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LA VÍCTIMA: Ahora bien, ¿Hasta dónde podemos decir que es la victima quien despierta
en su agresor la emoción que en últimas termina con la acción de este? ; ¿en algunos
casos se podría adjudicar a la víctima parte o la totalidad de la responsabilidad de su
propio destino en el desarrollo del hecho criminal?
Para iniciar este punto se debe indicar que las mujeres lindas hacen que los hombres no
piensen racionalmente, existen casos en los cuales una mujer vuelva loco a un hombre.
Asimismo podemos advertir la existencia de mujeres que no solo explotan ese capital
erótico como un medio de sacar ventaja, podemos encontrar personas, en este caso
mujeres, con un trastorno obsesivo; estas presentan una baja autoestima y un vacío
emocional. Estas mujeres parten de que: “si poseo a otro a mi antojo, se resolverán mis
problemas”.
Ahora debo referirme al trastorno narcisista, pues ciertas conductas aquí descritas y
analizadas pueden adecuarse a esto. Según el DSM, este se caracteriza por un patrón de
incapacidad de poder conectarse emocionalmente con otros, se tiene una exagerada
necesidad de admiración y grandiosidad, estas personas tienen un desmesurado sentido
de su propia importancia (Ego desmedido).
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Así mismo, suelen vivir enfrascados en fantasías de éxito sin límites, de belleza, amor y de
poder, llegan a compararse con personas de fama, creen que las personas les adeudan
privilegios, pues creen merecerlo todo, se creen especiales.
Dicho lo anterior se debe indicar que la mujer emplea el estímulo sexual para lograr
remotivar a un hombre y poder conseguir, de esta forma, una ventaja que en teoría es “no
sexual”; pero se puede indicar que esta estrategia puede conllevar peligros, ya que el
estímulo no debe ir demasiado lejos.
Sobre la base de esta tipología criminal, se puede indicar que la conducta sexual agresiva
es una manifestación repentina, impulsiva, que no tiene control y por lo general presenta
características violentas y de sadismo contra la víctima.
EL DELITO EMOCIONAL: Cuántas veces hemos podido escuchar casos en que, el amor,
una provocación o gran exaltación de un momento, un acometimiento repentino e
impensado de una pasión, que hayan podido influir en la comisión de un hecho criminal.
La Doctrina en relación al trastorno mental en los delitos pasionales se puede decir que es
una entidad Psiquiátrica forense y que se puede considerar en algunos casos como
eximente o atenuante de la responsabilidad Penal, claro está, atendiendo a las
circunstancias y particularidades del hecho.
Se puede iniciar el análisis, expresando que linchamiento podría ser una forma popular,
colectiva y tumultuaría de ejecutar la justicia, satisfacer una venganza o plasmar una
aversión, dando muerte, calificada de ejecución de pena capital, sin esperar el
pronunciamiento jurisdiccional.
La auto justicia es signo del deseo de la ciudadanía de que se haga justicia y es en lo que
deben trabajar las autoridades. El vacío de protección que ha dejado en algunos casos la
autoridad es un factor que ha colaborado a que los ciudadanos mantengan recelo de la
policía; el altísimo índice de impunidad actúa como azuzador para que los delincuentes
sigan perpetrando mayor número de ilícitos en perjuicio de las clases más vulnerables. La
apreciación de la ciudadanía de que la policía no controla a la delincuencia, sea por
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incapacidad o en contubernio con ella, tiene una de sus explicaciones en la extensa cadena
de experiencias sinuosas por las que la víctima tiene que pasar para por lo menos ser
atendida por la autoridad cuando denuncia un delito. Sin embargo la justicia denegada no
explica completamente la serie de rupturas que se dan para que tenga lugar un
linchamiento.
La forma más simple y básica de los crímenes de masas la constituye la pareja delictual,
en la que uno domina (incubo) y otro es sugestionado (súcubo). También se tiene la
llamada asociación de malhechores en los que hay un guía y varios que son guiados, existe
además la secta criminal que actúa para lograr un fin específico previo acuerdo de sus
componentes.
Para este tipo de estudio el perito recurrirá a todas las fuentes de datos disponibles y
accesibles que le permitan reunir toda la información necesaria para establecer cuál era el
comportamiento de la persona previo a su muerte.
El psicólogo forense pedirá se le faciliten los medios para poder entrevistar a la mayor
cantidad posible de personas que tuvieron relación con el occiso, desde familiares directos
e indirectos, profesores, compañeros de escuela o trabajo, jefes inmediatos y superiores,
amigos, parejas sentimentales, novias, esposa, etc…sobre todo las personas con las que
convivió los últimos días previos al fallecimiento.
Desde 1940 y durante 16 años, una persona colocó una serie de bombas en diferentes
lugares de la ciudad de Nueva York. Al principio los explosivos eran pequeños e inefectivos,
con el correr del tiempo se fueron haciendo más poderosos y peligrosos.
Durante un periodo de cinco años, en el que fue conocido como “Mad bomber” (el loco de
las bombas) colocó artefactos explosivos en lugares tan significativos como la terminal de
trenes de Grand Central, la estación de Pennsylvania, el Radio City Music Hall, la Biblioteca
pública de Nueva York, la terminal de autobuses del puerto y el edificio de la RCA, el metro
y varios cines y teatros de la ciudad.
