cerca de la teoría de la conciencia como intuición o fa- buena lógica, esperaríamos hallar en los movimientos pen-
cultad.8 tecostales y de santidad, mientras que la mayor parte de
Acaso sea, en el mundo de hoy, un buen ejemplo de éstos son moralmente legalistas y en ningún modo antino-
mistas en su actitud ética.
7. Véanse las admoniciones contra esta tendencia en Efesios 6, 12 y en 9. Cf. Gabriel Marcel, Fresh Hope for the World, Longmans, Green &
1 Timoteo 4, 1. Co., Inc., 1960; véase asimismo Tom Driberg, The Mystery of Moral Re-
8. Véase la nota 26 del capítulo siguiente. Armamcnt, Aifred A Knopf, Inc., 1965.
34 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 35

Otra versión del antinomismo —en conjunto, filosófica- pios o leyes morales. Cada situación posee su particularidad,
mente más sutil y acaso más admirable— es la ética del exclusivamente suya.
existencialismo. Sartre nos habla de la "náusea" como de A partir de tales supuestos, los existencialistas han de
nuestra angustiosa experiencia de lo incoherente de la rea- rechazar, consecuentemente, todos los principios y todas las
lidad. Para él, cualquier creencia en una coherencia (como normas o axiomas éticos que pretenden una "validez ge-
es la doctrina cristiana de la unidad existente entre la neral", así como todas las reglas, leyes o preceptos que ab-
creación divina y el señorío de Dios sobre la historia) es solutizan (idolizan) legalísticamente tales principios genera-
obra de la "mala fe". En el momento de adoptar una deci- les. La radical discontinuidad que se profesa en su teoría
sión o una opción moral, "carecemos de toda excusa que del ser les obliga a admitir la "particularidad absoluta"
nos respalde y de toda justificación que nos guíe". Sartre del tout comprendre, tont pardonner, Al menos, Sartre es
se niega a admitir cualquier principio que sea válido en honesto y consecuente; sin la menor fe en el amor como
general, ni siquiera que lo sea habitualmente, y menos norma y sin creer en un Dios dador de esta norma, Sartre
aun cualquier ley universal.10 Simone de Beauvoir, en su afirma resueltamente: "Por sí misma, la ontología no pue-
obra Por una moral de la ambigüedad, no puede aceptar ni de formular unos preceptos éticos, porque sólo se ocupa de
"la absurdidad contingente de lo discontinuo", ni "la ne- lo que es; por consiguiente, de los indicativos ontológicos
cesidad racionalista de lo continuo", con lo cual demuestra no es posible derivar unos imperativos". 12 Al menos en
que no es tan radicalmente existencialista como Sartre; este punto, Sartre es absolutamente correcto.
pero admite que el mundo real, a fin de cuentas, "carece
de sentido y es incoherente". 11 Rehuye, pues, un antino-
3. Situacionismo
mismo candido, pero es evidente que su ontología —su
idea de la realidad fundamental— es, como la de Sartre, la
Una tercera actitud, entre el legalismo y la ausencia de
de una radical discontinuidad, de modo que no puede darse
principios del antinomismo, es la ética de situación. (Pasar
sustrato alguno sobre el que establecer conexiones entre
de la primera a la segunda de estas polaridades sería como
las diversas situaciones o momentos de la experiencia. La
huir del fuego para meterse entre las llamas.) Ante cada
vida carece de un reverso de hilos que la entretejan: de
situación que exige una decisión, el situacionista la afronta
ahí que no exista base alguna para generalizar unos princi-
bien armado de las máximas éticas de su comunidad y de
la tradición heredada, a las que trata con respeto porque
pueden esclarecerle sus problemas. Pero, si bien está dis-
10. Jean-Paul Sartre, L'existentialisme est un humanisme?, París, Nagel,
1946, pp. 35-36 y 47.
11. Simone de Beauvoir, Pour une morale de l'ambiguité, París, Gaüi- 12. Jean-Paul Sartre, L'Étre et le Néant, París, Gallímard, 1943, p. 720.
mard, 1947, pp. 15 ss. y 171.
36 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 37
puesto a comprometerse con ellas en cualquier situación, peligro de muerte —e incluso si, estando embarazadas,
también lo está —y en igual medida— a dejarlas de lado arriesgan así la vida del feto. El legalista llega a decir que
en aquella situación concreta en la que el amor parezca si se indica a un fugitivo del manicomio dónde está la víc-
mejor servido de esta manera. tima por la que pregunta, y si el loco la encuentra y la
La ética de situación cumple una parte de camino en mata, sólo se habrá cometido un pecado (el asesinato) y no
compañía de la ley natural, cuando acepta la razón como dos (la mentira además del asesinato).
instrumento de juicio moral, aunque rechaza al mismo tiem- Como Brunner puntualiza: "La base del mandamiento
po la noción de que el bien nos es "dado", objetivamente, divino es siempre la misma, pero su contenido varia al va-
en la naturaleza de las cosas. Anda otra parte del camino riar las circunstancias". Por lo tanto, "el error de la casuís-
en compañía de la ley de las Escrituras, cuando acepta la tica no está en indicar la infinita variedad de formas que
revelación como fuente de la norma moral, aunque rechaza puede asumir el mandamiento del amor; su error consiste
al mismo tiempo todas las normas o leyes "reveladas", a en deducir leyes particulares de una ley universal..., como
excepción de un único mandamiento —amar a Dios en el si todo pudiera coordinarse de antemano... El amor, no
prójimo. El situacionista sigue una ley moral o la viola, obstante, escapa a toda esa previsión". 15 Podríamos decir
según sea la exigencia del amor. Por ejemplo, el situacio- que, en la perspectiva situacionista, siempre es posible de-
nista nunca dice: "Dar limosna es una buena obra. ¡Punto rivar "principios" generales de todo cuanto sea una única
final!", sino que matiza: "Dar limosna es una buena obra, ley universal (la del ágape, para los cristianos; cualquier
si...". Sus decisiones, pues, son hipotéticas; nunca cate- otra, para los demás), pero no leyes o reglas. ¡ No pode-
góricas. Sólo el mandamiento del amor es categóricamente mos ordeñar universales de un universal!
bueno: "Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo
William Temple viene a decir lo mismo: "La obligato-
amor". 13 Si al ayudar a un indigente, sólo logramos em-
riedad universal no se refiere a unos juicios particulares de
pobrecerle aún más y degradarle, el situacionista se niega
conciencia, sino a la rectitud de conciencia. El que los actos
a darle una limosna, y encuentra algún otro medio para
sean buenos dependerá de las circunstancias... Pero hay
ejercer su amor. Nunca convierte en ley aquellas palabras
una obligación absoluta de querer lo que, en cada ocasión,
de Jesús: "Dale a todo el que te pida". 14 Un literalismo bi-
pueda ser bueno". 16 Nuestra obligación es relativa a la
blicista que hiciera ley de esta frase, distaría muy poco de
situación, pero nuestra obligación en la situación es absolu-
aquel otro literalismo en virtud del cual, en algunas sectas,
ta. Sólo estamos obligados a decir la verdad, por ejemplo,
las mujeres rehusan las transfusiones de sangre, incluso en
15. Emil Brunner, The Divine Imperative, trad. inglesa de Olive Wyon;
13. Romanos 13, 8. The Westminster Press, 1947, pp. 132 ss.
14. Lucas 6, 30. 16. William Temple, N'ature, Man and God, The Macmillan Companv,
1934, p. 405.
38 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 39

si la situación lo exige; pero si un presunto asesino nos Hablando a los estudiantes, un competente situacionista
pregunta las señas de su víctima, nuestra obligación puede les explicaba así su posición: "Las reglas morales son
ser mentirle. En la ética de situación, se da un elemento como las que rigen los juegos de cartas o de azar. Estas
absoluto y otro de cálculo, como indicó Alexander Miller reglas forman parte del conocimiento del juego que posee
en cierta ocasión.17 Aunque sería mejor decir que tiene un buen jugador y lo distinguen de un jugador novato.
una norma absoluta y un método de cálculo. Sigue siendo Pero no son reglas infrangibies: los mejores jugadores son
vigente aquel antiguo dicho de que lo que necesitamos es quienes saben cuándo han de ignorarlas. En el bridge, por
"fe, esperanza y claridad". Para cumplir con una verda- ejemplo, existe una regla muy útil que reza: "El segundo
dera eticidad, hemos de encontrar lo que es "adecuado", jugará la menor". Pero, ¿habéis jugado tal vez con alguien
según la expresión de H. R. Niebuhr.18 La ética de situa- que siguiera esta regla puntualmente? Porque le diríais,
ción aspira a la adecuación contextual —no busca lo "bue- ciertamente exasperados: "¿Por qué no ha jugado usted
no" o lo "justo", sino lo adecuado. el as? ¡ Seguro que habríamos ganado esta mano!" Y él os
respondería, imperturbable: "El segundo jugará la me-
Un dibujo, publicado por una revista fundamentalista,
nor". ¿Qué hay de malo en eso? Pues, sencillamente, que
presentaba una vez a un Moisés enfurruñado, que sostenía
ha cometido el mismo error que Kant al facilitar las señas
las tablas de piedra de la ley con los diez mandamientos
de la víctima al asesino. Ha olvidado el objeto de la par-
grabados en ellas, y a un picapedrero impaciente que le
tida... no ha pensado en ganar la mano. Sólo le ha preocu-
decía: "Aarón dijo que quizá nos permitirías reducirlos a
pado justificarse a sí mismo, invocando la regla". 20
uno solo: 'Obra con amor y responsabilidad'". La inten-
ción del dibujo apuntaba contra los situacionistas y la nue- Este talante práctico del hombre de acción, que toma
va moralidad, pero el humor legalista no hacía sino ma- decisiones según la dinámica de los verbos, a diferencia del
nifestar con toda exactitud lo que la ética de la situación hombre contemplativo, que permanece en la actitud estáti-
pretende. Nosotros afirmamos con Dietrich Bonhoeffer que ca de los substantivos, es un rasgo más característico
"los principios son sólo unos instrumentos en las manos del pensamiento bíblico que del helenístico. Como advierte
de Dios, que podemos desechar en cuanto nos resultan Abraham Heschel: "La insistencia en generalizar, con un
inservibles". 19 olvido total de lo particular y concreto, era una actitud
completamente ajena al pensamiento de los profetas. La
17. Alexander Miller, The Renewal of Man, Doubleday & Company, predicación profética nunca se desentendió de la situación
Inc., 1955, p. 44.
18. H. R. Niebuhr, The Responsible Self, Harper & Row, Püblishers, Inc.,
1963, pp. 60-61. Como predecesores suyos podemos citar a Samuel Clarke, Un-
changeable Obligations of Natural Religión, Londres, 1706, y A. C. Ewing,
The Definition of the Good, The Macmillan Company, 1947. 20. E. LaB. Cherbonnier, conferencia pronunciada ante los estudiantes
19. Dietrich Bonhoeffer, Ethics, trad. inglesa de N. H. Smith; The del Trinity College el 14 de diciembre de 1964, pero que después no ha
Macmillan Company, 1955, p. 8. sido publicada.
40 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 41

concreta e histórica. Su mensaje nunca era intemporal, abs- deberíamos llamarla "neocasuística". Como la casuística
tracto; siempre hacía referencia a una situación real. Lo clásica, es concreta y está centrada en los casos particula-
general nos viene dado en lo particular, y la verificación res, cifrando todo su interés en que los imperativos cristia-
de lo abstracto en lo concreto". 21 Es el "salto de la fe", y nos informen el obrar práctico. Pero, a diferencia de la
no el salto del pensamiento abstracto, lo que nos decide a casuística clásica, esta neocasuística repudia todo intento
adoptar decisiones, ya que la fe de un hombre es una hipó- de anticipar o prescribir anticipadamente las decisiones de
tesis de tal naturaleza que le constriñe a actuar y vivir de la vida real en su particularidad existencial. Trabaja según
acuerdo con ella. aquellas dos máximas de Pablo: "Pues la letra mata, pero
Esta actitud ha recibido diversos nombres: situacionis- el Espíritu da vida" 22 y: "Pues la ley está entera en una
mo, contextualismo, ocasionalismo, circunstancialismo, in- sola palabra: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". 23
cluso actualismo. Todas esas denominaciones indican lo En palabras de Millar Burrows, inspiradas en la teolo-
mismo: que el núcleo de la ética a la que se aplican consiste gía bíblica, diremos: "Quien hace de la ley su norma está
en el hecho simple y primario de ser conscientes de que obligado a cumplir todos sus preceptos, ya que violar un
"las circunstancias alteran los casos", es decir, de que, en solo mandamiento es violar la ley. Quien vive en la fe y
los problemas concretos de conciencia, las variables de la el amor no es juzgado según esta ley, sino según una nor-
situación deben ser sopesados con no menos seriedad que ma infinitamente superior y, a la vez, más asequible".24 Por
las constantes normativas o "generales". esta razón, monseñor Pietro Palazzini, secretario de la Sa-
Los factores situacionales son de tal importancia que grada Congregación del Concilio, reconoce abiertamente que
incluso podemos decir: "Las circunstancias alteran las re- la ética de situación "no ha de entenderse como un intento
glas y principios". Cuentan que Gertrude Stein, en su lecho de eludir la pesada carga de la integridad moral. Ya que,
de muerte, confesó: "Es mejor formular preguntas que aun negando realmente sus defensores el valor absoluto de
ofrecer respuestas, incluso si éstas son buenas". Tal es el las normas universales, algunos de ellos lo hacen movidos
talante de la ética de situación: una ética empírica, sujeta por la creencia de que, de esta manera, salvaguardan mejor
a los hechos reales, consciente de los datos concretos, inqui- la eminente soberanía de Dios". 25
sitiva. Es tan antimoralista como antilegalista, porque es Como veremos, la ética de situación cristiana tiene una
sensible a la variedad y a la complejidad. No es simplista
ni perfeccionista. Es una "casuística" (basada en los casos)
22. 2 Corintios 3, 6.
en el sentido positivo, y no peyorativo, del término. Quizá 23. Gálatas 5, 14.
24. Millar Burrows, An Outline of Biblical Theology, The Westminster
Press, 1946, pp. 163-164.
25. Mnr. Pietro Palazzini, "Morality, Situation", artículo en el Dic-
21. Abraham J. Heschel, God in Search of Man: A Philosophy of Ju- tíonary of Moral Theology, edit. por Francesco Cardinal Roberti y Mns.
daism. Farrar, Strauss & Cudahy, Inc., 1956, p. 204. Pietro Palazzini•. The Newman Press, 1962, pp. 800-802.
42 ÉTICA DE SITUACIÓN
TRES ACTITUDES 43
sola norma, principio o ley (llámese como se quiera), que
tos a actuar según las leyes morales o bien a prescindir de
obliga sin excepción posible, y que en cualquier circunstan-
ellas, los situacionistas serán tildados de legalistas tímidos
cia es buena y justa. Esta norma es el "amor" —el ágape
por los antinomistas, y de cripto-antinomistas por los le-
del mandamiento que resume todos los demás: el amor a
galistas.
Dios y al prójimo. 26 Cualquier otra cosa sin excepción,
todas las leyes, reglas y principios, ideales y normas, son
sólo contingentes, únicamente válidos si realmente sirven
PRINCIPIOS, S Í ; REGLAS, NO...
al amor en una situación concreta. La ética de situación
cristiana no es un sistema o un programa de vida según un
Es necesario insistir en que la ética de situación desea
código determinado, sino un esfuerzo por llevar el amor al
servirse plena y respetuosamente de los principios, consi-
interior mismo de un mundo de relatividades por medio de
derándolos empero como máximas, no como leyes o pre-
una casuística obediente al amor. Es la estrategia del amor.
ceptos. Podríamos decir que es un "relativismo con princi-
Una estrategia que niega, como pensaba Sófocles, la exis-
pios". Para recoger el término ya aducido anteriormente,
tencia de una ley celeste no escrita e inmutable; y está de
los principios, máximas o reglas generales son orientacio-
acuerdo con Bultmann cuando afirma que todas las nocio-
nes iluminadoras; pero no son directrices. La regla clásica
nes como ésta son idolátricas y de una pretensión demo-
de la teología moral ha sido la de seguir las leyes, pero
níaca.27
haciéndolo en la -medida de lo posible de acuerdo con el
En la ética de situación no cristiana será algún otro
amor y con la razón {secundum caritatem et secundum ra-
bien supremo, o summum bonum, el que pasará a ocupar
tionem). La ética de situación, por su parte, insiste en man-
el lugar del amor como sola y única norma: por ejemplo,
tener las leyes en una función de servicio, de modo que sólo
la autorrealización en la ética de Aristóteles. La cristiana,
el amor y la razón cuenten realmente a la hora de la
en cambio, se centra única y exclusivamente en el prójimo.
verdad.
El amor es para los hombres, no para los principios; es
Los situacionistas no se sienten invariablemente obli-
decir, el amor es personal —y, por lo mismo, cuando lo
gados por lo que algunos han llamado "axiomas medios",
universal impersonal entra en conflicto con lo particular
es decir, por las aserciones lógicamente derivadas del amor
personal, es este último el que prevalece en la ética de
y formuladas como proposiciones normativas. Un ejemplo
situación. Por ésta su posición intermedia, siempre dispues-
de lo que esto significa nos lo ofrece la proposición según la
cual, en la práctica, el amor al prójimo significa ordinaria-
26. Mateo 5, 43-48 y 22, 34-40; Lucas 6, 27-28 y 10, 25-28, 29 y 37;
Marcos 12, 28-34; Gálatas 5, 14; Romanos 13, 8-10; etc. mente anteponer los derechos humanos del prójimo a los
27. Rudolf Bultmann, Essays Philosophical and Theological, The Mac-
millan Company, 1955, pp. 22, 154. derechos de propiedad sobre bienes materiales tanto pro-
-Í4 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 45

pios como ajenos. El término "axioma medio", del que se principios no se endurezcan en forma de leyes.29 El obispo
sirvieron por primera vez J. H. Oldman y William Tem- Robinson afirma: "Una ética así [el situacionismo] no pue-
ple, y sobre todo John C. Bennett, en América, aun siendo de descansar sino en una profunda humildad, en normas
bien intencionado no deja de ser desafortunado, ya que un que orienten, y en la experiencia acumulada de una obe-
axioma es una proposición que vale por sí misma y nunca diencia a sí mismo y a los demás. Es este banco de la expe-
puede derivarse de otra, es decir, nunca puede hallarse "en riencia el que nos dicta nuestras normas prácticas de lo
medio", entre algo que le es lógicamente anterior y algo 'bueno' y de lo 'malo', sin las cuales no podríamos andar
que le es derivado y subsiguiente. Los teóricos del axioma sino a tropezones". 30 Con todo, en la ética de situación,
medio han de ir con cuidado para no caer, a su vez, en el incluso los principios más respetables pueden ser preteri-
error de derivar universales de otros universales. dos si en un caso concreto entran en conflicto con el amor.
En la investigación moral suelen emplearse dos reglas El mismo Karl Barth, que habla con tanta vehemencia de
de razón. La primera es la "consistencia interna", y nadie acciones "absolutamente malas", deja la puerta abierta, en
la discute —una proposición no debe contradecirse a sí mis- virtud de lo que él llama la ultima ratio, a la posibilidad
ma. La segunda es la "consistencia externa" (analogía), es remota de que en una situación particular el amor pueda
decir, el principio según el cual lo que aplicamos en un prevalecer sobre lo absoluto. Y el ejemplo que aduce es el
caso deberíamos aplicarlo en todos los casos similares. Y es del aborto.31
a propósito de esta segunda regla cuando surgen las dis- Usando términos que Tillich y otros han popularizado,
crepancias. Los antinomistas, de acuerdo con su doctrina podemos decir que el situacionismo cristiano es un método
de la particularidad radical, rechazan toda analogía. Los que avanza, por decirlo así, desde: 1) su propia y única ley,
situacionistas se limitan a preguntar con toda seriedad si el ágape (amor), por medio de: 2) la sophia (sabiduría) de
existen suficientes casos suficientemente parecidos para dar la Iglesia y de la cultura, expresada en numerosas "reglas
validez a una ley, o bien si lo único que pueden justificar generales", más o menos dignas de confianza, para terminar
es una cautelosa generalización. Ya que, recogiendo la en: 3) el kairos (momento de la decisión, plenitud del tiem-
aguda frase de Edmond Cahn, "cada caso es como cual- po), en el que el propio responsable de la situación decide
quier otro caso, pero no hay dos casos iguales". 28 si, en aquel caso, la sophia puede servir o no al amor. Ésta
En este punto no existe ningún conflicto real entre el
situacionismo y una ética de principios, siempre que los 29. J. M. Gustafson lo ve con toda claridad en "Context Versus Trin-
ciple", loe. cit., pero no con tanta claridad en "Christian Ethics" de la
obra Religión, edit. por Paul Ramsey, Prentice-Hall, Inc., 1965, pp. 285-354.
30. John A. T. Robinson, Sincero para con Dios (Honest to God), Bar-
celona, LÍBEOS DEL NOPAL de Ediciones Ariel, S. A., 1967, p. 191.
28. Edmond Cahn, "The Lawyer as Scientist and Scoundrel", en New 31. Karl Barth, Church Dogmatics, Edinburgh, T. & T. Clark, 1961,
York University Law Review, vol. 36, 1961, p. 10. vol. I I I , libro 4, pp. 420-421. [Existe una traducción francesa, Doamatique,
Ginebra, Labor et Fides, S. A., vol. IIT, pp. 101-109. — N. del T.1
46 ÉTICA DE SITUACIÓN
TRES ACTITUDES 47
es, en su quintaesencia, la estrategia situacionista: a los
servadores, como Werner Elert. 33 Entre los especialistas ca-
legalistas les parecerá una falta de respeto y obediencia
tólicos romanos a quienes el papa Pío XII encomendó la
para con la sophia, mientras que los antinomistas la consi-
réplica a la ética de situación, podemos citar a Karl Rah-
derarán desorientada e "inhibida" por la sophia.
ner, s. j . , en Europa, y a Robert Gleason, s. j . , en Améri-
Los legalistas idolatran la sophia, los antinomistas la
ca. La posición teológica o filosófica de todos esos situa-
repudian, mientras los situacionistas se sirven de ella. Estos
cionistas no siempre es la misma, aunque tampoco es preciso
últimos, a cualquier principio que sea inferior al amor, sólo
que lo sea, ya que el situacionismo es un método y no una
pueden otorgarle un valor provisional, puesto que saben,
ética sustantiva.
con Dietrich Bonhoeffer, que "la cuestión acerca del bien
se plantea y se decide en el marco de cada situación, deter- Hemos de reconocer que en torno a la ética de situa-
minada y al mismo tiempo inacabada, única y a la vez tran- ción se ha producido un "debate desenfocado", porque mu-
sitoria, de nuestras vidas, en el ámbito de nuestras relacio- chos, con excesiva precipitación, la han considerado como
nes vitales con hombres, cosas, instituciones y poderes; es un antinomismo. Semejante error, debido al juicio dema-
decir, en el seno de nuestra existencia histórica". 32 Y Bon- siado simplista de algunos teólogos europeos, adquirió ran-
hoeffer, por cierto, es un moralista cristiano moderno, que go oficial por vez primera en una alocución de Pío XII del
fue ejecutado por intentar destruir, incluso asesinar, a 18 de abril de 1952, en la cual los términos "existencia!" y
Adolf Hitler —¡ tan lejos llegó como situacionista! "situacional" fueron considerados como sinónimos.34 El
Papa advertía además que una ética como ésta podía utili-
En Europa, los situacionistas más representativos en el
zarse para justificar el control de la natalidad. Cuatro años
campo de la teología moral son: Brunner, Barth, Bonhoef-
más tarde, el 2 de febrero de 1956, la Sagrada Congrega-
fer, Niels S0e y Bultmann. En América, podemos mencio-
ción del Santo Oficio designaba la "ética de situación" con
nar a H. R. Niebuhr, Joseph Sittler, James Gustafson, Paul
el nombre de "la nueva moralidad" y la proscribía de todos
Lehmann, Gordon Kaufman, Charles West y al autor del.
los seminarios y facultades de teología. Esta confusión
presente libro. Sin duda podemos incluir también en esta
entre la ética de situación y la ética existencial también se
lista a Tillich. Por rechazar con excesiva radicalidad las
produjo en los círculos protestantes. 35 Asimismo las con-
leyes y principios morales, todos ellos han sido criticados
funde un escritor anglicano.36 En América, el eminente
especialmente por parte de John Bennett, James Adams,
Paul Ramsey, Robert Fitch, Clinton Gardiner y Edward
Long, en América; y por los escritores europeos más con- 33. Cí. bibliografía en Gustafson, "Context Versus Principie", loe. ctf.,
pp. 171-173.
34. Acta Apostólicas Sedis, vol. 44, 1952, pp. 413-519.
35. W. Burnett Easton, Jr., "Ethical Relativism and Popular Morality"
en Theology Today, vol. 14, 1958, pp. 470-477.
32. Dietrich Bonhoffer, Ethics, p. 185. 36. J. H. Jacques, The Right and the Wrong, Londres, S.P.C.K.,
1964, p. 13.
48 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 49

Paul Ramsey ha reproducido esta desenfocada interpre- tica, basada en la prudencia, de algunos moralistas anti-
tación.37 guos, llamada "compensacionismo". 41
Es indudable que a algunos de los primeros situacionis- En el espíritu del aggiornamento, el teólogo jesuíta
tas no era fácil distinguirlos de los escritores existencialis- Karl Rahner, por ejemplo, trata de hacer menos angostas
tas o antinomistas. Así ocurría con algunos católicos alema- las estrecheces de la "ley natural" y del derecho canónico.
nes, como E. Michel y Theodore Steinbüchel, y ciertamente "En principio —dice Rahner—, pueden darse en una sola
con el protestante alemán Eberhard Griesbach.38 Muchos y misma situación varias posibilidades de acción, y esto no
moralistas cristianos de estos últimos años, tanto católicos sólo de hecho sino también de derecho. La elección entre
como protestantes, han intentado dilucidar con mayor rigor estas posibilidades —una elección necesaria y que siempre
las cuestiones debatidas. El teólogo Jacques Leclercq ha requiere una decisión humana histórica—, en principio, no
sugerido que la virtud clásica de la prudencia, como tam- puede ser determinada anticipadamente por ningún princi-
bién la epieikeia (equidad) aristotélica, justifica el situacio- pio cristiano". 42 Esta posición no implica en modo alguno
nismo.39 Matthew Arnold glosó la epieikeia como una "ama- ni la reducción de la ley a una función subsidiaria, ni tam-
ble racionalidad". Otro católico, el erudito laico Josef poco el abandono de la noción de que las cosas son intrínse-
Pieper, ha desarrollado este punto: "Las afirmaciones de camente buenas o malas, pero el razonamiento de Rahner
la teología moral, incluso las de la casuística, han de ser es un tanteo serio y sincero del camino abierto por la ética
necesariamente generales. Nunca pueden expresar un "aho- de situación.
ra y aquí" real y completo, porque sólo quien se halla com- El legalismo fundamental de la ética cristiana clásica se
prometido en la decisión conoce verdaderamente (o, al servirá de cualquier táctica para oponerse a la ética situa-
menos, puede conocer) la situación concreta, con su exigen- cional del amor. Sin embargo, nadie puede desconocer el
cia de un acción también concreta. Pero nadie más". 40 creciente peligro a que se halla expuesta la ética de la ley.
Y luego añade: "La prudencia es el molde de las virtudes; Nos basta recordar de qué modo el obispo Kenneth Kirk,
pero la caridad es incluso el molde de la misma prudencia". decano de los teólogos moralistas anglicanos, acabó siendo
Sentimos en tales palabras como el eco de aquella casuís- un casuista, un moralista práctico. Al decir que el número
de principios inmutables ha de ser, a lo más, "muy redu-
cido", Kirk admitió que "si siguiéramos hasta el fin esta
i7. Paul Ramsey, "Faith Effective Through In-Principled Love", en
Christianity and Crisis, vol. XX, 1960, pp. 76-78.
38. Eberhard Griesbach, Gegenivart, eine kritische Ethik, Halle, 1928.
39. Jacques Leclercq, Christ and the Modern Conscience, trad. inglesa 41. Cf. T. P. Coffee, "Moral Systems and a Defense of Compensa-
de Ronald Matthews, Londres, Geoffrey Chapman, Ltd., 1962, p. 126. [Exis-
te una traducción castellana de esta obra, Moral y vida, trad. de V. Bazterri- tionism", en Anglican Theological Review, vol. XLI, 1959, pp. 199-211.
ca, San Sebastián, Dinor, 1963, p. 182. — N. del 7\] 42. Karl Rahner, The Christian Commitmení, Londres, Sheed & Ward,
40. Josef Pieper, Prudence, Londres, Faber & Faber, Ltd., 1959, Ltd., 1963, pp. 7-8. [Existe una traducción castellana, Misión y Gracia,
pp. 45, 48. San Sebastián, Dinor, 1966, tomo I, p. 45. — JV. del 7".l
so ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 51

línea de pensamiento (lo cual sólo muy raras veces se ha


llevado a cabo en la ética cristiana), estrictamente hablando E L ABORTO : UNA SITUACIÓN
no existiría más que un solo principio de esta naturaleza.
Ya que, si un principio tiene el derecho inalienable a ser En 1962, un enfermo de un centro psiquiátrico estatal
observado, habremos de renunciar a cualquier otro princi- violó a una enferma de aquella misma institución, una
pio si, en un caso determinado, ambos entran en conflic- joven soltera aquejada de una psicosis esquizofrénica pro-
to". 4 3 ¡ Exacto! La ética cristiana ha fallado ciertamente funda. Al saber lo sucedido, el padre de la víctima denun-
en la prosecución de esta línea de pensamiento. Pero la ció al hospital por negligencia culpable y solicitó, para
ética de situación la recoge y afirma con toda claridad que poner fin al indeseado embarazo, que inmediatamente se
sólo hay un principio, el amor, sin receta alguna prefabri- provocara un aborto a su hija, cuando aún se hallaba en el
cada que nos diga lo que en la práctica significa el amor; estadio inicial de gestación. La dirección y los adminis-
y sostiene asimismo que todos los otros, tanto si los llama- tradores del hospital no accedieron a tal demanda alegando
mos principios como máximas, sólo se refieren a unas situa- que el código penal prohibe toda clase de abortos, excep-
ciones particulares y concretas. Y si tiene algunas reglas, to los "terapéuticos" —es decir, los que se practican cuan-
éstas sólo sirven para indicar el camino a seguir. do se halla en peligro la vida de la madre—, porque se
Kirk: deploraba asimismo que "al parecer, hemos llega- supone que la ley moral considera un crimen cualquier in-
do a un punto desde el cual toda la ambiciosa estructura terferencia en el desarrollo de un embrión después de la
de la teología moral se revela como de una total futilidad. fecundación del óvulo, ya que esto significa arrebatar la vida
Cada persona ha de decidir por sí misma, según su propia a un ser humano inocente.
valoración de las condiciones y consecuencias de su opción; Examinemos ahora las tres actitudes éticas que cabe
y nadie puede decidir por ella, ni impugnar la decisión a adoptar ante semejante situación concreta. El estupro ya
que llegue. Acaso sea éste, en resumidas cuentas, el punto era un hecho consumado, y la cuestión a decidir era la
final del problema". 44 Y esto es, precisamente, lo que se siguiente: ¿ Nos está permitido (nos es lícito) interrumpir
propone mostrar este libro. este embarazo, provocado en un acto de fuerza por un hom-
bre mentalmente desequilibrado, que ha violado a esta joven
mentalmente enferma y atemorizada? Porque, al parecer, el
curso de la gestación es normal, tanto para la madre como
para el embrión.
43. Kenneth Kirk, Conscicnce and Its Problems, Londres, Longmans, Los legalistas dirían: ¡ N O ! Su posición estriba en con-
Green & Co., Ltd., 1927, p. 331. siderar que el hecho de matar es absolutamente condenable,
44. Ibid., pp. 375-376.
52 ÉTICA DE SITUACIÓN TRES ACTITUDES 53

intrínsecamente malo. Sólo está permitido en defensa pro- ma eso mismo: "La vida de la madre está en manos de
pia o en el servicio militar, en el cual es presumible la de- Dios, pero la del niño sería sacrificada arbitrariamente. El
fensa propia o el homicidio justificado. El aborto sólo queda problema de saber si es más valiosa la vida de la madre o
justificado si se halla en peligro la vida de la madre: nin- la del hijo, difícilmente puede ser objeto de una decisión
guna otra razón es válida. (Numerosos médicos sostienen humana". 46
un concepto elástico de "vida", y así justifican el aborto Los antinomistas —pero, ¿quién puede predecir lo que
cuando se trata de salvar la vida mental de una paciente, ellos dirían? Por naturaleza y por definición, su ética esca-
igual que si se tratara de su vida física). Pero, incluso en pa incluso a cualquier posible generalización. Sólo podemos
estos casos, el aborto sólo es disculpado, puesto que sigue conjeturar —aunque no sin cierta verosimilitud— que si el
siendo intrínsecamente malo. Muchos protestantes y algu- antinomista vive según una norma de amor, se inclinará
nos humanistas comparten esta opinión. en favor del aborto en el caso que nos ocupa.
La teologia moral católica va más allá aún del rígido En cuanto a los situacionistas, si su norma es el man-
legalismo de la ley criminal, puesto que absolutiza su pro- damiento cristiano de amar al prójimo, casi con toda certe-
hibición de abortar al no admitir ninguna excepción y al za que, en este caso, se pronunciarán en favor del aborto y
considerar inmoral incluso el aborto terapéutico. (Permite apoyarán la demanda del padre de la muchacha. (Muchos
matar en defensa propia a unos agresores malintenciona- de los que se rigen en sus decisiones por motivaciones
dos, es decir, que obren con deliberada premeditación, pero puramente humanistas son también de este mismo parecer,
no a unos agresores inocentes, es decir, faltos de intencio- cuando se trata de provocar el aborto después de un estu-
nalidad.) Así pues, si nos encontramos en la trágica situa- pro y, también, después de un incesto). Con toda verosimili-
ción de tener que elegir entre la vida de la madre y la del tud, los situacionistas favorecerían el aborto, no sólo cuando
niño, como a veces puede ocurrir, ninguno de los dos pue- se tratara de salvar la vida de la madre, sino también
de ser salvado. cuando estuviese en juego la salud mental y física de la
El legalismo replica a esa pesadilla ética diciendo: "En víctima. Incluso es muy posible que aprobasen el aborto en
estos casos, la Iglesia parece implacable, pero no lo es. Lo bien del respeto que la víctima se debe a sí misma, o de su
que es implacable es su lógica. La Iglesia promete que, reputación, o de su bienestar, o basándose simplemente en
siguiendo esta lógica, la mujer recibirá una recompensa la convicción de que no debería nacer ningún hijo no de-
muy superior a la de algunos años más de vida". 45 De un seado ni buscado.
modo inexplicable, sorprendente, Dietrich Bonhoeffer afir- Es de creer que razonarían su posición diciendo que, en
el aborto, no se mata a nadie, porque no existe persona ni
45. Alan Keenan, o.f.m., y John Ryan, m.d., Marriage: A Medical and
Sacramental Study, Shced & Ward, Inc., 1955, p. 53. 46. Dietrich Boohotffer» Bthics, \>. 131 a.
54 ÉTICA DE SITUACIÓN

vida humana en un embrión en el estadio inicial del emba-


razo (Aristóteles y santo Tomás eran de este mismo pare-
cer), o que, aun en el caso de que el aborto fuese un homi-
cidio, no sería un asesinato, porque se cometería en defensa
propia contra —en este caso— no uno, sino dos agresores.
Primero tenemos al que violó a la muchacha, el cual es
moral y legalmente inocente debido a su estado mental, y
luego tenemos al embrión, igualmente "inocente", que con-
tinúa la agresión original del violador. El mismo legalismo
de la defensa propia aceptaría que la muchacha hubiese
dado muerte a su agresor, pese a que en conciencia era ino-
cente por su locura. El embrión no es más inocente, aunque
no por ello deja de ser un agresor y un invasor indeseado.
En este caso, la acción que entraña un mayor amor (la
más justa) ¿no sería quizá la decisión responsable de poner
fin al embarazo?
¿Qué piensan, ustedes?

ALGUNAS PRESUPOSICIONES
Desarrollaremos el núcleo de la ética de situación a
partir de sus seis proposiciones fundamentales, que nos ser-
virán para mostrar cómo actúa el amor cuando hay que
tomar una decisión moral. Pero antes hemos de exponer
algunas cuestiones preliminares, para que el lector sepa a
partir de qué presuposiciones trabajamos. Estos temas pre-
vios sólo son cuatro. Si entonces lo cree necesario, el lec-
tor podrá rectificar todo aquello que le parezca una imposi-
ción gratuita. Los nombres que Jes hemos dado suenan a
algo mucho más técnico y abstracto de lo que en reali-
dad son.

