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Los dos Halcones

Cuenta la historia que un rey de un país muy lejano recibió como obsequio en su
cumpleaños dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que
los entrenara.

Pasados unos meses, el instructor le comunicó que uno de los halcones estaba
perfectamente educado, había aprendido a volar ya a cazar, pero que no sabía
qué le sucedía al otro halcón: no se había movido de una rama desde el día de su
llegada a palacio, e incluso había que llevarle el alimento hasta allí.

El rey mandó llamar a curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie consiguió
hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a varios miembros de la corte, pero
a pesar de los intentos nada cambió; por la ventana de sus habitaciones el
monarca veía que el pájaro continuaba inmóvil. Publicó por fin un llamamiento
entre sus súbditos solicitando ayuda, y entonces, a la mañana siguiente vio al
halcón volar ágilmente por los jardines.

-Traed al autor de este milagro -dijo a su séquito. Al poco rato le presentaron a un


campesino.

-¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo lograste? ¿Eres mago, acaso?

Entre feliz e intimidado, el hombrecito explicó:

-No fue difícil, Su Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dio cuenta de que tenía
alas y se lanzó a volar.

Reflexión:

En nuestra vida hay muchas ramas que nos mantienen en una situación de
comodidad. Algunos a pesar de la seguridad de la rama igualmente se arriesgan y
se lanzan, aprendiendo a volar y buscando la superación personal. Pero otros,
como el segundo halcón, se acomodan en ella. A veces puede que algún
acontecimiento rompa la rama de la costumbre, de la seguridad, entonces se dan
cuenta de que pueden volar y superarse a sí mismos.

En ocasiones nos acomodamos sin ser conscientes de nuestras potencialidades,


sin desarrollar todas nuestras cualidades, pues estamos cómodos en nuestra
rama: quizá es necesario que alguien nos corte la rama para que podamos
arriesgarnos al vuelo. A veces las cosas inesperadas, y que incluso en principio
parecen negativas son verdaderas oportunidades para desarrollar nuestras
potencialidades.

Hemos de desarrollar nuestras capacidades y potencialidades, como dice el


refrán: " La confianza del pájaro no está en la rama en la que se apoya, si no en
sus propias alas".

Los hijos son como los barcos.

Dejar zarpar a nuestros hijos y educarlos para navegar.

Al ver un barco en el puerto, lo vemos en un lugar seguro.


Mientras está en el puerto, el barco está preparándose y abasteciéndose
para lanzarse al mar, ese es destino para el que fué creado, navegar los mares,
saliendo al encuentro de sus propias aventuras. Dependiendo de lo que la
naturaleza le tenga reservado, podrá desviar la ruta, trazar otros caminos o buscar
otros puertos.

Seguramente con el tiempo el barco y sus tripulantes volverán más


experimentados por el aprendizaje adquirido y enriquecidos por las diferentes
culturas que conoció. Saben que siempre habrá gente en el puerto esperándolos.
Así son los hijos. Ellos tienen en sus padres un puerto seguro.

Pero, por más seguridad y sentimientos de protección que puedan dar los
padres, todos nacimos para navegar los mares de la vida, correr nuestros
propios riesgos y vivir nuestros propios retos.

En nuestro camino llevaremos los conocimientos y fortalezas adquiridas en


nuestro puerto.
Muchas veces, como padres, queremos mantener a nuestros hijos en lugar
seguro, en nuestro puerto.. pero ellos están hechos para navegar, para zarpar
cuando llegue el momento, y la estancia en el puerto ha de prepararles a la
navegación.
Algunos padres no desean dejar salir del puerto a sus hijos, desean que se
queden en el lugar seguro para siempre, y olvidan prepararlos para navegar y
encontrar su propio lugar, donde podrán sentirse seguros, felices y adquirir la
fortaleza necesaria para en un futuro ser puerto para otras personas.

Los hijos nacieron para convertirse un día en ciudadanos de este mundo. Los
padres podemos desear la sonrisa de los hijos, mas no podemos sonreir por
ellos. Podemos contribuir por la felicidad de los hijos, mas no podemos ser felices
por ellos.
Los hijos deben continuar desde donde los padres llegaron, así como los barcos
parten del puerto para sus propias conquistas.
Sin embargo, para eso necesitan saberse preparados y amados, fortalecer sus
valores morales, su autoconfianza, y reforzar sus virtudes y
fortalezas. Prepararlos para sus travesías.

¡Qué difícil es soltar las amarras!

Pero como padres podremos tener el orgullo de verlos partir a navegar sus propios
rumbos con la seguridad de que es un barco fuerte, independiente y capaz, que
estan bien abastecidos de todo lo que les hemos inculcado para poder enfrentarse
al mundo y capear las tormentas que se les prenenten. Pues les hemos educado
para navegar, para la independencia.

El Puente

Había una vez dos hermanos, Tomás y Javier. Vivían uno al frente del otro en dos
casas de una hermosa campiña.

Por problemas pequeños, que al acumularse sin resolverse se fueron haciendo


grandes con el tiempo, los hermanos dejaron de hablarse. Incluso evitaban
cruzarse en el camino.

Cierto día llegó a la casa de Tomás un carpintero y le preguntó si tendría trabajo


para él. Tomás le contestó:

—¿Ve usted esa madera que está cerca de aquel riachuelo? Pues la he cortado
ayer. Mi hermano Javier vive en frente y, a causa de nuestra enemistad, desvió
ese arroyo para separarnos definitivamente. Así que yo no quiero ver más su
casa. Le dejo el encargo de hacerme una cerca muy alta que me evite la vista de
la casa de mi hermao.

Tomás se fue al pueblo y no regresó sino hasta bien entrada la noche.

Cuál no sería su sorpresa al llegar a su casa, cuando, en vez de una cerca,


encontró que el carpintero había construído un hermoso puente que unía las dos
partes de la campiña.

Sin poder hablar, de pronto vio en frente suyo a su hermano, que en ese momento
estaba atravesando el puente con una sonrisa:

— Tomás, hermano mío, no puedo creer que hayas construído este puente,
habiendo sido yo el que te ofendió. Vengo a pedirte perdón. Los dos hermanos se
abrazaron.

Cuando Tomás se dio cuenta de que el carpintero se alejaba, le dijo:

—Buen hombre, ¿cuánto te debo? ¿Por qué no te quedas?


—No, gracias —contestó el carpintero—. ¡Tengo muchos puentes que construir!

Reflexión:

Muchas veces frente a un conflicto entre dos personas solemos posicionarnos de


una u otra parte, nos sentimos incluso coaccionados para "elegir" de qué parte
estamos.. ¿Por qué no intentar construir puentes?

Este cuento refleja cómo un buen mediador puede ayudar a construir puentes que
ayuden a resolver un conflicto.

Nosotros también hemos de reflexionar sobre qué puentes podemos construir,


cosas que aceptar y perdonar para vivir en armonía. Sin muros, rencores, ni
alimentando conflictos que lo único que producen es más y más distancia y
enemistad.

¿A quién le tenderías un puente?

El anillo del Rey

Una vez, un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les
dijo:

- "He mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno de los mejores
orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras
que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo
pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese
mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene
que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo".

Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes sabios, eruditos
que podían haber escrito grandes tratados… pero ¿pensar un mensaje que
contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un
anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía por
muchas horas, sin encontrar nada en que ajustara a los deseos del poderoso rey.

El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, que había
sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había
muerto, era tratado como la familia y gozaba del respeto de todos.

El rey, por esos motivos, también lo consultó. Y éste le dijo:

- “No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje”


- "¿Como lo sabes preguntó el rey”?

- “Durante mi larga vida en Palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en


una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo
estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para
despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje”.

En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado


mensaje. Lo dobló y se lo entregó al rey.

- “Pero no lo leas", dijo. "Mantenlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no


encuentres salida en una situación”.

Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y su reino se vio amenazado.

Estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo


perseguían. Estaba solo, y los perseguidores eran numerosos. En un momento,
llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un
profundo valle.

Caer por el, sería fatal. No podía volver atrás, porque el enemigo le cerraba el
camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del
enemigo.

Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró
un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento...

Simplemente decía “ESTO TAMBIEN PASARÁ”.

En ese momento fue consciente que se cernía sobre él, un gran silencio.

Los enemigos que lo perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían


haberse equivocado de camino. Pero lo cierto es que lo rodeó un inmenso
silencio. Ya no se sentía el trotar de los caballos.

El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al maestro desconocido.


Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en
el anillo, reunió nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.

El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y
el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.

En ese momento, nuevamente el anciano estaba a su lado y le dijo:

- “Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje


del anillo”
- “¿Qué quieres decir?”, preguntó el rey. “Ahora estoy viviendo una situación de
euforia y alegría, las personas celebran mi retorno, hemos vencido al enemigo”.

- “Escucha”, dijo el anciano. “Este mensaje no es solamente para situaciones


desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para
cuando te sientes derrotado, también lo es para cuando te sientas victorioso.
No es sólo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el
primero”.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje... “ESTO TAMBIEN PASARÁ”

Y, nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la


muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego había
desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan
transitorio como lo bueno.

Entonces el anciano le dijo:

- “Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son


permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de
tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la
naturaleza misma de las cosas.”

Reflexión:

"Esto también pasará": Aceptación. Templanza. ¡Qué grandes conceptos!

Tanto la aceptación como la templanza son fundamentales para nuestro


bienestar emocional. Muchas veces nos vemos en situaciones muy difíciles, a
punto de entrar en la desesperación, como el Rey ante sus enemigos: el estrés
diário, las preocupaciones del día a día, el trabajo, llegar a fin de mes.. se nos
hace todo un mundo, y perdemos la perspectiva. Pero "esto también pasará". El
Rey ante una situación muy difícil se sumió en la desesperación, pero la
conciencia de que esa emoción era pasajera le ayudó a dejarla pasar, a
recuperar la calma mental: "fue consciente que se cernía sobre él un gran
silencio", ese silencio es la claridad mental a pesar de lo difícil de la situación, lo
que le ayuda a superarla, pues no sucumbe a la desesperación. (La
desesperación bloquea, impide actuar o nos hace reaccionar de forma instintiva,
violenta, irracional) También en la situación de euforia ante la victoria el Rey fue
consciente de que la euforía pasaría: y pudo disfrutar de la victoria con claridad
mental, sin dejarse llevar por la euforia y la soberbia del momento.
Hay cosas que podemos cambiar, mejorar, podemos esforzarnos y avanzar. Pero
también hay veces en las que no podemos hacer nada porque no depende de
nosotros. En la vida suceden fatalidades que no podemos cambiar, frustraciones
cuando las cosas no salen como nos gustaría.. esto nos puede generar rabia,
rencor, una tristeza profunda, bloquearnos.. y para poder superarlo hemos de
templar nuestras emociones y aceptar que hay cosas que no podemos
cambiar.

A partir de la aceptación podremos recuperar la claridad y serenidad para


seguir avanzando.

Las sensaciones intensas como la rabia o la euforia nos hacen perder la


objetividad por completo, de ahí la importancia de no encallarnos en las
emociones y dejar que pasen, para poder analizar la situación presente y tomar
decisiones desde la templanza.

El luchar contra lo que no nos gusta, quedarnos en el rencor y la rabia de que las
cosas no sean como esperamos, nos hace más desgraciados: hemos de aceptar
lo malo tanto como lo bueno, pues al final todo pasará: y lo importante es
disfrutar del camino.

¿Qué opinais?

Indefensión Aprendida

El Elefante y la Estaca:

cuento publicado por Jorge Bucay:

Cuando era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de ellos
eran los animales, sobre todo, mi preferido era el elefante.

Durante la función, la enorme bestia impresionaba a todos por su peso, tamaño y


sobre todo, por su descomunal fuerza... pero, después de su actuación y hasta un
rato antes de volver al escenario, uno podía encontrar al elefante detrás de la
carpa principal, atado, mediante una cadena que aprisionaba una de sus patas a
una pequeña estaca clavada en el suelo.

La estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos


centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía
obvio que ese animal capaz de arrancar un "árbol de cuajo" podría, con facilidad,
arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Porqué el elefante no huye,
arrancando la pequeña estaca, con el mismo esfuerzo que yo necesitaría
para romper una cerilla?, ¿Qué fuerza misteriosa lo mantiene atado,
impidiéndole huir?
Tenía unos siete u ocho años, y todavía confiaba en la sabiduría de las personas
grandes. Pregunté entonces a mis padres, maestros y tíos, buscando respuestas a
ese misterio. No obtuve una respuesta coherente, la edad no es un impedimento
para percibir la coherencia o la falta de ella en los que la gente nos dice. Alguien
me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice
entonces la pregunta obvia: si es cierto que está amaestrado, entonces ¿por qué
lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta que me
satisficiese.

Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba
cuando me encontraba con gente que me daba respuestas incoherentes, por salir
del paso y, un par de veces, con otras personas que también se habían hecho la
misma pregunta. Hasta que hace unos días, encontré una persona, lo
suficientemente sabia, que me dio una respuesta que al fin me satisfizo: "El
elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca toda su
vida, desde que era muy pequeño". Cerré los ojos y me imaginé al pequeño
elefantito con solo unos días de nacido, sujeto a la estaca. Estoy seguro que en
aquél momento el animalito empujó, jaló, sacudió y sudó tratando de
soltarse. Y, a pesar de todo su esfuerzo, no pudo librarse.

La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Podría jurar que el primer día se
durmió agotado por el esfuerzo infructuoso, y que al día siguiente volvió a probar,
y también al otro y al que seguía se resignó a su destino. El elefante dejó de
luchar para liberarse. Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree
que no puede hacerlo. Tiene grabado en su mente el recuerdo de sus, entonces,
inútiles esfuerzos, y ahora ha dejado de luchar, no es libre, porque ha dejado de
intentar serlo. Nunca más intentó poner a prueba su fuerza.

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo
atados a varias (cientos) de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo
que "no podemos" con montón de cosas, simplemente porque alguna vez
probamos y no pudimos. Grabamos en nuestra mente: no puedo. no puedo y
nunca podré. Crecimos portando ese mensaje, que nos impusimos a nosotros
mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber cuáles son
nuestras limitaciones ahora, es intentar de nuevo, poniendo en el intento todo
nuestro corazón.

(Publicado en Cuentos para Demian, 1994)

Este cuento ilustra de forma muy clara el concepto de Indefensión Aprendida:


Según los estudios de Seligman, la indefensión se refiere a la sensación
subjetiva de no poder hacer nada frente a un problema, situación o estímulo
desagradable; y a pesar de que sí existan oportunidades reales de cambiar la
situación aversiva, evitando las circunstancias desagradables o mediante la
obtención de recompensas positivas, la persona o animal no realiza ninguna
conducta para buscar evitar el estímulo aversivo u obtener el refuerzo.
Normalmente esto es debido a experiencias previas en las que no se pudo
controlar o actuar sobre la situación, entonces se "aprende" que no puede
hacerse nada, y aunque en el futuro la situación o condiciones cambien, y sí haya
oportunidades de actuar, o tengamos capacidad para intervenir o cambiar las
cosas, nuestra creencia de no poder hacer nada nos mantiene inmóviles.

