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La ciudad:
La fundación de Roma se atribuye a tres tribus: los Ramnes, los Ticios y los Lúceres. Estos tres grupos fundaron la
llamada Roma Quadrata en el Monte Palatino. Otra ciudad fundada por otro u otros grupos en el Quirinal, se unió a
la Roma Quadrata, surgiendo así la civitas ('ciudad') llamada Roma.
A los primeros ciudadanos romanos se les llama patricios (o patres), porque o bien son padres de familia o bien son
hijos de padres de familia vinculados a la obediencia paterna.
Los hijos de los patricios, al cumplir 17 años adquirían la condición de ciudadanos plenos, pero continuaban sujetos
a la potestad del padre hasta que este moría.
A los patricios corresponde el derecho pleno de ciudadanía: forman el pueblo y son de entre los habitantes los de
clase social más elevada. Sus derechos eran: el sufragio, el desempeño de cargos públicos políticos o religiosos, el
derecho a asignación de tierras públicas, los derechos civiles propios de las gens, el derecho de
contraer matrimonio con otros miembros de las gens, el derecho de patronato, el derecho de contratación y el
derecho a hacer testamento.
El rey:
Roma era gobernada por un rey, representante de la institución monárquica, al que corresponde todo el poder
(imperium) y dicta las órdenes, el cual era elegido entre el pueblo como jefe de una gran familia política.
El senado:
Frente al rey se erige la institución del Consejo de Ancianos (senatus) para contrabalancear a la institución real.
Los primeros senadores son los representantes designados por cadagens. Tienen carácter vitalicio. Como el
número de gens es invariable (las sucesivas familias surgen siempre de un tronco común y por tanto se integra en
alguna de las gens existentes) también es invariable el número de senadores.
El senado era un órgano meramente consultivo, pero siendo emanado del pueblo, el rey lo convocaba a menudo y
consideraba sus propuestas. Sus reuniones se celebraban en el comitium (foro) en una sala llamada bule.
Representación de una sesión del Senado.
Los comicios:
Las decisiones en Roma se adoptaban en los comicios, es decir en las votaciones de las asambleas.
Los comicios más antiguos son los comitia calata, convocados por el rey para solemnizar ciertos actos religiosos.
Los comicios políticos eran aquellos en los que votaba la población organizada en curias (inicialmente
una curia eran diezgens). Se convocaban el 24 de marzo y 24 de mayo y cuando el rey lo consideraba
conveniente. Decidían sobre la elección de monarca, asuntos políticos importantes y la concesión del derecho de
ciudadanía.
Clases sociales:
Las clases que se distinguieron fueron cinco: patricios, plebeyos, esclavos, clientes y libertos.
Patricios
Eran las primeras familias asentadas en Roma y sus descendientes. Cada una pretende descender de un
antepasado más o menos divinizado (pater). Los que tienen un mismo pater forman una gens, llevan el mismo
apellido y celebran un mismo culto.
Plebeyos
Constituyen la mayor parte de la población, compuesta también con extranjeros, refugiados pobres o clientes que
se habían enemistado con sus "patronos". Eran considerados hombres libres, por lo que no podían participar en lo
político ni en lo religioso.
Esclavos
Es el destino normal de los presos de guerra. Legalmente, carecían de todo derecho. Hacían gratis los peores
trabajos y de por vida. El trato dependía del carácter personal del amo. Llegaron a ser numerosísimos con la
expansión de Roma.
Clientes
Los clientes eran los extranjeros o refugiados pobres, sujetos a patronazgo de un patricio, el cual le brindaba ayuda
económica, lo defendía ante la ley, y lo dejaba participar de las ceremonias religiosas a cambio de que éste lo
acompañe en la guerra y lo ayude en todos los trabajos en el que el patricio lo solicitara.
Principales emperadores romanos y su papel protagónico en la historia
Lista de emperadores romanos
En la época del Imperio romano hubo muchos personajes influyentes, de los que seguro que has oído hablar,
como Julio César o Nerón. Son personajes que han pasado a formar parte de la historia por diversos motivos.