CUATRO PRINCIPIOS DE TRABAJO

1. Pragmatismo

En primer lugar, este libro se inspira conscientemente


en el pragmatismo americano. Cuarenta años atrás, cuando
el autor empezaba a estudiar teología, ya era un defensor
decidido del análisis del conocimiento humano de Peirce-
James-Dewey. Muy pronto, sin embargo, las densas redes
58 ÉTICA DE SITUACIÓN ALGUNAS PRESUPOSICIONES 59

de la tradición y las melosas especulaciones de quienes si- pragmatismo americano y el empirismo inglés han sido
guen la filosofía perenne consiguieron hacerle creer que la siempre particularmente sensibles a la conocida pregunta
metafísica era, después de todo, el navio que nos permite de Pilato: "¿Qué es la verdad?". En ética, por su parte,
atravesar el encrespado mar que media entre el escepticis- el problema fundamental se formula diciendo: "¿Qué es el
mo y la fe. Este retorno a la filosofía clásica no dejó de bien?". Pero el verum y el bonum (y, en estas cuestiones,
producir sus frutos, aunque el autor sabía que el hecho de también el pulchrum), en realidad, no pueden separarse. Ja-
filosofar nunca logró llevar a William James a la fe (siendo mes afirma: "La verdad, para decirlo en pocas palabras, no
éste, en efecto, un hombre "religioso", nunca lo fue teoló- es sino lo que conviene a nuestra manera de pensar, como
gicamente), mientras que Charles Sanders Peirce y John la rectitud no es sino lo que conviene a nuestra manera de
Dewey, cada uno a su manera, se mantuvieron resuelta- comportarnos". 2 (El mismo criterio y casi las mismas pala-
mente en una posición no-teológica y, a la vez, no-religiosa.1 bras son las de Pablo, en su primera epístola a los corin-
Tras recorrer de nuevo y a la inversa el camino segui- tios 6, 12, cuando afirma que todo "le está permitido" si,
do en la juventud, el autor reconoce ahora, aunque con a la vez, le "conviene", es decir, si es constructivo y
mayor madurez, que la filosofía es completamente inútil elevador.)
para salvar el foso que separa la duda de la fe. Junto con De la misma manera que James da el nombre de "con-
este neopragmatismo congénito, ha comprendido de un veniencia" a la verdad y al bien, John Dewey los ve como
modo más profundo la importancia de lo contextual o situa- aquello que da satisfacción y F. C. S. Schiller como lo que
cional, es decir, la importancia de atenerse a las circuns- funciona.3 Todos coinciden: el bien es lo que funciona, lo
tancias siempre que se ande en busca de la justicia y del que conviene, lo que satisface. La pregunta de Sócrates:
bien. Ha sido cual una alborada reconocer que la moralidad "¿Qué es el bien?", recibe del pragmatismo la misma res-
abstracta y conceptual es pura agua de borrajas. Bonhoef- puesta que la pregunta de Pilato: es bueno y es verdadero
fer no andaba desacertado en su aversión por la metafísica, todo aquello que funciona.
como tampoco Kierkegaard en su odio a los sistemas.
Como dijo Bonhoeffer: "Ignorar la importancia ética
Antes de seguir adelante, séanme permitidas algunas del éxito es un error... de los doctrinarios irresponsables,
puntualizaciones acerca de este pragmatismo. Por lo que
ahora nos afecta, digamos tan sólo que el método pragmá-
2. William James, Prugmaiism, Longmans, Green & Co., Inc., 1907, p. 222.
tico es, en ética, un instrumento perfectamente legítimo. El [Existe una traducción castellana de Santos Rubiano, publicada en Madrid,
1923.—N. del T.] Estas mismas palabras se hallan asimismo en The
Meaning of Truth, Longmans, Oreen & Co., 1929, p. V I I .
3. Véase John Dewey, The Quest for Certainty, Minton, Balch & Co.,
1. Véase Charles S. Peirce, Chance Love and Logic, edit. por Morris 1929, y, en colaboración con J. H. Tufts, Ethics, Henry Holt, 1908; F. C. S.
Cohén; Harcourt, Brace & Co., 1923; y John Dewey, A Common Faith, Schiller, Problems of Belief, Londres, Hodder & Stoughton, Ltd., 1924;
Yale University Press, 1934. G. H. Mead, Mind, Self, and Society (1934) y The Philosophy of the Act
(1938), ambas editadas por C. W. Morris, The University of Chicago Press.
60 ÉTICA DE SITUACIÓN
ALGUNAS PRESUPOSICIONES 61
4
esto es, de quienes no piensan de forma histórica". Para dremos preguntar acerca del por qué, del cómo, del quién,
decirlo a la pata la llana, el pragmatismo es una actitud prác- del cuándo, del dónde y del qué. El problema fundamental
tica: busca el buen resultado, el éxito. Este lenguaje expresa es el problema del " v a l o r " , el summum bonum por el que
el genio y el ethos o estilo de vida de la cultura americana optamos. P e r o ésta es una cuestión pre-ética o meta-ética,
y de nuestra era técnico-científica. Mientras la ética y la porque va a buscar en otra fuente distinta el contenido o
estética clásicas trataban por separado el bien y la belleza (a compromiso de su fe. El método pragmático no podrá
pesar de que el kalós de los griegos los fusionaba), el prag- entrar en funcionamiento hasta que se haya resuelto este
matismo los une, les añade además el conocimiento, y sitúa problema previo, es decir, hasta que el método sepa lo que
a los tres bajo una categoría única: el valor. Y esto con- ha de buscar o servir.
fiere al problema ético una importancia primordial. Como veremos más adelante, la norma o medida según
Advirtamos, con todo, que el pragmatismo, como tal, no la cual, cristianamente hablando, ha de ser juzgado todo
es una concepción del mundo con una consistencia propia. pensamiento o acción como un éxito o un fracaso, es decir,
Es, precisamente, un método. No es una fe sustantiva, y como bueno o malo, es el amor. Podemos dejar para una
cuando es expuesto con propiedad, nunca pretende serlo. discusión ulterior y más prolija la determinación de lo que
El pragmatismo, por sí mismo, no nos ofrece ninguna de es el " a m o r " ; pero lo que ahora y aquí nos interesa recal-
las normas que necesitamos para medir o verificar el éxito car es que el situacionista, sea o no cristiano, sigue una
mismo que el pragmatismo busca. P a r a que sea correcta o estrategia pragmática.
justa una cosa —un pensamiento o una acción— ha de P a r a decirlo con palabras de J a m e s : " U n pragmático
funcionar. Sí, evidentemente. Pero, ¿con respecto a qué se vuelve de espaldas, resueltamente y para siempre, a
finalidad, a qué objetivo?, es decir, ¿qué modelo, qué ideal gran número de hábitos inveterados, que los filósofos pro-
o qué norma ha de satisfacer ? Como cualquier otro método, fesionales tienen en gran aprecio. Se aparta de la abstrac-
el pragmatismo como tal carece totalmente de respuesta a ción y de la insuficiencia, de las soluciones verbales y de
esta pregunta. Y, empero, ésta es la cuestión decisiva. las malas razones a priori, de los principios inamovibles, de
los sistemas cerrados, de todo cuanto pretende ser un abso-
En toda ética, la cuestión primordial e s : "¿Qué es lo
luto o el origen de la verdad. Y se vuelve hacia lo concreto
que q u i e r o ? " Sólo después que le hayamos dado una res-
y lo adecuado, hacia los hechos, las acciones y la eficacia". 5
puesta (el placer, en el hedonismo; la adecuación, en el na-
turalismo ; la autorrealización en el eudemonismo, etc.), po-

4. Dietrich Bonhoeffer, Resistencia y sumisión,^ Barcelona, LIBROS DEL


NOPAL de Ediciones Ariel, 1969, p. 20. El autor cita la edición norteameri-
cana de esta obra, Letters and Papers from Prisou, The Macraillan Com- S. William James, Pragmatism, p. 31.
pany, 1962, p. 21.
62 ALGUNAS PRESUPOSICIONES 63
ÉTICA DE SITUACIÓN

lorativo; 2) la mutación desde el lenguaje y la lógica al uso


2. Relativismo del símbolo y del pensamiento no discursivo; 7 3) la gran
mutación desde las reglas de la racionalidad a la acepta-
En nuestro intento por ser situacionistas y alcanzar una ción del inconsciente y de la dinámica motivacional como
comprensión moderna de la conciencia moral, podemos se- fundamento del comportamiento humano; y 4) la mutación
ñalar un nuevo aspecto de nuestro método: su relativismo. —claramente visible en cualquier ética de situación— des-
Si la estrategia situacionista es pragmática, sus tácticas son de una jerarquía de valores, clasificados en una escala de
relativistas. El rasgo cultural más característico de la era excelencia moral según un orden supuestamente "dado" y
científica y del hombre contemporáneo es, quizás, el relati- permanente, a un spectrum fluido de valores.
vismo con que ve y comprende todas las cosas. Las formas Con harta frecuencia esta última mutación es puramen-
de nuestro pensamiento son relativistas en un grado tal que te gratuita, por cuanto abandona sin previo análisis crítico
nuestros mayores nunca hubieran podido imaginar. Hemos la noción de que ciertas cosas son mejores que otras, y
llegado a ser plena e irrevocablemente "contingentes", y adopta en cambio la idea de que sólo son distintas, para
no sólo con relación a nuestras ideas particulares, sino así poder elegir una u otra, según sea el contexto situacio-
también con respecto a la idea misma que tenemos acerca nal o cultural —o incluso según sea el criterio subjetivo y
del valor de las ideas (valor cognoscitivo) y del mismo bien el gusto personal de cada individuo. En algunos, esta acti-
(valor moral). El situacionista huye como de la peste de tud adopta la forma radical de aquel antiguo dicho: De
ciertas palabras como "nunca", "perfecto", "siempre", gustibus non disputandum, en el sentido de: "Lo que para
"total", como ya ha huido del término "absolutamente". uno es manjar, para otro es ponzoña", es decir, se con-
En una obra que reúne varios estudios antropológicos, vierte en una forma de "relativismo absoluto".
Lynn White describe las cuatro grandes mutaciones habi- Ahora bien, ser relativo quiere decir ser relativo con
das en los cánones de la cultura,6 todas las cuales se orien- respecto a algo, mientras que ser "absolutamente relativo"
tan en la dirección del relativismo: 1) la mutación desde (¡ vaya difícil combinación de términos!) significa ser insen-
una perspectiva exclusivamente occidental a una visión sato, irreflexivo, inconstante, irresponsable, absurdo, amo-
mundial, en la que las culturas ya no son comparadas como ral —casi al estilo antinómico. Si ha de darse un verdadero
"altas" o "bajas" (casi siempre con la cultura europea ocu- relativismo, tiene que existir un absoluto o una norma de
pando la cumbre), sino consideradas según sus diferencias alguna clase. Y éste es, precisamente, el punto neurálgico
puramente fácticas y descriptivas, sin prejuicio alguno va-

6. Lynn White, Frontiers of KnowUágc in the Study of Man, Harper 7. Por ejemplo, el "símbolo" en la concepción mitica de los teólogos
& Brothers, 1956, pp. 302-315. bíblicos y en las ciencias políticas, o la "razón no discursiva" en la litera-
tura Zen, en el arte no objetivo y en la psicología de la Gestalt.
64 ÉTICA DE SITUACIÓN ALGUNAS PRESUPOSICIONES 65

del relativismo normativo de una ética de situación. Ya que Ambos teólogos parten, en su concepción de la ética cris-
semejante relativismo no es anárquico (es decir, no carece tiana, del principio de que el mandamiento divino es siem-
de arkhé o principio ordenador). En el situacionismo cris- pre idéntico en su ¿por qué?, pero siempre distinto en su
tiano, el criterio último, como iremos viendo, es el "amor qué, o, dicho de otra manera, siempre es inmutable en su
agapeísta". Y este amor relativiza lo absoluto, pero no ab- contenido, pero siempre es contingente en el modo de ser
solutiza lo relativo. realizado. Es decir, siempre estamos obligados a actuar se-
La palabra "contexto" es hoy día casi un fetiche, y gún el amor, pero cómo hayamos de hacerlo en concreto
también un tópico verbal culturalmente revelador. ("He- dependerá de nuestra propia y responsable valoración de la
mos de verlo en su contexto", dice la gente refiriéndose a situación. La única constante es el amor; todo lo demás son
cualquier cosa. Como en la hermenéutica bíblica, aquí se variables. La orientación actual hacia el relativismo aparta
carga el acento en el Sitz-im-Leben). Todo esto evidencia a los cristianos contemporáneos de la ética codificada, del
en nosotros un sentido muy agudo de relatividad y una rígido y férreo "haz esto y no hagas lo otro", de una con-
humildad mucho mayor que la que siempre ha existido en ducta prescrita y de una moralidad legalista.
la tradición intelectual clásica. Pero este mismo tempera- En nuestra época, la forma farisaica de ética, la Tora,
mento nos hace más dialécticos que nuestros antepasados, sufre un segundo eclipse, mucho más radical aún que el
puesto que somos más sensibles a las polaridades que a las sufrido cuando Jesús y Pablo la atacaron por vez primera.
alternativas. En la ética cristiana, las tres polaridades de Nuestro medio ambiente y los tiempos actuales guardan
ley y amor, autoridad y experiencia, inmovilidad y libertad, con la ética de la ley una enemistad mucho mayor que la
han llegado a ser unas "tensiones fecundas", típicas de toda que pudo darse en los tiempos apostólicos y patrísticos, y
controversia contemporánea. La primera, ley y amor, es la no digamos ya del medioevo. "La verdad del relativismo
que predomina en la forma cristiana de la ética de situa- ético —dice Paul Tillich— radica en la incapacidad de las
ción; pero las tres entran en juego en todas las formas leyes morales para enunciar unos mandamientos que no
que adopta el método situacionista. sean ambiguos, tanto en su forma general como en sus apli-
El relativismo ético ha ido invadiendo progresivamente caciones concretas. Toda ley moral es abstracta en relación
la ética cristiana a partir de la aparición simultánea, en a cada situación única y absolutamente concreta. Y esto
1932, de El imperativo divino de Emil Brunner y de El vale con respecto a lo que llamamos ley natural, lo mismo
hombre moral y la sociedad inmoral de Reinhold Niebuhr.8 que con respecto a lo que llamamos ley revelada." 9
Los cristianos actuales no pueden subestimar semejante
8. Emil Brunner, The Divine Imperative, y Reinhold Niebuhr, Moral
Man and lmmoral Society, ambas obras publicadas por Charles Scribner's 9. Paul Tillich, Systematic Theology, The Chicago University Press,
Sons, 1932. 1963, vol. I I I , p. 47.
66 ÉTICA DE SITUACIÓN ALGUNAS PRESUPOSICIONES 6?

relativismo en ninguna de sus dos formas, secular y cris- en el cual la razón induce o deduce proposiciones de fe a
tiana. La ética cristiana le está vinculada desde hace ya partir de la experiencia humana y de los fenómenos natura-
mucho tiempo, desde que Jesús impugnó el principio fari- les : las evidencias que la naturaleza nos brinda son capta-
saico de la moral estatuida y Pablo se rebeló contra ella das por la razón natural. La llamada teología natural y
apelando a la gracia y a la libertad. E incluso con anteriori- la ética de la "ley natural" son ejemplos de semejante
dad, la doctrina bíblica de que el hombre no es sino una método.
creatura finita, con percepciones imperfectas y fuerzas limi- El otro camino es el positivismo teológico (o "teología
tadas, ya la hallamos proclamada en la docta ignorantia positiva"), según el cual es la voluntad, más que la razón,
de Isaías: "Porque no son mis pensamientos como vues- la que "pone" o afirma las proposiciones de fe. Este posi-
tros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos tivismo es a-racional, pero no i-racional; se sitúa fuera de
•—oráculo de Yahvé". 10 Este concepto de la creaturalidad la razón, pero no en contra de ella. Su punto de partida,
humana, hincado en el mismo corazón de la ética cristiana, como el de san Anselmo en el primer capítulo de su Pros-
es un grito de: "¡Relatividad!", lanzado frente a cualquier logion, es el credo, ut intelligam: el pensamiento es el que
infatuada pretensión de poseer la verdad y la rectitud. No se apoya en la fe, y no la fe en el pensamiento. Cierto es
es posible que los cristianos aún pretendan "dictar la ley", que la razón no queda excluida, pero sólo actúa por encar-
teológicamente hablando, ni en lo referente al dogma ni go y al servicio de la fe. Así, la ética cristiana "pone" como
con respecto al código moral. punto de partida la fe en Dios, y se sirve luego de la razón
para discernir lo que la obediencia al mandamiento del
amor exige en cada situación concreta. La existencia de
3. Positivismo Dios y la creencia de que Cristo es Dios hecho hombre no
pueden demostrarse, como tampoco un marxista puede de-
La tercera presuposición es el "positivismo" y, más mostrar que la historia se oriente al comunismo y que el
concretamente en nuestro caso, el positivismo teológico. trabajo sea la única fuente de valor útil.
Cuando penetramos profundamente en la ética cristiana, Pero, entonces, ¿de qué manera actúa el pensamiento
sólo hallamos en realidad dos caminos para alcanzar el "co- positivo en una ética wo-cristiana ? Porque no existe el me-
nocimiento religioso" o creencia —dos clases de epistemo- nor rastro "fideísta" o "heurístico" en el simple hedonis-
logía teológica.11 Uno de ellos es el naturalismo teológico, mo de un Hugh Hefner (editor de Playboy) o en el com-
plejo hedonismo social (utilitarismo) de un Stuart Mili, o,
10. Isaías 55, S.
11. John B. Cobb, Jr., sugiere una tercera, la "existencialista", en su
al menos, así lo parece. Pero, ¡alto ahí! En ética, todo
libro Living Options in Proteslant Theology: A Survey of Methods, The
Westminster Press, 1962, pero carece de consistencia propia.
juicio moral o de valor —como, en teología, toda proposi-
68 ÉTICA DE SITUACIÓN ALGUNAS PRESUPOSICIONES 69
ción de fe— es una decisión, no una conclusión. Es una pulchrum y el bonum son afines: los valores artísticos y los
opción, y no el resultado alcanzado en virtud de la lógica, valores morales pertenecen a una misma esfera, que es aje-
según el clásico quod erat demostrandum. El hedonista no na a los principios lógicos fundamentales. Las proposicio-
puede "demostrar" que el placer sea el mayor bien, como nes estéticas y éticas son como las proposiciones de fe: se
tampoco el cristiano puede "demostrar" su fe de que el fundamentan en una opción y en una decisión. En las tres,
amor sea este bien supremo. Después de todo, Bernard de es esencial el "salto de la afirmación".13 (Los existencialis-
Clairvaux tuvo que reconocer: Amo quia amo ("amo por- tas alemanes usan el término Sprung (salto) para indicar
que amo"), en su tratado sobre el amor. Como el mismo el momento en que el acto libre se convierte en realidad
bien, el amor es axiomático, manifiesto, categórico, como el concreta.)
color azul, o el sabor agrio, o cualquiera de estas cosas que Las opciones de valores y la aceptación de esquemas
simplemente son lo que son, una realidad "primaria", que normativos tienen el mismo carácter arbitrario y absurdo
no es posible definir refiriéndola a otra cosa. Bajo la capa que el salto de la fe. Y lo cierto es que, después del análi-
del sol, no hay modo de demostrar que el Tribunal Supre- sis kantiano, nadie ha intentado continuar en serio las de-
mo obrara "rectamente" al decretar, en 1954, que las escue- mostraciones racionales o "naturales" del teísmo a las que
las públicas de los Estados Unidos tenían la "obligación se lanzó Hegel, excepto los pensadores situados en la línea
moral y legal" de suprimir cualquier segregación racial del tomismo oficial católico. (Pero, incluso en esta línea,
en la admisión de sus alumnos. Y a esta condición se debe únicamente se ha llegado a establecer como "artículo de
que el resultado último de un proceso judicial reciba el fe" la posibilidad de una demostración racional de la exis-
nombre de decisión, y no el de simple conclusión. La ra- tencia de Dios, no que alguna de las "pruebas" clásicas lo
zón puede constatar hechos e inferir relaciones, pero no haya logrado). Así como no podemos construir con la razón
puede hallar valores (como, por ejemplo, la bondad). Reco- puente alguno que nos permita pasar de la orilla de la duda
nociendo este carácter no racional de las normas, Bertrand a la de la fe, o de la esperanza a la certeza, o de la natu-
Russell llega a afirmar: "Puedo asegurar que lo que el raleza a la gracia, tampoco podemos construir con la lógica
mundo necesita es amor cristiano o compasión".12 ningún puente que nos permita pasar de los hechos a los
De hecho, esta limitación del razonamiento lógico se valores, de lo que es a lo que debería ser. El credo ut intel-
da tanto en el ámbito de la estética o búsqueda de la belle- ligam de san Anselmo tiene su equivalente en el credo ut
za, como en el dominio de la ética o búsqueda del bien. El iudiceam ("creo, y por esto puedo formular juicios de
valor").
12. Bertrand Russell, Human Society in Ethics and Politics, The New
American Library of World Literature, Inc., 1962, p. V I I I . [Ética y política
en la sociedad humana, traducción de R. Ulía, México-Buenos Aires, Hermes,
1957, p. 9. — N. del T.l 13. Cf. Herbert Feigel, "De Principiis Non Disputandum", en Philoso-
fhical Analysis, ed. por Max Black; Prentice-Hall. Inc.. 1963, pp. 113-147.
70 ÉTICA DE SITUACIÓN ALGUNAS PRESUPOSICIONES 71

Las decisiones éticas buscan una justificación, a dife- Dios. El cristiano no comprende a Dios en términos del
rencia de las conclusiones cognoscitivas que buscan una amor, sino que comprende el amor en términos de Dios,
verificación. No podemos verificar nuestras opciones mora- tal como lo ha visto en Cristo. "Arriémonos unos a otros,
les. Podemos vindicarlas, pero no validarlas. Fue David porque Dios nos amó primero." Sin lugar a dudas, esto es
Hume quien estableció esta verdad elemental, incorporán- una fundamentacion fideísta del amor. La expresión de
dola definitivamente al pensamiento británico y america- Pablo: "La fe actúa mediante amor", 17 es la esencia y la
no.14 Creyentes o no creyentes, teológicamente hablando, médula de la ética cristiana. No obstante, un hombre per-
todos estamos obligados a reconocer que no podemos salvar fectamente sincero y, en todos los aspectos, tan inteligente
sin más el abismo que separa las proposiciones descripti- y sabio como pueda serlo cualquier cristiano, puede negarse
vas de las prescriptivas, lo que " e s " de lo que "debería a confiar en Cristo y, en este caso, podría dudar con toda
ser". Hemos de saltar por encima del abismo: el salto de seriedad de la esperanza y del amor que Pablo vinculaba a
la fe. Ni la lógica, ni el sentido común nos brindan aside- la fe en su tríada de virtudes teologales.18 Sin embargo,
ro alguno. éstos son los compromisos de la fe que identifican al
En teología moral o, si se prefiere, en moral teológica o cristiano.
ética cristiana, la categoría básica del amor (ágape) adquie-
re valor axiomático al decidirnos, con un "sí", en favor de
la afirmación de fe de que "Dios es amor" y, desde ella, 4. Personalismo
por una inferencia lógica, llegamos a la afirmación de valor
de que el amor es el bien supremo. "No podemos demos- La ética se refiere a las relaciones humanas.19 Así,
trar la norma suprema de un sistema ético (sic) deducién- la ética de situación sitúa en el centro de su interés a los
dola de una norma más alta —dice John Hospers—, ya hombres y no a las cosas. La obligación atañe a las perso-
que, si esto fuera posible, a aquélla no podríamos llamarla nas, no a las cosas; a los sujetos, no a los objetos. Por
la norma suprema." 15 Y esto es válido para cualquier éti- ello, mientras el legalista se preocupa por el qué (¿qué dice
ca, sea del tipo que sea. la ley?), el situacionista pregunta por el quién (¿quién ha
La je es lo primero. La conocida afirmación de san de ser ayudado?). Es decir, los situacionistas son persona-
Juan 16 no dice que Dios es amor, sino que el amor es listas. En la versión cristiana del situacionismo, por ejem-
14. David Hume. A Trcatisc of Human Nature (1739), ed. por
T. H. Green y T. H. Grose. Londres, Longmans, Green & Co., 1874;
vol. I I , pp. 245-246. [Existe una traducción castellana en tres volúmenes de 17. Gálatas, 5, 6.
V. Viqueira, Madrid, Calpe, 1923.— N. del T.1 18. 1 Corintios 13.
15. John Hospers, Human Conduct, Harcourt, Brace and World, Inc., 19. Un valioso ensayo sobre el carácter relacional de la ética es el de
1961, p. 584. H. R. Niebuhr, "The Center of Valué", en Moral Principies of Action,
16. 1 Juan 4, 7-12. ed. por R. N. Anshen; Harper & Brothers, 1952, pp. 162-175.
72 ÉTICA DE SITUACIÓN ALGUNAS PRESUPOSICIONES 73

pío, una máxima fundamental es la de que el discípulo ha Maritain, Berdiaev y Tillich.22 Sólo la persona puede ejer-
de amar a las personas y no a los principios, leyes, objetos cer la libertad indispensable para adoptar decisiones plena-
o cualquier otra cosa. mente conscientes. Sólo las personas libres, capaces de lle-
No existen "valores" en el sentido de un bien inherente gar a ser "seres responsables", pueden establecer unas
a las cosas —sino que valor es lo que le sobreviene a algo, relaciones mutuas y entrar así en el ámbito de la obligación.
cuando este algo resulta ser útil para que el amor actúe en En la ética de situación cristiana se da asimismo un as-
favor de las personas. La noción de que el valor pueda ser pecto teológico personalista, ya que Dios es "persona" y ha
independiente de las personas es, según Brunner, una "fan- creado al hombre a su imagen y semejanza —imago Dei.
tasmagoría". 20 Para un situacionista decidido -—añade— La personalidad es, por ello, el término exclusivo de las
no hay valores intrínsecos. Cualquier cosa, material o inma- opciones éticas. La segunda máxima de Kant —"trata a
terial, sólo es "buena" si lo es por o para alguien. (A pesar las personas como fines, nunca como medios"— tiene ple-
de que Pío XII impugnó esta "moralidad personalista", 21 na validez. Y aunque, en algunas situaciones, debamos pre-
no ha dejado de ejercer una creciente influencia sobre los ferir una cosa material a una persona, lo haremos siempre,
teólogos católicos). si se trata de una opción realmente cristiana, en bien de la
Ahora bien, al igual que el bien depende de las necesi- persona y no en bien de aquella cosa. Si un padre prefiere
dades de las personas, también las personas dependen de retener su dinero en luga' de darlo a su hijo que lo nece-
la sociedad. Ni el personalismo, ni la ética de situación su- sita, sólo puede hacerlo porque crea que el hijo lo necesitará
ponen individualismo alguno. Ein Mensch ist kein Mensch más adelante y con mayor premura. Digámoslo de nuevo:
(un hombre solo no es absolutamente nadie). El valor es los valores sólo son "valiosos" extrínsecamente, pero nun-
relativo a las personas, y las personas lo son con respecto ca intrínsecamente. El amor se refiere siempre a las perso-
a la sociedad, al prójimo. Un yo es un yo en relación a un nas : se da por causa de ellas y sólo a ellas sirve. Las cosas
tú; un tú es un tú, capaz de ser un yo, en relación a un mi.
son para ser usadas; las personas para ser amadas. Es "in-
La tesis "dialogal" de Martin Buber acerca del yo-tú —es
moral" servirse de las personas y amar a las cosas. Un
decir, la tesis de que la verdadera existencia estriba en las
comportamiento de amor es el único que nos está permitido.
relaciones personales, y no en la relación yo-ello (la rela-
Al situacionista no cristiano, que es también prójimo
ción con las meras cosas)— ha ejercido una poderosa in-
—o persona—, el situacionista cristiano le dice: " Tu amor
fluencia en la antropología de unos teólogos tales como
es como el mío, como el de todos: es el Espíritu Santo. El

20. Emil Brunner, The Divine Imperative, p. 194.


21. Acta Apostólicas Seáis, vol. 45, 1953, p. 278. 22. Cf. Will Herberg, Four Existentialist Theohgians, Doubleday & Com-
pany, Inc., 1958, y J. B. Coates, The Crisis of the Huma» Person, Long-
mans, Green & Co., Inc., 1949.
74 ÉTICA DE SITUACIÓN ALGUNAS PRESUPOSICIONES 75

amor no es la obra del Espíritu Santo, sino que es el Espí- que con substantivos. No pregunta qué es el bien, sino
ritu Santo mismo -—que está actuando en nosotros. Dios cómo hacer el bien y a quién hacerlo; no pregunta qué es
es amor, y no quien meramente lo tiene o lo da; Dios se da amor, sino cómo actuar con el mayor amor posible en una
a Sí mismo— a todos los hombres, cualquiera que sea su situación concreta. Sólo se preocupa por el pragma (la
clase y condición: a creyentes e incrédulos, a grandes y chi- acción) y no por el dogma (la doctrina). Su interés se cifra
cos, a negros y blancos, a sabios e ignorantes, a marxistas, en adoptar una conducta que esté de acuerdo con sus creen-
cristianos y hotentotes". cias. La ética de situación es una actividad y no un senti-
Esto es lo que significamos al hablar de la "gratuidad" miento: es una ética "activista". La expresión de que se
de la gracia. Y ésta es la verdad que "salva" incluso a los sirve Kant al referirse a la ética, "razón práctica", es total-
hombres que, careciendo de fe, .la ignoran. No es el hom- mente correcta. Podemos, pues, estar de acuerdo con
bre incrédulo quien suscita su "condenación", sino el que G. E. Moore al menos en eso: "La casuística es la meta
no ama. Temple insistía en que "el ateo a quien mueve el de la investigación ética" —es decir, una ética no logra ser
amor, lo mueve el espíritu mismo de Dios; un ateo que viva auténtica hasta que desciende a los casos concretos.25
según el amor se salva por su fe en el Dios cuya existencia
(bajo este nombre) niega". 23
LA CONCIENCIA
Si reunimos estos cuatro principios de trabajo (pragma-
tismo, relativismo, positivismo y personalismo), veremos La ética de situación se interesa por la conciencia (mo-
que forman una obvia unidad de acción, de e.r-sistencia, ral) en cuanto función, no en cuanto facultad. Sólo la toma
de vida en plenitud. La ética de situación, a diferencia de en consideración cuando la conciencia está trabajando, ac-
las demás éticas, es una ética de la decisión —de tomar tuando, decidiendo. Existen cuatro teorías sobre lo que es
decisiones, más que de "irlas a buscar" en cualquier ma- la "conciencia", pero el situacionismo no toma en serio
nual de reglas prefabricadas. Recuerdo ahora aquella frase ninguna. Algunos han dicho que la conciencia es una facul-
de Goethe: "En el principio era la acción". El título de tad innata, un sentido interno, algo así como el radar —una
una obra de James A. Pike, Obrando la verdad, nos dice intuición. Otros la han imaginado como una inspiración
eso mismo en muy pocas palabras.24 La ética de situación que viene desde fuera para orientarnos en nuestras decisio-
es mucho más bíblica que griega, piensa más con verbos nes —una guía que nos viene del Espíritu Santo, o del án-
gel custodio, o de un "Pepito Grillo" cualquiera. La teoría
23. William Temple, Natufe, Man and God, p. 416.
24. James A. Pike, Doing the Truth, edición revisada, The Macmillan 25. G. E. Moore, Principia Ethica, Cambridge University Press, 1960,
Company, 1965. p. 5.
76 ÉTICA DE SITUACIÓN ALGUNAS PRESUPOSICIONES 77

más popular, en nuestros días, es la de la "introyección" para nada. Tom Sawyer también lo cree así". 28 Prescin-
—es decir, la conciencia es la interiorización del sistema de diendo ahora de que santo Tomás de Aquino considere a
valores de una cultura y de una sociedad determinadas. Los la conciencia como una facultad, la suya es la mejor des-
tomistas han seguido la definición de santo Tomás de Aqui- cripción: la conciencia es la razón cuando formula juicios
no según la cual la conciencia es .la razón que formula jui- morales.
cios morales u opta por ciertos valores.26 Pero el situacio- Otra característica de la ética de situación es su interés
nismo no tiene ninguna ontología o teoría del ser sobre la por la conciencia antecedente, más que por la subsiguiente;
conciencia.27 es decir, se preocupa mucho más por prever la futura deci-
El error tradicional consiste en referirse a la conciencia sión a adoptar, que por la aprobación retrospectiva de un
como si de un sustantivo se tratara, en vez de hacerlo como juicio ya adoptado. El mundo antiguo pensaba ordinaria-
si fuera un verbo. Este error no es más que el reflejo de mente en la conciencia (syneidesis) como si se tratara de
la rigidez y el carácter institucionalizado de toda ética legal, un funcionario que pasa revista y valora una acción ex post
en contraste con la ética del amor. No hay conciencia. La {acto, para luego aprobarla o censurarla. (¡ Y eso, todos
"conciencia" es sólo una palabra que designa nuestros es- lo hacemos, con la cabeza sobre la almohada, después de
fuerzos por tomar decisiones de una manera creadora, cons- un largo y pesado día!). Buen ejemplo de ello lo encontra-
tructiva, adecuada. Si supusiésemos, con Huckleberry Finn, mos en la famosa definición de Ernest Hemingway: "Es
que la conciencia es una facultad, con un bagaje de reglas y bueno lo que, después de hecho, me parece bueno; y es
principios fidedignos, entonces tendríamos que decir lo mis- malo lo que, después de hecho, me parece malo". Las cul-
mo que decía Huck cuando dudaba de si era bueno ayudar turas de los pueblos salvajes nos ofrecen a menudo, como
a Jim, el esclavo fugitivo: "Si tuviera un perro que no imagen de la conciencia, la de una piedra puntiaguda que,
supiera más de lo que acierta a saber la conciencia de una situada en el pecho, bajo el esternón, se agita y nos hiere
persona, me 'mojaría' en él. Pues, lo que es la conciencia, cuando hemos obrado mal. La conciencia equivale, aquí, al
ocupa más sitio en nosotros que todas las otras cosas que remordimiento o a la satisfacción que nos causa la acción
llevamos dentro y, aun así, no sirve en resumidas cuentas cumplida.
Pablo nos habla de la conciencia en dos de sus epístolas,
26. Tomás de Aquino vinculaba la conciencia a una facultad, sindéresis; en la de los romanos y en la de los corintios, e intenta dar
para una visión crítica, véase Eric D'Arcy, Conscience and the Right to
Freedom. Londres, Sheed & Ward, Ltd., 1961. [Traducción castellana, La un nuevo giro a la idea grecorromana de la misma al pre-
conciencia y su derecho a la libertad, Madrid, Fax, 1963.-—N. del 7\]
27. Martín Heidegger dice de la conciencia que es "la llamada de la sentarla como directora de las decisiones humanas y no
nada", es decir, la llamada en la finitud de lo que es esencialmente
último. Pero eso es exactamente nada: nada de nada. Cf. Being and Time,
Harper & Row, Publishers, Inc., 1962, pp. 312-348. [Existe una traducción 28. The Complete Works of Mark Twain, ed. por Charles Neider;
castellana de José Gaos, Ser y Tiempo, México, F. C. E., 1951, pp. 307- Doubleday & Company, Inc., 1964, vol. I, p. 91.
347. — iV. del 7\]
78 ETICA DE SITUACIÓN ALGUNAS PRESUPOSICIONES 79

como simple encargada de su revisión.20 La conciencia ad- tada a la confesión", añadiendo después que "los teólogos
quiere de esta forma una orientación hacia el futuro, una han comenzado a reaccionar contra el hábito de tratar la
función directiva y no meramente retrospectiva. Lo mismo conciencia a base de manuales". Y concluye: "Dios llama
ocurre en la ética de situación. Por el contrario, la morali- a cada persona por su propio nombre. En sentido estric-
dad de confesonario siempre es ex post jacto y retrospecti- to, cada individuo es único y cada situación concreta es
va : sólo mira hacia atrás. única... Muy a menudo no existen soluciones fáciles. Tras
Históricamente, la pugna ética del hombre (incluso en rezar y sopesar todos los valores que entran en juego, el
ética cristiana) le ha incitado a elaborar primero unas teo- cristiano escoge lo que le parece que el amor exige en la
rías abstractas acerca de la naturaleza del bien y de la situación concreta en que se halla". 30
buena conducta. Luego, ha intentado aplicar dichas teorías a Por otra parte, el talante pragmático y empírico de la
manera de reglas prescriptivas de unas acciones determi- ética de situación requiere un cambio radical de la actitud
nadas. El pensamiento y la práctica cristianas, por ejemplo, clásica. El situacionismo estudia los casos, y experimental-
han empezado formulando una ética cristiana y la han ela- mente, no teóricamente, intenta inducir, no deducir, algu-
borado como un ideal basado en sistemas de teología bí- nas ideas "generales" que sólo le servirán a manera de tan-
blica, histórica y dogmática. El segundo estadio ha sido la teos iluminadores. Trata los casos en toda su particularidad
estructuración de una teología moral, el intento de formu- contextual y, temblando de respetuoso temor, aduce como
lar y articular (es decir, sistematizar) unos principios acti- única referencia la regla del amor. La ética de situación
vos o unas reglas prácticas a partir de aquel ideal prime- mantiene con firmeza los principios en el lugar que les co-
ro. El tercer estadio ha consistido en usar dichas reglas y rresponde : en su función de consejeros sin poder de veto.
principios como prescripciones y directrices a aplicar en Sólo prescribe una única proposición "general", a sa-
los casos reales (casuística). ber, el mandamiento de amar a Dios en el prójimo. "Dios
Semejante estrategia no ha logrado producir otra cosa no quiso que se le consagrara, a Él, ningún amor exclusivo;
que una especie de lecho de Procrustes, en el que las deci- Dios quiere que le amemos 'en nuestro prójimo'." 31 Y este
siones de la vida han de ser violentadas y recortadas para mandamiento —notémoslo— es un ideal normativo, no una
que se ajusten en forma y dimensiones a las del mítico directriz para nuestro obrar. Todo lo demás, todas las de-
lecho de hierro. El espíritu del aggiornamento ha llevado
al padre C. E. Curran a hablar de la "necesidad de una 30. C. E. Curran, "The Problem of Conscience and the Twentieth
teología moral centrada en la vida, en lugar de estar orien- Century Christian", en Ecumenical Dialogue, ed. por S. H. Miller y G. E.
Wright; Harvard University Press, 1964, pp. 262-273.
31. Emil Brunner, The Divine Imperativo, p. 133. "El amor de Dios, la
entrega que de Sí mismo hace al hombre, viene a encontrarnos en el hombre
29. C. A. Pierce, Conscience in the New Testament, Londres, Alee R. Jesús. Amar al hombre significa estar unidos a él en el amor. Sólo esto
Allenson, Inc., 1955, pp. 84-90. es el Bien".
80 ÉTICA DE SITUACIÓN
más generalidades (por ejemplo: "hay que decir la verdad"
y "hay que respetar la vida") son, a lo más, simples máxi-
mas, nunca reglas. Para el situacionista no existe regla
alguna —ni siquiera una.

Pasemos ahora a examinar el cuerpo principal de este


libro, las seis proposiciones sobre las que se asienta. La pri-
mera analiza la naturaleza del valor. La segunda reduce
todos los valores al amor. La tercera habla de la igualdad
existente entre el amor y la justicia. La cuarta libera el amor
de todo sentimentalismo. La quinta establece la relación
entre medios y fines. La sexta da autenticidad a cada deci-
sión en su propio contexto.
En lo sucesivo, ya no hablaremos más que de la ética
de situación cristiana, aunque mucho de lo que diremos
acerca de ella sea plenamente aplicable a otras éticas que,
para llegar a tomar decisiones, se valen de un método
como el nuestro: un método no legalista y mucho más cen-
trado en las personas que en los principios.
Primera proposición: "Sólo una 'cosa'
es intrínsecamente buena: el amor; pero
ninguna otra, en absoluto".

La piedra angular de toda ética es el "valor". ¿Dónde


se halla este valor ? ¿ Cuál es su lugar ? La valía o excelen-
cia de una cosa, ¿ es inherente a esta misma cosa ? ¿ O bien
es contingente, relativa a otras cosas distintas ? El bien o el
mal de una cosa, la bondad o la malicia de una acción, ¿les
son intrínsecas o bien extrínsecas?

E L BIEN NOMINAL

El debate medieval entre realismo y nominalismo que,


en parte, giró alrededor de esta cuestión básica en la especu-
lación ética, no tiene un sentido meramente arcaico ni es
una discusión ya superada en nuestros días. Como acaba-
mos de ver en el capítulo anterior, todo depende de ella. Es
ésta la primera cuestión a esclarecer si queremos alcanzar
una comprensión inteligente y adulta de los problemas éti-
cos. La concepción nominalista es una de las más difundi-
das en la ética cristiana, aun cuando suela esconderse muy
84 ÉTICA DE SITUACIÓN SÓLO EL AMOR ES SIEMPRE BUENO 85
en lo hondo de otras apariencias, pasando así inadvertida absoluto; sólo existen cosas (materiales o inmateriales), y a
para las mentes sencillas. Ockam y Duns Escoto en la edad estas cosas les ocurre a veces que son valoradas por las
media, y Descartes en los tiempos modernos, sostuvieron personas. Ésta es la posición personalista.
el carácter nominalista de cualquier "bien", es decir, afir- William Temple decía eso mismo cuando afirmaba que
maron que una cosa es buena sólo porque Dios la mira el valor, lo mismo que la revelación, "depende, para su ac-
como tal. Para los "realistas", en cambio, Dios quiere algo tualización, de la mente que lo discierne". 5 Y, en otra obra,
porque este algo es bueno. Dios encuentra "valioso" todo llegaba a la siguiente conclusión: " P a r é c e m e que el valor
lo que sirve a las exigencias y a los designios de su amor. consiste en una interacción de la mente y el mundo circun-
Por su parte, la ética de situación, a nivel de los juicios dante, pero que semejante interacción siempre es de tal
humanos de valor, también es nominalista. (Puede verse suerte que la mente encuentra en el mundo circundante la
una versión no cristiana de esta posición en la obra: Ética ocasión objetiva de su propia satisfacción". 6 E n su intento
y lenguaje, de Charles Stevenson.1) por definir el bien desde una perspectiva cristológica, Die-
Todo el contexto mental del hombre moderno, nuestro trich Bonhoeffer llegó muy cerca de una solución así —pa-
contexto mental, se inclina en favor del nominalismo. No sar de "la propiedad al predicado"—, pero no avanzó lo
podríamos aducir mejor ejemplo de ello que la categórica suficiente en este camino y acabó perdiéndose. 7 E n éste,
afirmación de Brunner de que no hay valores intrínsecos: como en otros muchos puntos, constatamos que Bonhoeffer
el valor se da tan sólo "en relación a las personas". 2 Mar- dejó su ética " a medio hacer", debido a su muerte prema-
tin Buber es igualmente taxativo cuando dice que "el valor tura y a las privaciones que soportó en los últimos y heroi-
es valor siempre que lo es para una persona: no es algo cos años de su vida.
que subsista con absoluta independencia".3 Y Edgar Bright- De cuanto acabamos de decir se concluye que, en la
man, también en la línea del personalismo aunque con pro- ética de situación cristiana, no hay nada que valga en y
fundas raíces metafísicas, afirma que "en la personalidad se por sí mismo, sino que todas las cosas ganan o adquieren
da el único valor verdaderamente intrínseco que conocemos valor únicamente en la medida en que ayudan a las perso-
o podemos conocer; todos los valores no son sino formas nas (y entonces la cosa es buena) o las perjudican (y en-
de la experiencia personal". 4 Los "valores" no existen, en tonces la cosa es mala). La persona que " e n c u e n t r a " el
valor puede ser divina (Dios, en tanto que quiere el bien)
1. Charles L. Stevenson, Ethics and Languagc. Yale University Press, o humana (un hombre, en tanto que valora una cosa). Las
1944, especialmente cap. V I I I .
2. Emil Brunner, The Divine Imperative, pp. 194-195.
3. Véase Maurice B. Friedman, Martin Buber: The Life of Dialogue, 5. William Temple, Nature Man and God, p. 211.
The Chicago University Press, 1955, p. 20. 6. William Temple, Christianity in Thought and Action, The Macmillan
4. Edgar S. Brightman, Nature and Valúes, Henry Holt & Company, Company, 1936, p. 26.
Inc., 1945, p. 62. 7. Dietrich Bonhoeffer, Ethics, pp. 55-62.
86 ÉTICA DE SITUACIÓN SÓLO EL AMOR ES SIEMPRE BUENO 87

personas —Dios, uno mismo, el prójimo— son a la vez como la propiedad. Por consiguiente, la rectitud de un acto
sujeto y objeto de valor; son ellas quienes determinan si depende casi siempre, y quizá siempre, de la relación con-
una cosa es valiosa, pero semejante determinación se cum- creta que dicho acto guarde con sus circunstancias; esto es
ple siempre en favor de una persona concreta. Una cosa lo que queremos decir cuando lo calificamos de relativa-
entraña un valor porque alguien ha decidido que era valio- mente justo, aunque eso no implique, en modo alguno, que
sa. Osear Wilde se mostró agudo, aunque no profundo, sólo sea dudosamente justo. En determinadas circunstan-
cuando dijo: "Un cínico es quien conoce el precio de cada cias, puede ser un acto cierta y absolutamente justo". 8
cosa, pero ignora el valor de todas". Y es que no hay otro
medio para establecer un valor que la determinación de su
precio, aunque no siempre el dinero sea la medida más E L AMOR ES UN PREDICADO
exacta. El bien y el mal son extrínsecos a la cosa o a la
acción. Todo depende de la situación. Lo que es bueno Salvo revelar que los actos humanos ayudan o dañan a
en un caso —dar dinero, por ejemplo, a un padre de fami- las personas, las valoraciones o juicios éticos carecen de
lia cuyos hijos se mueren de hambre— puede ser malo sentido. De ahí que, siendo el mandamiento del amor al
en otro caso —dar dinero' a este padre de familia si sabe- prójimo la norma suprema de la ética de situación, esta
mos que es un alcohólico o un jugador empedernido. ética afirme rotunda y definitivamente: valor, excelencia,
Hablando con menos osadía que un situacionista, pero, cualidad ética, bondad o maldad, rectitud o malicia —todas
en este punto, con mayor solidez, William Temple dice: estas cosas son únicamente predicados, nunca propiedades.
"Podemos dudar de que exista acto alguno que sea bueno No se trata de algo "dado", objetivamente "real" o exis-
'en sí mismo', porque cada acto es un eslabón en una cade- tente en sí mismo.9 Sólo hay una cosa que siempre es bue-
na de causas y efectos. No podemos decir que esté mal apo- na y justa, que es intrínsecamente buena en cualquier con-
derarse de las propiedades de un hombre contra su volun- texto, y esta cosa única es el amor. Aunque, bien mirado,
tad —ya que así condenaríamos toda clase de impuestos— o acaso no debiéramos decir que el amor es una "cosa". Sien-
arrebatarle el revólver que empuña un maniaco homicida; do neutra esta palabra,10 puede inducir al lector a "cosifi-
ninguno de estos actos es un robo —y éste sí que siem- car" el amor, puede sugerirle que el amor es algo tangible,
pre es malo. Sin embargo, una alta autoridad ha sostenido
que un hombre en la absoluta indigencia puede robar un 8. William Temple, Relioious Expericnce, Londres, James Clarke
& Company, Ltd., 1958, pp. 173-174.
pan para no morir de hambre, porque la vida es más valio- 9. Podemos ver una defensa filosófica del concepto predicativo en Ste-
phen Toulmin, An Examination of the Place of Reason in Ethics, Cambridge
sa que la propiedad, y hemos de dar preferencia a la vida University Press, 1950. En esta obra el autor refuta con acierto la tesis
acerca de la propiedad "no natural" de G. E. Moore.
cuando nos sea imposible conservar a la vez tanto la vida 10. La palabra inglesa love, amor, es de género neutro como lo son
todos los sustantivos que designan cosas, objetos. — N. del T.
88 ÉTICA DE SITUACIÓN SÓLO EL AMOR ES SIEMPRE BUENO 89

dotado de existencia objetiva. (El Nuevo Testamento habla no es un bien en sí mismo, sino un impulso en favor de las
a veces del amor como si se tratara de una propiedad, y personas. Por supuesto, tampoco es una simple "virtud"
otras veces como si fuera un predicado. Advirtamos, con entre las demás virtudes, como así lo pretenden ciertos pia-
todo, que Pablo y los evangelistas eran totalmente ajenos dosos manuales de moral y algunos opúsculos de cateque-
al problema que ahora estamos discutiendo. Nunca se les sis dominical. El amor no es en modo alguno una virtud:
ocurrió siquiera pensar en esta cuestión.) es el único y exclusivo principio regulador de la ética
Pero el amor no es un sustantivo —ni nada de este cristiana.
orden. Es un principio, un principio "formal", que expre- Reinhold Niebuhr, a pesar de hallarse más cerca del
sa el tipo de acciones reales que los cristianos han de reco- situacionismo que de cualquier otro método ético, propug-
nocer como buenas. (Exactamente lo mismo ocurre si ha- naba una especie de noción supranaturalista del amor, como
blamos de la justicia). El amor es el único principio que si fuese una "cosa" o un poder que los hombres no poseen
nos obliga siempre en conciencia. A diferencia de todos los sino en un grado muy limitado e insuficiente. Entendía mu-
demás principios que podamos mencionar, sólo el amor, cho más el amor como una propiedad, una capacidad o un
cuando es bien servido, es siempre bueno y justo en cual- estado "absolutos", que como un predicado, es decir, como
quier situación. El amor es el único universal. Pero el la manera de caracterizar lo que hacemos cuando realmente
amor no es algo que tengamos o seamos, sino algo que rea- actuamos en una situación concreta. Hablaba del amor como
Usamos. Nuestro deber estriba en actuar de tal forma que de algo que tenemos en mayor o menor cantidad.
se produzca el mayor bien (es decir, la mayor benevolencia Así podía afirmar que la cruz de Jesús era el prototipo
amorosa) en todas las alternativas posibles; hemos de ser de un "amor perfecto", de un amor que era único en la
"optimíficos",11 hemos de buscar una cantidad óptima de total entrega de sí mismo, y que radicaba más allá de los
benevolencia amorosa. El amor es una actitud, una dispo- hombres, excepto como aproximación en una justicia relati-
sición, una preferencia, un designio. va.13 Por el contrario, si nosotros hemos de entender el
Al decir que el amor es siempre bueno, queremos decir amor según la situación, más como predicado que como
que es bueno todo aquello que el amor nos induce a reali- propiedad, lo que entonces deberemos admitir es que, para
zar en cualquier situación particular. El amor es la manera Jesús, aceptar la cruz fue cumplir su misión y realizar su
de entrar en relación con las personas y de servirse de las vocación, en su situación concreta y según su obligación de
cosas. Como dijo H. R. Niebuhr en cierta ocasión: "Dios
nunca nos ordena el amor por el amor mismo". 12 El amor
13. Reinhold Niebuhr, An Interpretation oj Christian Ethics, Harper &
Brothers, 1935. Posteriormente, en 1956, Niebuhr dijo: "No me siento...
11. Neologismo del autor para significar "obradores de lo óptimo". — capaz de defender ninguna posición de las que adopté [en aquel libro], ni
tengo el menor interés en hacerlo" (Cf. Reinhold Niebuhr, ed. por C. W.
12. H. R. Niebuhr, Christ and Culture, Harper & Brothers, 1951, p. 15. Kegley y R. W. Bretall; The Macmillan Company, 1956, p. 435).
90 ÉTICA DE SITUACIÓN SÓLO EL AMOR ES SIEMPRE BUENO 91

