Está en la página 1de 285

Dr.

Walter Montaño Pérez


rector a.i.

Dr. Teodoro Alanoca Rojas


vicerrector a.i.

Dr. Alfredo Seoane Flores


director - cides

Obrajes, Av. 14 de Septiembre Nº 4913, esquina Calle 3


Telf/Fax: 591-2-2786169 / 591-2-2784207
591-2-2782361 / 591-2-2785071
cides@cides.edu.bo
www.cides.edu.bo
Umbrales Nº 36
Impactos del covid-19: reflexiones desde Bolivia
La Revista Umbrales es una publicación semestral del Postgrado en Ciencias del Desarrollo,
unidad dependiente del Vicerrectorado de la Universidad Mayor de San Andrés. Tiene como
misión contribuir al debate académico e intelectual en Bolivia y América Latina, en el marco del
rigor profesional y el pluralismo teórico y político, al amparo de los compromisos democráticos,
populares y emancipatorios de la universidad pública boliviana.
Consejo editorial:
Alfredo Seoane Flores
Cecilia Salazar de la Torre
Juana Roca Sánchez
Guillermo Guzmán Prudencio

Coordinador de la publicación:
Guillermo Guzmán Prudencio

Cuidado de la edición:
Claudia Dorado Sánchez
Diagramación:
Marco A. Guerra Medrano
Ilustración de portada:
Francisco (Frank) Arbelo 2020
© cides-umsa, 2020
Primera edición: julio de 2020
d.l.: 4-3-27-12
issn: 1994-4543
Umbrales (La Paz)
issn: 1994-9987
Umbrales (La Paz, en línea)
Impreso en Bolivia
Índice

Presentación
Cecilia Salazar de la Torre..................................................................... 7

Tendencias globales y locales de la crisis sistémica


Buscando oportunidades de cambio
Alfredo Seoane Flores............................................................................... 13

Economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción


de economía/desarrollo en tiempos de pandemia
José Nuñez del Prado............................................................................... 45

La urgencia de buscar el cambio en el modelo actual de desarrollo


o el surgimiento de una crisis irreversible
Jorge Albarracin Deker............................................................................ 79

Estrategias de salida a la crisis del covid-19:


consideraciones sobre el caso boliviano
Roger Edwin Rojas Ulo............................................................................. 115

Economía tras la pandemia del covid-19: efectos sobre


el comercio exterior, las inversiones y los servicios
Rogelio Churata Tola................................................................................ 143

5
umbrales

Una misma tormenta… pero en diferentes barcos: el manejo


de los comunes en tiempos del covid-19
Elizabeth Jiménez Zamora...................................................................... 171

La debilidad del Estado boliviano y el miedo


a la pandemia del covid-19
Guillermo Guzmán Prudencio.................................................................. 193

La politización del sistema de salud y sus repercusiones en la crisis


del covid-19 en Bolivia: una mirada en retrospectiva
Juana Roca Sánchez................................................................................. 215

Aportes

Salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos


del covid-19
María Dolores Castro, Alberto De La Galvez Murillo
y Cristina Rentería................................................................................... 245

Coronavirus: una civilización en la encrucijada del caos capitalista


o el retorno a la naturaleza
Elizabeth Peredo Beltrán.......................................................................... 269

6
Umbrales, número 36, 2020, pp. 7-12, ISSN 1994-4543

Presentación

El número 36 de la revista Umbrales reúne un conjunto de reflexiones a


propósito de la pandemia del covid-19, que se ha extendido en el mundo
desde principios de 2020. En su despliegue, el covid-19 ha encontrado al
país azotado por carencias de toda índole en materia de políticas de salud,
infraestructura hospitalaria, recursos humanos especializados y otros. Pero
también lo ha encontrado en un contexto de fragilidad política, emergente
de la crisis estatal de octubre-noviembre de 2019 y que derivó en la polari-
zación de la sociedad y en una disputa política sin precedentes en lo que va
de la historia democrática boliviana. Bajo la metáfora de la “guerra contra
el coronavirus”, podría decirse que en Bolivia esta se lleva adelante con un
Estado desarmado, una sociedad que ha priorizado su subsistencia y equipos
de primera línea, profesionales de la medicina, que enfrentan como pueden
la batalla de contener el virus. Todo ello, mientras la elección de un nuevo
Gobierno tensiona el campo minado de la política y pone al desnudo a la
sociedad boliviana en sus diferentes esferas de quehacer, en una suerte de
crisis múltiple que, por ahora, no encuentra una salida.
La expansión del covid-19 ha exigido, a su vez, el posicionamiento
de debates para pensar esta crisis también como oportunidad. En ese
sentido, todo apunta a que la sociedad pondrá en duda todo lo relativo a
la organización política, social y económica del orden contemporáneo, en
especial la que le es inherente a la relación entre capitalismo y naturaleza,

7
umbrales

y mostrará más disponibilidad para el conocimiento especializado, como


base de su certidumbre.
Por ello, en un escenario como este, la voz autorizada del sistema
de expertos va cobrando especial relevancia. La prioridad de las ciencias
médicas en ese esquema y en este contexto es indiscutible. A ella se va
superponiendo la discusión en torno al sistema medioambiental, luego las
estructuras de la desigualdad social y, finalmente, su correlato más general,
el modelo de desarrollo. Como se sabe, este concepto no puede tener vida
teórica ni empírica si no es a partir de su multidimensionalidad; es decir,
teniendo en cuenta los aspectos que hacen al bienestar de la sociedad, pen-
sada en términos de sostenibilidad, equidad e igualdad, y desde las pautas
de un irrenunciable sistema democrático.
El Postgrado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de
San Andrés (cides-umsa) tiene una extensa trayectoria reflexiva en esas
materias. Durante sus más de 35 años de vida institucional, ha dado lugar
a importantes discusiones en torno al desarrollo, en las condiciones que,
sin embargo, le son propias a la formación de recursos humanos y a la
investigación en el país. En ese marco, cuenta con un caudal acumulado
y disponible en todas las materias que exige el momento actual, con el
añadido de intensificar su profundidad y sus resultados en la medida
en que, además, como parte de la reforma que exige el país, también se
produzca una nueva relación entre Estado y Universidad. Dicho de otro
modo, el cides-umsa viene pensando el desarrollo como parte central
de su agenda académica, pero la crisis del covid-19 está acelerando la
necesidad de apuntalar sus variables más específicas. En función a ello,
esta edición de Umbrales acoge temáticas que son parte del trabajo de esta
institución, incorporando la variable de la actual pandemia; es decir, un
elemento crítico que está mostrando al Estado y a la sociedad la necesidad
de una reforma profunda y creativa.
Entre los temas que se tocan en la revista están los desafíos de las rela-
ciones internacionales en tiempos de covid-19. En la mirada de Alfredo
Seoane Flores, la pandemia ha expuesto un mundo carente de liderazgos,
producto de las tensiones geopolíticas especialmente entre China y Estados
Unidos, y de la extensión de expresiones de ingobernabilidad y violencia

8
presentación

que recorren el mundo, casi de la envergadura de la crisis de principios


del siglo xx. Ante tal situación, el autor invoca la necesidad de una nueva
infraestructura de cooperación y de acuerdos internacionales que, sobre la
base de una “deconstrucción” de los paradigmas instalados en torno a la
relación humanidad-naturaleza, permitan la creación de nuevos soportes
de bienestar social y estabilidad económica, en nuestro caso con base en las
especificidades y las potencialidades de Bolivia.
Similar preocupación expone el artículo de Elizabeth Jiménez Zamora
que, desde un horizonte de interacción a nivel mundial y regional para
enfrentar los impactos de la pandemia, comienza por definirla como un
“mal común”. En su perspectiva, la acción colectiva requiere desarrollarse
considerando el concepto de ‘sistemas complejos’ o ‘policentrismo’. Bajo
esa mirada, será necesario plantear consideraciones sobre los factores que
determinan la dispersión del contagio, teniendo en cuenta cada espacio
o territorio, la velocidad de la expansión y el grado de acción colectiva
requerido, que lleven a tomar decisiones simultáneamente en todos los
casos, pero haciendo uso de los diversos niveles de la acción colectiva. En
su derrotero, sin embargo, el mayor obstáculo de una acción concertada en
los diferentes niveles de intervención es la desigualdad social.
Para Rogelio Churata Tola, la pandemia del covid-19 sitúa a la economía
mundial de un modo inédito, con consecuencias en una recesión profunda
y la reducción en el producto interno bruto, debido a las restricciones en
la demanda y de la oferta, tanto por el crecimiento del desempleo y la
crisis de ingresos como por la paralización del aparato productivo y los
problemas en el comercio internacional. Como en el resto de los países,
todos los datos indican que Bolivia sufrirá una contracción que se sumará
al déficit fiscal, al nivel de deuda y a las cada vez más reducidas reservas
internacionales, aunque, al mismo tiempo, el país cuenta con algunas
fortalezas macroeconómicas, entre ellas los bajos niveles de inflación y, por
lo pronto, de mora bancaria.
El artículo de Roger Edwin Rojas Ulo, por otra parte, incide en las
posibles implicaciones para el desempeño de la macroeconomía, en un
escenario pospandemia, hoy por hoy debatiéndose en tres perspectivas
posibles: una basada en una secuencia rápida entre caída y recuperación, la

9
umbrales

segunda remarcada por una recuperación lenta, seguida de estancamiento,


y la tercera en forma de una caída vertical, más incierta y radical, que po-
dría derivar de la caída de la economía real y de los mercados financieros.
En ese marco, el país estaría afectado, además, por la caída del precio de
exportación del gas y el consecuente desequilibrio fiscal que proviene del
último lustro. A pesar de ello, para el autor la crisis como oportunidad se
revela en la relación educación-cambio tecnológico y en un cambio en la
mirada sobre el medioambiente, que alienten la productividad, tarea que
es inherente, sin embargo, a la estabilidad institucional.
La estabilidad institucional también es una preocupación de Guillermo
Guzmán Prudencio, en cuyo artículo destaca que el país afronta una con-
junción de tres crisis, la de salud, la política y la económica, en condiciones
de incertidumbre general que no se observaba hace décadas y a la que, en el
caso de Bolivia, se añade un gobierno transitorio y, sobre todo, un Estado
estructuralmente muy débil. En ese escenario, permeado por el miedo, el
autor sugiere la posibilidad de construir la estatalidad en el país a partir
del restablecimiento de la confianza que, según fuentes cuantitativas que
miden estos índices, en Bolivia tuvo su momento culminante a inicios del
siglo xx, cuando se promulgó la Constitución Política del Estado, pero fue
decayendo progresivamente en el último lustro, dado el deterioro institu-
cional que ha acompañado al país.
Desde el punto de vista de los problemas agrarios, Jorge Albarracin
Deker destaca el rol que durante la actual pandemia viene jugando la pe-
queña propiedad campesina en la provisión de alimentos en las ciudades, lo
que atestigua sus potencialidades para que el país pueda pensar en nuevas
formas de desarrollo. Su lectura va, en efecto, a contrapelo de la que se ha
implementado desde hace varias décadas en Bolivia, a favor de la ampliación
de la frontera para la agroindustria, política que ha afectado los ecosistemas
naturales y ha dado lugar al descontrol de las consecuencias que se derivan
de ello. Por tal razón, además de lo ya señalado, el autor sugiere la necesi-
dad de pensar el desarrollo poniendo en discusión, también, los patrones y
los niveles de consumo, que no son sino el correlato de un modelo basado
estrictamente en el crecimiento. Su conclusión es, por eso, que cuanto
mejor gestionemos la naturaleza, mejor gestionaremos la salud humana.

10
presentación

En referencia a lo anterior, el artículo de José Nuñez del Prado se


orienta a plantear una polémica radical en torno a las bases materiales del
desarrollo capitalista, afincadas en una relación destructiva entre seres
humanos y naturaleza. El covid-19 sería la expresión de una catástrofe
civilizacional, pero también un momento para pensar en un nuevo desarrollo.
A partir de ello y recogiendo una amplia reseña bibliográfica, el autor apunta
hacia la necesidad de pensar el “decrecimiento” y la “estacionaridad” de
manera sostenible, poniendo en cuestión, asimismo, aquellos elementos
coadyuvantes del capitalismo, como la modernidad y el colonialismo. En
ese contexto, sugiere reflexionar acerca de los conceptos de riqueza y de
pobreza, como también sobre la relación entre lo rural y lo urbano, y las
nuevas formas de reparto del trabajo, y pensar la economía sobre la base del
concepto de lo común, de las economías locales, etcétera, en la perspectiva
de superar el antropocentrismo.
El apartado temático central de la revista se cierra con la contribución
de Juana Roca Sánchez, que ofrece una lectura histórica acerca del sistema
de salud en Bolivia, cuyo rasgo constante ha sido la politización de la que
ha sido objeto. La ausencia de información cuantitativa y cualitativa, como
también la escasa o nula existencia de investigaciones que articulen ciencias
sociales con salud, parecen ser un indicador de la instrumentalización
política del sector, con consecuencias desastrosas en el ejercicio de los
derechos humanos de la población, como se advierte con la pandemia del
covid-19. Al respecto, la autora destaca con particular interés el ciclo de
14 años de gobierno del Movimiento al Socialismo y la ideologización en
torno a esa política.
En el apartado “Aportes”, la revista incluye dos importantes contri-
buciones. Una de María Dolores Castro, Alberto De La Galvez Murillo y
Cristina Rentería, miembros del Observatorio de Mortalidad Materna y
Neonatal del cides-umsa. Su preocupación está centrada en las implican-
cias de la pandemia en la salud sexual y reproductiva, dado que se anticipa
que con el covid-19 se agravarán los datos en materia de mortalidad ma-
terna y neonatal, embarazo adolescente, aborto en condiciones de riesgo,
planificación familiar y, tan o más preocupante que todo ello, en lo referido

11
umbrales

a violencia sexual y doméstica, que se han acentuado por las condiciones


de la cuarentena en Bolivia.
El segundo artículo es de Elizabeth Peredo Beltrán, que se afinca en
lo que ella llama “conflicto entre capital y vida”. A partir de esa noción, la
autora expone los aspectos que antecedieron a la pandemia del covid-19,
y que anunciaban con anticipación la crisis de los sistemas de reproduc-
ción, como corolario de la expansión capitalista, la erosión de los bienes
comunes, la pérdida de biodiversidad, las migraciones y la violencia. Desde
un punto de vista feminista y ecologista, Peredo sugiere que esta crisis, a
su entender de alcance civilizatorio, solo puede enfrentarse restaurando la
“interconexión” social y de la vida.
Con este nuevo número de la revista Umbrales, el cides-umsa ratifica
su compromiso con una reflexión sistemática sobre los dilemas que vive
Bolivia y que, hoy por hoy, conllevan uno de los desafíos más profundos para
la historia nacional. El carácter multidimensional de la crisis requiere un
pensamiento experto que incorpore en su seno el debate sostenido, abierto
y pluralista, y que, en el caso de la universidad pública, está exento de todo
interés que no sea el de la nación boliviana y sus instituciones.

Cecilia Salazar de la Torre


Docente investigadora, cides-umsa

12
Umbrales, número 36, 2020, pp. 13-43, ISSN 1994-4543

Tendencias globales y locales


de la crisis sistémica
Buscando oportunidades de cambio
Global and local trends of the systemic crisis
Looking for opportunities for change
Alfredo Seoane Flores1

Resumen

La pandemia del coronavirus, que desata una profunda crisis económica global, produ-
ce el decrecimiento. Los pasivos, con los pobres y marginales, con el medioambiente­y
la naturaleza, se incrementan, mientras que el capitalismo de casino es cuestionado en
sus fundamentos. Entonces, toma fuerza la necesidad de deconstrucción, que requiere
una nueva arquitectura sistémica basada en la cooperación, que se preocupe por el
medioambiente y por el bienestar de la humanidad. Sin embargo, en las esferas del
poder mundial se produce una acumulación de tensiones que amenaza con generar in-
gobernabilidad y violencia. Situación parecida a la pre Segunda Guerra Mundial, que
derivó en una gran conflagración, superada a través de una hegemonía incuestionada,
económica, militar y política. Actualmente, los actores más destacados buscan acomo-
dos para definir una arquitectura del sistema favorable y no existe un liderazgo visible,
pero es deseable que estén en línea con las necesidades del planeta, la naturaleza y la
humanidad. En esa dinámica, las capacidades de interlocución de los pueblos en ge-
neral, y de Bolivia y de Sudamérica, hacen relación con aspectos esenciales: biodiver-
sidad, oxígeno para el mundo, recursos naturales, alimentos y pueblos culturalmente
auténticos. Pero su capacidad para empoderarse y deconstruirse, abandonando el ex-
tractivismo, es un tema axial. Los actores locales son fundamentales para una energía
que desde abajo produzca el cambio.

1 Alfredo Seoane Flores es docente investigador del Postgrado en Ciencias del Desarrollo-
Universidad Mayor de San Andrés (cides-umsa), donde actualmente es el director.
aseoane@cides.edu.bo

13
umbrales

Palabras clave: Deconstrucción, sistema internacional, extractivismo, nuevas opor-


tunidades.

Abstract

The covid-19 pandemic that is unleashing a deep global economic crisis, is producing de-
growth. Liabilities against the poor and marginalized, against the environment and nature
increase, while casino capitalism is questioned on its foundations. In consequence, there is a
strong need for deconstruction that requires a new systemic architecture based on cooperation,
which cares about the environment and the well-being of humanity. However, in the spheres
of world power there is an accumulation of tensions that threatens to generate ungoverna-
bility and violence. A similar situation to that of the pre-Second World War, which led to
a great clash, that was overcome through an unquestioned, economic, military and political
hegemony. Currently, prominent actors are looking for ways to define a favorable system
architecture and there is no visible leadership, but it would be desirable that this leadership
converges with the needs of the planet, nature and humanity. Within this dynamic, the in-
terconnection capacities of peoples in general, and of Bolivia and South America, are related
to essential aspects: biodiversity, oxygen for the world, natural resources, food and culturally
authentic peoples. But, the ability of these actors to empower and deconstruct themselves
by abandoning extractivism is an axial issue. Local actors are essential for an energy that
produces change from below.

Keywords: Deconstruction, International System, extractivism, new opportunities.

“Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es


profanado, y, al fin, el hombre se ve constreñido, por la fuerza de las cosas,
a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás.”
Marx y Engels (2013: 55)

“Long revered as a stalwart of a capitalist society the need to grow has come
to overshadow everything else. We prioritise it over our personal health, we
prioritise it over the health of the planet and we prioritise it over our happiness.”2
Jacinda Ardern (primera ministra de Nueva Zelanda) (2020)

2 “Durante mucho tiempo la sociedad capitalista ha venerado la necesidad de crecer, eclipsando


todo lo demás. Lo priorizamos sobre nuestra salud personal, lo priorizamos sobre la salud
del planeta y lo priorizamos sobre nuestra felicidad.” (Traducción libre del autor.)

14
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

Introducción

Con la crisis del covid-19, que algunos califican de sistémica y hasta de


civilizatoria, la hipótesis del decrecimiento se hace realidad. Así, vemos
que el producto mundial decrece raudamente y genera muchas tensiones.
Los pasivos sociales se están acumulando sin pausa en esta crisis y algunos
pronostican que será realmente de las más graves que se ha vivido en la
historia contemporánea. Problemas preexistentes, como el desempleo y la
precarización del empleo, la profundización de las desigualdades de género,
la juventud y la niñez sin esperanza y sin educación de calidad, el incremento
de la pobreza y de la pobreza extrema, los sistemas de salud colapsados y
otros más, se exacerbarán a partir de ahora, en países ricos y pobres.
En contraste, vemos con cierta esperanza que el paro forzoso alivia el
proceso de calentamiento global y la contaminación del medioambiente,
demostrando la necesidad de pensar en otra forma de desarrollo que im-
plique menos intervención dañina sobre el medioambiente y la naturaleza.
El mismo covid-19 es un producto de la desenfrenada actividad mercantil
y de producción y acumulación de capital a ritmo cada vez mayor, lo que
genera contaminación y deterioro ambiental. El ejemplo más importante
es China, lugar donde se originó la pandemia.
En el marco de una impresionante actividad económica y creativa,
cuyo motor propulsor son las nuevas tecnologías, con productos que se
hacen accesibles masivamente, con conocimiento cada vez más profundo
de las ciencias y de la naturaleza, persiste, sin embargo, una dinámica so-
cioeconómica dominada por los negocios, la producción de cosas que no
se necesitan realmente y la especulación financiera, mientras que temas de
elemental humanidad y equidad no son atendidos ni reciben los recursos
necesarios para gestionarse como bienes públicos. Esta situación llegó a
dimensiones límite, de manera que ya no es posible continuar sin destrozar
las posibilidades de vivir con salud y con bienestar.
Algo trascendente está pasando y va a cambiar las situaciones hasta
hoy existentes, debido a que el covid-19 ha colapsado el elemento central
de la vida en sociedad, que es el factor humano, tocado en su salud. Hasta
ahora el pensamiento económico dominante consideraba al capital y al

15
umbrales

equipamiento como los componentes de la estructura axial del sistema, y al


factor humano como apendicular. Con esta pandemia, más temprano que
tarde, se trastocará la prevalencia de la relación entre los seres humanos
y con la naturaleza. No es posible adivinar tiempos, pero ¿cuánto tiempo
puede servir tener cosas y dinero si no se tiene la capacidad de sobrevivir y
de vivir con salud y bienestar?
Los actores dominantes del presente, Estados poderosos y megaem-
presas que dirigen el mundo, con predominio del capital financiero, tienen
una inmensa cantidad de ramificaciones o de encadenamientos que son su
base, pero en su dinámica capitalista no contemplan un interés genuino por
la naturaleza y la humanidad. Domina el pensamiento de que lo importante
es el beneficio del capital, lo que automáticamente, se dice, beneficia a la
sociedad, haciendo un paralelo con la máxima de Smith. Esto ahora está
en duda y también la idea de que la ciencia, al servicio de estos poderes y
el uso de la fuerza pueden dar continuidad al mismo esquema de actividad
centrada en el dinero, bajo la lógica de la ganancia, en toda circunstancia.
La humanidad va hacia otros derroteros, desplazando la lógica del ca-
pital, dominantemente parasitario o de casino, y preservando la lógica de
la creación de valor. Mazzucato (2019) sostiene, con razón, que hay firmas
productivas que crean valor y otras, como los que especulan en la bolsa o
las farmacéuticas, que viven de sus patentes, que esencialmente extraen
valor o incluso se enriquecen a costa de destruir lo que han creado otros.
Para Mazzucato, este segundo tipo de empresas conforma un “capitalismo
parasitario” que está en el corazón de la dificultad de crecimiento que se
observa en muchos países.
En Bolivia, el contagio con covid-19 permitió que se develará un
sistema de salud endeble y descuidado, al igual que toda la provisión de
bienes públicos, que incluye la salud, la educación y el saneamiento básico,
cuya incapacidad de atender la emergencia se debía a una mínima cantidad
de inversión que recibió, en comparación a otros rubros del presupuesto.
En efecto, se destinaron ingentes recursos a áreas no esenciales para el desa-
rrollo del país, como fue la millonaria propaganda del caudillo, el Programa
“Bolivia cambia, Evo cumple”, aviones y helicópteros para su transporte,
aposentos y oficinas de lujo, museo dedicado a su persona, propaganda

16
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

desmesurada en medios, además de los dispendios en elefantes blancos de


todo tipo. Pero a salud, educación y saneamiento básico muy poco, con el
lema del “Vivir Bien” incluido.
Ese lema del “Vivir Bien” formó parte del planteamiento de cierta inte-
lectualidad “progresista”, preocupada por el cambio climático y el deterioro
medioambiental, que planteaba la necesidad de cuidar los equilibrios con la
naturaleza y postulaba el decrecimiento económico como una fórmula para
atender la situación del cambio climático, etcétera (véanse: Escobar, 2015;
Svampa, 2015, entre otros), y, para sorpresa generalizada, el decrecimiento
se ha producido súbitamente. En escala planetaria, tenemos la debacle de
las constantes que organizaban la gran maquinaria económica y determi-
naban el funcionamiento de las megainfraestructuras, despreocupadas por
la convivencia armónica con la naturaleza.
La pregunta que nos hacemos es: ¿qué tan factible es poner en práctica
un proceso de decrecimiento ordenado, toda vez que se ha mostrado cierta
impostura en el accionar del progresismo oficial en los países que levanta-
ron el lema de Vivir Bien para practicar exactamente lo contrario? Pero, al
mismo tiempo, debemos decir que la situación actual muestra que existe
la necesidad cierta de transitar por un cambio de dinámica a un uso más
racional de los recursos y, en general, a una deconstrucción del patrón de
desarrollo de la economía, que ponga como prioritario sustentar las bases
de una sostenibilidad que reproduzca un bienestar y una armónica relación
entre la reproducción de la humanidad con la naturaleza.
Ante la debacle de ese “edificio” es necesario pensar cómo se puede
articular la oportunidad para construir una arquitectura social y económica
diferente. Se trataría de perfilar el contenido del llamado “posdesarrollo” y
pugnar para que la economía juegue a favor de la vida y de la naturaleza, in-
cluyendo a los países económicamente débiles y atrasados. Este es un desafío
intelectual de considerables proporciones, que toca al sistema en múltiples
dimensiones, impele la transformación del multilateralismo (globalismo)
y, por supuesto, es un desafío a las políticas públicas que puedan y quieran
llevar adelante los Gobiernos nacionales y los actores locales.
¿Cómo se puede hacer para que el decrecimiento sea socialmente
aceptado y políticamente viable? ¿Cuál sería esa agenda que lleve a una

17
umbrales

deconstrucción de la economía y de la política? En respuesta, es posible


argumentar que, en general, se necesita una nueva arquitectura del sistema
internacional, acompañada por nuevos contratos sociales en los países para
la salida creativa de la triple crisis que se vivirá por largo tiempo (sanitaria,
económica y sociopolítica).
Dado que actualmente todo se mueve en un mar de incertidumbre, es
dable pensar que perplejos e inmóviles tomadores de decisiones esperan
salidas provenientes desde afuera, mientras que en la disputa hegemónica
global y local se pueden generar tensiones y procesos de deterioro de la
convivencia, con despreocupación de la suerte de las periferias geoeco-
nómicas, humanas y naturales. Pero es claro que lo más importante para
hacer y lograr una salida a la crisis está en la dinámica endógena de las
sociedades; en el caso específico boliviano, en darle al patrón de desarrollo
un giro sustantivo que lleve a abandonar la competitividad espuria, basada
en el extractivismo de los recursos naturales y la baratura de la fuerza de
trabajo, que generan graves problemas al ambiente natural y social, tan rico
en biodiversidad, y, a partir de ello, adquirir nuevas ventajas competitivas
asociadas a la creatividad, al entorno natural que le favorece y a la produc-
tividad bien entendida.
La interacción dinámica entre seres humanos, naturaleza y sociedad (lo
que incluye mercado y Estado) no puede ser concebida como compuesta
por elementos exógenos, accesorios o dados, como estila tratar estos temas
una ineficiente e insuficiente modelización que realizan las principales co-
rrientes de la teoría económica tradicional, llamada “main stream”. En las
condiciones críticas del presente, todo indica que es necesario deconstruir
la economía tradicional, en sus fundamentos negadores de la importancia
de lo humano y de la naturaleza.
Lo que ahora se pone en sería duda y cuestionamiento es la idea de que
la naturaleza es un factor que ofrecerá recursos de manera permanente e
inconmensurable, que siempre serán posibles de utilizar en beneficio de la
producción y del consumismo, ya que se cree que superar sus eventuales
restricciones por la ciencia y la tecnología siempre es posible y, con ello, el
crecimiento permanente. ¡Es un hecho palpable que esto ya no es posible!

18
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

En este artículo, repasando eventos históricos y teóricos de la confi-


guración del sistema internacional, en la primera parte buscamos definir
conceptos y procesos constantes que provocan las catástrofes y las recu-
peraciones. En la segunda parte pasamos al análisis de las propuestas que
se están debatiendo y cómo esto se expresa en el posicionamiento de los
principales actores, que deberían tener respuesta en las esferas multilaterales
y en las agendas nacionales, particularmente de los países que no cuentan
con suficientes recursos de poder capaces de definir cursos de acción en
escala global.

Las catástrofes y sus efectos económicos, sociales y políticos

No es extraño para la historia de la humanidad que se hayan vivido catástrofes


que modificaron radicalmente la manera en que se organiza la vida en so-
ciedad. Guerras y pandemias han desolado continentes, provocado millones
de muertes y generado mayor pobreza, hambre y crisis económica genera-
lizada. Tuvieron efectos humanitarios, con fallecimientos de gran cantidad
de personas, y efectos sobre las capacidades productivas y la infraestructura,
destruyéndolas o inutilizándolas, por periodos determinados. Las crisis de
carácter económico se combinaron con aquellas catástrofes, siendo precedente
y causantes indirectas de las conflagraciones y/o ex post, sintiendo los efectos
destructivos de las pandemias, los desastres naturales o las guerras.
Nos enseña la historia que el resurgir, el “día después”, se convierte en
una oportunidad de cambio y de renovación. En los casos más cercanos en
el tiempo, a partir de un mayor conocimiento y de recursos tecnológicos,
se tomaron ciertas medidas y, como consecuencia, ocurrieron procesos
evolutivos que mejoraron las condiciones tras la calamidad, evitando un
mayor hundimiento y permitiendo cambios institucionales que conllevaron
una mejoría en la situación de las personas.
Es importante analizar las diferencias entre los efectos de las pandemias
en la economía y los de una conflagración bélica. En las primeras, se afecta
la vida de las personas, generando detenimiento de la actividad normal,
pero no se destruye la infraestructura ni los bienes de capital, que quedan

19
umbrales

paralizados, sí, pero solo afectados por su no utilización temporal. En ese


sentido, ha sido muy estudiada la pandemia de la peste negra, ocurrida
allá por mediados del siglo xiv, que causó millones de muertes y redujo
la población de Europa significativamente, lo que dio lugar a una escasez
relativa de mano de obra, que repercutió de varias maneras, generando
el incremento de los salarios, la mayor disponibilidad de capital por tra-
bajador, la necesidad de apuntalar la productividad del trabajo mediante
mejoras institucionales y operativas, tecnológicas, etcétera, que sería uno
de los cambios que favoreció la desaparición o muerte del feudalismo y el
surgimiento de un mercantilismo proto-capitalista (Beltrán, 2020).
En el caso de las guerras internacionales y las conflagraciones pare-
cidas (guerra civil), además de la pérdida de vidas humanas se produce la
destrucción de los activos, como las industrias instaladas, las carreteras y
la infraestructura en general. Entonces, sus efectos son diferenciados una
vez que pasa la emergencia y es necesario afrontar la reconstrucción de
la “normalidad”, requiriendo para ello medidas un tanto distintas para la
reactivación o la reconstrucción.
En el primer caso, las necesidades de capital son menores y se requiere,
sobre todo, “capital de trabajo”. En el segundo caso, las necesidades son
lógicamente mayores, para afrontar la reconstrucción; como en la post
Segunda Guerra Mundial, cuando se requirió un “big push” de inversiones
bajo la forma de Plan Marshall, por ejemplo.
La situación pospandemia se parece a la que sobreviene cuando hay
crisis económica por insuficiencia de demanda, ya que el producto interno
bruto potencial es alcanzable mediante la utilización de la capacidad insta-
lada ociosa, la que se logra expandiendo la demanda agregada. Bajo estas
circunstancias, ya que el factor capital no es escaso en términos relativos, su
rendimiento disminuye respecto a la remuneración del trabajo y es a través
de la intervención pública que el impulso a la demanda y la baja de la tasa
de interés se traducen en una ampliación de la producción. Sin embargo,
si el estímulo va dirigido, además, a una reconversión productiva de largo
plazo, que eleva la llamada “eficacia marginal del capital”, la ampliación
de la capacidad instalada jugará a favor del crecimiento sostenido y de la
rápida y más potente recuperación.

20
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

La clave es lograr que la eficacia del capital se incremente, y eso


depende de saber generar los estímulos para que el emprendimiento pri-
vado acompañe la transformación estructural, canalizando el esfuerzo de
inversión a una nueva economía o, como desarrollaremos más adelante,
a la deconstrucción de la economía bajo nuevas premisas acordes con la
preservación o la reconstrucción de la sociedad de bienestar. Para ello, la
lógica de la acumulación debe cambiar, dado el nuevo enfoque que va a
tener el desarrollo, lo que se llama “deconstrucción del desarrollo”, que
implica inversiones con mejor retorno para proveer bienes públicos y dar
beneficios a la sociedad, que son las que definiremos más adelante.

¿Qué nos enseñan la crisis de 1929-1933


y la segunda posguerra?

Cuando se produjo la crisis económica causada por una caída de la demanda


y la volatilidad de los mercados bursátiles, en 1929, la infraestructura no
fue afectada mayormente, sino que las personas se encontraron sin empleo
y con menores ingresos, y las fábricas existentes y otras infraestructuras
quedaron relativamente sin uso. Apareció la capacidad ociosa en niveles muy
altos y, como consecuencia, la desvalorización del capital y de los activos,
con una caída espectacular de sus precios y de su rendimiento. La política
aplicada durante el llamado “New Deal” del presidente de Estados Unidos,
Roosvelt, desde 1933, consistió en que esa capacidad instalada dejara de
estar ociosa a partir de un gasto público expandido que, incrementando la
demanda efectiva, generara ocupación de los equipos y de los trabajadores.
Keynes (1980 [1836]) teorizó acerca de la necesidad de que los Gobiernos­
respondan ante la retracción del gasto privado con expansión del gasto
público,­generando demanda efectiva para darle salida a la producción que
queda estocada por escasa demanda. En Estados Unidos se enfatizó, durante
el New Deal, la creación de nueva infraestructura adecuada a la emergencia
de nuevos actores pujantes, como la industria automotriz y la de consumo
duradero en general, constituyendo el estímulo necesario para que las nuevas
inversiones en los sectores nuevos se produjeran y elevaran la productividad.

21
umbrales

En Alemania el caso fue algo diferente, ya que ese incremento del gasto
gubernamental estuvo dirigido por un espíritu guerrerista, de manera que
el sector dominante fue el de la industria militar-armamentista. Esta ten-
dencia podría asumirse como una desviación del planteamiento de Keynes
o lo que algunos llamaron el “keynesianismo militarista”.
En efecto, una de las derivaciones perversas de este planteamiento fue
el incremento del gasto militarista de los Gobiernos, que tuvo un efecto
pernicioso, ya que, en varios países de Europa, en la década de 1930, la
producción de armas fue el hecho preparatorio de la guerra. También
es en ese periodo, caracterizado por las prácticas proteccionistas, que se
extendió y se generó una contracción del comercio internacional, y emer-
gieron disputas geopolíticas por espacios de influencia y de dominio de
las rutas comerciales y de las fuentes de recursos naturales. Así, la guerra
se hizo inevitable, con su legado de muertes y de activos productivos y de
infraestructura destruidos.
Es posible concluir que el keynesianismo de aquella década, sobre una
intervención centrada exclusivamente en la magnitud del gasto, no pudo
resolver otras cuestiones más agudas que afectaban la economía mundial,
como una liquidez internacional insuficiente, prácticas comerciales y cam-
biarias proteccionistas, el problema del financiamiento de los desequilibrios
de la balanza de pagos y la modalidad de ajuste recesivo, que implicaba la
tenaz problemática del colonialismo y la inexistencia de políticas de apoyo
al desarrollo de las periferias. Estos problemas se “solucionaron” de manera
harto conveniente a los intereses de Estados Unidos, con la construcción
del denominado “Nuevo Orden Económico Internacional”, que se produjo
en la Conferencia de Bretton Woods, en 1944.3

3 La Conferencia Internacional de Bretton Woods generó un nuevo orden económico inter-


nacional, que dio origen al Fondo Monetario Internacional, al Banco de Reconstrucción y
Fomento, y al Acuerdo General de Aranceles y Comercio, que remplazó a la Organización
Internacional del Comercio. Buscaba la liberalización del comercio y la estabilidad de la
economía. Se basaba en un nuevo patrón monetario llamado “oro-dólar”, ligándolos por una
paridad fija que proveía de liquidez internacional, según las necesidades, así como recursos
para la reconstrucción de Europa y el fomento del desarrollo. También impulsó un sistema
de comercio para liberalizar los intercambios, lo que promovió el crecimiento del comercio
mundial. Véase: Lipton (2019).

22
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

La visión de reconstrucción de la economía mundial que se pergeño allí,


con la participación importante del mismo Keynes y de otros “keynesianos”,­
consistió en recrear una economía internacional que, bajo principios libe-
rales, expandiera el comercio y el intercambio, contando para ello con un
sistema de pagos y de ajuste, y con financiamiento de los desequilibrios de
la balanza de pagos.
Asimismo, con la Carta de San Francisco, que llevó a la creación de
las Naciones Unidas (1945), y la muy importante Conferencia de Bretton
Woods (1944), se encaminó a solucionar varias disputas geopolíticas. Las
ideas allí plasmadas fueron de gran creatividad, logrando un sistema de
expansión y de desarrollo económico capitalista, de paz, bajo la hegemonía
“benévola” y el gran avance de las ciencias y de la producción.
Como consecuencia se tuvo la expansión económica más grande de la
historia y un periodo de paz relativa, con sus consecuencias subsecuentes
que hoy explican, en parte, la globalización, el multilateralismo y una serie
de regímenes internacionales, como los actuales Objetivos de Desarrollo
Sostenible y sus predecesores, los Objetivos de Desarrollo del Milenio,
impulsados por todo el Sistema de Naciones Unidas, o el régimen de
mitigación del cambio climático y el deterioro del medioambiente, entre
muchos otros regímenes internacionales que dan gobernanza relativa al
mundo internacional.
Resumiendo, podemos decir que se logró superar una situación de
extrema violencia, reconstruyendo las economías y consiguiendo una re-
lativa tranquilidad y paz, fundamentos de una gran expansión del sistema
capitalista en escala global, que fue desafiada temporalmente por la disputa
con la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, llamada “Guerra
Fría”, sin llegar a romper los principios o las bases de este sistema. También
se logró superar algunas coyunturas de grave amenaza para la paz y la es-
tabilidad económica, atendiendo, además, una agenda de descolonización
y desarrollo.
Todo ese legado está en serio cuestionamiento hoy, dado el colapso que
se ha producido y continúa profundizándose en la generalidad de las eco-
nomías del mundo, debido, en lo coyuntural, a la pandemia del covid-19,
que expresa cuestionamientos profundos a las estructuras vigentes que

23
umbrales

producen desequilibrios inmanejables al sistema natural que nos procura


la subsistencia.
Los grandes progresos y las posibilidades de transformación que re-
presenta el avance de la ciencia y de la tecnológica tienden a estar domi-
nados por la lógica de intereses y de disputas geopolíticas, comerciales o
de predominio, y no por la sustancial necesidad de la reproducción de la
vida humana y de la naturaleza. Parece que es verdad el epígrafe con el que
empieza este artículo, referido a que el crecimiento del producto interno
bruto es el leitmotiv de la sociedad y del sistema, sin preocupaciones por las
personas, el medio natural y el bienestar social.
Con aún incierta contundencia, esta forma de gestionar la situación debe
cambiar a raíz de la pandemia, porque amenaza la reproducción de la vida
humana y nos recuerda la fragilidad del mundo humano frente a la fuerza
de la naturaleza. Es evidente que un giro de gran envergadura debería ocu-
rrir, pero es dudosa la capacidad que tengan tanto los factores y los actores
determinantes en el mundo actual como las motivaciones conducentes a
ese cambio. Es obvio que, con dinámicas influidas desde lógicas capitalistas
depredadoras, estas parecen estar muy alejadas de la urgente necesidad de
un cambio significativo de la forma de organizar la economía.
El mercado y la libertad de movimiento de los factores productivos y
del dinero no aparecen como capaces de darle salida a este grave problema.
En realidad, nunca fueron capaces por sí mismos de hacer nada, ya que,
históricamente, el Estado y el mercado funcionaron articulados, como las
dos patas de la modernidad desde que el capitalismo empezó.
En todos los eventos de crisis anteriores, incluso el más reciente previo
al actual, la crisis del sub-prime, vemos patentizada la necesidad de que el
Estado ejerza roles que van desde prestamista de última instancia a promotor
de la reactivación, entre otros. En la sociedad contemporánea, han sido los
Gobiernos los que, gastando enormes cifras de dinero y recursos públicos,
lograron parar la debacle y encontrar “la salida”.
Economistas como Mazzucato (2019) argumentan sobre la existencia
de cierto tipo de capital parasitario, que se ha vuelto dominante, señalando
que no todos los que se hacen ricos lo hacen para beneficio de la sociedad,
creando valor. Existen los supuestos creadores de riqueza que aprovechan

24
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

situaciones de mercado, de poder y de especulación para amasar ingentes


riquezas, con un alto costo social o sin beneficio social alguno. Las corpo-
raciones financieras, las grandes farmacéuticas, los monopolios del cono-
cimiento son algunos de los ejemplos de los que a nombre de la libertad
de empresa realizan el “capitalismo de casino” o disfrutan de posiciones de
monopolio, causándole a la sociedad enormes costos y daños a la economía
real y al bienestar de la sociedad.
Pero también debemos señalar los grandes desequilibrios que causa la
lógica exclusiva del beneficio del capital sobre la naturaleza y las posibilidades
de la vida con bienestar. El problema emerge en muchas partes del planeta
debido a la pérdida de biodiversidad, que implica una pérdida de la capacidad
de resiliencia de la biósfera y, por tanto, una mayor fragilidad del ecosistema
en el que vivimos y del cual obtenemos los materiales y los alimentos que
necesitamos, además de oxígeno, agua y estabilidad climática, entre otros
elementos esenciales para la vida que no están incorporados en la contabili-
dad mercantil capitalista. Los costos del deterioro de tales dimensiones, que
resultan de la producción y del crecimiento de la actividad productiva a la que
nos impele el patrón de desarrollo y de crecimiento dominante en el sistema,
no son contabilizados ni registrados como pasivos que se debe reponer.
El desequilibrio de las formas de afrontar la ruptura entre la economía
capitalista y el medio natural es creciente, y ha explosionado con el enorme
dinamismo de la economía china, que es seguida por muchos de sus vecinos
en Asia y exportada a todo el mundo, mostrando una voracidad sin límite
en cuanto a la explotación de los recursos naturales y a la contaminación
del medioambiente.
La pandemia del covid-19 tiene su explicación y su origen en esos
desequilibrios a los que nos está arrastrando el estilo de desarrollo dominante
en la actualidad. Una tarea ineludible del presente sería poder mantener la
naturaleza, diversa y floreciente, como aporte fundamental al sistema que
sustenta la vida en el planeta. Ello seguramente implicará que el frenético
ritmo de consumo y de producción que nos transmite el estilo chino, fomen-
tado desde los centros, tenga que frenarse, como también el predominio de
las grandes organizaciones que promueven el enriquecimiento demencial
de sectores parasitarios del capitalismo de casino.

25
umbrales

En ese sentido, entendemos que la deconstrucción significa algo más


que reconstrucción y algo diferente a destrucción: es la implantación de
una lógica diferente que recupera lo bueno y elimina lo malo, y construye
nuevas fórmulas de convivencia entre la humanidad y con la naturaleza.

De la crisis sistémica a la deconstrucción

La recesión económica se suma hoy a la grave crisis sanitaria. Un factor exó-


geno a la economía, al mercado y a la producción ha colapsado el sistema. Es
el cuerpo humano, inicialmente, el afectado por un elemento invisible que se
expande como pandemia, pero también esta crisis es generada, en último tér-
mino, por el desequilibrio entre las dinámicas humanas y las de la naturaleza,
en el marco de este sistema capitalista de producción incesante y creciente,
que algunos llaman “capitalismo salvaje”, que pretende ignorar los límites
puestos por la convivencia de especies y equilibrios vitales. Esto ha puesto
límites al desempeño del patrón de la globalización, como venía ocurriendo,
y nos debe llevar a la visualización de las transformaciones que se necesitan.
Si el sistema está en crisis, ¿qué fuerzas se están configurando y cuáles
mundos alternativos podemos vislumbrar, sin dejar de ser realistas?
El efecto de la pandemia es desencadenante de una crisis que está
afectando el estilo de vida humana en sociedad, pero no es un factor único
o exclusivo. En realidad, son múltiples factores que se están uniendo para
generar una crisis de alcance sistémico, más aún cuando se tiene una situa-
ción de desafíos globales que requieren respuestas globales, como el cambio
climático, las pandemias, las crisis económicas y financieras, las migraciones
y otros factores generadores de tensiones internacionales, como el desafío
chino a la hegemonía económica y geopolítica de Estados Unidos, que
por la pandemia se están tensionando dramáticamente. Todo lo anterior
empezando por la recesión económica que causan el confinamiento y el
aislamiento social al que nos obliga el covid-19, que solamente sería el
factor desordenador de la “normalidad” cotidiana, pero que sorprenden-
temente colapsó en cuatro meses las economías del mundo entero, con
pocas excepciones.

26
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

En el pasado, el sistema tuvo momentos de inestabilidad, crisis, inflexión


y cambios, propiciados por las grandes conflagraciones entre los Estados
hegemónicos y sus áreas de influencia o por eventos como las crisis econó-
micas, que produjeron inestabilidad financiera, alto desempleo y pobreza,
o, también, por eventos terroristas que afectaron y tuvieron consecuencias
en todo el sistema, como el del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York,
por ejemplo. Ahora, una fuerza diferente y tremendamente desequilibrante,
la pandemia del covid-19, genera gran zozobra, miedo y paralización.
El caso de la Segunda Guerra Mundial es interesante porque constituye
el más apropiado ejemplo de que, una vez acabada la tragedia, con su estela
de destrucción, originó una eficaz reconstrucción de la convivencia entre las
naciones que se habían enfrentado. Esto porque, para ser superada, requirió
una nueva arquitectura y un cambio de visión hegemónica, correlativo a la
forma de organizar la economía mundial y las relaciones entre los Estados,
que se necesitaba para reactivar de forma duradera la economía mundial.
La actual gran crisis desata las fuerzas que probablemente requerirán
pergeñar algo creativo e innovador para construir una nueva arquitectura
internacional. Es una crisis muy diferente y de lo que se trata no es tanto
de darle continuidad o un nuevo impulso a la vorágine de expansión del
capitalismo, sino de imaginar un nuevo sistema mundo, capaz de deconstruir,
sobre bases adecuadas, la sociedad globalizada, tecnológicamente avanzada,
democrática y en armonía con la naturaleza.
Tal como recién dijimos, no es solo la pandemia, sino que esta viene
sobre un cúmulo de tensiones, desequilibrios y presiones, precipitando el
hervor de algo que se estaba “cocinando a fuego lento”, de manera que las
decisiones y las posturas que se tomen tendrán efectos determinantes, y
requerirán de propuestas y de posicionamientos de los diferentes actores
de la esfera mundial o global.
Imaginar cuáles podrían ser los escenarios que convoquen al mundo­a
cooperar, y sobre qué premisas debería realizarse esa reforma y trasformación­
para darle continuidad a la vida en el planeta, puede ser puramente especu-
lativo en base a premisas insuficientes. No bastará con pensar, en general,
en la necesidad de una nueva arquitectura del sistema internacional, que
pase a definir la necesidad de atenuar la frenética carrera por el crecimiento,

27
umbrales

sin parar mientes en las consecuencias que eso tiene sobre los equilibrios
entre actividad humana y naturaleza viva. Hace falta algo de mayor con-
tundencia en términos concretos, plasmado en regímenes internacionales,
políticas públicas y movilizaciones sociales a partir de acuerdos políticos
concretados, más allá de las generalidades abstractas, que solo puede surgir
de un claro liderazgo.
En ese escenario sistémico y global, las grandes fuerzas que se confrontan
tienen determinaciones históricas que nos pueden llevar a una inestabilidad e
ingobernanza global, a una profundización de la crisis, con escaladas cada vez
más violentas, lo que se conoce como una anarquía con graves desequilibrios
y amenazas de soluciones violentas. O podrían servir de oportunidad para
que se puedan llevar adelante agendas de reforma y de transformación para
limpiar las situaciones de factores adversos al cambio necesario.
A falta de certidumbres, en este artículo esbozaremos algunos indicios
que pueden ser extraídos de las manifestaciones que los principales actores
en el escenario global, regional y nacional tienen en torno al tema, a fin
de perfilar ciertas líneas gruesas de lo que podría acarrearnos el porvenir.
Como todo sistema, el internacional (y el de la globalización) tiende
a encontrar las bases para su establecimiento y trata de alcanzar un equi-
librio luego de que se producen los eventos desequilibrantes que frenan
la continuidad, a partir de catástrofes o de la toma de conciencia de las
consecuencias catastróficas que pueden sobrevenir. Un escenario de caos
y de confrontación permanente no es una posibilidad imaginable, pero sí
lo es uno temporal, emergente de una nula o una escaza cooperación entre
Estados, que incluso se confronten bélicamente sin poder definir consen-
sos y acuerdos duraderos, lo que en algún momento debe terminar en un
nuevo entendimiento, una nueva repartición del poder, que logre un nuevo
equilibrio, con un nuevo arreglo constitutivo, o, en el límite, la destrucción
total del sistema.
A esa transformación, que no implica la destrucción sino la mejora en
la calidad de la convivencia y de la relación de la vida humana con la natu-
raleza, en este artículo llamamos “deconstrucción sistémica”.
La falta de liderazgo global es un asunto peligroso para este tiempo,
como lo fue en la década de 1930, cuando los nacionalismos y las opciones

28
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

no cooperativas se impusieron y generaron el desequilibrio que fue una


de las causas que llevaron a la Segunda Guerra Mundial. En cambio, el
periodo posguerra tuvo un liderazgo clarísimo, que propuso al resto del
mundo un marco cooperativo de reconstrucción y de creación de un orden
internacional “benévolo”, que no todos aceptaron, pero que ha funcionado
relativamente bien hasta ahora.4
Como mencionamos, la disposición a cooperar que tuvieron los Estados
tras la Segunda Guerra Mundial fue el marco que hizo posible que se acu-
mularan varios eventos de consolidación de un nuevo orden económico y
político, pero fueron también producto de un liderazgo que además imponía
lineamientos en base a su poder económico y militar.
Más allá de precisar qué tipo de escenarios cooperativos pueden darse­
en el presente, destaca la importancia de la cooperación internacional
para construir el futuro ahora. Al respecto, Sachs pronostica que “[h]ay
un principio general en las crisis económicas globales: sin cooperación,
una crisis como esta puede crear una sombra de depresión muy larga” (en
Lissardy, 2020a), y argumenta que el liderazgo de Estados Unidos está sin
rumbo, por carecer de un presidente a la altura del desafío, y que China
tampoco puede ejercer uno por su enorme déficit de democracia y por el
gran centralismo estatista.
Con un argumento que nos parece de gran sensatez, Sachs señala que “[l]
a recuperación principal tendría que comenzar por la salud pública. Y luego
por la limpieza financiera, porque habrá muchos países en incumplimiento
efectivo de pagos, o en una crisis financiera” (Ídem), la que podría ser más
o menos rápida si hubiera esos liderazgos preclaros. Sin embargo, también
dice: “Creo que eso es muy improbable ahora. Y lo atribuiría a la política,
más que a la naturaleza intrínseca de cualquier crisis” (Ídem). Afirma,
igualmente, que lo que está pasando le lleva a un pesimismo expresado en
la sentencia siguiente: “crisis como estas se resuelven o se alimentan de sí
mismas. Son procesos dinámicos, por lo que van de mal en bien o de mal
en peor. Y esta, está en la dirección de ir de mal en peor” (Ídem).

4 Al respecto, véanse, entre otros, los trabajos de: Kissinger (1992), Morgenthau (1992), Baylis
et al. (2019) o Mingst (2006).

29
umbrales

Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas sostiene que “[e]l


coronavirus es el mayor reto para el mundo desde la Segunda Guerra Mun-
dial” y que “[e]s obvio que nos falta el liderazgo que solo puede ser posible
si […] las potencias mundiales clave son capaces de aproximarse, adoptar
una estrategia común y luego reunir a toda la comunidad internacional”
(Guterres, 2020). A su vez, el Fondo Monetario Internacional argumenta
que las medidas para combatir la pandemia, como el aislamiento y la cuaren-
tena, traerán la peor recesión económica desde la Gran Depresión (Ídem).
El profesor de la Universidad de Oxford, Goldin, en un reportaje
de la bbc News Mundo (en Lissardy, 2020b), plantea la disyuntiva de
dos escenarios globales generados por la crisis del covid-19; uno con
crecientes divisiones y otro con mayor cooperación internacional. Abunda
su análisis planteando que para desarrollar una cruzada de cooperación
y de solidaridad para superar esta crisis, y que sus efectos no sean muy
negativos, es necesario un liderazgo como el que ejerció Estados Unidos
en la post Segunda Guerra Mundial, de manera que es lícito cuestionarse
quién ocupará el espacio que está cediendo Washington. Concluye que
“podemos tener optimismo, pero no vemos liderazgo desde la Casa Blanca”,­
e indica que, a su vez, “China no puede asumirlo y el Reino Unido no
puede liderar en Europa” (Ídem).
En cambio, el empresario multimillonario Gates propone que se bus-
que la instauración de un gobierno global. Ya en 2015 Gates vaticinaba que
el próximo gran riesgo para la humanidad no sería un cataclismo nuclear
provocado por las potencias de la Guerra Fría, sino que el riesgo de una
catástrofe global consistiría en una pandemia causada por un virus altamente
infeccioso que se propagaría rápidamente por todo el mundo y contra el
cual no estaríamos listos para luchar. También abogaba por la creación de
“una especie de Gobierno mundial”, argumentando que la creación de un
sistema de este tipo resulta imprescindible para combatir los problemas más
importantes, “como el cambio climático” (Lenoir, 2015). Gates ha ratificado
esa posición en la situación actual y complementa diciendo que, pese a las
reticencias que muestra el actual gobierno de Trump para avanzar en esa
dirección, “ee.uu. acabará involucrado de forma más fuerte que ahora en
la lucha global contra el virus” (Lissardy, 2020b).

30
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

En otro tema, entra en debate lo referido a las elecciones para nuevo


presidente en Estados Unidos, en noviembre próximo, cuando podrían
resultar dos escenarios probables: una inexistente o escaza cooperación
internacional o una importante actuación cooperativa de Estados Unidos,
dependiendo de quién ocupe el puesto a partir de 2021. Así, se pronostica
que una reelección de Trump implicaría una mala noticia para la solución
cooperativa, mientras que la elección del candidato demócrata Biden podría
resultar en un mejor panorama para que ese país actúe en una colaboración
entre grandes potencias. Lo indudable es que Estados Unidos es y será el
actor de primer orden en tales definiciones que afectarán al mundo.
Al respecto, varios internacionalistas aseguran que cuatro años más de
Trump en la presidencia de Estados Unidos llevarían a una situación parecida
o comparable con la prevaleciente en los años de entreguerras, de 1920 a
1939, en la que predominó la rivalidad en vez de la cooperación entre los
Estados, mediante una lucha darwiniana de cada país por sus intereses y sus
alianzas bilaterales, el comercio dirigido, las devaluaciones competitivas y
el proteccionismo, que fue exacerbando las tendencias a la confrontación
que llevaron a la Segunda Guerra Mundial (Bhagwati, 1990).
De todas maneras, hay lugar para el pesimismo, ya que desde la
asunción de Trump se han producido tensiones y presiones mutuas, con
China formando parte, junto con las desavenencias por los acuerdos
comerciales, de una probable escalada entre ambas potencias. En Estados
Unidos ha pasado a ser un tema principal de la política exterior la manera en
cómo frenar a China y, frente al covid-19, ambas potencias intercambian
ácidas críticas y acusaciones, además de una evidente falta de coordinación
política global ante el avance del virus. Se vincula esto con el vacío que
está dejando Estados Unidos en el tablero internacional, en los últimos
años, por una tendencia al aislacionismo, sobre todo durante la presidencia
de Trump, con su lema “America First”; vacío que China trata de copar
ejerciendo inversiones, comercio y cooperación hacia varios países de África
y de América Latina, entre otros. Últimamente, ante la mala imagen que
surgió por el descontrol de la pandemia, la diplomacia china está ayudando
a los países afectados por el virus, incluso aquellos de Europa, como Italia
o España.

31
umbrales

En Estados Unidos se impone un enfoque nacionalista y unilateral, que


va a contramano del papel de líder global que ese país asumió en la post
Segunda Guerra Mundial, y hasta el presente, para establecer instituciones
como la Organización de las Naciones Unidas, acuerdos como el de Bretton
Woods o la ayuda para reconstruir Europa con el Plan Marshall.
En cuanto a la recuperación de la economía, existen opiniones refe-
ridas a que, una vez que se logre controlar la pandemia, y dependiendo
de su duración y de cuándo se restablezcan los circuitos productivos y
de comercio, podría darse una rápida recuperación, como la que ocurrió
después de la Segunda Guerra Mundial. Esto debido a que esta crisis no es
una guerra donde las bombas destruyen la infraestructura o la capacidad
productiva de los países, sino que el capital y la infraestructura existentes no
necesitan ser repuestos y, además, hay optimismo respecto a la cooperación
internacional, que al igual que en la década de 1940 aportaría recursos para
la reactivación de los países, a bajas tasas de interés. Sin embargo, de no
darse un esquema de cooperación entre las potencias que “gobiernan” el
mundo, la recuperación podría hacerse esperar más tiempo y, en ese caso,
las restricciones comerciales y las competencias por los mercados, fuentes
de abastecimiento entre las potencias, llevarían a una situación parecida a
la del periodo de entreguerras, momento en que se acumularon tensiones
que derivaron en agresiones y en la confrontación violenta. En ese caso el
deterioro sería muy grande.
En los hechos, lo que observamos es el fortalecimiento de sectores y
de Gobiernos de tipo nacionalista en los países que, justamente, ejercieron
liderazgo en la posguerra para articular un sistema que tenga un componente
multilateral importante. En efecto, Estados Unidos y Gran Bretaña, que
fueron el pilar para la recuperación de la economía después de la Segunda
Guerra Mundial, actualmente han asumido posiciones que debilitan el mul-
tilateralismo, como fue el Brexit, el cual implicó la salida de Gran Bretaña
de la Unión Europea.
Es una mala noticia en las circunstancias actuales que se tenga esa
confrontación con China y que países importantes no estén dispuestos a
colaborar en solucionar conjuntamente problemas globales, como el calen-
tamiento del planeta y la pandemia, entre otros, problemas que solamente

32
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

podrían ser afrontados con acciones cooperativas y soluciones globales


gestionadas multilateralmente. Los bienes públicos globales solo pueden
ser gestionados desde un enfoque multilateral, global, y la necesidad de
hacerlo ahora es perentoria.
Siendo realistas, es probable que no se pueda ignorar las tendencias
contrarias, y que están consolidándose, como el nacionalismo de los centros,
teniendo además problemas latentes, como los conflictos geopolíticos, que
seguirán presentes entre China y Estados Unidos, y el campo de acción
para el multilateralismo, que estará restringido. De la misma manera, no
es posible ignorar que las soluciones duraderas o sostenibles solo podrían
provenir desde ese ámbito.
En contrapartida, en varios países de Europa, en Nueva Zelanda y
Australia, y en Japón y otros países de Asia, existen Gobiernos que im-
pulsan salidas basadas en la preservación de las sociedades de bienestar,
buscando marcos cooperativos y de transformaciones del funcionamiento
del sistema internacional y de las economías de los países, de acuerdo con
una agenda que contemple las necesidades del medioambiente y la equidad
social (Sachs, en Lissardy, 2020a). Los países en situación de atraso y de
subdesarrollo tendrían que aliarse a aquellos, porque impulsan la agenda
cooperativa que es la que conviene al llamado “Tercer Mundo”, antes que
el alineamiento con potencias enfrentadas. Los Gobiernos de Alemania, de
Francia, de los países nórdicos y de Oceanía, que no son subdesarrollados,
se constituyen en fuerzas en pro del multilateralismo y de la cooperación
(lo que conviene a países con escaso poder relativo), con las que se podría
hacer un frente y encabezar una “cruzada” conjunta. También los actores
privados, como las fundaciones pro derechos humanos y medioambiente,
o las organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil mundial,
pueden ser actores globales conscientes del desafío, con gran capacidad de
influencia, que resistan y apoyen una salida adecuada para el nuevo orden
internacional pospandemia.
Desde posiciones de izquierda, autodenominadas “progresistas”, se ve
la situación emergente de la crisis del covid-9 tendente a la traslación del
centro de poder hegemónico de Occidente a Asia Oriental. Al respecto, el
diario El Salto editorializa lo siguiente: “Una reciente encuesta de Foreign

33
umbrales

Policy entre doce intelectuales destacados concluye que Estados Unidos


perdió su capacidad de liderazgo global y el eje del poder mundial se traslada
a Asia. La pandemia es la tumba de la globalización neoliberal, en tanto la
del futuro será una globalización más ‘amable’, centrada en China y Asia
Pacífico” (Zibechi, 2020)
Estarían entonces simpatizando con un orden hegemonizado por China
y, en ese escenario, deberíamos tener conciencia de que las tendencias que
apuntan a un acrecentado poder chino se van a manifestar (como lo vienen
haciendo) con una fuerza y un dinamismo productivo rapaz en el consumo
de los recursos naturales, sin contemplar los efectos sobre el medioambiente,
en un marco de restricciones a las libertades de las personas y sin democracia
participativa ni deliberativa.
Es evidente que la pandemia del coronavirus o covid-19 cambia varios
elementos del sistema internacional del presente y que ha asestado un duro
revés al sistema que surgió después de 1945. Las probables consecuencias
no necesariamente apuntan a un desplazamiento de Estados Unidos, y sus
aliados, y a la emergencia de China. Existen indicios de que en la misma
región asiática se ve con preocupación el incrementado poder de China y son
más de cien los países que solicitan que se haga una investigación imparcial
acerca de las medidas y de las acciones que la República Popular China adoptó
ante la aparición del covid-19, en Wuhan, dadas las sospechas de que su
manejo fue desprolijo e incluso mal intencionado. De esta manera, existe
una especie de aislamiento de la potencia emergente, que podría acarrearle
consecuencias para su liderazgo y su desempeño económico y político futuros.

Actores regionales, nacionales y locales de la recuperación


y la deconstrucción

Es pertinente buscar mecanismos y fórmulas para que la región latinoa-


mericana sirva como plataforma de actuación a nuestro país, en el marco
internacional y mundial. Si la cooperación internacional será la modalidad
de gestionar una salida de la crisis, la región también debería impulsar
esa posición.

34
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

El multilateralismo fortalecido es la condición para la construcción de


una nueva arquitectura internacional conductiva hacia una economía y una
política internacionales con renovada visión, impulsoras de la deconstruc-
ción tanto de la economía como de la política. Sin embargo, es en nuestra
realidad donde debemos ubicar a los actores y las posibilidades concretas,
para lograr algún resultado favorable. Es decir, la deconstrucción en escala
global empieza en la escala nacional y local.
Desde nuestra posición geográfica y geoeconómica como país y como
región sudamericana, teniendo en cuenta que la capacidad de influencia
sobre los acontecimientos globales es muy escasa por el tamaño y la im-
portancia de las economías, como también por el escaso poder relativo que
pueden desplegar, debemos reflexionar acerca de las posibilidades de ser
tomados en cuenta y de influir. No convendría ser marginales a los juegos
de poder mundiales porque en ellos se juega el destino de los millones de
latinoamericanos.
En ese escenario de debilidad relativa se deben potenciar los temas
que hacen más importante a la región, aquellos en los que su posición
es destacada a la hora de definir cursos de acción, esto siempre y cuando
se logre hacerlo en vocería conjunta, con un planteamiento común; es
decir, a través de los mecanismos de integración y de concertación for-
malmente existentes. Pero la integración que hoy (y desde hace algunos
lustros) está en crisis existencial evidente, también debe ser deconstruida,
en vista a generar una tendencia regional y de influencia global para el
cambio global.
La capacidad de interlocución con el mundo, para construir un nuevo
orden económico internacional, depende también de que la región se ar-
ticule en torno a una visión convergente que debería incluir la agenda de
transformaciones deconstructivas de la economía y de las relaciones entre
los Estados.
Ya que Sudamérica es la región subcontinental con mayor biodiver-
sidad del planeta y con mayor cantidad de agua dulce, además de ser la
gran productora de alimentos y de recursos naturales, tiene importancia
central respecto a los temas fundamentales del futuro. Más aún si tenemos
en cuenta que el oxígeno que producen sus selvas tropicales es vital para la

35
umbrales

vida planetaria. Por ello, debería ser un actor con mayor peso relativo en
las decisiones de carácter político a nivel global.
En ese marco, no es recomendable que se siga avanzando en el mo-
delo de desarrollo depredador del medioambiente, o extractivismo. Se
necesita un cambio de chip en la región, en el mundo, pero sobre todo
en cada país, porque la realidad es que las unidades componentes y con
capacidad de acción son los Estados de cada uno de los territorios que
componen la región.
Como proveedores de alimentos y de biodiversidad, de recursos mi-
neros y de generación de energía, aspectos de creciente importancia en
el mundo, el campo de acción debería ser menos limitado a lo que puede
acontecer en situaciones de aislamiento no cooperativos de la región. El
retroceso de los procesos de integración estuvo enmarcado primero en
una liberalización y una ampliación del comercio asimétrico con Estados
Unidos, que jugó un rol disolvente de los procesos propiamente latinoa-
mericanos, y luego se instaló una especie de renovada “guerra fría”, debido
a que los Gobiernos de diferente tendencia tuvieron posicionamientos
enfrentados. Esos dos factores hicieron que la integración regional se
estancara y retrocediera.
Algo que nos puede enseñar la historia es que, como países y no como
región, América Latina estuvo presente en la Conferencia de Breton Woods
y en la de San Francisco, que impulsó Naciones Unidas, lo que le permitió
cierto margen para agendar sus temas en el momento constitutivo del Nuevo
Orden Económico Internacional, poniendo lo referido al desarrollo y a la
reconstrucción como los asuntos encargados al Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento (hoy Banco Mundial), así como con la creación
de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Banco
Interamericano de Desarrollo y la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Comercio y Desarrollo, entre otros. Asimismo, logró que se aceptara
y se financiara un ambicioso programa de industrialización en los países,
mediante la Estrategia de la Industrialización Sustitutiva de Importaciones,
en torno a la que se incorporó el tema de la integración como un intento que
acompañase a la política de transformación productiva y de modernización
de esa estrategia.

36
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

Desde ese escenario, América Latina posicionó una temática propia o


de origen endógeno para impulsar ese nuevo orden, con la pretensión de
cerrar el deterioro de los términos de intercambio y la condición periférica,
como fue el caso de la industrialización con políticas desarrollistas. Esto
debería hacerse con mayor contundencia y visión de futuro para la definición
de ese orden económico de alcance internacional, propugnando la decons-
trucción de las realidades neocoloniales y extractivistas que reproducen el
atraso y la pobreza.
Junto con la Guerra Fría y la imposición de los gobiernos militares, al
igual que con el surgimiento de los movimientos subversivos, los fracasos
y la crisis económica, como la deuda externa y la elevada inflación de la
década de 1980, con un ajuste recesivo y de neoliberalismo, son los factores
que claramente desestructuraron las opciones endógenas antes apuntadas.
Sin embargo, la instauración de las democracias y el crecimiento de las ca-
pacidades múltiples que muestran los pueblos han de servir de basamento
para esa renovada fortaleza de Latinoamérica en la búsqueda de un posi-
cionamiento más ventajoso.
En el siglo xxi, ante los desafíos de la globalización, se ensayó un
proyecto con falta de visión y penetrado por equivocados liderazgos, que
generaron en nuestra región una reedición de la Guerra Fría, impulsando
confrontación al interior de los mismos países y promoviendo un nacio-
nalismo alineado con los poderes contrarios a la propuesta hegemónica
del sistema occidental. La integración latinoamericana, que podría ser una
alternativa para encontrar caminos comunes en la región, se dibuja actual-
mente muy borrosa, sin lineamientos esperanzadores.
Ante la actual crisis, ¿qué temas son los que deberíamos procurar?
Grebe, en un artículo publicado en el periódico La Razón, hace la siguiente
consideración: “preocupa que América Latina no demuestre capacidad
alguna de defender colectivamente sus intereses fundamentales en las
contiendas globales que ya se anuncian en el horizonte. Por arduo que se
considere ahora, la integración regional es un imperativo puesto por las
circunstancias mencionadas” (Grebe, 2020).
El mayor peligro que vislumbramos sobre Latinoamérica es que sufra
el traslado de la competencia estratégica entre Estados Unidos y China

37
umbrales

hacia su espacio territorial, forzando alineamientos y destruyendo el pro-


ceso de integración, dando por finalizada una etapa de varias décadas de
relativa tranquilidad en términos de conflicto entre Estados, que significó
la asunción de democracias y el fin de la Guerra Fría.
La presencia china en Latinoamérica empezó a verse con gran
intensidad a partir del año 2000, en simultáneo con el advenimiento de los
regímenes del llamado “socialismo del siglo xxi”. El Gobierno venezolano
fue posicionándose como el líder regional de una cruzada antiyanqui y
como el principal impulsor de la presencia china y cubana en el continente.
Junto con el Gobierno cubano, diseñó una estrategia eficaz de penetración
y logró importantes adhesiones en casi todos los países, y en buena parte
de ellos apoyó la instauración de Gobiernos afines. Así empezó a darse
una reedición de la Guerra Fría, la cual dominó entre las décadas de 1960
y 1980, y necesitaba del apoyo de un poder externo que, esta vez, ya no
recayó en la desaparecida Unión Soviética sino en China, gobernada por
el Partido Comunista.
Lamentablemente no se puede decir que la creciente presencia de
empresas chinas y de ciudadanos de esa procedencia haya sido beneficiosa
en nuestra región. Al contrario, abundan los ejemplos de una acción
depredadora en los territorios, para la explotación intensa de recursos
naturales como el oro, otra minería, la explotación forestal, así como las
obras realizadas con una mala calidad, financiadas por créditos y ejecutadas
por empresas chinas, con sobreprecio, etcétera (en Bolivia hay muchos
ejemplos).
Con las grandes potencias enfrentadas en nuestro escenario geográfi-
co, esa tensión podría tener un escalamiento muy grave. Para evitar que el
conflicto de las superpotencias reinaugure una guerra fría, la región debería
desarrollar marcos de prevención mediante la integración y un posiciona-
miento común claro de que Sudamérica no quiere convertirse en escenario
de tales conflictos, con motivaciones extrarregionales que no atienden a
ningún interés vital para nuestros pueblos, sino al contrario.
Sachs está convencido de que, bajo el liderazgo de Trump, Estados
Unidos tiene el propósito de usar esta crisis para crear una nueva guerra
fría con China, “no por accidente, por destino o por resignación a la

38
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

realidad,­sino por intención” (en Lissardy, 2020a). Como dijimos, uno


de los escenarios­más probables sería Latinoamérica, donde ya existe una
presencia importante de la potencia asiática en términos económicos y
políticos, y una tradicional presencia y comprensión en Estados Unidos de
que este es su espacio vital.
Tener todos esos desafíos y amenazas presentes, asumiendo una agenda
de trabajo enfocada en objetivos claros, conlleva también un cambio de
chip en la mentalidad de nuestras élites. Las nuevas élites, conductivas a la
trasformación hacia la sociedad del aprendizaje, deben estar convencidas
de que es posible alcanzar esa meta, llevando adelante un movimiento
de trasformaciones, con base social ancha. Esto significaría abandonar el
tradicional patrón de crecimiento basado en el extractivismo de recursos
naturales, el rentismo al que están acostumbrados, y salir de una inserción
con base en la competitividad espuria, asentando la competitividad en los
bajos costos de la mano de obra y en la dilapidación de los recursos naturales,
heredando un enorme pasivo social y ambiental a las futuras generaciones.