Muchas veces la indefensión es debida incuso a valoraciones negativas que


hemos interiorizado a lo largo de nuestro desarrrollo : "no se te dan bien los
estudios", "eres malo en los deportes", "nunca acabas lo que empiezas".. nos
creemos estas valoraciones negativas sobre nosotros mismos, y no nos ponemos
en marcha aunque tengamos la capacidad (como "no se me dan bien los
estudios" no me matricularé en una carrera aunque quiera, pues no me veo capaz,
no practicaré deporte porque "no se me da bien".. etc)

¿Cómo superar esta Indefensión Aprendida?: pues justamente

desaprendiendo lo aprendido Poniéndonos a prueba, valorando de forma


objetiva nuestras capacidades, centrándonos en qué podemos hacer para resolver
una situación e intentarlo. Realmente es un desaprendizaje difícil, lo sé: estamos
muy condicionados por nuestras creencias y dinámicas de pensamiento. Pero el
cambio si es posible afortunadamente. Lo fundamental es detectar y analizar
nuestro diálogo interno, cuáles son nuestras creencias, juicios, nuestra forma de
hablarnos y evaluar de forma objetiva cuáles de éstos pensamientos son
"estacas" que nos están inmovilizando. (Por ejemplo podemos intentar "verlo
desde fuera" ¿si otra persona me transmitiera estas creencias, juicios, críticas?
¿qué le aconsejaría? ) Nuestra capacidad es generalmente mayor de lo que
valoramos: podemos evolucionar, cambiar y desarrollar nuevas habilidades.

¿Habéis detectado estacas en vuestro día a día?

Liberémonos de la indefensión aprendida. ¿Qué opináis a respecto?

El Papel Arrugado:

Contaba un predicador que, cuando era niño, su carácter impulsivo lo hacía


estallar en cólera a la menor provocación.

Luego de que sucedía, casi siempre se sentíaavergonzado y batallaba por pedir


excusas a quien había ofendido.
Un día su maestro, que lo vio dando justificaciones después de una explosión de
ira a uno de sus compañeros de clase, lo llevó al salón, le entregó una hoja de
papel lisa y le dijo:

—¡Arrúgalo! El muchacho, no sin cierta sorpresa, obedeció e hizo con el papel una
bolita. —Ahora —volvió a decirle el maestro— déjalo como estaba antes.

Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba. Por más que trataba, el papel
siempre permanecía lleno de pliegues y de arrugas.

Entonces el maestro remató diciendo:

—El corazón de las personas es como ese papel. La huella que dejas con tu
ofensa será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.

Así aprendió a ser más comprensivo y más paciente, recordando, cuando está a
punto de estallar, el ejemplo del papel arrugado.

Reflexión:

Este cuento pone de manifestación la importancia de controlar la ira, saber


gestionar nuestras emociones y expresar nuestro desacuerdo y enfado con
asertividad.

No se trata de no enfadarse: sino de saber gestionarlo, y de saber expresar


nuestro malestar, disconformidad o enfado sin atacar al otro, siempre desde
el respeto, no recurrir nunca a la violencia pues es dañino tanto para los demás
como para nosotros mismos. Es importante saber gestionar las frustaciones o
nuestro enfado sin perder los papeles. Ser sincero o expresar nuestras emociones
no justifica hacerlo de cualquier modo, es importante fomentar la paciencia,
control de nuestras emociones y comunicación asertiva con los demás. El respeto
ha de ser un valor fundamental en nuestra vida: gracias al respeto nos evitaremos

ir por la vida arrugando papeles

El árbol de las preocupaciones:

Un rico comerciante contrató a un carpintero para restaurar una antigua casa


colonial. Como el comerciante era de esas personas a las que les gusta tener todo
bajo control y le preocupaba que el trabajo no quedase bien, decidió pasar un día
en la casa, para ver cómo iban las obras.

Al final de la jornada, se dio cuenta de queel carpintero había trabajado mucho,


a pesar de que había sufrido varios contratiempos. Para completar el día de
mala suerte, el coche también se negó a funcionar así que el empresario se
ofreció para llevarle a casa.

El carpintero no habló durante todo el trayecto, visiblemente enojado y


preocupado por todos los contratiempos que había tenido a lo largo del día.
Sin embargo, al llegar invitó al comerciante a conocer a su familia y a cenar, pero
antes de abrir la puerta, se detuvo delante de un pequeño árbol y acarició sus
ramas durante pocos minutos.

Cuando abrió la puerta y entró en la casa, la transformación era radical: parecía


un hombre feliz. La cena transcurrió entre risas y animada conversación. Al
terminar la velada, el carpintero acompañó al comerciante al coche. Cuando
pasaron por delante del árbol, este le preguntó:

- ¿Qué tiene de especial ese árbol? Antes de entrar estabas enojado y


preocupado y después de tocarlo eras otro hombre.

- Ese es el árbol de los problemas – le respondió el carpintero. – Soy consciente


de que no puedo evitar los contratiempos en el trabajo pero no tengo por qué
llevarme las preocupaciones a casa. Cuando toco sus ramas, dejo ahí las
preocupaciones y las recojo a la mañana siguiente, cuando regreso al trabajo. Lo
interesante es que cada mañana encuentro menos motivos para
preocuparme que los que dejé el día antes.
Esa noche, el rico comerciante aprendió una de las lecciones más valiosas
de su vida.

Reflexión:

Aprender a soltar las preocupaciones diarias puede parecer una habilidad difícil,
pero con práctica puede conseguirse y convertirse en un hábito que nos permitirá
disfrutar mejor de nuestra vida.

Las preocupaciones son como montar en una bicicleta estática: cansan pero no
llevan a ninguna parte. Cargar con la mochila de preocupaciones durante todo
el día genera estrés,angustia, ansiedad y gran malestar, creándose una bola
cada vez más grande que fomenta la irritabilidad y la negatividad... además de
impedirnos disfrutar del presente.

Pero lo bueno es que podemos practicar y fomentar habilidades que nos


permitan "soltar lastre" diariamente. podemos crear nuestro propio "árbol de las
preocupaciones": hacer deporte, practicar relajación, meditación, ejercicios
mentales, etc.

Plantemos nuestro arbol de las preocupaciones y recordemos abrazarlo


cada día.

El Vaso de Agua:

En una sesión grupal, la psicóloga en un momento dado levantó un vaso de agua.

Cuando todos esperaban oír la pregunta: "¿Está el vaso medio lleno o medio
vacío?" , ella en lugar de ésto preguntó:

- ¿Cuánto pesa este vaso?


Las respuestas de los componentes del grupo variaron entre 200 y 250 gramos.

Pero la psicóloga respondió:

- El peso absoluto no es importante, sino el percibido, porque dependerá de


cuánto tiempo sostengo el vaso: Si lo sostengo durante 1 minuto, no es problema.
Si lo sostengo 1 hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo 1 día, mi brazo se
entumecerá y paralizará.

El vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado y más
difícil de soportar se vuelve.

Después continuó diciendo:

- Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato,


no pasa nada. Si piensas en ellas un poco más empiezan a doler y si piensas en
ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado e incapaz de hacer nada.

¡Acuérdate de soltar el vaso!

Reflexión:

A veces las preocupaciones se enquistan en nuestros pensamientos y no nos


dejan centrarnos en las soluciones, en lo que sí podemos hacer. Preocuparnos en
exceso y anclarnos en pensar en los problemas nos agota, absorbe nuestras
energías y nos quita fuerzas para actuar, y para movilizarnos hacia soluciones.
Está muy bien ser consciente de los problemas y tener presente las dificultades y
los riesgos, pero llenar nuestra cabeza de preocupaciones durante mucho tiempo
nos agota emocionalmente. ¿Sabéis soltar el vaso a tiempo?

El Paquete de Galletas:

Había una vez una señora que debía viajar en tren.

Cuando la señora llegó a la estación, le informaron de que su tren se retrasaría


aproximadamente una hora. Un poco fastidiada, se compró una revista, un
paquete de galletas y una botella de agua. Buscó un banco en el andén central y
se sentó, preparada para la espera.
Mientras ojeaba la revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.
De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el paquete de galletas,
lo abrió y comenzó a comer. La señora se molestó un poco; no quería ser grosera
pero tampoco hacer de cuenta que nada había pasado. Así que, con un gesto
exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al
joven.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos y
sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con
ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente.

El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba


cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, ella se
dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y pensó: "No podrá ser tan caradura"
mientras miraba alternativamente al joven y al paquete. Con mucha calma el joven
alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable, le ofreció
la mitad a su compañera de banco.

-¡Gracias! -dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta.

-De nada -contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad.

Entonces el tren anunció su partida. La señora se levantó furiosa del banco y


subió a su vagón. Desde la ventanilla, vio al muchacho todavía sentado en el
andén y pensó: "¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué será de nuestro mundo!" De
pronto sintió la boca reseca por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella de
agua y se quedó estupefacta cuando encontró allí su paquete de galletas intacto.

Reflexión:

¡Cuántas veces nuestros prejuicios y decisiones apresuradas nos hacen valorar


erróneamente a los demás y cometer equivocaciones! Cuántas veces la
desconfianza hace que juzguemos arbitrariamente a las personas y las
situaciones, encasillándolas en ideas preconcebidas alejadas de la realidad. ¿Os
ha pasado alguna vez?

A veces debemos recordarnos el abandonar los prejuicios, limpiar nuestra cabeza


de ideas preconcebidas, y prestar atención a lo que realmente tenemos delante
para ver las cosas como realmente son.

La Puerta Negra:

La Puerta Negra:

Érase una vez en un país muy lejano un rey que era muy polémico por sus
acciones.

Tomaba a los prisioneros de guerra y los llevaba hacia una enorme sala. Los
prisioneros eran colocados en grandes hileras en el centro de la sala y el rey
gritaba diciéndoles:

-Les voy a dar una oportunidad, miren el rincón del lado derecho de la sala.

Al hacer esto, los prisioneros veían a algunos soldados armados con arcos y
flechas, listos para cualquier acción.

-Ahora, continuaba el rey, miren hacia el rincón del lado izquierdo.

Al hacer esto, todos los prisioneros notaban que había una horrible y grotesca
puerta negra, de aspecto dantesco, cráneos humanos servían como decoración y
el picaporte para abrirla era la mano de un cadáver. En verdad, algo
verdaderamente horrible solo de imaginar, mucho más para ver.

El rey se colocaba en el centro de la sala y gritaba:

- Ahora escojan, ¿qué es lo que ustedes quieren? ¿Morir clavados por flechas o
abrir rápidamente aquella puerta negra mientras los dejo encerrados allí? Ahora
decidan, tienen libre albedrío, escojan.

Todos los prisioneros tenían el mismo comportamiento: a la hora de tomar la


decisión, ellos llegaban cerca de la horrorosa puerta negra de más de cuatro
metros de altura, miraban los cadáveres, la sangre humana y los esqueletos con
leyendas escritas del tipo: "viva la muerte", y decidían: -"Prefiero morir atravesado
por las fechas."

Uno a uno, todos actuaban de la misma forma, miraban la puerta negra y a los
arqueros de la muerte y decían al rey:
- "Prefiero ser atravesado por flechas a abrir esa puerta y quedarme encerrado".

Millares optaron por lo que estaban viendo que hacían los demás: elegir la muerte
por las flechas.

Un día, la guerra terminó. Pasado el tiempo, uno de los soldados del "pelotón de
flechas" estaba barriendo la enorme sala cuando apareció el rey. El soldado con
toda reverencia y un poco temeroso, preguntó: - "Sabes, gran rey, yo siempre tuve
una curiosidad, no se enfade con mi pregunta, pero, ¿qué es lo que hay detrás de
aquella puerta negra?"

El rey respondió: Pues bien, ve y abre esa puerta negra."

El soldado, temeroso, abrió cautelosamente la puerta y sintió un rayo puro de sol


besar el suelo de la enorme sala, abrió un poco más la puerta y más luz y un
delicioso aroma a verde llenaron el lugar.

El soldado notó que la puerta negra daba hacia un campo que apuntaba a un gran
camino. Fue ahí que el soldado se dio cuenta de que la puerta negra llevaba hacia
la libertad.

Reflexión:

¿qué es para vosotros la puerta negra?

Yo la asocio con nuestros miedos, sobre todo nuestros miedos a salir de nuestra
"zona de confort". El miedo a lo desconocido, a no ser capaz, una inseguridad que
paraliza, o una frustración. Miedo a asumir riesgos.. los soldados prefieren morir
pero sabiendo lo que les va a pasar..que traspasar la puerta sin saber. Creo que
en muchos momentos de nuestra vida tenemos puertas negras en nuestro interios
¿cuáles son las vuestras? ¿qué pasaría si las abrierais?

Pedro y el hilo mágico:

Pedro y el hilo mágico:

Pedro era un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus amigos y sus
maestros. Pero tenía una debilidad. - ¿Cual?

Era incapaz de vivir el momento. No había aprendido a disfrutar el proceso de


la vida. Cuando estaba en el colegio, soñaba con estar jugando fuera. Cuando
estaba jugando soñaba con las vacaciones de verano. Pedro estaba todo el día
soñando, sin tomarse el tiempo de saborear los momentos especiales de su vida
cotidiana.
Una mañana, Pedro estaba caminando por un bosque cercano a su casa. Al rato,
decidió sentarse a descansar en un trecho de hierba y al final se quedó dormido.
Tras unos minutos de sueño profundo, oyó a alguien gritar su nombre con voz
aguda.

Al abrir los ojos, se sorprendió de ver una mujer de pie a su lado. Debía de tener
unos cien años y sus cabellos blancos como la nieve caían sobre su espalda como
una apelmazada manta de lana. En la arrugada mano de la mujer había una
pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del agujero colgaba un
largo hilo de oro.

La anciana le dijo: "Pedro, este es el hilo de tu vida. Si tiras un poco de él, una
hora pasará en cuestión de segundos. Y si tiras con todas tus fuerzas,
pasarán meses o incluso años en cuestión de días" Pedro estaba muy
excitado por este descubrimiento. "¿Podría quedarme la pelota?", preguntó. La
anciana se la entregó.

Al día siguiente, en clase, Pedro se sentía inquieto y aburrido. De pronto recordó


su nuevo juguete. Al tirar un poco del hilo dorado, se encontró en su casa jugando
en el jardín. Consciente del poder del hilo mágico, se cansó enseguida de ser un
colegial y quiso ser adolescente, pensando en la excitación que esa fase de su
vida podía traer consigo. Así que tiró una vez más del hilo dorado.