Hijo de Dios. Por eso no podemos hablar, como Niebuhr, deja de ser ley; pero, cuando no halla ningún obstáculo en
de la "imposibilidad" del amor, aunque estemos de acuer- su camino, la observancia de la ley es una prueba del amor
do con él cuando habla de su relatividad. El amor no nos que vive oculto en nuestro corazón. Por eso necesitamos la
dice: "Sé tú como soy yo", sino: "Haz lo que puedas, ley, para que el amor pueda manifestarse; pero si no pode-
dondequiera que estés". mos guardar la ley sin causar daño al prójimo, Dios quiere
La falacia del intrinsecismo sitúa a Karl Barth en un que prescindamos de la ley y que la ignoremos". 15
callejón sin salida. A propósito del aborto, nos dice pri- Únicamente en el ser divino, únicamente en Dios, el
mero que un embrión aún no formado ni nacido ya es un amor es sustantivo. En los hombres es un principio for-
ser humano, y que interrumpir su gestación es un asesina- mal, un predicado. Sólo en Dios es una propiedad. Y esto,
to. Más adelante, sintiéndose incómodo en esta posición, porque Dios es amor. Los hombres, seres finitos, tan sólo
afirma que, aun siendo el aborto "absolutamente" malo, obran el amor. Es decir, por obediencia, intentan cumplir
puede a veces excusarse y perdonarse. Barth se sitúa, pues, el mandamiento del amor, se esfuerzan por ser como Dios,
en el campo del bien intrínseco, pero no deja de admitir tratan de imitarle. La imitatio Dei, imitatio Christi signifi-
cierta indulgencia. Finalmente exclama de pronto: "Sea- ca amar al prójimo. San Agustín dice que, para saber si un
mos enteramente sinceros y digamos que, en ciertas situa- hombre es bueno, "no hemos de preguntarle por sus creen-
ciones, poner fin a un proceso de gestación no constituye cias ni por sus esperanzas, sino por el objeto de su amor". 16
un asesinato, sino que, de hecho, es una obligación" (somos El amor sólo puede ser "predicado" de las acciones y rela-
nosotros quienes hemos subrayado esta última frase).14 ciones humanas, según sea la forma que adopten en una
Ahora bien, esto coloca a Barth en la posición anómala de situación concreta. Los hombres pueden amar y ser ama-
afirmar qué la obediencia al mandamiento de Dios (es de- dos, pero sólo Dios es amor. Y, en la Biblia, aquello por
cir, obrar según el amor) consiste en hacer algo absoluta- lo que el hombre ha sido hecho a imagen de Dios, no es la
mente malo. Y es obvio que semejante afirmación constitu- razón sino el amor. "Dios no es razón, sino amor, y se
ye un contrasentido ético y teológico. (Este contrasentido sirve de la razón como instrumento de su amor." 17 En el
es el que igualmente invalida la doctrina barthiana cuando sentido estricto de la palabra, ésta es la teología de la éti-
trata algunos problemas concretos, como la eutanasia y la ca de situación.
esterilización, entre otros.)
Barth debería haber confiado más en aquellas palabras 15. Sermón de la decimoctava dominica después de la Trinidad, en
de Lutero: "Por consiguiente, cuando la ley incita a al- "The Church Postü", Works, ed. por J. N. Linker; Luther House, 1905,
vol. V, p. 175.
guien en contra del amor, deja de ser obligatoria, porque 16. San Agustín, Enchiridion ad Laurentium, cap. 117, en Works,
ed. por M. Dods; Edimburgo, T. & T. Clark, 1873, vol. IX, p. 256.
17. Martin Heinecken, God in the Space Age, Holt, Rinehart & Winston,
14. Karl Barth, Church Dogmatics, vol. I I I , libro 4, pp. 416-421. Inc., 1959, p. 168.
92 ÉTICA DE SITUACIÓN SÓLO EL AMOR ES SIEMPRE BUENO 93

El reverso de la afirmación según la cual sólo el amor sión ho nomos tes ágapes no aparece nunca, literalmente,
es intrínsecamente bueno, es, lógicamente, que sólo la ma- en el Nuevo Testamento, pero sustancialmente se halla pre-
licia es intrínsecamente mala. Pues si la buena voluntad es sente en diversos pasajes suyos, como Romanos 13, 10 y
lo único que siempre estamos obligados a tener, la mala Gálatas 5, 14). Y la afirmación de Kant de que lo único
voluntad será entonces lo único que siempre nos estará pro- realmente bueno es la buena voluntad —y esto es lo que el
hibido. Un sinónimo literal de buena voluntad es "benevo- Nuevo Testamento entiende por ágape o "amor"— está
lencia", pero este término, gastado ya por el uso, nos sugie- de acuerdo, lógica y necesariamente, con su segunda máxi-
re algo mucho menos intenso y comprometido que el ágape ma. Quienquiera que sea benevolente es bueno; quienquie-
del Nuevo Testamento. En cambio, la expresión "buena ra que sea malevolente o indiferente es malo. Ésta es la
voluntad" incluso ha cobrado una significación de respe- radical simplicidad de la ética evangélica, aun cuando en
tabilidad, como la que se da a una partida del activo en el su aplicación situacional pueda conducirnos a los cálculos
traspaso de un negocio. más complicados, más atosigantes y más angustiosos, y,
luego, a unas decisiones más bien grises y no radicalmente
Lo que se opone a benevolencia es "malevolencia", pero
blancas o negras.
también aquí el uso ha conferido a este término un signifi-
cado más directo y deliberado del que quiere adoptar la éti-
ca de situación cristiana. En efecto, un análisis cuidadoso
E L VALOR SÓLO ES EXTRÍNSECO
nos pondrá de manifiesto que, en realidad, lo que verdade-
ramente se opone al amor no es el odio, sino la indiferen-
cia. El odio, a pesar de su maldad, por lo menos trata al Esta posición o perspectiva nos enfrenta directamente
prójimo como un tú, mientras que la indiferencia lo con- a cualquier ética "intrinsecista" y a todas las leyes o má-
vierte en un ello, en un objeto. Por esta razón podemos ximas "dadas", "naturales" u "objetivamente válidas",
decir que, de hecho, hay algo peor que el mismo mal, y es tanto si se trata de variantes de la ley natural como si lo
la indiferencia ante el mal. En las relaciones humanas, el son de la ley escriturística. Eso significa, asimismo, que no
nadir de la moralidad, el punto más bajo de la ética cris- existen universales de ninguna clase. Sólo el amor es obje-
tiana, se manifiesta en la frase: "¡Me importa un bledo!". tivamente válido, sólo el amor es universal. Por eso, cuando
No hemos de olvidar que el Nuevo Testamento nos insta a John Bennett, imbuido del espíritu del pecca fortiter de
amar a las personas, no a los principios. Lutero, nos dice que "en ciertas situaciones, lo mejor que
podemos hacer es el mal", 18 nosotros hemos de alzarnos
La segunda máxima de Kant —tratar a las personas
como fines, nunca como medios— es estrictamente paralela
18. John C. Bennett, Christianity and the Contemporary Scene, ed. por
a la "ley del amor" neotestamentaria. (De hecho, la expre- R. C. Miller y H. M. Shires; Morehouse-Gorman Company, Inc., 1942, p. 119.
94 ÉTICA DE SITUACIÓN SÓLO EL AMOR ES SIEMPRE BUENO 95

contra tales palabras —por mucho que admiremos el espí- ras piadosas" inspiradas por la compasión como las que
ritu que las informa. En el supuesto de Bennett, si un pe- entraña el espionaje en tiempo de guerra.
queño tendero despista con una mentira a los rufianes, que Si una mentira se dice sin amor, es mala, inicua; si se
andan buscando a una desgraciada vecina para "proteger- dice por amor, es buena, justa. El legalismo de Kant, en
la", aunque el tendero haya mentido por compasión, habrá cambio, dio origen a un "universal" : que la mentira es
obrado mal. Claro está que su mentira será excusable, dis- siempre mala. Pero, ¿qué ocurre si tenéis que mentir para
culpable y perdonable, por aquello del "mal menor" (lo no divulgar un secreto que habéis prometido guardar? Qui-
cual, por otra parte, siempre ha sido admitido por la cle- zá mintáis efectivamente y, en tal caso, si lo hacéis por
mente casuística de la ética realista o intrinsecista). Pero, amor, obraréis rectamente. Las palabras de Pablo: "vivien-
a pesar del amor con que pueden haberse realizado estas do en la verdad y con amor", 19 iluminan esta cuestión:
"cosas malas", no por ello dejan de ser malas e inicuas, y hemos de decir la verdad por imperativo del amor, no por
requieren un posterior arrepentimiento y perdón. la verdad misma. Si el amor nos impide decir la verdad,
Esta turbia afirmación de que la mentira del tendero ha aceptémoslo. Honestas o inicuas, buenas o malas, nuestras
sido una mala acción y que, al mismo tiempo, ha sido inspi- palabras y nuestras acciones pueden serlo —con absoluta
rada por el amor, constituye una flagrante contradicción en independencia de que sean o no sean "veraces"—, pero que
la que siempre incurre la doctrina intrinsecista del valor. lo sean sólo depende del mayor o menor amor con que viva-
Como que semejante doctrina parte de una concepción del mos aquella situación concreta. En el ejemplo de Bennett,
bien y del mal más ontológica que existencial, se ve bárba- el tendero optó por el bien, y no por un mal excusable. El
ramente obligada a divorciar —e incluso a oponer— lo que amor hizo buena su acción. El situacionista sostiene que, en
es lícito y lo que es bueno. (De esto precisamente se que- cualquier situación, siempre es lícito y bueno el acto que
jaba el viejo ranchero tejano de The Rainmaker, del que comporta un mayor amor. Tal acto no es un mal excusable
hablamos en la introducción de este libro.) De ahí que los sino un bien positivo. He ahí el punto fundamental de la
moralistas cristianos se vean y siempre se hayan visto for- posición que afirma que el valor es extrínseco.
zados a proclamar que el amor exige a menudo una solu- Los moralistas del valor intrínseco, es decir, los lega-
ción que no es "lícita", pero que no obstante es excusable listas, han dominado siempre en la ética cristiana. Como
en determinadas circunstancias. Para el situacionista, en dice Brunner: "Éste es el estigma de la 'moralidad cristia-
cambio, el amor que ha dado lugar a la mentira, ya la ha na' : haber considerado siempre que la actitud más legalis-
hecho lícita. El situacionista no se halla hipnotizado por ta era la 'más seria'". 20 Nos parece evidente, al menos a
unas leyes abstractas, como la de: "No mentirás". Y se
19. Efesios 4, 15.
niega a considerar como malas ipso jure tanto las "menti- 20. Emil Brunner, 7he Divine Imperative, p. 355.
96 ETICA DE SITUACIÓN
SÓLO EL AMOR ES SIEMPRE BUENO 97
algunos de nosotros, que los legalistas nunca se han dete-
justificable de un principio fundamental ("el homicidio es
nido a pensar en el verdadero alcance del punto de vista
malo", por ejemplo) nunca es buena, aunque situacional-
del valor positivo, extrínseco. Por eso siempre se han visto
mente sea "lícita".
precisados a elaborar, bajo el apremio del amor, la doctri-
Pike no ha podido liberarse, pues, de las redes intrinse-
na del "mal menor" (o, vista por su otra cara, la doc-
cistas. En el fondo, sigue pensando en el bien y el mal
trina del "bien mayor"). La columna vertebral de todo lega-
como si fuesen cosas reales, es decir, "ontológicamente".
lismo es la noción de que el valor (el bien o el mal) es una
Así dice: "Nos encontramos aquí, no con una excep-
propiedad " d e " nuestras acciones. El predominio de esta
ción a las reglas que le dan [a la acción] el carácter de
metafísica en la teología moral ha obligado a adoptar unas
buena o incluso de neutra, sino más bien con un equilibrio
posiciones tan absurdas como ésta: Un soldado capturado
de bondades y maldades, y con una opción en favor de la
por el enemigo y sometido a una tortura implacable, no pue-
mayor de dos bondades o la menor de dos maldades (aun-
de suicidarse por amor a sus camaradas si quiere evitar
que... la opción, en aquella situación, puede ser lícita)", (el
que acabe traicionándolos: el suicidio siempre es malo en
subrayado es de Pike). ¡Pero ésta es la palabrería habitual
sí mismo, intrínsecamente.21
de la ética ontológica o intrinsecista, y no de la ética exis-
El obispo Pike trata de ser un situacionista coherente. tencial o extrinsecista!
De un modo que podría ser harto fecundo, contrapone la éti-
La ética de situación, en cambio, debido a su visión
ca "existencial" a la ética "ontológica". Pero, en realidad,
extrinsecista según la cual el bien y el mal son únicamente
no avanza luego en esta dirección. Empieza afirmando re-
predicados y no propiedades, encuentra, tanto en las cir-
sueltamente : "Como nos advierte santo Tomás de Aquino,
cunstancias del suicidio del soldado como en el bien que aca-
un juicio particular negativo invalida un juicio universal
rrea a sus camaradas, la medida con que valorar esta ac-
afirmativo".22 Esto lo dice cuando nos recuerda que, inclu-
ción. Sitúa el mal en la múltiple destrucción de vidas y en
so en el libro deuterocanónico de Judith, se alaba a ésta
la traición a la lealtad que se producirían si una ley o prin-
por haber mentido a Holofernes y haberse servido de su
cipio prohibieran que el prisionero sacrificase voluntaria-
sexo (¡aunque permaneciendo técnicamente virgen, según
mente su vida —un sacrificio semejante al de Cristo en la
nos cuenta la narración canónica!) prostituyéndose para
cruz. El extrinsecismo combate la falta de amor en que
poderle asesinar. Ahora bien, después de una sólida valo-
incurre una conciencia atada por la ley, la cual "cosifica"
ración ética de Judith en función de la situación —"para
el bien y el mal y trata el valor como si fuera una "cosa
salvar a Israel"—, Pike acaba opinando que la violación
en sí" (la Ding-an-sich de Kant), cuando en realidad el
valor es tan sólo una función de las decisiones humanas.
21. Véase The Clergy Revicnv, vol. 40, 1955, pp. 170-174, 534-537.
22. James A, Pike, Doing the Truth, pp. 40-42, 142. Aquí tenemos el relativismo normativo que nosotros abra-
98 ÉTICA DE SITUACIÓN
zamos, un relativismo que se aparta definitivamente de
todo legalismo y dogmatismo.
Para los moralistas clásicos, el suicidio y la mentira son
siempre malos, cualesquiera que sean sus circunstancias y
relatividades, y aunque el amor en ellas implicado pueda
excusar tales acciones en una situación concreta. Frente a
la estridente posibilidad de que la ley haya de condenar un
acto de amor, los sacerdotes y predicadores han elaborado
una falsa especie de casuística, que ha crecido a modo de
selva asfixiante de pilpul farisaico. Aun siendo confusiona-
ria, contradictoria y turbia, en el fondo no deja de ser un
encomiable esfuerzo del amor para eludir la trampa de
aquella metafísica. Esta casuística, empero, está condenada
a revolverse en el lecho de Procustes que ella misma se ha
fabricado. Como que ha elaborado unas leyes basadas en
absolutos y universales éticos, el amor la obliga a dictar
reglas y más reglas con que poder infringir las reglas ante-
riores. Tal es el grotesco resultado a que se llega cuando la
ética de la ley (como ha ocurrido en la tradición cristiana)
intenta conservar el control de la conducta humana y, al
mismo tiempo, quiere rendir homenaje al amor. ¡ No es
posible hartarse y quedar en ayunas!
En el legalismo, sin embargo, todo el error procede de
su mismo inicio: la teoría intrinsecista del bien es lo que EL AMOR ES LA ÚNICA NORMA
los griegos llamaban el protón pseudon —el error fundamen-
tal, de los legalistas. No existe ninguna ley, principio o
valor que, como tal, sea bueno —como tampoco lo es la
vida, la verdad, la castidad, la propiedad, el matrimonio, o
lo que sea, excepto el amor. Sólo una cosa es intrínseca-
mente buena: el amor; pero ninguna otra, en absoluto.
Segunda proposición: "La norma que
rige toda decisión cristiana es el amor;
no hay otra".

Como ya hemos dicho, el amor es una pauta monolítica


y exclusivista, la única dotada de auténtico valor, que ex-
cluye todos los demás bienes, siempre inferiores. La ética de
situación cristiana reduce la ley, codificada en un sistema
de reglas, al único canon del amor. Por esta razón, Jesús
no vaciló lo más mínimo en ignorar las obligaciones que
entrañaba la observancia del sábado, con su prohibición
de trabajar en el séptimo día: "El sábado está hecho para
el hombre". 1 Exactamente del mismo modo, Pablo podía
comer toda clase de alimentos, tanto los prohibidos como
los permitidos por la ley judía, siempre que en una situa-
ción determinada su conducta fuese edificante (constructi-
va) para el prójimo: "Todo está permitido, pero no todo
edifica".2

1. Marcos 2, 27-28.
2. 1 Corintios 10, 23-26.
102 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR ES LA ÜNICA NORMA 103

ras: como disciplina, como arrepentimiento y como guía.3


Oímos citar a menudo aquella frase judaizante de Ma-
E L AMOR SUSTITUYE A LA LEY teo 5, 17-20 (y Lucas 16, 17): "Ni una jota ni una tilde
de la Ley no pasará", y: "El que suprima uno solo de
Jesús y Pablo sustituyeron los preceptos de la Tora por los mandamientos más pequeños" será el más pequeño en
el principio vivo del ágape •—y el ágape no es más que la el reino de Dios. Aunque estas palabras resulten incom-
buena voluntad actuando en compañía de la razón, es decir, patibles con el resto de los evangelios y las epístolas de
buscando lo que es más beneficioso para el prójimo, pero Pablo, los literalistas o fundamentalistas las interpretan como
sopesando cuidadosamente todos los factores que inciden una afirmación de "la ley por la ley". Bernhard Háring, en
en una situación determinada. Jesús y Pablo redimieron a cambio, realiza un considerable esfuerzo para suavizar la
la ley de la letra que mata y la retornaron al espíritu que ética legal al defender la primacía del amor sobre la ley,
vivifica. Para lograrlo, es preciso que la ley y las reglas pero, en el fondo, sigue identificando la ley y el amor; y
generales se purifiquen incesantemente de las prescripcio- cuando da preferencia al espíritu de la ley sobre la letra
nes legalistaas y del pilpul rabinico, y vuelvan al principio de la misma, cierto es que continúa diferenciando el uno de
fundamental del amor. Por lo que se refiere a Jesús y al la otra, pero no los separa como haría un situacionista.*
fariseísmo, esto supuso de hecho una colisión entre dos ma- Siguiendo esta argumentación, el mandamiento del amor
neras de entender el bien. (Aunque no ignoramos aquel (es decir, el shema del Deuteronomio 6, 4-5 combinado
comentario rabinico —sijra— al texto del Levítico 19, 18: con Levítico 19, 18 en Marcos 12, 19-32, etc.) es el "resu-
"El rabbí Akiba dijo: 'En la Ley, la norma suprema y que men" que Jesús nos dio de la ley.
incluye a todas les demás —kalol gadol— reza así: Ama- Pero es aquí donde yace el verdadero problema. Este
rás a tu prójimo corno a ti mismo' ".) Nosotros observamos "resumen", ¿hemos de entenderlo como un compendio o
la ley, si acaso la observamos, por imperativo del amor; como un destilado de la ley? Los legalistas se pronuncian
pero no observamos el amor por imperativo de la ley. en favor de un compendio: una colección y compilación de
En este punto hemos de ser de una dureza y transpa- muchas leyes, la obediencia a todas las cuales está implícita
rencia diamantinas. Porque la doctrina convencional afirma en el hecho de hallarse reunidas en forma de resumen. Los
que obedeciendo a la ley es como servimos al amor, ya que situacionistas, en cambio, lo interpretan en el sentido de
no se da (así lo pretenden) absolutamente ningún conflicto 3. Emil Brunner, The Divine Imperative, pp. 140-151.
4. Bernhard Háring, c. ss. r., Christian Renewal. in a Changing World,
real entre la ley y el amor. Incluso Brunner anda muy Desclée Co., Inc., 1964, p. 19, y The Law oí Christ, 2 vols., The Newman
Press, 1961 y 1963. [Ambas obras están traducidas al castellano: El cristiano
cerca de decirnos eso mismo cuando comenta la enseñanza en un mundo nuevo, trad. por P. Pinedo, y La ley de Cristo, trad. por
J. Salazar, y fueron publicadas por Ed. Herder de Barcelona en 1964 y 1961
de Lutero, según el cual la ley sirve al amor de tres mane- respectivamente, — $". d^l T.\
104 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR ES LA ONICA NORMA 105

una destilación, es decir, el espíritu esencial y el ethos de ética de situación. "¡ Vaya! —objetan los legalistas— ¿cómo
muchas leyes han sido destilados o liberados, extractados, podéis eludir este mandamiento?" Pero los situacionistas
filtrados, y todas las impurezas legales han quedado así eli- no desean eludirlo por dos razones obvias: 1) este manda-
minadas como si fueran su escoria. miento sólo es una "ley" en el mismo sentido en que pode-
A todos cuantos alegan que el amor nos manda seguir mos hablar de la "ley del amor" o de la "ley del propio
la ley, el situacionista les replica: "Muy bien, de acuerdo. ser". Es una afirmación tautológica, y no un auténtico man-
Estamos dispuestos a observar los principios y preceptos, damiento. Nadie adora a unos ídolos, es decir, a otros dio-
si sirven al amor y cuando así lo hagan. Porque puede exis- ses, si no los tiene. Este mandamiento se limita a decir
tir, y a menudo existe, un conflicto entre el amor y la ley". (precisamente a los primitivos "henoteístas" semíticos 5 )
Amor y ley no pueden andar de consuno; en el mejor de que si se tiene fe en un Dios, no se tiene fe en ningún otro.
los casos, el amor sólo se sirve de la ley cuando ésta parez- Lo único que aquí se constata, pues, es un hecho, un
ca merecerlo. "hecho de fe". Se trata de un indicativo, no de un impe-
Demos ahora una ojeada a los diez mandamientos, tal rativo. El monoteísmo no puede ser objeto de un manda-
como los hallamos, por ejemplo, en el Éxodo 20, 2-17 y en miento.
el Deuteronomio 5, 6-21. En el judaismo y en él cristianis- Pero, además: 2) sin duda podríamos hacer ver que
mo populares, los mandamientos son "sacratísimos", e in- no tenemos fe en Dios, o en un conjunto de dioses, si esto
cluso la cultura secular los reverencia con piadosas palabras. fuera necesario por causa del amor. Podríamos hacer una
Los protestantes los consideran como leyes positivas, reve- apostasía formal, aunque falsa, si en tiempo de persecución
ladas por Dios, mientras que los católicos los interpretan no hubiese otro modo de proteger a quienes dependen de
como leyes naturales, discernibles por la razón, pero con- nosotros o de salvar la vida de una Iglesia ilegal y de cata-
firmadas por la revelación específica de las tablas de la ley cumbas. Porque si el sentido del primer mandamiento fuese
que recibió Moisés. Nos referiremos a ellos según el orden la prohibición de manifestaciones ateas o contrarias a Yah-
en que los hallamos en el texto del Éxodo. vé, entonces pasaría a ser como otra ley cualquiera y podría
ser violado en bien del amor. Dios conoce los secretos del
corazón y sabe la inautenticidad de una negación de la
LAS TABLAS DE LA LEY fe que ha sido hecha por amor, como sabe asimismo la
inautenticidad de una profesión de fe cuando se hace
El primer mandamiento dice así: "Yo soy el Señor, tu sin amor.
Dios... No habrá para ti otros dioses delante [¿o fuera?] 5. También nosotros nos servimos del mismo término usado por el autor,
de mí". Este mandamiento no crea ninguna dificultad a la ya que "henoteismo ( = uniteísmo) expresa el carácter de la fe bíblica primi-
tiva con mayor exactitud que el término "monoteísmo", — N. M T.
106 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR ES LA ÜNICA NORMA 107

En cuanto a la segunda prohibición: "No te harás escul- de ningún modo... Sea vuestro lenguaje: Sí, sí; no, no". 6 )
tura ni imagen alguna... de nada", si la consideramos como Y si sólo prohibe el uso del nombre divino para finalida-
una prohibición de la idolatría, el amor puede violarla téc- des mágicas, o para falsos juramentos, o en las impreca-
nicamente, es decir, falsamente, de la misma manera que ciones irreverentes (en el sentido de blasfemias), entonces
podía violar la primera prohibición. Pero si lo que nos hemos de obedecerle a no ser que, violándolo, podamos al-
prescribe es un culto sin iconos (sin imágenes), hemos de canzar algún bien real.
reconocer que los cristianos orientales y los católicos han Jeanie Deans, en la novela de Walter Scott, El corazón
violado siempre la ley. Pues la imagen de Jesús no deja de Midlothian, se enfrenta con el problema de si puede
de estar siempre presente en el culto cristiano, aunque el mentir en el juicio contra su hermana Effie, acusada de
Dios trascendente se libre de toda representación. Y, según haber asesinado a su hijo bastardo. Jeanie sabe perfecta-
parece, entre los mismos judíos se daba el uso de imágenes mente que Effie es inocente, pero no dispone de ningún
sagradas, incluso en tiempos de Moisés. (En este punto, las medio honesto para librarla de la red de falsas evidencias
opiniones están divididas: para Mowinckel dicho uso es en que la han envuelto las circunstancias. Y se debate an-
innegable, mientras que para Eichrodt es seguro que nunca gustiosamente entre sus impulsos de amor y su legalismo
existió.) Err fin, si el significado de este mandamiento fuese calvinista. A este propósito, K. E. Kirk comentó blanda y
la prohibición de todo arte representativo (escultura, pintu- piadosamente una vez: "Dudamos de que ningún cristiano
ra o fotografía), como así lo han interpretado muchos judíos realmente consciente pueda aconsejar nunca a Jeanie que
estrictos con el consiguiente empobrecimiento de su cultu- mienta a sangre fría", añadiendo luego que todos sentimos
ra, entonces podríamos decir con toda razón y con todo la más viva simpatía por Effie, debido al peligro que la
amor que, en realidad, se trata de una mala ley. ¿Y quién acecha, pero que en nosotros "es más fuerte aún la exi-
discreparía de nuestra opinión ? gencia de salvar el alma de Jeanie". 7 He aquí un buen
El tercer mandamiento del decálogo: "No tomarás el ejemplo de la índole del legalismo, suave en la superficie,
nombre del Señor, tu Dios, en vano", presenta algunos pro- pero duro en el fondo como una piedra.
blemas exegéticos, pero no ofrece dificultad alguna desde La cuarta ley del decálogo: "Acuérdate del día del sá-
un punto de vista ético. ¿ Significa, sin embargo, que no bado para santificarlo... En este día no harás trabajo algu-
hemos de hacer juramentos solemnes ? Si es así, todos vio- no", ha sido completamente infringida por los cristianos,
lamos abiertamente este mandamiento, tanto al declarar ante que han convertido el domingo, primer día de la semana,
los tribunales como, por ejemplo, cuando los clérigos son
ordenados. (Pero, estos últimos, además, violan el precepto
del sermón de la montaña*. "Pero yo os digo que no juréis 6. Mateo S, 34, 37.
7. Kenneth E. Kirk, Conscience and Its Problems, pp. 351-352.
108 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR ES LA ÜNICA NORMA 109

en el dia del Señor, en vez del sábbat del Antiguo Testa- todas las leyes "religiosas" dietéticas.8 "Nada hay fuera
mento, séptimo día de la semana o sábado. No faltan en del hombre que, entrando en él, pueda hacerle impuro".
nuestros días los nostálgicos del sábbat, que quisieran con- Podemos parafrasear estas palabras de Jesús y dar mayor
vertir el "día del Señor" en un día de tristeza y melanco- amplitud a su lógica afirmando: "Nada hay fuera de una
lía. Pero son pocos los que todavía obedecen la prohibición situación que, entrando en ella, pueda prejuzgarla").
del trabajo dominical. ¿Quién querría o podría hacerlo en En su Ética, Bonhoeffer convierte en una prohibición
una sociedad interdependiente como es la nuestra, en la absoluta la máxima de que matar es malo.9 Es decir, la
que la producción de bienes y la prestación de servicios son establece como otra norma junto a la norma del amor.
tan necesarias —de hecho y de derecho— en sábado lo "Matar deliberadamente una vida inocente es arbitrario",
mismo que en domingo? ¿Y por qué habríamos de renun- dice, y, desde su punto de vista, todo lo "arbitrario" es
ciar a lo que nos es necesario ? El situacionista no dice: malo. Bonhoeffer esboza esta ley al examinar la ética de
"Cuanto mejor sea el día, tanto mejor será la acción", sino la eutanasia. Pero entonces, ¿ qué diremos del suicidio de la
que afirma: "Cuanto mejor sea la acción, tanto mejor será madre María (la eutanasia es una forma de suicidio) en el
el día". campo de concentración nazi de Belsen, cuando se ofreció a
Los seis últimos mandamientos, que prescriben el amor morir en la cámara de gas en lugar de una joven judía
filial ("Honrarás a tu padre y a tu madre") y prohiben comunista, a quien la Gestapo había detenido en un subur-
matar (¿o es, quizás, asesinar?), cometer adulterio, robar, bio de París como dirigente de una red clandestina para la
dar falso testimonio y codiciar, son más "éticos" en el huida de judíos? La joven judía sobrevivió a la guerra y se
sentido no teológico y común de esta palabra. Todos ellos, convirtió luego al cristianismo. Pero la madre María sacri-
a excepción del quinto ("Honrarás a tu padre y a tu ma- ficó su vida siguiendo el "modelo" de Cristo, y Bonhoeffer,
dre") son universales negativos. Pero la ética de situación que también murió con singular entereza a manos de los
tiene sus buenas razones para sostener que, en algunas si- nazis, la habría venerado por su heroica acción. Sin embar-
tuaciones, es un deber violarlos, alguno de ellos o incluso go, de un modo absurdo, habría tenido que invocar antes
todos. Deberíamos tener el suficiente juicio y entereza para una ley rival, según la cual el amor de la religiosa no podía
abandonar el amor a .la ley de los legalistas y aceptar tan seguir el ejemplo de su Maestro con tanta fidelidad.
sólo la ley del amor. Esta "ley" solitaria es el resumen de Incidentalmente, como Barth y otros muchos, Bonhoef-
toda ley, entendiéndola como "heredera" de los manda- fer absolutizó la regla general que prohibe matarse a sí
mientos y no como compendio de los mismos. (Esto es lo
que Bornkamm nos dice cuando comenta el texto de Mar- 8. Günther Bornkamm, Jesús of Nazareth, Harper & Brothers, 1960,
cos 7, 15, donde vemos cómo Jesús rechazó directamente p. 98.
9. Dietrich Bonhoeffer, Ethics, p. 116.
110 ÉTICA DE SITUACIÓN
EL AMOR ES LA ÜNICA NORMA 111
mismo o matar a los demás, sin tener en cuenta que la pro-
hibición de " a s e s i n a r " es un universal negativo muy cues-
Ni LA NATURALEZA, NI LA ESCRITURA
tionable. E n realidad, significa: " M a t a r inmoralmente es
inmoral", es decir, requiere que se resuelva previamente la E n realidad, la ética cristiana no es ningún esquema sis-
cuestión global de si, en algunas ocasiones, puede ser justo tematizado de conducta codificada y, por consiguiente, ya
matar. Bonhoeffer admite que, en defensa propia, en caso no puede seguir aparentándolo. Cualquier legalismo religio-
de guerra y en la pena capital, matar es moral, porque en so, tanto si es de tipo católico, basado en la ley natural,
tales casos la víctima no es "inocente". Por otra parte, como de tipo protestante, basado en la ley escriturística,
aunque el sexto mandamiento de la ley mosaica diga: " N o más o menos pronto se ve repudiado. E s vencido por el
m a t a r á s " , es evidente que los judíos mataban para procu- espíritu de Pablo, por la insistencia paulina en proclamar
rarse comida y admitían la muerte como castigo y en la que lo que importa no es la legalidad de una cosa, sino su
guerra. El precepto, pues, debería decir: " N o cometerás poder edificante, constructivo. Imaginarse que el orden ju-
asesinato" —es decir, no matarás ilegalmente. No hay arte rídico coincide siempre exactamente —o siquiera a menu-
alguno tan hábil en servirse de palabras ambiguas como el do— con el orden moral, es vina actitud ajena al cristia-
arte de legislar. Y forzosamente ha de ser así, porque la nismo.
ley es lo que e s : un intento de absolutizar lo relativo. El legalismo siempre es legalismo, tanto si se apoya en
U n situacionista podrá o no podrá estar de acuerdo en la naturaleza como si busca su sostén en la Escritura. E n
las excepciones particulares, como la pena capital, pero se- ambos casos se asienta sobre arenas movedizas. Lindsay
guramente aceptará que, en principio, incluso la muerte de Dewar, en su intento por salvar la idea de la ley natural,
personas "inocentes" puede ser una cosa lícita. Tal es el ha observado recientemente que aun cuando "exista alguna
duda acerca de cuáles son los principios de la ley natural
caso, por ejemplo, de la madre María que, siendo inocente,
que hemos de aceptar —duda que han hecho más insisten-
se dio ella misma la muerte. ¿ Y qué diremos de la deter-
temente aún algunos autores actuales—, 1 0 la exacta inter-
minación tomada por el mismo Bonhoeffer, cuando creyó
pretación del sermón [de la montaña] suscita dudas de
que Hitler no era inocente y que era preciso asesinarlo?
igual magnitud o aun mayores." u ¡ Exacto ! Ambas actitu-
¿ Acaso se habría vuelto de espaldas a un hombre que, apri-
des se hallan en el mismo aprieto.
sionado en la chatarra ardiente de un avión derribado y
A quienes son partidarios de la ley natural, nosotros les
sin esperanzas de salvarse, le pidiese que le rematara de
decimos: "Desde luego, podéis postular la presencia objeti-
un tiro?
10. Sobre todo quienes propugnan la nueva moralidad o ética de situación.
11. Lindsay Dewar, Moral Theology in the Modern World, Londres,
A. R. Mowbray & Coinpany, Lt., 1964. p. 44.
112 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR ES LA ÚNICA NORMA 113

va del bien y del mal en la naturaleza de las cosas, de re- forma que las aves de distinta especie nunca se posan en la
rum natura. Pero esto no os permite suponer que podáis misma rama de un árbol.
poseerlos cognoscitivamente —es decir, que podáis saber Cicerón dijo con absoluta seriedad: "Sólo un loco po-
lo que es bueno y lo que es malo y que podáis expresarlo dría afirmar que la distinción entre el honor y el deshonor,
en fórmulas perfectamente claras, volviendo a pensar los entre la virtud y el vicio, sea una cuestión de opinión y no
pensamientos de Dios". Ningún hombre del siglo xx, me- de naturaleza". 13 Pero es esto precisamente lo que la éti-
dianamente cultivado, cerrará los ojos ante la evidencia ca de situación afirma.
antropológica y psicológica de una relatividad en la moral.12 A quienes son partidarios de la ley escriturística, noso-
No existen "leyes universales", aceptadas por todos los tros podemos decirles: "Desde luego, podéis creer sincera-
hombres, siempre y en todas partes: el pretendido consen- mente que las 'Sagradas Escrituras' son la 'palabra de Dios'.
sus universalis es inexistente. Los preceptos en que todos Pero si intentáis seguir al pie de la letra todas sus proposi-
los hombres pueden estar de acuerdo no son sino tópicos ciones éticas, pronto tropezaréis con dificultades mucho
como: "haz el bien y evita el mal" o "a cada uno según más arduas que las que entraña la interpretación de algu-
lo que le es debido". Pero qué es el bien, cuándo, cómo y nas de estas proposiciones (por ejemplo: "Dad al César lo
qué le es debido a los hombres, éstas son cuestiones siem- que es del César, y a Dios lo que es de Dios") o bien la
pre debatidas en teoría y ásperamente discutidas en cada decisión que cabe adoptar después de convertir las máxi-
caso concreto. mas bíblicas en reglas de conducta (como: "No opongáis
Además, el intento de estudiar la naturaleza para dis- resistencia al malo"). Sólo lograremos hundirnos en una
cernir en ella la voluntad de Dios, no es sino un ejemplo confusión radical o en la más lamentable frustración, si
venerable de la antigua "falacia naturalista", a la que ya nos obstinamos en considerar la Biblia como un manual de
nos hemos referido anteriormente y que pretendía derivar reglas éticas, olvidando que una recopilación de sentencias
lo que debería ser de lo que es. Aproximadamente un año morales dispersas, tales como la del sermón de la montaña,
antes de la decisión del Tribunal Supremo, en 1954, en favor sólo pueden ofrecernos, como máximo, algunas sugerencias
de la integración escolar, un juez federal sostuvo que la o algunos ejemplos paradigmáticos. ¡ No hay más ley que
ley natural concede a cualquier ciudad el derecho a impo- el "resumen" de la Ley! Brunner está en lo cierto: "'Ningu-
ner la segregación racial en su campo de golf, de la misma no de los mandamientos del sermón de la montaña ha de
ser entendido como una ley que autorice a los oyentes a
decirse: 'Ahora ya sé lo que debo hacer'". 14
12. Una noción menos pretenciosa y más atractiva es la "moralidad de
fundamento común" de John Bennett. Esta noción evidencia el mismo anhelo
tradicionaí de universales, pero los fundamenta en las constantes culturales, 13. Cicerón, De legibus, 1, 17, 45.
y no en la naturaleza o en la realidad. Cf. "Christian Ethics and the Na-
tional Conscience", Bell Lecture n.° 6, Boston University, 1965, pp. 13-18. 14. Emil Brunner, The Divine lmperative, p. 136.
114 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR ES LA ÜNICA NORMA 115

las demás "virtudes", tanto las "cardinales" (naturales)