¿Cómo gestionar una agenda de transformaciones?

En un solo país es posible tener más certezas o planteamientos más viables.


La agenda de trabajo acotada a un espacio nacional es más concreta y, en
ese territorio, se pueden articular propuestas de política pública que vayan
en dirección de la deconstrucción del patrón de desarrollo, transitando a
uno que incorpore las preocupaciones sobre el bienestar y la preservación
de la naturaleza.
Hacia los territorios y los espacios institucionales locales se pueden
promover posicionamientos que involucren el tema del desarrollo, con
inclusión y cuidado del medioambiente, procurando una especialización
inteligente que ponga en prioridad la dotación de bienes públicos como la
salud, la educación, el saneamiento básico y el trabajo digno. Al contrario
de la idea muy difundida de que lo mayor determina lo menor, o sea que
el sistema determina lo que se puede hacer, nuestra posición es la inversa,
contribuyendo desde lo local y lo nacional a formar una sumatoria de fuerzas­

39
umbrales

nacionales a favor de otra forma de entender la relación de la sociedad


humana entre sí y con la naturaleza.
Un proyecto o plan nacional para cambiar las estructuras y las cons-
tantes del país debe ser impulsado para movilizar a la sociedad hacia un fin
definido. Esto debe empezar con una clara visión y un mensaje preciso de
lo que se pretende cambiar, y orientar la nación hacia una nueva situación
que privilegie a sus habitantes y su territorio, ambientalmente de los más
ricos del mundo.
Desde los territorios, es central concientizar a la sociedad civil para
que influya sobre los actores y las instituciones, para que lleven adelante
una agenda de transformaciones y que eso vaya a lo nacional, imponiendo
también una agenda de trabajo y de políticas. Esto significa tener de partida
una buena visión de lo que se debe y de lo que se puede hacer. Desde lo
nacional, los líderes deben apuntar en el mismo sentido y proponer cursos
de acción precisos que, transmitidos a la acción externa, se articulen con los
movimientos globales más influyentes, en favor de esa agenda.
Cuando la pandemia lo permita, en Bolivia deberá debatirse sobre el
paradigma o modelo de desarrollo y la propuesta necesaria para que se
adopten las medidas dirigidas a una deconstrucción de la economía y de la
sociedad, en la perspectiva de transitar adecuadamente por las situaciones
que nos impone el siglo xxi. Las nuevas circunstancias del mundo y de la
economía son claras. En consecuencia, se debe agarrar la situación con la
energía nacional que merece, dando un salto para construir una sociedad
mejor, que genere valor y que disfrute de la enorme riqueza que le ha dado
la naturaleza.
Seguir el esquema tradicional de profundizar el capitalismo depreda-
dor es algo que está en el chip de las élites tradicionales, que han medrado
siempre de este país. Los actores de la vieja oligarquía quieren monopolizar
nuevamente el poder político y buscar soluciones donde siempre resultaron
los fracasos.
No se puede impulsar al país en el nuevo sistema que se está imponiendo
en el mundo con los mismos paradigmas: extraer los recursos naturales y
dejar que los factores depredadores de la naturaleza y de la riqueza nacional
sigan actuando, como lo son la explotación del oro, el saqueo de la madera,

40
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

la agricultura deforestadora, la minería contaminante, la banca usurera y


las logias enquistadas en el aparato público, sin generar opciones de trabajo
digno para la población.
Se necesita avanzar en la construcción de una sociedad del aprendizaje,
donde el bien común, los bienes públicos, tengan prioridad. Esta tarea
debe dejar de ser una utopía para que las generaciones futuras lo hagan.
Debemos empezar desde ahora a impulsar el debate y a presentar las
argumentaciones, y a ser convincentes, para que esto se plasme en
verdaderas políticas públicas, empezando con una propuesta deconstructiva
del desarrollo, pasando a un planteamiento de proyecto político nacional,
hasta convertirlo en un planteamiento para la construcción de un mejor
futuro para toda la humanidad.

Bibliografía

Acemoglu, Daron y Robinson, James


2014 Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y la
pobreza. Barcelona: Booket, Grupo Planeta.
Arden, Jacinda
2020 “Economic growth is an unnecessary evil, Jacinda Ardern
is right to deprioritise it”. The London Economic, “Opinion”
(31/05/2019). Disponible en: https://www.thelondonecono-
mic.com/opinion/economic-growth-is-an-unnecessary-evil-
jacinda-ardern-is-right-to-deprioritise-it/31/05/
Beltrán, José Luis
2020 “Historia de las epidemias: de la peste negra al coronavirus”. abc
(web), “Cultura” (14/04/2020). Disponible en: https://www.
abc.es/cultura/libros/abci-historia-epidemias-peste-negra-co-
ronavirus-202004122321_noticia.html?ref=https:%2f%2fint.
search.tb.ask.com%2fsearch%2fggmain.jhtml%3fct%3dars
Bhagwati, Jagdish
1990 Economía proteccionista. México: Gernika.

41
umbrales

Baylis, John; Smith, Steve y Owens, Patricia


2019 The Globalization of World Politics. An Introduction to International
Relations. Oxford, Reino Unido: Oxford University Press
Escobar, Arturo
2015 “Más allá del desarrollo: postdesarrollo y transiciones hacia el
pluriverso”. En: Ojeda, Tahina (coord.), Antología del desarrollo.
Madrid: Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación,
Universidad Complutense.
Grebe, Horst
2020 “Escenarios después de la pandemia”. La Razón, “Voces”
(17/05/2020). Disponible en: https://www.la-razon.com/vo-
ces/2020/05/17/escenarios-despues-de-la-pandemia/
Guterres, Antonio
2020 “Crisis del coronavirus | ‘El mundo no fue capaz de unirse y
enfrentar la covid-19 de forma coordinada’”. bbc News Mundo
(web) (03/05/2020). Disponible en: https://www.bbc.com/
mundo/noticias-internacional-52509664
Keynes, John M.
1980 [1936] Teoría general del interés, la ocupación y el dinero. México: Fondo
de Cultura Económica.
Kissinger, Henry
1995 La Diplomacia. México: Fondo de Cultura Económica.
Lenoir, Francois
2015 “Bill Gates gobierno mundial”. Reuters (web) (31/01/2015).
Disponible en: https://actualidad.rt.com/actualidad/165093-
bill-gates-gobierno-mundial
Lipton, David
2019 “El futuro de Bretton Woods”. Conferencia con motivo del 75.o
aniversario de Bretton Woods. Fondo Monetario Internacional
(web) (16/07/2019). Disponible en: https://www.imf.org/es/News/
Articles/2019/07/12/sp071619-the-future-of-bretton-woods
Lissardy, Gerardo
2020a “Coronavirus | Entrevista a Jeffrey Sachs: ‘El propósito de
ee.uu. es usar esta crisis para crear una Guerra Fría con China

42
tendencias globales y locales de la crisis sistémica

y eso es peligroso’”. bbc News Mundo (web) (15/05/2020).


Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-interna-
cional-52672591
2020b “Coronavirus: los 2 grandes escenarios mundiales que plantean
algunos expertos para después de la pandemia”. bbc News
Mundo (web) (05/05/2020). Disponible en: https://www.bbc.
com/mundo/noticias-internacional-52526090
Marx, Carlos y Engels, Federico
2013 El manifiesto del Partido Comunista. Madrid: Fundación de In-
vestigaciones Marxistas. Disponible en: https://web.archive.
org/web/20180127065756/http://www.pce.es/descarga/mani-
fiestocomunista.pdf
Mazzucato, Mariana
2019 El valor de las cosas. Quién produce y quién gana en la economía
global. Madrid: Taurus.
Mingst, Karen
2006 Fundamentos de las relaciones internacionales. México: Centro de
Investigación y Docencia Económicas.
Morgenthau, Hans
1992 Política entre las naciones. La lucha por el poder y la paz. Buenos
Aires: Grupo Editor Latinoamericano.
Svampa, Maristella
2015 “La disputa por el desarrollo: territorio, movimientos de carácter
socio-ambiental y discursos dominantes”. En: Ojeda, Tahina
(coord.), Antología del desarrollo. Madrid: Instituto Universitario
de Desarrollo y Cooperación, Universidad Complutense.
Zibechi, Raúl
2020 “Coronavirus: A las puestas de un nuevo orden mundial”. El Salto
(web) (25/03/2020). Disponible en: https://www.elsaltodiario.
com/coronavirus/geopolitica-china-estados-unidos-union-
europea-a-toda-velocidad-hacia-el-caos-sistemico

43
Umbrales, número 36, 2020, pp. 45-77, ISSN 1994-4543

Economía estacionaria, decrecimiento


sostenible y deconstrucción de economía/
desarrollo en tiempos de pandemia
Stationary economy, sustainable decreasing and economy
deconstruction/development during the times of a pandemic
José Nuñez del Prado1

Resumen2

La pandemia del coronavirus no será la mayor desgracia vivida, por lo que se la con-
textualiza en medio de otras críticas de la modernidad y del capitalismo, mostrando
que acumulativamente, junto a la depresión económica, ya presente y con agravantes
inmediatos, la degradación ecológica-ambiental y el calentamiento global, de manera
integrada y sistémica, representan un panorama de catástrofe civilizacional, como un
nuevo tiempo, propicio para deconstruir la economía y el desarrollo, recurriendo a la
termo/bioeconomía transdisciplinaria de Georgescu-Roegen, de interfaz entre la ley
física de entropía y economía, y la visión de Leff sobre una nueva racionalidad ambien-
tal, a la vez de husmear sobre las características y las posibilidades de estacionariedad y
decrecimiento sostenibles. Todo eso puede representar una posibilidad en prospectiva,
alentando a que ello sea debatido sistemáticamente por lo menos como hipótesis de
escenarios de simulación económica, tarea ineludible de la academia.

1 José Nuñez del Prado es investigador y docente de planta del Postgrado en Ciencias
del Desarrollo-Universidad Mayor de San Andrés (cides-umsa). Es doctor (PhD)
en Ciencias del Desarrollo por el cides-umsa/Universidad Nacional Autónoma
de México (unam), con maestría en Sociología por la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (flacso) de México y licenciatura en Economía por la Universidad
Católica Boliviana (ucb). Tiene varias publicaciones. pepenupra@gmail.com
2 Artículo original para la revista Umbrales (edición digital) del cides-umsa, mayo de
2020.

45
umbrales

Palabras clave: Deconstrucción, estacionariedad, decrecimiento sostenible, pandemia


del coronavirus.

Abstract

The coronavirus pandemic would not be the greatest misfortune experienced, while it is con-
textualized in the middle of modernity and capitalism criticism, showing that accumulatively,
together with economy depression, already present and with immediate aggravating circum-
stances, such as ecological-enviormental degradation and global warming, in an integrated and
systemic way, represents a panorama of civilizational catastrophe, as a new time, propitious to
economy and development deconstruction, drowning to Georgescu-Roegen’s transdisciplinary
thermo / bio-economy, as an interface between the physical law of entropy and economy, and
Leff’s vision of a new environmental rationality, while also snooping around the characteris-
tics and possibilities of sustainable and stationary degrowth situations, which may represent a
prospective possibility, encouraging this issues to be systematically discussed, at least as economic
simulation scenarios hypothesis, which is an unavoidable task of the Academy.

Keywords: Deconstruction, stationary, sustainable degrowth, coronavirus pandemic.

Rasgos del impacto del coronavirus en la sociedad

Críticas premonitorias de la modernidad y del capitalismo

La pandemia del coronavirus ha puesto en jaque a la modernidad, al capi-


talismo y a la humanidad entera. Pero no es solo con este evento que ten-
dremos que repensar todo. El descontento, las susceptibilidades y, también,
las críticas sistemáticas de la modernidad, del capitalismo y del colonialismo
persistente en varios formatos, considerando elementos constitutivos estruc-
turales, de mayor envergadura y largo aliento de la propia crisis sanitaria
actual, no emergen recién ni son de corta data. Un repaso no exhaustivo
puede ayudarnos a entender mejor tales visiones.
Primero surgirán las críticas al capitalismo, identificado con la ins-
tauración de la sociedad industrial, por parte del ludismo, pero serán los
prominentes promotores del socialismo utópico quienes reaccionarán con
ideas interpeladoras de cómo se perfilaba ya esa nueva sociedad. Luego será

46
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

el anarquismo, con ideario propio y en contiendas políticas y lucha callejera,


que tendrá su punto estelar en la Comuna de París. Resulta sorprendente su
resurgimiento y proliferación en la actualidad. Será en ese mismo tiempo
histórico que Marx, en debate teórico y político con el utopismo y el anar-
quismo, superará tales ideas y accionar, con una crítica medular al capital
y a la sociedad que estaba gestando, en lo que no es necesario abundar por
su amplia circulación y conocimiento (Nuñez del Prado, 2017).
Pero casi al mismo tiempo que el anarquismo y Marx se desplegará
otra crítica, que más que del propio capitalismo como sistema con centro
económico puede ser entendida como una crítica implícita de la modernidad
en otros planos vivenciales y de existencia, a partir de identificar fenómenos
presentes con mucha fuerza ya en la época en que escribieran sus angustias
(Astrada, 1949).
Otra perspectiva a la que se le atribuye un contenido crítico de la mo-
dernidad es la de Freud desde el psicoanálisis. Fue tal su influencia teórica
que, en su momento, pero sin fructificar, se habló de la existencia de una
izquierda freudiana y se escribió sobre psicoanálisis y marxismo, también
sobre freudo-marxismo. Sus temáticas apuntan al germen de la neurosis,
por rechazo de las pulsiones sexuales desde una sociedad capitalista fundada
en la represión, sin realización y con infelicidad, un sistema causante de la
esquizofrenia colectiva (Nuñez del Prado, 2017). Por otra parte, dentro de
vigorosos aportes de un marxismo occidental no dogmático, está el legado
de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt, sobre ideas centrales de
Marx pero con valor agregado propio, y también críticas a algunos aspectos
de su constructo teórico, con elementos cuestionadores y esclarecedores
de una modernidad sin realizaciones humanas. Entre los principales, serán
personajes como Horkheimer, Adorno, Marcusse, Habermas y Benjamín
que nos dejarán un legado crítico insospechadamente valioso y útil, no solo
para entender la sociedad de su época, sino también la actual, con pandemia
del coronavirus incluida como agravante, ilustrándonos que el paraguas del
capitalismo es la modernidad alumbrada por la Ilustración, a la que apun-
tan en su interpelación, abarcando temáticas sobre fascismo, diferencia y
alteridad, dimensión mágica y mítica combatida para el desencantamiento
del mundo para instaurar nuevos mitos, elevando el dominio de la sociedad

47
umbrales

sobre la naturaleza a un nivel insospechado, donde el individuo será anulado


por completo (Nuñez del Prado, 2017).
Resulta obligatorio mencionar lo que se ha venido denominando “es-
tudios decoloniales y subalternos”, que puede resumirse como fondo, en su
postura sobre la existencia y la persistencia de las estructuras neocoloniales,
respecto a realidades que funcionan con colonialidad del ser, es decir de la
existencia misma, colonialidad del poder y colonialidad del saber (Nuñez
del Prado, 2017). Sin ser de ninguna manera lo mismo, pero al estar “em-
parentados” indirectamente, empalmamos lo que se podría llamar como
crítica a la modernidad occidental desde la perspectiva de la ancestralidad
y la indigenidad, que se reivindican cosmocéntricas y se reclaman como
civilizaciones que pueden brindar otro decurso a la humanidad, con postu-
ras sobre el Vivir Bien, la Madre Tierra, don/reciprocidad/redistribución,
con distintas denominaciones, sea Ubuntu, Shangrila y similares (Nuñez
del Prado, 2009).
Ni qué decir, y debemos hacerlo con mayor fuerza y relevancia, res-
pecto a las críticas que representan los distintos feminismos, con todas sus
etapas y olas, de interpelación a la organización de una sociedad moderna
de explotación, postergación y dominio multifacético de las mujeres,
cuando no misógina, reclamando la necesidad de avanzar en procesos de
despatriarcalización, emancipadores de la mujer en el marco de la demo-
cracia de género. Está también la crítica desde la voz y la movilización de
las juventudes del mundo, de contundentes interpelaciones por parte de las
nuevas generaciones de jóvenes que se sienten disfuncionales, descolocados,
disconformes y con desesperanza ante el presente y, más aún, ante un futuro
incierto (Fernández, 1998).
Y no podemos dejar de señalar esa veta creciente y profundamente
crítica, la del ambientalismo, del ecologismo, por la defensa y los derechos
de la naturaleza, la lucha contra el especismo por los derechos también de
los animales no humanos, sujetos de devastación y verdadero holocausto, y
en conexión con lo desesperante que resulta observar los impactos del cam-
bio climático, las ya presentes y futuras guerras por recursos como el agua,
la tierra, las semillas, la biodiversidad y el germoplasma animal y vegetal,
hoy amenazado por la biopiratería, ecologismos que ponen de relieve los

48
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

límites de la biósfera y la necesidad de movernos como humanidad en el


terreno de la escasez y no de la abundancia de recursos de todo tipo (Pérez
Verdi, 2011).
Nos hemos referido a críticas teóricas y al accionar de movimientos
concretos, de gran incidencia, pero a ello podemos adicionar significativos
aportes personales, de pensadores y de intelectuales sin etiqueta, cuyas
repercusiones e influencia no solo son académicas. Son muchos casos y
no es posible señalar todos, pero por su brillo propio, inocultable, por lo
menos hay que anotar, entre muchos otros, el legado de Foucault sobre
los micropoderes, las vigilancias y los castigos (Galván García, 2017); de
Arendt sobre el totalitarismo (Nuñez del Prado, 2017); y de Touraine sobre
la crisis el sujeto (Touraine, 1994).

Impactos de la pandemia del coronavirus y de la contracción


económica en nuestras sociedades

En ese marco contextual y de antecedentes es que debiera verse la consi-


deración de la pandemia del coronavirus que estremece a la humanidad,
incluyendo otros elementos y marcos, como que rondando el advenimiento
de cambio de siglo y de milenio ya se posicionaba el temperamento muy
generalizado sobre la emergencia de una crisis civilizacional, de la moder-
nidad y de Occidente, de sus irrealizaciones, su desesperanza, su anomia,
su devaluación de valores y más, aspirando a una posmodernidad mejor.
Se elude el verdadero origen de este tipo de eventos y desajustes globa-
les, y es aún muy poco lo que se indica con relación a la primigenia fuente
y causalidad de la pandemia del coronavirus. Se nos trata como masa igno-
rante e ingenua, generalizando el cuento de que unos pobres murciélagos
“malignos” son los culpables de todo este desbarajuste. Los verdaderos
causantes de estos desajustes y del “antropoceno”, de los desequilibrios
ecológico-ambientales y, por tanto, del coronavirus somos los humanos,
que queremos ignorar la íntima relación entre la generación de virus y la
complejidad ambiental, como parte de la naturaleza en su conjunto. Tal
como se promueve desde espacios éticos, proteger la naturaleza, frenar
la extinción, mantener la integridad de los ecosistemas, reducir la huella

49
umbrales

ecológica, luchar contra el cambio climático, cambiar el actual modelo de


producción y de consumo –nosotros decimos deconstruir la economía y el
desarrollo–, y asumir que nuestra salud depende de la del planeta son parte
fundamental de la solución de este tipo de pandemias.
Un primer cambio que se podrá vislumbrar “fácilmente”, sin recurrir
a binoculares, y que se dará como “mea culpa” por la fuerza de los hechos a
todos los niveles, mundial y de los países de todo el orbe, será un reordena-
miento de la importancia y del rol de los sistemas de salud. Ya en el plano
de alteraciones que puedan resultar traumáticas a todo nivel, es el cambio
previsible y seguro en el ámbito económico, de la economía mundial, de las
economías nacionales, de la macroeconomía, pero también de la microeco-
nomía de las empresas y de las familias, de los consumidores, pasando por
los canales de circulación, de distribución y de intercambio. Se siente ya y
se entrevé un panorama de crisis económica verdaderamente quebrantador
de estabilidades, crecimientos y prosperidades. Todo indica que tiene un
mayor alcance e impacto que el crack de 1929-1930 o la crisis multisectorial
2008-2012, superando recesiones, inflaciones y estanflaciones conocidas,
con combinaciones inéditas de graves consecuencias.
Con todo, como tendencia general, no es seguro que se pierda confianza
en el mercado como ordenador y telón de fondo del conjunto del sistema
económico. Se tendrá que repensar su papel siempre importante, pero como
mercado más regulado que antes, por una sociedad más sensible y vigilante
con sus movimientos, y sobre todo por parte del Estado, con un papel re-
novado, sea como Estado keynesiano convencional, como en varias partes
se dio, con el New Deal estadounidense, o como Estado de bienestar de la
socialdemocracia europea, el Estado social de bonificaciones focalizadas
made in Amartya Sen, o con combinaciones y novedades tipo Plan Marshall,
pero muy actuante y protagonista de la economía del nuevo tiempo.
Es difícil pensar que se abandonará con fuerza la idea de expandir la
economía con base en exportaciones y comercio exterior, pero habrá pre-
siones por pensar primero en satisfacer requerimientos interiores sensibles,
como la seguridad alimentaria, lo que podría resultar en una presión para
alterar fuertemente los contenidos de una globalización con hegemonía de
fondo neoliberal y de Estados Unidos, “made in” Organización Mundial del

50
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

Comercio,­hacia una cierta globalización algo más “democrática y horizon-


tal”, de todos modos en medio de la disputa geopolítica y de poder econó-
mico, tecnológico, militar, nuclear y político entre las dos superpotencias,
China y Estados Unidos, sin subestimar el peso de Rusia y de otras naciones.
Incluso en medio de un fortalecimiento de los Estados-nación y de
su papel, parece inviable que los nacionalismos tipo Trump o tipo Brexit
inglés se impondrán o socavarán la globalización como megatendencia
dominante. Los problemas cruciales se presentan como problemas globales
y las soluciones tendrán que ser también globales, aunque puedan darse
cambios importantes en las denominadas instituciones de Bretton Woods
(Fondo Monetario Internacional-Banco Mundial-Organización Mundial
del Comercio), y hasta en el Sistema de Naciones Unidas, para reordenar
la economía, el comercio y las relaciones internacionales multilaterales en
el nuevo tiempo. Es de esperar que con algo de racionalidad reflote con
fuerza la necesidad de integración económica, política y cultural a nivel
regional y subregional.

¿Qué economía y qué desarrollo deconstruir, y con qué sustento?

¿Qué economía y qué desarrollo deconstruir?

Deconstruir no implica ni destruir ni reconstruir –pues destruir sería hacer


desaparecer todo, cuando no absolutamente todo lo que hay, en teoría y en
praxis, es inservible, y reconstruir sería aceptar que solamente las formas
son anómalas y no las estructuras ni la esencia–, sino reinventar, recodifi-
car, buscando lograr no solo refundar una nueva síntesis, sino generar una
nueva sustancia.
Para el efecto, de lo que se trata es de apuntar la crítica hacia el conjunto
de autores, corrientes y escuelas estelares del pensamiento económico, que
tienen diferente manera de abordar el tratamiento de lo económico, pero
que, en el fondo, comparten una determinada epistemología de las teorías
y de las ciencias económicas y del desarrollo, sin que ello represente, en lo
más mínimo, desde nuestra diminuta dimensión en este espectro, sugerir

51
umbrales

siquiera que todas las teorías económicas en cuestión han sido inservibles,
inútiles o son desechables, pues a su turno contribuyeron en muchos sen-
tidos y de gran manera (Nuñez del Prado, 2019).
En un breve repaso de tales proposiciones veremos con claridad que, de
una inicial economía política –que de suyo ya contenía el “pecado original”
de concebir la naturaleza como una externalidad–, se pasó a una economía
a secas, para rematar en los hechos en recetas de política económica con
instrumental de macroeconomía y de microeconomía, sin tocar el meollo
de la teoría, solo acumulando aspectos, perspectivas y protagonismo de
actores y de agentes económicos.
No es necesario señalar detalles de las ideas centrales de la denomi-
nada escuela clásica ni de sus principales representantes, Smith y Ricardo,
que en esencia hicieron economía política, sustentando sus postulados en
la teoría objetiva del valor-trabajo, el primero identificando con precisión
los aportes que significaban la división del trabajo y el intercambio, es
decir identificando el papel del mercado en la riqueza de las naciones, y el
segundo encarando y esclareciendo sobre las ventajas comparativas en el
comercio internacional, y el rol estratégico tanto de la producción como
de la distribución.
En segunda instancia está la escuela neoclásica-marginalista, que tra-
bajará la economía a secas, asumiendo la teoría subjetiva del valor-utilidad
y formalizando la economía sobre bases cuantitativas, a manera de ciencia
pura, donde el objetivo es maximizar ganancias del capital y utilidad de
los consumidores, prefigurando equilibrio de precios, tomando elementos
de la realidad para abstraerlos a partir de premisas y de supuestos. Todo
esto con principales enunciados a cargo de Jevons, Marshall, Menger,
Böhm-Bawerk, Walras, Pareto y Pigou, que devinieron en lo que luego
circuló como microeconomía, con postulados sobre mercados competitivos
y no competitivos, sobre mercado perfectamente competitivo, donde el
mercado sería la interacción de oferta, demanda y precios. Se contempló
seguidamente una competencia de monopolios, oligopolios, monopsonios
y oligopsonios. La microeconomía estudia mercados independientes y
separadamente, como equilibrio parcial, pero, en realidad, los mercados
están articulados y son interdependientes. El estudio de esos mercados

52
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

interdependientes se mostraría en el llamado “equilibrio general” (Pindyck


y Rubinfeld, 1995).
Podemos hablar de una tercera instancia. Keynes impondrá la prepon-
derancia de la “demanda efectiva”, para reactivar la economía a partir del
“pleno empleo” de todos los factores, particular pero no exclusivamente de la
ocupación de las personas, propendiendo a la intervención del Estado hasta
que el capital no sea escaso, por lo que no es inadecuado concebirlo como
el verdadero inspirador de la macroeconomía y de la política económica
(Nuñez del Prado, 2019). Posteriormente es conocido el debate entre el
keynesianismo con intervención estatal y el monetarismo, inspirado en la
escuela neoclásica, fundamentalmente liderado por Friedman y la Escuela
de Chicago, con la visión de qué variaciones en la oferta monetaria tienen
gran influencia en el producto nacional y sobre el nivel de precios, siendo
que se debiera aumentar la cantidad de circulante a una tasa anual regular
y estable, correspondiente con la tasa de crecimiento económico.
Desde otra perspectiva tenemos a Schumpeter, que prefiere situarse
con una mirada de ondas largas de los ciclos económicos, en plazos ma-
yores, verdaderos estadios que marcan épocas y cambios trascendentales
profundos, a partir de innovación y cambio tecnológico, nuevos bienes
de consumo, nuevos métodos de producción, nuevas fuentes de materias
primas, nuevos mercados y nuevas formas de organización industrial sobre
bases de una “destrucción creativa”. No podemos soslayar la corriente de
la mesoeconomía institucional, a partir de North, con aportes de Coase,
Acemoglu y otros, con una mirada multidisciplinaria, brindando un papel
importante a las instituciones, la legislación y la normatividad. Después
del keynesianismo y del debate con los monetaristas, de manera central,
devendrá con fuerza arrolladora lo que se denominó “síntesis keynesiana
neoclásica”, no solamente para enfrentar la crisis en el corto plazo, sino con
atención en el crecimiento estructural de largo aliento, para el desarrollo
de un capitalismo regulado (Nuñez del Prado, 2019).
Tales son y fueron los fundamentos de base para erigir como centro de
la vida a un “homo economicus-faber” y el crecimiento como teología, manía,
vicio y enfermedad psicológica compulsiva de las sociedades, sustento de
nociones deformadas sobre desarrollo, que se sobrepusieron como léxico

53
umbrales

dominantemente abrumador, como signo del capitalismo y la modernidad,


logrando dividir y clasificar polarmente al planeta en dos, los países desa-
rrollados y los otros, los subdesarrollados, atrasados y pobres, pero que, de
seguir los postulados y la senda del norte industrializado y rico, podrán pasar
de subdesarrollados a desarrollados; es decir, mirándose en el espejo de los
primeros para ser como ellos. Tal alienación colectiva invadió la teoría, la
narrativa y la praxis arrolladora del desarrollo, como muletilla obligatoria
del lenguaje y del sentido común de la humanidad.
Todas las corrientes, incluyendo a Marx economista y al marxismo
convencional ortodoxo, asumieron la tríada “tierra-trabajo-capital” como
únicos factores de producción. Todas se subsumieron en la idea de una
economía cerrada y circular, de circuitos retroalimentándose entre tales
tres factores como factores centrales y exclusivos para determinar el
proceso económico circular entre “producción, distribución, circulación,
intercambio, consumo”, y. por ende, del conjunto de valoración económica,
donde la naturaleza fue considerada una externalidad, a manera de insumo
subalterno, secundario, y no como parte del núcleo explicativo del valor ni
de los procesos económicos, con lo que el crecimiento indefinido no solo
es posible, sino la meta deseable para el bienestar de la humanidad (Nuñez
del Prado, 2019).
Tampoco podemos inferir que alguna corriente o autor –excepto los
fisiócratas–, tampoco Marx, dentro de su teoría del valor, incluyera en sus
conceptos ‘valor de uso’ o ‘valor de cambio’ a la naturaleza en términos
diferentes del señalado, sino como objeto de trabajo, como materia inerte,
donde lo importante eran los conceptos ‘trabajo útil’, ‘trabajo simple’,
‘trabajo complejo’, ‘trabajo pretérito’, ‘trabajo concreto’, ‘trabajo abstracto’ y
‘trabajo socialmente necesario’; es decir, trabajo y fuerza de trabajo humanos,
pero no naturaleza.

Sustentos teóricos y otros argumentos para la deconstrucción


de economía/desarrollo

La principal dirección de este esfuerzo es hacer prospectiva, vinculando


deconstrucción de la economía y del desarrollo con los efectos y los impactos­

54
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

del coronavirus en los procesos económicos, productivos, sociales, políticos


y culturales; esto es, sus efectos en todos los planos de nuestras vidas. En
apretada síntesis, anotamos una relación de autores y de ideas que conside-
ramos antecedentes e insumos útiles para la deconstrucción de economía/
desarrollo.
De Aristóteles recuperamos su idea de ‘oikonomía’, o economía domés-
tica y del hogar, para satisfacer las necesidades esenciales, una economía
moral “para vivir bien”, contrastada con la crematística “para vivir en la
molicie” o una economía inmoral. La fisiocracia también merece ser tomada
en cuenta como antecedente, por sus estudios centrados en ‘fisio’ como na-
turaleza y, en una acepción más amplia, como “gobierno de la naturaleza”,
aunque más generalmente difundida como “tierra”. Hay que mencionar
igualmente a Castoriadis, que pensaba que se hablaba de “desarrollo” en
vez de progreso y de crecimiento, pero sin cambiar el homo economicus,
con daños a la biósfera terrestre conducentes a una avalancha catastrófica,
ante lo cual la respuesta debería ser “no crecimiento o crecimiento cero”
(Castoriadis, 1980). Illich dirá que las dos terceras partes de la humanidad
pueden aún evitar atravesar por la era industrial, sin amenaza del caos, como
“sociedad convivencial” (Illich, 1978). No podemos dejar de lado las ideas
sobre “ecología profunda” de Naess, que influyó en la “ecología política”,
para quien la humanidad es parte de un entorno integrado común con el
resto de los seres vivos, no por encima, sobre o fuera del mismo ámbito, con
todo el sistema superior a cualquiera de sus partes (García Notario, 2005).
Para Boff el universo es totalidad inteligente que se autoorganiza como
“comunidad cósmica” (Boff, 2011). Max-Neef cuestiona el prerrequisito
teórico o condición sine qua non respecto a que las necesidades tienden a
ser infinitas, cambiantes, en función de los tiempos o de la historia, de la
geografía y de las culturas humanas, sosteniendo que son finitas, pocas y
clasificables, básicamente constantes, que lo que cambia son los “satisfac-
tores” (Max-Neef et al., 1986).
Resulta enriquecedor tener en cuenta en una tarea deconstructiva
de la economía y del desarrollo los aportes de lo que se conoce como
“estudios de colonialidad, decolonialidad y subalternidad” (Omar,
2007), a los que ya hicimos alusión en la primera parte de esta entrega.

55
umbrales

Igualmente vale reiterar­que son inspiradoras las versiones provenientes


desde la antropología­económica,­con mensajes formidables a partir de
las propuestas de Malinowski, Mauss, Sahlins, Lévi-Strauss, Clastres,
Polanyi y muchos otros, esclareciendo sobre la tríada don-reciprocidad-
redistribución, con lógica distinta del intercambio-mercado. Y, sin ser lo
mismo, pero emparentándose con genuina legitimidad desde la ancestra-
lidad y la indigenidad, no podemos soslayar los recientes y florecientes
contenidos sobre el Vivir Bien/Ñandereko/Teko Kavi, de los que, por ser
de amplia circulación en la actualidad y en el reciente contexto sociopo-
lítico en nuestro medio regional, nos ahorramos ahondar en sus detalles
(Nuñez del Prado, 2009).
Con distinto y menor “rango”, pero que no se pueden subestimar,
también podemos considerar una serie de propuestas y de acciones que
podemos calificar como coadyuvantes para la crítica del funcionamiento
económico, pero no deconstructivas a fondo de la economía y del desarrollo,
por no apuntar ni situarse con una perspectiva antisistémica, aunque en
la práctica contengan importantísimos aspectos para desandar el camino
depredador. Se trata de aportes difundidos como “Economía circular,
regenerativa, restaurativa y colaborativa, economía del trabajo, autogestiva y
solidaria” (Nuñez del Prado, 2019). En el amplio e importante espectro de
canteras para la deconstrucción de la economía y del desarrollo corresponde
referir, por lo menos tangencialmente, pero sin descuidar su monumental
lugar, lo que podemos entender sobre clivajes y rupturas de la normalidad
occidental, desde visiones, filosofías, religiones y prácticas desde el Oriente
del planeta, donde océanos demográficos transcurren en medio de otro
tipo de vida, como la concepción económica budista, ajena a aquello de
que “el crecimiento es bueno” o que “más es mejor”, donde un hedonismo
exagerado lleva a la desdicha, que inspirara la monumental obra Lo pequeño
es hermoso, de Schumacher (Nuñez del Prado, 2019).
Sin embargo, de tales aportes, en nuestro criterio, sobresalen y
resultan cruciales para el efecto las reflexiones de Baudrillard, que se
centró en interpelar con pretensión demoledora la “crítica de la economía
política” de Marx. Su producción sobre “economía política del signo” y
“espejo de la producción” resulta esencial y trascendente. Propone otra

56
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

clase de utopía, a partir de entender que la nueva base del orden social era
el consumo y no la producción, con rechazo del valor en todas sus formas
–de uso, de cambio y de signo– y la búsqueda de una alternativa sustentada
en el intercambio simbólico. El marxismo conllevaría con agravantes un
modelo productivista, en el que los conceptos de ‘producción’ y ‘trabajo’
asumen el papel de principios fundamentales, dejando inalterable la
producción como principio y forma, de donde resultaría una carencia
de alternativa real al capitalismo. Con Marx y el marxismo se habría
transhistorizado, universalizando secuencias y procesos distintos, visión
teleológica que implicaría despojar a las sociedades pasadas de toda
especificidad, como fases incompletas e inferiores, en un desarrollo
orientado hacia un fin específico. Su motivación, a nuestro juicio como
un remate débil, está en la pretensión radical de dinamitar todo vestigio
de economía (Baudrillard, 2000).
A pesar de la importancia dada a la visión ultracrítica de Baudrillard,
aquí hacemos un corte, reconociendo que brinda muchos elementos para
el propósito deconstructivo que nos ocupa, pero, a la vez, con muchas in-
coherencias en su remate, por lo que es obligatorio distinguirlo de otros dos
autores que resultan en fuente fundamental para encarar la deconstrucción
de la economía y del desarrollo. Se trata de Georgescu-Roegen y de Leff,
de quienes también reflejamos sus ideas fuerza.
Georgescu-Roegen inicia su entrega preocupado por la incidencia que
tiene en la vida la ficción del homo economicus, porque despoja a la conducta
humana de toda propensión cultural, actuando mecánicamente, en apego
a la perspectiva con el modelo exacto y mecanicista. Emprende su aporte
ilustrando pedagógicamente sobre la termodinámica, como física del valor
económico, con carácter más económico entre todas las leyes de la natura-
leza. El universo sería un estado eternamente constante que no evoluciona.
El proceso económico sería solamente una extensión de la evolución bioló-
gica, con dependencia, por tanto, de la especie humana respecto a algunos
recursos naturales muy escasos de materia y de energía, por lo que estaría
sujeto a todas las leyes biológicas conocidas, incluyendo la extinción. Esa
bioeconomía o termoeconomía tiene énfasis en el papel de la materia y de la
energía en los procesos productivos, y en una economía sustentable, donde

57
umbrales

el proceso económico deja de ser un movimiento circular mecanicista para


conectarse con un proceso biológico. La entropía gobernaría la evolución
de los sistemas terrestres y los organismos vivos. Tal es, en breve síntesis, la
idea de Georgescu-Roegen, y su perspectiva epistemológica interdisciplinar,
que vincula estrechamente la física, la biología y la economía mediante aso-
ciaciones y conexiones de flujos entre termodinámica entrópica y economía;
e, incluso, verdaderamente transdisciplinar, al persuadirnos a entender
que tal relación también está sujeta a procesos culturales e históricos. Esto
lo presenta como el pensador deconstructivo más significativo a tener en
cuenta (Georgescu-Roegen, 2007).
Leff es otro referente, para el que la problemática ambiental no es
una catástrofe ecológica ni un simple desequilibrio de la economía; es
una crisis de civilización de la cultura occidental, de la modernidad, de
la economía del mundo globalizado. Naturaleza y razón se habrían des-
quiciado, y expresarían la crisis ambiental, de la que debería surgir una
nueva racionalidad para reconstruir el mundo desde la otredad y la dife-
rencia. La complejidad ambiental sustituiría progresivamente al tiempo
de trabajo como determinante de la producción de valores de uso y de
mercancías. Producción y economía deberían redimensionarse dentro de
una nueva racionalidad, para lo que, desde los potenciales de la naturaleza
y los sentidos de la cultura, sería necesario repensar los conceptos, lo que
implicaría desplazar la teoría económica, fundada en la productividad del
capital, el trabajo y la tecnología, hacia un nuevo paradigma instituido en
la productividad ecológica y cultural. El cuestionamiento a la economía
desde la ecología no habría llevado a lo que llama “desconstruir” la raciona-
lidad económica dominante, y a fundar una nueva teoría de la producción.
Con el desarrollo sostenible, la naturaleza solo es codificada en términos
del capital, como capital natural, generalizando y ampliando las formas
de valorización económica de la naturaleza. Leff propende a construir
una racionalidad ambiental, fundada en el principio de “productividad
neguentrópica”; es decir, contraria a la entropía. Su diferencia fundamental
con Georgescu-Roegen es que la entropía cósmica, en escalas menores,
regionales y locales, es menor, por lo que alienta un futuro menos pesi-
mista (Leff, 2004).

58
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

La deconstrucción de la economía, lo señalamos de entrada, contempla


el conjunto de la teoría económica, con todas sus corrientes, incluyendo
el trasfondo de la versión del Marx maduro en El Capital, que a pesar de
tratarse de la visión más crítica y profunda del funcionamiento y de los
movimientos­del capital, la más fecunda e insuperada, no logró sobrepasar la
lógica de la economía como proceso cerrado y circular, donde la naturaleza
es considerada una externalidad que no explica ni tiene un rol medular en
la comprensión del funcionamiento del sistema. Esto por no incluirla en el
“focus” de su teoría del valor “trabajo”, lo que ni siquiera se soluciona con-
siderando el valor de uso, que no se lo puede hacer al margen del valor de
cambio, que es el eje central explicativo. Ni qué decir si se tiene en cuenta
su fervor por la dinámica creciente y el desarrollo de “las incesantes fuerzas
productivas”, denotando apología del progreso sobre bases de abundancia.
Pero también, sin prelación cronológica, es importante considerar a un
Marx deconstruyendo a Marx; un Marx filósofo, el de los “manuscritos de
1944”, con otra episteme, permitiendo deconstruir al viejo Marx. El primero,
y joven, con consideraciones sobre enajenación, alienación, desrealización y
extrañamiento humanos, posicionándose en un justo y realista medio, entre
el antropocentrismo y el cosmocentrismo, donde el concepto de naturaleza
en Marx ya le brinda mayor entendimiento sobre aquello del “metabolismo”
socioproductivo que tocó posteriormente, con sustento en otras visiones
que reivindican su perspectiva con elementos esenciales y cruciales para una
deconstrucción, más aún como piedra angular para incluir la perspectiva
antisistémica y anticapitalista (Marx, 1978).

Economía estacionaria, decrecimiento sostenible


y deconstrucción de economía/desarrollo

¿La pandemia del coronavirus nos acerca o nos aleja de una posible
deconstrucción?

La caracterización y la evaluación de los impactos de la pandemia del


coronavirus y de la contracción económica mundial serán vitales para

59
umbrales

determinar­las reacciones y el accionar del sistema y de los países pospandemia


en prospectiva. Han comenzado a aflorar diferentes perspectivas. Una
lectura se origina desde una mirada exagerada, catastrofista, apocalíptica y
cataclísmica; otra a partir de interrogarse si en adelante todo será un antes
y un después de la pandemia, si todo cambiará, si nada será igual, si la vida
no será la misma en ningún nivel y si tendremos que reinventar buena parte
de nuestro accionar. También hay quienes piensan que solo habrá algunas
alteraciones y que en el fondo todo seguirá igual, que todo “se normalizará”,
que se trata de un evento pasajero, que luego de la tempestad vendrá la
calma, que nada pasará, siendo que el mundo convive “sin alteraciones”,
a pesar de hambrunas y otras enfermedades, pandemias con muertos por
millones, calamidades, tsunamis, terremotos y un largo etcétera.
Por las concomitancias, las interconexiones, las retroalimentaciones
y la simultaneidad de las tres esferas –sanitaria, económica, ecológica/
ambiental– no es especulativo ni subjetivo pensarlas como tres sucesos
entrelazados –entre los principales, pero no exclusivamente– que ya reflejan
y expresan un panorama mayor, global y sistémico, holístico, tipo rizoma,
con ramificaciones en todos los planos de la vida, lo que en su conjunto
hoy puede ser caracterizado como una catástrofe civilizacional. Por sus
características y su impacto, resulta lógico pensar que se tratará de un
antes y un después, si no en absolutamente todos los espectros de la vida,
al menos en muchos y en los más importantes y sensibles. No es pensable
que todo retorne a la normalidad anterior, sino que se gestará una “nueva
normalidad”, con un coronavirus que no enterrará al sistema, al capitalismo,
a la modernidad, ni tampoco a la globalización; no enterrará al capital, lo
que no implica que seguramente se darán cambios drásticos en algunos
parámetros del funcionamiento de esas dimensiones. Esta pandemia también
será metabolizada en esa nueva normalidad con transformaciones nada
subestimables. Casi nada será igual, pero sin cambiar naturaleza y sustancia
del sistema, del capital, de la economía, de la sociedad, del Estado, de la
política y de la cultura. Todo implicará un sentimiento y un largo periodo
de décadas de transición civilizacional.
Por lo señalado, concluimos que la pandemia del coronavirus es de tal
magnitud e impacto que influirá en visibilizar mejor un conjunto muy grande

60
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

de varios peligros globales. También influirá en elevar la conciencia respecto


a la necesidad de afrontar esos problemas de otra manera, más franca y
radical, en el entendido de que, si no hacemos nada hoy, los tendremos que
sufrir obligados, porque nos serán impuestos, razones que hacen pensar que
una deconstrucción de la economía y del desarrollo están más cerca hoy
que hace solo unos meses.
Estamos hablando, inicialmente, de la posibilidad de una deconstruc-
ción en la teoría de la economía y en la teoría del desarrollo, más que de su
concreción en su desenvolvimiento fáctico, cotidiano y real. No partimos
de cero. Como se registró en acápites anteriores, hay elementos esenciales
avanzados en la teoría deconstructiva.

Economía estacionaria y decrecimiento sostenibles para desmontar


la paranoia del crecimiento

A finales de diciembre de 2019, con anterioridad a la emergencia de la


pandemia del coronavirus, el cides-umsa circuló una publicación, de
nuestra autoría, relativa a la deconstrucción y a la economía y el desarrollo,
que premonitoriamente subtitulaba: “Por una nueva vida”. Allí se encuen-
tran los hallazgos detallados de una búsqueda sistematizada de sustentos
para la deconstrucción referida (Nuñez del Prado, 2019). En este artículo
conscientemente eludimos al inicio algunos autores y algunas temáticas,
que completan y complementan tal deconstrucción, para citarlos sin reite-
raciones recién en este cierre. Esto porque, en prospectiva, se convierten en
elementos fundamentales de una respuesta, superación y salida pospandemia,
en un entorno conceptual para encausar una opción programática para el
nuevo tiempo. Se trata de la “economía estacionaria” y del “decrecimiento
sostenible”.
“Estado estacionario” es una expresión ya utilizada marginalmente
por el propio Smith, imaginando que, aunque la “bendición” del creci-
miento de “la riqueza de las naciones” sería muy prolongada, podría darse
tal anomalía, pero superarse. Ricardo habría sido casi displicente con la
idea, aunque pensaba que, sin establecer condiciones y motivación para la
acumulación de capital, tal estado estacionario podría presentarse en un

61
umbrales

futuro muy distante. Malthus interpuso criterios más pesimistas, tanto de


un crecimiento ilimitado como de un estado estacionario; más bien veía
un decaimiento como tendencia estructural, a partir de sus controvertidas
tesis sobre explosión demográfica.
El trasfondo de la idea de estado estacionario de los clásicos estaba
en la noción de una economía cuyo punto final de crecimiento-progreso-
desarrollo es aquel en el que la acumulación de capital ha cesado. Esto
porque el beneficio se redujo a una tasa tan baja que no existe más incentivo
para acumular capital, aunque algunos harán también intervenir como factor
limitante del crecimiento los rendimientos decrecientes a escala. Se trataría
de una situación anómala e indeseada, soluble vía tecnología y comercio
exterior. Es posible que también, en su aguda percepción, hayan estado
pergeñando la idea de crisis recurrentes, pero esto es solo una hipótesis,
pues las diferentes teorías de las crisis estuvieron asociadas con las ondas
largas del sistema, perfiladas posteriormente por Kondrátiev, con ejercicios
de Schumpeter y muchos más. Por nuestra parte, se trata de otro asunto
que no puede confundirnos ni mezclarse con la temática de una economía
de estado estacionario (Nuñez del Prado, 2019).
A esto viene a colación una categoría en gran debate, que puede estar
emparentada con las previsiones de los clásicos sobre estacionariedad, pero
que también debe ser diferenciada de lo que en adelante manejamos sobre
el tema. Se trata del “estancamiento secular”, en referencia a la estagnación,
que originalmente utilizara Hansen en 1938, discípulo de Keynes, preocu-
pado porque la baja en el crecimiento, resultado de “la Gran Depresión”, se
hiciera crónica y de largo aliento, situación que como sabemos se superó.
Posteriormente, a raíz de la crisis de 2008, caracterizada como “la Gran
Recesión”, será Summers quien en 2013 recuperará el concepto, ya no
solo para Estados Unidos, sino a nivel global, en medio de controversias
teóricas muy actualizadas, en las que participaron, entre otros, Krugman,
que alienta la idea, y Stiglitz, que lo desestima como mito.
Volviendo al tema anterior, Marx, sin mencionar explícitamente la
idea de un estado estacionario, también veía que el capitalismo tiende por
naturaleza a crecer, devorando otras formas de producción. Sin embargo,
con su famosa “teoría del derrumbe”, preveía una inexorable tendencia

62
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

decreciente de la tasa media de ganancia del capital, coincidiendo con los


conceptos ya expresados. Otros autores indican que implícitamente Marx
consideraba una economía estacionaria en situaciones de predominio de
formas productivas de “reproducción simple”, una reiteración del proceso
de producción en el mismo nivel, con cierto equilibrio estacionario, pero
no como situación normal para una sociedad capitalista; tampoco como
tendencia del sistema y menos como una propuesta modélica suya.
Posteriormente, Schumpeter reflexionó sobre esto con otro formato:
sería en el circuito circulatorio que lo que se produce se consume en el mis-
mo periodo, sin ahorro, sin beneficios ni creación de capital, siendo posible
que una economía crezca, pero no que se desarrolle, por ausencia de una
“destrucción creativa”. En la misma época, Keynes, a quien en general no le
interesaba el largo plazo, sino resolver la crisis del crack que confrontaba el
sistema, pensaba, sin embargo, que en los próximos cien años el problema
de la escasez de capital se resolvería, pero vislumbrando también un cierto
estado estacionario, indeseable por su parte. En lo que hace a los neoclásicos
y a los marginalistas, ya con Marshall el estado estacionario se convirtió
en un instrumento de análisis, descartándolo, siendo posible superarlo vía
tecnología, asumiendo abiertamente el crecimiento ilimitado.
Otra historia, superando el horizonte liberal, se inicia pioneramente
con otro clásico como Mill, que no encontraba sentido a pensar problemas
económicos sin un conocimiento profundo de los límites a la producción,
fijados por la finitud de la Tierra y, por tanto, del medioambiente natural.
Para Mill, una vez que un país alcanza la tasa mínima de rentabilidad,
no se podría dar ningún aumento adicional de capital; lo que caracterizó
como situación de “estacionariedad”. Los países más adelantados estarían
mucho más cerca de ese estado, a menos que estén dotados de grandes
reservas de tierras fértiles sin desarrollar. Tal estado estacionario sería
una consecuencia de la gran cantidad de capital acumulado durante un
periodo libre de crisis, una especie de punto final en el crecimiento eco-
nómico, periodo que podría prolongarse debido al progreso tecnológico
y al comercio internacional.
A diferencia de los anteriores autores clásicos y de los otros autores
revisados, que pensaron la economía del estado estacionario casuísticamente

63
umbrales

y adversos a tal situación, Mill no solo era optimista en su mirada de dicho


horizonte, sino militante y propenso a entender que ese momento debería
ser aceptado y buscado, por ser necesario y superior a la situación que se
presentaba con el sistema de su época, con largo decurso previsto, al que
calificaba como “economía del estado progresivo”. Por eso pensaba que
las futuras generaciones debían contentarse con ser estacionarias, “mucho
antes que la necesidad los obligue a ello”. Indicaba que tal economía del
estado estacionario representaba una vida menos materialista, más sencilla,
tranquila y con realizaciones humanas. Tenía un criterio en general positivo
de progreso técnico, que lo veía compatible con la economía del estado
estacionario. Con una especie de crítica cultural sobre el crecimiento,
propendía a que, en lugar del crecimiento, los objetivos principales deben
ser de distribución de riqueza, más que solo de renta temporal, con límites
razonables de los activos individuales y el control de la población, todo con
prudencia, frugalidad y más ocio (Mill, 1980).
Después será Daly, como pensador de la presente época, quien aliente
también una economía en estado estacionario dinámico, a la que denomina
“economía de equilibrio”, con desarrollo, sin crecimiento; “estado de
equilibrio” desde las ciencias físicas y biológicas, equiparado al significado
de estado estacionario de los economistas clásicos antes de la redefinición
de los neoclásicos. En esa economía, el crecimiento económico continuo
sería físicamente imposible e indeseable, ya que el bienestar de la sociedad
humana estaría disminuyendo, aunque el crecimiento económico aumente.
Dado que la Tierra es finita, cualquier subsistema físico se enfrentaría con
dicha limitante. También para Daly, materia y energía de baja entropía son
escasas, con límites absolutos. El cambio más relevante con relación a la
ecósfera habría sido el enorme crecimiento de uno de sus subsistemas, el de la
economía. Daly postula un sistema que produzca desarrollo cualitativo, pero
no crecimiento cuantitativo agregado. Destaca que se trata de un concepto
físico en el que lo que se mantiene constante es el stock de capital, en el más
amplio sentido físico del término. Algunas magnitudes no físicas, como la
cultura, el conocimiento, los códigos éticos, etcétera, no se mantendrían
constantes; por tanto, sería una economía que sí se desarrolla, aunque no
crezca físicamente.

64
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

Una economía en estado de equilibrio pondría fin al puro crecimiento,


manteniendo los stocks constantes, y no reduciría el desarrollo, sino que
lo estimularía, sin sustituir ecósfera por tecnósfera, como una “manía por el
crecimiento”. No sería una economía estancada, pero no estaría diseñada
para crecer, cobrando mayor importancia las tareas de mantenimiento y
de reparación que puedan generar más empleo. Tal economía es proclive
a modificaciones en el tratamiento y la cuantificación de las cuentas na-
cionales, y la medición del producto interno bruto, cuentas “de la[s] que
jamás se resta nada”, viendo ideal tener dos: una que mida a escala los
beneficios derivados del crecimiento físico y otra que mida los costes de
dicho crecimiento (Daly, 1974). Se trata de una economía que relativiza
en algo los impactos entrópicos y se muestra apegada a posibilidades de
mejoras y de perfeccionamientos con soluciones liberales y de mercado.
Con todo, la idea de una economía estacionaria en términos de equilibrio
estable, sin turbulencias graves e inmanejables, como podría implicar un
decrecimiento, representa ya una situación que supera la irracionalidad y
la anarquía, que en todos los órdenes económicos, sociales y ambientales
tienen lugar en el presente.
Por otra parte, aunque Gorz lanzó la primera idea sobre decrecimiento,
será Latouche quien la desarrolle más sustentadamente. Más que una alter-
nativa u opción permanente, el decrecimiento, impuesto por los límites al
crecimiento, daría lugar a la eclosión de múltiples variantes. Sería una ne-
cesidad, no un principio ni el objetivo único de una sociedad posdesarrollo.
La consigna del decrecimiento sería abandonar el propósito insensato del
crecimiento por el crecimiento. Esto propende a reducir progresivamente
el impacto ecológico y la amplitud de la extracción de los recursos naturales,
para alcanzar un nivel compatible con la capacidad admitida de carga del
planeta, proponiendo políticas contra la publicidad, la caducidad acelerada
de productos y los aparatos desechados sin justificación; a favor del decre-
mento en algunos consumos materiales, de la radical reducción del tiempo
de trabajo y, en general, incorporando reevaluar, reestructurar, redistribuir,
reducir, reutilizar y reciclar como elementos interdependientes de un círculo
virtuoso de decrecimiento razonable, amigable y sustentable, incluyendo
reeducar, reconvertir, redefinir, remodelar, repensar y relocalizar, con tendencia

65
umbrales

más a la producción de valores de uso, mediante productos inmateriales.


El autor admite que sin un cuestionamiento radical del sistema mismo el
cambio correría el riesgo de ser limitado (Latouche, 2003).
En este campo hay varias miradas y discusiones, como las de un fa-
moso austriaco estudioso del tema, Kerschner, que ha llegado a plantear
que primero debe darse un decrecimiento en el norte industrializado, para
luego aspirar a una economía estacionaria global que también incluya al
sur, considerando estacionariedad y decrecimiento como complementarios,
apuntando que se debe precisar cuándo uno trata estos asuntos a nivel
ontológico y cuándo lo hace a nivel normativo y con posibilidad temporal,
postulando que la meta es la sostenibilidad, “sin desarrollo”, y aclarando
que se trata de ficciones analíticas (Kerschner, 2008).
Economía de estado estacionario sería igual a crecimiento cero. La-
touche, en aparente contradicción con su consigna, sostiene que la sola
desaceleración del crecimiento hundiría a nuestras sociedades en la deses-
peración y que sería aún peor imaginar la catástrofe que representaría una
tasa de crecimiento negativo permanente. Piensa que no habría nada peor
que una sociedad del crecimiento sin crecimiento y que tal regresión social
y civilizatoria es, precisamente, lo que nos amenaza si no cambiamos nuestra
trayectoria. Decrecimiento no sería crecimiento negativo permanente –que
en realidad ya lo conocemos y lo afrontamos en la actualidad–, lo cual sería
contrario a la ciencia, tecnófobo e incompatible con la democracia, por lo
que el crecimiento seguiría siendo posible en correlato con una reducción
drástica de la población. No se trataría de un decrecimiento forzado dentro
del mismo sistema, sino de una opción civilizatoria alternativa (Latouche,
2012). Decrecimiento implicaría descolonización de nuestro imaginario
como requisito previo. Conllevaría otro tipo de relaciones con el tiempo,
liberándonos de la adicción al trabajo. El decrecimiento tan solo resultaría
viable en una “sociedad del decrecimiento”, en un sistema con otra lógica,
permitiendo reconstruir una sociedad de abundancia.
Una economía de estado estacionario y una economía de decreci-
miento –nosotros preferimos hablar de decrecimiento sostenible–, siendo
diferentes en su expresión y léxico literal lato, para efectos del debate, en
los hechos representan ambas una respuesta del mismo sentido; cuestionar

66
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

nuestra construcción humana moderna como homo economicus-faber, que


nos ha llevado a imponer la economía por sobre de todas las otras esfe-
ras de la vida y, peor aún, como necesidad, vector y teología de nuestra
existencia, el crecimiento por el crecimiento, a asumirnos como sociedad
del crecimiento como fin y no como medio, base de una idea deformada
de desarrollo.
Estas ideas y propuestas de economía estacionaria y de decrecimiento
sostenible son, sobre todo, mensajes simbólicos, ideológicos, subliminales,
contrahegemónicos, para una nueva cultura, una nueva mentalidad y una
nueva idiosincrasia, para una nueva racionalidad, dirigidos a desmontar
la paranoia del crecimiento ilimitado e incesante, esquizofrénico, para
introducir en nuestras cabezas un nuevo chip con ideas que nos mentali-
zan, preparan y predisponen para desenvolvernos en un contexto y en una
realidad económica posdesarrollo. Vivíamos en un contexto y con premisas
de abundancia, y debemos acostumbrarnos a vivir en un contexto de esca-
sez. Esos mensajes, de ser adecuadamente procesados, comparados con los
problemas ambientales, de pobreza y de hambrunas, de desconcierto y de
desesperanza, que ya nos los pintaron los mensajes críticos de la modernidad
y del capitalismo, y que en el presente se dan hasta con crueldad, no tienen
por qué ser o representar un panorama con desgraciado porvenir, no tienen
por qué vislumbrarse como un panorama desolador, de penuria, de hundi-
miento o de desplome de toda la economía, generando desesperanza. Por
eso es importante el calificativo de “sostenible”, eliminando las acepciones
que pueden generar pánico ante un escenario impensado.
Economía estacionaria y decrecimiento sostenible, que anteriormente
podían ser vistos como ideas y propuestas irresponsables, alocadas, esoté-
ricas, grotescas, extravagantes, absurdas, retrógradas y sin sentido, en las
actuales circunstancias toman cuerpo y podrían ser viables como sensatas
a futuro; se las debería debatir a profundidad, así sea como hipótesis y es-
cenarios de simulación económica prospectiva. Podrían ser la respuesta y
la opción en adelante, ante las catástrofes que nos amenazan, si es que no
están ya presentes.
Paradójicamente, la definición operativa más aceptada de ‘economía’
es como ciencia de la asignación de recursos y de bienes escasos entre

67
umbrales

necesidades­múltiples, crecientes y a la vez competitivas entre sí, pero


tomando la biósfera y la naturaleza como externas al proceso económico e
ilimitadas, lo que determinó que, en los hechos, se procese la economía y
el desarrollo como ciencia de la abundancia. Gracias a este error de origen,
no solo el capitalismo se desbordó, sino que el propio ideario comunista de
Marx, en aquello de discernir entre reino de la necesidad y de la libertad, fue
pensado como el reino de la abundancia. Para todos los sistemas posibles,
esta premisa tiene que cambiar, como fundamento básico de toda decons-
trucción. Está claro, sin embargo, que tales situaciones afectan letalmente
la formación de la tasa media de ganancia y, por ende, la acumulación de
capital, al sistema capitalista. Es de prever, asimismo, que progresivamente
surgirán motivaciones, propuestas y ejercicios de nuevas formas económicas
y de sociabilidad, en las que el ecosocialismo y otras visiones y prácticas de
comunalidad, nuevas formas comunistas autogestivas –no del comunismo
como modelo universal y modélico desplomado–, o centenas y miles de
respuestas y ejercicios locales alternativos de nueva economía y democra-
tización de la sociedad, emergerán y se irán asentando, con el objetivo de
gestar un posdesarrollo con sociedades sustentables.
Cabe un elemental razonamiento sobre el excedente económico, de
hecho necesario en toda economía, que se lo ilustra sencillamente como
‘producción’ menos ‘consumo’ igual ‘excedente económico’ (p-c=e),
donde lo que se produce en la economía debe superar lo consumido. No
es un misterio que actualmente el detonante y el gatillador que jalonea
la variable ‘producción’ de esa ecuación sea la variable ‘consumo’, que
tendría que disminuir, con una clasificación sistemática de consumos
esenciales para la vida, que satisfacen necesidades, de otros consumos
suntuarios no esenciales o suntuarios típicos de las sociedades opulentas,
consumos desmedidos, grotescos, extravagantes, alienantes, enajenantes,
con todo tipo de mercancías innecesarias e inservibles que tendrían que
ser descartadas.
Así, esa nueva economía, dirigida a desmontar la paranoia del creci-
miento, no estaría por definición promoviendo la inexistencia de excedente
económico. El asunto está en que como sociedad tengamos en claro la
fuente o la cantera de donde se origina tal excedente económico, también

68
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

sobre su destino, distribución y usos. Los países deben definir cuáles son
los sectores, las industrias y las ramas generadoras de excedente, igualmente
los ámbitos privilegiados de su destino y la forma de su distribución y de su
uso, donde claramente está, por ejemplo, la discusión sobre la “maldición
de los recursos naturales”, “la enfermedad holandesa”, el extractivismo y el
rentismo versus la transformación y la diversificación de la matriz produc-
tiva. Y en eso no solamente hay que pasar de una economía de mercado a
una con mercado, de economía plural con mercados regulados, repensando
esquemas de planificación renovada, a manera de gestión estratégica entre
sociedad-Estado-mercado.
En ese marco no tiene lógica pensar que economía estacionaria es
crecimiento cero siempre y generalizadamente, ni que decrecimiento
sostenible es decrecimiento negativo siempre y en todos los sectores y las
ramas, pudiendo haber crecimiento elevado en varios sectores clave, hasta
darse también momentos y circunstancias de crecimiento del conjunto
económico como totalidad. Así, el decrecimiento se entendería como
decrecimiento de la acumulación, del capitalismo, de la explotación y de
la depredación. Obligatoriamente se tendrán que dar reconversiones sec-
toriales y de ramas de la producción, y cambios drásticos en la estructura
del empleo de factores y de ocupación de la fuerza de trabajo. Se tendrá
que atender prioritariamente las necesidades vitales y esenciales, como
salud y educación, ni qué decir de seguridad y soberanía alimentaria, que
tendrían que crecer más que otros ámbitos, resguardando logros sin los que
posiblemente sea impensable convivir ya, como los adelantos tecnológicos
de telecomunicación, telefonía celular inteligente, internet y muchísimos
rubros e ítems más, a los que no podemos renunciar como patrimonio de la
sociedad, acostumbrándonos a nuevos parámetros, sabiendo que de seguro
el denominado “nivel de vida material” se reducirá drásticamente, afectando
expectativas de todos, aunque golpeando más a los segmentos sociales de
altos y de medianos ingresos. Sería una economía que nos haga prosperar,
así no haya crecimiento incesante.
Pero la ciencia no contempla solamente teoría, también contiene rea-
lidad concreta y, en ello, ya hay avances, incluyendo muchas pistas, perge-
ñando un boceto de ideas panorámicas, pero no con rasgos maximalistas,

69
umbrales

sino de lo que podríamos denominar “ideas viables” para una transición


responsable hacia la sustentabilidad, tarea igualmente difícil e intrincada;
y aunque el imperativo es empezar ahora, la perspectiva se vislumbra a
mediano y a largo plazo. Para esto, hemos preferido rescatar reflexiones y
planteamientos más aterrizados, concretos y posibles de asumir en las con-
diciones presentes, que ya están en la agenda del debate sobre problemáticas
de cambio ambiental, económico, político, cultural y social.
Comenzamos por el asunto compartido por todas nuestras fuentes
abordadas, la dimensión poblacional o demográfica. Sin inspeccionar otro
tipo de consideraciones ético-morales y religiosas, parece imperativo ya
contener el crecimiento demográfico mundial, porque “la capacidad de
carga poblacional” del planeta es limitada, porque más población implica
mayor consumo –además no esencial, sino suntuario–, y este conlleva
detonar hacia una producción cada vez mayor, que a su turno requiere de
ingente movilización y uso de recursos, materiales y energía bajo el patrón
reinante con cantera en recursos fósiles.
El otro tópico estratégico hace a la energía requerida para funcionar
como sociedad en este planeta. Se nos ha enseñado que las fuentes de energía
son, por una parte, los recursos fósiles, limitados, no renovables, en notable
disminución, además de indeseables por ser los principales generadores
de gases de efecto invernadero, cambio climático y calentamiento global.
Por otra parte están las energías renovables, la energía solar, con grandes
posibilidades de brindar soluciones; la energía eólica, aprovechando
vientos, con menos expectativa de aporte, pero igualmente importante;
la energía hidráulica; la energía nuclear, también relativizada pero no
descartada; y se incluyen las energías con fuente en biomasa de vegetales,
aunque otros siguen apostando por acudir a la dimensión tecnológica,
porque la ciencia permitiría lograr mejoras en el uso y en el rendimiento
de los recursos fósiles, y también encontrar sustitutos de similar potencia
(Riechmann, 2012).
Un asunto que no puede soslayarse en perspectiva es el relativo al
trabajo, al reparto de trabajo, al tiempo de trabajo y al ocio. Deben reinar
nuevos valores, apoyados en la consigna de elevar la productividad del
trabajo, pero no concibiendo a los seres humanos como autoexplotados

70
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

por definición. Se estudia, se adquieren oficios y destrezas, se trabaja para


vivir; no al revés. Hay que reemplazar la cultura del trabajo por la cultura
de la vida. Es imperativo considerar una rebaja sustancial de las horas de
trabajo, de un solo trabajo satisfactorio y digno, con reglas que permitan el
trabajo para todos, sin desempleo, garantizando mayor tiempo destinado al
ocio, a la disipación, al disfrute y a la convivencialidad, con nuevos formatos
estéticos, y a cultivar nuestros espíritus con nueva sociabilidad.
Es preciso anotar algo sobre las expectativas en la tecnología y en el
cambio tecnológico, pero no como nuevas etapas de la “revolución indus-
trial”, agenda obsoleta del siglo xix, todas o la inmensa mayoría bajo el
telón de fondo de “soluciones de mercado”, otras con mayor intervención
de los Estados, todas alentando nuevas fases del capitalismo bajo la lógica de
la actual modernidad y de la globalización asimétrica. Una transición como
la que tratamos debiera recurrir a transformar radicalmente estructuras y
matrices productivas, sin maniqueísmo, debiendo explorar responsablemen-
te las potencialidades en nanotecnología, en ingeniería genética, atómica
y molecular, que con el cambio de contexto pueden ser de utilidad y tener
buena perspectiva en una transición (Riechmann, 2016).
Riechmann, que conozcamos es el que mejor se ocupa de sistema-
tizar estos asuntos programáticos de la transición, refiere a principios
de sustentabilidad más general y a otros operativos. Considera reducir a
cero los daños irreversibles, igualar las tasas de recolección y las tasas de
regeneración de recursos renovables, igualar la tasa de vaciado de recursos
naturales no renovables a la tasa de sustitutos renovables, la emisión cero
de los residuos no biodegradables, el incremento de la productividad y el
valor de los recursos más que de la cantidad extraída. También refiere a la
reducción de la escala física de la economía hasta los límites de sustenta-
bilidad, la reforma ecológica de la contabilidad nacional, la reforma fiscal
ecológica con ecoimpuesto sobre los combustibles fósiles, el impuesto a
las rentas altas y del capital, a trabajar menos (solidaridad social) y a la
reducción del tiempo de trabajo (traducido en nuevo empleo para otros),
la economía del cuidado, la renta a los asalariados sin jornada completa o
salario decente, la intensa disminución de las disparidades salariales, la so-
cialización de una parte (al menos) del sistema de crédito con banca pública­

71
umbrales

fuerte, la provisión­de bienes públicos de calidad (energía, transportes,


comunicaciones, vivienda, sanidad, educación) y las infraestructuras para
la sustentabilidad (energías renovables, transporte colectivo, ciudades y
pueblos sostenibles) (Riechmann, 2012).
Entonces, las ideas y las propuestas esgrimidas por Riechmann pueden
entenderse como la combinación de ecoeficiencia, coherencia, suficiencia
y precaución. Ecoeficiencia entendida como el mejor aprovechamiento de
la materia y de la energía, la mayor productividad de los recursos naturales
por unidad de bien o de servicio y, con ello, un menor consumo de recursos
naturales, “descarbonizando” la economía, haciendo y produciendo más
con menos, mediante mejoras técnicas y organizativas; también mediante
el ahorro, la reutilización y la eliminación de residuos.
Tomando una fuente diferente pero relacionada tenemos la famosa
actual idea de “desacoplamiento” que se postula dentro de la “economía
verde” del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente,
como reducción de la tasa de uso de recursos por unidad de actividad
económica, con tasas de incremento de la productividad de recursos
superior a la del crecimiento del producto interno bruto, apuntando a una
“economía limpia”, disminuyendo la cantidad de recursos como el agua y
los combustibles fósiles para generar desarrollo económico, con un manejo
más eficiente de los mismos, bajando los riesgos ambientales, la escases
ecológica y su impacto, bajo el concepto de ‘ecoeficiencia’, “rompiendo
el nexo entre males ambientales y bienes económicos”, mirando hacia la
“desmaterialización de la economía” (Programa de las Naciones Unidas para
el Medio Ambiente, 2011). Cabe considerar, sin embargo, el denominado
“efecto-paradoja rebote Jevons”, que indica que un incremento de la
eficiencia en el uso de un recurso, en lo inmediato, puede no disminuir su
consumo, sino aumentarlo en el tiempo y en el conjunto de la economía,
debido a que la baja en sus costes implicará mayor demanda. Por ello, en
términos menos funcionales, es más conducente hablar de “suficiencia”.
Retomando ideas anteriores, la coherencia estaría estrechamente rela-
cionada con la ecoeficiencia, como uso de tecnologías compatibles con la
naturaleza, aprovechando los ecosistemas sin destruirlos, priorizando tecno-
logías blandas o intermedias. Resulta difícil todavía prever las características­

72
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

y el grado de efectos secundarios de esas tecnologías proyectadas, cuando


operen a escalas mayores, pero es obvio que son mucho menores que las
actuales, reconciliando técnica y naturaleza, con autoorganización, recupe-
rabilidad, reutilización y aprovechamiento energético a partir de una mayor
conciencia entrópica de las personas y de la sociedad.
La íntima relación entre ecoeficiencia y coherencia implicaría “biomí-
mesis”, para significar sistemas humanos inspirados y con centro en la vida,
e imitar el funcionamiento de procesos de vida natural, con una actitud eco-
dependiente, lo que solamente es posible en comunidad y en redes sociales,
con sistemas modelados de acuerdo con algunos rasgos importantes de los
ecosistemas. La suficiencia o autocontención es concebida como menor
consumo de los recursos por menor demanda de bienes, bajo el concepto
de ‘la justa medida’. La precaución, por otra parte, es entendida como la
previsión ante la gigantesca dimensión de riesgos existentes y otros des-
conocidos, con vigilancia para evitar desenlaces catastróficos. Biomímesis,
ecoeficiencia y coherencia harían a problemas técnicos complejos, de diseño.
En cambio, autocontención o suficiencia y precaución serían principios
político-morales (Riechmann, 2007).
Adicionalmente se visualizan como primeras medidas urgentes la
eliminación o la disminución drástica y radical del automóvil privado, y la
inclusión de transformaciones en los sistemas agroalimentarios, apuntando
a disminuir y a eliminar el sobreconsumo de productos animales, avanzar
hacia el vegetarianismo, considerando que la ganadería, sobre todo la de
bovinos, es la responsable de parte importante de gases, de los más nocivos,
como el metano (Riechmann, 2016). El asunto de los animales no hace
solamente al vegetarianismo, no solamente a un programa de transición,
sino a nuevos valores y principios que deben inspirar una transformación
de humanización completa. En esto entra el tema del combate contra el
“especismo”, de aquella idea y accionar de ponerse por encima, y endio-
sarse como hombres y mujeres, por sobre del resto de las especies vivas,
principalmente por sobre los “animales no humanos”.
No es posible recuperar todas las ideas y las propuestas sobre una
transición para la sustentabilidad, pero circulan tanto las relativas a afrontar
la huella ecológica, global, que contempla también la huella de carbono y

73
umbrales

la huella hídrica, como las referidas a avanzar hacia organizarnos con base
en necesidades cubiertas por satisfactores; a reconceptualizar pobreza/
riqueza; a un nuevo reparto de trabajo; a acrecentar una economía con
bienes públicos, con bienes y recursos comunes; a repensar los sistemas
de intercambio y de comercialización, donde los recursos y los productos
recorren absurdamente lejanías siderales, en vez de relocalizar comercios
con base en economías locales de cercanía y de proximidad, a lo que se
podrían­agregar otras iniciativas­y prácticas, ya no globales o generales, sino
localizadas, como las relativas a las posibilidades de las llamadas “monedas
locales”, para otros “monedas alternativas”, sin desmedro de la moneda en
su concepción general (Nuñez del Prado, 2019). Por otra parte, también
está el repensar el relacionamiento rural-urbano, el gran viraje agroalimen-
tario, articulando y considerando el redimensionamiento de megalópolis,
conurbados, metrópolis, urbes y ciudades, hacia espacios manejables y
gobernables, más placenteros, incluyendo “ciudades verdes”, horticultura
urbana y periurbana, con ideas proactivas para un retorno hacia la rurali-
zación de hábitats con vida salubre y sencilla.
No se trata solo de ideas. Existe un movimiento decrecentista, en
medio del cual se alimentan postulados programáticos de transición
conexos, como el antiutilitarismo, la justicia ambiental y los derechos de
la naturaleza, la economía del cuidado, la desmaterialización, la frontera
de mercancías, los procomunes, la renta básica y la renta máxima, el nuevo
tratamiento de la deuda y de los subsidios, el combate a la despoliltización
y más (D’Alisa et al., 2018).
En todo esto adquieren especial lugar e importancia la academia, las
universidades y los centros de conocimiento, que de seguro irán asumiendo
este desafío como una tarea ética, desde nuestro punto de vista, sin posibili-
dad de eludir un paraguas mayor, el del joven Marx filósofo deconstruyendo
al viejo Marx economista, superando antropocentrismos y cosmocentrismos,
bajo el concepto sistémico de interdependencia entre naturaleza y socie-
dad, del equilibrio metabólico orgánico, que en los manuscritos de 1844
vislumbrara la transdisciplina inscribiendo: “La historia real es parte de la
historia natural, de la naturaleza que deviene en hombre y que la enfrenta
por enajenación. Habrá una sola ciencia”.