De pronto, ya era un adolescente y tenía una bonita amiga llamada Elisa. Pero
Pedro no estaba contento. No había aprendido a disfrutar el presente y a explorar
las maravillas de cada etapa de su vida. Así que sacó la pelota y volvió a tirar del
hilo, y muchos años pasaron en un solo instante. Ahora se vio transformado en un
hombre adulto. Elisa era su esposa y Pedro estaba rodeado de hijos. Pero Pedro
reparó en otra cosa. Su pelo, antes negro como el carbón, había empezado a
encanecer. Y su madre, a la que tanto quería, se había vuelto vieja y frágil. Pero el
seguía sin poder vivir el momento. De modo que una vez más, tiró del hilo mágico
y esperó a que se produjeran cambios.

Pedro comprobó que ahora tenía 90 años. Su mata de pelo negro se había vuelto
blanca y su bella esposa, vieja también, había muerto unos años atrás. Sus hijos
se habían hecho mayores y habían iniciado sus propias vidas lejos de casa. Por
primera vez en su vida, Pedro comprendió que no había sabido disfrutar de las
maravillas de la vida. Había pasado por la vida a toda prisa, sin pararse a ver todo
lo bueno que había en el camino.

Pedro se puso muy triste y decidió ir al bosque donde solía pasear de muchacho
para aclarar sus ideas y templar su espíritu. Al adentrarse en el bosque, advirtió
que los arbolitos de su niñez se habían convertido en robles imponentes. El
bosque mismo era ahora un paraíso natural. Se tumbó en un trecho de hierba y se
durmió profundamente.
Al cabo de un minuto, oyó una voz que le llamaba. Alzó los ojos y vio que se
trataba nada menos que de la anciana qu muchos años atrás le había regalado el
hilo mágico. "¿Has disfrutado de mi regalo?", preguntó ella. Pedro no vaciló al
responder: "Al principio fue divertido pero ahora odio esa pelota. La vida me
ha pasado sin que me enterase, sin poder disfrutarla.Claro que habría habido
momentos tristes y momentos estupendos, pero no he tenido oportunidad
de experimentar ninguno de los dos. Me siento vacío por dentro. Me he
perdido el don de la vida. "Eres un desagradecido, pero igualmente te concederé
un último deseo", dijo la anciana. Pedro pensó unos instantes y luego respondió:
"Quisiera volver a ser un niño y vivir otra vez la vida". Dicho esto se quedó
otra vez dormido.

Pedro volvió a oír una voz que le llamaba y abrió los ojos. ¿Quien podrá ser
ahora?, se preguntó. Cual no sería su sorpresa cuando vio a su madre de pie a su
lado. Tenía un aspecto juvenil, saludable y radiante. Pedro comprendió que la
extraña mujer del bosque le había concedido el deseo de volver a su niñez.

Ni que decir tiene que Pedro saltó de la cama al momento y empezó a vivir la vida
tal como había esperado. Conoció muchos momentos buenos, muchas alegrías y
triunfos, pero todo empezó cuando tomó la decisión de no sacrificar el presente
por el futuro y empezar a vivir en el ahora.

- Fragmento tomado de "El monje que vendió su Ferrari" Robin S. Sharma-

Reflexión:

Muchas veces descuidamos el presente por focalizarnos en los anhelos futuros.


En el mundo real por desgracia nunca tenemos una segunda oportunidad de vivir
la vida, no podemos volver a atrás como en el cuento. Es importante llenar nuestro
presente de momentos de calidad para poder construir nuestro futuro, no dejemos
pasar la vida soñándola y sin vivirla.

Nos convencemos de que la vida será mejor después de cumplir los 18 años,
después de casarnos, después de conseguir un mejor empleo, después de tener
un hijo, después que los hijos sean grandes... A veces nos sentimos frustrados
porque pensamos que las circunstancias no son las ideales, que no es el
momento perfecto, y pensamos que nos sentiremos felices cuando lo sea.

Recuerdo haber leído un artículo en el que una enfermera comentaba los


arrepentimientos más comunes que le transmitían los enfermos terminales antes
de morir, y éstos eran:
1. Haber tenido el coraje de hacer lo que realmente deseaba (y no lo que otros
esperaban de mi)
2. Haber dedicado menos tiempo al trabajo y más a la familia.
3. Haber dicho lo que realmente sentían.
4. Haber tenido más contacto con mis amigos
5. Haberme dedicado a ser más felíz

En definitiva: la gente se lamentaba de no haber vivido en plenitud, no haber


priorizado lo realmente importante, no haber disfrutado de su tiempo con lo que le
hacía feliz y con quienes amaba.

Esta perspectiva nos ayuda a ver que no hay camino a la felicidad: la felicidad
es el camino.

No actuar, no movilizarnos hacia nuestros sueños, no disfutar por esperar el


"momento oportuno"..hace que pase la vida sin ser vivida. Esperando hasta
terminar los estudios, hasta que las cosas mejoren, hasta bajar diez quilos, hasta
tener hijos, hasta que los hijos vayan a la escuela, hasta casarse, hasta que
separarse, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la
primavera, el verano, el otoño o el invierno... no hay mejor momento que éste para
ser feliz. La felicidad es un trayecto, No un destino.

¿y tú? ¿vives tu vida? ¿o la dejas pasar esperando un "mejor momento"


para vivirla?

26 cuentos para Reflexionar Jorge Bucay (parte 2)

EL PORTERO DEL PROSTIBULO

No había en el pueblo un oficio peor conceptuado y peor pago que el de portero


del prostíbulo. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre?
De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra
actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque sus padres había sido
portero de ese prostíbulo y también antes, el padre de su padre.
Durante décadas, el prostíbulo se pasaba de padres a hijos y la portería se
pasaba de padres a hijos.
Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con
inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio.
Modificó las habitaciones y después citó al personal para darle nuevas
instrucciones.
Al portero, le dijo: A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va
a preparar una planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de parejas que
entran día por día. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y
qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa planilla
con los comentarios que usted crea convenientes.
El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero.....
Me encantaría satisfacerlo, señor - balbuceó - pero yo... yo no sé leer ni
escribir.
¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra
persona para que haga esto y tampoco puedo esperar hasta que usted aprenda
a escribir, por lo tanto...
Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida,
también mi padre y mi abuelo...
No lo dejó terminar.
Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le
vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que
tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga suerte.
Y sin más, se dio vuelta y se fue.El hombre sintió que el mundo se derrumbaba.
Nunca había pensado que
podría llegar a encontrarse en esa situación. Llegó a sí casa, por primera vez
desocupado. ¿Qué hacer?
Recordó que a veces en el prostíbulo, cuando se rompía una cama o se
arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las ingeniaba
para hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una
ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo.
Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos clavos
oxidados y una tenaza mellada.
Tenía que comprar una caja de herramientas completa.
Para eso usaría una parte del dinero recibido.
En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había una ferretería,
y que debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la
compra.
¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha.
A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. No había
terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta de su casa. Era su
vecino.
Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme.
Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... como
me quedé sin empleo...
Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.
Está bien.
A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta. Mire,
yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?
No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de
mula.
Hagamos un trato - dijo el vecino- Yo le pagaré a usted los dos días de ida y los
dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le
parece?.
Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro días...
Aceptó. Volvió a montar su mula.
Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.
Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?
Sí...
Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatros días de
viaje, y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos
podemos disponer de cuatro días para nuestras compras.
El ex - portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un
destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue.
"...No todos disponemos de cuatro días para compras", recordaba. Si esto era
cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer herramientas.
En el siguiente viaje decidió que arriesgaría un poco del dinero de la
indemnización, trayendo más herramientas que las que había vendido. De
paso, podría ahorrar algún tiempo de viajes.
La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje.
Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo
que necesitaban sus clientes.
Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las
herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero. Alquiló un galpón.
Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después con una
vidriera, el galpón se transformó en la primer ferretería del pueblo.
Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, de la
ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente.
Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos
preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.
Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las
cabezas de los martillos.
Y luego, ¿por qué no? Las tenazas... y las pinzas... y los cinceles. Y luego
fueron los clavos y los tornillos.....
Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se
transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de
herramientas. El empresario más poderoso de la región.
Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo de las clases, decidió
donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñaría además de lectoescritura, las
artes y loas oficios más prácticos de la época.
El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la
escuela y una importante cena de agasajo para su fundador. A los postres, el
alcalde le entregó las llaves de la ciudad y el intendente lo abrazó y le dijo:
Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su
firma en la primer hoja del libro de actas de la nueva escuela.
El honor sería para mí - dijo el hombre -. Creo que nada me gustaría más que
firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto.
¿Usted? - dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo - ¿Usted no sabe leer
ni escribir? ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir?
Estoy asombrado. Me pregunto, ¿qué hubiera hecho si hubiera sabido leer y
escribir?
Yo se lo puedo contestar - respondió el hombre con calma -. Si yo hubiera
sabido leer y escribir... sería portero del prostíbulo!.

LA MIRADA DEL AMOR

El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición a la que el


rey había hecho su última esposa.
Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar
que la madre de Sabina estaba enferma. Pese a que existía la prohibición de
usar el carruaje personal del rey (falta que era pagada con la cabeza), Sabrina
subió al carruaje y corrió junto a su madre.
A su regreso, el rey fue informado de la situación.
-¿No es maravillosa?-dijo-Esto es verdaderamente amor filial. No le importó su
vida para cuidar a su madre!! Es maravillosa! Cierto día, mientras Sabrina estaba
sentada en el jardín del palacio comiendo
fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último
durazno que quedaba en la canasta.
-¡Parecen ricos!-dijo el rey.
-Lo son- dijo la princesa y alargando la mano le cedió a su amado el último
durazno.
-¡Cuánto me ama!-comentó después el rey-, Renunció a su propio placer, para
darme el último durazno de la canasta.¿no es fantástica?
Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la pasión
desaparecieron del corazón del rey.
Sentado con su amigo más confidente, le decía:
-Nunca se portó como una reina…¿acaso no desafió mi investidura usando mi
carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a comer una fruta mordida.

LA CIUDAD DE LOS POZOS


Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades
del planeta.
Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes ...pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sì, no solo por el lugar en el que estaban
excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el
exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de
metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más
pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las
noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado.
Un día llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún
pueblito humano: La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie
debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo
superficial sino el contenido.
Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de
cosas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron
de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte y
fueron llenándose de pinturas , pianos de cola y sofisticadas esculturas
posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos
ideológicos y de revistas especializadas.
Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar
nada más.
Los pozos no eran todos iguales así que , si bien algunos se conformaron, hubo
otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su
interior...
Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le ocurrió
aumentar su capacidad ensanchándose. No pasó mucho tiempo antes de que la
idea fuera imitada, todos los pozos
gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más
espacio en su interior.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus
camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían
hinchándose de tal manera , pronto se confundirían los bordes y cada uno
perdería su identidad...
Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su
capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más
hondo en lugar de más ancho.
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenia dentro de él le imposibilitaba la
tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo
contenido...
Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego , cuando vio que no había otra
posibilidad, lo hizo.
Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás
se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho...
Un día , sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa:
adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua!!!.
Nunca antes otro pozo había encontrado agua...
El pozo superó la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo,
humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua
hacia fuera.
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era
bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua,
empezó a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto , en tréboles, en flores, y en
troquitos endebles que se volvieron árboles después...
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a
llamar "El Vergel".
Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro. -Ningún milagro-
contestaba el Vergel- hay que buscar en el interior, hacia lo profundo... Muchos
quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la idea cuando se
dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse.
Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas...
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del
vacío...
Y también empezó a profundizar...
Y también llegó al agua...
Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo...
-¿Qué harás cuando se termine el agua?- le preguntaban. -No sé lo que
pasará- contestaba- Pero, por ahora, cuánto más agua saco , más agua hay.
Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.
Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que
habían encontrado en el fondo de sì mismos era la misma...Que el mismo río
subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro. Se dieron
cuenta de que se abría para ellos una nueva vida. No sólo podían
comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente , como todos los demás, sino
que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto:
La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el
coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que
tienen para dar...
UN LUGAR EN EL BOSQUE

Esta historia nos cuenta de un famoso rabino jasídico: Baal Shem Tov.
Baal Shem Tov era conocido dentro de su comunidad porque todos decían que
él era un hombre tan piadoso, tan bondadoso, tan casto y tan puro que Dios
escuchaba sus palabras cuando él hablaba.
Se había hecho una tradición en este pueblo:
Todos los que tenían un deseo insatisfecho o necesitaba algo que no habían
podido conseguir iban a ver al rabino.
Baal Shem Tov se reunía con ellos una vez por año, en un día especial que él
elegía. Y los llevaba a todos juntos a un lugar único, que él conocía, en medio
del bosque. Y una vez allí, cuenta la leyenda, que Baal Shem Tov armaba con
ramas y hojas un fuego de una manera muy particular y muy hermosa, y
entonaba después una oración en voz muy baja... como si fuera para él mismo.
Y dicen...
que Dios le gustaban tanto esas palabras que Baal Shem Tov decía, se
fascinaba tanto con el fuego armado de esa manera, quería tanto a esa reunión
de gente en ese lugar del bosque...
que no podía resistir el pedido de Baal Shem Tov y concedía los deseos de
todas las personas que ahí estaban.
Cuando el rabino murió, la gente se dio cuenta de que nadie sabía las palabras
que Baal Shem Tov decía cuando iban todos juntos a pedir algo...
Pero conocían el lugar en el bosque. Sabían cómo armar el fuego.
Una vez al año, siguiendo la tradición de Baal Shem Tov había instituido, todos
los que tenían necesidades y deseos insatisfechos se reunían en ese mismo
lugar en el bosque, prendían el fuego de la manera en que habían aprendido
del viejo rabino, y como no conocían las palabras cantaban
cualquier canción o recitaban un salmo, o sólo se miraban y hablaban de
cualquier cosa en ese mismo lugar alrededor del fuego.
Y dicen...
que Dios gustaba tanto del fuego encendido, gustaba tanto de ese lugar en el
bosque y de esa gente reunida... que aunque nadie decía las palabras adecuadas,
igual concedía los deseos a
todos los que ahí estaban.
El tiempo ha pasado y de generación en generación la sabiduría se ha ido
perdiendo...
Y aquí estamos nosotros.
Nosotros no sabemos cuál es el lugar en el bosque.
No sabemos cuáles son las palabras.
Ni siquiera sabemos cómo encender el fuego
a la manera que Baal Shem Tov lo hacía...
Sin embargo hay algo que sí sabemos:
Sabemos esta historia,
Sabemos este cuento...
Y dicen...
que Dios adora tanto este cuento...
que le gusta tanto esta historia...
que basta que alguien la cuente...
y que alguien la escuche...
para que Él, complacido,
satisfaga cualquier necesidad
y conceda cualquier deseo
a todos los que están compartiendo este momento...
Amén... (Así sea...)
EL MAESTRO SUFI
El Maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los
alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...

- Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos
pero no nos explicas su significado...
- Pido perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal
de reparación te convide con un rico durazno.
- Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo
- Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
- Sí. Muchas gracias – dijo el discípulo.
- ¿ Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en
trozos para que te sea más cómodo?...
- Me encantaría... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
- No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte...
- Permíteme que te lo mastique antes de dártelo...
- No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el
discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo:


- Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a
comer una fruta masticada

SIN NOMBRE
Un señor muy creyente sentía que estaba cerca de recibir una luz que le
iluminara el camino que debía seguir. Todas las noches, al acostarse, le pedía a
Dios que le enviara una señal sobre cómo tenía que vivir el resto de su vida.
Así anduvo por la vida, durante dos o tres semanas en un estado semimístico
buscando recibir una señal divina.
Hasta que un día, paseando por un bosque, vió a un cervatillo caído,
tumbado, herido, que tenía una pierna medio rota. Se quedó mirándolo y de
repente vió aparecer a un puma. La situación lo dejó congelado; estaba a
punto de ver cómo el puma, aprovechándose de las circunstancias, se comía al
cervatillo de un sólo bocado.

Entonces se quedó mirando en silencio, temeroso también de que el


puma, no satisfecho con el cervatillo, lo atacara a él. Sorpresivamente, vio al
puma acercarse al cervatillo. Entonces ocurrió algo inesperado: en lugar de
comérselo, el puma comenzó a lamerle las heridas.
Después se fue y volvió con unas pocas ramas humedecidas y se las
acercó al cervatillo con la pata para que éste pudiera beber el agua; y después
se fue y trajo un poco de hierba húmeda y se la acercó para que el cervatillo
pudiera comer.
Increíble.
Al día siguiente, cuando el hombre volvió al lugar, vió que el cervatillo
aún estaba allí, y que el puma otra vez llegaba para alimentarlo, lamerle las
heridas y darle de beber.
El hombre se dijo:
Esta es la señal que yo estaba buscando, es muy clara. "Dios se ocupa de
proveerte de lo que necesites, lo único que no hay que hacer es ser ansioso y
desesperado corriendo detrás de las cosas".
Así que agarró su atadito, se puso en la puerta de su casa y se quedó ahí
esperando que alguien le trajera de comer y de beber.
Pasaron dos horas, tres, seis, un día, dos días, tres días... pero nadie le
daba nada.
Los que pasaban lo miraban y él ponía cara de pobrecito imitando al
cervatillo herido, pero no le daban nada.
Hasta que un día pasó un señor muy sabio que había en el pueblo y el pobre
hombre, que estaba muy angustiado, le dijo:
- Dios me engañó, me mandó una señal equivocada para hacerme creer
que las cosas eran de una manera y eran de otra. ¿Por qué me hizo ésto? Yo
soy un hombre creyente...
Y le contó lo que había visto en el bosque.
El sabio lo escuchó y luego dijo:
- Quiero que sepas algo. Yo también soy un hombre muy creyente.
Dios no manda señales en vano. Dios te mandó esa señal para que
aprendieras.
El hombre le preguntó:
- ¿Por qué me abandonó?
Entonces el sabio le respondió:
- ¿Qué haces tú, que eres un puma fuerte y listo para luchar,
comparándote con el cervatillo?
Tu lugar es buscar algún cervatillo a quien ayudar, encontrar a alguien
que no pueda valerse por sus propios medios.

ESTRELLITAS Y DUENDES

"En el país de los cuentos había una vez un pequeño duende. Un duende muy
travieso que siempre andaba riendo y saltando de un lado para otro... Vivía
en una casita toda rodeada de montañas. A su lado, un pequeño río que
discurría placidamente por la falda de la ladera describiendo un paisaje difícil
de imaginar.......... Lo que mas gustaba al duendecillo era ver como cada
mañana, con los primeros rayos de sol, todas las flores de su jardín iban
abriendo una por una sus hojas..... Uno de aquellos días, como muchos otros,
salio a pasear a la montaña. Y caminando entre las rocas encontró una flor: era
una flor preciosa, nunca había visto otra de igual belleza. Le había cautivado
tanto que paso toda la tarde mirándola. Era maravilloso verla cuando se
contorneaba cada vez que el viento acariciaba sus hojas............. Al siguiente
dia y al siguiente, y al otro, volvió para estar a su lado y mirarla. Un día como
tantos otros, nuestro duendecillo vio como de una de sus hojas caía una
pequeña lagrima. No entendía como la flor más maravillosa del mundo podía
estar triste. Se acercó; a ella y le pregunto: -"?Por que lloras?". -Y contesto la
flor: "me siento triste aquí entre las rocas, sin nadie que me mire salvo tu. Me
gustaría vivir en un jardín como el tuyo y ser una mas de entre las flores.
Además, te concederé el deseo que mas quieras si me llevas allí". Fue
entonces, cuando el pequeño duende la tomo entre sus manos y con todo el
cariño del mundo la planto en el lugar mas bonito de su jardín........... Una
vez cumplido el deseo, la flor le dijo al duendecillo: - "Y bien, ahora que me
has llenado de felicidad al traerme aquí, ?que es lo que mas deseas en este
mundo?". Y el duendecillo entonces, la miro fijamente y contesto : - "Quiero
ser flor como tu para sentirme por siempre a tu lado". Y
colorin colorado, en el país de los cuentos, el final ha llegado.

SIN QUERER SABER


Y si es cierto que has dejado de quererme...
yo te pido,
¡por favor,
no me lo digas!

Necesito por hoy


y todavía
navegar
inocente en tus mentiras...
Dormiré sonriendo
y muy tranquilo.
Me despertaré
bien temprano en la mañana.
Y volveré a hacerme a la mar,
te lo prometo...
Pero esta vez...
sin atisbo de protesta o resistencia
naufragaré por voluntad y sin reservas
en la profunda inmensidad de tu abandono...

SIN NOMBRE 2

En un oasis escondido entre los mas lejanos paisajes del desierto, se


encontraba el viejo ELIAHU de rodillas, a un costado de algunas palmeras
datileras.
Su vecino HAKIM, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus
camellos y vio a ELIAHU transpirando, mientras parecía cavar en la arena.
-Que tal anciano? La paz sea contigo.
-Contigo- contesto ELIAHU sin dejar su tarea.
-Que haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
-Siembro- contesto el viejo.
-Que siembras aquí, ELIAHU?
-Datiles -respondio ELIAHU mientras señalaba a su alrededor el palmar.
-Datliles!!!- repitió el recién llegado, y cerro los ojos como quien escucha la
mayor estupidez.
-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo.Ven, deja esa tarea y vamos a
la tienda a beber una copa de licor.
-No debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
-Dime, amigo: Cuantos años tienes?
-No se... sesenta, setenta, ochenta, no se... lo he olvidado... pero eso que
importa?
-Mira amigo, los datileros tardan mas de 50 años en crecer y recién después de
ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy
deseándote el mal y lo sabes, ojala vivas hasta los 101 años, pero tu sabes que
difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y
ven conmigo.
-Mira Hakim, yo comí los dátales que otro sembró, otro que tampoco soñó con
probar esos dátales. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los
dátales que hoy planto... y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido,
vale la pena terminar mi tarea.
-Me has dado una gran lección, ELIAHU, déjame que te pague con una bolsa de
monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, HAKIM le puso en
la mano al viejo una bolsa de cuero.
-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves , a veces pasa esto: tu me
pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto y sin
embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseche una bolsa de
monedas y la gratitud de un amigo.
-Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me
das hoy y es quizás mas importante que la primera. Déjame pues que pague
esta lección con otra bolsa de monedas.
-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos
bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar
ya coseche no solo una, sino dos veces.
-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo
de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...
CODICIA
Cavando, para montar un cerco que separara mi terreno de el de mi vecino, me
encontré enterrado en mi jardín, un viejo cofre lleno de monedas de oro.
A mi no me intereso por la riqueza, me intereso por lo extraño del hallazgo,
nunca he sido ambicioso y no me importan demasiado los bienes materiales,
pero igual desenterré el cofre.
Saqué las monedas y las lustre. Estaban tan sucias las pobres...
Mientras las apilaba sobre mi mesa prolijamente, las fui contando...
Constituían en si mismas una verdadera fortuna. Solo por pasar el tiempo,
empecé a imaginar todas las cosas que se podrían comprar con ellas.
Pensaba en lo loco que se pondría un codicioso que se topara con semejante
tesoro. Por suerte, por suerte...no era mi caso...
Hoy vino un señor a reclamar las monedas, era mi vecino. Pretendía sostener
en un miserable que las monedas las había enterrado su abuelo, y que por lo
tanto le pertenecían a el.
Me dio tanto fastidio que lo mate...
Si no lo hubiera visto tan desesperado por tenerlas, se las hubiera dado,
porque si hay algo que a mi no me importa son las cosas que se compran con
dinero, eso si, no soporto la gente codiciosa...

LA OLLA EMBARAZADA

Un señor le pidió una tarde a su vecino una olla prestada. El dueño de la olla no
era demasiado solidario, pero se sintió obligado a prestarla. A los cuatro días,
la olla no había sido devuelta, así que, con la excusa de necesitarla fue a
pedirle a su vecino que se la devolviera.
—Casualmente, iba para su casa a devolverla... ¡el parto fue tan difícil!
— ¿Qué parto?
— El de la olla.
— ¿Qué?!
— Ah, ¿usted no sabía? La olla estaba embarazada.
— ¿Embarazada?
— Sí, y esa misma noche tuvo familia, así que debió hacer reposo pero ya está
recuperada.
— ¿Reposo?
— Sí. Un segundo por favor –y entrando en su casa trajo la olla, un jarrito y
una sartén.
— Esto no es mío, sólo la olla.
— No, es suyo, esta es la cría de la olla. Si la olla es suya, la cría también es
suya.
“Este está realmente loco”, pensó, “pero mejor que le siga la corriente”.
— Bueno, gracias.
— De nada, adiós.
— Adiós, adiós.
Y el hombre marchó a su casa con el jarrito, la sartén y la olla. Esa tarde, el
vecino otra vez le tocó el timbre.
—Vecino, ¿no me prestaría el destornillador y la pinza? ...Ahora se sentía más
obligado que antes.
—Sí, claro.
Fue hasta adentro y volvió con la pinza y el destornillador. Pasó casi una
semana y cuando ya planeaba ir a recuperar sus cosas, el vecino le tocó la
puerta.
— Ay, vecino ¿usted sabía?
— ¿Sabía qué cosa?
— Que su destornillador y la pinza son pareja.
— ¡No! –dijo el otro con ojos desorbitados— no sabía.
—Mire, fue un descuido mío, por un ratito los dejé solos, y ya la embarazó.
— ¿A la pinza?
— ¡A la pinza!... Le traje la cría –y abriendo una canastita entregó algunos
tornillos, tuercas y clavos que dijo había parido la pinza.
“Totalmente loco”, pensó. Pero los clavos y los tornillos siempre venían bien.
Pasaron dos días. El vecino pedigüeño apareció de nuevo.
— He notado –le dijo— el otro día, cuando le traje la pinza, que usted tiene
sobre su mesa una hermosa ánfora de oro. ¿No sería tan gentil de prestármela
por una noche? Al dueño del ánfora le tintinearon los ojitos.
— Cómo no –dijo, en generosa actitud, y entró a su casa volviendo con el
ánfora perdida.
—Gracias, vecino.
—Adiós.
—Adiós.
Pasó esa noche y la siguiente y el dueño del ánfora no se animaba a golpearle
al vecino para pedírsela. Sin embargo, a la semana, su ansiedad no aguantó y
fue a reclamarle el ánfora a su vecino.
— ¿El ánfora? –dijo el vecino – Ah, ¿no se enteró?
— ¿De qué?
— Murió en el parto.
— ¿Cómo que murió en el parto?
— Sí, el ánfora estaba embarazada y durante el parto, murió.
— Dígame ¿usted se cree que soy estúpido? ¿Cómo va a estar embarazada un
ánfora de oro?
— Mire, vecino, si usted aceptó el embarazo y el parto de la olla. El casamiento
y la cría del destornillador y la pinza, ¿por qué no habría de aceptar el
embarazo y la muerte del ánfora?

Tú, puedes elegir lo que quieras, pero no puedes ser


independiente para lo que es más fácil y agradable, y no
serlo en lo que es más costoso. Tu criterio, tu libertad, tu
independencia y el aumento de tu responsabilidad vienen
juntos con tu proceso de crecimiento. Tú decides ser adulto o permanecer
pequeño.

Historias cortas para reflexionar...te tocarán el corazón

A continuación una serie de historias cortas que nos llenarán de reflexión y


tocarán nuestros corazones:
La leyenda del verdadero amigo
Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un
determinado punto del viaje discutieron.
El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:

HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGÓ UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.

Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse.

El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado


por el amigo.

Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:

HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVÓ LA VIDA.

Intrigado, el amigo preguntó:

¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una
piedra?

Sonriendo, el otro amigo respondió:

Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento
del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando
nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del
corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.

¡Qué hermoso sería sí todos ilumináramos los caminos de los demás!

El saco de plumas

Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, todo por la
envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.

Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo,
y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:

"Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?",
a lo que el hombre respondió: "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas
y suelta una donde vayas".
El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y al
cabo de un día las había soltado todas.

Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado", a lo que el sabio contestó: "Esa
es la parte más fácil.
Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste.
Sal a la calle y búscalas".
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar
casi ninguna.

Al volver, el hombre sabio le dijo:


"Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así
mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único
que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo
que hiciste".

"Cometer errores es de humanos y de sabios pedir perdón".

El árbol triste

Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que
podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y
bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín,
excepto por un árbol

profundamente triste. El pobre tenía un problema: No sabía quién era.

Lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano:

- Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves qué fácil es?

- No lo escuches, exigía el rosal, es más sencillo tener rosas y ¿Ves qué bellas
son?.

Y el árbol desesperado intentaba todo lo que le sugerían y, como no lograba ser


como los demás, se sentía cada vez más frustrado.

Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la
desesperación del árbol, exclamó:

- No te preocupes, tu problema no es tan grave. Es el mismo de muchísimos seres


sobre la tierra. Yo te daré la solución: no dediques tu vida a ser como los demás
quieran que seas... sé tú mismo, conócete y, para lograrlo, escucha tu voz interior.
- Y dicho esto, el búho desapareció.

- ¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...? , se preguntaba el árbol


desesperado, cuando, de pronto, comprendió...

Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz
interior diciéndole:

Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada


primavera porque no eres un rosal. Eres un roble y tu destino es crecer grande y
majestuoso, dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje...
Tienes una misión: cúmplela.

