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Curso de geopolítica

Nombre del estudiante: XIMENA QUEVEDO


Código estudiante: 1033733750

Ensayo

La geopolítica nace y se desarrolla entre 1870 y 1945, en la era de mayor rivalidad entre imperios
europeos, dos guerras mundiales, la alteración de las fronteras y del mapa político, grandes
desarrollos tecnológicos y una transformación en las relaciones de poder. El presente trabajo
pretende analizar cómo fue organizado el espacio global en la primera mitad del siglo XX por los
autores clásicos, todos ellos provenientes de las principales potencias. Desde la óptica de la
geopolítica crítica, se argumenta que en la primera mitad del siglo XX tanto Europa como Estados
Unidos establecieron un discurso dominante a través de modelos geopolíticos para organizar el
espacio siguiendo sus propios intereses e identidades nacionales.

El término geopolítica fue acuñado por primera vez en 1899 por el politólogo y geógrafo sueco
Rudolf Kjellén. Para Kjellén, el Estado semejaba un organismo vivo que, siguiendo las leyes de la
naturaleza, crecía, se desarrollaba y moría. En su teoría orgánica asignó igual importancia a los
individuos y a la nación, pues sin estos elementos el Estado no existiría. En la misma lógica, dos
años antes el geógrafo alemán Friedrich Ratzel publicó Geografía política, en la que también
definió al Estado como un organismo vivo, el cual tiende a crecer por sí mismo y a diferenciarse de
otros Estados en igual situación. El objetivo de esta expansión es la conquista del espacio vital, el
área geográfica donde se desarrollan los organismos. En este sentido, al igual que otros seres vivos,
los conflictos entre Estados se dan en buena medida por la conquista de territorios. Estas
formulaciones coincidieron con la publicación de otros modelos geopolíticos y contribuyeron al
desarrollo de la obra de la escuela alemana hasta mediados del siglo XX.
Desde sus orígenes a finales del siglo XIX, la geopolítica ha tenido un desarrollo teórico y práctico
vinculado a los objetivos de la política exterior de las principales potencias occidentales. El término
de Kjellén sirvió para estudiar "la influencia de los factores geográficos sobre el desarrollo político
de la vida de los pueblos y Estados. Para los autores que continuaron con esa línea hasta la Segunda
Guerra Mundial, también llamados pensadores imperialistas o geopolíticos clásicos, los elementos
geográficos eran vistos como determinantes en el curso de la historia, de la política y de la sociedad,
pues consideraban que ejercían mayor influencia que los deseos humanos en la estructura y
conformación de los Estados. El determinismo geográfico, o geo determinismo, y el discurso
imperialista asociado a la geopolítica clásica cambiaron luego de la derrota del Eje y de haber sido
vinculada la escuela geopolítica alemana con el expansionismo nazi. Es hasta los años setenta
cuando la geopolítica resurge como:
1) una práctica del poder en voz del ex secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger
2) como un tema de investigación de la academia, y 3) como parte de la retórica de grupos pro
militares y neocon-servadores en favor de la Guerra fría.
A pesar de la variedad de significados, el objeto de estudio de la geopolítica no dejó de estar
vinculado a la organización del escenario internacional desde una perspectiva espacial.
¿Cómo fue organizado y producido el espacio global por los intelectuales y estrategas militares de
las principales potencias en la primera mitad del siglo XX? El presente trabajo pretende dar
respuesta a este interrogante, analizando las obras más influyentes de la época clásica desde el
marco analítico de la geopolítica crítica. Se busca evidenciar cómo, a través de modelos
geopolíticos y por más de medio siglo, Europa y Estados Unidos establecieron un discurso
dominante para organizar el espacio, siguiendo sus propios intereses e identidades nacionales desde
los orígenes de la geopolítica hasta la Segunda Guerra Mundial.
El texto está estructurado en tres partes. La primera delimita el significado de la geopolítica crítica y
justifica su adopción como enfoque analítico. La importancia de la geopolítica crítica radica en que
a través de esta es posible descifrar cómo los estrategas de Estado, militares e intelectuales
construyen el discurso espacial que influirá sobre la política exterior de su país. El segundo apartado
desarrolla los orígenes imperialistas del pensamiento geopolítico, tomando como referencia los
modelos más influyentes de la época: la teoría del poder naval del almirante estadounidense Alfred
Mahan, la teoría del corazón continental del geógrafo británico Halford Mackinder y el modelo de
panregiones del general alemán Karl Haushofer. Entre otras razones, la obra de esos autores es
significativa porque a partir de sus respectivos modelos la heterogeneidad geográfica se convierte
en homogeneidad geopolítica, impactando tanto en la política exterior de los Estados como en el
desarrollo de la disciplina misma. En una tercera parte se exponen las reflexiones finales a la luz del
análisis de la geopolítica crítica.
