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Aunque el modelo tradicional de papá, mamá e hijos sigue existiendo, las parejas
en edad de formar familias prefieren hacer a un lado la enorme responsabilidad de
educar seres humanos, sumar los ingresos de ambos y convertir a los animales de
compañía en sus bebés. Los modernos padres no escatiman en gastos para sus
perrhijos: alimento de la mejor calidad sin reparar en costos, escuelas de
entrenamiento, muebles de lujo, ropa -sí, los visten-, disfraces de Halloween o
Navidad, les organizan fiestas de cumpleaños, los llevan de viaje y en caso de que
no se pueda, les pagan guarderías u hoteles exclusivos para ellos.
Este nuevo modelo de familia mexicana, los perrhijos, representa una industria
millonaria pero también una gran preocupación para psicólogos, sociólogos y
economistas que ven reducirse dramáticamente la población de infantes e
incrementarse la de adultos mayores que ya no son parte de la población
económicamente activa; con todas la implicaciones que esto puede traer en un
futuro a mediano plazo.
Los perrhijos se han vuelto el centro del núcleo familiar, reciben un trato idéntico
al de los niños humanos del clan; también son nietos, sobrinos y en algunos
casos, tienen niñera. Todos los familiares se encargan de colmar al suave lomito
de atenciones, regalos, gadgets para su mayor comodidad, procuran que socialice
y nunca se sienta excluido o discriminado. Tanto, que muchas personas no temen
afirmar que prefieren mil veces la compañía de un perro que la de un ser humano.
No se les puede culpar, los perros son los seres más nobles del mundo.
Nos guste o no, los perrhijos son un nuevo modelo de familia mexicana que
debemos aceptar, están aquí para enseñarnos que los tiempos cambian, que el
respeto a los animales es importante y que la frase “llevar vida de perro”, hoy
significa algo diferente. Sin embargo, debemos estar conscientes de los riesgos de
tratar a un perro como a un hijo humano en un sentido exagerado. No debemos
despojarlos de su dignidad y de su esencia. Humanizar a un animal es alejarlo de
su naturaleza y habría que pensar si en lugar de “amor humano”, no los estamos
tratando como objetos.
El amor es amor en cualquiera de sus formas. Tal vez ese Milaneso que
rescatamos de un refugio, ha venido a recordarnos la forma de amar más honesta
y generosa que existe: la amistad.
Ama a tu perrhijo, llévalo al veterinario una vez al año, báñalo, provéele de una
camita cómoda, juega con él, llévalo a hacer ejercicio, protege su salud con una
dieta sana rica en minerales, antioxidantes y proteínas; el alimento fresco con
ingredientes de consumo humano LuckyDog, es una buena alternativa.