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello


para lo cual estaba destinado.

Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces
el jardín fue completamente feliz.

Yo me pregunto al ver a mi alrededor...

- ¿Cuántos serán robles que no se permiten a sí mismos crecer?

- ¿Cuántos serán rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas?

- ¿Cuántos naranjos que no saben florecer?

En la vida, todos tenemos un destino que cumplir, un espacio que llenar...

No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la


maravillosa esencia de nuestro ser. Démonos ese regalo a nosotros mismos
y también a quienes amamos.

Decidir y ser constantes:

En la pequeña escuelita rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un
chiquito tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para
encender el fuego y calentar el aula antes de que llegaran su maestra y sus
compañeros.
Una mañana, llegaron y encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al
niño inconsciente más muerto que vivo del edificio. Tenía quemaduras graves en
la mitad inferior de su cuerpo y lo llevaron urgente al hospital del condado.

En su cama, el niño horriblemente quemado y semi inconsciente, oía al médico


que hablaba con su madre. Le decía que seguramente su hijo moriría que era lo
mejor que podía pasar, en realidad -, pues el fuego había destruido la parte inferior
de su cuerpo.

Pero el valiente niño no quería morir. Decidió que sobreviviría.

De alguna manera, para gran sorpresa del médico, sobrevivió.

Una vez superado el peligro de muerte, volvió a oír a su madre y al médico


hablando despacito. Dado que el fuego había dañado en gran manera las
extremidades inferiores de su cuerpo, le decía el médico a la madre, habría sido
mucho mejor que muriera, ya que estaba condenado a ser inválido toda la vida,
sin la posibilidad de usar sus piernas.

Una vez más el valiente niño tomó una decisión. No sería un inválido.

Caminaría. Pero desgraciadamente, de la cintura para abajo, no tenía capacidad


motriz. Sus delgadas piernas colgaban sin vida.
Finalmente, le dieron de alta.

Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni
control, nada.

No obstante, su determinación de caminar era más fuerte que nunca.

Cuando no estaba en la cama, estaba confinado una silla de ruedas.


Una mañana soleada, la madre lo llevó al patio para que tomara aire fresco.

Ese día en lugar de quedarse sentado, se tiró de la silla. Se impulsó sobre el


césped arrastrando las piernas.

Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran
esfuerzo, se subió al cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco,
decidido a caminar.

Empezó a hacer lo mismo todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto
al cerco. Nada quería más que darle vida a esas dos piernas.

Por fin, gracias a las oraciones fervientes de su madre y sus masajes diarios, su
persistencia férrea y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad,

primero de pararse, luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo y


después correr.

Empezó a ir caminando al colegio, después corriendo, por el simple placer de


correr. Más adelante, en la universidad, formó parte del equipo de carrera sobre
pista.

Y aun después, en el Madison Square Garden, este joven que no tenía


esperanzas de sobrevivir, que nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad
de correr, este joven determinado, Glenn Cunningham, llegó a ser el atleta
estadounidense que ¡corrió el kilómetro más veloz el mundo!

Glenn Cunningham

Ten el valor y la fuerza para tomar tus decisiones y ser constante a la hora
de darles forma.

Eres feliz?...

En cierta ocasión, durante una elegante recepción de bienvenida al nuevo


Director de Marketing de una importante compañía londinense, algunas de
las esposas de los otros directores, que querían conocer a la esposa del
festejado, le preguntaron con cierto morbo: Te hace feliz tu esposo,
verdaderamente te hace feliz?

El esposo, quien estaba en ese momento no estaba su lado, pero sí lo


suficientemente cerca para escuchar la pregunta, prestó atención a la
conversación e incorporó ligeramente su postura, en señal de seguridad, y
hasta hinchó un poco el pecho
, orgullosamente, pues sabía que su esposa diría que sí, ya que ella jamás se
había quejado durante su matrimonio.

Sin embargo, para sorpresa suya y de los demás, la esposa respondió con un
rotundo

- No, no me hace feliz.


En la sala se hizo un incómodo silencio como si todos los presentes hubieran
escuchado la respuesta de la mujer.

El marido estaba petrificado.

No podía dar crédito a lo que su esposa decía, y menos en un momento tan


importante para él.

Ante el asombro del marido y de todos, ella simplemente se acomodó


enigmáticamente sobre su cabeza su elegante chalina de seda negra y continuó:

- No, él no me hace feliz... Yo soy feliz....!

El hecho de que yo sea feliz o no, no depende de él, sino de mí.

- Yo soy la única persona de quien depende mi felicidad.

Yo determino ser feliz en cada situación y en cada momento de mi vida, pues si mi


felicidad dependiera de otra persona, de otra cosa o circunstancia sobre la faz de
la tierra, estaría en serios problemas.

- Todo lo que existe en esta vida cambia continuamente: el ser humano, las
riquezas, mi cuerpo, el clima, los placeres, etc.

Y así podrían decir una lista interminable.

- A través de toda mi vida, he aprendido algo:

- Yo decido ser feliz y lo demás son "experiencias o circunstancias", lo amo y el


me ama, muy a pesar de sus circunstancias y de las mías.

- Él cambia, yo cambio, el entorno cambia, todo cambia; habiendo amor y perdón


verdadero, y observando esos cambios, (los cuales tal vez puedan ser fuertes o
no, pero existen), hay que enfrentarlos con el amor que hay en cada uno de
nosotros, si los dos nos amamos y nos perdonamos; los cambios serán sólo
"experiencias o circunstancias" que nos enriquece y que nos darán fortaleza, de lo
contrario, solo habremos sido parejas de "paso".

- Para algunos divorciarse es la única solución; (... en realidad es la más fácil...)

El amar verdaderamente, es difícil, es dar amor y perdonar incondicionalmente,


vivir, tomar las "experiencias o circunstancias" como son, enfrentarlas juntos y ser
feliz por convencimiento.

Hay gente que dice:

- No puedo ser feliz porque estoy enfermo, porque no tengo dinero, porque hace
mucho calor, porque me insultaron, porque alguien ha dejado de amarme, porque
alguien no me valoró!

Pero lo que no sabes es que puedes ser feliz aunque estés enfermo, aunque haga
calor, tengas o no dinero, aunque alguien te haya insultado, o alguien no te amó o
no te haya valorado.

Ser feliz es una actitud ante la vida y cada uno decide!...

Ser feliz... depende de ti!

"El error más grande"

El error más grande lo cometes cuando, por temor a equivocarte, te equivocas


dejando de arriesgar en el viaje hacia tus objetivos.

No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino, retrocede


para seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que por temor a
equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna.

No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se


equivoca la que por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida.

No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas,
se equivoca aquel que por temor a equivocarse no acciona.
No se equivoca el pájaro que ensayando el primer vuelo cae al suelo, se equivoca
aquel que por temor a caerse renuncia a volar permaneciendo en el nido.

Pienso que se equivocan aquellos que no aceptan que ser hombre es


buscarse a sí mismo cada día, sin encontrarse nunca plenamente.

Creo que al final del camino no te premiarán por lo que encuentres, sino por
aquello que hayas buscado honestamente.

El ciego

Había un ciego sentado en la vereda, con una gorra a sus pies y un pedazo de
madera que, escrito con tiza blanca, decía:

"POR FAVOR AYÚDEME, SOY CIEGO".

Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas
monedas en la gorra.

Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta, tomó una tiza y escribió otro
anuncio.

Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue.

Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna, su gorra
estaba llena de billetes y monedas.

El ciego reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él, el que re escribió su
cartel y sobre todo, qué había escrito.

El publicista le contestó:

"Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras".

Sonrió y siguió su camino.

El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía:

"HOY ES PRIMAVERA, Y NO PUEDO VERLA"


Cambiemos de estrategia cuando no nos sale algo, y verán que puede que resulte
mejor de esa manera.

Te deseo un Feliz Día... y ten en mente que todo cambio, renueva día a día tu
vida...

Lo difícil es encontrar nuevas estrategias para lograr respuestas diferentes.

Decía Einstein:

"Si hace lo que siempre ha hecho, obtendrá los resultados que siempre ha
obtenido"

Bastante obvio, tanto que se nos olvida...

El loco

En un pueblo rodeado de cerros habitaba un loco, la gente del pueblo le llamaba


así: "EL LOCO", ¿y porqué le llamaban así?, ¿Qué acaso hacía cosas
disparatadas, cosas raras, cosas diferentes a lo que hacen la mayoría de las
personas, al menos en ese pueblo?.
La gente al verlo pasar se reía y se burlaba de él, humildemente vestido, sin
posesiones, sin una casa que se dijera de su propiedad, sin una esposa ni unos
hijos; *un desdichado*, pensaba la gente, alguien que no beneficiaba a la
sociedad, **un inútil** comentaban otros.

Más he aquí que este viejo ocupaba su vida sembrando árboles en todas partes
donde pudiera, sembraba semillas de las cuales nunca vería ni las flores ni el
fruto, y nadie le pagaba por ello y nadie se lo agradecía, nadie lo alentaba, por el
contrario, era objeto de burla ante los demás.
Y así pasaba su vida, poniendo semillas, plantando arbolitos ante la burla de los
demás. Y he aquí que ese ser era un gran Espíritu de Luz, que poniendo la
muestra de como se deben hacer las cosas, sembrando, siempre sembrando sin
esperar a ver el fruto, sin esperar a saborearlo.

Y sucedió que un día cabalgaba por esos rumbos el Sultán de aquellos lugares,
rodeado de su escolta y observaba lo que sucedía verdaderamente en su reino,
para no escucharlo a través de la boca de sus ministros.
Al pasar por aquel lugar y al encontrarse al Loco le preguntó: _ ¿Qué haces, buen
hombre?
Y el viejo le respondió: _ Sembrando Señor, sembrando.
Nuevamente inquirió el Sultán: _ Pero, ¿cómo es que siembras?. estás viejo y
cansado, y seguramente no verás siquiera el árbol cuando crezca. ¿Para qué
siembras entonces?
A lo que el viejo contesto: _ Señor, otros sembraron y he comido, es tiempo de
que yo siembre para que otros coman.
El Sultán quedo admirado de la sabiduría de aquel hombre al que llamaban
LOCO, y nuevamente le preguntó:
_ Pero no verás los frutos, y aun sabiendo eso continuas sembrando... Por ello te
regalaré una monedas de oro, por esa gran lección que me has dado.
El Sultán llamo a uno de sus guardias para que trajese una pequeña bolsa con
monedas de oro u las entregó al sembrador.
El sembrador respondió : _Ves, Señor, como ya mi semilla ha dado fruto, aún no
la acaba de sembrar y ya me está dando frutos, y aun más, si alguna persona se
volviera loca como yo y se dedicara solamente a sembrar sin esperar los frutos
sería el más maravilloso de todos los frutos que yo hubiera obtenido, porque
siempre esperamos algo a cambio de lo que hacemos, porque siempre queremos
que se nos devuelva igual que lo que hacemos. Esto, desde luego, sólo cuando
consideramos que hacemos bien, y olvidándonos de lo malo que hacemos.

El Sultán le miró asombrado y le dijo : _ ¡Cuánta sabiduría y cuánto amor hay en


ti!, ojalá hubiera más como tú en este mundo, con unos cuantos que hubiese, el
mundo sería otro; más nuestros ojos tapados con unos velos propios de la
humanidad, nos impiden ver la grandeza de seres como tu. Ahora me retiraré
porque, si sigo conversando contigo, terminaré por darte todos mis tesoros,
aunque sé que los emplearlas bien, tal vez mejor que yo. ¡Qué Alá te Bendiga!.

Y terminado esto, partió el Sultán junto con su séquito, y el Loco siguió sembrando
y no se supo de su fin, no se supo si termino muerto y olvidado por ahí en algún
cerro, pero él había cumplido su labor, realizó la misión, la misión de un Loco.

Reflexión:
Este cuento sirve para ilustrarnos lo que muchos seres hacen en este
mundo, pero callados, sin esperar recompensa y he aquí que se requieren
muchos locos en el mundo, seres que repartan la Luz, que den la enseñanza,
que sean guías en este mundo tan hambriento de la enseñanza espiritual.

El pescador

Un banquero de inversión americano estaba en el muelle de un pueblito caribeño


cuando llegó un bote con un solo pescador.

Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano
elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó ¿cuánto tiempo le
había tomado pescarlos?

El pescador respondió que sólo un de poco tiempo.


El americano luego le preguntó ¿porqué no permanecía más tiempo y sacaba más
pescado?

El pescador dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades


inmediatas de su familia.

El americano luego preguntó ¿pero qué hace usted con el resto de su tiempo?

El pescador dijo, "duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago
siesta con mi señora María, caigo todas las noches al pueblo donde tomo vino y
toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida "placentera y ocupada".

El americano replicó, "Soy un MBA de Harvard y podría ayudarte. Deberías gastar


más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande, con los
ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes y eventualmente
tendrías una flota de botes pesqueros.

En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías, hacer directamente a


un procesador y eventualmente abrir tu propia procesadora.

Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución.

Deberías salir de este pequeño pueblo e irte a La Capital, donde manejarías tu


empresa en expansión".

El pescador preguntó, ¿Pero, cuánto tiempo tarda todo eso?

A lo cual respondió el americano, "entre 15 y 20 años".

"¿Y luego qué?"

El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte.

"Cuando llegue la hora deberías anunciar un IPO (Oferta inicial de acciones) y


vender las acciones de tu empresa al público. Te volverás rico, tendrás millones.

"Millones ... y ¿luego qué?"

Dijo el americano: "Luego te puedes retirar. Te mueves a un pueblito en la costa


donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, hacer siesta
con tu mujer, caer todas las noches al pueblo donde tomas vino y tocas guitarra
con tus amigos".

El pescador respondió: "¿Acaso eso no es lo que tengo ya?"

MORALEJA:
Cuántas vidas desperdiciadas buscando lograr una felicidad que ya se tiene
pero que muchas veces no vemos.
La verdadera felicidad consiste en amar lo que tenemos y no sentirnos mal
por aquello que no tenemos.
"Si lloras por haber perdido el Sol, las lágrimas no te dejarán ver las
estrellas"
¡LA FELICIDAD ES UN TRAYECTO, NO UN DESTINO!

¿Que es la riqueza?

¿Que es la riqueza?
A dos grupos de personas se les hizo la siguiente pregunta:

¿Qué es la riqueza?

El primer grupo contestó de la siguiente manera:

Arquitecto: tener proyectos que me permitan ganar mucho dinero.

Ingeniero: desarrollar sistemas que sean útiles y muy bien pagados.

Abogado: tener muchos casos que dejen buenas ganancias y tener un BMW.

Médico: tener muchos pacientes y poder comprar una casa grande y bonita.

Gerente: tener la empresa en niveles de ganancia altos y crecientes.

Atleta: ganar fama y reconocimiento mundial, para estar bien pagado.