N A D A E X I S T E QUE SEA IGUAL AL AMOR como las "teologales" (reveladas). El amor no es una vir-
tud entre las demás virtudes, ni un principio entre otros
Hasta su misma médula, la ética cristiana es una ética principios iguales: nunca es un primas inter pares. Un teó-
de situación. La nueva moralidad, esa conciencia cristiana logo jesuíta, Robert Gleason, radicalmente opuesto a la
que hoy está emergiendo, disocia la conducta cristiana de ética de situación, la desafió con singular lucidez (¡ cuan
los credos rígidos y de los códigos inflexibles. Algunos distinto, empero, su reto del que le hizo objeto Ayn Rand!)
de los que la critican, tanto protestantes como católicos, cuando dijo: "Por muy noble que sea el móvil del amor,
parecen temer que los hombres, al abandonar los códigos, no es propio de la tradición cristiana presentarlo como el
abandonen asimismo el compromiso cristiano.15 Pero esta móvil exclusivo de la acción moral". 17 Esta lacónica frase
nueva moralidad trata todas las reglas, principios y "virtu- niega rotundamente que el amor ejerza el monopolio de la
des" (es decir, todos los "universales") como servidores y dirección moral y se enfrenta directamente con aquella
subordinados del amor, que han de ser arrojados inmedia- "única palabra" en la que, según Pablo, "está entera toda
tamente a la calle si olvidan su condición e intentan impo- la ley" 18 y con la conclusión final del himno paulino a la
nerse como señores. Ayn Rand, autor que propugna una caridad.19 Pero, ¿qué otra cosa puede decir el hombre de
ética egoísta y tan feroz como la ley de la jungla, nos da la ley, entrampado como se halla en sus nociones del bien
una descripción muy sucinta de la ética del amor (con la y del mal intrínsecos, y en sus rígidos sistemas de virtudes y
salvedad de que esa ética no nos enseña a despreciar a una absolutos ?
prostituta, sino únicamente a ayudarla y redimirla): "Una Para ilustrar los resultados a que da lugar el legalismo
moralidad que te enseña a despreciar a una prostituta, que en el orden civil, podríamos recordar ahora lo que ocurrió
entrega su cuerpo a todos los hombres indiscriminadamen- pocos años atrás en un tribunal inglés. La ley establece que
te —es la misma moralidad según la cual has de entregar un matrimonio ha de ser validado ("consumado") por la
tu alma al amor indiscriminado de todos los que se te unión sexual. En el caso que nos ocupa, una mujer joven
acerquen". 16 y recién casada había concebido un hijo por medio del
San Agustín tenía razón cuando hacía del amor el prin- A. I. H. (inseminación artificial con semen procedente del
cipio originario del que brotan y en el que se articulan todas marido), porque su esposo se hallaba aquejado de una inca-
pacidad eréctil, meramente temporal y más tarde corregida.
15. C. B. Eavey, Principies of Christian Ethics, Zondervan Publishin?
House, 1958, p. 246; Kenneth Moore, o. carm., American Ecclesiastical
Revicw, vol. 135, 1956, pp. 29-38. 17. Robert \V. Gleason, "Situational Moralitv", en Thought, vol. 32,
16. Ayn Rand, Atlas Shrugged, Random House, Inc., 1957, p. 1033. 1957, pp. 533-558.
[Existe una traducción castellana: La rebelión de Atlas, trad. por J. Fer- 18. Gálatas 5, 14.
nández-Yáñez; Barcelona, Caralt Ed., 1961.—N. del T.] 19. 1 Corintios 13.
116 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR ES LA ÜNICA NORMA 117
El tribunal se mantuvo fiel a la ley y determinó: que la voluntad, la disposición: el ágape es una actitud, no un sen-
criatura había sido concebida fuera del matrimonio, y, por timiento.
consiguiente, que era un hijo bastardo; que la madre era Los situacionistas aceptan complacidos el término ale-
adúltera o fornicadora; que la esposa carecía de marido mán Gesinnungs-ethik para indicar que la suya es una éti-
cuando nació el hijo; que el padre no tenía hijo ni heredero ca de actitud y no una ética legal. "Tened entre vosotros
alguno; y que el hijo era ilegítimo. ¡Todo ello a pesar de la misma disposición interior que tuvo Cristo Jesús" 22 y
que la criatura era carne de la carne y sangre de la sangre entonces, como dice san Agustín, cualquier cosa que hagáis
de ambos cónyuges! será buena. La "disposición interior" de aquel a quien Bon-
Para los situacionistas, san Agustín estaba asimismo en hoeffer llamó "el Hombre para los demás" consiste en ser
lo cierto cuando reducía la totalidad de la ética cristiana a para los demás, para el prójimo. Esto es el ágape.
la única máxima de: Dilige et quod vis, fac ("ama de veras ¡ Cómo cambian todas las cosas cuando el amor, enten-
y, entonces, lo que quieras, hazlo"). Adviértase, de paso, dido agapeísticamente, es el que manda, cuando es la única
que no decía: Ama et fac quod vis ("ama con deseo, y haz norma! ¡ Cuan libres somos, entonces, y hasta qué punto
lo que quieras"). 20 ¡No era, pues, una afirmación anti- llegamos a hacernos responsables! Los moralistas de la ley
nomista! natural, para citar tan sólo un ejemplo de la añagaza que
El amor cristiano no es deseo. El ágape es un amor que representa el legalismo, se ven irremisiblemente obligados
da, un amor que no es recíproco, que no espera la recipro- a defraudar el amor o incluso a negarle todos sus derechos
cidad del prójimo —y aquí "prójimo" significa "todo el en el problema de la esterilización. En nombre de una "ley
mundo", incluso los enemigos.21 Se le suele diferenciar del natural" de la procreación, han de prohibir a los ginecó-
amor de amistad (philia) y del amor romántico (eros), por- logos que aten las trompas de Falopio de una madre car-
que estos dos amores son selectivos y exclusivos. Ambos, díaca, para quien un nuevo embarazo supondría un peli-
el amor erótico y el amor fílico, ocupan el lugar que les gro mortal. Y, en nombre asimismo de una "ley natural"
corresponde en nuestros asuntos humanos, pero no son lo del secreto profesional, han de exigir que un médico se abs-
que entendemos por ágape, amor agapeísta o "amor cristia- tenga de poner en antecedentes a una muchacha inocente
no". El amor erótico y el amor fílico son emocionales, acerca de la sífilis de que se halla aquejado el hombre con
mientras que el principio efectivo del amor cristiano es la quien va a casarse. Ningún situacionista querría ni podría
adoptar una posición tan drástica y fríamente predetermi-
20. San Agustín, In Ep. loan., VII, 8, en J. P. Migue, Patralogiae
cursns complctus, series Latina, París, Garnier Fr., 1864, vol. 35. col. 2033: nada (pre-juzgada).
Semel ergo breve praeceptum tibí pvaecipiUir. Dilige, et qiwd vis fac.
[Existe una traducción castellana: Dios es amor (Los diez sermones sobre Quizás es éste el momento de preguntarnos si un situa-
la epístola de san Juan), trad. por D. Ruiz Bueno; Madrid, Aspas, 1946.—
N. del T.]
21. Lucas 6, 32-35. 22, Tfilipenses 2, 5%
118 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR ES LA ÚNICA NORMA 119

cionista puede estar de acuerdo con el empeño legalista de


obligar a la gente a que sean buenos. Por supuesto, la res- OBJECIONES
puesta no puede ser sino: "¡Eso depende!". Pero, con
todo, no parece posible hallar una justificación a la mayoría Una de las objeciones que suelen hacerse a la ética de
de esfuerzos que se realizan para legislar la moralidad del situación es que esa ética requiere una inteligencia más crí-
pueblo. No es de extrañar la ola de violenta sorpresa que tica, una información más completa y exacta, y un compro-
estalló no hace mucho en una ciudad de California., cuando miso más activamente personal a obrar con rectitud, del
la policía descubrió un club donde se practicaba el inter- que son capaces la mayoría de seres humanos. Todos cono-
cambio de esposas y supo entonces que no existía ninguna cemos el veterano del ejército que desea "que estalle de
ley que lo prohibiera. El fiscal del distrito tampoco vio en nuevo la guerra", porque así podrá distinguir a los buenos
este hecho el menor motivo de alarma: "El intercambio de de los malos por el uniforme. Hay quienes dicen que el
esposas no viola ningún artículo del código penal". Es muy situacionismo ignora la realidad del pecado o del egocen-
discutible, en cambio, que la causa del amor resulte favore- trismo humano, y que no acierta a comprender la limitación
cida por ninguna de las leyes sexuales que intentan dictar de la razón humana.
una conducta sexual determinada a los adultos consenti- Quienes creen que antaño se dio, literalmente, una "caí-
dores. da" (y son numerosos en los círculos eclesiásticos), afirman
El triple terror a la infección, al embarazo y al escánda- ahora que la ley nos es necesaria para meternos en cintura,
lo, que antaño intimidaba a la gente y la mantenía sujeta en y así se hacen eco de aquel famoso pasaje de Pablo sobre
los límites de las relaciones sexuales "cristianas" (monopo- la ley en su epístola a los gálatas 23 y, sobre todo, de su
lio marital), ha periclitado por completo gracias a la medi- tesis según la cual la ley actúa como un guardián y nos
cina y a la cultura urbana. Para una ética de situación, exis- juzga hasta la venida de Cristo, hasta que nos elevemos a
ten cada vez menos razones para creer que la gente haya la gracia de Dios (es decir, hasta que alcancemos el poder
de aceptar, o fingir que acepta, un ideal o una norma de vida del amor de Dios). Pero Pablo nos dice también en la mis-
que no son las suyas. Pero, desde luego, puede darse per- ma epístola: "Para ser libres nos ha liberado Cristo. Man-
fectamente el caso de que los situacionistas hayan de acon- teneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir bajo el yugo de
sejar, sobre todo a los jóvenes, la continencia o Ja castidad la esclavitud [es decir, de k ley] ",24 Éste podría muy bien
por razones prácticas y de sentido común; pero ésta es, ser el slogan de la ética de situación cristiana.
precisamente, una actitud situacionista, no legalista. Todo esto nos recuerda la leyenda del Gran Inquisidor

23. Gálatas 3, 19 al 4, 7.
24. Gálatas 5, 1.
120 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR ES LA ÜNICA NORMA 121

que hallamos en la novela de Dostoievski, Los hermanos vocación de todos los situacionistas y, con mayor certeza
Karamazoj.2S Se trata de la historia que, acerca del terrible aún, la "llamada" que profieren los situacionistas cristianos.
peso de la libertad, cuenta Iván a su hermano Aliocha. Cris- El motivo y el designio que se esconden tras la ley, por
to viene de nuevo a la tierra, y el Inquisidor español, al muy ocultos que estén, en realidad no son sino el de mini-
reconocerle entre el gentío que contempla el paso de una mizar la obligación, delimitar con toda claridad y exac
procesión, manda que le detengan inmediatamente. Des- titud lo que hemos de hacer, pero absolutamente nada más.
pués, embozado en la oscuridad, el Inquisidor visita en La gracia, en cambio, se niega a alzar barreras que limiten
secreto a Cristo e intenta explicarle que la gran masa del nuestro afecto por el prójimo. El amor, a diferencia de la
pueblo no quiere libertad, sino seguridad. "Si realmente ley, no calcula exactamente los límites de nuestra obliga-
amas a los hombres -—le arguye—, hazlos felices, pero no ción, sino que busca el mayor bien posible en cada situación.
quieras que sean libres. La libertad es un peligro, una falta El amor maximiza y optimiza la obligación.
de protección. Los hombres quieren leyes y no responsabili- Una mujer es agredida por un desalmado y cincuenta
dades; quieren el confort neurótico de las reglas y no la personas lo ven sin que acudan a prestarle ayuda y sin que
abertura espiritual que les obliga a tomar decisiones. Pre- ni siquiera llamen a la policía. Un granjero derruye su
fieren los absolutos a las relatividades. Cristo —sigue di- pajar para evitar que el fuego pase a la propiedad de su veci-
ciendo el Inquisidor— no ha de volver a la tierra para no, pero éste se niega después a compensarle los daños
empezar de nuevo aquella vieja historia de la libertad y la sufridos. Un transeúnte indiferente contempla cómo se aho-
gracia, del compromiso y la responsabilidad. Por favor, ga un niño. Un automovilista se da cuenta de que una de
deja las cosas tal como están, deja que la Iglesia (la ley) las ruedas del coche que le antecede está a punto de saltar,
se ocupe de ellas. Por favor, ¡vete!" y sólo se le ocurre frenar para quedar distanciado del acci-
Psicológicamente, la argumentación del Inquisidor res- dente. Ningún precepto de las leyes americanas o inglesas
ponde al modo de ser de mucha gente. Pero también son nos obliga a ser un "buen samaritano" (contrariamente a
numerosos los que ya no responden a esa manera de ser. las leyes de Alemania, Italia, Unión Soviética o Francia
De todas formas, es indudable que los hombres tendrían que sí lo tienen). El principio anglo-americano es: "No te
que irse aclimatando a una ética de situación. El cristiano metas donde no te llaman"; la ley limita tu obligación, sólo
está llamado a la madurez, a vivir en la gracia y en la liber- eres responsable de lo que hagas —no de lo que deberías o
tad, a responder a la vida, a ser responsable. Ésta es la podrías haber hecho. Ésta es la prudencia del egocentrismo
y de la indiferencia: ¡ qué contraste con la prudencia agre-
siva, indagadora del ágape!
25. Ed. Aguilar de Madrid ha publicado esta obra en traducción caste-
llana y por separado o formando parte de las Obras Completas de N. Dos- La ley quizás es un elemento indispensable de la comu-
toievski. — JV. del T.
122 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR ES LA ONICA NORMA 123

nidad humana, e incluso puede llegar a ser constructiva la neurótica característica de falsear las realidades comple-
para el hombre. Pero cuando nos resguardamos tras ,1a letra jas. Albert Schweitzer tiene sobrada razón cuando dice que
de la ley y sólo la obedecemos para eludir las más altas "la buena conciencia es un invento del diablo". 27 El paci-
exigencias de su espíritu o las complejidades de una deci- fismo clásico constituye un buen ejemplo de ello, porque
sión responsable, entonces caemos en un legalismo estéril. sostiene que el uso de la violencia es siempre malo, inde-
Buen ejemplo de ello es un canon de la Iglesia episcopalia- pendientemente de la situación. Esto es puro legalismo,
na que, por increíble que ahora pueda parecemos, desde aunque a muchos pacifistas les duela reconocerlo. La suti-
1868 hasta 1946 concedió únicamente a la parte "inocente" leza de su razonamiento es la siguiente: el pacifista sabe
de un divorcio civil el derecho de contraer nuevas nup- que si unas guerras pueden ser justas (como así lo reco-
cias.26 (Y sabido es que, en tales casos, los tribunales ac- noce la doctrina de la "guerra justa") y otras no, él, con
túan sobre alegaciones convencionales, falsas y totalmente su prohibición absoluta de toda guerra, tiene por seguro
capciosas, de modo que, muy a menudo, los legalmente que estará éticamente acertado alguna vez, mientras que el
'inocentes" son los moralmente culpables.) situacionista corre el peligro de andar siempre equivocado,
En Massachusetts existe una ley según la cual, en los ya porque no sepa ver cuándo una guerra es justa, ya por-
accidentes de tráfico que se producen en los cruces, el auto- que intente justificar alguna que sea injustificable. En cier-
móvil golpeado por detrás es la parte perjudicada. Esto to modo, el pacifista se salva éticamente, como todos los
hace que se prescinda de la realidad concreta de cada caso, legalistas, .mientras que el situacionista siempre es vulnera-
y sólo anima a los conductores a que aceleren al llegar a ble al error en todas las situaciones en que tenga que deci-
un cruce para ser así los primeros que asomen en él la dirse. Aun así, hemos de secundar una casuística en la que,
nariz —¡ por si hay encontronazo!—. Si Brunner está en lo a la hora de la decisión, cada persona sea su propio casuis-
cierto cuando afirma, como hemos visto antes, que la gente ta. Porque la decisión es "un riesgo que se enraiza en el
considera el legalismo como la moralidad "más seria", el coraje de ser" libre.28
punto de vista de este libro está en creer que tal opinión Constituye una crítica importante alegar que la ética de
de la gente es totalmente equivocada, y que, en realidad, situación presupone más habilidad en el conocimiento y va-
demasiadas veces el legalismo no hace otra cosa que rehuir loración de los hechos de la que podemos esperar en la
la profundidad, la competencia y la responsabilidad de la mayoría de la gente. Y es cierto que todos nosotros somos
libre decisión. harto limitados en lo que respecta a nuestro conocimiento
Los absolutos, tanto negativos como afirmativos, tienen
27. Citado por J. A. Davidson en A New Look at Moráis, Toronto,
26. Véase D. B. Stevick, Canon Laiv, The Seabury Press, Inc., 1965, Ryerson Press, 1964, p. 21.
pp. 158-159. 28. Paul Tillich, Systematic Theohgy, vol. I , 1951, p. 153.
124 ÉTICA DE SITUACIÓN í a AMOR ES LA ÚNICA NORMA 125

de la realidad y a nuestra capacidad de valorar incluso lo rio, la única alternativa estriba en permanecer en un nivel
poco que conocemos o creemos conocer de ella —y esto subcristiano e infrahumano. Y acepta sin temor la explo-
resulta muy evidente, por ejemplo, en las cuestiones de sión informativa de nuestra era científica. —De paso, con-
política internacional. Pero la persona corriente, a quien gratulémonos ahora por la candorosa sinceridad de una
precisamente va dirigido este libro, no ha de ser experta en comisión de la Church Assembly (anglicana) que, en 1962,
diplomacia; sólo ha de contribuir con su opinión al control informaba sobre la tradicional prohibición legalista de prac-
democrático de Ja política exterior (en el caso de que esto ticar la esterilización sin poderosas razones terapéuticas y
aún sea posible). reconocía la necesidad de declararla "errónea", después
Pero en las situaciones que le afectan más directa- de todo, debido a la nueva información recogida.
mente, esta persona tiene el verdadero deber moral de to- Si se nos objeta ahora que el método situacionista de
mar sus propias decisiones. Y si bien es verdad que las adoptar decisiones morales se halla demasiado expuesto al
opiniones de una persona no son mejores que sus actos, peligro de una racionalización consciente o inconsciente de
con todo la ética de situación confiere una alta importan- nuestros impulsos egoístas o abandonistas, nos bastará re-
cia al conocimiento que tengamos de la situación en el cordar que el autoengaño y la elaboración de excusas pue-
momento de actuar. Siempre somos libres de recurrir al den abusar asimismo de la ley en beneficio propio y a me-
consejo de un experto o de un profesional, si nos decidi- nudo con no menor facilidad que en el uso de la libertad.
mos a ello —y a menudo es muy recomendable hacerlo. Con la misma efectividad pueden ocultarse nuestros moti-
Pero cuando la ley empequeñece nuestra zona de libre ini- vos reales bajo las normas legalistas que bajo las libres
ciativa y de responsabilidad personal —porque es ella quien decisiones contextúales. La ley es un camuflaje habitual, y
actúa y piensa por nuestra cuenta—, quedamos reducidos ofrece un mejor disfraz que los juicios libres. Sin el manto
a ser mucho menos que personas. A la ley siempre le resul- protector de la ley, es mucho más difícil ocultar el doble
ta muy fácil socavar la libertad política (democracia) y la juego. La honradez legal no siempre corresponde a la hon-
libertad personal (gracia). radez moral, como podemos constatar si entramos en rela-
La ética de situación aspira a ensanchar la libertad, que ción con ciertos prestamistas de dinero o con jóvenes "téc-
es el reverso mismo de la responsabilidad. En la medida nicamente vírgenes". H. G. Wells dijo en cierta ocasión
de sus posibilidades, el situacionista frustrará la coerción que la indignación moral no es, en muchos casos, "sino
"procustiana" de la ley que, en toda situación, acosa a los envidia con aureola de santidad".
hombres libres para encajarlos en su férreo sistema de deci- No. La realidad es que el amor es, en sí mismo, una ley
siones prefabricadas. El situacionista presta la máxima imperiosa. No quiere compartir su poder con nadie. No
atención a los datos reales, porque sabe que, de lo contra- quiere compartir su autoridad con ninguna otra ley, ni na-
126 ÉTICA DE SITUACIÓN

tural ni sobrenatural. El amor es capaz incluso de desacra-


lizar el santa sanctorum, el mismo tabernáculo del altar, si
el hambre de un ser humano clama ayuda. ¡ Imaginaos que
alguien dijera a un anglo-católico o a un católico romano
que, en caso de extrema necesidad, es enteramente lícito
abrir el sagrario y comer el pan consagrado! ¡ Qué impacto
para la piedad lagalista! La perícope de las espigas arran-
cadas en sábado 29 no deja lugar a dudas sobre la voluntad
de Jesús de seguir las decisiones radicales del amor. Por-
que Jesús autentica con su aprobación la translegalidad del
acto ejemplar y paradigmático de David: "¿No habéis leí-
do lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que
iban con él, como entró en la casa de Dios... y comió los
panes de la proposición, que no le era lícito comer a él, ni
a los que iban con él, sino sólo a los sacerdotes?" Al me-
nos, el Cristo de la ética cristiana no permite la menor
duda acerca de que la norma que rige toda decisión cristia-
na es el amor; no hay otra.

E L A M O R Y LA J U S T I C I A SON L O M I S M O

29. Mateo 12, 1-8, y los paralelos: Marcos 2, 23-28 y Lucas 6, 1-5.
Tercera proposición: "El amor y la
justicia son lo mismo, porque la justicia
no es otra cosa que el amor distribuido".

Ésta es una proposición que, al iluminar a diversos ni-


veles los rincones más oscuros de la ética cristiana, disipa
la mayoría de las sombras que en ella proyecta la casuís-
tica. En la práctica, todos los problemas de la conciencia
perpleja, que no debemos confundir con la conciencia du-
dosa, pueden reducirse a la tensión existente entre el amor
y la justicia. No olvidemos que la insistencia con que san
Agustín subrayó la posición central del amor, le llevó a afir-
mar que la realización de este amor requiere "algo más
que buena voluntad, y sólo puede llevarse a cabo con una
elevada dosis de reflexión y prudencia". 1

E L AMOR ES SOLÍCITO

Por eso san Agustín empleaba el término dilectio (dili-


gere) —y no amor o caritas— para realzar el amor que,
1. "Moráis of the Catholic Church", 26, 25, en la obra Nicene and Ante-
Nicene Fathcrs, ed. por Philip Schaff; Buffalo, Christian Literature Co.,
1887, vol. I V , p. 55.
130 ÉTICA DE SITUACIÓN AMOR Y JUSTICIA SON LO MISMO 131

no sólo se ocupa del prójimo, sino que, al servirlo, es tan arrancarse los ojos de la razón", 2 porque la razón es "la
solícito y "diligente" como puede. La prudencia y el amor novia del demonio..., una meretriz fascinadora".3 Dema-
no son simplemente compañeros, sino una y la misma cosa. siados cristianos piensan que esa no racionalidad se refie-
Es decir, el amor cristiano y la prudencia cristiana son una re asimismo al amor. Y no es así.
y ,1a misma cosa, ya que ambos se proyectan hacia los de- Pero aquí precisamente tropezamos con el problema más
más. (En cambio, el amor y la prudencia centrados en el grave del amor: ¿ cómo han de distribuirse sus favores en-
propio yo son enteramente distintos.) tre tantos beneficiarios? Nuestro prójimo nunca es una
Este aspecto del amor, los hombres de negocios pue- sola persona. ¿Cómo hemos de amar la justicia, cómo he-
den comprenderlo bien, porque se parece a la situación de mos de ser justos con el amor, cómo vamos a compaginar
un jefe de producción cuando trata de equilibrar la calidad el amor y la justicia? Si amar es buscar el bien del pró-
y el precio de un producto destinado a un mercado de bajo jimo, y si obrar con justicia es comportarse con imparciali-
nivel económico; o a la de un jefe de personal cuando ha dad, como entre buenos compañeros, ¿cómo vamos a armo-
de escoger entre el perjuicio que va a infligir al encar- nizar entonces ambas actitudes en nuestras acciones y en
gado de compras si lo despide, porque su precario estado cada situación concreta? La respuesta es que, en la ética
de salud le ha restado eficacia, o el perjuicio que ahora cristiana, la dualidad amor-justicia se ha resuelto en uni-
experimentan los obreros, a quienes los retrasos en el su- dad. Incluso si definiéramos la justicia como el hecho de
ministro de las materias primas por culpa del encargado de dar a cada uno lo que le es debido, tendríamos que reinter-
compras, les impide percibir el plus de producción. El pretar cristianamente esta definición. En efecto, ¿qué es lo
amor, tanto como la prudencia, ayuda a un comandante mi- que debemos a cada uno de nuestros prójimos? Cristiana-
litar a decidir si puede arriesgar en el combate un pelotón, mente hablando es amor lo que les debemos —únicamente
una compañía o incluso un regimiento, y, en caso de poder- amor. ("Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo
lo hacer, qué unidad militar será la que arriesgue. La pru- amor." 4) Amor es justicia, y justicia es amor.
dencia, que es un cálculo solícito, confiere al amor el atento Si seguimos suponiendo que la justicia es dar a cada
cuidado de que precisa. Y así, con la solicitud de la pru- uno lo que le es debido (el suum cuique de Aristóteles y
dencia, el amor ya no se limita a tener en cuenta a la jus- Tomás de Aquino), ¿cómo hemos de calcular, pesar y dis-
ticia: él mismo se convierte en justicia. tribuir los beneficios del amor entre tanta gente? En tanto
Al comprender de este modo el amor, nos vemos obli-
gados a abandonar la idea sentimentalista e irracional de 2. What Luther Says, An Anthology, compilada por E. M. Plass; Con-
que el amor no es "intelectual". Lutero hablaba de la fe, cordia Publishing House, 1959, vol. I, p. 90.
3. Luther's IVorks, vol. 51, ed. y trad. por John W. Doberstein; Muhlen-
cuando decía: "Quien quiera ser cristiano, tendrá que berg Press, 1959, p. 374.
4. Romanos 13, 8.
132 ÉTICA DE SITUACIÓN AMOR Y JUSTICIA SON LO MISMO 133
que "personas", somos individuos-en-comunidad. Por eso, pueden estar en desacuerdo. Pero la armonía entre ambos
la proyección del amor es múltiple y de amplio campo de no presupone que el amor haya de ser superior a la justi-
acción: no tiene una dirección única; es pluralista, no mo- cia, sino que ambos son exactamente la misma cosa y no
nista; es multilateral, no unilateral. El amor agapeísta no pueden oponerse. El indio de la narración carecía de ága-
es una relación de persona-a-persona (esto sería philia o pe; y por eso fue injusto.
eros). ¡ El amor dispara con escopeta de perdigones y no La justicia es la pluridimensionalidad del amor. La
con fusil de bala! Hallándonos, como siempre nos halla- complicación más sencilla del amor es la justicia "conmu-
mos, frente al complejo social con su trama de múltiples tativa" u obligación de una persona con respecto a otra
deberes, es decir, teniendo que dar a todos los demás lo persona, como ocurre en las operaciones de compraventa o
que les es "debido", el amor se ve obligado a ser calcu- en el establecimiento de contratos, es decir, cuando se in-
lador, solícito, prudente, distributivo. Ha de estar "omni- tercambian bienes o valores. La complicación aumenta en
informado", tenerlo todo en cuenta, y ha de ser "optimífi- la justicia "distributiva" u obligación de muchos con res-
co", hacer todo lo que pueda. pecto a una sola persona, por ejemplo, cuando la comuni-
dad comparte sus bienes con ciertos ciudadanos por medio
de las pensiones de jubilación o establece una ley que regu-
SEPARACIÓN ERRÓNEA le determinadas prestaciones de los particulares. En sentido
inverso pero igualmente compleja, se da la justicia "con-
No hemos de mantener meramente separados el amor y tributiva" u obligación de una persona con respecto a
la justicia, y luego dar la prioridad a uno u otra. Natha- muchas, por ejemplo, cuando los ciudadanos pagan sus
niel Micklem nos cuenta una historia de Canon Quick acer- impuestos o cuando la junta directiva de una asociación
ca de un indio, cargado de deudas, que heredó una fortuna establece una cuota razonable para sus socios. El problema
y la distribuyó entre los pobres, sin que pagara la menor institucional de la ética social, es decir, la justicia "corpo-
cantidad a ninguno de sus acreedores.5 La "moralidad" de rativa" u obligación mutua de muchas personas entre sí,
la historia era que en la caridad (amor) algo hay de erró- abarca los problemas que se presentan al amor en las
neo cuando no coincide con la justicia, ya que la caridad relaciones entre patronos y obreros, en los asuntos inter-
hace más que la justicia, y no menos. Claro está que seme- nacionales y tratados comerciales, en la política de las Na-
jante conclusión, aquí, carece de fundamento, a pesar de ciones Unidas, etc. Decir que el amor sólo interviene en
ser absolutamente cierto que el amor y la justicia nunca las relaciones individuales y la justicia en las relaciones
de grupos, y que un sindicato no puede "amar" a una cor-
5. Nathaniel Micklem, Laisj and ihe La-ws, Edimburgo, Wílliam Green & poración o que una ciudad no puede amar a la nación,
Son, Ltd., 1952, p. 115
134 ÉTICA DE SITUACIÓN AMOR Y JUSTICIA SON LO MISMO 135
equivale a sentimentalizar el amor y a deshumanizar la Para tener la seguridad de que el ágape no queda sentimen-
justicia. talizado ni individualizado, es decir, reducido a la mera
Tras una brillante y completa exposición de la radical relación de persona-a-persona (lo cual es la esencia de la
intensidad que posee una ética del amor agapeísta, Paul distorsión pietista), hemos de traducir el término genérico
Ramsey se vio finalmente obligado por su propia lógica a plesion por la forma plural de "prójimos". El plural ya es
recalcar que el amor, por decirlo así, cifra su honor en con- implícito en la palabra "prójimo", pero la conciencia prác-
siderar todos los aspectos de una cuestión.6 Los cálculos tica y la buena hermenéutica han de explicitarlo. Sólo así
del amor, que los griegos llamaron prudencia, mantienen podremos evitar la supersimplificada noción tolstoiana se-
despierta y activa la imaginación del amor. La prudencia gún la cual el amor lleva anteojeras, nunca calcula, sólo ve
evita que cuando el amor actúa, caiga en cualquier miopía al prójimo inmediato con el que se halla en la relación de
sentimental o seleccione a ciegas. Ha de escuchar lo que persona-a-persona: aquel que, simplemente por azar, se
cada sujeto de derecho dice en relación a los demás. Tal halla a su lado o ante sus mismas narices. Hemos de supe-
es ,1a disciplina operacional y situacional de la ética del rar la noción pueril de que el amor únicamente se refiere a
amor: ha de saber hallar el rumbo relativo del amor abso- una sola oersona cada vez.
luto. Nos son dados el qué y el porqué, pero hemos de
Incluso los moralistas del "evangelio social" han sido
hallar el cómo y el quién.
pietistas en lo que respecta al amor. Rauschenbusch, por
ejemplo, hablando del impulso que lleva al hombre a ocu-
Cuento con seis fieles servidores, parse de su prójimo, decía: "Si le ama, dejad que le ame
que me enseñaron todo cuanto sé;
Qué, Por qué y Cuándo son sus nombres, lo suficiente para llegar a ser justo con él". 7 Pero, ¿cómo
• además de Cómo, Dónde y Quién. es posible amar a alguien sin ser justo con él? Aun acep-
tando (cosa que nosotros no hacemos) la separación entre
Con toda humildad y a pesar de los titubeos que pue- amor y justicia, seguro que el amor empezaría por ser jus-
dan inspirarle una piedad y un biblicismo falsos, la ética to —porque es lo mínimo que puede ser.
cristiana asume la grave obligación de llevar a cabo algunas Pocos años atrás, Sammy Davis, Jr., popular presen-
enmiendas en las Escrituras —por ejemplo, en las traduc- tador americano de espectáculos, abjuró la fe cristiana y
ciones del texto griego del "resumen" de la ley. ¿Por qué? se convirtió al judaismo. "A mi modo de ver —dijo—, la
Pues, porque hemos de añadir una Í a la palabra prójimo, diferencia está en que la religión cristiana predica el amor
que aparece en dicho resumen o "destilado" de la ley. al prójimo, mientras que la religión judía predica la jus-

6. Paul Ramsey, Basic Christian Ethics, Charles Scribner's Sons, 1950, 7. Walter Rauschenbusch, Christianizing the Social Orácr, The Macmillan
p. 347. Company, 1912, p. 332.
136 ÉTICA DE SITUACIÓN AMOR Y JUSTICIA SON LO MISMO 137

ticia. Y creo que es la justicia lo que más necesitamos".8 tividad actual." 10 Un amor que así rechaza la amplia vi-
He aquí el grito de un hombre que ha sido víctima de la sión y la previsión imaginativa que le son propias, es un
discriminación racial y que ha visto sufrir a millones de amor éticamente lisiado. Triste es decirlo, pero no es raro
otros negros porque los hombres separan el amor de la tropezar con esta clase de amor: se llama sentimentalismo.
justicia y, partiendo de esta separación, pueden "amar" a
los negros mientras les niegan la justicia más elemental.
Parafraseando el clásico grito de protesta, podemos decir: RETORNO A LA UNIDAD
"¡Al infierno con vuestro 'amor'! ¡Nosotros queremos jus-
ticia!" Para comprender este grito de combate hemos de A pesar de todo, el hecho primordial que hemos de sub-
ver hasta qué punto el pietismo y el sentimentalismo han rayar es que sólo una conciencia mal dirigida ha de luchar
tergiversado y empequeñecido el ágape. con el problema de "justicia versus amor". En cuanto
¡ Cuántas cegueras morales ha provocado el error indi- abandonamos la sistemática y tradicional costumbre de
vidualizante del pietismo y de cuántas estupideces indeci- separar amor y justicia, consideradas como "virtudes", ve-
bles es culpable! Tolstoi fue uno de sus mejores exponen- mos que dicho problema sólo es un pseudoproblema. Los
tes. Primero, intentó sostener que el amor es asunto priva- síndromes de amor-justicia y de fe-obras guardan entre sí
tivo de persona-a-persona, que lleva anteojeras y que en un paralelismo muy significativo. Algunas teologías entien-
cada ocasión únicamente ve un solo prójimo. (El miedo a den el síndrome de fe-obras en el sentido de fe contra
que el cálculo pueda debilitar la intensidad del amor no obras; otras, en el de fe u obras; y otras, en fin, en el de
pasa de ser un "riesgo previsto" que forma parte integran- fe y obras. La ética de situación cristiana dice que la fe es
te del cometido mismo del amor, tan dilatado como diver- obras; es decir, sencillamente, que la fe obra, que es ope-
so.) Más tarde, Tolstoi convirtió el amor en el interés que rante. De igual manera han relacionado el amor y la justi-
se siente por el prójimo presente, inmediato, sin referencia cia los diversos sist.emas de ética cristiana: amor contra
alguna al mañana y sin la menor previsión de las necesida- justicia (opuestos),11 amor o justicia (alternativos),12 amor
des futuras. Tomó al pie de la letra aquella admonición del y justicia (complementarios).13 Pero nosotros decimos taxa-
sermón de la montaña: "No os preocupéis del día de ma- tivamente que el amor es justicia, o que la justicia ama.
ñana... Ya le basta a cada día su afán".9 "El amor futuro
no existe —dijo Tolstoi—. El amor es tan sólo una ac- 11. Véase Anders Nygren, Ágape and Eros, trad. por Philip S. Watson;
The Westminster Press, 1953.
12. Reinhold Niebuhr, The Nature and Destiny of Man, Charles Scrib-
ner's Sons, 1941-1943, vol. II, pp. 245 ss.
8. Esquire Magazine, octubre, 1959. 13. William Temple, Christianity and Social Order, Londres, SCM Press,
9. Mateo 6, 34. Ltd., 1950, p. 75; Emil Brunner, Justice and the Social Order, Londres,
10. León Tolstoi, On Life, trad. por Aylnier Maude; Oxford Univer- Lutterworth Press, 1945, pp. 114-118, 125. Véase asimismo alguna obra
sity Press, 1934, p. 98. competente de teología moral católica.
138 ÉTICA DE SITUACIÓN AMOR Y JUSTICIA SON LO MISMO 139

Ambos son una y la misma cosa. Amar es ser justo, y ser Tillich establece una coalición entre amor y justicia en
justo es amar. virtud de la cual se refuerzan mutuamente. Nos dice que
La tendencia a cosificar, a suponer que los predicados el amor "es el fondo, el poder y el objetivo de la justicia",
son propiedades reales, es tan fuerte en el caso de la jus- de modo que "el amor sin la justicia es un cuerpo sin espi-
ticia como en el del amor. Psicológicamente resulta más nazo". 17 Casi llega a fundirlos, a convertirlos en una mis-
fácil separarlos en dos entidades distintas cuando primero ma cosa, puesto que admite que el amor es "el principio
hemos supuesto que son algo real. Nygren, al buscar los último de la justicia". 18 Pero esto no es suficiente. Tillich
determinantes que mueven al amor y a la justicia, los sepa- no dice, como decimos nosotros, que la justicia es el prin-
ró y los opuso, situando la justicia en el eros o interés pro- cipio "último" del amor. De modo parecido, G. Ernest
pio, y el amor en el ágape o desinterés.14 Lo mismo hizo Wright y Canon Quick afirman que la.justicia es un aspec-
Denis de Rougemont.15 Reinhold Niebuhr los separó, pero to del amor, y que este aspecto es inseparable de él; pero
haciéndolos alternativos; el amor es trascendente e imposi- que, aun incluyéndose mutuamente, no son idénticos.19
ble, la justicia es relativa y posible.18 (Más que aceptar con Ramsey dijo en cierta ocasión que "podemos definir la jus-
Niebuhr que el amor es ideal y la justicia real, deberíamos ticia como lo que realiza el amor cristiano cuando se halla
decir que el amor es la justicia máxima y la justicia es el ante dos o más prójimos". 20 Pero lo que tiene de confusio-
amor óptimo.) Emil Brunner y William Temple los han nista esta posición es que el amor siempre se halla ante
separado, asignando el amor a las relaciones interpersona- muchos prójimos.
les y la justicia a las relaciones que se dan entre grupos. La doble oposición: "amor, no justicia" y "justicia, no
Todos los moralistas católicos sin excepción los separan: amor", ha enturbiado por completo las aguas de todas las
convierten el.amor en una virtud "sobrenatural", y la jus- éticas, tanto cristianas como no cristianas. El relativismo
ticia en una virtud "natural"; entonces afirman que esta- ético, como es el de la ética de situación, ha de enterrarlas
mos obligados a ser justos en nuestros actos, pero que el de una vez para siempre. Como veremos en el próximo
amor sólo es potestativo. (La enorme absurdidad de seme- capítulo, muchas de nuestras dificultades son imputables a
jante conclusión en una ética cristiana revela que, desde un la inveterada tendencia que tenemos a convertir el amor en
principio, existe en ella algo seriamente erróneo, puesto
que los teólogos católicos son modélicos en la construcción
17. Paul Tillicn, The Tkeology of Culture, Oxiord "University Press,
de sistemas impecablemente lógicos.) 1959, pp. 133-145.
18. Paul Tillich, Love, Power and Justice, Oxford University Press,
1954, p. 79. [De inminente publicación en traducción castellana por LIBROS
14. Anders Nygren, Ágape and Eros. DEL NOPAL de Ediciones Ariel, S. A. — N. del 7\]
15. Denis de Rougemont, Love in the Western World, Pantheon Books, 19. G. Ernest Wright, The Biblical Doctrine of Man in Society, Lon-
1956. dres, SCM Press, Ltd., 1954, p. 168; O. C. Quick, Christianity and Justice,
16. Su ética constructiva es equívoca, porque emplea el término "amor Londres, Sheldon Press, 1940, p. 25.
mutuo" en el sentido de un "posible" amor relativo. 20. Paul Ramsey, Basic Christian Ethics, p. 243.
140 ÉTICA DE SITUACIÓN AMOR Y JUSTICIA SON LO MISMO 141

un sentimiento, en lugar de considerarlo como un principio


formal, a transformarlo en algo romántico o incluso a asi- E L AMOR SE SIRVE DE LA CABEZA
milarlo a la amistad, como hacen Brunner y Temple (según
los cuales, el amor es tan sólo interpersonal, es decir, total- La justicia es el amor cristiano en cuanto se sirve de
mente ajeno a las relaciones entre grupos). Pero, cristiana- la cabeza, en cuanto calcula sus deberes, obligaciones, opor-
mente hablando, sabemos que esto es erróneo, ya que ágape tunidades y recursos. A veces, tomar una decisión es difí-
es lo que debemos a todos los otros, a la multiplicidad de cil, pero los dilemas, trilemas y multilemas de conciencia
nuestros prójimos, tanto si nos son "conocidos" como des- son tan desconcertantes para los legalistas como para los
conocidos. La justicia no es otra cosa que el amor en cuan- situacionistas.21 La justicia es el amor cuando se enfrenta
to resuelve sus problemas. Este punto de vista ha subsis- con situaciones en las que debe efectuar un reparto. Y así
tido potencialmente a lo largo de mucho tiempo. Pero aho- resulta evidente que la ética del amor, para realizar la polí-
ra nosotros lo afirmamos con plenitud y sencillez para disi- tica social que verdaderamente anhela, ha de coaligarse con
par toda confusión en lo que propugnamos : Amor = justi- el utilitarismo y adoptar el principio estratégico de Ben-
cia ; justicia = amor. tham y Mili: "El mayor bien para el mayor número de
Se dice a menudo que lo que "debemos" al prójimo es personas".
el respeto de sus "derechos". Pero también aquí la ética Adviértase que se trata de una auténtica coalición, aun-
de situación hace uso del mismo razonamiento de antes. que en ella se sustituya el "bien" de los utilitaristas —el
Tenemos derecho a todo cuanto signifique amar, pero no principio del placer— por el ágape. De este modo, el cálcu-
tenemos ninguno a nada que signifique no amar. Todos los lo hedonista se convierte en cálculo agapeísta: buscar el
derechos y obligaciones que podemos alegar son tan contin- mayor bienestar para el mayor número posible de personas.
gentes y relativos como todos los valores. El derecho a la Y para ello recurre al mismo principio metodológico del
libertad religiosa, a la libertad de expresión, asociación y utilitarismo, la distribución de bienes, aunque según el prin-
reunión, a la propiedad privada, a la libertad sexual, a la cipio de valor que nos viene dado por el "resumen" evan-
misma vida, al voto... todos estos derechos sólo son valida- gélico.
dos por el amor. No es preciso que nos detengamos a hablar ahora de las
supuestas exclusiones mutuas, como la que existiría entre
el ágape cristiano y la "felicidad" de los utilitaristas. Ya
que todo depende de lo que entendamos por felicidad:
todas las éticas son éticas de la felicidad. Para los hedonis-
21. Leonard Hatch, Dilemmas, Simón and Schuster, Inc., 1931.
142 ÉTICA DE SITUACIÓN AMOR Y JUSTICIA SON LO MISMO 143

tas, la felicidad es el propio placer (físico o mental); para está mucho más cerca de la línea teleológica. Sin embargo,
los neoaristotélicos, es la auto-realización; para los natu- nuestro deber es buscar la finalidad del mayor amor posi-
ralistas, es la adecuación, la gratificación y la superviven- ble en cada situación, y nuestra "finalidad" consiste en...
cia. La felicidad es la satisfacción de los pragmáticos: 22 la ¡ obedecer el mandamiento de hacer precisamente esto!
"manera de estremecerse de gozo de cada uno". Pero la Nuestra finalidad es obedecer el "resumen" evangélico, y
felicidad del situacionista cristiano estriba en hacer la vo- nuestra obediencia estriba en servir los anhelos y aspiracio-
luntad de Dios tal como está expresada en el "resumen" nes del amor. Tenemos, pues, aquí una duplicidad de pala-
de la ley que Jesús nos dio. Y el método utilitario que usa bras, sin que en la práctica exista la menor diferencia. Un
le lleva a buscar la propia felicidad (¡y asimismo el placer análisis serio y detenido anula por completo muchas de
y la auto-realización!) en el logro del bien del prójimo en estas categorías, en verdad primorosas, pero totalmente
la más amplia escala posible. artificiales).
(Palabras como "felicidad" y "placer" nunca son uní- Examinemos el relato de la unción en Betania.24 El
vocas. Todo intento de sistematizar la ética tropieza siem- evangelio de Juan se sirve de este episodio para atacar a
pre en la equivocidad de estos términos. Hedonismo, natu- Judas, pero Marcos y Mateo dejan que aparezca el proble-
ralismo y utilitarismo —apenas si son algo más que puros ma real. Éste se plantea entre el amor impetuoso, pródigo,
epítetos. Y esta misma reserva resulta igualmente válida sentimentalmente irreflexivo con que la mujer emplea un
con respecto a los términos que indican los distintos tipos perfume tan costoso, y un amor calculador e inteligente.
de ética, como el de "deontológica" aplicado a la ética for- Los discípulos alegan que el amor ha de actuar en el sen-
mal o del deber, es decir, la que entiende que antes hemos tido de la distribución utilitarista, es decir, repartiendo los
de cumplir los imperativos de la Ley que andar en busca bienes entre el mayor número posible de gente. Jesús, en
del bien objetivo, o el término "teleológica" que califica la cambio, adopta la defensa de la doctrina tolstoiana según la
ética de finalidades o aspiraciones, es decir, la que ordena cual el amor usa anteojeras y sólo ve al prójimo que tiene
realizar un bien objetivo cada vez mayor y no simplemente delante. Si consideramos la narración al pie de la letra, era
obedecer una ley o unas reglas.23 Si aceptamos estos térmi- Jesús quien andaba equivocado y los discípulos quienes
nos convencionales, es indudable que la ética de situación tenían razón. No han faltado intentos de excusar a Jesús
alegando que su intención era confortar a la pobre mujer,
irreflexiva pero sincera, y moderar la crítica de los discípu-
22. Cada bienaventuranza hace referencia a la felicidad: "Bienaventu- los, aunque en realidad estaba de acuerdo con ellos. Pero,
rados los..." pobres, los mansos, los compasivos, etc. (en griego, makarioi).
23. Edward Duff, s. j . , nos ofrece un buen ejemplo de eso con / ' u n a en este caso, se impone la conclusión de que Jesús no dijo
ética de finalidades" (católica) y "una ética de inspiración" o de obediencia
al mandamiento del amor (protestante), en Social Teaching of the World
Council of Churches, Association Press, 1956, p. 93. 24. Marcos 14, 3-9; Mateo 26, 6-13; Juan 12, 1-8.
144 ÉTICA DE SITUACIÓN AMOR Y JUSTICIA SON LO MISMO 14S

