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Seminario Uru III
Seminario Uru III
Resumen
A través del análisis de dos retratos, pretendo mostrar las diferencias entre un inmigrante:
Félix Ortiz de Taranco y un uruguayo como lo fue Juan Manuel Blanes.Si bien vamos a poder
ver los desencuentros, es interesante poder observar los puntos de encuentro, principalmente
en un momento histórico en el que frente a las oleadas migratorias la identidad parecía
necesitar- para algunas esferas sociales- afirmación y reafirmación. Las muestras de ello van
a ser, en este caso puntual, a través de las elecciones de los retratos, si individuales o del
grupo familiar. Todo dentro de un contexto histórico en el que Uruguay era un destino
atractivo para europeos principalmente, algo que actualmente sucede pero para los
centroamericanos como podremos ver.
La inmigración española
Los inmigrantes españoles vinieron, en su mayoría, por las condiciones
desfavorables para poder vivir, porque no tenían tierras, trabajo, alfabetización.
Habrán de los que vienen a trabajar como mozos, vivir en los conventillos que
fueron construidos para ellos, trabajar en almacenes. Los más capaces podrán
ascender en la escala social como es el caso que nos compete de Félix Ortiz de
Taranco. Más allá del estancamiento social o su crecimiento económico, los
españoles traen consigo el patrimonio de las subculturas regionales. Desde
gallegos, catalanes, valencianos, mallorquines, leoneses, asturianos, vascos,
santaderinos, canarios. (Vidart, D., Pi Hugarte, R, 1969)
Gallegos
Vidart y Pi Hugarte señalan la existencia de tres procesos inmigratorios Galicia-
Uruguay, que tendrán distintas consecuencias culturales. El primero se extiende
desde la fundación de Montevideo (1724-1726) hasta la finalización de la Guerra
Grande (1724- 1851). El segundo desde mediados del siglo XIX a la finalización
de la Segunda Guerra Mundial (1851-1945). Y el tercero desde 1945 hasta 1970.
La primera oleada migratoria procedente de Galicia tenía el designio de
venir a poblar América, la segunda (que es en la que me voy a centrar) ya no, sino
que más bien está conformada por inmigrantes que gracias a las facilidades de las
autoridades bonaerenses y montevideanas se asientan en estas latitudes. Así
surgen nuevas ciudades, crecen las antiguas, las praderas comienzan a tener más
habitantes, aparecen nuevas modalidades de comercio dando como resultado la
prevalencia urbana que caracterizará a Montevideo. Y, según Vidart, más allá de la
esencia de campo del gallego, en Uruguay no se asentará allí porque es inseguro,
hay poco trabajo y mal remunerado.
“De este modo, imperceptiblemente, las pautas de la cultura gallega-
sobriedad, religiosidad, modestia, laboriosidad- se incorporan a los hogares del
patriciado y revisten a los jóvenes retoños con un barniz democrático a contrapelo
con su aristocratismo terrateniente.” (Vidart y Pi Hugarte,1969: 31)
Retratos
El mercado del retrato en Uruguay recién comienza a observarse en la década del
treinta del siglo XIX dentro de las familias montevideanas de las clases
acomodadas.
Dentro de los pintores como Cayetano Gallino, Amadeo Gras, Félix
Rossetti, Felipe Goulú de los años entre 1830 y 1855 definen el espacio simbólico
de lo privado, en un acto de afirmación del individuo y del estatuto familiar como
valores rectores de la cultura cotidiana (Peluffo 1996).
Se siguen códigos con dos vías paralelas: por un lado, buscando la
singularidad y meticulosidad del rostro del retratado y por otro, atributos físicos
que atendían a una significación social; desde las ropas, la posición de las manos
y lo que ellas sostienen hasta el entorno. Fue una práctica importada directamente
desde Europa, donde los pintores tenían en sus talleres stock de cuadros pintados
con cuerpos, manos y escenografía en donde quien buscara adquirir un retrato,
solo fuera necesario realizar su rostro ya habiendo seleccionado alguno de los
modelos existentes.
Peluffo plantea que se encuentra una mezcla de severidad y serenidad,
donde se halla una tensión plástica entre el modelado de los rostros y la
neutralidad del fondo que vienen de la tradición europea procedentes de Van Dick,
pero también con pautas de la Francia del siglo XIX a lo que allí eran los retratos
burgueses o retratística del justo medio.
“Disderi escribía en 1862 El aspecto del retrato deberá despertar, ante todo
(...) ideas serias y serenas: expresará calma y reflexión. Actitudes simples, una luz
interior distribuida en masas tranquilas con extensas medias tintas, fondos
severos, gran sobriedad de accesorios. La cabeza, sede del pensamiento, erguida y
luminosa; éste es el estilo adoptado” (Peluffo, 1996: 200)
Peluffo señala que las obras de fines de siglo arrojan la mirada que poseían,
siendo esta criolla, masculina tradicional (la mentalidad de la demanda) aunque
afectada por las reglas de representación propias del siglo XIX europeo.