Geopolítica crítica
La geopolítica crítica, inspirada en los trabajos sobre el análisis y la deconstrucción de los discursos
de Foucault y Derrida (Power y Campbell, 2010), e inicialmente propuesta por Dalby (1991), Ó
Tuathail y Agnew (1992) y o Tuathail (1996), surge como un modelo que cuestiona y busca
explicaciones alternativas a la producción del conocimiento geopolítico moderno y que pretende
examinar los significados, tanto implícitos como explícitos, asignados a los lugares para justificar
las acciones en materia de política exterior. Una de sus principales premisas es que los órdenes
geográficos son creados por actores clave y trasladados a otros escenarios, por lo que la
organización del espacio no es una práctica neutral ni objetiva. Dichas prácticas, entendidas como
parte de un discurso3, son formas políticas y culturales de describir, representar y escribir acerca de
la geografía y la política internacional. Por ello, a los defensores de esta aproximación les interesa
saber cómo el conocimiento geográfico es condensado en razonamientos geopolíticos por estadistas
e intelectuales. En otras palabras, pretenden comprender la complejidad de las sociedades y de los
territorios y explicar de qué manera el conocimiento del espacio y su vinculación con el tiempo es
reducido de seguridad y lugares que necesitan ser controlados, invadidos o domesticados.
Como se desprende de lo anterior, la idea de geopolítica ha estado vinculada a las estructuras de
poder y conocimiento. Para los geopolíticos críticos, quienes recuperan el argumento de Foucault de
que "el ejercicio del poder genera conocimiento y, a la inversa, el conocimiento induce efectos en el
poder"4, los discursos geopolíticos son creados por instituciones -Gobierno, Ejército, mercado- y
actores -intelectuales de Estado y políticos- con la finalidad de justificar su propio poder y autoridad
sobre la población u otros Estados por ejemplo, la propuesta del almirante estadounidense Alfred
Mahan en su obra, de 1890, revela tanto la importancia de la geografía y del territorio en la arena
política, como la intención de crear una gran flota naval para garantizar la grandeza nacional de su
país. Otro caso que ejemplifica la relación poder-conocimiento-poder después de la Segunda Guerra
Mundial -y que va más allá de las etiquetas que acuñaron los geopolíticos imperialistas como el
modelo del Heartland de Halford Mackinder-, es la estrategia de "contención" orquestada durante la
Guerra Fría y planeada luego del Long Tele-gram 5 de George Kennan, quien añadió el ingrediente
ideológico al afirmar que Rusia no solo era un gran territorio, sino una constante amenaza para
Estados Unidos.
En ambos casos el conocimiento formal y práctico es puesto al servicio de la política para aumentar
el poder de las naciones de origen.
La perspectiva de la geopolítica crítica permite evidenciar que la geopolítica formal y la práctica
nunca pueden ser neutrales políticamente 6. El razonamiento formal fue producido por intelectuales
o estrategas militares con el fin de crear un sistema codificado de ideas y principios para guiar la
conducta de la política. Así, se dividió el mundo en distintas partes y se crearon conceptos y
modelos de seguridad arquetípicos a los que se asignó la máxima prioridad política. A partir de los
modelos, como se verá más adelante, intelectuales y estrategas militares que se basaron en las
características naturales de la tierra, generaron una conciencia del mundo cada vez más pequeño
cuyos cambios son cada vez más rápidos. El periodo que abarca este razonamiento, que va de
finales del siglo XIX a mediados del XX, también se caracterizó por el énfasis en el diseño del
proceso evolutivo y por incorporar el racionalismo cartesiano al estudio de las relaciones
internacionales. Los razonamientos prácticos, por su parte, fueron -y siguen siendo- hechos por los
estrategas de Estado con miras a evaluar amenazas más allá de las fronteras y así diseñar la política
exterior de su país. El periodo en el que se desarrollan estos últimos es posterior a la Segunda
Guerra Mundial y también han sido identificados como códigos geopolíticos, es decir, los supuestos
estratégicos de un gobierno en materia de política exterior.
Cuando se tiene una perspectiva en torno a lo que implica el concepto geopolítico, por lo general se
establece una asociación que es vaga, difusa y compleja. En primer lugar, ha sido subutilizada para
hacer referencia a fenómenos que, sin ser necesariamente de naturaleza geopolíticos, se les atribuye
tal característica, como una búsqueda para explicar los factores que ocasionan el problema. La
concepción difusa de la geopolítica se basa en el hecho de que, si bien se tienen múltiples puntos de
vista sobre la disciplina, también hay una gran cantidad de definiciones que enfatizan diferentes
elementos y perspectivas, sin encontrar, necesariamente, puntos de conflicto al respecto. Y,
finalmente, la complejidad de la geopolítica es una consecuencia de lo mencionado; es decir, hay
diferentes escuelas de pensamiento que generan una mayor complejidad en la definición sobre lo
que es, y lo que no es, geopolítica.

