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EDICIÓN
DIÁCONOS Y DIACONISAS
I. Introducción
Jesús nos ofrece una visión de la naturaleza de la iglesia cuando usa el símbolo del
cuerpo humano en 1 Corintios 12. Cuando nos unimos a la iglesia, llegamos a ser
“miembros” del cuerpo de Cristo, y dotados por el Espíritu Santo para desempeñar
funciones específicas. Dios desea que las varias partes del cuerpo (los miembros)
logren cumplir con efectividad una de las metas principales de la iglesia; hacer
discípulos para el Señor.
Usted ha sido nombrado para funcionar como diácono o diaconisa en su iglesia. El Dios
que le ha llamado le sostendrá a medida que coopere con Él. En muchos casos las
responsabilidades del diácono y la diaconisa se combinan, y a veces son distintas.
En el griego del Nuevo Testamento tanto la palabra diácono como diaconisa se deriva
de la misma palabra, sin distinción y no ofrece distinción entre masculino y femenino
6 En aquellos días, como crecía el número de los discípulos, hubo murmuración de los
griegos contra los hebreos,* que las viudas de aquellos eran desatendidas en la
distribución diaria. 2 Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y
dijeron:
—No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios para servir a las mesas.
*** Note: La imposición de las manos llega como un reconocimiento público. Ninguna
ceremonia de ordenación supera a la devoción intima y personal que forma el carácter.
**** Note: En algo muy bueno resultó el orden que el Espíritu Santo trajo a su iglesia.
Las diaconisas
Las diaconisas estaban incluidas en el cuadro directivo de las iglesias cristianas
primitivas.
“Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en
Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en
cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí
mismo” (Rom. 16:1, 2).
Las diaconisas deben ser elegidas tomando en cuenta su consagración y otras
cualidades que las habiliten para desempeñar los deberes de su cargo.
IV. Conclusión
“porque los que ejerzan bien el diaconado, ganarán para sí un grado honroso y mucha
confianza en la fe que es en Cristo Jesús.” ( 1 Timoteo 3:13).