74
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

Bibliografía

Astrada, Carlos
1949 El existencialismo, filosofía de nuestra época. Mendoza: Actas Primer
Congreso Nacional de Filosofía.
Baudrillard, Jean
2000 El espejo de la producción o la ilusión crítica del materialismo histórico.
Barcelona: Gedisa.
Boff, Leonardo
2011 Ecología: Grito de la Tierra, grito de los pobres. Madrid: Trotta.
Castoriadis, Cornelius
1980 “Reflexiones sobre el ‘desarrollo’ y la ‘racionalidad’”. En: El mito
del desarrollo. Barcelona: Kairós.
Daly, Hernan
1974 “The Economics of the Steady State” (“La economía del estado
estacionario”). American Economic Review. 64 (2), 15-21.
D’Alisa, Giacomo; Demaria, Federico y Kallis, Giorgos
2018 Decrecimiento: Vocabulario para una nueva era. Barcelona/México:
Icaria/fhb.
Fernández, Anna María
1998 “Estudios sobre las mujeres, el género y el feminismo”. Nueva
Antropología. 54, 79-95.
Galván García, Valentín
2017 “Sobre la libertad y la verdad en Michel Foucault”. Revista de
Humanidades. 32, 11-23.
García Notario, Margarita
2005 “Ecología profunda y educación”. Tesis doctoral. Universidad
Complutense de Madrid.
Georgescu-Roegen, Nicholas
2007 “Bioeconomía: una nueva mirada a la naturaleza de la actividad
económica”. Madrid: Los Libros de la Catarata.
Illich, Ivan
1978 La convivencialidad. Madrid: Universidad Politécnica.

75
umbrales

Kerschner, Christian
2008 “Economía en estado estacionario vs. decrecimiento económico:
¿opuestos o complementarios?”. Ecología política. 35, 13-16.
Latouche, Serge
2012 Salir de la sociedad de consumo: Voces y vías del decrecimiento. Bar-
celona: Octaedro.
Latouche, Serge
2003 Entrevista en Le Monde Diplomatique. París.
Leff, Enrique
2004 Racionalidad ambiental: La reapropiación social de la naturaleza.
México: Siglo xxi.
Marx, Karl
1978 Manuscritos Económico-Filosóficos (1844). México: Cultura Popular.­
Max-Neef, Manfred; Elizalde, Antonio y Hopenhayn, Martín
1986 Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro. Santiago de
Chile: cepaur.
Mill, John Stuart
1980 Principios de Economía Política. México: Fondo de Cultura Eco-
nómica.
Nuñez del Prado, José
2009 Economías indígenas: Estados del Arte desde la economía política y
Bolivia. La Paz: cides-umsa.
2017 Relecturas de Marx y del marxismo. Catarsis de un comunista. La
Paz: Autodeterminación.
2019 Exploraciones hacia la deconstrucción de la economía y el desarrollo.
Por una nueva vida. La Paz: cides-umsa.
Omar, Sidi M.
2007 Los estudios post-coloniales: una introducción crítica. Castellón de la
Plana: Universitat Jaume.
Pindyck, Robert S. y Rubinfeld, Daniel L.
1995 Microeconomía. Madrid: Prentice Hall.
Pérez Verdi, Raúl
2011 “Ambientalismo y desarrollo sustentable: tramas del sistema
capitalista”. LiminaR. 9 (2), 181-189.

76
economía estacionaria, decrecimiento sostenible y deconstrucción

Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente


2011 Desacoplar el uso de los recursos naturales y los impactos ambientales
del crecimiento económico. Nueva York: Naciones Unidas.
Rosales, Osvaldo
2020 El sueño chino: Cómo se ve China a sí misma y cómo nos equivocamos
los occidentales al interpretarla. México: Siglo xxi/cepal.
Riechmann, Jorge
2012 El socialismo puede llegar sólo en bicicleta. Madrid: Los Libros de
la Catarata.
2016 Ética extramuros. Madrid: uam Ediciones.
Riechmann, Jorge; Linz, Manfred y Sempere, Joaquim
2007 Vivir (bien) con menos. Sobre suficiencia y sostenibilidad. Barcelona:
Icaria.
Touraine, Alain
1994 Crítica de la modernidad. Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica.­

77
Umbrales, número 36, 2020, pp. 79-114, ISSN 1994-4543

La urgencia de buscar el cambio


en el modelo actual de desarrollo
o el surgimiento de una crisis irreversible
The urgency of finding the balance in the current
development model or the emergence of an irreversible crisis
Jorge Albarracin Deker1

Resumen

En medio de una crisis mundial, provocada por la pandemia del coronavirus, surge
una gran cantidad de análisis de los efectos y de las propuestas de cómo afrontar esta
crisis y qué medidas tomar a futuro. Este artículo se concentra en reflexionar sobre
las causas que están originando el brote de esta y de otras pandemias, y en proponer
la necesidad de un cambio radical de los métodos y las formas de medir el desarrollo.
Estos nuevos retos representan un cambio de valores de los indicadores de medición,
principalmente los económicos, por otros que incorporen en una escala de valores
temas sociales, ambientales y culturales, desde un enfoque sistémico e integral, donde
la base de un nuevo paradigma de desarrollo esté inspirada en buscar el equilibrio
entre las necesidades sociales y las capacidades ambientales y ecosistémicas del planeta,
y, de no ser así, el mismo ser humano estaría provocando su destrucción.

Palabras clave: Desarrollo agropecuario, pospandemia, alternativas, indicadores.

1 Jorge Albarracin Deker es PhD en Estrategias de Desarrollo. Ejerce como docente in-
vestigador en el Postgrado en Ciencias del Desarrollo-Universidad Mayor de San Andrés
(cides-umsa), donde también es subdirector de formación y coordinador del doctorado
en Ciencias del Desarrollo Rural. jalbarracindeker@gmail.com

79
umbrales

Abstract

In the midst of a global crisis, caused by the coronavirus pandemic, a great deal of analysis of
the effects and proposals of how to deal with this crisis and what measures to take in the future
arise. This article concentrates on reflecting on the causes that are causing the outbreak of this
and other pandemics, and on proposing the need for a radical change in methods and ways of
measuring development. These new challenges represent a change in values from the measu-
rement indicators, mainly the economic ones, to others that incorporate social, environmental
and cultural themes on a scale of values, incorporating a systemic and comprehensive approach.
Where the basis of a new development paradigm is inspired, in seeking the balance between the
social needs and the environmental and ecosystem capacities of the planet, and if this is not the
case, the human being is causing its destruction.

Keywords: Agricultural development, post-pandemic, alternatives, indicators.

Introducción

En medio de una crisis mundial, provocada por la pandemia del corona-


virus, la caída impensable del precio del petróleo, los efectos del cambio
climático, los niveles escandalosos de pérdida de la biodiversidad y de otros
elementos, la humanidad, o una parte importante de ella, se da cuenta de que
es urgente y necesario hacer un cambio del modelo de desarrollo que solo
piensa en el crecimiento y en el consumismo. Pero lo difícil de este cambio
radica en identificar quiénes son y cómo se conforman las posiciones de
los diferentes grupos que, por un lado, quieren un cambio estructural, una
transición, y, por otro, quieren solamente continuar con el mismo modelo.
Estas posiciones nos permiten entender, al final, cuáles son los intereses y
los juegos de poder que están detrás de cada una de ellas.
Lo complicado de este dilema es que tenemos un solo planeta y no
contamos con el tiempo suficiente como para darnos el lujo de dejar que
continúen estas pugnas de poder, y ver de aquí a unos 10 o 30 años cuál
de las diferentes posiciones tenía la razón y cuál estaba equivocada en sus
principios y sus supuestos para el desarrollo y la construcción de una so-
ciedad, ya que será muy tarde para poder reaccionar.

80
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

El desafío que pretendo afrontar con este artículo es hacer énfasis en


repetir temas clave de todo lo que se nos ha estado diciendo, lo que sabe-
mos, lo que se está publicando, y de los retos que tenemos que encarar para
darle un giro y una nueva mirada a lo que estamos haciendo y generando.
Principalmente me interesa replantear que el mundo está siendo depredado,
contaminado, y que el modelo actual no es sostenible. En este sentido, me
apoyo y utilizo algunos datos que llaman la atención acerca de lo que esta-
mos generando, para luego poder esbozar propuestas, alternativas o nuevas
formas de pensar, como también estrategias, indicadores o parámetros de
medición que nos permitan, como país, pensar el desarrollo en el marco
de un nuevo contexto mundial, regional y nacional, que inevitablemente se
dará. Por nuevo me refiero a la necesidad nacional de pensar en el cambio
que tenemos que hacer, en el marco de la gran cantidad de propuestas que
irán surgiendo. Algunas buscarán recuperar las economías local, regional y
mundial; otras, evitar tener una nueva pandemia o cualquier otra catástrofe.
Sin embargo, todas tratarán de evitar que se repita lo que estamos viviendo
como humanidad.
Otro aspecto que es necesario aclarar, ya que es parte de la reflexión, y
que puede interpretarse como un análisis de una posición ambigua, es que,
en esta diversidad de posiciones y de formas de entender y de explicar lo
que el mundo está viviendo y necesita, se tiene una gama de interpretacio-
nes que van de un extremo al otro. Es decir, desde las miradas extremistas
apologísticas hasta aquellas que plantean que el modelo debe seguir como
está operando, y que no es necesario hacer ningún cambio.
En el marco de estos dos extremos, es necesario pensar y reflexionar
por dónde nos estamos moviendo como humanidad, como sociedad, y qué
es lo que realmente queremos. La confrontación entre estos dos puntos
extremos y la construcción de propuestas intermedias es lo que marcará, de
aquí en adelante, el escenario de los debates académicos, políticos, sociales
y económicos. Me atrevo a plantear como hipótesis que, así como el mundo
está siendo gobernado por países, personas y transnacionales, cuyo poder
está centrado en proteger sus intereses personales y corporativos, para tener
y gozar de todos los beneficios, lo que pase con el resto de la humanidad
no les interesa. En este sentido, una pandemia que diezme a la población

81
umbrales

mundial sería, para ellos, lo mejor que podría ocurrir, ya que les evitaría
pensar en un programa de reducción y de control de la población mundial.
Asimismo, la necesidad por escribir este artículo está acompañada de
la preocupación de que una vez que se termine la cuarentena, que nos tiene
encerrados, la población salga con una voracidad y una sed de recuperar
los ingresos que se han perdido, y volver al ritmo de crecimiento que se
tenía antes de la crisis, lo que va a destrozar el planeta con más furia de la
que teníamos antes de la pandemia. Esto irá a generar y a agravar en la na-
turaleza y en la biósfera desastres peores a los que se vinieron ocasionando
antes y durante los últimos decenios. Esto no excluye considerar, como ya
lo vaticinan varios economistas, que como efecto de este freno repentino, en
el corto plazo, tendremos una ola de despidos y el aumento del desempleo,
producto del cierre de empresas, especialmente pequeñas y medianas, en
la medida del deterioro que vayan a sufrir las economías de los diferentes
países. Es en ese escenario, de incertidumbres y de altas probabilidades de
déficits económicos, que planteo las reflexiones en este texto.
Finalmente, y lo más importante, no podemos dejar de lado el análisis de
nuestro país que, por lo que se puede advertir, está saliendo, especialmente
en el tema económico, muy golpeado. Esta situación muestra, por un lado,
la fragilidad del modelo que tenemos y, por otro, la necesidad de dejar de
copiar y de imitar modelos desarrollados en otras realidades y contextos,
y generar, más bien, una estrategia de cambios que nos lleve a orientar el
desafío de reestructurar nuestra economía y nuestra sociedad a partir de lo
que nos toca vivir en el presente, pero con una mirada puesta en el mediano
y en el largo plazo.

La expansión de la frontera agrícola como causa


del surgimiento de plagas

En este acápite me propongo destacar, sobre la base de algunos datos y estu-


dios, los impactos y los efectos negativos que representa tener una frontera
agrícola que cada vez va creciendo, en desmedro de los bosques y de los
ecosistemas naturales, los cuales albergan en su interior sistemas complejos

82
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

de control poblacional y biológico de plagas y de enfermedades que el ser


humano está alterando con sus actividades productivas, el asentamiento de
pueblos y el crecimiento de los centros urbanos.
Producto del crecimiento poblacional, de la deforestación y de la pre-
sión sobre la naturaleza aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades
de la fauna silvestre al ser humano, al entrar en contacto con ambientes,
animales y plantas que anteriormente conformaban sistemas que se autorre-
gulaban, lo cual ha provocado una ruptura de tales sistemas, dejando abierto,
por lo tanto, el camino para la salida de ciertas plagas o enfermedades que se
encontraban controladas y que se han podido extender hacia el ser humano.
Es el caso de los innumerables ejemplos de enfermedades zoonóticas que
se han dado a nivel mundial, como una de las más recientes (por lo menos
hasta donde se sabe con información oficial de la Organización Mundial
de la Salud), el coronavirus, que surgió en Wuhan (China).
Esos riesgos ya venían siendo advertidos por los científicos y los ecolo-
gistas, indicando que la deforestación de los bosques aumenta el riesgo de
contagio por virus, bacterias y otros microorganismos que, como dijimos,
se encontraban controlados por sus depredadores naturales. El mensaje
claro que tenemos en este momento es que debemos detener la destrucción
de la naturaleza, donde solo una especie es la responsable, la humana, si
queremos evitar pandemias aún peores (The Guardian, 2020)
Parte del desafío que tenemos por delante es comprender que el
origen de este tipo de enfermedades se debe a que hemos generado un
problema serio a la salud de nuestro planeta. A medida que invadimos los
frágiles ecosistemas, los seres humanos entramos en mayor contacto con la
vida silvestre, situación que no teníamos en los últimos siglos. Además, el
comercio de vida silvestre y los mercados ilegales son causas frecuentes de
estos contactos y, por ende, de la emergencia de alergias o de enfermedades.
Alrededor del 75% de las nuevas enfermedades infecciosas son zoonóticas o
transferidas de animales a humanos y, de hecho, alrededor de mil millones
de contagios y millones de muertes ocurren cada año a causa de este tipo
de afecciones (King, 2004).
Hoy la actividad humana ha alterado casi el 75% de la superficie
terrestre y ha sitiado la vida silvestre y la naturaleza en un rincón cada vez

83
umbrales

más pequeño del planeta. A medida que continuamos con nuestro implacable
tránsito hacia las áreas naturales, aumenta el contacto entre los humanos y las
especies portadoras de infecciones, ya sea como resultado de la urbanización,
la pérdida y la fragmentación de hábitats o los mercados de animales vivos,
todo lo cual aumenta la probabilidad de interacción entre esos vectores y los
humanos. Según la Plataforma Intergubernamental de Ciencia-Política sobre
Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas (ipbes, por su nombre en inglés),
cien millones de hectáreas fueron transformadas para la expansión agrícola
en los trópicos, entre los años 1980 y 2000, un tamaño aproximadamente
igual al de los territorios de Francia y de Alemania, combinados.
En las últimas décadas, las enfermedades zoonóticas han ganado
atención internacional. El ébola, la gripe aviar, la gripe por el virus h1n1,
el síndrome respiratorio del Medio Oriente (mers), la fiebre del Valle
del Rift, el síndrome respiratorio agudo severo (sars), el virus del Nilo
Occidental, el virus del Zika, el arenavirus (que se dio recientemente en
Bolivia) y el nuevo covid-19 han causado pandemias, o han amenazado
con causarlas, dejando miles de muertos y grandes pérdidas económi-
cas. Específicamente, todas las enfermedades infecciosas emergentes en
humanos son de origen animal y dichas afecciones están estrechamente
relacionadas con la salud de los ecosistemas en los cuales estamos inter-
viniendo de manera agresiva.
La expansión de las tierras agrícolas, para satisfacer la creciente demanda
de alimentos de la población mundial, en constante crecimiento, supone
una gran carga para los ecosistemas naturales. Sin embargo, un estudio del
Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (2020) muestra
que aproximadamente la mitad de la tierra que se necesita en la actualidad
para cultivar alimentos podría ahorrarse si se lograran rendimientos de
cultivo alcanzables a nivel mundial y si los cultivos se realizaran donde son
más productivos. Esto podría revertir la actual situación, ya que, a medida
que la población crece, la competencia por la tierra se intensifica dentro
de los países y en todo el mundo, y el suministro de tierras saludables y
productivas se agota. Si vinculamos este último factor con la pandemia
que estamos viviendo, y que continuará, tal vez en menor medida, pero
no desaparecerá, nos lleva a entender que como seres humanos estamos

84
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

entrando y habilitando ecosistemas que para nosotros, en estos momentos,


no son saludables y no sabemos con qué nos encontraremos.
En el estudio de la plataforma ipbes, referido a la pérdida de suelos, se
indica que, “basándose en más de 3.000 fuentes de conocimiento científico,
gubernamental, indígena y local, los autores estiman que la degradación de
la tierra cuesta más del 10% del pib mundial anual en servicios ecosistémicos
perdidos, como el secuestro de carbono y la productividad agrícola. Dicen
que puede aumentar los riesgos de inundaciones, deslizamientos de tierra
y enfermedades como el Ébola y el virus de Marburg” (en Watts, 2018a).2
Como podemos observar, esta evaluación va más allá de hablar de la pér-
dida de vegetación, de la expansión urbana y de la contaminación, que son
problemas que los tenemos actualmente. Incorpora también el tema de las
plagas y de las enfermedades, y cómo estos cambios que estamos generando
en los ecosistemas afectan la salud humana, la riqueza y la felicidad, no solo
de algunas naciones, sino de todo el mundo.
Por lo anterior, el lineamiento orientador de la estrategia productiva
debe enfocarse en la no ampliación de la frontera agrícola y en plantear
como meta el incremento de la productividad de las tierras actualmente
en producción, haciendo énfasis en el uso de las capacidades propias de
cada uno de los ecosistemas intervenidos. Si el Gobierno toma decisiones
inteligentes, la situación podría mejorar, ya que la productividad que se
busca debe partir de la premisa de respetar y estar en función de las zonas
de vida, dado que no se puede tener la misma productividad en la región
de los valles que en las tierras de la Amazonía o del Altiplano. Romper este
principio ecológico podría llevarnos nuevamente a un uso irracional de los
recursos productivos y, como podemos leer en The Guardian (2020): “Para
minimizar las pérdidas, las perspectivas sugieren que es de nuestro interés
dar un paso atrás y repensar cómo estamos manejando las presiones y la
competencia. […] [Esta medida deberá llevar] a proteger la cobertura natural
del suelo, restringir la pérdida de biodiversidad y abordar otros impactos
del uso de la tierra, como las emisiones de gases de efecto invernadero”.

2 En este artículo, esta y todas las citas textuales tomadas de The Guardian son presentadas
con una traducción tomada de Google Traductor.

85
umbrales

Pérdida de biodiversidad y degradación


de los recursos naturales

La pérdida de biodiversidad no solo la debemos ver como algo natural,


producto de la evolución y del desarrollo del mundo. Esta representa, en
términos globales, la pérdida de la capacidad de resiliencia de la biósfera y,
por ende, el incremento de la fragilidad del ecosistema en el que vivimos, del
cual obtenemos lo que necesitamos: oxígeno, agua, alimentos, clima óptimo,
etcétera.
En 2016, la plataforma ipbes destacó la desaparición de los seres
polinizadores del planeta, que son vitales para la producción agrícola (en
Watts, 2018a). Luego lanzó su estudio de biodiversidad global, en el que
advirtió que la destrucción humana de la naturaleza está erosionando
rápidamente la provisión de alimentos, agua y seguridad para miles de
millones de personas.
Por separado, Watts (2018b), citando a la Organización de las Naciones
Unidas (2018), publicó un estudio mundial sobre el agua, pronosticando
que su escasez podría afectar a cinco mil millones de personas; es decir,
más de la mitad de la población humana podría tener dificultades para ob-
tener suministros de agua, ya sea para beber, cocinar y sanearse, durante al
menos un mes al año para 2050, como resultado de la contaminación, del
cambio climático y del aumento de la demanda. Asimismo, proyectó que la
demanda de agua aumentará más rápidamente en los países en desarrollo
y en los cinturones de sequía que abarcan México, el oeste de Sudamérica
(incluyendo la zona occidental de Bolivia), el sur de Europa, China, Aus-
tralia y Sudáfrica, donde es probable que disminuyan las precipitaciones.
Esos estudios recientes no hacen más que ratificar y poner pruebas claras
de que la tasa de depredación que tiene la humanidad con relación a los
recursos finitos del planeta es cada vez mayor y, por ende, tiene un límite y
también un fin de los que no sabemos las consecuencias para la humanidad.
Un mensaje que se ha venido mencionando en los ambientes universita-
rios y en los informes de los paneles de expertos, conformados con relación
a los principales problemas ambientales que tenemos a nivel mundial, está
referido a que, cuanto mejor gestionemos la naturaleza, mejor gestionaremos

86
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

la salud humana. Esa es la razón por la cual es tan importante, en el ámbito


mundial de la diversidad biológica, llegar a un marco ambicioso, medible e
inclusivo, porque mantener la naturaleza rica, diversa y floreciente es una
parte fundamental del sistema que sustenta la vida. Esto es aún más impor-
tante cuando se considera que entre un 25% y un 50% de los productos
farmacéuticos son derivados de los recursos genéticos que se encuentran
en los ecosistemas que estamos degradando (Noticias onu, 2020).
“Nos estamos quedando sin insectos”. Así lo sugiere un estudio de
metaanálisis publicado en la revista Sciencie (citado en The Guardian, 2020), en
el que se concluye que “estamos perdiendo casi un 1% de la población año tras
año. Una cuarta parte de todos los insectos de la Tierra (25%) se han perdido
en las últimas tres décadas. No es la primera vez que los científicos avisan.
Y el no hacer caso representa un problema importante para la biodiversidad
y el funcionamiento del planeta”.3 Esto es catastrófico, ya que estos seres
ayudan al ecosistema, por ejemplo en la polinización de las plantas; también
son alimento para otras criaturas y reciclan los desechos de la naturaleza. En
América del Sur, siguiendo la misma fuente, se produce “la destrucción de
la Amazonía. No hay absolutamente ninguna duda de que esto es malo para
los insectos y todos los demás animales allí. Pero simplemente no tenemos
los datos”. La Organización de las Naciones Unidas (2018) y el ipbes (2016),
citados por Watts (2018a), indican que la polinización animal es responsable
del 5%-8% de la producción agrícola mundial, por volumen.
Los principales factores de esta pérdida de biodiversidad son la urba-
nización y la agricultura. Concretamente, las zonas urbanas y suburbanas
son las que más afectan en la pérdida del hábitat natural. Las construcciones
eliminan la flora del lugar y (literalmente) tapan la tierra que necesitan los
insectos para vivir. Otro factor son las grandes superficies de tierras dedi-
cadas al monocultivo, donde la agricultura elimina hierbas y flores que son
el alimento de los insectos, y hace uso de pesticidas que están pensados
para acabar con las poblaciones de insectos (The Guardian, 2020). Por su
parte, Monbiot (2017), al referirse a los problemas ambientales, por su

3 Datos publicados sobre más de diez mil especies de insectos, de un total de 1.676 ubicaciones
en todo el planeta, gracias a 166 estudios (The Guardian, 2020).

87
umbrales

importancia, indica que, para él, el peligro que presenta el calentamiento


global, que es una amenaza existencial, tiene un impacto menor respecto
a otros dos problemas: la pesca industrial, la cual está causando un colapso
ecológico sistémico, y la eliminación de la vida no humana de la Tierra, por
la agricultura; ambos tienen impactos enormes e inmediatos.
Pero lo que nos interesa rescatar y destacar, en este punto, es que
los insectos son una parte esencial de los ecosistemas naturales y que
dependemos de ellos para nuestra alimentación.4 Forman parte de la cadena
alimenticia y también se encargan de polinizar plantas, descomponer materia
orgánica y frenar plagas; por tanto, romper esta cadena implica asumir
consecuencias que no las conocemos, pero que las estamos empezando a
vivir. Dicho esto, la pregunta que surge y que nos debería llevar a pensar
sobre el camino que estamos recorriendo como estrategia productiva es:
¿deberíamos seguir embarcados en implementar un modelo productivo
que, a mediano plazo, nos represente costos e impactos que como país no
tendremos la capacidad de revertir y de cubrir?
Esta pregunta, que debe ser considerada en el desafío de pensar el de-
sarrollo, es necesario ponerla en la balanza del análisis de escenarios, ya que
los ingresos que obtengamos del actual modelo en el corto plazo no serán
suficientes para encarar las inversiones que debamos hacer para reponer
los daños en el largo plazo. Entonces, estratégicamente requerimos tener la
voluntad, e incluso el mandato, de incorporar en nuestros análisis la forma
de encontrar los umbrales críticos entre un medioambiente sano, personas
sanas y medios de control para que las actividades humanas no socaven a
largo plazo la capacidad de los ecosistemas, coincidentes con una propuesta
de sostenibilidad fuerte. La idea es evitar una situación en la cual tengamos
que remediar el desastre ecológico que provocaríamos y del cual ya estamos
avisados, donde como país sabemos, pero creo que no estamos conscientes,
que estamos eliminando nuestro patrimonio natural.
En el marco del nuevo escenario que tenemos a corto plazo y
dependiendo de la dinámica que le imprima cada país, y especialmente

4 Los insectos voladores son los polinizadores. Sin ellos, una vasta extensión del reino vegetal,
tanto silvestre como cultivado, no puede sobrevivir.

88
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

las academias, podrían agudizarse los problemas o surgir soluciones,


como resultado de querer recuperar el crecimiento económico, de nuevos
descubrimientos científicos y, la más deseable, de la comprensión de la
situación crítica de las interacciones entre los sistemas ambientales, sociales
y económicos. Unos pueden ser problemas persistentes, para los cuales
podrían surgir nuevos enfoques y tecnologías que permitan a tomadores de
decisiones y a gerentes contar con soluciones y herramientas más prácticas.
Un caso de ejemplo es lo que se está dando en el Reino Unido, donde se está
viendo el desarrollo de políticas de apoyo a los agricultores, para que sean
incentivados a abordar la conservación de la biodiversidad. Este aspecto,
para el caso boliviano, es importante, ya que más allá del discurso de la
conservación de la biodiversidad, plasmado en la ley de la Madre Tierra y
en otras leyes, tenemos un mandato formulado en la Constitución Política
del Estado, que nos exige y nos da lineamientos de actuación.
Lo que podemos observar es que no se tienen avances, acciones e
inversiones que muestren una real voluntad por la conservación de la
biodiversidad. Por el contrario, las leyes y los programas de desarrollo
agroindustrial, que se venían gestando con el anterior Gobierno y que
han tenido buena recepción por el actual, en su promoción y su desarrollo
atentan directamente contra la conservación de la biodiversidad. Nueva-
mente, es necesario hacer una llamada de atención y un alto a este tipo de
acciones, que no solo nos están llevando por el camino contrario al que
se está moviendo el mundo, sino que es una verdadera amenaza a nuestra
seguridad y soberanía alimentarias.
Un aspecto muy ligado al tema de la biodiversidad, y que necesitamos
tener en cuenta, como ya lo mencionamos, es que dos tercios de los bosques
y de los humedales del mundo se han perdido desde principios del siglo xx,
tendencia que, de seguir a ese ritmo, nos llevará a un colapso ambiental.
Pero no solo es un tema ambiental, también es un tema cultural y de sobre-
vivencia de los pueblos indígenas que habitan los bosques, ya que es a partir
del manejo de la biodiversidad que podemos hablar de la sobrevivencia de
estos pueblos. Por tanto, la otorgación de permisos de deforestación por
parte del Estado también implica ir en contra de los derechos de los pueblos
que habitan esos hábitats.

89
umbrales

Con relación al punto de seguridad y de soberanía alimentarias,


es necesario e imprescindible ahondar en un análisis de lo que estamos
entendiendo, en Bolivia, por seguridad alimentaria. Los planes de gobierno
y las metas de la agenda 2025 se han enfocado principalmente, por un lado,
en hablar de los volúmenes de producción, planteando pasar de 17 mil
millones de toneladas producidas en la gestión 2017 a 23 mil toneladas para
la gestión 2025. A esto se suma un plan de apoyo agresivo, consensuado
entre el Gobierno y los empresarios cruceños en la cumbre agropecuaria de
2015, denominada “Sembrando Bolivia”, que en definitiva es una apuesta al
modelo del agronegocio, basado en los cultivos agroindustriales, commodities
de cereales principalmente. Pero, por otro lado, esta propuesta deja de lado
el tema de la diversidad de los cultivos, ya que la seguridad alimentaria no
se concentra solamente en la producción de unos cuantos cultivos que,
en términos de volumen, podrían representar el mayor porcentaje del
volumen de la producción;5 también se refiere a la diversidad de alimentos
que constituyen una dieta adecuada y sana para la población.
En definitiva, este análisis nos lleva nuevamente a poner en la mesa
de discusión la siguiente interrogante: ¿cuál es el criterio con el que medi-
mos el porcentaje de contribución de la agricultura familiar y empresarial
a la producción de alimentos? En el marco de la necesidad de retomar
este viejo debate, la primera respuesta que surge es que la realidad que
vivimos en estos días de cuarentena muestra, en primera instancia, el rol
y la verdadera importancia de tener una producción agrícola propia que
permita no depender de los mercados externos para abastecer de alimentos
a la población nacional, y, en segundo lugar, el importante rol que tiene
la históricamente menospreciada agricultura familiar, aunque debilitada
y en franco retroceso.
La “nueva historia” que nos toca construir no es necesariamente una
negación completa de la visión actual del mundo dominante que tenemos,
centrado en el agronegocio y en la agroindustria. Nos plantea que es nece-
sario reconocer que este modelo ha tenido sus impactos en la producción

5 Véase: Albarracin (2019), donde se presentan cuadros que muestran el aporte en volumen
de producción de los cultivos producidos en el departamento de Santa Cruz.

90
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

de alimentos y en el desarrollo de las economías de varios países en vías


de desarrollo. Hacer el cambio incluye no dejar de mirar su aporte a esta
realidad, pero a la vez implica dejar de considerarla como la única pers-
pectiva de desarrollo, abriendo por lo tanto las opciones a la validez y a la
necesidad urgente de revalorizar otras múltiples maneras de conocimiento
y otras formas de producción. Aceptar la incertidumbre y la ambigüedad,
especialmente en estos momentos de búsqueda de salidas razonables, nos
lleva a valorar las múltiples perspectivas de solución que deben ser adecuadas
a la complejidad de las opciones (Wahl, 2019).

Cambio en la escala de valores respecto a los productores


y al trabajo

Las crisis sirven para pensar en la pertinencia de las bases sobre las cuales
se asienta el paradigma de desarrollo que hemos estado construyendo o
sobre el cual nos hemos estado montando. Nos lleva a pensar y a buscar
otros criterios e indicadores para un nuevo paradigma, ya que la agenda
que se nos viene, que parecía simple y racional, resulta ser compleja y mul-
tidimensional (Kuhn, 1971). Esto es complejo porque pone en evidencia el
cuestionamiento a la homogeneidad y plantea pensar en la heterogeneidad.
Asimismo, cuestiona el determinismo, con sus etapas históricas que creía-
mos haberlas superado, mediante los alcances logrados en los indicadores
de desarrollo de la humanidad, la ciencia y la tecnología, que muestran
sociedades con avances en el reconocimiento de los derechos humanos y
de la naturaleza. Esta crisis también nos lleva a reflexionar si, a pesar de los
avances conseguidos, el camino que estábamos recorriendo es el correcto
o si no estábamos avanzando en la dirección que se necesita.
En el marco de estos cuestionamientos, que surgen sobre los principios
y los valores del paradigma y del desigual reconocimiento del rol de los dife-
rentes actores productivos, de servicios y de recreación, es necesario resaltar
el importante papel que han demostrado tener los pequeños productos de
la agricultura familiar, en escenarios de crisis, frente a los otros actores. A
pesar de todo el reconocimiento de su aporte en la producción de alimentos

91
umbrales

a nivel mundial,6 este es un debate que viene desde el siglo xx, en el cual la
agricultura familiar ha sido y es la gran perdedora respecto a la agricultura
moderna homogeneizante, aspecto que puede ser medido mediante el flujo
de inversiones que se canaliza en cada uno de los tipos de agricultura.
La realidad es que tanto las grandes inversiones como el número de
investigaciones y de profesionales dedicados a la agricultura se encuentran
trabajando bajo el modelo de la revolución verde (modelo de insumos de
altos resultados) (Albarracin, 2015). Producto de la influencia de la teoría
económica de la modernización, durante la segunda mitad del siglo xx, la
agricultura familiar fue caracterizada como tradicional e ineficiente, y, por
tanto, la consigna era que debía ser sustituida por la agricultura moderna.
Esto se concretó en un ambiente negativo, en el cual la agricultura moderna
(de cultivos industriales en grandes extensiones homogéneas, del agronego-
cio, de la agroindustria) tomó un rol central y se convirtió en el paradigma
del desarrollo agropecuario. Ante ese escenario negativo, la agricultura
familiar estuvo subsistiendo y perdiéndose en el abandono, con escasas o
nulas inversiones, escaso o nulo apoyo crediticio, investigaciones con un
papel secundario, poco apoyo gubernamental y de políticas reales. Un claro
ejemplo de sus efectos son los altos niveles de migración campo-ciudad.
La relevancia de la agricultura familiar, de los mercados locales o de la
denominada “agricultura de kilómetro cero” se puede identificar desde dos
miradas. La primera, que ya hemos planteado, es la seguridad alimentaria. Esta
no debe ser evaluada solamente desde una perspectiva del volumen de producción
y con el foco en tan solo unos pocos productos (agrícolas y pecuarios), sino desde

6 El 2014 ha sido declarado el año de la agricultura familiar y la Organización de las Nacio-


nes Unidas para la Agricultura y la Alimentación reconoce su gran aporte a la seguridad
alimentaria de la población mundial. La agricultura familiar es el tipo de agricultura más
extendido, tanto en países desarrollados como en países en desarrollo. Representa la fuente
de empleo más grande del mundo, en la que los agricultores familiares desempeñan un rol
crucial a la hora de aliviar el hambre y la pobreza, a la vez que aportan seguridad alimentaria
y nutrición, mejoran los medios de subsistencia, gestionan los recursos naturales de forma
sostenible, protegen el medioambiente y promueven el desarrollo sostenible. En 2017 se
proclamó el Decenio Internacional de Agricultura Familiar 2019-2028 como marco para
que los países desarrollen políticas públicas e inversiones para apoyar a los agricultores
familiares, y contribuyan al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

92
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

la diversidad. La segunda mirada pretende identificar qué estamos rescatando


como enseñanza de la crisis que vivimos. Lo que inmediatamente vemos es
que el sector agropecuario y la agricultura familiar (en Perú, Ecuador, Bolivia y
otros países) son los que han continuado con sus actividades, proporcionado los
alimentos a la población, pero bajo condiciones adversas, tanto de transporte,
por el incremento de precios, como de movilización.
Debemos reconocer, especialmente para el caso boliviano, que no
hubiéramos podido llevar adelante una cuarentena, bajo las condiciones
impuestas, si no hubiéramos tenido la disponibilidad de alimentos
proporcionados por la agricultura familiar. Esto debido a que el sistema
agroindustrial está centrado en 11 cultivos,7 con una logística de movimiento
de grandes volúmenes de alimentos, centralizado y dirigido a las plantas
agroindustriales de procesamiento, que no necesariamente son alimentos
(algodón, torta de soya, azúcar, tabaco y sorgo). Lo anterior muestra que no
están diseñados para operar y poder abastecer de alimentos a la población,
bajo las acondiciones de una cuarentena, y menos aún con productos que
no abastecen la diversidad de bienes que conforman una canasta familiar.
En cambio, la agricultura familiar abastece con 608 productos de los 72
contabilizados por el Instituto Nacional de Estadística de Bolivia y el
Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras; es decir, el 83% de los productos
alimenticios agrícolas que llegan a la canasta familiar son producidos por
los pequeños productores y la agricultura familiar.
Por otra parte, el sistema de distribución que estamos construyendo,
especialmente el sistema agroindustrial, está siendo estructurado para fun-
cionar bajo un enfoque de cadenas, buscando transportar la producción a un
mercado centralizado, de transformación o a los supermercados, suponiendo­
que es un abastecedor de productos diversos a donde la población debe
llegar en movilidades, si las distancias son grandes.

7 Los cultivos sembrados en el departamento de Santa Cruz, que representan más del 70%
del volumen de producción en comparación con la producción nacional, son: arroz, sorgo,
limón, frijol, garbanzo, algodón, caña de azúcar, girasol, sésamo, soya y tabaco.
8 A este número se le puede sumar por lo menos una veintena de otros cultivos, los cuales no
entran en las estadísticas porque ocupan pequeñas superficies que en las cuentas nacionales
no son relevantes. Esto quiere decir que la diversidad es aún mayor.

93
umbrales

La realidad ha mostrado que las condiciones de una cuarentena, ob-


viamente tomando en cuenta las distancias y las condiciones dadas en un
país u otro, dejan en evidencia que el sistema agroindustrial, de producción
y de provisión de alimentos, al cual estamos apuntando, no está diseñado
para lo que el país pide y lo que un sistema eficiente y sostenible requiere.
Esta constatación nos hace ver la urgencia de considerar y de prestar la
atención necesaria para apoyar y desarrollar sistemas de abastecimiento y
de producción entrelazados con una agricultura familiar, altamente tecni-
ficada, eficiente y sostenible. Para ello, se debe trabajar desde la otorgación
de créditos, a fin de que los productores logren vivir de su producción, y
no como ocurre ahora, que tienen estrategias de sobrevivencia, donde el
crédito es un paliativo para mantener sistemas de sobrevivencia ineficientes
y que no contribuyen en aumentar su productividad.
El Banco de Desarrollo Productivo, por ejemplo, ha otorgado créditos
a más de 60 mil productores en Bolivia, con un promedio que va de 35
mil a 45 mil bolivianos. Lo que aún no sabemos es cuál es el impacto en
la unidad de producción y si esos montos son los que realmente necesitan
los productores, si los está volviendo productores y los está sacando de la
pobreza. El desafío, en este caso, es identificar, según cada región, zona
agroecológica y condiciones de cada sistema de producción, el monto de
crédito o de inversión necesario, acompañado obviamente de innovaciones,
tecnología, asistencia técnica, capacitación y condiciones de políticas y de
institucionalidad, que permita a la agricultura familiar ser un verdadero
productor y vivir dignamente de su producción. No encarar esta tarea,
que muestra la importancia de la agricultura familiar en la seguridad y la
soberanía alimentarias, es apostar a seguir por el camino que ya estamos
recorriendo, de convertirnos en un país importador de alimentos, permi-
tiendo el desplazamiento de nuestra propia agricultura.
El abastecimiento de alimentos y la soberanía alimentaria han puesto
nuevamente la mirada de todos los países del mundo, en lo referido a cómo
están siendo diseñados sus sistemas de producción de alimentos para abastecer
el mercado interno y el mercado externo. Cuando se revisan las noticias sobre
las importaciones de productos agropecuarios, lo que más destacan los medios
es la mirada y el sesgo de los empresarios, indicando y mostrando datos sobre

94
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

sus volúmenes importados y exportados. Algunos argumentan, con validez,


que dichos productos pueden ser producidos en el país y así evitar su impor-
tación. Este tipo de información, sin embargo, también refleja el interés de
ciertos tipos de productores, ya que, al aparecer en los medios, logran captar
la atención del Gobierno para que atienda sus pedidos. Pero esto deja de lado
otros aspectos importantes y cruciales, como por ejemplo la importación de
hortalizas y de frutas, que compite con la agricultura familiar, crece cada vez
más y está desplazando a la producción nacional. Esa situación, que es una
amenaza para nuestra agricultura, no es visibilizada; tampoco se concreta en
programas y en políticas de Estado, debido principalmente a que los pequeños
productores de la agricultura familiar no tienen el peso político, la llegada y
la presión de los empresarios para hacer valer sus demandas.
Finalmente, si bien no es posible negar los increíbles cambios a nivel
mundial en términos de salud, temas tecnológicos, reconocimiento de
derechos, niveles de vida de la población, esperanza de vida y otros ele-
mentos, estas condiciones no son uniformes ni equitativas y mucho menos
igualitarias entre los países.
No podemos dejar de volver a mencionar el constante menosprecio
que se le ha tenido a la agricultura familiar, y a su importancia en la eco-
nomía. Esto porque los estilos de desarrollo y de consumo, en los que los
empleos y los servicios, especialmente del sector terciario, han cobrado
mayor jerarquía en términos de valoración, hecho que se concreta en un
mayor reconocimiento económico.
Según lo expuesto, es fundamental poner la mirada en la agricultura
familiar y en la población que se encuentra desarrollando actividades pro-
ductivas primarias, manejando los ecosistemas. Se trata de un tema que debe
ser incluido en la agenda para así afrontar un nuevo desafío sobre cómo
hacer desarrollo. No me refiero a subvenciones, sino al acceso a oportu-
nidades para los productores agropecuarios, lo que les permitirá mejorar
sus condiciones de vida, buscando revalorizar la importancia del campo,
de las sinergias con el mundo rural, con sus sectores productivos, y de los
servicios ambientales que estos brindan a los centros urbanos.
A medida que los motores del crecimiento pospandemia comiencen
a acelerarse, necesitamos ver cómo el manejo prudente de la naturaleza

95
umbrales

puede ser parte de una economía diferente que debe surgir. Se trata de una
economía en la que las finanzas y las acciones impulsen empleos sostenibles
y promuevan el crecimiento verde y la construcción de una forma distinta
de vida, porque la salud de las personas y la salud del planeta son “una y la
misma cosa a la vez”.

El modelo productivo extractivista y depredador

Es importante poner en el centro del análisis el cuestionamiento al modelo


productivo de desarrollo del sector agropecuario. Las críticas al modelo
agroindustrial, que se vienen presentando hace muchos años y princi-
palmente desde la línea conservacionista, han hecho mucho énfasis en la
pérdida de fertilidad de los suelos y en su degradación, como también en la
contaminación y en la pérdida de aguas y de acuíferos. También se critica
el uso desmedido de pesticidas y de plaguicidas, la subida exponencial en el
uso de las energías no renovables, la contaminación de los alimentos y las
intoxicaciones de los productores con pesticidas. Asimismo, se le atribuyen
a este modelo productivo la eliminación de los insectos benéficos para la
agricultura (como las abejas), la emisión de gases de efecto invernadero (como
el gas metano), la acumulación de residuos plásticos, la expansión urbana
y un sinfín de otros efectos e impactos. Es notorio que a pesar de los datos
existentes continuamos erosionando el funcionamiento de los ecosistemas,
debido a diseños irresponsables y a estilos de vida de consumo desenfrenado.
La importancia del agua es otro de los factores que tiene que ser parte
de la reestructuración, con cambios importantes en un futuro cercano. Su
escasez es una amenaza para la civilización, ya sea por conflictos sociales o
por guerras entre países, producto de su consumo desmedido.
El informe de la Organización de las Naciones Unidas indica que es “po-
sible un cambio positivo, particularmente en el sector agrícola clave, pero solo
si hay un movimiento hacia soluciones basadas en la naturaleza que dependan
más del suelo y los árboles que del acero y el concreto” (en Watts, 2018b) .
Ese énfasis nos muestra y pone en cuestionamiento la corriente que aboga por
un mundo urbanizado, que en términos de un análisis de sistemas sostenibles

96
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

y resilientes es una apuesta por un futuro que tendrá un rotundo fracaso, ya


que para el 2050 dos de cada tres personas estarán viviendo en las ciudades.
Como señala el mismo informe, “durante demasiado tiempo, el mundo
se ha convertido primero en una infraestructura construida por humanos o
‘gris’ para mejorar la gestión del agua. Al hacerlo, a menudo ha dejado de
lado el conocimiento tradicional e indígena que abarca enfoques más ecoló-
gicos. Ante el consumo acelerado, el aumento de la degradación ambiental
y los impactos multifacéticos del cambio climático claramente necesitamos
nuevas formas de gestionar las demandas competitivas de nuestros recursos
de agua dulce” (en Watts, 2018b). La industria y las ciudades son un pro-
blema importante. Alrededor del 80% de las aguas residuales industriales
y municipales se descargan sin tratamiento (Watts, 2018b).
Este modelo, en la parte tecnológica, pese a los costos ambientales
que representa, ha logrado revertir la visión catastrófica propuesta en la
teórica de Malthus. En estos momentos, el mundo tiene un volumen de
producción que permite alimentar a toda la población. Es decir, se tiene
la disponibilidad. Según las palabras de Baker: “la agricultura industrial
es buena para alimentar a las poblaciones, pero no es sostenible. Es como
una industria extractiva […] [E]l hecho de que un tercio de la tierra ahora
esté degradada debería impulsar acciones más urgentes para abordar el
problema” (en Watts, 2017). Pero aquí es necesario incorporar los otros
dos conceptos estructurales de la seguridad alimentaria, la accesibilidad y
la distribución, que el mismo modelo, por la parte económica y social, no
ha logrado resolver. Se trata de uno de los más grandes problemas sociales
de equidad y de igualdad que se tiene que encarar en esta nueva reflexión
de los objetivos que nos debemos plantear como humanidad.
Esa situación no implica solamente impactos en la naturaleza, por la
forma de producción de los alimentos, sino también en la pérdida de bio-
diversidad, de carbono y de resiliencia de los sistemas intervenidos ante
desastres. Con más de 3.200 millones de personas afectadas, este ya es uno
de los mayores problemas ambientales del mundo y empeorará sin una
acción correctiva y rápida (Watts, 2018a). Según la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, “de seguir con este
ritmo solo nos quedan 60 años de cosechas” (en Monbiot, 2017).

97
umbrales

Este es el momento oportuno para considerar y traer al debate los


conceptos de las políticas ambientales, como la mochila ecológica, que es
una relación del impacto en la naturaleza de los altos niveles de consumo,
especialmente de los países ricos, que son un importante impulsor de la
degradación del suelo en el extranjero. La huella ecológica, en especial para
los países exportadores de materias primas, se refleja en los altos impactos
de los modelos productivos implantados en sus territorios.
La valoración y la cuantificación de tales impactos, que lastimosamente
no es parte de las estadísticas en las cuentas nacionales, no permiten ver si
existe una relación positiva o negativa en las interacciones del ser humano
con los sistemas ni medir si estamos haciendo lo correcto en esta carrera
desenfrenada por insertarnos en el comercio mundial de alimentos, como
si esa fuera la panacea para los problemas complejos que estamos creando.
Un error que estamos cometiendo en el sector agropecuario, como
país, particularmente por parte de los medianos y los grandes empresa-
rios, es el de creer que el modelo agroindustrial es la solución a nuestros
problemas de pobreza y de atraso tecnológico, error que venimos arras-
trando desde nuestra creación. El Centro Común de Investigación de
la Comisión Europea señalaba que, en este modelo, “se puede observar
una disminución de la productividad en el 20% de las tierras de cultivo
del mundo, el 16% de las tierras forestales, el 19% de los pastizales y el
27% de los pastizales” (en Watts, 2017). Con estos datos podemos ver que
estamos repitiendo la misma equivocación que cometimos en el siglo xx,
con el modelo de industrialización. Es decir, embarcarnos en un modelo
que estaba en la fase final de su ciclo, donde las inversiones y los esfuerzos
no sirvieron de mucho como para sacarnos del círculo de dependencia en
el que nos encontrábamos.
En este momento la decisión es mucho más importante, puesto que
no se trata de cómo recuperarnos de los efectos del encierro, sino que,
con las decisiones que tomemos ahora, estaremos jugando nuestro futuro,
que puede llevar o evitar un desastre natural y ambiental. La depredación
y la eliminación de los bosques, desde un modelo productivo extractivista,
para habilitar tierras, representa la pérdida irreversible de las denominadas
“funciones ecosistémicas”, que nunca más las podremos recuperar, ya que

98
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

en el fondo implica la pérdida de la capacidad de resiliencia de los sistemas


que estamos interviniendo.
La propuesta de ampliar la frontera agrícola en la Amazonía y en las
pampas del departamento de Beni, bajo la lógica del modelo agroindustrial,
debería ser reconsiderada y analizada a la luz de los actuales acontecimientos,
y sobre la base de la reconfiguración de los indicadores de medición que se
utilizan para evaluar los modelos productivos que estamos implementando
a nivel mundial y que estamos copiando de manera mecánica, sin su respec-
tiva evaluación. Si no se entienden cuáles son los intereses que están detrás
de la presión por ampliar la frontera agrícola, queda la impresión de que
nuestros Gobiernos y el sector empresarial se olvidan de su rol fundamental
de velar por el desarrollo del país y la sostenibilidad de sus negocios, en el
mediano y en el largo plazo.
El informe de la Organización de las Naciones Unidas (en Watts,
2018a) subraya la necesidad urgente de que los consumidores, las empresas
y los Gobiernos controlen el consumo excesivo, particularmente de carne
de res, y que los agricultores se retiren o disminuyan las conversiones de
bosques y de humedales en tierras agrícolas o pastizales. Sin embargo, los
Gobiernos y los empresarios se empeñan en ir en contracorriente de estas
advertencias, que ahora ya han dejado de ser tan solo advertencia.
Monbiot (2017), citando a la Organización de las Naciones Unidas para
la Agricultura y la Alimentación, afirma que el impacto en la vida silvestre
de los cambios que generan las prácticas agrícolas y la expansión del área
cultivada es tan rápido y severo que no se está pudiendo medir y entender
la situación, como tampoco los efectos que su implementación podría tener
sobre los ecosistemas locales y regionales, donde se expande la frontera
agrícola. El rol que se le asigna a América Latina, de ser el proveedor de
alimentos para el mundo, es una oportunidad que tenemos que saber apro-
vechar, pero no de la manera como lo estamos haciendo y bajo este modelo.
A medida que las investigaciones dan cuenta de los efectos del modelo,
aparecen cada vez más datos de los daños que estamos ocasionando. Por
ejemplo, Monbiot (2017) recurre al informe de la Organización de las
Naciones Unidas de 2020, en el que se dice que la noción de que “el uso
de pesticidas es esencial para alimentar a una población en crecimiento,

99
umbrales

es un mito. Los agricultores y los gobiernos han sido engañados por la


industria global de pesticidas. Se han asegurado de que sus productos no
se regulen adecuadamente o, incluso, en condiciones reales, no se evalúen
adecuadamente, apoyados por un uso masivo de los medios de comunica-
ción, sobre su utilidad y sus impactos en la salud de los seres humanos y el
mundo natural. Los beneficios de estas empresas dependen del ecocidio”.
El gran reto que tenemos es salir de estos falsos mitos y presiones de
poder, que se ejercen en los niveles donde se toman las decisiones de po-
líticas. Sobre este punto, es necesario que los políticos y los empresarios
tengan interiorizada la necesidad de reconocer que la supervivencia del
mundo es más importante que los beneficios para los accionistas y otros
intereses económicos particulares, ya que los mismos no contarán para nada
cuando hayamos perdido los sistemas vivos de los que depende nuestra
supervivencia (Monbiot, 2017).
Para la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y
la Alimentación (2017), Watts (2018a) y The Guardian, las pérdidas de la
biodiversidad y de los humedales, y el deterioro de la tierra representan en
términos económicos una crisis financiera similar a la de 2008. Un aspecto
que llama la atención es la relación que Watts (2018a) hace de los préstamos
bancarios con los préstamos que nos hacemos de la naturaleza: “en aquel
entonces, la gente pedía prestado más dinero del que podía pagar. Ahora
estamos tomando prestado de la naturaleza a una tasa que es muchas veces
más alta de lo que el mundo puede sostener. […] En Europa, la industria-
lización de los bosques y la agricultura está degradando la tierra. También
estamos importando más alimentos y, al hacerlo, estamos desplazando el
impacto de nuestro consumo. Nos estamos engañando a nosotros mismos.
El desastre no golpea repentinamente como en una película de Hollywood”.
Esa situación ya está sucediendo, puesto que primero tuvo un cre-
cimiento gradual, pero ahora tenemos un freno en seco, por el lado que
menos esperábamos, en todas las economías del mundo, debido a la falta
de conciencia del problema y a la profundización del abismo que se ha ido
creando entre consumidores y productores. A esto también es necesario
añadir, tal como indica el informe de 2016 de la plataforma ipbes, “que
muchos de los que se benefician de la sobreexplotación de los recursos

100
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

naturales se encuentran entre los menos afectados por los impactos nega-
tivos directos de la degradación de la tierra y, por lo tanto, tienen el menor
incentivo para tomar medidas” (en Watts, 2018a).

Nuevas prioridades y nuevos indicadores

Si no afrontamos el reto de reevaluar los indicadores que utilizamos y de


disminuir la demanda y el consumo excesivo e irresponsable de productos,
y de disminuir los desechos, a nivel mundial, regional y local, no tendremos
el espacio y el tiempo suficientes para, mediante un rediseño integral y el
uso de tecnologías que nos den una oportunidad, reponer los recursos que
hemos sobreexplotado y crear una civilización humana regenerativa (Wahl,
2019). El mensaje de esta crisis, ya mencionado y que, por lo visto, tiene un
amplio consenso como propuesta de cambio, es que si no cambiamos los
estilos de vida, los hábitos de consumo y la forma de medir cómo usamos
la tierra, el agua, y no nos preocupamos por el ambiente, tarde o temprano
destruiremos este planeta, y buscar otro no es una opción.
En la economía tenemos varios círculos viciosos que, en definitiva,
vienen a explicar por qué hemos entrado a un modelo depredador extracti-
vista. Uno de esos círculos es el del aumento de la superficie cultivada que,
explicado en términos sencillos (ya que hay muchos otros factores que es
necesario considerar), se puede resumir como sigue: a medida que crece la
población mundial hay mayor demanda de alimentos; para producir más
alimentos se necesita incrementar la superficie agrícola; toda esa población,
por otra parte, para poder acceder a los alimentos, debe generar ingresos,
por lo cual el sistema debe generar más empleos que permitan a esa pobla-
ción tener ingresos; para generar más empleos, no obstante, debe crecer el
aparato productivo y, por tanto, se vuelve a ampliar la superficie agrícola.
Pero a ese círculo se le suma que los mercados han generado una po-
blación con la lógica del consumo excesivo y la obsolescencia. Es decir, un
sistema económico que cada vez crece más y se ha convertido en el corazón
de un monstruo imparable, porque si lo paramos, como acaba de ocurrir,
se genera el despido y el desempleo de jóvenes que no encontrarán otro

101
umbrales

trabajo. Por tanto, a pesar de que sabemos que este modelo del sistema es
depredador, parece que no tenemos otro camino que seguir transitando en él.
Lo lógica heredada del modelo de desarrollo que queremos dejar atrás
es de la homogeneidad o, como dice Toffler9 (1989), los principios del siste-
ma industrial de hace dos siglos están sufriendo cambios que el modelo se
resiste a aceptar. La propuesta de cambio apunta a trabajar sobre la base de
los principios ecológicos, a los cuales le podemos agregar que la naturaleza
está construida a partir de la heterogeneidad (física y funcional). Algunas
culturas han generado una heterogeneidad antrópica que no ha respetado
la heterogeneidad natural y, por el contrario, ha buscado construir una
estructura homogénea (el desarrollo asentado en la homogeneidad no
funciona). Es en ese sentido que se propone la definición de políticas cuyos
fundamentos estén basados en el principio natural de la heterogeneidad.
Volviendo al modelo económico, dos de las críticas formulada por
Kahneman (2012) a la economía están muy relacionadas con sus investiga-
ciones psicológicas sobre los supuestos económicos, o sobre cómo funciona
la economía, y que vienen a ser elementos pertinentes que pueden orientar
la lógica y la línea de pensamiento de las propuestas pospandemia.
La primera crítica se refiere al papel central que le da la economía a
la supuesta racionalidad y con la cual se forma y se enseña a pensar a los
estudiantes de economía. En la teoría de la racionalidad, indica el autor, se
supone que los “econos” no cometen errores porque son seres racionales.
Pero lo que estamos haciendo con los sistemas ecológicos y con la naturaleza
muestra que no existe ninguna racionalidad, a no ser la supuesta raciona-
lidad de las utilidades. La teoría de las perspectivas, que forma parte de la
economía conductual, se centra en evaluar las decisiones de las personas con
relación a las pérdidas y a las ganancias que puedan tener como resultado de
las acciones y de las decisiones que tomen. El mismo autor aclara que, en
esa evaluación, las pérdidas son las que tienen el mayor peso, en contra de
lo que se cree normalmente. Si llevamos esta posición a la temática de las
plagas y de las pandemias, en ningún momento tal supuesta racionalidad ha

9 Para Toffler, los principios de la revolución industrial son: uniformización, especialización,


sincronización, concentración, maximización y centralización.

102
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

tomado en cuenta las consecuencias de las acciones antropocéntricas del ser


humano en la salud, en el ambiente e incluso en la economía. En ese sentido,
la teoría de las perspectivas es una herramienta muy útil para pensar en un
nuevo sistema económico y social en el que, en el balance de las pérdidas
(vidas humanas, económicas, estrés, etcétera) que ha representado tener una
cuarentena, se incorpore el criterio de evaluar la dimensión y el impacto
que representaría la pérdida de las funciones ecosistémicas del planeta.
La segunda crítica, que sigue la línea de la teoría de las perspectivas,
se refiere a lo que el autor llama el “efecto de dotación”. Lo que se critica
es la consistencia de la teoría económica con relación a un valor único
para un bien, donde un precio justo y aceptable de venta y el precio justo y
aceptable de compra tendrían que ser idénticos. Sin embargo, él encontró,
en varios bienes que no son regularmente objeto de comercio, que existe
una diferencia entre el precio de comprador y de vendedor, “[c]omo si
la sola posesión de aquel bien incrementara su valor” (Kahneman, 2012:
1092). Utilizando el efecto de dotación al caso de los impactos que estamos
ocasionando en la naturaleza, la reflexión en términos económicos de los
cambios que debemos realizar es dejar de ver las funciones ecosistémicas
de la naturaleza como bienes objeto de comercio, ya que el hecho de tener
posesión de un patrimonio natural, que genera beneficios, lleva al criterio
de un incremento del valor, no solo de cambio, sino de uso del mismo.
Ahora bien, ¿por qué es importante esta teoría de la dotación en nuestra
situación de búsqueda de alternativas para la formulación de propuestas?
La función del valor con aversión a la pérdida que presenta la teoría de las
perspectivas, que en nuestro caso no solo es de pérdida de la naturaleza, sino
de pérdida de libertad, de derechos, de salud e incluso de la vida, permite
explicar cómo el efecto de dotación podría ayudarnos a plantear alternativas
para los problemas que han surgido. Dadas las circunstancias de pérdida
de las bases productivas (agua, suelo y biodiversidad) y de los ecosistemas,
de los cuales depende la humanidad para su sobrevivencia, el mundo no
puede seguir con la actual lógica económica de poner un mismo precio a
la naturaleza y a sus productos. La disposición para aceptar tales cambios
depende del “punto de referencia” que, en nuestro caso, está referido a qué
hacer después de la pandemia.

103
umbrales

Lo anterior significa poner en el actual ambiente de alta incertidumbre


el desafío de cambiar los supuestos convencionales de la economía, en un
contexto de futuros cambios donde la variabilidad de las decisiones que
describen la teoría de las perspectivas y la dotación actúan movidos por el
impacto emocional e inmediato de las ganancias y de las pérdidas, llevando
a ver que las consecuencias sociales, psíquicas y emocionales de una cua-
rentena generarán cambios en las perspectivas que se tenían en el mediano
y en el largo plazo sobre la riqueza y el equilibrio global.
En este nuevo contexto, la tendencia de las propuestas de políticas y de
estrategias irá incorporando como punto de partida y de análisis el tema am-
biental. Incluso en el ámbito reflexivo se tiene el viraje interesante de muchos
politólogos hacia la consideración de los aportes de las políticas ecológicas
o ambientales como tema central para analizar una nueva forma de hacer
política. Por tanto, la tendencia de las propuestas insta a una mayor adopción
de soluciones sistémicas y ecológicas que, a menudo, son más rentables y
sostenibles. El fomento hacia un uso mayor de los “bonos verdes” (una for-
ma de financiamiento que tiene como objetivo recompensar las inversiones
sostenibles a largo plazo) y de más pagos por los servicios del ecosistema
(efectivo para las comunidades que conservan bosques, ríos y humedales, que
tienen un beneficio más amplio para el medio ambiente y la sociedad) son
ejemplos de la orientación y de la tendencia de las políticas (Watts, 2018b).
El fracaso del modelo agroproductivo, en términos de sus impactos en
la naturaleza, la eficiencia energética, la calidad de los alimentos y la salud,
es el reflejo de las prioridades distorsionadas en la financiación de la ciencia,
la investigación, el desarrollo tecnológico y las innovaciones. Por ejemplo,
las subvenciones para la investigación sobre cómo matar insectos a través
de los insecticidas no tienen fin; por el contrario, apenas hay dinero para
descubrir cuáles podrían ser los impactos de esa matanza (Monbiot, 2017).
En ese sentido, los ajustes que debemos hacer requieren tomar como
base todas las recomendaciones que ya se nos han venido proponiendo.
Necesitamos nuevos indicadores de evaluación de los impactos del sector
agropecuario, con reglas firmes basadas en los resultados de esas evalua-
ciones, obligando a quienes usan la tierra a proteger y a restaurar los eco-
sistemas, de los cuales todos dependemos. Asimismo, se necesita reducir

104
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

la cantidad de tierra utilizada por la agricultura, mientras se mantiene la


producción de alimentos, y hacer un control de la ganadería, actividad en la
que una gran superficie de los pastizales y muchos de los cultivos se utilizan
para pastoreo.10 Esto nos permitirá cuidar y conservar tanto nuestras áreas
protegidas, que son un enorme refugio para la vida silvestre, como el suelo
que, como dice Monbiot, es “una inversión contra un futuro aterrador”
(2017). Deberíamos analizar con mucho cuidado las nuevas leyes y los
decretos que permiten la producción de cultivos con fines de producción
de biocombustibles, ya que son tierras que se están dejando de usar para la
producción de alimentos.
Si bien el concepto original de desarrollo sostenible, formulado por la
Comisión Brundlant en 1987, tenía de fondo la propuesta y el debate de un
crecimiento cero, apoyado principalmente por los países desarrollados, dicha
propuesta permanece en el debate, más aún en estos momentos en los que se
ve que el principal indicador y fuente de medición del éxito de las políticas
macroeconómicos y sectoriales es la tasa de crecimiento del producto interno
bruto. Incluso hemos tenido en Bolivia el pago de un segundo aguinaldo cada
vez que se alcanzó una tasa de crecimiento del producto interno bruto del
4,5%. Pero es justamente este tiempo el ideal para plantearnos un quiebre,
en el que debemos cuestionarnos si esta forma de medir el crecimiento y de
dar los incentivos, que algunos toman como sinónimo de desarrollo, sería
el mejor indicador para enfrentar los retos que se nos avecinan.
En el marco de la serie de propuestas que están surgiendo para un esce-
nario pospandemia, 144 científicos holandeses, basándose en los principios
del decrecimiento,11 han formulado un manifiesto fundado en cinco puntos

10 Monbiot indica que “un estudio en Gran Bretaña sugiere que, si dejamos de usar productos
animales, todos en Gran Bretaña podrían ser alimentados con solo 3 millones de nuestras
18.5 millones de hectáreas de tierras agrícolas actuales (o en 7 millones de hectáreas si toda
nuestra agricultura fuera orgánica)” (2017).
11 Los cinco puntos propuestos por los holandeses son: 1) Pasar de una economía enfocada en
el crecimiento del producto interno bruto a diferenciar entre sectores que pueden crecer y
requieren inversión (sectores públicos críticos, energías limpias, educación, salud) y sectores
que deben decrecer radicalmente (petróleo, gas, minería, publicidad, etcétera). 2) Construir
una estructura económica basada en la redistribución, que establezca una renta básica universal,
un sistema universal de servicios públicos, un fuerte impuesto a los ingresos, al lucro y a la

105
umbrales

para el cambio económico. Wahl (2019) coincide en proponer, en el marco


de una agricultura regenerativa,12 el desarrollo de una cultura regenerativa.13
Este autor indica que “lo que realmente estamos intentando sostener es el
patrón subyacente de salud, resiliencia y adaptabilidad que mantienen a este
planeta en una condición en la que la vida en su totalidad pueda florecer. El
diseño para la sostenibilidad es, en última instancia, el diseño para la salud
humana y planetaria” (Wahl, 2019).
Las propuestas surgidas en la década de 1980 tienen bastantes argu-
mentos, ejemplos y resultados que son el respaldo y la fuerza necesaria para
ser tomadas en cuenta en la etapa que viene. Me refiero a los conceptos
de ‘bioeconomía’, ‘economía ecológica’, ‘resiliencia’, ‘intertransdiscipli-
nariedad’ y ‘transdisciplinariedad’, ‘pensamiento complejo’ y otras nuevas
teorías que desafían la mirada cartesiana atomística y antropocéntrica que
ha caracterizado ese modelo de desarrollo
Las propuestas mencionadas son un espacio propicio para consolidarse
como nuevas maneras de hacer producción y de interactuar con la naturaleza.
Vienen a ser una oportunidad para construir una economía diferente, en la
cual las finanzas y las acciones impulsen empleos sostenibles, sobre la base
del crecimiento verde y de una forma distinta de vida, donde se propone
que el ser humano reconozca que es parte de la naturaleza y deje de lado
su visión antropocéntrica de dominar la naturaleza.

riqueza, horarios de trabajo reducidos y trabajos compartidos, y que reconozca los trabajos
de cuidados. 3) Transformar la agricultura hacia una regenerativa, basada en la conservación
de la biodiversidad, sustentable y con producción local y vegetariana, además de condiciones
de empleo y salarios agrícolas justos. 4) Reducir el consumo y los viajes, con un drástico cam-
bio de viajes lujosos y de consumo despilfarrador a un consumo y viajes básicos, necesarios,
sustentables y satisfactorios. 5) Cancelación de la deuda, especialmente de trabajadores y de
poseedores de pequeños negocios, así como de países del Sur Global (tanto la deuda a países
como a instituciones financieras internacionales) (El Clarín, 23 de abril 2020).
12 La agricultura regenerativa es un enfoque de conservación y de rehabilitación de los sistemas
alimentarios y agrícolas. Su objetivo es hacer rentables las explotaciones agroganaderas,
reduciendo sus gastos y aprovechando las asombrosas relaciones simbióticas entre animales,
plantas y vida en el suelo.
13 Una cultura humana regenerativa es saludable, resistente y adaptable; se preocupa por el
planeta y le importa la vida, consciente de que esta es la manera más efectiva de crear un
futuro próspero para toda la humanidad.

