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DICTADO 2

A veces, cuando nuestro barquito pasaba entre dos islotes, el canal


era tan estrecho que casi podíamos tocar las rocas a un lado y a
otro. Pasábamos junto a barcas y canoas de remo, llenas de niños
rubios de tez tostada por el sol, y les decíamos adiós con la mano
viendo mecerse violentamente sus pequeñas embarcaciones en la
estela que dejaba nuestro barco, más grande.

DICTADO 4

De pequeño, yo decía que quería ser detective y mi padre se lo


tomaba a broma, como si hubiera dicho que quería ser domador de
elefantes. A medida que me iba haciendo mayor y veía que no solo
no me echaba atrás, sino que incluso ejercía de detective a
pequeña escala, se había ido alarmando, en parte porque
constataba que nos e trataba de una broma, en parte porque cuanto
más crecía yo, menos podía imponerse él.

DICTADO 5

Ella me enseñó que la vida es una serie de interminable de


despedidas y que, por tanto, hay que aprender a despedirse bien. Y
despedirse bien no es salir corriendo sin mirar atrás y echar una
cortina sobre el pasado y hacer como si no hubiera existido. Muy al
contrario, despedirse bien es saber estrecharse las manos, mirando
con serenidad a los ojos. Y recordar en ese momento crucial todos
los momentos hermosos que vivimos, y llevarlos con nosotros,
porque eso es riqueza y enriquece.

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