Analicemos brevemente cada uno de ellos:
Tiberio: Cuando nació, un astrólogo predijo que el destino iba a estar de su parte. Es conocido por haber sido
emperador durante la época en la que Jesús de Nazaret fue ejecutado en la cruz. Destacó por ser un excelente
militar, ya que participó en la conquista de diversos territorios para el Imperio. Sin embargo, asesinó a Marco
Agripa Póstumo para acceder al poder.
Julio César: Está considerado uno de los emperadores romanos más influyentes e importantes, puesto que reinó
como un autócrata durante más de 40 años y acabó con un siglo de guerras civiles en Roma, dando paso a una
era de paz y prosperidad.
Marco Aurelio: Fue emperador desde el año 161 hasta su muerte en el 180. Se le considera una de las figuras
más importantes de la filosofía estoica. El gobierno de Marco Aurelio estuvo marcado por las guerras en Asia y
en Germania.
Nerón: Fue emperador entre los años 54 y 68 tras la muerte asesinado de Claudio. Durante los primeros años de
gobierno destacó por una buena administración, pero su figura quedó empañada por los ayudantes a los que
encargó la política interior, ya que se encargaron de sofocar con sangre las conspiraciones contra el
emperador.
Nerva: Llegó al poder algo mayor, puesto que tenía 65 años, pero dedicó su vida al Imperio y a restaurar
los derechos civiles que habían sido ignorados por los anteriores emperadores. Durante su gobierno tuvo que
gestionar graves problemas en las finanzas del Imperio y falleció en el año 98.
Trajano: Era de origen hispano y sucedió a Nerva como emperador, cargo en el que se mantuvo entre los años
98 y 117. Su mayor obra consistió en reformar la ciudad de Roma. Las obras que realizó son visibles hoy en día
en la Columna de Trajano o el Foro de Trajano. Durante su gobierno, el Imperio romano alcanzó su máxima
expansión.
Adriano: Fue el sucesor de Trajano y también era de origen hispano. Este emperador destacó por ser un gran
viajero y aunque gobernó durante 20 años el Imperio romano solo vivió en el territorio del Imperio durante 8
años. En sus viajes fundó y protegió numerosas ciudades. Sin duda, durante siglos los emperadores ostentaron
un inmenso poder y cada uno ha dejado su huella en la historia.
Lenguas romances
Las lenguas romances (también denominadas lenguas románicas, lenguas latinas, lenguas itálicas, o lenguas
neolatinas) son una rama indoeuropea de lenguas estrechamente relacionadas entre sí y que históricamente
aparecieron como evolución (o equivalentes) del latín vulgar (entendido en su sentido etimológico de habla cotidiana
del vulgo o común de la gente) y opuesto al latín clásico (forma estandarizada que a partir de cierto momento era una
lengua aprendida como segunda lengua y no como lengua materna).
Fueron las lenguas itálicas que sobrevivieron por el Imperio Romano, extinguiéndose la lengua melliza del latín
(el falisco) y también desapareciendo un grupo itálico paralelo a las latino-faliscas, como las osco-umbras u otras ramas
desordenadas.
El número de lenguas romances conocidas supera la veintena, aunque en la actualidad muchas variedades regionales
están gravemente amenazadas y solo media docena de ellas tienen un uso general y varios millones de hablantes.
Estas lenguas se hablaban y se siguen hablando en un territorio que recibe el nombre de Romania, que cubre en su
mayor parte el sur europeo del antiguo Imperio romano. Los términos romance y Romania proceden efectivamente del
adverbio romanice, "en romano", desde el adjetivo latino romanicus: se consideraba que sus hablantes empleaban una
lengua tomada de los romanos, por oposición a otras lenguas presentes en los territorios del antiguo Imperio, como
el fráncico en Francia, lengua de los francos perteneciente a la familia de las lenguas germánicas. Pues, romanice loqui,
"para hablar en romano" (eso es, el dialecto vernáculo latín) es en contraste con latine loqui, "para hablar en latín" (latín
medieval, la versión conservadora de la lengua usado en escrituras y contextos formales o como una lengua franca), y
con barbarice loqui, "para hablar en bárbaro" (las lenguas no latinas de los pueblos de los lugares externos del Imperio
Romano).