106
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

Siguiendo esa línea, el reto es incorporar tales planteamientos en la cons-


trucción de políticas públicas y en las acciones del Estado, porque las bases
de sus argumentos y de sus propuestas muestran su solidez como medio para
evitar crisis y pandemias. Por lo mismo, cobrarán ahora más fuerza que nunca.
En ese sentido, como primer punto, tomemos la propuesta de la teoría
de la bioeconomía. Sin necesidad de entrar en un análisis detallado de sus
argumentos, lo que esta corriente teórica propone es incorporar en la mente
de los operadores y de los hacedores de políticas la lógica de una “economía
circular”, que no habla de desechos, sino de circuitos y de insumos. En ella,
el enfoque de integralidad y sistémico se convierte en el eje ordenador de los
procesos, las acciones, los resultados y los indicadores que se busca insertar
en una política de desarrollo socioeconómico más amplia.
En el fondo, en términos estructurales, este cambio de lógica repre-
senta dejar de pensar bajo la lógica de una “economía lineal”. En términos
operativos, implica, primero, que las universidades dejen de formar a los
futuros profesionales como lo han estado haciendo, ya que el mundo de-
manda otras habilidades y capacidades. Se necesita cambiar de una visión de
un mundo fragmentado, con estancos y sectorializado, a un modelo mental
más cercano a la realidad, que funcione bajo sistemas y esté enfocado en lo
holístico; es decir, con una mirada en la totalidad.
La formación que hoy tienen los jóvenes en las carreras de las áreas
económica, administrativa y de agricultura está basada en los principios
de los paradigmas positivista, cartesiano y atomista, principios que deben
cambiar hacia una educación con una visión sistémica, integral y holística.
Esto significa pasar del “Homo oeconomicus” al “Homo bioeconomicus”.
En segundo lugar, y una vez cumplido el primer paso, y de manera paralela,
se deben hacer cambios importantes en las estructuras estatales, empezando
por los indicadores y la forma de trabajar y de medir las cuentas nacionales,
enfocados tan solo en medir el crecimiento a través del producto interno bruto,
dejando de lado el verdadero concepto de desarrollo. Esto debe partir de la
voluntad de cambiar las estructuras institucionales heredadas. Se trata de un
desafío inmenso que tiene que empezar por los ministerios del área económica,
como los de Economía y Finanzas Públicas, de Planificación del Desarrollo,
de Desarrollo Productivo y Economía Plural, y de Desarrollo Rural y Tierras,

107
umbrales

entre otros. Estas son instituciones y organizaciones producto de la lógica de


un modelo capitalista, positivista y fragmentador del conocimiento.
Por otra parte, también la relación actual entre actores como el Estado,
la Universidad, la sociedad y las empresas es la que debe cambiar, ya que,
si no se construyen las sinergias necesarias para los cambios, el Estado y
las empresas no podrán contar con recursos humanos formados que en-
tiendan el desafío y promuevan los cambios necesarios que se necesitan
para afrontar la construcción de un nuevo paradigma. Las instituciones
que tenemos son la madre de todos nuestros problemas; son las que ponen
los bloqueos y todos los argumentos legales, a través de su personal que
no quiere cambiar por miedo a lo que viene, para mantener un “statu quo”
que no las saque de su modorra y de procesos burocráticos, convirtiéndose
en la fuente principal de desequilibrios y de desorden, y difundiendo te-
mor e incertidumbre en la sociedad y en aquellos que sí quieren generar
cambios. En este sentido, el Gobierno y los partidos políticos precisan
tener acuerdos y compromisos políticos al más alto nivel, a fin de hacer
los cambios institucionales que se necesitan. Si no llegáramos a concretar
esos acuerdos, seguiremos, como país, transitando el mismo camino y,
más aún, siendo funcionales a las prioridades y a los intereses personales
y corporativos externos.
De manera específica, en el sector productivo agropecuario y rural tam-
bién es necesario hacer cambios estructurales importantes. Primero se debe
reconocer que el camino seguido hasta ahora, por más de 70 años, ha dado
lugar al surgimiento de un sector agroindustrial que recibe un fuerte apoyo,
negocia e impone sus intereses con los gobiernos de turno; pero también
impone, marca y delinea las políticas de Estado en el sector. Esta situación ha
llevado a acrecentar la brecha de desigualdad con los pequeños productores y
la agricultura familiar, cuyo aporte y relevancia en la economía de mercado fue
perdiendo importancia con el tiempo, a pesar de haber tenido un Gobierno
que decía apoyarlos y considerarlos como parte central de las prioridades de
las políticas, mas esto solo se plasmó en el discurso y solamente se los men-
cionó en las políticas para dar la imagen de no ser excluidos.
Tomando en cuenta las tendencias que se han venido dando en los últi-
mos 20 años, más aún considerando que esos cambios se van a profundizar,

108
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

Bolivia tiene que pensar tanto en un cambio de forma como en un cambio


de la “matriz agroproductiva y agroalimentaria” del país.
¿Que representa este cambio? Así como tenemos el reto y el objetivo
de hacer un cambio en la matriz energética nacional, para pasar de los
combustibles fósiles, que son energías no renovables, al uso de energías
renovables (eólica, solar, geotérmica, hidroeléctrica, biomasa, etcétera), en
el sector agropecuario se necesitan realizar dos grandes cambios.
El primero, y el más importante, consiste en dejar de implementar el
modelo productivo del agronegocio o de la agroindustria como si fuera la
solución a todos nuestros problemas; apoyado en el denominado “modelo de
insumos de alto rendimiento” (conocido como “revolución verde”), basado
en el uso de un paquete tecnológico que comprende el uso de plaguicidas,
fertilizantes, semillas mejoradas (transgénicos), maquinaria y riego, cuya
fuente de crecimiento es el uso excesivo de energías no renovables. Si que-
remos sistemas productivos sostenibles, es necesario trabajar en el diseño
de una estrategia de transición hacia un modelo sistémico integral. Este
debe sustentarse en los ciclos biológicos y de energía en los que se respeten,
como fuente de crecimiento, las funciones ecosistémicas de la naturaleza,
buscando sostener los procesos y las funciones que conectan y fortalecen el
sistema en su conjunto. Además, debe tener la capacidad de escalabilidad;
es decir, ser viable desde lo local a lo regional y lo global.
El segundo cambio tiene que ver con realizar un análisis que permita
poner límites para definir hasta dónde se puede permitir continuar con la
producción de los cultivos convencionales del sector agroindustrial, ligados
a los mercados de los commodities (caña de azúcar, soya, trigo, maíz, sorgo,
etcétera), además de dar curso a una nueva matriz productiva, basada en
la introducción y el uso de cultivos que respondan a las nuevas demandas
del mercado de alimentos (la nutrigenómica, los alimentos inteligentes, los
componentes esenciales,14 etcétera). Se trata de cultivos como la quinua, el
amaranto, los tubérculos andinos y varias frutas amazónicas, y de ganadería

14 La nueva industria alimenticia está basada en la extracción de los componentes esenciales


de los alimentos, lo cual deriva en dos tipos de industrias: la industria de extracción (food
extraction) y la industria de recomposición o de combinación (food recomposition).

109
umbrales

como los camélidos, en los que tenemos ventajas comparativas importantes,


y tienen el potencial de insertarse en estas demandas que se están abriendo
en los nuevos mercados emergentes.
La relevancia que ha cobrado la biotecnología en el sector agropecua-
rio es uno de los caminos que la estrategia no debe dejar de visualizar. Los
impactantes avances que se tienen en la edición genómica, producto de la
utilización del método crisp-cas9, están dando un cambio trascendental a
la forma de hacer agricultura y pecuaria en el sector. El desarrollo de cultivos
que soporten las sequías, el riego con agua salada, con mayor contenido de
vitaminas, y la resistencia a plagas y a enfermedades no solo son aspectos
potenciales, sino realidades que ya se tienen y que se están desarrollando.
Esta tecnología, por los niveles y los alcances que está teniendo en todos los
campos de la economía y del mismo sector agropecuario, a la que denomino
“modelo de los recursos genéticos”, es y debe ser el componente central sobre
el cual proyectar la estrategia del desarrollo agropecuario del país. Es decir,
la construcción de los lineamientos estratégicos debe estar asentada en las
proyecciones y en las potencialidades que nos depara esta nueva tecnología.
Estos cambios no implican tan solo aumentar la productividad, man-
teniendo la lógica de los sistemas simplificados basados en el monocultivo,
en el marco del modelo de la revolución verde. También representan la
implementación de políticas social y ambientalmente correctas, que pue-
den ser tan efectivas como las medidas que van por el lado del control de
la demanda y los cambios en los hábitos de la dieta, o que busquen una
mejora de las tecnologías de producción. La propuesta, todo un reto,
es generar sistemas productivos integrales, complejos y modernos;15 un
conjunto­holístico­formado por la agricultura, la ganadería y la silvicultura
sostenibles y regenerativas, de manera que sea posible alimentar a toda la
población mundial de modo saludable y sin agotar los recursos naturales a
nuestro alcance (Estévez, 2016).
Por tanto, no debemos dejar de considerar que los mercados interna-
cionales y la demanda de alimentos, por parte de una población cada vez

15 Por moderno es necesario entender la aplicación de las tecnologías que están impulsando
la agricultura del futuro: sensores, big data, blockchain, agricultura de precisión, aplicaciones
(apps) y edición genética.

110
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

más informada, se moverán hacia las exigencias del cumplimiento de ciertos


parámetros de producción que garanticen que la producción es orgánica,
que no hay trabajo y explotación de niños y de niñas, que no se está con-
taminando el ambiente. Esto implica la implementación de normativas y
de legislaciones a nivel mundial, regional y de cada uno de los mercados
locales, donde se exigirá el cumplimiento de ciertos indicadores. En ese
sentido, los indicadores tomarán en cuenta parámetros que hasta ahora se los
iba mencionando, pero no eran de cumplimiento condicional. Parámetros
como la huella de carbono, que dará paso a la denominada agricultura del
carbono (baja en emisiones y con secuestro de carbón), la huella hídrica,
el manejo holístico y la certificación orgánica, entre otros indicadores que
garanticen que se tienen procesos que regeneran y revitalizan el suelo y
el ecosistema, serán los indicadores que definirán la entrada, la salida o
la apertura de nuevos mercados. Para este nuevo tipo de demanda tiene
que ser organizado nuestro sistema de producción y de innovación, con el
objetivo de ampliar los mercados de llegada, si es que no queremos perder
los pocos mercados que tenemos abiertos.
La capacidad de incorporar una mirada macro a la planificación del
uso y del manejo del territorio es otro de los aspectos del cambio estructu-
ral que se propone. De manera crucial, es importante el cambio desde un
manejo de cuencas hidrográficas hacia un enfoque geográfico más amplio,
que tenga en cuenta el uso de la tierra en áreas distantes, particularmente
me refiero a los bosques de la Amazonía, ya que estos son parte de un ciclo
hidrológico vital para el abastecimiento de agua.
Aunque los agricultores han visto durante mucho tiempo los árboles
como un medio para el suministro de agua, los estudios más recientes de
la cuenca del Amazonas muestran que la vegetación ayuda a reciclar y a
distribuir el agua hacia espacios lejanos, en lo que denominan “ríos aéreos”,­
donde el volumen de agua transportada es incluso superior al agua que
transporta el río Amazonas. Ese volumen de agua transportada es vital como
fuente principal de abastecimiento de agua en los valles y en la región andina,
llegando incluso hasta el sur de Bolivia y el norte Argentina. No considerar
esa dependencia del servicio ambiental brindado por la Amazonía, a través
de esos ríos aéreos, representa sacrificar la viabilidad de varias regiones y

111
umbrales

ciudades importantes, en el mediano plazo, con la falta de agua, poniendo


en un alto riego la supervivencia y la sostenibilidad de esas urbes y de los
territorios que dependen de este suministro para la producción. En este
sentido, la magnitud del desafío consiste en no solo tener una mirada de
cómo planificar el uso de los suelos en la región de la Amazonía, sino en
ver, con una mirada sistémica, los efectos que puede tener un modelo
productivo convencional, agroindustrial de desbosque y depredador, en las
otras regiones, cuyos sistemas dependen de manera directa y simbiótica de
lo que ocurra en la región amazónica.

Bibliografía

Albarracin, Jorge
2015 “Modelos de desarrollo basados en las fuentes de crecimiento”.
En: Estrategias y planes de desarrollo agropecuario en Bolivia. La
construcción de la ruta de desarrollo sectorial 1942-2013. La Paz:
Plural editores.
2019 “Los desafíos del siglo xxi para el sector agropecuario bolivia-
no”. En: Bolivia en el siglo xxi: transformaciones y desafíos. La Paz:
Plural editores.
Banco de Desarrollo Productivo
2019 Memoria anual 2018. La Paz.
El Clarín
2020 “Holandeses avanzan en el escenario pospandemia y proponen
un modelo económico basado en el decrecimiento”. El Clarín
(digital), “Economía” (23 de abril 2020). Chile. Disponible en:
https://www.elclarin.cl/2020/04/23/holandeses-avanzan-en-el-
escenario-pospandemia-y-proponen-un-modelo-economico-
basado-en-el-decrecimiento/
Estévez, Ricardo
2016 “¿En qué consiste la agricultura regenerativa?”. Ecointeligencia
(blog) (10/02/2016). Disponible en: https://www.ecointeligencia.
com/2016/02/agricultura-regenerativa/

112
la urgencia de buscar el cambio (…) o una crisis irreversible

Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados


2020 “Devolviendo tierras a la naturaleza con agricultura de alto ren-
dimiento”. Mundo Agropecuario (web) (17/04/2020). Disponible
en: https://mundoagropecuario.com/devolviendo-tierras-a-la-
naturaleza-con-agricultura-de-alto-rendimiento/
Kahneman, Daniel
2012 Pensar rápido, pensar despacio. Trad. de Joaquín Chamorro. Es-
paña: Debate.
King, Lonnie
2004 Enfermedades zoonóticas emergentes y reemergentes: desafíos y opor-
tunidades. Francia: Organización Mundial de Sanidad Animal.
Kuhn, Thomas
1971 La estructura de las revoluciones científicas. México: Fondo de
Cultura Económica.
Monbiot, George
2017 “Insectageddon: farming is more catastrophic than climate break-
down” (“Insectageddon: la agricultura es más catastrófica que el
colapso climático”. The Guardian, edición internacional digital
(20/10/2017). Disponible en: https://www.theguardian.com/
commentisfree/2017/oct/20/insectageddon-farming-catastro-
phe-climate-breakdown-insect-populations
Noticias onu
2020 “La pandemia de coronavirus es una oportunidad para cons-
truir una economía que preserve la salud del planeta”. Edición
internacional digital (07/04/2020). Disponible en: https://news.
un.org/es/story/2020/04/1472482?fbclid=iwar15mpsbrbacc
uy6a1ukc1_pvjwfru8ugtxgw0-0jajqxn_-wqfafrw86dm
The Guardian
2016 “Decline of bees poses potential risks to major crops, says un” (“La
disminución de las abejas plantea riesgos potenciales para los
principales cultivos, dice la onu”). Edición internacional digital
(26/02/2016). Disponible en: https://www.theguardian.com/
environment/2016/feb/26/decline-of-bees-poses-potential-
risks-to-major-crops-says-un

113
umbrales

2020 “Insect numbers down 25% since 1990, global study finds” (“Los
números de insectos disminuyeron un 25% desde 1990,
según un estudio global”). Edición internacional digital
(23/04/2020). Disponible en: https://www.theguardian.com/
environment/2020/apr/23/insect-numbers-down-25-since-
1990-global-study-finds
Toffler, Alvin
1980 La tercera ola. Bogotá: Plaza & Janes.
Wahl, Daniel
2019 “La sostenibilidad ya no es suficiente, necesitamos culturas
regenerativas”. Age Of Awarenwss (web) (31/07/2017). Dispo-
nible en: https://medium.com/age-of-awareness/la-sostenibi-
lidad-ya-no-es-suficiente-necesitamos-culturas-regenerativas-
5b2e5032ea2a
Watts, Jonathan
2017 “Third of Earth’s soil is acutely degraded due to agriculture”
(“El tercio del suelo de la Tierra está muy degradado debido
a la agricultura”). The Guardian, edición internacional digital
(12/09/2017). Disponible en: https://www.theguardian.com/en-
vironment/2017/sep/12/third-of-earths-soil-acutely-degraded-
due-to-agriculture-study
2018a “Land degradation threatens human wellbeing, major report warns”
(“La degradación de la tierra amenaza el bienestar humano,
advierte un importante informe”). The Guardian, edición in-
ternacional digital (26/03/2018). Disponible en: https://www.
theguardian.com/environment/2018/mar/26/land-degrada-
tion-is-undermining-human-wellbeing-un-report-warns
2018b “Water shortages could affect 5bn people by 2050, un report
warns” (“La escasez de agua podría afectar a 5.000 millones de
personas para 2050, advierte informe de la onu”). The Guar-
dian, edición internacional digital (19/03/2018). Disponible en:
https://www.theguardian.com/environment/2018/mar/19/water-
shortages-could-affect-5bn-people-by-2050-un-report-warns

114
Umbrales, número 36, 2020, pp. 115-141, ISSN 1994-4543

Estrategias de salida a la crisis del covid-19:


consideraciones sobre el caso boliviano
Strategies to exit from the covid-19 crisis:
considerations on the Bolivian case
Roger Edwin Rojas Ulo1

Resumen

Los esfuerzos por contener los efectos de la pandemia han dado lugar a un cambio
completo en la perspectiva económica de mediano y de largo plazo, y en el debate
sobre la eficiencia del diseño y de la implementación de diferentes políticas econó-
micas, sociales, institucionales, tecnológicas y ambientales (denominadas “estrategias
pospandemia”). En ese contexto, este artículo presenta un análisis sobre el desempeño
de la economía y la implementación de políticas, y sus posibles implicaciones econó-
micas, en un escenario pospandemia, teniendo como idea central que la crisis del coro-
navirus también puede ser fuente de oportunidades para el desarrollo de la economía.
De igual manera, en el caso boliviano, es factible revisar y evaluar las prioridades de
desarrollo considerando aspectos de orden económico, ambiental e institucional, los
cuales son planteados en este artículo. El proceso electoral en marcha, el debate aca-
démico y otras instancias pueden constituirse en escenarios de análisis y de discusión
para su posterior implementación en el proceso pospandemia.

Palabras clave: covid-19, desarrollo económico, políticas públicas, estrategias pos-


pandemia.

1 Roger Edwin Rojas Ulo es economista, doctor en Ciencias del Desarrollo. Es coordinador/
docente del Postgrado en Ciencias del Desarrollo-Universidad Mayor de San Andrés
(cides-umsa). edwin.rojas@cides.edu.bo

115
umbrales

Abstract

Efforts to contain the effects of the pandemic have led to a complete change in the medium and
long-term economic perspective and in the debate on the efficiency of the design and imple-
mentation of different economic, social, institutional, technological, and environmental policies
(called “post-pandemic strategies”). In this context, this article presents the performance of
the economy and the implementation of policies and their possible economic implications in a
post-pandemic scenario, with the core idea that the coronavirus crisis may also be a source of
opportunities for economic development. Likewise, in the Bolivian case, it is feasible to review
and evaluate development priorities considering economic, environmental and institutional
aspects, which are proposed in this article. The electoral process underway, the academic debate,
and other instances, can become scenarios of analysis and discussion for its subsequent imple-
mentation in the post-pandemic process.

Keywords: covid-19, Economic Development, Public Policy, Post-pandemic strategies.

Introducción

A finales de 2019 el mundo se anotició del brote de una nueva cepa de co-
ronavirus en el distrito industrial de Wuhan, provincia de Hubei, República
Popular China. El nuevo coronavirus ha sido denominado “sars-cov-2”
y la enfermedad que causa ha sido llamada “covid-19” (Coronavirus Infec-
tious Disease-19, el número en referencia al año 2019) por la Organización
Mundial de la Salud.
Frente a la proliferación del virus, los Gobiernos aplicaron una gama
de políticas para contener su propagación, como el distanciamiento social,
buscando que la infraestructura médica para tratar a los enfermos no sea des-
bordada y para evitar procesos de inestabilidad social, política y económica.
En Bolivia, las autoridades nacionales efectuaron una respuesta tímida
y dosificada ante el brote de la pandemia, probablemente explicada por la
capacidad limitada del país en materia de salud pública, así como por el
proceso de transición gubernamental y el periodo electoral que se vienen
atravesando desde fines de la gestión pasada. De esa manera, al principio
de la pandemia no se aplicó una política activa que implicara, por ejemplo,
el cierre de fronteras u obligara al distanciamiento social. A medida que los

116
estrategias de salida a la crisis del covid-19

efectos de la propagación del coronavirus se fueron agravando, el Gobierno


central estableció medidas de confinamiento mucho más activas (llegándose
incluso a “encapsular” determinadas regiones), las cuales fueron acompa-
ñadas con políticas de compensación y de estímulo económico al sector
productivo, y de transferencia de recursos bajo diferentes modalidades a
diversos sectores sociales de la población.
Los esfuerzos realizados por contener los efectos del coronavirus dieron
lugar a un cambio completo en las perspectivas de desarrollo y en el debate
sobre la eficiencia de la implementación de diferentes políticas económicas,
sociales, institucionales, de desarrollo tecnológico y ambientales que, en
conjunto, han venido a ser denominadas “estrategias pospandemia”.
En ese contexto, en el presente artículo se expone un análisis sobre
la puesta en marcha de políticas económicas y sus posibles implicaciones
para el desempeño de la economía, en un escenario pospandemia, teniendo
como idea central que la crisis del coronavirus también puede ser fuente
de oportunidades para el desarrollo. Para tal efecto, a continuación se
describen los antecedentes y se realiza una recapitulación de los impactos
económicos a nivel global. Luego se presenta la situación macroeconómica
nacional en el proceso de transición gubernamental. Posteriormente, con
base en la idea central del artículo y en los antecedentes previos, se ana-
lizan las estrategias de contención y de salida a la crisis del coronavirus,
considerando principalmente aspectos de orden económico, tecnológico,
institucional y ambiental. Se finaliza con algunas conclusiones, consideradas
como las más relevantes.

Antecedentes y contexto global

Desde que el mundo se anotició del brote de una nueva cepa de coronavirus,
los Gobiernos han aplicado diferentes políticas para contener su propa-
gación, con el objetivo de que la infraestructura médica para tratar a los
enfermos no sea desbordada. Por otra parte, en diferentes países se están
realizando investigaciones para hallar la vacuna que permita enfrentar a la
brevedad los efectos del coronavirus.

117
umbrales

Hay variaciones en cuanto a las políticas aplicadas contra la disemi-


nación del coronavirus a escala mundial, con algunos países que optaron
por subestimar los efectos sociales y económicos del virus, y otros que
recurrieron a cuarentenas y a aislamientos forzosos, afectando el bienestar
social. En cuanto a la población, esta ha respondido de manera diversa a
las estrategias enfocadas en el distanciamiento social, respuesta que puede
ser explicada por medio de variables de orden económico, social y cultural.
Así, hasta principios de mayo de 2020, se estima que 3.507.969 personas
en el mundo fueron diagnosticadas con la enfermedad en más de 185 países
(El País, 2020). De ese total de infectados, 1.130.353 personas ya se curaron
y 247.661 perdieron la vida. Debido al avance de la pandemia, gran parte de
la población mundial ha sido sometida a algún tipo de confinamiento y los
países que fueron afectados al principio dieron también inicio a medidas para
suspender el confinamiento, esperando que los nuevos casos confirmados
continúen con ritmo a la baja.
Diferentes investigaciones en las que se analiza la relación entre la
proliferación del coronavirus y el desempeño de la economía señalan que la
celeridad del proceso de deterioro económico es la característica principal
que diferencia esta crisis frente a las situaciones de crisis económicas que
vivió la humanidad en el último siglo, como la reciente Crisis Financiera
Global de 2008 o la Gran Depresión de 1929.
Una vez que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia,
a principios de marzo, las proyecciones económicas para 2020, generadas a
inicios de año por diferentes organismos internacionales, calificadoras de
riesgo e instituciones académicas y privadas, tuvieron que ser ajustadas a
la baja. Esas nuevas proyecciones muestran un rápido proceso de desace-
leración de la economía a escala global, a lo largo en la presente gestión,
esperando una recuperación favorable durante el 2021, bajo el supuesto
de que, en el corto plazo, se atenderán de manera exitosa los efectos del
coronavirus y que, sobre la base de estímulos fiscales y monetarios se podrá
mejorar el desempeño de los mercados y, por ende, de la economía global.
Sin embargo, debido a factores de difícil previsión, como la intensidad de
la epidemia y la eficacia en los esfuerzos de contención, tales proyecciones
favorables están sujetas a mucha incertidumbre.

118
estrategias de salida a la crisis del covid-19

En efecto, como se puede advertir en el grafico 1, el Fondo Monetario


Internacional, en su informe de abril de 2020, estima que la economía
mundial durante esta gestión sufrirá una brusca contracción por efecto
del coronavirus, proyectándose un crecimiento global de -3,0%.
Adicionalmente, la desagregación del impacto del coronavirus sobre el
crecimiento económico mundial muestra que también quedarán afectadas
las economías avanzadas (-6,1%) y las emergentes y en desarrollo (-1,0%),
con lo cual se obtendrían valores negativos que superarán los niveles de
la Crisis Financiera Global de 2008.

Gráfico 1
Crecimiento económico mundial y perspectivas 2020 y 2021
(En porcentajes)

8
Enero 2020
6
4,4
3,3
4
1,6
2
0
-1,0 -2
-3,0 -4
-6
-6,1
-8
2019 2020(p) 2021(p) 2019 2020(p) 2021(p) 2019 2020(p) 2021(p)
Economía mundial Economías avanzadas Economías emergentes y desarrollo

Fuente: Fondo Monetario Internacional (2020).

En perspectiva, los análisis sobre los posibles escenarios de recuperación


prevén una caída marcada en el primer trimestre y, luego, una rápida recu-
peración en el siguiente trimestre (también denominada “forma en v”). No
obstante, considerando que la crisis del coronavirus afecta a variables tanto
de oferta como de demanda agregadas, se considera que la contracción que
está en marcha no se parece a una forma en v ni a una forma en u, como
tampoco a una forma en l o a un escenario marcado por la crisis, seguida

119
umbrales

de estancamiento. Al respecto, Roubini (2020) considera que se parece a


una contracción de la economía global en forma de I o en línea vertical, la
cual expresa el derrumbe de la economía real y de los mercados financieros
de modo súbito, y el incierto proceso de recuperación.
Tomando en cuenta la experiencia que dejó la Crisis Financiera Global
de 2008, en el escenario favorable, se considera que la crisis económica del
coronavirus sería, en magnitud, mucho más severa que aquella otra, expre-
sada en términos de una menor producción global, pero con una duración
mucho más corta, permitiendo el retorno a un crecimiento económico
positivo a finales de la presente gestión. De manera complementaria, se
dejarían de lado las expectativas negativas y el resto de los mercados co-
menzarían a recuperarse generando cierta dinámica a la economía global.
Empero, el establecimiento del mejor escenario de crisis para el
coronavirus supone varias condiciones. Por una parte, principalmente Estados
Unidos, Europa y las economías emergentes deben desplegar medidas
generalizadas de testeo, rastreo y tratamiento del covid-19, cuarentenas
obligatorias y un aislamiento a plena escala, similar al implementado por
China. Esto también implicaría desarrollar y producir una vacuna contra el
coronavirus, y a gran escala demoraría entre 18 y 24 meses; mientras tanto,
sería necesario dictar medidas sanitarias a escala masiva y de forma eficiente.
Por otra parte, se asume que se mantendrá la implementación de polí-
ticas económicas poco convencionales para enfrentar la crisis. En el ámbito
monetario, por ejemplo, esto significa la aplicación de tasas de interés cero o
negativas, alivios crediticios para respaldar a los bancos y a las instituciones
no bancarias. En ese marco, por citar un caso, durante el primer trimestre
de 2020 la Reserva Federal de Estados Unidos disminuyó las tasas de in-
terés, inyectado liquidez, y expandió sus líneas swap transfronterizas, para
abordar la inmensa escasez de liquidez en dólares en los mercados globales
(Roubini, 2020).
De igual manera, se considera que los Gobiernos requieren desplegar
un enorme estímulo fiscal que permita recuperar el crecimiento económico
y superar el proceso de crisis generado por el coronavirus, y, en general,
impedir el colapso del sector privado, apoyando y fortaleciendo el nivel
de consumo mediante desembolsos directos, lo que se ha denominado

120
estrategias de salida a la crisis del covid-19

“distribución en helicóptero” a los hogares. Al respecto, debido a las políticas


de estímulo fiscal aplicadas y al nivel de recursos que se tiene previsto
desembolsar en las economías avanzadas, se estima que los déficits fiscales
subirán a alrededor del 10% del pib, o más, durante la presente gestión.
Las primeras evaluaciones realizadas muestran que la respuesta de sa-
lud pública a la pandemia en las economías avanzadas no ha sido del todo
eficiente. Asimismo, se considera que los paquetes de políticas fiscales que
se están debatiendo e implementando no son ni lo suficientemente grandes
ni lo suficientemente ágiles como para permitir crear las condiciones para
una recuperación económica oportuna, generando el riesgo de una nueva
gran depresión a escala global, similar o peor a la que vivió la humanidad
en 1929.
Adicionalmente, también se debe señalar que el desempeño de la eco-
nomía global podría ser objeto de una cantidad de riesgos a la baja, entre los
cuales se mencionan, como las más relevantes, las elecciones presidenciales
de Estados Unidos y los renovados conflictos geopolíticos con China, Rusia,
Irán y Corea del Norte. A su vez, la respuesta fiscal podría generar proce-
sos de endeudamiento insostenibles y procesos inflacionarios originados
en la reducción de la oferta. Finalmente, se considera como un riesgo a la
baja que, a finales de la gestión, se inicie otra temporada de epidemia del
virus, pero con nuevas mutaciones, por lo que las intervenciones médicas
podrían ser mucho menos efectivas, provocando nuevamente políticas de
confinamiento y de distanciamiento social que afectarían el desempeño de
la economía global (Roubini, 2020).

Situación macroeconómica y transición gubernamental

La situación macroeconómica nacional previa a la declaratoria de pandemia


muestra que, al concluir la gestión 2019, la tasa de crecimiento del pib
mantenía la tendencia (de las últimas gestiones) de desaceleración, alcanzando
un crecimiento de solamente el 2,22%, muy inferior al 4,22% logrado
en 2018, constituyéndose, además, en el nivel de crecimiento más bajo
alcanzado por la economía boliviana en los últimos 10 años (gráfico 2).

121
umbrales

Sin embargo, también se debe mencionar que, dado el contexto internacional,


el crecimiento alcanzado por Bolivia representa uno de los más importantes
a nivel regional.

Gráfico 2
Crecimiento del PIB real en Bolivia, 2009-2019
(En porcentajes)

8,0
6,78
7,0
5,46
6,0 5,17 5,18
4,86
5,0 4,26 4,20 4,22
4,13
4,0 3,36

3,0 2,22

2,0
1,0
0,0
2009

2010

2011

2012

2013

2014

2015

2016

2017(p)

2018(p)

2019(p)
PIB

Fuente: Instituto Nacional de Estadística de Bolivia (2020).


(p): Preliminar.

Los factores externos que explican el desempeño de la economía bolivia-


na en 2019, al igual que del resto de las economías de la región, se vinculan
principalmente a la incertidumbre generada por las tensiones comerciales
entre Estados Unidos y China, el debate sobre el Brexit y los conflictos
geopolíticos que debilitaron el desempeño de la economía mundial. Esos
factores afectaron el comercio, la inversión y el precio de las materias primas
que, a su vez, desaceleraron la demanda externa y, por tanto, disminuye-
ron la dinámica económica regional. Adicionalmente, tensiones sociales y
de carácter político en diferentes países de América Latina determinaron
que la región creciera tan solo un 0,1%, mucho más bajo que el previsto

122
estrategias de salida a la crisis del covid-19

inicialmente (Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las


Naciones Unidas - cepal, 2019b).
Los factores internos que explican el débil crecimiento económico en
Bolivia en 2019, por actividad económica, están vinculados principalmente
al desempeño negativo del sector primario (petróleo y minería), que por la
incidencia que tienen en la conformación del pib aminoraron el crecimiento
en esa gestión. Desde el punto de vista del gasto, la disminución de las ex-
portaciones totales, en especial las vinculadas al gas, afectaron el crecimiento
del pib. Por otra parte, se debe mencionar que los aspectos idiosincráticos,
como los conflictos internos de orden político vinculados al proceso electoral
y al posterior cambio de autoridades gubernamentales, también afectaron
de manera significativa el desempeño de la economía nacional.
En términos macroeconómicos, el resultado alcanzado en el ámbito fiscal
ratifica el nivel de deterioro que fue mostrando el sector público boliviano
a lo largo de los últimos años. Así, se mantuvo la tendencia expansiva de las
últimas gestiones, impulsada por el gasto público orientado a la inversión
pública, alcanzando el 44,7% respecto al pib. El total de los ingresos fiscales
se mantuvo en niveles similares a los de la gestión pasada, llegando al 37,6%
con relación al pib. A pesar de ello, los ingresos tributarios y por concepto de
hidrocarburos se vieron afectados por los conflictos internos y por la exporta-
ción del gas a Brasil y a Argentina. De ese modo, por sexto año consecutivo,
el Sector Público No Financiero alcanzó un déficit fiscal que representó el
7,2% respecto al pib, el cual fue financiado con una reducción de los depósitos
del sector público y un aumento de la deuda pública.
En el ámbito externo, el leve incremento del precio del gas, del oro y
de la plata compensó favorablemente la caída de otros productos de origen
minero y agropecuario, y junto con la diminución de las importaciones
posibilitaron que el déficit en la cuenta corriente mejorara levemente, en
comparación con la gestión anterior, alcanzando el -3,3% con relación al pib
(menor al -4,5% respecto al pib logrado en 2018). Por otra parte, el resul-
tado en cuenta corriente también se explica por la leve mejora en la balanza
comercial, que llegó a -899 millones de dólares, un 8% menor al déficit de
la gestión 2018, explicado principalmente por la disminución en el menor
nivel de importaciones (Instituto Boliviano de Comercio Exterior, 2020).

123
umbrales

Pese a la leve mejora en los ámbitos interno y externo, que muestran


cierto nivel de corrección de los resultados negativos alcanzados en las
gestiones previas, el nivel de las Reservas Internaciones Netas continuó su
tendencia descendente, alcanzando a finales de 2019 los 6.468 millones de
dólares, cantidad inferior en -2.478 millones de dólares respecto al registro
de la gestión 2018 (véase el gráfico 3).

Gráfico 3
Evolución de las Reservas Internacionales Netas, 2008-2019
(En millones de dólares)

18.000
15.123
14.430
13.927

16.000

13.056
12.019

14.000

10.261
10.081
12.000
9.730

8.946
8.580

10.000
7.722

6.468
8.000
6.000
2.289
2.403

1.908

4.000
1.150

693
503

2.000
858

180

0
2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019
-2.000
-1.315
-2.067

-4.000
-2.478
-2.975

Reservas Internacionales Netas Flujo

Fuente: Banco Central de Bolivia (2020b).

La disminución de dichas reservas se explica principalmente por la


baja del precio de los principales productos de exportación de la economía
nacional y por el elevado déficit fiscal del Sector Público No Financiero de
las últimas gestiones, ya que parte de los proyectos de inversión implicaron
importaciones de bienes de capital y fueron financiados parcialmente con las
Reservas Internaciones Netas. Sin embargo, el último resultado alcanzado,
en términos de ratios de cobertura, representa el 16% del pib y expresa una

124
estrategias de salida a la crisis del covid-19

cobertura de importaciones de bienes y de servicios por seis meses y cuatro


veces la deuda de corto plazo. Estos resultados implican que el nivel de las
Reservas Internaciones Netas de Bolivia aún se mantiene en los umbrales
teóricamente recomendados y continúa mostrando un adecuado respaldo
al régimen cambiario que actualmente tiene la economía nacional (Banco
Central de Bolivia, 2020).
Respecto a la política monetaria del país, considerando el contexto in-
ternacional adverso descrito previamente y los conflictos políticos ocurridos
de octubre a noviembre de 2019, esta fue expansiva, permitiendo sostener
la liquidez en el sistema financiero y mantener la dinámica del crédito y las
actividades económicas. Asimismo, dicha política contribuyó a preservar la
estabilidad cambiaria, el proceso de desdolarización y la estabilidad del nivel
de los precios. Al respecto, la tasa de inflación se mantuvo en niveles bajos y
registró una tasa anual del 1,47%, muy similar a la alcanzada en la gestión 2018,
cuando se llegó al 1,51% (Instituto Nacional de Estadística de Bolivia, 2020).
En lo que corresponde al sector financiero, los indicadores de solvencia
y de liquidez durante la gestión 2019 reflejan la solidez del sistema
financiero nacional. Así, tanto los depósitos como los créditos mantuvieron
un crecimiento positivo, aunque a un ritmo menor al logrado en 2018. A
su vez, las ganancias de las entidades bancarias también aumentaron y se
mantienen en niveles históricamente altos. De acuerdo con la Autoridad
de Supervisión del Sistema Financiero (2020), la tasa de mora alcanzó el
1,9% de la cartera total, que es levemente superior al nivel observado en
la gestión pasada (1,8%). Adicionalmente, el proceso de desdolarización
continuó con éxito, ya que los créditos y los depósitos en moneda nacional
llegaron al 98,7% y al 86,0%, respectivamente, a fines de 2019.
La descripción del desempeño de las variables macroeconómicas funda-
mentales permite advertir determinadas fortalezas (por ejemplo, solvencia
del sector financiero, bajo nivel de inflación, etcétera) y también debilidades
de la economía nacional (por ejemplo, los permanentes déficits gemelos,
la disminución constante en las Reservas Internacionales Netas, etcétera),
que plantean una urgente agenda de reformas económicas que permitan
reducir riesgos macroeconómicos y se constituyan en la base para ejecutar
políticas de desarrollo en un escenario pospandemia.

125
umbrales

Esta agenda de reformas fue planteada en los diferentes informes sobre


el desempeño de la economía boliviana que de forma periódica realizan
tanto las calificadoras de riesgo (Moody’s Investors Service, 2020) como los
organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, 2018). Una
breve descripción de esas recomendaciones es la que sigue:

– En el ámbito fiscal, implementar medidas que coadyuven a un proceso


de consolidación orientado principalmente hacia la contención del
gasto (corriente y de inversión) y que permita mayor eficiencia de la
inversión en términos del impacto en el crecimiento económico. En
este ámbito se reconocen los progresos sociales alcanzados, pero se
recomienda una mejor focalización del gasto social.
– En al ámbito externo, con el objetivo de reducir la brecha comercial y per-
mitir la acumulación de reservas internacionales, implementar políticas
que diversifiquen el perfil productivo, a fin de reducir la dependencia de
la producción de materias primas, como los hidrocarburos y los minerales.
De manera complementaria, revisar el esquema cambiario y mejorar la
competitividad y la capacidad de absorción de shocks externos.
– En los ámbitos monetario y financiero, preservar y fortalecer la inde-
pendencia del Banco Central de Bolivia, de modo que la política mo-
netaria se focalice en la estabilidad de los precios, dejando de otorgar
préstamos a las empresas públicas. Por otra parte, si bien se reconoce
la solidez del sistema, las recomendaciones se orientan a mejorar la
supervisión del sistema financiero, por los signos de deterioro de la
calidad crediticia, como la concentración de cartera y los incrementos
en la mora. Adicionalmente, se plantea realizar una revisión de la Ley
de Servicios Financieros en lo concerniente a las cuotas y a la fijación
de tasas de interés.
– Finalmente, generar un ambiente favorable para el desarrollo de la
inversión privada, que permita complementar la inversión pública y
contribuya a la diversificación de la economía. En este ámbito, se sugiere
generar reformas que posibiliten un mayor desarrollo institucional y
una mayor transparencia en la gestión pública, lo cual incentivaría la
inversión privada tanto nacional como extranjera.

126
estrategias de salida a la crisis del covid-19

Este conjunto de reformas, más otras sectoriales, como en hidrocar-


buros, minería, agropecuaria, turismo, etcétera, que permitan mejorar
el desempeño de la economía, debían ser encaradas de forma imperiosa
por las autoridades electas en el proceso electoral de la gestión pasada.
La anulación de las elecciones implicó postergar la puesta en marcha de
las reformas identificadas, que limitan el riesgo macroeconómico, lo que
significó afectar las expectativas de los agentes económicos, repercutiendo
negativamente en el desempeño de la economía.
No obstante, una vez constituido el gobierno de transición en el país
y decidida la participación oficialista en el proceso electoral, por los lazos
que otorga la nueva convocatoria, en materia económica se determinó
corregir la tendencia del crecimiento económico y dar los primeros pasos
para encarar algunas reformas. En efecto, esos aspectos se advierten en las
metas macroeconómicas establecidas en el Programa Fiscal Financiero para
la presente gestión, estableciendo metas muy optimistas. De esta manera,
ese programa proyectó un crecimiento del pib del 3,5%, una inflación del
3,4% y una continuación de la reducción del déficit fiscal, buscando alcanzar
el 6,6% en 2020 (tabla 1).

Tabla 1
Metas cuantitativas del Programa Fiscal Financiero 2020
(Flujos acumulados desde el 1 de enero de 2020)

T1 T2 T3 T4
En millones de bolivianos
Déficit del sector público 1.338 2.793 8.373 19.679
(En porcentaje del pib) 6.6
Financiamiento interno al sector público 51 -6.626 -2.389 6.302

Crédito interno neto del Banco Central de Bolivia al Sector


883 -6.423 -3.714 4.137
Público No Financiero

Crédito interno neto total -316 -5.271 -550 8.217


En millones de dólares
Reservas Internacionales Netas del Banco Central de Bolivia -457 293 -307 -1.042
Fuente: Ministerio de Economía y Finanzas Públicas (2020).

127
umbrales

Con la implementación del Programa Fiscal Financiero, el Gobierno


buscó señalizar las expectativas de los agentes económicos, con la perspectiva
de mejorar el dinamismo de la actividad económica y alcanzar un ritmo de
crecimiento mejor al logrado en 2019. Sin embargo, las proyecciones reve-
lan una pérdida de Reservas Internaciones Netas por más de mil millones
de dólares, lo que incluiría una emisión de bonos soberanos en el mercado
externo por un valor de 1.500 millones de dólares (para fortalecer el nivel
de Reservas Internaciones Netas, ayudar a apalancar el financiamiento de la
inversión pública y sostener el tipo de cambio, aunque con el consiguiente
incremento de la deuda externa). Adicionalmente, se plantearon algunos
pasos enmarcados en la agenda de reformas, como controlar y reducir
el déficit fiscal, fortalecer la autonomía y la institucionalidad del Banco
Central de Bolivia, y mejorar la transparencia en materia de información
fiscal y financiera.
Por otra parte, las actualizaciones de los informes de las calificadoras de
riesgo alertaban sobre la profundización del deterioro de las principales va-
riables macroeconómicas y planteaban la necesidad de abordar un conjunto
de reformas económicas. Además, las actualizaciones de las calificaciones
hacían notar que las opciones de financiamiento en el ámbito externo y
privado serían mucho más onerosas por el incremento de riesgo país. De esa
manera, a fines de 2019, Fitch Rating bajó la calificación de riesgo de BB- a
B+, con perspectiva negativa, argumentando la erosión rápida y sostenida
de los amortiguadores externos, la dependencia de los productos básicos y
los riesgos macroeconómicos relacionados, intensificados en medio de la
reciente inestabilidad política y social. En marzo de 2020, Moody’s Investors
Service también bajó la calificación de Ba3 a Ba1, con perspectiva a nega-
tiva, observando una reducción de las reservas y problemas en el sector de
hidrocarburos, y señalando también que después de las elecciones presiden-
ciales probablemente se enfrentarán desafíos sociopolíticos al implementar
ajustes de política fiscal para reducir los desequilibrios fiscales y externos.
Las intenciones de las autoridades económicas de buscar mejoras en el
desempeño económico fueron afectadas con la declaratoria de pandemia
por el covid-19 y por las connotaciones que esto podría tener sobre la
economía, ya que las medidas implementadas contra la pandemia podrían

128
estrategias de salida a la crisis del covid-19

afectar las metas macroeconómicas programadas. Por tanto, dicha decla-


ratoria se constituyó en una especie de efecto “cisne negro” para las metas
cuantitativas establecidas en el Programa Fiscal Financiero.
En ese sentido, la declaratoria de pandemia a nivel global y a nivel
nacional, debido al coronavirus y a sus implicaciones en el ámbito social,
económico y productivo, representa un aspecto adicional que debe ser
incorporado en la agenda de reformas económicas que Bolivia viene poster-
gando desde finales de 2019. Las estrategias pospandemia, entonces, deben
ser incluidas en una agenda de reformas económicas mucho más amplia,
de modo que se constituyan en las bases para un desarrollo sostenible e
inclusivo en el largo plazo.

Políticas de contención

Los primeros casos de covid-19 en Bolivia fueron informados el 10 de


marzo de 2020. Estos se registraron en los departamentos de Santa Cruz y
de Oruro, bajo la modalidad de infección importada. Desde ese momento,
las autoridades gubernamentales empezaron a llevar adelante medidas para
mejorar la precariedad del sistema nacional de salud, mediante la asigna-
ción de recursos públicos y coadyuvando con políticas complementarias,
como el distanciamiento social, la suspensión de clases en todos los niveles
educativos, la restricción de vuelos desde y hacia Europa y Asia, y el cierre
total de las fronteras. A esas medidas se sumó el establecimiento de una
cuarentena total, la cual fue luego reforzada y ampliada.
En efecto, a medida que el coronavirus se extendía y el número de per-
sonas infectadas crecía, mediante el Decreto Supremo 4196 se declaró tanto
emergencia sanitaria nacional como cuarentena en el territorio nacional.
Esa normativa fue complementada posteriormente con la promulgación
de los Decretos Supremos 4199 y 4200, que profundizaron en lo referido
a la cuarentena y regularon las actividades públicas y privadas, debido a la
citada declaratoria de emergencia sanitaria nacional.
Tomando en cuenta que la expansión del coronavirus y las políticas
establecidas afectaron el proceso productivo, el consumo y los diferentes

129
umbrales

servicios básicos y financieros del país, el Gobierno generó una serie de


políticas de subsidio y de transferencia de recursos a los sectores más vulne-
rables de la población, entre ellos el bono familia, el bono canasta familiar,
el bono universal y el apoyo al pago de servicios básicos (véase la tabla 2).
En general, la entrega de los diferentes bonos estuvo destinada (y aún lo
está) a mitigar la reducción en los ingresos de la población más vulnerable
y perjudicada por la cuarentena, cuyos ingresos fueron afectados por las
medidas de contención al coronavirus y de distanciamiento social. De esa
manera, las restricciones originadas por el confinamiento determinaron que
muchas actividades productivas, comerciales y de servicios disminuyeran o
perdieran sus ingresos. Esto último se vio agravado por la alta informalidad
y por las actividades por cuenta propia en la economía nacional.
Complementariamente, durante la cuarentena se generaron y se
implementaron diferentes medidas en el ámbito económico, destinadas a
apoyar el proceso productivo y a mantener los niveles de empleo. Entre las
principales tenemos el diferimiento en el pago de algunos impuestos y de
los créditos en el sistema financiero, la constitución de un fondo de apoyo
a las medianas empresas y a las microempresas, y el plan de emergencia de
apoyo al empleo y a la estabilidad laboral.
De acuerdo con lo anunciado por las autoridades del área económica,
todos los programas destinados a los subsidios y a las transferencias
mediante bonos y pagos de servicios implicarían una erogación aproximada
de unos 4.220 millones de bolivianos, equivalentes aproximadamente a 600
millones de dólares, lo que en términos del pib representa aproximadamente
el 1,5%. Las fuentes de financiamiento serían los recursos públicos no
utilizados durante el primer semestre del año, recursos de obras públicas
no esenciales, parte del crédito de emergencia por siete mil millones de
bolivianos del Banco Central de Bolivia al Gobierno, donaciones y créditos
de organismos internacionales (Peñaranda, 2020).
En términos macroeconómicos, las políticas de contención al corona-
virus se focalizaron en el corto plazo, generando la liquidez necesaria para
la población y el sistema financiero, a fin de mantener la demanda agregada
por medio del consumo y de alimentar con recursos la cadena de pagos y
de suministros, como también las actividades productivas y comerciales.

130
Tabla 2
Principales medidas adoptadas por el Gobierno de Bolivia

Declaración de emergencia Medidas tributarias y de Ley para la protección, Decreto Supremo 4214:
sanitaria (cuarentena parcial) urgencia frente al COVID-19 la contención y el tratamiento Ampliación de la cuarentena
del COVID-19 hasta el 30.04.2020
• Los reguladores del Sistema • Diferimiento y flexibilización Decreto Supremo 4215:
Financiero, Tributario para el pago del IUE • Fuentes de financiamiento Se crea el Bono Universal
y Aduanero podrán • IVA flexible para profesionales para el Estado: créditos, y se amplía el Bono Familia
establecer mecanismos independientes donaciones externas o Decreto Supremo 4216:
de flexibilización y • Por seis meses el IVA no internas Programa de apoyo a la
reprogramación formará parte de los ingresos • Se autoriza al Ministerio de microempresa y a las PYME
imponibles para el IT Economía y Finanzas Públicas Decreto Supremo 4217:
realizar transferencias directas Seguro para el sector de salud
a los Gobiernos Autónomos Decreto Supremo 4218:
Municipales Regulación del teletrabajo

Decreto Supremo Decreto Supremo Decreto Supremo Decreto Supremo Decreto Supremo
Ley 1293 Ley 1294
4196 4197 4198 4199 4214
1 de abril 1 de abril
17 de marzo 18 de marzo 18 de marzo 21 de marzo 14 de abril

Subsidios del Estado Se declara cuarentena total Ley excepcional de diferimiento de


pago de créditos y reducción temporal
• Bono Familia • Banco Central de Bolivia, en el pago de servicios básicos
• Reducción temporal de Autoridad de Supervisión
tarifas eléctricas del Sistema Financiero y • Se establece el diferimiento
estrategias de salida a la crisis del covid-19

Entidades de Intermediación automático del pago de créditos


Financiera deben garantizar el • Se reduce en 50% el pago de los
funcionamiento de los medios servicios básicos (agua, luz, gas)
de pago, así como facilitar el uso
masivo de los medios de pago
electrónicos (firma electrónica)
Fuente: Moody’s Investors Service, 2020.

131
umbrales

De esa manera, se permitió mantener el empleo, se facilitó la conti-


nuidad del flujo económico, se limitó la amplificación del shock en la eco-
nomía y se evitó que la economía nacional sufriera impactos que podrían
ser irreversibles en el largo plazo.
El costo fiscal de la política de contención no debiera afectar de forma
sustancial la posición fiscal alcanzada en el último periodo por el Sector
Público No Financiero. Sin embargo, el impacto de las autorizaciones para
el diferimiento del pago de algunos tributos, como el impuesto sobre las
utilidades de las empresas, junto con la reducción del precio de la exporta-
ción del gas, podrían afectar los ingresos fiscales y repercutir negativamente
en el proceso de consolidación del resultado fiscal. Esos aspectos, como
también las nuevas políticas de estímulo fiscal, implicarían profundizar el
proceso de desequilibrio fiscal generado en el último lustro, siendo necesario
incrementar aún más la deuda pública.
Por otra parte, el impacto sobre el desempeño de la economía es bastante
considerable, ya que las proyecciones para la presente gestión, anunciadas
por organismos internacionales y agencias de calificación de riesgo, que
internalizan el impacto del coronavirus en la economía, denotan un crecimiento
negativo al finalizar el periodo. En efecto, el Fondo Monetario Internacional
prevé para este año un crecimiento del -2,9% y el Banco Mundial estima un
crecimiento del -3,4%, registros negativos que no se presentaban desde hace
más de 30 años.

Estrategias de salida a la crisis covid-19

En el ámbito internacional, las estrategias contra el coronavirus están focali-


zadas principalmente en el corto plazo, con el objetivo de contener de forma
inmediata los efectos de la pandemia, mejorando la capacidad de atención
a los contagiados y evitando amplificar los costos sobre la economía. En
el largo plazo, las políticas de inyección de recursos que se vienen imple-
mentando están enfocadas en la recuperación de la economía sobre la base
de la capacidad productiva instalada. Así, por ejemplo, en Estados Unidos
se aprobó un presupuesto de más de dos billones de dólares, equivalentes

132
estrategias de salida a la crisis del covid-19

al 10% del pib de ese país, para su ejecución inmediata en la contención


del impacto económico de la pandemia del coronavirus y, posteriormente,
para dar lugar al proceso de recuperación.
De igual manera, algunos organismos internacionales mencionan que
el despliegue de políticas debería tener por objeto proporcionar alivio
y no estímulo, ya que las políticas contracíclicas resultan inapropiadas y
contraproducentes para las políticas de distanciamiento social aplicadas. En
ese sentido, señalan que durante la emergencia es factible la aplicación de
políticas centradas en la reducción de los costos de la economía, apoyando
el funcionamiento de las operaciones del sistema financiero, ayudando a
las empresas para que mantengan a los trabajadores y compensando a los
hogares la pérdida de ingresos, especialmente a aquellos pobres y vulnera-
bles. Adicionalmente mencionan que, en los casos en que las condiciones
macroeconómicas no sean sólidas, se debería considerar un acuerdo de
préstamo con el Fondo Monetario Internacional que permita abrir un ma-
yor acceso al financiamiento (Banco Interamericano de Desarrollo, 2020).
En la discusión sobre las estrategias de largo plazo, Mazzucato (2020)
menciona que en la actualidad la humanidad enfrenta una triple crisis,
constituida por la pandemia del coronavirus, la crisis económica y la crisis
ambiental, que no tienen respuesta en el paradigma actual de desarrollo,
pero deben resolverse integralmente y al mismo tiempo que enfrentamos
la emergencia sanitaria.
La crisis del coronavirus expone los defectos en las estructuras eco-
nómicas, como es el caso de la precariedad del trabajo y la debilidad de
las instituciones públicas. Sin embargo, puede ser el inicio para crear una
economía más inclusiva y sostenible, estructurando correctamente la partici-
pación estatal, apoyando a los sectores estratégicos y evitando los errores de
la crisis de 2008, cuando los programas de rescate permitieron a las empresas
aumentar aún más sus ganancias. Ahora, en cambio, será necesario condi-
cionar los programas de financiamiento a las empresas, como mantener y
mejorar el empleo, y realizar mejoras tecnológicas cuando la crisis termine.
En la perspectiva que ve la crisis del coronavirus como una oportunidad,
Harari, en una entrevista reciente (Badia, 2020), menciona que la pandemia
no nos lleva “al día después del coronavirus” de forma determinista, obligando­

133
umbrales

a la humanidad a elegir entre diferentes opciones y a entender que cada


elección dará forma a futuros diferentes. En ese sentido, Harari indica que
pronto emergerá un nuevo orden y que se solidificará; por tanto, el momento
de influir en la dirección de la historia del mundo y de un país es ahora, en
el presente. Adicionalmente, señala que la crisis del coronavirus también
es política y que es necesario presionar a los políticos para que tomen las
decisiones correctas, ya que quien sea elegido para gobernar en los próximos
años difícilmente podrá revertir las decisiones que se tomen ahora.
En Bolivia, ante el shock que provocó la pandemia del coronavirus,
la implementación de políticas económicas y sociales de contención y de
rescate fueron focalizadas en especial en el corto plazo. Por otra parte,
recientemente se ha determinado la conformación del Consejo Nacional
de Reactivación, orientado a la aplicación de políticas públicas para superar
el impacto de la pandemia sobre la base del Programa Nacional de Reac-
tivación del Empleo.
Teniendo presentes los aspectos de orden teórico expuestos, es posible
afirmar que la crisis del coronavirus también se constituye en una ventana
de oportunidad para reexaminar prioridades económicas, sociales, institu-
cionales y ambientales, en la perspectiva de trasformar estructuralmente la
situación económica del país. Al respecto, se considera que existen algunos
aspectos de orden teórico en materia de desarrollo económico que deben
ser planteados para su consideración y discusión. Tales aspectos y sus ar-
gumentos son expuestos a continuación, ordenándolos dentro del contexto
global y del contexto nacional.

Contexto global

La humanidad actualmente está viviendo lo que se denomina “Cuarta


Revolución Industrial”, proceso que se caracteriza por una gama de nuevas
tecnologías que fusionan los ámbitos físico, digital y biológico, afectando
todas las áreas de la vida y de las sociedades. De acuerdo con Schwab
(2016), presidente del Foro Económico Mundial, existen tres características
centrales de este proceso: la velocidad, el alcance y el impacto en los
sistemas. Los avances actuales están evolucionando a un ritmo exponencial

134
estrategias de salida a la crisis del covid-19

que está afectando a casi todas las industrias en todos los países, en tanto
que la amplitud y la profundidad anuncian la transformación de sistemas
completos de producción, gestión y gobierno (Ídem).
La nueva revolución tecnológica genera mucha incertidumbre en
diferentes ámbitos. Al respecto, Sala-i-Martin (2019) fundamenta que, en
términos laborales, el efecto neto de las tres revoluciones industriales previas
no ha sido la destrucción de la ocupación, sino la creación sustancial de puestos
de trabajo. Sin embargo, es posible que la Cuarta Revolución Industrial sea
diferente, por cuanto todo cambio tecnológico hace que algunas capacidades
productivas queden obsoletas. Al respecto, recomienda a los Gobiernos
generar nuevas políticas en el ámbito de la educación, enfatizando en la
flexibilidad y en la adaptación constante al cambio tecnológico (Ídem).
Otro aspecto que afecta el presente y el futuro del planeta en general
y de nuestro país en particular es el vinculado a la problemática ambiental.
El ecosistema global es la principal fuente de recursos para el desarrollo
de los procesos productivos, el consumo, la generación de ingresos y, por
tanto, la economía en su conjunto. La actividad industrial y el estilo de
vida contemporáneos han acelerado el deterioro del medioambiente y esto
no solamente se presenta mediante el cambio climático, sino también por
medio de la contaminación, la deforestación y la pérdida de biodiversidad,
cuyas consecuencias amenazan íntegramente el desempeño global.
El cambio climático se expresa mediante el ascenso de las temperaturas
medias y provoca cambios en los diversos sistemas naturales al producir
desequilibrios ecológicos. Pero también impacta en la sociedad porque
cambia los escenarios de las actividades económicas y afecta la salud humana
por la emergencia de nuevas enfermedades. Para evitar un cambio climático
peligroso, en la Conferencia de París sobre el Clima (cop21) la mayoría de los
países firmaron el primer acuerdo vinculante de alcance mundial para poner
el límite del calentamiento global por debajo de los 2ºC sobre los niveles
preindustriales, estableciéndose la revisión periódica de los compromisos
nacionales y el estado de su implementación, comenzando en 2023.
Acerca del cambio climático en el caso boliviano, diferentes estudios
presentados por Naciones Unidas Bolivia señalan que Bolivia es uno de los
países que menos incide en el cambio climático global, al tener muy bajas

135
umbrales

emisiones (situación relativa, pues en términos per cápita no es así: somos


contaminantes), pero es uno de los que más sufre por ese fenómeno, debido
a los niveles de extrema pobreza, a los ecosistemas variables, a la desinte-
gración de los glaciares y a la deforestación. Estos aspectos generan la ne-
cesidad de debatir y de abordar a profundidad y en modo multidisciplinario
esta temática y los problemas ambientales en general, para minimizar los
efectos y ampliar las ventajas comparativas con las que cuenta el país, dada
su diversidad biológica, a fin de que su aprovechamiento logre garantizar
un desarrollo sostenible e inclusivo a largo plazo. El proceso electoral en
agenda puede ser un escenario de discusión de tales temas.

Contexto nacional

El desempeño de la economía nacional, en términos históricos, puede ser


caracterizado por el enfoque teórico institucionalista como un crecimiento
basado en instituciones políticas y en económicas extractivas, resaltando el
hecho de no haber logrado un desarrollo sostenible que implique cambio
tecnológico, innovación e incrementos de la productividad (Acemoglu y
Robinson, 2012). Esta caracterización implicaría que Bolivia no muestra
los incentivos suficientes para la participación fluida y permanente de la
inversión privada, la cual usualmente está vinculada a procesos de cambio
tecnológico y de innovación, y, por ende, a incrementos en la productividad
y en la diversificación económica.
Al respecto, se debe mencionar que, en lo concerniente al desarrollo
del marco institucional, este es usualmente asociado al poder político for-
mal y relacionado con los poderes públicos, las restricciones que enfrenta
la autoridad en el ejercicio de sus funciones y el grado de protección que
tienen la propiedad y la inversión privada. El desarrollo de esos aspectos y su
repercusión en el fomento de la inversión y de la generación de innovación
influirán en la determinación de las tasas de crecimiento de una economía
(Rosende, 2008).
La experiencia de los últimos acontecimientos en el país, sin embargo,
expresa la debilidad del desarrollo institucional, al cuestionarse las reglas
fundamentales para la constitución del poder político formal, como el

136
estrategias de salida a la crisis del covid-19

cumplimiento de la alternancia en el poder, el cumplimiento pleno a los


resultados de un referéndum y la independencia de poderes del Estado, entre
otros. Tales aspectos repercuten negativamente en la economía nacional,
ya que generan incertidumbre y desincentivan la inversión privada. En ese
sentido, los niveles de inversión privada extranjera que Bolivia recibió en la
última década muestran una tendencia decreciente, llegando a representar
el 0,8% respecto al pib en la gestión 2018 y el -0,4% respecto al pib en
2019, lo cual expresa la desconfianza de la inversión privada en la economía
nacional (cepal, 2019a).
Los rasgos mencionados sobre el grado de desarrollo institucional en
el país ameritan una profunda discusión, puesto que no atañen solamente
a la inversión, sino que también influyen en otros ámbitos, entre ellos la
justicia, la corrupción y la transparencia. De lo anterior tenemos que el
debate puede ser realizado en el marco académico, en el espacio político
y en otros ámbitos, lo cual implica revisar y evaluar el actual marco cons-
titucional y el marco normativo conexo, para establecer una reforma del
Estado y generar una definición clara sobre la alternancia de poder y la
independencia de los poderes del Estado, y repercutir favorablemente en
el desempeño de la economía.
Los aspectos desarrollados previamente deben complementarse en la
agenda de reformas macroeconómicas ya descritas, y pueden constituirse en
insumos fundamentales para el establecimiento de una estrategia pospan-
demia que permita generar el marco macroeconómico e institucional para
un crecimiento sostenido, basado en lo que se denominaría “constitución
de instituciones políticas y económicas inclusivas”.

Conclusiones

Las principales conclusiones que emergen de los diferentes tópicos abor-


dados en el presente artículo son las siguientes:

– La crisis del coronavirus llegó para quedarse en Bolivia y en el mundo.


Los Gobiernos han implementado una gama de políticas en el ámbito de

137
umbrales

la salud pública, para contener la infección, y de alivio económico, para


contener su impacto en dicho ámbito. Sin embargo, pese al despliegue
realizado, existen diferentes factores de riesgo que generan incertidumbre
por una pronta y efectiva recuperación de la economía mundial.
– Previa a la declaración de la pandemia, la economía boliviana se encon-
traba en un proceso de desaceleración y de deterioro de sus variables
macroeconómicas clave. Esos aspectos planteaban una agenda de re-
formas para su implementación posterior al proceso electoral anulado
a fines de la gestión pasada. El actual gobierno de transición buscó la
amanera de mejorar el dinamismo de la economía, pero la declaración
de la pandemia por el coronavirus afectó negativamente las perspectivas
económicas del país.
– El proceso de crisis por el coronavirus determinó que las estrategias de
corto plazo estén orientadas a la contención de la infección y al alivio
en términos económicos. Empero, la crisis por la pandemia, en el largo
plazo, generará la posibilidad no solo de buscar la recuperación del
crecimiento económico en las condiciones estructurales vigentes, sino
también de diseñar una economía mucho más sostenible e inclusiva.
– En el caso boliviano, la crisis del coronavirus se constituye igualmente
en una ventana de oportunidad para revisar y evaluar las prioridades
de desarrollo, que consideren aspectos de orden económico, social,
ambiental e institucional. El proceso electoral en marcha, el debate
académico y otras instancias pueden ser los escenarios de análisis y de
discusión para su implementación pospandemia.

Bibliografía

Acemoglu, Daron y Robinson, James


2012 Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y la
pobreza. Barcelona: Deusto.
Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero
2020 Evaluación del Sistema Financiero al 31 de Diciembre de 2019. La
Paz: Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero.

138
estrategias de salida a la crisis del covid-19

Badia, Félix
2020 “Yuval Harari: ‘Hay que controlar qué hacen los políticos en
este preciso momento’”. La Vanguardia, edición digital, entre-
vista (19/04/2020). Disponible en: https://www.lavanguardia.
com/internacional/20200419/48563857713/yuval- harari-
coronavirus-politica-epidemia.html
Banco Central de Bolivia
2020a Informe de Política Monetaria 2019. La Paz: Banco Central de
Bolivia.
2020b Administración de las Reservas Internacionales gestión 2019. La Paz:
Banco Central de Bolivia.
Banco Interamericano de Desarrollo
2020 Políticas para combatir la pandemia. Washington d. c.: Banco
Interamericano de Desarrollo.
Banco Mundial
2020 La economía en tiempo del covid-19. Washington d. c.: Banco
Mundial.
Comisión Europea
2020 “Acuerdo de París”. Comisión Europea (web). Disponible en:
https://ec.europa.eu/clima/policies/international/negotiations/
paris_es
Comisión Económica para América Latina y el Caribe
2019a La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2019.
Santiago de Chile: cepal. Disponible en: https://www.cepal.
org/es/publicaciones/44697-la-inversion-extranjera-directa-
america-latina-caribe-2019
2019b “Persiste la desaceleración generalizada en América Latina y
el Caribe en 2019 y se espera un bajo crecimiento para 2020.
Proyecciones de crecimiento de América Latina y el Caribe
en 2019 y 2020 (a noviembre 2019)”. cepal, comunicado de
prensa (11/11/2019). Disponible en: https://www.cepal.org/es/
comunicados/persiste-la-desaceleracion-generalizada-america-
latina-caribe-2019-se-espera-un

139
umbrales

El País
2020 “Casos confirmados de coronavirus en España y en el mun­
do”. Edición digital (20/06/2020). Madrid. Disponible
en: https://elpais.com/sociedad/2020/04/09/actualidad/
1586437657_937910.html
Fondo Monetario Internacional
2018 Bolivia Staff Report 2018. Washington d. c.: Fondo Monetario
Internacional.
Fondo Monetario Internacional
2020 “Word Economic Outloock, April 2020: The Great Lockdown”.
Word Economic Outloock Reports. Washington d. c. Disponible en:
https://www.imf.org/en/Publications/weo/Issues/2020/04/14/
weo-april-2020
Instituto Boliviano de Comercio Exterior
2020 Comercio exterior de Bolivia al mes de diciembre del 2019. Cifras
(849), boletín electrónico (30/01/2020). Disponible en: https://
ibce.org.bo/ibcecifras/index.php?id=798
Instituto Nacional de Estadística de Bolivia
2020 pib , Producto Interno Bruto, Anual Nacional 2019. Boletín
estadístico del Producto Interno Bruto (pib). La Paz: Instituto
Nacional de Estadística de Bolivia.
Mazzucato, Mariana
2020 “Capitalism’s Triple Crisis”. Project Syndicate, The World’s
Opinion Page (30/03/2020). Disponible en: https://www.project-
syndicate.org/commentary/covid19-crises-of-capitalism-new-
state-role-by-mariana-mazzucato-2020-03
Ministerio de Economía y Finanzas Públicas
2020 Programa Fiscal Financiero 2020. La Paz: Ministerio de
Economía y Finanzas Públicas. Disponible en: http://
repositorio.economiayfinanzas.gob.bo/documentos/2020/
Comunicaci%C3 %B3n/Otros/p_f_2020,pdf
Moody’s Investors Service
2020 “Inside LatAm Bolivia 2020”. Webinar (23/04/2020).