La primera bomba se encontró en el edificio de la compañía Edison y junto a ella una nota
que decía: “Con Edison, ladrones –Esto es para ti”, y la firmaba “F.P.”.
En 1941 la policía de la ciudad recibió una carta que decía “no haré más bombas mientras
dure la guerra, mi sentimiento patriótico me ha hecho decidirlo así.
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Después yo haré justicia a Con- Edison, ellos pagarán por lo que hicieron, F.P.” (Brussel,
1968, citado por Wrightsman, 2001).
Por lo menos 16 cartas más fueron recibidas en la compañía eléctrica Con-Edison, el New
York Times, varios hoteles, teatros y supermercados en Nueva York.
En 1950 fueron encontraron unas seis bombas más que, aunque no explotaron, sí
suscitaron el pánico en la colectividad. La policía y los medios de comunicación empezaron
a llamar a esta persona “loco” al autor de los atentados debido a que en sus cartas y
llamadas telefónicas daba mensajes que contenían una mezcla de emociones que iban
desde la amenaza hasta la disculpa. En algún mensaje escribió: “no estoy bien” (Brussell,
1968, citado por Wrightsman, 2001).
No hubo ningún fallecido a causa de las 33 bombas por él fabricadas y tan solo quince
fueron las personas heridas
Se siguieron colocando bombas, y fue en 1956 cuando una de ellas hirió gravemente a 6
personas. La policía estableció contacto con el psiquiatra James Brussel para que les
proporcionara información sobre el tipo de persona que podría cometer estos actos.
Brussel hizo el siguiente perfil:
“Es un hombre soltero. De mediana edad -de 40 a 50 años-, introvertido. Solitario, aunque
quizás vive con una pariente. De constitución bien proporcionada. Poco sociable pero no
antisocial. Posee habilidades relacionadas con la mecánica. Es diestro en el uso de
herramientas. Despectivo con los demás. Especialmente vulnerable a las críticas que recibe
de su trabajo. Aunque puede disimular su disgusto, con el tiempo puede llegar a ser
violento. Es una persona pulcra. De buena educación. De origen extranjero, probablemente
eslavo. Religioso. Siente resentimiento y va en aumento. Trabaja o trabajó con la
compañía Edison.
Cuando lo capturen, llevará una americana cruzada con dos filas de botones”
Despues de realizar este perfil, Brussel logro convencer a la policía de colocar esa
información en los diarios para que al leerlo el autor intentara ponerse en comunicación
con ellos o cometiera algún error. Y así fue, llamó a Brussel y escribió varias cartas para
explicar algunas imprecisiones del perfil, además delató su profundo rencor en contra de la
compañía Edison.
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Fue en 1957 cuando el autor de las bombas fue capturado después de que la policía hallara
en los archivos de la compañía un incidente ocurrido con un antiguo empleado.
Con respecto a George Metesky, era un hombre de 54 años, de origen polaco, soltero, y
vivía en una casa con dos hermanas mayores, pero lo más sorprendentemente que al
momento de aprehensión llevaba una americana cruzada con dos filas de botones.
Una vez capturado admitió ser el “loco de las bombas” y explicó que su firma F.P
significaba “Fair play” (juego limpio). Fue internado en un hospital psiquiátrico en 1957 y
liberado en 1973 con el diagnóstico de curado. Murió en1994.
El Dr. Brussel llegó a estas conclusiones después de analizar el contenido de las cartas y de
las llamadas de Metesky. Logro observar que el autor de las bombas había mantenido una
idea fija durante 16 años. Dentro de las clasificaciones de trastornos mentales, la paranoia
caracteriza a las personas capaces de mantener el resentimiento durante mucho tiempo,
de allí su deducción de que el responsable de las bombas padeciera una paranoia
progresiva
Ahora bien, la paranoia, como la pulcritud y las conductas obsesivas, permitieron a Brussel
relacionar la letra meticulosa del “loco de las bombas” con una persona ordenada que
llevaría una americana cruzada.
La edad fue calculada teniendo en cuenta el patrón de inicio de la paranoia (entre los 25 y
los 30), el tiempo que tarda en desarrollarse (con frecuencia hasta 10 años), la fecha de la
primera bomba y el año en que se realizó el perfil. De esta forma la edad del responsable
no podía ser menor a 40 años, entendiendo que habían transcurrido 16 desde el primer
atentado.
La educación fue deducida por el vocabulario y el contenido de las cartas. Sin embargo,
dado que había palabras de uso poco frecuente y la redacción mostraba patrones similares
a los de una traducción textual, el psiquiatra concluyó que se trataba de un extranjero.
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Señaló que probablemente era eslavo porque el origen de muchos inmigrantes de los
Estados Unidos era ese, y específicamente Polonia, porque las bombas habían sido usadas
generalmente en Europa Central.
El dato de la contextura física fue concluido a partir de las clasificaciones del psiquiatra
alemán Ernest Ketschmer. En ellas, el 85% de los paranoides tenían una constitución
atlética.
Sobre la base de esta tipología criminal, se puede indicar que la conducta sexual agresiva
es una manifestación repentina, impulsiva, que no tiene control y por lo general presenta
características de sadismo contra la víctima.
Todo consiste en hacer que el sujeto tome conciencia de que debe vivir su sexualidad
parafílica con los mismos criterios de responsabilidad que los que presiden el ejercicio de la
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sexualidad convencional. Nadie es responsable de sus tendencias: sólo es responsable de
las formas cómo las vive.