El segundo grupo contestó lo siguiente:

Preso de por vida: caminar libre por las calles.

Ciego: ver la luz del sol y a la gente que quiero.

Sordo: escuchar el sonido del viento y cuando me hablan.

Mudo: poder decir a las personas cuánto las amo.

Inválido: correr en una mañana soleada.

Persona con una enfermedad terminal: Poder vivir un día más.


Huérfano: Poder tener a mi mamá, mi papá, mis hermanos, y mí Familia.

“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mide tu riqueza por aquellas
cosas que no cambiarías por dinero”

El Tazón de madera

El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos
le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa
comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del
anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara
al suelo de y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.
El hijo y su esposa se cansaron de la situación.

-Tenemos que hacer algo con el abuelo, dijo el hijo. -Ya he tenido suficiente.
Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo.

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del
comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la
hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la
servían en un tazón de madera.

De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima
en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras
que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer
el tenedor o la comida. El niño de cuatro años observaba todo en silencio.

Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos
de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: -¿Qué estás haciendo?

Con la misma dulzura el niño le contestó: -Ah, estoy haciendo un tazón para ti y
otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos. Sonrió y
siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin
habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y, aunque ninguna palabra se dijo al
respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la
mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y
por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez
que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.
Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre
escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con
paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos
imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se
percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su
hijo. Seamos instructores sabios y modelos a seguir.

He aprendido que puedes decir mucho de una persona por la forma en que
maneja tres cosas: un día lluvioso, equipaje perdido y luces del arbolito
enredadas.

He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus


padres, los vas a extrañar cuando ya no estén contigo.

He aprendido que aún cuando me duela, no debo estar solo.

La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca cómo los hiciste
sentir.

La ventana del hospital

Dos hombres, seriamente enfermos, ocupaban la misma habitación en el hospital.


A uno de ellos se le permitía estar sentado una hora todas las tardes para que los
pulmones drenaran sus fluidos. Su cama daba a la única ventana de la habitación.

El otro hombre tenía que estar tumbado todo el tiempo. Los dos se hablaban
mucho. De sus mujeres y familiares, de sus casas, trabajos, el servicio militar,
dónde habían estado de vacaciones.

Y todas las tardes el hombre que se podía sentar frente a la ventana, se pasaba el
tiempo describiendo a su compañero lo qué veía por la ventana. Éste, solamente
vivía para esos momentos donde su mundo se expandía por toda la actividad y
color del mundo exterior.

La ventana daba a un parque con un bonito lago. Patos y cisnes jugaban en el


agua mientras los niños capitaneaban sus barcos teledirigidos. Jóvenes amantes
andaban cogidos de la mano entre flores de cada color del arco iris. Grandes y
ancestros árboles embellecían el paisaje, y una fina línea del cielo sobre la ciudad
se podía ver en la lejanía.
Mientras el hombre de la ventana describía todo esto con exquisito detalle, el
hombre al otro lado de la habitación cerraba sus ojos e imaginaba la pictórica
escena.

Una cálida tarde el hombre de la ventana describió un desfile en la calle. Aunque


el otro hombre no podía oír la banda de música- se la imaginaba conforme el otro
le iba narrando todo con pelos y señales. Los días y las semanas pasaron.

Una mañana, la enfermera entró para encontrase el cuerpo sin vida del hombre al
lado de la ventana, el cual había muerto tranquilamente mientras dormía. Se puso
muy triste y llamó al doctor para que se llevaran el cuerpo. Tan pronto como
consideró apropiado, el otro hombre preguntó si se podía trasladar al lado de la
ventana. La enfermera aceptó gustosamente, y después de asegurarse de que el
hombre estaba cómodo, le dejó solo.

Lentamente, dolorosamente, se apoyó sobre un codo para echar su primer vistazo


fuera de la ventana. Finalmente tendría la posibilidad de verlo todo con sus
propios ojos.

Se retorció lentamente para mirar fuera de la ventana que estaba al lado de la


cama. Daba a un enorme muro blanco. El hombre preguntó a la enfermera qué
había pretendido el difunto compañero contándole aquel maravilloso mundo
exterior.

Y ella dijo: - Quizás sólo quería animarle.

Siete frases para mejorar la comunicación con la familia

1.- Te Amo

Ningún ser humano puede sentirse realmente feliz hasta escuchar que alguien le
diga: “te amo”. Atrévete a decirlo a la otra persona, a tu cónyuge, a tus padres, a
tus hermanos, a tus hijos, si es que nunca lo has hecho, haz la prueba y verás el
resultado.

2.- Te Admiro

En la familia, cada miembro tiene alguna cualidad o habilidad que merece


reconocimiento: Todos, en algún momento, sentimos la necesidad de que se nos
reconozca algún logro o meta alcanzada… ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste
esto a alguien?

3.- ¡Gracias!
Una necesidad básica del ser humano es la de ser apreciado. No hay mejor forma
de decir a una persona que es importante lo que hace por nosotros, que
expresarle un ¡gracias!, no en forma mecánica, sino con pleno calor humano.

4.- Perdóname, me equivoqué

Decir esto no es tan fácil, sin embargo, cuando cometas un error que ofenda o
perjudique a otras personas, aprende a decir con madurez: “perdóname, me
equivoqué”.

5.- Ayúdame, te necesito

Cuando no podemos o no queremos admitir o expresar nuestra fragilidad o


necesidad de otros, estamos en un grave problema. No te reprimas. ¡Pide ayuda!
Que también son muy importantes las palabras.

6.- ¡Te escucho…háblame de tí!

¿Cuántas veces le has dicho a algún miembro de tu familia: “A ver, háblame, qué
te pasa?”. Tal vez muchos problemas y mal entendidos se resolverían si tan sólo
escuchásemos lo Que nos tratan de decir.

7.- ¡Eres especial!

Es importante hacerles saber a tus seres queridos cuanto ellos significan para ti.

Pagado con un vaso de leche

Un joven que pagaba sus estudios trabajando de vendedor ambulante, sentía


hambre pero no tenía dinero para almorzar. Decidió vencer la vergüenza que le
daba mendigar y pedir algo de comer en la próxima puerta que tocase. No
obstante, perdió su nervio cuando una hermosa joven le abrió la puerta. En lugar
de pedir comida pidió solo un vaso de agua.

Ella, sin embargo, se apiadó de el y le trajo un vaso de leche. El se lo tomó


tímidamente y preguntó, -¿Cuanto le debo?

-No me debe nada, respondió ella. -Mi madre nos enseñó a nunca aceptar pago
por hacer un favor.

-Entonces le agradezco de corazón, respondió el joven.

Aquel joven llamado Howard Kelly se fue de aquella casa, no solo sintiéndose
fortalecido en su cuerpo sino también en su fe en Dios y en la humanidad. Antes
del incidente estaba pensando en rendirse y renunciar.

Muchos años mas tarde aquella joven, ya mayor, se enfermo gravemente. Los
doctores locales estaban muy preocupados. Finalmente la enviaron al hospital de
una gran ciudad donde practicaba un famoso especialista en aquella enfermedad.

Cuando el médico se dio cuenta del nombre de su nueva paciente y del pueblo de
procedencia, inmediatamente se levantó y fue a verla. La reconoció
inmediatamente. Volvió a su oficina resuelto a hacer todo lo posible para salvar su
vida. La lucha fue larga pero la señora se salvó.

Por su parte la señora andaba muy preocupada sabiendo que el precio de su


estancia en el hospital sería astronómico. Sin que ella supiese, el doctor envió
órdenes que le pasaran a el la cuenta final. Después de examinarla escribió un
mensaje al pie de la cuenta antes de que fuese enviada a la señora.

Ella abrió aquella cuenta con gran temor, pensando que pasaría el resto de sus
días pagándola. Finalmente miró y cual fue su asombró cuando leyó al pie de la
lista de enormes cifras:

Todo Pagado por completo con un vaso de leche.


Firmado: Dr. Howard Kelly.

Para pensarlo

Hoy tenemos edificios más altos y autopistas más anchas, pero temperamentos
más cortos y puntos de vista más estrechos.

Gastamos más, pero disfrutamos menos.

Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas.

Tenemos más compromisos, pero menos tiempo.

Tenemos más conocimientos, pero menos criterio.

Tenemos más medicinas, pero menos salud.

Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero hemos reducido nuestros valores.

Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado.


Hemos llegado a la Luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la
calle y conocer a nuestro vecino.

Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior.

Tenemos mayores ingresos, pero menos moral.

Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría.

Con más comida, pero menos nutrición.

Son días que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios.

Son tiempo de casas más lindas, pero más hogares rotos.

Por todo esto, propongo que de hoy en adelante, no guardes nada “Para una
ocasión especial”, porque cada día que vivas es una ocasión especial.

Busca a Dios, aprende a conocerle, lee más, siéntate en la terraza y admira la


vista sin fijarte en las malas hierbas.

Pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos, come tu comida referida, visita
los sitios que ames.

La vida es una sucesión de momentos para disfrutar, no es solo para sobrevivir.

Usa tus copas de cristal, no guardes tu mejor perfume, úsalo cada vez que te den
ganas de hacerlo.

Las frases “Uno de estos días”, “Algún día”, quítalas de tu vocabulario. Escribamos
aquella carta que pensábamos escribir, “Uno de estos días”.

Digamos hoy a nuestros familiares y amigos, cuanto los queremos.

Por eso, no retardes nada que agregaría risa y alegría a tu vida.

Cada día, hora, y minuto son especiales… y no sabes si pudiera ser el último…

Si estas tan ocupado y no puedes tomarte unos minutos para mandar este
mensaje a alguien que tu quieras, y dices a ti mismo que lo enviaras “Uno de
estos días” piensa que “Uno de estos días” puede estar muy lejos.

Manejo de la tensión
Un conferencista hablaba sobre el manejo de la tensión. Levantó un vaso con
agua y preguntó al auditorio:

-¿Cuánto creen ustedes que pesa este vaso con agua?

Las respuestas variaron entre 20 y 500 gramos. Entonces el conferencista


comentó:

-No importa el peso absoluto. Depende de cuánto TIEMPO voy a sostenerlo. Si lo


sostengo por un minuto, no pasa nada. Si lo sostengo durante una hora, tendré
DOLOR en mi brazo. Si lo sostengo durante un día completo, tendrán que llamar
una ambulancia. Pero es exactamente el MISMO peso, pero entre más tiempo
paso sosteniéndolo, más pesado se va volviendo.

Y concluyó:

-Si cargamos nuestros PESARES todo el tiempo, luego, más temprano o más
tarde, ya no seremos capaces de continuar, la carga se irá volviendo cada vez
MAS PESADA. Lo que tienes que hacer es DEJAR el vaso en algún lugar y
descansar un poco antes de sostenerlo nuevamente. Tienes que dejar la carga de
lado periódicamente, ¡de la forma que sea!

-Es reconfortante y te vuelve capaz de continuar. Entonces, antes de que vuelvas


esta noche a tu casa, deja afuera el pesar, en un rincón. No lo lleves a tu casa.
Mañana podrás recogerlo otra vez, al salir.

-La vida es corta… ¡Aprovéchala!

Los dos sacos

Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales, cargaba
dos sacos, sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.

Cuando al primero de ellos le preguntaron que había en sus sacos, el dijo: -Todo
cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera
de la vista, y al poco tiempo olvidado. El saco de enfrente contiene todas las cosas
desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia,
saco esas cosas y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en
ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas.

En consecuencia, como el primer hombre siempre se estaba deteniendo para


reflexionar sobre las cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado,
lo que lograba avanzar era muy poco.

Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus dos
sacos, el respondió: -En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que
he hecho. Las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que
todo mundo las vea. Mientras que el saco que llevo atrás, contiene todos mis
errores. Los llevo consigo a dondequiera que voy. Es mucho lo que pesan y no me
permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de
ellos.

Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó: -El saco que llevo al
frente, está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos
bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un
saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de
un barco “lejos de ser una carga” me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que
llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En
ese saco, puse todo lo malo que escuché de los demás así como todo lo malo que
a veces pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero
y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más
penoso el trayecto.

Leyenda de una mujer

Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando
delante de una caverna escuchó una voz misteriosa que allá adentro le decía: -
”Entra y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal. Pero recuerda
algo: después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto,
aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo principal…”

La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y


por las joyas, puso al niño en el piso y empezó a juntar, ansiosamente, todo lo que
podía en su delantal. La voz misteriosa habló nuevamente. -“Tienes solo ocho
minutos…”

Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió
hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró…..Recordó, entonces, que el niño
quedó adentro y la puerta estaba cerrada para siempre. La riqueza duró poco y la
desesperación… ¡para el resto de su vida!.

Lo mismo ocurre, a veces, con nosotros. Tenemos unos 80 años para vivir en este
mundo y una voz siempre nos advierte: “Y No te olvides de lo principal!”
Y lo principal son los valores espirituales, la oración, la vigilancia, la familia, los
amigos, la vida. Pero la ganancia, la riqueza, los placeres materiales nos fascinan
tanto que lo principal siempre se queda a un lado….

Así agotamos nuestro tiempo aquí, y dejamos a un lado lo esencial ” Los tesoros
del alma!”. Que jamás nos olvidemos que la vida en este mundo, pasa rápido y
que la muerte llega inesperadamente.

Y que cuando la puerta de esta vida se cierra para nosotros, de nada valdrán las
lamentaciones.

Ahora….piensa por un momento que es lo principal en tu vida……

“Que cosa extraña es el hombre: Nacer no pide, Vivir no sabe, Morir no quiere“

Las siete maravillas

Un grupo de estudiantes de geografía, estudiaban las Siete Maravillas del Mundo.


Al término de la clase, se les pidió hacer una lista de las que ellos consideraban
deberían ser actualmente las Siete Maravillas del Mundo.

A pesar de algunos desacuerdos, la mayoría votó por lo siguiente:

Las Pirámides de Egipto.


El Taj Mahal.
El Gran Cañón.
El Canal de Panamá.
El Empire State.
La Basílica de San Pedro.
La Muralla China.

Mientras se hacía la votación el maestro notó, que una estudiante permanecía


callada y no había entregado aún su lista. Así que le preguntó si tenía problema
para terminar de hacer su elección.

La muchacha tímidamente respondió. -Si, un poco. No podía decidirme pues son


tantas las maravillas.

El maestro dijo: -Bueno, dinos lo que has escrito y tal vez podamos ayudarte.

La muchacha titubeo, y después leyó, Creo que las Siete Maravillas del Mundo
son:
Poder tocar.
Poder saborear.
Poder ver.
Poder escuchar.

Titubeando un poco continúo:

Poder sentir.
Poder reír.
Y… Poder amar.

Al terminar de leerlas el salón de clase quedó en un silencio absoluto.