nada que se pareciera a aquello de: "a los pobres, siempre Cuando T. E. Lawrence conducía las fuerzas árabes
les tenéis con vosotros". contra los turcos, tuvo que aceptar la responsabilidad moral
Cuando, en 1932, el suicidio de Ivar Kreuger puso de de unas decisiones que sólo él podía tomar. Mientras esta-
manifiesto que las inversiones efectuadas en sus negocios ban acampados en Wadi Kitan, Hamed el Moro dio muerte
eran ruinosas, cierta firma americana de corretaje, al saber a Salem en una disputa personal, a pesar de los esfuerzos
confidencialmente lo ocurrido, ofreció en la Bolsa sus pro- de Lawrence por zanjar la discusión. Lawrence sabía que
pias acciones y las de sus clientes, y las vendió a gente que los hombres de Salem exigirían "justicia", es decir, ven-
aún no se habían enterado de nada. Aquella rapidez de ganza, y que así se iniciaría una sangrienta e inacabable
actuación demostró una correcta preocupación por los inte- lucha intestina. ¿ Qué debía hacer ? Para acabar de raíz con
reses propios y los de sus clientes, pero constituyó una cla- aquel enojoso asunto, el mismo Lawrence dio muerte a Ha-
ra traición a la solicitud agapeísta (amor a todos). El amor med. He aquí, pues, cómo afrontó y resolvió lo que en
no nos permite resolver nuestros problemas o mitigar nues- aquellas circunstancias era un verdadero problema de amor.
tros dolores a expensas de unos terceros inocentes. El "pró- Esa misma opción fue la que adoptó Bonhoeffer cuando de-
jimo" incluye a todos los hombres. cidió tomar parte en un complot para asesinar a Hitler.
El médico del servicio de urgencia de un hospital, que Y asimismo, basándose en un "cálculo agapeístico" análo-
ha de decidir si la última botella de plasma sanguíneo que go aunque adecuado a la vastitud del problema, el presiden-
le queda, la administra a una joven, madre de tres hijos, o te Truman tomó la decisión de arrojar sobre Hiroshima y
a un viejo borracho malherido, puede creerse en la trágica Nagasaki las dos primeras bombas atómicas.
disyuntiva de tener que elegir entre el amor "desinteresa- Puesto que la casuística legalista dice que no siempre
do" y la justicia. Puede caer en el sentimentalismo de pen- estamos obligados a actuar "con amor", eso podría confor-
sar que su opción en favor de la madre y de sus hijos sig- tar al Dr. Arrowsmith de la novela de Sinclair Lewis. Este
nifica que ignora las exigencias del amor "imparcial" para científico decide aplicar el nuevo suero que acaba de descu-
con todos sus prójimos, sin excepción. Pero este pensa- brir únicamente a la mitad de la población de una isla del
miento falsea la realidad. No hay parcialidad alguna ni mar Caribe, dejando pues que la otra mitad muera de la
"acepción de personas" en la preferencia a servir más y peste, para convencer así a las autoridades escépticas y po-
no menos, a muchos y no a pocos. El amor debe hacer jui- der salvar muchas más vidas en otras epidemias. Pero la
cios estimativos: el amor es una preferencia. Es decir, es casuística legalista no habría aprobado lo que hizo el man-
responsable, consciente, solícito. En aquella situación, pre- do del servicio de espionaje británico durante la segunda
ferir a la madre era la decisión que entrañaba mayor amor. guerra mundial, cuando dejó que un buen número de sus
Y, por eso, era también la decisión más justa. agentes femeninos volvieran a Alemania, donde les espera-
146 ÉTICA DE SITUACIÓN AMOR Y JUSTICIA SON LO MISMO 147

ba una detención y una muerte seguras, con objeto de que entre la justicia moral y la justicia legal. Claro está que
el enemigo no pudiera sospechar que habían logrado des- estas dos justicias no son antitéticas, pero hay que reco-
cifrar el código secreto alemán de comunicaciones. En cam- nocer plenamente que la justicia legal (ley) siempre amena-
bio, la casuística situacionista habría aprobado fácilmente za con sofocar y defraudar a la justicia moral. Desde el
esta decisión. punto de vista situacionista, las leyes establecidas, tanto
Si el amor no calcula tanto las consecuencias inmedia- civiles como criminales, lo mismo que la ley de la costum-
tas como las remotas de sus decisiones, vuélvese egoísta, in- bre o derecho consuetudinario, tan vigoroso en la tradición
fantil, mórbido, deja de ser ilimitado y capaz de abarcarlo anglo-americana y en muchas otras culturas, son un peligro
todo. Imaginar, como afirman los teólogos de la "ley natu- necesario —pero, subrayémoslo, no son necesariamente
ral", que a veces la conciencia puede negar el amor, pero un mal.
que nunca puede negar la justicia, supone el peor confusio- A la jurisprudencia, a la filosofía y a la ética de la ley
nismo. Pero quizás una degradación así del amor sea lo y de la legislación, les corresponde mantener la justicia
mejor que pueden hacer, dado su error inicial de separar legal tan próxima como sea posible de la justicia moral.
el amor de la justicia como si fuesen "virtudes" —es decir, Para lograrlo, la mayoría de los sistemas judiciales poseen
como si fuesen propiedades "infusas" y no predicados de la incluso, como tribunal de última apelación, un procedimien-
acción. Pero, en realidad, la única opción que tenemos plan- to llamado de equidad, en el que a veces se admite que, a
teada es la de escoger entre sentimentalismo y discerni- pesar de "haberse infringido la ley", el infractor no podía
miento, y no entre amor y justicia, puesto que el amor y la actuar de otra forma en aquella situación so pena de trai-
justicia son lo mismo, porque la justicia no es otra cosa que cionar gravemente la justicia moral —y, entonces, hasta los
el amor distribuido. mismos legalistas han de cerrar los ojos ante aquella infrac-
ción. Esta tarea de equidad y jurisprudencia tropieza con
grandes dificultades, a veces insuperables, debido a la dis-
ADDENDUM crepancia que se da entre la actitud de los juristas que tie-
nen un concepto agapeísta de la justicia y la mentalidad de
Hasta ahora hemos hablado de la justicia como de un quienes son legalistas. Puesto que estos últimos exclaman
principio moral, y no como de algo ya establecido y está- con unción e incluso con una aparente rectitud: "Las re-
tico, transcrito en leyes. Ahora bien, la raíz etimológica tus glas son las reglas y la ley es la ley. No me echen a mí la
significa muchas cosas: ley, tanto escrita como no escrita, culpa si no es posible satisfacer a todo el mundo".
derechos, y también modelos de vida o ideales. Pero la Para algunos, la justicia se reduce a la justicia penal:
distinción fundamental que en ella hemos de establecer es "dar a cada uno lo que se merece", según un código esta-
148 ÉTICA DE SITUACIÓN AMOR Y JUSTICIA SON LO MISMO 149

blecido de premios y castigos. P a r a otros, justicia significa ahí que considere el anarquismo como un idealismo social
una administración imparcial y siempre idéntica de la ley. engañoso y crea que Tolstoi andaba equivocado. El anar-
P a r a otros, en fin, no es más que fallar rectamente en favor quismo reconoce la necesidad del amor, pero no acierta a
de una de dos reclamaciones opuestas. Hace ya mucho ver la necesidad del orden. Comprende la importancia de
tiempo que Aristóteles distinguió entre la justicia aritmé- un orden voluntario, pero es demasiado miope con respecto
tica, en la cual la ley asume la existencia de una identidad a la realidad del pecado para comprender la necesidad de
de personas y casos, y los juzga todos según un código, y un uso amoroso de la fuerza que proteja al inocente y haga
la justicia geométrica, en la cual las leyes asumen la exis- efectivos sus "derechos".
tencia de una diversidad de personas y situaciones, y juz- Las leyes contra la segregación racial y una adecuada
gan cada persona y cada caso según los propios mereci- legislación de los derechos civiles son esenciales para la ins-
mientos y procurando mantener una cierta proporción entre tauración de una justicia agapeísta. No obstante, siempre
las personas reales —aunque situándolas siempre en las que una ley sobre los derechos civiles deje de servir al amor
abstracciones del "orden público". según el sentido elevado que hemos de asignarle, tendre-
" N o podemos legislar la m o r a l " , reza un antiguo ada- mos que prescindir de dicha ley. Tenemos la obligación
gio popular. Y los resultados logrados tanto con las leyes moral de obedecer a la ley civil en bien del o r d e n ; y tene-
sobre la sexualidad, como con el "noble experimento" de mos asimismo la obligación moral de ser situacionistas (in-
la ley seca en los años veinte, parecen confirmar aquel cluso desobedeciendo a la ley) en bien del amor. Esta afir-
adagio. Pero a veces la ley puede impulsar y fomentar unos mación afecta tanto a los segregacionistas como a los inte-
estilos de conducta más elevados, que no se limiten a refle- gracionistas. La ley y la libertad que la ley otorga pueden
jar las costumbres actuales, sino que alienten e inauguren ser un deber, pero el amor es el principio fundamental.
otras mejores. Los situacionistas reconocen que la ley y el E n este contexto, quizá sea conveniente señalar la cla-
orden no sólo son necesarios, sino realmente buenos, siem- ridad con que plantea este problema la estrategia de la deso-
pre que promuevan los más nobles intereses del amor. bediencia civil. No hemos de vacilar en quebrantar una ley
La ética cristiana no sólo se afana por poner remedio si es a todas luces injusta, es decir, si no es conforme al
al pecado (mal moral), como en el caso de la discriminación amor. Quizás antes, o parí passu, deberíamos hacer todo lo
racial contra los negros, sino que lucha asimismo por no posible para que fuera reinterpretada en los tribunales o
dejarlo que aparezca. Necesita tanto de la justicia-amor bien anulada por algún motivo —como su inconstituciona-
como del orden-ley. De hecho, cada uno de estos elemen- lidad, por ejemplo— valiéndonos para ello del mismo apa-
tos presupone el otro. A veces, la ética de situación da la rato legislativo. Pero, para el situacionista, ni el Estado ni
bienvenida a la ley en bien del amor —¡ todo depende! De sus leyes son quien " o r d e n a y m a n d a " ; cuando surge un
ISO ÉTICA DE SITUACIÓN AMOR Y JUSTICIA SON LO MISMO 151

conflicto, el situacionista decide siempre según la ley del una revolución. La desobediencia civil puede desembocar
amor, que es la más alta.25 Ha de sopesar las consecuencias en una revolución, pero no siempre es lícito ni necesario
inmediatas y las remotas, así como los intereses locales y dar este paso. Antes debe precederse a un análisis real-
los generales; pero si la conclusión a que llega resulta con- mente serio de la situación, combinarlo con la fidelidad a
traria a la ley, tendrá que oponerse a ella. la libertad, y ver si de ello resulta una clara exigencia de
Si su desobediencia es ética, y no un puro menosprecio justicia-amor.
de la ley, el situacionista desobedecerá a la ley abiertamente Sin embargo, la cuestión fundamental estriba en que la
y sin tapujos. Su desobediencia será entonces un testimonio justicia moral no se identifica con la justicia legal. En Billy
en favor de la justicia-amor y, por el hecho de cumplirse a Budd, tragedia simbólica de Melville, los infundios con
la plena luz del día, será un reconocimiento público de las que Claggart acusa a Billy de tomar parte en la preparación
reivindicaciones razonables del orden.26 Quien es seriamente de un motín, excitan al silencioso y tímido Billy hasta el
subversivo nunca actúa en la clandestinidad. Cabe, no obs- punto de arremeter contra el oficial. El golpe que le pro-
tante, otra posibilidad mucho más radical: que la revuelta pina, casualmente lo mata. Todos saben que Billy es inocen-
de la conciencia no vaya dirigida ya contra una ley determi- te y que ha sido provocado. Los oficiales del navio habrían
nada, sino contra el mismo Estado, probablemente porque reconocido su inocencia en un consejo de guerra. Pero el
el amor "omni-informado" y "optimífico" habrá decidido capitán Veré les convence de que deben aplicar la ley
finalmente que el Estado, al respaldo de la ley, ha traspasa- marcial, la cual castiga con la horca al marino que haya
do los límites del amor. Es el amor, entonces, quien exige agredido a un oficial (en este caso se trata de un vigía de
la revolución. Y, en tal caso, es obvio que la conspiración trinquete que ha golpeado al oficial de guardia). Veré teme
será un camino mejor que el de un testimonio abierto. a aquella turbulenta tripulación británica, muchos de cuyos
En la revolución americana, el "grupo del té", que miembros, como el mismo Billy, han sido embarcados por
arrojó al agua unos barriles de té en el puerto de Boston la fuerza. Billy, pues, es ahorcado. Veré ha sido leal a la
como protesta contra los impuestos injustos, fue un ejem- ley, pero no al amor. Porque, despreciando el amor, ha des-
plo clásico de desobediencia civil; en cambio, el subsiguien- preciado asimismo la justicia. Sólo la ley ha triunfado.27
te reclutamiento clandestino de ciudadanos, que organizaron Esta obra pone de manifiesto con singular viveza hasta
los patriotas para luchar contra los Casacas-rojas, fue ya qué punto puede ser la ley, y no la libertad, el medio para
racionalizar y encubrir los motivos egoístas y los prejuicios
25. El moralista cristiano R. C. Mortimer condena esta posición en su
obra Christian Ethics, Londres, Hutchinson's Universal Library, 1950,
pp. 57 ss.
26. Véase la meditada discusión que de este punto hace J. A. Pike, 27. Shorter Novéis of Hermán Melville, Liveright Publishing Corpora-
op. cit., pp. 98-102, 106-108. tion, 1928.
152 ÉTICA DE SITUACIÓN

personales. Decir que la ética de situación podría prestarse


a mayores desafueros, supone ser ingenuo o malvado.
Y tanto lo uno como lo otro suelen darse con extraordina-
ria frecuencia.

EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA


Cuarta proposición: "Nos guste o no
nos guste el prójimo, el amor quiere su
bien".

Cristianamente hablando, amar es una cuestión de acti-


tud, no de sentimiento. El amor sabe discernir y ser críti-
co ; no es sentimental. Muchos moralistas cristianos han
discutido sañudamente ciertos aspectos de la obra: Ágape
y Eros de Anders Nygren, desde que se publicó en 1932
coincidiendo casualmente con la aparición de la ética fun-
damental de Brunner y la de Niebuhr. Pero lo que no ha
sido objeto de ninguna oposición seria es su tesis central
de que el amor cristiano es taxativamente agapeísta, y no
erótico ni fílico (es decir, que no es una cuestión de ro-
mance o de amistad). Según Nygren, el amor cristiano está
en función del prójimo, se proyecta al exterior, no se inte-
resa por el propio yo, ni incurre en discriminación alguna.
(Aun cuando Platón, en el Banquete o en el Fedro, con-
fiere al eros cierto carácter espiritual, no por ello el eros
platónico deja de actuar primordialmente en función del
interés y de la necesidad profunda del que ama. Y cuando
el padre Martin D'Arcy protesta, con razón, diciendo que
156 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 157

los dos amores, ágape y eros, no se excluyen mutuamente, mera complacencia mutua, es la única que puede hacer
en realidad no se plantea el problema de su distinción ni el totalmente buena su acción.
de la importancia que reviste esta distinción.1) El Diccionario Teológico de Richardson afirma que el
verbo agapao, del que el Nuevo Testamento se sirve para
significar la acción de amar, "no tiene el calor de phileo
N O HAGAMOS D E L AMOR UN SENTIMIENTO ni la intensidad de erao", e implica "mucho más la volun-
tad que la emoción".4 El obispo Stephen Neill nos dice
Según la feliz expresión de Canon Quick, "mientras en que el amor es "la voluntad humana en tanto que dirigida
el eros el deseo es la causa del amor, en el ágape el amor constantemente hacia el eterno bienestar del otro". 6 Según
es la causa del deseo". 2 El deseo del ágape busca satisfacer S0ren Kierkegaard, decir que el amor es un sentimiento o
la necesidad del prójimo, no la propia; pero, en este punto, algo parecido supone una concepción no cristiana del amor.6
lo más importante es que, en el ágape, el amor precede a H. R. Niebuhr y Waldo Beach han afirmado sencillamente
todo deseo, sea de la clase que sea. Semejante amor no es que "el amor de Cristo no es un sentimiento interno, un
ninguna norma o motivo emocional, sino que es totalmente corazón rebosante, ni cosa alguna por el estilo; es la obra
volitivo, intencional. La ética del ágape es una Gesinnungs- del amor que fue su vida". 7 C. H. Dodd dijo del ágape que
ethik, una ética de actitud. Por eso Rudolf Bultmann es "primariamente no es una emoción o un afecto, sino una
tan tajante en su afirmación: "En realidad, el amor que determinación activa de la voluntad. Por eso puede ser
se fundamenta en las emociones de la simpatía o en el afec- objeto de un mandamiento y, en cambio, no pueden serlo
to, es un amor a sí mismo; ya que es un amor de preferen- los sentimientos". 8 Quienes creen que el verdadero amor es
cia, de elección, y el modelo que determina la preferencia una emoción, considerarán que el odio es su polo opuesto;
y la elección es el propio yo". 3 pero quienes sigan la concepción bíblica, verán muy fácil-
Una pareja de novios, si en sus decisiones se compor- mente que la antítesis del amor es la indiferencia, la sim-
tan cristianamente, pueden adoptar la decisión de unirse ple falta de atención.
sexualmente para provocar, por ejemplo, un embarazo que
(Somos perfectamente conscientes de los peligros que
obligue a los padres a permitir su matrimonio. Pero, como
cristianos, nunca podrán decir simplemente: "Lo hacemos,
4. C. E. B. Cranfield, artículo "Love", en Theologicai Word Book of
porque a ambos nos gusta". La realidad del amor, y no la the Bible, edit. por Alan Richardson; Londres, SCM Press, Ltd., 1951,
pp. 131-136.
5. Citado en F. D. Coggan, The New Testament Basis of Moral Theo-
1. Martin D'Arcy, The Mind and Heart of Love, Henry Holt & Com- logy, Londres, Tyndale Press, 1948, p. 8.
pany, Inc., 1947, pp. 54 ss. 6. Soren Kierkegaard, The Journals, trad. inglesa de Alexander Dru;
2. O. Canon Quick, The Doctrines of the Creed, Charles Scribnor's Oxford University Press, 1938, apartado 932, p. 317.
Sons, 1938, p. 54. 7. Christian Ethics, The Ronald Press Co., 1955, p. 438.
3. Rudolf Bultmann, Jesús and the World, p. 117. 8. C. H. Dodd, Gospel and Law, Columbia University Press, 1951, p. 42.
158 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 159

entraña el estudio de una sola palabra. En realidad, no es sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos e injus-
posible construir un aparato conceptual o una teología bí- tos. Suponer que algún imperativo cristiano nos obliga a
blica a partir de palabras aisladas; para ello precisamos sentirnos a gusto con todos y cada uno de nuestros próji-
frases enteras.9 Sin embargo, cualquiera que sea nuestro mos es, éticamente, una burda hipocresía y, psicológica-
modo de abordar el problema, lingüístico o no, siempre lle- mente, una simple imposibilidad. Se dice a menudo, con no
gamos a la misma comprensión de los términos clave: el escasa razón y propiedad, que "es imposible amar por obe-
ágape en el Nuevo Testamento, y el aheb y el hesed en diencia a un mandamiento" y que el hecho mismo de que
el Antiguo carecen de todo carácter emocional.) se nos pida este imposible fomenta ya la hipocresía, "por-
Tomado en su significación precisa, el amor cristiano que no todos los hombres son dignos de ser amados". 10
quiere decir literalmente benevolencia —buena voluntad. Ambas objeciones son correctas. Pero sólo pueden ser unas
Desgraciadamente para nosotros y para nuestra época, aun verdaderas objeciones al ágape, si sentimentalizamos el
limitándonos al léxico neotestamentario, vemos que el uso amor y lo convertimos en una cuestión afectiva o emocio-
reiterado ha despojado de toda vehemencia a los términos nal. No es lo mismo amar que sentirse complacido.
"benevolencia" y "buena voluntad", y los ha relegado al Kant ya advirtió que el amor no puede ser objeto de
ámbito de la mera cortesía. Y, sin embargo, el amor cris- una orden, y se entretuvo demostrándolo prolijamente.11
tiano es esto: una actitud que no aspira a ninguna recom- A su manera y con el lenguaje que le era propio, reconoció
pensa, pero que tampoco juzga cuando adopta decisiones que el amor romántico (y, en esta cuestión, también el
-—es decir, que no juzga a quienes quiere servir. El ágape amor de amistad) no puede sernos impuesto por una orden.
sale al encuentro del prójimo, pero no lo hace en interés Pero, el ágape, ¡ sí que puede serlo! Y hablando de la se-
propio ni, en rigor, en interés del prójimo mismo, sino por gunda parte del "resumen" de la ley que Jesús nos dio,
Dios. Con palabras sencillas, coloquiales, podemos decir acaba diciendo que "en esa quintaesencia de todas las leyes,
que el amor cristiano es una actividad que consiste en amar sólo se hace referencia al amor práctico". Kant, pues, no
a quien no despierta nuestro amor, es decir, a quien no es halla nada que sea sentimental en el amor o en la ética
amable. cristianos.
Si este amor tiene unas raíces tan profundas, eso se Todos admiten, por consiguiente, que no puede existir
debe a que no busca la reciprocidad ni trata de congeniar ningún mandamiento, ninguna obligación, ningún deber de
con la persona amada. No hace distingos entre quienes son
dignos de él y quienes no lo son. Dios hace salir el sol 10. Cf. E. B. Redlich, The Forgivcness of Sins, Edimburgo, T. &
T. Clark, 1937, pp. 294-295.
11. E. Kant, Critique of Practical Reason, trad. inglesa de T. K. Abbott;
Longmans, Green & Co., Inc., 1923, p. 176. [Crítica de la razón práctica,
9. Véase, por ejemplo, James Barr, The Semantics of Biblical Language, trad. castellana de Manuel G. Morente, Madrid, Victoriano Suárez, 1929. —
Oxford University Press, 1961, pp. 263 ss. N. del T.l
ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 161
160

amar, si el amor es un afecto, como siempre ocurre en el que cuenta Sócrates en el Banquete: que Eros era hijo de
amor de amistad (philia). La emoción genuina —que los Penia (la pobreza). Entre los griegos, Dios difícilmente po-
psicólogos llaman "afecto" para diferenciarla del libre al- día ser llamado amor, porque para ellos Dios era un ser
bedrío o voluntad— no la podemos abrir o cerrar, como perfecto, que nada necesitaba. Pero, desde el punto de vista
agua de un grifo, por un simple acto de voluntad o por la bíblico-judaico, el amor es una manifestación de fortaleza:
obediencia voluntaria a un mandato. Pero, con las obras de se proyecta hacia fuera, en lugar de encerrarse en sí mismo.
la voluntad, del amor, con éstas sí que podemos hacerlo. A los hebreos no les turbaba la creencia en un Dios que
Amabilidad, generosidad, misericordia, paciencia, aten- pide y acepta alianzas, y que más adelante ascenderá a la
ción, justa indignación, noble resolución —he aquí una se- cruz por el bien de los hombres. Dios es amor, se da a Sí
rie de "virtudes" o disposiciones de la voluntad, de actitu- mismo, y es inagotable: como lo es el amor.
des o inclinaciones, que, psicológicamente hablando, pueden La obligación radical de la ética cristiana estriba en
ser perfectamente exigidas por obra de un acuerdo previo amar, no sólo al prójimo que conocemos y al que no cono-
o por un mandato. (La clásica enumeración de virtudes o cemos, sino también al prójimo que es nuestro enemigo,
frutos del Espíritu, que Pablo nos ofrece en su epístola a del mismo modo que amamos al prójimo amigo. No todos
los gálatas 5, 22, pone ampliamente de manifiesto su carác- los hombres son amables, ni son amigos nuestros. Supo-
ter volitivo más que afectivo.) ner que lo son equivale a dejarse llevar del sentimentalis-
mo y carecer de espíritu crítico, es decir, equivale a ser
antiagapeísta. El amor cristiano no nos pide que abandone-
E L PRÓJIMO ES CUALQUIERA mos o perdamos nuestro sentido del bien y del mal, ni
siquiera el de superior e inferior; simplemente insiste en
Con el más rudo extremismo, el evangelio de Mateo 5, que, cualquiera que sea nuestra valoración de los hombres
43-48 agudiza la radical exigencia del ágape: "Amad a y tanto si nos gustan como si no nos gustan, son nuestro
vuestros enemigos... Porque, si amáis a los que os aman, prójimo y hemos de amarlos.
¿qué recompensa vais a tener?" Es decir, cuando os limi- Hay personas que, dada su actual manera de ser, nunca
táis al amor de philia, ¿ qué hacéis que no hagan los demás ? podrían ser amigas nuestras. La mayoría de nosotros —to-
Amistad, enamoramiento, auto-realización -—todos estos dos, en realidad, excepto los hipócritas y los sentimenta-
amores son recíprocos. No así el ágape, que busca el bien listas incurables— conocemos cierto número de personas
de cualquiera, de todos. que, ciertamente, no son de nuestro agrado, a menudo por
Los griegos entendieron el amor como una carencia, causas justas, a veces sin ninguna razón particular. (Sin
como algo que desea y pide. Es típico, en este sentido, lo embargo, el ágape nos pide que, cuando nos falte la philia,
162 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 163
pasemos por encima de cualquier consideración y amemos entendemos el ágape como voluntad, este mandamiento, que
a quienes no son de nuestro agrado. "No podemos mandar de otro modo sería absurdo, se hace plenamente practicable.
que se sienta amor por una persona: sólo podemos ordenar Este amor no afectivo, la ética cristiana nos lo exige
que se la trate con amor." 12) tanto entre el hombre y Dios como entre hombre y hombre.
Pero el amor cristiano, que no exige reciprocidad ni Algunos, sobre todo los místicos y las personas profunda-
precisa ser mutuo, no se interesa tanto en establecer una mente religiosas, llegan a sentir la presencia de Dios con
"íntima relación" con el prójimo, cuanto en hacer posible una intensidad a veces casi erótica. Pero el hombre no reli-
una situación de diálogo con él (según la expresión de Mar- gioso que sólo "conoce" a Dios por el compromiso de la fe
tin Buber). Pero, aunque no presupone una corresponden- y por la obediencia a su mandamiento del amor, es tan rico
cia en el prójimo, siempre nutre la esperanza de que efec- de amor agapeísta a Dios como los que poseen una expe-
tivamente se dé. En pocas palabras, el amor cristiano no riencia religiosa. Un escritor anglicano dice del amor: "Es
es un sistema de regateo ni un estudio del mercado, como una cuestión de opción: optar por la sumisión a la volun-
diría Erich Fromm. 13 Recordando lo que hemos dicho en tad de Dios". 14 Y otro dice: "El hombre es capaz de amar
el capítulo anterior, la ética cristiana entiende que el amor a Dios en el sentido de que, por un acto de voluntad, puede
y la justicia —una justicia imparcial e inclusiva— son preferir a Dios por encima de todas las cosas". 15 La deci-
una y la misma cosa. Como ya sabemos, la justicia es tan sión, la voluntad, es el secreto de las dos dimensiones hu-
personal como el amor, y el amor es tan social como la manas : la del hombre-a-Dios y la del hombre-al-hombre.
justicia. Claro está que las relaciones humanas tanto pueden ser
Cuando el compilador del sermón de la montaña según agapeístas como fílicas. Pero si son del ágape, éste sólo
Mateo da fin a la parte dedicada a la universalidad y a la nos pide que queramos el bien del otro. Y no deja de ser
total inclusividad del amor, diciendo: "Sed perfectos como significativo que a los cristianos les sea más fácil entablar
es perfecto vuestro Padre celestial", no podía pretender amistad con las otras personas, ya que, como mínimo, co-
que esta palabra, "perfectos", tuviera un sentido de má- mienzan tratándolas con amor. Si inicialmente existe la vo-
xima plenitud. Ya que esto es humanamente imposible. Su- luntad, la philia hallará sin duda un camino y descubrirá
puesto el contexto, del que estas palabras son la conclusión una razón para seguir tras el amor. Pero cuando esto ocu-
y el resumen, sólo pueden significar una cosa: Incluidlo rre, si es que ocurre, el aspecto sentimental sigue siendo
todo en vuestro ágape, como hace Dios en el suyo. Y si secundario —es uno de los dividendos del amor.

12. Martin Buber, Two Types of Faith, The Macmillari Company, 1952, 14. Herbert Waddamp, A New Introduction tto Moral Theology, Londres,
p. 69. SCM Press, Ltd., 19-65, p. 122. Véase asimismo su obra: Life and Fire
of Love, Londres S. P. C. K., 1964.
13. Erich Fromm, Man for Himself: An Inquiry Into the Psychology of 15. R. C. Moríimer, The Elements of Moral Theology, Londres, Long-
Ethics, Rinehart & Co., Inc., 1947, pp. 67 ss. mans, Green & Co., Ltd., 1920, p. 43 n.
164 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 165

¿Dónde hubo unos hombres menos dignos de amor que acciones, independientemente de que hayan sido decididas
aquellos que rodeaban la cruz de Jesús, pero en cuyo fa- con rectitud (acaso con fanatismo) o sin ella, son otros tan-
vor Cristo impetró: "Padre, perdónalos"? Pablo dio a esta tos ejemplos de un total olvido de sí mismo para asumir
plegaria una dimensión cósmica: "... siendo aún pecado- una calculada preocupación por los demás. Estas tres acti-
res, Cristo murió por nosotros". 16 Esta falta de recipro- tudes éticas ejemplifican el significado de aquel antiguo
cidad y esta ausencia de merecimiento incluso se aplican dicho: "En resumidas cuentas, sólo existen tres clases
al amor afectivo : Reuel Howe explica por qué "mi hijo y de ética".
vuestro hijo necesitan tanto más amor cuanto menos dig-
nos son de él". 17 Y para una buena atención clínica se
AMARSE A SÍ MISMO POR EL BIEN DEL PRÓJIMO
prescribe un "t. 1. c." 18 cada hora puntualmente, tanto si
el enfermo es del agrado de médicos y enfermeras como
Del mismo modo que el amor desinteresado por el pró-
si no lo es.
jimo puede dar paso a un sentimiento de amistad, aunque
Quien profesa la ética egoísta (erótica) dice abierta-
no siempre lo origine, así también puede suscitar el bien de
mente: "Mi primera y última preocupación soy yo mismo".
uno mismo junto con el bien del prójimo, siempre que el
Ésta es la esencia de una actitud explotadora, como aquella
bien propio se subordine al bien de los demás. Primaria-
que afirma que "los negocios no tienen entrañas". En cam-
mente el ágape es una preocupación por los otros, y sólo
bio, quien sigue una ética de reciprocidad (fílica) dice:
secundariamente admite la preocupación por uno mismo.
"Daré tanto como me den". He ahí la dinámica, por todos
Así pues, si alguna vez hemos de tomar en consideración
tan conocida, de la relación de amistad. Pero, quien se ha
nuestro propio bien, siempre tendrá que ser en función del
comprometido en una ética altruista (agapeísta) dice:
mayor bien del prójimo, y nunca en función del bien pro-
"Daré, sin exigir nada a cambio". Esta última actitud es
pio. "El amor —dice Pablo— no busca su interés." 19
la que informa un padre Damián, en Molokai, un piloto
kamikaze, un patriota escondido en un desván de Boston Pero, ¿acaso es siempre egoísta el amor a sí mismo?
en 1775, o un terrorista del Viet Cong que entra en un ¿ Se opone siempre al ágape ? Muchos así lo creen, a pesar
club para oficiales en Saigón mientras arranca el seguro de de que la segunda parte del "resumen" de la ley evangélica
la granada que lleva oculta bajo su chaqueta. Todas estas sea: "Amarás a tu prójimo como a ti misino". ¿Fue un
simple realismo eso de reconocer que siempre nos amamos
a nosotros mismos (condición del ego humano) y que, por
16. Romanos 5, 8. consiguiente, es preciso mandarnos que hagamos a los de-
17. Reuel Howe, Man's Nced and God's Action, The Seabury Press,
Inc., 1953, p. 87.
18. Es decir, tender lovina care, un cuidado solícito y amoroso.—N.
del T. is». 1 Corintios 13, 5,
166 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 167

más lo que siempre hacemos por nosotros? ¿O bien, el Psicológicamente, esto es de una gran sagacidad. No
mandamiento nos ordena que hagamos para los demás tanto podemos amar a los demás ni ser honestos con ellos, si no
como hacemos para nosotros mismos ? ¿ O bien se trata, en somos capaces de amarnos y ser honestos con nosotros mis-
realidad, de un mandamiento que nos obliga a amarnos a mo. Esto es tan cierto como decir que no podemos ofrecer
nosotros mismos tanto como amamos a Dios y al prójimo? amor si no somos capaces de aceptarlo. San Agustín afirma
Este enunciado, tan sugestivo, del mandamiento del que "uno se ama a sí mismo adecuadamente, cuando ama a
amor parece que ha suscitado cuatro interpretaciones dis- Dios más que a sí mismo". 22 En esta proposición podemos
tintas : 1) ama a tu prójimo tanto como te amas a ti mis- sustituir a Dios por el prójimo. Lutero dijo que "cada uno
mo ; 2) ama a tu prójimo además de amarte a ti mismo; de nosotros somos Cristo para los demás"; y concluía: "El
3) ama a tu prójimo de la misma manera como deberías hombre cristiano... vive en Cristo por la fe, y en su próji-
amarte a ti mismo; 4) ama a tu prójimo en vez de amarte mo por el amor". 23 Y en este amor, el hombre se reconci-
a ti mismo, como has hecho hasta ahora, puesto que ahora lia consigo mismo.
has de cambiar. Acaso en alguna mística imaginativa sea posible experi-
De estas interpretaciones, las tres primeras entrañan mentar lo que el padre Martin D'Arcy ha llamado amor
cierta necesidad lógica de aceptación, pero la cuarta es, "ex-stático" (un transporte de amor en el que el hombre
como mínimo, harto cuestionable. Desde el punto de vista se olvida de sí mismo, se aleja de su propio centro y se
tomista, el amor cristiano es devoción a Dios y, desde Él, a hace totalmente kenótico).24 Pero la autorrealización, que
sus criaturas, entre las que nos contamos cada uno de noso- cristianamente se consuma en la búsqueda del bien del pró-
tros ; por eso hemos de amarnos a nosotros mismos, por- jimo, parece ser incompatible con cualquier intento de limi-
que pertenecemos a Dios. Desde una perspectiva muy dis- tar la afirmación del propio yo frente al prójimo.
tinta, Kierkegaard también efectuó una síntesis parecida: Gran número de eminentes teólogos y filósofos han in-
"Amarse a sí mismo de un modo justo y amar al prójimo sistido en este punto: Platón, Aristóteles, Agustín, Abelar-
son conceptos absolutamente análogos: en el fondo son do, Lutero, Tomás de Aquino, Butler y Jonathan Edwards.
una y la misma cosa"; 2 0 y más adelante añade: "El man- Pero el problema sigue aún planteado: ¿ Cómo hemos de
damiento : 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo', quiere "amarnos a nosotros mismos de un modo justo"? ¿Cómo
decir: 'Te amarás a ti mismo de un modo justo'". 21 hemos de transformar el amor a sí mismo, centrado en la

20. Sóren Kierkegaard, The Works of Love, trad. inglesa de D. F. y


L. M. Swenson; Princeton University Press, 1946, p. 17. ÍLas obras del 22. San Agustín, "Moráis of the Catholic Church", 26, 49, loe. cit.
amor, trad. castellana de Demetrio G. Rivero, en Obras y papeles de S'óren 23. M. Lutero, "The Freedom of the Christian", en Luther's Works,
Kierkegaard, Madrid, Ed. Guadarrama, S. L., 1965, vol. IV y V. — N. del vol. 31, trad. inglesa de Harold J. Grimm; Concordia-Muhlenberg Press, 1957,
Traductor.] pp. 367, 371.
21. Ibid., p. 19. 24. Martin D'Arcy, The Mind and Heart of Love, p. 29 ss.
168 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 169

propia persona, en el amor a sí mismo por el bien de los cristiano acepta formalmente el ideal aristotélico de auto-
demás? Si aceptamos que, en los hombres, el amor a sí realización (autoformación del hombre), pero la lleva a
mismo es un hecho real, ¿ acaso hemos de considerarlo cabo por el bien del prójimo, a quien así será capaz de ser-
—como algunos hacen— como algo ineludiblemente malo, vir y a cuya realización podrá contribuir con mayor efica-
que obstaculiza toda clase de bien? ¿O bien es tan sólo un cia. Siempre es mejor —¡ para todo el mundo!— un hom-
peligro puesto que, por un lado, es la fuerza activa de la bre reciamente formado que un bobalicón sin nervio.
creatividad humana, mientras que, por otro lado, es el Pero si lector y autor aún seguimos juntos después de
puro egocentrismo? En una palabra, ¿es redimible el peca- estas últimas sutilezas, tendremos que afrontar ahora el
do de amor a sí mismo ? ¿ Puede ser liberado de su egoís- problema de la tragedia. Ya que la esencia de la tragedia
mo y convertirse en una autoestimación que sea justa? la constituye el conflicto que surge entre dos bienes o dos
Bernardo de Claraval, en un ensayo de mística mona- derechos, y esto hace entrar necesariamente en juego la ca-
cal, esquematizó una "escala" de perfección ascendente, suística creadora. No se trata del melodrama, el cual perte-
que va desde: 1) el amor a sí mismo por nuestro propio nece en definitiva a la ética de catequesis dominical y es
bien, a: 2) el amor a Dios, pero todavía por nuestro pro- un juego infantil —el conflicto entre el bien y el mal. Si se
pio bien; pasa luego a: 3) el amor a Dios por el bien de nos pide que escojamos entre los "buenos" y los "malos",
Dios; y finalmente llega a: 4) el amor a sí mismo nueva- esta prueba no será excesivamente difícil para nuestra ca-
mente, pero ahora por amor a Dios y no por nuestro pro- pacidad de tomar decisiones éticas. Pero, ¿qué ocurre en
pio bien.25 Seguramente del mismo modo podríamos ver las situaciones concretas en que se enfrentan un "mal me-
cómo es posible ascender, paralelamente, por la escala del nor" y un "mayor bien"? Y si referimos este conflicto al
amor al prójimo, desde: 1) el amor a nosotros mismos por problema del amor a nosotros mismos, ¿ qué haremos cuan-
nuestro propio bien, a: 2) el amor al prójimo por nuestro do este amor tropieza o se cruza con el amor al prójimo?
propio bien; llegando luego a: 3) el amor al prójimo por el ¿ Habremos de negar siempre, en tales casos, las exigen-
bien del prójimo; hasta llegar por fin a: 4) el amor a noso- cias de nuestra persona ? Indudablemente, no. La lógica del
tros mismos de nuevo, pero ahora rectamente entendido, es amor requiere que el interés propio sea preferido al bien
decir, por el bien del prójimo. del prójimo, si así aumentamos la suma de bienes que
El verdadero significado de todo esto estriba en que el podemos servir sirviendo a nuestro propio bien. El servi-
cio que nos prestamos a nosotros mismos hemos de antepo-
25. Bernard de Clairvaux, On the Love of God (De diligencio Deo),
nerlo al que prestaríamos a cualquier prójimo, si así, sir-
nueva trad. inglesa por un religioso de C. S. M. V.; Morehouse-Gorham, Inc., viéndonos a nosotros mismos, podemos servir a muchos
1950, pp. 56-69. [Obras completas de San Bernardo, edición bilingüe, Ma-
drid, B. A. C , 1953 y 1955, vol. I I ; o bien Obras selectas de San Bernardo, semejantes. Todo esto es estrictamente paralelo al proble-
Madrid, B. A. C , 1947. — N. del 7\]
170 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 171

ma que se le plantea al amor cuando se enfrenta con un mente a sí mismo; amar al prójimo es responder rectamente
conflicto entre dos personas que le son igualmente próxi- al amor de Dios; y amarse a sí mismo rectamente es amar
mas. No es que hayamos de preferir una persona a otra, a Dios y al prójimo.
pero sí que hemos de preferir la persona que más lo nece-
site, y también hemos de preferir servir a más personas
CALCULAR NO ES NINGUNA CRUELDAD
que a menos.
Por eso, el capitán de un barco, o el piloto de un avión,
Todo eso es amor que piensa, un amor tan solícito como
o el jefe de un convoy, o el responsable de un safari —todos
cauteloso. Amar es una cuestión de inteligencia y no un
esos han de salvar su vida, aun a expensas de la de algún
sentimiento. Nada hay tan complejo y tan cargado de difi-
pasajero si así pueden evitar el desastre que amenaza a
cultades como la ética, incluso la ética del amor cristiano,
todos. Situaciones trágicas como éstas, surgen constante-
en cuanto nos desembarazamos de las reglas legales, prefa-
mente tanto en tiempo de paz como de guerra. ¿Quién, se-
bricadas y excesivamente simplistas, es decir, en cuanto
riamente, podria no estar de acuerdo con la opinión del
nos hacemos situacionistas. Fue la madura aceptación de
situacionista, según la cual el Presidente de los Estados Uni-
este hecho lo que inspiró la respuesta de Undershaft cuan-
dos, en caso de un ataque aéreo, debe desentenderse de todos
do su hijo Stephen, libertino y ocioso, le dijo con tanta
los gritos de espanto, dolor y desesperación de cuantos le
suficiencia y farolería como ilimitada superficialidad: " Me
rodean y ha de correr "fríamente" en busca de la seguri-
sé muy bien lo que va del bien al mal".
dad de un refugio, donde sus conocimientos especiales pue-
den significar la salvación de millones de otros ciudadanos ? El padre le replicó, más fastidiado que divertido: "¿ Qué
me dices ? ¡ Vaya, por Dios! Eres una nulidad para los ne-
Los dos mandamientos del amor, contenidos en el "re-
gocios, ignoras las leyes, no te interesa ningún arte, nada
sumen" de la ley, no son, en realidad, sino un manda-
sabes de filosofía, y te crees conocer el secreto que ha con-
miento único, y sus tres objetos (Dios, el prójimo y uno
fundido a todos los filósofos, desconcertado a todos los abo-
mismo) unifican la acción del amor: no la dividen. Todo
gados, aturullado a todos los hombres de negocios y hun-
amor es amor sui, amor a sí mismo, es decir, todo amor
dido a la mayoría de artistas : ¡ el secreto del bien y del mal!
busca su propio bien. Para los cristianos, el amor a sí mis-
Pero, hijo, ¡tú eres un genio, un maestro de maestros, un
mo puede ser bueno o malo según cuál sea el bien que
dios! Y todo eso... ¡ a los veinticuatro años!" 26 Stephen es
busca y la situación en que se halla. Si nos amamos por
un prototipo del legalismo ético.
nuestro propio bien, este amor es malo. Si nos amamos por
amor a Dios y por el bien del prójimo, este autoamor es 26. Bernard Shaw, de Majar Barbara, en Selected Plays, Dodd, Mead &
bueno. Porque amar a Dios y al prójimo es amarse recta- Company, Inc., 1948, vol. I, p. 415. Citado con el permiso de The Public
Trustee y The Society of Autors.
172 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 173

