El último informe PISA lo dejó claro: el sistema educativo de Singapur es un éxito. De
hecho, en las pruebas de este estudio, que mide el rendimiento académico de los alumnos en Matemáticas, Ciencia y Lectura, 1 de cada 4 estudiantes de este país tuvieron un rendimiento de nivel máximo de Ciencia. Tres niveles educativos El sistema educativo de Singapur está estructurado en tres niveles básicos: Preschool o Preescolar, Primary School o Primaria y Secondary Education o Secundaria. Los niños comienzan su etapa educativa a los 4 años cuando acceden a Preschool; a los 6 años pasan a Primaria donde permanecen seis cursos. Una prueba, conocida como Primary School Leaving Examination (PSLE), es la que determina qué estudios seguirán después. Las evaluaciones oficiales definen el camino educativo de cada alumno. Al terminar la educación Primaria, los alumnos realizan un examen oficial que decide la modalidad (exprés, normal-académica y normal-técnica) y el tipo de educación Secundaria que realizarán, dependiendo de sus capacidades. Y al culminar la Secundaria, hacen frente a un segundo examen oficial que les deriva a estudios universitarios o vocacionales. Los alumnos con mejores calificaciones en estos exámenes acceden a las mejores escuelas, universidades y centros de formación profesional. Bilingüismo y competitividad: Singapur apuesta fuerte por el bilingüismo en la educación. Estudiar inglés es obligatorio desde Primaria: los alumnos lo cursan 4 horas diarias, 3 veces a la semana. La organización curricular y académica está estructurada en seis cursos lectivos, desde los 6 hasta los 12 años, los alumnos aprenden inglés (idioma oficial del país) además de su lengua materna (tamil, mandarín o malayo), matemáticas, ciencias, humanidades y artes. Al finalizar este periodo los niños se enfrentan al "Primary School Leaving Examination", una especie de evaluación que determina sus conocimientos de lenguas, matemáticas y ciencias. El 98% de los niños singapurenses superan este examen. Y cuanto más alta sea la nota, tendrán mayor posibilidad de seleccionar el centro educativo en donde cursarán sus estudios de educación secundaria. Después de los estudios secundarios -que duran entre cuatro a cinco años según el nivel- los alumnos pasan una nueva evaluación para continuar estudios preuniversitarios o de formación profesional. En todo el proceso educativo hay una serie de características que se destacan: el esfuerzo, la cultura del mérito -meritocracia- y el acompañamiento y presión familiar a los alumnos. Este último punto, incluso para los expertos, tiene contracaras: "La educación en Singapur consigue la excelencia a costa del estudiante. La presión familiar y escolar es tan fuerte que los niños apenas saben desenvolverse socialmente" A la hora de pensar en los profesores -una pieza clave en la formación de los alumnos- el Estado singapurense destina gran parte de su presupuesto (alrededor del 20%, un 3% de su PBI) para que se estipulen salarios altos para docentes y las mejores herramientas educativas. Las clases empiezan en enero y se dividen en dos semestres, con diez semanas de vacaciones. Las horas lectivas diarias son cinco para primaria y seis para secundaria. Aunque la carga horaria es alta, la mayoría de las familias recurre a las clases privadas para que los niños consigan los niveles de exigencia requeridos. El currículo está organizado en espiral lo que significa que un contenido no se agota en una única oportunidad de aprendizaje, sino que el estudiante tiene varias oportunidades para estudiar un concepto. El sistema educativo se basa en la meritocracia y la competitividad. Se busca la máxima cualificación de los alumnos para que en un futuro sean trabajadores muy preparados y se conviertan en la principal fuerza económica de un país que no cuenta con recursos materiales. Es por ello un sistema exigente y muy competitivo que prima la eficiencia frente a la equidad, organiza a los alumnos según su desempeño académico y promociona a aquellos que logran mejores resultados. Son habituales las clasificaciones de alumnos por clases, una práctica que tiene como objetivo informar a los estudiantes de su posición para que puedan mejorar, pero que puede presionar duramente a aquellos que se sitúan en los últimos puestos. A esto se une la presión de la propia sociedad y de la familia, que exige los mejores resultados a sus hijos. El objetivo es que los alumnos aprendan, no memoricen. El currículo y el enfoque del sistema de enseñanza-aprendizaje tienen como objetivo que los estudiantes se hagan preguntas y busquen sus propias respuestas, opten por nuevos caminos y piensen de maneras diferentes, de forma que estén preparados para resolver los retos que se les plantearán en el futuro y convertirlos en oportunidades Se apuesta por un aprendizaje flexible y diverso. El sistema educativo está en pleno proceso de evolución. El objetivo es ofrecer a los estudiantes diversas opciones para que puedan elegir las que más se ajustan a sus intereses y a su forma de aprender. Las escuelas pueden adoptar diferentes programas u ofrecer distintas asignaturas de libre elección, y existen centros independientes especializados en áreas concretas, como matemáticas o ciencia y la tecnología, arte o deportes. Además, los estudiantes pueden avanzar niveles o cambiar de curso según su ritmo y sus cualidades. Se busca así que el aprendizaje sea integral Las escuelas tienen mucha independencia. El currículo es común, pero el Gobierno ha descentralizado la educación de manera progresiva para dar mayor libertad y autonomía a los centros escolares, que se organizan de forma geográfica. La antigua inspección educativa se ha sustituido por un modelo de excelencia escolar en el que cada centro establece sus metas y objetivos y evalúa sus avances anualmente. Cada seis años se realiza una evaluación externa.