140
estrategias de salida a la crisis del covid-19

Naciones Unidas Bolivia


2020 Bolivia es uno de los países que más sufre por el cambio climático. Naciones
Unidas en línea (s. f.). Disponible en: https://url2.cl/z8mfd
Peñaranda, Raúl
2020 “Los bonos y pagos de servicios implicarán 4.220 millones
de bolivianos, el 1,5% del pib”. Brújula Digital, periódico
digital (15/04/2020). Disponible en: https://brujuladigital.net/
economia/los-bonos-y-pagos-de-servicios-implicaran-4220-
millones-de-bolivianos-el-15-del-pib
Rosende, Francisco
2008 “Las instituciones en el crecimiento económico”. Estudios
Públicos. 111, 23-55.
Roubini, Nouriel
2020 “A Greater Depression?”. Project Syndicate, The World’s Opi-
nion Page (web) (24/03/2020). Disponible en: https://www.
project-syndicate.org/commentary/coronavirus-greater-great-
depression-by-nouriel-roubini-2020-03
Sala-i-Martin, Xavier
2019 La invasión de los robots y otros relatos de economía en colores. Madrid:
Conecta.
Schwab, Klaus
2016 “The Fourth Industrial Revolution: what it means, how to
respond”. The World Economic Forum (web) (14/01/2016).
Disponible en: https://www.weforum.org/agenda/2016/01/
the-fourth-industrial-revolution-what-it-means-and-how-to-
respond/

141
Umbrales, número 36, 2020, pp. 143-170, ISSN 1994-4543

Economía tras la pandemia


del covid-19: efectos sobre el comercio
exterior, las inversiones y los servicios
Economy after the covid-19 pandemic: effects on foreign
trade, investment and services
Rogelio Churata Tola1

Resumen

La pandemia del covid-19 cambiará la correlación de fuerzas en el mundo, en distintos


ámbitos: sanitario, económico, político, social, cultural, medioambiental y laboral. La
crisis afecta directamente al sistema de salud, pero indirectamente su efecto se materializa
en otras áreas de la economía, por lo que en el presente artículo nos concentramos en
las implicaciones que se están sintiendo en la economía boliviana, tras las restricciones y
la amenaza de la pandemia del coronavirus, y no nos referimos a todos los cambios que
se darán en la economía mundial. Para ello, evaluamos el comportamiento que se refleja
en el producto interno bruto (pib), los ingresos, el empleo, la inversión y el comercio de
bienes y de servicios.

Palabras clave: covid-19, Bolivia, economía, comercio, inversión, turismo.

Abstract

The covid-19 pandemic will change the correlation of forces in the world, in different areas:
health, economic, political, social, cultural, environmental and labor. The crisis directly affects the
health system, but indirectly its effect materializes in other areas of the economy, so in this article
we focus on the implications that are being felt in the Bolivian economy, after the restrictions­and

1 Rogelio Churata Tola es economista, doctor en Ciencias del Desarrollo, coordinador de la


Maestría en Relaciones Internacionales e Integración del Postgrado en Ciencias del Desarrollo-
Universidad Mayor de San Andrés (cides-umsa). rogeliochurata77@gmail.com

143
umbrales

the threat of the Coronavirus pandemic, and we not refer to all the changes that will occur in the
world economy. To do this, we evaluate the behavior that is reflected in Gross Domestic Product
(gdp), income, employment, investment and trade in goods and services.

Keywords: covid-19, Bolivia, economy, trade, investment, tourism.

“En los momentos de crisis, sólo la imaginación es


más importante que el conocimiento.”
Albert Einstein

Introducción
La pandemia del covid-19 (acrónimo del inglés Coronavirus disease 2019),
declarada como tal por la Organización Mundial de la Salud en marzo de
2020, desafía seriamente no solo al sistema sanitario, sino a la economía
mundial, debido a su impacto en el conjunto de actividades económicas
(sector real). Además de causar una recesión profunda, la crisis también está
impulsando el derrumbe de los precios de las materias primas, entre ellas el
petróleo y los metales industriales.2 Frente a este escenario de incertidumbre,
América Latina es una de las regiones de mayor impacto, debido a una posi-
ción más débil que la del resto del mundo (Fondo Monetario Internacional,
2020; Organización Mundial del Comercio, 2020). En efecto, para hacer
frente a la gravedad y a la complejidad de la crisis actual, los gobernantes
han recurrido a una serie de medidas necesarias para contener el brote de la
epidemia, pero con resultados de shocks de oferta y de demanda con diversas
implicaciones en el mercado de bienes y de factores.
La economía ha sido sensible a la evolución de la pandemia, tanto en
las economías industrializadas como en las de los países emergentes y en
desarrollo. Ello no solamente por las restricciones de la demanda, por el
riesgo al desempleo, y de los ingresos, sino ante la amenaza de la oferta por
la falta de productividad, mano de obra y capital de inversión, así como por
la problemática relacionada con el comercio internacional y con otros temas
tan acuciantes, entre ellos los servicios de transporte y de viajes.

2 Por ejemplo, la repentina caída del precio internacional de petróleo el 20 de abril de 2020.

144
economía tras la pandemia del covid 19

En Bolivia las cifras más recientes relativas a la pandemia muestran


una evolución más optimista que la de los datos reportados por el resto de
América Latina,3 por lo que el foco actual está en los casos internacionales,
que mantienen curvas más exponenciales de infección. Sin embargo, la
manera en que se configure la evolución de la pandemia en las economías
implicará continuidad o cambio en las políticas económicas a futuro.
El país, cuya economía creció anualmente a más del doble del promedio
de Latinoamérica en los últimos 15 años, será muy afectado. Su inserción a
la economía mundial, a través de mayores exportaciones e importaciones,
mayor flujo de turistas al territorio nacional y mayor inversión extranjera,
fue el motor de su crecimiento económico en el último tiempo. Este 2020,
por razones evidentes, no podrá cumplir esa función de crecimiento.
Sin lugar a dudas que la pandemia del covid-19 cambiará la correla-
ción de fuerzas en el mundo, en importantes ámbitos como el sanitario, el
económico, el político, el social, el cultural, el medioambiental y el laboral.
Si bien la crisis afecta directamente al sistema de salud, indirectamente su
efecto se materializa en otros ámbitos de la economía, por lo que en este
artículo nos concentramos en las implicaciones que se están sintiendo en las
variables de la economía boliviana y no nos referimos a todos los cambios
que se darán en la economía mundial. Para hacerlo, evaluamos el compor-
tamiento que se refleja en el pib,4 los ingresos, el empleo, la inversión y el
comercio de bienes y de servicios.

La demanda internacional ante la pandemia del covid-19

China (lugar de origen de la pandemia global), caracterizada por su di-


namismo económico en el mundo, pronosticaba para 2020 una tasa de
crecimiento­del 6% anual, pero ante el impacto del covid-19 solo crecerá
a menos de la mitad; es decir, un 2,6%. Igualmente, economías importantes

3 En Bolivia, al 2 de junio de 2020, los casos totales de infección por COVID-19 llegaban a
10.991, siendo el departamento de Santa Cruz el más afectado, con 7.235 contagiados; es
decir, el 66% del total registrado en el país (Ministerio de Salud de Bolivia, 2020).
4 En general, se utiliza el PIB como el índice principal para medir el comportamiento de una
economía.

145
umbrales

de Asia, como Japón y Corea del Sur, tampoco crecerán este año; lo mismo
pasará en Europa.5 Asimismo, Estados Unidos, la economía más grande del
mundo, es probable que crezca menos del 1%. La región de América Latina
tampoco presentará un crecimiento este año. Según la Comisión Económica
para América Latina (2020a), se estimaba que la región crecería el 1,3%
en 2020, pero ante el impacto del virus se pronostica una caída del -5,3%,
comparable a la magnitud de 1930 (-5%) o de 1914 (-4,9%).
Las estimaciones más optimistas luego del estallido del covid-19 preveían
que la tasa de crecimiento de la economía mundial disminuiría al 1,0% o menos.
Por ejemplo, Goldman Sachs (en Europa Press, 2020) indica caídas anuales del
pib del 3,8% en Estados Unidos, del 9% en la zona del euro y del 2,1% en
Japón, y una desaceleración en China a un crecimiento de solo un 3%.6 Sin
embargo, a medida que la pandemia se fue extendiendo, las previsiones fueron
reduciendo el crecimiento esperado. La Organización Mundial del Comercio
(2020) señala caídas anuales del 3,3% en América del Norte, del 3,5% en la zona
del euro y del 0,7% en Asia, y un crecimiento negativo en América Central y
en América del Sur del -4,3%, tal como se muestra en la tabla 1.
Tabla 1
PIB real a tipo de cambio de mercado, 2018-2021
(Variación porcentual anual)

Datos históricos Hipótesis optimista Hipótesis pesimista


pib real
2018 2019 2020 2021 2020 2021
Economía mundial 2,9 2,3 -2,5 7,4 -8,8 5,9
América del Norte 2,8 2,2 -3,3 7,2 -9,0 5,1
América Central y del Sur 0,6 0,1 -4,3 6,5 -11,0 4,8
Europa 2,1 1,3 -3,5 6,6 -10,8 5,4
Asia 4,2 3,9 -0,7 8,7 -7,1 7,4
Otras regiones(*) 2,1 1,7 -1,5 6,0 -6,7 5,2
Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados de la Organización Mundial del Comercio (2020), para
datos comerciales y estimaciones consensuales para el pib histórico.
(*) África, Oriente Medio y la Comunidad de Estados Independientes, con inclusión de los Estados Asociados
y los antiguos Estados miembros.

5 Véase: Banco Mundial (2020a).


6 Véase también: Comisión Económica para América Latina (2020b).

146
economía tras la pandemia del covid 19

Además de la baja del crecimiento de la economía mundial también se


contraerá el volumen del comercio mundial. Según la Organización Mundial
del Comercio (2020), el comercio mundial de mercancías experimentará
una reducción en 2020 de entre el 13% y el 32%, como consecuencia de
la paralización del desarrollo de la actividad económica “normal” y de la
vida, a causa de la pandemia del covid-19 en todo el mundo. El comercio
ya mostraba una desaceleración en 2019, antes de la pandemia, justamente
por los efectos de las tensiones comerciales (principalmente entre Estados
Unidos y China) y su efecto en las cadenas globales de valor generadas
tanto por la caída de la oferta china como por la producción europea. Asi-
mismo, la caída en la demanda china significará para América Latina una
disminución de cerca del 11% en las exportaciones de la región, según la
Comisión Económica para América Latina (2020b).
Ante las medidas restrictivas aplicadas por varios países del mundo,7
América Latina tendrá impacto sobre el comercio de bienes y de servicios.
De hecho, tal impacto será de manera directa en los insumos medicinales
y el equipamiento sanitario, y de manera indirecta en otros bienes, por el
cierre de fronteras y la inmovilización interna de los países.
El volumen del comercio mundial de mercancías ya registraba una
desaceleración del 0,1% en 2019 (tras haber aumentado un 2,9% en 2018),
como consecuencia de las tensiones comerciales y de la ralentización del
crecimiento económico. El informe sobre las perspectivas del comercio en
2020 y en 2021 de la Organización Mundial del Comercio (2020) refleja
claramente que el volumen del comercio mundial se contraerá. Esa evidencia
muestra resultados sobre la base de dos hipótesis. La hipótesis optimista
anticipa que el volumen del comercio mundial sufrirá disminuciones de dos
dígitos en 2020, de alrededor del 12,9%. La hipótesis pesimista pronostica
una rebaja del 31,9% del comercio. En la primera hipótesis, todas las re-
giones del mundo presentan disminuciones.

7 Un total de 54 países, según Evenett (2020).

147
umbrales

Tabla 2
Volumen del comercio mundial de mercancía, 2020-2021
(Variación porcentual anual)

Datos históricos Hipótesis optimista Hipótesis pesimista


Volumen de comercio
2018 2019 2020 2021 2020 2021
Volumen del comercio mundial 2,9 -0,1 -12,9 21,3 -31,9 24,0
Exportaciones
América del Norte 3,8 1,0 -17,1 23,7 -40,9 19,3
América Central y del Sur 0,1 -2,2 -12,9 18,6 -31,3 14,3
Europa 2,0 0,1 -12,2 20,5 -32,8 22,7
Asia 3,7 0,9 -13,5 24,9 -36,2 36,1
Otras regiones(*) 0,7 -2,9 -8,0 8,6 -8,0 9,3
Importaciones
América del Norte 5,2 -0,4 -14,5 27,3 -33,8 29,5
América Central y del Sur 5,3 -2,1 -22,2 23,2 -43,8 19,5
Europa 1,5 0,5 -10,3 19,9 -28,9 24,5
Asia 4,9 -0,6 -11,8 23,1 -31,5 25,1
Otras regiones(*) 0,3 1,5 -10,0 13,6 -22,6 18,0
Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados de la Organización Mundial del Comercio (2020), para
datos comerciales y estimaciones consensuales para el pib histórico.
(*) África, Oriente Medio y la Comunidad de Estados Independientes, con inclusión de los Estados Asociados
y los antiguos Estados miembros.

La evolución reflejada en la tabla 2 deja ver los volúmenes de expor-


taciones y de importaciones de mercancías en 2020. América del Norte y
Asia registrarán grandes disminuciones en sus exportaciones, mientras que
América del Sur y Europa experimentarán descensos menores, en tanto
que los volúmenes de las importaciones de América del Sur disminuirán
fuertemente respecto a las otras regiones, es decir, en 22,2%.
El impacto en el primer trimestre del 2020 para la economía boliviana
(a nivel agregado y sectorial), por el bajo crecimiento de sus principales
socios comerciales, como China, Europa y Estados Unidos (los tres mayores
mercados para Bolivia), también es una muestra del tamaño del shock
comercial que enfrentarán la región y Bolivia.

148
economía tras la pandemia del covid 19

La crisis económica causada por la pandemia del covid-19

El capitalismo experimentó sucesivas crisis desde 1637 (entre ellas la llamada


“crisis de los tulipanes”), que se transformaron en crisis económicas debido
al impacto en el sector real (Martínez, 2012). Hoy el mundo se encuentra
en un momento excepcional, en una grave crisis económica comparable con
la Gran Depresión de 1929, de impacto global,8 como señalan académicos
y medios en general,9 con consecuencias severas para el sector productivo.
Por otra parte, históricamente las pandemias han sido asociadas a si-
tuaciones de escasez, debido a fallecimientos masivos de trabajadores o a su
propio encierro ante el riesgo de ser contagiados (Puerta, 2020). En el caso
del covid-19, la situación es distinta, ya que la población en edad de trabajar
presenta, en general, una sintomatología leve, como lo indica la Organización
Mundial de la Salud (2020a). Esto hace que su sintomatología económica10
sea muy distinta de otras pandemias, porque los Gobiernos no han puesto
trabas al normal desenvolvimiento de los sectores básicos, aunque estos fun-
cionen con precauciones reforzadas, pero con relativa normalidad. Es decir,
hay producción, aunque la reclusión doméstica impide que haya demanda.
La teoría económica enseña cómo responder a las desaceleraciones
cíclicas o a las crisis financieras, pero no cómo reaccionar cuando la mayor
parte de los trabajadores y de los consumidores deben quedarse en casa
limitando sus posibilidades de gasto y de producción. Ante ese panorama,
muchos Gobiernos del mundo han tomado medidas excepcionales
anunciando paquetes fiscales de estímulo en sus economías, equivalentes a un
10% del tamaño de su producción, como España11 y Estados Unidos,12 donde
la curva de contagio fue más pronunciada. Lo cierto es que, a lo largo de la
historia, las crisis nos dejan una lección: tanto la economía como la sociedad
y las instituciones están en constante evolución, lo que obliga a aceptar que
el conocimiento es limitado. En el momento excepcional de una contracción

8 La crisis actual, a diferencia de la crisis de 1929, presenta otro problema junto a la crisis
económica: la crisis sanitaria del covid-19, también de alcance global.
9 Véanse: Crespo (2020) y González Briceño (2019).
10 Síntomas ocasionados de importancia económica. Véase: Riquelme et al. (1998).
11 Véase: Diario Financiero (2020).
12 Véase: bbc News Mundo (2020).

149
umbrales

pronunciada, y en la medida en que las economías se recuperen, emergerán


nuevas respuestas, más allá de las políticas keynesianas, o se adoptará una
perspectiva más integral y plural de la que acostumbra la economía.
La pandemia del covid-19 ha situado a la economía boliviana en una
coyuntura inédita, una contingencia que obliga a limitar el contacto humano
(inmovilización de personas) y el normal desenvolvimiento de la actividad
económica. Dicha situación impacta sobre el sector real, con consecuencias
de una recesión profunda y con reducciones del pib. En los últimos 15 años,
la economía de Bolivia creció anualmente a más del doble del promedio de
los países de Latinoamérica (Comisión Económica para América Latina,
2019). Sin embargo, en 2020 las proyecciones de tres organismos interna-
cionales indican que sufrirá una contracción del 3,4% de acuerdo con el
Banco Mundial, del 3% según la Comisión Económica para América Latina
y del 2,9% conforme proyecta el Fondo Monetario Internacional (véase el
gráfico 1), con consecuencias de grandes costos en los sectores productivo
y del empleo. Frente a tal situación surge una pregunta: ¿cómo recuperarse
de la debacle económica causada por la pandemia?
Gráfico 1
Bolivia: crecimiento del pib a precios constantes, 2000-2020
(En porcentajes)
8 6,8
6,15
5,2 5,46
6 4,8 4,56 5,12 4,86
4,17 4,42 4,13 4,26 4,2 4,22
4 3,36
2,51 2,49 2,71 2.22
1,68
2
0
-2
-2,9 -3
-4 -3,4
00 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 mi al bm
20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 2- 20 el f cep n el
n a
gú n l gú
0 se egú 0 se
2 s 2
20 020 20
2
Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados en abril de 2020 del Instituto Nacional de Esta-
dística de Bolivia (2020a).
Nota: fmi: Fondo Monetario Internacional. cepal: Comisión Económica para América Latina. bm: Banco
Mundial.

150
economía tras la pandemia del covid 19

Bolivia, en comparación con el resto de los países de América Latina,


tiene más debilidades (déficit fiscal, nivel alto de deuda y menos reservas
internacionales) que fortalezas macroeconómicas (bajos niveles de inflación,
bajo nivel de mora bancaria y el mayor consumo interno). Además, la de-
pendencia de dos sectores (minerales y gas natural) representa casi el 80%
de sus exportaciones. Esto lo hace considerablemente vulnerable ante las
variaciones de los precios internacionales de las materias primas, dejándolo
en mayor desventaja.
Como consecuencia del covid-19, las Reservas Internacionales Netas
del Banco Central de Bolivia, en los primeros cuatro meses de 2020, dismi-
nuyeron en un 25%, al igual que las divisas, que decrecieron en un 40%,
respecto al mismo periodo de 2019; es decir, bajaron de 8.389 millones de
dólares a 6.327 millones de dólares (2.062 millones de dólares menos) (Banco
Central de Bolivia, 2020a). La disminución pudo haber sido mayor, pero
fue amortiguada por la balanza comercial favorable del primer trimestre de
2020, que fue de 76 millones de dólares (Instituto Nacional de Estadística
de Bolivia, 2020a). Este monto de las Reservas Internacionales Netas es el
más bajo en los últimos 10 años y representa actualmente el 15,5% del pib
de Bolivia, cifrado en 40.705 millones de dólares para 2019.
En cuanto al déficit fiscal, si bien se mantuvo controlado, se estima que
para fines de 2020 llegará al 8% (véase el gráfico 2). Bolivia, para responder
a la crisis actual, está en una situación fiscal mucho más débil que la que
tuvo durante la crisis financiera global de 2008-2009, cuando todavía había
un margen de expansión fiscal (0,1%) (Banco Central de Bolivia, 2019). Por
tanto, su capacidad de respuesta hoy es mucho menor, teniendo en cuenta
la relación entre el nivel de deuda y una contracción fiscal como propor-
ción del pib. Sin embargo, tendrá mayores gastos (salud y transferencias)
y menores ingresos (menos recaudación del impuesto al valor agregado)
respecto a lo presupuestado. Cabe recordar que el Presupuesto General del
Estado contempla, más o menos, que el 24% de los ingresos provenga de
los impuestos internos y el resto del excedente generado por las empresas
estatales, además del impuesto a las importaciones que realiza el país.
Algunos estudios señalan que los países ricos en commodities generan
problemas en sus finanzas públicas y producen pobres resultados en su

151
umbrales

desempeño macroeconómico y en su desarrollo (Végh et al., 2018, citado


en Berdeja et al., 2020). Bajo ese razonamiento, se puede afirmar que los
ingresos fiscales en Bolivia dependen, en mayor medida, de los recursos
naturales, por lo que los componentes del presupuesto están influidos por
shocks externos que se presentan en los precios de dichos recursos.

Gráfico 2
Bolivia: Reservas Internacionales Netas, déficit fiscal y deuda externa, 2017-2020
(En porcentajes de PIB)

50,0
40,4 40,5 39,3 40,1
40,0
27,6
30,0
22,4
15,9 15,5
20,0

10,0

0,0

-10,0
-7,8 -8,1 -7,2 -8

-20,0
2017 2018 2019 2020(e)
rin (%/pib) Déficit fiscal (%/pib) Deuda externa (%/pib)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados en mayo de 2020 del Banco Mundial (2020b), del
Banco Central de Bolivia (2020a) y del Instituto Nacional de Estadística de Bolivia (2020a).
(e): Estimado.

Las medidas económicas dictadas por el Gobierno boliviano, entre ellas


las transferencias y la inyección de liquidez por parte del Banco Central
de Bolivia al sistema financiero (para garantizar la estabilidad económica
y preservar la vida de los bolivianos), fueron acertadas considerando la
emergencia de salud de la población,13 pero no son suficientes teniendo en

13 Las dos operaciones aprobadas por la autoridad monetaria de Bolivia entre el 24 y el 27


de marzo de 2020 fueron: 1) la inyección de liquidez de 3.476 millones de bolivianos
(500 millones de dólares) a la economía para garantizar la estabilidad, lo que constituye

152
economía tras la pandemia del covid 19

cuenta la solución en el largo plazo, de modo que Bolivia necesita mejorar la


calidad del gasto para lograr una consolidación fiscal también de calidad. El
impacto sobre el pib en 2020 dependerá lógicamente de cuánto se prolongue
la cuarentena y cómo evolucione en el tiempo.

El impacto económico del covid-19 en las micro,


las pequeñas y las medianas empresas

Debido a las medidas de distanciamiento social y de cuarentena, la información


disponible señala que existe un total de 35 mil unidades productivas legalmente
constituidas en Bolivia, las cuales generan 106 mil empleos. De esas unidades
productivas, 29 mil están paralizadas (83% del aparato productivo), por lo
que solamente el 17% (seis mil) se encuentra operando, poniendo en riesgo
90 mil puestos de trabajo.14 Otras fuentes sostienen que la cuarentena pone
en riesgo 5,4 millones de empleos en Bolivia y que ha paralizado el 80% de
las empresas en todo el territorio nacional (Avendaño, 2020), lo que implica
una importante reducción de ingreso per cápita promedio, con consecuencias
para el consumo.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo, 5,2 millones de empleos
se hallan en riesgo por la crisis del covid-19 en Bolivia, de los cuales un
millón son empleos formales y 4,2 millones son informales (Altamirano
Montoya et al., 2020). Como advirtió la Confederación Nacional de la
Micro y Pequeña Empresa, el impacto para las micro y las pequeñas em-
presas supone un alto costo social, dado que se encuentran perjudicadas
en sus emprendimientos. De hecho, estas hicieron conocer que el sector
aún no vio un solo centavo de los 1.500 millones de bolivianos que debían
ser canalizados a las unidades productivas desde el Banco de Desarrollo
Productivo mediante las entidades financieras, como medida de salvataje.

un incremento­del 50% de la liquidez del sistema financiero; y 2) un crédito de siete mil


millones de bolivianos (1.005,7 millones de dólares) al Poder Ejecutivo para preservar la
vida de los bolivianos (Banco Central de Bolivia, 2020b).
14 Según declaraciones de Blazicvic, presidente de la Cámara Nacional de Industrias (en
Lazcano, 2020).

153
umbrales

Por otro lado, los sectores que podrían sufrir mayores contracciones son
la construcción, el comercio, el transporte, la administración pública y los
servicios sociales, que proveen el 56% del empleo formal. El 69% del em-
pleo total en Bolivia, en cambio, se da en actividades informales,15 que serán
significativamente afectadas por estar basadas en contactos interpersonales.
Para este segmento de la población, los bonos de 400 bolivianos o de 500
bolivianos no suplen lo que ganan en el día para sobrevivir, considerando
el tiempo que dure la cuarentena.
En ese marco, para que la economía no pase a una recesión profunda
en 2021, dependerá de que hoy se tomen buenas decisiones. Para ello, es
necesario definir nuevamente el rol del Estado en la economía. Por lo pronto
tenemos un gobierno de transición limitado para ejecutar grandes programas
de política económica, por lo que corresponderá al siguiente diseñar y ejecutar
programas que garanticen la estabilidad económica y el empleo.

El impacto del covid-19 en el comercio exterior

La literatura especializada señala que las exportaciones deberían liderar el ritmo


del crecimiento económico (Bajo, 1991; Tugores, 2002; Krugman y Obstfeld,
2006). Esto a través de distintos canales de transmisión: la generación de divisas
y su perspectiva de crecimiento en el futuro, el aprovechamiento de economías
de escala y especialización, los efectos de encadenamientos que la actividad
exportadora tiene sobre otras actividades locales, las exigencias de eficiencia
que se imponen a las actividades exportadoras, y porque pueden tener un papel
macroeconómico por el efecto multiplicador de la tasa de incremento sobre la
demanda agregada (Ffrench-Davis, 2005). Este interesante y complejo marco
conceptual (pragmático y concreto, pero no por ello el más eficiente) permite
comprender las implicaciones de la actual crisis global.
Situar el patrón comercial de Bolivia en el contexto de las teorías que
explican el comercio internacional es sin duda importante, pero, a la vez, es
una tarea compleja, sobre todo por la ausencia de estudios específicos que
expliquen la estructura y la dirección del comercio. Sin embargo, a partir de

15 Véase: Instituto Nacional de Estadística de Bolivia (2019).

154
economía tras la pandemia del covid 19

datos estadísticos oficiales es posible realizar una caracterización del patrón de


inserción en la economía internacional. A lo largo del siglo pasado y en lo que va
de este, el patrón de especialización ha sido determinado por las “abundantes”
reservas mineralógicas e hidrocarburíferas, y por la evolución favorable de la
demanda externa, como principales rubros de generación de divisas para Bolivia,
aunque está claro que el contenido factorial de las exportaciones bolivianas fue
indudablemente intensivo en recursos naturales y empleo de mano de obra.
Dicho perfil estuvo alineado al enfoque neoclásico de las proporciones
factoriales de Herckscher-Ohlin (Krugman y Obstfeld, 2006). Actualmente,
si evaluamos el contenido factorial del comercio, nuevamente podremos va-
lidar la hipótesis de que Bolivia continúa exportando productos primarios y
manufacturas con escaso valor agregado. Por esta razón el posicionamiento
internacional de Bolivia siempre se valió de las ventajas de sus recursos natu-
rales como factor determinante del crecimiento (Medina, 2010). También por
esta razón su economía es una de las más vulnerables a la disminución de los
precios internacionales. En ese contexto, se debe incorporar en el análisis el
hecho de que, por efecto de la pandemia del covid-19, hoy la demanda mun-
dial está convulsionada y con tendencia a la baja, mientras muchas naciones
en desarrollo presionan la oferta, con impactos depresivos sobre los precios.
En el caso de la economía boliviana, el comercio es un componente im-
portante en el crecimiento, junto con las políticas fiscal y monetaria. En 2019
Bolivia vendió al mundo un equivalente al 22% de su producción nacional y
sus importaciones representaron un 24% del producto total de la economía.
No obstante, las estadísticas revelan que el comercio se desace­leró, que el
valor de las exportaciones de mercancías se redujo un 2%, de 8.969 millones
de dólares a 8.795 millones de dólares, y que el valor de las importaciones
bajó en 3%, de 10.046 millones de dólares a 9.786 millones de dólares.
Para 2020, también en Bolivia, las exportaciones tenderán a disminuir.
Ciertamente, las exportaciones para el primer trimestre del año cayeron en
8,6% respecto al cuarto trimestre de 2019, debido a la caída de la demanda
externa y de los precios de los principales productos de exportación. Por
ejemplo, el precio de su principal producto, el gas natural (que representó el
61% de todo lo que el país exportó en 2019), bajó en más del 29% el primer
trimestre del año (de 5,15 a 3,63 dólares/millones de unidades térmicas

155
umbrales

británicas) (Banco Mundial, 2020a) y el volumen exportado caerá también


ante el estancamiento de la economía mundial. De hecho, Brasil anunció
que disminuirá la demanda del volumen mínimo de gas (de 14 a 10 millones
de metros cúbicos diarios), lo que representa, por consiguiente, menores
ingresos para el Tesoro General de la Nación (Correo del Sur, 2020). Algo
muy similar ocurrirá con Argentina a causa del covid-19. Asimismo, el
ciclo excepcional de buenos precios para las materias primas (hidrocarburos,
alimentos, minerales) empezó a revertirse (véase el gráfico 3). La caída del
ingreso de divisas vía exportación de bienes y de servicios afecta los flujos
de inversión y de consumo. Sumado a ello tenemos la baja en casi el 50%
del Impuesto Directo a los Hidrocarburos, afectando los ingresos de las
gobernaciones, las alcaldías y las universidades, aun cuando su efecto fuera
relativo por la utilización de dichos recursos en proyectos definidos. Esto
implica que la producción y los ingresos internos caerán en 2020.
La gran diferencia de la crisis actual es que la pérdida del dinamismo
de la demanda mundial no solamente afectará a los sectores exportadores
de productos primarios, sino también a los bienes manufacturados y a los
servicios, fundamentalmente.

Gráfico 3
Precios de los productos básicos de exportación, 2018-2010
(Valor en dólares americanos)
10,00
5,00
0,00
-5,00
-10,00
-15,00
-20,00
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
Enero

2018 2019 2020

Hidrocarburos Minerales Alimentos


Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados en marzo de 2020 del Banco Mundial (2020b).

156
economía tras la pandemia del covid 19

China es el país al cual Bolivia destinó cerca del 6% de sus exportaciones


en 2019 y del cual provinieron el 22% del total de sus importaciones,
que incluyen varios insumos clave para la producción nacional. Como
anticipamos, debido a la pandemia del covid-19, China crecerá en 2020
menos de la mitad de lo que creció en la gestión pasada. De ahí que esas
importaciones de América Latina y de Bolivia desde China cayeran 6% para
América Latina y 23% para Bolivia el primer bimestre de 2020, respecto
de 2019.16 Durante el primer trimestre del año, las exportaciones a China y
a Estados Unidos (mercados de destino importantes para Bolivia) cayeron
en 22,3% y 20,3%, respectivamente (Instituto Nacional de Estadística de
Bolivia, 2020a). Lo anterior podría anticipar mayores dificultades (sobre
todo con Estados Unidos) a partir del segundo trimestre de 2020, frente al
avance del covid-19 en ese país.

El impacto del covid-19 en la inversión

Según la literatura del crecimiento, se tiene como referente el modelo


neoclásico de Solow-Swan (Solow, 1956), que hace la división de los factores
de crecimiento en trabajo, capital y residuo, equivalente a la productividad
total de los factores como resultado del cambio tecnológico. De esta
manera es utilizado para examinar la importancia de la productividad en el
crecimiento. En esa línea de razonamiento existen afirmaciones referidas
a que la productividad total de los factores es el elemento esencial de
crecimiento. Sin embargo, Ffrench-Davis y Díaz (2019), en un análisis de
inversión y crecimiento para la economía chilena, sostienen que la variable
‘inversión’ es el principal factor determinante del crecimiento, por delante
de la productividad total de factores, lo que sustenta con datos empíricos
la evolución del conjunto de la formación de capital y el crecimiento en las
últimas cuatro décadas en Chile. Por supuesto que ese análisis no es todo; hay
otras versiones que dicen lo contrario. Un ejemplo es Gordon, que sostiene

16 Véase: Banco Interamericano de Desarrollo-Instituto para la Integración de América Latina


y el Caribe (2020a).

157
umbrales

que la inversión en capital, que proporciona mejores máquinas y equipos


a la producción, y la educación, motor de la productividad, contribuyen
poco al crecimiento económico, ya que la mayor proporción proviene de
la productividad total de los factores (en Robert, 2016).
En la línea de Ffrench-Davis (2005), el ‘stock de bienes de capital’ es
una variable determinante de la capacidad productiva de una economía.17
Siendo tan determinante para el crecimiento del pib, la tasa de inversión
en Bolivia ha experimentado fuertes variaciones, tanto en conjunto como
en su composición. La formación bruta de capital fijo a precios corrientes
de mercado refleja el gasto efectivo de los agentes que invierten en capital
productivo y operan en el mercado interno.
En el gráfico 4 presentamos para Bolivia la evolución (en moneda
corriente) de la formación bruta de capital fijo como proporción del pib
(tasa de inversión) para los últimos 20 años. En 2004 se registró una tasa
de inversión del 11,69%, la más baja en todo el periodo. En cambio, en
los últimos cinco años de gobierno del Movimiento Al Socialismo se logró
un promedio de inversión del 20,59% del pib, la tasa más elevada, y, como
consecuencia de ello, el crecimiento económico constante del 5% promedio
anual, además de precios de las materias primas competitivos en el mercado
internacional. Pero en 2019 la tasa de inversión reveló una tendencia
decreciente en la participación real, 18,98% del pib, como reflejan los datos
en el gráfico recién citado. Esa tasa de inversión en Bolivia, con relación al
promedio latinoamericano, se ubica muy por debajo del 30% del pib. En el
horizonte de los 20 años pasados, el promedio del coeficiente de inversión
es aproximadamente del 17%, lo que no permite niveles significativos de
crecimiento.
No obstante, algunos estudios demuestran que los ciclos de la formación
bruta de capital fijo están determinados más por el comportamiento de
la inversión extranjera directa (ied) que por la inversión pública (Grebe

17 El significado de capital es amplio y variado. Sin embargo, con el fin de reducir la dispersión
de su contenido, acudimos a la definición de ‘Cuentas Nacionales’, que incluye construcciones
(comerciales y residenciales), infraestructura, maquinaria y equipos (Comisión Europea
et al., 2008).

158
economía tras la pandemia del covid 19

et al., 2015), debido a que dicha inversión es afectada por las variables
relacionadas con la facilidad para hacer negocios.
En Bolivia, la ied, si bien ha sido un componente importante del
crecimiento (2006-2013), al participar de manera activa mediante créditos
e inversiones se concentró en los sectores de hidrocarburos y de minería,
según el reporte de la balanza de pagos del Banco Central de Bolivia
(2015), pero los flujos de capital hacia Bolivia cayeron de manera gradual
desde mediados de 2014, no solo por la disminución de los precios de
las materias primas, sino por la falta de ventajas organizacionales (bene-
ficios de escala, técnicas de producción y derechos de propiedad) y por
los atractivos locales (materia prima, salarios e impuestos), por lo que el
crecimiento fue cubierto por inversionistas nacionales, privados y públicos.
Por ejemplo, en los últimos seis años (2014-2019), la ied representó el
0,79% de la formación bruta de capital fijo; en otras palabras, nada (véase
el gráfico 4). Incluso el dinero que se genera por concepto de las remesas
supera con creces la ied.
En 2019 Bolivia sufrió una desinversión de capitales extranjeros por
160 millones de dólares; en 2013 la cifra fue la más alta, 1.750 millones de
dólares,18 lo que significa una mayor salida de capital respecto al que ingresó
al país. Tal desinversión se repite después de 14 años, dado que en 2005 el
indicador se situó en -288 millones de dólares. De acuerdo con el informe
del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (2020), en los últimos seis
años la ied fue de solamente 1,28% del pib, resultado que se explica por
la situación de incertidumbre política, económica y social que se vivió en
Bolivia en la gestión pasada. Estas cifras muestran para 2020 un ambiente
de desaceleración económica en el país.
En síntesis, en el gráfico 4 se puede apreciar que en la formación de
capital la ied no ha jugado a lo largo del periodo un papel tan determinante
del crecimiento como en otras economías de América Latina.

18 Véase: Instituto Boliviano de Comercio Exterior (2020).

159
umbrales

Gráfico 4
Bolivia: Formación bruta de capital fijo, nacional y extranjero,
y crecimiento del pib, 2000-2019
(En porcentajes)

25

21,37
20,98

21,27
20,67

20,17

18,98
17,89

18,97

18,36
17,25

19,06
20

16,48

16,57
16,14
15,65

14,30
13,93

12,66

12,99

15
11,69
8,77

8,56
8,67

10

6,8
6,15

5,71

5,46
4,56

5,12

4,86
4,8

5,2
4,42
4,17

3,91

4,22
2,45
2,51

2,49

2,71
2,44

2,79

3,07

3,36
2,44

4,13
3,17

3,58

4,26

4,2
5

1,90
1,99

2,22
1,68
1,68

1,29
1,14

0,99
1,37

0,75
0,75

0,69

0,54

0,39
0

-0,30
2005 -2,50

-5
2000

2001

2002

2003

2004

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

2015

2016

2017

2018
2019
Crecimiento del pib (a precios constantes) ied en porcentaje del pib

Formación bruta de capital fijo (fbcf) en porcentaje del pib (a precios corrientes) ied/fbcf

Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados en abril de 2020 del Instituto Nacional de Estadística
de Bolivia (2020b) y del Banco Mundial (2020b) para ied/pib.

En América Latina, según un análisis de fdi Intelligence (citado por el


Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe-Banco Interameri-
cano de Desarrollo, 2020), en el primer trimestre de 2020 los flujos de la ied
hacia la región se contrajeron en un 28% respecto al periodo similar del año
anterior. Para 2020 el Instituto de Finanzas Internacionales y la Conferencia
de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo estiman una reducción
de ingresos de la ied a la región del orden del 30%.19

El impacto del covid-19 en el sector de servicios

El turismo, el primer sector y el más afectado en América Latina, tendrá


una severa caída debido al impacto de la pandemia, ya que los sectores de

19 Véase: Banco Interamericano de Desarrollo-Instituto para la Integración de América Latina


y el Caribe (2020b).

160
economía tras la pandemia del covid 19

viajes y de transportes representan el 40% y 18%, respectivamente, de las


exportaciones de servicios en la región.20 Según la empresa estatal Boliviana
de Turismo (boltur), Bolivia se había ya constituido en un destino
atractivo para los turistas extranjeros (Página Siete y Agencia Boliviana
de Información, 2019). Sin embargo, por la menor demanda de servicios
de turismo como resultado del covid-19, el país se verá muy afectado
(cierre de fronteras, menor propensión a viajar por la incertidumbre y la
recrudescencia de la epidemia). Para 2018 la incidencia de servicios de
turismo en las exportaciones totales representó el 15% y la incidencia de
viajes y de transporte en las exportaciones de servicios representó el 85%.21
Según boltur, el turismo boliviano ocupa el puesto cinco entre los países
de la región con mayor afluencia turística (Ídem). En 2019 Bolivia recibió
alrededor de 3,1 millones de turistas, que aportaron ingresos por más de
816 millones de bolivianos, cifra que representa el 2,8% del pib nacional
(Instituto Nacional de Estadística de Bolivia, 2020a).

Gráfico 5
Participación del turismo en el pib y en exportaciones, 2011-2020
(En porcentajes)

12,00
10,36 10,13
9,76
10,00 9,09 9,06
7,93
8,00
5,49
6,00 5,08
4,46 4,55

4,00
2,11 2,19 2,16 2,04 2,19
2,10 1,96 1,83 2,00 1,96
2,00

0,00
2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018(p) 2019(p) 2020(p)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados en abril de 2020 del Instituto Nacional de Estadística
de Bolivia (s. f.) y de Valda y Poma (2020).
(p): Preliminar

20 Ídem.
21 Ídem.

161
umbrales

De acuerdo con una investigación realizada por docentes y expertos de


la Carrera de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo de El
Alto (Valda y Poma, 2020), el sector de turismo en Bolivia perderá en 2020
alrededor de 6.200 millones de bolivianos (equivalentes a 891 millones de
dólares), que representan una participación del turismo en las exportaciones
totales superior al 10% y con relación al pib de algo más del 2% (véase del
gráfico 5). Además, el estudio señala que el país dejará de percibir más de 360
millones de dólares por concepto de turismo receptivo, la economía interna
perderá más de 3.600 millones de bolivianos por concepto de turismo interno,
el país dejará de percibir divisas por 433,9 millones de dólares, perderán el
empleo en el sector de turismo más de 106 mil personas y más del 50% de las
microempresas turísticas se cerrarán u optarán por otros rubros (Ídem). De
hecho, según el periódico cruceño El Deber (2020), hasta mediados de mayo
de 2020 se habían cerrado al menos 200 operadores y agencias de turismo de
forma definitiva. Las regiones más vulnerables, donde el turismo representa
una porción importante (Salar de Uyuni, Rurrenabaque, Copacabana, Yungas
y las misiones jesuíticas) son los destinos que serán más afectados y que no
podrán recuperarse fácilmente hasta mediados de 2021.

Algunas consideraciones finales

De acuerdo con los datos analizados en este texto, y tomando en cuenta las
dimensiones abordadas acerca del impacto del covid-19 en el comercio,
la inversión y los servicios en Bolivia, podemos concluir que la economía
nacional se contraerá en 2020; en consecuencia, los recursos para la
economía boliviana se reducirán. Esta situación, al parecer, es muy dura para
la economía nacional, una economía con casi el 80% del aparato productivo
paralizado por la inmovilización de la ciudadanía debido a la pandemia,
lo que ha ocasionado, entre otras cosas, que muchas personas no tengan
ingresos suficientes, especialmente las del sector informal o las que reciben
su salario conforme el desarrollo de la actividad productiva. Es por esto
que se requiere dinamizar la demanda interna, para así generar mayores
estímulos a la economía, mediante cambios en el ámbito de la política.

162
economía tras la pandemia del covid 19

Para evitar que la economía boliviana tenga crecimiento negativo en


2020, como avizoran los organismos internacionales, el Gobierno central
debe incentivar a las empresas (a fin de que estas continúen con su acti-
vidad productiva y mantengan el empleo) con medidas tributarias, como
la reducción de impuestos. Asimismo, en coordinación con las entidades
financieras, además de los créditos blandos, se debe ver la posibilidad de
disponer la eliminación de moras a personas y a familias de bajos ingresos,
como también a las pequeñas y a las microempresas, especialmente a las que
han sido afectadas por la pérdida o la disminución de sus ingresos.
En el corto plazo, se requiere sostener las rentas de la población afectada
(nuevos desocupados, autónomos y pequeños empresarios con actividad
muy reducida o casi nula), sobre todo para evitar el inmenso coste social, de
modo que se necesitará tanto mantener el volumen del gasto como mejorar
la calidad del gasto, en la perspectiva de lograr una consolidación fiscal
también de calidad. El impacto sobre el pib en 2020 dependerá, lógicamente,
de cuánto se prolongue la cuarentena y de cómo evolucionen los contagios
en el tiempo.
Sin embargo, con la mirada puesta en el largo plazo, hoy se requiere
tomar buenas decisiones para que la economía no caiga en una recesión
profunda el año venidero. Para ello, es necesario definir nuevamente el
rol del Estado en la economía. Por ahora el gobierno de “transición” está
limitado para ejecutar grandes programas de política económica, por lo que
le corresponderá al siguiente diseñar y ejecutar políticas económicas que
garanticen la estabilidad económica y el empleo en el país.
En cuanto al comercio exterior, consideramos necesario aplicar medidas
de política comercial a nivel de instituciones de integración que contribuyan
a combatir la pandemia; no solamente bajar los aranceles, sino trabajar en
democratizar los procesos, para así disminuir los costos de transporte y evitar
las restricciones no arancelarias y paraarancelarias a las exportaciones. En
esa línea, la Comunidad Andina busca impulsar en los países miembros el
desarrollo del comercio electrónico como una alternativa para salir de la
crisis. Para ello, es urgente el trabajo conjunto para democratizar y bajar
los costos de las transferencias electrónicas.

163
umbrales

Finalmente, la actual pandemia también puede ser una oportunidad para


incrementar la exportación de las materias primas, nuevamente mediante
incentivos al sector exportador. En el caso concreto de los minerales, en
especial el estaño, este podría ser utilizado en la fabricación de envases de
alimentos y de equipamiento médico.
De cualquier modo, explicar de manera específica el efecto del
covid-19 es un reto que persistirá en el tiempo; de lo contrario, ya sa-
bríamos cómo evitarlo.

Bibliografía

Altamirano Montoya, Álvaro; Azuara, Oliver y González Rubio, Stephanie


2020 “¿Qué efectos tendrá la covid-19 sobre el empleo de América
Latina y el Caribe?”. Banco Interamericano de Desarrollo (web)
(17/04/2020). Disponible en: https://blogs.iadb.org/trabajo/es/
que-efectos-tendra-la-covid-19-sobre-el-empleo-de-america-
latina-y-el-caribe/
Avendaño, Fernando
2020 “El gobierno aplica paliativos, pero urge un plan económico
estructural”. Los Tiempos, “Economía”, edición digital
(08/05/2020). Disponible en: https://www.lostiempos.com/
actualidad/economia/20200508/gobierno-aplica-paliativos-pero-
urge-plan-economico-estructural
Bajo, Oscar
1991 Teorías del comercio Internacional. Barcelona: Antonio Bosch.
Banco Central de Bolivia
2015 Reporte de balanza de pagos y posición de inversión internacional
Gestión 2015. La Paz: Banco Central de Bolivia.
2019 Información estadística fiscal y monetaria de la gestión 2019,
tomada del sitio web institucional. Disponible en: https://
www.bcb.gob.bo/?q=sector-monetario y https://www.bcb.gob.
bo/?q=sector-fiscal

164
economía tras la pandemia del covid 19

2020a Información estadística semanal, tomada del sitio web institu-


cional (29/05/2020). Disponible en: https://www.bcb.gob.bo/
webdocs/05_estadisticassemanales/290520_22%20valores.pdf
2020b Comunicado de prensa tomado del sitio web institucional
(27/03/2020). Disponible en: https://www.bcb.gob.bo/webdocs/
files_noticias/ cp %2014%20 covid -19%20 version %20
final.pdf
Banco Interamericano de Desarrollo-Instituto para la Integración
de América Latina y el Caribe
2020a “Impacto del covid-19 en el comercio exterior, las inversiones
y la integración en América Latina y el Caribe”. Boletín elec-
trónico 1 (27/03/2020).
2020b “Impacto del covid-19 en el comercio exterior, las inversiones
y la integración en América Latina y el Caribe”. Boletín elec-
trónico 3 (27/04/2020).
Banco Mundial
2020a “Asia oriental y el Pacífico: Los países deben actuar ya para
mitigar la crisis económica derivada del brote de covid 19”.
Comunicado de prensa (30/03/2020). Disponible en: https://
www.bancomundial.org/es/news/press-release/2020/03/30/
east-asia-and-pacific-countries-must-act-now-to-mitigate-
economic-shock-of-covid-19
2020b La economía en los tiempos del Covid-19. Informe semestral de la
región de América Latina y el Caribe (12/04/2020).
bbc News Mundo
2020 “Coronavirus | ee.uu. aprueba un paquete de ayudas econó-
micas de us$2 billones, el más grande de su historia”. Edición
digital (27/03/2020). Disponible en: https://www.bbc.com/
mundo/noticias-internacional-52045106
Berdeja, Daniela, et al.
2020 “¿Cómo los ingresos extraordinarios resultan en déficit fiscal?”.
Serie Debate Público de la Sociedad Científica Estudiantil de
Economía de la Universidad Católica Boliviana. 76, 5-8.

165
umbrales

Comisión Económica para América Latina


2019 Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe.
Santiago de Chile: Comisión Económica para América Latina.
2020a Dimensionar los efectos del covid-19 para pensar en la reactivación.
Informe especial covid-19, 2 (21/04/2020). Disponible en:
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45445/4/
S2000286_es.pdf
2020b América Latina y el Caribe ante la pandemia del covid-19: Efectos
económicos y sociales. Informe especial covid-19, 1 (03/04/2020).
Disponible en: https://repositorio.cepal.org/bitstream/
handle/11362/45337/6/S2000264_es.pdf
Comunidad Europea, Fondo Monetario Internacional, Organización
de Cooperación y Desarrollo Económico, Naciones Unidas y Banco Mundial
2016 Sistema de Cuentas Nacionales 2008, Nueva York.
Correo del Sur
2020 “ypfb espera que Petrobras mantenga la compra mínima de gas
y llama al dialogo”. Edición digital (16/04/2020). Disponible
en: https://correodelsur.com/economia/20200415_ypfb-espera-
que-petrobras-mantenga-la-compra-minima-de-gas-y-llama-
al-dialogo.html
Crespo, Juan Ignacio
2020 “¿En qué acabará el ‘crash’ de 2020?”. El País, periódico global
(digital) (22/03/2020). Disponible en: https://elpais.com/
economia/2020-03-22/en-que-acabara-el-crash-de-2020.html
Diario Financiero
2020 “Bolsa de comercio anuncia medidas de contingencia por Covid-19
minuto a minuto”. “Internacional”, edición digital, (16/03/2020).
Disponible en: https://www.df.cl/noticias/internacional/
economia/bolsa-de-comercio-anuncia-medidas-de-contingencia-
por-covid-19-minuto-a/2020-03-16/081648.html
Europa Press
2020 “Coronavirus: Goldman Sachs prevé que el pib español baje
un 9,7% y el déficit se dispare al 10%”. Expansión, “Economía”

166
economía tras la pandemia del covid 19

(24/03/2020). Disponible en: https://www.expansion.com/


economia/2020/03/24/5e7a1961468aeb1b118b4649.html
Evenett, Simon J.
2020 “Tackling covid-19 Together”. Global Trade Alert (web)
(23/03/2020). Disponible en: “https://www.globaltradealert.
org/reports/51
Ffrench-Davis, Ricardo
2005 Reformas para América Latina: después del fundamentalismo liberal.
Argentina: Siglo xxi Editores.
Ffrench-Davis, Ricardo y Díaz, Álvaro
2019 “La inversión productiva en el desarrollo económico de Chile:
evolución y desafíos”. Revista de la cepal. 127, 27-53.
Fondo Monetario Internacional
2020 “El fmi y el Covid-19 (coronavirus)”. Comunicado de prensa
(23/03/2020). Disponible en: https://www.imf.org/es/Topics/
imf-and-covid19
González Briceño, Salvador
2019 “En eeuu y el mundo, la crisis de 2020 será peor que 1929 o
2008”. América Latina en movimiento, revista de la Agencia Lati-
noamericana de Información (digital) (28/08/2019). Disponible
en: https://www.alainet.org/es/articulo/201832
Grebe, Horst; Medinaceli, Mauricio; Fernández, Rodrigo
y Hurtado de Mendoza Carranza, Cristina
2012 Los ciclos recientes en la economía boliviana. Una interpretación del
desempeño económico e institucional (1989-2009). La Paz: Instituto
prisma y pieb. Disponible en: http://www.pieb.com.bo/factores/
archivo/los_ciclos_recientes.pdf
Instituto Nacional de Estadística de Bolivia
s. f. “Bolivia: llegada de viajeros internacionales, según nacionalidad,
2008-2019”. Disponible en: https://www.ine.gob.bo/index.php/
wpfd_file/bolivia-llegada-de-viajeros-internacionales-segun-
nacionalidad-2008-2019/
2006-2015 Encuestas de Hogares, tomadas del sitio web institucional.
Disponibles en: https://www.ine.gob.bo/index.php/estadisticas-

167
umbrales

sociales/vivienda-y-servicios-basicos/encuestas-de-hogares-
vivienda/
2020a Estadísticas económicas de comercio exterior (mensuales), toma-
das del sitio web institucional. Disponibles en: https://www.ine.
gob.bo/index.php/estadisticas-economicas/comercio-exterior/
estadisticas-basicas/
2020b Cuentas Nacionales de Bolivia, tomadas del sitio web institu-
cional (subsección “Estadísticas económicas”). Disponibles en:
https://www.ine.gob.bo/index.php/estadisticas-economicas/
comercio-exterior/estadisticas-basicas/
Instituto Boliviano de Comercio Exterior
2020 Cifras, boletín electrónico bisemanal 861 (17/03/2020).
Krugman, Paul y Obstfeld, Maurice
2006 Economía Internacional. Teoría y Política. Madrid: Pearson
Educación.­
Lazcano, Miguel
2020 “El 83% del aparato productivo está paralizado e industriales
piden volver al trabajo”. La Razón, edición digital (23/04/ 2020).
Disponible en: https://www.la-razon.com/economia/
2020/04/22/el-83-del-aparato-productivo-esta-paralizado-e-
industriales-piden-volver-al-trabajo/
Martínez, Alejandra
2012 “La Tulipmanía: la primera burbuja especulativa de la historia”.
The Panchonomist, revista de Instituto de Economía de la Uni-
versidad San Francisco de Quito. 2, 2-3.
Medina, Jorge
2010 Bolivia: un país de contradicciones y aciertos. La Paz: Amalgama.
Melendre, Miguel Ángel
2020 “Reportan el cierre de al menos 200 empresas de turismo en el
país por la cuarentena”. El Deber, edición digital (18/05/2020).
Disponible en: https://eldeber.com.bo/179604_reportan-el-
cierre-de-al-menos-200-empresas-de-turismo-en-el-pais-por-
la-cuarentena

168
economía tras la pandemia del covid 19

Ministerio de Salud de Bolivia


2020 “Reporte epidemiológico nacional No 79” (02/06/2020).
Organización Mundial del Comercio
2020 “Desplome del comercio ante la pandemia de covid-19, que
está perturbando la economía mundial”. Comunicado de prensa
(08/04/2020). Disponible en: https://www.wto.org/spanish/
news_s/pres20_s/pr855_s.htm
Organización Mundial de la Salud
2020a “Preguntas y respuestas sobre la enfermedad por coronavirus
(covid-19)”. Disponible en: https://www.who.int/es/emergencies/
diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public/q-a-coronavir
uses?gclid=cj0kcqjw6pd3brdparisan8phugt87zrzskckx93p
gsge16w3gj4yuy8zdm4iddvpra37jwrg6we8kaakbzealw_wcb
2020b “Brote de la enfermedad por coronavirus (covid-19)”, sección
“Nuevo coronavirus 2019” en el sitio organizacional. Disponible
en: www.Who.int/es/covid-19
Página Siete y Agencia Boliviana de Información
2019 “Turismo de Bolivia crece 13% por año, según Boltur”. Edición
digital (07/06/2019). Disponible en: https://www.paginasiete.
bo/economia/2019/6/7/turismo-de-bolivia-crece-13-por-ano-
segun-boltur-220370.html
Puerta, José Luis
2020 “Microorganismos y epidemias en la era de la globalización”.
En: Emergencias pandémicas en un mundo globalizado: amenazas
a la seguridad. Cuadernos de Estrategia 203, 123-187. España:
Instituto Español de Estudios Estratégicos.
Riquelme, Antonio; Buendía, José y Ruiz Hernández, José
1998 “Estrés económico, interacción familiar y sintomatología de-
presiva”. Anales de psiquiatría. 14, 15-21.
Robert, Michael
2016 “Robert J. Gordon y el ascenso y declive del capitalismo estadouni-
dense”. Disponible en: https://www.sinpermiso.info/textos/robert-
j-gordon-y-el-ascenso-y-declive-delcapitalismo-estadounidense

169
umbrales

Solow, Robert
1956 “A contribution to the theory of economic growth”. The Quar-
terly Journal of Economics. 70 (1), 65-94.
Tugores, Juan
2002 Economía internacional e integración económica. España: McGraw-
Hill.
Valda B., Viviana y Poma, Orlando
2020 “El impacto de covid-19 en el turismo boliviano y estrategias
para salir de la crisis”. Investigación presentada en la Univer-
sidad Franz Tamayo (El Alto). Véase: https://unifranz.edu.bo/
turismo-propone-alianzas-empresariales-para-superar-esta-
coyuntura-adversa/

170
Umbrales, número 36, 2020, pp. 171-191, ISSN 1994-4543

Una misma tormenta… pero en diferentes


barcos: el manejo de los comunes en tiempos
del covid-19
Under the same storm… but in different boats:
managing the commons in times of covid-19
Elizabeth Jiménez Zamora1

Resumen

El objetivo de este artículo es explorar cómo y hasta qué punto se puede efectivamente
enfrentar y vencer la tormenta del covid-19 desde diferentes barcos; es decir,
con diferentes capacidades, limitaciones y oportunidades. El análisis se basa en la
literatura, desde la economía, sobre la acción colectiva y el manejo de los comunes
(Hardin, 1968; Olson, 1965; Ostrom, 1990). Específicamente se centra en los aportes
de Ostrom (1990, 2009 y 2010) y en sus más recientes contribuciones para entender
el manejo de males comunes, como aquellos ocasionados por los impactos globales del
cambio climático. En este artículo se plantea el manejo de la dispersión del covid-19
en términos de un dilema social, que necesariamente tiene que ser afrontado mediante
la acción colectiva en diferentes grados y niveles, que incluyen lo local (comunidad,
barrio) hasta llegar a la sociedad globalizada.

Palabras clave: Comunes, covid-19, desigualdades.

1 Elizabeth Jiménez Zamora es economista. Tiene un doctorado en Desarrollo Económico


por la University of Notre Dame (Estados Unidos). Actualmente coordina el Doctorado
Multidisciplinario en Ciencias del Desarrollo del Postgrado en Ciencias del Desarrollo-
Universidad Mayor de San Andrés (cides-umsa). ejimenez@cides.edu.bo

171
umbrales

Abstract

The objective of this article is to explore the extent that a storm, such as the one caused by
the spreading out of covid-19, can be managed from different boats, that is dealing with
different capacities, limitations and opportunities. The analysis focusses on the literature
of collective action and the commons from the economic perspective (Hardin, 1968; Olson,
1965; Ostrom, 1990). Specifically, the analysis takes Ostrom’s more recent contributions
(1990, 2009 y 2010) on common problems such as the world-wide impacts of climate
change. In this article, managing the dispersion of covid-19 is characterized as a social
dilemma, one that necessarily has to be managed collectively and considering different levels
that go from the local (neighborhood, community) to the globalized community.

Keywords: Commons, covid-19, Unequalities.

“[…] es en el interés de los países ricos el pensar globalmente al mismo


tiempo que localmente. Si se deja al Covid-19 causar estragos en el
mundo en desarrollo, pronto volverá el virus al país rico […]”.2
Sheng (2020)

Introducción

La tormenta del covid-19 se ha expandido a lo largo del planeta, impac-


tando en todos y los más alejados confines de esta sociedad globalizada. La
manera en que los países han respondido a esta pandemia ha dependido
fundamentalmente de las condiciones estructurales que caracterizan su
desempeño económico. La presencia de diferentes barcos hace alusión a
las diferentes capacidades y limitaciones con las que cada país está enfren-
tando la propagación de este virus. Sin duda que las más grandes brechas
se encuentran entre los países del norte y un sud compuesto por países “en
vías de desarrollo”. Las desigualdades están también presentes dentro de
cada país y se reflejan en la mayor incidencia de la pobreza rural, la segre-
gación de los barrios en las capitales urbanas, la inequitativa distribución de

2 Traducción libre de la autora.

172
el manejo de los comunes en tiempos del covid-19

recursos­como la tierra y, en general, la falta de oportunidades de movilidad


económica y social.
El objetivo de este artículo es explorar cómo y hasta qué punto se
puede efectivamente enfrentar y vencer la tormenta del covid-19 desde­
distintos barcos; es decir, con diferentes capacidades, limitaciones y opor­
tunidades.
La peculiaridad de este virus es que en las actuales circunstancias
(ausencia de una vacuna) el manejo de los riesgos asociados a su dispersión
se limita a un estricto cumplimiento de medidas de distanciamiento social,
confinamientos y cuarentenas. La característica de estas medidas es que
para que sean efectivas tienen que ser adoptadas por toda la población en
su conjunto. Es decir, el impacto esperado no se dará si tales medidas son
acatadas por algunos sectores de la población, mientras son ignoradas por
el resto. El efectivo control de la propagación del virus en una región de un
país requiere también de un efectivo control en otras regiones del mismo
país. Si extendemos el análisis a una economía globalizada, caracterizada por
flujos laborales y cadenas comerciales que articulan procesos productivos en
diferentes continentes, queda claro que el efectivo control de la pandemia
solamente podría lograrse cuando la tormenta haya podido ser controlada
en una gran mayoría de los países.
A lo largo de este ensayo se busca demostrar que la tormenta ocasionada
por la propagación del covid-19 se puede comprender como un dilema social,
que necesariamente tiene que ser enfrentado mediante la acción colectiva en
múltiples escalas y niveles (Ostrom, 2009). Es un dilema social porque solo
desde el comportamiento cooperativo de todos los participantes se puede
lograr un resultado socialmente óptimo. Sin embargo, los incentivos presentes
se orientan a la no cooperación y a la búsqueda de retornos individuales y/o
de grupo, los cuales se traducen en subóptimos resultados, tanto para los que
participan como para la colectividad en general.
El mayor obstáculo para enfrentar esta tormenta de manera colectiva
es la presencia de grandes desigualdades en economías como la boliviana y
a lo largo de la brecha norte-sud de la economía globalizada. Las grandes
brechas de ingresos, acceso a capitales, tierras, educación y oportunidades de
lograr movilidad social y económica limitan significativamente la capacidad­de

173
umbrales

actuar colectivamente en busca del bien común; es decir, en busca de manejar


la propagación del covid-19.

Medidas para controlar la tormenta y sus impactos

Las políticas adoptadas en países en desarrollo han seguido las que se to-
maron primero en China, donde surgió la emergencia por el coronavirus,
y luego las de Europa, donde su propagación ya era inminente, y recien-
temente las de países en desarrollo, donde se esperan las crisis de salud y
económicas más severas y apremiantes.
Lo común de esas medidas es que están orientadas a frenar la propaga-
ción del contagio restringiendo la movilidad de la población y encapsulando
a ciudades y a regiones enteras del resto del país y del resto del mundo.
Frente a una espiral de contagios y a la necesidad de servicios médicos de
terapia intensiva, el objetivo es lograr el aplanamiento de la curva de in-
cidencia de contagios logrando tres efectos: 1) aumentar la dispersión en
ambos extremos de la curva, 2) reducir el pico de la distribución –el mayor
nivel de casos de contagio– y 3) no rebasar las capacidades de los servicios
de salud existentes y, por tanto, no generar el colapso de los sistemas de
salud con ya insuficientes capacidades.
El segundo paquete de medidas aplicadas en Bolivia consiste en un
conjunto de programas de protección social orientados a compensar la
pérdida temporal de ingresos que resulta de la paralización de las actividades
económicas. Estos incluyen transferencias monetarias mediante bonos
(Bono Familia, Bono Canasta Familiar y Bono Universal), cancelación
parcial del pago de servicios públicos y apoyo a la pequeña y a la mediana
empresa a través de la reprogramación de sus créditos. Las políticas de
protección social, por su naturaleza y sus características, no tienen por
objetivo incidir en los niveles de pobreza estructural, en la precarización del
empleo y/o en la desigualdad en los ingresos y en el acceso a oportunidades.
En este caso, lo esperado es que ayuden a paliar temporalmente los
impactos negativos de la falta de ingresos producto de la cuarentena y del
distanciamiento social.

174
el manejo de los comunes en tiempos del covid-19

La experiencia ha demostrado lo difícil que resulta lograr el aplana-


miento de la curva de incidencia de contagios. Los servicios de salud tanto
en China como en Europa han sido rebasados. Países en desarrollo, como
Bolivia, han tomado la iniciativa de aplicar inmediatamente duras medidas
de enclaustramiento, en un intento de no sobrepasar un umbral de servicios
médicos disponibles que desde ya es significativamente bajo.
El supuesto implícito detrás de estas medidas es que la población actúa
colectivamente en busca del bien común. En el caso de la propagación del
covid-19, el bien común se traduce en reducir los impactos del mal común;
es decir, limitar el número de contagios y asegurar que los contagiados
reciban los adecuados servicios de cuidado. Dicho de otro modo, el bien
común de la población en su conjunto depende de que se actúe de manera
colectiva y, por tanto, para que las medidas de prevención tengan efecto
tienen que ser acatadas por la colectividad. No sirve de nada que un sector
de la población responda a esta medida mientras otros no lo hacen.
Esto que parecería obvio en realidad no lo es. Basta mirar el resumen
de noticias en cualquiera de los noticieros nocturnos en Bolivia para ver el
esfuerzo continuo de las fuerzas de seguridad (policías y militares incluidos),
tratando de asegurar el cumplimiento de este mecanismo, y a los sectores
que se desmarcan de este cumplimiento.
Para enfrentar la tormenta del covid-19 en Bolivia se requieren acuerdos
colectivos entre diferentes grupos y sectores de la población, con diferentes
capacidades, oportunidades y limitaciones. Es importante notar que las
negociaciones se llevan a cabo en un contexto de marcadas desigualdades.
Mientras determinados sectores pueden efectivamente seguir medidas de
confinamiento sin que esto signifique un riesgo para su economía familiar,
otros dependen de sus actividades diarias y, por lo tanto, el confinamiento es
más difícil de ser asumido. Más allá de la necesidad inmediata de contar con
ingresos, las marcadas brechas en los niveles de vida entre algunos sectores
de la población muestran diferentes formas de organizar y de asumir la vida
cotidiana. Esto se refleja en aspectos tales como la disponibilidad de espacios
habitables, la infraestructura de las viviendas y el acceso a servicios básicos
(agua, alcantarillado), entre otros (Urquieta y Botton, 2020). En definitiva, las

175
umbrales

posibilidades económicas determinan la forma de organizar la vida familiar,


más aún en tiempos de cuarentena, cuando el espacio del hogar se convierte
en el único espacio disponible.3
Los desafíos planteados por medidas de confinamiento no son signifi-
cativamente diferentes para las poblaciones rurales. En la actualidad, la gran
mayoría de esas poblaciones practica la multiocupación o el multiempleo,­
movilizándose continuamente entre el campo y los centros urbanos (Colque­
et al., 2016; Salazar y Jiménez Zamora, 2018; Tassi y Canedo, 2019),
diversificando­sus ingresos para no depender única y exclusivamente de la
producción agropecuaria.4 Las medidas de cuarentena y de encapsulamiento
limitan las posibilidades de movilidad laboral y de diversificación de los
ingresos rurales, lo que tendrá un impacto no solamente en los niveles de
vida de las poblaciones rurales, sino también en la economía de los centros
urbanos, que dependen de la provisión de mano de obra temporal, relati-
vamente “barata” y disponible para ejecutar trabajos temporales en sectores
como el de la construcción y el de los servicios.
Dado que la gran mayoría de los pequeños y de los medianos produc-
tores rurales ha orientado su producción a la comercialización (Salazar y
Jiménez Zamora, 2019), difícilmente puede cambiar sus prácticas agrícolas y
producir para la autosuficiencia. Los incentivos del mercado han priorizado
la producción para la comercialización, lo que se logra mediante la espe-
cialización y la reducción de la producción de múltiples cultivos. Es decir,
la posibilidad de que en tiempos de crisis y necesidad de confinamiento
las poblaciones rurales puedan más bien beneficiarse produciendo para el
autoconsumo es limitada.

3 “La cuarentena con empleada” (Molina, 2020) es el título de un reciente artículo publicado
en la prensa boliviana que resume claramente las significativamente diferentes formas de
vivir en cuarentena en la ciudad de La Paz.
4 La diversificación de los ingresos responde a la necesidad de mitigar los impactos de la
variabilidad climática asociada a la producción agrícola, lo que reduce los ingresos agrope-
cuarios, y a compensar por insuficientes ingresos generados por la agricultura.

176
el manejo de los comunes en tiempos del covid-19

La teoría: los comunes y la acción colectiva

El rol de la globalización

Desde la teoría económica, la tormenta del covid-19 puede comprenderse


como un dilema social que tiene que ser necesariamente enfrentado por
medio de arreglos de acción colectiva globales (Ostrom, 2010). Lo global
no implica medidas únicas y exclusivamente a ese nivel; más bien, hace
referencia a dos características centrales que deben cumplirse. Por un lado,
las acciones tienen necesariamente que ser desarrolladas a diferentes escalas
y en diferentes niveles, partiendo de la comunidad/el barrio/la zona, pasando
por los niveles intermedios (ciudades, regiones), hasta llegar a los Estados/
los Gobiernos, las regiones continentales y la economía global. Por otro
lado, la necesidad de actuar globalmente tiene que estar siempre presente,
considerando que ninguna economía –por muy grande y desarrollada que
esta sea– podría manejar este dilema de manera aislada.
La globalización del siglo xxi ha articulado como nunca antes a econo-
mías desarrolladas con aquellas en desarrollo, reproduciendo y, en muchos
casos, creando dependencias estructurales. Los altos flujos de movilidad
laboral y las cadenas comerciales de extracción de recursos naturales, acopio
y distribución de productos conectan las más remotas regiones de una eco-
nomía como la boliviana con las distantes ciudades y los centros de actividad
económica dentro y fuera del país. En este nuevo contexto, una economía
globalizada requiere mantener los flujos comerciales dentro de cada país,
así como los que articulan países con los grandes centros económicos en
Asia, Europa y Estados Unidos.

