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El Súper Poder de Estela
El Súper Poder de Estela
Era el primer día de clase. Todos los niños hablaban sobre cuál sería el super poder que elegirían si
se les presentara la oportunidad. Unos querían tener super fuerza, otros querían volar, otros ver a
través de las paredes y los objetos.
Estaban discutiendo sobre ello cuando entró la maestra en clase. La acompañaba una niña con un
bastón blanco y unas curiosas gafas oscuras.
—Hola a todos —dijo la maestra—. Como ya me conocéis del curso pasado paso directamente a
presentaros a Estela. Es nueva en el cole.
—¿Por qué te mueves dando golpes con el bastón y tocando las cosas?
—Tengo un super poder, pero tuve que pagar por él y, debido a ello, soy ciega.
A lo largo del día Estela no dejó de sorprender a sus compañeros. Estela era capaz de leer en unos
libros sin letras llenas de puntitos en relieve, y era capaz de escribir en una máquina que sacaba
páginas con esos mismos puntos.
Además, era capaz de oír muchas cosas que los demás no escuchaban, e incluso percibía olores
que a los demás les pasaban desapercibidos.
Pero la cosa no quedó ahí. En dos días, Estela fue capaz de reconocer a todos sus compañeros por
su voz, incluso era capaz de identificarlos tocándoles la cara.
Aunque lo que más les sorprendía a todos era cómo se movía Estela por el colegio, y por el barrio,
ella sola.
—Ponte una venda en los ojos e intenta salir de la clase e ir al baño sin quitártela —dijo Estela.
Cada vez que hagas algo, intenta imaginar lo que sería con los ojos cerrados —dijo Estela.
Alicia se quedó pensativa y, después de un rato, le dijo:
Estela ni se lo pensó:
—Soy así, y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo. Así que ¿por qué preocuparme de qué
haría si las cosas fueran de otra forma? Simplemente vivo con lo que tengo y aprendo a moverme
por el mundo. Y me siento agradecida por todas las cosas buenas que me pasan.
Alicia se quedó callada. Estela detectó que no sabía muy bien qué decir, así que dijo:
—Pero si tuviera un superpoder fantástico de esos de los que habláis, me encantaría poder volar. Y
lo haría como los murciélagos, guiándome por ultrasonidos.
—¡GENIAL! —dijo Alicia. Y siguieron hablando de superpoderes fantásticos y de todo lo que harían
si pudieran tenerlos.