El primer escrito en que se encuentra el término romano, de una manera u otra, se remonta al sínodo de Tours del año
813. Es a partir de ese sínodo cuando se considera que la primera lengua vulgar se separa del latín, y se designa en
efecto como una lengua aparte. Se trata de una forma de protofrancés que recibe el nombre de romana lingua o román.
No obstante, en los Cartularios de Valpuesta, hay un texto anterior que data del año 804, y está escrito en un latín muy
romanizado.
La evolución del latín vulgar hacia las lenguas románicas se fecha, grosso modo, de la siguiente manera:
El reconocimiento de la ciencia como expresión de la cultura humana es una idea bastante extendida hoy día, aunque
no siempre ha tenido el mismo predicamento. Este estudio presenta la percepción de los jóvenes sobre la influencia
de la ciencia en la cultura a través de cuatro cuestiones: la existencia de las dos culturas, la influencia sobre el
pensamiento cotidiano, la ayuda de los conocimientos de ciencia y tecnología para resolver problemas prácticos y la
capacidad de la ciencia escolar para mejorar la toma de decisiones personales. Los estudiantes no conceden a la
ciencia y la tecnología un papel demasiado influyente en la cultura y, en los casos donde esa influencia se hace más
patente, no hay coincidencia en el diagnóstico de las causas. Sin embargo, existe una cierta percepción global de la
integración de la ciencia y la tecnología en la cultura actual. La ciencia representa uno de los esfuerzos más
extraordinario del género humano por hacer más objetivo el conocimiento, en contra de las tendencias naturales a
hacerlo subjetivo y deudor de intereses personales, de clase o de grupo y, tal vez, en ello reside la fuerza de su
extraordinario progreso. La filosofía de la ciencia positivista ha idealizado en exceso esta posición, atribuyendo a la
ciencia cualidades extremas de racionalidad y empirismo que no siempre se alcanzan en la práctica. En
consecuencia, para el positivismo el conocimiento científico es neutral, está libre de valores y se encuentra por
encima de influencias ajenas a la objetividad de los hechos, tales como las ideologías, la sociedad, la economía, los
grupos de presión social, las tendencias subjetivas individuales, etc.; en suma, no está influido por la cultura de la
sociedad donde viven y trabajan los científicos. Esta posición, junto a la propia dificultad de comprender muchos de
los conocimientos generados por la ciencia, ha hecho que la opinión pública le haya atribuido cierta deshumanización,
pareciendo que está más allá de las capacidades e intereses del ciudadano medio; idea que ha contribuido a aislar la
ciencia de la cultura humanística o, simplemente, del mundo de las letras y las artes. Sin embargo, en los últimos
lustros, los estudios epistemológicos, históricos y de sociología de la ciencia han falsado esta visión positivista.
Desde la obra seminal de Kuhn (1962) se reconoce que en la resolución de las controversias científicas, donde se
decide qué conocimiento se acepta y cuál no, también intervienen de manera determinante factores psicológicos y
sociales. La sociología del conocimiento científico ha ido más lejos aún, sosteniendo que éste no puede explicarse
adecuadamente sin recurrir a los factores sociales, es decir, que no existe un conocimiento científico vinculado
exclusivamente a razones racionales y cognitivas. Numerosos estudios enmarcados en la sociología de la ciencia,
sobre todo desde la perspectiva postmoderna, han venido a mostrar que la ciencia, como cualquiera de las demás
múltiples actividades humanas, se construye socialmente y, por tanto, está sometida a las influencias de la sociedad y
su cultura; a la vez, también influye en ellas como consecuencia de una interacción mutua, que es propia de cualquier
sistema humano (González et al., 1994; Lamo, González, y Torres, 1994; Latour y Woolgar, 1979).
Legado histórico de las civilizaciones antiguas del mundo