La lógica de la acción colectiva

El dilema en el manejo de los comunes tiene que ver con la naturaleza


colectiva de los bienes y/o de los recursos, y con la presencia de polizones;
es decir, personas que acceden a su uso sin invertir en su manejo y en su
reproducción. Una comunidad se enfrenta al dilema de asegurar el acceso y

177
umbrales

el uso de los recursos naturales a las personas que efectivamente contribuyen


en su reproducción, asegurando también la sostenibilidad de esos recursos
para el uso de futuras generaciones.
Desde la teoría económica, el manejo de los comunes ha sido estudiado
desde tres perspectivas diferentes y complementarias: la tragedia de los
comunes, el dilema del prisionero y la lógica de la acción colectiva.
En el célebre artículo titulado “La tragedia de los comunes”, Hardin
(1968) demuestra que la tragedia de la propiedad comunitaria es que fácilmente
conduce a la degradación de los recursos que se tienen en común, debido a los
incentivos que impulsan a los individuos a obtener beneficios sin contribuir a su
mantenimiento y su sostenibilidad. El caso utilizado como ejemplo es la tierra
comunitaria. Siguiendo esa perspectiva, el incentivo lleva a actuar de forma
tal que: 1) se hace uso excesivo de la tierra comunitaria porque se recibirán
todos los beneficios y se compartirá solo el costo de la degradación, y 2) no se
invertirá lo suficiente en el mantenimiento de la tierra (manejo apropiado de
los cultivos y de pastoreo) porque, en este caso, se asumirían todos los costos
de la inversión y solamente se recibiría una parte de los beneficios.
El dilema del prisionero es una formalización del modelo de Hardin en
el que se demuestra que, siguiendo la lógica de la racionalidad individual,
dos prisioneros incomunicados no pueden llegar a cooperar para obtener
una sentencia menor. Lo interesante de esta paradoja es precisamente el
hecho de que la racionalidad individual no conduce a la cooperación.
La lógica de la acción colectiva (Olson, 1965) cuestiona el supuesto de
que la posibilidad del beneficio común es una condición suficiente para lograr
actuar colectivamente. Desde esta perspectiva, el mayor problema para actuar
colectivamente se deriva de la naturaleza de los bienes públicos y de lo difícil
que resulta excluir a las personas que no participan en su creación y en su
mantenimiento. Olson concluye que el tamaño del grupo y la presencia de
coerción externa orientada a facilitar el cumplimiento de las reglas de parti-
cipación son factores que incentivan la cooperación y la acción colectiva. La
probabilidad de que se pueda actuar colectivamente se incrementa en grupos
pequeños y bajo la presencia de leyes y de normas impuestas por un Estado.
Estas tres perspectivas reconocen que el trabajo colectivo asegura ma-
yores beneficios para todos los participantes, pero también confirman los

178
el manejo de los comunes en tiempos del covid-19

problemas asociados a lograrlo. Las situaciones que enfrentan representan


lo que en esta literatura se conoce como “dilemas sociales”, definidos como
instancias en las que la racionalidad económica individual llevará a resultados
no-óptimos, a menos que el grupo decida cooperar y actuar colectivamente
(Ostrom, 1990).
El trabajo de Ostrom muestra que efectivamente esa posibilidad está
presente con mayor frecuencia de lo que generalmente es asumido en este
tipo de literatura. Así, sus estudios de manejo de recursos colectivos inclu-
yen experiencias en el manejo de derechos de uso en pesquería, de recursos
hídricos y de bosques, entre otras (Olson, 1965). Lo más relevante de esos
estudios de caso es que demuestran que son los propios actores sociales los que
logran organizarse y diseñar instituciones que responden mejor al contexto,
a las circunstancias y a sus capacidades de organización. En ciertos casos, la
unidad de organización es la comunidad; en otros, una asociación formada por
varias comunidades; e incluso existen casos en los que la organización no tiene
mucho que ver con la comunidad, pero sí con los intereses, las expectativas y
las capacidades de algunos de sus pobladores. Muchas de estas experiencias
son exitosas y se mantienen a lo largo del tiempo; muchas otras no logran
mantener los incentivos y terminan sin alcanzar sus objetivos.
¿Qué factores determinan la efectividad de la organización colectiva?
El trabajo de Ostrom identifica siete regularidades cuya presencia ayuda
a explicar el éxito en el desarrollo del manejo de “recursos de uso común”
(tabla 1).
Tabla 1
Las siete recurrencias que facilitan la acción colectiva

I Clara definición de la organización


II Instituciones (reglas) claras
III Posibilidad de modificar las instituciones
IV Adecuado sistema de monitoreo
V Sanciones que puedan ser aplicadas de manera “gradual”
VI Mecanismos efectivos para la resolución de conflictos
VII Reconocimiento de la organización por parte del Estado
Fuente: Elaboración propia a partir de Ostrom (1990).

179
umbrales

Un factor siempre presente a lo largo de estas experiencias es la confianza,


como también la capacidad de reciprocidad practicada entre los miembros
que participan de una acción colectiva. Este comportamiento se explica por
la articulación “entre la confianza que un individuo pueda tener en otros, la
inversión que otros hacen en reputaciones de confianza, y la probabilidad de
usar normas de reciprocidad” (Ostrom, 1990: 48).

Entre el Estado y el mercado

Uno de los más importantes aportes del amplio trabajo de Ostrom (1990)
es que ni el Estado ni el mercado pueden dar soluciones efectivas y sos-
tenibles al manejo colectivo de los recursos naturales. Partiendo de un
enfoque inductivo y a través del desarrollo de un conjunto de estudios de
caso, Ostrom demuestra que la cooperación y el trabajo colectivo son po-
sibles y están mucho más presentes de lo que se puede inferir de la teoría
económica convencional. Desde esa perspectiva, la propiedad individual
y el mercado no garantizan la sostenibilidad en el manejo de los recursos
productivos. De igual manera, las leyes, las regulaciones y las estructuras
organizativas diseñadas por el Estado tampoco representan soluciones
óptimas para todos los casos.

Del manejo colectivo del bien común a reducir los impactos


de un mal común

Los últimos trabajos de Ostrom están dedicados a ampliar sus propuestas


iniciales y a analizar el problema del manejo de los comunes en contextos
más amplios, más allá de la comunidad o de un conjunto de comunidades
organizadas para manejar un recurso de uso común. En este nivel de
análisis, sus reflexiones se centran en los impactos del cambio climático
y en la necesidad de actuar colectivamente sobre sus impactos. Ostrom
invierte el manejo colectivo de los recursos comunes al manejo colectivo

180
el manejo de los comunes en tiempos del covid-19

de lo que llama “males comunes”, que representan problemas que afectan a


una comunidad globalizada. Nos dice: “En el caso del cambio climático, el
‘bien’ colectivo es reducir un ‘mal’ colectivo, ocasionado por el incremento
de emisiones de invernadero. El objetivo conjunto es reducir las grandes
amenazas del cambio climático que incluyen el incremento en los niveles
de los océanos, la creciente variabilidad climática y muchos otros ‘males
globales’” (Ostrom, 2009: 24).
El cambio climático y la propagación del covid-19 son procesos
de diferente naturaleza y con diferentes implicaciones. Ambos pueden
ser caracterizados como problemas globales cuyos impactos tienen que ser
necesariamente afrontados en diferentes escalas y niveles, hasta llegar a lo
global. En efecto, mientras el cambio climático es el resultado de un proceso
acumulado de transformaciones en la economía y en los estilos de vida, la
propagación del covid-19 es un shock que en el corto plazo ha cambiado
la organización de la sociedad y sus estilos de vida. El mal común que el
covid-19 ha provocado tiene inmediatas consecuencias sobre la salud y la
mortalidad de la población, consecuencias que actualmente son “seguidas”
diariamente mediante el conteo sistemático de su propagación y de las
fatalidades ocasionadas. Sin duda que los impactos del cambio climático han
cambiado significativamente (y continúan haciéndolo) no solo la forma de
organizar la economía y la sociedad, sino también las posibilidades futuras
de reproducción de la vida. La diferencia es que hay una tendencia a ver
estos cambios como de muy largo plazo, en comparación con los impactos
inmediatos del covid-19.

El rol de la desigualdad

Mucho se ha escrito sobre la desigualdad y su impacto sobre el crecimiento


y el desarrollo de una economía. El enfoque convencional ha sido altamente
influenciado por el clásico trabajo de Kuznets (1955) y su representación de la
relación entre el crecimiento y la desigualdad. Según su perspectiva, las etapas
iniciales del crecimiento económico, es decir donde se inician los procesos

181
umbrales

de industrialización y de transformación de la economía, están acompañadas


de una creciente desigualdad. Esto se explica, entre otros factores, porque en
economías en desarrollo los procesos iniciales de acumulación resultan del
uso del exceso de la fuerza de mano de obra rural, que trabaja a salarios de
subsistencia (Lewis, 1954). A medida que el crecimiento se vuelve sostenible,­
la desigualdad disminuye hasta llegar a niveles poco significativos. En las
etapas de crecimiento sostenido, los retornos a los factores, incluyendo la
mano de obra, son crecientes, los salarios se incrementan y las economías
llegan a la bonanza. La teoría del rebalse ha consolidado la presencia de la
desigualdad bajo el supuesto de que, una vez que la economía alcanza un
nivel de crecimiento sostenible, el “rebalse” de ese crecimiento inducirá a la
reducción de la pobreza y de la desigualdad.
Las experiencias de crecimiento y de desarrollo han demostrado que la
reducción de la pobreza y de la desigualdad están bien lejos de resultar del
rebalse de la prosperidad. La desigualdad ya no es, como se pensaba, una
característica de las economías en desarrollo solamente, esto es, aquellas
que todavía no habían logrado llegar al punto de inflexión de la curva de
Kuznets, a partir del cual los beneficios del crecimiento rebalsarían a toda
la población. En un reciente análisis de la desigualdad en Estados Unidos,
Stiglitz (2012) demuestra que la creciente desigualdad en ese país resulta
del poder económico y de los intereses de una minoría en control del
poder político.
Una relación todavía poco analizada desde la perspectiva económica
es aquella entre la desigualdad y la capacidad de una sociedad de actuar
colectivamente. Algunos estudios han determinado que efectivamente la
desigualdad está asociada a la falta de confianza, lo que limita la capacidad
de negociación y de llegar a acuerdos colectivos. Los factores que explican la
naturaleza de esta relación se sustentan en el contexto. Es decir, la desigualdad
presente en una economía como la boliviana sin duda se encuentra enraizada
en procesos históricos de exclusión y marginalización. No es casual, entonces,
que la mayor incidencia de la pobreza se encuentre en poblaciones rurales
y que ser indígena incremente la probabilidad de ser pobre (Mercado, et al.,
2003; Nuñez y Villegas, 2016).

182
el manejo de los comunes en tiempos del covid-19

A lo largo de los último 15 años, Bolivia ha dejado de ser uno de países


con mayor desigualdad de Latinoamérica. Una reciente publicación de la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal) (2019)
coloca a Bolivia, junto con Chile, Ecuador y el Perú, entre los países con
niveles de desigualdad menores al promedio de Latinoamérica. De acuerdo
con esas estimaciones, Bolivia logró reducir significativamente sus niveles de
desigualdad dejando a Brasil, Colombia y Paraguay como las tres economías­
con mayor desigualdad en el continente (Ídem). La pobreza también se
redujo,5 aun cuando las grandes brechas entre pobreza rural y urbana se
mantuvieron sin grandes cambios
Recientes estudios en Bolivia han cuestionado la naturaleza y el alcance
de tales logros. La pobreza es, en realidad, el resultado de varios factores que
incluyen, además de los ingresos, el acceso a recursos, las oportunidades, el
poder de negociación y la posibilidad de participación (“voz”). Cuando se
estiman en conjunto esas dimensiones para Bolivia, los resultados muestran
que en el país la pobreza multidimensional se ha incrementado (Escobar
de Pabón et al., 2019).
Como en el caso de la pobreza, la desigualdad en Bolivia se refleja también
en diferentes niveles y facetas. Sin duda que, en el país, a la desigualdad de los
ingresos se suman otras desigualdades, como la de acceso a tierras, a capitales,
a educación y, en general, a oportunidades para lograr la movilidad económica
y social. Lo más apropiado, entonces, parecería ser hablar de desigualdades,
tratando así de reflejar las diferentes formas y llegar más allá de la evolución
de un parámetro (índice de Gini, por ejemplo).
Las diferentes facetas y niveles de las desigualdades en Bolivia han
funcionalizado las actuales formas de crecimiento y de desarrollo. Esto
se refleja en el grado de articulación de sectores y grupos poblacionales
que se complementan, pero manteniendo, y en algunos casos reforzando,
las diferencias económicas y sociales. Así, la desigualdad está presente
en ciertos centros urbanos, como la ciudad de La Paz o la ciudad de

5 En efecto, en 2018, la pobreza alcanzaba al 34% de la población, mientras que la pobreza


extrema llegaba al 15%. Con relación al año 2000, esos datos reflejan una reducción del 50%
en el nivel de pobreza y de un porcentaje algo mayor a ese en cuanto a la pobreza extrema.

183
umbrales

Santa Cruz de la Sierra, que se han constituido en ciudades altamente


segregadas, caracterizadas por la convivencia de barrios de clase media-alta
con barrios populares de clase trabajadora. El uso del transporte público
en las horas pico refleja el alto grado de movilización diaria de la fuerza
laboral. Una gran parte de la fuerza laboral de los barrios populares y de
la clase trabajadora se traslada hacia los barrios residenciales o del centro
de las ciudades para desempeñar funciones laborales, generalmente en los
más bajos estratos del sector de servicios. Es el caso de las trabajadoras
del hogar, de las enfermeras, de los porteros de edificios, de los jardineros
y de los albañiles, entre muchos otros. La mayoría de esos empleos son
inestables, sin protección social y ocupan lo que en la literatura laboral
se conoce como malos empleos.
A través de esos circuitos la población se junta, pero en realidad vive
en mundos diferentes. Las brechas económicas y sociales se mantienen, re-
flejando así el desarrollo de una sociedad desigual, “abigarrada” como diría
Zabaleta (en Tapia, 2002), donde las diferencias han sido internalizadas al
punto en que parece completamente natural convivir con ellas.

Manejo de la dispersión del covid-19 en términos de


espacio, tiempo y capacidad de actuar colectivamente

La forma de propagación del covid-19 y los mecanismos para impedirlo


representan un caso típico de manejo colectivo de un dilema social. El siguiente
grafico resume los factores que determinan ese manejo, las relaciones entre
esos factores y su alcance a lo largo del tiempo.
Hay tres factores que determinan el manejo de la dispersión y del con-
tagio del covid-19: 1) el espacio o territorio en el que la dispersión del
virus toma lugar, 2) el tiempo, que va desde el corto hasta el largo plazo,
y 3) el grado de acción colectiva requerido, que va desde la movilización
a nivel local hasta la que incluye lo global. La manera en que estos tres
factores se relacionan está determinada por la presencia de varias formas
de “desigualdad” (véase el esquema 1).

184
el manejo de los comunes en tiempos del covid-19

Esquema 1
Importancia relativa de la acción colectiva en el manejo del COVID-19

Desigualdades
Sociedad Global
globalizada
Espacio/territorio

Acción colectiva
Comunidad
Barrio Local
Corto plazo Largo plazo
Tiempo

Fuente: Elaboración propia.

El espacio o territorio va desde el micro espacio hasta el espacio global,


que reflejaría la economía globalizada. En el extremo inferior de ese eje se
encuentra el espacio local, es decir la comunidad, el barrio o la zona, que
representan la primera instancia de organización colectiva donde se coordinan
las acciones. Estas pueden incluir, por ejemplo, los protocolos de seguridad
que desarrolla una asociación de copropietarios de un edificio o condominio
familiar, los acuerdos alcanzados en un barrio para la organización del mercado
barrial y las determinaciones de encapsulamiento que una comunidad rural
toma para protegerse de la expansión de la pandemia. Todas esas medidas
se desarrollan en espacios o territorios micro y requieren niveles locales de
acción colectiva. A medida que subimos hacia el extremo superior del eje
espacio-territorio, se tienen instancias más grandes de organización y de
representación colectiva, que incluyen la ciudad, la región, el departamento, el
país, etcétera. En el extremo superior está la economía global, representando
el espacio o territorio más grande, el cual requiere una acción colectiva global
para el manejo de esta pandemia.

185
umbrales

El eje que representa el grado de acción colectiva necesaria para el manejo


del covid-19 varía entre lo local y lo global. La necesidad de actuar
colectivamente a nivel global se encuentra efectivamente ligada a un espacio
o territorio global. A nivel de territorios locales (comunidad, barrio, zona),
el grado de acción colectiva es menor.
En el eje inferior del esquema se ubica la variable tiempo. El tiempo
generalmente es representado de manera continua y va del corto al largo
plazo. Sin embargo, en el caso del manejo de la propagación del covid-19
no es lineal ni continuo. Esto porque ese manejo, en diferentes­espacios o
territorios y haciendo uso de diferentes niveles de acción colectiva, requiere
la aplicación de acciones en el corto, en el mediano y en el largo plazo,
desarrolladas­al mismo tiempo y con diferentes grados de acción colectiva y
en diferentes espacios. En otras palabras, el manejo de la dispersión de este
virus no puede pensarse en términos de un proceso lineal y continuo, que
comienza lidiando con la propagación del virus a nivel micro (en barrios o
en comunidades) para luego avanzar a territorios más grandes (ciudades,
regiones), hasta finalmente llegar a lo global; es decir, a la sociedad globalizada
en su conjunto. Las medidas y las acciones a ser tomadas, los debates, los
arreglos de cooperación y los compromisos asumidos deberán tomar lugar
en todos los espacios, al mismo tiempo, y haciendo uso de diversos niveles
de capacidades de acción colectiva. En el proceso, los diferentes niveles de
acción se podrán articular, estableciendo relaciones de complementariedad,
cooperación y/o competencia, dependiendo de la naturaleza y de las
características de su forma de articulación. Esas relaciones están representadas
en el esquema 1 por los círculos y sus articulaciones.
Los círculos y sus articulaciones pretenden mostrar las acciones para
controlar la pandemia, que se desarrollan en diferentes espacios y con
diferentes grados y/o niveles necesarios de acción colectiva. Las articulaciones
muestran los espacios donde las acciones locales se cruzan y se complementan
con acciones regionales y nacionales, hasta llegar a lo global.
Finalmente, en el extremo superior del esquema se sitúan las desigual­
dades, en plural y tratando de reflejar las diversas formas en las que la
desigualdad está presente en una economía como la boliviana. Las líneas
entrecortadas que pasan por los círculos y sus articulaciones representan las

186
el manejo de los comunes en tiempos del covid-19

diversas formas en las que las desigualdades están presentes. El objetivo es


reflejar el hecho de que la desigualdad puede constituirse en un factor que
limite significativamente la capacidad de lograr actuar colectivamente en
busca de lidiar con los impactos de este mal común en diferentes espacios
y/o territorios. Además, la desigualdad (en cualquiera de sus muchas repre-
sentaciones) puede limitar la posibilidad de pasar de un efectivo manejo de
la propagación de este virus a nivel local (barrio, comunidad) hacia otras
instancias más grandes del espacio y/o territorio.

Conclusiones

La propagación del covid-19 y su manejo desnudan los dilemas de una


sociedad globalizada con grandes desigualdades y con la necesidad de lograr
acuerdos colectivos en diversas escalas y en distintos niveles. Bolivia se enfrenta
a esos desafíos en un contexto marcado, además, por las limitaciones del
“subdesarrollo” que, en este caso, se reflejan en un sistema de salud muy lejos
de poder gestionar las necesidades de esta pandemia y en las grandes “fallas
institucionales” que traban las posibilidades de mejorar la precariedad de este
sistema. Los recientes casos de corrupción en la compra de equipos médicos,
los continuos retrasos en la gestión de donaciones de equipos de salud, la
ausencia de coordinación entre los diferentes niveles de acción (municipal,
departamental y nacional) reflejan esas grandes fallas institucionales, asociadas
al subdesarrollo.
Por otro lado, Bolivia representa un caso de país donde la presencia
histórica de grandes desigualdades limita significativamente las capacidades
de lograr acuerdos, de negociar y de poder actuar colectivamente en busca
del bien común. La desigualdad, en sus diversas formas y facetas, ha estado
siempre presente a lo largo de nuestra historia. Sin embargo, nunca antes,
como en tiempos del covid-19, esta presencia revela la incapacidad de la
sociedad para lidiar con males o problemas “globales” que afectan a todos
y que requieren seguir acciones colectivas.
El manejo de la propagación del covid-19 es sin duda un claro ejemplo­
de un dilema social. Por tanto, solo se puede lograr un resultado óptimo

187
umbrales

(“Pareto óptimo”) mediante la cooperación; en este caso, a través de políticas


y de medidas que resulten de acuerdos concertados con la población en su
conjunto. La imposibilidad de mantener cuarentenas estrictas en todo el
territorio nacional no solamente refleja el alto grado de informalidad del
mercado de trabajo, sino el hecho de que una gran parte de ese sector vive
de sus ingresos diarios. Las dificultades encontradas en la coordinación
de las medidas a diversas escalas y en distintos niveles del territorio, entre
diferentes actores y sectores de la población, reflejan la poca capacidad de
la sociedad boliviana de actuar colectivamente.
Un factor que determina la posibilidad de que los dilemas sociales
puedan llegar a soluciones óptimas es la confianza. La confianza gene-
ralizada, es decir aquella entre diversos grupos y sectores poblacionales,
facilita el intercambio, la negociación y la posibilidad de llegar a acuerdos
y a pactos sociales. La presencia de desigualdades, a su vez, no facilita el
desarrollo de este tipo de confianza; al contrario, limita significativamente­
su emergencia. La falta de confianza explica de gran manera algunas
interpretaciones contradictorias sobre la naturaleza y la dispersión del
covid-19 en Bolivia y en el mundo. El rechazo y las protestas contra la
disciplina de las cuarentenas, por ejemplo, se apoyan en supuestas “teorías
de conspiración”, que atribuyen la presencia de este virus a un complot
organizado contra grupos sociales desaventajados. Queda claro que esas
interpretaciones solo pueden surgir y mantenerse en un contexto de falta
de confianza que históricamente, en Bolivia, ha caracterizado las relaciones
entre grupos y clases sociales. Más allá de ser un reflejo de “ignorancia” y
de falta de educación, que es como son asumidos por la clase “educada”,­
reflejan la presencia de una sociedad abigarrada, en los términos de Zabaleta
(en Tapia, 2002), que difícilmente podrá lidiar con el manejo de dilemas
sociales globales.
Para afrontar los nuevos grandes desafíos globales, como el que representa
la propagación del covid-19, necesitamos sociedades menos desiguales que
puedan llegar a consensos para actuar colectivamente. Bajo este razonamiento,
también necesitamos sociedades globalizadas menos desiguales, donde las
divisiones norte-sud no reflejen las actuales brechas en los niveles de vida,

188
el manejo de los comunes en tiempos del covid-19

en el acceso y el uso de las tecnologías, y, en general, en el bienestar de las


poblaciones.
Si una lección podemos sacar de este penoso episodio es que la desi­
gualdad no es un resultado natural del crecimiento y del desarrollo de una
sociedad. Todo lo contrario, puede ser un impedimento para enfrentar
colectivamente problemas globales que implican la necesidad de cooperar
y de actuar, también colectivamente, en diferentes escalas y niveles.

Bibliografía

Colque, Gonzalo; Urioste, Miguel y Eyzaguirre, José Luis


2016 Marginalización de la agricultura campesina e indígena: dinámicas
locales, seguridad y soberanía alimentaria. La Paz: hisbol.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe
2019 Panorama Social de América Latina. Santiago de Chile: Comisión
Económica para América Latina y el Caribe.
Escobar de Pabón, Silvia; Arteaga Aguilar, Walter
y Hurtado Aponte, Giovanna
2019 Desigualdades y pobreza en Bolivia: Una perspectiva multidimen-
sional. La Paz: Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral
y Agrario.
Hardin, Garrett
1968 “The tragedy of the commons”. Science. 162 (3859), 1243-1248.
Kuznets, Simon
1955 “Economic growth and income inequality”. American Economic
Review. 45, 1-28.
Lewis, Arthur
1954 “Economic developmnet with un limited supplies of labor”. The
Manchester School of Economic and Social Studies. 22 (2), 139-191.
Mercado, Alejandro; Andersen, Lykke y Muriel, Beatriz
2003 “Discriminación étnica en el sistema educativo y el mercado
de trabajo de Bolivia”. Revista Latinoamericana de Desarrollo
Económico. 1, 69-98.

189
umbrales

Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de Bolivia


2019 Rendición Pública de Cuentas 2019. Disponible en: https://www.
economiayfinanzas.gob.bo/rendicion-publica-de-cuentas-2019.
html
Molina, Fernando
2020 “La cuarentena con empleada”. La Razón, edición digital
(30/04/2020). Disponible en: https://www.la-razon.com/
voces/2020/04/30/la-cuarentena-con-empleada/
Nuñez, Javier y Villegas, Horacio
2016 “Discriminación étnica en Bolivia: Analizando diferencias re-
gionales y por nivel de calificación”. Estudios de Economía. 32
(2), 201-218.
Olson, Mancur
1965 The logic of collective action: public goods and the theory of groups.
Cambridge, Estados Unidos/Londres, Inglaterra: Harvard
University Press.
Ostrom, Elinor
1990 Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collec-
tive Action. Cambridge, Reino Unido: Cambridge University
Press.
2009 “A polycentric approach for coping with climate change”.
Background paper for the 2010 World Development Report. Policy
Research Working Paper, 5095. The World Bank. Disponible en http://
documents1.worldbank.org/curated/en/480171468315567893/
pdf/wps5095.pdf
2010 “Beyond Markets and States: Polycentric Governance of Com-
plex Economic Systems”. The American Economic Review. 100
(3), 641-672.
Polanyi, Michael
1951 The logic of liberty. Chicago: University of Chicago.
Salazar, Coraly y Jiménez Zamora, Elizabeth
2018 Ingresos familiares anuales de campesinos e indígenas Rurales en
Bolivia. Cuaderno de Investigación. 86. La Paz: Centro de
Investigación y Promoción del Campesinado.

190
el manejo de los comunes en tiempos del covid-19

Sheng, Andrew
2020 “Andrew Sheng Says More…”. Project Syndicate (web)
(24/03/2020). Disponible en: https://www.project-syndicate.
org/say-more/ps-say-more-andrew-sheng?barrier=accesspaylog
Stiglitz, Joseph E.
2012 The price of inequality: How today’s divided society endangers our
future. Nueva York/Londres: W. W. Norton and Company.
Subirats, Joan y Rendueles, César
2016 Los (bienes) comunes: ¿oportunidad o espejismo? Barcelona: Icaria.
Tapia, Luis
2002 Tiempo, historia y sociedad abigarrada en la producción del conoci-
miento local. Historia y política en la obra de René Zavaleta. La Paz:
cides-umsa/Muela del Diablo Editores.
Tassi, Nico y Canedo, María Elena
2019 Una pata en la chacra y una en el mercado. La Paz: cides-umsa.
Urquieta, Patricia y Botton, Sarah
2020 Agua y desigualdades urbanas. La Paz: cides-umsa/Plural
editores.­

191
Umbrales, número 36, 2020, pp. 193-213, ISSN 1994-4543

La debilidad del Estado boliviano y el miedo


a la pandemia del covid-19
The weakness of the Bolivian State and the fear
of the covid-19 pandemic
Guillermo Guzmán Prudencio1

Resumen

Este artículo propone una revisión teórica y cuantitativa de la posible relación entre el
miedo social generado por la pandemia del covid-19 y el proceso de construcción de
la estatalidad en Bolivia. La hipótesis principal plantea que la pandemia del covid-19
puede fortalecer dicha estatalidad, bajo determinadas condiciones. En la primera parte
se desarrolla un breve análisis de la teoría política del Estado y su relación con un
elemento emocional como es el miedo, siguiendo principalmente a Hobbes. En la
segunda parte se plantea una propuesta analítica sobre los posibles momentos sociales
asociados a los conceptos desarrollados. En la tercera parte se presentan algunos
datos mediante hechos estilizados, como elementos para apuntalar la evidencia en
torno a la propuesta teórica. En la cuarta parte se caracteriza al Estado boliviano
desde diferentes aproximaciones, buscando acercarnos a él a partir de definiciones de
estatalidad cuantitativas. Finalmente se presentan los hallazgos más importantes junto
con algunas interrogantes a modo de discusión.

Palabras clave: Bolivia, covid-19, estatalidad, economía institucional.

1 Guillermo Guzmán Prudencio es doctor en Economía Aplicada (Programa de Estado de


Derecho y Buen Gobierno), por la Universidad de Salamanca (España). Actualmente es
profesor investigador en el Postgrado en Ciencias del Desarrollo-Universidad Mayor de
San Andrés (cides-umsa). gguzman@cides.edu.bo

193
umbrales

Abstract

This article proposes a theoretical and quantitative review of the possible relationship between the
social fear generated by the covid-19 pandemic and the process of building statehood in Bolivia.
The main hypothesis suggests that the covid-19 pandemic can strengthen that statehood, under
certain conditions. In the first part, a brief analysis of the political theory of the State and its
relationship with the emotional element of fear is developed, mainly following Hobbes. In the second
part, an analytical proposal is made about the possible social moments associated with the concepts
developed. In the third part, some data are presented using stylized facts, as elements to support
the evidence around the theoretical proposal. In the fourth part, the Bolivian State is characterized
from different approaches, seeking to approach it from quantitative definitions of statehood. Finally,
the most important findings are presented along with some questions for discussion.

Keywords: Bolivia, covid-19, Statehood, Institutional Economy.

“Hecho esto, la multitud así unida en una persona se denomina


Estado, en latín, Civitas. Esta es la generación de aquel gran Leviatán,
o más bien (hablando con más reverencia), de aquel dios mortal, al cual
debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa.”
Hobbes (2005: 141)

“Los resultados de los acontecimientos durante coyunturas críticas


están perfilados por el peso de la historia, porque las instituciones
económicas y políticas existentes perfilan el equilibrio de poder y
definen lo que es factible políticamente.
No obstante, el resultado no está predeterminado históricamente,
sino que es contingente.”
Acemoglu y Robinson (2012: 137)

Introducción

La situación política y social que atraviesa Bolivia es sumamente compli-


cada, en particular debido a la conjunción de dos crisis (una política y otra
sanitaria) en un país conflictivo, habituado, no obstante, a prolongados y
sucesivos periodos de inestabilidad. Las pasadas elecciones presidenciales
de octubre de 2019 desembocaron en masivas protestas ciudadanas ante la
evidencia de fraude electoral (oea, 2019). El entonces presidente Morales

194
la debilidad del estado boliviano y el miedo a la pandemia…

(Movimiento al Socialismo - mas) se vio obligado a renunciar, dejando tras


de sí 14 años de gobierno hegemónico, tres intentos de reelección conse-
cutivos (difícilmente justificables dadas las restricciones constitucionales)
y un país en extremo polarizado entre sus partidarios y sus detractores.
La consiguiente sucesión presidencial, con la asunción de la presidenta
Añez, tampoco fue fácil y estuvo caracterizada por actos de violencia que
se tradujeron en muertos, heridos y, otra vez, desorden ciudadano. Sin em-
bargo, la perspectiva de nuevas elecciones presidenciales, convocadas para
ser realizadas a la brevedad posible, pareció que delineaba un camino para
una solución pacífica de las pugnas de poder nacional. Lamentablemente
la emergencia mundial por el brote del virus covid-19, que a principios
de 2020 se convirtió en una pandemia (who, 2020), ha imposibilitado la
realización de las elecciones en los plazos previstos. Esta situación ha aña-
dido incertidumbre al ya caldeado clima social boliviano que, a su vez, se
ha visto atizado por los perjuicios económicos provocados por el cierre de
las actividades productivas (esta vez debido a la cuarentena sanitaria). El
resultado final es la conjunción de dos crisis (hasta tres si añadimos la crisis
económica que se avecina) en un Estado débil, con un gobierno transitorio
y con un grado de incertidumbre mundial que no se veía hace décadas.
Si bien el caso boliviano es especialmente complejo, lo cierto es que
muchos países del mundo están sufriendo cambios políticos asociados a la
crisis provocada por la pandemia del covid-19. En todos los escenarios
un potente componente de miedo generalizado está presionando a las
instituciones sociales hacia posibles cambios en diversas direcciones y con
resultados difíciles de predecir. Al respecto, algunos análisis académicos ya
han puesto su atención en la posible relación entre las crisis y las instituciones
democráticas, con propuestas que giran en torno a la idea central de que en
situaciones de emergencia (similares a la actual) los ciudadanos, conducidos por
sus miedos, están más predispuestos a ceder derechos y libertades al Estado,
con tal de que este último les garantice mayor seguridad. En este sentido,
estudios como el de Hafner-Burton et al. (2011) discuten, de manera amplia,
las excepciones que habitualmente son aplicadas por los Gobiernos sobre las
libertades ciudadanas durante los estados de emergencia; asimismo, Richards
y Clay (2012) muestran la propensión que existe, por parte de los Gobiernos,

195
umbrales

para violar los derechos humanos durante estos periodos; y Neumayer (2013)
caracteriza estos potenciales comportamientos en función de la naturaleza más
o menos democrática de los diferentes regímenes. Un paso más allá, Lührmann
y Rooney (2020) demuestran (con evidencia estadística) que los estados de
emergencia incrementan sustancialmente la probabilidad de erosión de las
instituciones democráticas. Finalmente, el estudio de Lührmann et al. (2020),
mediante la construcción de un índice de riesgo y analizando 142 países, ha
catalogado a los países con mayor riesgo de sufrir retrocesos democráticos a
causa de la pandemia del covid-19 (Bolivia está entre ellos).
Mas allá del notable interés académico por comprender los cambios
institucionales provocados por los estados de emergencia, son pocas las
aproximaciones que ven en las crisis profundas (como la actual pandemia)
una oportunidad para el fortalecimiento de las instituciones políticas, sin
olvidar posiciones (nada desdeñables) que añaden elementos históricos y
contingentes a la posibilidad de este cambio (Acemoglu y Robinson, 2012).
Con el propósito de contribuir de alguna manera a llenar este vacío, y con
un enfoque pleno en el caso boliviano, el presente artículo plantea la hipó-
tesis de que la actual pandemia del covid-19, más en concreto el miedo
que genera, puede convertirse en un factor de fortalecimiento del proceso
de construcción de la estatalidad en Bolivia.
A fin de contrastar la hipótesis planteada, se parte analizando algunos
elementos teóricos que pueden ayudar a comprender la posible relación
entre la pandemia y la estatalidad. En la primera sección se discuten
los conceptos ‘miedo’ y ‘Estado’, a partir de la teoría de Hobbes. En la
segunda se desarrolla una propuesta analítica que esboza momentos sociales
asociados a los conceptos anteriores, buscando la creación de un marco de
compresión sintético y fácilmente trasladable a una lectura cuantitativa.
En la tercera sección, mediante la presentación de algunos hechos
estilizados (construidos sobre datos y variables cercanos a los conceptos
teóricos), se pretende demostrar la existencia empírica de las relaciones
teóricas previamente planteadas. En la cuarta parte se analiza el problema
concreto de la estatalidad­en Bolivia, a la luz de todos los elementos previos.
Finalmente, en la sección de discusión se presentan brevemente algunos
hallazgos relevantes y se plantean muchas de las interrogantes consiguientes.

196
la debilidad del estado boliviano y el miedo a la pandemia…

El miedo y el Estado: la teoría de Hobbes

Son muchas las aproximaciones que intentan explicar, desde una cons­trucción
teórica, la constitución de los Estados como elementos esenciales­de la orga-
nización política de las sociedades –es inevitable pensar en Rousseau­(2010),
Bodin (1986), Weber (1984) o Locke (2010)–. En este marco, la teoría de
Hobbes (1987 [1642], 1992 [1668] y 2005 [1651]) es, sin lugar a dudas, una
de las más significativas y, al mismo tiempo, la que posiblemente explica más
temprano y con mayor nitidez el papel del miedo (como elemento emocional)
en la construcción del Estado.
Hobbes (2005) parte del planteamiento de una realidad hipotética para
ilustrar la existencia de los individuos en ausencia de un Estado, el deno-
minado “estado de naturaleza” y comúnmente conocido como la “selva de
Hobbes”. Ese estado contingente, entendido, no obstante, como posibilidad
latente perfectamente posible, ilustra la ausencia absoluta de cualquier poder
que gobierne a los seres humanos y, consecuentemente, la resultante guerra
(civil) de todos contra todos.
En el estado de naturaleza de Hobbes las personas viven sumidas en una
existencia conflictiva, violenta e incierta, donde todas están potencialmente
expuestas a una muerte violenta en manos de otra persona. Hobbes resume
esta situación caracterizando la vida humana como “solitaria, pobre, tosca,
embrutecida y breve” (2005: 103). Tal vida miserable, caracterizada por
el miedo hacia el otro, se sintetiza en el concepto ‘el hombre es el lobo del
hombre’­(Hobbes, 1987); sin embargo, encuentra el camino de su superación
justamente en el miedo de los hombres.
Los seres humanos, hartos de vivir en el estado de naturaleza y movidos
esencialmente por su miedo, están dispuestos a ceder sus libertades a un
tercero (el Estado) en busca de estabilidad y de protección, y a cambio de
que ese tercero les garantice algunos derechos. Hobbes personifica a ese
nuevo Estado como el Leviatán, un monstruo bíblico imaginado como un
gigante compuesto de pequeños hombres y que gobierna sobre todos ellos.
Lo realmente importante en la constitución del Leviatán de Hobbes
es, de modo manifiesto, la naturaleza del acuerdo o pacto social que hacen
los hombres para garantizar la paz entre ellos. Y ese acuerdo, como se ha

197
umbrales

anticipado, se sustenta principalmente en el miedo recíproco y generalizado


(la desconfianza); aquel miedo a volver al estado de naturaleza, a la guerra
civil y a la posible muerte. Dicho miedo no explica solamente el acuerdo
social y su consentimiento; explica también, de forma no menos importante,
el sometimiento del individuo al Estado, ese Estado que, por su parte, se
compromete a garantizarle algún conjunto de derechos y, esencialmente,
una vida en paz. En ese marco, resulta significativo señalar que la seguridad
acerca de la obediencia u observancia del acuerdo se sustenta en el hecho
(para nada menor) de que lo contrario, es decir la desobediencia, va en contra
del propio interés individual de los ciudadanos y no en decremento de algún
valor moral supremo o algún interés colectivo mayor.
La creación de este monstruo (el Leviatán o el Estado) no elimina todos
los miedos; es más, se nutre de ellos. El Estado se encarga de eliminar (al
menos parcialmente) el miedo a que el otro termine con la vida de uno,
garantizando un escenario de paz; pero, en cambio, genera el miedo hacia sí
mismo, hacia el Estado, sin el cual, por otra parte, sería imposible mantener
alejada la amenaza del desorden, ya que el orden es siempre vulnerable
(Hobbes, 1992). Según Hobbes: “Los pactos que no descansan en la espada
no son más que palabras, sin fuerza para proteger al hombre, en modo
alguno” (2005: 137).
En cualquier caso, Hobbes no solo proporciona una ilustración sagaz
sobre la forma en que los Estados son creados; más aún, nos facilita una
explicación razonable y realista en la cual algo tan natural como el miedo
humano (y el interés personal) es el principal motor para la generación de
una herramienta de organización social como es el Estado, y no grandes
pretensiones morales o abstractas construcciones sobre el bien común.

Propuesta analítica: momentos sociales, el miedo


y la estatalidad

A partir del marco teórico anterior es posible plantear un diseño analítico


para comprender de manera más esquemática los diferentes estados sociales
(momentos contingentes) y las características asociadas a cada uno de ellos.

198
la debilidad del estado boliviano y el miedo a la pandemia…

Siguiendo el esquema 1 se puede establecer la existencia de al menos tres


estados o momentos sociales básicos. El primero es el estado de naturaleza
de Hobbes que, como se ha señalado, se caracteriza por la existencia de una
guerra civil, producto de la cual se generaría un miedo o una desconfianza
profunda de unos hacia otros.
El segundo momento (estado social) es un estado intermedio, en el que
no se ha abandonado la posibilidad de la guerra civil y el miedo está latente,
pero tampoco se ha constituido un Estado pleno capaz de garantizar un
espacio de paz. Es importante indicar que en este estado el miedo puede
nutrirse tanto de la amenaza de una guerra civil (el miedo al otro) como de
otras causas externas que amenacen la vida (una pandemia, por ejemplo).
La posibilidad de abandonar este estado social pasa por la creación de
mecanismos de estatalidad; es decir, por aquellos elementos que hacen al
Estado y que, nutridos por el miedo subjetivo (el interés individual), son
capaces de desembocar en la generación de un poder público.
El tercer momento o estado social corresponde a un Estado constituido
(el Leviatán). Esto es, un poder público plenamente capaz de generar el
espacio social pacífico donde los individuos dejen de sentir un mutuo miedo
constante y, en cambio, puedan generar relaciones entre sí en un ámbito
de confianza.

Esquema 1
Momentos sociales a partir de la teoría de Hobbes

Estado de Leviatán:
Miedo Estado
naturaleza: Mecanismo
guerra civil de constituido
estatalidad Paz

Miedo a los
Confianza
otros: Homo Causa
en los otros
homini lupus externa

Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados de Hobbes (1987, 1992 y 2005).

199
umbrales

Nótese que los tres estados sociales se caracterizan por diferentes


niveles­de miedo o de desconfianza; en los extremos deberíamos ser capa-
ces de ver un miedo mutuo (primer estado) o una confianza mutua (tercer
estado).

Hechos estilizados: una mirada a los datos

Al considerar el análisis teórico aquí propuesto es posible aterrizar la po­tencial


relación entre el miedo y el Estado a categorías algo más cuantificables y, por
lo tanto, comparables entre países y con tendencias capaces de ser delineadas
en el tiempo. En primera instancia, para una aproximación al concepto de
‘Estado’, se toma el Índice de Estado de Derecho desarro­llado por World Justice
Project (wjp) (2020). Si bien ese índice no mide exactamente un concepto
de ‘Estado’ (ni lo pretende, en tanto cualidades teóricas de estatalidad como
soberanía, autoridad, legitimidad y justicia),­mide en cambio elementos
del Rule of Law (Estado de Derecho) (concretamente,­restricciones a los
poderes del Gobierno, ausencia de corrupción, gobierno­abierto, derechos
fundamentales, orden y seguridad, cumplimiento normativo, justicia civil
y justicia penal). Aunque estos conjuntos de variables no son plenamente
correspondientes, comparten elementos esenciales y habitualmente
(aunque no siempre) un alto nivel de estatalidad va de la mano de un valor
elevado en el Índice de Estado de Derecho.
Por otra parte, para un acercamiento al concepto de ‘miedo’ (por
demás esquivo) se lo hace desde la disponibilidad de datos de una variable
inversa, concretamente la confianza en los otros (como se vio en el acápite
anterior, el miedo está presente allá donde no hay confianza y viceversa).
En este caso específico los datos están referidos a la variable Confianza en
los vecinos de la Encuesta Mundial de Valores (World Value Survey - wvs),
en sus diferentes olas (2005-2017) (Inglehart et al., 2014).
Para analizar la posible relación entre esas dos variables (Índice de
Estado de Derecho y Confianza en los vecinos) se calculó su coeficiente de
correlación (Spearman) y se estimaron pruebas de independencia para

200
la debilidad del estado boliviano y el miedo a la pandemia…

tres niveles territoriales­distintos (Mundial, Occidente y América).2 En la


tabla 1 se presentan­los datos del cálculo de las correlaciones y los resul-
tados de las pruebas de independencia entre las variables de interés con
sus respectivos P-value.
Empezando con el primer nivel (Mundial), no hay evidencia de una
relación sólida entre las variables, la correlación es muy cercana a cero y no
existe ninguna significancia en la prueba de independencia entre las variables;
es decir, es razonable pensar que se trata de variables independientes. Es
probable que la heterogeneidad de países incluidos en la prueba no permita
establecer un resultado contundente o que, simplemente, no haya evidencia
en la línea de nuestra propuesta teórica. Sin embargo, cuando se pasa
al segundo nivel de análisis (Occidente), el resultado es bastante distinto:
la correlación se torna positiva (0,6098), relativamente potente y con la
mayor significancia en la prueba de independencia entre las variables (por
tanto, se rechaza la hipótesis de que las variables son independientes). En
otras palabras, cuando se observan los 33 países contemplados en este nivel
de análisis es posible establecer que, de manera general y bastante clara,
aquellos países con un mayor Índice de Estado de Derecho presentan, asimismo,
un promedio mayor de confianza entre sus ciudadanos (Confianza en los
vecinos), al mismo tiempo que aquellos países con un menor valor en el Índice
de Estado de Derecho muestran una menor confianza entre sus ciudadanos
(mayor desconfianza o miedo).

2 Si bien el Índice de Estado de Derecho (wjp, 2020) se calcula para más de cien países, no es
así con las variables de la Encuesta Mundial de Valores (wvs). De esa forma, para el nivel
territorial Mundial solo es posible lograr coincidencia para 64 países; para el nivel Occidente,
33; y para América, 13 (véase la tabla 1). De cualquier manera, la cantidad de observaciones
es sustantiva y, dada la naturaleza algo esquiva de las variables de análisis, no son datos
desdeñables. Nótese además que las observaciones de ambas variables para cada uno de
los países (promedio nacional) llevan detrás la realización de sendas encuestas con miles de
observaciones para cada caso.

201
umbrales

Tabla 1
Correlación (Spearman) entre el Índice de Estado de Derecho (wjp, 2020)
y la Confianza en los vecinos (wvs, 2005-2017)3

  Correlación P-value N
Mundo 0,0142 0,9114 64
Occidente 0,6098 0,0002 *** 33
América 0,9011 0,0000 *** 13
*p<0,01, **p<0,05, ***p<0,001.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados de Inglehart et al.
(2014) (wvs) y de wjp (2020).

Finalmente, si se restringe el análisis al tercer nivel posible (América),


el más cercano a la realidad de Bolivia, la correlación positiva se presenta
como muy fuerte y cercana a uno (0,9011), con la mayor significancia
posible. Es decir, no solamente se verifica la relación existente en Occidente
entre mayor Estado de Derecho y mayor confianza interpersonal, sino que
esa relación es muy fuerte en América, con muy poca dispersión entre las
observaciones y, nuevamente, con la mayor significancia posible en la prueba
de independencia entre las variables (por tanto, no se trata de variables
independientes). El gráfico 1 ilustra la potente correlación observada y lo
claro de la relación encontrada.
Los resultados obtenidos verifican (razonablemente bien) la existencia
de las relaciones teóricas propuestas para el primer estado social y para el
tercero (concretamente, el estado de naturaleza caracterizado por el miedo
y el establecimiento del Estado, el Leviatán, caracterizado por la existencia
de confianza) (véase el esquema 1), al menos para los niveles de análisis de
Occidente y de América, en los cuales, nuevamente, parece bastante clara la

3 América comprende a: Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Ecuador, Estados
Unidos, Haití, México, Perú, Trinidad y Tobago, y Uruguay. Occidente comprende a América
más: Alemania, Australia, Bulgaria, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Georgia,
Hungría, Italia, Noruega, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, Rumania, Serbia, Sudáfrica,
Suecia y Ucrania. Y, finalmente, Mundo comprende a Occidente más: Singapur, Japón, Hong
Kong, Corea del Sur, Ruanda, Malasia, Jordania, Ghana, Túnez, Indonesia, Kazakstán, India,
Burkina Faso, Tailandia, Marruecos, Moldavia, Argelia, Vietnam, Kirguistán, China, Filipinas,
Uzbekistán, Rusia, Líbano, Zambia, Mali, Turquía, Nigeria, Irán, Pakistán y Egipto.

202
la debilidad del estado boliviano y el miedo a la pandemia…

relación existente entre mayor confianza y mayor Estado. Sin embargo, los
resultados no clarifican del todo el segundo estado social, el intermedio
(véase también el esquema 1); entonces, aunque se pueden caracterizar los
puntos de partida y de llegada, no existe suficiente claridad sobre el camino
de transición entre ellos.

Gráfico 1
Relación entre el Índice de Estado de Derecho (wjp, 2020) y la Confianza
en los vecinos (wvs, 2005-2017) en países de América4

01

01
Confianza en los vecinos (wvs, 2005-2017)

Canadá
01
Argentina Uruguay
Estados Unidos
01
Trinidad y Tobago Chile

01 Ecuador
Brasil
México Colombia
00

00
Bolivia Perú
00
Haití
00
000 000 000 001 001 001 001 001 001
Índice de Estado de Derecho (wjp, 2020)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados de Inglehart et al. (2014) (wvs) y de wjp (2020).

De lo anterior queda claro que donde no hay Estado (estado de natu-


raleza) el miedo campea entre los individuos y que donde el Estado es un
poder público plenamente constituido (el Leviatán) existen relaciones de
confianza entre los ciudadanos. Entonces, parece razonable plantear que,
mediante el proceso de constitución del Estado, el miedo entre los indivi-
duos se transforma en confianza entre los ciudadanos. Continuando con

4 Ambas variables toman valores entre 0 y 1.

203
umbrales

ese razonamiento y siguiendo el planteamiento de Hobbes (1987, 1992 y


2005), no es solamente que el Estado o los mecanismos de estatalidad son
capaces de generar el espacio de paz social transformando el miedo en
confianza, sino, en cambio, que el propio miedo es la materia prima sobre
la cual actúa el Estado para producir confianza.

El Estado en Bolivia

Respecto al grado de desarrollo del Estado en Bolivia, son varias las pers-
pectivas analíticas que abordaron el tema desde aproximaciones más o
menos coincidentes. Destacan, en primer lugar, los estudios enfocados en
la institucionalidad boliviana. Al respecto, la investigación del Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) (2007) señalaba, hace más de
una década, la urgencia por lograr avances en algunos de los elementos más
sensibles de la institucionalidad nacional, destacándose aquellos en torno a
la democracia, la representatividad y la gobernabilidad. Los posibles logros
en esos campos, a la luz de la actual crisis política boliviana, son, cuando
menos, cuestionables; si bien en algún momento se observaron avances en
el ámbito de la representatividad y, por ende, en la legitimidad institucional,
no hay evidencia clara de que esos avances hayan perdurado más allá de
momentos políticos concretos. En tal sentido, el estudio de Zuazo (2019)
muestra que la institucionalidad boliviana, medida a partir de la confianza de
los bolivianos en sus instituciones, tuvo un momento cúspide en 2009 con
la promulgación de la actual Constitución, pero que, a partir de entonces,
siguió una tendencia decreciente que se acentuó en el último lustro. Es más,
el estudio sostiene que no es posible establecer una tendencia de desarrollo
institucional en lo que llevamos del siglo, señal por demás negativa. Por otra
parte, el estudio de Machicado (2019), que se aproxima a la medición de la
institucionalidad con herramientas econométricas más sofisticadas, señala
que la institucionalidad boliviana ha estado sistemáticamente por debajo
de sus pares latinoamericanos y que se sitúa entre las más bajas del mundo.
Esas investigaciones apuntalan la idea de la existencia de un Estado débil,
con una capacidad institucional muy limitada.

204
la debilidad del estado boliviano y el miedo a la pandemia…

Un segundo grupo de estudios analiza el tema del Estado en Bolivia


en torno al concepto de ‘estatalidad’, es decir de las cualidades que hacen
al Estado. Si bien esa aproximación no deja de lado los elementos insti-
tucionales, su foco de atención se centra en ámbitos estatales esenciales,
como la soberanía, la autoridad, la legitimidad y la justicia. Probablemente
los primeros análisis sobre este tema son los de Suárez (1999 y 2003) que,
apoyándose en conceptos de Weber (1984) y de Bodin (1986), elabora una
tesis sobre la existencia de un Estado subjetivo en Bolivia, un Estado que
debido a una serie de razones (la ausencia de una verdadera nación boliviana,
la carencia de elementos de tradición estatal y la imposibilidad de superar
los poderes subjetivos) no habría logrado constituirse como poder público
objetivo (esto es, independiente de poderes subjetivos menores). Siguiendo
esa línea, el estudio de Guzmán y Rodríguez (2015) calcula un índice de
estatalidad para Bolivia (2004-2014) y encuentra evidencia sólida en torno
a la hipótesis sobre la inexistencia de una vocación de estatalidad en los
bolivianos, más allá de sus afinidades políticas. Esto quiere decir que los
bolivianos solamente creen en el Estado si el partido al cual son afines se
encuentra en funciones de gobierno; de otro modo, su percepción acerca
de la estatalidad es negativa. En síntesis, este segundo grupo de investiga-
ciones no solamente sostiene la hipótesis sobre la debilidad institucional
del Estado, sino que plantea directamente la ausencia de un Estado objetivo
en Bolivia o la inexistencia de un Estado pleno.
En cualquier caso, los datos respecto a la estatalidad en el país
coinciden con las principales líneas de los dos grupos de estudios señalados.
Según wjp (2020), Bolivia tiene uno de los valores más bajos del mundo
en el Índice de Estado de Derecho y ocupa la posición 121 de 128 países
estudiados, situación que, lamentablemente, no ha mejorado en los últimos
años (véase el gráfico 2). Un panorama muy similar se puede observar
con la actualización del índice de estatalidad propuesto por Guzmán y
Rodríguez (2015), construido sobre la base de las encuestas de Latin
American Public Opinion Project (lapop) (2004-2019). Dicho índice
muestra alguna evidencia de mejora de la percepción de la estatalidad con la
promulgación de Constitución de 2009, para luego dar pie a una tendencia
decreciente más o menos estable, en la misma línea que Zuazo (2019),

205
umbrales

no habiendo evidencia, en ningún caso, de la constitución de una per-


cepción de estatalidad objetiva o plena; o sea, independiente de poderes
subjetivos. Todos estos resultados apoyan la idea de que el Estado (o la
construcción de la estatalidad en Bolivia) es, en el mejor de los casos, una
tarea pendiente.

Gráfico 2
Índices de estatalidad en Bolivia (2004-2019)5

0,5

0,48

0,46

0,44

0,42

0,4

0,38

0,36
2004 2006 2008 2010 2012 2014 2015 2016 2017 2018 2019
Índice de estatalidad (Guzmán y Fernández, 2015) Índice de Estado de Derecho (wjp, 2020)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados de wjp (2020), de Guzmán y Rodríguez (2015)
y de lapop (2004, 2006, 2008, 2010, 2012, 2014, 2017 y 2019).

Por otra parte, resulta relevante verificar los valores de confianza in-
terpersonal en Bolivia, los cuales deberían ser (de acuerdo con la presente

5 Los datos actualizados del índice de estatalidad de Guzmán y Fernández (2015), corres-
pondientes a los años 2015, 2016 y 2018, son promedios de las dos observaciones más
cercanas. Esto significa que las observaciones de 2015 y de 2016 son promedios de los datos
de lapop de 2014 y de 2017; de la misma manera, el dato de 2018 se construye a partir de
las observaciones de lapop de 2017 y de 2019. Ambos índices toman valores entre 0 y 1.

206
la debilidad del estado boliviano y el miedo a la pandemia…

propuesta analítica) significativamente bajos (recordemos que en el marco


teórico se planteaba la existencia de una relación positiva entre Estado y
confianza: a menor Estado menor confianza, relación que se verificó par-
cialmente con los datos en la tercera sección). En tal sentido, los datos de
lapop (2004-2017) ratifican lo arriba señalado; es decir, comparando a
Bolivia con el resto de los países latinoamericanos, la confianza interpersonal
que señalan tener los bolivianos es sistemáticamente baja (véase el gráfico
3), ocupando siempre el último o el penúltimo puesto entre sus pares regio-
nales, dependiendo del año de registro (Vargas, 2019). Del mismo modo,
los datos de la Encuesta Mundial de Valores puntualizan que la confianza
interpersonal en Latinoamérica es relativamente más baja que la de otras
regiones del mundo y, además, señalan que los datos de Bolivia (2017) están
entre los menores de la región (cis y Ciudadanía, 2018).

Gráfico 3
Confianza interpersonal en Bolivia y en Latinoamérica (2004-2017)6

65

60

55

50

45
2004 2006 2008 2010 2012 2014 2017
Bolivia Latinoamérica

Fuente: Elaboración propia a partir de datos tomados de lapop (2004, 2006, 2008, 2010, 2012, 2014
y 2017).

6 Los datos toman valores entre 0 y 100.

207
umbrales

En ese marco, según los datos expuestos y la evidencia recopilada, es


razonable señalar que el Estado boliviano cuenta con una capacidad insti-
tucional muy limitada, lo que lleva a caracterizarlo directamente como un
Estado débil o, en la interpretación más extrema, como un Estado en proceso
de construcción, todavía muy alejado de lo que podría señalarse como un
Estado pleno. Esta primera lectura de la estatalidad, sumada a los datos que
muestran los bajos o muy bajos niveles de confianza interpersonal (o los
altos niveles de miedo) que señalan tener los bolivianos, lleva a considerar
que Bolivia se encontraría en el segundo momento social descrito, el estado
intermedio (véase el esquema 1). Es decir, un estado social en el que no se ha
logrado establecer un Estado pleno capaz de garantizar un espacio de paz,
donde el miedo es constante y donde la amenaza del estado de naturaleza (la
guerra civil) no es un panorama demasiado lejano. Todos estos elementos
llevan a poner énfasis en la urgencia por la generación de un Estado pleno
en Bolivia, una tarea fundamental y básica sobre la cual deberían enfocarse
los principales esfuerzos políticos nacionales.7

Discusión

A partir de la propuesta analítica planteada se pudo verificar (parcialmente)


la existencia de las relaciones teóricas esbozadas entre el Estado y el miedo,
al menos para los niveles de análisis restringidos de Occidente y de América.
Esos resultados aportan evidencia para señalar que los países con mayor
desarrollo estatal presentan (en general) mayores niveles de confianza entre
sus ciudadanos y, por el contrario, aquellos países con bajo nivel de estata-
lidad se caracterizan por bajos niveles de confianza (mucha desconfianza y

7 La urgencia por la constitución de un Estado pleno en Bolivia se hace incluso más priori-
taria si se entiende que la institucionalidad y el establecimiento de una centralidad política
inclusiva son el camino para el desarrollo de largo plazo, siguiendo en esto la aproximación
de la economía institucional propuesta por Acemoglu y Johnson (2005), Acemoglu et al.
(2005) y Acemoglu y Robinson (2012). Al respecto, para el caso boliviano, el estudio de
Machicado (2019) muestra cierta evidencia en el sentido de que el bajo nivel de desarrollo
económico nacional puede estar estrechamente vinculado al bajo desarrollo institucional.

208
la debilidad del estado boliviano y el miedo a la pandemia…

miedo) entre sus individuos. De lo anterior resulta razonable pensar que el


miedo juega un papel importante en la construcción del Estado, tal como
señalara Hobbes (1987, 1992 y 2005).
Por otra parte, el análisis de la estatalidad en Bolivia muestra, en esencia,
la urgencia por la generación de un Estado pleno en el país. Los datos sobre la
estatalidad y la confianza interpersonal sugieren que Bolivia se encuentra en un
estado intermedio de desarrollo estatal. En ese sentido, la actual configuración
estatal boliviana sería incapaz de generar un verdadero y sólido entorno de paz
social, y, en cambio, colinda constantemente con la posibilidad de retornar (o
retroceder) al estado de naturaleza, con la consiguiente guerra civil de todos
contra todos.
La realidad boliviana, caracterizada por la existencia de grandes poderes
particulares (subjetivos) que constantemente disputan el poder central de
un Estado débil (incapaz de constituirse como poder objetivo y neutral), no
ha logrado la superposición de lo público sobre lo privado (en lo referente
a sus relaciones de dominación). Por tanto, delinea escenarios de interac-
ción social donde el derecho (como mecanismo de ordenación moderno)
queda habitualmente relegado ante el interés particular. Finalmente, si se
comprende que el camino de construcción de la estatalidad es el paso previo
para lograr un desarrollo económico de largo plazo, entonces queda claro
que debería situarse como una prioridad nacional.
En ese marco, la actual crisis provocada por la pandemia del covid-19
añade complejidad a la situación política y social de Bolivia, pero también,
y no menos importante, agrega un potente componente de miedo entre
los ciudadanos. Este peculiar ambiente social ha encendido las alarmas
sobre los potenciales retrocesos democráticos asociados a los mayores po-
deres de los Estados en situaciones de emergencia (situaciones en las que
los miembros de la sociedad, guiados esencialmente por su miedo, están
dispuestos a ceder al Estado gran parte de sus libertades, a cambio de que
este les garantice mayor seguridad). Aunque tal preocupación es loable y
la posibilidad de ocurrencia es significativamente alta en sociedades como
la boliviana (Lührmann et al., 2020), también es posible que esos procesos
que otorgan mayor poder a los Estados puedan ser encaminados de forma
positiva, principalmente, y de acuerdo con lo expuesto a lo largo del texto,

209
umbrales

para lograr un mayor grado de centralidad política (Acemoglu y Robinson,


2012) y la constitución de un Estado pleno en tanto poder objetivo neutral
(Suárez, 1999 y 2003; Guzmán y Rodríguez, 2015).
Respecto a la hipótesis central planteada y a su contrastación, si bien
no es posible establecer una relación directa entre la existencia de miedo
social y la generación de estatalidad, es probable que la presencia del pri-
mero propicie un determinado ambiente para que las acciones de política
pública influyan positivamente en el contrato social y, por tanto, se genere
estatalidad. De alguna manera, no es que el miedo genera Estado, mas esa
relación puede resultar cierta cuando el Estado responde de manera positiva
a los miedos de la población.
Aunque los retos que enfrenta Bolivia ante la pandemia del covid-19
son inmensos, podría resultar importante identificar algunas potenciales
oportunidades, menos visibles por supuesto, entre las que destaca, sin lugar
a dudas, la oportunidad de construir elementos de estatalidad básicos. La
posibilidad de fortalecer el Estado en medio de esta crisis de salud pasa
por la efectividad y la pertinencia de la respuesta estatal a las necesidades
públicas. De otra manera, no hay razones para creer que el miedo generado
por la pandemia se traduzca en nada positivo.

Bibliografía

Acemoglu, Daron y Robinson, James A.


2012 Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y la
pobreza. Barcelona: Deusto.
Acemoglu, Daron y Johnson, Simon
2005 “Unbundling institutions”. Journal of Political Economy. 113 (5),
949-995.
Acemoglu, Daron; Johnson, Simon y Robinson, James A.
2005 “Chapter 6: Institutions as a fundamental cause of long-run
growth”. En: Aghion, Philippe y Durlauf, Steven N. (eds.),
Handbook of Economic Growth. Amsterdam: Elsevier-North
Holland.

210
la debilidad del estado boliviano y el miedo a la pandemia…

Bodin, Jean
1986 Los seis libros de la República. Madrid: Tecnos.
cis (Centro de Investigaciones Sociales) y Ciudadanía
(Comunidad de Estudios Sociales y Acción Pública)
2018 Encuesta Mundial de Valores en Bolivia 2017. La Paz: cis.
Guzmán Prudencio, Guillermo y Rodríguez López, Fernando
2015 “La ausencia de un Estado objetivo en Bolivia”. Revista de Estudios
Políticos. 170, 187-212.
Hafner-Burton, Emilie M.; Helfer, Laurence R. y Fariss, Christopher J.
2011 “Emergency and Escape: Explaining Derogations from Human
Rights Treaties”. International Organization. 65, 673-707.
Hobbes, Thomas
1987 De Cive: the English version entitled in the first edition Philosophi-
call rudiments concerning government and society. Oxford: Oxford
University Press.
1992 Behemoth. Madrid: Tecnos.
2005 Leviatán o la materia, forma y poder de una República, Eclesiástica
y Civil. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Inglehart, Ronald; Haerpfer, Christian; Moreno, Alejandro;
Welzel, Christian; Kizilova, Kseniya; Diez-Medrano, Jaime;
Lagos, Marta; Norris, Pippa; Ponarin, Eduard y Puranen, Bi (eds.)
2014 World Values Survey: All Rounds. Madrid: jd Systems Institute.
lapop (Latin American Public Opinion Project)
2004 The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion
Project 2004. Disponible en: http://www.lapopsurveys.org
2006 The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion
Project 2006. Disponible en: http://www.lapopsurveys.org
2008 The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion
Project 2008. Disponible en: http://www.lapopsurveys.org
2010 The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion
Project 2010. Disponible en: http://www.lapopsurveys.org
2012 The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion
Project 2012. Disponible en: http://www.lapopsurveys.org

211
umbrales

2014 The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion


Project 2014. Disponible en: http://www.lapopsurveys.org
2017 The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion
Project 2017. Disponible en: http://www.lapopsurveys.org
2019 The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion
Project 2019. Disponible en: http://www.lapopsurveys.org
Locke, John
2010 Segundo tratado sobre el gobierno: un ensayo sobre el verdadero ori-
gen, alcance y fin del gobierno civil. Buenos Aires: Aguilar, Altea,
Taurus, Alfaguara.
Lührmann, Anna y Rooney, Bryan
2020 “Autocratization by Decree: States of Emergency and De-
mocratic Decline”. V-Dem Working Papers series 2020. 85.
Gothenburg: V-Dem Institute-University of Gothenburg.
Lührmann, Anna; Edgell, Amanda B. y Maerz, Seraphine F.
2020 “Pandemic Backsliding: Does Covid-19 Put Democracy at Risk?”.
Policy Brief. 23. Gothenburg: V-Dem Institute-University of
Gothenburg.
Machicado Salas, Carlos Gustavo
2019) “Estado del crecimiento económico sustentable”. En: Muriel
Hernández, Beatriz Cristina y Velásquez-Castellanos, Iván
Omar (coords.), Evaluación de la economía y del desarrollo en
Bolivia-Avances, retrocesos y perspectivas. La Paz: kas, inesad.
Neumayer, Eric
2013 “Do Governments Mean Business When They Derogate? Hu-
man Rights Violations During Notified States of Emergency”.
The Review of International Organizations. 8, 1-31.
oea (Organización de los Estados Americanos)
2019 Análisis de Integridad Electoral. Elecciones Generales en el Estado
Plurinacional de Bolivia (20/10/2019). Informe final. Washington
d. c.: oea.
pnud (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo)
2007 El estado del Estado en Bolivia - Informe Nacional sobre Desarrollo
Humano 2007. Bolivia: pnud.

212
la debilidad del estado boliviano y el miedo a la pandemia…

Richards, David L. y Clay, K. Chad


2012 “An Umbrella with Holes: Respect For Non-derogable Human
Rights During Declared States of Emergency, 1996-2004”.
Human Rights Review. 13, 443-471.
Rousseau, Jean Jacques
2010 El contrato social: o los principios del derecho político. Buenos Aires:
Gradifco.
Suárez Ávila, Manuel
1999 Nación y teología política. La estatalidad en Bolivia. Madrid:
Sequitur.­
Suárez Ávila, Manuel
2003 “Comentario”. En: Calderón, Fernando (ed.), Crisis y reforma
de los partidos en Bolivia. Cuadernos de Futuro. 19, 66-78. La Paz:
pnud.
Vargas Villazón, Gonzalo
2019 “Capítulo 4: La confianza interpersonal en Bolivia. Una revisión
de tendencias en las últimas dos décadas”. En: Ciudadanía (Co-
munidad de Estudios Sociales y Acción Pública), Cultura política
de la democracia en Bolivia, 20 años. Ciudadanía: Cochabamba.
Weber, Max
1984 Economía y Sociedad. México d. f.: Fondo de Cultura Económica.
who (World Health Organization)
2020 Coronavirus disease 2019 ( covid -19). Situation Report-72.
Ginebra:­ who.
wjp (World Justice Project)
2020 The World Justice Project Rule of Law Index 2020. Washington
d. c.: wjp.
Zuazo Oblitas, Moira
2019 “Capítulo 2: Confianza en las instituciones”. En: Ciudadanía (Co-
munidad de Estudios Sociales y Acción Pública), Cultura política
de la democracia en Bolivia, 20 años. Ciudadanía: Cochabamba.

213
Umbrales, número 36, 2020, pp. 215-242, ISSN 1994-4543

La politización del sistema de salud


y sus repercusiones en la crisis del covid-19
en Bolivia: una mirada en retrospectiva
The politicization of the health system and its repercussions
on the crisis of covid-19 pandemic in Bolivia:
a retrospective gaze
Juana Roca Sánchez1

Resumen

¿Cuáles son las razones por las que en Bolivia aún existe un sistema de salud básico?
¿Cuáles son las raíces del problema? ¿En qué han influido los vaivenes políticos a lo
largo de la historia, en la situación tan precaria de los servicios médicos en el país?
Las respuestas a estas interrogantes parten de la premisa de que el sistema de salud
boliviano sufre de una constante politización poco investigada que debe ser estudiada
por cientistas sociales. Para comenzar a explorar dicha politización, en este artículo se
abordan los siguientes puntos: 1) la relación entre la política y los sistemas de salud
pública; 2) un escueto y general repaso histórico sobre cómo durante los últimos cien
años el sistema de salud boliviano ha estado sujeto a la política; 3) un análisis del
sistema de salud vigente; 4) el Sistema de Salud Familiar Comunitario Intercultural
(safci) diseñado por los gobiernos del Movimiento al Socialismo. Finalmente, se hace
una reflexión con respecto al impacto de dicho sistema en la crisis de la pandemia del
covid-19 que vivimos hoy en Bolivia.

1 Juana Roca Sánchez es candidata a PhD en Ciencias Sociales del Centro de Estudios
y Documentación Latinoamericanos-Universidad de Amsterdam (Países Bajos). Tiene
estudios de maestría en Antropología y Desarrollo, por el London School of Economics
(Reino Unido), y en Gestión Pública, por la Universidad de Potsdam (Alemania). Es
coordinadora de la Maestría en Estudios Críticos del Desarrollo y docente investigadora en
el Postgrado en Ciencias del Desarrollo-Universidad Mayor de San Andrés (cides-umsa).
jroca@cides.edu.bo

215
umbrales

Palabras clave: covid-19 en Bolivia, politización de sistemas de salud, ciencias sociales,


safci, “Vivir Bien”.

Abstract

Why is the Bolivian healthcare system still so basic? What are the roots of the problem?
How has political instability throughout history, determined the precarious medical services
available in the country today? The answers to these questions start from the premise that the
Bolivian healthcare system has suffered from the general political uncertainty and instability,
which has not yet been researched, and must be studied by social scientists. In order to explore
the politicization of the healthcare system in Bolivia, this article addresses the following issues:
1) The relationship between politics and the public health systems; 2) A brief general historical
review on how, during the last century, the Bolivian healthcare system has been subjected to
politics; 3) An analysis of the current healthcare system; 4) Examines the main health policy
introduced by Evo Morales Ayma’s government, known as the Intercultural Community
Family Health System (safci). Finally, the impact of these policies during the covid-19
crisis are assessed.

Keywords: covid-19, Bolivia, politicization of healthcare systems, social sciences, safci,


“Vivir Bien”.