Es muy sencillo para nosotros poder ver muchas de las hazañas del hombre y
referirnos a ellas como maravillas, cuando a veces pasan desapercibidas las
maravillas que Dios hizo por nosotros y que son sencillamente “comunes”.

¡Que hoy te acuerdes de aquellas cosas que son realmente Maravillosas!

¿Las 7 Maravillas? Quizá hay otras "menos comunes"...

El Sol y El Viento

El sol y el viento discutían sobre cuál de dos era más fuerte.

La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder. Viendo que por el
camino avanzaba un hombre, acordaron en probar sus fuerzas desarrollándolas
contra él.

-Vas a ver – dijo el viento - como con sólo echarme sobre ese hombre, desgarro
sus vestiduras.

Y comenzó a soplar cuanto podía. Pero cuantos más esfuerzos hacían, el hombre
más oprimía su capa, gruñendo contra el viento, y seguía caminando. El viento
encolerizado, descargó lluvia y nieve, pero el hombre no se detuvo y más cerraba
su capa. Comprendió el viento que no era posible arrancarle la capa.

Sonrió el Sol mostrándose entre dos nubes, recalentó la tierra y el pobre hombre,
que se regocijaba con aquel dulce calor, se quitó la capa y se la puso sobre el
hombro.

-Ya ves - le dijo el Sol al Viento - como con la bondad se consigue más que con la
violencia.

Los seres humanos deberíamos pensar profundamente acerca de nuestras


acciones. Utilizamos la violencia, la ironía, la agresividad, la sorna y la burla para
tratar de lograr nuestros objetivos. Pero no nos damos cuenta de que, la mayoría
de las veces, con esos métodos, son más difíciles de alcanzarlos. Siempre una
sonrisa puede lograr mucho más que el más fuerte de los gritos. Y basta con
ponerse por un momento en el lugar de los demás para comprobarlo. ¿Preferimos
una sonrisa o un insulto?… ¿Preferimos una caricia o una bofetada?…
¿Preferimos una palabra tierna o una sonrisa irónica?… Pensemos que los demás
seguramente prefieren lo mismo que nosotros… Entonces tratemos a nuestros
semejantes de la misma manera en la que nos gustaría ser tratados… Así
veremos que todo será mejor… Que el mundo será mejor… Que la vida será
mejor…

El hombre y el mundo

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto
a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca
de respuestas para sus dudas.

Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El


científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro
lugar. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle
con el objetivo de distraer su atención.

De repente se encontró con una revista en donde venía el mapa del mundo ¡Justo
lo que precisaba!. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con
un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: -”Como te gustan los
rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto, para que lo repares sin ayuda de
nadie”.

Entonces calculó que al pequeño le llevaría días componer el mapa, pero no fue
así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba
calmadamente. -”Papá, ya hice todo, conseguí terminarlo”.

Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que sería
imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás
había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones
con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.

Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido
colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido
capaz?

-Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lograste armarlo?

-Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista
para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre…

Así que dí vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que si sabía
como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había
arreglado al mundo.

¿Existe el Mal?

Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta: - ¿Dios creó todo
lo que existe?

Un estudiante contestó valiente: -Sí, lo hizo. - ¿Dios creó todo? -Sí señor,
respondió el joven.

El profesor contestó: -Si Dios creó todo, entonces Dios hizo al mal, pues el mal
existe, y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros
mismos, entonces Dios es malo.

El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de


haber probado una vez más que la fe Cristiana era un mito.

Otro estudiante levantó su mano y dijo: - ¿Puedo hacer una pregunta, profesor?

-Por supuesto, respondió el profesor.

El joven se puso de pie y preguntó: -¿Profesor, existe el frío?

- ¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?

El muchacho respondió: -De hecho, señor, el frío no existe. Según las leyes de la
Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u
objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo
que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la
ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces
de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir
cómo nos sentimos si no tenemos calor.

-Y, ¿existe la oscuridad?” continuó el estudiante.

El profesor respondió: -Por supuesto.

El estudiante contestó: -Nuevamente se equivoca, señor. La oscuridad tampoco


existe. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la
oscuridad no; incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca
en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de
onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la
superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un
espacio determinado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio,
¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir
lo que sucede cuando no hay luz presente.

Finalmente, el joven preguntó al profesor: -Señor: ¿existe el mal?

El profesor respondió: -Por supuesto que existe. Como lo mencioné al principio,


vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del
mal.

A lo que el estudiante respondió: - El mal no existe, señor… o al menos no existe


por si mismo.

-El mal es simplemente la ausencia de Dios… es, al igual que en los casos
anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de
Dios. Dios…. no creó el mal. No es como la fe o el amor, que existen, como existe
el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios
presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la
oscuridad cuando no hay luz.

Entonces el profesor, después de asentar con la cabeza, se quedó callado.


EL JOVEN SE LLAMABA ALBERT EINSTEIN

El Tiempo: La mejor expresión de amor


Es posible evaluar la importancia que le asignamos a algo considerando el
tiempo que estamos dispuestos a dedicarle. Cuanto más tiempo le
dedicamos a algo, más evidente resulta la relevancia y el valor que tiene para
nosotros. Si quieres conocer las prioridades de una persona, fíjate en cómo
usa el tiempo.

El tiempo es el regalo más preciado que tenemos porque es limitado.


Podemos producir más dinero, pero no más tiempo. Cuando le dedicamos
tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida
que nunca podremos recuperar. Nuestro tiempo es nuestra vida. El mejor
regalo que le puedes dar a alguien es tu tiempo.

No es suficiente decir que las relaciones son importantes: debemos


demostrarlo en nuestras acciones, invirtiendo tiempo en ellas. Las palabras
por sí solas nada valen: “No solamente debemos decir que amamos, sino
que debemos demostrarlo por medio de lo que hacemos”. Las relaciones
exigen tiempo y esfuerzo. Amor se deletrea así:

La esencia del amor no es lo que pensamos o hacemos o aportamos a los


demás; antes bien, es cuánto entregamos de nosotros mismos. A los
hombres, en particular, les cuesta entender esto. Muchos dicen: !Te Quieren
a Tí!. Quieren tu ojos, tus oídos, tu tiempo, tu atención, tu presencia, tu
interés: Tú Tiempo.

El mejor regalo de amor no son los diamantes ni las rosas ni los dulces. Es
brindar tu concentración. El amor se concentra tanto en otra persona que
por un instante uno se olvida quien es. La atención dice:

Siempre que dediques de tu tiempo, estarás haciendo un sacrificio, y el


sacrificio es la esencia del amor.

ES POSIBLE DAR SIN AMAR, PERO NO SE PUEDE AMAR SIN DAR.

AMAR ES ENTREGARSE: DEJAR DE LADO MIS PREFERENCIAS,


COMODIDAD, OBJETIVOS PERSONALES, SEGURIDAD, DINERO, ENERGÍA Y
TIEMPO PARA EL BENEFICIO DE LOS DEMÁS.

Recuerda siempre esto:

EL MEJOR REGALO QUE LE PUEDES DAR A ALGUIEN ES:

“TU TIEMPO”
Autoestima

El despertar de pesadillo

Ogro Mogro, Gigantón y Abominable llevaban cientos de años encerrados en la


cárcel de los monstruos. Habían entrado allí voluntariamente, después de darse
cuenta de que asustar a los niños no era una buena forma de ganarse la vida.
Desde entonces, los tres andaban tristes y solitarios; no sabían hacer otra cosa
que asustar, así que carecían de ilusiones y pensaban que no servían para nada.
Ya habían cumplido sus condenas varias veces, pero cuando les decían que
podían marchar, respondían que a dónde iban a ir, si sólo sabían asustar... Pero
todo cambió el día que encerraron a Pesadillo. Pesadillo era un monstruo
chiquitajo, que asustaba más bien poco y se pasaba todo el día durmiendo, pero
era realmente muy divertido. Contaba cientos de historias de cómo había
cambiado los sueños de la gente para que fuesen más divertidos, y de cómo casi
siempre sus cambios salían tan mal que acababan asustando a cualquiera. A
Ogro Mogro y sus amigos les encantaban sus historias, pero había que esperar a
que el dormilón de Pesadillo se levantase para escucharle. Y no era nada fácil,
porque parecía que ni un terremoto era capaz de despertarle. Hasta que un día,
los tres monstruos juntaron sus más terrofícos gritos. Pesadillo dio un bote en la
cama y se despertó al instante. Les miró con los ojos muy abiertos, pero no
parecía estar asustado, ni enfadado; más bien parecía estar contento: - ¡Genial!-
dijo- siempre he querido levantarme temprano. El día se aprovecha mucho más.
¿sabéis? deberíais hacer de despertadores, sé de muchos dormilones que os lo
agradecerían.

Los tres monstruos se sintieron felices al oír aquellas palabras; servían para algo!
Después de tantísimos años, resulta que podían hacer más cosas de las que
habían creído, y sin asustar ni molestar a los niños. Ese mismo día abandonaron
la cárcel dispuestos a crear su primer despertador. Y así, los tres monstruos se
hicieron famosísimos con su negocio para dormilones, muy contentos de haber
comprendido que siempre hay algo genial que podemos hacer, pero que a veces,
está por descubrir.

Inventa otro título para esta historia:

¿Qué pretende enseñarnos el autor de este cuento? Elige la opción correcta:


Hay gente que no sirve para nada
A todas las personas se nos da bien hacer algo, aunque en ocasiones resulta
difícil lo que es
Los monstruos dan mucho miedo

Ahora explícalo con tus palabras:

Contesta a las siguientes preguntas: ¿Cómo se sentían los monstruos? ¿por qué?

¿Te has sentido así alguna vez? ¿cuándo? ¿por qué?

Haz una lista de todas aquellas cosas que haces muy bien:

Ahora, haz una lista de todas aquellas cosas que te gustaría hacer muy bien
Por último, escribe cada una de las cosas que has escrito en el cuadro, es decir,
aquellas cosas que te gustaría conseguir hacer bien, y al lado, explica con hechos
como puedes conseguirlo.

La extraña pajarería

El señor Pajarian era un hombrecillo de cara simpática y sonriente que tenía una
tienda de pajaritos. Era una pajarería muy especial, en la que todas las aves
caminaban sueltas por cualquier lado sin escaparse, y los niños disfrutaban de sus
colores y de sus cantos. Tratando de saber cómo lo conseguía, el pequeño Nico
se ocultó un día en una esquina de la tienda. Estuvo escondido hasta la hora del
cierre, y luego siguió al pajarero hasta la trastienda. Allí pudo ver cientos de
huevos agrupados en pequeñas jaulas, cuidadosamente conservados. El señor
Pajarian llegó hasta un grupito en el que los huevecillos comenzaban a moverse;
no tardaron en abrirse, y de cada uno de ellos surgió un precioso ruiseñor.
Fue algo emocionante, Nico estaba como hechizado, pero entonces oyó la voz del
señor Pajarian. Hablaba con cierto enfado y desprecio, y lo hacía dirigiéndose a
los recién nacidos: "¡Ay, miserables pollos cantores... ni siquiera volar sabéis,
menos mal que algo cantaréis aquí en la tienda!"- Repitió lo mismo muchas veces.
Y al terminar, tomó los ruiseñores y los introdujo en una jaula estrecha y alargada,
en la que sólo podían moverse hacia adelante. A continuación, sacó un grupito de
petirrojos de una de sus jaulas alargadas. Los petirrojos, más creciditos, estaban
en edad de echar a volar, y en cuanto se vieron libres, se pusieron a intentarlo. Sin
embargo, el señor Pajarian había colocado un cristal suspendido a pocos
centímetros de sus cabecitas, y todos los que pretendían volar se golpeaban en la
cabeza y caían sobre la mesa. "¿Veis los que os dije?" -repetía- " sólo sois unos
pobres pollos que no pueden volar. Mejor será que os dediquéis a cantar"... El
mismo trato se repitió de jaula en jaula, de pajarito en pajarito, hasta llegar a los
mayores. El pajarero ni siquiera tuvo que hablarles: en su mirada triste y su andar
torpe se notaba que estaban convencidos de no ser más que pollos cantores. Nico
dejó escapar una lagrimita pensando en todas las veces que había disfrutado
visitando la pajarería. Y se quedó allí escondido, esperando que el señor Pajarian
se marchara. Esa noche, Nico no dejó de animar a los pajaritos. "¡Claro que
podéis volar! ¡Sois pájaros! ¡ Y sois estupendos! ", decía una y otra vez. Pero sólo
recibió miradas tristes y resignadas, y algún que otro bello canto. Nico no se dio
por vencido, y la noche siguiente, y muchas otras más, volvió a esconderse para
animar el espíritu de aquellos pobre pajarillos. Les hablaba, les cantaba, les
silbaba, y les enseñaba innumerables libros y dibujos de pájaros voladores
"¡Ánimo, pequeños, seguro que podéis! ¡Nunca habéis sido pollos torpes!", seguía
diciendo. Finalmente, mirando una de aquellas láminas, un pequeño canario se
convenció de que él no podía ser un pollo. Y tras unos pocos intentos, consiguió
levantar el vuelo... ¡Aquella misma noche, cientos de pájaros se animaron a volar
por vez primera! Y a la mañana siguiente, la tienda se convirtió en un caos de
plumas y cantos alegres que duró tan sólo unos minutos: los que tardaron los
pajarillos en escapar de allí. Cuentan que después de aquello, a menudo podía
verse a Nico rodeado de pájaros, y que sus agradecidos amiguitos nunca dejaron
de acudir a animarle con sus alegres cantos cada vez que el niño se sintió triste o
desgraciado.

Inventa otro título para esta historia:

¿Qué pretende enseñarnos el autor de este cuento? Elige la opción correcta:


Los pollos no saben volar
Si creemos en nosotros mismos podemos conseguir todo aquello que nos
propongamos
Debemos creer las cosas malas que nos dicen los demás

Ahora explícalo con tus palabras:

Contesta a las siguientes preguntas:


¿Cómo crees que se sentían los pajaritos cuando el pajarero les decía cosas
negativas sobre ellos?

¿Alguna vez te ha pasado eso a ti? ¿cuándo? y ¿cómo te sentiste?

Y sin embargo ¿Cómo te sientes cuando alguien dice cosas positivas o bonistas
de ti?

En la lectura anterior trabajamos el concepto de autoestima, a continuación te lo


recordamos con otras palabras.
La autoestima es aquello que sentimos, pensamos y manifestamos acerca de
nosotros mismos. Es decir, la forma en que nos valoramos o estimamos.

¿Cómo puede ser la autoestima?