Las opciones morales requieren tanta inteligencia como to no se vio coronado por el éxito. Nuestra ética de situa-
dedicación, y una tan amplia información como buena vo- ción se une decididamente a Mili: sin la menor rivalidad,
luntad. Para ser "buenos" hemos de liberarnos de la inocen- aquí. Elegimos lo que es más " ú t i l " para el mayor número
cia. Es falso aquel consejo de la época victoriana: "Tú, sé de personas.
buena, hermosa doncella, y deja que sea inteligente quien E n Italia, durante la segunda guerra mundial, un sacer-
quiera serlo". Pues la "hermosa doncella" ha de ser inte- dote de la resistencia hizo estallar una bomba bajo un tren
ligente para ser buena. Y no es que, como Sócrates, identi- de carga nazi. Las autoridades de ocupación comenzaron
fiquemos la virtud y el conocimiento para así poder subra- fusilando a veinte rehenes cada día, "hasta que el sabotea-
yar la importancia de los hechos, del contexto. El yogui dor se entregue". Cuando alguien preguntó al sacerdote si
queda colgado en el aire y necesita quien le vigile: asi tam- no quería entregarse porque pensaba realizar otros actos
bién nuestras aspiraciones necesitan ser prácticas. heroicos, éste respondió: " N o . Pero es que aquí no hay
Incluso la exigencia radical de amar a nuestros enemi- ningún otro sacerdote disponible y las almas de nuestros
gos ha de ser matizada por los cálculos que comportan las combatientes necesitan mi absolución para su salvación
situaciones concretas: tratar con amor al enemigo siempre eterna". Tres días más tarde, un comunista, también de la
es bueno, excepto cuando, haciéndolo así, perjudicamos a resistencia, traicionó al sacerdote para poner fin a aquella
muchos amigos. Al fin y al cabo, el prójimo-enemigo no horrible matanza. Podemos aceptar o no aceptar las ideas
tiene mayores derechos que el prójimo-amigo. En la anti- del sacerdote acerca de la salvación (el comunista, eviden-
gua disyuntiva sentimental: " Si en un incendio sólo pudie- temente, no las aceptaba), pero ningún situacionista podría
ras salvar de las llamas a un niño o la Mona Lisa de Leo- censurarlo por su método de análisis y de decisión éticos.
nardo Da Vinci, ¿a cuál de los dos salvarías?", si sois Sólo quienes sentimentalizan y subjetivizan el amor con-
personalistas, salvaréis al niño, ya que de la pintura de sideran el cálculo y la "indagación de todas las circunstan-
Da Vinci existen copias y fotografías. Pero si tuvierais que cias" como una fría crueldad, o una falta de amistad, o una
elegir entre vuestro propio padre y un médico genial, que traición a la "llama del amor". Tolstoi, que quería que el
hubiera descubierto el remedio contra una enfermedad de- amor fuese sin futuro (que no pensase en las consecuencias)
vastadora, salvaríais al genio si habéis comprendido real- e indiferente a la aritmética (que no contara ni sopesara
mente lo que es el ágape. Tal es el cálculo agapeísta. Sir todos los detalles), y que viese tan sólo a la persona que
David Ross trató de hallar un camino intermedio entre el tiene allí, delante suyo, Tolstoi, pues, fue el alma del senti-
legalismo de Kant y el utilitarismo de Mili,27 pero su inten- mentalismo. A un médico que, respondiendo a una llamada
urgente, corriera en auxilio de los heridos de un autocar
27. Véase David Ross, The Right and the Good, Oxford Utiiversity despeñado, Tolstoi le diría que se detuviera si, por el ca-
Press, 1930.
174 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 175

mino, veía a un motorista accidentado al pie de un muro. la ética del amor, ésta es la visión bifocal de la serpiente
Muy al contrario, el amor puede incluso disfrazarse, desfi- y la paloma en el evangelio: "Sed, pues, sagaces como las
gurar su rostro y aparentar ser muy distinto de lo que es serpientes y sencillos como las palomas". 2 9
en realidad. En un cortometraje de la TV, La amarga deci- No nos engañemos: el amor no sólo puede suscitar la
sión, una enfermera de un hospital militar procura delibe- indignación en los hombres, sino que él mismo puede indig-
radamente que los soldados heridos la odien lo suficiente narse. El amor grita, entonces, pero no nos dice: " O l v í -
para que prescindan en seguida de sus servicios y se valgan dalo", sino: " P e r d ó n a l o " . Puede que no odie al pecador,
por sí mismos; de este modo la enfermera logra que su pero odia al pecado, según reza un adagio antiguo pero
recuperación sea más rápida y total. El amor puede disi- fundamentalmente verdadero. P o r esta razón, después de
mular y puede calcular. De lo contrario, sería como aque- reducir la ética cristiana a la voluntad de amar, Agustín
lla recién casada que quería ignorar todas las recetas culi- decía: " E l amor puede indignarse, la caridad puede indig-
narias y dejar sencillamente que el amor que sentía por su narse, pero siempre será con una indignación en la que no
esposo fuese su único guía al preparar la comida. hay la menor gota de hiél: como la de la paloma y no como
Años atrás, una revista puso de nuevo sobre el tapete la del cuervo". 3 0
la eterna cuestión de si debemos atender con una limosna Repitámoslo: amar no es, necesariamente, complacerse.
a los mendigos.28 Un pastor escribió que algunas veces El ágape no es ninguna recompensa. A menudo se ha dicho
"ciertamente no hemos de hacer tal cosa" y que en algunos que la regla de ore del amor debería corregirse a s í : " T o d o
casos los clérigos no deberían dar dinero a ciertos mendi- cuanto quieran los hombres que les hagáis, hacédselo voso-
gos ni dejarse engañar por algunos avispados pedigüeños. t r o s " —porque su formulación clásica: " T o d o cuanto que-
Otro pastor replicó protestando enérgicamente: tildaba a ráis que os hagan los hombres, hacédselo también voso-
su hermano de hábito de hombre "frío y educado", decía t r o s " , 3 1 está centrada en uno mismo, corta la tela según
que "la suya era una eficiencia helada como un témpano", vuestro patrón y no según el patrón del prójimo. Pero, la
y argüía que los clérigos han de responder inmediatamente aceptación de esta enmienda nos situaría demasiado cerca
a cualquier solicitud de ayuda, aunque los mendigos les "en- del amor "desinteresado" : sería un amor neutro, y este
gañen". Pero el ágape se pronuncia en favor del primer amor se parece excesivamente a la indiferencia. Porque el
opinante y cree que no era un hombre indiferente al próji- ágape se ocupa del prójimo, en última instancia, por amor
mo. Ya la Didaské, el tratado más antiguo de ética cristia-
29. Mateo 10, 16.
na, decía: "Deja que tus limosnas se empapen del sudor 30. San Agustín, "Séptima homilía sobre la primera epístola de san
de tu mano hasta que sepas a quién has de darlas". Para IJuan", en Augustine: Latcr Works, trad. inglesa de John Burnaby; The
Library of Christian Classics, vol. V I I I ; The Westminster Press, 19SS,
p. 318.
28. Time, 26 noviembre 1956. 31. Mateo 7, 12.
176 ÉTICA DE SITUACIÓN
EL AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 177
a Dios; cierto es que no lo hace por amor al propio yo,
juego de azar ya está aplicándose en ética —lo mismo que
pero tampoco lo hace exclusivamente por amor al prójimo.
en economía— al estudio de los problemas de defensa. 33
El amor cristiano, por ejemplo, no puede dar heroína a un
Como dice Lady Bracknell en La importancia de llamarse
drogado sólo porque él la quiera. O, si se la da, será al
Ernesto de Osear W i l d e : " L a verdad nunca es pura, y
menos porque forma parte del tratamiento que va a curarle.
muy pocas veces es simple".
Y lo mismo ocurre con todas las cosas que los hombres
Se cuenta una historia macabra acerca del dios Moloch.
piden: sexo, limosna, comida, lo que sea. Bien lo saben
Bajó este dios a la tierra y se presentó al jefe de gobierno
todos los padres. de una de las nuevas naciones africanas con la siguiente
Con la invención y perfeccionamiento de los compu- oferta : " T e construiré una moderna red de autopistas si me
tadores, se han abierto infinitas posibilidades a la ética sacrificas 45.000 personas al a ñ o " . El jefe de gobierno, ho-
analítica. Es muy posible que el legalismo las considere de rrorizado, g r i t ó : " ¡ N o ! ¡ N i u n a ! ¡ N i siquiera una sola
escaso interés, pero no así la ética de situación. Más de víctima sacrificaré!" " ¡ B a h ! —repuso Moloch—; ¡si es
una vez nos hemos reído del Ars maior del medieval Rai- la cantidad que recibo anualmente de los Estados U n i d o s ! "
mundo Lulio, aquella suerte de artificio aritmético, infali- Las estadísticas saben de antemano cuántas personas mori-
ble para obtener respuestas a las cuestiones teológicas. Se rán por cada cien kilómetros de nuevas carreteras o por
dice que los seguidores de la "ciencia luliana" idearon un cada diez pisos de nuevos rascacielos. Si redujéramos la ve-
dispositivo en forma de tambor, que hacían girar después locidad máxima en nuestras carreteras a treinta kilómetros
de haberle colocado unas agujas de reloj, para que la rota- por hora, evitaríamos un ochenta por ciento de las muer-
ción del tambor, a semejanza de la ruleta, les diera la res- tes por accidente. Y, sabiéndolo, no lo hacemos. ¿ P o r qué ?
puesta. De hecho, aquello fue un computador primitivo. Tener la "impresión" de que el amor no puede o no
E s posible que si hallamos la manera de asignar valores debe calcular es ser sentimental, simplista y románticamen-
numéricos a los factores que entran en juego en los proble- te retrógrado; como lo es asimismo creer que el amor se
mas de conciencia, los cálculos del amor podrán ser mucho degrada o se esfuma por el hecho de tener memoria, pen-
más precisos en una especie de ars maior ética. El talante sar en el futuro, valorar a las personas, conocer todos los
de la ética de situación favorece el intento de cuantificar detalles de una situación, buscar nuevas alternativas y pro-
las cualidades, y es precisamente esta clase de análisis dis- curar ganar la partida cuyo envite es la opción óptima.
Muy, pero muy al contrario, el amor crece, madura y se
tributivo el que ha perfeccionado y madurado la moderna
actualiza cuando deja que un cierto ardor haga cálida su
teoría del juego de azar. 3 2 Por o t r a parte, esta teoría del

33. Por ejemplo, A. Rapoport, Strateay and Conscience, Harper & Kow,
32. Anatol Rapoport, Fights, Games, and Debates, University of Michi- Publishers, Inc., 1964
gan Press, 1960.
178 ÉTICA DE SITUACIÓN

obra, pero bajo la guía luminosa del saber: la fogosidad


disminuye si la luz aumenta. La fogosidad puede quedar
para los enamorados.
El cometido del amor no consiste en tener preferidos,
descubrir amigos o "rendirse al hechizo" de una única per-
sona. El amor sale al aire libre, universaliza su preocupa-
ción, tiene un interés social, no excluye a ninguna persona.
Si nosotros decimos (como lo dijo Nygren) que el amor
desinteresado es algo absolutamente real, eso no puede sig-
nificar que semeiante ética se olvide totalmente del que
ama y sólo recuerde a la persona amada, es decir, no
puede significar que el amor sea kenótico —que sea un
vaciarse de sí mismo. Amor desinteresado sólo puede signi-
ficar amor imparcial, amor inclusivo, amor indiscriminado,
amor a ése, a aquél y a todos.
Este amor desinteresado es posible porque —como no-
sotros decimos— nos guste o nos guste el prójimo, el amor
quiere su bien.
Quinta proposición: "Sólo el fin, y
nada más que el fin, justifica los me-
dios".

Según sea nuestro temperamento, reaccionamos con ci-


nismo o con desesperación cuando vemos de qué manera
la ética cristiana se ha aferrado tercamente, durante siglos,
a la doctrina de que "el fin no justifica los medios". Esto
es una abstracción absurda: equivale a decir que una cosa
no vale lo que cuesta, que nada lo vale, que el uso 0 la utili-
dad de algo nada tienen que ver con su precio.

¿ QUÉ ES LO QUE JUSTIFICA LOS MEDIOS ?

En la perspectiva de la ética de situación resulta sor-


prendente ver cómo esta lapidaria proposición ha encontra-
do, de modo casi unánime, una aceptación tan fácil e indis-
cutida. Así como Sócrates vio que una vida no sujeta a
reflexión no merece ser vivida, también nosotros podemos
decir que unas máximas éticas no sujetas a reflexión no
son dignas de que informen nuestra vida. Así, pues, hemos
de plantearnos claramente la cuestión implícita en todo lo
182 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR JUSTIFICA SUS MEDIOS 183

que hasta ahora hemos dicho: "Si el fin no justifica los otra respuesta que unos rostros boquiabiertos y unas mira-
medios, ¿qué es lo que los justifica?" Como es obvio, la das desconcertadas.
única respuesta posible es ésta: "Nada". Claro está que no todos los pretendidos fines justifican
Cualquiera de nuestras acciones es literalmente una in- todos los medios al uso. Nosotros sólo decimos que ciertos
sensatez —es decir, carece de sentido y es accidental, mera- fines justifican ciertos medios: ningún situacionista preten-
mente fortuita e insustancial—, si no existe algún objetivo derá convertir esta afirmación en un juicio universal. Como
o finalidad que la justifique o santifique. Todas nuestras pragmático, el situacionista pregunta siempre por el precio
acciones, sin excepción, son puro azar si carecen de finali- de las cosas, porque entiende que en la teoría y en la prác-
dad: sólo si la tienen alcanzan la categoría de medio, es tica todo tiene un precio. Absolutamente todo —quede esto
decir, llegan a ser significativas en virtud de la finalidad bien claro. Incluso "una perla de gran valor" —sea la que
que las trasciende. Y los fines, por su parte, también nece- sea— puede venderse por amor, si la situación así lo pide.
sitan de sus medios. Se ha sugerido a veces la existencia Deberíamos ser más plenamente fieles al fin que perse-
de un paralelismo entre lo que estamos diciendo y lo que guimos en lugar de serlo a los medios de que nos valemos
dijo Kant acerca de las percepciones y los conceptos; po- para alcanzarlo, porque entonces los medios serían forzosa-
demos, pues, parafrasearlo y decir que los medios sin los mente más adecuados y fieles a sus fines. No deberíamos
fines son vacíos, pero que los fines sin los medios son cie- olvidar aquella advertencia de Tomás de Aquino según la
gos. Unos y otros son co-relativos. En cualquier momento cual los medios son unos fines próximos y, por consiguien-
de la acción, es la correlación de medios y fines lo que la te, quedan integrados al fin que perseguimos y alcanzamos,
sitúa en el reino de la ética. al igual que la harina, la leche y las pasas pasarán a formar
Cuentan en la Rusia soviética que Nikolai Lenin llegó parte del pastel que preparamos. Los medios son ingre-
a cansarse una vez de que los idealistas tolstoianos fueran dientes, y no simples instrumentos neutros; de ahí que es-
repitiéndole que su criterio favorable al uso de la fuerza, temos obligados a escogerlos con el mayor cuidado. Los
tanto en el interior del país como en la esfera internacional, medios no son éticamente indiferentes. En la mayor parte
revelaba su falta de sentido ético, y que, por otra parte, de situaciones, la regulación de la natalidad por medio de
como que la violencia es mala (no que "pueda" serlo, sino preventivos, por ejemplo, es mejor que el aborto.
que lo es), y como que sus principios le permitían usarla, Pero no es menos evidente, en sentido inverso, que no
eso indicaba su convicción de que el fin justifica los medios. todos los medios al uso convienen a todos los pretendidos
Finalmente Lenin se enfrentó con ellos: "Si el fin no jus- fines. Recordando el término clave de A. C. Ewing y
tifica los medios, entonces —en nombre del sentido común H. R. Niebuhr, los medios usados han de ajustarse al fin,
y de la justicia— ¿qué es lo que los justifica?" No obtuvo han de serle adecuados- Si lo son, quedan justificados. Ya
184 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR JUSTIFICA SUS MEDIOS 185

que, en último análisis, es el fin buscado lo que da sentido que esto último sí que supondría afirmar que el mal es bue-
a los medios empleados. El fin justifica los medios. no, " y esto es un disparate". 3
Los moralistas clásicos y los vulgarizadores piadosos Que esto es un disparate lógico, a nivel verbal —sí, evi-
han intentado absolutizar y magnificar aquella observación dentemente. Afirmar que "el mal es b u e n o " constituye una
de Pablo: "¿Y por qué no hacemos el mal para que venga violación formal del principio de contradicción. Pero el
un bien?", 1 aunque en general lo hayan hecho aislando error real que subyace en toda esta disputa y del que todos
estas palabras de su contexto. Y decimos que han intentado son víctimas (Pablo, los antinomistas y MacGregor), es la
"magnificar" aquella observación, porque fue hecha en el teoría intrinsecista según la cual, lógicamente, una cosa ha
ardor de la controversia con los antinomistas, los cuales de ser o buena O mala. Pero, bueno y malo no son propie-
esgrimían la flaqueza e imperfección humanas como razón dades : son predicados o atributos. Y, por consiguiente, lo
para hacer lo que les viniera en gana, sin disciplina alguna. que a veces es bueno puede ser malo otras veces, y lo que
Cierto es que Pablo fue oscuro y contradictorio con respec- unas veces es ilícito, en otros momentos puede ser lícito, si
to al problema de la justicia de Dios. Pero, ¿acaso podía sirve a un fin suficientemente bueno —según sea la si-
condenar, en justicia, el pecado humano, si todos los hom- tuación.
bres están predestinados a cometerlo y no pueden evitarlo
sin la ayuda de la redención de Cristo ?
Como dice Theodore Ferris, aquella fue una "confusa
LA LEY SE EXMARAÑA POR SÍ MISMA
disputa", en la que Pablo "no ofreció una respuesta convin-
cente a las cuestiones que él mismo suscitara". 2 Los anti-
Con su terrible literalismo y legalismo, la ética cristiana
nomistas creyeron entender que, según Pablo, nuestra con-
clásica ha aceptado gran número de opiniones equívocas e
descendencia con el pecado ofrece a Dios la posibilidad de
incluso claramente contradictorias. Pensemos en los inter-
perdonarnos —lo cual se ajustaba admirablemente a las
minables debates y en las elucubraciones talmúdicas con que
pretensiones de los antinomistas. G. H. C. MacGregor su-
se han querido racionalizar las muchas cosas que los hom-
giere que los contrincantes de Pablo interpretaron con
bres han de hacer valiéndose de unos medios que, a menu-
asombro sus palabras en el sentido de: "¿Y por qué no
do, son desagradables y, a veces, incluso trágicos. Lo que
somos malos para que venga un bien (la gracia) ?", y luego
más quebraderos de cabeza ha ocasionado al moralismo clá-
añade, con la perfecta lógica del moralismo intrinsecista,
sico ha sido su necia doctrina de que los medios son intrín-
secamente buenos o malos, y nunca pueden justificarse por
1. Romanos 3, 8-
2. The Interpretéis Biblc, edit. por Nolan B. Harmon, vol. I X ; Abingdon
Press, 1954, p. 423. 3. Ibid.
186 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR JUSTIFICA SUS MEDIOS 187

ningún fin o utilidad externa al "valor" que se supone profeta Isaías quien, previendo el día en que quedaría
inherente a los mismos medios. Estas elucubraciones lega- desnivelada en su pueblo la proporción entre hombres y
listas han alcanzado su máximo refinamiento cuando han mujeres, dijo: "Asirán siete mujeres a un hombre, en
pretendido racionalizar los métodos violentos e inhumanos aquel día", 4 para enmendar así las cosas. (En nuestro
de hacer la guerra: matar, mentir, subvertir, violar; pero lenguaje actual diríamos que la monogamia puede ser un
se han esforzado asimismo por dar con las razones morales ideal, pero no ha de ser un ídolo).
que justifiquen la pena capital, los castigos corporales, los Después de la segunda guerra mundial, Alexander Mil-
subterfugios diplomáticos, las mutilaciones quirúrgicas, y ler interrogó a varios maquis franceses acerca de las expe-
muchas cosas más. riencias vividas durante la resistencia.3 Habían vivido de
Las vueltas y revueltas que la teología moral, de índole mentiras (falsificación de pasaportes, de cartillas de racio-
formalista, ha tenido que dar en torno a tales cuestiones no namiento, de documentos de identidad, etc.) y del robo de
son sino el resultado del hipócrita tributo pagado a una víveres y otras provisiones; habían matado a oficiales del
máxima moral que, de una manera obvia, todas estas prác- ejército de ocupación, a colaboracionistas y, a veces, inclu-
ticas contradicen. Los cirujanos han de mutilar los cuer- so a algunos camaradas de la resistencia que se hallaban en
pos enfermos para extirparles un cáncer, los sacerdotes han peligro de ser detenidos y podían comprometer así a toda
de renunciar al amor conyugal y a los hijos en bien de su la organización. Miller les preguntaba si, en tales circuns-
vocación, hay enfermeras que han de mentir a los esquizo- tancias, todo está permitido. La respuesta de los resisten-
frénicos para conseguir que se calmen durante el trata- tes era clara y definitiva: "Sí, todo está permitido... y
miento médico. Pero, en tales casos, ¡todo esto es lícito! todo está prohibido". En su comentario, Miller decía que
Todos los opúsculos y manuales sobre "problemas de "sí era preciso matar y mentir, eso sólo podía hacerse bajo
conciencia" son legalistas. "¿Es lícito..." tener relaciones la terrible presión de una necesidad social y con un profun-
sexuales antes del matrimonio, jugarse el dinero, robar, do sentido de culpabilidad por no poder hallar una mejor
practicar la eutanasia, provocar un aborto, mentir, come- solución en aquellos momentos". Nosotros cambiaríamos
ter fraudes, incumplir los contratos, et cetera ad nauseaml eso de "culpabilidad" por dolor, ya que situaciones tan
Este tipo de lodazal intrinsecista ha de ser abandonado por trágicas como aquéllas son motivo de dolor, y no de arre-
inadecuado, insuficiente e irrisorio. La nueva moralidad, la pentimiento. Pero, fuera de esto, la cuestión esencial es tal
ética de situación, declara que todas y cada una de las ac- como nos la dice Miller.
ciones humanas son buenas o malas según la situación.
Y una actitud tan candorosa como ésta resulta ser una ver- 4. Isaías 4, 1.
dadera revolución moral —aunque sea tan antigua como el 5. Se ha hecho famoso este pasaje de la obra de Alexander Miller, The
Renewal of Man, pp. 99-100.
188 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR JUSTIFICA SUS MEDIOS 189

Consideremos lo siguiente: a lo largo del Wilderness incapaz de comprender que una acción es buena, no porque
Road o del Boone's Trail, en el siglo XVIII, muchas fami- se ajuste a la ley, sino tan sólo porque es oportuna, edifi-
lias y grupos aislados que se dirigían hacia el Oeste por el cante, constructiva —es decir, porque es creadora. A la
paso de Cumberland, camino de Kentucky, fueron ataca- ética, le es esencial tener un cierto sentido de causalidad,
dos por los indios y perdieron la vida. Comparemos estos pues de lo contrario todos incidiríamos en la lógica de
dos episodios en que los pioneros fueron acosados por los aquel gran fabricante de automóviles que se lamentaba di-
salvajes. 1) Una mujer escocesa comprendió que el insisten- ciendo: "Sin esos embotellamientos de tráfico que tanto
te llanto de su bebé enfermo estaba delatando a los indios retrasan la llegada de nuestros obreros por la mañana, po-
la presencia de ella, de sus otros tres hijos y de todo el dríamos fabricar doscientos coches más cada semana".
grupo del que ellos formaban parte; pero se aferró a su ¿Qué otra cosa puede hacer lícita una acción, si nos
hijo y así todos fueron capturados y asesinados. 2) Una atenemos a la única ley que nos ha legado el Nuevo Testa-
mujer negra, dándose cuenta de que el lloriqueo de su cria- mento, es decir, el "resumen" de Jesús? La respuesta es
tura ponía en peligro la partida entera de pioneros, le dio clara: Nada. Nada hay que pueda hacer buena una cosa,
muerte con sus propias manos para que reinara el silencio salvo su utilidad agapeísta; nada hay que pueda justificar
y así todos pudieron alcanzar el fuerte cercano. ; Cuál de una acción, salvo un designio de amor. Theodore Roosevelt
ellas obró rectamente? mostró que no era ni lo bastante sincero (candido) ni lo
Al discutir nuestra primera proposición, ya vimos que bastante perspicaz cuando dijo: "Nadie puede justificarse
sólo el amor es siempre bueno y que la teoría intrinsecista de hacer el mal alegando que es útil". 7 Se hallaba profun-
del valor desemboca en la insostenible posición de prohibir damente encenagado en el legalismo intrinsecista. Ya que
absolutamente ciertos actos, sin tener en cuenta las circuns- el amor puede justificarlo todo. Y no hay ninguna otra jus-
tancias. La mentira o el suicidio, por ejemplo, no son líci- tificación que no sea la de convenir al amor. ¿ Qué otra
tos ni siquiera cuando puedan conducir a un bien mucho podría haber? Por ejemplo, en un caso concreto, ¿por qué
mayor. Vimos también cómo ese intrinsecismo llega, a ve- una mujer que no se ha podido casar, no ha de tener dere-
ces, a estigmatizar como "mal menor" unas acciones, tan cho a hacer uso de los medios naturales o de la insemina-
cargadas de amor, cual es robar la escopeta a un hombre ción artificial para convertirse en "madre soltera" y ser
para evitar que, en un acceso de furor, dispare contra como las viudas con hijos, que tampoco tienen esposo ?
alguien. La dogmática afirmación de Roosevelt pone en duda
Como repite Pablo por dos veces en su primera epísto- incluso las decisiones divinas y desafía el mismo designio
la a los corintios,8 esta actitud intrinsecista es sencillamente
7. Theodore Roosevelt, The Strcnuous Life, Century, 1901; citado con
6. 1 Corintios 6, 12 y 10, 23. la anuencia de The Container Corporation of America.
190 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR JUSTIFICA SUS MEDIOS 191

ético de Dios. Según algunas teologías, como por ejemplo bre normal y adulto; tan intensa y corrosiva es su angus-
las de William Temple y Josiah Royce, el problema del tia, que repercute en su entera personalidad. Deliberada-
mal (¿cómo explicar su presencia en un mundo creado por mente (es decir, de un modo responsable) la mujer se las
un Dios omni-potente y omni-amante ?) queda bien resuelto arregla para que el marino triunfe con ella, vuelva a sen-
por la teoría de la "tutela", una teoría según la cual Dios tirse seguro de sí mismo y se libere psicológicamente de un
permite el mal para así inducir a los hombres a que se ele- posible complejo de impotencia sexual.
ven a una altura moral que nunca alcanzarían si no tuvie- Veamos ahora el informe que escribió un pastor epis-
sen que luchar, sacrificarse y batallar denodadamente con- copaliano sobre su experiencia en una parroquia pobre de
tra el mal.8 He aquí, pues, una teodicea estrictamente fun- la costa oriental.9 El pastor quería conocer íntimamente la
damentada en la idea de que el fin justifica los medios. subcultura de los adolescentes (teen-agers) de su barrio.
En cuanto comprendemos y de verdad aceptamos que Viendo que se basaba en las estructuras de una organiza-
sólo el amor es bueno en y por sí mismo, y que ningún acto ción de banderías o parcialidades callejeras, procuró que
humano tiene la menor significación ética si lo aislamos los cabecillas y sus secuaces hicieran de la iglesia parro-
de sus consecuencias previsibles —tan sólo entonces vemos quial su cuartel general. Ante los frecuentes casos de emba-
que la formulación correcta del problema consiste en pre- razo, muy explicables por la promiscuidad sexual en que
guntar : ¿ Acaso un medio malo anula siempre un fin bue- habitualmente vivían aquellos adolescentes, el pastor les
no? Y la respuesta, basándose en lo que algunas veces se planteó la cuestión de si no deberían usar contraceptivos,
llama la "debida proporción", ha de ser: "No". Siempre ya que no teman la intención de mantenerse castos.
depende de la situación. Quienes hablan contra la lotería No nos alarmemos de que el pastor se encontrara con
nacional porque "el juego es malo", actúan como empeder- que sus amigos nada sabían de esta cuestión, a pesar de
nidos legalistas; pero si su oposición se debe a que la lote- que abundasen entre ellos las enfermedades venéreas, los
ría es un sistema que reporta más mal que bien, entonces abortos ilegales y los hijos bastardos. Ahora bien, ¿les
ya nos los podemos tomar en serio —aunque no estemos pudo ayudar realmente el pastor, dado el "profundo abis-
de acuerdo con ellos. mo", como él mismo dice, que separaba los ideales de con-
Podríamos y deberíamos admitir que obró rectamente ducta de aquellos jóvenes y los que imperaban en su propia
la prostituta del film griego Nunca en domingo. En el Pí- Iglesia? Su informe no nos dice ni una palabra sobre esto,
reo, cerca de Atenas, conoce a un joven marino, consumido y es de temer que semejante silencio no sea simple discre-
por el miedo de que quizá no posea la virilidad de un hom- ción, sino el reconocimiento implícito de que su "idealis-

8. Cf. Joscph Fletcher, William Temple: Twentieth Century Christian, 9. C. K. Myers, Light ihe Dark Streets. The Seabury Press, Inc., 1957,
The Seabury Press, Inc., 1963, pp. 80-82, 316-318. pp. 46-48.
192 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR JUSTIFICA SUS MEDIOS 193

mo" legalista no le dejó adoptar las disposiciones de amor motivo de la acción. ¿ Cuál es el impulso o la dinámica "vo-
con las que hubiera podido ayudarles. (El puritanismo lega- litiva" que engendra aquel acto? ¿Al estudiante le mueve la
lista también ha prohibido a las entidades de beneficencia envidia, la caridad, el interés académico, la ostentación o
que faciliten contraceptivos a las madres que acuden a la bibliomanía?
tales centros —y así ha logrado que su precio sea mucho Finalmente, quien adopta una grave decisión aún debe
mayor—, alegando que una mujer promiscua es justo que formularse una cuarta pregunta: ¿ Qué consecuencias son
sufra por sus pecados— y, con ella, ¡también sus hijos!). de prever? Dado el curso de la acción y su contexto, ¿qué
efectos directos e indirectos se seguirán de esa acción, y
cuáles serán sus consecuencias inmediatas, pero también las
remotas (secuelas)? Fijémonos que esta última pregunta
L O S CUATRO FACTORES
implica la existencia de muchos más resultados vinculados
a la acción que el simple fin pretendido por ella, y que
¿Qué es, pues, lo que hemos de tener en cuenta al ana- todos han de ser sopesados y asumidos. En cuanto ha lo-
lizar, sopesar y juzgar una situación? ¿Qué hemos de grado agenciarse su enciclopedia, al estudiante pueden so-
considerar en ella y qué circunstancias nos interesa cono- brevenirle otras cosas: que se quede arruinado, que se le
cer? Hay cuatro cuestiones de importancia fundamental e intensifique una posible neurosis, que mejore profesional-
insoslayable, que hemos de dilucidar en cada caso, cuatro mente, que tropiece con el resentimiento de su mujer o de un
factores que entran en juego en cada situación, y todos ellos acreedor, que dé cima a la redacción de una importante
han de ser sopesados en las balanzas del amor. Puesto que tesis.
las decisiones de los hombres nunca son fortuitas. El legalismo rigorista e intrinsecista sostiene a menudo
El primer factor, el primordial, es el fin. ¿Qué quere- que para ser mala una acción le basta con que sea malo
mos? ¿Qué objetivo pretendemos? ¿A qué resultados aspi- uno solo de estos cuatro factores, mientras que para ser
ramos? Un estudiante, por ejemplo, puede querer una en- buena precisa que sean buenos todos ellos. Cuando Kant, el
ciclopedia nueva y realmente útil. Pero, entonces, y como abuelo de los modernos absolutistas éticos, escribió su en-
segundo factor, ¿con qué medios podrá adquirirla? ¿De sayo : Acerca de un supuesto derecho a mentir por motivos
qué método se servirá para alcanzar el fin que pretende? caritativos, dejó bien sentado que, según su ética, decir
Porque puede conseguir la enciclopedia robándola, alqui- una mentira a un posible asesino para salvar la vida de su
lándola o comprándola; y en este último caso, para agen- víctima es un acto malo. El situacionista prefiere la ética
ciarse el dinero necesario, puede robar, ahorrar, mendigar, de la ley civil en la cual, no haber dicho una mentira
tomar prestado o jugar. Llegamos así al tercer factor: el cuando ésta era necesaria, es muy posible que acarree una
194 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR JUSTIFICA SUS MEDIOS 195
acusación de complicidad si efectivamente ha dado lugar a cionados entre sí en una jerarquía de cooperación; y que,
un crimen. a su vez, todos los fines se convierten en medios para otros
Aquí nos enfrentamos de nuevo con el problema de los fines más elevados. Sólo hay un fin, una meta, un objetivo
universales y el imperativo categórico. Pero nosotros no que no es relativo ni contingente, sino que siempre es un
reconocemos más imperativos que los hipotéticos, es decir, fin en sí m i s m o : el amor.
una acción sólo es imperativa si la situación la exige en Conviene recalcarlo: No sólo los medios, sino también
bien del amor. Schopenhauer dijo una vez que, tanto si los fines son relativos y sólo extrínsecamente justificables.
Kant daba el nombre de "imperativo categórico" a su abso- Los fines únicamente son buenos si se da el caso de que
lutismo legalista como si lo llamaba "fitziputzli", no dejaba contribuyen a algún bien distinto de ellos mismos. Nada
de ser "la teología del sargento instructor de la Prusia hay que sea intrínsecamente bueno, salvo el bien más ele-
ochocentista, con la única diferencia de que ahora el sar- vado, el summum bonum, el fin o el objetivo de todos los
gento era una abstracción", 10 y con razón lo llamó: "La otros fines: el amor. Nada de cuanto hacemos podemos
apoteosis del desamor, la antítesis exacta —¡ y tanto!— de decir que sea bueno; sólo podemos decir que es un medio
la doctrina moral cristiana". 11 para un fin, y que así le acontece eso de tener un valor en
Desde los tiempos de Juan Crisóstomo se ha venido re- aquella relación de causa-y-efecto.
pitiendo que la esencia del pecado está en la confusión de E l obispo K i r k llegó muy cerca de una visión extrinse-
los medios y los fines. Cuando algo llega a convertirse en cista y situacionista cuando, al hablar de la antigua regla
un fin en sí mismo —como el dinero para un avaro— y sobre los fines y los medios, d i j o : " D e hecho, la forma
deja de ser un medio para alcanzar, como fin propio suyo, correcta de esta máxima e s : 'Las circunstancias alteran los
un bien personal —eso es pecado. Cuando una persona casos'. Y eso es obviamente cierto. U n acto que es bueno
anda tras la euforia de los narcóticos como un fin en sí en unas circunstancias puede ser malo en o t r a s " . 1 2 P e r o
mismo (a la manera de los drogados por el opio y la mor- sólo llegó muy cerca del situacionismo: por desgracia no
fina) y no como un medio analgésico o para lograr una cu- dijo (como debería haber dicho) que un acto que es malo
ración mental —eso es pecado. Pero, al llegar a este pun- en algunos casos puede ser bueno en otros. No acabó de
to, reviste una singular importancia subrayar que, en la llegar a puerto, porque sólo supo ver una cara de la mo-
perspectiva situacionista, los fines, al igual que los medios, neda. Su apuesta en favor de la libertad, partiendo del lega-
son relativos; que todos los fines y los medios están reía- lismo, era demasiado tímida.
lo. Arthur Schopenhauer, The Basis of Morality, trad. inglesa de H a y quienes invocan el principio de la " c u ñ a " contra
A. B. Bullock; The Macmillan Company, 1903, p. 50.
11. Ibid., p. 6. 12. Kenneth E. Kirk, The Study of Theology, Londres, Hodder &
Stoughton, Ltd., 1939, p 383.
196 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR JUSTIFICA SUS MEDIOS 197

cualquier intento de afirmar la relatividad de los valores. moral, debe ser querido como norma universal. Ahora bien,
Las excepciones a una ley —dicen— son una cuña peligro- no hay acto humano alguno, por grande que sea el amor con
sa, cual morro de camello en el interior de una tienda de que lo hayamos querido, que no pueda llevarnos al mal si
campaña. La eutanasia, por ejemplo, la consideran como las circunstancias cambian sensiblemente —y hablar de
"un acto que dañaría gravemente a la humanidad si fuese "universal para designar tan sólo unas condiciones exacta-
elevada a norma general de conducta [y] es mala en cada mente similares" es rehuir la diversidad de la vida.
caso individual", 13 es decir, un caso particular de compa- Este argumento de la "cuña" se parece mucho a las
sión por amor, si todo el mundo lo llevara a término, sig- objeciones reaccionarias contra las nuevas posibilidades de
nificaría el caos o una crueldad desatada. incrementar el control humano sobre las condiciones de
Los legalistas arguyen que la consecuencia de desobede- vida. Si permitimos el uso de contraceptivos —se dice—,
cer las leyes, tanto morales como civiles, sería un debilita- los matrimonios dejarán de tener hijos, por egoísmo. (¡ Con
miento de la ley y del orden, y que, por muy deseables que mayor frecuencia contribuirá tal uso a que la gente deje
puedan ser las consecuencias inmediatas de la desobediencia, de tener hijos por estupidez!) La respuesta pertinente es:
su "último" resultado "sería" la anarquía. Recientemente, Abusus non tollit usum (el abuso no ha de impedir el uso.)
un tribunal inglés condenó a la mínima pena de prisión Es obvio que esa objeción de la "cuña" no se esgrime
posible a un padre convicto de haber puesto fin a la vida nunca contra los verdugos, los soldados o los solterones
de su hijo, que era un mongólico idiota; en los consideran- de nuestra sociedad. El "argumento de la generalización"
dos de la sentencia se decía que, aunque el juez habría ("¿qué sucedería si todos hicieran lo mismo?") no es,
obrado quizá del mismo modo que el acusado en aquellas en realidad, sino una de las maniobras urdidas para desacre-
circunstancias, el hecho de eximirlo de la ley y del castigo ditar la responsabilidad personal y dejar que la ley lo con-
que comporta un asesinato, podría inducir a otros a come- trole todo. Fundamentalmente es una jugada antisituacio-
ter nuevos asesinatos y quebrantaría la estructura social. nista, una forma de obstruccionismo, una acción dilatoria
A primera vista, esta sentencia parece ser una constata- de la moralidad inmovilista.
ción realista de que las consecuencias de nuestras acciones
no sólo son inmediatas sino también remotas, y que éstas
últimas no pueden ser olvidadas al tomar una decisión. Pero, SANTIFICAR LOS MEDIOS
de hecho, no se trata sino de un nuevo disfraz de aquella
regla abstracta de Kant, según la cual todo acto, para ser Cualquiera que sea la decisión que adoptemos en nues-
tras opciones, siempre es el fin el que justifica los medios.
13. J. V. Sullivan, Catholic Teaching on the Morality of Euthanasia, No todos los fines, ciertamente, pueden justificarse a sí
Catholic University Press, 1949, p. 54.
198 ÉTICA DE SITUACIÓN
EL AMOR JUSTIFICA SUS MEDIOS 199
mismos, porque, en la ética de situación cristiana, el amor
torturado para forzarle a ello: tendría que orar para tener
es el único fin que tiene valor en sí mismo. Todos los
la fuerza de no despegar los labios, pero nunca podría
demás fines y todos los medios se justifican según sean los
suicidarse". 16 Aquí nos hallamos ante una colisión frontal
cambios y los azares de las situaciones ilimitadamente di-
entre el absoluto de la vida (no tanto por lo que se refiere
versas.
a su conservación, como por lo que atañe a no sacrificarla
Lo que a menudo se ha presentado como prueba del
indebidamente) y el absoluto del secreto.
doble juego de los jesuítas y de su tendencia a eludir la
La misma "perplejidad" invade al legalismo cuando el
"ley moral", es algo que, de hecho, habla en favor suyo;
conflicto se establece entre la obligación de guardar un
por nuestra parte, abrazamos de todo corazón su máxima:
secreto y las exigencias de la justicia-amor; por ejemplo,
Finis santificat media (el fin justifica, o santifica, o da
cuando un sacerdote sabe "bajo secreto de confesión" que
validez a los medios). A esta afirmación precisamente es
un hombre inocente va a morir por el crimen que cometió
a la que conduce nuestro principio del valor extrínseco o
su penitente. La ley canónica le prohibe revelar lo que sabe.
contingente. Brunner lo formulaba de modo parecido al
Sin embargo, ¿por qué es más importante la vida del
decir que "el fin necesario santifica los medios necesarios". 14
espía que la vida de sus conciudadanos ? ¿ Por qué el secreto
De ahí que pudiera hablar de "la santificación de los medios
sacerdotal es más sacrosanto que la vida del hombre ino-
por el fin". (N. H. Sóe, de Dinamarca, afirma que Brunner
cente, desgraciada víctima de las circunstancias que le con-
"nunca llegó a ser un Situationsethiker [un moralista situa-
ducen a la muerte? (Todo parece indicar que la conservación
cionista] ". 15 Pero todo evidencia que Sóe andaba equi-
de la propia vida ocupa el primer lugar, que después
vocado).
sigue la observancia de la inviolabilidad del secreto, y que
Pensar que podemos eludir dudas y conflictos acogién- al amor al prójimo sólo le queda un triste tercer lugar.)
donos a la ley, es una trampa y una quimera. Un moralista
Por esto, en las relatividades de este mundo, donde la
legalista, hablando del problema que suscita un espía hecho
conciencia labora por obrar rectamente, si en esta circuns-
prisionero, escribe: "El suicidio directo sería un medio
tancia el amor tiene mayor peso, siempre será lícito hacer
malo para alcanzar un fin bueno, aunque el espía tema que
lo que, en otros contextos, sería un mal. Porque es de la
la coacción y la tortura puedan arrancarle una información
incumbencia del amor calcular las ganancias y las pér-
de vital importancia. Es exactamente el mismo caso del
didas, y actuar de tal modo que siempre resulte ganancioso.
sacerdote que temiera violar el secreto de confesión si era
Así, pues, hemos de oponernos rotundamente a la
antigua regla sobre los fines y los medios, que se ha hecho
14. Emil Brunner, The Divine Imperative, p. 246.
15. The Theology of Emil Brunner, edit. por C. W. Kegley; The Mac-
raillan Company, 1962, p. 255. 16. F. J. Connell, en American Ecclesiastical Review, vol. CXLII, 1960,
pp. 132-133.
200 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR JUSTIFICA SUS MEDIOS 201

clásica en ética cristiana y en teología moral. No podemos ción. Divorciarse puede equivaler, algunas veces, a lo que
dejar de hacer una obra preponderantemente buena sólo hizo David "cuando entró en la casa de Dios y comió los
porque los medios necesarios resulten ser "generalmente" panes del ofrecimiento" : es lo mismo que Cristo nos hubiera
malos, o porque entrañen algún mal. Para nosotros, si aconsejado. Pero el hecho de que los evangelios nos digan
algo es bueno o malo y si una acción es lícita o ilícita, no que Jesús, por un lado, bendijo la acción de David debido
se debe nunca a lo que la cosa o la acción sean en sí mismas, a la situación concreta en que éste se hallaba y que, por
sino que viene determinado por las circunstancias. A Wi- otro lado, hizo absoluta la prohibición del divorcio, esto
lliam James le gustaba decir que la verdad no existe ante suscita un grave problema a los eruditos biblistas (proble-
rem, es decir, antes o separadamente de los hechos en cuanto ma que resulta particularmente incómodo para los literalis-
vividos, sino in rebus, es decir, en el acontecimiento mismo, tas y legalistas), pero no es causa de la menor confusión
en el acontecimiento vivido. Y lo mismo ocurre con el bien. para la ética cristiana, al menos para la ética cristiana
Años atrás, el Congreso aprobó una ley especial concediendo situacionista. Ya que estamos absolutamente seguros de
la ciudadanía norteamericana a una doctora judía rumana, esto: querer el fin es querer los medios.
que había hecho abortar a tres mil mujeres judías internadas Sólo el fin, y nada más que el fin, justifica los medios.
en un campo de concentración, porque en él las mujeres
embarazadas eran conducidas inmediatamente a los hornos
crematorios. Aun aceptando el punto de vista de que el
embrión ya es una "vida humana" (cosa que muchos no
aceptamos), "matando" a tres mil vidas embrionarias la
doctora salvó a las tres mil vidas de las madres y evitó el
asesinato de unas y otras, es decir, de seis mil vidas.
Si, por ejemplo, en el caso particular de una familia
determinada, el bienestar sentimental y espiritual tanto
de los padres como de los hijos puede quedar más eficaz-
mente asegurado por un divorcio, entonces, por malo y
agitanado que suela ser habitualmente el divorcio, el amor
lo exige. El método que sigue el amor consiste en juzgar
según el caso particular, no en someterse a las leyes y a los
universales. El amor no proclama unos enunciados solem-
nes ; formula preguntas concretas, preguntas sobre la situa-
EL AMOR DECIDE DÓNDE Y CUÁNDO
Sexta proposición: "Las decisiones del
amor son según la situación y no según
la prescripción".