El 25 de marzo de 2020 se reportó el primer fallecimiento en La Paz de


una víctima de covid-19. Richard Sandoval, el gerente de cincuenta
años de edad de una empresa reconocida en Bolivia, había vuelto a esta
ciudad el 17 de marzo después de pasar diez días en Miami y Nueva York
con su esposa para visitar a su hijo. Luego de notar los síntomas típicos
del coronavirus y de internarse en una clínica privada (Clínica del Sur)
donde­lo diagnosticaron de neumonía aguda y de esperar unos días a que el
Servicio Departamental de Salud-sedes (entidad a cargo de los enfermos
de covid-19) le hiciera la prueba respectiva, terminó realizándosela de
forma privada. Al enterarse del caso, el sedes ordenó su traslado al Hos-
pital Municipal La Portada, lugar asignado por la alcaldía exclusivamente
para estos casos. La ambulancia en la que fue trasladado no tenía camilla
ni demás accesorios, y el hospital de segundo nivel (Hospital La Portada)
supuestamente acondicionado para enfermos de covid-19 no disponía del
equipamiento ni el personal médico adecuado cuando llegó el Sr. Sandoval.

216
la politización del sistema de salud

Al día siguiente, se solicitó un nuevo traslado del paciente a otro centro: el


Hospital del Norte en la ciudad de El Alto. Este otro sí tenía una unidad
de terapia intensiva con su respectivo especialista además de respirador,
pero el paciente no alcanzó a llegar a tiempo. Lamentablemente Richard
Sandoval murió ese mismo 26 de marzo en la noche. La supuesta posición
socioeconómica privilegiada que tenía y sus contactos con dueños de clí-
nicas privadas y con el mismo alcalde de La Paz, Luis Revilla, no fueron
suficientes para salvarle la vida.2
Este caso es una radiografía del sistema de salud al que accedieron los
contagiados de covid-19, durante marzo de 2020 en la ciudad de La Paz,
cuando la primera víctima en contraer el virus en dicha ciudad murió. Esto
demuestra, de manera cruda, la vulnerabilidad que enfrentamos hoy los
ciudadanos bolivianos sin distinción de género, ni raza, ni estrato socioe-
conómico, gracias a un sistema de salud paupérrimo e ineficiente, donde
hasta los más ‘protegidos’ están totalmente desprotegidos. Si en la sede
de gobierno de Bolivia no existe infraestructura adecuada, ni suficientes
médicos especialistas para atender a los enfermos de coronavirus, ¿qué se
puede esperar de la atención en áreas periurbanas o rurales, donde además
existen altos índices de mortalidad infantil, de desnutrición y exposición a
otras enfermedades como el dengue o la tuberculosis? Ante esta situación
surge una serie de interrogantes que personas no especialistas en salud
o en salud pública –como la que escribe este artículo– formulan como
potenciales usuarios del mencionado sistema: ¿Cuáles son las razones
por las cuales Bolivia tiene un sistema de salud tan básico, a pesar de la
supuesta bonanza económica del país que hubo durante años recientes?
¿Cuáles son las raíces de este problema? ¿En qué influye la política y sus
vaivenes a lo largo de la historia en la situación tan precaria de servicios
médicos en el país?
Para responder estas preguntas, se asumió (erróneamente) que existe
una variedad de estudios en relación a lo planteado, además de inventa-
rios, acceso a listas de especialistas médicos con ítems en centros de salud

2 Este artículo fue escrito entre fines de marzo y comienzos de abril de 2020, cuando comenzó
a manifestarse la pandemia del coronavirus en La Paz.

217
umbrales

y hospitales, junto con datos actualizados en páginas web, como la de la


Organización Mundial de la Salud (oms) o la del Ministerio de Salud.
Después de intentar usar contactos para buscar a servidores públicos en
entidades relevantes para entrevistarlos vía WhatsApp, toda la información
tanto de tipo cuantitativo como cualitativo parecía inaccesible de parte de
los funcionarios de las diferentes entidades estatales (Gobierno central,
Servicio Departamental de Salud (sedes), Gobernación y Alcaldías de La
Paz). Por otro lado, según una investigación realizada el 2016 sobre el estado
del arte de investigaciones sobre el sistema primario de salud en Bolivia (el
modelo que se viene aplicando en el país desde hace más de dos décadas con
diferentes matices), existe una ausencia de estudios semiexperimentales con
sólidos marcos conceptuales, mediciones exactas de resultados y estudios
comparativos (Alvarez et al., 2016: 34). Las pocas investigaciones tanto de
autores nacionales como internacionales desde la salud pública y las ciencias
sociales que se lograron encontrar en internet, durante las circunstancias
actuales de cuarentena, fueron publicadas antes del 2011. Es decir, los úl-
timos nueve años aún quedan por ser investigados, o los estudios no están
siendo adecuadamente difundidos.
Haciendo una lectura de la situación descrita que ilustra un sistema
de salud paupérrimo para enfrentar la pandemia en cuestión, además de
la falta de investigaciones recientes y de información actualizada sobre
indicadores de salud y el temor de los actores involucrados para darla, se
puede inferir que en Bolivia existe con mucha fuerza un fenómeno muy
común dentro de todos los Estados del mundo ricos o pobres, y muy poco
o quizás no estudiado en el país: la politización de la salud. En este artículo
se plantean elementos centrales para explorar dicha politización, primero
a través de una somera reflexión teórica con respecto a la relación entre
la política y los sistemas de salud pública. Como segundo paso se hace un
escueto y general repaso histórico con fuentes secundarias, sobre cómo
durante los últimos cien años el sistema de salud en Bolivia ha estado
sujeto a la política. El tercer punto se refiere al sistema de salud vigente,
implementado por los gobiernos del Movimiento al Socialismo (mas), en
base a documentos oficiales del Banco Mundial, del Gobierno de Bolivia
y con el apoyo de artículos especializados de investigadores bolivianos

218
la politización del sistema de salud

e internacionales. Como siguiente paso, se analiza la política principal


del sistema de salud heredada de los gobiernos de Evo Morales Ayma,
conocido como Sistema de Salud Familiar Comunitario Intercultural dentro
de su orientación ideológica y política enmarcada en el Plan Nacional de
Desarrollo: Bolivia digna, soberana, productiva y democrática para Vivir Bien
2006-2010. La información es extraída del mismo tipo de fuentes que las
del anterior punto, junto con entrevistas de informantes que prefieren
mantenerse anónimos. En el cuarto punto se hace una reflexión con
respecto al impacto de dichas políticas en la crisis de la pandemia del
covid-19 que vivimos hoy en Bolivia.
Debido al referido gran vacío, se pretende establecer un punto de
partida para futuras líneas de investigación para cientistas sociales o inves-
tigadores en gestión y políticas públicas, no necesariamente expertos en
medicina o en salud pública.

La relación entre política y salud

¿Es relevante la política en la salud pública? ¿Es buena la democracia para


la salud? (Safaei, 2006). A pesar de la existencia de una variedad de estudios
sobre la relación entre economía y salud pública tanto dentro como fuera
de Bolivia, es muy escasa la investigación sobre la conexión de esta última
con la política. Se trata de un ámbito extremadamente amplio y novedoso de
investigación alrededor de la relación política y salud, que puede interesar
a sociólogos, antropólogos médicos, historiadores y politólogos, y además
a aquellos interesados en las relaciones de poder y política que se crean
alrededor de la salud, tal como lo propone una investigación reciente de
carácter multidisciplinario (Gore y Parker, 2019).
Existe entonces un sinfín de elementos que pueden incidir en la po-
litización de la salud, como ha ocurrido con el sistema gratuito de salud
británico en crisis conocido como ‘National Health Service’ (nhs), o el
controversial ‘Obama Care’ en Estados Unidos, donde se discuten los
derechos y a la vez los altos costos para los Estados cuando se otorga sa-
lud gratuita universal. En otros ámbitos, Safaei plantea cómo hay mayor

219
umbrales

expectativa­de vida y tasas menores de mortalidad materna-infantil en países


‘parcialmente libres’ y ‘países libres’ que respetan los derechos humanos,
basándose en rankings de 150 países sobre democracia, junto con variables
socioeconómicas de salud pública en varios países (Safaei, 2012, 2006). Los
análisis de este autor destacan cómo las violaciones de derechos humanos
por parte de los Estados en mujeres y niños afectan directamente la salud
de estos (Safaei, 2006: 134). Otros estudios del mismo investigador se
refieren a las formas en las cuales la democracia deliberativa puede incidir
en diferentes conceptos de ‘compromiso público’ (public engagement en
inglés), decisiones compartidas con la población, y cuidados centrados en
los pacientes (Safaei, 2015).
A pesar de la evidente relación entre política y salud, muchos pro-
fesionales en salud pública consideran que el involucrarse dentro del
sistema político está fuera de su competencia profesional o especialidad.
No obstante, están surgiendo investigadores en diferentes partes del
mundo que sostienen que la ciencia (la medicina) puede identificar solu-
ciones referentes a la salud pública, pero solamente la política es capaz
de convertir dichas soluciones en realidad (Oliver, 2006, en Greer, 2017:
40). De la misma manera, sigue la tendencia común no solamente entre
politólogos, sino entre otros cientistas sociales, de pensar que el ámbito de
la salud es para médicos o especialistas en salud pública. Esta inclinación
sin embargo está también cambiando a medida que los investigadores
de diversas disciplinas han ido tomando en cuenta que las instituciones
estatales y la historia política, así como las relaciones entre las sociedades
y los Estados, son factores o elementos que configuran las políticas de
salud (Gore y Parker, 2019: 484).
Con estas premisas en mente, cabe preguntarse cómo ha sido entonces
históricamente la relación de la política y el sistema de salud en Bolivia.
¿Cómo han incidido las orientaciones político-ideológicas de las últimas
décadas en la estructuración del sistema de salud pública para enfrentar hoy
la pandemia del covid-19? ¿Cuáles son las principales contradicciones de
tipo político que surgieron dentro de los gobiernos del mas, provocando la
politización del sistema de salud que hemos vivido durante la mayor parte
del tiempo en que este partido llevó las riendas del país?

220
la politización del sistema de salud

El sistema de salud pública en Bolivia: un breve repaso histórico

En 1900, solamente había 142 médicos practicantes en Bolivia, y sus servi-


cios se limitaban a centros urbanos. Dentro de este contexto, los gobiernos
liberales de comienzos del siglo XX, junto con algunos intelectuales como
Jaime Mendoza (quien también fue médico), discutían sobre el tema de
la salud pública, que se convirtió en un elemento central en el debate de
aquel entonces sobre ‘como civilizar al indio’. Este interés por la salud
pública reflejó el miedo de la élite al contagio de epidemias, a medida que
la población indígena se puso en contacto más cercano con los que no
eran considerados indios (Zulawski, 2000: 113).3 En 1918, antes de que se
completara el nuevo Hospital General (desde aquel entonces hasta hoy, uno
de los más grandes y mejor equipados de la ciudad de La Paz), un médico
describió los dos principales hospitales de la ciudad como buenas razones
por las cuales los bolivianos (al igual que en el presente) preferían morir
en sus hogares antes que someterse a las condiciones de algún nosocomio.
También señaló que las secciones de enfermedades infecciosas del hospital
de hombres eran tan antihigiénicas y las salas tan abarrotadas que un pa-
ciente podía entrar fácilmente con una enfermedad e irse a casa y morir de
otra que había contraído en el hospital. En el campo, la situación no era
más esperanzadora, aunque la medicina natural era comúnmente ejercida
a través de los médicos kallawaya (Zulawski, 2000: 114, 115).4
Con el fin de mejorar las condiciones descritas correspondientes a
las primeras décadas del siglo anterior, a partir de la década de 1940, los
gobiernos tanto de la llamada ‘rosca’ como los asociados al Movimiento

3 Las enfermedades epidémicas fueron las principales causas de muerte en las zonas urbanas
y rurales durante el siglo xix y a comienzos del siglo xx en Bolivia. En 1796 se desarrolló
una vacuna contra la viruela en Europa, y Bolivia intentó primero ponerla a disposición
después de la independencia en 1826. En 1902, una nueva ley obligó a la vacunación, pero
tuvo que volver a promulgarse en 1909 ante epidemias graves. Incluso entonces la vacuna-
ción era limitada, y la mayoría de los bolivianos seguían siendo vulnerables a la enfermedad.
La fiebre tifoidea era endémica en el país, y a principios de 1900 se produjeron oleadas de
epidemias que causaron muchas muertes (Zulawski, 2000: 113).
4 La traducción de esta y de las demás citas de artículos escritos originalmente en inglés son
de la autora.

221
umbrales

Nacionalista Revolucionario (mnr), después de 1952, se vincularon con


instituciones norteamericanas como el Servicio Cooperativo Interamerica-
no de Salud Pública [Cooperative Inter-American Health Service (scisp)],
que operaron entre 1942 y 1963. El scisp fue financiado tanto por el
Gobierno de Estados Unidos como por el de Bolivia, y los programas de
salud fueron ejecutados por el Ministerio de Salud. Esta institución centró
sus esfuerzos en entrenamiento de aprendices a médicos y enfermeras en
áreas rurales, y apoyó en la creación de postas de salud en dichas áreas
(Mendizábal Lozano, 2002: 259, en Pacino, 2019: 51). La organización
sindical médica nació en 1954 en la Caja Nacional de Seguro Social y
poco después dio origen a la Confederación Médica Sindical de Bolivia
(comsib). Esta organización influyó fuertemente en la conceptualización
de la organización de los servicios médicos y en el posterior desarrollo de la
salud pública en Bolivia. En sus largos años de lucha no solamente gremial
sino además social y política, la comsib en alianza con las organizaciones
de trabajadores logró un avanzado grado de cogestión en la Caja Nacional
de Seguridad Social y un progresivo grado de influencia en el Ministerio
de Salud (Torres-Goitia, 1997: 10).
Nicole Pacino, quien estudia el proceso de la politización de la sa-
lud en tiempos del mnr hegemónico (1952-1964), sostiene que la salud
pública en aquellos tiempos era ‘política’ porque representaba diferentes
interpretaciones sobre la obligación del Estado de atender a las comu-
nidades rurales. Fue así que para el mnr los programas rurales de salud
incrementaron la autoridad estatal en regiones marginales y consolidaron
la revolución al cultivar el apoyo en el campo (Pacino, 2019: 62). Otro
aspecto relevante de esta época es el inicio de los sistemas de seguro social
de salud en 1956, con la creación de la Caja Nacional de Salud. Este fue el
primer centro en el país que otorgó un seguro a los trabajadores asalariados
y que estableció el sistema de cajas con el fin de garantizarles el acceso a la
salud. Los importantes avances sociales que inició la Revolución Nacional
de 1952 se interrumpieron formalmente con el ciclo militar iniciado en
1964. El golpe de Estado de agosto de 1971, que inició el último ciclo
militar del siglo xx, frustró según Torres-Goitia la aplicación en el país
de una política democrática de salud. La abolición de libertades, la radical

222
la politización del sistema de salud

destrucción de todas las organizaciones sindicales, incluyendo la comsib,


hicieron volver atrás las políticas de salud, retornando al Ministerio de
Salud la práctica asistencialista de planes y programas verticales, desco-
nectados entre sí y del país. Es así que antes de 1983 predominó en el
país una práctica meramente asistencialista. Esta era militar, con breves
períodos democráticos, dejó a Bolivia los peores indicadores de desarrollo
económico-social de América Latina, sobre todo en el campo de la salud
(Torres-Goitia, 1997).
En 1983 (ya durante la nueva etapa democrática), se implementaron los
Comités Populares de Salud, en áreas locales. Estos comités establecieron
un sistema de cogestión con el personal profesional encargado de la atención
de los establecimientos de salud y tomaron a su cargo actividades específicas
para potenciar los servicios. Como en ninguna otra gestión, el Ministerio de
Salud ganó consenso en la población y contó con la solidaria colaboración de
los medios masivos de comunicación social, de la iglesia, de organizaciones
privadas como el Club de Rotarios o de Leones y aun de la prensa opositora
al Gobierno (Torres-Goitia, 1997: 5). Con el regreso a la democracia entre
varias conquistas, se logró aplicar la política de medicamentos esenciales
recomendada por la oms y abaratar los medicamentos cuyos precios llegaron
a ser la décima o vigésima parte de los que se comercializaban en el país.
Las Farmacias Populares se organizaron como respuesta a las interferencias
para la aplicación de la política de medicamentos. También fue notoria la
notable baja en los índices de mortalidad infantil, en comparación al período
dictatorial.5 Durante esta nueva crisis económica aguda6 pero dentro de un
ambiente democrático, los Comités Populares de Salud fueron fundamenta-
les. Estos fueron presididos en cada departamento por el Secretario General
de la Central Obrera Departamental correspondiente o por el Dirigente de

5 El sarampión, que constituía la tercera causa de mortalidad infantil, desapareció de los


registros en 1984 y 1985. La poliomielitis bajó a cero, las enfermedades diarreicas agudas
dejaron de ser la primera causa de hospitalización en los servicios de pediatría de los hospi-
tales públicos y el bocio cuya prevalencia era de 65% en el país (Torres-Goitia, 1997: 11).
6 La gravedad de la crisis obligó a Siles Zuazo a acortar su período de gobierno. Le sucedió
el presidente Víctor Paz Estenssoro, en agosto de 1985. A las pocas semanas de su pose-
sión, lanzó el D.S. 21060 y la Nueva Política Económica, acompañados de un programa de
estabilización y un conjunto de reformas estructurales.

223
umbrales

la Federación de Juntas Vecinales, pero siempre manteniendo una estructura


coherente que les dio unidad de acción dentro de la heterogeneidad de su
composición (Torres-Goitia, 1997: 8-10).
Durante el ciclo neoliberal (1985-2005), cuando se aplicaron las re-
formas económicas de ajuste estructural de primera y segunda generación,
hubo un acompañamiento de reformas sociales que después continuarían
durante los gobiernos del mas, como el Bonosol hoy llamado Renta Dig-
nidad para adultos mayores y programas de salud materna-infantil.7 La
idea del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo era
mitigar o evitar conflictos sociales derivados de los ajustes estructurales,
promoviendo el proceso de Reforma del Sistema de Salud Sectorial (Teje-
rina Silva et al., 2011: 4). Dentro de un contexto de provisión primaria de
salud, el Seguro Nacional de Maternidad y Niñez (snmn), introducido en
1996, fue el primer esquema de seguro público de salud de América Latina.8
Este fue reemplazado por el Seguro Básico Salud (sbs) en 1998, el cual fue
implementado en todos los municipios del país, con el apoyo del Banco
Mundial y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (unicef).
Entre 1998 y 2003, el porcentaje de madres que utilizaban los servicios de
salud a través del seguro público creció de 3,6% a 53,4%. Posteriormente,
en 2003, se comenzó a implementar el Seguro Universal Materno Infantil
(sumi), introducido con el apoyo del Banco Mundial y vigente hasta hoy.
Este añadió la cobertura de la atención terciaria al seguro, en cuanto a lo
que se refiere al apoyo para el embarazo y la salud de menores de cinco

7 Los programas de salud materna e infantil se reenfocaron en la atención primaria de la


salud en la década de 1990, expandiendo el sistema de salud pública en las zonas rurales y
periurbanas con (i) la construcción de más de 300 centros de en un período de diez años,
y (ii) la priorización de intervenciones programáticas clave, con campañas de vacunación,
programas en relación a enfermedades de la infancia, y planificación familiar. Desde 1996,
Bolivia proporciona servicios de salud materna e infantil gratuitos a comunidades marginadas
a través de tres programas de seguro destinados a reducir las barreras económicas para los
servicios de salud. El uso del financiamiento basado en resultados, realizando reembolsos
a proveedores con la utilización autónoma de los recursos y el acceso gratuito a las instala-
ciones de salud, fue el objetivo central de estos programas (Banco Mundial, 2015: 3).
8 El snmn proporcionaba la cobertura de 32 intervenciones básicas que incluían: (a) obsté-
trica de emergencia prenatal y neonatal; y (b) el tratamiento de la diarrea, la neumonía y
las infecciones respiratorias en niños.

224
la politización del sistema de salud

años. Para el año 2004, el sumi había alcanzado al 74% de su población


objetivo (Banco Mundial, 2015: 2-3).9
La operatividad de estos programas fue posible gracias a la descen-
tralización municipal establecida con la Ley de Participación Popular
(lpp). El aspecto novedoso de esta fue que por primera vez los municipios
tuvieron recursos y competencias para hacerse cargo de la salud dentro de
sus jurisdicciones político-administrativas, lo cual implicó la expansión de
la participación indígena y campesina de áreas rurales en la toma de deci-
siones y la administración de recursos para salud y educación (Medeiros,
2001). Asimismo, la gestión de los recursos humanos en salud pasó a ser
responsabilidad de las administraciones autónomas municipales (Banco
Mundial, 2015: 2).
Dentro del marco de la lpp, a través de las llamadas organizaciones
territoriales de base (otb) y los Comités de Vigilancia, se creó el programa
de Salud Familiar Comunitaria Intercultural.10 Siguiendo esta línea, a
partir del 2000, a través del programa ‘Municipio y Salud’, se implementó
en los municipios el ‘Directorio Local de Salud’ (dilos), aún vigente,
con el fin de empoderar a las comunidades dentro de sus jurisdicciones
municipales, para mejorar la eficiencia y la productividad del personal
médico y la distribución de recursos para la salud. Siguiendo esta línea, se
creó el Sistema Nacional de Planificación (sisplan) dentro del cual se creó
el Programa Anual de Salud (pas), con el fin de planificar anualmente sus
objetivos tanto en el área educativa como en la infraestructura sanitaria del
municipio (Dorakis, 2014). Todos estos cambios en la gobernanza de Bolivia
ocurridos entre 1997-2003 incrementaron la rendición de cuentas, con el
uso de acuerdos de desempeño (compromiso de gestión) entre la autoridad

9 En 2006, el programa se amplió para cubrir 27 servicios de salud reproductiva adicionales,


incluyendo la planificación familiar y la detección y prevención del cáncer cervical para
mujeres de hasta 60 años de edad (Banco Mundial, 2015: 2).
10 Las otb pueden ser ayllus, tentas, federaciones de campesinos locales u organizaciones
sociopolíticas tradicionales a nivel comunal. Funcionaban como representantes de sus co-
munidades, frente a la administración del municipio, participando en los planes de desarrollo
municipales (pdm). Las otb posteriormente se convirtieron en distritos municipales. Estas
bases de ordenamiento territorial fueron después absorbidas y aprovechadas por los nuevos
sistemas de salud.

225
umbrales

nacional y las autoridades subnacionales para el logro de resultados (Banco


Mundial, 2015: 2).
En cuanto a otros programas interculturales de salud, aparte de ser
ejecutados por el ministerio del rubro, estos se implementaron en los ex
viceministerios de Participación Popular y Asuntos Indígenas y Pueblos
Originarios (vaipo), con el apoyo técnico y financiero de la cooperación
internacional. Otra iniciativa importante fue el Seguro de Salud Indígena,
creado por la Resolución Ministerial de Salud 26350 de 2001. El programa
buscó mejorar el acceso de poblaciones indígenas a los servicios en el marco
del sbs. Incluía una oferta adicional de diez servicios de salud materna e
infantil que tomaba en cuenta tradiciones indígenas, como el ‘rescate del
alma’ por un médico tradicional o la devolución de la placenta (Banco
Mundial, 2015: 2).
Es notorio que junto a las reformas estructurales neoliberales y mul-
ticulturales en el ámbito social, que fue el contexto de la implementación
de los programas descritos con un enfoque intercultural, se sentaron las
bases para posteriormente implementar las reformas también llamadas
‘interculturales’ por los gobiernos de Morales Ayma, introduciendo
conceptos como la ‘descolonización’, solo que con el mismo enfoque de
atención primaria de salud a través de la salud materna-infantil, apoyada
por el Banco Mundial desde fines de los años noventa (Banco Mundial,
2018). Otro ejemplo de este tipo de iniciativas y que después fueron con-
tinuadas por los gobiernos del mas con algunos ajustes (como se explica
más adelante), fue la ‘Expansión de la Cobertura Extensa’ (extensa),
que fue lanzada en 2002, también con el apoyo de la organización mul-
tilateral mencionada. El programa estuvo dirigido a ampliar la cobertura
de servicios esenciales de salud en zonas rurales y remotas, a través de
brigadas móviles de salud. Un centenar de brigadas móviles de salud
(brisas) ayudaron a reducir la barrera geográfica de acceso a los servicios
para comunidades indígenas dispersas a lo largo de la Amazonía y en los
Andes. Para el año 2007, extensa proporcionaba servicios a más de
300 mil personas en estas áreas (Banco Mundial, 2015: 2). El Ministerio
de Salud se hizo cargo de estas iniciativas, con recursos del Programa de
Alivio de la Deuda Externa (hpic).

226
la politización del sistema de salud

A pesar de sus limitaciones y las dificultades para su implementación


debido a la inestabilidad política y económica del país durante el período
neoliberal, algunas de las políticas sociales como el sumi,11 el Bono Sol y
la estructura de descentralización municipal, así como el programa brisas,
fueron una base lo suficientemente sólida para la implementación de los
programas de salud del mas en áreas rurales. No obstante, el mas en el
2006 heredó un sistema con los indicadores de salud más bajos de América
Latina, que sin embargo habían comenzado a mejorar desde el período
neoliberal.12

El sistema de salud actual implementado por los gobiernos


del Movimiento al Socialismo

El sistema de salud en Bolivia, hoy, está compuesto por tres subsistemas


principales: sector público, seguridad social y sector privado (incluyendo
organizaciones de la sociedad civil e iglesias que ofrecen servicios de salud).
El sistema de salud pública se financia mediante impuestos generales. Bajo
el régimen descentralizado municipal los Gobiernos locales administran
sus propios recursos, que consisten principalmente en fondos de coparti-
cipación tributaria nacional. En total, el sistema de prestación de servicios
públicos tiene cerca de tres mil establecimientos de salud que representan
el 83% de todos esos establecimientos. Según el Banco Mundial, en 2011
los servicios prestados en las instalaciones de salud pública representaron
el 74% de todo el uso de los servicios de salud (Banco Mundial, 2018: 1).
El Ministerio de Salud atiende a menos de la mitad de la población
a través del subsector público, que incluye al Seguro Universal Materno

11 Introducido también con el apoyo del Banco Mundial en 2003, el Seguro Universal Ma-
terno Infantil (sumi) añadió la cobertura de la atención terciaria al seguro, en la atención
relacionada con el embarazo y la salud de menores de cinco años. Para el año 2004, el sumi
había alcanzado al 74% de su población objetivo (Banco Mundial, 2015: 2).
12 Según la ops, en el 2004 más del 70% de la población boliviana estuvo excluida de alguna
manera del acceso a la salud. Bolivia además obtuvo el puntaje más bajo de América Latina
en salud e indicadores de equidad (ops, 2009, en Banco Mundial, 2015: 3).

227
umbrales

Infantil­y el Programa de Extensión de Cobertura a Áreas Rurales. El sub-


sector de seguridad social está compuesto por el Seguro Social Obligatorio
para las personas pertenecientes al sector de economía formal, de corto plazo
(servicios de salud), y el seguro de largo plazo (que tiene a su cargo las Admi-
nistradoras de los Fondos de Pensiones). Este cubre a 28,4% de la población
y opera con planes y agentes gestores relativamente independientes entre sí.
El sector privado ofrece servicios para 10% de la población y funciona fun-
damentalmente sobre la base de pagos directos de bolsillo. El sector privado
se divide en organizaciones con fines de lucro (seguros y servicios privados,
consultorios, clínicas) y organizaciones sin fines de lucro (Organizaciones
No Gubernamentales (ong) e iglesias) (Ledo y Soria, 2011: 110).
Durante los últimos periodos de los gobiernos del mas, el Ministerio de
Salud tenía tres viceministerios, el Viceministerio de Salud, que se encarga
principalmente del núcleo de salud pública y los Servicios Departamentales
de Salud (sedes) de cada departamento, además de estadísticas, inmuniza-
ciones, nutrición (por ejemplo con Plan de Desnutrición Cero). También
tiene bajo su competencia enfermedades infecciosas y enfermedades de tipo
materno-infantil, entre otras. Los otros viceministerios son el Viceministerio
de Medicina Tradicional e Interculturalidad y el Viceministerio de Deportes
(Banco Mundial, 2018).
La red pública de establecimientos de salud es administrada princi-
palmente por Gobiernos subnacionales (municipales y departamentales)
y financiada por fondos generales de todos los niveles gubernamentales,
así como por los ingresos generados por la provisión de servicios. El Go-
bierno central paga los salarios del personal de salud designado y mantiene
su función de administración y política y regulación. Los Gobiernos de-
partamentales, a través de los sedes, tienen la responsabilidad de asignar
recursos humanos entre las instalaciones y de pagar los costos de operación
de los hospitales públicos generales. En cuanto a los Gobiernos municipales,
estos cubren el costo de los hospitales públicos básicos y centros de salud
en sus territorios. Los proveedores de salud se pagan mediante asignaciones
presupuestarias regulares (Ledo y Soria, 2011: 114).
Esta descripción básica sobre la estructura del sistema de salud bolivia-
no fue implementada durante los gobiernos del mas en el Plan Nacional de

228
la politización del sistema de salud

Desarrollo: Bolivia Digna, Soberana, Productiva y Democrática para Vivir Bien


2006-201013 (pnd, 2006-2010). Como se detalla más adelante, este plan a
la vez está enmarcado dentro de las políticas regionales que surgieron con
los países de la Alianza Bolivariana de las Américas (alba),14 en relación
a la salud, como resultado de negociaciones entre Evo Morales Ayma y la
República de Cuba, en 2005 (Artaraz, 2011). El plan constituyó, de acuerdo
a sus autores,

[…] la base del inicio del desmontaje del colonialismo y del neoliberalismo
en el país. Constituye, asimismo, el resultado de las demandas seculares y
actuales del pueblo para construir un Estado pluricultural y comunitario, que
permita el empoderamiento de los movimientos sociales y pueblos indígenas
emergentes. Su principal aspiración es que las bolivianas y bolivianos vivamos
bien (Gaceta Oficial de Bolivia, 2006: vii).

En el contenido además se destaca “un ciclo económico mundial favora-


ble debido al aumento de los precios internacionales de las materias primas
relacionados con los sectores de hidrocarburos, minería y agropecuario”.
Se convoca a que “el excedente económico se traduzca en inversión social
y productiva [y] contribuya a construir y a consolidar una Bolivia Digna,
Soberana, Productiva y Democrática, como es la finalidad del Plan Nacional
de Desarrollo para que las bolivianas y bolivianos vivamos bien”. Como
concepto del “Vivir Bien”, se explica que es una concepción

[…] ‘propia de las culturas originarias e indígenas de Bolivia’; pero ‘se postula
una visión cosmocéntrica que supera los contenidos etnocéntricos tradicionales

13 El Plan Nacional de Desarrollo “Bolivia Digna, Soberana, Productiva y Democrática para


Vivir Bien: Lineamientos Estratégicos, 2006-2011” fue aprobado mediante Decreto Supremo
Nº 29272, de fecha 12 de septiembre de 2007.
14 En el caso de los países pertenecientes al alba durante la década pasada, Cuba contribuyó
con Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia de una forma que va más allá de ‘simples
relaciones bilaterales entre estados’. El modelo alba de intercambios solidarios se basa en
un efecto ‘nevada’ dentro de dichas relaciones. Es por esta razón que asesores venezolanos
cooperaron con asesores cubanos en su momento. Sobre esta base se asumió que el aseso-
ramiento venezolano podría contribuir a otros proyectos sociales dentro de los países del
alba (Ávila, 2009, en Artaraz, 2011: 93).

229
umbrales

del desarrollo’. Con este fin, se plantea a la ‘interculturalidad’15 como otro eje
sustancial en la política de desarrollo, junto con la ‘descolonización’ (Gaceta
Oficial de Bolivia, 2006: vii-viii).16

¿Cómo se tradujeron y se instrumentalizaron estos conceptos abstractos,


como “Vivir Bien”, en las políticas de salud de los gobiernos del mas? Esta
pregunta es especialmente relevante quince años después del comienzo de
la implementación de estas políticas, puesto que hasta el día de hoy nunca
se logró llegar a un consenso ni en las ciencias sociales ni dentro del mismo
Gobierno, sobre lo que significa el “Vivir Bien”. La elasticidad y porosidad
característica del concepto y sus diferentes interpretaciones resultaron en
evidentes y conocidas rupturas entre los mismos ideólogos del mas (estu-
diadas al inicio del proceso por autores como Johnson, 2010), además de
visiones contradictorias dentro de los ejecutores del nuevo sistema de salud
implementado a partir de 2006, tal como se explica más adelante.17
Con el fin de justificar un supuesto corte radical entre lo que fueron
las políticas de desarrollo anteriores a los gobiernos del mas, dentro del
espíritu del funcionamiento de la Asamblea Constituyente, a partir del
2006, el Plan de Desarrollo 2006-2010 partió desde la siguiente premisa
con referencia al período neoliberal:

15 El Plan de Desarrollo mencionado define a la interculturalidad como ‘la relación entre


varias culturas dentro de un mismo territorio como interacción, intercambio y comunica-
ción cultural, y también como reconocimiento, aceptación y reciprocidad con el otro. La
interculturalidad es el motor del desarrollo porque permite que las culturas interactúen,
compartan valores, se complementen y se reconozcan promoviendo relaciones igualitarias
entre los seres humanos y los pueblos. La interculturalidad es una construcción opuesta al
etnocentrismo’ (Gaceta Oficial de Bolivia, 2006: 13).
16 ‘En lo político la descolonización implica aceptar las prácticas políticas de poblaciones
sometidas y excluidos, mientras que en lo económico reconoce las economías de los pue-
blos agrarios y nómadas junto a las comunidades urbanas. En el Estado descolonizado se
superponen las raíces culturales regionales andinas, amazónicas, chaqueñas, chiquitanas y
otras junto a las expresiones culturales occidentales insertas desde la colonia o recientemente
instaladas. Descolonizar el Estado significa reconocernos como somos, diversos y múltiples,
en un largo proceso que parte de la subjetividad social hasta llegar a una conciencia colectiva
de una nueva identidad nacional’ (Gaceta Oficial de Bolivia, 2006: 15).
17 Para una genealogía y deconstrucción sobre el Vivir Bien con todas sus vertientes, ver
Hidalgo Capitán y Cubillo-Guevara, 2017.

230
la politización del sistema de salud

[…] el Sistema Nacional de Salud ejerció represión y desprecio al saber an-


cestral y a los usos y costumbres tradicionales, situaciones que están entre las
causas de la exclusión y marginación en la atención en salud. Los intentos de
recuperación sociocultural fueron insuficientes ya que nunca antes se asumió
la cosmovisión sanitaria de los pueblos indígenas y originarios de las diferentes
regiones (Gaceta Oficial, 2006: 43).

Dentro de este contexto, se planteó primero en el Plan de Desarrollo


2006-2010 una vía hacia la salud universal gratuita para todos los bolivianos
a través del Seguro Universal de Salud (sus), primero a través del Sistema
de Salud Familiar Comunitario Intercultural (safci). Llama la atención
que, lejos de ser una ruptura con el modelo anterior, el nuevo sistema se
sustentó sobre la base de varios elementos de la estructura anterior.

Salud Familiar Comunitaria Intercultural (safci): el programa


de más larga aplicación de los gobiernos del mas y el eje
de su orientación política e ideológica

A diferencia del sus18 que estuvo planteado desde el inicio del primer go-
bierno del mas –pero cuyo inicio de aplicación recién se llevó a cabo apenas
algunos meses antes de las elecciones nacionales de 2019–, el safci como
paso previo a la implementación del sus constituye la piedra angular del
sistema de salud de los cuatro gobiernos del mas, adoptado formalmente
por el Decreto Supremo 29601, en 2008. La política se sustenta bajo cuatro
principios rectores: participación social, cooperación intersectorial (entre
sectores como educación, vivienda, agricultura y justicia), interculturalidad
y la idea de que la salud es parte integral de todos los demás aspectos de la
familia y la comunidad.
El objetivo principal del safci es:

18 A partir de 2013, el Gobierno boliviano tomó medidas para garantizar la cobertura universal
a través de un sistema nacional de pagos centralizado, comenzando con la unificación del
sumi y a través de la Ley 475 sobre la provisión de servicios integrales de salud, que entró
en vigencia en marzo de 2014 (Gaceta Oficial del Estado Plurinacional de Bolivia, 2013).

231
umbrales

[…] contribuir en la eliminación de la exclusión social en salud, reivindican-


do, fortaleciendo y profundizando la participación y control social efectivo
en la toma de decisiones sobre la gestión de la salud, aceptando, respetando,
valorando y articulando la medicina biomédica y la medicina de los pueblos
indígenas originarios campesinos (msd, 2013: 7).

Esto último para cumplir el objetivo final de lograr una Bolivia ‘mo-
vilizada por el derecho a la salud y vida para vivir bien’. De acuerdo a los
lineamientos del safci, la promoción de la salud es un proceso político
de desmovilización social, intersectorial, transformador de determinantes
de la salud, realizado en corresponsabilidad entre la población organizada,
autoridades, el sector salud y otros sectores para “Vivir Bien” (msd, 2013).
El punto anterior, entre varios, refleja claramente un discurso ideológico
explícito, donde la intención es de alguna manera reordenar la sociedad
en función al supuesto objetivo común compartido por los miembros de
esta, para una supuesta transformación del sistema de salud hacia una con-
cepción culturalista y a la vez enmarcado en el Socialismo del Siglo xxi.
No obstante, la aplicación del nuevo modelo demostró haber heredado las
bases del anterior sistema en cuanto a lo que se refiere la descentralización
municipal, además de programas con la cooperación internacional como
la del Banco Mundial para apoyar la reducción de la mortalidad materna-
infantil (Banco Mundial, 2018), que se inició antes del comienzo del ciclo
masista, tal como se infirió páginas atrás.
Siguiendo esta línea, en cuanto a los precedentes históricos de enfoque
del safci, estos se pueden encontrar principalmente en la Declaración
de Alma-Ata sobre atención primaria de salud, promulgada por la oms
y unicef en 1978.19 Según el antropólogo médico Brian Johnson, quien
realizó un estudio sobre el safci correspondiente a su primera etapa de
ejecución, antes de los 14 años de gobiernos del mas, organizaciones no
gubernamentales (ong) intentaron implementar periódicamente algo

19 La declaración sostiene que las comunidades tienen derecho a participar en la planificación


e implementación de su atención médica, que todos los sectores sociales deben participar
igualmente en la promoción de la salud y que la medicina tradicional debe incorporarse en
pie de igualdad en los sistemas biomédicos (Johnson, 2010: 147).

232
la politización del sistema de salud

parecido a lo que se plantea en el safci, a través de sistemas de atención


primaria de salud.
Lo que el gobierno del mas planteó desde el 2006 tuvo la misma orien-
tación que las iniciativas de ong. Se reinterpretaron las ideas de atención
primaria de salud y participación comunitaria previa, con dos elementos
o consideraciones adicionales: el primero es la interculturalidad, tanto en
su teoría y formas aplicadas en el enfoque de descolonización de acuerdo
al Plan de Desarrollo 2006-2010, y el segundo, la voluntad política. El
primer punto según Johnson careció de claridad conceptual y teórica al
intentar aplicar los conceptos mencionados, y el segundo cayó en una serie
de contradicciones de visiones políticas sobre la salud (Johnson, 2010: 147).
Dos programas centrales constituyen el safci. El primero es el de
formación de equipos móviles (Equipos Móviles safci) dentro de los mu-
nicipios, conformados por un médico, una enfermera auxiliar, un dentista,
un sociólogo o trabajador social y un chofer. Se trata de versiones mejoradas
del programa brisas, con la diferencia de que los equipos que se confor-
maron a partir de 2006 incluyen a un sociólogo o trabajador social, que
cumple el rol de intermediario entre las comunidades rurales y los médicos
urbanos, o los médicos originarios y los equipos de salud (Johnson, 2010:
147). Además, forman parte de la línea de iniciativas cubanas para lograr
el acceso de salud en áreas rurales (Artaraz, 2011), expuestas más adelante.
El segundo programa importante dentro del sistema es la Residen-
cia Médica safci. Para el 2009 este ya tenía 220 residentes en proceso
de capacitación o en el campo. La residencia implica un compromiso de
tres años para trabajar en postas rurales bajo la supervisión de hospitales
regionales de segundo nivel. Aparte del curriculum médico que se imparte
con enfoque en salud de familia y comunitaria, la residencia incluye en-
trenamiento en técnicas etnográficas, historia y culturas indígenas, como
conocedoras de la medicina tradicional. Mediante un diploma de postgrado,
este programa tiene la intención de cambiar la mirada y el comportamiento
del ‘típico’ médico boliviano (Johnson, 2010: 148). Dentro del contexto de
los lineamientos del gobierno del mas, los contenidos pedagógicos de esta
especialidad, donde un médico puede ser reconocido como ‘médico safci’,
creó un fuerte rechazo de los médicos.

233
umbrales

A pesar de que la pugna entre el sector salud y los gobiernos del mas
fue más notoria a partir de 2017, ya desde el 2006 el Colegio Médico de
Bolivia se pronunció en contra de la propuesta para el sector salud. Como
medida preventiva, para supuestamente no perder espacios laborales, el
gremio boliviano exigió a los médicos cubanos que se registraran en su
colegio profesional, antes de poder ejercer en Bolivia. Esta medida era para
proteger plazas disponibles por año para el ejercicio médico en el sistema
público. Para levantar esta restricción, el Gobierno reaccionó creando una
entidad paralela (tal como lo hizo con organizaciones indígenas y sindicales),
lo cual implicó un control estatal férreo para obtener plazas para ejercer
especialidades, puesto que el acceso estaba controlado por la asociación
médica paraestatal.
Según seis informantes profesionales de la salud, quienes prefieren
mantener el anonimato, todos los médicos que se especializan o realizan
una maestría en algún tema médico dentro del marco de las políticas del
safci están además obligados a hacer dos años de trabajo rural después de
terminar su especialidad. Esto último perjudica el entrenamiento y per-
feccionamiento de los especialistas en sus respectivos campos, ya que les
impide trabajar dentro de sus especialidades en hospitales de tercer nivel
o en clínicas privadas. Este es además uno de los temas que ha provocado
los choques que surgieron entre los gremios médicos no afiliados al Estado
y los gobiernos del mas. Estos se agudizaron el 2017, cuando además la
Asamblea Legislativa, con una mayoría oficialista, aprobó un código penal
que después tuvo que ser derogado como consecuencia de las presiones de
las movilizaciones de los médicos. Estos argumentaban que la negligencia
médica no debía ser juzgada por jueces ordinarios y vinculados al partido
gobernante, sino por peritos especiales entendidos en salud.
Otro asunto relevante en relación a la implementación del safci se
trata de los conflictos que surgieron a raíz de visiones políticas diferentes
dentro de los mismos gobiernos masistas con respecto a este. Uno de estos
se trata de la presencia de los médicos cubanos y su mirada desconfiada a los
programas de interculturalidad que intentaban, al menos en teoría, rescatar
la medicina indígena tradicional. Esto creó roces dentro del mismo Minis-
terio de Salud, donde las visiones diferentes entre aquellos que apoyaron

234
la politización del sistema de salud

un enfoque intercultural, en contraposición al que se basaba en la medicina


occidental, fueron el punto de discordia tanto fuera como dentro del minis-
terio. Incluso hubo controversias entre aquellos que apoyaban el modelo
cubano sin elementos de interculturalidad, y entre otros funcionarios que
impulsaron proyectos que se concentraron en la medicina natural, que al
menos durante el primer gobierno del mas no lograron implementarse
(Johnson, 2010).
La llamada Colaboración Médica Cuba, iniciativa tanto cubana como
venezolana,20 fue implementada el 2008 accediendo a áreas remotas del
país, con el fin de proveer servicios médicos gratuitos, dentro del marco
‘colaboración Sur-Sur’ de solidaridad desde los Estados entre los países de
la iniciativa alba. Hay antecedentes en Bolivia de colaboración médica
cubana desde 1987, a través de un acuerdo entre la Facultad de Medicina
de la Universidad Mayor de San Andrés (umsa) y el Instituto Superior de
Ciencias Médicas en La Habana (Artaraz, 2011: 96). Según datos del go-
bierno en ejercicio aquel entonces, la exitosa iniciativa cubana “Operación
Milagro” proporcionó cirugía ocular gratuita, la cual hasta 2009 benefició a
más de 441 mil personas. El programa también cumplió con los objetivos del
plan de solidaridad y cooperación internacional, distribuyendo más de mil
ambulancias nuevas entre 2006 y 2009. Además, el programa Desnutrición
Cero se llevó a cabo en todas las ciudades priorizadas (Presidencia de la
República de Bolivia, 2009b: 97-99, en Mendonça Cunha Filho y Santaella
Gonçalves, 2010: 198). Cuba otorgó a Bolivia cinco mil becas para formar
médicos y especialistas. El 2006, había 500 bolivianos estudiando en la
Escuela Latinoamericana de Medicina (elam) de La Habana y otros dos
mil habían iniciado el curso preparatorio (Feinsilver, 2008: 215).
Surgieron varios problemas al inicio de la llegada de las brigadas cuba-
nas entre el gremio médico boliviano, aunque no tanto entre la población,

20 La diplomacia médica es uno de los ejes de la política exterior de Cuba. En 2008, más de
30 mil médicos y otros profesionales de la salud cubanos colaboraban en setenta países de
todo el mundo. La estrategia, sustentada en los éxitos del sistema de salud construido luego
del triunfo de la revolución, le ha permitido a Cuba ganar prestigio internacional y capital
político, reflejado por ejemplo en las votaciones contra el bloqueo en la Asamblea General
de las Naciones Unidas (Feinsilver, 2008).

235
umbrales

especialmente gracias a la campaña oftalmológica y a otra de alfabetización


para adultos. Para los médicos, la presencia cubana no era políticamente
‘inocente’, se sintieron arrinconados como grupo profesional en relación a
su competencia para participar en decisiones referentes a la salud pública.
Médicos que eran generalmente colocados para rotaciones de dos años en
regiones remotas o barrios urbanos con índices de alta pobreza recibían
sus salarios del Gobierno venezolano bajo el marco de la cooperación de
la alba. Esto ganó la indignación del Colegio Médico de Bolivia, el cual
terminó siendo uno de los sectores de oposición más recalcitrante de las
organizaciones de la sociedad civil, durante los catorce años que duró el
ciclo masista.21
Por un lado, los sindicatos médicos acusaban que había personal cubano
no calificado ganando jugosos sueldos y, por otro, se denunciaba intromi-
sión política extranjera en asuntos internos, lo cual creó un grave malestar
dentro del campo de la salud. Hubo además quejas de que los servicios del
personal médico en áreas rurales se implementaron sin claridad en relación
a la coordinación de dichos servicios con la infraestructura pública y las
autoridades, lo cual probablemente implicó fragmentar más el sistema de
salud. Otro problema no menos delicado fue que los cubanos brindaban
atención médica gratuita, y el desempleo de médicos fue desde aquel en-
tonces hasta hoy muy alto (Johnson, 2010: 149).
De acuerdo a un estudio realizado el 2011, por un equipo multidis-
ciplinario de investigadores bolivianos y extranjeros, para aquel entonces
el modelo del safci como sistema de salud pública boliviano, aún enfo-
caba sus servicios como se hacía antes del gobierno del mas: en servicios
públicos de prevención, control de enfermedades y programas objetivo.
Simultáneamente, el cuidado curativo individual seguía (y sigue) relegado
al sector privado, con las consecuencias comunes de la segmentación del
sistema, catastróficos gastos fuera del alcance de los bolsillos y baja calidad
de servicios en hospitales públicos y centros de salud. Los investigadores

21 Una de las consecuencias de esta oposición fue la creación de uno de los sindicatos paralelos
llamados Confederación Médica de Bolivia a fines de 2017 por ‘médicos de base’ afines al
Gobierno, tal como ocurrió con la mayoría de las organizaciones sociales que se opusieron
al gobierno del mas.

236
la politización del sistema de salud

advirtieron que para lograr implementar un servicio universal de salud es


fundamental antes cumplir con el servicio primario de salud (Tejerina Silva
et al., 2011: 38).

El impacto del proceso de politización de la salud en la crisis


actual de la pandemia del covid-19

La politización en los sistemas de salud es un fenómeno constante con


trayectorias históricas de corto y largo alcance que ocurren no solamente
en Bolivia o en países del llamado ‘sur global’, sino en todo el mundo. De
hecho es la misma oms, dentro de la Comisión sobre los Determinantes
Sociales de la Salud, que reconoció que las desigualdades dentro de la salud
son resultado de una ‘combinación tóxica de políticas sociales pobres, con
acuerdos económicos injustos y mala política’ (oms, 2008, en Gore y Parker,
2019: 482). Siguiendo la línea de esta afirmación, vale la pena volver a las
preguntas iniciales de este artículo, con respecto a la crisis del covid-19
que estamos viviendo: ¿Cuáles son las razones por las cuales Bolivia de-
muestra tener un sistema de salud tan paupérrimo, a pesar de la supuesta
bonanza económica en el país que hubo durante años recientes? ¿Cuáles
son las raíces del problema? ¿En qué influye y han influido la política y sus
vaivenes a lo largo de la historia en la situación tan precaria de servicios
médicos en el país? Estas preguntas en vez de ser respondidas condujeron a
otras más de tipo teórico: ¿Es relevante la política en la salud pública? ¿Es
buena la democracia para la salud? Dichas interrogantes merecen profundos
y detallados estudios. Acá solamente se plantean las líneas de investigación
para encontrar las respuestas.
Después de haber buscado algunos de los indicios de la raíz del pro-
blema actual de salud, lo primero que llama la atención es que la sensación
de carencia de protección médica que sentían los paceños a comienzos del
siglo xx al parecer no ha cambiado: el Hospital General sigue siendo uno
de los principales y pocos equipados centros de salud de tercer nivel en la
ciudad. Asimismo, como fue hace cien años durante las epidemias, todos
sabemos que ante la posibilidad de un contagio de covid-19 quizás es mejor

237
umbrales

quedarnos­en nuestras casas antes de arriesgarnos a morir de manera precaria


e inhumana en un hospital, puesto que el sistema de salud nos ofrece muy
poca seguridad para una posible recuperación y sí mucho para la muerte.
A pesar del oscuro panorama mencionado, al mirar hacia el pasado,
también vale la pena considerar la evolución de los sistemas de salud desde
los años cincuenta, con las cajas de salud, donde los empleados asalariados
son atendidos hasta hoy. También se formaron gremios médicos, y gra-
dualmente se ha ido construyendo infraestructura y capacitando recursos
humanos, y mejorando los indicadores de la mortalidad materna-infantil,
lo cual es un proceso que viene mejorando.
Con el espíritu de lograr aplicar el sus, al parecer los gobiernos ma-
sistas estaban dispuestos a desmantelar lo poco que se había logrado a lo
largo de varias décadas, como son dichas cajas de salud. Los impactos de
estas posibles medidas en lo económico y en lo social, considerando que el
sus forma parte de los enfoques del Socialismo del Siglo xxi, merecen ser
analizadas por los respectivos especialistas, pero las formas y los contex-
tos políticos poco democráticos en los cuales se plantearon estas medidas
corresponden al campo de las ciencias políticas y sociales. Dentro de este
contexto, es fundamental tomar en cuenta que la efectividad en su momento
del sistema de salud cubano en parte fue resultado de un sistema poco de-
mocrático (en el contexto liberal del término). Esto conduce a pensar que
en algunos casos, como el del país caribeño, sí puede existir un sistema de
salud efectivo dentro de contextos poco democráticos, pero a expensas de
libertades y ascensos de médicos debido a méritos políticos, más que por
meritocracia. Muchos médicos prófugos del régimen castrista lo vienen
denunciando por las redes sociales y por la prensa.
Es así que al igual que la pregunta en torno a la eficiencia o ineficiencia
económica de un sistema de salud universal corresponde ser analizada por
economistas, los costos políticos y sociales de un sistema de salud universal
y gratuito, a costa de sumisión de la población a las directrices de un Esta-
do autoritario y de injerencia política extranjera, son un área que debe ser
analizada por las ciencias sociales; y ser una opción para el electorado, no un
recurso de adoctrinamiento y de prebendas, tal como se ha planteado en los
lineamientos de los planes de desarrollo nacionales, especialmente el pnd

238
la politización del sistema de salud

2010-2016, en base a premisas poco científicas y creíbles, implícitas en los


discursos del “Vivir Bien” y en las políticas de desarrollo del anterior Gobierno.
En cuanto al safci, la mirada retrospectiva propuesta en el presente
artículo permite ver cómo esta política es la continuación de lo que la
misma oms planteó en la Declaración de Alma-Ata en 1978 (con respecto
a la necesidad de que todos los países cuenten con atención primaria de
salud), y por otro el resultado de la implementación de la descentralización
municipal a través de la lpp. Estableció competencias en municipios para
manejar la salud en el ámbito local, especialmente en municipios rurales con
una población mayoritariamente indígena, donde el Estado prácticamente
jamás había accedido hasta antes de la década de los noventa.
Además de la continuación de otras políticas planteadas antes de la
llegada del poder al mas, como las brigadas móviles para atención a los
habitantes de áreas rurales remotas del país (también ejecutadas por ong),
los elementos supuestamente nuevos del safci fueron la combinación de
conceptos importados de las ciencias sociales como descolonización e in-
terculturalidad por un lado y, por otro, el espíritu de la Alianza Bolivariana
Sur Americana (Johnson, 2010). Los primeros han demostrado ser poco
aplicables y sin sustento para plasmarse en políticas sociales coherentes
y viables además de contribuir a la fragmentación del sistema de salud, y
los segundos sufren el desprestigio de los políticos y exgobernantes poco
demócratas y confiables del llamado Socialismo del Siglo xxi. Lo concreto
en el contexto de la crisis del covid-19 es que después de catorce años de
la aplicación de las políticas de salud para “Vivir Bien”, Bolivia está entre
uno de los países más (si no el más) vulnerables dentro de la región, y con
índices de mortalidad que aumentan dramáticamente cada día.
No es parte del alcance del presente artículo reproducir las cifras que
van cambiando día a día con respecto al desarrollo de la pandemia y las res-
puestas del gobierno actual. Lo que sí es necesario destacar en el contexto
de esta crisis durante marzo de 2020, para tomarlo en cuenta en futuras
investigaciones, es que la falta de transparencia y disponibilidad de recursos
para investigar el sistema de salud boliviano es un indicador igual de grave
sobre la situación de este, como es la falta de infraestructura y recursos
humanos para sobrevivir la pandemia. Desenmascara un sistema totalmente

239
umbrales

fragmentado y poco articulado entre los Gobiernos subnacionales, donde la


injerencia de la política revela la incapacidad de coordinación entre estos,
con consecuencias alarmantes en el contexto de la crisis del covid-19.
El escenario de un sistema de salud politizado y fragmentado es, sin
duda, una constante en la historia de Bolivia, pero ¿por qué después de
haber atravesado el ciclo de mayor bonanza económica de la historia del
país los bolivianos nos sentimos igual de desprotegidos que hace cien años,
ante una pandemia?

Bibliografía

Alvarez N., Franciso; Leys, Mart; Rivera Mérida, Hugo


y Escalante Guzmán, Giovanni
2016 “Primary health care research in Bolivia: systematic review and
analysis”. Health Policy and Planning. 31, 114-128. Disponible
en: doi: 10.1093/heapol/czv013.
Artaraz, Kepa
2011 “New Latin American networks of solidarity? alba’s contribu-
tion to Bolivia’s National Development Plan (2006-10)”. Global
Social Policy. 11 (1), 88-105.
Banco Mundial
2018 “Reducing Maternal and Infant Mortality: A multi-project
evaluation of 16 years of World Bank support to the health
sector”. Independent Evaluation Group, Project Performance
Assessment Report 126362. Washington, d.c.: Banco Mundial.
2015 Informe de Conocimiento Práctica Global de Salud, Nutrición y
Población No. 92272. Washington, d.c.: Banco Mundial.
Dorakis Zilveti, Paula
2014 “Municipios y Salud”. Municipalizcación: Diagnóstico de una
Década. 2, 363-402. La Paz: Plural editores.
Feinsilver, Julie M.
2008 “Oil-for-Doctors: Cuban Medical Diplomacy Gets a Little Help
From a Venezuelan Friend”. Nueva Sociedad. 216. Disponible

240
la politización del sistema de salud

en: https://nuso.org/articulo/la-diplomacia-medica-cubana-
recibe-una-pequena-ayuda-de-sus-amigos/.
Gaceta Oficial de Bolivia
2006 Plan Nacional de Desarrollo: Bolivia digna, soberana, productiva y
democrática para Vivir Bien. Estado Plurinacional de Bolivia.
Gore, Radhika y Parker, Richard
2019 “Analysing power and politics in health policies and systems”.
Global Public Health. 14 (4), 481-488. Disponible en: doi:
10.1080/17441692.2019.1575446.
Greer, Scott L.; Bekker, Marleen; De Leeuw, Evelyne; Wismar Matthias;
Heldermann, Jan-Kees Helderman; Ribeiro, Sophia y Stuckler, David
2017 “Policy, politics and public health”. European Journal of Public
Health. 27 (suplemento 4), 40-43.
Hidalgo Capitán, Antonio y Cubillo-Guevara, Ana Patricia
2017 “Deconstrucción y genealogía del buen vivir latinoamericano.
El (trino) buen vivir y sus diversos manantiales intelectuales”.
Alternative Pathways to Sustainable Development. 9, 1-10. Dispo-
nible en: https://journals.openedition.org/poldev/2517
Johnson, Brian B.
2010 “Decolonization and Its Paradoxes The (Re)envisioning of
Health Policy in Bolivia”. Latin American Perspectives. 37 (3),
139-159. Disponible en: doi: 10.1177/0094582x10366535.
Ledo, Carmen y Soria René
2011 “Sistema de salud de Bolivia”. Salud Publica Mex. 53 (suple­
mento 2), 109-119.
Medeiros, Carmen
2001 “Civilizing the Popular? The Law of Popular Participation
and the Design of a New Civil Society in 1990s Bolivia”. Latin
American Perspectives. 21 (4), 401-425.
Mendonça Cunha Filho, Clayton y Santaella Gonçalves, Rodrigo
2010 “The National Development Plan as a Political Economic
Strategy in Evo Morales’s Bolivia”. Latin American Perspectives.
37 (4), 177-196.

241
umbrales

Ministerio de Salud de Bolivia


2015 Sistematización de la implementación del programa Mi Salud en
ámbito urbano y rural de Bolivia, y propuesta de articulación con el
Programa Multisectorial Desnutrición Cero. La Paz: Estado Plu-
rinacional de Bolivia.
Ministerio de Salud y Deportes (msd)
2013 La política safci, su estrategia de promoción de salud y prácticas
alimentarias saludables. La Paz.
Oliver, Thomas R.
2016 “Politics of Public Health Policy”. Annu. Rev. Public Health. 27,
195-233.
Pacino, Nicole
2019 “Bringing the Revolution to the Countryside: Rural Health
Programmes as State-Building in Post-1952 Bolivia”. Bulletin
of Latin American Research. 38 (1), 50-65.
Safaei, Jalil
2015 “Deliberative democracy in health care: current challenges and
future prospects”. Journal of Healthcare Leadership. 7, 123-136.
2012 “Democracy, Human Rights and Women’s Health”. Mens Sana
Monogr. 10, 134-142.
2006 “Do Politics Matter in Health Policy? Is Democracy Good for
Health?”. International Journal of Health Services. 36 (4), 767-786.
Tejerina Silva, Herland; Werner, Soors; Lanza, Oscar V.; Closon, Marie
Christine; Van Dessel, Patrick; Unger, Jean-Pierre
2011 “Revisiting health policy and the World Bank in Bolivia”. Global
Social Policy. 11 (1), 22-44.
Torres-Goitia, Javier
1997 Participación Popular en Salud. La Paz. Disponible en: https://
observatorioccdbolivia.files.wordpress.com/2015/04/javier-
torres-g.pdf
Zulawski, Ann
2000 “Hygiene and ‘The Indian Problem’: Ethnicity and Medicine
in Bolivia, 1910-1920”. Latin American Research Review. 35 (2),
107-129.

242
Aportes
Aportes
Umbrales, número 36, 2020, pp. 245-268, ISSN 1994-4543

Salud sexual, salud reproductiva y derechos


en tiempos del covid-19
Sexual and reproductive health and rignts
in times of covid-19
María Dolores Castro,1 Alberto De La Galvez Murillo2
y Cristina Rentería3

Resumen

El covid-19 afectará los sistemas de salud y se esperan peores impactos en los países
que experimentan fragilidad del sistema sanitario y que tienen indicadores preocupan-
tes, como la alta tasa de mortalidad materna y contextos de desigualdad social, como es
el caso de Bolivia. Las afectaciones en el derecho a la salud y en todas las esferas de los
derechos humanos, entre ellos los derechos sexuales y reproductivos, tienen impactos
más acentuados y terminan afectando de forma diferenciada a las personas en situación
de vulnerabilidad. Este artículo aborda la salud sexual y reproductiva en tiempos del
covid-19 y coloca en cuestión el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sos-
tenible, al esperarse un incremento de la mortalidad materna y neonatal, de las necesi-
dades insatisfechas de planificación familiar, del embarazo intencional en adolescentes,
del número de abortos en condiciones de riesgo, de la frecuencia y la intensidad de la
violencia sexual y doméstica en los hogares, poniendo en riesgo la vida y el bienestar de
mujeres, niños y niñas. Dados los múltiples efectos, sostenemos que las decisiones para
atender esta pandemia tendrán que, necesariamente, abordar un conjunto de medidas
integrales, más allá de las preocupaciones en materia de medicina y de salud pública.

1 María Dolores Castro es antropóloga y coordinadora del Observatorio de Mortalidad


Materna y Neonatal del Postgrado en Ciencias del Desarrollo-Universidad Mayor de San
Andrés (cides-umsa).
2 Alberto De La Galvez Murillo es médico, salubrista, ginecólogo e integrante del Observa-
torio de Mortalidad Materna y Neonatal (cides-umsa).
3 Cristina Rentería es médica, salubrista, ginecóloga, integrante del Observatorio de Morta-
lidad Materna y Neonatal (cides-umsa).

245
umbrales

Palabras clave: Pandemia, derechos, salud sexual y reproductiva, Objetivos de Desa-


rrollo Sostenible.

Summary

covid-19 will affect health systems, and worse impacts are expected in countries that expe-
rience fragility on their health systems and have worrying indicators such as high maternal
mortality rates and contexts of social inequality, such as the case of Bolivia. Impacts on the
right to health and all areas of human rights, including sexual and reproductive rights, have
more accentuated impacts and end up affecting in a differentiated way people in a situation
of vulnerability. This article addresses sexual and reproductive health in times of covid-19
and questions the fulfillment of the Sustainable Development Goals, by expecting an increase
in maternal and neonatal mortality, unsatisfied needs with family planning, intentional teen
pregnancy, number of unsafe abortions, frequency and intensity of sexual and domestic violence,
putting at risk the life and well-being of women, boys and girls. Given the multiple effects, we
hold that decisions to attend this pandemic will necessarily have to address a set of comprehen-
sive measures beyond medical and public health concerns.

Keywords: Pandemic, rights, sexual and reproductive health, Development Sustainable Goals.

Introducción

Este artículo aborda la situación de la salud sexual y reproductiva en tiem-


pos del covid-19 y coloca en cuestión el cumplimiento de los Objetivos
de Desarrollo Sostenible (ods), al esperarse un incremento de la morta-
lidad materna y neonatal, de las necesidades insatisfechas de planificación
familiar, del embarazo intencional en adolescentes, del número de abortos
en condiciones de riesgo, de la frecuencia y la intensidad de la violencia
sexual y doméstica en los hogares, poniendo en riesgo la vida y el bienestar
de mujeres, niños y niñas. Dados los múltiples efectos, sostenemos que las
decisiones para atender la pandemia tendrán que, necesariamente, tratar un
conjunto de medidas integrales, más allá de las preocupaciones en materia
de medicina y de pública.
El texto está dividido en tres partes. La primera coloca en discusión
los derechos sexuales y reproductivos en tiempos del covid-19, como
también los retos para el cumplimiento de los ods. La segunda parte es

246
salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos del covid-19

una reflexión desde la perspectiva sanitaria y la importancia de la arti-


culación entre salud pública y medicina. En la tercera nos animamos a
presentar recomendaciones, aun a sabiendas de que el contexto generado
por la actual pandemia es tan dinámico que todas las afirmaciones acerca
de los efectos, al menos en salud, pueden variar de un día para otro. Por
esta razón, asimismo, la mayoría de las referencias bibliográficas están
actualizadas a la fecha de consulta y aportan con el análisis sobre la base
de las últimas evidencias.4
Para el Observatorio de Mortalidad Materna y Neonatal, plataforma
que es parte del Postgrado en Ciencias del Desarrollo-Universidad Mayor
de San Andrés (cides-umsa), es fundamental hacer énfasis en que las
propuestas y las estrategias, además de estar respaldadas con evidencias, se
enmarquen en un enfoque de derechos humanos, mismos que ya establecen
importantes rutas a seguir para garantizar el derecho de todas las personas a
la preservación de la salud con medidas sanitarias y sociales, acceso equitativo
al bienestar, protección social y trabajo, además del derecho a la vida y a
una vida digna, como lo establece el documento de la Secretaría de Acceso
a Derechos y Equidad (sare por su nombre en inglés) de la Organización
de Estados Americanos (oea): Guía Práctica de Respuestas Inclusivas y con
Enfoque de Derechos ante el Covid-19 en las América (sare-oea, 2020).

Derechos sexuales y reproductivos, y retos


para el cumplimento de los ods

El covid-19, enfermedad respiratoria infectocontagiosa causada por el


virus sars-cov-2, fue detectado por primera vez en la provincia Wuhan,
en China, en diciembre de 2019. En cuestión de meses se propagó al resto
del mundo. En virtud a la magnitud de la expansión del contagio, que aún
continua, la Organización Mundial de la Salud (oms) lo declaró pandemia
el 11 de marzo de 2020 (sare-oea, 2020).

4 Agradecemos la revisión y corrección de Ayza Mendizábal, comunicadora del Observatorio


de Mortalidad Materna y Neonatal (cides-umsa).

247
umbrales

Diversos organismos y Gobiernos en el mundo han manifestado que


esta pandemia es la crisis más importante que ha enfrentado el mundo en
los últimos tiempos. En América Latina, particularmente, esta pandemia
llega en momentos de crisis políticas, sociales y económicas, y ha puesto a
prueba a los diferentes Gobiernos que, a pesar de sus diferentes medidas
de contención y de mitigación, han develado, casi todos, debilidades en sus
sistemas de salud pública y de protección social; igualmente, en algunos
países, se han avivado las tensiones y los conflictos políticos.
Los costos y los efectos para nuestros países son todavía impredecibles
por la propia dinámica cambiante de la pandemia, la incertidumbre y la rela-
tiva efectividad de las decisiones para enfrentarla. Se evidencian los impactos
en los ámbitos social (aumento en la tasa de desempleo, incremento de per-
sonas pobres y en extrema pobreza), económico (contracción del producto
interno bruto) y político (tensión social, autoritarismo, políticas coyunturales
poco efectivas). Dichos impactos afectan directa e indirectamente a cientos
de miles de personas, al margen de los problemas físicos y psicológicos que
la enfermedad está implicando para las vidas de todas y todos.
En países marcados por la desigualdad, las afectaciones en el derecho a la
salud, y en todas las esferas de los derechos humanos, tienen impactos más
acentuados y terminan afectando de forma diferenciada a las personas en
situación de vulnerabilidad (sare-oea, 2020). Es decir, las consecuencias
de las decisiones para atender la pandemia tendrán que abordar, inevitable-
mente, un conjunto de medidas integrales, más allá de las preocupaciones
en materia de medicina y de salud pública. Lo que nos está mostrando la
situación que vivimos es que no hay una única solución.
Con relación a la salud, hay que considerar que los costos asociados
son un elemento importante para que individuos, hogares y comunidades
reciban protección y tratamiento. Además, los determinantes subyacentes
de la salud, como la desigualdad, la discriminación, la pobreza y el acceso a
otros derechos, entre ellos los derechos sexuales y reproductivos, el derecho
a una vivienda adecuada, el derecho a agua y a saneamiento, también son
razones importantes por las que la vida de millones de personas está en
riesgo (Bohoslavsky, 2020).

248
salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos del covid-19

Los siguientes análisis recientes sobre Bolivia, elaborados por investi-


gadores y epidemiólogos, muestran que el país, además de la precariedad
de su sistema de salud y de las altas tasas de morbimortalidad materna e
infantil, no cuenta con una capacidad hospitalaria adecuada ni con recursos
humanos suficientes y preparados para enfrentar la pandemia.
Así lo señalan Gutiérrez y Paz (2020), cuyas conclusiones de su inves-
tigación sobre las unidades de terapia intensiva son preocupantes:

Las Unidades de Terapia Intensiva de Bolivia no están preparadas para la


asistencia sanitaria de pacientes críticos con covid-19 por déficit en recur-
sos humanos, infraestructura, equipamiento, insumos y medicamentos; pero
principalmente por la falta de equipos de protección personal que permitan
brindar seguridad al personal de salud para sostener la contingencia sanitaria.