Alta o normal: cuando coincide el concepto que tenemos de nosotros mismos
con aquello que nos gustaría ser. Ejemplo, un alumno se considera inteligente y
obtiene buenas notas. En consecuencia, se siente contento o satisfecho consigo
mismo.
Baja: cuando existe una gran diferencia entre el concepto que tiene de sí
mismo y aquello que desearía ser. Ejemplo, un alumno se considera tímido y su
ideal sería ser popular y tener muchos amigos.
¿Qué consecuencias puede tener desarrollar una buena autoestima? Elige las
opciones que consideras adecuadas y escríbelas en el cuadro que aparece a
continuación:
Actuarás de forma independiente, defenderás tus derechos y respetarás los
derechos de los demás y al mismo tiempo asumirás tus responsabilidades

Buscarás siempre la protección o la aprobación de los demás y no asumirás


tus propias responsabilidades

Serás capaz de afrontar y resolver con seguridad tus problemas

No serás capaz de afrontar los nuevos retos que se te plantean, ya que


cualquier cosa nueva te produce inseguridad y ansiedad.

Te sentirás satisfecho y contento por tus logros.

Si te valoras positivamente también lo harán los demás y les gustará compartir


su tiempo contigo.

Reflexiona, ¿Cómo crees que es tu autoestima?


Alta.
Porque:

Baja.
Porque
Las princesas del lago
Había una vez dos bellas princesas que siendo aún pequeñas, habían sido
raptadas por un rey enemigo. Éste había ordenado llevarlas a un lago perdido, y
abandonarlas en una pequeña isla, donde permanecerían para siempre
custodiadas por un terrible monstruo marino. Sólo cuando el malvado rey y su
corte de brujos y adivinos fueron derrotados, pudieron en aquel país descubrir que
en el destino estaba escrito que llegaría el día en que un valiente príncipe liberaría
a las princesas de su encierro. Cuando el viento llevó la noticia a la isla, llenó de
esperanza la vida de las princesas. La más pequeña, mucho más bella y dulce
que su hermana, esperaba pacientemente a su enamorado, moldeando pequeños
adornos de flores y barro, y cantando canciones de amor. La mayor, sin embargo,
no se sentía a gusto esperando sin más. "Algo tendré que hacer para ayudar al
príncipe a rescatarme. Que por lo menos sepa dónde estoy, o cómo es el
monstruo que me vigila." Y decidida a facilitar el trabajo del príncipe, se dedicó a
crear hogueras, construir torres, cavar túneles y mil cosas más. Pero el temible
monstruo marino fastidiaba siempre sus planes.
Con el paso del tiempo, la hermana mayor se sentía más incómoda. Sabía que el
príncipe elegiría a la pequeña, así que no tenía mucho sentido seguir esperando.
Desde entonces, la joven dedicó sus esfuerzos a tratar de escapar de la isla y del
monstruo, sin preocuparse por si finalmente el príncipe aparecería para salvarla o
no. Cada mañana preparaba un plan de huída diferente, que el gran monstruo
Cuentos sobre valores Página 75 “COMPARTIC: COMPARTIENDO
APRENDIZAJES v2.0”.
siempre terminaba arruinando. Los intentos de fuga y las capturas se sucedían día
tras día, y se convirtieron en una especie de juego de ingenio entre la princesa y
su guardián. Cada intento de escapada era más original e ingenioso, y cada forma
de descubrirlo más sutil y sorprendente. Ponían tanto empeño e imaginación en
sus planes, que al acabar el juego pasaban horas comentando amistosamente
cómo habían preparado su estrategia. Y al salir la luna, se despedían hasta el día
siguiente y el monstruo volvía a las profundidades del lago.Un día, el monstruo
despidió a la princesa diciendo: - Mañana te dejaré marchar. Eres una joven lista y
valiente. No mereces seguir atrapada. Pero a la mañana siguiente la princesa no
intentó escapar. Se quedó sentada junto a la orilla, esperando a que apareciera el
monstruo. - ¿Por qué no te has marchado? - No quería dejarte aquí solo. Es
verdad que das bastante miedo, y eres enorme, pero tú también eres listo y
mereces algo más que vigilar princesas. ¿Por qué no vienes conmigo? - No
puedo- respondió con gran pena el monstruo-. No puedo separarme de la isla,
pues a ella me ata una gran cadena. Tienes que irte sola. La joven se acercó a la
horrible fiera y la abrazó con todas sus fuerzas. Tan fuerte lo hizo, que el animal
explotó en mil pedazos. Y de entre tantos pedacitos, surgió un joven risueño y
delgaducho, pero con esa misma mirada inteligente que tenía su amigo el
monstruo.Así descubrieron las princesas a su príncipe salvador, quien había
estado con ellas desde el principio, sin saber que para que pudiera salvarlas antes
debían liberarlo a él. Algo que sólo había llegado a ocurrir gracias al ánimo y la
actitud de la hermana mayor. Y el joven príncipe, que era listo, no tuvo ninguna
duda para elegir con qué princesa casarse, dejando a la hermana pequeña con
sus cantos, su belleza y su dulzura... y buscando algún príncipe tontorrón que
quisiera a una chica con tan poca iniciativa.

Inventa otro título para esta historia:

Completa el cuadro:

Describe a la princesa mayor

Describe a la princesa pequeña

Elige la opción correcta sobre lo que nos enseña esta lectura:


Para qué esforzarte en conseguir las cosas, es mejor esperar a que éstas
ocurran sin mas.
Mostrar una actitud positiva ante la vida nos hace buscar soluciones
inteligentes a nuestros problemas, y tarde o temprano conseguimos resultados
positivos, aunque a veces estos se demoren.
La solución a nuestros problemas están en los demás, hay que esperar a que
nos ayuden.

¿Qué piensas de este valor que se trabaja en la lectura? ¿Estás de acuerdo con
él? ¿Por qué?

Recuerdas alguna ocasión en que hayas actuado así, ¿cuándo fue? Y ¿qué pasó?

CUANDO TENEMOS UN PROBLEMA DEBEMOS DE BUSCAR LA FORMA DE


SOLUCIONARLO. PARA ELLO PODEMOS SEGUIR LOS SIGUIENTES PASOS:
IDENTIFICAR EL PROBLEMA

BUSCAR DIFERENTE FORMAS DE SOLUCIONARLO (PARA ELLO, A


VECES ES IMPORTANTE CONSULTAR CON PERSONAS ADULTAS O CON
AMIGOS QUE SEAN DE CONFIANZA, PERO RECUERDA QUE… LA DECISIÓN
FINAL ES TUYA).

ELEGIR LA FORMA QUE NOS PARECE MÁS ADECUADA

ACTUAR SEGÚN LA DECISIÓN ELEGIDA

Vamos a trabajar lo que hemos aprendido anteriormente. Entre todos los


compañeros del grupo elegir un problema que haya surgido en clase o que
conozcas. Después seguir los siguientes pasos para analizar lo sucedido:
¿Cuál es el problema? Definirlo:

¿Qué soluciones se nos ocurren?

¿Cuál nos parece la más adecuada? Y ¿Por qué?


La Roca en el Camino

En un reino lejano, hubo una vez un rey que colocó una gran roca en medio del
camino principal de entrada al reino, obstaculizando el paso. Luego se escondió
para ver si alguien la retiraba.

Los comerciantes más adinerados del reino y algunos cortesanos que pasaron
simplemente rodearon la roca. Muchos de ellos se quedaron un rato delante de la
roca quejándose, y culparon al rey de no mantener los caminos despejados, pero
ninguno hizo nada para retirar el obstáculo.

Entonces llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. La dejó en el


suelo y estudió la roca en el camino observándola. Intentó mover la roca
empujándola y haciendo palanca con una rama de madera que encontró a un
lado del camino, después de empujar y fatigarse mucho, finalmente logró
apartar la roca. Mientras recogía su carga, encontró una bolsa, justo en el lugar
donde había estado la roca. La bolsa contenía una buena cantidad de monedas de
oro y una nota del rey, indicando que esa era la recompensa para quien
despejara el camino.

El campesino aprendió lo que los otros nunca aprendieron:

Cada obstáculo superado es una oportunidad para mejorar la propia


condición.

Reflexión:

Esta historia nos hace reflexionar sobre la importancia de afrontar los obstáculos
que la vida nos pone delante.

Esquivar los problemas, buscar "culpables" o simplemente quejarnos no


solucionará nada, y la "roca" seguirá estando allí. Afrontar los obstáculos, actuar,
esforzarse.. es lo que nos hará crecer como persona.

Mover las "rocas" seguramente implicará esfuerzo, sufrimiento, capacidad de


análisis, constancia ..y todo ello nos hará más fuertes y sabios. Superar los
obstáculos nos hace mejorar nuestra condición, crecer, evolucionar.

La queja, y el evitar los problemas sin afrontarlos, nos estanca.

¿Tenéis alguna roca en vuestro camino por mover?


El círculo del 99

En un país no muy lejano había un rey muy triste, el cual tenía un sirviente que se
mostraba siempre pleno y feliz.

Todas las mañanas, cuando le llevaba el desayuno, el sirviente lo despertaba


tarareando alegres canciones de juglares. Siempre había una sonrisa en su cara,
y su actitud hacia la vida era serena y alegre.

Un día el rey lo mandó llamar y le preguntó:

-Paje, ¿cuál es el secreto?

-¿Qué secreto, Majestad?

-¿Cuál es el secreto de tu alegría?

-No hay ningún secreto, Alteza.

-No me mientas. He mandado cortar cabezas por ofensas menores que una
mentira.

-Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome


atenderlo. Tengo a mi esposa y a mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha
asignado, estamos vestidos y alimentados, y además Su Alteza me premia de vez
en cuando con algunas monedas que nos permiten darnos pequeños gustos.
¿Cómo no estar feliz?

-Sino no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey- Nadie puede
ser feliz por esas razones que has dado.

El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.

El rey estaba furioso, no conseguía explicarse cómo el paje vivía feliz así,
vistiendo ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.

Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le preguntó:

-¿Por qué él es feliz?

-Majestad, lo que sucede es que él está por fuera del círculo.

-¿Fuera del círculo? ¿Y eso es lo que lo hace feliz?

-No, Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.


-A ver si entiendo: ¿estar en el círculo lo hace infeliz? ¿Y cómo salió de él?

-Es que nunca entró.

-¿Qué círculo es ese?

-El círculo del noventa y nueve.

-Verdaderamente no entiendo nada.

-La única manera para que entendiera sería mostrárselo con hechos. ¿Cómo?
Haciendo entrar al paje en el círculo. Pero, Alteza, nadie puede obligar a nadie a
entrar en el círculo. Aunque si le damos la oportunidad, posiblemente entrará por
si mismo.

-¿Pero no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?

-Si se dará cuenta, pero no lo podrá evitar.

-¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese


ridículo círculo, y de todos modos lo hará?

-Tal cual, Majestad. Si usted está dispuesto a perder un excelente sirviente para
entender la estructura del círculo, lo haremos. Esta noche pasaré a buscarlo. Debe
tener preparada una bolsa de cuero con noventa y nueve monedas de oro.

Así fue. El sabio fue a buscar al rey y juntos se escurrieron hasta los patios del
palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. El sabio guardó en la bolsa un
papel que decía: "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre.
Disfrútalo y no le cuentes a nadie cómo lo encontraste".

Cuando el paje salió por la mañana, el sabio y el rey lo estaban espiando. El


sirviente leyó la nota) agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se
estremeció. La apretó contra el pecho, miró hacia todos lados y cerró la puerta.

El rey y el sabio se acercaron a la ventana para ver la escena. El sirviente había


tirado todo lo que había sobre la mesa, dejando sólo una vela, y había vaciado el
contenido de la bolsa. Sus ojos no podían creer lo que veían: ¡una montaña de
monedas de oro! El paje las tocaba, las amontonaba y las alumbraba con la vela.
Las juntaba y desparramaba, jugaba con ellas... Así, empezó a hacer pilas de diez
monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres, cuatro, cinco pilas de diez...
hasta que formó la última pila: ¡nueve monedas! Su mirada recorrió la mesa
primero, luego el suelo y finalmente la bolsa.
"No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era
mas baja. "Me robaron -gritó-, me robaron, ¡malditos! "Una vez más buscó en la
mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas. Corrió los muebles, pero no encontró
nada. Sobre la mesa como burlándose de él, una montañita resplandeciente le
recordaba que había noventa y nueve monedas de oro. "Es mucho dinero -pensó-
pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo. Cien es
un número completo, pero noventa y nueve.

El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma,
tenía el ceño fruncido y los rasgos tensos, los ojos se veían pequeños y la boca
mostraba un horrible rictus. El sirviente guardó las monedas y, mirando para todos
lados con el fin de cerciorarse de que nadie lo viera, escondió la bolsa entre la
leña. Tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría
que ahorrar para comprar su moneda número cien? Hablaba solo en voz alta.
Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla; después, quizás no
necesitaría trabajar más. Con cien monedas de oro un hombre puede dejar de
trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas de oro
se puede vivir tranquilo. Si trabajaba y ahorraba, en once o doce años juntaría lo
necesario. Hizo cuentas: sumando su salario y el de su esposa, reuniría el dinero
en siete años. ¡Era demasiado tiempo! Pero, ¿para qué tanta ropa de invierno?,
¿para qué más de un par de zapatos? En cuatro años de sacrificios llegaría a su
moneda cien.

El rey y el sabio Volvieron al palacio.

El paje había entrado en el círculo del noventa y nueve. Durante los meses
siguientes, continuó con sus planes de ahorro. Una mañana entró a la alcoba real
golpeando las puertas y refunfuñando.

-¿Qué te pasa? -le preguntó el rey de buen modo.

-Nada -contestó el otro.

-No hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.

-Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría Su Alteza, que fuera también su bufón y
juglar?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era
agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

Reflexión:

Muchos de nosotros hemos entrado en el círculo del noventa y nueve alguna vez:
sentimos que nos falta algo para estar completos, y pensamos que sólo
entonces podremos disfrutar de lo que tenemos. Como siempre algo "falta"
parece que la felicidad deberá esperar hasta que todo esté completo... y entramos
en un círculo en el que nunca podemos gozar de la vida.

Muchas veces pensamos que la satisfacción y el bienestar llegarán "cuando tenga


un buen sueldo" o "una buena casa", "cuando me case", "cuando tenga un hijo",
"cuando me jubile y tenga tiempo", cuando consiga tal o cual meta.. sin embargo
el bienestar y la plenitud ha de venir de dentro, no desde fuera, y estar
presente a lo largo de todo el camino de nuestra vida. Nos generamos
insatisfacción y sufrimiento si nos centramos en añorar lo que nos falta y dejamos
de disfrutar de lo que si tenemos.

Esta es la trampa del círculo: no entendemos que con 99 podemos ser felices,
podemos sentirnos plenos a lo largo del camino, si nos centramos en esa moneda
que creemos que falta y dejamos de valorar lo que tenemos nunca estaremos
"completos" siempre nos faltará algo.

No dejemos de disfrutar de lo que tenemos por añorar lo que creemos que


nos falta.

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