A veces, los hombres que ocupan cargos directivos


tienen sobre su mesa un letrero irónico que reza: "Ya he
decidido. Los hechos no me harán cambiar". Se trata de
un rasgo de humor más bien triste, porque refleja una
forma de inseguridad moral y espiritual muy extendida y
sumamente perniciosa.

E L ANHELO DE LOS HOMBRES : UN SISTEMA

Son demasiados los que, en el fondo de su corazón,


desean un sistema ético de moralidad prefabricada y pre-
confeccionada. Necesitan apoyarse en normas seguras e
inflexibles. Murmuran diciendo que es muy comprensible,
en Pablo, su afirmación de que vivir bajo la ley es una
especie de esclavitud, J "pero, en definitiva, nosotros no
somos san Pablo". Y aunque el apóstol dijera que quienes

1. Calatas 4, 21-26.
206 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR DECIDE DÓNDE Y CUANDO 207

perseveran en la ley son poco más que esclavos, nosotros


L A ZONA GRIS
aún necesitamos la ley —si no la Tora, al menos alguna
que se le parezca, aunque algo más "cristiana".
Cuando nos enfrentamos a los auténticos problemas de
A la gente le gusta embozarse en la seguridad de la conciencia, aquellos que no son fáciles ni de solución obvia,
ley o cobijarse a su resguardo. A los hombres les resulta nos hallamos situados en la "penumbra ética" •—en aquella
imposible confiarse por entero a la libertad de la gracia; zona en que la certeza ya es muy precaria. Entre la cara
prefieren la confortabilidad de la ley. Están por el sistema de un satélite, brillantemente iluminada por la luz del sol,
del Gran Inquisidor, por el "pan y juegos circenses" de y la cara opuesta, sumida en la oscuridad (la sombra),
la antigüedad. Si el hombre, como afirman los filósofos, se existe uan franja ensombrecida e iluminada a medias: la
convirtió en "un animal trágico" cuando trascendió las penumbra. Así también, en la vida, muchas decisiones son
opciones determinadas por sus instintos y así adquirió una de esta índole: surgen en nuestra zona intermedia. El inte-
conciencia libre, entonces es mucho mejor que limitemos rés que siente la ética de situación por las realidades "pe-
al menos esta trágica carga de la conciencia a un mínimo numbrosas" de nuestra vida es paralelo al interés que sentía
que no sea peligroso. En cierta manera tienen razón: pasar Bonhoeffer por la historia y el mundo como "realidades
de la ley al amor (o a la "gracia", como decía Pablo) es penúltimas". 2 Se trata de la actitud que se enfrenta ahora
dar un paso doloroso y terriblemente arriesgado. y aquí a los problemas, sin dirigir la menor mirada román-
El situacionista rechaza decididamente el apretado dogal tica al pasado y sin evadirse en sueños de futuro.
de la ley inflexible, con sus falsas promesas de ahorrarle
En esta zona es donde se hace más acuciante la llamada
las angustias de la decisión, y prefiere vivir como hombre
a pecar con valentía. No hace muchos años, en Arizona, una
libre, asumiendo con la mejor buena voluntad todas las
mujer tuvo noticia de la posibilidad de que diese a luz a
ambigüedades que la libertad entraña. Su vida moral cobra
una criatura deforme, porque había tomado talidomida
entonces un cariz aventurero, porque ya no pretende ser
estando embarazada. ¿Qué debía hacer? Pidió al juez que,
un mero calco. Con toda humildad y plenamente consciente
avalando el consejo de su médico y del hospital, autorizase
de no poder eludir el margen de error humano, el situa-
la interrupción del embarazo. Aun lamentándolo, el juez
cionista —según la afortunada expresión de Lutero— peca-
se negó rotundamente a ello porque la ley prohibe sin
rá con valentía.
excepción todo aborto que no sea terapéutico. Su marido
la llevó a Suecia, donde el amor ejerce mayor poder sobre
la ley, y allí pudo abortar. Podían dar gracias a Dios,

2. Dietrich Bonhoeffer, Ethics, pp. 84 s«.


EL AMOR DECIDE DONDE Y CUANDO 209
208 ÉTICA DE SITUACIÓN

porque el embrión era atrozmente deforme. Pero, de ante- y tuvo que ser transportado en andas, retrasando así peli-
mano, nadie hubiera podido darlo por seguro. Fue una grosamente la marcha. Scott no quiso separarse del herido,
decisión valiente, responsable y recta, incluso en el caso no quiso abandonarlo •—y así murieron todos. Pero aquella
de que el embrión hubiera sido prefectamente normal. Fue decisión fue un auténtico kairos, y aun asumiendo que Scott
un kairos, una plenitud de tiempo, aquel instante de la no la adoptara por mero legalismo, merece que le honre-
decisión. mos tanto como a Holmes o a la mujer de Arizona. No
siempre podemos predecir de una manera acertada el fu-
En el año 1841, durante su travesía de Liverpool a
turo, pero siempre estamos obligados a intentarlo.
Filadelfia, el buque William Brown chocó contra un ice-
berg en las inmediaciones de Terranova e inmediatamente Este método (o neocasuística) contextual, situacional,
empezó a hundirse. Dos botes se salvaron del naufragio. clínico, este modo de adoptar decisiones admite tantas
Uno de ellos, con el capitán, parte de la tripulación y un variables que no puede satisfacer a mucha gente. Los hom-
pasajero, fue avistado y rescatado seis días más tarde. El bres prefieren recluirse en unas pocas constantes muy
otro, que era una lancha mucho mayor, se hallaba a cargo firmes, sancionadas por la ley, e ignorar todas las variables.
del primer oficial. Pero éste, siete marineros y treinta y dos Así es cómo actúa la ley. Pero no es así cómo actúa el amor.
pasajeros constituían una carga doble de la que podía so- Sin embargo, a esta diferencia, que siempre ha existido,
portar la embarcación. La lluvia y el mar encrespado les hemos de añadirle aún el hecho nuevo de que la vida y
condenaban a todos a muerte. Entonces el oficial ordenó la cultura, en nuestra civilización técnica, cada día alcanzan
que la mayoría de los hombres se arrojaran al mar; éstos una mayor complejidad, tanto por la gran especialización
se negaron y Holmes, un marinero, fue echándolos por la lograda como por el conocimiento de las complejas rela-
borda. Finalmente, los restantes pudieron salvarse. En Fila- ciones interdisciplinarias. De ahí que resolver los problemas
delfia, Holmes fue declarado reo de asesinato, aunque el éticos y adoptar unas decisiones congruentes, resulta cada
juez recomendó el indulto.3 El legalismo prescinde del kai- vez más enormemente difícil: entre el blanco y el negro,
ros y dice que Holmes cometió una acción mala, y no bue- la "zona gris" va creciendo incesantemente. La necesidad,
na. En cambio, la ética de situación afirma que Holmes cada vez mayor, de pericia profesional y de conocimientos
pecó con valentía y que su acción fue buena. especializados hace que el perfeccionismo sea progresiva-
mente expulsado de la ética cristiana; y, por la misma
Cuando la expedición del capitán Scott al Polo Sur,
razón, el moralismo pueril se ve forzado a hacerse adulto
acosada por las dificultades, regresaba hacia la costa sin
si quiere afrontar adecuadamente los complicados hechos
tiempo ya que perder, uno de los expedicionarios se lesionó
de la vida.
3. Véase Edraund Cahn, The Moral Decisión, Indiana University Press, Sometida a las tensiones y a las revelaciones que nos
1956, pp. 61-71.
210 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR DECIDE DONDE Y CUANDO 211

procura la "explosión informativa" de nuestra época, toda Nada en el mundo provoca tantos conflictos de concien-
moralidad prefabricada y codificada se expone a conver- cia como la invocación puramente verbal, continua y con-
tirse en una especie de artilugio neurótico de seguridad vencional, de unas "leyes" morales que, en la práctica, todos'
destinado a simplificar las decisiones morales. Es posible burlan constantemente porque son excesivamente mezquinas
que, en una concepción realmente equilibrada, el verdadero o harto rígidas para encajar en los hechos de la vida real.
orden presuponga la libertad y que la libertad presuponga Son muchos los que prefieren adaptar la realidad a las
el orden; pero, precisamente por esto, a los ojos del lega- reglas, en vez de hacer que éstas se acomoden a la realidad.
lista la primacía corresponde siempre al orden. El legalismo siempre lo subordina todo a la necesidad de
un orden, e insiste obstinadamente en la obediencia a la ley,
sobre todo a la ley estatuida. Si pudiera pararía a rajatabla
E L FIN DE LAS IDEOLOGÍAS toda la actividad de Martin Luther King 5 y de todos los
que recurren a sentarse en mitad de la calle o de los que
Las estructuras políticas y sociales se sienten más se- participan en las grandes marchas en favor de los derechos
guras cuando se hallan respaldadas por un sistema ético, civiles. La ética de situación, en cambio, da un valor más
por un código moral estable. Algunos círculos sociales elevado a la libertad y a aquella responsabilidad en la
experimentan en la actualidad un hambre creciente de leyes, adopción de decisiones libres que no es sino el reverso de
y este hambre es la que hallamos en el fondo del confor- la moneda de la libertad.
mismo cultural y en el vehemente anhelo de una ortodoxia, Nadie será tan ciego como para no ver que, tanto en
tanto política como teológica. Hasta cierto punto como el dominio de la ética como en el ámbito político, las ideo-
los existencialistas, también los situacionistas se rebelan logías han llegado a un callejón sin salida. La teoría y la
contra la pesadez cultural de la ética tradicional y "respeta- práctica doctrinales, que pueden sintetizarse en un libro,
ble". Se rebelan contra la ética vigente en la cultura de la resultan demasiado estrechas y demasiado limitadas. "El
clase media americana, tanto por la excesiva elevación de problema estriba —dice Daniel Bell— en que los ideólogos
sus leyes morales como por la arraigada costumbre de son unos terribles simplificadores. La ideología hace inne-
eludir simultáneamente en la práctica su cumplimiento cesario que los hombres confronten sus posibilidades indi-
—contradicción que suele describirse agudamente como "el viduales con la situación en que se hallan. Les basta poner
salto del domingo al lunes". 4 en marcha la máquina ideológica y esperar que salga la

4. El autor se refiere al contraste entre la actitud del hombre-del-domingo,


que en general asiste a los servicios religiosos, y la del hombre-del-lunes, que
reanuda sus ocupaciones sin sentir ya la menor preocupación religiosa. — 5. El autor escribió estas líneas antes del asesinato de Martin Luther
N. del T. King. — N. del T.
212 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR DECIDE DONDE Y CUANDO 213

fórmula ya preparada". 6 Si donde Bell dice ideología po- moralista católico francés, especialista en ética contempo-
nemos la palabra "ley", habremos alcanzado el nudo de la ránea, "reaccionara sobre todo contra la moralidad codi-
cuestión. Un comité, creado por el difunto presidente Ken- ficada y contra la casuística", y que su "actitud ante la
nedy para que se ocupara de todos los problemas de la moral codificada [fuese] pura y simplemente una actitud
ética de los negocios y del que formaba parte el autor de de rebeldía". 7 Los cristianos modernos deberían sacudirse
este libro, no llegó a ningún resultado porque, debido a la ya la ingenuidad de creer que la ética de Jesús no era situa-
mentalidad codificadora de sus miembros, decidió redactar cionista. Cuando, unos diez años atrás, Edmund Wilson
un código que abarcara todo los aspectos del mundo de publicó en el The New Yorker su famoso artículo sobre los
los negocios, y al final se encontró con que no había hecho pergaminos del Mar Muerto, fue enorme el revuelo que
otra cosa que un gran acopio de simples tópicos. alzó con su afirmación de que la enseñanza de Jesús era
Para tomar auténticas decisiones es imprescindible que una copia de las doctrinas esenias de la comunidad de
la libertad haga posible una actitud abierta ante cada si- Qumran. 8 En realidad, para denunciar el error de esas com-
tuación concreta. ¡ Imaginaos los apuros de un tocólogo que paraciones tan escasamente críticas basta observar que el
se creyera en la obligación de aplicar la respiración arti- legalismo y las reglas codificadas de la secta de Qumran
ficial a todas las criaturas a quienes ayuda a nacer, por habrían avergonzado a los mismos fariseos, y que Jesús re-
monstruosas que fueran sus deformaciones! En el siglo pa- chazó absolutamente toda suerte de legalismo.
sado, Thomas Huxley prefería atenerse estrictamente a la Como todos sabemos, la sexualidad es un problema tan
ley en sus decisiones morales —aun a costa de que así su enorme para mucha gente, sobre todo por culpa de los
conducta fuese tan mecánica como la de un reloj al que efectos represivos del legalismo, que en el lenguaje perio-
cada día damos cuerda— antes que asumir la carga de dístico y popular la expresión "denuncia moral" siempre
errores que la libertad comporta. ¡ Qué ironía si compara- significa una censura de la conducta sexual. Decir de una
mos su opinión con la del "robot" Tik-Tok de la novela persona que "su moralidad deja mucho que desear" sig-
The Wizard of Oz\ En esta obra, el hombre mecánico nifica que su vida sexual es más libre de lo que las cos-
posee la gracia especial de hacer siempre "aquello para lo tumbres en uso permiten. No obstante, en las enseñanzas
que le han dado cuerda", pero en cambio anhela desespe- de Jesús no hallamos la menor referencia a la ética del
radamente ser humano. ¿Qué le faltaba para ello? La li- sexo, salvo la cuestión del adulterio y la absoluta condena
bertad de elegir. del divorcio —que es su consecuencia. Jesús nada dijo sobre
No es extraño, pues, que Jesús, según palabras de un
7. Jaeques Leclercq, Christ and the Modern Conscieiice, pp. 59, 61.
6. Daniel Bell, The End of Ideology: On the Exhaustion of Polüical 8. Publicado de nuevo más tarde con el título: The Scrolls from the
Ideas in the Fifties, nueva edición revisada; Collier Books, 1962, p. 17. Dcüd Sea, Oxford University Press, 1955.
214 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR DECIDE DÓNDE Y CUANDO 215
el control de la natalidad, las familias más o menos nu- entre adultos consentidores. Todos los situacionistas esta-
merosas, la ausencia de hijos, la homosexualidad, la mas- rían de acuerdo con las palabras de la señora Patrick
turbación, la fornicación o las relaciones sexuales prematri- Campbell cuando decía que la gente puede hacer "cuanto
moniales ; ni tampoco sobre la esterilización, la inseminación quiera, mientras no lo haga en medio de la calle y no es-
artificial, el aborto, la libertad sexual y los límites que pante a los caballos".
hayan de guardarse durante el noviazgo. Que las diversas
La ética de situación siempre teme que la ley prescrip-
formas de la sexualidad (hetero, homo o autosexualidad)
tiva falsifique la vida y rebaje la grandeza moral del hom-
sean buenas o malas, eso depende de cómo en ellas sea ple-
bre, tanto si se trata del legalismo escripturístico de los
namente servido el amor.
protestantes biblicistas y de los mahometanos como del
El interés de la ética cristiana no se cifra en promover legalismo de la naturaleza (ley natural) de los católicos y
vírgenes a regañadientes ni castidades técnicas. Probable- de los discípulos de Confucio. Un teólogo americano se
mente, lo que se precisa en la sexualidad con mayor ur- lamenta de que la ética de situación sea incapaz de com-
gencia aún que en otros ámbitos es una buena ventilación, prender que los hombres son absolutamente hostiles a abra-
que la desmitifique y la libere de la carga mística y de las zar lo que él llama las "ambigüedades paradójicas" —y
adherencias ocultas que debe tanto al romanticismo como que lo que quieren son normas más definidas y exactas que
al puritanismo. La gente va aprendiendo que puede darse lo que puede ofrecerles el relativismo ético.9 ¡ Qué duda
una sexualidad sin amor y un amor sin sexualidad, y que cabe! Lo que los hombres quieren es el Gran Inquisidor
engendrar hijos puede ser (y a menudo debería ser) algo de Dostoievski. T. S. Eliot tenía razón cuando decía que
muy distinto de "hacer el amor". En realidad, la sexua- los hombres no pueden soportar un exceso de realidad.
lidad tanto sirve para la re-creación como para la pro- Pero tampoco pueden rehuirla. Si quieren aprender el
creación. Y si la gente no cree que sea malo tener rela- delicado y difícil juego del amor, los hombres tendrán que
ciones sexuales fuera del matrimonio, no lo es, a no ser abandonar las reglas pueriles que ahora les guían.
que, teniéndolas, pueda dañarse a uno mismo, al amante
extraconyugal o a terceros. Claro está que este "a no ser
que" tiene tanta fuerza que decidirá a muchos hombres y E L FANATISMO DE LA VIRTUD
mujeres a abstenerse de toda relación sexual que no pueda
darse en el ámbito de la total y plenaria entrega mutua del Como reza un antiguo adagio, "la virtud no pasa nunca
matrimonio. Los legisladores civiles se apresuran a expur- de moda", es decir, la disposición en favor del honor, la
gar sus textos legales de aquellos artículos que convertían castidad, la lealtad, la paciencia, la humildad y todo lo de-
en un crimen las relaciones sexuales fuera del matrimonio 9. W. Burnett Easton, Jr., "Ethical Relativism and Popular Morality"
loe. cit.
216 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR DECIDE DÓNDE Y CUANDO 217

más, nunca pasa de moda. Pero las situaciones cambian. de amor, de ahí se deduce que sólo serán buenas cuando,
Hay otro antiguo adagio que dice: Semper sed non ad o mientras, o en tanto que sean acciones de amor. La
semper ("los principios siempre son buenos, pero no en bondad de un acto (es decir, su condición de bueno) no
todos los casos"). Lo que es constructivo en una época, radica en el acto en sí, sino en su Gestalt, en su configu-
puede no serlo en otra; el himno de James Russell tiene ración de amor que santifica el agregado, el entero complejo
razón: "Los bienes antiguos periclitan con el tiempo". La de todos los factores que concurren en la situación, es
humildad y la gentileza significaron antaño que las mu- decir, la totalidad de su contexto.
jeres debían ser ignorantes, pero ahora ya no es asi. En La teología, o el quehacer teológico, se lleva a cabo en
palabras de Raymond Bruckberger, sacerdote francés que el punto de coincidencia de la fe y la vida, de la Iglesia
conoce a fondo la cultura americana: "El amor fanático a y el mundo. Cuando Tillich insiste en que la verdadera
la virtud ha ocasionado más daño a los hombres y a la teología surge allí donde se formula una pregunta acerca
sociedad que todos los vi.ios juntos". 10 de una situación concreta y esta pregunta exige una res-
Después de haber visto El pato salvaje de Henrik Ib- puesta por parte del "mensaje" evangélico — Tillich está
sen, ¿quién podría olvidar que la "virtud" puede servir construyendo una teología situacionista. De igual modo, la
al demonio? En este drama, el joven Gregers Werle, por verdadera ética surge allí donde una situación concreta
el simple hecho de revelar la verdad sobre el pasado, oca- plantea unas intcn ogaciones. Lo que Tillich llama método
siona un daño mucho mayor a mucha más gente que el que de correlación se aplica a toda la teología, tanto a la moral
hiciera su padre nintiendo acerca de los mismos luchos: como a la dogmática.
ÍISÍ es como Gregers Werle destroza la vida de una mu- El situacionista cristiano entiende que su fe responde
chacha, la de aus padres y, además, la vida de su propio a tres de las siete preguntas que siempre ha de formularse.
padre. Y sólo fue el Dr. Relling, un situacionista, quien Estas tres respuestas son sus "universales". Conoce el
dijo que por amor debía silenciarse la verdad. Hemos de qué: es el amor; conoce el por qué: por amor a Dios;
conocer cada situación y calcular los factores que en la conoce el quién: es el prójimo, la gente. Pero sólo en la
misma concurren. Es perfectamente posible ser calculador situación concreta y a partir de ella puede responder a las
sin amar, pero no es posible amar sin ser calculador. otras cuatro preguntas : ¿ cuándo ?, ¿ dónde ?, ¿ con qué ? y
Si es verdad, como afirma el "resumen" de la ley que ¿ cómo ? Como ya hemos insinuado más arriba, éstos son
Jesús nos dio bajo la rúbrica del Nuevo Testamento, que los factores del kairos. Únicamente en la totalidad de las
las acciones humanas sólo son buenas porque son acciones circunstancias puede encontrar el situacionista cuál ha de
ser su decisión correcta. La ética cristiana es, primaria-
10. Raymond Bruckberger, Image of America,
1959, p. 64.
The Viking Press, Inc., mente, una ética de amor y no una ética de esperanza
218 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR DECIDE DÓNDE Y CUANDO 219

(aunque comparte asimismo una significación escatológica). renta. Tampoco en estos casos la respuesta podrá ser una
Eso quiere decir que es una ética para el presente, para respuesta, sino una nueva pregunta: "¿Es un problema
ahora y aquí. Por la fe vivimos en el pasado, por la espe- real el suyo, es decir, una situación concreta, o no ?" Tanto
ranza vivimos en el futuro, pero por el amor vivimos en el si se trata de relaciones sexuales prematrimoniales, como
presente.11 El legalismo se equivoca porque intenta orien- de difamación, o de ruptura de un contrato, o de cualquier
tar el amor en sentido retrospectivo, hacia el pasado, vin- otra cosa ("diga usted un nombre"), la respuesta será
culándolo a antiguas decisiones que ya fueron adoptadas siempre idéntica: "Sólo me está usted diciendo palabras,
mucho tiempo atrás. abstracciones. Eso que me pregunta carece de sustancia,
Si la ecología es el estudio de las relaciones existentes no es una realidad viva. No hay modo de responder a pre-
entre un organismo vivo y su medio ambiente, podemos guntas como éstas".
decir que la ética de situación es una ética ecológica, ya Nuestra actitud, pues, es directamente opuesta al desasi-
que tiene en cuenta tan plenamente como puede el con- miento de los místicos y a las abstracciones de los meta-
texto (medio ambiente) de cada decisión moral. Esto sig- físicos, como las que implica aquella sutra budista, que
nifica que estudia con la máxima minuciosidad todo el dice: "Nuestra mente ha de permanecer alejada de las
conjunto de fines, medios, motivos y resultados. La recti- circunstancias y jamás hemos de permitir que éstas influ-
tud de una decisión estriba en su Gestalt o configuración yan en la función de nuestra mente". 12 Quizá Nicolás
de la acción como un todo, y no en uno solo de sus fac- Berdiaev fue menos que coherente en muchas cosas, pero
tores o ingredientes. al menos vio con claridad meridiana que, contra el parecer
¿ Es malo el adulterio ? Formular esta pregunta es como de los amigos de las abstracciones, "toda acción moral
encender un fuego de virutas. Implica una generalización hemos de referirla a una persona viva y concreta, y no al
muy brillante, como la del pescado de Osear Wilde a la bien abstracto". 13
luz de la luna: relumbra, pero apesta. Sólo podemos res-
ponder: "No lo sé. Quizá sí. Presénteme un caso. Descrí-
CUANDO LOS DERECHOS TIENEN DERECHO
bame una situación real". O bien es posible que alguien
pregunte si un hombre puede mentir a su mujer o puede
Cuando reina el amor y no la ley, las decisiones de la
abandonar a su familia, si es lícito que espíe los proyectos
conciencia son relativas. El amor traza el camino según
o los planes de un competidor o si honradamente puede
dejar de consignar algún ingreso en su declaración de 12. Sutra de Wei Lang, citada en la obra de C. Humphreys, Buddhism,
Penguin Books, Inc., 1952, p. 17.
13. N. Berdiaev, The Destiny of Man, Charles Scribner's Sons, 1960,
11. Cf. Emil Brunner, Faith, Hope and Love, The Westminster Press, p. 106. [La destinación del hombre, trad. castellana de J. de Benavent; Bar-
1956, p. 13. celona, José Janes, editor, 1947. — N. del 7\]
220 ÉTICA DE SITUACIÓN EL AMOR DECIDE DONDE Y CUANDO 221

las circunstancias. Depende de cada situación lo que, en resistencia contra la integración escolar en la ciudad
ella, deba hacerse, y, por eso, la solución de cualquier de Clinton, al este de Tennessee. Kasper apeló a la pri-
problema moral será siempre relativa. Es en los hechos mera enmienda constitucional para reivindicar su libertad
donde se revela qué conducta es la buena: Ex jactis oritur personal y el derecho a la libre expresión. Pero el juez,
tus. Pero una vez escogido el camino relativo, la obliga- Homer Weimer, en su instrucción al jurado, hizo notar
ción de seguirlo es absoluta. En lo que se refiere a la que, a pesar de que todos tengamos derecho a hablar en
obligación, no podemos ser cual veleta que salta del norte público, todos tenemos asimismo la obligación de calcular
al sur para luego apuntar al este, en una constante vaci- las consecuencias de nuestras palabras en relación al bien
lación e indefinida incertidumbre. La obligación es abso- general. Un situacionista cristiano que hubiera formado
luta ; únicamente la decisión es relativa. Sólo el cómo es parte del jurado, habría podido decir a Kasper: "Puede
relativo, pero no el porqué. Por eso hemos dicho que usted reivindicar, si quiere, su derecho a hablar en pú-
nuestra tarea consiste en "hallar el camino relativo del blico, tanto si lo considera un derecho 'natural', como 'dado
amor absoluto". por Dios' u otorgado por la constitución; pero que tenga
El moralista metafísico de la tradición clásica, con sus usted el derecho de ejercer su derecho, es decir, que ten-
valores intrínsecos, sus universales morales y el impresio- ga este derecho en esta situación, esto depende — ¡ todo de-
nante aparato de su código nos dice: "Tú, haz lo que es pende, siempre!"
lícito, y deja que las astillas de tu acción salten a donde Usando ahora la terminología clásica, cosa que hones-
quieran". Pero quien ha de tomar una decisión situacio- tamente puede hacer incluso un situacionista, podemos de-
nista, replica inmediatamente a su rival metafísico: "¡Alto! cir que el orden jurídico nunca coincide exactamente con
Precisamente del lugar al que salten las astillas depende el orden moral. Ambos órdenes nunca logran ponerse de
que sea o no sea lícito lo que yo haga". Sólo un incauto acuerdo para alcanzar una verdadera "adecuación", y el
se dejará arrastrar por la pseudovalentía y el falso coraje orden moral —con el amor en el asiento del conductor—
profético de quienes corren hacia un ideal sin tener en es el que siempre ocupa el primer lugar cuando no se ha
cuenta los sufrimientos que su intento comporta o el precio logrado la "adecuación". El amor incluso puede amar a
que cuesta. Seguir un principio será bueno o será malo en la ley, siempre que la ley sepa comprender cuál es el sitio
atención tan sólo a quien sufra sus consecuencias y en la que le corresponde y se sitúe en la segunda fila. Los dere-
medida en que las sufra. chos legales se subordinan al amor, lo mismo que las
John Kasper, un agitador racista y demagogo contrario prohibiciones legales. Bajo la influencia aristotélica, la teo-
a los negros, fue acusado ante un tribunal en Tennessee por logía moral católico-romana clásica ha tendido a considerar
haber incitado al desorden público en sus actividades de el amor como la "forma" y la ley como la "materia",
222 ÉTICA DE SITUACIÓN
viéndolos a ambos como co-inherentes e inseparables. Pero,
desde el punto de vista de un situacionista, una tal meta-
física ontológica no hace sino desorientar y confundir el
amor y la ley. Pues, aunque a veces la ley puede ser la
materia del amor, otras muchas veces la ley niega y des-
truye el amor. Sin embargo, la diferencia radical estriba
en que las decisiones del amor son según la situación y no
según la prescripción.
¿Qué podemos decir, ahora, de aquella joven a quien,
según contamos en el primer capítulo, le ofrecieron una
enorme suma de dinero si accedía a acostarse con un hom-
bre rico? Ahora, después de tanto andar por la "zona gris"
de la ética, ¿cómo responderemos a la pregunta de si las
relaciones sexuales fuera del matrimonio son siempre ma-
las? ¿Lo son también las que se pagan? Hay mujeres que
tuvieron relaciones de éstas para alimentar a su familia,
para pagar deudas, para servir a su país en el contraes-
pionaje, para honrar al hombre con quien no podían ca-
sarse. ¿No tenemos derecho a decir que, según sea la
situación, quienes infringen el séptimo mandamiento de
la antigua ley, incluso las prostitutas, quizás obren bien
— si lo hacen por amor, en bien del prójimo? En una
palabra: ¿existe realmente alguna "ley" que tenga validez
universal? El situacionista cree que no.

UNA NEOCASUÍSTICA

La Situations-ethik va ganando cada día nuevas posi-


ciones en la ética protestante no fundamentalista, en la
cual está suscitando o fomentando una especie de neoca-
226 ÉTICA DE SITUACIÓN POST SCRIPTUM: ¿POR QUÉ? 227

suística. De vez en cuando, los escritores protestantes más Si bien lo pensamos, es muy posible que la mayoría de los
preeminentes censuran el relativismo del método situacio- hombres sean situacionistas y que siempre lo hayan sido.
nista, pero todo parece indicar que se trata más bien de Así, pues, el situacionismo parece ser el cristal que
objeciones propias de determinadas estructuras de carácter nuestra era pragmática y relativista ha precipitado en la
que de auténticas críticas. Dos de estos moralistas ameri- ética cristiana. A lo largo de la historia, la mayoría de
canos, John Bennett y Daniel Williams, han caído en el los hombres han sido, de hecho, situacionistas en mayor
error de pensar que el método situacionista es antinómico o menor grado, pero la diferencia, en nuestro tiempo, es
en los procedimientos y que trabaja sin ninguna clase de que somos situacionistas en el sentido de poseer un mé-
principios.1 Reconocen sin embargo que, en sustancia, nada todo racional, explícitamente profesado. En cuanto nos
tienen que objetarle. De todas formas, si tomamos como ponemos a cortar nuestros vestidos éticos para que se
punto de referencia el ala derecha de la Iglesia evangélica, ajusten a cada situación, desaparece el antiguo sentido
radicalmente hostil a la ética de situación —a la que cali- legalista de culpabilidad y de ideales defraudados. Ahora
fican de "nihilismo moral" y de "minimalismo solapado"—, estamos colmando deliberadamente el abismo que existía
resulta entonces considerable el número de moralistas pro- entre lo que decíamos profesar y la realidad más o menos
testantes americanos que se hallan en el campo situacio- disimulada de nuestras actividades prácticas. Esta época de
nista.2 Todavía no ha aparecido ninguno en la Iglesia ansiedades es también una época de sinceridad.
romana a quien no le hayan sentado la mano, pero Bernhard En esta "nueva moralidad" todo es una neocasuística.
Háring, c. ss. r., y Gerard Gilleman, s. ]., han avanzado G. E. Moore dijo en sus Principios éticos: "La casuística
un buen trecho en el camino que conduce a situar el amor es la meta de la investigación ética", 3 pero si somos ínte-
como principio fundamental de la ética, en sustitución de gramente situacionistas insistiremos en que, también empí-
la naturaleza; por lo demás, abandonando el antiguo lega- ricamente, los casos concretos constituyen el punto de par-
lismo, es el personalismo el que hoy confiere a los trabajos tida de la ética de situación. Esta neocasuística, como la
de otros muchos católicos un carácter situacionista de que casuística clásica, es concreta y está centrada en los casos
hasta ahora carecían. Existen además numerosos moralis- particulares, cifrando todo su interés en que los impera-
tas fuera del ámbito teológico que en la práctica son situa- tivos cristianos informen el obrar práctico. Pero, a dife-
cionistas, aunque no teoricen deliberadamente como tales. rencia de la casuística clásica, esta neocasuística repudia
todo intento de anticipar o prescribir anticipadamente las
1. John Bennett, "Ethical Principies and the Context", discurso presi-
dencial pronunciado en 1961 en la American Society of Christian Ethics, pero
decisiones de la vida real en su particularidad existencial.
que después no ha sido publicado; Daniel Williams, What Present-Day Theo- La conciencia cristiana no es una máquina automática que
logians Are Thinking, edición revisada; Harper & Brothers, 1959, pp. 114 ss.
2. Véase la magnífica visión de conjunto de J. M. Gustafson, "Christian
Ethics", loe. cit., pp. 285-354. 3. G. E. Moore, Principia Ethica, Cambridge University Press, 1960.
228 ÉTICA DE SITUACIÓN POST SCRIPTUM: ¿POR QUÉ? 229

nos proporcione unas respuestas preparadas de antemano de la ética; y 3) no ocupa una posición central en la ense-
cuando apretamos los resortes que la ponen en funciona- ñanza de la Iglesia cristiana, a pesar de ser central en el
miento. Ya Whitehead observó que "el uso demasiado Nuevo Testamento.
simplista de las nociones 'bueno o malo' es uno de los Hemos de confesar que los neocasuistas no siempre
principales obstáculos para el progreso de la recta intelec- rinden justicia a la casuística clásica. Edward LeRoy Long,
ción". 4 Hemos de realizar un nuevo esfuerzo para dar valor por ejemplo, confunde la antigua casuística con la compo-
a lo que Brunner llama, como ya hemos indicado, "el oca- nenda,5 y éste es un grave error, porque los antiguos mora-
sionalismo del amor". listas insistieron con énfasis en que sus soluciones a los
Si ahora, desde nuestra atalaya, dirigimos una mirada problemas suscitados por la duda y la perplejidad no
a la historia de la ética cristiana, podremos ver que, des- desvirtuaban ningún principio ni precepto alguno, sino que
pués de todo, no representa ningún descrédito para los más bien eran su más lógica consecuencia. La antigua ca-
casuistas chapados a la antigua ni para los talmudistas, suística nunca tuvo el menor deseo de limar aristas o de
aquel antiguo refrán según el cual las reglas sólo se ha- aguar la leche. El mismo Dietrich Bonhoeffer tampoco an-
cían para que fueran luego transgredidas. Los moralistas se daba muy acertado cuando identificaba la casuística con lo
agitaban y se debatían en su propia trampa tratando de que él llamaba "formalismo" ético.6 Todo cuanto dice a
servir tanto al amor como a la ley, pero desgraciadamente este respecto revela una enorme confusión, de la que asi-
el único resultado era la maraña sin fin de legalismo en que mismo adolece Karl Barth en su Dogmática.'7
incide toda ética que intenta enmendar la ley codificada A decir verdad, el alegato de Bonhoeffer en favor de la
con la gracia del amor. Los rabinos ahogaron el hesed y el necesidad de ser "concreto" y la exposición que nos da del
saddik, y los canonistas estrangularon el ágape. Con necio mismo en el apéndice: "¿Qué significa 'decir la verdad'?",
simplismo olvidaron que el amor es el principio constitu- de su Ética, son una versión tan radical del método situa-
tivo — y la ley, como máximo, no es más que un principio cionista como podría proponerla cualquier relativista cris-
regulador, y aún suponiendo que lo sea. A pesar de la tiano. Por lo menos llega al fondo de la cuestión cuando
profunda renovación de la teología bíblica, todavía en afirma: "La ley siempre engendra el desorden; el nomismo
la actualidad subsisten tres dificultades con respecto a la conduce al antmomismo; el perfeccionismo da paso al li-
ética agapeísta: 1) muchos no entienden su mismo con- bertinaje".® Y lo mismo podemos decir con respecto a
cepto; 2) incluso cuando es entendido, no deja de suscitar
oposiciones, tanto en el campo de la filosofía como en el
5. Edward LeRoy Long, Conscience and Compromise: An Outline of
Protestan^ Casuistry, The Westminster Press, 1954.
6. Por ejemplo, en Bthics, p. 258.
4. A. N. Whitehead, Modes of Thoupht, The Macmillan Company, 1938, 7. Por ejemplo, Church Dogmatics, vol. I I I , libro 4, pp. 7-8.
p. 15. 8. Dietrich Bonhoeffer» Etkics, p. 66.
230 ÉTICA DE SITUACIÓN POST SCRIPTUM: ¿POR QUÉ? 231

Barth cuando dice muy sucintamente: "Existe una ca- asimismo el camino que produzca el mayor bien. Con este
suística práctica, activa: la casuística del ethos profético. método, que ellos denominaron "sistema de la razón sufi-
Esta casuística consiste en el riesgo inevitable... de com- ciente", los compensacionistas se situaron junto al proba-
prender, ahora y aquí, el mandamiento de Dios en lo que bilismo y al probabiliorismo, e incluso aceptaron el nombre
tiene de más concreto y particular". 9 Ya hemos visto que de "sistema moral de prudencia cristiana", aunque tal pru-
Brunner, la tercera "gran B " de la teología moderna,10 no dencia siempre fue una prudencia "natural", que se incli-
sólo vio la verdad central del situacionismo (que él llamó naba obediente ante la autoridad del amor "sobrenatural",
"ocasionalismo"), sino también su vitalidad y la fuerza y no al revés.
creadora que comunica a la vida de los hombres.
En todo caso, los moralistas teólogos, como Bonhoeffer,
Barth y Brunner, han comprendido a fondo y han hablado No MÁS TABLAS D E LA L E Y

abiertamente de la tesis central de la ética de situación, es


decir, de lo absoluto del amor y de lo relativo de la acción, La moderna actitud situacionista con la que adoptamos
y han reconocido que el contexto total de una decisión nuestras decisiones éticas, guarda un paralelismo funda-
siempre es "el conjunto de las circunstancias situadas bajo mental con la epieikeia del mundo antiguo (o epikeia, se-
la ley del amor". Su error, aunque tampoco revista exce- gún la transcripción medieval), es decir, con la equidad,
siva gravedad, es su falta de reflexión histórica. Para no que fue conceptualizada primero por Aristóteles y después,
citar más que uno de los diversos sistemas de moral cris- siguiendo sus huellas, por Tomás de Aquino en su Sum-
tiana que están muy cerca del que nosotros propugnamos, ma.11 Según Kenneth Kirk equivale a "una interpretación
podemos hablar de los principios que informan el llamado justa de la ley, con la debida referencia a las circunstancias
"compensacionismo", dos de los cuales son particularmen- del caso particular". 12 El jesuíta Henry Davis cita la
te significativos. Como que los compensacionistas fueron antigua descripción aristotélica de la epikeia: "La equidad
farragosos y sistemáticos (por ejemplo, Dominic Prüm- es indulgente con la flaqueza humana, y no mira el texto
mer), elaboraron unas reglas para los casos complejos: de la ley, sino lo que en ella pretende el legislador; no el
1) la elección ética entre los diversos caminos posibles acto, sino la intención; no la parte, sino el todo". 13 Lutero
debe hacerse de acuerdo con las peculiaridades concretas la vio (epieikeia, aequitas, clementia, commoditas) como el
e individualizadoras de cada situación; 2) debe elegirse espíritu de la ética del amor en relación con la ley y las

