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PERRHIJOS: EL NUEVO MODELO DE FAMILIA MEXICANA.

En México existen 5.4 millones de hogares con perros. De éstos, un alto


porcentaje son “hijos únicos”, es decir, no tienen “hermanos” humanos. ¿A qué se
debe este fenómeno? Desde mediados de los años 90, empezaron a surgir
nuevos modelos de familia: amigos en lugar de cónyuges y perrhijos en lugar
de niños. Las parejas actuales -millennials- han decidido postergar la llegada de
los niños o definitivamente, no tenerlos, a cambio de un mejor nivel de vida, la
realización de metas profesionales y personales, viajes, casa propia y un retiro
temprano. El instinto paternal inherente al ser humano, los ha hecho llenar ese
espacio con mascotas. Los perrhijos son el nuevo modelo de familia mexicana
que al parecer, llegó para quedarse.

Aunque el modelo tradicional de papá, mamá e hijos sigue existiendo, las parejas
en edad de formar familias prefieren hacer a un lado la enorme responsabilidad de
educar seres humanos, sumar los ingresos de ambos y convertir a los animales de
compañía en sus bebés. Los modernos padres no escatiman en gastos para sus
perrhijos: alimento de la mejor calidad sin reparar en costos, escuelas de
entrenamiento, muebles de lujo, ropa -sí, los visten-, disfraces de Halloween o
Navidad, les organizan fiestas de cumpleaños, los llevan de viaje y en caso de que
no se pueda, les pagan guarderías u hoteles exclusivos para ellos.

Este nuevo modelo de familia mexicana, los perrhijos, representa una industria
millonaria pero también una gran preocupación para psicólogos, sociólogos y
economistas que ven reducirse dramáticamente la población de infantes e
incrementarse la de adultos mayores que ya no son parte de la población
económicamente activa; con todas la implicaciones que esto puede traer en un
futuro a mediano plazo.

¿Está mal tener perrhijos en lugar de familia tradicional?

En principio, no. Esta tendencia ha generado una nueva cultura de la adopción de


animales en situación de calle, que en algo compensará la todavía altísima tasa de
abandono de perros y gatos (en México existen casi 13 millones de perros sin
hogar). Decimos que hay cierta preocupación entre los psicólogos porque a su
juicio, estas nuevas familias mexicanas han llevado las cosas al extremo.

Los perrhijos se han vuelto el centro del núcleo familiar, reciben un trato idéntico
al de los niños humanos del clan; también son nietos, sobrinos y en algunos
casos, tienen niñera. Todos los familiares se encargan de colmar al suave lomito
de atenciones, regalos, gadgets para su mayor comodidad, procuran que socialice
y nunca se sienta excluido o discriminado. Tanto, que muchas personas no temen
afirmar que prefieren mil veces la compañía de un perro que la de un ser humano.
No se les puede culpar, los perros son los seres más nobles del mundo.

Hoy en día tenemos a la mano servicios como organizadores de fiestas para


perros, velatorios y cementerios para perros, hoteles, restaurantes con menú
canino, secciones para sus juegos en los parques, clínicas de medicina alternativa
y hasta spas, entre un larguísimo etcétera.

No es algo necesariamente malo, pero sí extraño. Muchos Etólogos (especialistas


en comportamiento animal) piensan que la cultura de los perrhijos va contra la
naturaleza del animal. Darles una alimentación sana, balanceada, con
ingredientes de calidad para consumo humano, sí. ¿Pasearlos en carriola?
Mmmm…

Según la revista Forbes el término “perrhijo” empezó a usarse en México en el


año 2011, para englobar en una sola palabra el concepto de perro e hijo. El
sustantivo se volvió tan popular que en 2013 se abrió una página de Facebook con
el nombre “Perrhijos”. Hoy cuenta con aproximadamente 220.000 seguidores.

Nos guste o no, los perrhijos son un nuevo modelo de familia mexicana que
debemos aceptar, están aquí para enseñarnos que los tiempos cambian, que el
respeto a los animales es importante y que la frase “llevar vida de perro”, hoy
significa algo diferente. Sin embargo, debemos estar conscientes de los riesgos de
tratar a un perro como a un hijo humano en un sentido exagerado. No debemos
despojarlos de su dignidad y de su esencia. Humanizar a un animal es alejarlo de
su naturaleza y habría que pensar si en lugar de “amor humano”, no los estamos
tratando como objetos.

El Consejo Nacional de Población señala que en los últimos 20 años, muchos


jóvenes son más proclives a adoptar mascotas que a tener descendencia.

En LuckyDog pensamos que mientras se mantenga el equilibrio entre el trato


amoroso a los perros y el respeto a sus derechos, las familias con perrhijos son
simplemente eso, un nuevo estilo de vida donde los dueños han aprendido a
disfrutar de la compañía de los animales tanto como de la de sus congéneres.

Los perros son seres increíblemente nobles, fieles, amorosos. ¿A quién no se le


derrite el corazón ante la mirada de un can que pide caricias o un pedazo de la
hamburguesa que estás comiendo?

El amor es amor en cualquiera de sus formas. Tal vez ese Milaneso que
rescatamos de un refugio, ha venido a recordarnos la forma de amar más honesta
y generosa que existe: la amistad.

Afirma Raúl Valadez Azúa, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la


UNAM que “no hay cultura o civilización en la que los perros no estén presentes.
Esta convivencia es real, con esquemas de comunicación, vínculos afectivos,
alimento y espacio compartidos, cuidado mutuo y en donde los individuos adultos
reconocen a las crías del otro como seres que deben ser protegidos”.

La domesticación de los animales ha evolucionado desde ese punto en que eran


útiles compañeros de caería, hasta convertirse en los seres más amados de una
familia; el alivio a la soledad, la cura de enfermedades emocionales, guardianes
del hogar, héroes con colas, trabajadores responsables y los roommates más
divertidos.

Ama a tu perrhijo, llévalo al veterinario una vez al año, báñalo, provéele de una
camita cómoda, juega con él, llévalo a hacer ejercicio, protege su salud con una
dieta sana rica en minerales, antioxidantes y proteínas; el alimento fresco con
ingredientes de consumo humano LuckyDog, es una buena alternativa.

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