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‘PERRHIJOS’, EL FENÓMENO QUE

EXPLICA PORQUÉ LOS MILLENNIALS


PREFIEREN TENER MASCOTAS QUE
HIJOS

Foto: Getty Images

No. Los gatos y los perros no son seres humanos.


Aún así, la generación millennial les adopta como
‘perrhijos’, y estas son las consecuencias.
Explicaciones socialmente aceptables hay muchas. Que si el cambio
climático  no lo permitirá, que si el desarrollo personal se vería limitado, que
si la realización espiritual  se es un camino solitario. La realidad es que la
generación millennial está optando ampliamente por no formar familias con
hijos. Por el contrario, parece ser que están sustituyendo esta necesidad de
crianza con mascotas. Más allá de la corrección política, existe una razón
científica de porqué esta generación opta por tener ‘perrhijos’, en lugar de criar
niños humanos. Esto es lo que sabemos
¿Un nuevo modelo de familia?

Foto: Getty Images


En la cultura popular, a los animales de compañía a quienes los seres humanos
tratan como si fueran sus hijos se les conoce como ‘perrhijos’ o ‘gathijos’, en
el caso respectivo de los perros  y gatos . Los términos nacen de
la contracción entre hijo  y perro, o en su caso, gato. 
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El espectro es muy amplio. Hay personas o parejas que sencillamente se


rehúsan a tener hijos, como parte de su libre albedrío, y llenan ese espacio
con un animal de compañía. Los casos más extremos conducen a las personas
a vestir a las mascotas, pasearlas en carriola, darles biberón y alimentarles con
comida especial, como si le dieran papilla a un bebé humano.

Más aún: se incluye a los perrhijos en los eventos sociales masivos —como
bodas, conciertos, bautizos—, sin pensar en que el animal puede sufrir
un estrés considerable por el ruido. En casa, se les lava los dientes, corta las
uñas a manera de manicure o se les da de comer en la boca, como si no
fueran capaces de hacerlo por su cuenta.
De acuerdo con Forbes , este modelo de familia “un animal [no humano] toma
el lugar central del núcleo familiar y se convierte en algo así como el sustituto
de un hijo”. Como tal, se han hecho esfuerzos científicos para determinar
cuáles son los  tipos de dueño de gato  que existen, o las afecciones
fisiológicas  que estos animales padecen al ser tratados como seres humanos
—y no de acuerdo a las necesidades de su propia especie.

¿Por qué animales de compañía y no hijos?

Foto: Getty Images


De acuerdo con Shelly Volsche, antropóloga social de la Universidad de
Nevada, en Estados Unidos, las personas que optan por
tener perrhijos, gathijos, o todas las demás variantes son conscientes de que
tienen a su cuidado un ser vivo. Más aún, que es su responsabilidad, y que
deben de ocupar el papel de una figura proveedora para ellos:
“Estas personas compartieron deliberadamente que
habían elegido activamente gatos y perros en lugar de
niños. En muchos casos, su uso de términos
relacionales entre padres e hijos, por ejemplo,
llamándose a sí mismos la ‘mamá’ de una mascota, era
simplemente una abreviatura”, escribe la experta
para Scientific American .
Según sus resultados, los animales también identifican a estos seres humanos
como una figura de cuidado, cariño y sustento —las mismas funciones que
desempeña una figura maternal o paternal. De la misma manera, los seres
humanos rellenan su necesidad de cuidar y ver por alguien más con los
animales de compañía, en este tipo de arreglos afectivos.

Sin embargo, de acuerdo con Volsche, existe un fundamento evolutivo que


sustenta este comportamiento humano. La razón por la que los millennials
busquen tener perrhijos va mucho más allá de una simple necesidad ‘egoísta’
—como pensarían otras generaciones— de no seguir el modelo de familia que
propone el pensamiento judeocristiano.

Una tendencia humanizante

Foto: Getty Images


La búsqueda de otros modelos de familia que no comprometan a los seres
humanos a seguir una única manera de vivir —alineada al modelo de
pensamiento judeocristiano— también es una característica de la generación
millennial. La inmediatez, la precarización laboral y la falta de acceso a una
vivienda propia limita las posibilidades de pensar en una familia más grande.

No sólo eso. De acuerdo con Volsche, esta tendencia humanizante hacia los
animales de compañía está relacionada con un mejor aprovechamiento de
recursos económicos:
“La crianza de los animales de compañía puede
ofrecer una forma de satisfacer la necesidad
evolucionada de crianza y al mismo tiempo reducir la
inversión de tiempo, dinero y energía emocional en
comparación con la crianza de los hijos”, explica la
experta.
A pesar de que esto es cierto, el fenómeno no puede describirse sólo desde
este punto de vista. No. Los gatos y los perros no son seres humanos. Son
especies diferentes, con necesidades distintas a las de los bebés que se gestan
en los vientres humanos. Tratarlos como tal es humanizarlos, y puede traerles
consecuencias negativas a largo plazo.

Más allá de hacerlos incapacitantemente dependientes a nuestro


cuidado, pueden padecer estragos severos por ansiedad de separación,
cambios en su metabolismo y horarios de comida. Aunque no siempre se
llegan a estos extremos, lo más probable es que las generaciones
venideras repliquen estos modelos de familia.

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