Otro estudio, realizado por Birbuet y López (2020), confirma que el


primer cuello de botella en Bolivia es la capacidad de las unidades de terapia
intensiva, ya que el sistema podría colapsar si se llegara a tener más de cinco
mil enfermos. Sin embargo, es evidente que, además de medir la capacidad
del sistema de salud en número de camas de internación en terapia intensiva
o en la disponibilidad de respiradores artificiales, debe tenerse en cuenta
que una limitante del sistema de salud nacional es la reducida cantidad
de personal médico calificado para atender a los pacientes que requieran
terapia intensiva (Ídem).
Es indudable que el covid-19 afectará aún más los sistemas de salud,
con peores impactos en los países que experimentan fragilidad de su sistema
sanitario y que tienen indicadores preocupantes, como altas tasas de mor-
talidad materna. De igual manera, los brotes comunitarios de covid-19
en lugares de difícil acceso, donde los servicios de salud no existen o son
frecuentemente limitados en recursos humanos y materiales, con poca ca-
pacidad de respuesta, representan una situación epidemiológica compleja,
exigente y sin precedentes para la respuesta sanitaria, como lo es la situación
de comunidades indígenas y afrodescendientes (Cotachi, 2020).
Respecto a la salud sexual y reproductiva, lecciones aprendidas
de otras epidemias a nivel mundial, como el Ébola y el Zika, así como
de crisis humanitarias causadas por desastres naturales (inundaciones,

249
umbrales

terremotos,­incendios), han mostrado que la salud y los derechos sexuales


y reproductivos se convierten en un importante problema de salud pública
que requiere una atención particular durante estas crisis, puesto que los
principales impactos se expresan en el alza de la mortalidad materna y neo-
natal, el incremento de los embarazos no deseados, el aumento del aborto
inseguro y el escalamiento de la violencia sexual, basada en el género, así
como las propagaciones de las infecciones de transmisión sexual/virus de
inmunodeficiencia humana, entre otras (Camacho, 2020). Tales proble-
máticas afectan en mayor grado a las poblaciones vulnerables: mujeres,
niñas, adolescentes, migrantes, indígenas, afrodescendientes, población
glbtiq (gais, lesbianas, bisexuales, transgénero, intersexuales y queer),
y personas con discapacidad, entre otras.
Diferentes organizaciones nacionales e internacionales que trabajan
por los derechos de las mujeres, las adolescentes y las niñas alertan sobre
la importancia de prestar atención a su salud sexual y reproductiva. El
Observatorio de Mortalidad Materna y Neonatal se suma a estas alertas,
aportando con reflexiones, análisis y recomendaciones adecuadas al país.
En ese sentido, junto a la Mesa Nacional de Maternidad y Nacimientos
Seguros, se ha trabajado para la construcción de una ruta crítica de atención
a las mujeres embarazadas con covid-19 y en un Plan de Contingencia, en
coordinación con el Ministerio de Salud y también con la Mesa ya citada.
Asimismo, el Observatorio se acoge a los mensajes clave para la salud
sexual y reproductiva emitidos por varias organizaciones internacionales,
canalizados por la Federación Internacional para la Planificación Familiar
(ippf por su nombre en inglés). Esos mensajes son:

– La srh [salud sexual y reproductiva] y lo derechos son esenciales para


la igualdad de género y el bienestar de las mujeres, y la salud de madres,
recién nacidos, niños y jóvenes.
– El acceso a servicios de srh esenciales y que salvan vidas es un derecho
humano.
– La prestación de servicios de srh es esencial y debe asegurarse a las muje-
res y niñas, como así también a las poblaciones más pobres y vulnerables,
incluso aún más en un contexto de pandemia (ippf, 2020: 4).

250
salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos del covid-19

Metas de los ods para la salud sexual y reproductiva,


y para la igualdad de género

La pandemia coloca en la discusión el cumplimiento de los ods en general


y en particular de aquellos relacionados con las metas para salud materna
(ods 3) y para la igualdad de las mujeres (ods 5). La situación de la salud
sexual y reproductiva en el país, tanto antepandemia como pospandemia,
lleva a afirmar que es poco probable que esas metas se lleguen a cumplir,
sobre todo tomando en cuenta que la pobreza y la inestabilidad política
serán marcadores decisivos en los próximos años.
Los Estados, entre ellos Bolivia, se han comprometido a lograr “co-
bertura sanitaria universal y acceso a atención médica de calidad” para el
2030. Más específicamente, el objetivo 3.8 de los ods exige lograr una
cobertura sanitaria universal, en términos de protección contra los riesgos
financieros, el acceso a servicios de salud esenciales de calidad y el acceso
a medicamentos y a vacunas seguros, eficaces, asequibles y de calidad para
todas y todos (Bohoslavsky, 2020).
La Agenda 2030 establece un marco global y de aplicación universal que
incluye el crecimiento económico sostenido e inclusivo, el desarrollo social
y la protección del medio ambiente como dimensiones interdependientes
para todas las personas.
Respecto a la salud, 17 de las 169 metas de los ods guardan relación
directa con la mejora de la salud de las mujeres, las niñas, los niños, las
adolescentes y los adolescentes. Cabe destacar que tanto el ods 3, sobre
salud, como el ods 5, sobre igualdad de género y empoderamiento de las
mujeres y de las niñas, incluyen metas en materia de salud sexual y repro-
ductiva, y de derechos reproductivos. Por ejemplo, la meta 3.7 exige el
acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva, incluyendo la
planificación familiar, la información y la educación, y la integración de la
salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales. La meta
5.6, por otra parte, exige el acceso universal a la salud sexual y reproductiva,
y los derechos reproductivos acordados de conformidad con el Programa
de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, la
Plataforma de Acción de Beijing y los documentos finales de sus conferencias

251
umbrales

de evaluación. Para abordar los retos fundamentales, entre ellos la pobreza,


la desigualdad y la violencia contra las mujeres, el empoderamiento de las
mujeres es una condición previa a esos objetivos (Observatorio de Morta-
lidad Materna y Neonatal, 2018).
Como mencionamos en la introducción, esta pandemia y sus conse-
cuencias impactarán en el cumplimiento de estos objetivos. Basta considerar
que las medidas de confinamiento están afectando de manera negativa la
disponibilidad y el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva
(ippf, 2020). Además, la respuesta de emergencia también implica que los
recursos para los servicios de salud sexual y reproductiva pueden ser des-
viados con el propósito de hacer frente al brote. Esta situación se traducirá
en un aumento de la mortalidad materna y neonatal, el incremento en las
necesidades insatisfechas de planificación familiar y el mayor número de
abortos en condiciones de riesgo y de infecciones de transmisión sexual.
En lo que respecta a la salud sexual y reproductiva, hay una preocupación
en la región por la situación y la continuidad de los servicios que la atienden.
De acuerdo con información de la Oficina Regional para América Latina y el
Caribe del Fondo de Población de las Naciones Unidas, algunos países han
interrumpido la atención en salud sexual y reproductiva, en otros se mantiene
con cierta restricción y en otros existe una continuidad, aunque afectada por
los escasos recursos para insumos y tratamientos (Camacho, 2020).
En Bolivia, si bien la situación de la salud sexual y reproductiva de las
mujeres ha mejorado, aunque no de manera significativa, seguimos regis-
trando las cifras más altas en la región en mortalidad materna, embarazo
de adolescentes y cáncer de cuello uterino, entre otras. La Encuesta de De-
mografía y Salud 2016 (Instituto Nacional de Estadística de Bolivia, 2017)
revela los siguientes indicadores:

– La cobertura de control prenatal por personal calificado superó el 90%,


siendo el médico el principal proveedor.
– El porcentaje de mujeres que realizó cuatro o más visitas para el con-
trol prenatal sobrepasó el 85%. La oportunidad de la primera visita de
control prenatal antes del cuarto mes de embarazo también muestra
un progreso favorable.

252
salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos del covid-19

– El porcentaje de partos que ocurrió en un establecimiento de salud fue


del 87,7%, atendido por personal calificado en un 89,8%.
– El porcentaje total de partos por cesárea se incrementó de manera
llamativa hasta un 33,4%.
– En cuanto a la anticoncepción, el uso de métodos modernos llegaba al
58% de las mujeres no unidas y sexualmente activas; en el caso de las
mujeres en unión no alcanzaba al 50%.
– El embarazo en adolescentes de 15 a 19 años era del 14,8%.
– La tasa global de fecundidad era de 2,9 hijos por mujer.

Sin embargo, a pesar de que algunos de esos datos son aparentemente


alentadores, la realidad actual muestra que todavía existe una gran brecha
por cerrar y, en tiempos de esta pandemia, cerrar la brecha implica una serie
de medidas oportunas, eficaces y seguras.

Salud materna

Aunque no hay evidencia actual de los efectos adversos por el covid-19


en mujeres embarazadas, esto cambian día a día, por tratarse de una enfer-
medad imprevista. No obstante, ante las débiles condiciones sanitarias, se
espera, de acuerdo con la evidencia proveniente de otras pandemias, que
la mortalidad materna pueda incrementarse. Así lo ilustra Camacho (2020)
al referirse al efecto en la salud sexual y reproductiva que dejó el virus del
Ébola, cuando la mortalidad materna se incrementó en un 22% y los em-
barazos no intencionales hasta un 200%.
Esa situación tiene implicaciones serias para Bolivia si se considera
que, según los análisis del Observatorio de Mortalidad Materna y Neonatal
(2018), es poco probable que el país cumpla las metas de reducir la razón
de mortalidad materna de 160 a 70 muertes para 2030 (Ídem) y, más bien,
esta podría incrementarse con los efectos de la actual pandemia.
En este momento de la pandemia existe preocupación por el acceso a
la atención del parto. Según estimaciones del Observatorio, “si la cobertura
de atención de partos en el sistema nacional de salud experimentara una
caída de, por ejemplo, 10%, que implicaría alrededor de 20.000 nacimientos­

253
umbrales

no atendidos en el año que transcurre, esto podría ocasionar entre 25 a


30 muertes maternas y 150 a 200 decesos perinatales adicionales” (De La
Galvez Murillo, 2020).
Dos encuentros nacionales de los Comités Departamentales de Estudio
de la Mortalidad Materna (2017 y 2018), realizados por el Observatorio
de Mortalidad Materna y Neonatal, demostraron la baja cobertura de la
vigilancia epidemiológica de la mortalidad materna y neonatal. Por tanto,
dichos Comités no están funcionando de manera óptima en el análisis de
las muertes maternas, especialmente identificando las acciones específicas
necesarias para prevenirlas y, de esa manera, lograr la reducción importante
y sostenida de la razón de mortalidad materna.
Otro factor es el difícil acceso de las mujeres a los servicios de salud,
que está restringido porque las que necesitan una atención prenatal u otros
servicios de salud sexual y reproductiva, por un lado, desde hace varios años,
tienen dificultades de acceso por las distancias o porque esos servicios no
existen donde ellas los necesitan y, por otro lado, ante las actuales circuns-
tancias de confinamiento, no pueden trasladarse a los servicios por no estar
seguras si corren riesgos de contagio. Las restricciones, además de ocasionar
retrasos en los controles, provocan dificultades económicas, burocráticas,
de distancia y de falta de transporte para acceder a los servicios.
En ese sentido, “si el acceso de las mujeres embarazadas a los servicios
de salud ha sido afectado por las restricciones adoptadas para el control de
la pandemia, aumentarán los decesos maternos, de fetos y de recién nacidos,
porque dar a luz en domicilio duplica o triplica la probabilidad de muertes
maternas y perinatales” (De La Galvez Murillo, 2020).
La Guía y lineamientos de manejo del covid-19 del Ministerio de Salud,
de abril de 2020,5 en un breve acápite sobre embarazo y covid-19 men-
ciona que, para el caso de Bolivia, estudios anteriores han demostrado que
el sars (2003) durante el embarazo “se asocia con una alta incidencia de
complicaciones adversas maternas y neonatales, como aborto espontáneo,
parto prematuro, restricción de crecimiento intrauterino, ingreso a la unidad

5 Esta guía está en permanente revisión y actualización; la versión consultada es de abril de


2020.

254
salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos del covid-19

de cuidados intensivos, falla renal y coagulopatía intravascular diseminada”.­


Sin embargo, las mujeres embarazadas con infección por covid-19 pre-
sentaron menos complicaciones maternas y neonatales. Si bien esto se basó
en un pequeño número de casos, los hallazgos deben ser interpretados con
precaución. Las características clínicas reportadas en mujeres embarazadas
con covid-19 son similares a las reportadas para las mujeres no embara-
zadas y los adultos con infección confirmada por covid-19, en general
(Ministerio de Salud, 2020).
Si bien la guía del Ministerio de Salud es una respuesta importante
sobre las medidas sanitarias, no incluye una ruta para la atención de la mu-
jer embarazada ni para otras prestaciones de salud sexual y reproductiva.
Recientemente la Mesa Nacional de Maternidad y Nacimientos Seguros
elaboró, junto con el Ministerio de Salud, un protocolo o ruta para que
pueda ser tomado en cuenta en la próxima guía nacional. Las medidas para
el control del covid-19 deben incluir esfuerzos para segregar de manera
apropiada los casos sospechosos, posibles y confirmados de las unidades de
atención prenatal y de salud neonatal y materna. Es necesario contar con
sistemas de vigilancia y de respuesta para las mujeres en edad reproductiva
y para las mujeres embarazadas.
A esa situación se suma que las y los proveedores de salud se encuentran
en la primera línea de esfuerzos para combatir y contener los brotes de en-
fermedades, y con muchas limitaciones, ya que no se cuenta con personal
calificado suficiente para las atenciones del embarazo y del parto seguros ni
con instalaciones adecuadas para ofrecer atención esencial y de emergencia,
y de calidad, las 24 horas de día los siete días de la semana.

Planificación familiar

Con relación a la planificación familiar, se estima que en América Latina


por lo menos 18 millones de usuarias y usuarios de anticonceptivos mo-
dernos (adquiridos mediante el gasto de bolsillo) discontinuarán su uso por
las condiciones de inaccesibilidad generadas por el covid-19 (Camacho,
2020). Por las mismas razones, estimaciones del Fondo de Población de
las Naciones Unidas plantean que más de 47 millones de mujeres de 114

255
umbrales

países, con rentas bajas y medianas, podrían dejar de tener acceso a anti-
conceptivos modernos, lo que provocaría siete millones de embarazos no
planeados, si es que las medidas de aislamiento continuaran durante seis
meses (Perú21, 2020).
Respecto a la provisión de insumos de planificación familiar y de
salud sexual y reproductiva, las cadenas de suministros están sometidas a
alteraciones como resultado de la respuesta a la pandemia y, por tanto, la
disponibilidad se ve afectada. En la actualidad, no se cuenta con informa-
ción oficial sobre la situación de la distribución y del abastecimiento de
insumos de salud sexual y reproductiva en el país. Igualmente, las personas
que solicitan servicios de anticoncepción y que requieren, por ejemplo, la
continuidad de los métodos anticonceptivos que están utilizando o un nuevo
método para evitar un embarazo no deseado, no pueden acceder o tienen
limitaciones para movilizarse y hacer la búsqueda.
De acuerdo con entrevistas informales realizadas a prestadores de salud,
en algunos seguros sociales de corto plazo la atención de las especialidades
ha sido paralizada y solo se atienden emergencias. En los casos en los que
no es necesaria la presencia de las mujeres en los establecimientos de salud,
es importante la comunicación, lo cual no siempre está ocurriendo, porque
las llamadas a números de teléfono asignados en su mayoría no son respon-
didas. Asimismo, en ocasiones, se ha recurrido a teleconsultas, aunque no
es una modalidad usada frecuentemente.
Personal del sistema público de salud consultado refirió que la dis-
ponibilidad de atenciones y de horarios de atención es desigual; algunos
continúan con 12 horas y otros tienen horarios más restringidos. Todavía
se escuchan y se leen mensajes por las redes sociales de médicos y médicas
que requieren referir a pacientes por emergencias obstétricas y neonatales,
debido a que las capacidades de infraestructura en sus centros han sido
rebasadas, razón por la que esas mujeres no siempre son atendidas y, en
ocasiones, deben recurrir a establecimientos privados, cuyos costos son altos.
Las y los adolescentes, como también las y los jóvenes, se ven afectados
en la actualidad por el cierre de espacios sociales, entre ellos escuelas, centros
comunitarios y centros de salud, donde muchos de ellos reciben educación
sexual y servicios de salud sexual y reproductiva, al igual que acceden a

256
salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos del covid-19

métodos anticonceptivos. Como consecuencia de la pandemia, ahora no


tienen acceso a los servicios esenciales de salud sexual y reproductiva, y se
estima que aproximadamente el 90% de la población estudiantil del mundo
se está viendo afectada por esta situación (ippf, 2020).

Violencia sexual y violencia basada en el género

Otro de los ods que está siendo afectado es el relacionado con los efectos
en las mujeres, dejando en cuestión los temas de igualdad de género y de
su empoderamiento. Ciertamente, el covid-19 está intensificando las
desigualdades existentes para las mujeres, las adolescentes y las niñas, y la
discriminación de grupos de por sí ya marginados, como los refugiados,
las personas con discapacidades y aquellos que sufren de extrema pobreza
(ippf, 2020).
La Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (felcv) confirmó que
en Bolivia, durante la primera y la segunda fase de la cuarentena debido al
coronavirus, se registraron 1.872 casos de violencia familiar. Por otro lado,
organizaciones de defensa de los derechos de los niños y de las niñas, entre
ellas Munasim Kullakita y el Movimiento Vuela Libre, señalaron que hasta
el 25 de abril se habían registrado 49 violaciones a menores.
De acuerdo con el Servicio Plurinacional de la Mujer,6 los hechos de
violencia en razón de género entre 2013 y 2018 crecieron en el 130%, siendo
2017 el año con mayor número de casos (42.237). En 2018 el registro subió
en casi 110 hechos de violencia en razón de género.
Para 2018 Bolivia llego a tener la tasa más alta de feminicidios en
América del Sur, alcanzando a 2,3 por cien mil mujeres, en contraposición
con Chile y Colombia que registraron las tasas más bajas, llegando a 0,5
por cien mil mujeres. En 2019, en promedio, una mujer al día fue víctima
de feminicidio o de tentativa de asesinato y en la primera quincena de
2020 se registraron 1,5 feminicidios por día (Servicio Plurinacional de la
Mujer, 2020).

6 El nombre completo es Servicio Plurinacional de la Mujer y de la Despatriarcalización “Ana


María Romero”. Con fines prácticos, en este texto lo citamos solamente como Servicio
Plurinacional de la Mujer.

257
umbrales

Además de una serie de factores determinantes de la violencia,


ampliamente estudiados, el rol de las mujeres en los cuidados de la familia,
que incluye el cuidado a las personas infectadas, se ha duplicado por el
confinamiento, exponiendo a las mujeres a mayor violencia, desgaste físico
y emocional.
Algunos análisis internacionales mencionan que los brotes de enfer-
medades afectan a las mujeres y a los hombres de manera diferente, y que
las pandemias exacerban las desigualdades de las mujeres y de las niñas,
que pueden presentar un riesgo más elevado de padecer violencia infligida
por la pareja y otras formas de violencia intrafamiliar, como resultado de
las tensiones crecientes en el hogar. Si bien el problema no es nuevo, es
muy importante reconocer que con la expansión del covid-19 aumenta la
frecuencia y la intensidad de la violencia en los hogares, poniendo en riesgo
la vida y el bienestar de millones de mujeres (adultas y adolescentes), niños
y niñas de la región (Araujo, 2020).
“El confinamiento, esencial para prevenir el contagio del covid-19,
no necesariamente conduce a todos a un lugar seguro” (Araujo, 2020), esto
tomando en cuenta a aquellas personas que están confinadas en su domi-
cilio con su agresor y distanciadas de vecinos, familiares u otro sistema de
protección social. Si a esa realidad se suman el estrés económico, la carga
de los cuidados, el miedo producido por la pandemia, se genera un entorno
en el cual los factores de riesgo se exacerban (Ídem).
Si consideramos las lecciones aprendidas para temas de igualdad de género
provenientes de los brotes de los virus del Ébola y del Zika, las diferencias
de poder entre los hombres y las mujeres significaron que estas últimas no
tuvieran autonomía en sus decisiones sexuales y reproductivas, situación
que se complicó aún más por la falta de acceso a servicios de salud y por la
insuficiencia de recursos económicos para poder desplazarse a los hospitales y
a las instalaciones de atención de salud, con el fin de buscar exámenes médicos
para sus hijos e hijas, a pesar de ser ellas las que realizaban la mayoría de las
actividades para controlar la propagación en sus comunidades (ippf, 2020).
Hasta el momento hay una débil respuesta a la situación de violencia
de género. En Bolivia han sido dramáticos los casos de feminicidio y de
violencia doméstica y sexual, situación que ameritó la declaración pública

258
salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos del covid-19

enérgica de la presidenta Añez, señalando que “no se va permitir ningún


tipo de violencia contra las mujeres”. Actualmente, en Bolivia se cuenta
con una Guía de Actuación para mujeres en Situación de Violencia de Género, en
Declaratoria de Cuarentena Total por el covid-19, elaborada en 2020 por el
Servicio Plurinacional de la Mujer, con el apoyo de onu Mujeres, el Fondo
de Población de las Naciones Unidas y otras instituciones.

Salud pública, medicina y pandemias

Los seres humanos somos una especie de incubadoras para los millones
de microorganismos que pululan en el ambiente o dentro de pequeños
bichos vectores que los trasportan en sus entrañas. Nuestra sangre es
apetecida por las hembras de los mosquitos que trasmiten la malaria,
el dengue, el zika y otros males infecciosos. A los virus del ébola y a los
coronavirus les encanta introducirse o adherirse a nuestras células para
provocar su entropía.
Las enfermedades infecciosas trasmisibles, tanto las emergentes (sars-
2/covid-19) como las reemergentes (sars-1, ébola, influenzas), cuando
desencadenan epidemias o pandemias, alteran no solamente el desempeño
de los sistemas de salud, sino también del resto de las estructuras de la
sociedad y del Estado.
Uno de los primeros hechos verificables es el acaparamiento de me-
dicamentos y de suministros sanitarios por los países más poderosos en el
contexto global y por las personas con mayores recursos a nivel de los países.
Cuando una epidemia o una pandemia ocasionan elevadas tasas de
ataque (número de personas infectadas en la población total) y de letalidad
(porcentaje de decesos entre los infectados), la disrupción social es una
constante, debido a que en las personas primero se activa el temor y después
el sentido común.
Las bajas tienen lugar no solamente entre la población civil, sino
también entre los trabajadores sanitarios y de otros sectores, que prestan
servicios esenciales y cuya necesidad de continuar trabajando les impide
acogerse a medidas de prevención como la cuarentena.

259
umbrales

En ausencia de una pandemia o de una epidemia grave, es decir en


la cotidianeidad, lo ideal es que la promoción de la salud y la prevención
de la enfermedad se constituyan en la parte fundamental de la política de
salud. Ambas funciones le corresponden a la salud pública, cuyo enfoque
es poblacional, a partir del accionar intersectorial.
Cuando la promoción y la prevención son rebasadas por malos hábitos
o por predisposición genética, y aparecen enfermedades, toma su lugar la
medicina, cuyo enfoque es individual.
En la situación ideal señalada, salud pública y medicina actúan de
manera sinérgica pero secuencial, procurando, la primera, incrementar los
años de vida con calidad y la segunda, la medicina, recuperando la salud
mediante diagnósticos y tratamientos adecuados y oportunos.
En presencia de una pandemia o en una epidemia grave, ambas disci-
plinas intervienen simultáneamente. La salud pública lo hace con medidas
intersectoriales de prevención, contención y mitigación, para evitar la ex-
tensión del mal, y la medicina con acciones para reducir la tasa de letalidad,
devolviendo la salud a los infectados.
El enemigo actual, en este caso el covid-19, presenta tres caracterís-
ticas que le dan mucho poder: 1) la gravedad de los casos que se complican,
2) los síntomas leves o ninguno en aproximadamente el 80% de las personas
infectadas y 3) la diseminación del virus a diestra y siniestra debido a que,
por su largo periodo de incubación, no todos los infectados, en especial los
que presentan síntomas leves o ninguno, están identificados.
En los países con estructuras institucionales no suficientemente bien
organizadas, desastres y epidemias sacan a luz debilidades, pero también
fortalezas. Como mencionamos, la pandemia del covid-19 reveló la
precariedad del Estado boliviano en sus tres niveles de gobierno, mani-
festada en problemas de coordinación, la lentitud para atender problemas
derivados y la planificación contingente, así como en problemas de la
gestión de riesgos. Esto se evidencia en la descentralización no conso-
lidada, en especial cuando no hay capacidad de respuesta para atender
problemas graves en el nivel subnacional; y en la precariedad del sistema
nacional de salud y la desorganización de los hospitales, cuyos gerentes no
reaccionaron o lo hicieron tarde, pero solo para reclamar, disfrazando la

260
salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos del covid-19

incapacidad institucional­de anticiparse a una situación peor y esperando


que se produzca la respuesta estatal.
También el espíritu científico de pronto pareció extinguirse, y a pocos,
o a nadie, se les ocurrió informarse por la red.
Por otra parte, la desmotivación del personal de salud saltó en evidencia,
problema que el país arrastra desde hace muchos años.
Pero también hay expresiones de solidaridad y de preocupación por
los que menos tienen, empezando por las diferentes estructuras del Estado,
pasando por jóvenes que también emergen en acciones solidarias y orga-
nizaciones sociales de distinta naturaleza, hasta personas particulares. La
distribución de dinero, de suministros y de alimentos para preparar comida,
al igual que la donación de ropa, son manifestaciones que reflejan que a las
personas todavía les queda algo de humanidad.
Tampoco han estado ausentes las donaciones, la apertura de albergues
e incluso la generación de tecnología apropiada para enfrentar diferentes
aspectos de la pandemia.

Conclusiones y proyecciones a futuro

De acuerdo con las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y según


el contexto descrito, ponemos en discusión si las metas esperadas para salud
y para la igualdad y el empoderamiento de mujeres (adultas, adolescentes
y niñas) podrán cumplirse.

Metas esperadas para la salud materna y neonatal hasta 2030

– Reducir la tasa mundial de mortalidad materna a menos de 70 por cada


cien mil nacidos vivos.
– Poner fin a las muertes evitables de recién nacidos y de niños y niñas
menores de cinco años, logrando que todos los países intenten reducir
la mortalidad neonatal al menos hasta 12 por cada mil nacidos vivos y
la mortalidad de niños y de niñas menores de cinco años al menos hasta
25 por cada mil nacidos vivos.

261
umbrales

– Garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y repro-


ductiva, incluidos los de planificación de la familia y de información y
educación, y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y
los programas nacionales.
– Lograr la cobertura sanitaria universal, en particular la protección contra
los riesgos financieros, el acceso a servicios de salud esenciales de calidad
y el acceso a medicamentos y vacunas seguros, eficaces, asequibles y de
calidad para todos.
– Aumentar sustancialmente el financiamiento de la salud y la contratación,
el desarrollo, la capacitación y la retención de personal sanitario en los
países en desarrollo, especialmente en aquellos menos adelantados y en
los pequeños Estados insulares en desarrollo.

Las siguientes recomendaciones en torno a las medidas para contener


los efectos adversos en la salud sexual y reproductiva, provocados por el
covid-19,­están basadas en una selección de recomendaciones internacio-
nales de diferentes instituciones y organizaciones que trabajan por el derecho
a la salud y el derecho a la salud sexual y reproductiva, entre ellas el Fondo
de Población de las Naciones Unidas, la Organización Panamericana de
la Salud/Organización Mundial de la Salud, la Federación Internacional
para la Planificación Familiar, el Banco Interamericano de Desarrollo y la
Organización de los Estados Americanos, entre otras; tales recomendaciones
son también aplicables al contexto boliviano:

– Ante el empeoramiento de la situación de la salud sexual y reproductiva,


es fundamental que todas las mujeres tengan acceso a un parto seguro y,
también, garantizarles la continuidad de la atención prenatal y postnatal,
incluidas las pruebas de detección del covid-19, de acuerdo con las
directrices y los estándares nacionales, especialmente en los epicentros
de la pandemia y donde el acceso a servicios de salud para mujeres emba-
razadas, en trabajo de parto y en parto se vean afectadas negativamente.
– La provisión de anticonceptivos modernos de acción corta y larga, de
información, de asesoramiento y de servicios (incluida la anticoncepción

262
salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos del covid-19

de emergencia) salva vidas y debe estar disponible y accesible durante


la respuesta a la pandemia.
– Es fundamental apoyar al Ministerio de Salud y a sus socios para fortale-
cer, financiar, implementar e integrar la salud con enfoques de derechos
humanos, género y derechos sexuales y reproductivos, incluyendo la
atención del aborto seguro y la atención posaborto, en la preparación
y la respuesta del covid-19, y hacer operativos planes y mantener
programas en curso.
– Asegurar que las mujeres embarazadas con covid-19, con casos
sospechosos, probables o confirmados, incluidas las mujeres que pue-
den necesitar pasar tiempo en aislamiento, tengan acceso a atención
especializada respetuosa y centrada en la mujer, que incluye pruebas
obstétricas de detección materna, medicina fetal y atención neonatal,
y servicios de salud mental y apoyo psicosocial, con disposición para
atender complicaciones maternas y neonatales.
– Apoyar la cadena de suministros (anticonceptivos modernos, medica-
mentos y suministros para salvar vidas de madres y de recién nacidos,
equipos de salud materna, materiales y suministros, materiales educa-
tivos y de asesoramiento).
– En el ámbito comunitario, es fundamental mantener informada a la
población y a las mujeres embarazadas sobre los riesgos, los síntomas y
la transmisión del covid-19, como también prevenir la discriminación
hacia las personas que presentan síntomas similares al covid-19, las
personas que han confirmado su infección con este virus y los proveedo-
res de atención médica que trabajan en centros con casos de covid-19.
– Promover asociaciones públicas y privadas para movilizar al sector priva-
do, a fin de intensificar los programas mejorados de responsabilidad social
(por ejemplo, suministros de artículos sanitarios y de equipo médico).
– Una perspectiva de género es esencial en cualquier intervención de
respuesta a la pandemia y, a la vez, también debe reconocer las necesi-
dades y los derechos de las mujeres, de las adolescentes y de las niñas,
y de las personas vulnerables, entre ellas los ancianos, los adolescentes,
los jóvenes y los niños, las personas con discapacidades, los migrantes
y los refugiados.

263
umbrales

– Cuando sea posible, utilizar la tecnología móvil, las plataformas de las


redes sociales y otros enfoques innovadores para informar acerca de
los beneficios de los servicios de salud sexual y reproductiva, y de la
necesidad de seguir usándolos.
– Los proveedores de servicios podrían estar bajo un mayor riesgo de
exposición al covid-19 o tener la carga de cuidar a miembros de su
familia, lo cual afecta la disposición o la capacidad de prestar servicios
de salud sexual y reproductiva que salvan vidas.
– Debido a la alta diversidad cultural y lingüística de los pueblos indíge-
nas, se requieren medidas culturalmente apropiadas para que puedan
ser aplicadas. Por ejemplo, las campañas de comunicación deben ser
realizadas en idiomas originarios y con mensajes prácticos, compren-
sibles y adecuados a la realidad social.

En razón a que la próxima epidemia o pandemia podría ser igual o


peor, conviene analizar, desde una perspectiva sanitaria, qué medidas de
previsión podrían ser adoptadas.

En el contexto internacional

¿Qué medidas podrían ser acordadas de manera global para su aplicación,


tan pronto se tenga conocimiento de un caso o brote de una enfermedad
infecciosa, especialmente emergente, al margen de que pueda derivar en
pandemia?

– Un protocolo global con medidas como la cuarentena, el cierre de fron-


teras y medidas de protección personal, de aplicación mundial inmediata
o de forma paulatina por continentes o regiones según, por ejemplo,
el patrón geográfico que caracteriza al covid-19. El protocolo debe
incluir la cooperación científica inmediata al país que reporte brotes
de una enfermedad infecciosa emergente o reemergente peligrosa.
– Un presupuesto para emergencias sanitarias mundiales o continentales,
para la Organización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana
de la Salud y la Organización de las Naciones Unidas, con especificación­

264
salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos del covid-19

de los rubros que abarcaría. El origen de los fondos debería quedar


claramente establecido.
– Un soporte económico relativamente rápido, del Banco Mundial, del
Banco Interamericano de Desarrollo, del Fondo Monetario Interna-
cional y de otras agencias regionales, para los países que lo requieran,
con un periodo de gracia, plazos largos y sin intereses. También el alivio
de una parte de la deuda externa para los países pobres más afectados.
– Fabricantes mundiales y continentales identificados, para que puedan
cubrir rápidamente las demandas de equipo médico, medicamentos y
suministros, a bajo costo.
– Las fuerzas armadas, los policías y los guardias civiles deberán ser en-
trenados de mejor manera en actividades de contención civil, porque la
próxima pandemia podría ser mucho más amenazante y atemorizante,
y para reducir al mínimo las bajas entre sus miembros.

En el contexto nacional

– A partir de los lineamientos internacionales, cada país debería elaborar


planes de contingencia intersectoriales que abarquen todos los niveles
de gobierno y de gestión, incluidos los hospitales. Asimismo, es preciso
identificar con anticipación las infraestructuras donde serán atendidos
los pacientes graves, las embarazadas y las parturientas contagiadas, al
igual que las personas contagiadas con síntomas moderados; e identificar
también instalaciones para aislar a los contactos.
– En situaciones de emergencia sanitaria, los diferentes subsectores
prestadores de servicios de salud trabajarían en forma colaborativa,
atendiendo pacientes sin discriminar su pertenencia sectorial.
– Organizar la red de ambulancias, el sistema de referencia y de contra-
rreferencia, y el sistema de comunicación, para que tanto las personas
infectadas como las que presenten otras dolencias y necesidades de
atención de salud no sean privadas de su derecho a la asistencia sanitaria.
– El plan de contingencia tendría que abarcar también las modalidades
de apoyo psicológico para el personal de salud, policial y militar, y
para cualquier otra persona que esté en primera línea, incluyendo a las

265
umbrales

autoridades gubernamentales, de las gobernaciones, de las provinciales,


municipales y de otras instituciones.
– Los medios de comunicación deberán difundir información oficial sobre
datos y medidas de protección y de prevención, y también incluir en
su programación mensajes de apoyo emocional y pequeñas disertacio-
nes (de 1 a 2 minutos) de expertos psicólogos y psiquiatras. Todo esto
discriminando audiencias, según contexto e idioma nativo.
– Difundir ciclos periódicos por los medios de comunicación sobre me-
didas personales de prevención de infecciones, porque las sociedades
suelen olvidar con cierta facilidad los desastres o los males colectivos.

Los datos expuestos colocan en una situación más crítica a Bolivia,


tomando en cuenta algunos componentes de la salud sexual y reproductiva,
entre ellos la mortalidad materna y neonatal. En el escenario dinámico de la
pandemia del covid-19, la información y la evidencia científica se van mo-
dificando, y es probable que las recomendaciones expuestas también cambien.

Bibliografía

Araujo, María Caridad


2020 “La capacidad de respuesta a prueba”. Blogs digitales del Banco
Interamericano de Desarrollo (16/04/2020). Disponible en:
https://blogs.iadb.org/igualdad/es/la-capacidad-de-respuesta-
a-prueba/ [Consulta: 02/05/2020]
Birbuet, Juan Cristóbal y López, Rafael
2020 “Dinámica de expansión del covid-19 en Bolivia durante las
primeras 6 semanas”. Documento de trabajo, actualizado al 18
de abril de 2020. Disponible en: https://rafalopezv.io/static/
covid/covid_19_bolivia.pdf [Consulta: 02/05/2020]
Bohoslavsky, Juan Pablo
2020 “covid-19: Llamamiento urgente para una respuesta a la
recesión económica desde los derechos humanos”. Ginebra:
Naciones Unidas, Derechos Humanos.

266
salud sexual, salud reproductiva y derechos en tiempos del covid-19

Camacho, Alma Virginia


2020 “La salud sexual y reproductiva en tiempos de covid-19: Evi-
dencias, perspectiva y desafíos en América Latina y el Caribe”.
Grupo de Trabajo Regional para la Reducción de la Mortalidad
Materna. Webinar (03/04/2020).
Cotachi, David y Grigera, Ana
2020 “Pandemia 2020: Respuestas urgentes y diferenciadas para
pueblos indígenas”. Blogs digitales del Banco Interamericano de
Desarrollo (10/04/2020). Disponible en: https://blogs.iadb.org/
igualdad/es/covid-19-respuestas-pueblos-indigenas/ [Consulta:
03/05/20]
De La Galvez Murillo, Alberto
2020 “Embarazo y covid-19”. Disponible en: http://ommncides.edu.
bo/ommn/?news=embarazo-y-covid-19 [Consulta: 02/05/2020]
Federación Internacional de Planificación Familiar - ippf
2020 Declaración del imap sobre el covid-19 y los derechos de salud sexual
y reproductiva. Reino Unido: ippf.
Gutiérrez, Patricio y Paz, Wayra
2020 “Estado de situación de Unidades de Terapia Intensiva. Prepa-
ración para atención de covid-19 Bolivia 2020”. Primer corte.
Investigación en curso.
Instituto Nacional de Estadística de Bolivia
2017 Encuesta de Demografía y Salud 2016. La Paz: Instituto Nacional
de Estadística de Bolivia.
Ministerio de Salud
2020 Guía y Lineamientos de Manejo Covid-19. Serie: Documentos
Técnicos Normativos. (En revisión permanente.) La Paz: Mi-
nisterio de Salud.
Observatorio de Mortalidad Materna y Neonatal
2018 “Que nadie se quede atrás. Por una mejor inclusión de la
mujer indígena en la salud materna”. Disponible en: http://
ommncides.edu.bo//ommn/wp-content/uploads/2018/07/
Separataommn-2.pdf [Consulta: 03/05/2020]

267
umbrales

Perú21
2020 “onu advierte que la pandemia por el coronavirus puede provo-
car embarazos no deseados ante la escasez de anticonceptivos”.
Edición digital (24/04/2020). Disponible en: https://peru21.pe/
mundo/la-onu-advierte-que-la-pandemia-por-el-coronavirus-
puede-provocar-embarazos-no-deseados-ante-la-escasez-
de-anticonceptivos-pandemia-covid-19-noticia/ [Consulta:
05/05/2020]
Servicio Plurinacional de la Mujer y de la Despatriarcalización
“Ana María Romero”
2020 “Contexto actual de la Violencia contra las Mujeres”. Presen-
tación en Power Point.
Secretaría de Acceso a Derechos y Equidad-Organización
de Estados Americanos (sare-oea)
2020 Guía Práctica de Respuestas Inclusivas y con Enfoque de Derechos ante
El Covid-19 en las Américas. (oas. Documentos oficiales; oea/
Ser.d/xxvi.16). Secretaría General de la Organización de los
Estados Americanos.

268
Umbrales, número 36, 2020, pp. 269-283, ISSN 1994-4543

Coronavirus: una civilización


en la encrucijada del caos capitalista
o el retorno a la naturaleza
Coronavirus: a civilisation at the crossroads
of capitalist chaos or the return to Nature
Elizabeth Peredo Beltrán1

Resumen

Este artículo analiza la pandemia del covid-19 como síntoma del capitaloceno (Moore,­
2015), una nueva etapa del capitalismo con impacto en el sistema Tierra a nivel social,
ecosistémico y geológico. Resultado de la articulación de colonialismo, patriarcado
y capitalismo, esa nueva etapa ha mercantilizado la vida y la naturaleza, y ha quebrado
los ciclos vitales en el planeta. Aunque algunos analistas han dicho que el covid-19
acabará con el capitalismo (Žižek, 2020), el peligro es que puede ser un momento para
su reconfiguración, a menos que las sociedades interpelen, incidan y generen un cambio
profundo. Las expectativas de cambio deben surgir de una perspectiva “situada”, donde la
vulnerabilidad, la interdependencia y la ecodependencia sean puntos de partida apoyados
en la noción de ‘cuerpo-territorio’ –concebida por la epistemología feminista anticolonial–
como base para recomponer la relación con la naturaleza. El texto destaca la economía del
cuidado, la gestión de los bienes comunes, la recuperación de lo público y el decrecimiento
como acumulados para transformar hacia modelos­alternativos. Reflexiona también sobre

1 Elizabeth Peredo Beltrán es psicóloga social, por la Universidad Católica Boliviana. Con
el Taller de Historia y Participación de la Mujer ha publicado sobre sindicalismo femenino
anarquista del siglo XX y sobre identidades y derechos de las mujeres indígenas. Coordinó
el Comité Impulsor de los derechos de las trabajadoras del hogar (1999-2004). Fue direc-
tora ejecutiva de la Fundación Solón (2006-2015), abordando temas de ecología, cultura
y política. Actualmente es investigadora asociada del Observatorio Boliviano de Cambio
Climático y Desarrollo. Colabora con revistas académicas, organizaciones, campañas y redes
internacionales. elyperedo@gmail.com

269
umbrales

el “Leviatán Sanitario” (Svampa, 2020), en alusión al concepto de Hobbes, y plantea


preguntas sobre cómo la democracia y la acción colectiva para la transformación social se
van a reconfigurar en una “nueva normalidad” ya instalada.

Palabras clave: Capitaloceno, ecología política, cuerpo-territorio, ecofeminismo,


economía del cuidado, bienes comunes, decrecimiento, democracia.

Abstract

This article analyzes the covid-19 pandemic as a symptom of the capitalocene (Moore, 2015),
a new stage of capitalism that has impacted on the planet at social, ecosystemic and geological
level. This stage is the result of the articulation of colonialism, patriarchy and capitalism that,
under the mandate of commodifying human life and nature, has broken the vital cycles of life
in the whole planet. Instead of thinking this crisis is going to finish with capitalism, as some
philosophers have suggested (Žižek, 2020), this can be the moment for a new reconfiguration
of capitalism of chaos unless societies begin profound transformative systemic changes. Proposals
for change should emerge from a “situated” perspective where vulnerability, interdependence
and eco dependence are starting points to build social collective responses recovering the notion
of “cuerpo-territorio” (body territory), an antocolonial feminist epistemic support for social
and environmental change. The author stresses care economics, commons and public goods and
degrowth as existing proposals for crating alternative models for society. The article reflects on
the “Sanitary Leviatán” (Svampa, 2020), to face the pandemic in allusion to Hobbes concept,
and rises some questions on how will democracy, collective masses and social transformation be
reshaped under the “new normal” already installed.

Keywords: Capitalocene, systemic crisis, political ecology, body/territory, ecofeminism, care


economics, degrowths, democracy.

Introducción

El planeta entero se debate entre el caos y el equilibrio, entre la distopía y


los horizontes posibles.
Mientras más notoriedad adquiere el coronavirus como vector del caos
en su avance exponencial en un mundo globalizado e injusto, más pareciera
obnubilar la gravedad de otras crisis que hemos señalado como síntomas de
una enfermedad mortal: la erosión de los bienes comunes, la crisis climá-
tica y la alarmante pérdida de biodiversidad, el desplazamiento de grandes
masas sociales hacia la precariedad, la exacerbación de las violencias y de

270
coronavirus: una civilización en la encrucijada…

la violencia patriarcal; en suma…, el sacrificio humano y de la naturaleza


para la concentración de riqueza en muy pocas manos.
La disrupción del covid-19, sin embargo, no es un evento aislado ni
diferente del capitalismo global; es su continuación y la deriva consecuente de
su quiebre con la naturaleza. La crisis del coronavirus se suma y se mimetiza
con otras de orden sistémico, devela y profundiza las injusticias y las brechas
sociales que la civilización capitalista ha creado en nuestros territorios y
en nuestros cuerpos, con un efecto acumulado en al menos cinco siglos de
patrones de producción, comercio, consumo y ocupación territorial insoste-
nibles. Esta crisis se inscribe en la realidad del capitaloceno (Moore, 2015),
nuevo estadio del planeta dominado por la especie humana bajo el yugo del
capitalismo globalizado, de la colonización y del patriarcado, enfilados hacia
la cosificación, la mercantilización y el despojo de todo lo existente.
La ruta del capitalismo del desastre al capitalismo del caos deja su
huella en el cuerpo del mundo y en nuestros cuerpos, quiebra los vínculos
primigenios de la interdependencia y de la colaboración. La Tierra, sus
capas profundas, sus bosques, el agua, el aire, la atmósfera, el espacio que la
rodea y hasta la Luna están inundados de estas marcas, cual heridas y cica-
trices. Es esta realidad material la que está dando marco a la pandemia del
coronavirus que hoy amplifica los impactos del capitalismo moderno a gran
escala, poniendo a flor de piel y con la mayor brutalidad el filo de la navaja.
Esto determina un escenario crítico, en particular para los más pobres,
para los más vulnerables, para los seres humanos ubicados en la periferia,
para los sectores depauperados del norte y del sur, para el Sur Global. Aun-
que es la primera vez que esferas más altas de la sociedad están amenazadas,
las desigualdades se amplifican de manera dramática.

¿El fin del capitalismo?

Mucho se ha dicho que esta crisis podría dar fin con el capitalismo. El colapso
de las cadenas productivas y de consumo, de los nichos de acumulación dados­
por las ventajas comparativas de la globalización, detiene la maquinaria
momentáneamente. En pocas semanas de cuarentena, China había bajado

271
umbrales

un 25% de sus emisiones domésticas, equivalentes al 9% de las emisiones


mundiales, según informes de analistas especializados (Myllyvirta, 2020).
Situaciones semejantes de ralentización económica y de consumo de energía
fósil se han dado en cientos de otras ciudades, países y regiones, donde la
reducción de la actividad está derivando en una reducción de la polución
del aire y hasta el retorno de especies animales a las ciudades vacías de un
mundo en confinamiento.
Todo esto da la idea de que podríamos recuperar el camino perdido
rápidamente y que el capitalismo estaría encontrando su fin para dar lugar
a una sociedad reconciliada con la naturaleza, como algunos filósofos y
analistas­han querido anticipar muy entusiastas (Žižek, 2020; Dussel, 2020).2
Pero la expectativa del fin del capitalismo no puede dejar de ponerse
en la piel de quienes están sufriendo y conteniendo en primera línea la
pandemia, que ha hecho cuerpo en los más vulnerables, los más pobres,
los ancianos, las mujeres, los pueblos indígenas. No puede abstraerse de la
realidad cotidiana de las trabajadoras y de los trabajadores en salud de todo
el mundo ni de las personas encargadas de recoger los cuerpos abatidos por
la pandemia. No puede dejar de pensar en quienes con su esfuerzo están
sosteniendo las cadenas de trabajo y de producción para la vida (alimentos,
saneamiento, limpieza, energía), muchos de ellos sometidos a jerarquías
patronales y estatales déspotas. Tampoco puede dejar de pensar en los
pueblos desplazados de sus tierras por la catástrofe climática, por las guerras,
por la falta de agua y de tierra cultivable…; es decir, los grupos humanos
que las propias élites financieras y políticas han colocado en la precariedad
con un mensaje que parecen repetir con sus acciones y decisiones políticas:
“hay vidas de las que podemos prescindir”.
Alentar la esperanza de una transformación no puede perder de vista
las relaciones de poder y la capacidad de las élites de protegerse y de pro-
fundizar el despojo para salvar su pellejo. Ni tampoco que ello se da en el
marco de un nuevo paradigma, el del capitaloceno, nueva era planetaria en
que las clases dominantes pueden “convivir” con la destrucción, la injusticia
y el caos, profundizándolo hasta la aberración.

2 Žižek (2020) considera que el covid-19 es un golpe final al capitalismo, “al estilo Kill Bill”,
y Dussel (2020) avizora optimista el fin de la era capitalista.

272
coronavirus: una civilización en la encrucijada…

La expectativa de que la sociedad se transforme no puede descansar en


la ilusión de que se están reduciendo las emisiones y se está recuperando
la atmósfera cuando –según los análisis– apenas podrían disminuir 5% en
2020 (Ambrose, 2020) por la crisis del covid-19, lo que es insuficiente
para la escala de destrucción que genera el metabolismo capitalista. Según
el Acuerdo de París, deberíamos reducir al menos 7,5% de las emisiones
anuales por 10 años continuos, junto a medidas extraordinarias de transi-
ción y de cambio de patrones de consumo energético, lo cual no se está
haciendo. El coronavirus nos interpela, pero no va a detener el ecocidio
que persiste con los mismos modelos de hiperproducción, sobreconsumo
y aceleración que se están produciendo simultáneamente ahora, a menos
que las sociedades lo decidan y actúen para ello.
Si bien esta crisis ha colocado en primer plano la perspectiva de la
relación cultura-naturaleza y nos ha recordado el lugar que ocupamos
en el sistema Tierra del que hemos abusado de manera inclemente, nos
está mostrando también la complejidad del desafío que pasa por asumir
la dimensión política de la restauración de la justicia y la solidaridad en
las relaciones humanas para sanar la naturaleza. Sobre todo porque nos
recuerda que debemos descolonizar nuestras propias mentes para acabar
con los cautiverios que nos ha impuesto el capital.
Pensar una salida política, feminista y ecologista a esta crisis civiliza-
toria no puede concebirse en la abstracción; tiene que partir de procesar
un “duelo” colectivo (Butler, 2006) como uno de los lugares desde donde­
“situar” la comprensión de esta nueva realidad planetaria. Es decir,
“adoptar­la vulnerabilidad” y, en este caso, la interdependencia como
puntos de partida desde los cuerpos biológicos y sociales hasta la Tierra
sufriente y herida. Porque será desde allí que descubriremos las fortalezas,
la esperanza…, los horizontes posibles.

Dimensiones del conflicto capital-vida

La crisis del coronavirus ha puesto en carne viva el conflicto capital-vida.


Hoy se juega y se devela, con todas sus consecuencias, la tensión entre la

273
umbrales

dinámica de los tejidos de la reproducción de la vida, en oposición a la esencia


del capitalismo neoliberal que ya no puede ofrecer a la humanidad ni al pla-
neta ni prosperidad ni bienestar. Esta crisis emblemática deja entrever otras
disrupciones sumergidas por el lobby corporativo y político (negacionismo
de pantalla) que agita sus argumentos mientras se blinda con seguridades
financieras, tecnológicas, políticas y militares (Buxton y Hayes, 2015),
erosionando los derechos humanos y de la naturaleza sistemáticamente.
Las reacciones retardadas y controversiales de muchos líderes políticos
de los Gobiernos al explicitar, sin sonrojarse, el “dilema” entre “salvar la
economía o salvar las vidas humanas” señalan el fondo de la disputa.
Si bien es cierto que algunos Gobiernos están invirtiendo significati-
vamente para proteger (dinero que antes no invirtieron en los pobres), las
consecuencias de la desregulación impulsada por el neoliberalismo en las
últimas décadas, en muchos países, han significado el desmantelamiento de
los sistemas de salud y de otros bienes públicos fundamentales, lo que nos
ha hecho más vulnerables. Junto a ello –y en plena crisis–, los planes de
rescate corporativo y las nuevas formas de circulación de mercancías en la
pandemia no se han dejado esperar, creando nuevas rutas y reconversiones
selladas por el adn capitalista. En muchos casos, han sido precisamente las
exigencias patronales de “seguir produciendo” en sectores no prioritarios las
que han provocado la agudización de los contagios y de la crisis sanitaria.
Esta pandemia ha detenido algunas cadenas y nichos de acumulación
del capital, y amenaza tangiblemente las esferas más altas de la sociedad,
pero ha activado lo que Svampa (2020) caracteriza como un “Leviatán
Sanitario” –recuperando el concepto de Hobbes, en alusión a los escenarios
de control estatal que se habían analizado para enfrentar el cambio climático
(López, 2019)–. Un Leviatán que hoy se propone una restitución del orden
capitalista desde la emergencia sanitaria, en mi punto de vista bajo formas
políticas de “confinamiento”-“desconfinamiento”, que fragmenta el cuerpo
social y político, que dispersa la multitud y al mismo tiempo asegura la
plena libertad de los “lobbies” corporativos para rediseñar las economías del
mundo “poscoronavirus” a favor de las élites.
Panorama crítico de recorte de libertades civiles acompañado de una
narrativa de salud dicotómica que opone “salud-enfermedad” bajo un

274
coronavirus: una civilización en la encrucijada…

paradigma centrado en el hospital, el paciente, el virus, el poder del saber


tecnológico y científico, la salvación de la vacuna, que se presenta hoy
como el centro de la razón científica moderna. Aunque es absolutamente
valorable la respuesta que están haciendo los servicios de salud, muchas
veces en condiciones adversas, de falta de materiales y precariedad, el
abordaje sociopolítico nos permite ver que este modelo “enfocado en el
virus” puede excluir una perspectiva holística de las interconexiones con la
salud del planeta. El modelo de salud dominante “biomédico” emergente
del dualismo cartesiano excluye del mapa cognitivo las causas ecológicas,
sociales y económicas de la crisis, su orden sistémico, la interconexión de
la salud humana con la salud planetaria, y restringe la posibilidad de una
mayor participación/colaboración de la sociedad y del reconocimiento de
los saberes sociales, los saberes femeninos, comunitarios y populares de
solidaridad y de gestión de crisis que, de hecho, son los que han salvado a
la humanidad innumerables veces en la historia.
Junto a ello está el surgimiento de una base social ultraderechista de
grupos desperdigados por el mundo, como las acciones supremacistas
callejeras “anticonfinamiento” que han tenido apoyo explícito de Trump en
Estados Unidos y de Bolsonaro en Brasil, y que hacen eco de aspiraciones
de empresarios como Musk y otros que claman por el desconfinamiento,
apelando a la “libertad del mercado”. Un capitalismo financiero que
ha aprendido a montarse sobre sus propias crisis para restituirse con su
“doctrina del shock” se erige nuevamente. Como bien dice Terán Mantovani
(2020), del Observatorio de Ecología Política de Venezuela: la crisis del
coronavirus “[d]eja al desnudo los simulacros del poder”.
Así, el “mundo poscoronavirus” es ya el mundo que estamos viviendo.
La “reconfiguración” –que ya ha comenzado– está visibilizado las pugnas
al interior de los grupos dominantes y puede ser brutalmente capitalista en
lugar de viabilizar la ansiada transición que se incline a la “reducción de las
desigualdades” y la “sostenibilidad de los ecosistemas” o, más aún, hacia
un cambio de paradigma civilizatorio que vuelve a ponerse en la mesa de
debate, esta vez globalmente; una urgencia y una necesidad inéditas.
Los horizontes de una transición social, o de un “salto” civilizatorio
como nos lo ha mostrado metafóricamente un virus, solo son posibles si

275
umbrales

somos capaces de generar un tejido social y una subjetividad que pueda


responder radicalmente a la injusticia y a las lógicas del poder en este nuevo
contexto. Hay que interpelar al poder cuanto antes para demandar justicia
y cuidado de la vida; exigirle reconectar con la naturaleza, asumiendo el
carácter holístico, interdependiente de nuestra condición humana, pues las
verdaderas causas de esta pandemia residen en el despojo ecocida que ha
propiciado el capitalismo del caos.

Algunas alternativas emergentes

Los virus –que existen por billones en el planeta– “saltan” a la especie hu-
mana en circunstancias particulares para alojarse en un huésped donde se
tornan patógenos. En la medida en que se pierde la biodiversidad se están
creando circunstancias apropiadas para que surjan nuevos virus que lleguen
a la especie humana y a otras especies, dado que las barreras de la biodiver-
sidad ecológica se están degradando. Estas “condiciones” proclives para el
surgimiento de estos y de otros vectores de plagas y de enfermedades son
construidas; la pérdida de bosques y de ecosistemas producen cambios que
abren la posibilidad de estos llamados “desequilibrios” patogénicos, como
ha señalado recientemente un extenso informe del World Wide Forum for
Nature (2020). El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son dos
crisis que están llevando rápidamente a estos escenarios.
Nuevas cepas de virus, cada vez más frecuentes, han dado origen a
enfermedades de enorme impacto social en las últimas décadas: la sars “gripe
aviar” h5n1 (2002-2003), la “gripe porcina” h1n1 (2009), el mers-cov­
(Síndrome Respiratorio de Medio Oriente) (2012) y el ébola (2013), habiéndose
producido algunos de ellos en circunstancias vinculadas a la producción
industrial de alimentos, como ha señalado pertinentemente Ribeiro (2020),3
del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración.

3 Ribeiro, en “Los hacendados de la pandemia” (2020), nos dice lo siguiente: “En México vimos
cómo se originó la gripe porcina en 2009, a la cual le pusieron el aséptico nombre de Gripe
a h1n1, para desvincularla de su puerco origen. Originó en la fábrica de cerdos llamada

276
coronavirus: una civilización en la encrucijada…

El “salto de un virus”… ha hecho “saltar” a la civilización a un tiempo y


a un espacio político que obligan a pensar en la desposesión de la naturaleza
y su relación con la injusticia humana como dos fenómenos articulados.
Está abriendo en el campo del conocimiento una posibilidad de entender
la contradicción, la paradoja, la interdependencia, la cualidad holística del
sistema Tierra.
Ante la enorme complejidad e injusticia que se ha develado, tenemos
que tejer formas de interpelación complejas, autorreflexivas, acordes con el
momento que vivimos, que está inundado de paradojas en clave “oxímoron”
(término usado por Cyrulnik4), que reúne significados contrapuestos para
dar lugar a uno nuevo, como signo de un momento histórico que nos hace
transitar la incertidumbre, la dialéctica de la complejidad, para crear algo
nuevo. Hoy se ha colocado en vigencia –como nunca antes– la perspectiva
de la naturaleza y nuestra relación con ella para actuar sabiendo que nuestra
acción puede ser sustantiva. Es desde allí que queremos desarrollar una praxis
y una narrativa que superen la crisis de sentido que nos asedia; resistir desde
el paradigma relacional, la vulnerabilidad y la interdependencia humana.
Se trata de una epistemología diferente para salir de la lógica del mer-
cado y, en su lugar, mirar/sentir-“sentir/pensar” (Escobar, 2016) el mundo
desde el pangolín, desde el murciélago, desde el bosque, desde el agua, desde
la tierra húmeda de la que brota una brizna de vida, desde el día a día del
confinamiento, desde el día a día de los pueblos, donde la muerte, el dolor
y el sufrimiento en soledad se vuelven comunes, donde se conmueven y
conmueven a otros para romper con el individualismo al que nos quiere
conducir el paradigma dominante/agonizante del capital. Desde la comple-
jidad de un virus que “salta” a un huésped humano porque la “frontera” en
la que habita es la frontera del despojo y no le brinda alternativa.

Granjas Carroll, en Veracruz, entonces co-propiedad de Smithfield, la mayor productora­


de carne a nivel global. Smithfield fue comprada en 2013 por una subsidiaria de la mega
empresa china wh Group, actualmente la mayor productora de carne porcina del mundo,
ocupando el primer lugar en ese rubro en China, Estados Unidos y varios países europeos”.
4 Cyrulnik, filosofo, psicólogo y psicoanalista francés, creador del concepto psicosocial de
‘resiliencia’ concibe el ‘oxímoron’, figura retórica que junta dos conceptos antagónicos para
crear uno nuevo, como figura base de las posibilidades creativas de los seres humanos frente
al sufrimiento.

277
umbrales

Y aquí quiero rescatar la noción “cuerpo-territorio” que se reflexiona


desde los ecofeminismos de América Latina; los cuerpos como nuestro
primer territorio5 (Guebara, 2019), como un lugar desde el cual se puede
resistir, construir autodeterminación y tejer comunidad, y desde donde
se puede articular la conexión con un territorio mayor. Las prácticas po-
líticas de los feminismos han tejido estos lazos ante el feminicidio y han
politizado el dolor para convertirlo en una agenda autónoma propia. Es
posible construir un cuerpo extendido con la naturaleza para desmontar
la falacia del mercado, hecha de tiempos y de prioridades extractivistas
y patriarcales.
La mirada desde el territorio permite partir desde los tejidos que sos-
tienen la vida, desde los seres humanos capaces de colaborar y establecer
lazos de convivialidad democrática, lógicas de justicia ambiental, humana.
Estas perspectivas tendrán que inundar nuestros argumentos, pues propor-
cionan una “punta del ovillo” para resignificar este momento histórico más
allá de los moldes que la modernidad capitalista pretende imponer en los
imaginarios sociales en medio del miedo y del autoritarismo estatal para
reeditar el “business as usual”.
Es ahora, en este umbral crítico, este “espacio frontera” de despojo de
la naturaleza, cuando estas nuevas miradas empiezan a madurar y encuen-
tran en millones de personas la posibilidad de contarse esta historia de otro
modo. La construcción de un nuevo sentido común frente al capitaloceno
se da en condiciones extraordinarias: cuando –a pesar de las violencias– se
ha despertado un interés colectivo inédito en mirar más allá y avizorar estas
interconexiones.
Innumerables contribuciones se han estado gestando en el último
siglo desde el pensamiento crítico y la ecología política para caracterizar
esta etapa y buscar alternativas para transformar la sociedad y la relación
con la naturaleza. Pues bien, hoy estamos ante una realidad que nos

5 La filósofa y teóloga feminista Guebara (Brasil) habla de “cuerpo territorio” recuperando


la resistencia comunitaria y femenina de los territorios frente al extractivismo en América
Latina, y el sentido de “nuestro cuerpo”, “nuestro primer territorio”, frente al poder ideo-
lógico del capitalismo y su dominio sobre los deseos mediante el mercado (Guebara, 2019).

278
coronavirus: una civilización en la encrucijada…

obliga a aterrizar estas propuestas fruto de reflexiones y de experiencias


políticas con una historicidad concreta. Como nunca los conceptos y las
posibilidades (transición, decrecimiento, desglobalización, bienes comunes,
ecofeminismo) pueden convertirse en horizontes posibles.
La crisis del coronavirus ha reposicionado los debates de la transición
y la transformación social ecológica, y la necesidad de una subjetividad y
una acción política creativa para esta transformación. Ha reactualizado los
debates globales sobre los límites del crecimiento y ha puesto en vigencia
los debates del pensamiento crítico, como el ecofeminismo, el cuidado, el
Buen Vivir, los derechos de la naturaleza, las sociedades del decrecimiento,
los bienes comunes y su relación con los bienes públicos (Dardot y Lavalle,
2019). Claves indispensables para articular caminos hacia la transformación.
La centralidad del cuidado, que se ha manifestado en todo el sentido
de la palabra, debe ser abordada desde su complejidad y con una postura
crítica sobre las condiciones de domino patriarcal en que se da actualmente,
para arrancarlo del “cercamiento” al que está sometido. Su contribución
visibilizada –que podría representar entre el 24% y el 66% de la economía–
puede proporcionar las bases para una reformulación de las prioridades en
la organización de la economía y de la sociedad. En la medida en que sea
abordado con justicia y esté conectado al cuidado de la naturaleza, a la ges-
tión del bien común, a las dinámicas de decrecimiento y de transformación
socioeconómica, podrá proporcionarnos valiosas pistas para reproducir
tejido social, enriquecer y evolucionar en “la comunidad de la vida”, en la
que se insiste desde la propuesta ecofeminista.
El paradigma holístico de la interdependencia nos proporciona hoy
las bases para encarar este desafío de transformación desde y hacia la vida
cotidiana; un ethos de la colaboración en el tiempo de las cosas pequeñas,
el tiempo de volver a tejer territorio y comunidad humana. Es tiempo de
“ecologizar” un mundo que ha traspasado los límites de la naturaleza y
precisa ser sanado integrando muchos mundos…, como el “Pluriverso”
(Khotari et al., 2019), para el posdesarrollo que propone Acosta (Ídem),
dirección en la que miles de activistas, pensadoras y pensadores, se han
posicionado para imaginar un futuro posible.

279
umbrales

Preguntas en el tintero

Algunos análisis advierten que tal vez se podría “aplanar la curva” del coro-
navirus en dos años, si se toman medidas radicales de “aislamiento social”,
con periodos de cuarentenas inéditas para lograr no solo la contención de
la pandemia, sino la mitigación y su eliminación (Lichfield, 2020). Otros
afirman que estamos apenas en el pico de un iceberg y que podríamos
enfrentar otros episodios similares debido a los cambios globales, entre
los que se cuentan la pérdida de biodiversidad y el cambio climático como
vectores críticos de una disrupción a gran escala.
¿Cómo se sostendrán estas medidas de confinamiento prolongado al
mismo tiempo que se aseguran la vida, la democracia y la libertad de acción
política? ¿Cómo se abastecerán las poblaciones de alimentos, servicios, salud,
agua, saneamiento, respetando los derechos de las personas que trabajan en
estas áreas? ¿Cómo se tomarán las decisiones para gestionar las ciudades,
los pueblos, las comunidades?
¿Cómo se plantea esta realidad en contextos como América Latina, India,
Asia o África, donde los confinamientos no son posibles, como lo imagina
el Occidente moderno? ¿Cómo se tomarán las decisiones para la necesaria
transformación de la economía, de las matrices energéticas y productivas?
La reflexión sobre democracia es central. Estamos en un tiempo en el
que se están restringiendo los espacios de interacción y de tejido social de
manera dramática, y no solo excluyendo la participación de los pueblos. Se
está reconfigurando el espacio público callejero hacia un espacio público
virtual; un cotidiano reformulado que da paso a la reestructuración de
los actores sociales y del inconsciente colectivo. El espacio virtual aislado
–aunque tiene un potencial de articulación– puede crear subjetividades
políticas fragmentadas y enfrascarnos en una dinámica en la que el abismo
seduce más que la posibilidad de cambiar el mundo.
¿Como garantizaremos la democracia? ¿Cuál es el “Estado de Derecho”
que queremos restituir? Pero, además, ¿esta democracia no es ya obsoleta?
¿Acaso no se ha demostrado incapaz de recoger la tradición deliberativa de las
comunidades, de las mujeres? Y… ¿cómo se incluye a los seres de la naturaleza,
al mundo no humano, a la naturaleza misma como “sujeto de derechos”?

280
coronavirus: una civilización en la encrucijada…

La reinvención de la acción colectiva para interpelar al sistema y exigir


derechos tiene que encontrar su cauce recogiendo el hilo de las rebeliones
sociales de las últimas décadas, que han cuestionado el despojo ecológico, el
patriarcado y la injusticia social, sabiendo que estamos ante estos complejos
desafíos frente a las estructuras renovadas del poder.
Si queremos que las sociedades humanas no solo sobrevivan, sino que
prosperen en su cualidad comunitaria y de pertenencia a la naturaleza,
debemos enfrentar estos y otros obstáculos en el camino de recuperar las
bases éticas de la alteridad y la ecodependencia ante la racionalidad capitalista
moderna, para tejer una comunidad que sepa cultivar la esperanza desde la
incertidumbre y la certeza, así como se cuida la semilla de un nuevo fruto.

Bibliografía

AA. VV.
2019 Utopía y Praxis Latinoamericana, Revista Internacional de Fi-
losofía Iberoamericana y Teoría Social, 84 (“El Antropoceno
como diagnóstico y paradigma. Lecturas desde América Latina).
Venezuela: Centro de Estudios Sociológicos y Antropológicos,
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad del
Zulia. Disponible en: https://produccioncientificaluz.org/index.
php/utopia/issue/view/2705
Ambrose, Jillian
2020 “Carbon emissions from fossil fuells can fall by 2.5bn Tones by
2020”. The Guardian (12/04/2020). Disponible en: https://www.
theguardian.com/environment/2020/apr/12/global-carbon-
emisions-could-fall-by-record-25bn-tonnes-in-2020
Butler, Judith
2006 Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. Buenos Aires: Paidós.
Buxton, Nick y Hayes, Ben
2015 The secured and the dispossessed. How the military and corporations
are shaping a climate-changed world. Reino Unido: Pluto Press
& tni.

281
umbrales

Dardot, Pierre y Lavalle, Christian


2019 “La institución de lo común, ¿un principio revolucionario para
el siglo xxi?”. Entrevista por Cingolani, Patrick y Fjeld, Anders.
Reinvenciones de lo común. 70, 65-77. Disponible en: https://
journals.openedition.org/revestudsoc/46546
Dussel, Enrique
2020 “Cuando la naturaleza jaquea a la orgullosa modernidad”.
Council on Hemispheric Affairs (web) (03/04/2020). Disponible
en: https://www.coha.org/cuando-la-naturaleza-jaquea-a-la-
orgullosa-modernidad/
Escobar, Arturo
2016 Sentirpensar la Tierra. Las luchas territoriales y su dimensión onto-
lógica en las epistemologías del Sur. aibr, Revista de Antropología
Iberoamericana. 11 (1), 11-32.
Guebara, Ivone
2019 Conferencia en el x Encuentro de Teología Feminista, organi-
zada por la Red Ecuménica de Teólogas de La Paz y Católicas
por el Derecho a Decidir, y realizada en La Paz, en la Casa del
Padre Damián, del 9 al 11 de agosto.
Kothari, Ashish; Salleh, Ariel; Escobar, Arturo; Demaria, Federico
y Acosta, Alberto
2019 Pluriverso. Un diccionario del postdesarrollo. Barcelona: Icaria.
Lichfeld, Gideon
2020 “We are not going back to normal”. mit, Technology Review (web)
(17/03/2020). Disponible en: https://www.technologyreview.
com/s/615370/coronavirus-pandemic-social-distancing-18-
months
López, X.
2019 “Leviathan in interiore Green New Deal”. La U, revista de
cultura y pensamiento, edición digital (17/11/2019). Disponible
en: https://la-u.org/leviathan-in-interiore-green-new-deal/
Myllyvirta, Lauri
2020 “Analysis: Coronavirus temporarily reduced China’s co2 emis-
sions by a quarter”. CarbonBrief (web) (19/02/2020). Disponible

282
coronavirus: una civilización en la encrucijada…

en: https://www.carbonbrief.org/analysis-coronavirus-has-
temporarily-reduced-chinas-co2-emissions-by-a-quarter
Moore, Jason W.
2015 Capitalism in the web of life: Ecology and the accumulation of capital.
Londres: Verso.
Ribeiro, Silvia
2020 “Los hacendados de la pandemia”. Noticias de América Latina
y el Caribe (web) (03/04/2020). Disponible en: https://www.
nodal.am/2020/04/los-hacendados-de-la-pandemia-por-silvia-
ribeiro/
Svampa, Maristella
2020 “Reflexiones para un mundo post-coronavirus”. Nueva Sociedad,
“Opinión”, edición digital (abril/2020). Disponible en: https://
www.nuso.org/articulo/reflexiones-para-un-mundo-post-
coronavirus/
Terán Mantovani, Emiliano
2020 “El coronavirus más allá del coronavirus. Umbrales biopo-
lítica y emergencias”. Observatorio de Ecología Política de
Venezuela (web) (19/03/2020). Disponible en: https://www.
ecopoliticavenezuela.org/2020/03/19/el-coronavirus-mas-alla-
del-coronavirus-umbrales-biopolitica-y-emergencias/
World Wide Forum for Nature
2020 Pérdida de naturaleza y pandemias. Un planeta sano por la salud de la
humanidad. España: World Wide Forum for Nature. Disponible
en: https://d80g3k8vowjyp.cloudfront.net/downloads/
naturaleza_y_pandemias_wwf.pdf?54120%2 fp erdida-de-
naturaleza-y-pandemias-Un-planeta-sano-por-la-salud-de-la-
humanidad&fbclid=iwar0rcoxcpcbfug53mjq6ytklkpfrkn
vrokktoegpqk8antdoounvhhsiyf0
Žižek, Slavoj
2020 “El coronavirus es un golpe al capitalismo a lo ‘Kill Bill’ que podría
reinventar el comunismo”. rt (web) (29/02/2020). Disponible
en: https://actualidad.rt.com/actualidad/344511-slavoj-zizek-
coronavirus-golpe-capitalismo-kill-bill-reinventar-comunismo

283

También podría gustarte