En el siglo XXI, y especialmente a partir de la Guerra de Irak de 2003, el sistema internacional ha


experimentado algunos cambios sensibles. En primer lugar, porque las guerras contra el terrorismo
libradas por Estados Unidos y, por ende, la forma como ha usado su poder, han estado menos
orientadas por el consenso (Brown y Ainley, 2009). En segundo lugar, y derivado de lo anterior,
porque la presunción de la aparente convergencia ideológica ha comenzado a desvanecerse, y las
potencias emergentes, tanto democráticas como no democráticas, no comparten la visión
norteamericana y occidental del orden mundial (Brown y Ainley, 2009; Patrick, 2010). Y en tercer
lugar, porque si bien las potencias emergentes se han manifestado más dispuestas a desafiar el peso
relativo del orden mundial liderado por las democracias occidentales, tanto estas como aquellas han
verificado una aparente reafirmación de la cooperación en medio de la anarquía en diversos frentes
(Badie, 2009; Devin, 2009).
La guerra de Afganistán contó con la aprobación de la mayoría de los regímenes políticos a lo largo
del mundo, pero fue a partir de la guerra de Irak -y las subsecuentes luchas contra el terrorismo en
el Cuerno de África, Asia Central, el Magreb y el Sahel- que los Estados Unidos y algunos de sus
aliados occidentales dejaron de contar con el respaldo de la mayoría de los grandes poderes.
Regímenes autocráticos o autoritarios como el de Rusia y China no apoyaron la invasión a Irak, y
regímenes democráticos como Francia y Alemania prefirieron que la invasión estuviese amparada
en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Por otra parte, la divergencia ideológica no
solo se ha reflejado en el Islam militante o los movimientos peronistas en América Latina, sino
también en el renovado éxito de la autocracia china (Patrick, 2010, Economy, 2010) y el creciente
autoritarismo ruso (Lacqueur, 2010).

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