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“Cuando hay una tormenta, los pajaritos se esconden pero las águilas vuelan
más alto”.
-Mahatma Gandhi-
Hay personas que son resilientes porque han tenido un ejemplo de resiliencia
a seguir, como sus padres o un hermano, pero otras han aprendido a lidiar y
sortear las piedras del camino por sí solas: han aprendido a partir del ensayo
y error, se ha hecho fuertes a partir de sus propias cicatrices.
Esto nos indica que la resiliencia es una habilidad que todos podemos
desarrollar y, por lo tanto, practicar. Para ello, es necesario gestionar
adecuadamente nuestros pensamientos y emociones.
Las personas resilientes tienen, como los juncos, la capacidad de ser flexibles
cuando el viento azota con fuerza. Saben que ir en contra de las
circunstancias las hará perder energía y optan por tener una mente abierta.
-Lao Tse-
Las personas resilientes se conocen. Saben qué es aquello que les hace daño
y les molesta y comprenden que el soporte fundamental de su bienestar
depende de cuidarse a sí mismas. Las personas resilientes saben identificar
sus debilidades pero también sus fortalezas para ponerlas en marcha cuando
sea necesario.
Utilizaran sus ganas de luchar, su motivación, su esfuerzo y sus habilidades
como los cimientos para seguir adelante. Pero, sobre todo, se respetan a sí
mismas y se tienen en cuenta porque saben que conocerse es el paso
fundamental para crecer y establecer relaciones sanas con los demás.
“Cada persona es una isla en sí misma, en un sentido muy real, y solo puede
construir puentes hacia otras islas si efectivamente desea ser él mismo y está
dispuesto a permitírselo”.
-Carl Rogers-
Ser resiliente no quiere decir que una persona no tenga heridas, sino que a
pesar de ellas la situación adversa le ha sido instructiva de algún modo. Ha
sido capaz de aceptar el dolor y en lugar de sumergirse en él, ha optado por
aprender.