9. Karl Barth, Church Dogmatics, vol. I I I , libro 4, p. 9, 11. Santo Tomás de Aquino, Sutnma Theologica, I I , 2, q. 120, a. 1.
10. El autor aplica a Barth, Bonhoeffer y Brunner lo que se hace co- 12. Kenneth Kirk, Some Principies, p. 208 n.
múnmente en Norteamérica con los grandes jugadores de béisbol, a quienes 13. Henry Davis, Moral and Pastoral Theology, Sheed & Ward, Inc.,
se conoce por la inicial de su apellido. — N. del T. 1935, vol. I, p. 187.
232 ÉTICA DE SITUACIÓN
POST SCRIPTUM: ¿POR QUÉ? 233
situaciones concretas.14 Así es como cualquier ética cen-
trada en la persona se "condensa" en una orientación que do huellas muy profundas en la ética cristiana de América,
sabe penetrar hasta el fondo de cada caso particular.15 cada uno a su manera. Pero, desde el punto de vista de
la ética de situación, dada la importancia que confiere a
Existen, pues, en el paganismo clásico los mismos acen-
las decisiones responsables, la obra de Helmut Richard es la
tos que más adelante hallaremos en la afirmación paulina
que constituye la aportación con más garantías de perdu-
de que el espíritu de la ley está por encima de su letra, y
rabilidad. La insistencia con que Reinhold subrayaba la na-
que inspiran cualquier tribunal de justicia que quiera ser
turaleza "caída" del hombre devolvió la sensatez a la
verdaderamente equitativo. La ética pagana y la ética
ética y, durante cierto tiempo, le aportó un correctivo que
secular han avergonzado a numerosos legalistas cristianos
le era necesario; por otra parte, Reinhold se enfrentó al
que se niegan a dar entrada a la equidad en su interpre-
idealismo perfeccionista protestante con su desteologizada
tación de la ley "natural" o de la ley "divina", porque
posición del "evangelio social". Pero la importancia que su
alegan que Dios es el autor de las leyes de la naturaleza
hermano daba al hombre responsable, y su reafirmación de
o de ciertas tablas de piedra que contienen los preceptos
la convicción profética de que los hombres pueden respon-
divinos absolutos, y porque Dios, en su presciencia, ya ha
der al amor de Dios —éstas son las ideas realmente creado-
previsto todas las situaciones.
ras y perdurables. Y constituyen asimismo una pieza fun-
La ética de situación cristiana, este "no sistema" por el
damental en la ética de situación cristiana).
que aquí abogamos, posee una fórmula táctica, al mismo
Pablo dijo a los santos de Filipos: "Lo que pido en
tiempo sagaz y crítica, para la estrategia del amor: El
mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez
indicativo más el imperativo es igual al normativo. Es
más en conocimiento perfecto y en todo discernimiento".16
decir, el amor en el modo imperativo de la preocupación
Aquí, en pocas palabras, se hallan los cuatro pilares del
por el prójimo, examina, en el modo indicativo, todos los
método preconizado por la ética cristiana, que, siguiendo el
hechos que concurren en la situación, y descubre, en el
mismo orden establecido por el apóstol, son: 1) una piado-
modo normativo, lo que está obligado a hacer, lo que debe
sa confianza en la gracia de Dios; 2) la ley del amor como
hacer. A la luz de lo que el amor exige, lo que es nos
norma; 3) el conocimiento de los hechos, de la situación
muestra lo que debe ser.
empírica, en toda su variedad, relatividad y particularidad;
(Los dos primeros Niebuhr, Reinhold en la universi-
y 4) el discernimiento —es decir, la decisión— que es una
dad de Union, y Helmut Richard en la de Yale, han deja-
cuestión de responsabilidad en la humildad.
14. William Lazareth, Luther on the Christian Home, Muhlenberg Press, Podríamos añadir aún que esta referencia a la humildad
1960, p. 122.
15. W. G. Maclagan, "Respcct for Persons as a Moral Principie", en
Philosophy, vol. 35, 1960, pp. 193-217, 289-305.
16. Filipenses 1, 9.
234 ÉTICA DE SITUACIÓN POST SCRIPTUM: ¿POR QUÉ? 235

no es un simple moralismo de postín, sino la exigencia de estas cuatro categorías. Libertad, pecado, gracia y ley son
un realismo inflexible. Nuestra tragedia es que a menudo conceptos perfectamente identificables en las éticas paulina,
nos hallamos en situaciones de inscrntabilia e imponderabi- agustiniana, tomista, luterana, calvinista y arminiana, para
lia éticos, semejantes a la de aquel comandante de destruc- citar algunos de los ejemplos más representativos.
tor, en la novela El mar cruel de Nicholas Monsarrat, 17 Por esto, precisamente, afirma el padre Farraher como
cuando ha de decidir si lanzará las cargas de profundidad jesuita y como tomista, que el autor de este libro sitúa la
contra un submarino enemigo a pesar de que así segura- libertad en un lugar cimero, y luego añade: "Por supuesto,
mente causará la muerte de centenares de náufragos que se es excesivo el uso que hace de la libertad". 18 El dominico
debaten desesperadamente en las heladas aguas del Atlán- Urban Voll llega aún más lejos al declarar que yo poseo "to-
tico Norte. El comandante tiene la esperanza, pero no la cer- dos los elementos de una alergia a cualquier tipo de ley". 19
teza, de destruir al submarino que, agazapado en el fondo Ahora bien, si convenimos en la ambigüedad de los térmi-
del mar, espera poder hundir otros buques y hombres del nos "excesivo" y "alergia", no tengo inconveniente en
convoy. Como el mismo comandante decía, hay momentos aceptar humildemente estos juicios; pero, en cambio, me
en que no podemos hacer otra cosa que conjeturar lo que siento plenamente satisfecho de lo que el obispo Robinson
quizás es mejor y, entonces, hincarnos de rodillas impetran- dice de mi obra: "Claro está que semejante ética es alta-
do la clemencia de Dios. He ahí, dibujada por Monsarrat, mente peligrosa y siempre atemorizará a los representantes
una imagen perfecta del pecca jortiter de Lutero. del legalismo supranaturalista, como los fariseos. No obs-
tante —sigue diciendo—, creo que es la única ética válida
para el 'hombre adulto'. Oponerse a ella en nombre de las
ALÉRGICO A LA LEY
prescripciones religiosas no la detendrá: sólo servirá para
inducirla a que adopte una forma anticristiana". 20
Si tuviéramos que expresar en otra clave teológica —en
la clave de la teología dogmática, en tanto que diferenciada El punto donde esta "nueva moralidad" —que, como
de la ética teológica— eso que aquí estamos haciendo, equi- acabamos de ver, no es tan nueva como muchos suponen—
valdría a establecer un cierto modelo y la ordenación de las se afirma rotundamente y sobre el cual se centra es la de-
cuatro categorías fundamentales de libertad, pecado, gracia cisión. En su función retrospectiva, cuando mira hacia
y ley. Un estudio detenido de los diversos sistemas éticos atrás y considera las opciones morales pasadas, la concien-
cristianos nos mostraría que podemos caracterizarlos o cla-
sificarlos según el modo que tienen de explicar o de aplicar 18. J. J. Farraher, s. j . , "Notes on Moral Theology", en Theological
Studies, vol. XVI, 1955, p. 239.
19. The Thomist, vol. X V I I I , 1955, p. 94.
17. Nicholas Monsarrat, The Cruel Sea. 20. John A. T. Robinson, Sincero para con Dios (Honest to Goi), Bar-
celona, LÍBEOS DEL NOPAL de Ediciones Ariel, S. A,, 1967, p. 187.
236 ÉTICA DE SITUACIÓN POST SCRIPTUM: ¿POR QUÉ? 237

cia formula juicios; es decir, juzga los hechos ya realizados no hace nada, quizá la misma corriente lo salve arrojándolo
y así determina si la acción fue acertada o errónea, buena contra las rocas hasta que amanezca y alguien venga a res-
o mala. Al hacer eso, al ejercer su función retrospectiva, la catarle. No puede saber qué ha de hacer. Haga lo que
conciencia opera con todas las ventajas de saber los resul- haga, la corriente se lo lleva. No puede pedir un tiempo
tados que produjo una acción. Pero en su función pros- de espera que le permita medir todas las alternativas. Y, en
pectiva, cuando mira hacia adelante y afronta las opciones definitiva, no decidir nada ya es decidir algo, no escoger
morales que aún ha de dirimir, la conciencia toma decisio- ningún camino es ya escoger uno. No puede eludir su liber-
nes; es decir, antes de realizar un acto, decide si uno u tad : está condenado a ser libre.
otro de los posibles caminos a seguir será acertado o erró- La existencia no sólo pide decisiones, sino que ella mis-
neo, bueno o malo. Ahora no cuenta con las ventajas de ma es decisión. El hecho de seguir viviendo ya supone una
poder repensar lo ya decidido, sino que es preciso que se decisión, y el hecho de suicidarse, también. No podemos
decida arrostrando todos los riesgos; de ahí que muchas eludir la libertad y, pues, no podemos evitar la decisión.
de nuestras decisiones entrañen, cuando las tomamos, una Ninguno de nosotros puede evitarla. Lo que el situacionista
temible dosis de duda, incertidumbre y opacidad. Como má- cristiano hace no es optar por la decisión —porque esto no
ximo, la mayoría de las veces no podemos hacer más que es objeto de ninguna opción. La verdadera opción del
"conjeturar" la bondad de nuestra acción. Y a pesar de situacionista es la de decidir según el amor y no según
todo, hemos de decidirnos, hemos de elegir si nos resguar- la ley.
damos en la ley o si salimos a campo abierto en bien
del amor.
De hecho, la misma vida es decisión. Recordemos aque- LA SINGULARIDAD DE LA ÉTICA CRISTIANA
lla parábola de George Forrell: 2 1 Es de noche, oscura
como boca de lobo. Un hombre (usted o yo) se halla en un Supuesto que toda decisión moral implica cuatro facto-
botecillo, que la corriente del río arrastra hacia una casca- res (los fines, los medios, los motivos y los resultados pre-
da ensordecedora. El hombre oye el fragor del agua al des- visibles, tanto directos como indirectos), el situacionista
peñarse, pero nada puede ver ni por nadie puede ser visto. cristiano cree que lo único que confiere a la opción cristiana
Está tenso, vigilante. Cualquier cosa que decida puede ser su carácter específicamente distinto o único es el motivo.
una insensatez. Si rema desesperadamente y con todas sus Pero ni aun así es cierto que el motivo cristiano —es decir,
fuerzas, quizás sea arrastrado hasta el borde del abismo. Si el hecho de que la "voluntad" sea "movida" por el a m o r -
pertenezca exclusivamente a los cristianos. A menudo el
21. George Forrell, The Ethics
pp. 3-5,
of Decisión, Muhlenberg Press, 1955, estímulo amoroso es el poderoso motivo que asimismo ori-
238 ÉTICA DE SITUACIÓN POST SCRIPTUM: ¿POR QUÉ? 239

gina las decisiones de hombres no cristianos y no teólogos, cristiano estriba en ser un amor que responde. El amor cris-
e incluso de hombres ateos. Los cristianos no poseen el tiano es un amor de agradecimiento, de acción de gra-
monopolio del amor, es decir, no tienen la exclusiva del cias a Dios por lo que Él ha hecho por nosotros, por la
Espíritu Santo, de la fuerza del amor de Dios, de Dios humanidad, especialmente con la vida, muerte y resurrec-
mismo. "El Amor mismo -—dijo C. S. Lewis— puede estar ción de Jesucristo. Cristo no vino, primordialmente, a "ha-
actuando en quienes nada saben del Amor." 22 Ya hemos cernos buenos", sino a comunicarnos la fe en la bondad de
hablado antes de la santidad de Dios revelada en el mundo Dios. La peculiaridad de la ética cristiana radica en el
y de la gracia incondicionada que Dios otorga a todos los hecho de ser una ética encáustica, una ética de acción de
hombres: en su amor al mundo, Dios no ama a un hombre gracias. Y lo que la hace surgir es el impulso que nos lleva
ideal sino al hombre en su realidad concreta, ni ama un a adoptar una conducta de acuerdo con nuestra fe cristia-
mundo ideal sino el mundo en su realidad cotidiana. na, aquel obrar cristiano fiel a la creencia cristiana. Esta
La ética del amor cristiano, como dice Paul Lehmann, ética es distinta de cualquier otro ethos, pero no por sus
es una "ética de la koinonia", en el sentido de que, para el normas, sino por su motivación. El eterno problema de la
cristiano, la razón o el motivo del amor, así como la com- ética es la akrasia, la falta de voluntad. Y Stephen Toul-
prensión del origen de este amor, constituyen el rasgo que min dice a este propósito: "La ética halla las razones para
caracteriza a su comunidad de fe.23 Pero el amor, en sí elegir el camino 'recto': la religión nos ayuda a poner en
mismo, no es exclusivo de los cristianos. Muchos no-cris- él nuestros corazones" ?z Quizá Toulmin conocía aquellas
tianos lo "tienen", lo ponen por obra y lo "manejan" con palabras de Hastings Rashdall: "El mayor bien que el
mayor plenitud que la de muchos cristianos. No existe una amante cristiano aspira a realizar para el amado, es conver-
doble "bondad" —una para los cristianos y otra para los tirlo a su vez en una persona que ame". 26
demás. Y todos nos sentimos impresionados por la afirma- La ética cristiana sólo se diferencia de las demás mora-
ción realista de un hombre, Bertrand Russell, que es acti- lidades por la razón que aduce para obrar rectamente, pero
vamente no-cristiano, incluso anti-cristiano: "Lo que el no por los modelos de rectitud moral que nos propone. Ni
mundo necesita es amor cristiano o compasión".24 siquiera se distingue de ellas por su monolítica ley del
¿ En qué estriba, pues, la peculiaridad del amor cristia- amor. No; lo que la hace distinta es un factor teológico: la
no? La única respuesta es que la peculiaridad del amor afirmación de fe según la cual Dios mismo sufrió en bien
del hombre para reconciliar el mundo consigo en Cristo.
22. C. S. Lewis, The Four Loves, Harcourt, Brace and Company, 1960,
p. 178. 25. Stephen Toulmin, Reason in Ethics, Cambridge University Press,
23. Cf. Christian Faith and Social Action, edit. por J. A. Hutchison; 1960, p. 219.
Charles Scribner's Sons, 1953, pp. 102-114. 26. Hastings Rashdall, Conscience and Christ, Londres, Gerald Duck-
24. Bertrand Bussell, Human Society in Ethics and Poütics, p. V I I I . worth & Co., Ltd., 1916, p. 126.
240 ÉTICA DE SITUACIÓN POST SCRIPTUM: ¿POR QUÉ? 241

De esta fe sigúese la gratitud, una respuesta de amor al tendemos el amor según la persona de Jesucristo.27 Ésta es
amor de Dios, es decir, el ágape. Esta cualidad eucarística la ética de la fe cristiana. El hecho de que la ética cristiana
es la única que le es exclusiva, pero absolutamente ningu- sea teológica le confiere su carácter específico, pero su sin-
na otra. gularidad estriba en el hecho de ser cristológica. Por eso,
Aun cuando Cristo naciera mil veces en mil establos y en la ética cristiana, es algo más que una formalidad doc-
yaciera en el pesebre de mil Belenes, si no nacía en nues- trinal la insistencia en formular la pregunta /re-ética:
tros propios corazones como amor nuestro que responde al "¿Qué ha hecho Dios?", antes que la pregunta propia-
suyo, y como agradecimiento nuestro a su amor redentor, mente ética: "¿Qué he de hacer yo?". Por esta razón dijo
no tendríamos fe en la encarnación ni sabríamos qué es el John Heuss una vez que la expresión clave que define toda
cristianismo. actuación cristiana no es "con objeto de" sino "a causa
Pero hemos de concretar un poco más. Porque tampoco de". La obediencia al mandamiento del amor no es una
es exacto decir que la gratitud sea exclusiva de la ética cuestión de salvación, sino de vocación. Y en este sentido
cristiana. Muchos hombres de muchas otras creencias dan podemos decir, citando unas palabras del Thomas Becket
gracias a Dios, y quizá su gratitud es asimismo la fuerza de la obra Asesinato en la catedral, de T. S. Eliot: "La
motivadora de sus decisiones morales. Existen otras éticas traición suprema es hacer el bien por una razón mala".
teológicas que, como nuestra ética cristiana, son fuertes por
una motivación eucarística. No, ni siquiera la gratitud es
exclusiva del cristianismo. Lo que de un modo preciso, PREGUNTAR Y RESPONDER
exacto y total es único en la ética cristiana es Cristo: es
ésta una ética cristológica y no una simple ética teológica. George Bernard Shaw dijo, en una de sus obras, que la
Cuando Bonhoeffer, con un lenguaje más bien místico, que lógica se interesa por las razones que damos de las cosas,
no-metafísico, nos habla de cómo Cristo "toma forma" aho- mientras que la ética se interesa por las cosas de las que
ra y aquí entre nosotros, en realidad nos dice que todo damos razones. La ética cristiana satisface ambos aspectos
imperativo ético es contextual o situacional, no preposicio- con sus reflexiones sobre el amor y con sus reflexiones
nal —aunque es Él, Cristo, quien toma forma en nosotros amorosas. Y si tuviésemos que resumir nuestro pensamien-
cuando conformamos nuestra vida a su mandamiento. Qui- to en una sola fórmula lo más simple posible, diríamos:
tadle la doctrina de la encarnación, y la ética cristiana ya "La ética cristiana o teología moral no es un esquema de
no tendrá absolutamente nada de particular. vida según un código establecido, sino un esfuerzo continuo
En la ética del amor cristiano no procuramos entender
a Cristo según un concepto previo del amor, sino que en- 27. Véase John Mclntyre, On the Love of God, Harper & Row, Pu-
blishers, Inc., 1962.
242 ÉTICA DE SITUACIÓN POST SCRIPTUM: ¿POR QUÉ? 243

que se propone vincular el amor a un mundo de relativi- do por el mismo camino, y éste es el nuevo giro en la his-
dades por medio de una casuística obediente al amor. Su toria de la ética cristiana. Tal es el estilo de la actual "con-
tarea constante estriba en elaborar, por el amor a Cristo, creción" —según la terminología de Bonhoeffer—, centra-
la estrategia y la táctica del amor". da en los casos particulares, clínica, es decir, situacionista.
Lutero insistía en que la vocación del cristiano es ser En una sociedad libre no tenemos ya ninguna ética ofi-
Cristo para el prójimo. Dios no precisa de nuestros servi- cial, como tampoco tenemos una fe oficial ni una filosofía
cios; sólo servimos a Dios cuando servimos al prójimo. política exclusiva. Puede darse en ella, eso sí, un consen-
Y es así como restituimos a Dios el amor que Dios nos sus moral. Pero, en definitiva, no es necesario estar de acuer-
tiene: no lo podemos hacer de ningún otro modo. O dicho do en una ética determinada para lograr vivir unidos, como
con palabras de un luterano americano, Joseph Sittler: "El tampoco es necesario poseer una misma epistemología o
amor es la función que la fe desempeña horizontalmente, teoría del conocimiento para estar de acuerdo en un corpus
así como la plegaria es la función de la fe en verticalidad". 28 de conocimientos científicos. La ética de situación es el
La historia moderna nos pone de manifiesto que las camino más prometedor para conducirnos a una comuni-
artes, las ciencias y las tecnologías a ellas subyacentes, no dad moral.
sólo no se someten ya a ningún principio de autoridad, sino Para terminar, pues, digamos con John Dewey y Ja-
que ni siquiera se desarrollan bajo su antigua influencia. mes Tufts: "Podemos estar seguros de una cosa. Si la
La línea de vida que siguen ya no está determinada de investigación ética ha de tener una base sólida, si no ha de
antemano ni dictada desde lo alto por una "revelación" o estar colgada del aire, es preciso que el teórico parta de los
majestad divinas. Los hombres han adoptado los métodos problemas con que los hombres tropiezan, de hecho, a
inductivos y experimentales, y así trabajan por tanteos la hora de actuar. Podrá definirlos y clarificarlos; podrá
siempre expuestos a errores, apelan constantemente a la dividirlos y sistematizarlos; podrá abstraerlos de los con-
experiencia para que valide sus hipótesis, y se resisten a textos concretos que tienen en la vida individual humana;
formular inciertas generalizaciones. Como estrategia o mé- podrá clasificarlos después que los haya aislado. Pero si
todo de investigación y desarrollo, esta actitud ha logrado un rehuye estos problemas, sólo hablará de algo que será pura
éxito sin precedentes. La psicología, por ejemplo, debe su invención intelectual suya, pero no hablará de realidades
origen y su desarrollo a este método. Y lo mismo sucede morales". 29
en otros muchos sectores de la iniciativa humana. Ahora,
finalmente, la ética y la investigación moral se han lanza-

28. Joseph Sittler, The Structure of Christian Bthics, Louisiana Uni- 29. John Dewey y James H. Tufts, Ethics, Henry Holt & Company,
versity Press, 1958, p. 64. 1908, p. 212.
APÉNDICE: OTRAS DOS CORRUPCIONES
Y CUATRO CASOS
Este ensayo resultaría seguramente incompleto si, antes
de darlo por terminado, no indicábamos que el legalismo
no es la única parodia de la ética cristiana que nos pre-
senta una imagen contrahecha de la misma. Existen asi-
mismo otras dos corrupciones, muy características, que nos
limitaremos a esbozar, pues el estudio adecuado de cada
una de ellas requeriría la extensión de todo un libro. Nos
referimos al pietismo y al moralismo que, como el legalis-
mo, distorsionan el bien hasta convertirlo en mal. Corrup~
tio optimi pessima: la peor corrupción es la corrupción de
lo mejor.

PIETISMO

Estas corrupciones sacan de quicio las mejores cosas.


El pietismo tiende a corromper la religión, porque sitúa la
fe al margen de la sociedad y de la vida cotidiana. Así
como el legalismo es una distorsión de la legalidad, el pie-
tismo lo es de la piedad: mientras el legalismo absolutiza
la ley y la erige en ídolo, el pietismo individualiza y sub-
jetiviza la piedad. Reduce la religión a religiosidad, por-
que la convierte en un asunto místico o "espiritual", mera-
248 ÉTICA DE SITUACIÓN APÉNDICE 249

mente personal e interno, sin ninguna proyección en el el comité legislativo de su Estado que se la pedía no traba-
dominio político y económico. Fomenta la idea de que la jaba sinceramente en el acopio de la información que re-
religión no debe "inmiscuirse" en los negocios o en la polí- quiere la preparación de una ley. El pastor sabía que los
tica, como si fuesen esferas que mutuamente se excluyen. miembros del comité querían conocer los nombres de los
Odia la santa mundanidad. "militantes" negros para expulsarlos de determinadas ins-
El pietismo descarta la síntesis de fe y acción, caracte- tituciones públicas, como escuelas, agencias de ayuda social,
rística del profetismo bíblico, y favorece, en cambio, el quie- autopistas y otras similares. El pastor estaba dispuesto a ir
tismo y las blanduras sacerdotales, sin permitir otra pro- a prisión si era preciso, dejando parroquia, altar y culto,
yección "social" de la religión que la realizada a través de agapeísticamente, para que el amor-justicia triunfase en
ciertos negocios eclesiásticos y en interés de la propia secta aquellas luchas en favor de los derechos civiles. (Finalmen-
o Iglesia. Mira con malos ojos toda intervención cristiana te fue procesado y juzgado; le defendió el abogado negro
en cuestiones de justicia económica, racial o política. Te- Thurgood Marshall, actual fiscal general del Estado —¡ así
meroso de las nuevas corrientes sociales y políticas, siem- van las cosas!)
pre es conservador, y muy a menudo rocía con agua ben- Como dijo Bernard Shaw en el prefacio de Androcles
dita el extremismo de derechas. Un magnate del petróleo, y el león: sólo quienes no quieren que "Jesús u otro refor-
en Filadelfia, estuvo entregando durante años elevadas su- mador cualquiera" amenace el poder o las propiedades de
mas de dinero a una confesión protestante a condición de que ellos gozan, dicen gritando que la religión no ha de
que sus pastores no se "inmiscuyeran" en los asuntos secu- "inmiscuirse" ni en política ni en economía.
lares. Por su misma naturaleza, el pietismo estimula y vigo-
riza la secularización de la cultura y de la sociedad, ya que
contribuye a alejarlas a ambas de la fe, no sólo en lo que MORALISMO
atañe a los incrédulos (para quienes semejante divorcio
tiene plena significación), sino también en el ánimo de los El moralismo es una segunda distorsión fatal de la ética
mismos fieles. cristiana. Así como el legalismo absolutiza la ley y el pietis-
Un ejemplo nos ayudará a comprender lo que no es el mo individualiza la piedad, el moralismo trivializa la mo-
pietismo. El pastor de una comunidad de indios del oeste, ralidad. Reduce la ética a meras triquiñuelas o a una mi-
en Miami, se negó unos años atrás a facilitar una lista de croética, semejante a la "microeconomía" de que nos habla
los miembros de la "Asociación Nacional para el progreso John Galbraith en La sociedad opidenta.1 Convierte la vida
de la gente de color" (JMAACAP) en el condado de Dade, 1. John Galbraith, The Afftuent Society, Houghton Mifflin Company,
de la que él era secretario, porque sabía perfectamente que 1958, p. 104. [La sociedad opulenta. Trad. castellana de C. Grau Petit. Ariel.
Barcelona, 3.» ed., 1969.]
250 ÉTICA DE SITUACIÓN APÉNDICE 251

moral en un batiburrillo de inanidades; condena el tabaco, inquietud moral. Pero tanto la religión como la moral han
el baile, los juegos de naipes, las diversiones dominicales, sido de tipo altamente convencional y costumbrista. Cuando
todas las bebidas alcohólicas sin excepción, el besuqueo y el padre Drolet, de la Iglesia católica romana, y el señor
las caricias durante el noviazgo, el incumplimiento del pre- Foreman, de la Iglesia metodista, se enfrentaron juntos a
cepto dominical, los pensamientos pecaminosos y otras mil un grupo de agitadores de sus comunidades (que intenta-
cosas así, pero nunca muestra excesivo interés por los gran- ban oponerse a la integración racial en una escuela de Nue-
des problemas del amor y de la justicia, ni jamás plantea va Orleáns), enarbolando en su mano un crucifijo el prime-
la menor exigencia de verdadera trascendencia y compro- ro y una biblia el segundo, para avergonzar a sus fieles y
miso a los hombres de buena voluntad. A menudo seme- forzarlos a que regresaran a sus hogares, nadie vio la menor
jante trivialidad moral se acompaña de una cierta "doctri- conexión entre Cristo o la Sagrada Escritura, por un lado,
na de las obras", según la cual si somos "buenos" nos "sal- y la justicia racial o la afectividad amorosa, por el otro.
varemos", y la bondad que quizá nos salve consiste en la Ninguna predicación abstracta o "de principios" logra-
observancia de esas insignificantes prohibiciones puritanas. rá jamás que la verdad venga sobre nosotros —tanto si
Las sarcásticas palabras de Jesús contra quienes cuelan somos como si no somos legalistas, pietistas o moralistas.
el mosquito y se tragan el camello, cuadran perfectamente Lo único que cuenta son los casos concretos. No es la ética
al moralismo, como también su arremetida contra los fari- en general, ni los principios éticos los que pueden decir-
seos "que pagan el diezmo de la menta, del anís y del comi- nos algo verdaderamente significativo; lo que confiere una
no, y dejan lo que más pesa en la Ley: la justicia, la miseri- auténtica significación a nuestras aserciones éticas es lo que
cordia y la fidelidad".2 "añadimos" al principio único del amor: "amor y...", es
Otra característica de la trivialidad del moralismo es decir, amor y situaciones concretas: amor e integración
que su ética es tan fácil como insignificante. Con su radi- escolar; amor y testimonio veraz; amor y aborto después
cal reducción de la complejidad y opacidad de la ética a un de una violación incestuosa; amor y posibilidad de abando-
código de minucias morales, el moralismo desmocha la "rec- nar toda impostura; amor y huelga de hospitales o de mé-
titud" moral hasta hacerla totalmente manejable. Y ahora dicos particulares como protesta contra una legislación in-
se nos ofrece una nueva oportunidad para recordar aque- justa de seguridad social médica.
lla observación de Schweitzer, cuando decía que una con-
ciencia fácil es una invención del demonio. Presentaremos ahora cuatro casos reales, aunque sin
En estas dos últimas décadas, América ha vivido un propugnar ninguna solución para ellos, como tests de nues-
incremento de la actividad religiosa y una mengua de la tro método ético —algo así como unos ejercicios prácticos
2. Mateo 23, 23-24. para "entrenamiento de la sensibilidad".
252 ÉTICA DE SITUACIÓN APÉNDICE 253

pidez: "Sí, si usted se refiere a aquel pasaje del capítulo


INTRIGAS DE ESPIONAJE sexto de la epístola —'vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo'. Pero —añadió— el problema está en que Pablo
Mientras volaba hacia Nueva York, iba leyendo el libro también dice: 'Nuestras facultades deben ser ordenadas
Fe bíblica y ética social de Clinton Gardiner.3 A mi lado según Dios'".
viajaba una mujer joven, de unos veintiocho años, bien pa- La agencia de espionaje quería que la joven se fuera a
recida y vestida con lujo y buen gusto. Me pareció que se trabajar de secretaria a una ciudad de Europa occidental
interesaba por mi libro y le pregunté si quería ojearlo. "No, y que, bajo esta apariencia, "comprometiera" a un hombre
gracias —respondió—; preferiría hablar con usted." "¿So- casado que trabajaba para una potencia enemiga. Los hom-
bre qué?" "Sobre mí misma." Aquella respuesta me sor-
bres casados son tan vulnerables al chantaje como los ho-
prendió, y comprendí que ya podía despedirme de una
mosexuales. No la presionaron excesivamente para que
lectura que me urgía terminar. "Tengo un problema —aña-
aceptara. Cuando ella protestó alegando que no podía poner
dió— y no sé cómo resolverlo. Usted puede ayudarme a
en juego su integridad personal, que aquello era como pros-
.tomar una decisión." Quizás el libro que yo leía la indujo
tituirse, se limitaron a responderle: "Lo comprendemos.
a interpelarme.
Pero su hermano se halla en Corea arriesgando su vida o
Me informó que se había educado en escuelas religio-
su integridad corporal. Estamos convencidos de que este
sas, en un colegio de primera categoría, y que en la actua-
trabajo no puede hacerse de ningún otro modo. Y sería
lidad era agente de compras de calzado femenino para unos
lamentable que tuviésemos que recurrir a otra persona me-
almacenes de Washington. Convinimos, empero, en que
nos competente y discreta que usted".
ambos mantendríamos nuestro anonimato. ¿ Cuál era su
problema? "Bien, pues, es éste. Una de nuestras agencias Eso era todo. Lo discutimos como una cuestión de pros-
de espionaje quiere que me convierta en algo así como un titución patriótica y de integridad personal. En este caso,
agente de contraespionaje para que seduzca a un espía ene- ¿cómo tenía que compaginar su lealtad y gratitud de ciuda-
migo y, entonces, valiéndome del sexo, le haga un chanta- dana norteamericana con su ideal de integridad sexual?
je". Para saber hasta dónde llegaba su educación cristiana,
le pregunté si creía en la enseñanza paulina —que hallamos
en la primera epístola a los corintios— acerca del uso que U N ADULTERIO COMO SACRIFICIO
hemos de hacer de nuestra sexualidad. Respondió con ra-
Cuando los ejércitos rusos avanzaban hacia el oeste
3. E. Clinton Gardiner, Biblical Faith and Social Bthics, Harper & para encontrarse en el Elba con los americanos e ingleses,
Brothers, 1960.
una patrulla soviética detuvo a la señora Bergmeier mien-
254 ÉTICA DE SITUACIÓN APÉNDICE 'M

tras buscaba comida para sus tres hijos. Sin permitirle si- y a su familia. La recibieron con los braza* abierto*, I• *
quiera que les avisara y sin ningún motivo razonable, los so cuando supieron por ella misma el expediente a i|iit* i
rusos la internaron en un campo de concentración de Ucra- que recurrir para poder regresar. Cuando nació el nlfV
nia. Su esposo había sido capturado en el frente de las amaron más que a nadie, porque el pequeño Dieliicli
Ardenas y después encerrado en un campo de prisioneros quien más había contribuido al bienestar de todos,
de guerra en Gales. Y cuando llegó el tiempo de bautizarle, lo llevaii'i i
Cuando el marido regresó a Berlín, se pasó semanas y pastor un domingo por la tarde. Después de la cerriii'"
semanas buscando a sus hijos; a dos de ellos (Use, de doce mandaron a casa al pequeño con los niños, y ambos es|n
años, y Paul, de diez) los encontró en una escuela para de- pasaron al despacho del pastor para preguntarle si uhittlittii
tenidos, regida por los rusos, y al primogénito, Hans, de bien al pensar lo que pensaban de la señora Itergnieier y fie
quince años, lo localizó escondido en un sótano junto a la Dietrích: ¿debían estar agradecidos al alemán del Vnl|jt»?
Alexander Platz. El paradero de la madre siguió siendo un ¿Había obrado bien y de manera correcta la señora lleru
misterio, pero no por ello dejaron de buscarla incesantemen- meier ?
te. Era la que más necesitaban para reconstruir la familia
en aquella horrenda situación de hambre, caos y miedo.
Mientras tanto, en Ucrania, la señora Bergmeier, supo, " ¿ T E N Í A DERECHO A PROVOCAR SU I'KUMA MUÍ U I I
gracias a un comandante compasivo, que su esposo e hijos
intentaban mantenerse unidos y dar con ella. Pero el regla- El médico de un hospital me pidió que me dejara raer
mento del campo de prisioneros sólo admitía dos motivos por la habitación de Jim: era un hombre de unos cuarenta
para liberarla: 1) una enfermedad que requiriese asistencia y cinco años casado, con cinco hijos, y hacia más de un
médica de la que no se dispusiera en el campo, en cuyo mes que había ingresado en el hospital para someterse a
caso sería trasladada a algún hospital soviético más o me- una serie de pruebas: biopsias, rayos X, análisis de san
nos próximo; y 2) un embarazo, en cuyo caso, para no res- gre, incluso una exploración quirúrgica, que permitiesen
ponsabilizarse de su estado, sería devuelta a Alemania con diagnosticar la atonía de su sistema digestivo.
la mayor rapidez. El enfermo me explicó que, desde hacía un año o poco
Tras madura y larga reflexión, la señora Bergmeier pi- más, había comenzado a sentir molestias tras las comidas
dió por fin a un guardián del campo, un alemán del Volga y que así se inició entonces el "desfile de médicos" y medi-
con quien había trabado amistad, que la hiciera concebir cinas —sin resultado alguno. Un médico le dijo que podía
—y así fue. Cuando los médicos verificaron más tarde su tratarse de una úlcera, pero Jim estaba demasiado ocupado
estado de embarazo, fue devuelta inmediatamente a Berlín para que pudiera permitirse un largo reconocimiento niédi-
256 ÉTICA DE SITUACIÓN A/'P.Nf'H •/•

co, y siguió trabajando como ingeniero en una importante quiere decir que los dejaré sin blanca y con limlii» dciidn
empresa constructora de carreteras, puentes y otras obras que incluso perderán la casa. I'.n lo alio «Ir lit enllim, 11» !*••>
públicas similares. Íbamos a entrar en materia cuando vino tra pobre casa y los niños desamparados ., SI lio Ionio lii
la enfermera a prepararle para unas nuevas pruebas. Jim pildoras, en realidad estoy matándome .1 mi minino, IOIM..
pensaba que serían ya las últimas y que por fin sabría a qué me suicidara con una navaja o con gas cien vo" V 1
atenerse. Le dejé asegurándole que volvería al día siguien- los ojos.
te por la tarde. " ¿ Q u é haría usted? ¿ Q u é piensa nsled tic lodo •
Le encontré en la terraza, tomando el sol, cabizbajo y Quisiera comportarme como es debido." KNIUVIIIIIIN IIHIIIMII
triste. Prefirió que nos fuésemos a su habitación para ha- do de ello largo rato.
blar y, cuando llegamos, me d i j o : " A s e g u r a n que no me
quedan más allá de tres años de vida, quizá menos, y que
sólo un milagro podría salvarme. Lo único que pueden ofre- M I S I Ó N ESPECIAL I>K IIOMMAMIII " I
cerme es algún potingue que me alargue un tiempo la vida.
Puedo irme a casa mañana, pero no puedo trabajar en A primeras horas del 6 de agosto de \{>\S, . '«»)/>
absoluto. Sólo he de descansar y tomar estas pildoras". Gay despegó del aeropuerto de Tinian y, poní* lioni» ilpr
T r a s una pausa, añadió: " L a s pildoras esas cuestan unos pues, en pleno día, dejó caer sobre una I IÍIOHIIÍIIHI liilnl
cuarenta dólares cada tres días. ¿ Quién puede soportar mente desprevenida una nueva a n u a de exlriuiilliieli'ill H
este gasto? Dicen que, si dejo de tomarlas, acabaré en masa (la llamaban "little boy", el chiquillo). 4 Iliiliiiin liiiH*
seis meses". do que se trataba de una misión meteotolójíini dr 1'lillun
Hablamos un rato y, de pronto, me soltó: " ¿ S a b e lo como se hizo unos años más tarde con l'ower* ni xolil'rvo
que en realidad me preocupa? La empresa me tiene asegu- lar Sverdlovsk con su famoso U-Z en 1'><>(),
rado por 100.000 dólares, con doble indemnización. Otra Cuando la tripulación vio la explosión, 101 ION euiiiudí
cosa no tengo. Eso es todo cuanto puedo dejar a Betts y a cieron. Sólo el capitán Lewis masculló seis palabiin*: " D i o
los niños. Si tomo las pildoras y llego con vida al mes de mío, ¿qué hemos hecho, a h o r a ? " Tres días IIIIIH linde olí.
octubre, no cabe duda de que me cancelarán la póliza cuan- bomba cayó sobre Nagasaki. Unas 152.000 peisouim minie
do vaya a renovarla. Si no las tomo, al menos mi familia ron inmediatamente, pero mudv.\s más muMnvuu de r.i
podrá contar con algunos recursos económicos. Si yo mis- modo heridas y abrasadas que murieron más larde. Al di.
mo me mato, dispondrán de una cantidad aún mayor. En siguiente Japón pidió la paz.
cambio, si tomo las pildoras, tendré que pedir dinero pres-
tado y, mientras tanto, la póliza del seguro caducará. Eso 4. F. Knebel y C. W. Bailey, " Minisliiiiia: Tlir Drcliion llul l'hmigr.
the World", en Look, 7 junio 1960.
258 ÉTICA PE SITUACIÓN APfiNPh I 259

Harry Trunian no tuvo conocimiento alguno de la bom- bomba contra el Japón tan pronto como fuera posible;
ba atómica hasta que asumió la presidencia a la muerte del 2) que se empleara contra un doble objetivo de instalacio-
presidente Roosevelt. Cuando el secretario de Estado, Stim- nes militares y concentración urbana; 3) que se empleara
son, le dijo que "el arma más terrible jamás conocida" sin ningún aviso previo, ni del bombardeo ni del tipo de
pronto estaría lista, Truman nombró un comité provisional bomba. (Uno de los científicos caminó luego de parecer, y
para que estudiase cómo y cuándo podría usarse. Todos se pronunció en contra de este último punto.)
los miembros del comité eran personalidades importantes y Sobre estas tres recomendaciones del informe, se cele-
responsables. Muchos consejeros militares, aunque no to- bró una discusión final en la Casa Blanca en presencia del
dos, eran partidarios de hacer uso del arma. Winston presidente Truman, quien hizo numerosas preguntas, pero
Churchill era del mismo parecer. Algunos científicos emi- no manifestó su parecer. Se hallaban asimismo presentes:
nentes dijeron que no veían otra alternativa que no fuese el secretario de Guerra, que defendía vigorosamente el in-
el empleo de la bomba, pero otros científicos, no menos forme en su totalidad; el secretario adjunto, que se oponía
eminentes, se oponían a ello. a él de un modo absoluto; el general Marshall, que estaba
El almirante Leahy también le era resueltamente con- a favor del mismo; el contraalmirante Strauss, que le era
trario. Arthur Compton y E. O. Lawrence, entre los físi- contrario; el científico Enrico Kermi, que lo apoyaba; y el
cos nucleares, aconsejaban una previa demostración de científico Leo Szilard, que lo rechazaba. La reunión y la
advertencia. Lo mismo dijo el almirante Strauss. McCloy, discusión llegaron a su fin —y entonces vino "el momento
secretario adjunto de Guerra, y Bard, subsecretario de de la verdad", el momento de la decisión.
Marina, opinaban que, por lo menos, debía advertirse a los
japoneses del peligro a que se exponían. Por su parte,
los expertos del servicio de espionaje afirmaban que los
dirigentes japoneses eran "ciegos al desastre" y que segui-
rían luchando indefinidamente, con la consiguiente pérdida
de millones de vidas, si no les despertaba a la realidad algo
parecido al "chiquillo". No obstante, posteriormente el
"servicio norteamericano de inspección de bombardeos" de-
claró que los japoneses "se hubieran rendido, en cualquier
caso, antes del primero de noviembre".
En junio, el comité provisional entregó su informe al
presidente. Recomendaba tres cosas: 1) que se empleara la
ÍNDICE
Págs.

INTRODUCCIÓN 9

T R E S ACTITUDES 21

Actitudes previas a la decisión . . . 24


1. LegaJismo 24
2. Antinomismo , 30
3. Situacionismo . 35
Principios, sí; reglas, no . 43
El aborto: una situación 51

ALGUNAS PRESUPOSICIONES 55

Cuatro principios de trabajo 57


1. Pragmatismo 57
2. Relativismo 62
3. Positivismo 66
4. Personalismo 71
La conciencia 75
Págs, I'ágs.

S Ó L O EL AMOR ES S I E M P R E BUENO 81 Los cuatro factores 192


Santificar los medios 197
El bien nominal 83
El amor es un predicado 87
E L AMOR DECIDE D Ó N D E Y CUÁNDO 203
El valor sólo es extrínseco 93
El anhelo de los hombres: un sistema . . . . 205
E L AMOR ES LA ÚNICA NORMA 99 La zona gris 207
El amor sustituye a la Ley 102 El fin de las ideologías 210
Las tablas de la Ley 104 El fanatismo de la virtud 215
Ni la naturaleza, ni la Escritura 111 Cuando los derechos tienen derecho 219
Nada existe que sea igual al amor 114
POST SCRIPTUM : ¿ P O R QUÉ? 223
Objeciones 119
U n a neocasuística 225
E L AMOR Y LA J U S T I C I A SON LO MISMO 127 No más tablas de la Ley 231
El amor es solícito 129 Alérgico a la ley 234
Separación errónea 132 La singularidad de la ética cristiana 237
Retorno a la unidad 137 Preguntar y responder 241
El amor se sirve de la cabeza 141
Addendum 146 A P É N D I C E : OTRAS DOS CORRUPCIONES Y CUATRO CASOS 245

Pietismo 247
E L AMOR NO ES UNA COMPLACENCIA 153
Moralismo 249
No hagamos del amor un sentimiento . . . . 156 Intrigas de espionaje 252
El prójimo es cualquiera 160 U n adulterio como sacrificio 253
Amarse a sí mismo por el bien del prójimo . . . 165 " ¿ T e n í a derecho a provocar su propia m u e r t e ? " 255
Calcular no es ninguna crueldad . . . . . . 171 Misión especial de bombardeo n.° 13 257

EL AMOR JUSTIFICA SUS MEDIOS 179

¿Qué es lo que justifica los medios? 181


La ley se enmaraña por sí misma 185

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