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A continuación destacamos las distintas propiedades que se pueden

observar principalmente en un sistema familiar: totalidad, causalidad


circular, equifinalidad, equicausalidad, limitación, regla de relación,
ordenación jerárquica y teleología.

• Totalidad. La conducta del sistema familiar no puede entenderse


como la suma de las conductas de sus miembros, se trata de algo
cualitativamente distinto, que incluye además las relaciones
existentes entre ellos, de ahí que tengamos que estudiar sus
interacciones.
• Causalidad circular. La “causalidad circular” describe las relaciones
familiares como recíprocas, pautadas y repetitivas, lo cual conduce
a la noción de secuencia de conductas. Las familias regulan su
funcionamiento incorporando ciertas secuencias de interacción
que se repiten de forma pautada, lo cual no es patológico en sí
mismo sino que facilita la vida cotidiana de sus integrantes.
Cuando se habla de “secuencia sintomática” se refiere al
encadenamiento de conductas que se articulan en torno al
síntoma, reguladas 2 por una causalidad circular. Una de las
consecuencias más notorias de esta concepción circular es que el
interés terapéutico resida en el “qué”, “dónde” y “cuándo” ocurre
algo en lugar de centrarse en el “porqué”.
• Equifinalidad. Un sistema puede alcanzar el mismo estado final a
partir de condiciones iniciales distintas, lo que dificulta buscar una
causa única del problema.
• Ordenación jerárquica. En toda organización hay una jerarquía, en
el sentido de que ciertas personas poseen más poder y
responsabilidad que otras para determinar qué se va a hacer. La
organización jerárquica de la familia no sólo comprende el
dominio que unos miembros ejercen sobre otros, las
responsabilidades que asumen y las decisiones que toman, sino
también la ayuda, protección, consuelo y cuidado que brindan a
los demás. Por otro lado, la relación jerárquica n sólo se observa
entre las personas sino también entre los subsistemas a los que
pertenecen. Así por ejemplo, los padres son legalmente
responsables de cuidar a sus hijos, por lo que como subsistema
parental ocupan una posición superior al subsistema filial.
• triangulación: nos referimos a la situación en la que un miembro
de la familia está en conflicto con otro familiar, ya sea de forma
manifiesta o de forma velada, pero no se comunica con él. En
cambio, sí se comunica con un tercer familiar, para intentar ejercer
poder e influencia en el seno del sistema familiar por medio de
coaliciones invisibles y perniciosas. Esto coloca al tercero en
discordia en una situación incómoda y le empuja a entrar a formar
parte del triángulo (ergo, del conflicto de los otros). Las
triangulaciones familiares generan una dinámica disfuncional e
insana en las relaciones de la familia. Propician que se establezcan
alianzas de los miembros en conflicto con los terceros que
triangulan, extendiendo el conflicto a otros familiares y llegando
incluso a afectar a la familia extensa. Esto, al final, se utiliza para
encubrir el conflicto principal o desviar la atención de este y no
sirve para resolver las dificultades. Al no afrontar de manera clara,
sana y directa el conflicto, este no se resuelve, sino que se agrava
y se enquista.
• Alianza y coaliciones: unión o apoyo entre los miembros de la
familia.Para esto también debemos manejar lo que son los tipos
de familia: Familias desligadas: aquí cada miembro funciona de
manera autónoma, no responden cuando sucede una crisis.
Familias aglutinadas: tienen carácter dependiente es así que no
periten la autonomía de sus miembros, la conducta de cada
miembro repercute en el comportamiento del resto. Familias
normales: con límites claros y definidos, permite realizar los
objetivos familiares
• Circularidad: Debido a la interconexión entre las acciones de los
miembros de un sistema, las pautas de causalidad no son nunca
lineales (en el sentido que una "causa" A provoque un "efecto" B),
sino circulares en el sentido que B refuerza retroactivamente la
manifestación de A. Ejemplo: Las demandas de mayor intimidad
de un miembro de una pareja pueden chocar con las reticencias
del otro, cosa que aumenta las demandas del primero y así
sucesivamente.
• Regla de relación. En todo sistema existe la necesidad de definir
cuál es la relación entre sus componentes, ya que posiblemente el
factor más trascendente de la vida humana sea la manera en que
las personas encuadran la conducta al comunicarse entre sí.

• Totalidad o no sumatividad: "El cambio en un miembro del


sistema afecta a los otros, puesto que sus acciones están
interconectadas mediante pautas de interacción. Las pautas de
funcionamiento del sistema no son reducibles a la suma de sus
elementos constituyentes" (Feixas y Miró, 1993, p. 258). Ejemplo:
La independización de un hijo puede desequilibrar las relaciones
entre sus padres si éste cumplía la función de mediador en los
conflictos que se producían entre ellos (totalidad). Sin embargo,
por separado ninguno de los miembros del sistema familiar
desempeña el rol que le caracteriza en el sistema familiar (no
sumatividad).
• Equifinalidad: Un mismo efecto puede responder a distintas
causas. Es decir, los cambios observados en un sistema abierto no
están determinados por las condiciones iniciales del sistema, sino
por la propia naturaleza de los procesos de cambio. Esta definición
no es válida para los sistemas cerrados, ya que éstos vienen
determinados por las condiciones iniciales. Ejemplo: Por
cuestiones meramente pragmáticas o contextuales, dos parejas
pueden llegar a una forma de organización doméstica sumamente
similar a pesar de que las familias de origen de los cuatro
miembros que las componen sean extremadamente diferentes.
• Equicausalidad. Se refiere a que la misma condición inicial puede
dar lugar a estados finales distintos. Esta propiedad y la anterior
establecen la conveniencia de que el terapeuta abandone la
búsqueda de una causa pasada originaria del síntoma. Como
consecuencia, para ayudar a la familia a resolver el problema hay
que centrarse fundamentalmente en el momento presente, en el
aquí y ahora. Por tanto, la evaluación se orienta a conocer los
factores que contribuyen al mantenimiento del problema – no a
descubrir los factores etiológicos – de tal forma que se pueda
influir en ellos para iniciar el cambio terapéutico.
• Limitación. Cuando se adopta una determinada secuencia de
interacción disminuye la probabilidad de que el sistema emita otra
respuesta distinta, haciendo que se reitere en el tiempo. Si la
secuencia encierra una conducta sintomática, se convierte en
patológica porque contribuye a mantener circularmente el
síntoma o problema.
• Teleología. El sistema familiar se adapta a las diferentes exigencias
de los diversos estadios de desarrollo por los que atraviesa, a fin
de asegurar continuidad y crecimiento psicosocial a sus miembros.
Este proceso de continuidad y de crecimiento ocurre a través de
un equilibrio dinámico ente dos funciones complementarias,
morfostasis y morfogénesis.

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