Yendo al caso particular de los retratos del grupo familiar al óleo, los
registros señalan que se encuentran- escasos- en el último cuarto del siglo XIX
cuando ya la fotografía les sirve de fuente. La iconografía de grupo no se halla
dentro de las familias más antiguas, sino los sectores burgueses o las familias de
constitución y fortuna más recientes, “quienes consagran el matrimonio y su
fertilidad a través del retrato grupal.” (Peluffo, 1996: 59). Las familias más
antiguas siguen manteniendo y afirmando un sentido jerárquico y reservado de la
vida íntima, por lo que son más proclives a los retratos individuales.
A fines del siglo XIX y en el Novecientos la retratística se modifica en
función de las necesidades de la nación, ya no es necesario representar al pater
como fundador, sino como un emblema de lo institucional, es decir, “representa el
poder constituido y proyectado en la estructura familiar, lo que condice con el
afianzamiento de la imagen de grupo” (Peluffo, 1996: 60)
Ya para las décadas de 1860 y 1870, el pater familiae era un anciano que
había hecho florecer su empresa familiar, poseedor de una gran descendencia y
producto de ello, era imposible de ser retratado junto a todo su grupo. Al mismo
tiempo, había una especie de consenso frente al matrimonio tardío y a la
contención de la familia. Los retratos del Novecientos por lo general tenían un
frondoso follaje de fondo característicos de las casa quintas del Prado y de Colón
o de patios interiores de las mansiones del Centro.
Los inmigrantes que aún no habían construído el espacio privado, optaban
por registrar su composición familiar en los establecimientos comerciales de
fotografía frente a grandes telones, con diversos fondos pintados.
Hay una diferencia que se encuentra entre los retratos de grupo urbanos del
rural y es que, en los primeros quienes forman parte de las fotografías o pinturas
al óleo están emparentados con el pater, dejando por fuera a los individuos que no
tengan filiación.En cambio, en el ámbito rural, tanto las pinturas como las
fotografías de grupo integran a todas las personas que forman parte del día a día,
esto es, también encontramos allí al personal de servicio y doméstico, buscando
dar una impresión de unidad.
“El retrato de la familia está dado por el clima íntimo que compone una
sabia distribución de la luz y el color que conjuga en una composición reunitiva
que expresa parcamente una unidad afectiva tradicional. Mas que las formas y los
trazados reguladores son las penumbras y el arabesco los elementos utilizados. El
rojo oscuro del fondo termina por enmarcar y reunir cromáticamente este clima
retrato familiar.” (Parpagnoli, 1969: 52)
Conclusiones
Luego de este recorrido, he llegado a algunas conclusiones. La inmigración trajo
consigo mucho más que personas, con ellas vinieron diferentes subculturas,
gustos, estilos, tradiciones y una de ellas fue la de los retratos. El patriciado
montevideano importó esta práctica, pero con matices. En el caso del inmigrante
Félix Ortiz de Taranco podemos ver que los retratos por los que opta son
individuales. Los tres (retratos) comparten características en común; fondos
oscuros, levemente perfilados, en donde el artista juega con los claroscuros,
haciendo foco en sus rostros. La mirada hace partícipe al observador ya que da la
impresión de que les están mirando. En el caso del retrato de Blanes de su familia,
hay una carga simbólica muy fuerte, en donde establece qué tipo de relación
intenta mostrar con cada integrante de su familia.
Ahora bien, por un lado hay un inmigrante y por el otro si bien nace en nuestro
territorio, es hijo de inmigrantes y en el contexto histórico en el que nace, recién
aquí se estaba sentando las bases de la nacionalidad y conformando la identidad
colectiva. Entonces, lo que me parece más interesante es esto último, entender que
si bien entre ambos encontramos matices y eso puede responder, según las fuentes
que hemos consultado a la procedencia y los objetivos que se plantean. El
patriciado local o las esferas medias buscan a través de los retratos mostrar lo que
han conseguido, esa estabilidad, buen pasar.
Como último punto a tocar está entonces la influencia recibida, el intercambio
entre diferentes culturas provoca necesariamente una nueva que surge de la
mezcla de las anteriores, el caso de Félix es interesante en cuanto a esto, si bien
establece su vida y familia aquí, intenta mantener el lazo con su lugar de origen,
pero al mismo tiempo genera lazos locales, por ejemplo, al casarse con la hija de
una de las familias patricias de la época. Y en cuanto a Blanes, su formación
académica en Europa y sus proyecciones tienen como modelo a Europa.
Si extrapolamos la situación del caso estudiado con lo que sucede en la actualidad,
vemos que no existen tantas diferencias, tal vez sí pero desde la aplicación.
Uruguay ha vuelto a ser un destino atractivo para los inmigrantes, antes lo fue
para europeos y ahora principalmente lo es para los centroamericanos que escapan
de allí por la pésima situación socio-económica y política que viven sus naciones.
Por un lado asimilan algunas prácticas locales, pero por otro se puede observar
cómo intentan mantener tradiciones suyas, se integran a grupos procedentes de su
mismo país, en un intento de mantener y continuar su identidad de grupo,
reconociéndose como parte.
Bibliografía
Anexos